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Escritos

versión impresa ISSN 0120-1263

Escritos - Fac. Filos. Let. Univ. Pontif. Bolivar. vol.23 no.51 Bogotá jul./dic. 2015

 

SOBRE LA REFERENCIA ANALÓGICA

ON ANALOGIC REFERENCE

SOBRE A REFERÊNCIA ANALÓGICA

Mauricio Beuchot Puente*
Freddy Santamaría-Velasco**

Si (como el griego afirma en el Crátilo)
El nombre es arquetipo de la cosa,
En las letras de rosa está la rosa
Y todo el Nilo en la palabra Nilo.
J.L. Borges

* Doctor en Filosofía por la Universidad Iberoamericana de México, D.F. Es profesor en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Ciudad de México, México. Es investigador del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM, donde fue coordinador del Seminario de Hermenéutica. Es fundador de la propuesta llamada Hermenéutica Analógica, reconocida hoy en día como una propuesta original y novedosa en el campo de la hermenéutica filosófica. Desde 1990 es miembro de la Academia Mexicana de la Historia, de 1997 a la fecha es miembro de número en la Academia Mexicana de la Lengua y de 1999 a la fecha es miembro de la Academia Pontificia de Santo Tomás de Aquino. Es doctor honoris causa por la Universidad Anáhuac del Sur. Contacto: mbeuchot50@gmail.com.
** Doctor en Filosofía y Letras de la Universidad Pontificia de Salamanca (Salamanca, España). Filósofo y Licenciado en Filosofía de la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín. Entre sus publicaciones se encuentran sus libros: Hacer mundos: el nombrar y la significatividad. Una investigación desde la filosofía analítica. Bogotá, 2009; Nombres, significados y mundos, Salamanca, 2007; Lecturas analíticas, Bogotá, 2011. Fue Decano de la Facultad de Filosofía y Letras de Universidad Santo Tomás y en la actualidad es profesor de la Universidad Pontifica Bolivariana, Medellín- Colombia. Correo electrónico: freddysantamaria@hotmail.com. Este artículo hace parte del proyecto: El quehacer político en el marco del pluralismo estético (Radicado: 152B-09/13-36). Línea de investigación: Filosofía política contemporánea adscrita al Grupo de Investigación Estudios Políticos de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Pontifica Bolivariana.

Artículo recibido el 4 de agosto de 2015 y aprobado para su publicación el 30 de noviembre de 2015.


RESUMEN

En la filosofía del lenguaje se ha heredado, principalmente de Gottlob Frege, el binomio sentido (Sinn) y referencia (Bedeutung) como los aspectos capitales de la significación (Beuchot 203-204). Un signo, en una situación normal, tiene primeramente un sentido y éste nos guía a la referencia o al referente. El sentido es lo que entiendo al captar una expresión, y el referente es el aspecto de la realidad al que aquélla apunta. En el siguiente texto, a partir de la preocupación por la relación de los signos con los objetos, trataremos de aplicar la noción de analogía al problema semántico de la referencia.

PALABRAS CLAVE : Referencia, Sentido, Analogía, Significado, Hermenéutica.


ABSTRACT

Mainly because of the work of Gottlob Frege, philosophy of language seems to have inherited the pair sense (Sinn)/reference (Bedeutung) as the main aspects of the problem of meaning. Therefore, in a normal situation, a sign has, first of all, a sense which directs towards a reference or referent. As a result, sense is what one acquires when understanding an expression and a referent is the aspect of the real world to which the former directs. Motivated by the crucial problem of the relation between signs and objects, the aim of the following paper is to make use of the idea of analogy in the context of the semantic problem of reference.

KEYWORDS : Reference, Sense, Analogy, Meaning, Hermeneutics.


RESUMO

Na filosofia da linguagem foi herdado, principalmente de Gottlob Frege, o binômio sentido (Sinn) e referência (Bedeutung),como os aspectos capitais da significação (Beuchot 203-204). Um signo, em uma situação normal, tem primeiramente um sentido e este nos guia à referência ou ao referente. O sentido é o que entendo ao captar uma expressão, e o referente é o aspecto da realidade à que aquela aponta. No presente texto, a partir da preocupação com a relação dos signos com os objetos, trataremos de aplicar a noção de analogia ao problema semântico da referência.

PALAVRAS-CHAVE : Referência, Sentido, Analogia, Significado, Hermenêutica.


La referencia: planteamiento del problema

El saber qué es propiamente una referencia y qué entendemos por el nombre que soporta una cosa, son preguntas que han atravesado la historia del pensamiento, como se puede comprobar desde el clásico y obligado diálogo el Crátilo de Platón hasta, por ejemplo, los contemporáneos y extraordinarios trabajos de El nombrar y la necesidad de Kripke o Las variedades de la referencia de Evans. Dicho problema se ha planteado a lo largo de la tradición filosófica y se ha actualizado bajo la rúbrica de la reciente filosofía analítica.

La significación corrientemente ha sido vista como poseyendo dos caras, que son la ya clásica distinción entre el sentido (Sinn) y la referencia (Bedeutung)1 hechas por Gottlob Frege. Pero en ambas suele haber ambigüedades, sobre todo en la segunda, por ello Willard Van Orman Quine ha hablado de la opacidad que se puede dar en la referencia. Opacidad que aparece cuando no se da la univocidad plena en ella, y corre el peligro, de este modo, en diluirse la referencia en la equivocidad (Beuchot 203-204).

Como lo ha indicado Quine, la teoría de la referencia es muy importante en la filosofía del lenguaje, incluso más que el sentido, el cual ha amparado numerosas entidades mentales, que él excluye al huir de la intensión, que es, contrapuesta a la extensión, aquel aspecto del significado que se suponía contenido en ideas de la mente (Quine). Por eso, varios autores, en esa línea, como Saul Kripke y Hilary Putnam, excluyeron los sentidos desde sus teorías de la referencia directa y se van a la sola referencia como modo seguro de significar; a pesar de que el propio Quine llegó a hablar de la inescrutabilidad de la referencia. Por el contrario, otros como John Searle, Peter Strawson y el mismo Donald Davidson, ven con recelo la referencia y sólo se quedan con el sentido en las expresiones al dar importancia a la descripción misma.

La filosofía analítica, de corte positivista, anclada en lenguaje lógicamente perfecto planteado magistralmente por Wittgenstein en el Tractatus Logico-Philosophicus y desarrollado en la teoría de las descripciones de Russell, sostiene que lo ideal es que la referencia sea unívoca, es decir, inequívoca, sin ninguna ambigüedad, clara y distinta; ya que el sentido está sujeto a la vaguedad, la interpretación y con una fuerte tendencia a la equivocidad. Por eso Putnam rechaza los significados como residentes en la cabeza, para evitar esas entidades mentales que son los conceptos como sentido que lleva a la referencia. En Representación y realidad, Putnam advierte de los equívocos que se dan al referir, como cuando nombramos a un pájaro "robin" (petirrojo), no significa lo mismo en Inglaterra que en Estados Unidos. Lo mismo que "sparrow" (gorrión) pues para los ingleses es un tipo de ave y para los estadounidenses es otro diferente. Afirma Putnam (1999),

Los hablantes individuales no tienen por qué saber cómo se distingue la especie ';petirrojo' de otras especies similares, o cómo se distinguen los olmos de las hayas o el aluminio de molibdeno, etc. Siempre pueden consultar a los expertos. Aun en el caso de un metal tan importante como el oro, la persona media es poco digna de confianza (en cuanto a distinguir el oro del bronce, etc.) y lo sabe. Por eso consulta al joyero (o incluso al químico o al físico) cuando quiere asegurarse de que algo es realmente oro. (50)

Siguiendo a Putnam, ya que esto procede de la equivocidad, para dirimir esta disensión, necesitamos la noción de analogía, que no llega a la univocidad, pero tampoco se hunde en la equivocidad, y tendremos así el concepto de referencia analógica o referente analógico, el cual evitará muchas equivocaciones y resolverá muchos problemas.

Breve decurso: connotación y denotación-sentido y referencia

Los conceptos de sentido y de referencia han tenido su historia. En la lingüística se habla de connotación y significado (Garza-Cuarón 93), pero en la lógica y la semiótica más bien se habla de connotación y denotación, y propiamente, desde la tradición analítica de sentido (Sinn) y referencia (Bedeutung). La historia de estos conceptos, con otros nombres, se remonta hasta la Edad Media, en los siglos XIII y XIV (Eco 9). Allí es donde desemboca la reflexión de los modistae o gramáticos que estudiaban los modos de significar (modi significandi), y de los filósofos del lenguaje quienes estaban en relación con la lógica y no con la gramática; es, por lo mismo, más perteneciente a la filosofía del lenguaje que a la propia lingüística. La tradición gramatical o lingüística se recoge en el trabajo de Tomás de Erfurt con la Grammatica speculativa, un tiempo atribuida a Juan Duns Escoto, hasta que Martin Grabmann revisó la autenticidad y corrigió la atribución. Precisamente en esa obra la "connotación" es uno de los modos de significar, a saber, el modo de significar adyacente (modus significandi adiacens), porque depende de la denotación, que es más principal o substancial.

La tradición más filosófica o lógica construyó los términos de significación y suposición (significatio et suppositio), que corresponden prácticamente al sentido y a la referencia propuesto por la filosofía actual. La significación, por ejemplo, era la posesión de algún concepto por parte del término o del enunciado, y en el caso del término, podía tener esa propiedad fuera del enunciado. En cambio, la suposición era la capacidad de estar en lugar de un objeto, y era una propiedad que solamente tenía el término dentro del enunciado. Entre los expositores más connotados estuvieron Guillermo de Sherwood y Pedro Hispano (Beuchot 109).

Sin embargo, también tenían la díada connotación y denotación, que fue estudiada, sobre todo, por Guillermo de Ockham, ese genio de la lógica y la filosofía del lenguaje, príncipe de los nominalistas, que dedicó mucho esfuerzo a esa distinción entre la connotación y la denotación o, si se prefiere, a los términos connotativos y a los denotativos, que es como aparece el tema en su Summa Logicae. Igualmente se encuentra en otros medievales, como el mallorquín Raimundo Lulio. Lulio aplicaba a su teoría del arte, por ejemplo, muchos elementos de las propiedades terminorum estudiadas por los lógicos medievales. Las principales de estas propiedades eran la significación y la suposición (Beuchot 208), esta última que se puede entender como el sentido mismo.

Este recorrido es el origen de la denotación y la connotación en la reflexión medieval, reflexión que llegará hasta el célebre lógico inglés John Stuart Mill. Ahora bien, es conveniente atender a otros filósofos-semióticos, como a Locke en su Essay, el cual da a idea y objeto (equivalentes a connotación y denotación) un marco asociacionista (Kretzmann 237), y además a Ogden y Richards, quienes identifican denotación con significado, y ven la connotación como algo peligroso, tal vez a causa de esa psicología conductista que ya está en la base de sus análisis. En cambio, otro filósofo del lenguaje, un discípulo norteamericano de Cassirer, a saber, Wilbur Marshall Urban, ampara al concepto de connotación, del que distingue tres sentidos, aunque sin lograr una aceptable claridad.

Pero antes de llegar a ese preclaro positivista, conviene asomarnos a otras épocas en las que sigue el curso de la connotación. Tal se ve en los análisis de Nebrija, del Brocense y, especialmente, en la Lógica de Port-Royal. En esta última se vincula la denotación con el sustantivo y la connotación con el adjetivo, mientras que en la Gramática general y razonada, propia de esta escuela (escrita por Arnaud y Lancelot), se presentan muchas ambigüedades. En el texto de lógica, la connotación y la denotación se vinculan con la comprensión y la extensión. Leibniz también reflexiona sobre este problema en sus Nouveaux essais, al conectar los dos conceptos con los de intensión y extensión de los términos.

James Mill invierte la explicación medieval, y atribuye la connotación al sustantivo y la denotación (o, como él la llama, la notación) al adjetivo. Su hijo, John Stuart Mill, establece que un nombre denota y un sujeto connota ciertos atributos. Casi vuelve al sentido original de los lógicos medievales, recuperando la díada escolástica connotación-denotación, fue importante como fuente de esos conceptos para Bertrand Russell, quien hablaba de los términos denotativos, y trataba de hacer desaparecer la connotación en aras de la denotación. La distinción entre intensión y extensión, de Leibniz, es recuperada por Rudolf Carnap (en un célebre artículo que puso como apéndice a su obra Meaning and Necessity, de 1956), para evitar los términos de Frege: sentido y referente (o nominatum, como él traduce este último). Además, en la línea de Russell, Quine se centra en la denotación, que él prefiere llamar extensión, como su maestro Carnap, aunque desconfía del aspecto intensional (inclusive, tiene un célebre capítulo "Huir de la intensión", en su libro Word and Object, de 1966).

Por su parte, por ejemplo, Searle y Strawson sostienen sus filosofías (filosofías del sentido o llamadas también teorías descripcionistas) bajo el espíritu de este ejemplo. Los dos autores creen que el significado de un nombre no lo brinda su referente, sino un conjunto de apoyos, de descripciones. Strawson cree que el significado no es su referente, sino un conjunto de reglas, hábitos y convenciones para su uso. Al hacer la referencia, todo este "conjunto" de requisitos garantizan el significado del referente. Escribe Strawson (2005) en "Sobre el referir" que:

Las personas usan expresiones para referirse a cosas particulares. Pero el significado de una expresión no es el conjunto de cosas o la cosa singular a la que podemos referirnos correctamente con su uso; el significado es el conjunto de reglas, hábitos, convenciones, para su uso al hacer referencia. (69)

Para el autor de Individuos (1989) "carece de valor sin un respaldo de descripciones que puedan ofrecerse ante la petición de que se explique su aplicación" (24).

Por otro lado, Searle, bajo este espíritu wittgensteiniano -al igual que Strawson-, cree que si en el momento de faltar una descripción o un apoyo, otra descripción pasaría a sustituirla inmediatamente. Y a ese "conjunto" es a lo que se podría llamar una descripción identificadora. Afirma John Searle (2005):

El conjunto original de los enunciados sobre Aristóteles constituye el respaldo descriptivo del nombre en virtud del cual y sólo en virtud del cual podemos enseñar y usar el nombre. Tiene sentido el negar alguno de los miembros del conjunto de descripciones del portador del nombre, pero negar todos ellos es hacer desaparecer totalmente las precondiciones para usar el nombre (...) Pero la peculiaridad e inmensa conveniencia pragmática de los nombres propios en nuestro lenguaje reside precisamente en el hecho de que nos capacitan para referirnos públicamente a objetos sin estar forzados a plantear cuestiones y llegar a un acuerdo con respecto a qué características descriptivas constituyen exactamente la identidad del objeto. Ellas funcionan no como descripciones, sino como perchas en las que colgar descripciones. (111)

A partir de los años setenta, las teorías del sentido dejaron su lugar a la llamada teoría de referencia directa, teoría introducida propiamente por Kripke (1940) para los nombres propios y extendida a los términos de magnitud física y las palabras de clase natural por Putnam. Dicha teoría de la referencia directa es heredera indiscutible de las tesis russellianas. Tanto Saul Kripke como Hilary Putnam en sus artículos "Identidad y necesidad" (98-130) y "El significado del "significado" (131-194), respectivamente, siguen las tesis fundamentales de las primeras versiones de la teoría de las descripciones de Russell. En ellas, como advertimos, el autor del atomismo lógico consideraba que los nombres propios del lenguaje ordinario son verdaderos nombres. De ahí que sea indudable la existencia de particulares como Platón, Napoleón y Kant, tal y como lo afirma M. M. Gómez (2004) ya que: "Los particulares constituyen el mundo; los nombres, que refieren directamente a esos particulares, desempeñan la función de anclaje entre el lenguaje y las cosas tal como son en sí mismas" (166).

Para los teóricos de la referencia directa, los nombres refieren directamente al ejemplar nombrado. De ahí que conciban categóricamente que únicamente el significado de un nombre es su portador y no sus características aparenciales. Un nombre no son las descripciones que puedan darse de él, es únicamente su extensión. Decía Russell (1982): "Un nombre propio, si ha de cumplir su función de modo completo, no habría de necesitar definiciones con otras palabras, debería denotar algo que tendríamos que conocer de un modo inmediato" (175). Esta teoría también reúne no sólo los aportes russellianos sino algunas tesis de Aristóteles y Mill, quienes pensaban que la relación entre los términos singulares y el mundo, no está mediada por ningún concepto descriptivo. Hay que tener en cuenta, como afirma el profesor Valdés Villanueva (2005), que:

(...) la teoría de la referencia directa no afirma que la relación entre nombres y los nominata no pueda estar mediada en modo alguno, sino que se limita a la afirmación más cauta de que no es el sentido de una expresión, su modo de presentación en términos fregeanos, lo que lleva al referente: el nombre propio "Platón" no es entonces abreviatura alguna para un conjunto de descripciones analizables en, por así decirlo, una cascada de nuevas descripciones, cada una de las cuales contiene un nombre propio. (119)

Dejando el ámbito filosófico, se puede pasar al lado lingüístico. En él se ha abordado la connotación a partir de pensadores como Ullmann, que revisa el triángulo de la significación de Ogden-Richards, lo mismo Kurt Baldinger, y otros que ya dependen de Saussure y entran a la escuela estructuralista. Tales son Bloomfield y Hjelmslev, quienes hablan de una semiótica connotativa, con lo cual reivindican esta noción, lo mismo que Mounin, Martinet, Greimas, Prieto, entre otros. Algo importante y sugestivo es el uso de la connotación en la crítica literaria, por ejemplo por Umberto Eco, Roland Barthes y Roman Jakobson. Pero también se ha hecho aplicaciones lingüísticas muy técnicas de la connotación a la descripción del significado en los lenguajes naturales, a través de las facetas sistemáticas y asistemáticas.

Frege: «El lucero matutino es el lucero vespertino»

Tanto Frege como Russell sienten gran aprecio por el ejercicio de las matemáticas y la lógica. Estas dos disciplinas se van a convertir en herramientas claves para exorcizar fantasmas y paradojas propios de nuestro lenguaje. Para tal fin, los dos autores sueñan con un lenguaje ideal, lógico y perfecto, lejos de la oscuridad y de la ambigüedad. La lógica será su más preciado aliado, pues "presenta [la lógica] un perfeccionamiento del lenguaje corriente, al eliminar la ambigüedad y la vaguedad. Por último, debido a que es un instrumento muy fino, puede resolver ciertos problemas persistentes" (Stroll 20). Los avances en filosofía analítica deben en gran medida su éxito a los trabajos realizados por Frege y Russell. Por ejemplo, las teorías descripcionistas no dejan de estar en sintonía con el autor alemán; y por otro lado, las teorías de referencia directa deben su legado a la concepción referencialista de Russell, desarrollada con detalle en su teoría de las descripciones.

Frege y Russell propusieron las dos soluciones más importantes para abordar el tema. La solución de Frege se desarrolla con más detalle en su artículo "Sobre sentido y referencia". En él, el autor aborda desde las primeras líneas el problema de la "identidad" con estas preguntas: ¿Es la igualdad una relación?, ¿es una relación entre objetos?, ¿o bien entre nombres o signos de objetos? Frege se inclina por esta última. Además, a partir de los análisis que hace sobre enunciados de identidad no triviales distingue entre el sentido (Sinn) y la referencia (Bedeutung) de un nombre propio. Nos dice el autor alemán en su artículo de 1892 "Sobre sentido y referencia" que:

a=a y a=b son evidentemente enunciados de diferente valor cognoscitivo: a=a vale a priori y, siguiendo a Kant, puede denominarse analítico, mientras enunciados de la forma a=b contienen frecuentemente ampliaciones muy valiosas de nuestro conocimiento y no siempre pueden justificarse a priori. (...) Ahora bien, si en la igualdad quisiéramos ver una relación entre aquello a lo que los nombres «a» y «b» se refieren, no parecería que a=b pudiera ser distinto de a=a, siempre que a=b fuera cierto. (24)

El propósito de la distinción entre sentido y referencia era el de dar una explicación de los enunciados de "identidad" no triviales. Traigamos algunos ejemplos para entender mejor esto. Primero, hay enunciados tautológicos llamados triviales como «Napoleón es Napoleón» o «El emperador es el emperador»; enunciados obvios, que tienen una verdad que es necesaria. Y hay también enunciados de identidad no triviales, esto es, enunciados del tipo «a=b» que, como advertimos, suelen ser sintéticos, empíricos y a posteriori. Este tipo de enunciados, a diferencia de los triviales, no son tautológicos, obvios, ni repetitivos, sino por el contrario "aumentan el saber" (como lo son los juicios sintéticos) brindándonos más información. Por ejemplo: «Napoleón es el emperador de Francia» o «El emperador de Francia es el novio de Josefina».

Este segundo tipo de enunciados -los no triviales- tienen dos características importantes, la primera que salvaguardan la identidad (referente-individuo); y, segundo, que salvaguardan la informatividad (el sentido-información). Esta es la solución bifronte que da Frege al problema de la informatividad de los enunciados de identidad. Es decir, un enunciado de identidad será verdadero cuando los nombres que en él aparecen tengan la misma extensión, la misma referencia y será informativo cuando tenga distinto sentido. Para Frege el sentido de una proposición es el pensamiento que es su contenido, y éste a su vez está determinado por los sentidos de las partes constitutivas de la proposición. El clásico ejemplo de Frege, expuesto en un importante artículo de 1891, "Función y concepto", que dice así:

Cuando decimos «la estrella de la noche es un planeta de órbita más pequeña que la tierra» hemos expresado otro pensamiento que en la proposición "la estrella de la mañana es un planeta de órbita más pequeña que la de la tierra", pues quien no sabe que la estrella de la mañana es la estrella de la noche, podría tomar una proposición por verdadera, la otra por falsa. No obstante, debe ser el significado de ambas proposiciones el mismo porque solamente son intercambiables la una con la otra las palabras «estrella de la noche» y «estrella de la mañana», las cuales tienen el mismo sentido, esto es, son nombres propios del mismo cuerpo celeste. (18)

Este es un ejemplo clásico de la tradición analítica, que también podría enunciarse de esta manera:

«El lucero matutino es el lucero vespertino».

Este ejemplo tiene la riqueza de dejarnos ver, que a diferencia de un enunciado de identidad del tipo «a=a», aumenta el conocimiento, el saber, ya que su verdad no es obvia (tautológica), como sí lo puede ser el enunciado del tipo «el lucero vespertino es el lucero vespertino». La verdad del enunciado no trivial depende única y exclusivamente de la experiencia. El enunciado «el lucero matutino es el lucero matutino» es, sin lugar a dudas, analíticamente verdadero, a diferencia de el enunciado «el lucero matutino es el lucero vespertino», que de inmediato comprobamos que es un conocimiento producto de un descubrimiento de la astronomía, y por lo mismo su carácter es de informatividad al ser su valor cognitivo, muy diferente al que nos puede brindar un enunciado obvio o trivial.

Los enunciados del tipo «a=b» tienen una referencia común, la misma extensión, el mismo referente que garantiza la relación de igualdad enunciada, mientras que los diferentes sentidos del nombre posibilitan el carácter informativo que poseen tales enunciados, es decir, esto hace que la oración sea significativa. El conocimiento de que nos estamos refiriendo a la misma "estrella" con una descripción especial -una igualdad de la extensión de los conceptos- es lo que hace que para Frege la oración sea significativa y no trivial. Como dice el autor alemán en su artículo "Sobre sentido y referencia" que, "La referencia de «lucero vespertino» y de «lucero matutino» sería la misma, pero el sentido no sería el mismo" (25). El sentido es la intensión, descripción, propiedad y relación de un nombre. Y por su parte la referencia es el individuo, el particular, la extensión a la cual nos referimos.

De este modo, para Frege toda expresión significativa tiene un sentido, un Sinn, y también, -según el caso- un referente, un Bedeutung. Decimos que según el caso, puesto que nos hacemos las siguientes preguntas: ¿qué pasa con aquellas oraciones igualmente significativas que carecen de referente, de Bedeutung? ¿Se puede hablar de aquellas oraciones que dejan de ser verdaderas por el hecho de carecer de referente? ¿Dejan de tener valor veritativo? Según Frege, la referencia de una proposición es su valor de verdad: la referencia de todas las proposiciones verdaderas es lo verdadero y la referencia de todas las proposiciones falsas es lo falso.

El valor veritativo de una proposición es su referencia. Frege escribe en "Sobre sentido y referencia" (1995) que,

Por esto nos vemos impulsados a admitir el valor veritativo de un enunciado como su referencia. Por valor veritativo de un enunciado entiendo las circunstancias de que sea verdadero o de que sea falso. No hay más valores veritativos. En aras de la brevedad, al uno lo llamo lo verdadero, al otro lo falso. Cada enunciado asertivo, en el que tenga importancia la referencia de las palabras, debe ser considerado, pues, como un nombre propio, y su referencia, caso de que exista, es o bien lo verdadero o bien lo falso. Estos dos objetos son admitidos, aunque sólo sea tácitamente, por todo aquel que emita juicios, que tenga algo por verdadero, o sea, también por el escéptico. (31)

Ahora bien, si el valor veritativo de una oración lo da la referencia, ¿qué pasa con las oraciones que carecen de ella? Frege piensa que enunciados del tipo «Ulises fue dejado en Ítaca profundamente dormido» tienen evidentemente un sentido. Pero, ya que es "dudoso" que el nombre "Ulises" tenga un referente, una extensión, por consiguiente será dudoso que lo tenga el enunciado entero, es decir, es "dudoso" que la oración «Ulises fue dejado en Ítaca profundamente dormido» tenga Bedeutung.

Los enunciados donde aparecen nombres sin referente, nombres que, como "Ulises", "Hamlet" o "Unicornio" para Frege claramente tienen un sentido, puesto que tienen una intensión y ella es suficiente para la significatividad del nombre. Esto implica, por lo tanto la identificación del significado de un nombre con su sentido; es el conjunto de sentidos y que su significado se reduce a las propiedades, relaciones y descripciones. De ahí que estos nombres (carentes de referencia) no necesitan nada más para contar con significatividad. Sin embargo, hay que decir que para el autor alemán estos nombres no dejan de ser un modo defectuoso de los lenguajes naturales. Un lenguaje que estuviera perfectamente regulado, es decir donde cada término goce tanto de Sinn, como de Bedeutung no tendría tal escollo a superar, las "confusiones" se repararían de inmediato y por lo mismo ningún nombre sería puesto en duda ya que contarían siempre con su respaldo extensional. Todo esto quiere decir que, cuando se intenta "avanzar más allá", es decir, preguntar por el valor veritativo de estos enunciados, ellos mismos quedan en evidencia, mas no sin sentido. Según Frege, lo que nos lanza a "avanzar más allá" del sentido es nuestro afán e inquietud científica, en una palabra, nuestro afán por la verdad. Es la búsqueda de la verdad, afirma Frege, lo que nos incita a avanzar del sentido a la referencia2.

Russell, otro de los grandes en la discusión de la referencia, en su texto de La filosofía del atomismo lógico de algún modo se acerca a Frege, ya que la referencia para él, propiamente no van a ser los nombres de objetos físicos, sino que, por el contrario, nombres como "Napoleón", "Walter Scott" o "Fernando Pessoa" que para el "común", para el lenguaje corriente, son verdaderos nombres, con una referencia definida y claramente van a ser meras descripciones abreviadas, ya que no podemos acceder al "individuo de carne y hueso", pues nos es desconocido. Escribe el autor del atomismo lógico,

Los nombres de que comúnmente nos servimos, como "Sócrates", no son en realidad otra cosa que descripciones abreviadas; más aún, lo que éstas describen no son particulares, sino complicados sistemas de clases o de series. (281)

Russell, centrado en la referencia, de la terminología de Stuart Mill (que viene desde los escolásticos) adoptó el término "denotación", sobre el denotar. Son célebres las criticas que hicieron Strawson y Searle acerca del "neo-nominalismo" propuesto por Russell. Para ellos los significados de los nombres no son los referentes, sino el conjunto de las reglas de usos, hábitos y convenciones, esto es, el contexto. A propósito, J. Searle (2005) expuso con detalle en su artículo, "Nombres propios y descripciones", que esta atractiva teoría de Russell tiene notorias dificultades. Escribe el autor:

De acuerdo con una teoría largamente sostenida, los nombres propios simplemente representan objetos, sin tener ningún otro sentido o significado que el de representar objetos. Una formulación temprana de esta teoría está en el Teeteto de Platón, y las más sofisticadas versiones modernas de esta idea están en el Tractatus Logico-Philosophicus de Wittgenstein y en Philosophy of Logical Atomism de Russell. Según Wittgenstein, el significado de un nombre propio es simplemente el objeto por el que está. Tal vez la formulación más famosa de esta teoría del no sentido de los nombres propios es la afirmación de Mill de que los nombres propios tienen denotación pero no connotación. Para Mill un nombre común como 'caballo' tiene tanto una connotación como una denotación; connota aquellas propiedades que serían especificadas en una definición de la palabra 'caballo' y denota todos los caballos. Pero un nombre propio sólo denota a su portador. La anterior es una famosa y atractiva teoría de los nombres propios pero hay ciertas notorias dificultades en ella. (105-106)

Ahora bien, tanto sentido(Sinn) como la referencia (Bedeutung) siguen teniendo relación con la connotación y la denotación. Inclusive, el gran lógico norteamericano Church traduce Bedeutung como denotation (aunque no traduce Sinn como connotation, sino como sense). Ciertamente los binomios connotación-denotación, comprensión-extensión, intensión-extensión y sentido-referencia, no son identificables exactamente, tienen matices diferentes, pero convergen hacia lo mismo. A saber, lo que hemos visto que los medievales intentaban clarificar con su duplo significatio-suppositio, que coincide con el de Frege, pero sin su ontología platónica, de los sentidos y algunas referencias como entidades subsistentes, sino con una ontología aristotélica, en la que los sentidos son conceptos y los referentes son objetos físicos. Sin lugar a dudas el aporte de Frege a la discusión semántica pasa por la distinción entre sentido y referencia, o connotación y denotación.

Este concepto de referente analógico ha sido esbozado ya por María Antonia González Valerio, con ocasión del discurso de ficción y del discurso histórico (313-332), que puede tener aplicaciones más amplias en el terreno de la semántica y la pragmática, sabiendo que esta última (la pragmática) coincide en muchos puntos con la hermenéutica. Por ejemplo, no se queda en el significado como tal, sino que busca el significado del hablante. Esto concuerda con la idea de Wittgenstein en su época pragmática, a saber, no preguntar qué significa una palabra, sino cómo se usa. Para Wittgenstein el significado de un nombre, de una palabra, de una proposición, de una oración, depende de su uso en cierto universo lingüístico, no de su referente (Wittgenstein I §11 27).

El concepto de referente analógico podrá ser usado precisamente para disipar los equívocos de la referencia a los que alude Putnam, y que permitirían una teoría del significado que conceda tener conceptos (los "significados en la cabeza", a los que tanto teme ese autor), ya que cuando se den esos problemas de equívoco, los cuales le hicieron rechazar los significados como conceptos, se podrá decir que hay una referencia analógica y que con ello se disipa la equivocación. Se trataba de una expresión equívoca, que generaba un doble concepto en los hablantes, y que, si se pone como algo analógico, se puede resolver.

Hermenéutica analógica y la búsqueda de significado

La analogía es un modo de significar intermedio entre la univocidad y la equivocidad (Cárdenas 23). El significado unívoco es completamente idéntico para las cosas a las que el signo se refiere, como "hombre", "mortal", etc. El significado equívoco es completamente diferente para las cosas a las que se refiere, como "gato" significa al animal, a la herramienta, al juego y a una persona servil. El significado analógico es de suyo diferente pero según algo es igual, como "ente" se aplica a la substancia y a los accidentes, "sano" se aplica al organismo, al alimento, al medicamento y a la orina, pero según distintas razones.

Al utilizar estos conceptos, la hermenéutica analógica intenta hacer un aporte a la misma teoría de la significación y de la interpretación (Beuchot 37). Igualmente podría aplicarse a la pragmática. En cuanto hermenéutica, pretende ser un instrumento conceptual que nos ayude a interpretar y comprender textos. Es una actividad que hacemos en las Humanidades, como se ve en nuestras tesis, que son interpretaciones de algún autor, como Platón, Hegel, Nietzsche o Heidegger. Los cuales estudiamos en sus textos, ya sea alguno en especial o algún problema que ha tratado un autor en varias de sus obras. Tal es el trabajo interpretativo de la hermenéutica.

Pero en la actualidad, la hermenéutica está distendida dolorosamente entre dos tendencias extremas, a las que llamo la hermenéutica unívoca y la hermenéutica equívoca. De la hermenéutica unívoca el mejor ejemplo es la actitud de los positivismos, en el antiguo sobresale John Stuart Mill, quien deseaba una exactitud tan grande que es inalcanzable. En esta postura sólo se admite una única interpretación de un texto y todas las demás tienen que ser falsas. Ahora lo vemos en algunos defensores del sentido literal en contra del sentido alegórico, por ejemplo en algunos filósofos analíticos muy adversos a la posmodernidad.

En cambio la hermenéutica equívoca admite que prácticamente todas las interpretaciones son válidas, alegando que no hay criterios firmes para la verdad textual. El ejemplo de eso es la hermenéutica romántica, como la de Schleiermacher, quien acabó en un relativismo muy grande. En la actualidad adoptan esta actitud algunos filósofos continentales como Gianni Vattimo o el mismo ex analítico Richard Rorty.

A diferencia de ellas, una hermenéutica analógica trata de evitar el exceso de que sólo una interpretación puede ser válida, sobre todo en humanidades, y también prescindir que todas lo sean, ya que eso mata a la hermenéutica misma. Se trata de aceptar más de una como válida, a saber, un conjunto de interpretaciones válidas, pero a la vez limitadas e incluso con una jerarquía según la cual se vea qué interpretaciones son mejores y más adecuadas de un texto, para identificar cuáles se hunden en la falsedad o inadecuación.

Éste es el propósito principal de una hermenéutica analógica, a saber, acabar con el relativismo tan grande que hay en la actualidad, a causa de las malas lecturas que se ha hecho de la filosofía posmoderna, pues los grandes posmodernos, esto es, autores como Foucault, Deleuze y Derrida dieron marcha atrás y acabaron defendiendo un cierto realismo. El propio Vattimo no acaba con toda pretensión de verdad en la interpretación, sino que desea debilitarla, a saber, que no tenga las pretensiones de la hermenéutica unívoca.

Para finalizar, podemos decir que desde que Frege hizo canónica la distinción de dos aspectos en la significación, a saber, el sentido y la referencia, esta última noción se ha vuelto indispensable. A pesar de las dificultades que pone, por los que algunos la han rechazado o prescindido de ella, otros grandes teóricos la han defendido, como Quine, el cual fue consciente de la opacidad que a veces tiene. Lo mismo han hecho otros. Inclusive en la hermenéutica, un exponente de la misma tan connotado como Paul Ricoeur, ha defendido ese binomio en el signo. Precisamente por las dificultades que implica la noción de referencia tanto en la filosofía del lenguaje como en la hermenéutica, es que ha resultado tan conveniente aplicarle el concepto de analogía, en forma de referencia analógica. Ya que los problemas provienen de pretender una referencia unívoca, y eso resulta imposible por la equivocidad que se presenta en ocasiones, se tratará de lograr al menos una mediación en la línea de la analogía. Eso nos hace pensar en la pertinencia que tendría incluso para la semiótica, concretamente para una pragmática analógica.


Pie de página

1 La traducción de estos términos no es tarea fácil. Nos decantamos por una traducción estándar tanto de Bedeutung como de Sinn, esto es, "referencia" y "sentido" respectivamente. Ahora bien sabemos que esta traducción no es del todo precisa, estos dos términos alemanes, como advierte Stroll, se han traducido de maneras muy diversas, por ejemplo: "Sinn" como "sentido", "significado", "concepto", "intensión", "connotación" y "designación". "Bedeutung", por su parte, como "significado", "referente", "nominatum", "objeto", "extensión", y "denotación". (Stroll 32)
2 Esta discusión se puede ver con detalle en Santamaría, Freddy. "Russell y el problema de la referencia". Escritos 16. 37 (2008): 390-417.


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