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Escritos

Print version ISSN 0120-1263

Escritos - Fac. Filos. Let. Univ. Pontif. Bolivar. vol.23 no.51 Bogotá July/Dec. 2015

 

CONCULCACIÓN DE 1789 REVISTA DE LA UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL PERÚ (1932-1944)

INFRINGEMENT OF 1789. REVISTA DE LA UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL PERÚ (1932-1944)

CONCULCAÇÃO DE 1789. REVISTA DA UNIVERSIDADE CATÓLICA DO PERU (1932-1944)

Víctor Samuel Rivera*

* Doctor en Filosofía y Magíster en Historia de la Filosofía por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Miembro de la Sociedad Peruana de Filosofía desde 1992. Profesor de Filosofía y de Historia de las Ideas en el Perú en la Escuela Profesional de Filosofía de la Universidad Nacional Federico Villarreal (Lima). orcid.org/0000-0002-63883096#sthash.8GC3YNgH.dpuf. Dirección electrónica: victorsamrivera@gmail.com.

Artículo recibido el 13 de mayo de 2015 y aprobado para su publicación el 30 de noviembre de 2015.


RESUMEN

La presente contribución es un estudio del pensamiento político en general, y del nacionalismo religioso en particular del Perú en el periodo de entreguerras. Para el efecto se ha investigado los textos políticos de la Revista de la Universidad Católica del Perú entre 1932, año en que esta publicación salió a la luz, y 1944, año de la muerte del benefactor de la Universidad Católica del Perú, el historiador y pensador político católico José de la Riva-Agüero. Un elogio y presentación de fascismo impreso en esta revista en 1937 sirve de hilo conductor para mostrar una línea editorial oculta que compromete a los intelectuales católicos peruanos del periodo con la agenda del nacionalismo europeo y la recusación de la modernidad política.

PALABRAS CLAVE: Revista de la Universidad Católica del Perú, antiliberalismo, nacionalismo, Rubén Vargas Ugarte, José de la Riva-Agüero.


ABSTRACT

The paper focuses on religious nationalism, particularly on the one developed in Peru during the Interwar period. Thus, it presents the results of a research on the political writings published in the Revista de la Universidad Católica del Perú [Journal of the Catholic University of Peru] in a period of time that goes from 1932, year in which the publication was founded, to 1944, year in which the main sponsor of the Universidad Católica del Perú -the historian and catholic political thinker José de la Riva Agüero- died. A praise and a presentation of fascism published in 1937 reveals a thread that leads to a concealed editorial line. Such a line makes possible to connect the catholic Peruvian intellectuals with the agenda of European nationalism.

KEYWORDS: Revista de la Universidad Católica del Perú, Anti-liberalism, Nationalism, Rubén Vargas Ugarte, José de la Riva-Agüero.


RESUMO

A presente contribuição é um estudo do pensamento político, em geral, e do nacionalismo religioso, em particular, do Peru no período de entreguerras. Para este efeito foram pesquisados os textos políticos da Revista da Universidade Católica do Peru entre 1932, ano que esta publicação veio à luz, e 1944, ano da morte do benfeitor da Universidade Católica do Peru, o historiador e pensador político católico José de la Riva-Agüero. Um elogio e a apresentação do fascismo, impressos nesta revista em 1937, servem de fio condutor para mostrar a linha editorial oculta, que compromete os intelectuais peruanos do período com a agenda do nacionalismo europeu e a recusa da modernidade política.

PALAVRAS-CHAVE: Revista da Universidade Católica do Peru, Antiliberalismo, Nacionalismo, Rubén Vargas Ugarte, José de la Riva-Agüero.


Un libro para el Duce

El Marqués de Montealegre de Aulestia podía sentirse satisfecho. Había terminado de redactar ese día el más elogioso y fino resumen del proceso histórico del fascismo italiano que jamás escribiría una pluma del Perú; resumen de la trayectoria y homenaje a las líneas matrices del pensamiento político de su conductor, el Duce. Ese día, el 22 de enero de 1937, había terminado un prólogo en treinta páginas para el libro de uno de los cercanos más polémicos que tenía: Carlos Miró Quesada Laos. Miró Quesada, bastante más joven que el marqués, era uno de esos escasos publicistas de Lima que seguían con entusiasmo la revolución de la Alemania de Hitler. Era, además, como el mismo Hitler, un gran admirador de la personalidad, la obra y el pensamiento de Benito Mussolini, el caudillo gobernante de la Italia fascista. Hasta ese año la obra de Miró Quesada se había limitado a escribir columnas en El Comercio, un diario de Lima que pertenecía a su familia. El marqués, que como intelectual era más conocido por su nombre civil, José de la Riva-Agüero y Osma, había terminado el prólogo de un folleto de apenas unas 80 páginas que iba a imprimir en Milán la Editorial Fratelli Treves, Intorno agli Scritti e Discorsi di Mussolini. En 1936 Miró Quesada, que alguna vez sería un intelectual respetable, autor de varias obras de consideración, en ese momento no era nadie. El lector entre líneas sospecha algo en esta novedad editorial. ¿Cómo había hecho un periodista peruano desconocido para imprimir un libro en el lejano reino de Italia?

La clave del misterio de la impresión de la obra de Carlos Miró Quesada es este marqués peruano, que ya era el más entusiasta apologeta del fascismo italiano que hubiera en el mundo intelectual de Lima. José de la Riva-Agüero para 1937, era presa de un gran entusiasmo con lo que él consideraba la contrarrevolución universal, proceso que acompañaba de cerca, fuera en la publicación de folletos y libros, fuera por el activismo con sus contactos reaccionarios en España, Francia e Italia. En las antípodas de Miró Quesada, Riva-Agüero era considerado en la Europa de 1937 uno de los intelectuales peruanos vivos más famosos del mundo. Riva-Agüero venía de haber vivido en Roma durante casi una década, desde 1921 hasta 1930, donde era favorito de los círculos de nobles emigrados que rodeaban, pedigüeños, a la Reina; en Europa había escrito en diarios y revistas con su título de nobleza y era más conocido allí por sus ideas políticas, cercanas al pensamiento reaccionario y al fascismo, que por su obra académica, largamente ignorada en ese medio de obispos, príncipes y marquesas. Era amigo del Príncipe Chighi, ministro del Duce, y de la célebre pretendiente al trono vacante de Polonia, la princesa Raziwill. Recientemente condecorado entonces tanto por el Papa como por Hitler, el lector imagina quién fue el contacto de Miró Quesada con la Editorial Fratelli Treves.

No resulta extraño para nada que Fratelli Treves aceptara el texto de un periodista peruano desconocido si el volumen estaba recomendado y prologado por el famoso marqués reaccionario peruano que tantos años había estado cerca de la Corte de Italia. Un poco de malicia nos hace suponer que Riva-Agüero ofreció a la Editorial, a cambio de la aceptación de lo que no era sino un compendio de artículos de periódico de un oscuro publicista, una obra entera de sí mismo, del famoso "docto hombre de letras y sabio hombre político", como anota la editorial (Miró Quesada Laos 8). Hay que saber que Montealegre era célebre porque se negaba a concertar la venta de sus libros con editoriales, pues, como noble que era, sólo los imprimía a su costa, a condición siempre de regalarlos y, si algo codiciaba de él una editorial de prestigio a nivel mundial, desde Madrid hasta Buenos Aires, era la cesión de los derechos de alguna de estas obras regaladas que nadie podía leer. "Nuestra casa editorial publicará en estos días un brillante estudio biográfico y crítico sobre Lope de Vega", agrega Fratelli Treves en su nota introductoria al extraño volumen de Miró Quesada (Miró Quesada Laos 8). Y, en efecto, apareció un poco después, bajo Fratelli Treves, ese mismo año, Lope de Vega, escrita en italiano. Fratelli Treves había conseguido una clase de favor del marqués que nunca había ocurrido ni se repetiría jamás.

Pero si en el reino de Italia Riva-Agüero gozaba de fama e influencia, la ligereza y el dominio con la lengua italiana escrita era un tesoro nunca adquirido plenamente y, en todo caso, para 1937, definitivamente perdido. Para publicar su prólogo debe haber contratado, entre la colonia italiana en Lima, con la que, a raíz de Mussolini, tenía en mucha estima, un traductor. Lo que firmó el 22 de enero estaba, con toda certeza, escrito en lengua española. Tenía a la mano, pues, un texto sobresaliente sobre la Italia de Mussolini sin publicar. Para ese año, uno de los más fructíferos en la producción editorial de Riva-Agüero, el marqués, con el prólogo al libro de Miró Quesada en la mano, planeó dedicar un volumen a la Italia fascista, que saldría pocos meses después con el inocente título de Dos estudios sobre Italia contemporánea; el texto fue acompañado de un prólogo del sabio Alejandro Deustua, a quien hizo firmar sin hacerle saber nada sobre las páginas en favor de Mussolini incluidas en el volumen. Deustua, el filósofo más notable del Perú de entonces y gran conocedor de Italia, era liberal convencido y detestaba el fenómeno autoritario de la Europa de ese tiempo. Como sea, escribir en favor de Mussolini en Lima no era tarea fácil. Y publicar, menos. El 22 de enero había terminado un documento extenso, erudito y bellamente escrito sobre Mussolini. ¿Qué haría con él?

El texto de Riva-Agüero no era publicable. No sólo era favorable a Mussolini; era una pieza de pensamiento reaccionario, escrita de tal modo que imprimirla implicaba un compromiso que era a la vez contra el liberalismo político y la modernidad histórica, con unos entonces tan sorprendentes como ahora ecos favorables al Antiguo Régimen. No sólo había redactado una historia de la Italia fascista y de su caudillo, más un elogio algo exagerado de los piezas de periódico de Miró Quesada; había compuesto un auténtico manifiesto político reaccionario en el que se pretendía el alcance universal del nacionalismo y el fascismo. El partido fascista local, del que Miró Quesada era admirador, se llamaba Unión Revolucionaria; no gozaba del aprecio de la élite económica ni de la aristocracia. La gente de los entornos elevados de Lima desconfiaba de los movimientos nacionalistas de la Europa de ese momento pues, en honor de la memoria histórica, hay que recordar que se trataba de fenómenos populares, de movimientos de masas, que no son fiables. En suma, una cosa era imprimir un alegato a favor del fascismo en Italia, para lectura de aristócratas y excéntricos reaccionarios europeos y muy otra imprimirlo en Lima. ¿Dónde podría colocar su artículo en español? El tema era urgente, pues Riva-Agüero, además, tenía planeado publicar Dos ensayos sobre la Italia contemporánea ese mismo año, y sólo soltaba artículos en un libro luego de haberlos impreso en una revista o como folleto y, en este caso, tenía que aprovechar el ingenuo prólogo que le había robado a Deustua.

Un panfleto fascista en una revista católica

En efecto, José de la Riva-Agüero era, para 1937, una figura decisiva en la Universidad Católica del Perú, hasta ese momento una institución precaria y sin mayor significación en el mundo social. Riva-Agüero le legaría su inmensa fortuna por disposición testamentaria y, desde ese mismo año de 1937, era además profesor del claustro, aunque casi nadie oyera sus clases y buena parte de sus alumnos fueran amigas mayores que cabían todas en su auto. El hecho es que el gran personaje peruano de fama internacional se había incorporado a esta universidad pequeña y modesta, que no estaba entonces en condiciones de negarle nada. Debe haber pensado en publicar su texto en el órgano oficial de la universidad, la Revista de la Universidad Católica del Perú, cuyo primer tomo había salido en 1932. Nadie más en Lima querría imprimir su texto en favor de Mussolini. Pero, como se verá, la Revista lo haría gustosa.

La Revista de la Universidad Católica del Perú pasaba por ser un órgano universitario y académico, la contrapartida de la Revista Universitaria que, durante décadas, había dado lustre a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Montealegre colaboraría con el órgano de la universidad desde su fundación, en 1932, invistiendo a la Revista del prestigio internacional que acompañaba a su persona. Ya para su tercer número de 1932 mandó imprimir el tímido artículo "San Alberto Magno", un opúsculo breve y superficial. Pero, para quien tiene a la mano los ejemplares de la Revista durante el periodo que va desde su creación hasta el fallecimiento de Riva-Agüero, en septiembre de 1944, es manifiesto que la humildad constituía un rasgo esencial de la Revista; no se trataba en lo más mínimo de una publicación académica rigurosa, como lo había sido por años la de San Marcos y, artículos como los que Riva-Agüero aportaba, fuera por su excelencia académica, fuera por la fama de su autor, eran la excepción. Colaboraban en ella algunos profesores, muy pocos de los cuales pasarían con mérito a la posteridad. El carácter religioso de la publicación permitía que se insertara con regularidad directivas eclesiásticas, documentos de la Iglesia y reseñas de las actividades o informes de la entonces poderosa Acción Católica. Pero si algo sorprende a quien observa la Revista es que los colaboradores, no muy infrecuentemente, eran apenas meros estudiantes de diversas facultades, la calidad de cuyos aportes puede juzgar mejor la inteligencia de los lectores. No es que hubiera mucho qué publicar, precisamente. En este contexto, los aportes de Riva-Agüero no fueron escasos y sin duda eran más que bienvenidos.

Es difícil reconstruir la atmósfera en la que Riva-Agüero apareció un día de 1937 con el prólogo que había redactado para Carlos Miró Quesada ante la Universidad Católica y que deseaba insertar en un libro propio. Le dio al prólogo para Miro Quesada un título rimbombante: Origen, influencia y desarrollo del Fascismo. Saldría en el número del mes de abril. Es necesario apuntar que la inclusión de este trabajo aparece en primera instancia en la Revista de la Universidad Católica del Perú como una singularidad. No se escribía allí sobre el Fascismo, ni a favor ni en contra. De modo más que prudente, la Revista había soslayado en el silencio, desde su fundación, el tema del nacionalismo italiano y, más aún, el tema del nacionalismo en general. Una excepción notable es el nacionalismo alemán, del que nos ocuparemos al final. Mientras entre ese mismo año de 1937 y el año siguiente Riva-Agüero iba a imprimir una compilación en dos volúmenes cuyas tapas exhiben un símbolo del gobierno de la España Nacional, que se titula Por la Verdad, la Tradición y la Patria, la Revista no consigna mayor relevancia al fenómeno de la Guerra Civil Española, sobre la que no se encuentra sino escasas notas. Riva-Agüero, sin embargo, estaba firmemente involucrado con ella y proveyó al bando nacional de apoyo en todos los sentidos, incluyendo el aporte financiero y la compra de armas. El lector legítimamente podría inferir que el artículo de 1937, en el número de abril de la Revista, debía resultarle más que indigesto a los editores, que se habrían visto forzados a publicar la obra de su multimillonario y poderoso benefactor como una excepción excusable ante el público. Pero, curiosamente, ése no es el caso. La Revista estaba mucho más que encantada, como antes la editorial fascista Fratelli Treves, de imprimir lo que en Lima casi nadie quería ni ver.

Sea como fuere, Origen, desarrollo e influencia del Fascismo no podía aparecer en la Revista de la Universidad Católica sin que mediara algún tipo de presentación. Es claro que rompía con la línea editorial explícita de la publicación, que consistía en guardar silencio sobre temas relativos al nacionalismo europeo. Nada sobre la España de Franco ni de Mussolini, ni de los movimientos o pensadores políticos de esa orientación. Riva-Agüero, en cambio, incluyó en su extenso artículo de 20 páginas en formato de la Revista el entero espectro ideológico y conceptual del fascismo y, de pasada, del pensamiento político del nacionalismo europeo. Los lazos eran académicamente impecables, la argumentación convincente, la erudición innegable. Realizó esta operación, sin embargo, en los términos más estentóreos que quepa imaginarse. Pero eso, siendo ya terrible, no era lo más grave. El texto de Riva-Agüero asoció de manera explícita este pensamiento con el catolicismo, cuya militancia comprometía con la interpretación social del fascismo y el nacionalismo. Ser un católico consecuente en 1937 implicaba, de acuerdo con el autor de la obra, incorporarse a la contrarrevolución universal.

Riva-Agüero comprometió catolicismo y nacionalismo como socios en un mismo movimiento histórico. Un movimiento contrarrevolucionario, antiliberal y reaccionario. Sin ambages, Riva-Agüero describió a este proceso histórico social como "la resurrección adecuada del Antiguo Régimen", "la triunfante conculcación de 1789" (Riva-Agüero, "Origen e influencia" 18) y también "una revolución que es precisamente la contra-revolución anhelada" (Riva-Agüero, "Origen e influencia" 2). Dado el tenor tibio y aparentemente apolítico de la Revista, que era, por cierto, una publicación militantemente católica, debía esperarse del lector una reinterpretación del contenido ideológico del órgano oficial de la universidad en función de la clave contrarrevolucionaria y, habría que decir mejor, reaccionaria, que el autor del artículo le había impreso. Su publicación comprometía claramente la línea de pensamiento político de la universidad con los nacionalismos europeos. Para sorpresa del lector, los editores de la Revista avalaron esta interpretación del catolicismo en la Universidad Católica. Lo hicieron con un texto subrayado en letras negritas que debía servir de preámbulo a la lectura. Es indispensable copiar íntegramente la nota editorial de la Revista para que lo increíble aparezca, como es, real:

"La Revista de la Universidad Católica se enorgullece en reproducir este artículo de José de la Riva-Agüero sobre "El origen, desarrollo e importancia del Fascismo". Reconocido y elogiado es por todos el talento, la vastísima cultura, fuerte poder de síntesis, riqueza de expresión y estilo personal y vigoroso de Riva-Agüero, a la que se le unen su valentía y enérgica claridad para expresar sus ideas y simpatías. En el presente artículo se señalan rumbo y derrotero, a través de un maestro tan autorizado, a una juventud deseosa de conocer el mérito efectivo de los acontecimientos políticos y sociales contemporáneos. Y en la Historia de las Ideas Políticas del Perú este estudio puede tener influencia semejante al discurso de Bartolomé Herrera en las exequias del General Gamarra en el año 1842". (Riva-Agüero, "Origen e influencia" 1)

Fratelli Treves había anotado sobre Riva-Agüero en su introducción al volumen de Carlos Miró Quesada: "Es difícil encontrar en un texto extranjero tanto conocimiento y al mismo tiempo tanta inteligencia de nuestros problemas como el que se halla en las páginas del prólogo" del "sabio político José de la Riva-Agüero" (Miró Quesada Laos 8). La Revista había terminado acotando lo mismo, sólo que con mucho más entusiasmo.

El tiempo histórico de la modernidad satánica

Para el lector distraído de la nota editorial que antecede a Origen, desarrollo e influencia del fascismo, la Revista parece en un principio distanciarse del autor; lo haría con la frase "expresar sus ideas y simpatías", lo que puede leerse como una alternativa frente al ideario de la Revista misma; algo así como el marqués tiene "sus" ideas y nosotros las "nuestras". Pero resulta innegable que el resto del editorial realiza una operación doble que hace inviable la interpretación anterior: en primer lugar, el texto es una recomendación a la juventud, "a la juventud deseosa de conocer el mérito efectivo de los acontecimientos políticos y sociales contemporáneos"; la Revista asocia un discurso enfático sobre la contrarrevolución y el Antiguo Régimen en calidad de interpretación social apropiada de los acontecimientos políticos de Europa. Esto es especialmente relevante para una revista cuyos colaboradores y lectores eran en gran proporción estudiantes del claustro, algunos de los cuales serían además luego sus profesores. En segundo lugar, la Revista hace un paralelismo histórico. Interpreta por analogía las ideas expuestas por Montealegre y las consecuencias históricas de un discurso de Bartolomé Herrera de 1842 (Herrera, "Oración"), que tuvo un significado social imponderable en el siglo XIX. Se trata de un sermón en ocasión de la muerte en batalla del caudillo Agustín Gamarra, que marca un giro en el pensamiento de su autor, desde una especie de regalismo racionalista a posiciones que, en religión, favorecieron el ultramontanismo y, en política, una suerte de autoritarismo reaccionario, al que moderó o simuló con elementos heteróclitos (Rivera, "Tras el incienso" 194 y ss.).

Herrera era nada menos que el "mentor" de la Revista y la Universidad, por lo que habremos de detenernos un instante en este personaje (Valdez G. 11). Herrera, como referente en el pensamiento político, es de lo más interesante. Fue lector aplicado de los teólogos políticos contrarrevolucionarios de fines del siglo XVIII e inicios del XIX, con seguridad del Conde Joseph de Maistre y, muy posiblemente, también del Vizconde Louis de Bonald y el abate Agustin Barruel. En esto, Herrera continuaba una línea ultramontana y antiilustrada que procedía en realidad de la recepción de la Revolución Francesa en el Perú durante la monarquía y que, ya en la república, había expuesto sin ambages el cura guayaquileño José Ignacio Moreno, monárquico consumado y usuario notorio de la obra del Conde de Maistre. De Maistre, a la vez la figura más siniestra y más extraordinaria de la reacción religiosa francesa (cf. Boncompain y Vermale), es el pensador político laico a quien se debe la interpretación de la Revolución Francesa como una obra de Satanás en la Tierra (de Maistre 77 y ss.). Hacia 1840, a través de sermones, la labor docente y un franco activismo político a favor de todos los proyectos autoritarios a su paso, Herrera dio vigencia social a la concepción filosófica reaccionaria en la elaboración del pensamiento social de la República Peruana de su tiempo (cf. Rivera, "Tras el incienso" 194 y ss.). A la Revista su "mentor" Herrera no le era para nada extraño. De hecho le dedica durante el periodo que es aquí el caso, a través de artículos firmados por Julio Valdez G., grandes colaboraciones en torno de su pensamiento político. Era manifiesto a los historiadores peruanos de aquél tiempo el carácter reaccionario de Herrera, al que Valdez intenta disimular vanamente (Valdez G. 11).

En cualquier caso, la Revista hizo explícitamente del Riva-Agüero fascista el Bartolomé Herrera, sino ya el Conde Joseph de Maistre peruano del siglo XX. No es el punto aquí entrar en más detalles. Lo que importa más bien es preguntarse por qué la tímida y silenciosa línea editorial política de la Revista adoptó de pronto el discurso político de su enfático benefactor.

Las contundentes expresiones "conculcación de 1789" y "contrarrevolución anhelada" sirven de guía para comprender mejor el tema de fondo, que es el pensamiento político de laRevista. ¿Se trataba de expresiones idiosincráticas de un pensador desubicado? El examen de las diversas colaboraciones con contenido político de la Revista desde 1932 hasta 1944 sugiere un claro espectro ideológico que iba en una línea análoga al del pensamiento de Riva-Agüero. Aunque silenciosa ante el fascismo, una lectura transversal de la Revista permite establecer que ésta, tanto como su maestro, eran hostiles a la Revolución Francesa y sus principios, los principios liberales. Desde el punto de vista de la temporalidad histórica, situaban los tiempos presentes como una experiencia de crisis cuyo "evento fundante", si se permite la expresión filosófica, estaba en 1789 o, tal vez mejor, en 1793, el año del regicidio y el terror revolucionario. En esto, está presente lo que se podría considerar como la línea editorial oculta de la Revista. La timorata publicación oficial de una institución católica era, aunque no de manera explícita, el baluarte de un pensamiento político fundamentalmente hostil con la modernidad política y los principios de la Revolución, como sucede también en Bartolomé Herrera, que calificó a este episodio de la "Bestia del Apocalipsis" que -citando a la Biblia- "se desató en blasfemias contra Dios y tuvo poder sobre toda tribu, pueblo y lengua" (Herrera, "Sermón" 79). No hay exageración en afirmar que los redactores de la Revista en temas con contenido político, fueran profesores o estudiantes, sólo mencionaban a la Revolución Francesa como una fuente sangrienta de males históricos y principios políticos satánicos.

La crítica a la Revolución Francesa como evento fundante del tiempo histórico presente, un tiempo de crisis, es un tópico recurrente cuyo origen en la Revista debe asociarse con el pensamiento político impartido por la Universidad Católica. Es demasiada casualidad que no se halle una sola referencia, no digamos elogiosa, sino siquiera positiva, ya sea a la Revolución, ya a los principios políticos del liberalismo, en ningún artículo o nota del periodo de intervención en ella de Riva-Agüero. Esto revela que la catolicidad de la línea editorial explícita se traslapaba con el pensamiento reaccionario, con el que mantenía vínculo a través de la experiencia de la temporalidad histórica, interpretada como un periodo de crisis cuyo origen es el carácter satánico de la Revolución, "en esta época que por muchos caracteres puede llamarse apocalíptica", como se lee en una nota editorial de mayo de 1939 (Anónimo "Editorial" 101). Esa interpretación era parte de la expresión social del pensamiento de la reacción religiosa en el mundo político y no era infrecuente en la Europa donde el Marqués de Montealegre había vivido largos años antes. Llama la atención del lector que no haya nunca referencias alentadoras a la democracia, los principios liberales o sus instituciones. El editorial de 1939 que hemos citado, por ejemplo, refiere que "en esta época apocalíptica" es preciso "el triunfo del Imperio de Cristo", algo que discretamente permite disociar a la Universidad de cualquier bando en caso de conflicto, pero que expresa claramente la idea de una experiencia de temporalidad política que, siendo extraña al pensamiento liberal, acerca el discurso político al bando de los que creen ver la presencia de Satanás en el mundo moderno (Anónimo, "Editorial" 103).

Se hace necesario dar algunos ejemplos de cómo se trataba la Revolución Francesa y el tiempo histórico fundado por ésta en la Revista, para que de ello resultara acogedora la idea de publicar, como orientación de la juventud en los acontecimientos del mundo, una "conculcación de 1789" escrita con erudición y arte por un personaje que había sido condecorado por el Papa, pero también por la Alemania de Hitler.

Una línea editorial oculta

En adelante, vamos a enfocarnos en algunos ejemplos del pensamiento político que era admitido e incluso premiado en la Revista y, por ende, en la Universidad. Una reseña de tipo comentario de un libro francés, una secuencia de artículos sobre el divorcio y una extensa contribución sobre el derecho al sufragio universal. Veremos allí una línea editorial oculta de pensamiento político que atraviesa trasversalmente la Revista y que explica bastante bien la acogedora bienvenida que precede al texto de Riva-Agüero impreso en abril de 1937.

Se lee en una nota sin firmar de junio de 1934 lo siguiente: "J. Gausseron ha publicado en la Revue des questions historiques (junio, 1933) una nota sobre la restauración de la historia de la Revolución Francesa llevada a cabo por Agustin Cochin, que juzgamos digna de ser conocida". El propósito del comentario a Gausseron es dar "traslado de ella a los partidarios, entre nosotros, de un indigenismo trasnochado y anacrónico". Es un problema de instauración del horizonte de la temporalidad política. En Francia había que hacerlo recuperando el pasado monárquico en la comprensión de la nacionalidad y la historia francesas. En el Perú se trataba del mismo programa. Y dado que la nota está sin firmar, es evidente que se trata de una consideración editorial "entre nosotros" tanto de la Revista como de la Universidad.

La nota de junio de 1934 es, pues, un texto de posicionamiento político. En un paralelismo entre Francia y el Perú, se trata de colocar el inicio de la historia del Perú como nación, no en la Independencia del Perú o la proclamación de la República, sino en la monarquía, es decir, en el Antiguo Régimen. Era lo opuesto a lo que en ese tiempo hacían historiadores liberales como Jorge Basadre, por señalar el caso más notable, que pasa a ser aquí por ello como un "indigenista trasnochado y anacrónico" (Anónimo, "Rectificaciones" 118). Detrás subyace una polémica sobre la concepción de la temporalidad histórica entre Basadre y Riva-Agüero, que es central para comprender la línea editorial oculta que es aquí objeto de discusión, y que sin duda merece un estudio aparte. Basadre, como es propio de la concepción liberal de la historia, pensaba el tiempo histórico político como una secuencia unilineal de progreso. Riva-Agüero, en cambio, creía que el tiempo histórico debía ser pensado de otra manera. Siguiendo a Gianbattista Vico, concebía el tiempo social como una sucesión de corsi e ricorsi, esto es, como momentos de avance y regreso, acción y reacción. Pensar en términos de "reacción" no significaba sólo una posición política o una ideología: era también un concepto que se usaba para la interpretación del tiempo social y sus acontecimientos. Esto está presupuesto en la cita editorial de su texto Origen e influencia del fascismo. De la concepción del tiempo social en Riva-Agüero queda muestra, por cierto, en la Revista misma, como una reflexión de pasada en la impresión de sus clases de historia peruana prehispánica en los claustros de la Universidad (Riva-Agüero, "Civilización" 423).

Es necesario subrayar además que una tesis central del pensamiento político de Riva-Agüero fue dar inicio a la nacionalidad peruana en la monarquía, de la cual el Perú republicano sería una continuidad. Ésta era una posición que había defendido de manera ardorosa desde 1905, en su entonces famosa tesis Carácter de la literatura del Perú independiente; la posición se había consagrado luego en su libro más conocido y divulgado, La Historia en el Perú (1910), que es el referente de los textos de Basadre desde inicios de la década de 1920. Pero, ¿cuál era el tema en citar a Gausseron?

El autor anónimo de la nota sobre Gausseron le atribuye a la Revolución Francesa la responsabilidad de hacer pensar en la historia como una ruptura con la tradición y el pasado, que resulta en un tema político e ideológico relativo:

a los que, abominando del pasado, tienen la vista en el porvenir, prometiéndose de su esfuerzo una jamás soñada reforma de la nacionalidad. Sistema cómodo para los que, incapaces de mejorar lo presente, se ilusionan formando planes para el futuro. (Anónimo, "Rectificaciones" 118)

"Es por esto", agrega el anónimo, que en realidad es la Revista y, por lo mismo, la Universidad, la que piensa "que esa brutal ruptura con el pasado -que se llamó la Revolución Francesa- ha sido una catástrofe para Francia, quiéraselo o no" (anónimo, "Rectificaciones"118). Por un paralelismo evidente, dirigido a los "indigenistas anárquicos", se condena a quienes operan la misma ruptura con el pasado en la historia del Perú, cuyo inicio dan en la República, es decir, en la revolución. Se permita una cita algo extensa:

Nunca demostraremos bastante reconocimiento hacia aquellos que han tenido el raro coraje de romper con el dogma revolucionario y de someter su inteligencia a los resultados de los hechos... Agustin Cochin es uno de ellos. Su gran mérito habrá sido habernos mostrado el carácter artificial, arbitrario de esta escisión entre la antigua Francia y los tiempos modernos, llamada 89... es la Revolución la que ha impuesto al pueblo el odio hacia el pasado. Denunciar tal empresa, es permitirnos no desesperar de este país. (Anónimo, "Rectificaciones" 119)

Como es evidente, el texto sobre Gausseron está destinado a "los partidarios, entre nosotros" de una concepción de la historia y el pensamiento políticos basada en la ruptura con el pasado que la Revolución Francesa y "el dogma revolucionario" han establecido. También la idea liberal de la Historia como un desarrollo lineal de progreso que renuncia al pasado para orientarla al futuro.

Un mes antes de la nota anónima sobre Gausseron el Padre Rubén Vargas Ugarte había iniciado una secuela polémica en torno del divorcio. Vargas Ugarte, a diferencia del autor anterior, no era un oscuro anónimo, tal vez un estudiante o un profesor de la línea editorial oculta de la Revista; este sacerdote jesuita era ya para 1937 considerado un historiador productivo y erudito, y en vida sería una de las mentes más lucidas y productivas para su materia en el siglo XX peruano. Vargas Ugarte, en el número de abril del mismo año de 1934, enfila también él sus baterías contra la Revolución. Allí denuncia la Ley sobre el matrimonio civil y el divorcio, recientemente votada entonces por la Poder Legislativo y que ocasionó la renuncia a su cargo de Riva-Agüero, entonces primer ministro. Como el tema del divorcio no resulta de interés para esta reflexión, baste con que se intentaba probar, con todos los medios disponibles, que se trataba de enfrentar "un cáncer social". Una de las aristas de la a veces enjundiosa argumentación del Padre Vargas Ugarte era -por segunda vez- un argumento de diagnóstico del problema a través de un paralelismo histórico. Otra vez una comparación entre la historia del Perú y la de Francia. Lo que había hecho antes un anónimo oculto lo hacía esta vez un sabio profesor.

Una parte considerable del artículo del Padre Vargas Ugarte de abril de 1934 contra el divorcio la constituye su comparación con una medida análoga tomada en 1884 en Francia. En una observación de pasada agrega el antecedente francés de la ley de divorcio de 1884, aprobada durante la Revolución. Esta mente lúcida del Perú, comparable en su tiempo a Jorge Basadre y Riva-Agüero en el estudio de la historia, comenta lo siguiente: "Sabido es que en Francia y a raíz de la Revolución una ley autorizó el divorcio. En un desbordamiento tal de pasiones no era posible pedir clarividencia y sentido social a los legisladores. La reacción, sin embargo, sobrevino, y más pronto de lo que se hubiera imaginado" (Vargas ugarte, "Un retroceso" 29). Es notorio que nos hallamos ante un paralelismo histórico entre la Francia revolucionaria y el Perú de 1933 en que "un desbordamiento de las pasiones" provoca un "cáncer social"; de este paralelismo surge el pronóstico de una "reacción". Esto para el caso francés significó, como tenía muy en cuenta el lector, la restauración en el trono de los Borbones, que abolieron esa ley de divorcio en 1816. Contra "el cáncer social" que afecta a los legisladores peruanos se requiere del pensamiento de la "reacción", que dé "clarividencia y sentido social a los legisladores" (Vargas Ugarte, "Un retroceso" 29, subrayado nuestro). En junio de 1934 el Padre Vargas Ugarte arremete otra vez y afirma que en "1884" los franceses:

creían ser sólida la tesis del romanticismo jurídico. Hoy resultaría anacrónico y vetusto -agrega- resucitar los principios de aquella época de exaltación del individualismo y de los derechos del hombre, explicables en la mente de un jacobino o de los nietos de la Revolución del 93, pero totalmente en desuso en nuestros días. (Vargas Ugarte, "Las leyes" 100).

Una pregunta retórica es aquí inevitable. ¿Está este lenguaje claramente antiliberal, que surge de la pluma de un incontestable y serio académico muy lejos de la "conculcación de 1789" y la "contra-revolución anhelada" de Riva-Agüero? ¿No es obviamente el mismo lenguaje? Es preciso contestar a la pregunta de manera afirmativa. El lenguaje político del Padre Vargas Ugarte no está en lo más mínimo alejado de la "conculcación de 1789" de Riva-Agüero. No sólo por sus alcances políticos y conceptuales de su crítica a la Revolución Francesa, sino además en otro punto fundamental: en esta idea -que fuera de contexto puede resultar algo extraña- de que "en nuestros días" "los derechos del hombre" son algo "anacrónico y vetusto". Junto a Basadre y la concepción liberal de la historia, se acusa ahora a la doctrina de los Derechos del Hombre de ser algo de otra época, de la época de la Revolución. La experiencia del tiempo político que está presupuesto en el lenguaje del Padre Vargas Ugarte implica el carácter inviable y absurdo de las pretensiones liberales, cuya experiencia de la temporalidad y -más aún- su representación en pensadores como Basadre o los legisladores peruanos de 1933 aparece como un verdadero "cáncer social". ¿Quién pensaba así en 1934? ¿Sólo Mussolini y Riva-Agüero? Una oscura nota de junio de 1936, de apenas dos páginas, aclara que se vive en una experiencia histórica de "reacción"; M.A. García Calderón escribe que "en la juventud que es toda inquietud y acción, se nota el despertar de un nuevo y vigoroso fervor espiritualista"; agrega luego: "Nótase esta reacción, tanto en el campo moral y religioso, como en el intelectual y social" (García Calderón K., "Resurgimiento católico" 214). Es una nota curiosa. Se halla en la línea de una temporalidad política cuyo horizonte es la "conculcación de 1789". Una línea editorial oculta, claramente reaccionaria y antiliberal, y que aflora de cuando en cuando, atraviesa la Revista.

El lenguaje conceptual del Padre Vargas Ugarte, proponiéndoselo o no, está haciendo referencia manifiesta a un movimiento histórico presente de recusación de los principios del "dogma revolucionario", es decir, el pensamiento político de los nacionalismos europeos, que comparte. En ese pensamiento no cabe lugar para los derechos del hombre ni el individualismo liberal ni, por supuesto, para el divorcio. Como un dato curioso, ésa fue también la tónica explícita de un discurso de Riva-Agüero en el Centro de la Juventud Católica el mismo año de 1934, en el mismo mes de junio en que salía de la imprenta el artículo del sacerdote jesuita. Declara allí el benefactor de la Universidad y, por lo tanto, también de la Revista, luego de exaltar en dos páginas la figura de Bartolomé Herrera para el siglo XIX, que en "la historia contemporánea" hay en marcha "un movimiento restaurador, netamente reaccionario, y harto más poderoso que el de la primera mitad del siglo XIX" (Riva-Agüero, Por la verdad II 126). "En política y economía" -agrega más adelante- "el individualismo liberal yace desecho y putrefacto". "La aurora nace de nuestro lado", concluye ese mismo año Montealegre; "el viento de lo porvenir hinche nuestras velas" (Riva-Agüero, Por la verdad II 127). El Padre Vargas Ugarte, como es evidente, estaba de acuerdo. También, según la nota de junio de 1936, la "juventud que es toda inquietud y acción". Es un hecho manifiesto para el lector que cuando José de la Riva-Agüero terminó en 1937 la versión en español del Prólogo al libro sobre Mussolini de Carlos Miró Quesada estaba alentando una forma de pensamiento que no era para nada extraña en la Revista de la Universidad Católica; al contrario, era, en términos de pensamiento político, la práctica misma de esta revista.

Un lector suspicaz podría considerar que los textos anotados aquí eran meros episodios aislados de repudio a la Revolución Francesa y las ideas liberales por parte de una minoría excepcional de la Revista y la Universidad. Que la experiencia del tiempo histórico como una "aurora que nace de nuestro lado", en lugar de nacer del lado de la Revolución, podía ser cosa de Vargas Ugarte, que era historiador y estaba al tanto, si cabe, de los delirios histórico-políticos del benefactor de la Universidad. Pero para inferir eso hay que pasar por alto el editorial que antecede a Origen, desarrollo e influencia del Fascismo y que expresa, a no dudarlo, lo que los editores de la Revista y por tanto, la Universidad misma, pensaban al respecto. Pero en lugar de apelar a ese texto, que se explica solo, el lector va a observar ahora una de las escasas piezas publicadas de pensamiento político explícito al que el número de octubre de 1937 cedió nada menos que 34 páginas.

El texto de octubre de 1937 aparece firmado por Jerónimo Alvarado Sánchez, y ostenta el inocente título de Reflexiones sobre soberanía popular, régimen representativo y sufragio. La Revista en esta ocasión hace la sensata advertencia de que se trata de un "tema preparado en el curso de Derecho Constitucional General y Comparado" y que Alvarado, evidentemente un alumno, está matriculado en el "2° año de la Facultad de Derecho". Como no puede ser en vano que se haya seleccionado una tarea de clase como representativa de los estudios que impartía la Universidad en materia de Derecho Constitucional, se puede hacer una idea más clara, no de las ideas de un profesor, sino de las ideas políticas que circulaban y eran aceptadas e incluso además premiadas en el claustro. Estas ideas, que constituían lo que se ha denominado aquí la línea editorial oculta de la Revista, pocas veces aparece tan descaradamente, lo que en parte se explica por el origen estudiantil de su autor. Ahora el artículo carece del aval de una inmensa fortuna, una fama internacional, una profunda influencia intelectual, moral o social y, mucho menos, del afecto de la realeza o el Papa. La Revista se ofrece gustosa a conceder 34 páginas a la reproducción de las ideas políticas de un alumno de Derecho a la mitad de su carrera.

El tema explícito del artículo del alumno Alvarado es "el sufragio universal". El lector podría imaginarse que se va a encontrar con una descripción académica del desarrollo de un concepto político que, sea como fuere, es indispensable en un Estado como el peruano, que, para bien o para mal, era una república basada en el sistema representativo. Pero el autor, con un fraseo ideológico virulento sigue, en su inmadurez estudiantil, la línea editorial oculta de la Revista, y la hace más que manifiesta. El texto de Alvarado, más que una explicación del "sufragio universal" y, por ende, de la democracia representativa, resulta ser a todas luces una apología del monarquismo. Si se sitúa el texto de Alvarado en su contexto, rápidamente se reconoce el nacionalismo europeo en su versión francesa, con la mención incluida de ciertos tópicos que eran medulares en esa clase de pensamiento y que contribuyeron no poco al movimiento de restauración monárquica que tuvo lugar en el periodo de entreguerras, exitoso en particular en Europa central y oriental. Esas ideas no eran muy favorables que digamos al sufragio universal y parecían más bien su refutación: Alvarado había presentado a la Revista, literalmente, un trabajo de "conculcación" estudiantil de 1789. Pero, antes de llegar a ellas, que casualmente se parecen a las que propone Riva-Agüero en Origen, desarrollo e influencia del Fascismo, hay que echar una mirada al lenguaje con el que se enfoca el problema, que es histórico, y tiene su evento fundante en la Revolución Francesa. El lector de la Revista encuentra, otra vez, las mismas ideas contrarrevolucionarias que antes se ha registrado con la reseña anónima para Gausseron y los textos del Padre Vargas Ugarte sobre el divorcio.

Alvarado inicia su texto con una serie de preguntas relativas al concepto y origen del sufragio universal que vincula, acertadamente, con el tema conceptualmente anterior de la soberanía popular. Aclara Alvarado acto seguido que "El desenvolvimiento del pensamiento y del régimen en Francia, puede darnos, tal vez, un itinerario acertado en esta búsqueda de Derecho Político. En Francia encontró su realización, embrionaria y sangrienta, el régimen aportado por la Revolución" (Alvarado, "Reflexiones" 672). Remite esta idea, como antes hiciera de manera notoria Bartolomé Herrera en el siglo XIX, a la crítica de la soberanía popular, cuya fuente es el pensamiento político de Jean Jacques Rousseau. Alvarado califica al de Ginebra entonces como "teórico de la Revolución demo-liberal", lo cual resulta, más que una precisión descriptiva, una denuncia (Alvarado, "Reflexiones" 672). Se trata -es conveniente señalarlo aquí- de la crítica, en la misma fraseología peyorativa que emplean los textos fascistas del libro de Miró Quesada que Riva-Agüero había prologado contra el sistema político "demo-liberal". La fraseología peyorativa y acusatoria relaciona el pensamiento democrático con la experiencia traumática del terror en la Revolución Francesa. Casi con inocencia declara Alvarado que "Se aproximaba el tiempo del análisis precursor de la Revolución"; en ese contexto "la idea de la soberanía popular -vago sentimiento- iba a ser precisada por el agitado, y a veces profundo, talento de Rousseau" (Alvarado, "Reflexiones" 670); la obra más característica de Rousseau, El Contrato social, es calificada como "la concreta invitación a la Revolución", esto es, su causa (Alvarado, Reflexiones" 671).

Se permita citar con más detalle el texto del estudiante Alvarado, que cursaba el segundo año de Derecho: "Juan Jacobo es, pues, el teórico de la Revolución. Su pensamiento, radicalmente individualista, individualista en su raíz y en sus catastróficas conclusiones, creó el dogma demoliberal, convertido muy pronto en el gran mito que deslumbró a sus contemporáneos" (Alvarado, "Reflexiones" 671). Un lector suspicaz podría imaginar que se está sobreinterpretando el material juvenil de un redactor impaciente y tal vez descuidado. Pero los siguientes fragmentos no dejan lugar a dudas. "Cuando pasó el terrible alud de discursos y de sangre que fue la Revolución, quedó afirmada la verdad de la intervención ciudadana en el gobierno de la Nación" -escribe Alvarado en lo que parece, más que la descripción de la historia de las instituciones de la República Peruana, bien un chiste, bien una ironía- (Alvarado, "Reflexiones" 673); esta verdad "quedó afirmada" -dice- entre "los protagonistas de la gran tragedia 1789-1799" (Alvarado, "Reflexiones" 672). El lector se halla delante de un movimiento de regicidas y asesinos como la fuente de "la verdad de la intervención ciudadana en el gobierno". Se trata de un tópico deslegitimador del sistema representativo y la democracia que era frecuente en el pensamiento contrarrevolucionario del siglo XIX y que en el Perú había esgrimido de la misma manera Bartolomé Herrera, el "mentor" de la Universidad. Nada se puede comentar a eso que pudiera ser más claro. Pero esta colaboración de Alvarado, cuyo sentimiento por la modernidad política y sus consecuencias no podría ser más hostil, va a conducir al lector a una de las fuentes más interesantes de la línea editorial oculta de la Revista de la Universidad Católica del Perú.

En efecto, conforme el lector se aproxima a las últimas páginas del extenso documento de Alvarado no se sorprende de la cita de las fuentes. Una es Jaime Balmes; la otra, Charles Maurras. El primero es uno de los autores más relevantes en la reacción religiosa española del siglo XIX contra la modernidad política y el liberalismo, un autor "católico" en el sentido político de ese concepto, que es el mismo que emplea Riva-Agüero en su Origen, desarrollo e influencia del Fascismo para asociar el catolicismo con la revolución fascista. No debería sorprender al interés la mención expresa del segundo, un autor francés vivo que era lugar común favorito de Riva-Agüero; debe anotarse que Maurras era el intelectual contrarrevolucionario más eficaz en la interpretación social del pensamiento reaccionario, figura entonces del monarquismo en la Europa nacionalista (cf. Giocanti, Charles Maurras). Maurras había restaurado y vuelto vigentes a los teólogos políticos franceses que recusaron la Revolución como un evento inspirado por Satanás: se trata del Conde Joseph de Maistre y su amigo y contemporáneo, el Vizconde Louis de Bonald, ambos enemigos acérrimos de la soberanía popular y las propuestas de Rousseau (cf. Chignola, "I controrivoluzionari"). No es nada gratuita esta referencia inevitable a los teólogos políticos franceses, que termina asociando de manera indiscernible nacionalismo y catolicismo, dándole una pátina religiosa a la interpretación del movimiento histórico; esta operación, llevada a cabo en una universidad religiosa, significaba más que una mera asociación de ideas (cf. Zaganiaris).

Riva-Agüero, de manera explícita, remite con Maurras a los nombres de los teólogos políticos contrarrevolucionarios franceses, "los profetas de la reacción, los videntes del siglo pasado" (Riva-Agüero, "Origen e influencia" 10). ¿Y a tono de qué es citado Maurras por Alvarado en esta atmósfera satánica y cuajada de incienso? Nada menos que para argumentar contra el régimen representativo y el sufragio universal, núcleo del sistema político "demo-liberal" al que el estudiante quiere, como es manifiesto, no tanto explicar como refutar. Uno podría preguntarse aquí cuál es el alcance y la presencia del pensamiento político de Charles Maurras dentro de la línea editorial oculta de la Revista de la Universidad Católica del Perú. En Origen, desarrollo e influencia del Fascismo Riva-Agüero, sea esto cierto o falso, coloca a este autor como inspirador eminente del movimiento fascista. El pensamiento de Mussolini, escribió Riva-Agüero, "procedía de Sismondi y de Blanqui, de Sorel... " y de "de Maistre y Maurras" (Riva-Agüero, "Origen e influencia" 3). Y esto se debe a razones de tipo conceptual, que es sensato esclarecer ahora.

Como ocurre con Maurras, a partir de la obra del Conde Joseph de Maistre, se establece un claro horizonte de temporalidad que sitúa las reflexiones políticas de la Revista siempre tras el evento fundante de 1789, cuyos principios, que son los del liberalismo, terminan siendo, para escribir como el Padre Vargas Ugarte, un "cáncer social" y cuyos pilares son "el individualismo" y los "derechos del hombre". Estos principios "demo-liberales" establecen y fundan un tiempo de crisis que, de alguna manera, va siendo superado por el pensamiento y la práctica de la contrarrevolución que, como ya se ha anotado, se entiende como un tiempo histórico y social, y no sólo ni principalmente como una doctrina o una ideología. Como se ha observado ya en el caso de la reseña anónima sobre J. Gausseron de 1934, frente a la experiencia histórica, los principios "demo-liberales" son denunciados como una ruptura con el pasado anterior a la Revolución, cuya memoria aparece como constitutiva de todo pensamiento político saludable. Estamos ante el punto nodal de las ideas de Charles Maurras y sus seguidores nacionalistas en la Europa del periodo temprano de publicación de la Revista de la Universidad Católica. "No se escandalizarán de lo que digo, los que conozcan el fondo de los autores que menciono", acota Riva-Agüero (Riva-Agüero, "Origen e influencia" 3). No hay que sorprenderse de nada; eran las ideas de la época, de la era del nacionalismo.

Charles Maurras influyó al menos en el estudiante Alvarado a través de un artículo expresamente citado del periódico l'Action Française. Se trata del órgano publicitario del movimiento político francés del mismo nombre cuyo líder era Maurras y que tenía, hay que anotarlo, sucursales o análogos en otros países. Por cierto, Riva-Agüero no sólo había leído a Maurras, sino que ambos no eran extraños personalmente el uno al otro; hay prueba documental de que Maurras conocía las obras del marqués peruano, y es más que probable que hubieran tenido un contacto personal en París poco antes de la Primera Guerra Mundial (cf. Rivera, "Traspiés"). Pero al margen de estos detalles, no debe caber duda al lector del vínculo de Riva-Agüero por el pensamiento de Maurras, al que honró en privado tanto como en público. En relación a la línea editorial oculta de la Revista, resulta interesante subrayar una nota del claustro de 1933. En ella el pensamiento de Maurras es citado como aliado del catolicismo. ¿El autor del texto de la nota? Nada menos que el propio Riva-Agüero. Ese año Riva-Agüero se desempeñaba como Ministro de Instrucción y Culto, y fue a visitar la Universidad Católica en calidad de tal. Riva-Agüero cita entonces a Maurras en la misma línea de Origen, desarrollo e influencia del Fascismo. Luego de una ardorosa y enfática defensa del concepto católico de la libertad, y en clara oposición al liberalismo, Riva-Agüero exalta a "los librepensadores como Augusto Comte... y Maurras, para no citar sino a los grandes maestros franceses del siglo XIX y del presente" pues éstos "han proclamado la excelsitud benéfica del catolicismo en la sociedad" (Riva-Agüero, "Discurso" 668). El Ministro de Instrucción recomienda a la juventud católica la obra de Maurras. No debe sorprender que los alumnos como Alvarado la hubieran leído.

El caudillo de Alemania

Hay un tema muy significativo que marca una severa divergencia entre las "ideas" y las "simpatías" de Riva-Agüero, y también de Miró Quesada Laos, respecto de la Revista. Se trata del juicio histórico sobre el ideario nacional-socialista de la Alemania cuyo régimen se iniciara en 1933, el III Reich de Adolf Hitler. Es importante subrayar que Origen, desarrollo e influencia del Fascismo es, como el libro al que originalmente sirvió de prólogo, una especie de introducción al pensamiento político del nacionalismo europeo y mundial, bajo el pretexto de su interpretación italiana. Se trata de una exposición narrativa centrada en una experiencia de la temporalidad política cuyo núcleo es la "conculcación de 1789", esto es, del acontecimiento histórico y de los principios de la Revolución Francesa. Como el propio Riva-Agüero reconoce, la perspectiva general de lo expuesto en su colaboración incluye una visión positiva del nacional-socialismo alemán.

En los propios términos de Riva-Agüero, en la sección dedicada a analizar la "influencia" del fascismo: "El éxito esplendoroso del Fascismo italiano, y su correspondencia con urgentes aspiraciones espirituales y materiales de la época en todo el mundo, han suscitado varias imitaciones importantes y felices"; entonces el autor cita "la regenerada Alemania de Hitler, la Austria corporativa, el Portugal de Oliveira Salazar, y hasta la Hungría de Horthy y la Polonia de Pisudski" (Riva-Agüero, "Origen e influencia" 18). Pero "la regenerada Alemania de Hitler", con toda seguridad, no era una consecuencia deseada por la Revista ni, por consiguiente, por la Universidad. De manera expresa y reiterada, la Revista toma distancia una y otra vez a lo largo del periodo de su publicación que antecede a la Segunda Guerra Mundial, tanto de Hitler como de su pensamiento y las prácticas de la versión alemana del nacionalismo. La explicación sencilla de esto es que parte del aparato ideológico y de propaganda del nazismo eran hostiles al cristianismo en general y al catolicismo en particular. El Papa Pío XI había intentado una política de no intervención en los fenómenos de Alemania y había negociado en 1933 un Concordato con el régimen, pero pronto la práctica del nacional-socialismo iba a demostrar que esta política de neutralidad estaba condenada al fracaso. En 1935 aparece una nota editorial de la Revista que lo expone así de manera incontestable y decisiva: "Cuando la Santa Sede y Hitler firmaron el Concordato, causa de tanto regocijo, muy lejos estaban de pensar los católicos que iba a ser tan luego por el gobierno Nazi y que los mismos católicos que habían cooperado en el triunfo del caudillo iban a ser tratados como capitales enemigos de Alemania" (Anónimo, "Crónica" 502). Hay una enorme documentación en la Revista que ratifica esta postura, y no es necesario insistir ni detallar nada en ella. Aparte de la tirantez del régimen germano contra la Iglesia, había temas que hacían inviable, no sólo una línea explícita a favor del nacional-socialismo, sino ni siquiera alguna línea editorial oculta.

En efecto, el nacional-socialismo había sido condenado por la Iglesia por su pensamiento, que colocó al libro del filósofo oficial del régimen, Alfred Rosemberg, El mito del siglo XX, en el Índice de las obras prohibidas; el nacional-socialismo inspiraba una religión nacional y naturalista basada en conceptos raciales que era inaceptable para el catolicismo, incluso para ese catolicismo político de Herrera, Maurras y de Maistre que la Revista acogía y premiaba gustosa, como en la impresión del artículo de Alvarado. Nada, pues, del entusiasmo de Riva-Agüero por Hitler. La "regenerada Alemania de Hitler" no tenía lugar en la Revista y, aparte de una línea simpática en Origen, desarrollo e influencia del Fascismo, no hay una sola palabra más en todos los años que van desde la fundación de la Revista y la ascensión al poder de Hitler hasta la muerte de Riva-Agüero, en 1944, que pueda interpretarse favorablemente para los sucesos de esa época en Alemania, como sí los hubo para el régimen del General Francisco Franco en la España Nacional, por ejemplo. El mismo Alvarado que habrá de recordarse por refutar el sufragio universal y la soberanía popular dedicaría una nota más que laudatoria a la España de Franco (Alvarado, "Eugenio Montes" 114-116). Pero la línea editorial oculta tenía un límite. Ese límite, justamente ese límite, permite explicar por qué, en la nota editorial que acompaña a Origen, desarrollo e influencia del Fascismo, haya una aclaración sobre las "ideas" y "simpatías" del ilustre benefactor de la Universidad. Cualquier frase sobre Hitler, aunque fuera una sola y única, no era de su responsabilidad.

Los anacrónicos Derechos del Hombre

"El Estado Fascista es ético, católico, totalitario e imperial. Es la resurrección adecuada del Antiguo Régimen, la triunfante conculcación de 1789", revisa el 22 de enero de 1937 el Marqués de Montealegre de Aulestia en el artículo que, con no poca dificultad, desea atreverse a publicar en Lima. En la primera página se lee:

Mi amigo Carlos Miro Quesada, con los presentes y tan beneméritos ensayos de propaganda sobre los Escritos y Discursos de Mussolini, hace un gran servicio de saneamiento en la opinión y la conciencia política del Perú. Inculca lo que para todos debe enseñar y significar el glorioso ejemplo de la Italia contemporánea, y el de su genial creador, padre del Fascismo. No hay en la actualidad espectáculo más importante y provechoso que el nacimiento y la consolidación de las doctrinas de la Nueva Derecha, cuya influencia se extiende ya a casi todos los países del mundo. (Riva-Agüero, "Origen e influencia" 1)

Un universo conceptual y un horizonte de temporalidad política en el que se halla este universo inserto no se encuentran solitarios en la mente de un estrambótico marqués reaccionario. La "nueva derecha" es el nombre de ese universo, oculto bajo la prudencia sensata de quienes creían que había algo satánico en la Revolución Francesa. Junto a este universo, una línea editorial oculta podía sentirse identificada en la Revista de la Universidad Católica del Perú de que "Por fin, la reacción ha triunfado en todas las líneas; y ha producido sus naturales, desinfectantes y salubérrimos efectos". Es posible que varios de los estudiantes y profesores que colaboraban en la Revista no estuvieran de acuerdo en que con ello la reacción "Ha triunfado en Italia definitivamente, contra los tibios centristas perplejos y los frenéticos demagogos subversivos" (Riva-Agüero, "Origen e influencia" 2).

No hay ninguna prueba de que hubiera una identificación manifiesta entre los eventos de la Italia fascista y el pensamiento político de la Universidad. Pero, con toda certeza, puede declararse sin tapujos que la Revista como tal veía con una sonrisa inevitable esa visión apocalíptica y satánica de la Revolución Francesa expuesta por el benefactor, cuyo tiempo, como Riva-Agüero, veía agotarse "por fin" en los acontecimientos políticos y sociales de la Europa nacionalista. En 1937 parecía tan lejos Europa ya del "dogma revolucionario", del "individualismo liberal" y de los "vetustos" y "anacrónicos" "derechos del hombre", que era inevitable sonreír por la audacia de Riva-Agüero en declararlo por escrito en un país marcado por todo eso que en Europa aparecía "putrefacto". Un prudente silencio ocultó más palabras, sin embargo, durante los años del Apocalipsis que se vino luego encima.


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