SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.23 issue51EVIL AS A PSYCHAGOGIC PRINCIPLE WITHIN TRAGEDYARNO MÜNSTER, ESPÉRANCE, RÊVE, UTOPIE DANS LA PENSÉE D'ERNST BLOCH, PARÍS, L'HARMATTAN, 2015, 193P author indexsubject indexarticles search
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

Related links

  • On index processCited by Google
  • Have no similar articlesSimilars in SciELO
  • On index processSimilars in Google

Share


Escritos

Print version ISSN 0120-1263

Escritos - Fac. Filos. Let. Univ. Pontif. Bolivar. vol.23 no.51 Bogotá July/Dec. 2015

 

LA SOCIEDAD DE CONSUMO EN LA CAVERNA DE JOSÉ SARAMAGO: LA APLICACIÓN DE LA FUNCIÓN PURGATIVA DE LA OBRA LITERARIA

THE CONSUMER SOCIETY IN JOSÉ SARAMAGO'S THE CAVE: THE APPLICATION OF THE CATHARTIC FUNCTION OF THE LITERARY WORK

PA SOCIEDADE DE CONSUMO EM A CAVERNA, DE JOSÉ SARAMAGO: A APLICAÇÃO DA FUNÇÃO PURGATIVA DA OBRA LITERÁRIA

Edgar Enrique Velásquez Camelo, sdb*

* Licenciado en Filosofía y Letras (2014), Universidad Pontificia Bolivariana (Medellín, Colombia). Este artículo es producto de los cursos Géneros Literarios y Literatura contemporánea, dirigidos por los profesores Cristian Suarez y Juan Fernando García Castro, respectivamente. Correo electrónico: evelasquez@sdbcob.org

Artículo recibido el 1 de marzo de 2015 y aprobado para su publicación el 30 de noviembre de 2015.


RESUMEN

El objetivo de este artículo es reflexionar acerca de la función purgativa de la obra literaria como un elemento de capital importancia en el proceso hermenéutico que comprende la existencia del intérprete. Para tal suerte, contamos con los aportes de Gadamer y de Paul Ricoeur respecto a la literatura en la constitución de un mundo del texto en relación con el mundo del lector. La tesis que defendemos en este escrito es que cuando uno comprende una obra de arte se comprende cada vez más a sí mismo, y se establecen diversos horizontes de comprensión dados por la aplicabilidad del objeto literario. En efecto, el proceso interpretativo de la obra literaria se da en la medida que es posible comprender el mundo del texto a partir del mundo del intérprete al establecer nexos de sentido entre las vivencias narradas en la obra literaria y las vivencias del lector subsumido en las características de la época contemporánea. De ahí la importancia de comprender al hombre en relación con su época para establecer procesos interpretativos que hagan posible la función purgativa de la obra a través de la capacidad de discernimiento toda vez que la obra misma me pide que cambie de vida.

PALABRAS CLAVE: Mundo del texto, Interpretación, Sociedad de consumo y aplicación, La Caverna.


ABSTRACT

The aim of the paper is to reflect on the cathartic function of literary works as a crucial element in the hermeneutic process. It is based on the contributions of Gadamer and Ricoeur concerning the setting up of the world of the text in relation to the world of the reader within the context of literature. The paper argues that when we understand a work of art, we understand ourselves in a better way and different horizons of understanding are established due to the applicability of the literary object. In fact, the interpretative process of a literary work occurs when an understanding of the world of the text is enabled by the world of the reader, that is, when the interpreter is able to establish a link between the experiences described in the literary work and her own experiences. That is precisely why it is so important to understand the human being in relation to its own time, because it makes possible to develop interpretative processes which enable the cathartic function of the literary work by means of the capacity of judgement of the interpreter.

KEYWORDS: World of the Text, Interpretation, Consumer Society, The Cave [La Caverna].


RESUMO

O objetivo deste artigo é refletir sobre a função purgativa da obra literária como um elemento de capital importância em um processo hermenêutico que compreende a existência do intérprete. Para tal sorte, contamos com os aportes de Gadamer e de Paul Ricoeur a respeito da literatura, na constituição de um mundo do texto em relação com o mundo do leitor. A tese que defendemos neste escrito é que quando alguém compreende uma obra de arte, compreende cada vez mais a si mesmo, e se estabelecem diversos horizontes de compreensão, dados pela aplicabilidade do objeto literário. Com efeito, o processo interpretativo da obra literária se dá na medida em que é possível compreender o mundo do texto a partir do mundo do intérprete, ao estabelecer nexos de sentido entre as vivências narradas na obra literária e as vivências do leitor subsumido nas características da época contemporânea. Daí a importância de compreender o homem em relação com sua época, para estabelecer processos interpretativos que tornem possível a função purgativa da obra através da capacidade de discernimento, toda vez que a própria obra me pede que mude de vida.

PALAVRAS-CHAVE: Mundo do texto, Interpretação, Sociedade de consumo e aplicação, A Caverna.


Introducción

Dentro de las categorías contemporáneas que permiten comprender al hombre en relación con el mundo como un entramado de relaciones (Cf. Heidegger), una situación que sale a mi encuentro como objeto técnico u objeto contemplativo es el consumo. El consumismo está en la base del capitalismo como un motor que impulsa la incansable dinámica oferta-demanda (Cf. Bauman); el consumo se caracteriza por el goce pasajero del objeto útil u objeto contemplativo y su conversión en algo desechable (Baudrillard). No se trata simplemente de consumir respondiendo a una necesidad específica, sino de gozar del consumo solamente por la desechabilidad del objeto.

Es desechable un objeto en tanto responde a las necesidades de la actual condición del capitalismo; hoy tengo un teléfono inteligente de última gama, mañana quiero reemplazarlo por otro que ha reemplazado al anterior. La superación no estriba en su esencia sino en la apariencia. El dispositivo digital parece ser mejorado para que se pueda aplicar otro software novedoso que optimice el consumo. Consumir no es sólo una necesidad fisiológica; hoy se consume constantemente y de manera diversa: información, comida, dispositivos, conocimiento, al otro, entre otros. Todo lo consumible se convierte en desechable (Lypovetsky 8).

Quizás una de las obras de la literatura contemporánea que refleja esta dinámica consumista es la novela de José Saramago La Caverna (2001). En ella se desarrolla de forma secuencial sucesos actanciales que unen todo el entramado literario dado por la ficción y la metamorfosis (Cf. García). Es ficción porque se instaura en la obra literaria el mundo del texto (Ricoeur, Del texto 105), el cual mantiene una estrecha relación con el mundo real del lector. El mundo del texto se caracteriza por la metamorfosis pues la obra está en constante movimiento y cada uno de los personajes mutan constantemente: el personaje del inicio de la obra parece, al final, otro distinto que de alguna manera se desarrolla durante la obra literaria.

El entorno sobresaliente donde se desarrolla la narración es el "Centro" Comercial. Éste se convierte en objeto de análisis para la literatura y para la filosofía. El Centro comercial es para Saramago la caverna actualizada de Platón porque en ella sólo se encuentra un mundo aparente dado por el consumo, la producción y la eficiencia. Tanto los personajes como el narrador y cada uno de los elementos que acaecen en la obra literaria hacen parte del discurso argumentativo literario descriptivo de la sociedad contemporánea. Puesto que en la literatura se instaura un mundo por medio del lenguaje, la novela de Saramago contempla un mundo que ya es y que está en posibilidad de ser literaturizado con la peripecia de la catarsis social cuya realización es posible gracias a la concientización del hecho social contemporáneo.

Este artículo no pretende describir en su totalidad las características de la sociedad de consumo. Su objetivo es señalar algunos de los elementos particulares de la sociedad de consumo que ofrece la novela La Caverna. Esto con el fin de develar la intención comunicativa del autor al describir la sociedad plasmándola en su obra en términos del consumo.

La literatura se comporta en primer lugar como una obra de arte. Siendo un objeto artístico su meta principal es ser un objeto contemplativo. La función purgativa de la obra literaria viene después, es decir, es una función secundaria. He ahí la importancia de reconocer las diferentes funciones de la obra literaria como un objeto contemplativo o a la vez como un objeto útil con fines educativos. Para Gadamer la obra adquiere un imperativo determinante cuando ésta me pide que cambie de vida (Cf. Gadamer, Estética 62). Cambiar de vida significa vincular la existencia con la hermenéutica, es decir, cuando una persona se acerca a la obra literaria no trata de comprender la obra en sí, sino que por medio de la obra se comprende cada vez más a sí mismo (Cf. Ricoeur, Conflicto; Gadamer, Verdad). La obra de arte, en este caso la literatura, permite este movimiento entre existencia hermenéutica; siendo la comprensión un modo existencial (Cf. Heidegger). Para tal fin, desarrollo el siguiente esquema argumentativo: I. La inmanencia del texto y su decodificación. II. La sociedad de consumo en Baudrillard. III. Características de la Sociedad de Consumo dadas en la novela La Caverna. IV. Conclusiones.

I

El objetivo del presente apartado es reflexionar acerca de la inmanencia del texto y su decodificación como una posibilidad de la función purgativa de la obra literaria. Esto con el fin de comprender cómo el lector establece con la obra literaria, como en una obra de arte, una conexión vital y referencial que puede ejercer una influencia en la comprensión de la vida.

La obra literaria se comporta como un objeto antropológico que permite establecer un nexo entre la experiencia humana y la experiencia que acontece en la literatura (Cf. García 18). En este sentido, la obra habla al mundo real por medio de la literatura estableciendo una relación entre el lector-intérprete y la obra-interpretada: "Todo lo que es literatura adquiere una simultaneidad propia con todo otro presente. Comprenderlo no quiere decir primeramente reconstruir una vida pasada, sino que significa participación actual en lo que se dice" (Gadamer, Verdad 470). En el momento mismo que el lector-interprete se encuentra con la obra literaria participa en su mundo y se inmiscuye dentro de su devenir literario. Se entiende por devenir literario el conjunto de sucesos que conforman el mundo posible y ficcional de la obra-interpretada. Se dice que la literatura se afianza como un objeto antropológico en la relación entre un lector-intérprete y la obra-interpretada porque en la base de todo proceso dialógico entre ambas instancias acaece la experiencia hermenéutica, cuyo eje es el lenguaje (Gadamer, Verdad ). "La función de la mayor parte de nuestra literatura parece ser la de destruir el mundo. Esto vale para la literatura de ficción [...], pero también para toda la literatura que se puede considerar poética, donde el lenguaje para ser glorificado por él mismo a expensas de la función referencial del discurso ordinario" (Ricoeur, Del texto 107).

El mundo del texto y el mundo real se encuentran y se anulan por el mundo construido en el lenguaje donde desaparece la realidad y se impone el concepto. Es el caso que expone Baudrillard en su texto ¿Por qué no todo ha desaparecido ya? (2009), donde afirma que, por el uso de la razón desde la modernidad, el hombre ha suplantado el mundo real por el mundo del concepto. En el caso del presente análisis, el texto se impone como un mundo donde es posible afectar la comprensión de la existencia. Se abole la realidad y se impone el texto presente en la obra de arte. La literatura se comporta como un mundo independiente cuyo nexo con el mundo real se funda en el lenguaje como horizonte, lo cual posibilita la comprensión de las dos partes. La compresión de la obra literaria se da por el grado de verosimilitud que establece el mundo del texto y el mundo del lector. Por tanto, la decodificación consiste en la actualización de la obra literaria en el mundo del lector.

En el caso del presente escrito, este proceso de decodificación como un proceso hermenéutico se da en la relación entre la obra de Saramago y la sociedad de consumo. Se establece aquí un proceso de interpretación donde el lector somete la obra literaria al juicio interdisciplinar de las diversas ciencias que nos permiten comprender la época contemporánea, diferenciada de otras épocas por múltiples características propias de la sociedad contemporánea donde todas las relaciones entre el hombre y las cosas que salen al encuentro como objetos útiles u objetos contemplativos confluyen a la dinámica de los intereses del capitalismo, la política y el desarrollo tecnológico.

Si toda hermenéutica tiene como objetivo la comprensión de sí por el desvío de la comprensión de lo otro (Cf. Ricoeur, Conflicto 21), entonces la literatura, como un objeto artístico, establece un vínculo con el lector-interprete en el que es posible comprenderse a sí mismo a la vez que comprende el mundo del texto de la obra literaria. De ahí la importancia de que la hermenéutica tenga como base la idea de que sólo sucede la interpretación allí donde es posible develar diversos sentidos (Cf. Ricoeur, Conflicto). Las múltiples interpretaciones hechas a la obra literaria de Saramago nos permiten acceder a la comprensión del mundo literario contemporáneo cuyas relaciones están fijadas por el lenguaje como condición sine qua non de la correcta interpretación del mundo fijado en la escritura. En estas condiciones, es posible establecer un paralelo entre la sociedad de consumo vigente en nuestra sociedad y el mundo del texto literario en la que las relaciones fijadas por el consumo se convierten en uno de los elementos determinantes para entender el discurrir argumentativo de la obra de Saramago. Siendo éste un punto de las múltiples formas de comprender este fenómeno, es viable la idea de dar cabida a que por medio de la decodificación, como un ejercicio interpretativo, se opere en el sujeto-lector-interprete la función purgativa de la obra.

Lo dado a interpretar a un texto es una proposición de mundo, de un mundo habitable para proyectar allí uno de mis posibles más propios. Es lo que llamo el mundo del texto, el mundo propio de este texto único [...], ficción y poesía se dirigen al ser, no ya en la modalidad del ser-dado, sino bajo la modalidad de poder-ser. (Ricoeur, Del texto107-108)

Para Ricoeur es posible que el mundo ficcionado deje de ser un mundo independiente del mundo real sino que se instaura la posibilidad de poder-ser de la obra literaria en contraste con el mundo real del lector. A nuestro modo de ver, esto permite que podamos comprender desde la obra de Saramago las estructuras de la sociedad de consumo y que podamos, a su vez, tomar conciencia sobre el problema contemporáneo de la relación entre el hombre y las cosas desde la perspectiva del consumo.

La conciencia sobre el tema del consumo no es simplemente cognitiva en tanto que se conoce las dinámicas contemporáneas de producción y consumo, sino que remite a la capacidad de decisión frente a la vida subsumida en el consumo. La conciencia frente al problema social del consumo es una tarea que puede ser llevada a cabo de forma loable por medio de la literatura pues los libros instauran un mundo en el que nos podemos ver reflejados.

En un sentido metafórico, La Caverna de Jose Saramago es la caverna contemporánea en la que todos estamos sumergidos de manera consciente

o inconsciente. El mundo ficcionado por Saramago corresponde a la situación contemporánea que impera en nuestra sociedad. Cada uno de los personajes con sus características, decisiones, personalidad, en cada uno de sus ambientes o espacios narrativos y los sucesos o hechos narrativos se presenta de forma artística la sociedad de consumo. Vivir en La Caverna de Saramago es subsumirse en las dinámicas de producción, la apariencia y la desnaturalización de la vida. Pero ¿qué hace posible que en la obra literaria podamos identificar estos elementos?, ¿el mundo de la obra literaria es independiente del mundo del autor y el lector?, ¿cuál es la característica de la obra literaria que hace posible que se establezca un nexo entre la experiencia de vida del lector y el mundo literario creado por la obra?, ¿puede de alguna manera una obra literaria educar en la toma de conciencia sobre las formas de dominación que dirigen la conciencia del hombre contemporáneo? Estas cuestiones están a la base en la relación entre mundo ficcionado, mundo posible y mundo real.

En primer lugar, se puede afirmar que el mundo ficcionado es el que acontece en la obra literaria (García 21). La obra de Saramago instaura un mundo ficcionado en tanto que es una obra literaria. El mundo de Saramago creado por la obra La Caverna sucede sólo en la obra como libro. Este se convierte en la mediación entre el mundo real del lector y el mundo ficcionado de la obra. En este sentido, la obra literaria no busca ser comprendida en el mundo real como posible sino como mera ficción creada por el artificio del lenguaje. Esta postura frente a lo literario está muy ligada a la escuela del Estructuralismo y del Formalismo ruso cuya atención se fija en la obra como objeto de la literaturidad. El objeto de estudio de lo literario es el mundo ficcionado, creado por la obra literaria: "Como se sabe, el Estructuralismo proviene de la aplicación de un modelo lingüístico a la antropología y a las ciencias humanas en general" (Ricoeur, Conflicto 34), en la que se defiende a toda costa la inmanencia del texto lejos de toda posibilidad hermenéutica dado que la obra en sí sólo puede ser analizada desde los elementos que ésta me permite extraer. El Estructuralismo lleva a cabo su objetivo en la medida que se entienda la obra literaria desde los elementos que ésta misma me permita comprender, de ahí la imposibilidad de establecer un nexo entre el mundo del texto y el mundo del lector. Por esto Ricoeur afirma que en la comprensión que hace el Estructuralismo de la obra literaria hay limitaciones pues no es posible establecer otros horizontes de comprensión y de diálogo toda vez que la obra está volcada sobre sí misma.

Desde este punto de vista, la obra no podría influir de manera significativa en el lector como receptor de la obra. Desde la estética de la recepción se da prioridad al lector cuya percepción puede afectar la comprensión del mundo real puesto que en el mundo ficcionado subyace una forma del mundo real que se constituye como un mundo del texto. En este sentido, el mundo ficcionado da lugar al mundo posible en el cual la literatura se comporta como un objeto antropológico (Cf. García 18), que trata sobre la experiencia del hombre en su relación con el mundo como un entramado de relaciones entre él y las cosas. La diferencia entre el mundo ficcionado y el mundo posible estriba en que en el mundo posible se puede establecer un nexo vital entre la experiencia literaria y la experiencia del hombre. La obra literaria trata sobre el hombre y sus diversas formas de comprender el mundo haciendo posible que lo real sea literaturizado en la obra. Con este moviemiento, el mundo real pasa a ser un mundo posible y se convierte en una forma de representar el mundo que acaece. El mundo real desaparece por la imposición del mundo fijado en la escritura. De ahí la posibilidad de hacer conciencia frente a los problemas que enfrenta el mundo literario y que son dados en el mundo real. La conexión vital entre estos dos mundos se da por la verosimilitud que hay entre lo que acontece en la obra y el mundo real (Cf. Aristóteles).

La verosimilitud que se establece entre el mundo posible de la obra literaria y el mundo real del lector se da en tanto que la obra-interpretada simula el mundo real, instaurando un mundo que puede afectar al hombre toda vez que se establece una conexión vital y referencial entre la experiencia del lector-intérprete y la experiencia humana que ha sido literaturizada en la obra.

Se entiende por conexión vital aquel vínculo que un lector establece entre la obra y su mundo de representación. La obra dice ';algo' al hombre en tanto que ese ';algo' es significativo. Y la conexión referencial se refiere a la ligazón entre el mundo de la obra literaria y su referente en el mundo real ya no necesariamente vinculado a la experiencia personal del lector. En estas dos condiciones de la obra literaria se puede comprender la afección que puede ejercer la obra literaria en la experiencia del hombre.

Si para el lector el mundo ficcionado pasa a ser un mundo posible gracias a la conexión con el mundo real que permite el horizonte de comprensión entre el vínculo referencial o vital, entonces la función purgativa de la obra supone estas condiciones. Aristóteles refiere la función purgativa de la obra literaria al hablar de la tragedia griega: "Es, pues, la tragedia imitación de una acción esforzada y completa, de cierta amplitud, en lenguaje sazonado, separada cada una de las especies [de aderezos] en las distintas partes, actuando los personajes y no mediante relato, y que mediante compasión y temor lleva a cabo la purgación de tales afecciones" (Poética 49b28).

El concepto purgativo está relacionado con la condición de la obra literaria como catarsis social. Lo purgativo está dado por la verosimilitud entre lo ofrecido en la obra y la realidad del lector y su mundo de representación. Partiendo de este postulado se puede afirmar que la obra de Saramago se convierte en un mundo posible que coadyuva a los lectores a hacer catarsis social porque dentro de su representación del mundo se logra establecer una conexión vital y referencial, en este caso, entre la contemporaneidad y la obra literaria. Afirma Deleuze que "la salud como literatura, como escritura, consiste en inventar un pueblo que falta [...] Objetivo último de la literatura: poner de manifiesto en el delirio esta creación de una salud, o esta invención de un pueblo, es decir una posibilidad de vida" (Deleuze 15-16). Para Deleuze, la literatura tiene que crear ese pueblo que no ha sido habitado y cuya posibilidad puede estar mediatizada por el lenguaje como una condición que hará factible la función purgativa de la obra. Crear un pueblo en pro de la salud significa literaturizar el mundo con el fin de hacer catarsis social colectiva para caer en la cuenta sobre los elementos que acaecen en el mundo real cuya interacción esta mediatizada por la comprensión del mundo del autor y la visión del mundo del lector interprete. El efecto curativo de la obra literaria está en estrecha relación con la función educativa como un horizonte que garantiza la traspasación del hecho literario a través de la historia. Entender la literatura desde su función educativa sólo es posible si aquello que es literaturizado dice algo sobre el mundo de los hombres. Interpretar la realidad en la medida que dice "algo de algo" (Ricoeur, Conflicto 10), sobre el mundo real en el mundo del texto.

En conclusión, una obra literaria puede afectar la concepción del mundo a partir de esta relación en la que se puede establecer un vínculo vital o referencial entre el mundo que acontece en la obra y lo que significa la obra para el lector. Ahora, desde un análisis hermenéutico y a partir del concepto de aplicación que ofrece Gadamer, podemos afirmar que toda obra literaria dice algo del mundo al mundo del lector (Gadamer, Verdad 378ss.).

Aplicar una obra literaria en relación con lo que dice acerca del mundo se convierte en proceso de actualización del mundo literario. "Comprender es siempre también aplicar" (Id. 380), en la medida que lo comprendido, en este caso el mundo del texto, pueda ser aplicado a las condiciones del mundo del interprete. Dado que el mundo del texto puede ser aplicado al mundo real por medio de la comprensión, entonces es posible aceptar la función curativa o purgativa de la obra literaria. "En toda lectura [en este caso la lectura literaria] tiene lugar una aplicación, y el que lee un texto se encuentra también él dentro del mismo conforme al sentido que percibe. Él mismo pertenece también al texto que entiende" (Id. 413-414). La aplicación no es independiente de las funciones ya nombradas de la literatura en el marco de lo curativo, purgativo y educativo. Aunque siendo la literatura una obra de arte en la que la función artística prima sobre las obras, no cabe duda de que por la aplicación de lo comprendido en la obra pueden efectuarse las funciones secundarias de la obra haciendo posible que el lector sea interpelado toda vez que la obra le pide, como afirma Gadamer, que cambie de vida.

En este caso, Saramago en La Caverna ha literaturizado el mundo real de la sociedad de consumo para que a partir de este proceso se haga conciencia de lo que acontece en el mundo real. No afirmamos que la intención comunicativa de Saramago sea afectar al lector para que sea conciente de la sociedad de consumo, sin embargo, se puede afirmar que haciendo conciencia del mundo real por la literatura podemos tomar postura frente a lo que acontece en la sociedad. "La literatura se define por la voluntad de transmisión [...], lo que se fija por escrito queda absuelto de la contingencia de su origen y de su autor, y libre positivamente para nuevas referencias" (Gadamer 475). En la literatura, el lector-intérprete puede establecer nuevos horizontes de comprensión que permiten a su vez comprender la misma existencia. Las nuevas referencias respecto de la obra literaria se dan en la medida que por la intertextualidad de la obra se pueden concretar diversas maneras de comprender la obra en el marco interpretativo. La obra dice más acerca del mundo e interpela la existencia en la que se pueden establecer procesos de identificación con el mundo de la obra literaria.

II

En el anterior apartado se explicó la relación entre el mundo ficcionado, mundo posible y mundo real con el fin de dilucidar que es posible, a partir de un vínculo ya sea vital o referencial, la función purgativa, curativa o educativa de la obra literaria; además aclaramos algunos de los problemas del mundo contemporáneo que se pueden rastrear en la obra La caverna (sociedad de consumo, desarrollo tecnológico y la producción en serie); en este trabajo nos centramos en la sociedad de consumo. Ahora, en el presente apartado, nos ocupamos de las características de la sociedad de consumo según Baudrillard para comprender la dinámica producción-consumo descrita en la obra literaria de Saramago en correlación con el mundo real.

El consumismo es una de las condiciones de la contemporaneidad que describe de manera explícita la forma como entablamos relación con las cosas que nos salen al encuentro como "objetos útiles" y "objetos contemplativos" (Heidegger). En los objetos útiles encontramos la técnica en general, es decir, lo que está a favor del hombre y de su existencia; en los objetos contemplativos encontramos aquellos que se prestan para el conocimiento tales como una obra de arte, un libro, un discurso. En estas dos formas se concibe las cosas que hay en el mundo según Heidegger. Sin embargo, el objeto, en sus dos condiciones, queda banalizado por el consumo y se convierte en desechable, dando lugar a los objetos desechables o artificiales (Cf. Schopenhauer 28). Entiéndase por desechable lo que tiene corta duración en relación con el goce fortuito que me produce la cosa en el momento de ser consumido. En este sentido, para Bauman, consumir es igual a gozar en la medida que el objeto es gozado como desechable y reemplazable. Ya no se trata solamente de necesidades fisiológicas sino que ahora se consume todo como objeto útil, contemplativo y artificial desechable.

Si en un tiempo la tarea del artesano consistía en que por medio de su técnica creaba cosas a favor del hombre y su subsistencia, ahora la tarea de éste ha quedado banalizada porque ahora ya no se produce cosas con un fin específico de larga duración, sino cosas desechables poco durables y de baja calidad: "Lo que quiere fabricar el artesano está enteramente determinado por el uso para el que se determina" (Gadamer, Verdad 389). El uso determina al objeto, sin embargo el uso cobra otras características debido a que por la trivialización del consumo el objeto pasa de ser útil a desechable. A la sociedad comercial no le interesa las cosas permanentes y de gran valor estético, como es el caso del trabajo de Cipriano en la obra La Caverna de Saramago, sino las cosas que desde el punto de vista de la moda y de la producción en términos del dinero, la facilidad y el consumo.

Baudrillard en su libro La sociedad de consumo: sus mitos y sus estructuras (2009) elabora una crítica sobre la actual condición de la sociedad contemporánea. Afirma que "el problema fundamental del capitalismo contemporáneo ya no es la contradicción entre «maximización de la ganancia» y «racionalización de la producción» (en el nivel del empresario), sino entre una productividad virtualmente ilimitada (en el nivel de la tecnoestructura) y la necesidad de dar salida a los productos" (Baudrillard 70). Para Baudrillard, el problema de la condición actual del capitalismo no estriba en la clásica relación entre oferta y demanda que controlaba el sistema económico, sino que ahora se trata de una clase de consumo dada por la fabricación enloquecida de cosas desechables que estimulan la relación producción-consumo.

Las cosas son producidas en relación con el consumo del público. El público consume la producción de cosas debido a la propaganda de los medios de comunicación que crean un «entorno simbólico» (Cf. Castells), la cual es capaz de generar necesidades ficticias frente al objeto propagandizado. Un objeto publicitado es objeto de consumo que cumple con unas condiciones necesarias para que se convierta de un objeto artificial a objeto necesario. Un objeto es necesario por los servicios que ofrece al consumidor; el beneficio consiste no sólo en el modo de deseo sino por el deseo de tener y consumir. Satisfacer el deseo insaciable del consumo es la tarea del capitalismo contemporáneo.

"De modo que la verdad es no que las necesidades sean fruto de la producción, sino que el sistema de necesidades es producto del sistema de producción" (Baudrillard 75). Se produce un objeto por la influencia de la propaganda multimediática. Al capitalismo no le sirve generar productos exclusivos sino masificadores, de ahí la producción en serie. El engaño contemporáneo de la producción está dada por la ficcionalización de la producción y el consumo. Una persona logra identificarse con un objeto en la medida que le da un nombre de pertenencia y singularidad. La pertenencia consiste no sólo en el hecho de compra garantizado por la factura, sino, por la vinculación del sujeto con el objeto al otorgarle a éste identidad. Es el caso de las nuevas series de celulares de alta gama, los cuales se pueden personalizar. El dispositivo ha sido hecho para una persona particular. La singularidad de la cosa se caracteriza por su decoración en sí, es decir, los distintos accesorios que hacen del objeto producido en serie uno distinto a los demás. Sin embargo, sigue siendo igual a todas con sus mismas funciones programadas. Cada sujeto consumidor pareciera que tuviera el único dispositivo y no se da cuenta de que hace parte de la producción en serie dadas por el consumo del sistema.

"Si admitimos que las necesidades y el consumo son en realidad una extensión organizada de las fuerzas productivas, todo encuentra su explicación: no sorprende pues que el consumo y las necesidades respondan también a la ética productivista y puritana que fue la moral dominante de la era industrial" (Baudrillard 77). No es en vano que el consumo sea producto del cálculo racionalista de la sociedad industrial. Consumimos de forma programada aunque pareciera que fuera decisión de nosotros; pero no nos damos cuenta de que la sobreabundancia de propagandas a favor del consumo nos incita el deseo de tener, gozar y desechar. Sólo se produce lo consumible; el objeto de consumo se convierte en el fetiche del capitalismo (Cf. Marx). Prueba de ello es la necesidad contemporánea de poseer la cosa como si fuera un elemento indispensable para la existencia. El deseo de poseer está en equivalencia con el deseo de gozar y de consumir. No nos cansamos de tener como respuesta a las necesidades que nos provoca el mercado informacional del consumo. Encontramos una estrecha relación entre oferta informacional y el deseo-de tener-consumir-gozar y desechar.

Quizás esta dinámica de consumo es la que rige nuestras conciencias a la hora de acercarnos al Centro Comercial de la ciudad de Saramago. Aunque Baudrillard afirma que el consumo no está siempre relacionado con el goce en tanto que éste es una experiencia individual, en este sentido, si el consumo en su sentido generalizado es la dinámica constante de todo la sociedad masificada derogada a las influencias del poder capitalista, lógicamente que el consumo no se limita al mero hecho de gozar sino que es la respuesta inmediata a lo que sugiere el mundo comercial que rige hoy nuestra sociedad.

El individuo consume para sí mismo, pero cuando consume, no lo hace solo (ésta es la ilusión del consumidor, cuidadosamente mantenida por todo el discurso ideológico sobre el consumo), sino que entra en un sistema generalizado de intercambio y de producción de valores codificados, en el cual, a pesar de sí mismos, todos los consumidores están recíprocamente implicados. (Baudrillard 81).

El consumo es un elemento que hace parte del sistema social contemporáneo. Su objetivo es masificar la sociedad, convirtiéndola en consumidora pasiva de todo cuanto es posible aniquilar y desechar por esta dinámica contemporánea de capitalismo. El consumo hace parte de nuestra estructura ideologizada, producto de la sociedad informacional. Basta ver una propaganda de cualquier almacén comercial, para presenciar toda la manipulación que hacen al consumidor para que acceda de forma voluntaria a los fines de la producción y el desarrollo, haciendo ver que todo es progreso, desarrollo y sostenibilidad. Pero ¿cuáles son las características de aquellas cosas que produce la sociedad de consumo? Según Baudrillard ¿qué relación hay entre el simulacro social y la sociedad de consumo? ¿Cómo podemos establecer un paralelo con la sociedad de consumo que presenta la obra de Saramago La Caverna y la postura de Baudrillard sobre el tema en cuestión?

Baudrillard en su libro Cultura y simulacro (1978) distingue tres formas por las cuales se entiende el simulacro: 1. El simulacro natural; 2. El simulacro de la sociedad industrial y 3. El simulacro de las simulaciones. Para los fines de esta reflexión profundizaremos en el segundo porque de alguna manera responde a la dinámica social del consumo en la que el sujeto ya no decide consumir sino que está condicionado a consumir toda vez que acepte la oferta de la propaganda informacional de los medios de comunicación. Como vemos que la información es un elemento de capital importancia para la dinámica del consumo imperante en nuestra cotidianidad, complementaremos la reflexión con los aportes del primer tomo de La era de la información (2006) de Manuel Castells.

El simulacro productivista de la sociedad industrial se caracteriza porque las cosas que se producen están en orden a las necesidades creadas por el consumidor y las necesidades de éste corresponde al sistema de producción en serie que desarrolla la sociedad industrial. "La sociedad de consumo es también la sociedad de aprendizaje del consumo, de adiestramiento social del consumo, es decir, un modo nuevo y específico de socialización relacionado con la aparición de nuevas fuerzas productivas y con la reestructuración monopolista de un sistema económico de alta productividad" (Baudrillard 2009 84). Se aprende a consumir toda vez que el consumidor se adhiere al sistema de valores creado por la ideología imperante de la sociedad. No es una forma de aprendizaje consciente sino una forma de aprender dado por la inconciencia del consumidor. De ahí la necesidad que para el consumidor parezca natural consumir pues el encanto del objeto de consumo embelesa su mirada por la fascinación que emana de él. Para Baudrillard, el simulacro industrial produce objetos a modo de gadget y kitsch. "La máquina fue el emblema de la sociedad industrial. El artilugio, el gadget, es el emblema de la sociedad post-industrial [...] el gadget es pues la verdad del objeto en la sociedad de consumo. Y, con ese carácter, todo puede llegar a ser gadget y todo lo es potencialmente" (Baudrillard 130).

El gadget es la banalización del objeto útil y contemplativo, es la consecuencia de la producción en serie que lo convierte en mero objeto de consumo desechable. Los objetos se convierten en gadget porque su característica principal es ser objetos que sirven y no sirven para nada y cuya indispensabilidad se hace tan necesaria tanto como una necesidad fisiológica.

A modo de ejemplo, la producción de muñecos de Cipriano, en aquel momento que no quedaban otras alternativas de producción. Su arte se banalizó a medida que dejó de producir objetos útiles y pasó a la producción en serie de muñecos cuya finalidad respondía a las necesidades del mercado. Aunque no tuvo éxito con la venta de esos muñecos, se dejó absorber por la dinámica produccionista del simulacro industrial cuyo objetivo era la fabricación en serie bajo la demanda del consumo de las personas. En el Centro Comercial abundan los gadgets como emblema de la sociedad de consumo. El gadget se comporta como un accesorio cuya finalidad está determinada por la dinámica del consumo. Otro ejemplo de gadget es la producción de objetos que aparentemente son necesarios pero que en realidad no sirven para nada: la navaja con sus múltiples funciones. El gadget coloniza nuestro espacio cotidiano a tal punto que se convierte en elemento indispensable, a pesar de su inutilidad como objeto desechable.

Por su parte, lo kitsch se caracteriza por ser un seudo objeto que simula uno natural (Cf. Baudrillard). Por ejemplo, una flor artificial hace parte de los objetos de consumo en forma de seudo objeto. Un objeto es falso en tanto que es simulación de uno verdadero. La flor natural es bella, viva, y hermosa y a su vez limitada. La flor artificial es tosca y su presencia es eterna mientras no sea dañada; pero su presencia es inerte, sin color, sin figura. Lo kitsch es la forma concreta del objeto banal. Tanto lo kitsch como el gadget configuran la actual condición del simulacro produccionista: es la trivialidad de la sociedad de consumo dada por la creación de objetos cuya presencia desnaturalizada hace viable la dinámica consumista de nuestra sociedad.

En conclusión, se puede afirmar que la sociedad de consumo se caracteriza por la dinámica producción-consumo impulsada por la propaganda multimediática. Los sistemas de producción producen objetos útiles-técnicos de consumo en forma de lo gadget y lo kitsch. Cuando el objeto se banaliza se convierte en desechable, es decir, se une a la cultura de lo reciclable y pasajero, y responde a la dinámica consumista impuesta por la sociedad capitalista: en la adquisición de objetos de consumo con el fin de acabarlos y desecharlos y renovarlos por otros.

III

En los dos apartados ya expuestos se ha hecho un análisis de la literatura como una condición de posibilidad de catarsis social frente al hecho social contemporáneo del consumo; también se presentaron las características de la sociedad de consumo según Baudrillard con miras a enfocar la atención en la obra literaria de La Caverna. Las características que Baudrillard le otorga a la sociedad de consumo esclarecen la intención comunicativa que subyace en la obra La Caverna toda vez que ésta describe las dinámicas actuales de la sociedad de consumo en términos de la producción-consumo y la desechabilidad del objeto. En el presente apartado nos ocuparemos de relacionar lo dicho por Baudrillard acerca de la sociedad de consumo en correlato con la narración de José Saramago en la obra en cuestión. Esto con el fin, en primer lugar, de dilucidar los elementos narrativos que nos permiten sustentar tal inferencia sobre la sociedad de consumo y, en segundo lugar, establecer una relación entre el mundo del texto de la obra literaria y el mundo de la sociedad contemporánea, que en este caso, se focaliza en la sociedad de consumo.

Grosso modo, este es el argmento de la novela: Cipriano Algor, artesano de profesión, se dedica a la alfarería con el fin de abastecer el Centro Comercial con sus productos artesanales y así obtener un beneficio económico. Por el avance tecnológico que ha condicionado las formas de producción tradicionales, se ha pasado de una producción artesanal del objeto a una producción artificial y en serie. El círculo industrial, como lo relata Saramago, se convierte en la condición que permite que el oficio de Cipriano sea arcaico y desarraigado de la condición actual del capitalismo. El jefe de ventas rompe relaciones económicas con Cipriano porque ya sus productos no son vendidos.

Cipriano se alcanza a preocupar porque la alfarería era su sustento económico. Al quedar sin trabajo, empieza toda una aventura para lograr estabilizar su economía con otra ocupación. Marta Algor, la hija que tuvo con Justa Isasca, ya fallecida, le propone que elabore otros objetos que respondan a las necesidades del Centro Comercial, así crea seis muñecos en serie para suscitar consumo en los compradores que acceden al Centro. El Centro hace un análisis de mercadeo a aquellos novedosos productos elaborados en la alfarería de Cipriano Algor. Sin embargo, aunque la intención de Cipriano era unirse a la nueva dinámica producción-consumo, su labor no fue reconocida porque sus muñecos no lograban establecer una necesidad concreta estimulada por el consumo ficticio de objetos innecesarios. Su labor quedaba opaca ante la multiplicidad de informaciones que alteraban la producción y el consumo de otros objetos. La propaganda multimediática que condiciona las nuevas formas de producción hace que los objetos sean consumidos de forma que después de su uso sean desechados.

Cipriano Algor descubre que su arte no está al mismo nivel de la nueva dinámica de consumo que estimula el capitalismo. Él descubre que aquello que le interesa al Centro es que se produzcan objetos de consumo que motiven la compra de sus consumidores; todo objeto que no se equipare a las nuevas condiciones de la producción queda derogado por el objeto técnico que embelesa la mirada del consumidor y motiva su deseo de consumir y le hace gozar en el momento mismo que es consumido y desechado. Además de todo esto, con la ayuda de su yerno Marcial Gacho, Cipriano descubre que el nuevo espacio que habitan, el Centro Comercial, es la nueva caverna contemporánea que atrapa al hombre impidiendo que tenga otra forma de representación posible sobre el mundo, dado que se ven encerrados en un antro cuya posibilidad de interacción con el mundo real no es posible.

El Centro Comercial es el dispensador de bienes espirituales y materiales, dispone todo para la supervivencia del hombre, ofrece todas las condiciones para salvaguardar la existencia en la desnaturalización del entorno habitado, configurando el nuevo ambiente que habita el hombre contemporáneo, donde se respira aire enlatado, la luz es artificial y cuya dinámica de producción está supeditada al consumo. Por eso Cipriano Algor junto con su yerno, su hija, su prometida, Isaura Madruga o Estudiosa, y con su perro Encontrado huyen de las garras del Centro Comercial y de su intención de encuadricular al hombre desnaturalizándolo de su condición humana. Huyen porque saben que si siguen viviendo en el Centro Comercial se subsumen en la nueva dinámica de la sociedad contemporánea dada por el consumo y la desnaturalización de la existencia.

Con lo anterior se da pie a comprender por qué podemos encontrar en la obra de Saramago una forma por la cual el lector puede hacer conciencia de la condición contemporánea de la sociedad del consumo. No se trata simplemente de hacer un análisis peyorativo sobre la condición actual de la sociedad, sino de tomar conciencia sobre nuestra afinidad con el consumo toda vez que esta dinámica del capitalismo afecta la existencia.

Comprendemos entonces que Saramago presenta la sociedad de consumo que analiza Baudrillard en su libro. A partir de lo anterior se puede establecer un nexo entre el mundo posible dado por la obra y el mundo tal cual es, de acuerdo con su dinámica consumista. El lector efectúa la función purgativa de la obra en la toma de conciencia de lo que propone la obra literaria, y en consecuencia toma las decisiones necesarias frente a las características que imperan en nuestra sociedad y que afectan a la vez su existencia. Se puede huir del Centro Comercial como lo hizo Cipriano Algor y su familia; o podemos convertirnos en actores sociales que son capaces de ser signos de contradicción en un mundo cuya dinámica consumista atrae. En esto consiste la capacidad crítica que genera la condición purgativa de la obra en que por la conciencia sobre el mundo como entramado de relaciones en la que los objetos salen al encuentro como objetos útiles o como objetos contemplativos, sepa reconocer en la obra literaria un objeto contemplativo que sale al encuentro y que me pide, como obra de arte, que cambie de vida (Cf. Gadamer, Estética).

Algunos elementos importantes que nos permite tal inferencia sobre la relación entre el mundo del texto de José Saramago y el mundo real de la sociedad de consumo están presentes en los siguientes elementos que serán objeto de análisis para comprender cómo las características reflejadas en la obra están en correlato con las características de la actual condición del capitalismo postindustrial.

Del objeto desechable al conocimiento trivial

Una de las características que permite comprender la actual condición del capitalismo informacional es la desechabilidad del objeto en correlato con la trivialización del conocimiento. Lo evidenciamos de forma clara en el siguiente fragmento de la obra:

Las enciclopedias son como cicloramas inmutables, máquinas de proyectar prodigiosas cuyos carretes se quedaron bloqueados y exhiben con una especie de maníaca fijeza un paisaje que, condenado de esta forma a ser, para siempre jamás, aquello que fue, se irá volviendo al mismo tiempo más viejo, más caduco y más innecesario. La enciclopedia comprada por el padre de Cipriano Algor es tan magnífica e inútil como un verso que no conseguimos recordar. (Saramago 94)

Tras la negación del Centro Comercial de aceptar de nuevo la mercancía producida por Cipriano Algor en su alfarería se propone buscar formas de producción que se acondicionen a la nueva dinámica del consumo. El objeto útil queda banalizado en concomitancia con el conocimiento. Conocer ya no es más un acto de la contemplación sino una actividad que permite reconocer la desechabilidad del mismo por la trivialización de la actual sociedad del conocimiento. En la modernidad "la educación tenía valor en la medida que ofrecía un conocimiento duradero" (Bauman 26). La enciclopedia, en este sentido, respondía a la intención de acaparar todo el conocimiento humano en volúmenes extensos y cuya durabilidad era eterna, inmutable y perfecta. En la modernidad líquida que describe Bauman "las posesiones duraderas, los productos que supuestamente uno compraba una vez y ya no reemplazaba nunca más- y que obviamente no se concebían para ser consumidas una única vez-, han perdido su antiguo encanto" (Bauman 26). El conocimiento ya deja de ser un objeto contemplativo por la influencia que ejerce el objeto banalizado de consumo toda vez que ya no hay nada duradero y todo es desechable. He ahí una de las características de la sociedad de consumo que condicionan la sociedad del conocimiento en la trivialización del objeto contemplativo.

La publicidad como condición para generar las dinámicas del consumo

El conocimiento se convierte en trivial y desechable en concomitancia por la publicidad que condiciona nuestro poder adquisitivo del objeto de consumo. La propaganda multimediática permite que se afecten los procesos de producción porque al generar necesidades ficticias hace que el objeto sea creado en serie perdiendo su individualidad como objeto y se una a la masa de objetos de consumo. Este elemento se encuentra de manera explícita en el siguiente apartado de la obra:

Al fondo, en la alta pared oscura que cortaba el camino, se veía una enorme valla blanca, rectangular, donde en letras de un azul brillante e intenso se leían de un lado a otro estas palabras, VIVA SEGURO, VIVA EN EL CENTRO. [...] La valla aparece de vez en cuando, repitiendo las mismas palabras, sólo variables en el color, algunas veces exhibiendo imágenes de familias felices, el marido de treinta y cinco, la esposa de treinta y tres, un hijo de once años, una hija de nueve, y también, aunque no siempre, un abuelo y una abuela de albos cabellos, pocas arrugas y edad indefinida, todos obligando a sonreír a las respectivas dentaduras, perfectas, blancas, resplandecientes. (Saramago 120)

La Ciudad de Saramago se caracteriza por la multiplicidad de las informaciones que deambulan en todos los formatos publicitarios que ofrece multimedia. Para Castells (2006), una de las características de la actual condición del capitalismo informacional es la proliferación de publicidad embelesadora que atrapa la atención del consumidor para generar necesidades ficticias. "Esta virtualidad es nuestra realidad. Esto es lo que caracteriza a la era de la información: es principalmente a través de la virtualidad como procesamos nuestra creación de significado" (Castells 230). Esta creación de significado de la publicidad es lo que condiciona las dinámicas de producción-consumo-producción. Un entorno simbólico se caracteriza por la homogenización del consumo dado por la producción en serie donde la publicidad presenta un mundo perfecto, trivial y consumista.

Del objeto desechable al desecho de la persona

El objeto se une a la dinámica del consumo por la influencia de los medios, donde no solamente se banaliza el objeto mismo sino el que consume. Un trozo que permite comprender esta dinámica es el siguiente: "Ojalá estas figurillas de ahora no tengan la misma suerte, La tendrán más tarde o más pronto, como todo en la vida, lo que ha dejado de tener uso se tira, Incluyendo a las personas, Exactamente, incluyendo a las personas, a mí también me tirarán cuando ya no sirva" (Saramago 170).

El consumo ha colonizado al objeto útil y contemplativo del mundo como un entramado de cosas a tal punto que la persona misma, como sujeto activo, ha sido subsumido en esta lógica. Ahora no se trata solamente de consumir el objeto y convertirlo en desechable sino que el mismo sujeto que consume se une a la dinámica del consumo convirtiendo su vida en desechable. En el Centro de Saramago las personas dejan de ser útiles toda vez que no se unen a la dinámica de la sociedad contemporánea. Cipriano Algor es consciente de esta realidad cuando afirma, ya casi al final del relato, "Quiénes son esas personas, Esas personas somos nosotros, dijo Cipriano Algor, Qué quiere decir, Que somos nosotros, yo, tú, Marcial, el Centro todo, probablemente el mundo" (Saramago 436). El objeto ha sido desechado y con él las personas que se unen a la dinámica de la producción y del consumo.

La superproducción de la sociedad de consumo

El interés de la sociedad de consumo es colonizar todos los entornos simbólicos de la época contemporánea. Además de esto, lo que permite el consumo generalizado del objeto banalizado es la superproducción. Saramago lo expresa así en un fragmento de la obra en la que Marta, hija de Cipriano, le da a entender la envergadura de tal empresa de producción: "Padre, haga las cuentas, seis veces doscientos son mil doscientos, vamos a tener que entregar mil doscientas figuras, es mucho trabajo para dos personas y poquísimo tiempo para hacerlo" (Saramago 174).

Baudrillard establece las dinámicas de la fabricación de la sociedad industrial a partir de la superproducción enloquecida y dinamizada por la publicidad presente en los diversos formatos multimedia posibles tanto en la Web como en el espacio real de interacción del mundo actual. La producción en serie banaliza el objeto a tal punto de que el objeto pasa a ser un número. Una figura es igual que el conjunto de mil doscientas figuras. Ya no se trata darle originalidad a la obra de arte sino de homogenizar los gustos del público para condicionar la producción y la remuneración en términos económicos que proporciona la venta del objeto. Producir, vender y consumir en serie es lo que hace posible que la sociedad de consumo colonice diversos escenarios de la actividad del hombre determinando el poder adquisitivo de la persona en relación con las necesidades creadas por el sistema de producción.

La trivialización del objeto por la banalidad del consumo

Otra característica, además de la superproducción del objeto, es la trivialización del objeto (Baudrillard). La inutilidad del objeto es una de las características de lo producido por la industria, toda vez que pueda ser desechado y consumido de forma desproporcional. Saramago lo afirma en la narración así: "Estaban en la alfarería, alineadas en el tablero las seis figuras parecían aquello que dramáticamente eran, seis objetos insignificantes, más grotescos unos que otros por lo que representaban, pero todos iguales en su lancinante inutilidad" (Saramago 212).

La inutilidad del objeto técnico es condición de posibilidad para su desechabilidad porque permite que una vez banalizado el objeto en su condición de utilidad se haga necesario la adquisición de otro siempre y cada vez más nuevo. La trivialización del objeto es vigente en las formas del gadget y lo kitsch (Cf. Baudrillard). El objeto se convierte en inútil en tanto que puede ser desechado y se una a la dinámica consumo-goce. Aunque para Baudrillard el goce no hace parte importante de la dinámicas de producción dado que el consumo es una respuesta masificada del sistema social, no es del mismo parecer Bauman cuando afirma que el objeto de consumo desechado por el goce pasajero que permite experimentar. En este sentido, otra de las características que determina el mundo del texto de La Caverna en la sociedad de consumo es la inutilidad del objeto dado por su trivialización y desechabilidad.

El consumo en correlato con las necesidades ficticias

A pesar de que el objeto es banal, se produce una fabricación en serie de éste debido a la creación de necesidades ficticias. Una necesidad ficticia se caracteriza por la desnaturalización de la existencia en el procurar el cuidado de la misma (Cf. Heidegger). Un fragmento que permite dilucidar este fenómeno es el siguiente: "En la fachada del Centro, sobre sus cabezas, un nuevo y gigantesco cartel proclamaba, VENDERÍAMOS TODO CUANTO USTED NECESITARA SI NO PREFIRIÉSEMOS QUE USTED NECESITASE LO QUE TENEMOS PARA VENDERLE" (Saramago 365).

Uno de los objetivos del bombardeo informático contemporáneo es la creación de un entorno simbólico que dé pie a la posibilidad de crear necesidades ficticias frente al sistema social de producción, a la opinión política homogenizada y la fascinación por el objeto técnico. En este caso, el consumo es consumo mediatizado. Esto quiere decir que la sociedad de consumo ofrece aquello que es propagandizado como un objeto útil y a la vez inútil, objeto necesario y, a la vez, innecesario, un objeto real en correlato a necesidades reales y, a la vez, objetos ficticios en relación con necesidades ficticias. Crear necesidades ficticias se convierte en una tarea vital para la nueva condición del capitalismo informacional porque permite que la producción se convierta en un referente del consumo para que el entorno comercial ofrezca aquello que está en posibilidad de ser producido y consumido en serie. El Centro Comercial, según Saramago, no actúa a la suerte sino que se constituye, además del consumo mediatizado, en un consumo programado. Al respecto Baudrillard afirma que la sociedad misma se une a la homogenización del proceso consumista donde no se trata netamente de gozar sino de unirse al sistema de valores que moviliza la sociedad contemporánea.

Ser signos de contradicción en la actual condición del capitalismo informacional

No ajustarse a las nuevas condiciones del capitalismo informacional que provoca el consumo es ser un ente aparte, fuera del sistema: "Quien no se ajusta no sirve, y yo ya había dejado de ajustarme" (Saramago 450). Dejar de ajustarse es no acomodarse en una sociedad cuyo objetivo es la producción, la homogenización y la trivialización de la vida. Quien no se ajusta a los valores que proliferan en la sociedad, no responde a las nuevas forma de concebir el mundo y a su entramado de relaciones y se convirtie en a-social. Ser signos de contradicción se convierte en una condición que posibilita la apertura a otros modos de entender la existencia fuera de los modelos establecidos por el consumismo. Hoy más que nunca se hace más urgente contradecir las dinámicas contemporáneas que subsumen al consumidor en la ola contemporánea del vacío (Cf. Lypovetsky), y darle sentido a la existencia desde la capacidad de discernimiento.

El discernimiento se convierte en la posibilidad de conocer otros mundos de representación desde la capacidad crítica y la apertura al misterio. El consumo enceguece nuestro juicio de la realidad impidiendo que haya otros horizontes de comprensión frente al mundo y a la existencia. El discernimiento nos abre al misterio de la palabra y nos conduce a la comprensión de sí mismo en lo otro que es investigado (Cf. Ricoeur, Conflicto).

Conclusión

Tras el proceso de actualización, decodificación e interpretación, el mundo del texto de la obra de arte dice algo al mundo del lector permitiendo abrir horizontes de comprensión de la existencia en la que la conciencia asume una actitud crítica frente a los fenómenos que caracterizan nuestra sociedad. El consumo es mediático, programado y responde a las nuevas condiciones del capitalismo informacional, permitiendo que el sujeto se sumerja en el goce de la desechabilidad del objeto y en el goce pasajero del objeto trivial inútil y a la vez necesario. A su vez, permite que el consumo transcienda otros niveles de comprensión donde la misma existencia se convierte en desechable sin dar lugar a otras formas de comprenderse toda vez que ha sido embelesada la mirada por el objeto técnico. El discernimiento se convierte en la posibilidad de abrir otras miradas, otras formas de comprenderse en el mundo permitiendo la apertura a la comprensión de sí. La obra literaria se convierte en un retrovisor que permite que nos veamos en la obra, que tomemos conciencia y que discernamos lo que posibilita comprender la existencia de manera auténtica.


Referencias

Aristóteles. Poética. Madrid: Gredos, 1999.         [ Links ]

Baudrillard, J. La sociedad de consumo: sus mitos y sus estructuras. Trad. Alcira Bixio. Madrid: Siglo XXI, 2009.         [ Links ]

Bauman, Z. Los retos de la educación en la modernidad líquida. Barcelona: Gedisa, 2008.         [ Links ]

Castells, M. La era de la información: La sociedad red. Volumen 1. Trad. Carmen Martínez Gimeno. México: Siglo veintiuno editores, 2006.         [ Links ]

Deleuze, G. Crítica y clínica. Trad. Thomas Kauf. Barcelona: Anagrama, 1996.         [ Links ]

Gadamer, H. Verdad y método I. Salamanca: Sígueme, 1999.         [ Links ]

____. Estética y hermenéutica. Trad. Antonio Gómez Ramos. Madrid, Tecnos, 1998.         [ Links ]

García Berrío, A y Hernández Fernández, T. Crítica literaria. Madrid: Cátedra, 2008.         [ Links ]

Heidegger, M. Ser y tiempo. Madrid: Trotta, 2003.         [ Links ]

Lypovetsky, G. La era del vacío: ensayos sobre el individualismo contemporáneo. Trad. Joan Vinyoli y Michèle Pendanx. Barcelona: Anagrama, 1986.         [ Links ]

Ricoeur, P. Del texto a la acción: ensayos de hermenéutica II. Trad. Pablo Corona. México: Fondo de cultura económica, 2002.         [ Links ]

____. Conflicto de las interpretaciones: ensayos de hermenéutica. Trad. Alejandrina Falcón. Buenos Aires: Fondo de cultura económica S.A, 2003.         [ Links ]

Saramago, J. La caverna. Trad. Pilar del Río. Colombia: Alfaguara, 2001.         [ Links ]

Schopenhauer, A. El arte de ser feliz. Herder, 2000.         [ Links ]

Creative Commons License All the contents of this journal, except where otherwise noted, is licensed under a Creative Commons Attribution License