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Escritos

Print version ISSN 0120-1263

Escritos - Fac. Filos. Let. Univ. Pontif. Bolivar. vol.28 no.60 Bogotá Jan./June 2020  Epub Apr 27, 2021

https://doi.org/10.18566/escr.v28n60.a02 

Artículos

El caballo viejo. Interpretaciones filosóficas y políticas de una fábula1

The Aged Horse Philosophical and political interpretations of a fable

John Edison Mazo-Lopera2 
http://orcid.org/0000-0002-2683-296X

Alveiro Valencia-Ramirez3 
http://orcid.org/0000-0001-7452-6599

2Candidato a PhD. en Historia por la Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín, Magister en Historia por la misma Universidad, y Filosofo de la Universidad de Antioquia. Docente de la Facultad de Filosofía de la Escuela de Teología, Filosofía y Humanidades de la Universidad Pontificia Bolivariana, Medellín. Integrante del grupo de investigación Epimeleia de la UPB. Correo electrónico: john.mazol@upb.edu.co.

3Candidato a PhD. en Filosofía por la Universidad Pontificia Bolivariana, sede Medellín. Docente de la Facultad de Filosofía de la Escuela de Teología, Filosofía y Humanidades de la Universidad Pontificia Bolivariana (UPB), Medellín. Integrante del grupo de investigación Epimeleia de la UPB. Correo electrónico: alveiro.valencia@upb.edu.co.


Resumen

En el contexto de una didáctica para el aprendizaje y la actualización de los textos y las lenguas clásicas, este trabajo propone una traducción e interpretación del sentido filosófico y político de la fábula El caballo viejo, de Babrio. La traducción sigue la versión griega de Crusius (1897) y la edición de Gredos (1985), mientras que la interpretación de la fábula se apoya en las reflexiones filosóficas y políticas de Cicerón y Plutarco en De la vejez y Sobre si el anciano debe intervenir en política. Estas reflexiones se constatan, además, desde un análisis estadístico sobre Los longevos, de Luciano de Samosata. Así pues, el sentido de la fábula dice que los jóvenes estadistas deben evitar convertirse en los próximos políticos inútiles o "caballos viejos" del Estado. Esta reflexión contribuye hoy a sopesar la participación política de los jóvenes y actualiza la importancia cívica de los ancianos en su intervención sobre los asuntos públicos.

Palabras clave: Filosofía; Política; Fábula; Vejez; Juventud; El caballo viejo; Babrio

Abstract

In the context of a didactic for learning and updating the texts and classical languages, this work proposes a translation and interpretation of the philosophical and political sense of the fable The Aged Horse of Babrius. The translation follows the Greek version of Crusius (1897) and the Gredos edition (1985), while the interpretation is based on the philosophical and political reflections of Cicero and Plutarch in On old Age and Whether an old man should engage in plublic affairs. These reflections can also be seen from a statistical analysis of Long-Lived Men of Lucian of Samosata. Thus, the meaning of the fable says that young statesmen should avoid becoming the next useless politicians or "old horses" of the State. This reflection contributes today to weigh the political participation of young people and updates the civic importance of the elderly in their intervention on public affairs.

Keywords: Philosophy; Politics; Fable; Old age; Youth; The Aged Horse; Babrius

Introducción

La fábula se puede entender como un relato breve en el que intervienen protagonistas de distinta naturaleza (dioses, humanos, animales y plantas) y del que se desprende que lo ocurrido puede volver a repetirse.1 Desde sus inicios este género literario, según Rodríguez Adrados, se caracterizó en Grecia como un género popular y crítico en contra de la tiranía o el abuso del poder ("Política Cínica" 419).2

Su desarrollo histórico, según B. E. Perry, comprende tres periodos: el primero trata sobre la compilación de fábulas esópicas elaborada por Demetrio de Falero en el siglo IV a.C.; seguido por las obras de compilación que caracterizan la literatura del periodo helenístico y, finalmente, un tercer periodo con la influencia de Fedro y Babrio (394).

Este último fabulista fue un hombre culto y conocía de literatura griega, clásica y helenística que posiblemente vivió durante el siglo I d.C.3 Entre sus fábulas se encuentra un pequeño relato que, en la edición de Gredos (1985), se titula El caballo viejo. Esta fábula no tiene paralelo con ninguna de las 273 fábulas atribuidas a Esopo en esta edición. Por este motivo, merece un comentario que amplíe el sentido de su epimythium o "moraleja" que, con el uso del simbolismo político del caballo, pretende evitar que los jóvenes aspirantes a la carrera política se conviertan en futuros estadistas inútiles o los "caballos viejos" del Estado. 4

Para desarrollar esta interpretación se tiene en cuenta la edición griega de Crusius (1897), la traducción en castellano de la editorial Gredos (1985) y se procede del siguiente modo: en primer lugar, se transcribe la narración en griego y se traduce al castellano; luego, se estudia sintáctica y morfológicamente la fábula; posteriormente, se despliega un comentario hermenéutico sobre la vejez y se articulan, respectivamente, las opiniones filosóficas de Cicerón y Plutarco en De la vejez y Sobre si el anciano debe intervenir en política. Para finalizar, se presenta un breve análisis estadístico sobre la longevidad a partir de una obra de Luciano que lleva por título Los longevos, con el propósito de corroborar los argumentos de aquellos filósofos.

Transcripción y traducción

Version en griego de Crusius (1897):

Γέρων πόθ᾽ ἵππος εἰς ἀλετόν ἐπράθη, ζευχθείς δ᾽ ὑπό μύλην πᾶσαν ἑσπέρην… καὶ δή στενάξας εἷπεν, ἐκ δρόμων οἴων καμπτῆρας οἵους ἀλφιτεὒσι γυρεύω.“

[μὴ λίαν ἐπαίρου πρός τὸ τῆς ἀκμῆς γαῦρον. πολλοῖς τὸ γῆρας ἐν κόποις ἀνηλώθη] (32).

Versión en castellano de Bádenas y López (1985):

Una vez, un caballo viejo fue vendido para moler y, uncido a la muela, se pasaba toda la tarde moliendo. Entonces, suspirando, dijo: «¡Y pensar en aquellas carreras del hipódromo...! ¡A qué metas tengo que dar vueltas ahora para estos molineros!».

No te ensalces demasiado en la arrogancia de la juventud, porque para muchos la vejez transcurre entre miserias (318-319).

Ejercicio de traducción propio:

Había una vez un viejo caballo que fue vendido para la molienda, habiendo sido puesto toda la tarde a yugo en el molino, suspiró profundamente y dijo: "pensar en las curvas de las carreras y ahora solo doy vueltas en círculo para los molineros".

No te enorgullezcas demasiado por la vanidosa fuerza de la juventud, pues a muchos la vejez los ha consumido con fatigas.

Análisis sintáctico y morfológico

La narración está encabezada por el adjetivo γέρων que significa ser viejo. La vejez es el atributo del caballo y entre este sustantivo y su adjetivo se encuentra la partícula enclítica πόθ ' del adverbio ποτέ que ha perdido la épsilon (ε) ante la vocal inicial del sustantivo ἵππος. Este fenómeno se conoce como elisión y se utiliza como signo el apóstrofe (') al final de la palabra (Berenguer 24). Este mismo fenómeno de supresión sucede más adelante con el adverbio 5r| ante la preposición ὑπό (δ᾽ ὑπό).

La voz pasiva de los verbos πιπράσκω (vender) y ζεύγνυμι (poner a yugo) dan a entender que el caballo ha sido sometido a una condición de esclavitud. Este animal, al parecer, era un caballo de competencias deportivas, pues la fábula dice que él piensa en las curvas (καμπτῆρας) de las carreras (δρόμων). Sin embargo, ahora se lamenta porque es un esclavo que solo puede dar vueltas en el molino.

En el inicio de la fábula se puede reconocer la causa de su desgracia: la vejez (γέρων). En la narración se presentan dos momentos sobre la imagen de este animal. Uno, en el que se recuerda como caballo de carreras y otro en el que se reconoce como el caballo del molino. Cada uno se relaciona con la juventud del pasado y con la vejez del presente. Posiblemente, el molino de la fábula alude analógicamente a la vida privada y campestre, mientras que las carreras de competencia (δρόμος) se refieren a la vida pública. En relación con este cambio de escenarios, se puede emparentar esta interpretación con las palabras de Plutarco cuando critica a los ancianos consagrados a oficios campestres tras haber abandonado las actividades civiles y políticas de la vida pública (Sob. Anc.784a). Y vale decir que, en este sentido, la vida política está representada en la fabula con el δρόμος, mientras el molino representaría la vida campestre. Además, desde la crítica de Plutarco es notorio como el paso de la vida pública al de la vida campesina es un signo de retroceso en términos políticos para la carrera de los estadistas: hombres de edad avanzada que Platón había vinculado metafóricamente con la imagen del caballo (República III, 413d).5

En el epimythium se usa la palabra ἀκμή relacionada con el verbo ἀκμάζω, que equivale a florecer, estar en la flor de la edad y en la plenitud de las fuerzas. El sustantivo ἀκμή se refiere al momento de la vida en el que las fuerzas de la juventud están en todo su vigor. Pero en la fábula se menciona otro momento de la existencia -la vejez (τὸ γῆρας)- que a muchos (πολλοῖς) consume con penosas fatigas.

En este relato, la fuerza de la vida o el florecimiento de la existencia (ἀκμή) se relaciona con la juventud. La vejez (γῆρας), en cambio, se caracteriza por la dificultad, la desgracia, la pena, el sufrimiento, el trabajo, el cansancio y la fatiga (κόπος) que desgasta la vida o la consume (ἀναλίσκω).6 En contraste, se puede decir que a la fuerza del joven le corresponde el juego, la carrera, la competencia y la meta, pero al viejo le espera como destino una condición penosa y desgraciada lejos de la vida pública, representada en la fábula por el δρόμος.

Ahora bien, Diógenes Laercio también utiliza la palabra ἀκμή en Vidas de los filósofos ilustres (García Gual 13).7 En este caso, el florecimiento de la vida no se relaciona con la juventud, sino con la vejez. Gracias a esta pista es legítimo preguntar: ¿la flor de la vida (ἀκμή) se encuentra en la juventud o corresponde a la etapa final de la existencia?

La moraleja de la fábula dice: "No te enorgullezcas demasiado por la vanidosa fuerza de la juventud, pues a muchos la vejez los ha consumido con fatigas". ¿Qué significa esto? ¿La vejez es una condición miserable de la vida? ¿La moraleja quiere decir que los jóvenes son los únicos que están en condiciones favorables para la vida pública y los éxitos? Y, en términos generales, ¿los jóvenes deben ocuparse de la política mientras que los ancianos deben ser apartados de la "cosa pública" por su debilidad física?

De seguro la fábula es una invitación a pensar sobre las fuerzas de la juventud y una insinuación para tener presente las dificultades que acarrea la vejez. Sin embargo, el sentido del epimythium puede decir algo más sobre aquellas inquietudes que han surgido y que fueron tratadas en su momento por Cicerón y Plutarco. Ambos filósofos reflexionaron sobre el tema y, por eso, se analizan a continuación los tratados que llevan por título: Sobre la vejez y Sobre si el anciano debe intervenir en política (en adelante Sob. Anc)

Comentario hermenéutico

Las reflexiones filosóficas de Cicerón y Plutarco permiten considerar que el florecimiento de la vida, expresado por la palabra ἀκμή, es una condición característica de la vejez.8 El ἀκμή también se da en los viejos y su florecimiento se manifiesta en la vida pública, representada en la fábula por el δρόμος. Desde esta consideración, la vejez debería entenderse en términos no peyorativos.

Ahora bien, el epimythium invita a reflexionar sobre la vida de los ancianos diciendo que: "a muchos la vejez los ha consumido con fatigas". Sin embargo, existe el contraste en cuanto que a otros ancianos no los ha consumido, sino que los ha hecho brillar como ejemplos de virtud.

Entre líneas la fábula invita a reflexionar sobre aquellos ancianos que cuidaron con prudencia las fuerzas de la juventud y que, como exemplum positivo de la moraleja, evitaron para sí mismos las penas y las fatigas de la vejez y convirtieron su existencia en una condición longeva tan deseable como admirable por todos los ciudadanos.

La fábula parece hacer entender que la longevidad del caballo se caracteriza por la pena, la fatiga, el sufrimiento, el trabajo y el cansancio (κόπος). Estos golpes de la vejez expresan incapacidad, insuficiencia, inhabilidad y descalificación al anciano tal como lo indica el dicho popular: "loro viejo no aprende a hablar". En este caso, el "loro viejo" hace acento en la condición desvalida del hombre viejo.

En la época de Cicerón (siglo I. a.C.) surgen pensamientos semejantes en contra de la senectud dirigidos por jóvenes políticos quienes, al parecer, rechazaban la condición miserable de la vejez por cuatro motivos: a) aparta de administrar los negocios, b) hace más débil el cuerpo, c) priva de casi todos los placeres y, d) no está lejos de la muerte (Cicerón De la vejez 15).

Estos argumentos son ataques apoyados en opiniones populares que requerían tratamiento filosófico para una sociedad cuyo Estado se fundo con ayuda de la inteligencia (mens), la razón (ratio) y el consejo (consilium) de los ancianos. Sin ellos no existirían las ciudades, como dice Cicerón: “mens enim et ratio et consilium in senibus est, qui si nulli fuissent, nullae omnino civitates fuissent” (Cicerón De la vejez 67). Y, por otra parte, se menciona que: “en efecto el nombre de la patria es el primero y mas familiar de todos, puesto que el padre es lo más íntimo” (“πατρίδος τοίνυν τὸ ὄνομα πρῶτον οἰκειότατον πάντων οὐδὲν γὰρ ὅ τι τοῦ πατρὸς οἰκειότερον”). Así lo expresa Luciano en el Elogio a la patria 4, quien agrega más adelante estas palabras: “καὶ μέχρι θεῶν πατρῴων πρόεισιν ἀναβιβαζόμενον τὸ ὄνομα” (“y se remonta hasta el nombre de los dioses de la patria”).9

Si en realidad los antiguos pensaron de este modo, entonces, no es extraño que los ancianos y la patria llegaran a constituirse como figuras sagradas tanto en Grecia como en Roma. Y su sacralidad, por supuesto, se asocia con los mejoramientos que ellos aportaron a la vida pública. Al respecto, para citar un ejemplo, cuenta Diógenes Laercio que Epiménides de Creta (c.600 a.C.) fue enviado por su padre a buscar una oveja, pero el joven se desvió del camino a medio día y se durmió en una cueva en la que, trascurridos cincuenta y siete años despertó (Epiménides 109). En adelante inicia el relato de las obras y las acciones que hicieron de Epiménides alguien memorable por sus aportes a las ciudades griegas y por todos considerado como el hombre más amado por los dioses (θεοφιλέστατος). Esta misma historia la menciona Plutarco para confirmar que el florecimiento (ἀκμή) de la vida política de Epiménides solo inicia en la vejez (Sob. Anc. 784a).

Muchas otras vidas florecieron en edad avanzada. Pericles alcanzó su mayor poder cuando era viejo (774e), al igual que Julio César (784d) y Pompeyo Magno (785f). También se dice que Simónides venció en un concurso coral cuando era viejo (785a), Filemón el cómico, Alexis y Polo, el actor trágico, no abandonaron el teatro durante la vejez (785b) y que Sófocles, en edad avanzada, continuaba componiendo sus obras (785ab). Por su parte, Cicerón dice que Platón murió a los 81 años escribiendo, que Isócrates vivió 99 años y escribió el Panatenaico, justo cuatro años antes de su deceso (De la vejez 13), y más adelante Cicerón agrega: "Homero, Hesíodo, Simónides, Estesícoro, Isócrates, Gorgias, Pitágoras, Demócrito, Platón, Jenócrates, Zenón, Cleantes, Diógenes el estoico... ¿los forzó la vejez a enmudecer en sus estudios? (23)."10

Estos ejemplos de hombres longevos atizan con intensidad la reflexión sobre la vejez y se apoyan en etimologías de lengua griega para aducir, según Plutarco, que el sentido de las palabras "honor" (γέρας) y "honrar" (γεραίρω) perduran en el nombre santo o venerable (σεμνός) que proviene de los ancianos (γέρων).

Este nombre dio lugar a la γερούσια, institución política espartana integrada por hombres viejos que ayudaron al pueblo con su previsión (πρόνοια), elocuencia (λόγος) y consejo (βουλή). Esta palabra también define el Consejo ateniense (βουλή) constituido por ciudadanos libres y ancianos (πρέσβυς), al igual que el Senado romano cuyo nombre se deriva de la palabra senex, es decir, anciano (Plut. Sob. Anc. 789d).11

Estas consideraciones permiten confirmar que, tanto en Grecia como en Roma, existió una relación relevante entre lo sagrado de la patria y los antiguos miembros del Estado (Torrego 213-214). Esto, indudablemente, sirvió de motivación a Cicerón y a Plutarco para escribir en contra de los argumentos que renegaron de la vejez. Para ambos filósofos dicha condición no es una excusa válida para apartarse o ser apartado de los negocios públicos por los siguientes motivos.

El cuerpo se deteriora con el paso del tiempo, pero la disposición política (πολιτικός) y social (κοινωνικός) del hombre se renueva, se aumenta y difícilmente envejece con los anos. Estas características las menciona Plutarco cuando compara la persistencia natural de la sociabilidad con la disposición para vivir en comunidad de las hormigas y las abejas: “ὃ καὶ μύρμηξιν ἄχρι τέλους παραμένει καὶ μελίτταις” (“esto persiste totalmente en las hormigas y en las abejas hasta el final” Sob. Anc. 783f). De igual modo, en el ser humano perduran estas capacidades durante toda su existencia y nunca se deterioran si se las conserva con educación y esfuerzo. Dicho así, en la vida bien llevada del hombre viejo (ἀνήρ γέρων) se manifiestan con el tiempo estas características políticas a través de un profundo sentimiento de amistad por los hombres (φιλάνθρωπος), al igual que el amor por lo noble y lo bello (φιλόκαλος).12

Para Plutarco es evidente que el deseo de llevar una vida política y social representa una condición innata en el ser humano.13 Por eso, desde esta perspectiva filosófica, la fábula de Babrio invita a pensar en la vejez como la máxima expresión de la vida social y política del animal racional, pues, con el paso del tiempo, estas disposiciones se robustecen en los hombres ancianos. En esta etapa de la vida se da el florecimiento de importantes virtudes políticas como la precaución (εὐλάβεια), la prudencia (φρόνησις), el consejo (βουλή), la previsión (πρόνοια), el discurso elocuente (λόγος), la discreción (εὐβουλία), la justicia (δικαιοσύνη), el amor por la patria y los ciudadanos (Sob. Anc. 791cd). Virtudes políticas que son fundamentales para la conservación del Estado.

De lo anterior se deduce que la participación política del anciano es necesaria para los asuntos públicos y la educación de los jóvenes. Dice Plutarco: “τῷ γέροντι παιδείας ἕνεκα τῶν νέων καὶ διδασκαλίας πολιτευτέον ἐστίν” (“el deber político para el anciano consiste en la educación y la enseñanza de los jóvenes” 790e). Virtudes y actividades que se manifiestan con mayor intensidad durante la vejez del hombre, “porque a estas cosas -dice Plutarco- conduce la naturaleza” (“ἐπὶ ταῦτα γὰρ ἡ φύσις ἄγει” 791d). En este sentido, la condición del caballo viejo en la fábula de Babrio se puede traducir como consecuencia de la desidia y la falta de educación en el hombre. En él se han marchitado la gracia (εὐχάριστος), el amor por la humanidad (φιλανθρωπία) y la preocupación por los asuntos públicos (κοινωνικός). Elementos que no deberían envejecer, ni pasar (περάω), ni tener fin (τελευτάω) (Sob. Anc. 792d).

Por otra parte, el desgaste del cuerpo tampoco es una excusa para que la vejez se considere como una etapa miserable de la vida. Los ejemplos historiográficos que mencionan Cicerón y Plutarco ilustran con suficiente evidencia que muchos hombres longevos fueron más útiles cuando se hicieron más viejos. Así sucedió con Agesilao (Sob. Anc. 784ef), César (784d), Pericles (784e), Catón (790cd), Pompeyo (785f), Solón (Cicerón De la vejez 26), Sexto Elio, Tiberio Coruncanio, Publio Craso (27), Ciro (30) y Lucio Metelo (30).

Con el exemplum de estos personajes, ambos filósofos plantean que la vejez es una etapa de la vida propicia para desentenderse naturalmente de los placeres que estremecen los cuerpos juveniles, lo que permite a los ancianos ocuparse de los placeres que son necesarios para la vida política (Sob. Anc. 786a).

Aquellos placeres -dice Cicerón- se encuentran en el alma: "qua voluptate animi nulla certe potest esse maior" (De la vejez 50). Entre ellos se mencionan las artes (9), la investigación de la naturaleza (49) la escritura (50) y el recuerdo de los antiguos actos (Sob. Anc.786df) que han derivado en los grandes placeres (ἡδονή) que proporcionan la contemplación de: a) las virtudes derivadas de acciones hermosas; b) las virtudes derivadas de las obras que sirven al bien común y, c) las virtudes derivadas de obras que sirven a la humanidad (Sob. Anc.786c). Placeres que, como lo hacen notar ambos filósofos, se encuentran especialmente en las narraciones de la literatura épica, trágica e historiográfica, en las que resaltan por su propio brillo las más bellas acciones que agradan a los dioses (786b) y que procuran grandeza (μέγεθος) y magnanimidad (φρόνημα) en el hombre (786d).

Un argumento contra la participación política de los ancianos dice que ellos están más cerca de la muerte. La falsedad de este juicio se refuta si se admite que ellos no son los únicos amenazados por la muerte; todos los seres humanos son mortales y cualquiera puede terminar sus días natural o repentinamente sin importar la edad (Cicerón De la vejez 68). Por otro lado, los filósofos antiguos no vincularon la vida buena con la prolongación biológica de la existencia. Para ellos, el valor de la vida humana se estima desde el horizonte de la ética y se comprende como una ocasión para obrar el bien o para obrar el mal, como dice Séneca: "la vida no es un bien, ni un mal: es la ocasión para el bien o para el mar. (Ep. 99.12).14 Así pues, a la luz de una mirada ética, la importancia del anciano no se mide en términos de aquel que ha vivido mucho tiempo, sino de aquel que realmente ha tenido una amplia ocasión para obrar el bien y evitar el mal en provecho de sus propios intereses y el de los demás.

La juventud también es una ocasión para obrar el bien al aprender y obedecer las enseñanzas de los ancianos. Para cada etapa de la vida, según Cicerón, se dan diferentes modos de ser (Sobre la vejez 33): en los niños se da la falta de fuerza (infirmitas), en los jóvenes el coraje (ferocitas), en los adultos la gravedad (gravitas) y en la vejez la maduración (maturitas). Por su parte, Plutarco afirma que lo propio en el joven es la obediencia (πειθαρχικός) y del anciano conducir a los demas (ἡγεμονικός): “el joven esta dispuesto para obedecer mientras que el anciano para mandar” (“πειθαρχικὸν γὰρ ἡ νεότης ἡγεμονικὸν δὲ τὸ γῆρας” Sob. Anc. 789d).15 Dicho así, los jóvenes deben obedecer y estar bajo la tutela de los ancianos para adquirir experiencia y mejorar sus aptitudes políticas con el propósito de asumir, como conviene, los asuntos públicos (791a). Y, aunque mandar se considera lo natural y lo más propio de los ancianos, ellos mismos se deben someter y servir al Estado por causa de la juventud (791b), es decir, se vincula el servicio que los mayores deben prestar con los políticos novatos.

Por último, las consideraciones filosóficas y políticas de Cicerón y Plutarco sobre la vejez permiten entrever cierta influencia de Platón.16 Según Alsina, la reivindicación de la vejez obedece a una actitud política de este último filósofo, pues "la política de su época daba un papel demasiado grande a la juventud, con su irreflexión, su πλεονεξία, su brutalidad" (64). Posiblemente, Cicerón y Plutarco también se vieron en la urgente necesidad de discutir la preponderancia concedida a la juventud ante el detrimento de la participación política de los ancianos. Estos antecedentes políticos y sociales, tanto en la Grecia de Platón como en la Roma de Cicerón, explican la emergencia de una vejez anquilosada, débil, negligente, estática y abandonada para la que se instituyó, según Plutarco, un dicho popular: “ἵππου γῆρας” o "caballo viejo" (Sob. Anc. 785d). Dicho que agrega sentido a la imagen del caballo viejo mencionado en la fábula de Babrio. Imagen que se refiere a la condición miserable de la vejez si y solo si el estadista se convierte en un anciano inútil para los asuntos públicos.

Aporte final desde Los longevos

La lista de hombres virtuosos que alcanzaron fama por su vejez es amplia. En este sentido, la exclusión y el menosprecio del anciano en torno a los asuntos públicos debe ser entendida como una muestra de ignorancia de los jóvenes políticos que desconocen la historia de su patria. Los datos aportados por Luciano permiten visualizar algunos excelentes ejemplos para ilustrar una vejez activa y floreciente17.

En este escrito el autor se dirige a uno de los Quintilios, gobernador romano de Grecia, y le desea larga vida en su gobierno como si su existencia y mando representaran una ocasión para el beneficio de la humanidad (1). Aprovechando el momento y el motivo, el autor expone la longevidad que alcanzaron algunos reyes, generales, filósofos, historiadores, poetas, gramáticos y oradores mediante el cuidado del cuerpo y del alma (2).

Los ejemplos inician con Néstor, Tiresias, las castas de los escribas egipcios, los exégetas de relatos árabes y asirios y los brahmanes de la India (3-4).18 Luego menciona la larga vida de los magos persas, partos, bactrianos, corasmianos, arios, sacas, medos y otros pueblos bárbaros que, a diferencia de los griegos, prolongaron su existencia a través de la magia (4).

Las causas de la longevidad también se asocian con la dieta, el clima, el suelo, y los ejercicios gimnásticos (5- 6). De cualquier modo, ya sea por el alimento, el territorio, el género de vida o por efectos de la magia en el cuerpo, se tiene noticia de la vejez sana y prolongada de algunos personajes bárbaros, griegos y romanos.

A partir de la figura 1 se puede decir que entre los reyes y generales Argantonio, rey de los tartesios, fue el más anciano de todos con 150 años de edad y seguido por los 100 años de Ciro el viejo. Periodos de vida tan prolongados que rayan con la fantasía y lo asombroso para entretener al lector.

El filósofo Jenófilo vivió 105 años y 104 Demócrito de Abdera. Gorgias el sofista vivió 108 años y los historiadores más longevos, según las noticias que proporciona Luciano, fueron Jerónimo y Ctesibio con 104 años cada uno. Entre los reyes y generales se observa que Servio Tulio y Agatocles vivieron 90 años, al igual que Asandro y Masinisa. El sofista Isócrates vivió 99 años, mientras que los poetas más ancianos fueron Epicarmo, Cratino, Sófocles y Simónides de Ceos que vivió más de 90 años (26).

Entre todos los individuos la mínima edad de defunción es de 80 años. El gráfico (c) de la figura 2 permite decir que entre los oradores se encuentra la mayor longevidad con un promedio de 94,8 %, pero se debe tener en cuenta que ellos tienen el menor número de individuos, tal como lo indica la gráfica (a) de la figura 2 con un 7 %.

Ilustracion 2: Figura 1. Longevidad de los individuos seleccionados por genero de vida. 

También se puede decir que la longevidad entre los reyes y generales es la menor con un promedio de 90 años. Deducción sorprendente, sin lugar a dudas, para este género de vida, al tratarse de una profesión expuesta a muchísimos peligros.

La gráfica (b) de la figura 2 indica que el 44 % de los individuos vive entre los 80 y los 89 años de edad, un 41 % vive entre los 90 y los 99 años, mientras que solo un 15 % alcanza o supera los cien años.

Ilustracion 3: Figura 2 Analisis descriptivo de los individuos por genero de vida y clasificacion de longevidad. 

El mayor porcentaje de longevidad entre los 90 y 99 años de edad se presenta en los poetas con un 71 % de individuos, tal como lo indica la gráfica (c) de la figura 3. En la gráfica (d) de la misma figura se observa que entre los filósofos, el 50 % de los individuos vivió entre los 80 y 89 años, mientras que el 50% de los oradores entre los 90 y 99 años, según la gráfica (a) de la figura 3. Solo un 8 % de los reyes y generales, de acuerdo con la gráfica (e) de la misma figura, alcanzó una longevidad igual o mayor a los 100 años, porcentaje que entre historiadores y los filósofos es del 29 % y 28%, respectivamente, según las gráficas (b) y (d) de la figura 3.

Ilustración 4: Figura 3. Análisis de clasificación por periodos de edad dentro de cada género de vida. 

Si se tiene en cuenta la información suministrada por Luciano, se puede decir que la edad de algunos dirigentes políticos osciló entre los 80 y los 89 años, lo que representa el 48 % de la longevidad entre todos los individuos que pertenecen a este género de vida. Esta cifra hace verosímil considerar que muchas veces la dirección del pueblo realmente estuvo en manos de reyes y generales ancianos para confirmar los argumentos en favor de la vejez tanto en Plutarco como en Cicerón. Sin embargo, se debe tener en cuenta que estos individuos pertenecían a grupos privilegiados y gozaban de una buena condición social y económica que les facilitó alcanzar una edad avanzada. Además, en el caso de Roma este fenómeno solo puede representar una condición excepcional para una sociedad en la que la esperanza de vida entre los hombres y las mujeres del común alcanzaba entre 20 y 30 años de edad, respectivamente (Torrego 211). Por eso, muy probablemente los reyes y generales más ancianos hicieron parte de un grupo privilegiado de la sociedad y tuvieron mayores posibilidades de alcanzar una edad avanzada gracias a su estatus social y a las facilidades económicas garantizadas por su dignidad. Sin embargo, las fuerzas de la juventud pueden ocasionar un venturoso desequilibrio político entre los viejos y los nuevos dirigentes. Fenómeno que cautivó la reflexión de Plutarco y de Cicerón en tanto representaba para ambos filósofos un grave peligro para la sociedad. De ahí, el interés filosófico que expresan sus escritos y el afán de reconciliar al joven y al anciano para que la próxima generación de estadistas evite el penoso destino del “ἵππου γῆρας”que narra la fábula de Babrio.

Conclusión

Hasta aquí se ha presentado una interpretación filosófica y política de la fábula El caballo viejo. Se incluyeron, para su reflexión, dos textos filosóficos: De la vejez, de Cicerón y Sobre si el anciano debe intervenir en política, de Plutarco. Al final, se hizo un breve análisis estadístico a partir de los datos que aporta Luciano en Los longevos con el propósito de confirmar los argumentos de Plutarco y Cicerón en torno a una vejez prolongada y activa.

Una lectura apresurada de la fábula puede hacer pensar que la vejez es una condición miserable en sí misma. Sin embargo, después de analizar la fábula, queda claro que la vejez solo es miserable cuando el político llega a convertirse en un estadista inútil que no supo aprovechar las fuerzas de la juventud. Al respecto, Plutarco dice que los ancianos despreocupados por los asuntos públicos recibieron en Grecia el apodó de “ἵππου γῆρας” o "caballo viejo".

Aprovechar la juventud para lograr una vejez bien llevada constituye el aspecto positivo del epimythium o la moraleja de la fábula. Esta es la idea que también reflejan los argumentos y ejemplos de Cicerón y de Plutarco.

Ambos filósofos prueban la insuficiencia de las razones según las cuales se dice que la vejez debilita el cuerpo y priva casi todos los placeres y aproxima más el fin de la existencia que obliga al hombre longevo a desestimar los negocios púbicos.

En primer lugar, estos filósofos hacen comprender que los ancianos son miembros de la polis cuya condición sagrada se vincula con la patria y con los dioses del Estado; segundo, los ancianos prueban que el ser humano sirve más y mejor cuando la vejez proporciona virtudes políticas como la precaución (εὐλάβεια), la prudencia (φρόνησις), el consejo (βουλή), la prevision (πρόνοια), el discurso elocuente (λόγος), la discrecion (εὐβουλία), la justicia (δικαιοσύνη), el amor por la patria, por los ciudadanos y por la humanidad (φιλανθρωπία); tercero, los ancianos en verdad se desembarazan de los placeres físicos, pero disfrutan otros placeres que comprometen el alma, tales como: las artes, la investigación de la naturaleza, la escritura, el recuerdo de los antiguos actos relacionados con las acciones hermosas, las obras que sirven al bien común y las que sirven a la humanidad. Finalmente, la vejez no es la única etapa de la vida en la que se está más cerca de la muerte, pues el ser humano puede morir en cualquier instante. Estos argumentos filosóficos y políticos permiten ampliar la comprensión de la fábula. Un relato que estimula la reflexión sobre el rol de los ancianos en la sociedad y la participación política de los jóvenes que, con una vida bien llevada, pueden evitar convertirse en el próximo "caballo viejo" del Estado.

Referencias

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1 El presente artículo se deriva del proyecto de investigación “Didáctica de las lenguas clásicas: enseñanza y aprendizaje en la formación universitaria” (137C-05/18-42) de los grupos de investigación Epimeleia de la Escuela de Teología, Filosofía y Humanidades de la Universidad Pontificia Bolivariana, Medellín, Colombia.

1 Rodríguez, Adrados F. "La fábula griega" 35-6. Sobre los orígenes de la fábula griega, véase Rodríguez Adrados "Más sobre la fábula 346-7.

2La fábula El caballo viejo puede vincularse con las críticas de la política cínica que caracterizan a las fábulas esópicas analizadas por Rodríguez Adrados ("Política Cínica" 1987). El ideal filosófico de la autarquía puede leerse entre líneas si se considera que los jóvenes deben gobernarse a sí mismos para evitar convertirse en políticos inútiles o "caballos viejos" del Estado. Sin embargo, durante el análisis de la fábula se dará otra explicación con base en las opiniones filosóficas de Cicerón y Plutarco.

3Sobre la vida de Babrio, véase la introducción general en la edición de Gredos 1985.

4El concepto epimythium del griego ἐπιμύθιον, se refiere a la enseñanza moral que se agrega al final de una fábula. El procedimiento inverso que introduce la moraleja en el inicio del relato se conoce como προμύθιον. Sobre un estudio detallado de estos conceptos, véase Perry, B. E. "The Origin" 391-419.

5El caballo es el símbolo por excelencia de la vida política y también un emblema de la soberanía para los antiguos. Cf. Raquena 52.

6Sobre la percepción miserable y desgraciada de la vejez en la antigua Roma cf., Torrego 216.

7Carlos García Gual traduce ἀκμή por "florecimiento".

8Es complejo determinar la edad que corresponde a la etapa de la vejez para los antiguos, especialmente porque la única fuente que trata directamente el tema es De la vejez de Cicerón en la que no se aportan muchos datos sobre la edad de los ancianos. Sin embargo, a partir de esta misma fuente se puede aventurar una edad aproximada entre los 40-50 y 60 años. Cf., Torrego 211.

9Sobre el papel misterioso y sagrado del padre de familia en la antigua Roma, véase Coulanges 27-32.

10Traducción de Julio Pimentel Álvarez (UNAM, 1997).

11La institucionalidad que representan los ancianos en la antigüedad posiblemente fue el detonante de disputas y críticas contra la vejez por parte de una juventud hambrienta de poder tanto en Grecia como en Roma. Estos síntomas se pueden rastrear a partir de la percepción del anciano en la literatura antigua. Cf., Torrego 216.

12Ser "amigo de los hombres" (φιλάνθρωπος) como característica del estadista o “amante de la humanidad” (φιλανθρωπία) son conceptos fundamentales y recurrentes en las Vidas de Plutarco. Cf., Duff 59; 83. Junto a estos conceptos también aparecen en sus obras otras palabras compuestas de gran importancia para comprender las Vidas, tales como: φιλόπρωτος (deseo de ser el primero), φιλονικία (deseo o amor de victoria), φιλοδοξία (deseo de gloria), δοξομανία (locura de gloria), φιλονεικία (amor por la lucha).

13Al igual que para Platón Leyes 766a y Aristóteles Ética Eudemia 1242a, 22-26.

14Traducción de Ismael Roca Meliá (DeAgostini, 1995).

15Así opina Platón al considerar que los ancianos (πρέσβυς) deben comandar, mientras que los más jóvenes deben obedecer. Cf., Platón República III, 412c.

16Es importante mencionar que Platón utiliza una metáfora animal cuando habla en boca de Sócrates sobre la formación de los jefes del Estado, al compararlos con potros o caballos jóvenes (πῶλος) que deben ser puestos a prueba. Cf., Platón República III, 413d.

17Muchos investigadores no reconocen la autoría de Luciano para este escrito. Sobre el debate véase la nota introductoria en la edición de Gredos 1981.

18Néstor fue una de las figuras más representativas de la vejez en la antigüedad clásica por su sabiduría y servicio militar a los Aqueos durante la Guerra de Troya. Cf., Cicerón De la vejez, 31; Plutarco Sob. Anc. 788ab.

Cómo citar este artículo en MLA: Mazo Lopera, John Edison y Alveiro Valencia Ramírez. "El caballo viejo. Interpretaciones filosóficas y políticas de una fábula". Escritos 28. 60 (2020): 15-28. doi: http://dx.doi.org/10.18566/escr.v28n60.a02

Recibido: 20 de Septiembre de 2019; Aprobado: 03 de Febrero de 2020

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