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Escritos

Print version ISSN 0120-1263

Escritos - Fac. Filos. Let. Univ. Pontif. Bolivar. vol.29 no.62 Bogotá Jan./June 2021  Epub Oct 29, 2021

https://doi.org/10.18566/escr.v29n62.a00 

Editorial

Métodos y metodologías en la investigación filosófica

Francisco Díez Fischer1 

1 Editor invitado Universidad Católica Argentina. Doctor en Filosofía por la Universidad de Buenos Aires, Argentina. Docente de Antropología Filosófica en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Católica Argentina. Investigador Adjunto del CONICET, Argentina. Correo electrónico: franciscodiez@uca.edu.ar.


El objetivo de este dossier es presentar distintos métodos para hacer investigación en filosofía. Los motivos para asumir este trabajo residen en una serie de preguntas diversas que descansan sobre un mismo presupuesto de experiencia: los hombres pensamos de modos infinitamente heterogéneos, pero, en esa diversidad, parece haber unas formas más rigurosas que otras al dar razones y fundamentos sobre lo que se logra saber. Este principio, que sustenta la necesidad de formarse como investigador en cualquier ciencia, implica aprender metodologías concretas. Eso significa ejercitarse en "caminos a seguir", específicos para hacer ciencia, lo que indica la etimología griega de μετά-ὁδός.

En el campo actual de la filosofía, la necesidad de aprender métodos para pensar con rigurosidad es evidente e incuestionable. Sin embargo, a diferencia de lo que sucede en otros saberes, los posibles caminos a seguir son tantos y tan diversos (histórico-crítico, hermenéutico, fenomenológico, etc.) que, cuando hay que decidirse por uno para formarse en él e investigar, se genera una cantidad colosal de preguntas y dudas que motivan esta publicación. ¿Cuántos y cuáles son los métodos vigentes para filosofar con rigor y fundamento? ¿Hay una metodología más "adecuada" que otra para investigar en nuestra disciplina? ¿Bajo qué criterios debe elegirse una de ellas cuando encaramos un trabajo doctoral o asumimos la "carrera" de investigador? Incluso ¿por qué ciertas filosofías se identifican de tal forma con su método que parecen ser inseparables?

Estas preguntas se extienden a la identidad particular de quien se dedica a esta tarea después de Descartes. ¿Qué significa ser un investigador en nuestra disciplina? ¿Por qué caminos se llega a ser un "filósofo profesional" o, siendo menos pretensioso, un "erudito aceptable"?

Soy incapaz de dar respuestas explicando las causas de tales cuestiones que hacen a "la" filosofía en singular y al compromiso personal contraído por cada uno. Solo me animo a aventurar que estas preguntas han incomodado alguna vez a todo investigador en filosofía a causa del grado de incertidumbre que genera la heterogeneidad de respuestas sobre métodos de investigación en nuestra disciplina. El motivo profundo de este dossier es, por tanto, mostrar la conflictiva diversidad de este aspecto de nuestra identidad, lo cual, reconozco, se convierte en un objetivo inabarcable desde el inicio. Me excuso de antemano. Las nueve metodologías presentadas a lo largo de los nueve trabajos contenidos en esta publicación son actuales y vigentes, pero no comprenden ni por asomo todos los métodos existentes y potencialmente productivos. El criterio para seleccionar y presentar solo algunos de ellos surgió del debate sobre cuáles podían ser los más extendidos en el presente de nuestra comunidad filosófica. Sobre esa base se estableció un doble objetivo para cada artículo: presentar un método particular para hacer investigación en filosofía y ofrecer algunos lineamientos o ejemplos prácticos para su ejercicio. Tal pretensión particular para cada trabajo debió superar dos dificultades generales del dossier.

La primera fue la resistencia natural a una sobreabundancia temática. ¿Cómo ofrecer un panorama general de temas tan debatidos en particular? En los últimos siglos, la filosofía asumió un papel central en las discusiones científicas sobre la rigurosidad de los caminos a seguir. Por momentos, solo monologó bajo el paradigma hegemónico de la epistemología. Interminables vueltas a la circularidad de la reflexión, interrogándose por sus propias condiciones de ejercicio riguroso, despertaron la nostalgia por los sabios maestros y sus métodos particulares, aquellos que se adquieren con paciencia, tiempo, rostro y apellido. La dificultad y la nostalgia fueron mitigadas en este volumen con la esperanza de que todos estamos aprendiendo constantemente a pensar. Se puede pensar mejor, incluso, cuando no entiende. Se puede saber con más precisión lo que se ignora. Se pueden formular mejor las preguntas que nos orientan. Confío en que los artículos aquí reunidos evitan monólogos metodológicos y animan a la tarea permanente de aprender a preguntar con rigor.

La segunda dificultad fue de orden práctico. ¿A quién convocar para explicar cuestiones tan diversas y conflictivas? Por una parte, a expertos en ciertas metodologías que son referentes ineludibles al pensar sus problemas. Por otra, a conocidos y amigos que saben más que uno y aceptan de buena gana un encargo desafiante. En cualquier caso, todos los convocados presentan metodologías diferentes desde lugares distintos. Todos tienen por profesión la filosofía. Todos son amantes de un mismo saber, pero cada uno desde un topos diferente. Se distinguen por nacionalidades, géneros, edades, estilos y tonos, antecedentes y expertise. Al verlos reunidos, siendo todos pensadores de un mismo y diverso continente, confío en que hemos logrado juntos representar la pluralidad de voces imprescindible para abordar un tema que lo exige de suyo.

Junto a la confesión de estas dificultades y con la esperanza de despertar el interés por la lectura, ensayo una presentación de cinco grandes debates que agrupan a los nueve métodos en filosofía que los escritores explican con voces caminantes.

El primer trabajo asume el debate en torno al método histórico crítico, presentado con destreza por Silvana Filippi, quien analiza la incidencia de los factores históricos, tanto externos como internos, en la labor investigativa de textos filosóficos. Desde el inicio, no desdeña enfrentarse a las paradojas que este método suscita y a las complejas aristas que supone su aplicación. Parte de una evidencia propia de toda investigación que se llame filosófica: hay un conocimiento indispensable que el investigador en filosofía ha de tener de la historia de su propia disciplina. Esa peculiar y extraña relación entre filosofía e historia de la filosofía otorga un valor perenne al método histórico-crítico que se concreta en el famoso "estado de la cuestión", presente en cualquier proyecto. Al análisis de esa íntima relación, Filippi lo ejemplifica con casos históricos que confirman la importancia de este método y la necesidad de evitar sus excesos. El segundo gran debate gira en torno al método hermenéutico y agrupa tres trabajos que presentan vías que se entrecruzan en este camino. En primer lugar, Luis Eduardo Gama Barbosa presenta las posibilidades metodológicas de la hermenéutica de Hans-Georg Gadamer. Con maestría, nos conduce por las paradojas que implica un "método hermenéutico", contrapuesto a la expansión metodológica de las ciencias de la naturaleza. Se trata de un método que se sostiene en el hacer de las cosas mismas en la vida del lenguaje, cuya forma dialéctica revela la importancia del oído para la investigación filosófica, y que debe permitir el acontecer del sentido favoreciendo la expresión de lo latente en los fenómenos. A partir de esta descripción, Gama Barbosa propone tres prácticas metodológicas para desarrollar la filosofía: a) determinar el topos de la comprensión, b) asumir el principio de corrección y c) desarrollar una sensibilidad para el acontecer. Creo que cualquier investigador en nuestra disciplina encontrará valiosa la inteligencia de estos principios de trabajo.

En segundo lugar, Diana Muñoz González presenta los contrastes metodológicos entre la hermenéutica y la deconstrucción a través de la difícil tarea de confrontar, acercando y distanciando, una de otra. Parte de un ejemplo concreto, la lectura de la poesía de Celan que hacen Gadamer y Derrida. Lo más propio del método hermenéutico es el reconocimiento de sus límites para pensar el texto con y desde ellos. Eso abre camino para leer su "sintaxis oculta", participar del juego entre sonido y sentido, y atender con el oído al "así o de otro modo" que comprende la unidad del sentido. El resto de la deconstrucción derridiana enfrenta esa continuidad hermenéutica. Revela sin descubrir la ilegibilidad del texto que hace posible su lectura. La diferencia y complementariedad entre ambas propuestas ayuda a pensar ese resto como condición de posibilidad de la investigación filosófica que conlleva también la tarea de escribir desde la resistencia. Leer y escribir haciendo justicia al enigma del pensamiento es parte central de estas vías entrecruzadas en un mismo camino metodológico.

En tercer lugar, Mauricio Mancilla Muñoz presenta el método hermenéutico de Friedrich Schleiermacher. La referencia tan concreta a un autor particular logra un doble objetivo que surge de los tres artículos descriptos hasta ahora. Por un lado, Mancilla Muñoz practica el método histórico crítico presentado por Filippi. Su trabajo es un buen ejemplo del análisis sobre textos y factores históricos que es ineludible al ingadar un tema en la historia de la filosofía. Por otro, su trabajo revela la fuente de los artículos de Gama Barbosa y de Muñoz González, así como las raíces de la productividad actual de esta metodología. Mancilla Muñoz presenta con pericia las novedosas posibilidades de esta hermenéutica originaria: la potencia productiva del círculo hermenéutico, la exigencia para todo investigador de asumir una tarea infinita y de enfrentar la relación dinámica entre lo universal y lo individual, así como de tomar la decisión pragmática de lanzarse a escribir cuando cree haber comprendido mejor y confía en tener una imagen de la totalidad. Aquel que se anime a la tarea de aprender a pensar con rigurosidad apreciará este trabajo minucioso de construir reconstruyendo.

El tercer debate gira en torno al método de la fenomenología presentado por Mariana Larison. Una corriente tan rica como compleja en vertientes ortodoxas, y no tanto, es expuesta a través de un recorrido claro y preciso por sus autores de referencia (Husserl, Heidegger y Merleau-Ponty). Larison muestra la complejidad del método y la descripción fenomenológicas, y revela su potencial para la reflexión con la propuesta de una experiencia práctica hoy cercana: la lejanía corporal a la que obliga la pandemia. El método fenomenológico hace posible pensar con rigor nuestro originario y corporal "estar referido" que opera en todo humano filosofar.

El cuarto debate se ocupa del método arqueológico y genético en Michel Foucault. Poniendo en práctica el método histórico crítico, Iván Gabriel Dalmau muestra cómo, en distintos momentos de su obra, Foucault desarrolla un trabajo arqueológico de archivo en perspectiva de ofrecer una crítica como actividad de diagnóstico ontológico-político del presente. Su objeto privilegiado es el discurso de las ciencias humanas, no para cuestionar la falta de objetividad de estas ciencias a causa de insuficiencias metodológicas, ni para proponer un "camino adecuado" a seguir que haga posible conocer científicamente lo humano. Antes de investigar sus condiciones de posibilidad científica, la filosofía como crítica da cuenta de sus condiciones de existencia. Se ocupa de sus formas de objetivación, es decir, de los modos históricos de constituir objetos de estudio y posiciones subjetivas, por ejemplo, respecto de la delincuencia, la sexualidad y la anormalidad, objetos del derecho, la medicina y la psicología. Así el método foucaultiano, arqueológico y genético a la vez, desentraña la ontología-política subyacente a estas ciencias y a su certificación científica como legitimación de poder operante precisamente a través de sus metodologías. Este gesto metodológico lo aplica también a su propia obra. Reconstruye, reelabora y reformula sus trabajos a fin de precisar la tarea crítica de la filosofía y revelar los grandes peligros que acechan en los caminos con los que constituimos "objetos de investigación".

El quinto y último debate abarca tres trabajos que se ocupan de distintos aspectos de los métodos analítico y pragmático. En el primer texto, Claudio Cormick presenta la epistemología naturalizada como método de investigación. A través de un recorrido histórico, Cormick despliega un estudio detallado sobre las posibilidades de naturalizar la ciencia y, con ella, la filosofía. Muestra los problemas y alcances de esa naturalización, y alienta al ejercicio de considerar qué sesgos se ponen en marcha en una investigación con pretensión crítica, tanto los que operan en el objeto de estudio como en la propia tarea investigativa. Su trabajo anima a interrogarse qué fundamentos conviene asentar en la propia labor de elucidación filosófica.

El segundo trabajo versa sobre el método en el pragmatismo contemporáneo y es abordado por Pedro Martínez Romagosa. El problema de la metodología del pensar filosófico y de las ciencias humanas se juega en una disyuntiva entre la experiencia como método, propuesta por Dewey y Hook, y un pragmatismo sin método propuesto por Rorty. La prioridad de la experiencia o del lenguaje son dos formas que toma el debate metodológico en esta tradición. Por un lado, la concepción universalista del método, ligada al carácter paradigmático de las ciencias naturales y de su metodología experimental. Por otro, un anarquismo metodológico que desfonda esa autoridad última sobre la base de su dependencia de la práctica social de la investigación. Martínez Romagosa propone una posición intermedia que no desdeña la importancia metodológica de la experiencia, ni universaliza el método, sino que lo pone en revisión continua desde la práctica comunitaria de investigación.

El tercer y último trabajo se ocupa del método de la ingeniería conceptual. Presentado por Carlos Muñoz-Suárez, a partir de la filosofía experimental, el método para la solución de problemas se revela válido también para el abordaje de cuestiones filosóficas. El análisis de Muñoz-Suárez ayuda a tomar consciencia de la ingeniería conceptual que desarrollamos al abordar un problema de investigación. Se trata tanto de un instrumento como de un compromiso con cuerpos conceptuales con los que se enfrenta un problema para revelar su potencial creativo. Incluso, el fracaso de esta ingeniería puede ser un éxito en el ámbito filosófico, siempre más fecundo por la riqueza de las buenas preguntas que por las soluciones de respuestas definitivas. Esta práctica ingenieril en la construcción de estructuras de pensamiento culmina con la propuesta de una mecánica conceptual innovadora, función de las grandes filosofías. Muchas veces, cuando elegimos a un pensador, su innovación conceptual se convierte en nuestro instrumento, y nos revela la función esencial que la imaginación tiene en la tarea investigativa.

En la lectura total de estos debates filosóficos sobre metodologías, que quizá son un método del debate o el debate como método, resuenan articulaciones inesperadas. Por ejemplo, las discusiones en el pragmatismo sobre la pretensión de universalidad del método experimental redoblan en la crítica hermenéutica la misma pretensión. La cercanía entre imaginación y experimentación que propone el pragmatismo clásico bajo la figura del ensayo imaginario no deja de recordar a las variaciones imaginativas del método fenomenológico. La preocupación por los sesgos cognoscitivos de la epistemología naturalizada refleja la misma preocupación por los prejuicios que hay en la hermenéutica de Gadamer. Incluso, la tarea infinita de interpretación propuesta por Schleiermacher no deja de emparentarse con la tarea de reformulación constante que Foucault asume como gesto metodológico sobre su obra.

No obstante, la impertinencia de estas parejas académicas son solo una provocación. Ojalá que todo lo dicho en este dossier contribuya a la tarea de aprender a pensar que es también, y desde siempre, un saber preguntar.

Cómo citar este artículo en Chicago: Díez Fischer, Francisco. "Editorial. Métodos y metodologías en la investigación filosófica". Escritos 29, no. 62 (2021): 1-7. http://doi.org/10.18566/escr.v29n62.a00

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