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Escritos

versión impresa ISSN 0120-1263

Escritos - Fac. Filos. Let. Univ. Pontif. Bolivar. vol.29 no.63 Bogotá jul./dic. 2021  Epub 15-Abr-2022

https://doi.org/10.18566/escr.v29n63.a09 

Artículos

Una pretendida ocupación para las humanidades

A purported occupation for the humanities

Luis Alberto Carmona Sánchez 1  

1 Magíster en Filosofía Moral y Política. Profesor de la Universidad Nacional de Colombia sede Manizales. Correo electrónico: ruacarmonasa@unal.edu.co


RESUMEN

En este artículo se busca aportar una reflexión fundamentada en la filosofía y la sociología en torno a la ocupación, si le corresponde alguna, de las humanidades. Según la hermenéutica de textos fundantes sobre la pregunta qué es el hombre y sobre diversas perspectivas sobre ello, se configura una reflexión que apunta a sostener la que, al modo de ver del autor, corresponde ser la ocupación básica y determinante de las humanidades. Para ello, se desarrollarán cinco apartados en los que se expongan introducción a algunas ideas básicas sobre las humanidades, fundamentos de una antropología filosófica, qué es el hombre desde el estudio de la sociología, qué es el hombre desde el estudio de la biología y las neurociencias, y las humanidades como totalidad. El artículo pretende aportar a la comprensión respecto de que cultivar las humanidades y desarrollarlas exige una intención de hacer de estas una representación conceptual e inacabada del mundo, no un trozo de arcilla dúctil a imagen y semejanza por quienes ven en ellas el escenario de la praxis por excelencia. Se concluye principalmente que la relevancia, la propia naturaleza de las humanidades, yace en ampliar el espectro de preguntas en torno a qué es el hombre, antes de pretender aportar respuestas acabadas, por lo que, en el momento mismo en el cual a la pregunta capital ¿qué es el hombre? se le encuentre respuesta acabada y se convierta en ley, no solo queda una pregunta resuelta, sino una vida sin sentido.

Palabras clave: Humanidades; Hombre; Cultura; Biología; Ciencia; Antropología filosófica

ABSTRACT

This article seeks to provide a reflection based on philosophy and sociology around the occupation, if any, of the humanities. According to the hermeneutics of founding texts on the question "What is man?" and on various perspectives on it, a reflection is configured that aims to sustain what, in the author's view, corresponds to be the basic and determining occupation of the humanities. For this, five sections will be developed in which an introduction to some basic ideas about the humanities, foundations of a philosophical anthropology, what is man from the study of sociology, what is man from the study of biology and neurosciences, and the humanities as a whole are exposed. The article aims to contribute to the understanding that cultivating the humanities and developing them requires an intention to make them a conceptual and unfinished representation of the world, not a piece of ductile clay in the image and likeness of those who see in them the stage of praxis by excellence. It is mainly concluded that the relevance, the very nature of the humanities, lies in broadening the spectrum of questions about what is man, before attempting to provide complete answers, so that, at the very moment in which the crucial question "What is man?" is found a finished answer and it becomes law, not only is a resolved question left, but also a meaningless life.

Keywords: Humanities; Man; Culture; Biology; Science; Philosophical Anthropology

Introducción

Cuando Narciso y Goldmundo dieron inicio a sus primeras conversaciones en el monasterio de Mariabronn, este habló de su padre a aquel. El esfuerzo fue infructuoso, pues el padre de Goldmundo no logró ser representado en una imagen concreta por el pensamiento de Narciso, quien "no podía verlo". En la obra literaria de Hermann Hesse que lleva por título los nombres de ambos personajes, Narciso y Goldmundo, son constantes las alusiones, los pensamientos y las preguntas en torno a las representaciones abstractas posibles de hacer con conceptos y las representaciones concretas llevadas a cabo, por ejemplo, con un trozo de madera para esculpir un torso, como se reitera al final de la vida del aventurero Goldmundo.

Que Goldmundo hable de su padre con esfuerzo denotado, y no obstante que quien lo escucha no logra imaginarlo como tampoco forjarse una silueta concreta sobre él, del padre, permite abordar y dar cuenta, en últimas, de las humanidades, de lo que estas pretenden ser y hacer. Y lo refiero en el siguiente sentido: no siempre hablar mucho sobre un tema, persona o lugar lo vuele aprehensible para todos, y de manera particular para introducir la discusión que se propone: tampoco la falta de respuestas ante determinadas preguntas que se formulen desde las humanidades implica, necesariamente, incomprensión sobre ellas. Antes de sugerir esto un esfuerzo falto de valor en el campo de las humanidades, insinúa la cualidad, al modo de ver que se introduce en el texto, más decidida de quienes se dedican, si es que ello implica una dedicación, a lo que suele denominarse humanidades.

Las personas en general, y en especial los académicos que han pretendido definir las humanidades, quienes han destacado la necesidad de estas ayer y hoy en la vida individual y social del hombre; quienes han asumido un carácter práctico y, por tanto, útil en ellas; quienes están convencidos de que el mundo moderno, capitalista o como lo quieran titular requiere más contenidos humanistas que, por ejemplo, ingenieriles; quienes invitan a leer un libro, ver una ópera, declamar un poema o maravillarse con líneas curvas exageradas asumidas como pinturas, para que en el mundo reinen las humanidades y, por ende, formas más humanas, o tal vez realmente humanas de vida... todos ellos, sumados los detractores mismos de las humanidades, se mueven en el terreno de la abstracción que necesariamente implica su dedicación reflexiva.

Lo anterior, antes de sugerir demarcaciones mecánicas e inflexibles entre las pretendidas ciencias naturales y las disciplinas humanistas, y como se desarrollará más adelante, introduce un llamado de atención a la necesidad de trabajos cooperativos en tanto el objeto que las convoca a estudiar es holístico. En este sentido, la reflexión que realizo es un llamado a la consiliencia, con la que se deja en claro la artificial separación entre los saberes. En palabras de Antonio Alvar Ezquerra,1 es un llamado a la "conveniencia de fomentar las actitudes epistemológicas multi- o interdisciplinares", en tanto hoy día, dice, "ya casi nadie se atrevería razonablemente a sostener verdades absolutas sobre la primacía de los saberes".2

Expresado de otra manera: sobre la icognoscibilidad abstracta del hombre, sobre lo que se desconoce de él en los ámbitos físico, moral, cognitivo, neuronal, social, etc., y que lejos estamos de conocerlo y menos en su totalidad desencantadora, es sobre lo que versan las humanidades. En el momento mismo en que un interesado en las humanidades y el estudio del hombre en su totalidad se dedique a reflexionar sobre los contenidos propios de las humanidades, que no son más que las dimensiones del hombre en lo individual y social, logre de forma definitiva resolver inequívocamente cuál es la esencia, naturaleza del hombre, de la forma segura que un matemático llega a la respuesta precisa producto de la sumatoria de 3 + 3, en ese instante, las humanidades dejan de tener valor, utilidad, carácter de necesidad alguno. Las humanidades "funcionan" como campo de reflexión porque las preguntas que se formula no han sido respondidas, y los esfuerzos por responderlas conducen laboriosamente y con agrado que así sea a formular más preguntas que a cerrar las primeras con respuestas con intención de solución definitiva. En esto, pero solo en esto, se sigue la idea rectora de Sartre sobre la importancia que asigna a la filosofía: intento continuo de interrogación.

Es baldía la exigencia, desde las humanidades, querer revelar el secreto de la esfinge, la del hombre para el caso. Esta maravilla precisamente por ello, porque exige continuar preguntando, porque conduce a sofisticar los métodos de indagación, obliga a mejorar las preguntas, a ensayar sus respuestas para ampliar el espectro de dudas.

Es loable y entendible el interés de quienes desde las humanidades llaman la atención sobre la necesidad de fundamentar las relaciones sociales entre los hombres y con el conjunto integral de la naturaleza sobre bases que reivindiquen la dignidad, el bienestar y el reconocimiento, incluidos los discursos dieciochescos de un pretendido humanismo español.3 No obstante su intención, a las humanidades no les corresponde el papel práctico de factor real de poder que no solo indique cómo vivir, sino que también y, sobre todo, pueda decidir imperativamente sobre ello, más allá de la exigencia en la que ha sido metida por sus más devotos reivindicadores.

Las humanidades representan conceptualmente el mundo; a la política y a la economía les pertenece tallar la fisonomía, desfigurada o no, de este. Es decir, el carácter práctico y útil, que sin duda lo tienen las humanidades, es enriquecer el conocimiento sobre la totalidad de lo que implica el hombre a partir, como se notará a continuación, del concierto de todas y cada una de las ciencias y disciplinas en comunión sobre lo mismo: conocer la totalidad del hombre en tanto encuentre respuestas que desencadenen nuevas vetas de interrogación.

Este artículo, por tanto, busca aportar una reflexión en torno a una pretendida ocupación de las humanidades, de corresponderle alguna. Según la hermenéutica de textos fundantes sobre la pregunta qué es el hombre y sobre diversas perspectivas sobre ello, se configura una reflexión que apunta a sostener la que, al modo de ver del autor, corresponde ser la ocupación básica y determinante de las humanidades. Para ello, se desarrollarán cuatro apartados en los cuales se expongan fundamentos de una antropología filosófica, qué es el hombre desde el estudio de la sociología, qué es el hombre desde el estudio de la biología y las neurociencias, y las humanidades como totalidad. El artículo concluye principalmente que la relevancia, la propia naturaleza de las humanidades, yace en ampliar el espectro de preguntas en torno a qué es el hombre, antes de pretender aportar respuestas acabadas.

Fundamentos de una antropología filosófica

Un par de ideas transitorias entre lo anterior y lo que a continuación se fundamenta. Las cuatro preguntas formuladas por Kant sintetizan las reflexiones que hasta el siglo XVIII el hombre había realizado sobre su vida: su procedencia, la finalidad de esta y lo que inequívocamente lo diferenciaba de un caballo o un cerezo; a su vez, el filósofo alemán inauguró un campo de reflexión desde el cual seguir preguntando sobre ¿qué es el hombre? Esta pregunta, la cuarta de ellas,4 remite a la antropología filosófica.

Kant supo ordenar y diferenciar esta pregunta de las tres restantes, las que tenían que ser atendidas por la metafísica, la moral y la religión. Sin embargo, la respuesta no estaba cerca, menos por eventual incapacidad cognoscitiva de Kant que ciertamente por la naturaleza misma de la pregunta. Heidegger acudió en su defensa y afirmó que la pregunta posee un carácter indeterminado: "el modo mismo de preguntar por el hombre es lo que se habría hecho problemático".

Kant y Heidegger no fueron tras la respuesta de la pregunta capital qué es el hombre, sino que contribuyeron a su formulación, evitaron desviar el interés integral antropológico cerrando el paso al campo ontológico o a cualquier otro que fragmente y se proclame a sí mismo hacedor de la verdad.

Esto se conoce desde el momento en que Eva, y por extensión Adán, desobedecen y marcan una ruptura en la concepción del hombre. La desnudez y finitud del hombre dan base para que el hombre se piense a sí mismo. Antes de resolver un problema, se inaugura plantearlo desde fundamentos más cercanos al hombre mismo y, sobre todo, amplía la gama de preguntas necesarias que se tienen que formular.

También se recuerda, con un pistoletazo frente a Adán y Eva, la contribución de Hegel al respecto. Para el filósofo suabo, el problema sobre el hombre yace en el "espíritu universal"; para Marx, bebiendo de la fuente hegeliana a cabalidad, y quien no resuelve el problema, antes lo formula con otro ingenio: pone el acento para explicarlo según las "relaciones sociales de producción".

Las múltiples ciencias y disciplinas humanas y de lo social que han venido aportando metódicamente a la cuarta pregunta han generado o, mejor, han puesto en evidencia la necesidad del trabajo conjunto y cooperativo entre ellas para estudiar lo que en últimas es su mismo "objeto" de estudio, a saber: el hombre en sus múltiples dimensiones. En relación con esto, se revisan algunos de los aportes más relevantes en dicho estudio y pretensiones de respuesta a qué es el hombre, con la única intención de develar que, en última instancia, los aportes comprensivos de estas disciplinas conducen a más preguntas en la medida en que acercan parciales respuestas sobre sus motivaciones investigativas originarias.

Qué es el hombre desde el estudio de la sociología

Recordemos el libro de Martin Buber, con precisión titulado ¿Qué es el hombre?5 El autor permite un sustento a lo planteado: el hombre es una cuestión a pensar desde dimensiones nuevas, con inteligencia que sofistique las preguntas, las complejice de acuerdo con el contexto (Volkgeist) en que se formulan. Según esta concepción, sugerir un principio de perfectibilidad en las preguntas es un equívoco. Al contrario, se pretende apuntar sobre la necesidad de su actualización a partir de nuevos retos que plantea el conocimiento del hombre en su propia búsqueda de comprender qué es, qué lo hace ser como es, qué hace al hombre ser hombre o, como más usual aparece en las reflexiones de las humanidades, qué es lo humano de lo humano. La lectura del libro orienta al lector por la dirección que se resalta: incentivar y provocar preguntas que se integren en la que en este artículo se posiciona como capital: ¿qué es el hombre?

Por ejemplo, si se decanta por responder a la pregunta capital que el hombre es cultura, antes de lograr una respuesta se inaugura un nuevo problema: qué es la cultura. El alma, la finitud, el lenguaje y ahora la cultura vienen a enriquecer las preguntas, en ningún caso validan una respuesta. Es con este traslúcido interés que Buber aportó al complejizar el problema. La relación entre el individuo y lo colectivo representaron su aporte, teniendo continuidad y mayor despliegue por parte del pensador Edgar Morin.6 De su libro La humanidad de la humanidad, el apartado cuarto, asumo, es el de mayor valía para el caso. Advierte Morin sobre "El complejo humano": el medio, los genes, la sociedad, la historia, las ideas, etc. Todo ello constituye al hombre. Preguntarse, por tanto, qué es el hombre remite a dimensiones múltiples que la reflexión filosófica por sí sola no logra abordar; habrá de escuchar al biólogo, al sociólogo, al antropólogo. La dualidad individuo-colectivo se complejiza con la inclusión del concepto-realidad llamada especie. De esta manera, el problema sobre el hombre se amplía, enriquece y aleja de las respuestas "acabadas" al acercar más preguntas.

Buber y Morin, como antes Kant y quienes se han referido a la pregunta con más preguntas, han despejado dudas sobre el quehacer de quienes se interesan por las humanidades. Biólogos y filósofos conciben que defender a ultranza la exclusividad explicativa del campo disciplinar que representan es hablar para sí solos y, a lo sumo, todo termina en un esfuerzo endogámico sordo. En su libro ¿Qué es el humanismo y para qué las humanidades en la actualidad?, Francisco Camero Rodríguez7 apunta a la demostración del mutuo requerimiento entre las ciencias y las humanidades, estas últimas entendidas como conocimiento multidisciplinario del hombre. Luc Ferry y Jean-Didier Vincent8 también siguen esta dirección, autores para quienes el hombre no solo es historia, ni simple condicionamiento biológico, son lo uno y lo otro, y muchas "cosas" más. La experiencia de un "cachorro humano", Mowgli al caso (personaje de El libro de la selva, de Rudyard Kipling9) aporta en este sentido de reflexión.

La parcialidad reduccionista de este apartado, al tratar de la sociología, sugiere más los límites de pretender ampliar la multiplicidad teórica, por lo general de choque entre las muy diversas perspectivas sociológicas, que agotar las perspectivas mismas. De otra manera, la intención era poner en evidencia que pretender otorgarle exclusividad de terreno a la sociología para hablar del hombre es tan pernicioso como justificar lo mismo al extender la exposición con cada uno de sus planteamientos sobre la interacción social, la estructura de la sociedad, la función de los roles del individuo y sus instituciones, los conflictos entre la determinación del contexto social y el carácter voluntario del comportamiento individual del sujeto social, etc. Así, por tanto, la perspectiva sociológica se amplía, con precisión, en cuanto coopera con la biología y las neurociencias, por ejemplo.

Qué es el hombre desde el estudio de la biología y las neurociencias

Vale la pena sospechar, aunque sea sino sospechar, qué es el hombre. En este sentido, aportan Ferry y Jean-Didier. El filósofo y el biólogo desde una perspectiva integral sostienen que, si bien se conoce algo más sobre el hombre, es del todo insuficiente para aportar una respuesta responsable y menos definitiva. Es preferible formular buenas preguntas que lanzar malas respuestas.

Cuando la libertad aparece como el "elemento" diferenciador del hombre del resto de la naturaleza (y esto para sugerir la lectura de Rousseau), las preguntas cambian, las relaciones con Dios necesariamente tienen que ser otras; así como cuando se asume que lo determinante es lo que se adquiere o lo que se hereda. Se abre el campo de reflexión, la naturaleza y la historia ahora comulgan juntas, bien como sociobiología o como antropología biológica, por ejemplo, pero en ningún caso en nombre de la exclusividad, a pesar de los egos de los apóstatas defensores de cada disciplina. Insistir en una perspectiva en que las disciplinas responden a parcelas del conocimiento sin posibilidad de tender puentes entre ellas es insistir en la inoperante concepción de las dos culturas que advirtió Charles Percy Snow, para quien "en las sociedades avanzadas del mundo occidental no podía hablarse de la existencia de una cultura común". (Citado por Darío Valencia-Restrepo).10

En esta perspectiva Ferry y Didier Vincent11 fundamentan su propuesta de la nueva figura del materialismo. Afirman que el "gran descubrimiento del materialismo biológico contemporáneo" consistió en que frente a lo que enseñaban las grandes religiones, y después toda una tradición de pensamiento heredera de la Ilustración, lo común no sería la discontinuidad entre el reino animal y el humano sino, por el contrario, la continuidad en el seno de un vasto ámbito común, el de la universal naturaleza.

Es lo que se evidencia en otros aportes científicos de relevancia mundial: que ningún representante de cualquier disciplina particular podrá hacer suyo el derecho de dar respuestas islas porque saben que no se trata de eso, sino de generar preguntas que integran un continente de conocimiento. También lo entendió Rodolfo Llinás.12 Las neurociencias no entran a resolver nada, solo a explicar algo. Para Llinás, las neuronas cumplen un papel determinante en el pensamiento y el comportamiento humano. Este autor llama la atención sobre algo que realmente es sorprendente: que la mente intenta entenderse a sí misma, "utilizar la mente para entenderla".

Como podrá notarse en este punto de la exposición de las ideas, las humanidades son firmes candidatas autoproclamadas para asumir el fatuo papel de totalidad del hombre. El bloque humano no existe monolíticamente sino en las múltiples relaciones de diferenciación e integralidad que logra con las singularidades de sus dimensiones: cultura, arte, historia, genética, estructura neuronal, sistema de creencias, etc. Esto aproxima ideas a lo que se sospecha es el hombre: una totalidad, lo singular y lo universal que se unen gracias a la frontera que los determina (claramente lenguaje hegeliano desde el cual se formula esta idea).

En razón de esto, las neurociencias profundizan más la maravillosa incertidumbre sobre qué es el hombre. Antonio Damasio (2018)13 amplifica el espectro de inquietudes. Para el autor, los sentimientos terminan por contribuir notablemente a la construcción de las culturas. De su amplia y convincente explicación, Damasio formula una pregunta de aquellas que las humanidades reclama que se plantee cada disciplina: "¿son exclusivamente humanos los problemas que las culturas resuelven, o también conciernen a otros seres vivos?". Pregunta de gran calado filosófico, antropológico, sociológico, biológico, y cuanta disciplina pretenda aportar a la pregunta capital.

El mayor reto de existencia que el hombre se pone a sí mismo es continuar preguntándose por sí mismo, por saber quién es, qué lo hace ser lo que sospecha ser. Y el motivo para actualizar este reto es acercarse a la pregunta capital desde diferentes enfoques disciplinares, como se viene intentando dejar claro. Al respecto, es diciente y alentadora la posición del filósofo inglés Bernard Williams,14 quien al referirse particularmente a la filosofía argumenta:

La filosofía debería deshacerse de ilusiones cientificistas, que no debería tratar de comportarse como una extensión de las ciencias naturales [...], que debería pensar en sí misma como parte de una empresa humanística más amplia de explicarnos a nosotros mismos y nuestras actividades, y que para responder a muchas de sus preguntas necesita poner atención a otras partes de esa empresa, en particular a la historia.

A modo de conclusión: las humanidades como totalidad

Buber15 recuerda que Malebranche decía que "entre todas las ciencias humanas la del hombre es la más digna de él", aun cuando es la menos cultivada y desarrollada, concluía. Tal vez desde esta perspectiva se pueda entender el reclamo de quienes se dedican a las humanidades con la intención de propagarlas, evidenciarlas y anclarlas en un mundo que se presenta de poca ley moral y dignidad de vida. Cabe pensar que su intención conduciría al apoyo de las humanidades en el sentido de hacerlas entrar en o como sistema de creencias políticas, económicas y de vida en general de muchos y ojalá de todos los habitantes humanos del mundo.

Hoy las humanidades se encuentran más "desarrolladas", si por ello se asumen nuevos conocimientos sobre las múltiples dimensiones que configuran al hombre. Cultivarlas y desarrollarlas exigen una intención de hacer de ellas una representación conceptual e inacabada del mundo, no un trozo de arcilla dúctil a imagen y semejanza por parte de quienes ven en ellas el escenario de la praxis por excelencia. De acuerdo con las ideas que se proponen en el artículo, esto trae el riesgo, por ejemplo, de responder que el hombre es solo biología y, por tanto, emprender un proyecto de superioridad de especie en este sentido, o que solo la cultura forja el ser social que la sociedad "necesita" y, por consiguiente, el proyecto conservador de la pedagogía de Durkheim16 se concretice en lid con las libertades individuales.

Las humanidades demandan ser un conjunto de todo para legitimar la posición humanista ante la vida y pretender su conocimiento; ser fuente de inspiración para comprender las relaciones con la vida vegetal, animal y la pretendida humana, pero no podrá ser un arma de combate por la practicidad de la vida. El arma ha de ser la política motivada sin más por el interés humano de formas dignas de vida, reconocimiento, en la manera en que Hegel lo desarrolló, y configuración de un ser genérico en una sociedad que supere la división clasista de la sociedad.

Nada de esto implica que las humanidades tengan una utilidad, sea necesaria, en el sentido en que se expresó el biólogo Edward O. Wilson al afirmar que "el estudio del hombre ha de ser permanente", mientras lo útil es caduco. El hecho mismo de preguntar justifica el esfuerzo de las humanidades y de quienes se ocupan de ellas. Ahora bien, todo lo anterior implica un esfuerzo más por preguntar y sospechar respuestas: ¿qué son las humanidades?, ¿por qué hay que hablar de ello en plural?, o preguntar según el panorama histórico que aporta Agustín Rivero Franyutti17 sobre "¿qué son hoy las humanidades y cuál ha sido su valor en la universidad?", lo que conduce de manera concreta a formular la pregunta sobre ¿cuál ha sido el devenir de las humanidades desde su reconocimiento renacentista con las artes liberales hasta la actualidad donde el reclamo productivo económico de la sociedad las desatiende por su falta de réditos monetarios?, así como indagar si quien dedica sus esfuerzos a saber sobre ello ¿es un humanista? y, por tanto, ¿qué es ser humanista?, ¿y hay que serlo a la manera de Sócrates, de Pico della Mirandola, de Sartre, de Marx, incluso de Heidegger, a pesar de haber caído al hueco por mirar las estrellas? Más allá de la referencia personal, si referentes conceptuales clásicos o contemporáneos, la relevancia yace en las ideas cuya fuerza orienta y provoca reflexiones en torno a las dinámicas del hombre en la actualidad. Finalmente, Narciso continuó comprendiendo conceptualmente el mundo, lo indagó con asiduidad, mientras Goldmundo se supo a sí mismo forjador de figuras concretas y talló en madera rostros divinos. No hay antagonismo entre ellos y sus respectivas actividades, solo claridad y sensatez en lo que corresponde hacer desde la posición que se ocupe en la vida.

En el momento mismo en el que a la pregunta capital ¿qué es el hombre? se le encuentre respuesta acabada y se convierta en ley, no solo queda una pregunta resuelta, sino una vida sin sentido

Bibliografía

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1 Antonio Alvar Ezquerra, "Las humanidades en el S. XXI", RIDROM: Revista Internacional de Derecho Romano, no. 1 (2008): 82.

2Alvar Ezquerra, "Las humanidades en el S. XXI", 82.

3 Julián Sanz del Río, Ideal de la humanidad para la vida (Madrid: Folio, 1999).

4 Las preguntas que se formula Kant son ¿qué puedo saber?, ¿qué debo hacer?, ¿qué me cabe esperar?, ¿qué es el hombre?

5 Martin Buber, ¿Qué es el hombre? (México: Fondo de Cultura Económica, 1967).

6 Edgar Morin, El método 5: La humanidad de la humanidad. La identidad humana (Madrid: Cátedra, 2006).

7 Francisco Camero Rodríguez, ¿Qué es el humanismo y para qué las humanidades en la actualidad? (México: Fontamara, 2014).

8Luc Ferry y Vincent Jean-Didier, ¿Qué es el hombre? Sobre los fundamentos de la biología y la filosofía (Madrid: Taurus, 2001).

9 Rudyard Kipling, El libro de la selva (Madrid: Unidad Editorial, 2011).

10 Valencia-Restrepo, Darío. La unidad del conocimiento. Ciencia y Humanismo, no. 50, 27-44. Colombia: Universidad de Caldas, 2016.

11Ferry y Jean-Didier, ¿Qué es el hombre?, 20.

12 Rodolfo Llinás, El cerebro y el mito del yo: Papel de las neuronas en el pensamiento y comportamiento humanos (Barcelona: Belacqua, 2003).

13 Antonio Damasio, El extraño orden de las cosas: La vida, los sentimientos y la creación de las culturas (Barcelona:Destino, 2018).

14 Bernard Williams, La filosofía como una disciplina humanística (México: Fondo de Cultura Económica, 2011), 190.

15Buber, ¿Qué es el hombre?

16Luis Alberto Carmona Sánchez, "La pedagogía de Émile Durkheim", Revista Panamericana de Pedagogía, no. 30 (2020): 11-18.

17 Agustín Rivero Franyutti, "¿Qué son hoy las humanidades y cuál ha sido su valor en la universidad?", Revista de la Educación Superior 42, no. 167 (2013): 81-100.

Cómo citar este artículo en Chicago: Carmona Sánchez, Luis Alberto. "Una pretendida ocupación para las humanidades". Escritos 29, no. 63 (2021): 346-XX. doi: http://doi.org/10.18566/escr.v29n63.a09

Recibido: 18 de Marzo de 2021; Aprobado: 09 de Noviembre de 2021

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