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Cuestiones Teológicas

versión impresa ISSN 0120-131X

Cuest. teol. vol.38 no.89 Bogotá ene./jul. 2011

 

APROXIMACIÓN TEOLÓGICA A 1 TES 1,1-10

A Theological Approach to 1 Thess. 1, 1-10.

Luis Gabriel Espíndola García*


* Magíster en Teología por la Pontificia Universidad Javeriana. Profesor de Tiempo completo en la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá -Colombia.
Correo electrónico: luis.espindola@javeriana.edu.co

Artículo recibido el 10 de Diciembre de 2010 y aprobado para su publicación el 21 de abril de 2011.


Resumen

El presente artículo es el resultado de un estudio exegético de 1 Tes 1, 1-10. Es una interpretación teológica del texto. Dicha interpretación está coherente con la Tradición y el Magisterio de la Iglesia Católica. El contenido del artículo logra actualizar las verdades fundamentales de la fe cristiana expuestas desde el origen en la comunidad de los tesalonicenses y los valores cristianos vividos dentro de ella. Resulta interesante la reflexión comparativa de la evangelización inicial y la actual evangelización latinoamericana. Finalmente, el artículo se convierte en una invitación para rescatar los fundamentos positivos y atrayentes del cristianismo.

Palabras claves: Reflexión teológica, Primera Carta a los Tesalonicenses, Evangelización, Apóstol Pablo, Virtudes teologales.


Abstract

This article is the result of an exegetical study on 1 Thess 1,1-10. It is a theological interpretation of the text. This interpretation is coherent with the Tradition and the Magisterium of the Catholic Church. The contents of this article succeed in updating the fundamental truths of the Christian faith explained from the beginning to the Thessalonian community as well as the Christian values lived there. It is worthwhile doing a comparative reflection on the first evangelization and the present Latin American evangelzation. Finally, this article wants to be an invitation to reclaim the positive and atractive fundamentals of Christianity.

Key words: Theological reflexion, 1st. Epistle to Thessalonians, Evangelization, Paul the Apostle, Theological virtues.


CONTEXTO INICIAL DEL TEXTO

El contexto general del texto 1 Tes 1,2-10 es la Primera Carta de Pablo a los tesalonicenses. A diferencia de 2 Tes; 1 Tes, ha sido considerada por los especialistas una carta original y auténtica de Pablo; además, es el primer escrito cristiano, redactado en Corinto entre el año 50-51 d.C. La Carta se escribió con ocasión de la llegada de Timoteo a Corinto procedente de Macedonia, quien le llevó noticias a Pablo sobre la vida de los tesalonicenses.

Dentro de los temas generales de la carta están: la acción de gracias a Dios por la recepción y difusión de la fe en el Evangelio por parte de los tesalonicenses, las exhortaciones sobre la caridad y la castidad, el tema de la escatología, la parusía, el destino de los muertos, y las diversas exhortaciones sobre la comunidad. En el estilo discursivo del texto, se aprecia que Pablo utilizó el recurso de un saludo típico de los judíos y del epistolar greco-romano.

La llegada de los cristianos a la ciudad de Antioquía, se dio con ocasión de las primeras persecuciones en Jerusalén y en algunas regiones de Palestina por parte de los judíos a los judeo-cristianos quienes en su mayoría eran de condición «helenista», es decir, hablaban griego y algunos un poco de arameo o hebreo. Lucas relata los hechos ocurridos con los principales protagonistas de la comunidad cristiana primitiva de Antioquía (Hech 11,19-24). Lucas da cuenta de los conflictos internos entre Judeo-cristianos y «helenistas» (Hech 6,1-7), la elección por parte de «los doce» a los diáconos y la persecución a los cristianos «helenistas» especialmente, la llevada a cabo con el diácono-predicador Esteban.

Lucas narra la iniciativa por parte de Bernabé de ir a buscar en Tarso a Saulo (Pablo), llevarlo a la ciudad de Antioquía y presentarlo a la comunidad cristiana residente allí (Hech 11,25-26). En la ciudad de Antioquía hubo una lista de cinco profetas y maestros (Hech 13, 1-3) todos ellos «helenistas»; dentro de la lista se encuentra Saulo. Sobre el mismo Saulo; Lucas narra de forma extraordinaria los hechos sobre su vocación en Damasco y la manera como fue presentado ante los apóstoles por parte de Bernabé. Según Lucas, en la ciudad de Antioquía, se inició la misión especial (hacia los gentiles) promovida por el Espíritu Santo, Pablo y Bernabé fueron elegidos para ésta misión delante de toda la comunidad (Hech 13, 2-3).

Pablo apareció en la comunidad cristiana de la ciudad de Antioquía con especial protagonismo. Se identificó como "Apóstol de Jesucristo" elegido por Dios según la tradición profética (Gal 1,15-16). A partir de la experiencia exclusiva en él, otorgada por la bondad de Dios, adquirió Pablo una nueva concepción teológica: la fe en la revelación de Dios a través de su Hijo Jesucristo resucitado de entre los muertos. Esta fe de Pablo, produjo un nuevo comportamiento en su vida: la práctica de la caridad con los demás y el anuncio del Evangelio como el mensaje fundamental de la esperanza.

Dentro de las primeras misiones originadas desde la comunidad cristiana en la ciudad de Antioquía, se predicó el Evangelio a los gentiles de la ciudad de Tesalónica (1 Tes 1, 5) y se comenzó a constatar la elección por parte de Dios no sólo a los judíos sino también a los gentiles. El fundamento del mensaje teológico anunciado a los gentiles, necesariamente tuvo que ser asimilado por Pablo y algunos de sus compañeros a partir de las tradiciones cristológicas predicadas por algunos judeo-cristianos-helenistas llegados a la ciudad de Antioquía con ocasión de la persecución de éstos, originada en Jerusalén.

La prueba de la existencia de las tradiciones cristianas en la ciudad de Antioquía, se obtiene a partir del estudio de varias fórmulas de fe cristológicas presentes en los primeros escritos cristianos. Estas fórmulas de fe cristológica fueron fundamentales en la predicación del cristianismo naciente. La fórmula en 1 Cor 15, 3b-5; habla de la muerte de Jesús por los pecados, es decir, la muerte de Jesús adquirió carácter de salvación, de expiación de los pecados ante la "ira de Dios". Por esto, Jesús es el Salvador (Elegido, Ungido o Mesías), la prueba está en que también, Jesús resucitó de entre los muertos "al tercer día" (por ser un "justo sufriente"), según la tradición teológico-judía del Siervo de Yahvéli (Is 42,1-4); esto es "según las Escrituras". La fórmula en Rom 1, 3-4; presenta a Jesús como Hijo de Dios, del linaje de David, constituido "Señor nuestro". Con esta tradición se reafirmó el carácter mesiánico de Jesús y de «Rey» y «Señor» para el dominio (señorío) sobre todos los pueblos y no sólo sobre Israel.

Aunque la reunión de Pablo, Bernabé, Tito y otros cristianos de Antioquía con los dirigentes de Jerusalén ocurrió fuera de Antioquía, el relato expuesto por Lucas (Hech 15, 1-12) y Pablo (Gál 2, 1-10) tiene importancia por las decisiones allí tomadas a partir de la no exigencia de la circuncisión a los gentiles convertidos al cristianismo. Las «cláusulas de Santiago» (prohibiciones respecto al culto y a las prácticas morales (Cfr. Hech 15, 13-21) no pudieron ser fijadas en la Asamblea de los apóstoles en Jerusalén porque el problema fundamental de los judeo-cristianos en Jerusalén se centró en la misión para los gentiles y la exigencia o no de la circuncisión judía. En definitiva, se dio la libertad de la predicación del Evangelio basado sólo en la fe en Cristo y sin la exigencia de la ley mosaica sin necesidad de romper la unidad o comunión entre los cristianos gentiles y judeo-paganos. Sin embargo, se inició la separación irreversible entre el judaísmo y el cristianismo.

A diferencia de Lucas, Pablo narra lo ocurrido en el "conflicto de Antioquía" (Gal 2, 11-14) a partir del problema de la comunión de mesa entre judeo-cristianos y pagano-cristianos. Cuando Pedro fue a Antioquía, compartió la mesa con pagano-cristianos; al llegar algunos partidarios de Santiago a Antioquía, Pedro se retrae y ya no comparte la misma mesa. Pablo reaccionó contra Pedro y mantuvo su postura teológica: sólo basta para la salvación la fe en Cristo. Por la inconsistencia teológica de Pedro, el acuerdo de la Asamblea de los apóstoles en Jerusalén se desdibujó. Bernabé se puso del lado de los judeo-cristianos y hubo separación temporal con Pablo, sin embargo, continuó la predicación del Evangelio por parte de Pablo y otros misioneros.

EL CONTEXTO RELIGIOSO DE LA CIUDAD DE TESALÓNICA A LA LLEGADA DE PABLO

En la ciudad de Tesalónica, había pluralismo religioso en diferentes campos: se creía en la divinidad de las dinastías y de los emperadores, más aún, cuando el elegido recibía el título de Señor, amo, dueño, etc. El culto a Hermes, considerado el Dios protector de comerciantes y agricultores generó un importante movimiento llamado los «hermetistas», el culto a Mitra, llegado desde Persia, aceptado por los romanos un siglo antes de la llegada de Pablo a Tesalónica y los diferentes cultos paganos como el de Serapis, Isis y Cibeles. En medio de este variado contexto religioso, también se encontraba una comunidad de judíos (de la diaspora) quienes contaban con un lugar específico de reunión (una sinagoga). Gracias a los judíos y gracias a Pablo los cristianos entran en contacto con algunos habitantes de la ciudad de Tesalónica. Además de Pablo, llegan como misioneros a esta ciudad Silvano y Timoteo quienes fundan la Iglesia cristiana de los tesalonicenses. Posteriormente los tesalonicenses se convertirán en los destinatarios de las "dos" cartas escritas para ellos.

El mensaje cristiano fue presentado inicialmente, dentro del culto sinagogal judío, esto generó choques, disgustos e incomprensiones por parte de los judíos y de algunos prosélitos y simpatizantes de los mismos judíos. En consecuencia, la estancia de Pablo (quien más tomaba la palabra y la predicación) en Tesalónica, sólo va a durar algunos meses. En estos meses, Pablo y sus compañeros alcanzan a tener éxito con su mensaje y éste fue acogido por parte de algunas personas de Tesalónica: algunos temerosos de Dios, un gran número de griegos y algunas mujeres de la alta sociedad.

Según Lucas, la salida de Pablo de Tesalónica se promovió por el alboroto que armaron algunos judíos ante los magistrados de la ciudad (Hech 17,5). Pablo pasó a la ciudad vecina de Berea y dejó en Tesalónica una importante comunidad evangelizada a la cual deseaba volver a ver en cuanto pudiera, pues, aún quedaban muchas cosas por hacer y muchas palabras por decir para completar la comprensión de la fe por parte de los primeros cristianos tesalonicenses (1 Tes, 3,2).

PRESUPUESTOS TEOLÓGICOS DE PABLO EN 1 TES 1,1-10

Pablo, en 1 Tes 1, 1-10 comparte un discurso de acción de gracias a Dios por la conversión de los tesalonicenses: abandonaron los ídolos y ahora creen en las tres personas divinas: Dios Padre, el Señor Jesucristo su Hijo y el Espíritu Santo.

El saludo es un reconocimiento entre las partes involucradas y la significación compartida: los misioneros, los destinatarios, la gracia y la paz procedentes de Dios Padre y del Señor Jesucristo. El tono del texto, se sitúa en un plano profundo, especialmente en el saludo; porque se presentan los términos de "gracia" y "paz" que suponen el «don de Dios» (vi). También, se da a entender la divinidad de Jesucristo al unir los mismos dones de la gracia y de la paz a Él.

Pablo recibió la gracia de Dios (1 Cor 15,10) por la cual él mismo se convirtió ("solamente oían decir: el que antes nos perseguía, anda ahora predicando el Evangelio" Gál 1,23) y ahora genera en él una compensación: la acción de gracias a Dios en reconocimiento de haber obrado esa misma gracia entre los tesalonicenses. Este motivo hace que Pablo vuelva a insistir y a reforzar el contenido del "tenerlos presentes en nuestras oraciones" (v.2).

Dentro de los presupuestos teológicos expresado por Pablo en su discurso, se tiene en primer lugar la conversión como fruto de la gracia de Dios, quien concede al mismo tiempo la fe en Jesucristo. En segundo lugar, la elección de los tesalonicenses al Evangelio por el mismo Evangelio; después, la resultante de la conversión en la práctica de la caridad, en la paciencia de la esperanza y en la confianza del poder del Espíritu Santo.

Es preciso decir que los principales temas tratados por Pablo en la primera carta a los tesalonicenses, son las principales verdades del Credo Cristiano hoy:

    Dado que la mayoría de los cristianos afirman ser fieles a la fe apostólica, es interesante imaginar ser transportado al año 51 y entrar en la sala de Tesalónica en donde se estaba leyendo por vez primera esta carta del Apóstol Pablo. En los diez primeros versículos se podrían oír referencias a Dios Padre, al Señor Jesucristo, al Espíritu Santo, a la fe, al amor y a la esperanza. Es éste un notable testimonio de cuan rápidamente ideas que habrían de convertirse en comunes en el cristianismo futuro tenían ya su lugar (Brown & Raymond, 2002, p. 609).

Significa que Pablo integró en sus pensamientos y en sus creencias la idea de la salvación de los pecados de la humanidad (ira divina), obrada por Dios en Jesús. La prueba de esa salvación la experimentó Pablo en su propia transformación personal. Así, comenzó a vivir un proceso de conversión paulatina en la comprensión del mensaje que causaba escándalo entre los judíos: la llegada del Reino de Dios en el Evangelio de Jesucristo.

Además del tema del la conversión, aparecen otros puntos de interés que generan la reflexión teológica a partir de este texto paulino.

Comunidad Trinitaria en 1 Tes 1,1-10

Pablo en este texto habla de Dios Padre v.1, del Espíritu Santo v.5 y 6, del Señor Jesús v.l; el Hijo de Dios: Jesús v. 10. Todos pertenecen a la esfera de la divinidad; Dios Padre y Jesús comparten en la fórmula del saludo el título: "en el Señor" (v.1). El Espíritu Santo es el Espíritu de santidad; tiene el poder, la capacidad de obrar cualquier cosa. Para Pablo todos se relacionan: el poder del Espíritu Santo constituyó a Jesús como Hijo de Dios (Rom 1,4) pero también, Jesús como Hijo de Dios tiene el Espíritu (Rom 8,9; flp 1,19). Sin embargo, ante las «funciones» de los personajes divinos frente a la comunidad de los tesalonicenses todos se distinguen; el Padre es el origen de todo por su amor, incluso, de la misma comunidad v.4 (Cfr. Rom 11,36; 1 Cor 8,6; 12,4-6); el Hijo, Jesús es el servidor, el dador de la Gracia y el salvador de la ira del Juicio (2 Cor 13,13; 1 Cor 12,5; 1 Tes 1,10) y "el Espíritu Santo es quien tiene el poder de obrar la fe en Dios y en Jesús dando sus carismas; en los creyentes, fomenta la unidad de un solo cuerpo y de un solo culto (1 Cor 12,4-6;2 Cor 13,13; 1 Tes 1,9)" (SÁNCHEZ, Bosch Jordi, 2007, p. 88).

El poder del Espíritu de Dios actuando en la comunidad de los tesalonicenses se reconoce por la eficacia de la predicación del Evangelio, puesto que, acogieron la predicación con alegría y entusiasmo. Pablo, al sentirse elegido por Dios alaba y continuamente vive dando gracias a Dios; en esto consiste el valor relacional de la gracia cuando parte de Dios y, en definitiva, el plan de salvación de Dios en Jesucristo es la gracia englobante de Dios para todos. Por esto, su alegría es mayor al recibir las buenas noticias de parte de Timoteo y constatar esta realidad de la elección de Dios a los tesalonicenses y la respuesta de los tesalonicenses desde su propia conversión; por esto, el proemio y la primera parte de la carta es una incesante acción de gracias a su vez, a la fuente (Dios) de toda la gracia. Se deduce que para Pablo la divinidad es una comunidad Trinitaria (Bouttier et al. 1996, p. 33).

Fe, esperanza y caridad en 1 Tes 1,1-10

Pablo, entiende la "caridad" como la imitación por parte de los tesalonicenses del amor de Dios dado en su Hijo Jesucristo1. Es un amor que traspasa las fronteras de la misma comunidad y llega a toda la humanidad. Pablo reconoce en el amor al prójimo, un distintivo de la existencia cristiana (Rom 12,10; 1 Tes 4,9-12); además, siguiendo a Jesús, "presenta el precepto del amor como plenitud de la ley, se trata de Gal 5,14 y Rom 13,8-10, donde Pablo parafrasea Mt 22, 36-39" (SÁNCHEZ, Bosch Jordi, 2007, p. 108).

El término griego kópos, (κόπος) trabajo, se refiere al servicio comunitario molesto, difícil, que justamente se debe hacer con "amor"; así lo vuelve a recomendar en 5,12-13.

Pablo vive y predica sobre la perseverancia en la esperanza. Se deduce en el discurso a los tesalonicenses; la alabanza por la superación de los obstáculos con el testimonio de su fe; que llevó a la difusión en otras comunidades "de Macedonia y de Acaya" (v.7) el mensaje de esperanza, la salvación en "el Hijo de Dios, (9-10) Jesucristo nuestro Señor" ante la inminente llegada de la cólera de Dios (v.10; Rom 5, 9s). Pablo habló de la gloria de la esperanza en la Carta a los Romanos, en el sentido de ver las dificultades padecidas por la causa del Evangelio de manera provechosa; pues, "la tribulación, la angustia, la persecución, el hambre, la desnudez, el peligro o la amenaza de muerte, pueden representar amenazas a la esperanza; pero unidas a la pasión de Cristo, son motivo de más firme esperanza (Rom 8, 28-39)" (Sánchez & Bosch, 2007, p. 361).

Los tesalonicenses se convierten en «ejemplo» o "modelo" de fe para otras comunidades. Así lo afirma: "os hicisteis imitadores nuestros y del Señor" (v.6); "os habéis convertido en modelo" (v.7); "os convertisteis a Dios para servir a Dios vivo y verdadero" (v.9). Por estos hechos se percibe para la comunidad de los tesalonicenses; la alabanza inicial en el saludo, la fuerza de la acción de gracias y el memorial en las oraciones de los misioneros: "En todo momento damos gracias por todos vosotros recordándoos sin cesar en nuestras oraciones" (v.2). Pablo lo demuestra con expresiones sentidas a lo largo de la carta: "porque habíais llegado a sernos muy queridos" (2,8) y "vosotros sois la corona de la que nos sentiremos orgullosos, ante nuestro Señor Jesús en su venida" (2,19). Pablo reconoce en la comunidad cristiana de los tesalonicenses una comunidad dinámica, circular; en cuanto ella recibió el mensaje y no lo guardó ni lo ocultó sino que a su vez, lo transmitió a las otras comunidades de Macedonia y Acaya.

Con la práctica por parte de los tesalonicenses de la fe, la caridad y la esperanza2, se reconoce que el Evangelio es fuerza de Dios, «poder» en griego dínamis, (δυνάμις), para la salvación (Rom 1,16) aún, cuando para muchos es escándalo por la predicación de la cruz (Rom 9,32s; Gal 5,11). Pablo habla a los paganos y los incluye dentro de los elegidos; todos son llamados a ser salvados por Jesucristo ("y nos salva" v.10). Así, la salvación iniciada desde el pueblo «elegido» se proyecta en perspectiva universal para toda la humanidad. Se constata la elección por la transformación misma de los tesalonicenses quienes viven y practican la fe en Jesús resucitado, esperando atentos su venida desde los cielos y, entre tanto, participando (sirviendo) en el culto.

El don de la fe en Jesucristo por la gracia de Dios

Delante de Dios, quien es el Autor fundamental de la conversión de los tesalonicenses, Pablo reconoce los primeros frutos de la gracia: "la obra de la fe". Se trata de la respuesta a la iniciativa de Dios, es la fe de los tesalonicenses; motivo de alegría y de vida para los misioneros (3, 6-9). En este caso el contenido fundamental de la fe se centra en Jesucristo. De acuerdo con 1 Tes 3, 2; Pablo junto con Silas deciden enviar a la comunidad de los tesalonicenses a Timoteo para afianzar y animar la fe en el "Evangelio de Cristo" equiparado con el "Evangelio de Dios" de 1 Tes 2,2; 2,9b.

    Para precisar lo que es la fe para Pablo, conviene tener presente el entorno semántico en que él habla de la misma. Hemos dicho ya que la fe es la respuesta deseada del hombre al mensaje de la misión cristiana. Este mensaje es un acto de elección escatológico por el que Dios, a través de mensajeros como Pablo (2 Cor 5,20) invita a los hombres a asociarse a Cristo inmediatamente antes del inminente juicio final, para que, en lugar de sucumbir a la ira divina, obtengan la salvación. La fe nace, pues, sobre la base de esta proclamación (Rom 10,14). Como esta proclamación pretende librar al hombre del castigo divino, la fe tiene carácter soteriológico; hace participar en la salvación final. (Becker, 1996. p. 489).

Pablo invitó a los creyentes a mantener la misma fe a pesar de las tribulaciones (1 Tes 3,3).

En Pablo, aparece una inclusión necesaria: El kerigma, (contenido del evangelio recibido en la predicación-catequética de los cristianos judeo-helenistas) la elección y la fe (Becker, 1996. p. 96). Cuando se refiere a su vocación-elección, a diferencia de Lucas, Pablo narra un acontecimiento visual y no una audición; ¡Pablo vio la revelación del resucitado! (Gál 1,12) probablemente en el contexto vital de la comunidad judeo-cristiana de Damasco a quienes Pablo atacó porque sus enseñanzas y acciones eran contrarias a la Ley. A partir de ésta impresión, Pablo describe hechos fundamentados del don de la fe en Jesucristo.

El contenido cristológico recibido (de las comunidades judeo-cristianas palestinenses) y transmitido desde la comunidad cristiana de la ciudad de Antioquía, fue la proclamación de la resurrección de Jesús crucificado. Este escándalo (suscitó conflicto con la fe en la ley judía) es justamente el Evangelio; que también Pablo aceptó: 1 Cor 15,1ª (y el motivo por el cual expuso Pablo la fórmula de 1 Cor 15, 3b-5).

La fe de Pablo dentro de la comunidad cristiana de Antioquía apuntó a un nuevo contenido: Jesucristo (2 Cor 5, 20). Pablo reconoció al Jesús terreno de un modo espiritual (Becker, 1996. p. 146); descubrió que Dios estaba en Jesús y por esto afirma: "en Cristo estaba Dios reconciliando al mundo consigo, no tomando en cuenta las transgresiones de los hombres, sino poniendo en nosotros la palabra de la reconciliación" (2 Cor 5,19). Pablo interpretó la dimensión soteriológica de Jesús en la mayoría de sus observaciones sobre las situaciones destacadas de Jesús como el nacimiento, la vida en obediencia al Padre, la pobreza a favor de los demás, el servicio, la muerte, la resurrección, y el señorío escatológico. Todo esto para poner de manifiesto el amor de Dios entre los hombres por la encarnación de Jesucristo (Rom, 5,5s).

Entonces, el don de la gracia obtenida por Jesucristo vale para toda la humanidad y fructifica para la vida eterna en oposición al pecado de Adán (Rom 5, 12-21). El régimen de la gracia se opone al régimen de la Ley (Gál 5,4). De la justificación por la gracia, se obtiene un régimen de fe (Rom 3,24) y esto es don de Dios (Ef 2,8) "en Jesucristo nuestro Señor" (v.3). Se percibe la conexión con la experiencia de Pablo en cuanto la palabra (Predicación=Evangelio) para él mismo fue una fuerza creadora y transformadora, «operante» (2,13b), sin error ni engaño (1 Tes 2,3 Cfr. Gál 1,8). Ahora se comprende la grandeza del contenido del Evangelio: "Ya que os fue predicado nuestro Evangelio" (1 Tes 1,5a).

A partir de la fórmula de fe cristológica (1 Cor 15, 3b-5) se deduce en Pablo una experiencia teológica consistente en el contenido del Evangelio recibido desde Damasco y reafirmado por parte del mismo Pablo en la comunidad cristiana de Antioquía. La recepción del Evangelio por parte de Pablo fue la aceptación de la renovación de su teología judía. Algunas categorías teológicas implícitas en el contenido del Evangelio son:

El Evangelio como elección de Dios por el mismo Evangelio

La conciencia de Pablo de sentirse elegido por Dios en Jesucristo se constata en las presentaciones de Pablo como "apóstol elegido por Dios" en los encabezamientos de Rom, 1 y 2 Cor y Gal (Becker, 1996, p. 95).

La posición teológica de un «fariseo de la diáspora» como lo era Pablo, se fundamentó en la concepción de un solo Dios «Yahvéh», opuesto a los ídolos (dioses) de los paganos. El pueblo elegido por éste Único Dios fue Israel, según las Sagradas Escrituras (Antiguo Testamento). El caso de Abraham, presentado en Gn 12, 1ss, se desenvuelve bajo el signo de la libre iniciativa de Dios y es una iniciativa cuya causa es el amor de Dios; su generosidad, porque Dios se presenta como el Dios donante de tierra, (Gn 12, 7) de bendiciones (Gn 12, 3), de descendencia (Gn 12, 2). Abraham fue elegido por la bondad de Dios y a cambio respondió con el testimonio de su fe (LÉON-DUFOUR. 2001. p. 39). En este sentido, los «hombres de Israel» se sienten elegidos por el libre amor de Dios, por su iniciativa bondadosa (Cf. Ex 19,5) y, así también, Pablo:

    Oró también Pablo con la tercera bendición de la plegaria de las dieciocho peticiones. Esta plegaria comienza: "Alabado seas Dios de Abrahán, Dios de Isaac y Dios de Jacob... Dios altísimo, creador del cielo y de la tierra, escudo nuestro y escudo de nuestros padres". Con ello se significan dos cosas: la faceta cósmica del Dios creador, hacedor del mundo y de la humanidad, y otra faceta particular en la línea de la historia sagrada, a través de la fe en una elección que comienza con los patriarcas de Israel (Becker, 1996, p. 64).

La mentalidad judía de Pablo (con los privilegios de «ser judío») se constata en la conciencia que tiene de sí mismo (Flp 3, 6) y la elección inicial de Dios verdadero al pueblo de Israel contiene los privilegios de los cuales también se sintió poseedor: ser judío, tener el apoyo en la Ley, contar con la Gracia de Dios, conocer la voluntad de Dios y tener el acceso al mejor conocimiento o a la doctrina de la Ley.

Sin embargo, Lucas narra (Hch, 9,ss) que Pablo es un caso ejemplar de conversión del judaísmo (con todos los privilegios de la elección) a partir de la escucha del Evangelio. Una vez que Pablo aceptó el Evangelio, se centró en las consecuencias; una de ellas fue la de sentirse elegido por el mismo Dios en Jesucristo. El comportamiento de Pablo comenzó a funcionar en coherencia con esta nueva experiencia cristológica dentro de la primitiva comunidad judeo-cristiana de Antioquía.

En consecuencia, Pablo consideró el acogimiento del Evangelio por parte de los tesalonicenses como la misma elección de Dios también para los paganos (Trimaille, 1982, p. 22). En efecto, esta primera carta escrita por Pablo a los tesalonicenses se redactó sobre la estructura de la elección. Así lo confirma Becker (1996): "En cuanto la idea rectora de la carta, nos encontramos con el nexo de evangelio y elección. Ya en 1, 4s constata el apóstol: Sabemos, hermanos amados por Dios, que él os ha elegido, porque el evangelio que anunciamos no se quedó para vosotros en palabras, resultó además una fuerza exuberante del Espíritu Santo" (p.166). Una elección que se manifestó en la predicación del Evangelio por parte de los apóstoles y que por la acción del Espíritu Santo se recibió por parte de la comunidad. Una elección que al inicio de la Carta (1 Tes 1,1-10) se fundamenta en la constatación de la misma conversión de los tesalonicenses.

Pablo dio a entender que Dios cumple sus promesas de elección en sus elegidos. Estas promesas son la revelación de la salvación de la muerte en Cristo y el gozo de la santidad de toda la persona espíritu, alma y cuerpo (Cfr.1 Tes 5, 23s), por esto, de forma antitética Pablo dice:; "Dios no nos llamó a la inmoralidad sino a la santidad" (1 Tes 4,7), y "Dios no nos ha destinado al castigo sino a la salvación" (1 Tes 5,9). Así Pablo compartió el llamado libre que le hizo Dios a su Reino y Gloria y exhortó a la comunidad de los tesalonicenses a acogerse a esta misma invitación (1 Tes 2, 11s):

    Es una elección gratuita y escatológica. Los llamados no sucumben a la ira de Dios junto con la humanidad, sino que experimentan inmediatamente la salvación definitiva. Al ser llamados en el tiempo final, ellos son Iglesia, ekklesia (1,1) y, por tanto, comunidad escatológica cuyos miembros, salvo unos pocos fallecidos, estarán vivos en la parusía del Señor (4, 15-17). ... cada miembro de ella es invitado a responder a su llamada con la santidad en la vida práctica (4, 7); (Becker, 1996, p. 167).

La relación que hizo Pablo entre elección y esperanza-salvación a partir de la fe en el Evangelio la constata Becker en su estudio al afirmar: "La unión definitiva con el Kyrios está ya prefigurada en la elección, de forma que el cambio fundamental del hombre ya ha sucedido. O, lo que es lo mismo: Dios da su Espíritu recreador de modo definitivo en el Evangelio" (Becker, 1996, p. 170). Se obtiene así, el fundamento de la elección-revelación de Dios en cuanto que: elegir es transformar y se es elegido si se está transformado.

El Evangelio como práctica de la caridad

La caridad en Pablo significa el amor fraterno impulsado por el Espíritu de Cristo (cf. 1 Tes 4,8-10). Ante una humanidad perdida (sin esperanza, sin amor) delante de la inminente venida del juicio final (ira de Dios) el Evangelio de Cristo le garantiza un nuevo destino: la muerte y resurrección de Cristo (1 Tes 4, 14). Aceptar este contenido del Evangelio de Cristo implica ¡la transformación escatológica de los mismos creyentes! es decir, la santificación por medio del amor fraterno.

La conversión del ser interior de quienes aceptan el Evangelio, determina la disposición para amar a los demás; la causa es la acción-efusión del Espíritu Santo: 1 Tes 1,5; (anunciada por el profeta Ezequiel 36, 26ss). Para explicar la caridad como un compromiso con el contenido del Evangelio, Pablo partió de las relaciones de la vida cotidiana (1 Tes 4, 1-12); del comportamiento humano ante los demás (Gál 5, 13-6, 10), para hacer el bien especialmente a los hermanos en la fe. La llamada de Dios a la "santidad" no es otra cosa que el impulso del Espíritu a practicar las obras de la caridad de Gál 5,25; así, Pablo resume la Ley en el amor al prójimo (Gal 5,14) y sugiere que la ley judía no es necesaria, porque el Espíritu impulsa a obrar bien desde dentro (1 Tes 4,8s). Al mismo tiempo hace ver a los antiguos paganos cómo la nueva fe implica una nueva vida y, por tanto, la religión y la vida moral están íntimamente ligadas.

En el "himno a la caridad" (1 Cor 13), Pablo manifestó que lo más importante para el cristiano es el amor; porque "las relaciones de amor son las que definirán la perfección final, y sin amor nada vale tampoco a nivel terreno" (Becker, 1996, p. 517). Pablo entendió que la perfección del amor ha de llevar a no devolver a alguien mal por mal, (Rom 12, 17); e incluso, ha de considerar el amor a los enemigos (Rom 12, 14.20); porque Jesús es el paradigma de todo amor (Rom 15, 1 ss; Filp 2, lss).

El Evangelio como esperanza

Pablo, en 1 Tes 2, 19; 3,13; 4, 17; 5, 10, comprendió que la llegada de la Gloria de Dios y de su reino se da en la venida escatológica del Señor, en el encuentro final con la persona del Salvador, quien es el Juez en el juicio final (1 Tes 1, 10); en consecuencia, los cristianos, a la llegada del Señor, saldrán a su encuentro para unirse a él definitivamente (1 Tes 4,17). La esperanza para Pablo y para todos los creyentes se fundamentó en que Cristo, por la soberanía de Dios transforma, convierte a los creyentes en seres inmortales y gloriosos (1 Tes 4. 13-18; 1 Cor 15, 20-28).

Sin embargo, hubo en Pablo una evolución en la concepción de la esperanza escatológica caracterizado por el desprendimiento del esquema temporal en su contenido. Por ejemplo, "la venida del Señor" considerado un acontecimiento comunitario (1 Tes 4,13-18) pasa a ser el día del juicio final, en el que cada cual ha de dar cuenta de sí (1 Cor 3, 10-17); cuando Pablo dice: "pues para mí la vida es Cristo y la muerte una ganancia" (Flp 1, 21-24) da a entender que la muerte del individuo será como la entrada al contacto personal y directo con Cristo y ya no es la catástrofe apocalíptica de la ira de Dios para todos (Becker, 1996, p. 528).

El centro teológico de la esperanza para Pablo partió de la experiencia personal de su conversión a Dios en Cristo. Es decir, fue el Evangelio el generador de la fe y por lo tanto, de la esperanza, así, es el Evangelio su justificación (Mayer citado en Schneider, 1998, p. 1336). Pablo comprendió la dinámica dialéctica desde la fe a la esperanza como la manifestación del amor fiel de Dios con los hombres (1 Tes 5,24) y como la manera eficaz de arreglar poco a poco el mal en el mundo (Becker, 1996, p. 530). El amor, concibió Pablo, es la síntesis más grande de la dinámica dialéctica entre la fe y la esperanza (1 Cor 13,13); porque el amor es la perseverancia humana en la santidad (1 tes 4, lss). La plenitud o madurez del amor es el objetivo primordial del trabajo diario, progresivo de la verdadera conversión.

Pablo integró en la vida cristiana comunitaria de los tesalonicenses (1 Tes 1,3) la fe, la caridad y la esperanza "en Jesucristo nuestro Señor" y dio a entender que la forma práctica o elemental de ser cristiano consiste en trabajar-vivir el presente a partir de estas tres disposiciones cristianas. Pablo añadió al término esperanza el adjetivo «perseverancia» o «paciencia» cuyos sinónimos también pueden ser «tenacidad» y «constancia» (Bouttier, 1996, p. 33).

El Evangelio como obra de Dios por el poder del Espíritu Santo

Además de las anteriores categorías fundamentales dentro de la teología aceptada y proclamada por Pablo, aparece también su concepción sobre el Espíritu Santo. Puesto que la fe en el Evangelio es fruto del Espíritu (Gal 5,22) se deduce que la experiencia del Evangelio obtenida por Pablo en la comunidad antioquena fue a su vez una experiencia con el Espíritu Santo (Becker, 1996, p. 490).

Pablo como judío fariseo de la diáspora (Flp 3,5; 2 Cor 11,22), se sintió digno receptor de las promesas de Dios a Israel en virtud de la Alianza (Becker, 1996, p. 65). En consecuencia, Pablo, del judaismo, recibió las tradiciones sobre el Espíritu Santo como don mesiánico y asumió la esperanza como "paciencia" espiritual para alcanzar la definitiva salvación mesiánica (1 Tes 1,3; y 2 Cor 4, 16-18).

    El Espíritu aparece en los textos paulinos como el gran don de la época mesiánica. Es el contenido de la promesa y de la bendición de Dios, que se cumple en el pueblo mesiánico. Es el Espíritu del Mesías, que se recibe con la acogida del evangelio mesiánico por medio de la fe y que está ligado así al rito bautismal de ingreso en el ámbito mesiánico. De ese modo, el Espíritu es la potencia que determina la vida del pueblo mesiánico (Vidal, 2003, p. 123).

Desde 1 Tes hasta Rom, Pablo explicó la constante actuación del Espíritu Santo como contenido fundamental del Evangelio. Reconoció que las promesas hechas a Abraham y el anuncio profético de Ezequiel (Ez 36, 27) se cumplieron con la llegada del Espíritu Santo (1 Tes 4,8; en 1 Cor 12-14); señaló que bajo la acción del Espíritu Santo la comunidad escatológica por medio de los dones espirituales: sabiduría, fe, esperanza y caridad hacen presente la salvación futura (1 Tes,1,3); indicó la coherencia entre creer en el Espíritu y comportarse conforme al Espíritu (Gál 5,25); recordó a los corintios que son, en comunidad, templo de Dios y del Espíritu de Dios (1 Cor 3, 16s) y afirmó la coherencia para los cristianos de vivir en el Espíritu y en Cristo porque del mismo modo Cristo y el Espíritu viven en el cristiano (Rom 8, 9-11); (BECKER, J. 1996. p. 496).

A partir de estos y otros rasgos fundamentales de su teología3, Pablo fue llamado a propagar la Palabra a los gentiles y a dar razón de su experiencia de fe en el Evangelio del resucitado y esto es lo que hace en 1 Tes 1, 1-10. (Fitzmyer, 2003, p. 14).

LA PREDICACIÓN DEL EVANGELIO A PARTIR DE LA CONVICCIÓN PERSONAL

Para Pablo y sus compañeros lo fundamental fue la proclamación del evangelio, (anuncio del kerigma) porque por medio de ella surgió la fe. (1 Cor 15, 14). Pablo recibió la fe por medio de la predicación (1Cor 15,3a; Gal 1,16) y desde entonces quedó convencido del amor y del poder de Dios. Con este convencimiento, profundamente existencial, Pablo llega a Tesalónica para compartir en la sinagoga su experiencia y de esta predicación convencida a los tesalonicenses surge la conversión y la fe en ellos. En efecto, Pablo les recuerda: «os fue predicado nuestro evangelio» (1Tes 1,5) e insiste en la eficacia de la predicación del evangelio según el binomio palabras y Espíritu Santo (v.v. 5-6).

Se constata la fuerza y la dirección de las ideas en el tema de la proclamación del evangelio como un acontecimiento salvífico reseñado en v. 10b: "Jesús quien salva de la cólera venidera". El poder de la predicación de los misioneros rebasó la fuerza creadora de la palabra, al sentir el poder transformador del Espíritu Santo y los signos o señales persuasivos. Como el contenido de la predicación fue Dios mismo; por esta razón es poder de Dios y de su Espíritu para la conversión (v. 9b). Por esto, se cumplió la meta de la proclamación: la fe, (v.3) más que el entendimiento (v.6). Así, Pablo (junto con los demás misioneros) reconoció la obra de la elección por parte de Dios, en los tesalonicenses, desde el momento de la misma predicación.

La dimensión apostólica de Pablo, Silvano y Timoteo se constata en el acto de la proclamación del evangelio. Fueron mensajeros comisionados por Jesús (4,2) «aptos»; porque la proclamación que hicieron no fue sobre ellos mismos, "ni para agradar a los hombres, sino a Dios" (1 Tes 2,4). Finalmente, los creyentes tesalonicenses pueden demostrar la realidad del mensaje, a partir del mismo comportamiento de los predicadores, cuyo propósito no fue llegar a imponerles la fe (v.5b; 2,2; 2,10) sino a compartir el gozo y la alegría que produce el mismo don de Dios de la fe. Y lo impresionante es que los mismos tesalonicenses contaron su experiencia de conversión a los habitantes de Macedonia y Acaya y ellos mismos fueron con Timoteo (1 Tes 3,6) a Corinto en donde se encontraba Pablo y le contaron las razones de su presencia (v 9a).

También hoy, la predicación, ha de tener como fundamento el don de la fe; por parte de la gracia de Dios, este don produce el convencimiento y el convencimiento genera la predicación persuasiva (a través del Espíritu Santo). Respaldada con el testimonio de vida entre los destinatarios, se hace más efectiva y exitosa la misma predicación.

La fe en el éxito de la evangelización

El impacto tanto para Pablo como para los demás predicadores fue la conversión de los tesalonicenses "y cómo os convertisteis a Dios" (v.9b). Da a entender la escucha, atenta y la respuesta por parte de los tesalonicenses al llamado de Dios hecho por medio de la predicación y por el testimonio de los mismos misioneros "entre frecuentes luchas" (2,2b), no hubo adulación ni codicia (2,5), hubo sentimientos de amistad (2,6), en medio del trabajo diario (2,9b), de parte de los misioneros hubo un comportamiento intachable páralos tesalonicenses (2,10); muy personalizado (2,11).

Parece increíble que los tesalonicenses se hayan convertido y hayan permanecido fieles a la predicación y a la fe; pues las palabras de Pablo hacen suponer un ambiente externo pesado y violento ("tribulaciones" 3,4). Después de la salida de Tesalónica, parece que las expectativas de Pablo y de los misioneros quedaron reducidas al pesimismo y a la derrota (3,4).

Ahora los tesalonicenses se han convertido en un modelo de fe para los demás, (v.8) "tenemos presente ante nuestro Dios y Padre la obra de vuestra fe" (v.3), es decir ya no vacilaron ante las tribulaciones (3,3). Son modelo de caridad "los trabajos de vuestra caridad" (v.3) tanto que ya no necesitan mayor instrucción sobre la forma de practicar la caridad pues "habéis sido instruidos por Dios" (4,9). Aún más, son modelo de esperanza "la tenacidad de vuestra esperanza" (v.3) porque abandonaron los ídolos y sirven a Dios (v.9b) con un testimonio cultual público o litúrgico. Por esto han logrado difundir la fe en quienes los ven "no sólo en Macedonia y Acaya, sino por todas partes" (v.8). Se siente la impresión que causó en Pablo y en los misioneros este acontecimiento de la conversión de los tesalonicenses, aún más, cuando copia un estilo familiar de la retórica griega y les escribe "de manera que nada nos queda por decir" (v.8).

Finalmente, los tesalonicenses tienen sentido de Dios, del "Dios vivo y verdadero" (v. 9b). Ya no son vistos por los cristianos como malos o perversos como los demás (v.9b; Cfr. 4,5), viven con alegría la caridad entre ellos, no tienen ídolos (9,b) y no quieren morir definitivamente (4,13).

También hoy, sigue causando impacto la realidad de la Revelación de Dios, ¡la conversión de muchas personas! y á nacimiento a la fe. Para quienes viven sin amor ni esperanza en sentido paulino todo esto parece imposible; más para quienes Él elige revelar su gracia y su amor todo es posible y todo puede suceder; así la evangelización continuará teniendo éxito y difusión.

Contrastes entre la evangelización de Pablo y la actual evangelización latinoamericana

Llama la atención el diagnóstico hecho en la reciente Conferencia del Episcopado Latinoamericano reunido en Aparecida; aquí, se incluyen puntos precisos de autoevaluación sobre la evangelización.

    A esto se añade la relativa escasez de vocaciones al ministerio y a la vida consagrada. Falta espíritu misionero en miembros del clero, incluso en su formación. Se afrontan dificultades para asumir el sostenimiento económico de las estructuras pastorales. Falta solidaridad en la comunión de bienes al interior de las iglesias locales y entre ellas. No se asume suficientemente en muchas de nuestras iglesias particulares la pastoral penitenciaria. Algunos movimientos eclesiales no siempre se integran adecuadamente en la pastoral parroquial y diocesana; a su vez, algunas estructuras eclesiales no son suficientemente abiertas para acogerlos (Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe. Aparecida, 2007. N° 100 e).

Uno de los puntos se expresa en la proposición: "Falta espíritu misionero en miembros del clero, incluso en su formación."

Hay una relación de contraste entre esta proposición con la comprensión final del texto de estudio (1 Tes 1, 1-10): mientras Pablo exalta, con gozo la obra misionera, tanto de ellos mismos como de los destinatarios, los obispos hoy se lamentan "con preocupación" de los misioneros y, de quienes los "formaron", por la falta de espíritu.

El kerigma se transmitió por auténticos testigos, como Pablo. Por lo mismo, la formación cristiana inicial tuvo un carácter de experiencia personal, encuentro vivo y persuasivo. "La iglesia crece no por proselitismo sino por atracción: como Cristo atrae "todo a sí" con la fuerza de su amor. La Iglesia "atrae" cuando vive en comunión, pues los discípulos de Jesús serán reconocidos si se aman los unos a los otros como Él nos amó (Rm 12, 4-13; Jn 13,34); (Aparecida, 2007, N° 159 y N° 161).

¿Por qué muchos cristianos laicos, sacerdotes, religiosos (as) y teólogos (as) no expresan signos de vivir felices, alegres y con entusiasmo su religión? (Cfr. Aparecida N° 315). Parte de la respuesta se puede comprender reconociendo el carácter procesual de la conversión que lleva a la plenitud de la práctica de la caridad. Pablo y sus compañeros misioneros, admiraron la pronta respuesta positiva, a la propuesta del amor cristiano dentro de la comunidad de Tesalónica. En 1 Tes 2,8 aparece la clave: el amor que demostraron los misioneros para ellos; realmente lo llevaron a la práctica, a la vida y al corazón.

Sublimes las palabras de tantos y tantas misioneros(as) latinoamericanos quienes con limpia y pura intención amorosa comparten su fe con los pobres y necesitados. Este es el misterio del amor de Dios, porque los pobres y necesitados reconocen el anuncio convincente del Evangelio por parte de los misioneros y este es el misterio que genera la alegría mutua.

Según la Tradición Católica Cristiana, la Revelación es una iniciativa de Dios Uno y Trino. Dios es quien elige a los destinatarios de su amor. Así fue al principio, así pasó con Pablo y así sucedió con los tesalonicenses; este es el reconocimiento por parte de Pablo y los demás misioneros de la gracia de Dios generada ya en Galilea cuando: "El Señor despertaba las aspiraciones profundas de sus discípulos y los atraía a sí, llenos de asombro". Por esto, "El seguimiento es fruto de una fascinación que responde al deseo de realización humana. Al deseo de vida plena" (Aparecida. 2007, N° 277). La realización humana es un constante proceso que Dios va acompañando y respetando y la plenitud de la vida se experimenta en el auténtico servicio de la caridad.

No existe "el perfecto" convertido; (Aparecida, 2007, N° 100 h.); a lo largo del camino de la vida se experimentan diversas conversiones en todas las dimensiones humanas. La comprensión y aceptación de esta realidad produce paz interior, esperanza, alegría, caridad, es decir, los dones de la Gracia de Dios.

Sin embargo, el proceso de conversión si requiere del acompañamiento de la comunidad, y con mayor razón, de quienes tienen la experiencia de la plenitud de la caridad. Este fue el motivo fundamental de Pablo con los tesalonicenses. Este punto de contraste entre la evangelización de Pablo a los tesalonicenses y la evangelización latinoamericana, debe considerarse, pues, no bastan las promesas del majestuoso y pronto encuentro con el Señor, es fundamental completar (1 Tes, 3,2) -acompañar- las dudas y preocupaciones naturales de la fe; de esto, ya se sabe, muchas comunidades cristianas latinoamericanas han adolecido.

Ser discípulo o cristiano es un don destinado a crecer. Pablo reconoció en los tesalonicenses este dinamismo, puesto que el mensaje evangélico partió de ellos mismos hasta los pueblos vecinos de Macedonia y Acaya. Por esto, además, del acompañamiento propuesto en el punto anterior, se hace urgente una formación en la fe permanente de todos los bautizados.

No bastan las catequesis pre-sacramentales, ni los sermones dominicales, se necesita apoyar la propuesta de los pastores latinoamericanos y promover la catequesis permanente para todos los bautizados. Porque: "a pesar de la buena voluntad, la formación teológica y pedagógica de los catequistas no suele ser la deseable". (Aparecida, N° 296). Aun más, esta formación permanente ha de ser personalizada.

    La vocación y el compromiso de ser hoy discípulos y misioneros de Jesucristo en América Latina y el Caribe, requieren una clara y decidida opción por la formación de los miembros de nuestras comunidades, en bien de todos los bautizados, cualquiera sea la función que desarrollen en la Iglesia. Miramos a Jesús, el maestro que formó personalmente a sus apóstoles y discípulos. Cristo nos da el método: "Vengan y vean" (Jn 1,39), "yo soy el camino, la verdad y la vida" (Jn 14,6). Con Él podemos desarrollar las potencialidades que están en las personas y formar discípulos misioneros. Con perseverante paciencia y sabiduría (Aparecida, 2007, N° 276).

El objetivo es descubrir y valorar realmente los diversos carismas de los cristianos latinoamericanos, quienes necesitan oportunidades reales de liberación y realización.

    Cristo murió para que se supiera que no todo está permitido. La violencia, la muerte, la expoliación están en contra del plan de Dios. A partir de Jesús, la historia humana es discernible en cuanto apunta hacia Dios o se le opone. La manifestación de Jesucristo no es un evento más de la historia, sino que constituye el centro de una historia salvífica en la que la Iglesia no está inserta como una institución para conservar recuerdos, sino para procurar salvación. (Torres, 2007, p. 117).

Finalmente, todos los discípulos cristianos convencidos del valor del Evangelio y en proceso continuo de conversión, se han de convertir en "sal de la tierra y luz del mundo" (Mt 5,13-14); quienes animados y afirmados en su fe, podrán experimentar la dicha y el gozo de la conversión de los tesalonicenses y entonces comprender la teología de la gratitud a Dios Padre, al Señor Jesucristo, por el poder del Espíritu Santo.


Pie de página

1Indica G. Schneider (1998) el sentido del término griego ágape, (ἀγάπη) en Pablo a partir del amor de Dios E. Stauffer, también expone el término desde Pablo (Kittel, Gerhard & Friedrich, 2003).
2Senén Vidal (1996) apunta los textos en que Pablo aplica de manera consciente e inconsciente el estilo de los tres términos o de la «triplicidad»: (concretamente en ésta ver: 1,5; 2,3.5-6.10.12.19; 4,11.16; 5,8.12.16-18.23).
3Por ejemplo: la teología de la cruz y la teología de la justificación. (Becker, 1996, pp. 229ss y 417ss; respectivamente)

REFERENCIAS

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