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Cuestiones Teológicas

Print version ISSN 0120-131X

Cuest. teol. vol.38 no.90 Bogotá July/Dec. 2011

 

CULTURA, MODO DE RELACIÓN

Culture, a Way to Relate

Hernando Uribe Carvajal*


* Doctor en Filosofía por la Universidad Santo Tomás-Roma. Especialista en psicolingüística, Centro Amauta, Bogotá. Especialista en Teología Mística, Centro Internacional Teresiano-Sanjuanista, Ávila. Especialización en cultura francesa por La Sorbona, París. Actualmente es docente investigador del Instituto de Humanismo Cristiano de la Universidad Pontificia Bolivariana. Medellín-Colombia.
Correo electrónico: hernandouribe@une.net.co

Artículo recibido el 10 de marzo de 2011 y aprobado para su publicación el 9 de agosto de 2011.


Resumen

Cultura es modo de relación. Todo existe en relación, fundamento de todo. Dios mismo es relación. Donde hay un hombre hay cultura. El amor convierte la relación en comunión; los apegos o codicia dañan la relación. La relación de amor es la mística, la tarea del hombre consigo mismo, autoestima; con los demás, comunidad; con el cosmos, ecología, y con Dios, religión. Relación con Dios no hay sino una, la humana, la del hombre y para el hombre, cuya intensidad determina la calidad de la religión como institución con sus normas y ritos.

Palabras clave: Cultura, Relación, Teología, Amor, Interrelación.


Abstract

The culture is a way to relate. To exist is to relate, to relate is fundamental to all. Even God is relationship. Where there is a man there is culture. Love turns the relationship into communion; Attachments and covetousness spoil the relationship. The relationship of love is mystique. The task of man with himself is self-esteem; with others, communtiy; with the universe, ecology; and with God, religion. There is only one relationship with God, that one given by a person and for this person; and its intensity determines the quality of religion as an institution with its norms and rites.

Key words: Culture, Relationship, Theology, Love, Interrelation.


INTRODUCCIÓN

La palabra cultura se emplea en todos los ambientes con un significado flotante. Se han contabilizado más de ciento sesenta nociones (González, 1991, p. 15). Aun textos que dan una noción unívoca de cultura, después no la tienen en cuenta al desarrollar el tema, como pasa con Aparecida (476-478). Por eso, urge una noción de cultura que incluya las demás, por numerosas que sean. Es el propósito de este trabajo, presentar un nuevo paradigma que lleve a un cambio en la manera de ver la realidad y de ubicarse en ella.

La Orden de Carmelitas Descalzos elaboró en 1985 un documento de cultura: "Para entender cualquier realidad cultural [...] es necesario utilizar en forma unívoca el concepto de cultura". Después de citar el Vaticano II (GS 53), afirma: "A la luz de estas palabras conciliares aparece la cultura como un fenómeno complejo que abarca todo el ser y el obrar del hombre [...] el modo como se relaciona con la naturaleza, con los demás y con Dios" (Orden de Carmelitas Descalzos, 1985, pp. 11-12).

Juan Pablo II afirma: "Cultura no hay sino una, la humana, la del hombre para el hombre" (Ex corde Ecclesiae 3). Esta afirmación pone de manifiesto la importancia de la unidad en la pluralidad. S. Pablo echa mano del símil del cuerpo para hablar de la comunidad: "Del mismo modo que el cuerpo es uno, aunque tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, no obstante su pluralidad, no forman más que un solo cuerpo" (1 Cor 12, 12). Es lo que podemos decir de todo lo humano, como el lenguaje o el arte, que siendo uno, el humano, el del hombre para el hombre, hay muchos modos de lenguaje o de arte. "Distinguir para unir o los grados del saber" es el título de un libro de J. Maritain. Distinguir no es separar. El todo está en las partes y las partes en el todo. Separadas del todo, las partes dejan de ser partes.

Todo lo humano es cultura, lo espiritual y lo material, lo ideal y lo real, palabra y cosa, porque cultura es modo de relación. La relación da a todo sentido de unidad. Lo llamamos holismo, totalidad, interdependencia, visión cosmoteándrica.

CULTURA Y SER HUMANO

Hablar de la cultura es hablar del hombre, y hablar del hombre es hablar de la cultura. La cultura es tarea inagotable, la de construir al hombre, imagen y semejanza de Dios. En su libro ¿Qué es el hombre?, publicado en hebreo en 1942, Martín Buber escribió:

    El filósofo Malebranche (1638-1715), el más destacado entre los continuadores franceses de las investigaciones cartesianas, escribe en el prólogo a su obra capital De la recherche de la verité (1674): 'Entre todas las ciencias humanas la del hombre es la más digna de él. Y, sin embargo, no es tal ciencia, entre todas las que poseemos, ni la más cultivada ni la más desarrollada. La mayoría de los hombres la descuidan por completo y aun entre aquellos que se dan a las ciencias muy pocos hay que se dediquen a ella, y menos todavía quienes la cultiven con éxito' (p. 11).

Cultura, la obra del hombre para el hombre, abarca todas las dimensiones de la existencia humana, su exterioridad y su interioridad, su altura y su profundidad, su grandeza y su pequeñez. Lo que el hombre hace de sí mismo es su cultura. La etimología de la palabra es elocuente. Cultura viene del latín cultura que significa:

    Cultivo, agricultura, cultivo del espíritu, culto, adoración, respeto, veneración, obsequio. La otra forma latina para cultura es cultus. Denota cultura, cultivo, labranza, trabajo del labrador, laboreo, trabajo, cuidado material, conservación, educación, género de vida, costumbres, civilización, acción de cultivar, practicar una cosa, ropaje, vestido, atavío exterior, porte, ornato, adorno, compostura, trato que uno da, ostentación, lujo, equipaje, aparato, fasto, sociabilidad, cortesanía, hermosura, elegancia, culto, adoración, servicio divino, reverencia, respeto, veneración, deferencia, honores (Soto, 2011).

Donde hay un hombre hay cultura. La cultura abarca todas las dimensiones de la existencia humana. Juan Pablo II dice:

    En el pasado, cuando se intentaba definir al hombre, casi siempre se hacía referencia a la razón, o a la libertad, o al lenguaje. Los recientes progresos de la antropología cultural y filosófica demuestran que se puede obtener una definición no menos precisa de la realidad humana refiriéndose a la cultura. Esta caracteriza al ser humano y lo distingue de los demás seres, no menos claramente que la razón, la libertad y el lenguaje (Universidad de Coimbra, 15 de mayo de 1982).

La cultura como modo de relación está llamada a ejercer una transformación radical del ser humano. Se trata de un nuevo paradigma, que reclama mucha atención en su captación y asimilación.

CULTURA Y RELACIÓN

Cultura es modo de relación. La cultura se extiende a todo lo humano, por lo cual la relación, fundamento de la cultura, es de importancia excepcional. Relación es conexión, correspondencia de unas cosas con otras. "Conexión no puede significar más que esto: conexión con la integridad de mi situación humana" (Buber, 1994, p. 112). La relación está siempre ahí. El ser humano no la crea. Ella determina su manera de sentir, pensar, hablar y actuar. Lo que existe coexiste, lo que coexiste preexiste, lo que coexiste y preexiste subsiste a través de una tela infinita de relaciones. Tomar conciencia de la relación no es crearla. La relación no depende del ser humano; el modo de relación, que es la cultura, sí, lo mismo que el conocimiento. Es ésta la propuesta que queremos presentar en este estudio.

La relación tiene un rango de primer orden en la creación, más aún, en Dios, hasta el punto de que de ella depende todo cuanto existe. Existir en relación es la expresión natural del ser, fundamento y fuente de inspiración de toda inquietud. Toda forma de existencia es un modo de relación, que viene del infinito y conduce a él. Toda actividad humana es un modo de vivir la relación, cuanto más cuidadoso, más perfecto.

Al comienzo no está el pensar, sino la relación. Es la propuesta de Levinas siguiendo a Rosenzweig, Buber y Marcel. "El pensamiento no es lo primero del ser humano. La relación o el encuentro entre las personas es la experiencia fundamental" (Mardones, 1999, pp. 131-133). El ser humano tiene la tarea de humanizar la relación haciéndola amorosa.

La importancia de la relación es ilimitada. "La relación nos sitúa en la semejanza, la no indiferencia, el des-interés por el otro [...] es el lugar y la circunstancia originaria del acontecimiento ético" (p. 132). La relación convierte la lejanía en cercanía, hace del mundo entero un hogar, el hogar. Realidad que ciertas palabras tratan de determinar, como pluralismo, holismo, globalización, visión cosmoteándrica.

La teología ha hecho grandes aportes sobre la riqueza de la relación. "Cuando Jesús se llama a sí mismo hijo, no se refiere a un poder que él se atribuye, sino al carácter relativo de toda su existencia [...] algo esencialmente relativo, algo que no es sino 'ser de y 'ser para" (Ratzinger, 2005b, p. 190). La relación aparece fecunda en el cristianismo: "Queda superada la antigua división de la realidad en sustancia, lo auténtico, y accidentes, lo puramente casual [...] el diálogo y la relación constituyen, junto a la sustancia, una forma primordial del ser" (Ratzinger, 2005b, p. 155). La relación, aun siendo accidente, es esencial ala sustancia. "La relación no es algo que se añade a la persona... sino que la persona consiste en la referibilidad [...] La persona es la pura relación de referencia y nada más" (Ratzinger, 2005b, p. 156. y 1972, pp. 401-402).

EL MODO EN LA RELACIÓN

Ya hablamos de la cultura y de la relación. Vamos a hablar del modo. Modo es estilo, talante, donaire, idiosincrasia, carácter, identidad, personalidad, el sello que cada uno pone en lo que es y hace. No hay nadie que no tenga modo. Todo calificativo es un modo: bueno, malo, alegre, triste, pesimista entusiasta. El modo que pongo determina quién soy.

La vida entera es cúmulo de modos, de dinamismo sin fin: "familia, sociedad, estado, ritos, cultos, lenguaje, moralidad, arte, técnica, empresas, [...] saberes, signos, alimentos, proyecciones, proyectos, invenciones, ideas, creencias, poderes y un etcétera extenso e intenso" (Soto, 2011).

POLOS Y CARACTERÍSTICAS DE LA RELACIÓN

La relación tiene cuatro polos fundamentales, el yo, los demás, el cosmos y Dios, fuera de los cuales no existe nada. Están interrelacionados, de manera que no existe uno sin el otro. Toda ciencia, todo saber humano necesariamente se refiere a ellos. En realidad, sólo existen Dios y el hombre, y éste ubicado en el mundo, de manera que una propuesta cualquiera tiene sentido si es para promover al hombre contando con Dios. Martín Buber (1994) escribió: "Esta triple relación vital del hombre es: su relación con el mundo y las cosas, su relación con los hombres, tanto individual como pluralmente, y su relación con el misterio del ser" (pp. 107.111). El hombre tiene, además, relación consigo mismo, pues en él existe la dualidad de sujeto y objeto, que cada uno debe cuidar con esmero porque se ama, y más si entendemos que cada uno es para sí mismo el centro de todo.

La relación tiene también cuatro características. Es esencial, dinámica, simultánea y recíproca. Es esencial porque todo existe en relación, y no hay nada que no exista en relación; el modo de relación determina la identidad de cada ser. Es dinámica, en proceso de desarrollo continuo; "nadie se baña dos veces en el mismo río", decía Heráclito, tanto por el río, como por el que se baña. Es simultánea, no es primero una que la otra. Es recíproca, va y viene en todas las direcciones del yo, de los demás, del cosmos y de Dios. La armonía ha de ser el distintivo de la relación en sus polos y características.

CULTURA, GLOBALIZACIÓN, HOLISMO

El dinamismo de los medios de comunicación intensifica la relación. Su resultado es la globalización, que se ha orientado sobre todo la economía, cuando su verdadero contenido es la interioridad. "La globalización actual es una nueva manifestación del encuentro de los pueblos, que trae consigo esperanzas y temores, posibilidades y peligros. Puede ser un instrumento de diálogo o de dominación" (Orden de Carmelitas Descalzos, 2003, p. 12).

Se habla de globalizar la solidaridad' y de la globalización de la santidad'. "Puesto que la religión constituye uno de los elementos constitutivos de la cultura humana, también se podría decir que el proyecto misionero del cristianismo y de la Iglesia es un proyecto de globalización" (Ramírez, 2011, pp. 60-64). Un proyecto que toca las entrañas de Dios y del hombre, más que un mensaje, el evangelio es una persona, Jesús, con la misma eficacia que tuvo en la sinagoga de Nazaret. "El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva" (Lc 4, 18). El lector se identifica con lo que lee porque lo vive. La relación de la creación entera está orientada a la comunión con Dios en Jesús, la síntesis de lo que es Dios para el hombre y el cosmos. La globalización está en todo.

La sensibilidad antropológica, cósmica y teológica de J. Ratzinger (1972) es admirable.

    La experiencia de la relatividad de todos los hechos humanos y de todas las formas históricas es una de las características espirituales que marcan nuestra época. El encuentro de la humanidad con su historia y el reencuentro de las partes de la humanidad que hasta ahora vivían por lo general separadas, no sólo nos ha puesto ante los ojos de manera impresionante la unidad de lo humano, sino también la relatividad y vinculación histórica de todas las instituciones y empresas humanas [...] Así se explica que el problema de la relación del cristianismo con las religiones universales haya venido a ser hoy una necesidad interna para la fe (pp. 401-402).

Debido al incremento constante de los medios de comunicación, la relación cosmoteándrica es cada vez más intensa y determinante.

PARTICIPACIÓN, PLURALISMO Y UNIVERSIDAD

La participación pertenece a la relación, a la plurirrelación. Hablamos de participación porque las partes participan del todo. Parte separada del todo, también deja de ser parte. La visión del todo en las partes y de las partes en el todo se llama holismo, del griego holos, totalidad. De donde surge la síntesis, la simplicidad. Ningún hombre es una isla. En la plurirrelación, cada parte participa del todo. S. Juan de la Cruz dice: "De donde las almas esos mismos bienes poseen por participación que él por naturaleza; por lo cual verdaderamente son dioses por participación" (Cántico espiritual 39,6).

El pluralismo tiene también implicaciones negativas: "Todo el que trabaja en una universidad es consciente de que está involucrado en una institución cada vez más fragmentada [...] podríamos decir que nos encontramos con una universidad en ruinas' " (Borgman, 2006, pp. 161-162). Cada profesión es una visión parcial, un punto de vista de la realidad, y todo punto de vista es la vista de un punto. Es necesario que todas las profesiones trabajen con visión cosmoteándrica para ser conscientes de la corriente secreta que las une. La unidad en la pluralidad es principio de sabiduría.

CULTURA Y RELATIVISMO

Relativismo viene de relación, y puede significar que todo vale lo mismo o vale poco, lo contrario de absolutismo, que afirma verdades absolutas. Relativismo, opuesto a aislamiento, afirma también que todo existe en relación. "El relativismo cristiano es expresión del espíritu de universalidad que intenta construir puentes entre las culturas, los pueblos y las naciones, contribuyendo, de este modo, a la paz y la seguridad de nuestro mundo". (Wilfred, 2006, p. 105).

J. Ratzinger escribió en abril de 1973 para un diálogo ecuménico:

    Todo lo pensado hasta ahora tiene sentido en cuanto instante de la totalidad [...] tanto la interpretación católica como la protestante de lo cristiano tiene [...] su importancia, son verdaderas en su hora histórica, pero sólo lo siguen siendo cuando, llegado el punto final de su hora, se las abandona y se las inserta en el todo, que está en trance de nueva formación. La verdad es función del tiempo [...] Bajo este punto de vista, la fidelidad a la verdad de ayer consiste en abandonarla, en 'superarla, elevándola a la verdad de hoy. Superar es la forma de conservar. Lo constitutivo de ayer sólo permanece hoy en cuanto superado (2005c, pp. 16-17).

Todo lo humano es cambiante, incluso la teología. Dios no tiene teologías ni las necesita, el ser humano sí.

J. Ratzinger en los años setenta escribió también refiriéndose al "Fundamento antropológico del concepto de tradición":

    Palabras clave como tradicionalismo y progresismo, que hace apenas unos años parecían describir la contraposición de dos actitudes básicas en la Iglesia, han perdido ya capacidad expresiva [...] Si antes había sido el pasado la fuerza sustentadora que [...] suministraba también al presente los esquemas de comportamiento para afrontar los problemas del ser humano, ahora [...], es el futuro el que atrae hacia sí todas las miradas (Ratzinger, 2005c, pp. 98-99).

Afianzado en la riqueza del pasado, la capacidad de innovación es el atrevimiento de anticipar el futuro en el presente. La relación va y viene en todas las direcciones.

CARACTERÍSTICAS DE LA RELACIÓN

La relación tiene cuatro características. Es esencial, dinámica, simultánea y recíproca. Es esencial. Todo existe en relación, no hay nada que no exista en relación; el modo de relación determina la identidad de cada ser. Es dinámica, en proceso de desarrollo continuo: "Nadie se baña dos veces en el mismo río", decía Heráclito, ni por el río, ni por el que se baña. Es simultánea, no es primero una que la otra. Es recíproca, va y viene en todas las direcciones del yo, de los demás, del cosmos y de Dios. La reciprocidad está en todo. Cuanto más armónica, mejor.

MENTALIDAD RACIONALISTA, MENTALIDAD SAPIENCIAL

Mentalidad es manera de ver. Existe la mentalidad racionalista, que es dualista, y por eso, donde distingue separa, como cuerpo y alma; y es cosificadora, pues trata como cosas los conceptos, que sólo existen en la mente con fundamento en la realidad. Por ejemplo, amor, muerte, alegría, tristeza o memoria, entendimiento y voluntad no son cosas, sino dimensiones o aptitudes de la persona en su unidad. Vuelvo concreto el sustantivo abstracto cuando digo: este amor, esta muerte, esta alegría.

El lenguaje racionalista informa, separa, divide, satisface la curiosidad. "Estamos acostumbrados a utilizar -la mayoría de las veces inconscientemente- la razón como un arma [...] Decimos 'tener razón, 'te he convencido', 'te he vencido' " (Panikkar, 1993, pp. 154-155). No debemos minusvalorar la razón. Pero mente sin corazón deshumaniza, crea un mundo sin amor. La razón "es para fruir, para ver, para saber, para juzgar, para la salvación" (1993, p. 155), para utilizarla con corazón.

Hablamos también de mentalidad sapiencial. Sapiencial viene de saber, saborear, sabor. Sabor es lo que experimento en la boca y la garganta cuando ingiero y digiero un alimento convirtiéndolo en entraña viva. Más que pensarlo, saboreo a Dios, y así sé quién es. La mentalidad sapiencial pertenece al corazón. Cuando el leproso dice: "Si quieres puedes limpiarme" (Mc 1, 40), todo se mueve en la tierra y en el cielo. El lenguaje sapiencial es narrativo, testimonial; habla de la realidad vivida, experimentada; cambia la manera de vivir. Es el lenguaje de la Biblia y de los místicos.

MODOS DE RELACIÓN: EL AMOR Y LOS APEGOS

El amor es el modo de los modos, el fundamento de toda relación. No es una cosa, es la persona dándose, construyendo comunidad, comunión. Dios es amor. Las personas divinas son origen, medio y fin de toda relación. Dios es relación hacia dentro: Padre, Hijo y Espíritu Santo, y hacia fuera, Creador, criatura. "El hecho de que el Hijo proceda del Padre y el Espíritu Santo del Padre y del Hijo (según los latinos) como de un único principio hace que entre las tres divinas personas se den relaciones mutuas" (Boff, 1987, p. 115). El amor crea comunión, unidad en la pluralidad, pluralidad en la unidad. Por amor, salgo de mí al encuentro con los demás. "Salí tras ti clamando y eras ido", canta S. Juan de la Cruz.

Jesús de Nazaret es el modelo de la relación de amor consigo mismo, con Dios su Padre, con los demás y con la creación. Jesús hace con los demás lo que su Padre hace con Él, comunidad. El impulso del Padre lo mueve desde dentro aun en contra de lo que manda la institución, a crear comunión con personas y cosas. Ámense como yo los he amado.

Solemos identificar amor con apegos. Por amor, damos, nos damos; por apegos, recogemos, acaparamos, retenemos. El amor es exigente y da libertad, los apegos son contemporizadores y esclavizantes. De los apegos viene la codicia, la corrupción, falla generalizada del hombre actual, idólatra, adorador del dios dinero.

Para el místico, el desapego determina su comportamiento. S. Juan de la Cruz tiene este verso 'Ni cogeré las flores', que él mismo comenta: "Para buscar a Dios se requiere un corazón desnudo y fuerte, libre de todos los males y bienes que puramente no son Dios" (Cántico Espiritual, 3, 5. Ver también: Llama 3, 18). El evangelio dice: "Ningún criado puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al dinero" (Le 16, 13). Para el místico, como S. Teresa, amor y desasimiento constituyen el secreto del crecimiento espiritual, del crecimiento humano (1 Cor 7, 29-31)1.

Vivimos en un mundo de apegos sin amor. En eso consiste la actual crisis económica mundial. El hombre se ha enfrascado en la carrera del dios dinero, la codicia, que es una 'idolatría (Col 3, 5). Vive en la mentira de creer que el dinero soluciona la crisis del consumismo. "Reagan (1980-1988) aumentó su popularidad reduciendo beneficios sociales para los pobres [...] y Clinton (1993-2001) continuó con esos recortes [...] Hoy ningún político se atreve a mencionar ayudas para los pobres" (Sachs, 3 de octubre de 2010, p. 16). El dios dinero tiene infinidad de adoradores, de idólatras. "El nivel de corrupción política en Estados Unidos es asombroso. Ahora todo gira en torno al dinero para las campañas electorales" (Sachs, 3 de octubre de 2010, p. 8). Nadie espera resolver la crisis económica con lo único que la puede salvar, el desapego, la austeridad.

LA RELACIÓN DEL YO CONSIGO MISMO. LA AUTOESTIMA

Hablamos de cuatro polos fundamentales de la relación, el yo, los demás, el cosmos y Dios. La relación del yo consigo mismo es uno de ellos. En él se da la autoestima, el amor o estima de sí mismo. Se concreta en los sentimientos. S. Teresa, gran conocedora del ser humano, afirma: "Esto del conocimiento propio jamás se ha de dejar [...] Conocimiento propio es el pan con que todos los manjares se han de comer" (Vida 13, 15; cf. Moradas 1,1, 8). Me conozco en la medida en que me amo. El hombre del siglo XXI necesita amarse para conocerse.

Vivo en relación conmigo mismo; mi tarea consiste en amarme, la base del Evangelio: "Ama a tu prójimo como a ti mismo" (Mt 19, 19), cuyo modelo es Jesús: "Un mandamiento nuevo les doy, que se amen los unos a los otros como yo los he amado" (Jn 13, 34). Este mandamiento "no es simplemente una exigencia nueva y superior. Está unido a la novedad de Jesucristo, al sumergirse progresivamente en Él" (Ratzinger, 2011, pp. 82-83). Este mandamiento es una persona. "La novedad solamente puede venir del don de la comunión con Cristo" (p. 82). El amor a Dios es la garantía del amor a sí mismo y a los demás.

Mis sentimientos concretan mi forma de amar. Soy un ser de sentimientos. Sentimiento es lo que siento. Siento rabia, miedo, odio o alegría, fortaleza, amor. Lo que siento, me conmueve, me compromete, empeña todo mi ser.

Podemos determinar los sentimientos en cuatro afirmaciones. Primera, soy un ser de sentimientos; segunda, soy dueño de mis sentimientos; tercera, nadie me puede obligar a tener un sentimiento que yo no quiera; y cuarta, no hay razón para cultivar sentimientos que no sean de amor. Soy un ser de amor. El amor es el fundamento de todo sentimiento. Amar es una decisión. Cultivar sentimientos de amor es distintivo del ser humano.

Justificamos los sentimientos negativos porque "eso es muy humano". La medicina constata que los sentimientos negativos acidifican el organismo, fuente de deterioro y enfermedad. No existe mejor terapia que el cultivo de los buenos sentimientos. Producen vida en abundancia (Jn 10, 10). Es posible convertir la enfermedad en fuente de crecimiento espiritual, llevándola con fortaleza, generosidad y alegría, lejos de la tristeza. S. Juan de la Cruz compuso en la cárcel el Cántico Espiritual. "Allí llegó a encontrarse Juan [...] en uno de esos momentos en que se da esa extraordinaria energía, ese extraordinario dominio del instinto, esa movilización organizada de la intuición que para George Steiner son los 'signos distintivos de un artista" (Rossi, 1996, p. 85).

S. Teresa compuso esta Letrilla: "Nada te turbe / nada te espante. / Todo se pasa / Dios no se muda. / La paciencia / todo lo alcanza. / Quien a Dios tiene / nada le falta / sólo Dios basta". Todo sentimiento positivo es expresión del amor divino en el hombre. "El amor es lo único con que la criatura puede corresponder a su Creador" (S. Bernardo, Sermón 83,4-6). El amor es fuente de salud, sanación y salvación, participación de la vida divina.

LA RELACIÓN CON LOS DEMÁS. TALENTOS, SERVICIO, COMUNIDAD

El amor es la persona dándose, construyendo comunidad. Para M. Scheler, el amor es el valor de los valores; no somos personas, nos hacemos personas amando (Hirschberger, 1982, II, pp. 402-403).

La relación del yo con los demás construye comunidad mediante el ejercicio de los talentos o carismas. El Concilio Vaticano II (1962-1965), presentó la Iglesia como la comunidad de los creyentes en Jesucristo que, guiados por el Espíritu Santo, se encaminan a la casa del Padre (LG 4). Las guerras y divisiones encontrarán solución en la armonía de la unidad en la pluralidad y de la pluralidad en la unidad. Hay un solo Dios, una sola cultura, una sola religión, una sola fe, con manifestaciones incontables, según los talentos y su cultivo en la construcción de la comunidad. En la familia, en la empresa, en la sociedad, en el mundo. El servicio es el corazón del evangelio que descubre la condición divina del ser humano. "El Hijo del hombre no ha venido a ser servido sino a servir y a dar su vida como rescate por todos" (Mc 10, 45). Servir es ir en procura del bienestar radical de los demás.

El servicio atiende necesidades generando abundancia. El gusto de servir es el secreto de la afectividad, de la felicidad, de la vida en plenitud. El servicio evangélico busca el interés de los demás, no el de sí mismo2. Hoy se habla de la calidad del servicio en todos los tonos. Y también de la política como el arte del bien común, pero, lejos del evangelio, en beneficio del que sirve. La política "posee un aspecto englobante, porque tiene como fin el bien común de la sociedad" (Puebla 513). Política es el arte del bien común.

Todo ser humano tiene un talento único y una manera única de expresarlo. Por cada talento único y por cada expresión única del mismo, existen unas necesidades. Los talentos son para servir, para construir comunidad. El que hace lo que le gusta, se vuelve atemporal. Hasta la necesidad de comer y dormir se suspende, anticipo de eternidad3. La mejor forma de ayudar a un amigo es brindarle la oportunidad de ser útil. Quien se pregunta cómo puede servir, está en el camino de la abundancia, de la madurez humana, de la realización profesional, expresión milagrosa de la espiritualidad.

LA RELACIÓN CON EL COSMOS. ECOLOGÍA

En 1866, el biólogo alemán, Ernst Haeckel (1834-1919), presentó la ecología como un capítulo de la biología, estudio de la interrelación de los seres vivos entre sí y con el medio ambiente. En un comienzo, la ecología se ocupó sólo de la preservación de los ecosistemas y algunas especies amenazadas, o la creación de reservas naturales y la conservación de la biodiversidad. En 1972, el Club de Roma tomó conciencia de que la tierra está amenazada por el desarrollo industrial. En 1990 desaparecían diez especies de seres vivos cada día; y en 2000, una por hora. El hombre es señor del universo para dignificarlo como hijo de Dios. La tierra es nuestro hogar común. "La creación entera gime con dolores de parto esperando la gloriosa liberación de los hijos de Dios" (Rom 8, 22.19).

Los místicos de todas las tradiciones afirman, por experiencia personal, que todas las cosas que percibimos con los sentidos son interdependientes de la única Realidad. Dios no se identifica con la realidad cósmica y humana. Siendo diferentes, viven en comunión de amor. Lo que beneficia al todo, beneficia a la parte, y lo que beneficia a la parte, beneficia al todo (Guerra, 1987)4.

Ecología, mística y romanticismo están entrelazados. Juan Ramón Jiménez, poeta español (1881-1958), premio Nobel de literatura (1958), ve en S. Juan de la Cruz un 'romántico absoluto'. "Mi Amado las montañas / los valles solitarios nemorosos / las ínsulas extrañas / los ríos sonorosos / el silbo de los aires amorosos / la noche sosegada / en par de los levantes de la aurora / la música callada / la soledad sonora / la cena que recrea y enamora". Y comenta cada verso. "Estas montañas es mi Amado para mí", "estos valles es mi Amado para mí", el alma llama a Dios "ínsulas extrañas", "su Amado es los ríos sonorosos", "la noche sosegada", "esta música callada", "la soledad sonora". El Amado es "la cena que recrea y enamora". (Cántico Espiritual. Estrofas: 2, 3, 4, 5, 12, 14-15, con sus comentarios. Y recuerda a San Francisco de asís: 'Dios mío y todas las cosas' (14-15, 5).

La ecología es una de las dimensiones de la totalidad. Más que un ser en la tierra, el hombre es un ser de la tierra. El hombre es la tierra que ama, y que pasó de la fase instintiva a la fase consciente. Con la responsabilidad de llevar a plenitud la creación entera. La teofanía de Jacob es tarea de todos los días (Gen 28, 16-17). S. Francisco de Asís es conmovedor con su 'hermano sol, hermana luna. Y Bernanos escribió: "Decid, cuando yo muera, al dulce reino de la tierra, que yo lo amaba mucho más de cuanto he osado confesar" (Moeller, p. 465).

LA RELACIÓN CON DIOS. LA RELIGIÓN

Benedicto XVI dice:

    La relación con Dios es algo profundamente personal, y la persona es un ser en relación, y si la relación fundamental –la relación con Dios- no está viva, si no se vive, tampoco las demás relaciones pueden encontrar su justa forma. Pero esto vale también para la sociedad, para la humanidad como tal. También aquí, si falta Dios, si se prescinde de Dios, si Dios está ausente, falta la brújula para mostrar el conjunto de todas las relaciones a fin de hallar el camino, la orientación que conviene seguir (En la Catedral de Aosta, 24 de julio de 2009).

Cuando Juan Pablo II afirma que "No hay, en efecto, más que una cultura: la humana, la del hombre para el hombre" (Ex corde Ecclesiae, 3), está haciendo un planteamiento de extraordinarias consecuencias para la apreciación de todo lo humano, de tal manera que podemos decir que hombre no hay sino uno, que se concreta en cada uno. Aquí aparece la importancia de la unidad en la pluralidad y de la pluralidad en la unidad.

También podemos afirmar que religión no hay sino una: la humana, la del hombre para el hombre, que se concreta de innumerables modos según tiempo y lugar. Religión es la relación del hombre con Dios, el único "Dios del cielo" (Judit 5, 8). Así es posible hablar de globalización de la santidad'. Cada individuo y cada grupo deciden el modo, de amor o de apegos. El influjo es recíproco; individuo y comunidad van de la mano. De este modo, el ecumenismo y el diálogo interreligioso aparecen como algo espontáneo. Cada uno tiene su modo de experimentar a Dios, que se enriquece al compartirlo.

Dios no se parece a nadie ni a nada; no hay puntos de referencia para discernir su identidad. Si cambiamos la palabra Dios por otra, como absoluto o trascendencia, eludimos la realidad5. Por cambiarle el nombre, el sol no deja de ser sol. El ser humano tiene formas ilimitadas de captar la realidad. Según S. Juan de la Cruz, "en la fe amamos a Dios sin entenderle" (Cántico. Prólogo 2. Cf, Cántico 1, 3), y dice también que "Dios a quien va el entendimiento excede al entendimiento [...] y, por tanto, cuando el entendimiento va entendiendo, no se va llegando a Dios, sino antes apartando" (Llama 3, 48. En el n. 47 leemos que Dios "es el artífice sobrenatural, él edificará sobrenaturalmente en cada alma el edificio que quisiere"). (Voltaire citado por Marión, 2005) afirma: "Para saber si hay un Dios, sólo te pido una cosa, que abras los ojos" (p. 7). Ángel Silesius (2005) escribe:

    ¡Lo que Dios es no se sabe! No es luz, ni espíritu, ni éxtasis ni el uno, ni lo que se llama divinidad; ni sabiduría ni intelecto; ni amor, voluntad, bondad; ni tampoco cosa ni no cosa; no es ser o afecto. Es lo que yo y tú y toda criatura no experimentaremos hasta que no seamos lo que Él es (p. 161).

Conocemos a Dios experimentando la dulzura de su amor, que es él mismo.

El conocimiento de Dios es sapiencial. La sabiduría de Dios, según S. Juan de la Cruz, es "secreta o escondida, en la cual, sin ruido de palabras y sin ayuda de algún sentido corporal ni espiritual [...] enseña Dios ocultísima y secretísimamente al alma sin ella saber cómo" (Cántico 39, 12). S. Teresa habla del Dios que experimenta. "El entendimiento no discurre [...] mas no se pierde [...] está como espantado de lo mucho que entiende, porque quiere Dios entienda que de aquello que Su Majestad le representa ninguna cosa entiende" (Vida 10, 1; cf. 18, 8)6. Sabemos quién es Dios en la medida que lo experimentamos.

"Las poblaciones de África y de Asia admiran las realizaciones técnicas de Occidente y nuestra ciencia, pero se asustan ante un tipo de razón que excluye totalmente a Dios de la visión del hombre" (Benedicto XVI. Homilía del 10 de sept. 2006 en la Nueva Feria de Munich). La persona que prescinda de la relación con Dios recorta su existencia, aun sin darse cuenta.

Religión es relación de inmediatez con Dios, que se manifiesta en instituciones, dogmas, normas y ritos. La religión pertenece a la condición holística de la realidad.

La religión, la Iglesia es la comunidad de los creyentes, que, según J. Ratzinger(2011):

    se funda en la unidad entre el Padre y el Hijo [...] se funda, por tanto, no en datos de hecho, naturales o de carácter histórico-universal [...] y tampoco puede ser establecida por organizaciones, instituciones y dogmas... La unidad puede crearse únicamente mediante la palabra del anuncio, en la que el Revelador -en su unidad con el Padre- está cada vez más presente. Y, aunque el anuncio necesite de instituciones y dogmas para su realización en el mundo, éstos no pueden garantizar la unidad de un anuncio auténtico (p. 115).

La religión es ante todo la relación de inmediatez de Dios. S. Juan de la Cruz dijo inspirado en S. Pablo: "Ya por aquí no hay camino porque para el justo no hay ley; él para sí se es ley" (1 Tim. 1, 9 y Rom 2, 14) (Dibujo del Monte de perfección).

Jesús de Nazaret es el místico de los místicos, el modelo de la relación de amor consigo mismo, con el Padre, con los demás y con la creación. Hace con los demás lo que el Padre hace con Él, comunidad. Sigue el impulso divino que lo mueve desde dentro aun en contra de lo que manda la institución por fidelidad al Padre. Construye comunidad creando comunión de personas. El Espíritu determina su comportamiento (Lc 3, 22; 4, 1.14.18). Habita en quienes lo aman y se manifiesta a ellos (Jn 16, 7); revela al Padre (Le 10, 22), y junto con el Padre envía al Espíritu (Jn 16, 7); que conduce a los discípulos al pleno conocimiento de Jesús y, a través de él, al del Padre (Jn 14, 7.20). La vida eterna consiste en conocer a Dios y a aquel a quien él ha enviado, Jesucristo (Jn 17,3), con un conocimiento directo que hace que el cristiano no necesite a nadie que le enseñe (1 Jn 2, 27. Este conocimiento se llama comunión (Jn 14, 19-20), unión de amor (Jn 17, 26; también 1 Jn 2, 3-4; 3, 16).

Oración, religión, bautismo, espiritualidad, santidad y mística son puntos de vista de la misma realidad, la relación del hombre con Dios. Todo punto de vista es la vista de un punto. Además de la oración, a la cual nos acabamos de referir, tomamos el bautismo, otro de los modos de la relación con Dios. El bautismo es la inmersión del ser humano en el ser divino, que comienza en el nacimiento y culmina en la muerte. El rito bautismal es la celebración solemne de esa inmersión. Religión, oración, espiritualidad, santidad y mística son formas de vivencia bautismal.

"El sacramento de Dios no es nada ni nadie, sino Cristo" (S. Agustín), por eso, "Todos los sacramentos, es decir, todas las acciones cúlticas fundamentales de la Iglesia, tienen estructura cristológica" (Ratzinger, 2005c, pp. 52-54). Cristo es el sacramento primordial: "Felipe, el que me ve a mí, ve al Padre" (Jn 14, 9; ver: 12, 45). "La Iglesia es el sacramento de los sacramentos; los sacramentos son modos de realizarse la sacramentalidad de la Iglesia. La Iglesia y los sacramentos se interpretan mutuamente" (Ratzinger, 2005c, pp. 52-54). El hombre es sacramento, el sentido más profundo de la religión, de la Iglesia, de la relación con Dios.

CULTURA Y PUEBLO DE DIOS

Ya los antiguos tenían una apreciación penetrante de la plurirrelación. "Israel no concebía al hombre más que como un ser constituido por relaciones; relación con sus semejantes, relación con su entorno y, sobre todo, relación con Dios" (Von Rad, 1985, p. 388). El Antiguo Testamento es atisbo de la plenitud del Nuevo Testamento, que es Jesús, la sabiduría de Dios (1 Cor 1, 24.30), sin el cual "no se ha hecho nada de cuanto existe" (Jn 1, 3).

CONCLUSIÓN

El tema de la cultura, como noción unívoca, es amplísimo, pues no hay nada que no exista en relación, ya que hasta Dios es una de sus dimensiones y al mismo tiempo su fundamento.

Cultura no hay sino una, la humana, la del hombre para el hombre. Esta afirmación abre un horizonte sin límites, porque donde hay un ser humano, hay cultura. Las culturas son más bien modos de cultura, que incluye todas las ciencias, a las cuales corresponden de modo natural la interdisciplinariedad, la transdisciplinariedad y la interculturalidad, lo mismo que el ecumenismo y el diálogo interreligioso.

En la relación, cada uno tiene su modo, de dinamismo constante, de ahí su importancia. Yo tengo mi modo, el no quererlo es ya un modo. La relación mía conmigo mismo, con los demás, con el cosmos y con Dios es esencial, dinámica, simultánea y recíproca. El hecho de que yo preste más atención a un modo de relación, no significa que los otros no estén presentes.

En los cuatro polos fundamentales de relación, el yo, los demás, el cosmos y Dios, está incluido todo cuanto existe, cada polo con su identidad: el yo con la autoestima, los demás con la comunidad, el cosmos con la ecología, y Dios con la religión. No puede no ser así. La visión holística es natural. Quien no la tiene en cuenta, fracciona, aun sin darse cuenta, la realidad.

Somos agentes de cultura haciendo lo que hacemos. El ser es la esencia del hombre, criatura de amor, sentido de la mística, y el hacer es la expresión de lo que es, la ética. El verdadero fundamento de la ética es la mística. Los apegos dañan el comportamiento, la ética. Soy propiamente ético cuando actúo por amor: amor a mí mismo, a los demás, al cosmos y a Dios. El amor a Dios, la mística, da sentido a la realidad y la lleva a plenitud.

Existe un modo de los modos, el amor. Amor es unidad de dos, verdadero sentido de toda vocación. Esto significa la Alianza en la Biblia. Con razón se ha afirmado que el siglo XXI será místico o no será. Es decir, lo único que puede salvar al hombre es Dios. Sin Dios, el hombre se hunde en su limitación.

Entendida como modo de relación, la cultura caracteriza al ser humano y lo distingue de los demás seres de la creación, no menos claramente que como se hacía en el pasado por la razón, la libertad y el lenguaje. Esta noción unívoca de cultura me lleva a tomar conciencia de que lo tengo todo en mis manos. Igualmente, sé cuál es mi identidad, mi ubicación y mi pertenencia.

Presentar la cultura como modo de relación cosmoteándrica es hablar de un nuevo paradigma, con implicaciones de alcance ilimitado. Y un nuevo paradigma requiere un proceso de asimilación, que reclama toda la destreza y responsabilidad del individuo y de la comunidad.


Pie de página

1Cfr. Vida 11, 2 y título del capítulo, y Camino de Perfección 4, 4.
2Hace 230 años, Adam Smith decía que al "producir un valor máximo", el individuo "busca sólo su propio beneficio". El mundo empresarial tiene una comprensión del servicio opuesta a la del evangelio. ¿Servicio en función del dinero? ¿Capitalismo sin corazón, destructor del ser humano?
3"Quand vous travaillez, vous êtes une flúte à travers laquelle le chuchotement des heures se transforme en musique... Que signifie travailler avec amour? C'est tisser une toile avec des fils tires de votre coeur, comme si cette toile devait être portee par l'etre aimé" (Gibran, 1992, p. 45-46). Traduzco : «Cuando trabajas, eres como una flauta a través de la cual el susurro de las horas se convierte en música. ¿Y qué significa trabajar con amor? Tejer una tela con los hilos sacados de tu corazón, como si tu amado se fuera a vestir con ella».
4De este artículo tomo algunas notas expuestas aquí.
5A Samuel Huntington, profesor de Harvard, le preguntaron si había tenido alguna tensión entre su trabajo científico y sus convicciones religiosas. Contestó: "Desarrollé un sentimiento religioso cuando me pareció que hay buenas razones para que, a través de la historia humana, casi todos los pueblos [...] creyeran en un ser y una fuerza superiores, y adoptaran un conjunto de principios trascendentales; es muy consolador. Lo sublime de los estadounidenses es que, aunque somos racial y étnicamente diferentes, casi todos creemos en Dios". Entrevista a Samuel Huntington (2006) hecha por Wolfram Eilenberger.
6S. Teresa se deshace por encontrar palabras para expresar la forma como Dios acontece en ella. Moradas 6, 2, 3.

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