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Cuestiones Teológicas

Print version ISSN 0120-131X

Cuest. teol. vol.39 no.91 Bogotá Jan./June 2012

 

EL PRÓLOGO DE JUAN, UN PRINCIPIO Y FUNDAMENTO

The prologue of John, a principle and a foundation

Luis Guillermo Sarasa Gallego*


* Doctor en Teología por la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, (2009); (S.S.L.) Licenciatus in Re Biblica por el Pontificio Instituto Bíblico de Roma (2003), Baccalaureum in Sacra Theologia por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma (2000), Baccalaureum in Philosophia por la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá (1995); Master en Psicopedagogía por la Universidad de París (1990) y Licenciado en Educación: Lenguas Modernas por la Universidad de Caldas (1982). Profesor de Sagrada Escritura (Nuevo Testamento, Métodos Exegéticos, Literatura juánica, Teología Bíblica) en la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá. Actualmente, es el Director del Departamento de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana.
Correo electrónico: gsarasa@jesuits.net

Artículo recibido el 20 de octubre de 2011 y aprobado para su publicación el 15 de diciembre de 2011


Resumen

El Prólogo del evangelio de Juan (Jn 1,1-18) es el texto bíblico que funciona como eje estructurante de la "Exhortación Apostólica Verbum Domini". De hecho, cada una de las tres partes de la Exhortación lleva como epígrafe uno de los versículos del Prólogo de Juan. Recogiendo la famosa expresión de los Ejercicios Espírituales de san Ignacio de Loyola, el texto juánico es Principio y Fundamento del documento papal, esto es, clave de lectura que permite captar la riqueza y el mensaje de la Exhortación. El documento magisterial se inserta en la dinámica eclesial de la reflexión sobre la divina revelación, que tuvo un momento culminante en la Constitución Dogmática Dei Verbum. De ella bebe y a ella profundiza y enriquece la actual Exhortación.

Palabras clave: Biblia, Teología, Prólogo de Juan, Exégesis, Exhortación Verbum Domini.


Abstract

The Prologue of the Gospel of John (Jn 1, 1-18) is the biblical text which works as the building axis in the Apostolic Exhortation Verbum Domini. In fact, each section of the three which constitute the Exhortation carries a verse from the Prologue as an epigraph. Having in mind the famous expression taken from the Spiritual Exercises of St. Ignatius of Loyola, the Prologue text is "principle and foundation" of this pontifical document, that is to say, it is the key needed to read and capture the richness and message of the Exhortation. The magisterial document follows the ecclesiastical dynamics applied to think on divine revelation, a genuine reflection which got its peak in the Dogmatic Constitution Dei Verbum. The Exhortation taps into this Constitution and the Constitution gives the Exhortation depth and richness.

Keywords: Bible, Theology, Prologue of John, Exegesis, Exhortation Verbum Domini.


INTRODUCCIÓN

Con estas páginas pretendo hacer una resonancia de la "Exhortación Apostólica Verbum Domini" desde el Prólogo del cuarto evangelio. Y las he querido titular: El Prólogo de Juan, un Principio y Fundamento, en primer lugar, porque este himno del cuarto evangelio está detrás del documento en cuestión, funcionando no simplemente para adornarlo y citarlo por doquier, sino como un telón de fondo y, si se quiere, como estructura que sostiene la elaboración completa. En segundo lugar, porque un Principio y Fundamento, en particular para quienes conocen la arquitectura de los Ejercicios espirituales de San Ignacio, no sólo es portal de entrada, sino que sostiene toda la experiencia convirtiéndolo en un elemento sine qua non los ejercicios mismos se desintegrarían dejando al sujeto sin coherencia interna y sin saber qué hacer con la riqueza de su encuentro personal con Dios.

Estamos de acuerdo con Edwards (1954) cuando, en su comentario al evangelio de Juan, afirma que: "la idea del Logos y su desarrollo en Juan proclama cómo los paganos, por la fe, podrían tener un lugar dentro de la familia de Israel, el pueblo de la alianza con Dios. Las antiguas barreras se caen: la 'bendición era para todas las naciones" (p. 30). Es interesante que un texto universalista como el Prólogo de Juan sea usado para abrir el camino y para mantener el ritmo hasta el final del documento. Si se mira con atención, es lo mismo que hace el texto del Principio y Fundamento en los mencionados ejercicios de San Ignacio.

Un aspecto importante de la estrategia de los ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola lo encontramos en la manera como el Principio y Fundamento direcciona el influjo que condiciona nuestro funcionamiento; es decir, hacer que la disposición para la apertura hacia Dios determine el modo personal de obrar, el modo modo de ser. Sin embargo, San ignacio no busca una identificación ontológica con Dios sino una convergencia de intereses totalmente enderezada hacia la voluntad del Padre. Eso mismo busca el Prólogo de Juan: situar al hombre y a la mujer frente a un Dios creador de todo y revelado en su Hijo, modelo para el creyente. La voluntad de Dios en cuanto a nosotros es precisamente que seamos imágenes de su Hijo (Sarasa, 2010, p. 298).

El Principio y Fundamento de los Ejercicios Espirituales propone algunas verdades de las cuales todo se deriva (principio) y sobre las cuales todo se apoya (fundamento). Lo mismo propone el Prólogo juánico cuando habla de Dios, del Logos, de la creación por amor y del fin del hombre y la mujer como centro y culmen de la excentricidad del Padre. Creación arquetípica y encarnación prototípica no son más que dos modos de revelar la diversidad expresiva del Dios que se manifiesta.

Si, por un lado, ser hijo está al centro de este principio y fundamento juánico, la vida eterna, propuesta como herencia en el cuarto evangelio conforme a la lógica relacional establecida, se define como una relación entre el creyente y Dios.

Veamos, entonces la lógica de los dos textos y su relación con la Verbum Domini y empecemos con ésta última:

Las tres partes en las que está dividido el texto tiene tres títulos así:

    Verbum Dei
    Verbum in Ecclesia
    Verbum Mundo

Para cada una de estas partes se ha puesto un epígrafe del evangelio de Juan que funciona como clave de lectura:

    Verbum DeiJn 1,1.14
    Verbum in EcclesiaJn 1,12
    Verbum MundoJn 1,18

1.  Verbum Dei

La Palabra de Dios que yo recuperaría como el Logos de Dios en su sentido original (Λόγος Θεοῦ), tiene como epígrafe a Jn 1,1.14. que proclaman tanto la eternidad del Logos junto a Dios como su encarnación.

    En el principio existía el Logos
    y el Logos estaba junto a Dios
    y Dios era el Logos.
    [...] Y el logos se hizo carne
    Y puso su tienda (habitó) entre nosotros [...]

2.  Verbum in Ecclesia

La Palabra en la Iglesia, que también habría que reconducir al concepto el Logos en la Iglesia (λόγος ἐν ἐκκλεσία), tiene como referente a Jn 1,12.

    A todos los que recibieron el Logos les dio el poder para ser hijos de Dios [...].

Para muchísimos estudiosos del cuarto evangelio, aquí está el centro del quiasmo del Prólogo, lo que revela una estructura antropocéntrica que nos está indicando la finalidad de este texto, es decir, un Dios que se revela para "hacer hijos e hijas de Dios". Cuando se dice para hacer, se insinúa para configurar hijos e hijas de Dios, para construir humanidad, pues, en últimas lo más divino de Dios es su humanidad.

3. Verbum Mundo

La Palabra para el mundo, o bien (λόγος κόσμω), en esta lógica correspondería a un quehacer del hombre con respecto a Dios, es decir, los hombres y las mujeres que han escuchado el Logos de Dios, lo ponen en marcha, en actividad constante y, por tanto, van respondiendo a esa Palabra constante de Dios. Yo no diría a la Palabra invariable de Dios sino a la Palabra cambiante de Dios que va diciendo a medida que vamos viviendo:

    A Dios nadie lo ha visto jamás, el Hijo único que está en el seno del Padre, él lo ha contado.

PREPOSICIONES Y SU SENTIDO

1. De...

Las preposiciones que se denerían traducir de estos tres títulos son fundamentales. En el primer título se trata de un genitivo: la palabra de Dios. Si bien el documento hace hincapié sobre la palabra humana, recalcando que Dios habla en palabras humanas, el mismo texto nunca se atreve a decir: la palabra humana sobre Dios, por ejemplo. Aquí sigue existiendo un punto hermenéutico discutible y que tendríamos que tomar en serio para las cuestiones ulteriores. Decía algún teólogo famoso que la teología es la palabra humana sobre Dios, sin embargo, aquí eso no funciona y, con todo, la primera parte de la exhortación es una teología sobre el Logos. Cuando se dice la Palabra de Dios (que corresponde al primer subtítulo Verbum Dei) no sólo se hace referencia a una posesión que tiene Dios, sino al modo que tiene Él de manifestarse. Dios se manifiesta por medio de su palabra y su Palabra es máxima en su Hijo que habla lo que su Padre le indica e inspira.

2. En...

La segunda preposición corresponde al subtítulo de la segunda parte: Verbum in Ecclesia. La Palabra en la Iglesia. Se sobreentiende que si la primera preposición es un genitivo que se toma no sólo de posesión o pertenencia sino también de modo de expresarse o manifestarse, la segunda (en) supone esa misma Palabra de Dios dentro de la comunidad que configura la Iglesia misma; es decir, de cómo esa comunidad oye, percibe, acoge y transmite esa palabra proclamada o proferida por Dios por medio de quienes primero la han escuchado en su corazón.

3. Para...

La tercera preposición aparece en latín de modo tácito. Verbum Mundo se traduce, por su caso (dativo) como Palabra de Dios para el mundo. Y, entonces, sigue la lógica de las dos primeras partes. La primera parte es una elaboración (casi disertación monográfica) sobre la Palabra de Dios, enseguida la segunda parte asume la tradición eclesial y en fin, la tercera deja esbozados los temas fundamentales que siguen siendo un reto para la misma Iglesia.

Pero, volvamos al Prólogo y a las indicaciones que dejan planteadas las citas bíblicas específicas:

Prólogo

Todos conocemos el Prólogo del evangelio de Juan; es más, los sacerdotes de más años aprendieron a recitarlo en latín, por lo menos. "El carácter sagrado del Prólogo se reflejó en la vieja costumbre de la iglesia occidental, que lo leía sobre los enfermos y los recién bautizados. El lugar que anteriormente ocupaba como plegaria final de la Misa latina refleja la costumbre de usarlo como bendición" (Brown, 1999, p. 213). (Antes de terminar la misa -ite missa est-, se recitaba):

    In principio erat Verbum et Verbum erat apud Deum et Deus erat Verbum 2 hoc erat in principio apud Deum 3 omnia per ipsum facta sunt et sine ipso factum est nihil quod factum est 4 in ipso vita erat et vita erat lux hominum 5 et lux in tenebris lucet et tenebrae eam non comprehenderunt 6 fuit homo missus a Deo cui nomen erat Iohannes 7 hic venit in testimonium ut testimonium perhiberet de lumine ut omnes crederent per illum 8 non erat ille lux sed ut testimonium perhiberet de lumine 9 erat lux vera quae inluminat omnem hominem venientem in mundum 10 in mundo erat et mundus per ipsum factus est et mundus eum non cognovit 11 in propria venit et sui eum non receperunt 12 quotquot autem receperunt eum dedit eis potestatem filios Dei fieri his qui credunt in nomine eius 13 qui non ex sanguinibus neque ex voluntate carnis neque ex voluntate viri sed ex Deo nati sunt 14 et Verbum caro factum est et habitavit in nobis et vidimus gloriam eius gloriam quasi unigeniti a Patre plenum gratiae et veritatis 15 Iohannes testimonium perhibet de ipso et clamat dicens hic erat quem dixi vobis qui post me venturus est ante me factus est quia prior me erat 16 et de plenitudine eius nos omnes accepimus et gratiam pro gratia 17 quia lex per Mosen data est gratia et veritas per Iesum Christum facta est 18 Deum nemo vidit umquam unigenitus Filius qui est in sinu Patris ipse enarravit.

Citando a Jn 1,1 la Exhortación Apostólica Verbum Domini utiliza la misma metodología del prólogo. Una primera parte dedicada a la elaboración teológica más abstracta. Una segunda parte en relación con los hombres y las mujeres, y una tercera parte que especifica la misión de la comunidad y el retorno del Logos al Padre.

Tanto las afirmaciones del Prólogo de Juan como de la exhortación apostólica parten de "supuestos" abstractos: La afirmación "en el principio existía el Logos" no puede ser comprobable. Por eso, no se trata de una verdad científica sino de una afirmación teológica. Esto hay que tenerlo muy presente a la hora de evaluar documentos pontificios con sentido crítico, pues se corre el grave riesgo de descalificarlos por sus contenidos (o por falta de ellos) sin revisar la metodología que subyace a ellos mismos.

Ahora bien, lo anterior requiere una explicación concreta. Ya se dijo que la afirmación de Jn 1,1 es que el Logos existía desde siempre. También el Principio y Fundamento de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola tienen una afirmación inicial "el hombre ha sido creado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor" [E.E. 23]. Hay que observar, sin embargo, que el punto de partida es distinto. La afirmación del Principio y Fundamento es menos abstracta. Podrá gustar o no; se podría tener diversas posiciones frente a dicha afirmación y, no obstante, se trata de una teleología que nos compete propiamente a nosotros; es decir, no llega impuesta desde fuera. Tal vez la VD quiere hacer una síntesis cuando propone Jn 1,1 y Jn 1.14 para la primera parte. Al decir que el Logos se hizo carne está diciendo que ha entrado en el tiempo y el espacio y, por lo tanto, ya no es una abstracción. Se trata de una realidad. Quien ha entrado en este tiempo y espacio "habita" entre nosotros. Por eso, la VD (No. 7) afirma: "Así, pues, la expresión 'Palabra de Dios' se refiere aquí a la persona de Jesucristo, Hijo eterno del Padre, hecho hombre". Sin esta comprensión no es posible abordar el texto de la exhortación apostólica VD puesto que se correría el riesgo de quedar convencidos de varios falsos supuestos:

  1. que la primera parte de la VD es completamente abstracta.

  2. que Jn 1,14 (el logos se hizo carne) sigue siendo una elucubración teológica.

  3. que cuando decimos Palabra de Dios sólo decimos palabra escrita.

  4. que cuando decimos Palabra sólo nos referimos a un texto.

En este sentido, el Logos, Jesús el Cristo, entra en escena para ser "reconocido" por sus coetáneos y coterráneos, quienes, entre otras cosas, -como lo dice el Prólogo- no lo reconocen (Jn 1,10). Dice von Balthasar (1985), en su obra Gloria:

    De acuerdo con el testimonio de los Evangelios, especialmente de Juan, hay que decir más bien que a Cristo se le reconoce en su forma propia sólo cuando se le contempla y entiende como divino-humano, lo que ciertamente exige y presupone la fe en su divinidad. Jesús forma ante el espectador una figura tal que sólo puede ser leída' cuando lo que se manifiesta en ella, es [...] como la emergencia de la profundidad divina personal [...] (p. 143).

A partir de esto podemos afirmar que Jesús, el Cristo, es la forma central de la revelación, en torno a la cual cristalizan y se integran todos los demás momentos de la revelación salvífica (Von Balthasar, 1985).

La nueva hermenéutica quiere rescatar el presente, el aquí, el ahora, la esencial dimensión de historicidad del ser situado (Parra, 2003). El Prólogo lo hace desde la situación del Logos encarnado, historizado, con los suyos. El Principio y Fundamento lo hace desde la direccionalidad del ejercitante situado frente a Dios y al Mundo. La Exhortación Apostólica VD lo hace desde su comprensión del Logos no como un texto escrito muerto sino desde la persona de Jesús.

Con respecto a esta segunda parte y a la segunda indicación bíblica hay que anotar varias cosas. La primera, que no logro saber si el documento cita a Jn 1,12 por su centralidad estructural o por la necesidad que tiene de darle fundamento a una reflexión comunitaria, eclesial, cultual y litúrgica. La segunda, que dos teologías han sido elaboradas a partir de distintas exégesis estructurales del Prólogo. La tercera, que quedan muchas cuestiones abiertas a la hora de traducir dinámicamente el texto de Jn 1,12.

La estructura del Prólogo, como yo la veo (obviamente con el apoyo de numerosísimos estudiosos del texto juánico), sería de la siguiente manera:

Este esquema estructural, quiásmico, que ha sido revelado desde hace mucho tiempo, pone de manifiesto la centralidad del tema de la filiación de los creyentes (Sarasa, 2010). Tal vez fue Culpepper quien con más precisión lo advirtió.

Alain Culpepper (1981), precisamente por la diferencia que captaba al ver las diversas estructuras de análisis del Prólogo de Juan, propuso un más atento estudio del centro (pivot) del quiasmo, puesto que tiene incidencias obvias en la exégesis, la teología, la interpretación y las hermenéuticas posteriores. Sus 15 secciones del quiasmo tienen como centro 12b:

ἔδωκεν αὐτοῖς ἐξουσίαν τέκνα θεοῦ γενέσθαι
[edoken autois exousian tekna theou genesthai]
Les dio la posibilidad de ser hijos de Dios

Culpepper llevó hasta el máximo la división de las unidades con el siguiente resultado como esquema:

Poner al centro esta afirmación significa cambiar el eje de interpretación. Los hijos de Dios 'τέκνα θεοῦ' [tekna theou] son la autodenominación de la comunidad juánica que, según Culpepper puede ser quizás ampliada a todo el cristianismo (Culppeper, 1981). Culpepper establece criterios para el reconocimiento de los quiasmos tales como el lenguaje, los conceptos y el contenido. Establecidos los criterios y aplicados a 1,1-18, Culpepper pasa al análisis del centro del quiasmo (12b los hijos de Dios). Como le ocurrirá a todo exegeta que quiera buscar la expresión 'τέκνα θεοῦ' [tekna theou], Culpepper optará por mencionar el concepto dada la ausencia de dicha expresión en el AT. El concepto, como se anotó en otros lugares, está detrás de otras expresiones y bien establecido en relación con el linaje davídico e Israel como un todo. Dicha relación se concibe en términos sobre todo legales y morales más que físicos y conlleva las obligaciones y promesas de las alianzas con Abraham, Moisés, David (Culppeper, 1981). Después de analizar la expresión en el NT, Culpepper reconoce el uso paulino y tanto sus ricas asociaciones teológicas como su puesto en la soteriología paulina (Culppeper, 1981). Culpepper, finalmente, es cuidadoso en el análisis del capítulo 8 de Juan y de los conceptos de paternidad que se manejan allí, así como de la obligatoria mención de Jn 11,52 y su contexto, en donde aparece de nuevo la expresión 'hijos de Dios' que, entre otras cosas, sólo aparece en estos dos versículos del evangelio juánico.

Otro asunto fundamental en esta segunda mención bíblica que sostiene la segunda parte de la Exhortación Apostólica Verbum Domini es la traducción de este versículo central (1,12). A los que acogieron el Logos, les dio la ἐξουσία [exousia] para ser o volverse hijos de Dios. No traduzco todavía la palabra, porque ahí está el problema. Hay muchas palabras que le podrían convenir a la palabra griega ἐξουσία [exousia], entre ellas: facultad, permiso, libertad, poder (potestas), derecho, posibilidad, actitud, idoneidad, requisito, fuerza, capacidad, habilidad, dignidad, honor, privilegio, dominio, permiso, autorización, legitimación. Con toda esta lista, podemos inferir las dificultades que se presentan y las diversas interpretaciones que ha tenido. Se puede recordar, pertinentemente, lo que decía Calvino de este problema exegético. Calvino quiere corregir una traducción que él considera errónea, con el único fin de reformar una posición teológica. Como una novedad, Calvino1 (1509-†1564) no traduce ἐξουσία [exousia] con derecho ni poder sino con "honor"2, seguro como está de la incoveniencia de darle al hombre la posibilidad de escoger. Uno de los aspectos fundamentales de su visión teológica fue su propuesta de la doctrina de la predestinación. Al igual que Lutero, Calvino sostenía que el hombre podía acceder a la gracia a través de la fe, pero que Dios ya había elegido a quienes habían de ser salvos desde antes de la fundación del mundo. Lutero y Bucer habían debilitado la creencia en la predestinación fundándola en la presciencia divina: Dios conoce el porvenir y sabe lo que ocurrirá a cada individuo; en consecuencia, presciencia y predestinación coinciden. Pero así parece que se establece un vínculo de causa a efecto entre presciencia y predestinación. Parece que Dios esté obligado a hacer lo que ha previsto; en consecuencia, no es exactamente Todopoderoso. Ello es intolerable para un amor ardiente y delicado. "Para Calvino, Dios es libre y lo que él prevé no se confunde con lo que desea de toda eternidad". La gracia es irresistible y el hombre no la puede repeler; se manifiesta en la vida del elegido por el gusto hacia la doctrina y las obras de fe.

Dice, entonces, con respecto al v. 12: "La palabra griega traducida (derecho) aquí significa un honor', y sería mejor traducirla así para refutar la falsa interpretación de los católicos romanos". Leamos la cita de Calvino:

    Su corrupción de este versículo es que no es dada solamente una libertad de elección. Un privilegio que nosotros podemos acomodar para hacer uso de él. Leer libero arbitrio de esta palabra como ellos hacen, es como extraer fuego del agua. A primera vista hay una excusa para ello, porque el evangelista no dice que el Cristo los hace hijos de Dios sino que les da el derecho a serlo. [...] el evangelista declara que este derecho es concedido a los que ya creen y es cierto que son en verdad hijos de Dios. Los que dicen que creyendo, una persona se vuelve nada más y nada menos que un hijo de Dios si escogen serlo, subestiman grandemente el valor de la fe. En realidad, ellos reemplazan un resultado presente por una posibilidad incierta3.

No es posible detenerse en el análisis de esta traducción, pero los invito a leerlo, según el interés (Sarasa, 2010) Lo que sí puedo concluir es que el estudio de las estructuras y de las traducciones dinámicas actuales nos dan pie para una teología más coherente y menos apegada a literalidades y dogmatismos. Si esta fuera la lectura exegética del Prólogo, teniendo en cuenta su estructura, la Exhortación Apostólica le habría dado más realce a la realidad actual y menos a la cultual. Como dice un teólogo nuestro:

    Los textos del pasado no pudieron ciertamente prever las circunstancias históricas y las situaciones particulares de los intérpretes en el decurso de la historia subsiguiente. Pero si el texto no es apto para establecer la analogía de proporcionalidad o la correlación cierta con las circunstancias particulares del intérprete situado, ello significaría que el texto no es hermenéuticamente renovable ni apto para transmitir mensaje alguno a la realidad actual, sino tan sólo datos del pasado remoto con el único interés de saber cómo fueron las cosas 'in illo tempore ' (Parra, 2003, p. 41).

Afirma la Exhortación Apostólica en el No 90: "En este salir del Padre y volver a él, el Verbo se presenta ante nosotros como 'Narrador' de Dios. [...] Jesucristo es esta Palabra definitiva y eficaz que ha salido del Padre y ha vuelto a Él, cumpliendo perfectamente en el mundo su voluntad".

En esta parte, la VD pretende enmarcar el anuncio lógico que se desprende de las dos partes anteriores. No en vano, el subtítulo es "La misión de la iglesia: anunciar la palabra de Dios al mundo". Me llama la atención, muy positivamente, cómo el documento acerca la imagen de Dios en "el logos de la esperanza que tiene un rostro humano y que nos ha amado hasta el extremo" (VD 91). El versículo 18 del Prólogo nos ilumina para reafirmar nuestro límite frente a la inabarcable realidad de Dios. A Dios nadie lo ha visto jamás es una sentencia del todo pertinente. Nuestro lenguaje no puede ser menos que infinitamente corto delante de un misterio tal como el que llamamos Dios. Con todo, este versículo vuelve sobre la "posibilidad" humana de la comprensión de ese misterio. Su Hijo nos ha contado, nos ha revelado, nos ha dicho lo máximo que se pueda decir de su Padre. Por ello, la única posibilidad de acercarnos a ese misterio es la relación que ya hemos mencionado: la filiación. Sólo siendo hijos podríamos alcanzar a tocar el misterio siempre inalcanzable.

CONCLUSIONES

Es en este sentido que decimos que el Prólogo de Juan es un Principio y Fundamento. No sólo porque nos sitúa de frente a Dios y a su revelación, sino porque nos indica una vía para centrarnos 'líbremente' frente a la obra de la creación.

El Prólogo de Juan cimenta la arquitectura de la Exhortación Apostólica Verbum Domini. La exégesis que hay detrás de esta estructura corresponde a un yo personal que interroga a los textos desde su mismidad, pero también a un yo colectivo que expresó sus consideraciones en las 55 Propositions finales que presentó al Papa Benedicto en el año 2008 como conclusión de sus trabajos sinodales.

La Exhortación Apostólica Verbum Domini amplía nominalmente lo que la Dei Verbum del Vaticano II pretendió y si bien tiene claro que es un desarrollo de la misma, está por verse si logra ser fiel heredera de dicha Constitución Dogmática que cambió, sin duda ninguna, la visión que por muchos siglos se tuvo de la divina revelación.


Pie de página

1Cf. Calvino, In Evangelium Secundum Johannem, 26. Para la traducción en inglés: Calvino, The Crossway Classic Commentaries, 22.
2"Nomen ἐξουσίας μιηι dignitatem hoc loco significat [...]". Calvino, In Evangelium Secundum Johannem, 26.
3Calvino, The Crossway Classic Commentaries, 22-23. (Versión inglesa) "Their corruption of this verse is that we are given only a freedom of choice, a privilege we may see fit to make use of. To read free will (liberum arbitrium) from this word, as they do, is like extracting fire out of water. At first sight there is some excuse for it, for the evangelist does not say the Christ makes them children of God but gives them the right to become so. [...] the evangelist declares that this right is given to those who already believe, and it is certain that they are indeed already children of God. Those who say that by believing, a person becomes nothing more than a son of God if he chooses to, greatly underestimate the value of faith. They replace a present result by an uncertain possibility".

REFERENCIAS

Von Balthasar, H. U. (1985). Gloria: una estética teológica. Primera Parte: la percepción de la forma. Madrid: Ed. Encuentro.         [ Links ]

Brown, R. (1999). El evangelio según Juan, I-XII. Madrid: Cristiandad.         [ Links ]

Culpepper, R. A. (1981). The Pivot of Johns's Prologue. New Testament Studies, NTS, 27 (1981): 1-31.         [ Links ]

Edwards, R. A. (1954). The Gospel According to St. John: its criticism and Interpretation. London: Eyre & Spottiswoode.         [ Links ]

Parra, A. (2003). Textos, contextos y pretextos: Teología fundamental. Colección Teología hoy No. 44. Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana.         [ Links ]

Sarasa, L. G. (2010). La filiación de los creyentes en el evangelio de Juan. Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana, Colección Monografías y Tesis.         [ Links ]