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Cuestiones Teológicas

Print version ISSN 0120-131X

Cuest. teol. vol.39 no.91 Bogotá Jan./June 2012

 

A PROPÓSITO DE LA TEOLOGÍA DEL CUERPO

About a theology of the body

Santiago Valencia López*


* Licenciado en Educación Religiosa; candidato a Magíster en Teología por la Universidad Pontificia Bolivariana; actualmente es profesor de cátedra de la Escuela de Teología, Filosofía y Humanidades, pasante investigador del Grupo Religión y Cultura Categoría "B" Colciencias.
Correo electrónico: santiago.valencia@upb.edu.co

Artículo recibido el 14 de noviembre de 2011 y aprobado para su publicación el 15 de diciembre de 2011


Resumen

La teología del cuerpo hace parte de una dimensión fundamental del discurso científico sobre Dios y sobre la fe cristiana. Entre sus presupuestos se halla la cristología rahneriana que se sumerge en el misterio de la Encarnación del Verbo de Dios, localizándolo en el centro de la realidad en la que creemos como cristianos. Pero fue a partir de lo apuntado por el Papa Wojtyla donde el estudio de este concepto adquirió un giro significativo, porque aplicó lo que significa avanzar en teología. Sus cuestiones actuales se dividen entre la línea de reflexión sobre la sexualidad y la novedosa línea de investigación sobre el deporte, a la que las siguientes líneas dedicarán atención. Para ello es preciso abrir el panorama teológico del deportista cristiano que se pregunta por el sentido de su práctica. Esta nota es una aproximación a la teología del cuerpo a través de un rastreo bibliográfico que define unas rutas para desarrollar esta cuestión en nuestros días.

Palabras clave: Encarnación, Cristología, Teología del cuerpo, Karl Rahner, Juan Pablo II.


Abstract

Theology of the body has been part of a fundamental dimension of the scientific discourse on God and the Christian faith. Among its assumptions we find Rahner's Christology which dives into the mystery of the Incarnation of the Verb of God, putting it at the center of the reality in which we Christians believe. But it was after Pope Wojtila and his writings when the study of this concept took a meaningful turn because it implied what it meant to go further in theology. His actual questions are divided between reflection on sexuality and the newness of the research on sport; to this last go the following lines of this essay. To achieve that aim we need to open the theological panorama of Christian athletes who are wondering about the meaning of their practice. This annotation is an approach to theology of the body following a bibliographical tracking to define some ways to develop this issue today.

Key words: Incarnation, Christology, Theology of the body, Karl Rahner, John Paul II.


INTRODUCCIÓN

La teología del cuerpo hace parte de una dimensión fundamental del discurso científico sobre Dios y sobre la fe cristiana en los tiempos actuales. Pero llegar a la conceptualización del término no fue un acontecimiento obtenido sólo por la mención de algunos autores como Wojtyla (2001), Adarme (2004), Bolaño (2006) o Semen (2007), o por la preocupación del Magisterio de la Iglesia católica. La existencia del término y su contemplación en el panorama actual de estudios de la teología se debe a un proceso que se identifica paso a paso, desde sus presupuestos y sus construcciones, hasta sus preguntas más actualizadas.

Este escrito pretende abordar los presupuestos que fueron necesarios para investigar la teología del cuerpo, identificar los hechos trascendentes de su constitución y plantear los interrogantes de su actualidad investigativa en lo que se reconoce como válido, es decir, como parte de la búsqueda de la verdad, en la reflexión de la Iglesia. Dicho de otra manera, este texto dará cuenta de la aparición del tema investigado en el panorama teológico, reconocerá los giros que se dieron en la construcción del concepto específico y dejará en la mente del lector unas preguntas sobre la futura trayectoria del concepto de cuerpo en la teología.

PRESUPUESTOS

Si bien hoy se habla con precisión de teología del cuerpo, hay que reconocer que hacia la mitad del siglo pasado era un asunto poco conocido. Sin embargo, en el discurso de la teología que en ese entonces se desarrollaba, se encontraban los presupuestos que luego permitirían la constitución del discurso cristiano sobre el cuerpo. Tal vez uno de los aportes más significativos fue el de aquel sacerdote jesuita reconocido como uno de los teólogos católicos más importantes del siglo XX: Karl Rahner. En sus Escritos de Teología (1961) apuntaba que la Cristología era el punto de partida que abría cualquier dimensión nueva o actual de la reflexión teológica. De esta manera, si alguna de estas inquietudes que aparecían en las mesas de trabajo de los estudiosos no hallaba su sentido en el Misterio de Cristo, carecía del sentido necesario para avanzar hacia otras esferas más profundas de análisis. Y precisamente al hablar de Cristo, algunas de las preguntas que surgen van en la dirección del modo de la Revelación Divina, es decir, de su expresión humana en Jesús. ¿Por qué el Hijo de Dios tenía que encarnarse? (Jn 1,14) ¿Qué tiene el cuerpo humano de valioso como para ser el lugar del culmen de la Revelación Cristiana? (Dei Verbum 4). Pues bien, planteadas las preguntas, y a propósito de su producción intelectual, Rahner escribía:

    En el misterio de la Encarnación del Verbo de Dios está el centro de la realidad que creemos. Pues el misterio de la Trinidad divina sólo aquí nos es patente; sólo aquí nos ha sido dicho el misterio de nuestra participación en la naturaleza divina; y el misterio de la Iglesia no es más que la prolongación del misterio de Cristo (1961, p. 57).

Por tanto, si se ubica el cuerpo en el centro de la realidad que anuncia la fe cristiana, todo aquel acercamiento que busque su comprensión tiene sentido desde el método que logre dinamizar la experiencia del conocimiento de Dios. Conocimiento que, como tal, concede a la realidad trascendente una connotación de misterio, que el mismo Rahner describe de la siguiente manera:

    El Hombre es un misterio. O mejor dicho, el misterio. Pues él no lo es sólo por ser la pobre apertura al misterio de la incomprensible plenitud de Dios, sino porque Dios dijo este misterio como su propio misterio (...) En este sentido, la Encarnación de Dios es el misterio absoluto y, sin embargo, obvio, inteligible-de-por-sí. Jesús de Nazaret (1961, p. 59).

De esta manera, el hombre asume el papel protagónico de su propia búsqueda, porque, en últimas, será la que le conceda encontrarse con el Misterio de su propio misterio, es decir, con el Dios de su humanidad (Lc 24, 13-35). Desde esta perspectiva, si se tiene en cuenta que en 1965 se clausuraba un Concilio en el que las fuentes de la teología serían identificadas de una forma clara y precisa, sólo restaba al presupuesto de este discurso la vía libre que los mismos documentos conciliares concedieran, con la custodia de estas fuentes, a la reflexión sistemática y organizada sobre el cuerpo.

Es necesario reconocer que, luego del Vaticano II, fue posible rastrear en la Sagrada Escritura, en la Tradición y en el Magisterio de la Iglesia (Dei Verbum 10) la manera en la que el cuerpo ha sido reconocido como medio de salvación, como creación buena (Gen 1, 31) abierta al misterio de Cristo, como templo del Espíritu Santo puesto al servicio del cristiano que quiere glorificar al Padre (1 Cor 6, 19-20). La teología del cuerpo responde desde estas tres fuentes a la pregunta por la más simple humanidad. Con una propuesta metodológica a la altura de otras disciplinas y la interpretación de los últimos acontecimientos del cuerpo como tal en la sociedad, la Iglesia salió en defensa de la creación de Dios y comenzó su propio debate en todos los ámbitos que demandaban su testimonio.

UN GIRO SIGNIFICATIVO

El 16 de octubre de 1978, a sus 58 años, el Cardenal Wojtyla fue elegido como sucesor de San Pedro y comenzó uno de los Pontificados más densos desde el ámbito doctrinal en la historia de la Iglesia. Juan Pablo II prestó una atención especial a los episodios que se debatían en las altas esferas académicas y tenían un lugar propio en la teología. Su misión como Obispo de Roma le concedió al Magisterio de la Iglesia una voz respetada y escuchada por creyentes y no creyentes a la vez.

Uno de los temas a los que el Papa Wojtyla dedicó tiempo fue al de la teología del cuerpo. Tal vez la colección de cuatro libros que publicó Ediciones Palabra a partir de octubre de 1995, cuyos títulos llevan por subtítulo Teología del cuerpo, es la obra magistral del Pontífice en esta dirección. Para Juan Pablo II el estudio de los primeros capítulos del Génesis es el que suscita una conciencia en cuanto al significado y la necesidad de este discurso:

    Sabemos casi nada sobre las estructuras interiores y sobre las regulaciones que reinan el organismo humano. Sin embargo, al mismo tiempo -quizá a causa de la antigüedad del texto-, la verdad importante para la visión integral del hombre se revela de modo más sencillo y pleno. Esta verdad se refiere al significado del cuerpo humano en la estructura del sujeto personal. Sucesivamente, la reflexión sobre esos textos arcaicos nos permite extender este significado a toda la esfera de la intersubjetividad. Constituye realmente el principio de la teología del cuerpo. El hecho de que la teología comprenda también al cuerpo no debe maravillar ni sorprender a nadie que sea consciente del misterio y de la realidad de la Encarnación. Por el hecho de que el Verbo de Dios se ha hecho carne, el cuerpo ha entrado, diría, por la puerta principal en la teología, esto es, en la ciencia que tiene como objeto la divinidad (2001, p.160).

Y esa misma carne, con la que se han hecho realidad los sueños de vida de un Dios inteligente, se encuentra ante la encrucijada de un pecado que se manifiesta en su funcionamiento y la liberación que la reflexión sobre sus estructuras le ofrece.

Por eso, a partir de lo expresado por el beato polaco, el tema de la teología del cuerpo adquiere un giro significativo porque aplica lo que en realidad significa avanzar en teología. En el prólogo de la primera edición del libro Avanzar en Teología (1999) de Juan Luis Lorda, el teólogo Lucas F. Mateo reconocía el itinerario del futuro de la reflexión teológica, ya que

    El camino no termina nunca (...) Avanzar en teología implica fidelidad y creatividad. Es imposible hablar de fidelidad, si no viene acompañada de la creatividad propia de quien, precisamente porque cree, se esfuerza en que la luz ilumine cada vez más su inteligencia y su propia vida. Ésta es la lección de los grandes maestros de la teología (p. 9).

Y así, con fidelidad y creatividad, esta reflexión buscaba iluminar la cotidianidad de aquellos que creen, lo que hoy concede un sentido lógico a las cuestiones actuales de la teología en relación con el tema del cuerpo. Se trata de preguntas planteadas, en el contexto de la fidelidad, con una cierta creatividad que amplía el quehacer de los cristianos.

CUESTIONES ACTUALES

En la actualidad se reconocen dos líneas de investigación que responden a los interrogantes más urgentes: la de la sexualidad y la de las experiencias corporales que pongan en práctica los principios de la teología del cuerpo, como lo permite el deporte, al que se dedicará una especial atención, no sin antes señalar lo que contiene el asunto de la sexualidad.

La sexualidad

En primer lugar, la línea de investigación sobre la sexualidad es conducida por el teólogo laico Yves Semen, quien en el 2007 publicó su obra La sexualidad según Juan Pablo II y planteó sus preguntas:

    ¿Cómo se puede vivir bien con un alma y un cuerpo, y un cuerpo, además, sexuado? ¿Cómo se puede conseguir unificar estas dos dimensiones que nos constituyen en lo que somos y que, sin embargo, nos parecen enemigas?

    ¿Cómo vencer esta oposición que percibimos en nosotros con mayor frecuencia de manera dolorosa, por no decir angustiosa? (p.13)

Semen, luego de identificar lo inédito del enfoque que el Beato hizo en su pontificado, repasa los ejes más importantes de esta labor evangelizadora del Santo Padre e invita a seguirlo en su propósito de comprensión y aceptación de las "normas éticas que permiten vivir plenamente la vocación de la unión de los cuerpos" (2007, p. 20).

El deporte

En segundo lugar, la línea de investigación sobre la experiencia corporal que ponga en práctica los principios de la teología del cuerpo, ha dirigido su atención particularmente sobre el deporte y la educación religiosa. Y es ahí, en el mismo seno de esta disciplina, la de la teología del cuerpo, donde se fundamenta la construcción de una nueva visión de las actividades del cuerpo como camino de liberación. El deporte es una opción que aparece en la cotidianidad del seguidor de Jesucristo como un apoyo a su formación integral, conjugación del saber axiológico de los valores que a partir de su práctica se desarrollan con el anuncio de la Iglesia. La Educación Religiosa es el área que pone en práctica las claridades de este discurso frente a la formación integral de la persona y que sale al paso de las necesidades de los deportistas cristianos a través de propuestas que dinamicen el marco axiológico cristiano que la misma práctica deportiva le puede ofrecer.1

En esta disciplina de reflexión teológica vale la pena citar el trabajo de dos estudiosos colombianos que han aportado serios avances en este sentido. Ellos son: Tomás Bolaño Mercado, profesor de Cristología de la Universidad Pontificia Bolivariana y de Historia del Deporte en el Politécnico Colombiano Jaime Isaza Cadavid, y Sergio Adarme Rodríguez, profesor de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana. Ambos han logrado, según su propio estilo, poner en la dinámica de la comunidad académica la actualidad del deporte practicado por quienes profesan una fe en Cristo. Desde esta perspectiva, cada uno de ellos anota unas líneas de reflexión que constituyen la labor investigativa más actual del tópico desarrollado.

Bolaño, busca fielmente en las fuentes de la Revelación un itinerario para la construcción de su discurso, y quien encontró en el Magisterio una fuente inagotable de trabajo. En su última publicación, titulada El deporte, una analogía de la vida cristiana (2006), expone el fruto de un arduo rastreo bibliográfico de los archivos vaticanos de los Pontífices romanos de los últimos tiempos. En sus discursos, homilías y audiencias, es evidente que la Iglesia identifica la práctica deportiva como un lugar de evangelización en los valores que anuncia el Evangelio. La reflexión teológica sobre la deportividad prospecta para el cristiano su meta, la misma meta del atleta de Dios, que está más allá del premio de la corona natural que al fin y al cabo se corrompe (1Cor 9, 24-27). Esta meta es la Corona trascendental incorruptible.

Adarme, en una dimensión más social y especulativa, se sumerge en el asunto teológico del deporte desde el discurso de la antropología. Para él, como lo expresa en su libro Significado cultural y teológico del deporte (2004), el deporte aparece en el horizonte de la reflexión teológica cuando su práctica permite una realización plena de sus fines y el encuentro de la persona con su esencia. De aquí se desprende la afirmación de que su práctica sea liberadora, ya que la esencia del cristiano tiene que ver íntimamente con su relación con los demás, y por tanto, con la vivencia de equipos o comunidades cristianas que se reúnen para compartir sus vidas en el ámbito de la actividad física como parte de sus lugares de comunión.

De esta manera, se designa un discurso novedoso y actual en teología y, más concretamente, en la teología del cuerpo, que deja en la mente de quienes tienen la oportunidad de apreciar este escrito una pregunta por el enlace implícito que Adarme (2004) y Bolaño (2006) proponen: teniendo claros los presupuestos, la trayectoria del tema y el estado de la cuestión: ¿Podemos hablar hoy de teología del deporte ?

CONCLUSIONES

El presupuesto de la teología de del cuerpo se halla en la Cristología que se sumerge en el Misterio de la Encarnación del Verbo de Dios y se localiza en el centro de la realidad cristiana.

A partir de lo expresado por el beato Juan Pablo II, en sus reflexiones sobre la teología del cuerpo, el estudio de esta categoría adquiere un giro significativo, para aplicar lo que en realidad significa avanzar en Teología.

En la actualidad se reconoce como válida, además de la de la sexualidad, la línea de investigación sobre deporte, que aplica los contenidos de la teología del cuerpo a la práctica del cristiano que encuentra en él una analogía de su vida de fe, una opción de liberación y una pregunta por su quehacer teológico que en nuestros días apunta a determinar si es adecuado y oportuno hablar de una teología del deporte.


Pie de página

1Para profundizar, se recomienda apreciar la tesis de pregrado titulada La educación religiosa en el deporte (2008), una propuesta concreta que dinamiza el marco axiológico cristiano del deporte. Este trabajo de investigación se encuentra en la Biblioteca Central de la UPB en Medellín.

REFERENCIAS

Adarme, S. (2004). Significado cultural y teológico del deporte. (1 Ed.) Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana.         [ Links ]

Bolaño, T. (2006). El deporte, una analogía de la vida cristiana. (1 Ed.) Medellín: Universidad Pontificia Bolivariana.         [ Links ]

Constitución Dogmática Dei Verbum sobre la Divina Revelación.         [ Links ]

Juan Pablo II (1995). Varón y Mujer. Teología del Cuerpo I. (1 Ed.). Madrid: Libros Palabra.         [ Links ]

Lorda, J. (1999). Avanzar en Teología. (1 Ed.) Madrid: Libros Palabra.         [ Links ]

Rahner, K. (1961). Escritos de Teología. (1 Ed.).Madrid: Taurus.         [ Links ]

Semen, Y. (2007). La sexualidad según Juan Pablo II. (1 Ed.). Madrid: Movimiento Cultural Cristiano.         [ Links ]