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Cuestiones Teológicas

Print version ISSN 0120-131X

Cuest. teol. vol.40 no.94 Bogotá July/Dec. 2013

 

EL LENGUAJE DE LAS MANIFESTACIONES DEL RESUCITADO Y SU SENTIDO
A partir de los textos fundamentales del Nuevo Testamento

The Language of the Manifestations of the Resurrected One and its Sense from the Fundamental Writings in the New Testament

A linguagem das manifestações do ressuscitado e seu sentido a partir dos textos fundamentais do Novo Testamento

José Alfredo Noratto Gutiérrez*

* Doctor en Teología por la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá; Diplomado en Sagrada Escritura, Escuela Bíblica y Arqueológica Francesa de Jerusalén; Licenciado en Teología Bíblica, Pontificia Universidad Gregoriana de Roma; Licenciado en Filosofía y Especialista en Educación, Universidad Santo Tomás de Bogotá. Director del Departamento de Teología, Director de la Oficina de Publicaciones; Editor de la revista Teológica Xaveriana; Profesor Asociado; Docente e Investigador de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana; par evaluador de Colciencias para las áreas de Teología y Biblia, y miembro del Equipo Interdisciplinario de docencia e investigación Teológica Didaskalia.
Correo electrónico: alfredo.noratto@javeriana.edu.co

Artículo recibido el 21 de mayo de 2013 y aprobado para su publicación el 16 de agosto de 2013.


Resumen

"Si Cristo no resucitó, vana es vuestra fe". (Cfr. 1Co 15,14). La resurrección de Cristo es el acontecimiento fundante y fundamental de la fe cristiana. Comprender el significado de este hecho trascendental y de las apariciones del resucitado, es una tarea ineludible para la teología, pero también, para cada creyente en particular, como un acto de responsabilidad cristiana. Así pues, a partir de una aproximación a las categorías utilizadas por los cuatro evangelistas y por la tradición cristiana que Pablo refiere, para presentar las manifestaciones del resucitado, este trabajo contribuye en la profundización de su significado y en el esclarecimiento de su horizonte teológico y existencial.

Palabras clave: Resurrección, Revelación, Manifestación, Apariciones, Pablo.


Abstract

"And if Christ has not been raised, our preaching is useless and so is your faith" (1Co 15, 14). The Resurrection of Jesus is the founding and most important event of Christian faith. Understanding the meaning of this transcendental fact and the resurrection appearances of Jesus is an unavoidable task not only for Theology, but for every believer as well. Thus, from an approach to the categories used by the four Evangelists and by the Christian Tradition referred by Saint Paul in order to present the manifestations of the resurrected one, the aim of this paper is to deepen in the significance of such an event and to contribute to the elucidation of its theological and existential horizon.

Key words: Resurrection; Revelation; Manifestation; Appearances; Pablo.


Resumo

"Se Cristo não ressuscitou, vã é vossa fé" (Cf. 1Cor 15,14). A ressurreição de Cristo é o acontecimento fundador e fundamental da fé cristã. Compreender o significado deste fato transcendental e das aparições do ressuscitado é uma tarefa para a teologia que não se pode eludir, mas também, para cada fiel em particular, como um ato de responsabilidade cristã. Assim, pois, a partir de uma aproximação às categorias utilizadas pelos quatro evangelistas e pela tradição cristã que Paulo refere, para apresentar as manifestações do ressuscitado, este trabalho se constitui no aprofundamento de seu significado e no esclarecimento de seu horizonte teológico e existencial.

Palavras-chave: Ressurreição; Revelação; Manifestação; Aparições; Pablo.


En Cristo se funda la existencia cristiana; sin embargo, el hecho que está en la base de nuestra fe es su misterio pascual, entendido como el núcleo de la fe de la Iglesia, reportado en los Evangelios y en los escritos del NT1, como el acontecimiento al que apuntaba la historia de la salvación, en el que se origina la fe y la vida de la comunidad. A partir de la interiorización de la muerte-exaltación de Jesús, los discípulos comprenden la verdad sobre Él (cfr. Lc 24,13-35). Esta convicción se convierte en clave interpretativa de la historia y de la propia existencia, del mismo modo que lo hace todo creyente en cualquier época de la historia. La certeza según la cual "el que estaba muerto ahora vive" (cfr. 1Co 15,13; Ap 1,18), se hace principio de vida (1Ts 4,14) y, así, la luz de la resurrección permite leer la historia de Jesús y su significado (Jn 2,22). Por ello, el anuncio de la resurrección está ligado con diversas formas de reconocer a Cristo presente en medio de los suyos (cfr. Jn 20,18.25; cf. 16,16), pero esta certeza es un don (cfr. Jn 3,27), un acto de fe (cfr. Jn 16,31) y un camino, que supone un proceso que va de la fe a la fe verdadera (cfr. Jn 13,7). Dicho proceso, no siempre explícito, ha quedado plasmado en la revelación escrita cristiana, manifiesta en el NT, puerta de entrada a la persona de Jesús, en la medida en que los textos refieren el testimonio de los apóstoles sobre Cristo. Así, el texto se transforma en el ambiente a través del cual se entra en relación con la comprensión y el pensamiento de un autor y con la comunidad que está detrás. Esto deja ver ciertos trazos de su propia historia: "debemos reconocer que una obra literaria o un fragmento de tradición es una fuente primaria para la situación histórica de la que ella surge, y es sólo una fuente secundaria para los detalles históricos que conciernen a la información que suministra" (Bultmann, 1964, p. 42), de tal manera que el texto es el camino que recorremos hacia lo que él significa y hacia lo que orienta.

Los textos bíblicos en los que está basado este trabajo, son los relatos evangélicos que aluden a la resurrección de Jesús (Mc 16,1-20; Mt 28,1-20; Lc 24,1-53; Jn 20,1-21,25) y el testimonio de la tradición, referido por Pablo (1Co 15,3-8), los cuales -expresión de dos claros enfoques hermenéuticos y de una aproximación sintética- determinan el derrotero teológico y espiritual del NT2. En ellos se considerarán dos aspectos esenciales: 1) la plataforma lingüística y semántica de los autores en cuestión, a través de la cual se dice y se quiere decir algo y 2) la identidad cristiana específica del ambiente en el que se inscriben los escritos. La intención teológica de fondo es explorar la riqueza de concepciones cristológicas y soteriológicas subyacentes al lenguaje de las manifestaciones del resucitado para hacer explícito su horizonte creyente, salvífico y existencial.

La bibliografía especializada es sobria, pues 1) se ha partido de la observación de los textos bíblicos (1Co 15,3-8; Mc 16,1-20; Mt 28,1-20; Lc 24,1-53; Jn 20,1-21,25) con el propósito de identificar las interpretaciones "inexactas" (v.g. Biblia de Jerusalén – BJ), de las categorías griegas con las que se refieren las manifestaciones; 2) reconocer dichas categorías en su propio ambiente y sugerir su mejor horizonte semántico; 3) plantear la necesidad de ajustar las traducciones para asegurar una mejor claridad, sobre un hecho de trascendental importancia, como es la resurrección del Señor y sus manifestaciones. Se tratará, por tanto, de evidenciar el potencial hermenéutico y epifánico del lenguaje de las manifestaciones. La revelación categorial y el reconocimiento de su valor semántico, busca explicitar el camino que se hace para pasar del tacto y de las necesidades de experimentación física, al contacto o la experimentación creyente y existencial de un tipo de presencia que tiene, por fuerza de necesidad, que trascender el ámbito de lo sensible puesto que se inscribe en el amplio espectro del sentido. No es el tacto sino el contacto lo que se pretenderá explicitar con las categorías identificadas. La comprensión del acontecimiento fundamental del misterio de Cristo, que es su resurrección y el modo o modos como ésta se capta y se proyecta en la vida del creyente, pasa por la mediación lingüística y sus diversos sentidos, uno básico y otros derivados, estos últimos de mayor relevancia teológica y teologal3.

LA IDEA DE LA RESURRECCIÓN EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

La fe en la resurrección de los cuerpos no forma parte de los orígenes de la religión de Israel, sea que éstos se ubiquen en torno al acontecimiento del éxodo y a la emblemática figura de Moisés a mediados del siglo XIII a.C., o, incluso, en relación con Abraham en el siglo XIX a.C., el Padre en la fe; esta doctrina ligada al judaísmo, surge lo mismo que él, en el siglo VI a.C., en medio de la experiencia del destierro en Babilonia, y cuyo desarrollo se inscribe en la apocalíptica del siglo II a.C., en medio de las persecuciones seléucidas en Palestina y la insurrección armada liderada por los hermanos Macabeos (cfr. Fabris, 1990, pp. 1654-1656).

Estos dos momentos muy cercanos en la historia, han sido propuestos en la literatura profética de Ezequiel y Daniel (cfr. Ez 37 y Dn 12,2-3) y los escritos de los Macabeos (cfr. 2Ma 7,94.11.14.23.29; 12,38-46), claro reflejo de la actividad literaria en medio de la crisis, marcada por el influjo de la apocalíptica, espiritualidad de resistencia, así como por una visión de la historia, que se realiza gracias al compromiso creyente con el cambio.

La fe en la resurrección es expresión de una toma de conciencia progresiva, que habla de la resurrección de los justos y de los mártires (2Ma 7,7ss), para dar paso a afirmaciones sobre el destino final de los seres humanos (Eclo 5,1-3 y Esd 7,32ss) (cfr. Coenen, 1987, p. 89). Así, se fija la idea de la supervivencia, que implica la resurrección de los cuerpos y su conservación de la identidad personal (cfr. BJ, nota a 2Ma 7,9). En tiempos de Jesús, el tema de la resurrección dividirá a los saduceos y a los escribas, de modo que mientras la casta sacerdotal de los saduceos la rechaza, la clase media y laica de los fariseos, cree en ella por considerarla horizonte de toda la existencia (cfr. Mt 22,23-33; Mc 12,18-27 y Lc 20,27-40). Es probable que el judaísmo helenístico, con la influencia de la filosofía griega, haya espiritualizado la idea de la resurrección, en el sentido de una liberación del alma inmortal y de una elevación a Dios, como ocurre en Filón5 y en los escritos deuterocanónicos del Antiguo Testamento, como el libro de la Sabiduría6.

Sobre esta base, tanto Jesús como los primeros cristianos de origen judío, más próximos social y religiosamente al fariseísmo, recibieron la herencia doctrinal sobre la resurrección y así la reconozcan (cfr. Mt 22,23-33 y par.). La fe en la resurrección de Jesús, de la que participan los cristianos (cfr. Rm 1,4; 8,11), romperá los esquemas tradicionales, puesto que no se trata de una reanimación corporal (cfr. caso de Lázaro en Jn 11,43), o de la supervivencia inmortal del alma, liberada del cuerpo, propia de la mentalidad griega.

CONTEXTO CRONOLÓGICO DEL NUEVO TESTAMENTO

La circunstancia de Palestina, en el siglo de Cristo, puede plantearse desde de dos acontecimientos, que marcaron la historia regional: la ejecución en la cruz, de Jesús El galileo, acaecida muy probablemente en el año 30 y, por otra, la violenta toma de Jerusalén, destrucción, incendio y saqueo del templo en el año 70. Estos dos hechos fijan tres segmentos de tiempo más o menos proporcionados entre sí y, adicionalmente, bien diferenciados: 1) del año 6 a.C. al 30 d.C.; 2) del año 30 al 70; y 3) del año 70 hasta finales de la primera década del siglo II (cfr. Charpentier, 1990, pp. 9-10)7, y que responden a tres períodos generacionales, con sus respectivos protagonistas, más o menos, caracterizados de la siguiente forma:

Año 6 a.C. al 30 d.C: corresponde al tiempo de Jesús y al comienzo del discipulado de los testigos oculares (los apóstoles, según Lucas y Hechos)8, o los doce (cfr. Mt 10,12). Año 30 al 70: es el tiempo de los discípulos-testigos (cfr. Lc 24,46-48 y Hch 4,20; Jn 21,24; 1Jn 1,1-3), en su condición de predicadores, dedicados al anuncio kerigmático de la resurrección y sus efectos para la fe y vida de los creyentes. Por lo mismo, aquí encontramos a Pablo de Tarso y la proclamación de su Evangelio como el anuncio de Jesucristo crucificado (cfr. 1Co 2,2), y éste, resucitado (cfr. 2Tm 2,8). Por su relación inmediata con Jesús, este grupo es posible denominar "la primera generación cristiana". Año 70 al 110: si bien algunos de los discípulos-testigos todavía viven, esta época está marcada por "los discípulos de los discípulos-testigos", sin vínculos históricos directos con Jesús, sino mediados por su relación con los primeros testigos. La progresiva desaparición de los testigos mueve esta generación a poner por escrito la predicación de los mismos sobre Jesús (cfr. Lc 1,1-4), lo que da origen a los Evangelios canónicos. Esta distinción, simple en su planteamiento, es útil y sugestiva para comprender el suelo vital del significado de las narrativas sobre las manifestaciones del resucitado.

EL TESTIMONIO DE LA TRADICIÓN REFERIDO POR PABLO Y LAS NARRATIVAS EVANGÉLICAS

Los Evangelios, recuperación de la memoria histórica de Jesús, son la puerta que nos permite entrar en relación con el Jesús creído y presente en la comunidad, pero también con el Jesús narrado; de ahí que se encuentren al comienzo del canon del NT; sin embargo, antes que relato escrito, Jesús es proclamación, es el Salvador en quien se realizan las promesas de Dios (cfr. Mt 11,3 y Jn 1,34). Pablo, posterior a los discípulos testigos y al mismo tiempo contemporáneo suyo en el acto de proclamar a Cristo resucitado, desde el punto de vista literario, es anterior a los Evangelios y está en la base de los mismos9, como se aprecia en la relación existente entre el testimonio de la tradición (1Co 15,3-8) y los relatos evangélicos (Mc 16,1-20; Mt 28,1-20; Lc 24,1-53 y Jn 20,1-21,25) sobre las manifestaciones.

Respecto del testimonio de la tradición referido por Pablo, el capítulo 15 de la primera carta a los Corintios, Carta magna de la resurrección, es una abierta declaración doctrinal sobre el sentido de la resurrección de Cristo y de los cristianos. En dicho capítulo, los vv. 3-8 constituyen el núcleo de la proclamación kerigmática de la fe cristiana, considerados por la tradición cristiana como el Credo más antiguo del NT escrito, o por lo menos, como el

germen de las futuras profesiones de fe (cfr. BJ, nota a 15,4 en las ediciones citadas). La primera carta a los Corintios, de los años 54 al 5710, anterior a cualquiera de los Evangelios canónicos, texto de primera mano paulina, habla, según la tradición, de los testigos de la resurrección (Cefas y los doce, los más de quinientos hermanos, Santiago y todos los apóstoles, y al final, Pablo mismo). Si se dejan de lado los vv. 3 y 4 (que se refieren a la muerte, sepultura y resurrección al tercer día), llaman la atención algunos aspectos de los vv. 5-8 acerca de las manifestaciones del resucitado: no hay referencia alguna a la tumba vacía y al testimonio de las mujeres, centra su atención en el kerigma fundamental. Los Evangelios no dicen nada de la aparición a Santiago y a la multitud de los quinientos y el orden cronológico en el que se presentan las apariciones, no es el mismo de los Evangelios; no se consideran los aspectos geográficos (Jerusalén, Betania o Galilea); por último, Pablo presenta dos grupos: a) Pedro y los doce y b) Santiago y los apóstoles (¿dos tipos de creyentes?), y en medio, un número enorme de creyentes.

Sobre las narrativas evangélicas, dada su extensión, baste de momento una breve referencia a sus contenidos: Mc 16, está constituido por dos escenas: 1) El relato del hallazgo del sepulcro vacío y del mensaje del joven (vv. 1-8), y 2) La adición de la tradición (vv. 9-20) (cfr. BJ, nota a Mc 16,9-20), donde se presentan las manifestaciones, con la intención de armonizar el final de este Evangelio con el final de los otros tres evangelios canónicos, debido, probablemente, a la pérdida del final original del Evangelio de Marcos. Mt 28, contiene cuatro escenas: el relato del sepulcro vacío y el mensaje del ángel (vv. 1-8), la aparición de Jesús a las mujeres (vv. 9-10), la referencia al soborno de los soldados (vv. 11-1), y la referencia a la manifestación final en Galilea y el envío de los discípulos en misión universal (vv. 16-20). Lc 24, tiene siete narraciones: el hallazgo del sepulcro vacío y mensaje de los hombres (vv. 1-8), la incredulidad de los apóstoles por no dar fe del testimonio de las mujeres (vv. 9-11), la referencia a la ida de Pedro al sepulcro (v. 12), el relato de los discípulos de Emaús (vv. 1335), la manifestación a los apóstoles en Jerusalén (vv. 36-43), las últimas instrucciones (vv. 44-49) y la referencia a la ascensión en Betania (vv. 5053). El desarrollo de Juan se propone en los capítulos 20 y 21: En Jn 20, el hallazgo del sepulcro vacío (vv. 1-10), la manifestación a María Magdalena (vv. 11-18), las manifestaciones a los discípulos, con Tomás y sin Tomás (vv. 19-29), y, por último, una primera conclusión al Evangelio (vv. 30-31); Jn 21, está constituido por la última manifestación de Jesús resucitado a sus discípulos, a orillas del lago de Tiberíades, su compartir con ellos y el coloquio final donde intervienen Pedro y el discípulo amado (vv. 1-23), y una breve conclusión (vv. 24-25).

Una aproximación sinóptica básica a estos relatos deja una buena idea sobre tres elementos constitutivos de las narraciones: 1) el relato del hallazgo del sepulcro vacío y del mensaje del ángel11 es común a los cuatro evangelios; 2) el orden y los contenidos de las distintas apariciones, tienen variaciones; 3) cada uno de los cuatro relatos tiene elementos propios. Pese a ello, hay también algunas coincidencias: mujeres en el sepulcro; el tiempo apunta a la madrugada del primer día de la semana; las mujeres van a hacer una visita y no una unción o un embalsamamiento12; hay elementos apocalípticos tales como la presencia de ángeles (Mateo y Juan), expresión de la presencia de Dios que se manifiesta y el anuncio del triunfo de Jesús sobre la muerte; las mujeres se dirigen a los discípulos, pero los discípulos no les creen; la tumba vacía no provoca la fe sino las manifestaciones de Jesús mismo; las manifestaciones del resucitado toman rumbos distintos en los relatos; Jesús envía a los discípulos en misión; en Pablo es clara la manifestación a Pedro13 y a los doce.

Cada uno de los relatos debe leerse en el contexto del pensamiento propio que representa; todos tienen una orientación apologética (Mateo por ejemplo, quiere defender que el cuerpo no fue robado, y en este sentido se entienden las manifestaciones; o Juan, entre otras cosas, la reivindicación de Pedro, mediante su triple confesión de fe en el capítulo 21) y, por último, el valor teológico de los lugares es fundamental para cada uno de los evangelistas (Galilea lo es para Mateo y Marcos, Jerusalén para Lucas, y los dos lugares, Galilea y Jerusalén, para Juan: Jerusalén para el capítulo 20 y Galilea para el 21).

LOS RELATOS DE LAS MANIFESTACIONES Y LA DINÁMICA DE LOS VERBOS

La dinámica de las narraciones (cfr. 1Co 15,3-8; Mc 16,1-20; Mt 28,1-20; Lc 24,1-53 y Jn 20,1-21,25), evidencia que cada escritor tiene su propia forma de expresar el efecto que causó en los testigos el acontecimiento de la resurrección y cómo lo comprendieron. Las traducciones no siempre dejan al descubierto la mejor acepción semántica de las categorías. Así, sobre la resurrección, los testigos de los hechos, a través de la pluma de los redactores y de los traductores, dicen que "resucitó o que fue resucitado" y de las manifestaciones del resucitado, dicen que "se apareció", "lo vieron" "se hizo presente" "vino" "se acercó" y "se manifestó".

En cada uno de los cinco textos, de acuerdo con la traducción de la Biblia de Jerusalén, tercera edición de 199814, junto a cada una de las expresiones citadas o en las que se usan las categorías relacionadas, se ha puesto en infinitivo y entre paréntesis el verbo griego subyacente a la traducción propuesta. Los verbos en cuestión, son: resucitar: E|GEI|RW y A|NI|STHMI; ver: BLE|PW, QEWRE|W, O|RA|W y QEA|OMAI; venir, presentarse o hacerse presente: E|RXOMAI y I|STHMI; manifestarse: FAI|NW y FANERO|W.

Pablo

    (v.4): Cristo fue sepultado y resucitó (E|GEI|RW)... (v.5): se apareció (O|RA|W) a Cefas... (v.6): ... se apareció (O|RA|W) a más de quinientos hermanos. (v.7): ... se apareció (O|RA|W) a Santiago. (v.8): ... se apareció (O|RA|W) también a mí.

Para referirse a la resurrección, Pablo utiliza E|GEI|RW (la forma es E|GH|RTAI, indicativo perfecto pasivo, que debe traducirse como "fue resucitado"), y para las manifestaciones, solamente utiliza O|RA|W (la forma específica es W|FQH15, indicativo aoristo pasivo, que en los relatos evangélicos de las manifestaciones, sólo recurre en Lc 24,34: "Es verdad. El Señor ha resucitado y se ha aparecido16 (W|FQH) a Simón" que debe traducirse como "ha sido visto")17.

Marcos

    Relato del sepulcro vacío (vv. 1-8):

    (v.4): Las mujeres ven (QEWRE|W) la piedra retirada (v.5): ... vieron (O|RA|W) a un joven (v.6): él les dice:... ha resucitado (E|GEI|RW)... ved (O|RA|W) el lugar. (v.7): alle veréis (O|RA|W) (en Galilea)

    Las adiciones de la tradición (vv. 9-20):

    (v.9): Jesús resucitó (A|NI|STHMI)... y se apareció (FAI|NW)... a María Magdalena (v.11): ellos, al oír... que había sido visto (QEA|OMAI) por ella, no creyeron (v.12): después... se apareció (FANERO|W)... a dos de ellos (v.14): ... estando a la mesa los once, se les apareció (FANERO|W) y les echó en cara su incredulidad ... por no haber creído a quienes le habían visto (QEA|OMAI) resucitado (E|GEI|RW).

En la narrativa de Marcos es impresionante la riqueza lingüística: tres verbos de visión (QEWRE|W, O|RA|W y QEA|OMAI), dos verbos de manifestación (FAI|NW y FANERO|W), y dos verbos de resurrección (E|GEI|RW y A|NI|STHMI). En los vv. 1-8 sólo aparecen los verbos de visión QEWRE|W y O|RA|W, mientras que en las adiciones de la tradición, la visión se propone con QEA|OMAI, la presencia del resucitado con FAI|NW y FANERO|W y la resurrección también con E|GEI|RW más A|NI|STHMI.

En el relato del sepulcro vacío, para la acción del "ver el sepulcro" se utiliza QEWRE|W, cuyo sujeto son las mujeres (v.4); para "ver al joven que anunciará la resurrección (v.5), o el lugar donde fue puesto el cuerpo (v.6), o al resucitado mismo (v.7)" se utiliza O|RA|W, cuyo sujeto son las mujeres (vv. 5-6) o serán los discípulos en Galilea (v.7); para el hecho de la resurrección en el v.6 se utiliza E|GEI|RW (su forma H|GE|RQH, indicativo aoristo pasivo, debe traducirse como "fue resucitado" o "ha sido resucitado" cuyo sujeto tácito es Dios). En las adiciones de la tradición, para la acción de la resurrección, se utiliza en el v.9 A|NI|STHMI (la forma A|NASTA|J, participio aoristo activo, debe traducirse como "resucitado" "habiendo resucitado"), y en el v.14 E|GEI|RW (la forma E|GHGERME|NON, participio perfecto pasivo, puede ser traducido como "resucitado"); para la acción de "ver a Jesús" se utiliza QEA|OMAI (v.11 y 14), cuyos sujetos son María Magdalena (v.11) y otros testigos (v.14); para "las apariciones de Jesús" (vv. 9.12.14), se utilizan FAI|NW (v.9) y FANERO|W (vv. 12 y 14), cuyo sujeto es Jesús y cuyos destinatarios son María Magdalena en el v.9, los dos discípulos de Emaús en el v.12 (cfr. Lc 24,13-35), y los once discípulos en el v.14 (cfr. Lc 24,36-49 y Jn 20,19-23). En las adiciones, no aparece O|RA|W para referir la acción de ver al resucitado.

Mateo

    Relato del sepulcro vacío (vv. 1-8):

    (v.1): María Magdalena y la otra María fueron a ver (QEWRE|W) el sepulcro (v.6): No está aquí, ha resucitado (E|GEI|RW)... ved (O|RA|W) el lugar donde estaba. (v.7): ... id a decir a sus discípulos: ha resucitado (E|GEI|RW)... e irá delante de vosotros a Galilea; allí le veréis (O|RA|W)

    Aparición a las mujeres (vv. 9-10):

    (v.9): Jesús les salió al encuentro (U|PANTA|W) (v.10): ... dice Jesús: .... Id, avisad a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán (O|RA|W)

    Aparición en Galilea y misión universal (vv. 16-20):

    (v.17): Y al verle (O|RA|W) le adoraron (los discípulos).

En Mateo, para la acción del "ver el sepulcro" se utiliza QEWRE|W, cuyo sujeto son las mujeres (v.1); para "ver el lugar donde fue puesto el cuerpo (v.6), o al resucitado mismo (v.7.10.17)" se utiliza O|RA|W, cuyo sujeto son las mujeres (v.6) o serán los discípulos en Galilea (v.7.10.17); para referir el hecho de la resurrección en los vv. 6 y 7 se utiliza E|GEI|RW (su forma H|GE|RQH, indicativo aoristo pasivo, debe ser traducido como "fue resucitado" o "ha sido resucitado" cuyo sujeto tácito es Dios). A diferencia de Marcos, no aparecen A|NI|STHMI, FAI|NW y FANERO|W y en cambio, aparece U|PANTA|W para indicar que Jesús sale al encuentro de las mujeres (v.9).

Lucas

    Relato del sepulcro vacío (vv. 1-8):

    (v.5): Se presentaron (E|FI|STHMI) ante las mujeres, dos hombres... (v.6): Dicen...: ... no está aquí, ha resucitado (E|GEI|RW). (v.7): es necesario que el Hijo del hombre... al tercer día resucite (A|NI|STHMI).

    Pedro en el sepulcro (v. 12):

    (v.12): Pedro... se inclinó pero sólo vio (BLE|PW) las vendas y se regresó a su casa...

    Los discípulos de Emaús (vv. 13-35):

    (v.15): ... Jesús se acercó (E|GGI|ZW)... (v.23): algunas mujeres... habían visto (O|RA|W) una aparición de ángeles (v.24): fueron algunos... a él no le vieron (O|RA|W) (v.34): Es verdad. El Señor ha resucitado (E|GEI|RW) y se ha aparecido (O|RA|W) a Simón

    Aparición a los apóstoles (vv. 36-43):

    (v.36): ... cuando él se presentó (I|STHMI)... (v.37): creían ver (QEWRE|W) un espíritu (v.39): (O|RA|W) mis manos y mis pies... ved (O|RA|W) que un espíritu no tiene carne y huesos como veis (QEWRE|W) que yo tengo.

    Últimas instrucciones (vv. 44-49):

    (v.46): y les dijo: así está escrito, que el Cristo padeciera y resucitara (A|NI|STHMI)....

En Lucas como en Marcos, también el vocabulario es muy rico en su uso: en el relato del sepulcro vacío, "el presentarse" de los dos hombres ante las mujeres (v.5), se refiere con E|FI|STHMI18 (en Marcos se dice de ellas que vieron O|RA|W a un joven (16,5) y en Juan se dirá de la Magdalena que vio QEWRE|W dos ángeles en 20,12)19. Pedro, por su parte, ve las vendas con BLE|PW (v.12). En el relato de los discípulos de Emaús, Jesús se acerca a los discípulos con E|GGI|ZW (v.15); a los ángeles (v.23) y al resucitado (v.24), se les ve o no se les ve, con O|RA|W, cuyos sujetos son algunas de las mujeres (v.23) o miembros de la comunidad (v.24) o Simón (v.34). En la aparición

a los apóstoles, "el presentarse" de Jesús ante ellos, se refiere con I|STHMI (v.36) y las visiones se proponen con QEWRE|W y O|RA|W (v.37 y 39), cuyos sujetos en los dos casos, son los once discípulos y otros. En el relato de Lucas, la resurrección se refiere con E|GEI|RW (vv. 6 y 34) y A|NI|STHMI (vv.7 y 46). A diferencia de Marcos y Mateo, aparecen nuevos verbos para las manifestaciones (E|FI|STHMI en el v.5, E|GGI|ZW en el v.15 y I|STHMI en el v.36), y aparece por primera vez, BLE|PW en relación con Pedro (v.12).

Juan

    Relato del sepulcro vacío (vv. 1-10):

    (v.1): María ve (BLE|PW) la piedra (v.5): el otro discípulo ve (BLE|PW) los lienzos (v.6): Pedro ve (QEWRE|W) los lienzos (v.8): el otro discípulo vio (O|RA|W) y creyó.

    Aparición a María Magdalena (vv. 11-18):

    (v.12): María Magdalena ve (QEWRE|W) dos ángeles (v.14): ella se volvió y vio (QEWRE|W) a Jesús, de pie (I|STHMI)... (v.18): ella fue y dijo a los discípulos que había visto (O|RA|W) al Señor.

    Aparición a los discípulos (vv. 19-29):

    (v.19): se presentó (E|RXOMAI) Jesús, y estando (I|STHMI) en medio de ellos... (v.24): Tomás no estaba cuando vino (E|RXOMAI) Jesús. Los otros discípulos decían: hemos visto (O|RA|W) al Señor (v.25): Tomás dice: si no veo (O|RA|W)... (v.26): de nuevo se presentó (E|RXOMAI) Jesús... y estando (I|STHMI) en medio de ellos... (v.27): le dice Jesús a Tomás: mira (O|RA|W) mis manos (v.29): dice Jesús a Tomás: porque me has visto (O|RA|W) has creído. Dichosos los que no han visto (O|RA|W) y han creído.

    Aparición a orillas del lago de Tiberíades (21,1-23):

    (v.1): Jesús se manifestó (FANERO|W) a los discípulos... Se manifestó (FANERO|W) así... (v.4): cuando amaneció, estaba (I|STHMI) Jesús en la orilla... (v.9): ... ven (BLE|PW) unas brasas y... (v.13): viene (E|RXOMAI) Jesús... (v.14): esta fue la tercera vez que Jesús se manifestó (FANERO|W) a los discípulos después de resucitar (E|GEI|RW)... (v.20): Pedro ve (BLE|PW)... al discípulo a quien Jesús amaba (v.21): Pedro viéndole (O|RA|W) dice a Jesús...

  1. El sepulcro hallado vacío (20,1-8). Como en Lucas, la visión del sepulcro se expresa con BLE|PW, por parte de María Magdalena; el otro discípulo, al ver los lienzos con BLE|PW, no entra; Pedro, los ve con QEWRE|W (en Lucas los vio con BLE|PW en el v.12); la visión del otro discípulo, es propuesta con O|RA|W.

  2. Aparición a María la Magdalena (20,11-18). Ella ve a los ángeles y al Jesús que no reconoce, con QEWRE|W, pero anuncia a los otros discípulos que ha visto al Señor, con O|RA|W. Además, aquí se propone a Jesús presente con I|STHMI.

  3. Aparición a los discípulos (20,19-29). La manifestación de Jesús a sus discípulos, sin Tomás (v.19) y con Tomás (v.26), se propone con e/) RXOMAI y I|STHMI (ver el paralelo entre estos dos versículos), mientras que la visión del resucitado, se propone con O|RA|W (vv. 24 y 25 sin Tomás y vv. 27 y 29 con Tomás).

  4. Aparición a orillas del lago de Tiberíades (21,1-23). En Jn 21, las manifestaciones se proponen con FANERO|W (vv. 1 y 14), como en la adición final de Marcos; se ve de nuevo la interacción entre E|RXOMAI y I|STHMI (vv. 4 y 13), para indicar la presencia del resucitado, así como la afirmación del carácter de BLE|PW (v.9), y el paso en Pedro, de BLE|PW a O|RA|W (vv. 20 y 21), tal como se vio en los vv. 1-8.

NUEVAS LUCES A PARTIR DEL ANÁLISIS LINGÜÍSTICO-SEMÁNTICO

Para hablar del hecho de la resurrección del Señor y de sus manifestaciones, es clara la centralidad de varios grupos de verbos: 1) E|GEI|RW y A|NI|STHMI; 2) BLE|PW, QEWRE|W, O|RA|W y QEA|OMAI; 3) E|RXOMAI y I|STHMI; 4) FAI|NW y FANERO|W.

Los verbos E|GEI|RW y A|NI|STHMI

EGEI|RW y A|NI|STHMI20, funcionan como sinónimos y su abundancia de apariciones en el NT (E|GEI|RW, 144x21 y A|NI|STHMI, 108x), es reflejo de un uso complejo, pues se refieren a la resurrección de Jesús y a todo acto de levantamiento, físico o interior, al despertar del sueño nocturno o de la muerte, abrir los ojos e, incluso, levantarse como sinónimo de sublevarse, etc. No se diferencian mucho por su contenido sino por el uso activo22 o pasivo. Así, la resurrección de Jesús es descrita como una acción transitiva realizada por Dios (fue resucitado), de la que Jesús es el sujeto paciente, o como una acción intransitiva con Jesús como sujeto (él resucitó), es decir, la fuerza vivificadora procede de Dios, pero es también propia del Hijo (cfr. Coenen, 1987, pp. 88 y 93). En todo caso, E|GEI|RW designa más el acontecimiento pascual, mientras que A|NI|STHMI se utiliza para las resurrecciones operadas por Jesús y la resurrección general en su sentido escatológico; en otras palabras, E|GEI|RW expresa ante todo la acción de Dios en y a través de Cristo, mientras que A|NI|STHMI caracteriza lo que es perceptible en la esfera humana. La distinción aparece clara en 1Co 15,13 aunque pronto se hacen intercambiables, como se constata en Flp 3,10 y 1Pe 1,3; 1,21 (Ibid., 90). Los sustantivos A|NA|STASIL23 y E|GERSIJ, también actúan como sinónimos y sólo se traducen como resurrección. En nuestros relatos, a)na/stasij no aparece y e)/gersij sólo aparece en Mt 27,53 única recurrencia en el NT; en cuanto a E|GEI|RW (7x) y A|NI|STHMI (4x), se utilizan sobriamente, de forma absoluta:

    E|GEI|RW (7 veces):

    (Mc 16,6): ... ha resucitado (E|GEI|RW)24 ... (Mc 16,14): ... estando a la mesa los once, se les apareció y les echó en cara su incredulidad... por no haber creído a quienes le habían visto resucitado (E|GEI|RW)25. (Mt 28,6): ... ha resucitado (E|GEI|RW)26 ... (Mt 28,7): ... ha resucitado (E|GEI|RW)... (Lc 24,6): no está aquí, ha resucitado (E|GEI|RW)... (Lc 24,34): ... es verdad, el Señor ha resucitado (E|GEI|RW)... (Jn 21,14): esta fue la tercera vez que Jesús se manifestó... después de resucitar (E|GEI|RW)27.

    ἀνίστημι (4 veces):

    (Mc 16,9): Jesús resucitó (A|NI|STHMI)28 en la madrugada... (Lc 24,7): es necesario que el Hijo del hombre... resucite (A|NI|STHMI). (Lc 24,46): ... el Cristo debía padecer y resucitar (A|NI|STHMI)29 ... (Jn 20,9): ... no habían comprendido que... Jesús debía resucitar (A|NI|STHMI)...

La escala semántica βλέπω, θεωρέω, ὁράω y θεάομαι

En el testimonio de la tradición y en las narrativas evangélicas, se da importancia a los verbos de visión BLE|PW30, QEWRE|W31, O|RA|W32 y QEAOMAI33, aunque cada uno de ellos tiene un matiz semántico propio: BLE|PW indica la visión sensible y física34; QEWRE|W enfatiza que se trata de una visión sensible que se interroga por la razón de ser de las cosas que se ven35, más mediada por el intelecto36; O|RA|W señala la visión de fe37 y, por último, QEA|OMAI sugiere un tipo de visión mística y contemplativa38. Así, BLE|PW sería la forma más material de la visión y QEA|OMAI la más sublime, si bien para muchos autores son sinónimos, igualmente argumentados (cfr. Brown, 1999, pp. 1606-1608)39. En estos relatos, BLE|PW aparece 5x, QEWRE|W 7x, O|RA|W 24x y QEA|OMAI 2x, en los que se pueden apreciar las observaciones semánticas señaladas.

    βλέπω (5 veces):

    (Lc 24,12): Pedro... vio (BLE|PW) las vendas... (Jn 20,1): María ve (BLE|PW) la piedra (Jn 20,5): el otro discípulo ve (BLE|PW) los lienzos (Jn 21,9): (los discípulos) ven (BLE|PW) unas brasas... (Jn 21,20): Pedro ve (BLE|PW) siguiéndoles al discípulo a quien Jesús amaba.

    θεωρέω (7 veces):

    (Mc 16,4): las mujeres ven (QEWRE|W) la piedra retirada (Mt 28,1): María Magdalena y la otra María fueron a ver (QEWRE|W) el sepulcro (Lc 24,37): creían ver (QEWRE|W) un espíritu (Lc 24,39): ... un espíritu no tiene carne y huesos como veis (QEWRE|W) que yo tengo. (Jn 20,6): Pedro ve (QEWRE|W) los lienzos (Jn 20,12): María Magdalena ve (QEWRE|W) dos ángeles (Jn 20,14): María Magdalena... vio (QEWRE|W) a Jesús, de pie...

    ὁράω (24 veces):

    (1Co 15,5): se apareció (O|RA|W) a Cefas y a los doce (1Co 15,6): ... se apareció (O|RA|W) a más de quinientos hermanos (1Co 15,7): ... se apareció (O|RA|W) a Santiago (1Co 15,8): ... se apareció (O|RA|W) también a mí; (Mc 16,5): (las mujeres) vieron (O|RA|W) a un joven (Mc 16,6): ... ved (O|RA|W) el lugar... (Mc 16,7): allí le veréis (O|RA|W) (en Galilea); (Mt 28,6): ... ved (O|RA|W) el lugar... (Mt 28,7): ... allí le veréis (O|RA|W) (Mt 28,10): ... allí me verán (O|RA|W) (Mt 28,17): y al verle (O|RA|W) le adoraron; (Lc 24,23): algunas mujeres... habían visto (O|RA|W) una aparición de ángeles (Lc 24,24): fueron algunos... a él no le vieron (O|RA|W) (Lc 24,34): ... El Señor... se ha aparecido (O|RA|W) a Simón (Lc 24,39): mirad (O|RA|W) mis manos y mis pies; ...palpadme y ved (O|RA|W)...; (Jn 20,8): el otro discípulo vio (O|RA|W) y creyó (Jn 20,18): María Magdalena... había visto (O|RA|W) al Señor (Jn 20,24): ... los otros discípulos decían: hemos visto (O|RA|W) al Señor (Jn 20,25): Tomás dice: si no veo (O|RA|W)... (Jn 20,27): le dice Jesús a Tomás: mira (O|RA|W) mis manos (Jn 20,29): dice Jesús a Tomás: porque me has visto (O|RA|W) has creído. Dichosos los que no han visto (O|RA|W) y han creído (Jn 21,21): Pedro viéndole (O|RA|W) dice a Jesús: Señor, y éste, ¿qué?

    θεάομαι (2 veces):

    (Mc 16,11): ... al oír que había sido visto (QEA|OMAI) por ella, no creyeron (Mc 16,14): ... estando a la mesa los once, se les apareció y les echó en cara su incredulidad... por no haber creído a quienes le habían visto (QEA|OMAI) resucitado.

En Juan, se identifica la escala semántica de la visión, que comienza con BLE|PW, pasa a QEWRE|W, sigue con O|RA|W (el verbo joánico de la visión), y concluye con QEA|OMAI, síntesis de la revelación cristológica del Evangelio (1,14: "Y la Palabra se hizo carne y puso su morada entre nosotros, y hemos contemplado E|QEASA|MEQA su gloria..."), aun cuando este verbo no aparezca en los relatos de las manifestaciones en este evangelio.

Jn 20,14 muestra cómo funcionan estos verbos, donde María "ve a Jesús" con QEWRE|W, y no lo reconoce, pero en 20,18 dice a los discípulos que "ha visto al Señor" con O|RA|W (se nota el paso de una a otra forma de visión. El "ver" con O|RA|W "sugiere una percepción lejana de aquella sensible (testimonio ocular de la historia de Jesús), y de aquella mental (contemplación de tal historia), porque se trata de la decisión que se debe tomar en el encuentro con Jesús, decisión que significa creer" (cfr. Michaelis, 1954a, p. 1020). Jn 16,16 deja ver la progresión de sentido de QEWRE|W a O|RA|W: "Dentro de poco ya no me veréis (QEWRE|W), y dentro de otro poco me volveréis a ver (O|RA|W)"40. Se pasa de la visión sensible con QEWRE|W (antes de la partida de Jesús), a la de fe con O|RA|W (visión pascual, propia del tiempo del Paráclito). Así, QEWRE|W y O|RA|W conservan la conexión entre la historia y la revelación, de modo que los discípulos comprendan la relación y la distancia existente entre la presencia física de Jesús y su presencia resucitada; el sentido del sacrificio y muerte de Cristo, es lo que podrán ver con O|RA|W.

Los verbos ἔρχομαι y ἵστημι

El verbo E|RXOMAI significa "ir o venir" según el contexto y se refiere a las personas o a las cosas41, con el significado básico de "aparecer o presentarse en público". En el NT recurre 632x42 y se usa para cualquier movimiento espacial, sicológico, cronológico o metafórico, pero también para aludir a varias realidades con un profundo sentido teológico: a) la venida de Jesús a los hombres43; b) el movimiento de los hombres a Jesús44; c) la venida escatológica del Reino de Dios45; d) la venida escatológica del Mesías46; e) la venida escatológica de Dios en el juicio47.

En Juan se concentra el mayor número de usos de este verbo en el NT (157x); se hace referencia a la venida de Jesús a los hombres, pero se enfatiza su origen (cfr. 8,14.42); refiere el movimiento de los hombres a Jesús, pero acentúa el sentido del encuentro con él como Mesías (cfr. 1,47; 6,44-45; 14,6); propone los anuncios alusivos a la segunda venida del Señor a sus discípulos (cfr. 14,3.18.28 y 21,22-23) y la venida de la furtiva hora de Jesús (cfr. 4,21.23; 5,25; 7,30; 8,20; 12,23; 13,1; 17,1). Juan es el único que utiliza E|RXOMAI para las manifestaciones de la resurrección, de manera que en el ambiente escatológico, propio de la pascua, el manifestarse de Jesús se entiende también como la instauración de una presencia estable de Jesús junto a los discípulos (cfr. 14,3.18.23.28). En síntesis, en Juan, E|RXOMAI tiene un carácter epifánico o revelatorio:

    Ερχομαι (4 veces):

    (Jn 20,19): Al atardecer de aquel día... se presentó (E|RXOMAI) Jesús... (Jn 20,24): Tomás... no estaba cuando vino (E|RXOMAI) Jesús... (Jn 20,26): ocho días después... se presentó (E|RXOMAI) Jesús... (Jn 21,13): viene (E|RXOMAI) Jesús, toma el pan y se lo da; y de igual modo el pez.

Por su parte, I|STHMI (estar en pie), recurre 155x en el NT48; guarda una estrecha relación con E|IMI (ser), pero a diferencia de éste que denota la esencia, I|STHMI acentúa el hecho de "estar presente". En estos relatos, en Lucas49 y en Juan, se usa para explicar la presencia del resucitado, por ello insisten en que él no es un fantasma, lo pueden tocar y comer con él, no para afirmar el carácter corpóreo de la resurrección sino el realismo de la misma.

    Ιστημι (5 veces):

    (Lc 24,36): estaban hablando... cuando él se presentó (I|STHMI)... (Jn 20,14): María Magdalena se volvió y vio a Jesús, de pie (I|STHMI)... (Jn 20,19): se presentó Jesús, y estando (I|STHMI)... (Jn 20,26): ocho días después... se presentó Jesús en medio (I|STHMI)... (Jn 21,4): cuando amaneció, estaba (I|STHMI) Jesús en la orilla...

En relación con E|RXOMAI y I|STHMI, se debe considerar el uso de U|PANTA|W y E|GGI|ZW, una sola vez, en Mt 28,9 y Lc 24,15, para afirmar en los dos casos que Jesús salió al encuentro de las mujeres o se acercó a los discípulos de Emaús para caminar con ellos. El verbo U|PANTA|W aparece 10x en el NT(9x en los evangelios)50 para proponer el acto de salir al encuentro (cfr. Michel, 1969, p. 244). Εγγῖζω está mejor representado en el NT (42x; 28 en los Sinópticos)51; se usa para referirse al acto de acercarse, en sentido espacial, cronológico o espiritual. Expresa la actitud de la primitiva comunidad, que considera inminentes, las transformaciones cósmicas e históricas, características de las promesas del advenimiento del reino de Dios (cfr. Mt 3,2; Mc 1,15 y par.; Mt 10,7; Lc 10,911; 21,28); también se usa en conexión con la suerte del Hijo del hombre, que es un signo de la proximidad del fin de los tiempos (cfr. Mt 26,45; Mc 14,42), la cercanía de la destrucción de Jerusalén (cfr. 21,20), y la manifestación del Señor resucitado (cfr. Lc 24,15) (cfr. Preisker, 1967, pp. 11-18).

Los verbos φαίνω y φανερόω.

Para referir las manifestaciones divinas, el NT se sirve de seis verbos: GNWRI|ZW (25x), DHLO|W (7x), FAI|NW (31x), FANERO|W (49x), EM|FANI|ZW (10x) y A|POKALU|PTW (18x). Aunque funcionan como sinónimos, 1) casi todos tienen un uso profano y religioso, si bien el uso de A|POKALU|PTW es exclusivamente religioso; 2) GNWRI|ZW y DHLO|W se orientan más al intelecto; 3) FAI|NW, FANERO|W, EM|FANI|ZW y A|POKALU|PTW se relacionan más con la dimensión intuitiva de la interioridad (cfr. Oepke, 1967, pp. 155-157).

    Los verbos FAI|NW52 y FANERO|W53 (manifestar, revelar, descubrir, mostrar, dar a conocer, hacer comprender), cercanos entre sí, comparten la misma raíz (FW¦J = luz), y por ello, significan, traer a la luz, hacer visible54, acentúan la idea de mostrar en el sentido de dar a conocer o hacer comprender, pero no tal comprensión no está mediada por los sentidos. Así, FAI|NW, deja ver una cierta distinción entre la percepción óptica y la percepción espiritual (cfr. Mt 13,26; Rm 7,13; 2Co 13,7 y otros) (cfr. Bultmann y Lührmann, 1984, pp. 835-836), mientras que FANERO|W en Juan, se utiliza para hablar de la revelación que acontece en Jesús (cfr. Jn 2,11 "... en Caná, Jesús manifestó su gloria"); por sus connotaciones etimológicas y semánticas, FANERO|W denota la claridad propia de la comprensión de un misterio que hasta ahora había permanecido oculto (cfr. Jn 1,31; 3,21; 7,4; 9,3; 17,6) (cfr. Léon-Dufour, 2001, p. 223). En los relatos de las manifestaciones, FAI|NW recurre sólo en Mc 16,9 (se apareció), mientras que FANERO|W, está mejor representado, 2x en Mc y 2 en Jn:

(Mc 16,12): ... se apareció (FANERO|W)... a dos de ellos cuando iban de camino a una aldea. (Mc 16,14): ... estando a la mesa los once, se les apareció (FANERO|W)... (Jn 21,1): después de esto, se manifestó (FANERO|W) otra vez... se manifestó (FANERO|W) de esta manera. (Jn 21,14): esta fue ya la tercera vez que Jesús se manifestó (FANERO|W) a los discípulos...

Estos verbos se usan en Marcos y Juan para referir las manifestaciones del resucitado. Los traductores todavía proponen para FANERO|W, aparecer en Marcos55, y manifestar en Juan (¿cuál es el criterio de distinción usado por ellos?). Es imprescindible no olvidar que la presencia de FANERO|W en Mc 16,12.14 tiene lugar en la adición de la tradición (vv. 9-20)56, del mismo modo que en Jn 21; así las cosas, este verbo debe ser considerado propio y característico de un momento en la vida y experiencia de la comunidad, en el que las apariciones del Señor resucitado se entienden plenamente como manifestaciones de la presencia de Jesús resucitado en medio de ellos y de la revelación que acontece en él.

En Jn 21, FANERO|W y E|RXOMAI parecen tener un carácter sinonímico porque se usa FANERO|W para referir la tercera manifestación en Jn 21,1.14, mientras que las dos primeras, en 20,19-29 (el encuentro sin Tomás y con Tomás) fueron propuestas con E|RXOMAI. De este modo, "venir" es una forma de "manifestarse" y viceversa.

Consideradas las connotaciones semánticas de FAI|NW y FANERO|W y su cercanía con EM|FANI|ZW57 y A|POKALU|PTW58 (estos cuatro verbos están en función de la interioridad, cfr. Oepke, 1967, pp. 155-157), expresan que tuvo o está teniendo lugar una comprensión, que acontece no como un acto cognoscitivo sino como un acto existencial, por cuanto Dios, en principio, no se revela como dato dirigido al intelecto sino como experiencia registrada en la existencia, en el ser total; un ejemplo se encuentra en palabras de Pablo, según las cuales Dios no se revela a nosotros sino en nosotros59, es decir, se trata de un acto interior, como lo refiere Ga 1,16: "Mas, cuando Aquel que me separó desde el seno de mi madre y me llamó por su gracia tuvo a bien revelar (A|POKALU|PTW) en mí a su Hijo"60.

Las relaciones semánticas propuestas, mueven a reconocer la relación entre los verbos de revelación referidos y GINW|SKW61, así como entre éste y los verbos de visión, ya que con él, igualmente se indica un tipo de comprensión particularmente profunda. En el NT y de manera especial en Juan, ginw/ skw está en paralelo o alterna con verbos que sugieren una percepción sensorial-visual, como QEWRE|W ("El mundo no puede recibir el Espíritu de la Verdad porque no lo ve QEWRE|W ni lo conoce GINW|SKW" Jn 14,17), o O|RA|W ("Si me conocéis GINW|SKW a mí, conoceréis GINW|SKW también a mi Padre; desde ahora lo conocéis GINW|SKW y lo habéis visto O|RA|W" Jn 14,7-9)62. Con GINW|SKW se indica que para los discípulos, el conocimiento tiene un carácter existencial (y esto es trascendental), mientras que para los demás, es sobre todo el carácter cognoscitivo el que prevalece, como en el caso del mundo (cfr. Jn 1,10; 17,25). Así, la identidad de GINW|SKW es cristológica, tanto para afirmar la imposibilidad de los judíos de conocer a Cristo63, como para explicitar que es la fe de los discípulos lo que les permite llegar al conocimiento de Jesús (Jn 6,69: "Y nosotros creemos y sabemos GINW|SKW que tú eres el Santo de Dios" y 14,9: "... ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me conoces GINW|SKW, Felipe? El que me ha visto O|RA|W a mí, ha visto O|RA|W al Padre. ¿Cómo dices tú: Muéstranos al Padre?").

EN BUSCA DEL SENTIDO

En el testimonio de la tradición (cfr. 1Co 15,3-8), como en las narrativas evangélicas de la resurrección (cfr. Mt 28,1-20; Mc 16,1-8 y 9-20; Lc 24,1-49 y Jn 20,1-21,23), el sentido del lenguaje con el que se expresa su comprensión, no siempre es captado con fluidez. Los autores distinguen muy bien las categorías verbales y lo que expresan con ellas: la tradición, referida por Pablo, está centrada en lo que las "apariciones" del Señor significan como revelaciones que son o como experiencias comprensivas, místicamente existenciales, de ahí que sólo use O|RA|W; lo que textualmente hay que entender es que el resucitado "fue visto" y se captará el sentido de tal visión si se considera correctamente el matiz del verbo que lo refiere, pero si por el contrario, en las traducciones se continúa insistiendo en que "se apareció" será complicado superar el nivel de la percepción sensible y sensorial, especialmente en una cultura como la nuestra, necesitada del tacto y de los sentidos para comprender las realidades propias del ámbito de la fe.

En Mateo se verifica el paso de QEWRE|W a O|RA|W, es decir, de una forma de visión mediada por el intelecto a una visión de fe; lo mismo ocurre en los primeros versículos del relato de Marcos, mientras que en su adición, todo parece girar alrededor de FAI|NW, FANERO|W y QEA|OMAI, pues el manifestarse del resucitado es captado en la interioridad y en la experiencia profunda del misterio, en su dimensión mística y existencial. En Lucas, están presentes los tres verbos de visión BLE|PW, QEWRE|W y O|RA|W y se nota el matiz de cada uno, hace explícito su horizonte de significación. En Juan es más progresivo el movimiento que se opera con los verbos de visión: María Magdalena parte de BLE|PW (20,1), pasa a QEWRE|W (20,12.14) y llega a O|RA|W (20,18); el discípulo que Jesús quería64, ve primero con BLE|PW (20,5) y luego con O|RA|W (20,8); Pedro está mucho más anclado en el valor de QEWRE|W (20,6) y BLE|PW (21,20), aunque al final llega a O|RA|W (21,21). El encuentro del resucitado con los discípulos, sin Tomás y con Tomás, está bien determinado por E|RXOMAI y O|RA|W y toda su carga revelatoria, mientras que el capítulo 21 está caracterizado por la centralidad de FANERO|W.

Los evangelistas, a su manera, muestran cómo es el proceso creyente respecto de la captación del sentido de las realidades de la fe, que, fundadas en una experiencia, son existencialmente comprendidas, y no sólo intelectualmente digeridas. Los testigos oculares trasmitieron su experiencia personal del resucitado, en el lenguaje de las apariciones, y los creyentes de la primera hora lo acogieron de una forma tan persuasiva como la referida por la visión corporal, precisamente por la nitidez que adquiere el mensaje a través de las imágenes (cfr. Mercier II, 1995, 144-148.). La dificultad actual respecto del sentido de la resurrección y de sus manifestaciones, radica en el hecho de que está distante temporal, cultural y lingüísticamente de los hechos, y el reconocimiento del lenguaje en su propio contexto vital y dinamismo semántico, se transforma en puerta de entrada a la situación y comprensión inicial.

Para la experiencia de fe es tan definitiva la captación del misterio en términos existenciales, que la resurrección de Cristo, su estar presente y ser reconocido, se filtra por el lenguaje de la presencia con E|RXOMAI y I|STHMI, por el lenguaje de la visión, con BLE|PW, QEWRE|W, O|RA|W y QEA|OMAI, particularmente con O|RA|W, y por el lenguaje de la revelación, con FAI|NW y FANERO|W. Ver al Señor significa reconocer que Él está y que nosotros percibimos su presencia, que se manifiesta, que se revela, que se da a conocer, que se hace comprender, es decir, que viene y permanece, y esto es en síntesis, discernir el sentido profundo de su misterio, denso equivalente de la presencia resucitada del Señor, el cual se propone inapropiadamente en las traducciones, con el lenguaje de las apariciones; en el caso de Pablo, por ejemplo, los traductores persisten en afirmar que "el Señor se apareció" y dejan de lado lo que realmente el apóstol dice: "que el Señor fue visto, es decir, reconocido (con O|RA|W) por Cefas, fue visto por los doce, fue visto por los quinientos hermanos, fue visto por Santiago y todos los apóstoles, y al final, fue visto por el mismo Pablo" (cfr. 1Co 15,3-8).

En los Evangelios, sobre todo en Lucas y Juan, no siempre se reconoce al resucitado, como los discípulos de Emaús (Lc 24,16), la Magdalena que lo confunde con el jardinero (Jn 20,14-15), o el grupo de los discípulos que no lo reconocen, después de la fallida noche de pesca (Jn 21,4). Evidentemente algo cambió, por lo cual el resucitado no es exactamente el mismo con quien vivieron, pero ¿cómo es posible no reconocerlo si habían compartido tanto con él? La respuesta a esta dificultad se encuentra en la paradigmática respuesta de Tomás, el mal comprendido discípulo, cuando afirma: "Si no veo" (con O|RA|W) ...no creeré" o lo que es lo mismo: "si no veo como debo ver, no puedo llegar a creer" por lo que se impone una forma nueva o diferente de visión, la de la fe.

El recorrido por los textos y la valoración de su riqueza semántica, arroja una teología de la presencia, representada por el venir y el ver y nunca por el "aparecerse". Tal comprensión impone para la exégesis y para los traductores, ajustar y afinar el lenguaje, de tal modo que se refiera su mejor sentido y no se desvirtúe la esencia para que no se reduzca la revelación a un asunto de percepción sensorial, ya que esa es precisamente la amenaza a la que se ve sujeta la comprensión de la resurrección cuando se propone mediada por el lenguaje de las "apariciones" y no por el lenguaje de la "presencia" y la "comprensión": Porque me has visto (O|RA|W) "como debías verme" has creído (cfr. Jn 20,29)65.

La resurrección de Jesús, al igual que la resurrección de los cuerpos en el último día, es un acontecimiento que está más allá de las leyes de la naturaleza y tiene su origen únicamente en la voluntad de Dios, que coloca ante sí la persona del hombre en una nueva corporeidad, conservando no obstante su identidad... La predicación de la resurrección ha de mantenerse continuamente en guardia contra el antiguo error étnico-cristiano, según el cual la resurrección viene a ser una continuación –quizás liberada de sus imperfecciones- de la existencia actual y conduce a una especie de existencia ideal u onírica (Coenen, 1987, p. 94).


Pie de página

1Los primeros testimonios se encuentran en 1Co 15,1-11 (cfr. Rm 1,4; Ga 1,2-4; 1Ts 1,10); Hch 2,22-24; y los relatos evangélicos de la pasión (cfr. Mt 26-28; Mc 14-16; Lc 22-24 y Jn 18-21).
2"En ellos, se puede reconocer una tradición histórica relativa a las acciones y palabras de Jesús de Nazaret, presente sobre todo en los Evangelios Sinópticos, y otra tradición teológica, compuesta por diversas creencias y expresada mediante una gran variedad de formas, sobre el Señor elevado al cielo, el redentor y el salvador escatológico, cuyas huellas más antiguas se pueden encontrar en las cartas de Pablo. Aunque distintas en su origen y en su finalidad, estas dos tradiciones no han estado separadas, ya que para la fe cristiana, desde sus comienzos, Jesús de Nazaret es el Señor, y el Señor es Jesús, tal como lo propone Juan, el responsable de la unión definitiva de ambas tradiciones" (Bultmann, 1964, p. 42).
3Como lo dirían los medievales, el reconocimiento de la supremacía del sentido literal, origina los demás sentidos: el espiritual, el tropológico y el anagógico, cuya síntesis da lugar al sentido pleno.
4Se trata de la resurrección para la vida y para la vida eterna, que será desarrollada en el NT, especialmente por San Juan (cfr. 5,28-29; 11,25-27; etc.).
5Respecto a la existencia de las almas, según Filón, pueden existir sin cuerpo; el universo, santuario de Dios, está lleno de almas incorpóreas a la manera de espíritus puros como los ángeles; algunas se unen a cuerpos mortales y luego los dejan; consiguen la vida eterna por la adquisición y práctica de las virtudes; cuando termina la vida mortal, abandonan los cuerpos y pasan al mundo incorruptible, ya que, creadas por Dios, le pertenecen (cfr. Harder, 1990, p. 96 y Coenen, 1987, p. 89).
6Según él, las almas de los justos están en las manos de Dios (3,1), un cuerpo vicioso es una carga para el alma (9,15) y por ello se pueden corromper (14,26); al final de la existencia terrena, los cuerpos las devuelven (15,9), incluso se pueden perder eternamente (16,14) (cfr. Harder, 1990.).
7Para este autor, el límite del tercer período es el año 100 d.C.; sin embargo, una mirada más crítica a esta época considera que este tercer segmento iría hasta el año 110, tal como lo plantean Boismard y Brown en sus teorías sobre las etapas de formación del cuarto evangelio (cfr. Boismard, 1977, pp. 16-44; 67-70; Brown, 1999a y Vidal, 1997).
8Sobre las categorías discípulo y apóstol en las tradiciones evangélicas, ver Noratto, J.A. (2007, pp. 27-42).
9Un buen ejemplo es la referencia narrativa a la institución de la Eucaristía según la tradición y sus paralelos sinópticos (cfr. 1Co 11,23-27 y Mt 26,26-29; Mc 14,22-25; Lc 22,14-15).
10Hay quienes piensan que el capítulo 15 es contemporáneo de la primera carta a los Tesalonicenses, en el año 51, dada la cercanía con la doctrina escatológica, el tema de la resurrección y la parusía (cfr. Cerfaux, 1967)
11Marcos habla de un joven, Mateo de un ángel, Lucas de dos hombres y Juan de dos ángeles, aunque en Juan no hay un mensaje de parte de los ángeles sino del mismo Jesús resucitado.
12Resulta improbable y poco natural que las mujeres, después de día y medio de la sepultura, hayan ido a ungir el cuerpo de Jesús; además, esto no concuerda con lo que Jn 19,39s dice del cuidado del cuerpo de Jesús, que asignaron a José de Arimatea y Nicodemo. A la comunidad cristiana le preocupó cómo fue sepultado el cuerpo de Jesús y trata de explicarlo a su manera (cfr. BJ, nota a Mc 16,1).
13Parece claro que el resucitado se manifestó a Pedro, según Lc 24,34 y el capítulo 21 de Juan.
14La BJ, dadas sus características técnicas y tipo de traducción textual que representa (aunque su vinculación con los textos originales es un asunto muy discutible), se ha ido imponiendo desde su aparición en 1965, como punto de referencia textual en las distintas lenguas, para el quehacer bíblico católico; dicha condición proviene del cualificado trabajo que representa esta traducción, edición tras edición. De acuerdo con el interés específico de este artículo, se apreciará que en lo fundamental, las traducciones no difieren demasiado si se observan trabajos más dinámicos como la Biblia de América (Biblia de la Casa de la Biblia para España), o más populares como la Biblia Latinoamericana, e incluso en la tradición reformada, la Biblia Reina-Valera (Edición de 1995).
15Esta forma recurre 58x en la Biblia: 40 en el AT y 18 en el NT.
16Así se propone la interpretación en las traducciones textuales, como la Biblia de Jerusalén para la tradición católica y de la Reina Valera para la tradición reformada.
17Esta forma verbal es común en la tradición bíblica para indicar: a) La presencia divina (a Abrahán en Gn 12,7; a Isaac en Gn 26,2.24; a Jacob en Gn 35,9; a Moisés en Ex 3,2; a los hebreos en el desierto, en Ex 16,10; al pueblo reunido en asamblea en Lv 9,23; a Moisés y Aarón en Nm 20,6; al rey Salomón en 1Re 3,5; a Jeremías en Jr 31,3). b) La "aparición" de ángeles: como en el AT a Gedeón (Jc 6,12), a la madre de Sansón (Jc 13,3), a Tobías y Tobit (Tb 12,21); y en el NT, al sacerdote Zacarías, padre del Bautista (Lc 1,11), y a Jesús en su agonía (Lc 22,43). c) La "aparición" de Moisés y Elías junto a Jesús, en el contexto de la transfiguración (Mt 17,3; Mc 9,4). d) Las "repetidas apariciones" de Jesús a sus discípulos en los Hechos de los Apóstoles (Hch 13,31).
18Con este verbo, dependiente de I|STHMI, también se indica la aparición de la divinidad, con el fin de dejar en evidencia su presencia (cfr. Michaelis, 1954, p. 900).
19En Mateo se dice que el Ángel del Señor bajó (KATABAI|NM) del cielo.
20Nótese que este verbo depende de I|STHMI, que significa estar en pie.
21A partir de este lugar, la recurrencia de las categorías en los distintos libros, grupos de libros o partes de la Escritura, se expresará con la letra "x".
22En su forma transitiva: despertar, levantar y en su forma intransitiva: despertarse o levantarse.
23Este vocablo recurre 42x en el NT: 11x en Hch, 6x en Lc, 4x en Mt, 4x en 1Co, 3x en Jn, 2x en Mc, 2x en Rm, 2x en Hb, 2x en 1Pe, 2x en Ap, 1x en Flp y 1x en 2Tm.
24Traducción sugerida: ha sido resucitado.
25La traducción de E|GEI|RW es correcta, pues se trata de un participio perfecto pasivo, en acusativo.
26La traducción correcta es ha sido resucitado, ya que se trata de un aoristo pasivo, con el que se explica que el artífice o sujeto de la resurrección, es otro, Dios.
27Participio aoristo pasivo. Traducción sugerida: después de haber sido resucitado...
28Participio aoristo activo. Traducción sugerida: resucitado o habiendo resucitado en la mañana, el primer día de la semana...
29Infinitivo aoristo activo. Traducción correcta.
30BLE|PW recurre 132x en el NT y sus usos más relevantes están en los cuatro evangelios (17x en Mt; 15x en Jn; 14x en Mc; 14x en Lc), en los Hechos (12x) y en el Apocalipsis (12x).
31QEWRE|W recurre 58x en el NT (22x en Jn; 14x en Hch; 7x en Mc; 7x en Lc; 2x en Mt; 2x en Ap; 1x en Hb y 1x en 1Jn).
32ORA|W recurre 483x en el NT, cuyos usos más relevantes se encuentran en los evangelios (75x en Lc; 74x en Mt; 73x en Jn; 63x en Hch; 58x en Mc, lo cual significa que los evangelistas saben por qué lo utilizan y cómo lo utilizan) y en el Apocalipsis (62x). Las demás recurrencias son menores, comenzando por Hebreos, donde aparece 10x.
33QEA|OMAI recurre 22x en el NT (6x en Jn; 4x en Mt; 3x en Lc; 3x en Hch; 3x en 1Jn; 2x en Mc y 1x en Rm).
34Donde este verbo recurre en los relatos de la resurrección, se refiere a la visión de las vendas (Lc 24,12), la piedra (Jn 20,1), los lienzos (Jn 20,5), las brasas (Jn 21,9), o alguien que viene detrás (Jn 21,20). Cfr. Jn 1,29; 11,9; 13,22.
35De QEWRE|W proviene la visión teórica, la Theoría = QEWRI|A.
36Cfr. Mt 28,1; Mc 16,4; Lc 24,37.39; Jn 20,6.12.14. El tipo de visión sugerido por QEWRE|W implica una participación activa por parte del sujeto, en cuanto que se trata de un ver que constata escrutadoramente, un ver en el que prevalece la percepción sensorial, en la que puede tener lugar una percepción espiritual, pero que no es aún visión de fe (cfr. La Potterie, 1977, pp. 348-350 y Michaelis, 1954, pp. 921ss.).
37Cfr. 1Co 15,5.6.7.8; Mt 28,6.7.10.17; Mc 16,5.6.7; Lc 24,24.34.39; Jn 20,8.18.24.25.27.29 y 21,21.
38Cfr. Mc 16,11.14. Este verbo, según Bultmann, expone sintéticamente el tema del Cuarto Evangelio en 1,14: "Y la Palabra se hizo carne y puso su morada entre nosotros, y hemos contemplado E|QEASA|MEQA su gloria..." (cfr. 1Jn 1,1-3: "Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que contemplamos E|QEASA|MEQA y tocaron nuestras manos acerca del Verbo de la vida..." y 4,14: "Y nosotros hemos visto teqea/meqa y damos testimonio de que el Padre ha enviado a su Hijo, como salvador del mundo") (cfr. Bultmann, 1971, p. 41).
39El verbo O|RA|W, que designa la "visión de fe" es el verbo de visión, de mayor uso en los Sinópticos (74x en Mt, 58x en Mc y 75x en Lc), así como las 73x en el Cuarto Evangelio. Observadas sus apariciones en los Sinópticos, se reconocerá que actúa como sinónimo de BLE|PW y QEWRE|W.
40(Ver. vv. 16-19). El futuro de O|RA|W tiene una carga escatológica (cfr. Mc 13,26: "... verán (O|RA|W) al hijo del hombre venir entre nubes con gran poder y gloria"; 14,62: "... Sí, yo soy, y veréis (O|RA|W) al hijo del hombre... y venir entre las nubes del cielo"; Jn 1,50: "... Has de ver (O|RA|W) cosas mayores"; y 11,40: "...¿No te he dicho que si crees, verás (O|RA|W) la gloria de Dios?)" (cfr. Barrett, 2003, p. 747.).
41En la LXX traduce , con sentido local (dirigirse al culto, ir a la casa de Dios), y también, para hablar de la oración que llega hasta Dios (cfr. 2Cr 30,27); indica la venida del Mesías (Dan 7,13), de Satanás (Jb 2,1), los tiempos que vienen y pasan (2Cr 21,19), las generaciones que surgen y declinan (Eclo 1,4), y la cercanía de los últimos días, de salvación y de juicio (Is 32,15) (cfr. Schneider, 1967, pp. 916ss.).
42157x en Jn, 114x en Mt, 101x en Lc, 85x en Mc, 50x en Hch, 36x en Ap, 74x en Pablo, 5x en Hb, 4x en 1Jn, 2x en 2Jn, 2x en 3Jn, 1x en 2Pe y 1x en Judas.
43Jesús viene a anunciar el Reino de Dios (cfr. Mc 1,38 y par.), a llamar a penitencia a los pecadores (cfr. Mc 2,17; Lc 5,32), a fundar un nuevo orden de vida (cfr. Mt 5,17); sin duda alguna, en estos textos, se pretende hacer referencia a la conciencia mesiánica de Jesús.
44Cfr. Mt 8,2; 9,18; 14,33; 15,25; Mc 5,33 en los que se observa el movimiento individual de las personas, como un acto de culto o de seguimiento.
45Se aprecia en la oración del Padre Nuestro (cfr. Mt 6,10 y Lc 11,2); en la alabanza del pueblo al Mesías que viene (cfr. Mc 11,10 y par: Lc 22,18; 23,42; Mt 16,28: todos ellos, textos que se refieren a la venida futura del reino de Dios, y a la venida de Jesús en y con su reino).
46"El rey que viene en el nombre del Señor" (cfr. Mt 11,14; 17,10.12; 27,49; Mc 9,12ss.; 15,35; Mt 21,9 y par; Lc 19,38), "el Mesías prometido, que al final de los días, vendrá sobre las nubes del cielo, en toda su magnificencia" (cfr. Mt 24,30; 26,24 y par; 16,27; 27,31 y par).
47Cfr. Mt 21,40 y par; 25,19; Lc 13,6s; 19,13ss.; también Mt 9,15; Lc 17,22; 21,6; 23,29.
48Cfr. Hch (35x), Lc (25x), Ap (21x), Mt (20x), Jn (19x) y Mc (10x).
49En la obra lucana está la mayor recurrencia de este verbo (35x en Hch y 25x en Lc). En el prólogo de los Hechos (1,1-5) y en la evocación de la Ascensión (1,6-11), se utiliza PARI|STHMI (derivado de I|STHMI), para referir en 1,3 el "presentarse" de Jesús vivo y en 1,10 el "presentarse" de dos hombres vestidos de blanco, quienes anuncian a los discípulos que el que ha subido al cielo, vendrá de nuevo. En 1,3 se distingue entre el "presentarse" de Jesús después de la pasión, para darles pruebas de que vivía y el "aparecérseles" durante 40 días; para una y otra acción, se utilizan dos verbos distintos (PARI|STHMI y O|PTA| NOMAI). Es la única aparición de O|PTA|NOMAI en el NT, mientras que en la LXX recurre 2x en 1Re 8,8 y Tb 12,19 ("os ha parecido que yo comía, pero sólo era en apariencia"), lo que da a entender en los dos casos, que lo que se ve es aparente o que lo verdadero está más allá de lo que vemos. Este carácter explica la presencia y sentido de los dos verbos y el significado de la presencia del resucitado y de sus manifestaciones.
504x en Jn, 2x en Mt, 2x en Lc, 1x en Mc y 1x en Hch.
5118x en Lc, 7x en Mt, 6x en Hch, 3x en Mc, 2x en Hb, 2x en St, 1x en Rm, 1x en Flp y 1x en 1Pe.
5231x en el NT, cuyos usos más representativos se encuentran en Mt (13x), Ap (4x) y 2x en Mc, Lc y Jn. Aparece en la forma del adjetivo E|FA|NH (Mc 16,9), más frecuente es el uso verbal FAI|NOMAI (cfr. Mt 2,7: 24,27; Flp 2,15; St 4,14; Ap 18,23 var.) (cfr. Bultmann y Lührmann, 1984, pp. 835-836).
5349x en el NT, en Jn (8x), 2Co (8x) y 1Jn (7x), los libros donde está mayormente citado (en el Ap sólo aparece 2x en 3,18 y 15,4). A partir de sus usos en Juan (7,4; 17,6; 3,21; 9,3), se aprecia su carácter epifánico y cristológico (cfr. 1Jn 1,2; 2,19.28; 3,2.5.8; 4,9; cfr. 1,2; 3,16): toda la actividad de Jesús es una revelación (2,11), propuesto en el prólogo con FAI|NW (1,5) (cfr. Bultmann y Lührmann, 1984, pp. 843-844).
54La revelación es una apertura divina de los ojos y de los oídos (cfr. 2Tm 1,10; Tt 2,11; 3,4), así como abrir el oído corresponde al hecho de que Dios hable (Hb 1,1s). Porque la revelación se hace perceptible, los discípulos anuncian lo que han visto y oído, e incluso lo que han tocado con sus manos (Hch 4,20; 1Jn 1,1), y el contenido de esta visión es "el verbo hecho carne" (Jn 1,14; 1Jn 1,1) (cfr. Mundle, 1987, p. 100).
55Como es el caso de la Biblia de Jerusalén, 3ª edición, 1998 y la Reina Valera, edición de 1995, mientras que la TOB de 1998 sí retiene en francés la traducción "manifestar" para los dos casos.
56Los vv. 12.14, serían un intento de armonización del final de Marcos con la tradición evangélica que refiere la manifestación de Jesús a los discípulos de Emaús, en el camino y con todo el grupo (cfr. Lc 24,13-35).
57El verbo E|MFANI|ZW aparece 10x en el NT (5x en Hch, 2x en Jn, 2x en Hb y 1x en Mt.), y en Jn como un hápax en 14,21-22; se esclarece junto a FANERO|W, con el que se propone más directamente la acción reveladora de Jesús (cfr. Jn 1,31; 2,11; 3,21; 7,4; 9,3; 17,6 y en el marco de la presencia resucitada de Jesús, en 21,1(2x).14; del mismo modo en 1Jn 1,2(2x); 2,19.28; 3,2(2x).5.8; 4,9 y Ap 15,4). Cfr. Simoens III, 1997, p. 630). En el AT en la LXX, se encuentra 2x para hablar de la manifestación de Dios a los hombres, en Ex 33,13 y Sb 1,2. En el NT, se refiere a una presencia particular (cfr. Mt 27,53; Hb 9,24), o aparece para clarificar algo (cfr. Hch 23,15; 23,22 y también, 24,1; 25,2.15; Hb 11,14). En relación con E|MFANI|ZW, el sustantivo E|PIFA|NEIA se encuentra bien representado en el NT (cfr. 2Ts 2,8; 1Tm 6,14; 2Tm 1,10; 4,1.8 y Tt 2,13), aunque por encontrarse en las cartas deuteropaulinas, puede tratarse de un uso tardío en el NT, sea que se refiera a la aparición terrena o escatológica del Señor (cfr. Gärtner, 1987, p. 105).
5826x en el NT y el sustantivo A|POKA|LUYIJ, 18x. Su uso es religioso y no profano. En Juan, el verbo aparece una vez en 12,38 en una cita de Is 53,1, pero se prefiere FANERO|W (Jn 1,31; 2,11; 1Jn 1,2) y E|MFANI|ZW (Jn 14,21s) para expresar la revelación, dada su correspondencia con la designación de Jesús como luz (FW¦JJ) del mundo (Jn 1,4ss; 8,12 y par.); en el Apocalipsis el sustantivo se encuentra en el encabezado en 1,1, de modo que el uso de los dos vocablos esté preferencialmente representado por Pablo (13 pasajes el verbo y otros tantos para el sustantivo) (cfr. Mundle, 1987, pp. 100-101). En la apocalíptica judía clásica, el objeto de la visión es absolutamente ultraterreno y, por ende, inaccesible al ser humano, de modo que sea desvelado por un particular acto de la voluntad divina; así, A|POKALU|PTW y su sustantivo A|POKA|LUPSIJ, se tornan tecnicismos para referir la revelación en la Biblia (cfr. Oepke, 1967, pp. 155-157).
59El concepto Revelación, por su origen como por la historia de la palabra, significa el descubrimiento de algo hasta ahora oculto y desconocido, lo cual no es comunicado para una contemplación que toma distancia o para un simple conocimiento sino que compromete a sus receptores (Coenen, 1987, p. 106).
60Se entiende que el mismo Pablo diga más adelante "No vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí" (Gal 2,20).
61El verbo recurre 222x en el NT, muy frecuente en Juan (57x en el Evangelio y 26x en 1 y 2Jn) y en Pablo (52x). Implica la concepción griega del acto cognoscitivo y determina el mismo como un proceso que no está ligado a un órgano particular, ni se agota en una determinada esfera del conocer, sino que se opera en la relación entre el hombre y su mundo, en la experiencia, que indica familiaridad con alguna cosa (es claro que de aquí se derive GNW¦SIJ, como "conocimiento profundo del ser") (cfr. Bultmann, 1966, pp. 461.462.524.). En Juan pone el acento en el carácter mediato y progresivo del conocimiento, expresa su naturaleza experiencial, la comunión entre Jesús y los suyos y entre Jesús y Dios su Padre (10,14ss.), la oposición entre Dios y el mundo (14,17); toma forma en un comportamiento histórico concreto, de amor (cfr. 1Jn 4,8: "Quien no ama no ha conocido GINW|SKW a Dios") (cfr. Schmitz, 1990, pp. 302-310).
62"Todo el que permanece en él no peca. Todo el que peca no le ha visto (O|RA|W) ni conocido (GINW|SKW)" 1Jn 3,6.
63Cfr. Jn 1,10; 7,28ss.; 8,14.19.55; 9,29; 14,17; 15,21; 16,3; 17,25 y 1Jn 3,1.
64En el Cuarto Evangelio hay seis pasajes en los que se menciona al discípulo que Jesús amaba: cinco con A|GAPA|W (13,23-26; 19,25-27; 21,7; 21,20-23 y 21,24) y uno con FILE|W (20,210), es decir, el texto al que aquí se hace referencia.
65La resurrección de Jesús, al igual que la resurrección de los cuerpos en el último día, es un acontecimiento que está más allá de las leyes de la naturaleza y tiene su origen únicamente en la voluntad de Dios, que pone ante sí la persona del hombre en una nueva corporeidad y conserva su identidad. La predicación de la resurrección ha de mantenerse continuamente en guardia contra el antiguo error étnico-cristiano, según el cual la resurrección viene a ser una continuación –quizás liberada de sus imperfecciones– de la existencia actual y conduce a una especie de existencia ideal u onírica (Coenen, 1987, p. 94).

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