SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.40 issue94Awakening of Liberation Spirituality: Evolution of its Manifestations from Medellín to PueblaWitness, Memory and Hope author indexsubject indexarticles search
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

Related links

  • On index processCited by Google
  • Have no similar articlesSimilars in SciELO
  • On index processSimilars in Google

Share


Cuestiones Teológicas

Print version ISSN 0120-131X

Cuest. teol. vol.40 no.94 Bogotá July/Dec. 2013

 

EL PECADO COMO DESHUMANIZACIÓN EN EL DOCUMENTO DE APARECIDA

Sin as Dehumanization in the Aparecida Document

O pecado como desumanização no documento de aparecida

Juan Diego Giraldo Aristizábal*

* Licenciado en Teología Dogmática por la Universidad Pontificia Gregoriana (Roma, Italia); candidato a la Compañía de Padres de San Sulpicio (Canadá). El texto hace parte de la investigación "El pecado como deshumanización" para la Licenciatura en Teología Dogmática. Correo electrónico: juanaris75@hotmail.com

Artículo recibido el 4 de junio de 2013 y aprobado para su publicación el 16 de agosto de 2013.


Resumen

Una verdadera comprensión del pecado es uno de los desafíos de la teología, pues no siempre se comprende el pecado en perspectiva cristológica. La falta de esta perspectiva cristológica hace pensar que hablar de pecado es un capricho de unos pocos que no quieren el desarrollo humano. Con esta investigación se muestra que no se puede hacer una auténtica hamartiología sin una verdadera soteriología porque no existe "antropología teológica" sin "Cristología". Se hace una lectura del numeral 104 del Documento de Aparecida y se amplían sus perspectivas para concluir que el pecado no se entiende como un capricho de Dios, sino como toda realidad que contradice el proyecto amoroso de Dios para el hombre, proyecto revelado en Jesucristo. (Cfr. GS 22). Sólo en y desde Cristo se comprende la verdad sobre el hombre y, por tanto, todo lo que desfigura su misterio. Si Dios quiere que el hombre sea auténticamente humano, el pecado es verdadera deshumanización.

Palabras clave: Cristo, Hombre, Pecado, Salvación, Dignidad.


Abstract

An actual understanding of sin is one of the main challenges of theology, since it is not always understood in a Christological perspective. The lack of such a perspective leads to think that talking about sin is but a whim of few who do not desire for human development. The aim of the research presented in the following paper is to show that we cannot have an authentic hamartiology without a proper soteriology because there is no "Theological Anthropology" without "Christology". A reading of the paragraph 104 of the Aparecida Document is presented and its perspectives widen in order to conclude that sin cannot be understood as a whim of God, but as a whole reality that opposes God's loving project for man, which is revealed by Jesus. It is only in and through Jesus Christ that we might understand the truth about man and, therefore, everything that blurs his mystery. If God really wishes for man to be authentically human, then sin is truly dehumanization.

Keywords: Christ; Man; Sin; Salvation; Dignity.


Resumo

Uma verdadeira compreensão do pecado é um dos desafios da teologia, pois nem sempre se compreende o pecado na perspectiva cristológica. A falta desta perspectiva faz pensar que falar de pecado é um capricho de uns poucos que não querem o desenvolvimento humano. Com esta investigação se mostra que não se pode fazer uma autêntica hamartiologia sem uma verdadeira soteriologia, porque não existe "antropologia teológica" sem "Cristologia". É feita uma leitura do número 104 do Documento de Aparecida e são ampliadas suas perspectivas para concluir que o pecado não se entende como um capricho de Deus, mas como toda realidade que contradiz o projeto amoroso de Deus para o homem, projeto revelado em Jesus Cristo (Cf. GS 22). Só em e a partir de Cristo se compreende a verdade sobre o homem e, portanto, tudo o que desfigura seu mistério. Se Deus quer que o homem seja autenticamente humano, o pecado é verdadeira desumanização.

Palavras-chave: Cristo; Homem; Pecado; Salvação; Dignidade.


Partiendo de la experiencia pastoral en el sacramento de la Penitencia, y buscando un acercamiento al penitente, aparece el reto de un lenguaje que, sin contradecir la doctrina eclesial, sea más comprensible e iluminador sobre la realidad del pecado. ¿Por qué una actitud, acción o comportamiento son pecados?, ¿corresponde a un capricho de Dios o a una estrategia de la Iglesia para mantener vivo el sacramento de la Penitencia? o, ¿hay algo que tiene que ver con el ser humano al punto de llevarlo a un detrimento de su sentido y verdad más original?

Es justamente la expresión "deshumanización" la que hemos encontrado más apropiada, para expresar la realidad del pecado. Pero, pareciera que ésta se queda en el ámbito de lo antropológico sin ninguna connotación teológica. ¿Cómo se implican el ser humano y Dios en el pecado?

Una vez se publicó el Documento Conclusivo de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, se pudo constatar que la realidad de América Latina allí descrita presentaba situaciones que, por ir en contra del proyecto de Dios para el ser humano, se denominan como pecado.

Así, una preocupación pastoral suscitó un interés teológico y hallamos en el documento de Aparecida los elementos para iniciar esta reflexión.

Tres elementos guían nuestra reflexión: el hombre, el pecado y Jesucristo. Si el pecado es deshumanización, debemos saber qué es el hombre. Pero estos dos elementos serían incompletos sin la cristología, pues no se puede decir nada del ser humano al margen de Cristo y porque él es la respuesta salvífica a la realidad el pecado.

En el numeral 104 del Documento de Aparecida pretendemos distinguir tres elementos que nos servirán de guía en nuestra reflexión: ¿Qué entiende Aparecida por "hombre"? (elemento antropológico) ¿Qué situaciones amenazan el proyecto de Dios para el hombre? (elemento hamartiológico) y, ¿cómo restablece Cristo este proyecto amenazado por el pecado? (elemento cristológico y soteriológico)1.

EL HOMBRE

Discurso inaugural

En el discurso inaugural de Aparecida, Benedicto XVI plantea unos interrogantes que permiten describir la densidad de la realidad por la cual el ser humano se indaga: "¿Qué es lo real? ¿Son "realidad" sólo los bienes materiales, los problemas sociales, económicos y políticos?" (Doc. Aparecida (DA), 2007, Disc. Inaugural n.3).

El ser humano está situado en el mundo, no es indiferente, sabe interpelarlo, indagarlo y cuestionarlo. Si el ser humano se pregunta por el fundamento de la existencia y de la realidad, la respuesta debe ser fundamental. El Papa ofrece un criterio "epistemológico": "Sólo quien conoce a Dios, conoce la realidad y puede responder a ella de modo adecuado y realmente humano" (DA, 2007, Dic. Inaugural 3). La realidad entendida desde la totalidad, y no de manera parcial, lleva a reconocer su origen y significado definitivo en Dios:

    Es la propia consistencia de las cosas y de las personas la que demanda que la razón no se limite al reconocimiento puramente fenoménico sino que trascendiendo los datos inmediatos pueda descubrir la presencia de quien sostiene el ser en cada instante. (Guerra, 2008, p. 144)

Se constata que el anhelo profundo del ser humano supera lainformación desarrollada por el mundo moderno y tecnológico. Ésta es cuantitativa y cualitativamente variada, y muchas informaciones surgen de diversos preconceptos antropológicos (mutilados, reducidos, parcializados, etc.). Entonces, "la persona humana es, en su misma esencia, aquel lugar de la naturaleza donde converge la variedad de significados en una única vocación de sentido" (DA, n.2)2.

Así, el ser humano, inmerso en el orden total del universo, es capaz de decodificar y comunicar significados y descubrir en ellos una "única vocación de sentido" (el mundo existe como "cosmos", como unidad, como totalidad), gracias a la cual puede descubrir un factor de unidad en lo múltiple. Acá entendemos "sentido" como "tensión estructural hacia su destino último, hacia aquello que da auténticamente sentido unitario a la vida" (Guerra, 2008, p.145).

El documento

Para responder al pedido del Papa de ver al ser humano desde su totalidad en relación con su creador, el documento presenta una mirada cristiana del hombre que "permite percibir su valor que trasciende todo el universo" (DA, 2007, n.338).

Imagen y semejanza

El numeral 104 comienza: "Bendecimos a Dios por la dignidad de la persona humana, creada a su imagen y semejanza" (DA, 2007).

El ser humano está en el proyecto creador de Dios, quien expresa la bondad y la belleza de la creación y dice que "era bueno" (Gn 1,21), mas, por crear al hombre, dice "era muy bueno" (Gn 1,31). Esta obra corresponde a la palabra de Dios que genera vida, que irrumpe en el caos y separa, para generar el orden. El ser humano en el designio amoroso de Dios no es fruto del azar sino del amor y responde a un proyecto3:

    Proclamamos que todo ser humano existe pura y simplemente por el amor de Dios que lo creó, y por el amor de Dios que lo conserva en cada instante. La creación del varón y la mujer, a su imagen y semejanza, es un acontecimiento divino de vida, y su fuente es el amor fiel del Señor. (DA, 2007, n.338)

El origen de esta "belleza" del ser humano "está todo en el vínculo de amor con la Trinidad" (DA, 2007, n. 141). Si bien, es una mirada positiva sobre el hombre, el documento no desconoce que "por el pecado, se mancilló esta belleza originaria y fue herida en su bondad" (DA, 2007, 27)4.

Sólo desde este designio de amor es posible ver al hombre como "imagen y semejanza de Dios", y comprender por qué los anhelos más profundos del hombre no están al margen de esta dignidad; el ser humano anhela según aquello que es y, cuando anhela, como lo hemos ya afirmado, anhela por su fundamento (Cf. DA, 2007, n.42)5.

El ser humano, imagen viviente de Dios "es siempre sagrado, desde su concepción hasta su muerte natural; en todas las circunstancias y condiciones de su vida" (DA, 2007, n. 112; cfr. n. 464). De ahí se comprende la inalterabilidad e irreductibilidad de su valor que no depende de las circunstancias, sino que se origina en la voluntad misma de Dios. A la luz de este criterio podemos reconocer la dignidad en aquellos que parecen menos "útiles" a la sociedad porque no son productivos (enfermos, ancianos, pobres, etc.), y también, superar la indiferencia para reconocer y denunciar las situaciones en las que esta dignidad es atropellada y vulnerada (Cfr. DA, 2007, 464).

Dignidad del ser humano como tarea

El don de la dignidad se agradece como compromiso:

    Nos ha hecho libres y nos ha hecho sujetos de derechos y deberes en medio de la creación. Le agradecemos por asociarnos al perfeccionamiento del mundo, dándonos inteligencia y capacidad para amar; por la dignidad que recibimos también como tarea que debemos proteger, cultivar y promover. (DA, 2007, n.104)

La dignidad del ser humano como condición no sólo se recibe: es necesario asumirla como tarea, como una responsabilidad frente a sí mismo, frente a los demás y a la realidad que lo circunda. "La propia vocación, la propia libertad y la propia originalidad son dones de Dios para la plenitud y el servicio del mundo" (DA, 2007, n. 111). El ser humano, fruto del proyecto amoroso de Dios, que se pregunta por lo fundamental, se realiza en el amor y devela el misterio del mundo y de la historia y se compromete con el amor. Libertad y responsabilidad, fraternidad y solidaridad entran en juego en esta tarea.

La educación católica debe involucrarse en este proceso formativo del ser humano que le permita asumir una responsabilidad con la totalidad de la realidad (una escuela que humaniza). Así, "de esta manera, el ser humano humaniza su mundo, produce cultura, transforma la sociedad y construye la historia" (Cfr. DA, 2007, 330).

El trabajo humano contribuye con esta responsabilidad frente al mundo creado y permite que el hombre entre como sujeto activo de la creación que se forja en la historia y contribuye en la transformación de la realidad a partir de criterios inspirados en la inviolabilidad de la vida humana: "Alabamos a Dios porque en la belleza de la creación, que es obra de sus manos, resplandece el sentido del trabajo como participación de su tarea creadora y como servicio a los hermanos y hermanas" (Cfr. DA, 2007, n. 120).

Las criaturas distintas del hombre están en el proyecto creador de Dios, por ejemplo el espacio ecológico que sirve al hombre como escenario de sus actividades y de su convivencia. Por eso, el compromiso ecológico responde a la tarea del ser humano de contribuir a la belleza de lo creado, en la medida en que ama la naturaleza, la protege y la promueve, expresa su condición de imagen y semejanza de Dios. La creación

    nos ha sido entregada para que la cuidemos y la transformemos en fuente de vida digna para todos... El discípulo misionero, a quien Dios le encargó la creación, debe contemplarla, cuidarla y utilizarla, respetando siempre el orden que le dio el Creador. (DA, 2007, n. 125)6

La dignidad del ser humano como criterio

Son varios los numerales que insisten en la dignidad del ser humano como criterio de lectura, de juicio y de acción en la realidad. Pensamos que el problema de hoy es antropológico. A una visión integral y total del hombre corresponde una sociedad humana y humanizadora. A una visión parcial, mutilada e interesada que prescinde de la verdad sobre el ser humano creado por Dios corresponde una sociedad que, como lo denuncia el Papa, "sólo puede terminar en caminos equivocados y con recetas destructivas" (DA, 2007, Disc. Inaugural n. 3)7. Una verdad errada del ser humano conlleva acciones erradas.

Mencionemos algunos textos que amplían esta idea: la globalización "debe regirse también por la ética, poniendo todo al servicio de la persona humana" (DA, 2007, n. 60 y Disc. Inaugural n. 2). Si se recuerda la Populorum Progressio (n. 14), el Papa insiste en que "el desarrollo auténtico ha de ser integral, es decir, orientado a la promoción de todo el hombre y de todos los hombres" (DA, 2007, Disc. Inaugural n. 4). En el reconocimiento del valor sagrado de la vida humana que brota del proyecto amoroso de Dios, se fundamenta "la convivencia humana y la misma comunidad política" (DA, 2007, n. 108)8. Aún más, el criterio para leer lo que viene de Dios en el orden de lo humano y las circunstancias que lo rodean será "todo signo de verdad, bien y belleza" (DA, 2007, n. 280)9. Una verdadera evangelización y un orden justo en la sociedad "implica la promoción humana y la auténtica liberación" (DA, 2007, n. 339 et Disc. Inaugural n. 3). Es urgente:

    Presentar la persona humana como el centro de toda la vida social y cultural, resultando en ella: la dignidad de ser imagen y semejanza de Dios y la vocación a ser hijos en el Hijo, llamados a compartir su vida por toda la eternidad (DA, 2007, n. 480).

EL PECADO

El documento de Aparecida no elabora una teología del pecado porque no es su interés fundamental, pero constata las realidades que lo manifiestan. Además, fiel al método adoptado de ver-juzgar-actuar10, parte de la realidad en la que constata situaciones contrarias al proyecto creador de Dios, y en ésta capta que el pecado está presente.

Por adoptar el método ver-juzgar-actuar, los obispos de América Latina hacen una lectura de la realidad, reconocen sus luces y sus sombras para discernirla según los criterios del evangelio, del magisterio y de la doctrina social de la Iglesia11. La Iglesia como defensora del reino de la vida no puede cerrar sus ojos ante situaciones de muerte que lo contradicen.

Nuestro interés ahora es preguntar ¿qué situaciones deterioran el proyecto amoroso de Dios y qué está en el origen de estas situaciones? Por eso nos detenemos en aquellas realidades negativas que brotan de un reduccionismo antropológico y cuya preocupación de los obispos latinoamericanos por la dignidad del ser humano los lleva a afirmar que no corresponden a esa dignidad (cf. DA 391).

En la búsqueda de una causa

La globalización se presenta como un fenómeno relevante en el mundo de hoy que marca un cambio de época, crea una situación nueva en el mundo de la política, de la economía, de la cultura, de lo social, de los valores, de lo religioso. Ésta es vista en sus aspectos positivos, pero también en sus graves consecuencias, pues "comporta también el riesgo de los grandes monopolios y de convertir el lucro en el valor supremo" (DA, 2007, Disc. Inaugural n.2 )12, que afecta la dignidad de la persona humana a la que debe servir.

La causa fundamental se encuentra en la comprensión e interpretación de la realidad, en una falsificación de ésta, cuando se ve de manera parcial, quitándole su realidad fundante: "Quien excluye a Dios de su horizonte falsifica el concepto de "realidad". Sólo quien conoce a Dios, conoce la realidad" (DA, 2007, Disc. Inaugural n. 2). Así se llega a caminos equivocados o a respuestas adecuadas y humanas.

El problema, pues, es cómo abordar, pensar, reflexionar e interpretar la realidad y (desde ella) al ser humano.

Se cambia el horizonte personal de la vida, se impone el individualismo y la vivencia del tiempo como presente inmediato sin perspectivas de futuro. Así ha definido el Papa esta faceta del mundo presente: "un mundo que muchas veces busca ante todo el bienestar, la riqueza y el placer como objetivo de la vida, y que exalta la libertad prescindiendo de la verdad sobre el hombre creado por Dios" (DA, 2007, Disc. Inaugural n. 5). En efecto,

    la cultura actual tiende a proponer estilos de ser y de vivir contrarios a la naturaleza y dignidad del ser humano. El impacto dominante de los ídolos del poder, la riqueza y el placer efímero se han transformado, por encima del valor de la persona, en la norma máxima de funcionamiento y el criterio decisivo en la organización social. (DA, 2007, n. 387)

Cuando el Papa se pregunta ¿cómo responder a los problemas sociales y políticos y a los desafíos que plantean?, aborda el tema de las estructuras, temática que ha tenido mucha importancia en la teología latinoamericana sobre todo a partir de Medellín13: "En este contexto es inevitable hablar del problema de las estructuras sobre todo de las que crean injusticia. En realidad, las estructuras justas son una condición sin la cual no es posible un orden justo en la sociedad" (DA, 2007, Disc. Inaugural n. 4)14. Sin embargo, las estructuras justas, que han de ser siempre renovadas y actualizadas, necesitan construirse desde un consenso moral de los valores fundamentales, que necesita de la presencia de Dios que les da un fundamento sólido y definitivo (evita el reduccionismo de la realidad y del hombre) y de la búsqueda racional y recta de la reflexión política, económica y social.

Aparecida denuncia la influencia de laicos en la configuración de estructuras desfavorables para el pueblo Latinoamericano (Cfr. DA, 2007, n. 501-506), dada la influencia en éstas del materialismo, de los intereses egoístas y de una concepción del ser humano contraria al cristianismo. Estas estructuras alcanzan una fuerza tal en la configuración de la sociedad que degradan la dignidad de la persona humana que el documento de Aparecida15, las califica como "estructuras de pecado" (2007, n. 532)16.

En la configuración de las estructuras tiene un papel importante la formación de las conciencias y de la recta razón, en el que toma fuerza la tarea educativa y formativa de las instituciones más elementales.

La familia, como estructura más elemental que entra con un rol determinante, también se ha visto deteriorada y "en la actualidad sufre situaciones adversas provocadas por el secularismo y el relativismo ético, por los diversos flujos migratorios internos y externos, por la pobreza, por la inestabilidad social y por legislaciones civiles contrarias al matrimonio" (DA, 2007, Disc. Inaugural n. 5) y, por lo tanto, afectada en su tarea fundamental de formar en los valores, como escuela de humanismo que es. Sin familias nuevas no hay hombres nuevos, y sin hombres nuevos no hay estructuras nuevas. Esta tarea de formación que pertenece a la familia es asumida por los "nuevos lenguajes del dominio técnico", que con su fuerza e influencia a veces esconden el sentido divino del ser humano con la consecuencia de hacer "opaco el designio amoroso y paternal de una vida digna para todos los seres humanos" (DA, 2007, n. 35). En esta tarea de la formación en los valores también se marca la crisis de la educación que parte de un reduccionismo antropológico imparte una educación "en función de la producción, la competitividad y el mercado" (DA, 2007, n. 328).

Deshumanización

De una cultura humana donde "se desvanece la concepción integral del ser humano, su relación con el mundo y con Dios" (DA, 2007, n. 44), se pasa a una cultura en la que surgen ídolos que van en contra del ser humano y surgieron situaciones que, por mancillar y herir la belleza y bondad original del ser humano, pueden catalogarse como pecado17, con el que se opta por la muerte.

En este cambio de época surge una sobrevaloración de la subjetividad individual, que dará lugar a un nuevo concepto de las relaciones18 y a una nueva manera de concebir el tiempo y el espacio19. Así, "se deja de lado la preocupación por el bien común para dar paso a la realización inmediata de los deseos de los individuos" (DA, 2007, n. 44 et 358), y hace más grande el número de abandonados y excluidos cuyas condiciones inhumanas y deshumanizadoras contradicen el proyecto amoroso del padre.

Desde este fenómeno cultural se leen las realidades que se ponen en evidencia con respecto a la situación latinoamericana y del Caribe.

Con la cultura del consumo se busca ofrecer respuestas rápidas y eficaces a las necesidades y deseos propios, además de crear otros nuevos que, sin ser necesarios, se vuelven indispensables para entrar a competir (cf. DA 50). Se generan grupos en los que algunos tienen acceso al mercado y otros no, "junto con el énfasis en la responsabilidad individual, en medio de sociedades que promueven a través de los medios el acceso a los bienes, se niega paradójicamente el acceso de los mismos a las grandes mayorías" (DA, 2007, n. 51), lo que crea rivalidades y violencia.

Se cambia el horizonte de la vida, "la felicidad se pretende alcanzar con bienestar económico y satisfacción inmediata" (DA, 2007, n. 50), se pone la vida en función "de un placer inmediato y sin límites, que oscurece el sentido de la vida y la degrada" (DA, 2007, n. 357). Para sobrevivir se debe entrar en las competencias; las relaciones humanas se ven reguladas por la eficacia y la productividad: quien responde a las necesidades del mercado, vale, quien no responde se debe desechar, marginar, alejar20.

Si produces entras en el juego del mercado, si no, te descalifican. De ahí la marginación de quienes no tienen recursos para entrar a competir21.

Si la ética no está presente en la globalización el escenario donde se desarrolla la vida del hombre se verá afectado, pues la naturaleza sufre agresión por parte de los hombres, sobre todo en el afán de responder a los intereses de las grandes corporaciones transnacionales22.

Sin duda alguna, este deterioro de la naturaleza es un elemento de deshumanización, pues no favorece un ambiente digno y equilibrado para el normal desarrollo de sus actividades, luego, por las consecuencias del cambio climático, los efectos negativos que tiene sobre los campesinos, los pueblos y las grandes ciudades, y, finalmente, porque es una realidad contraria a la responsabilidad del ser humano frente a la creación: "Creemos que la naturaleza alberga posibilidades secretas que la inteligencia humana está llamada a descubrir y, de un modo que respete sus leyes y su sustentabilidad, a poner al servicio del hombre y su entorno" (Sánchez, 2007, p. 404).

El documento de Aparecida es rico en la descripción que hace de los grandes problemas que opacan la riqueza del continente americano, además de mencionar los rostros de los que sufren y los rostros de los nuevos pobres, que padecen sus consecuencias. Mencionamos algunos numerales23.

Economía liberal que, sin tener presente la equidad, incrementa la pobreza y la expoliación de los bienes (DI 2), grandes desigualdades y el acceso selectivo a los bienes (DI 4), corrupción de las economías vinculadas al narcotráfico o narconegocio (DA 70), problemas en relación con el trabajo digno, estable y bien remunerado (DA 71), democracia que, contraria a la visión cristiana del hombre y de la sociedad, cae en el autoritarismo y en ideologías (DI 2), democracias que degradan en regímenes neopopulistas (DA 74), hambre y formas de violencia (DI 4), problemas de los campesinos por causa de la concentración de las tierras en manos de unos pocos (DA 72), movilidad humana como consecuencia de la situación económica, la violencia en sus diferentes formas, la pobreza, la falta de oportunidades, explotación laboral que deriva en nuevas esclavitudes (DA 73), exclusión de los indígenas y afroamericanos atacados en su identidad y supervivencia (DA 89 y 90), debilitamiento de la vida cristiana por el secularismo, el hedonismo, la indiferencia y el proselitismo (DI 2), desaparición de lenguas y culturas (90)24.

CRISTO

Después de describir la dignidad del ser humano y las situaciones que afectan y contradicen esta dignidad, se debe profundizar el significado de Cristo quien "ha redimido y restablecido en la gracia" (DA, 2007, n. 104) al ser humano.

En la introducción de Aparecida se señala uno de los objetivos de este encuentro: "Seguir impulsando la acción evangelizadora de la Iglesia, llamada a hacer de todos sus miembros discípulos y misioneros de Cristo, Camino, Verdad y Vida, para que nuestros pueblos en él tengan vida" (2007, n. 1)25. En efecto, ante la realidad que plantea nuevos desafíos, la Iglesia proclama la redención y salvación en Jesucristo que, por la liberación del pecado y de la esclavitud "nos permite descubrir la verdad y la plena realización de nuestra vida" (DA, 2007, Mens. Final n. 1).

Encuentro con Cristo

La vida que brota de Cristo requiere que estemos profundamente "enraizadosen Él", como dijo el Papa en el discurso inaugural de Aparecida (2007, n. 3). Se debe insistir en que para ofrecer una respuesta a la realidad de América Latina es necesario recomenzar desde Cristo26, abrirse a una experiencia de encuentro vital, existencial, profundo con su persona. No es solamente un encuentro desde los contenidos claros y distintos, sino desde una profesión de fe que pasa, toca y renueva la existencia del ser humano en sus realidades más profundas:

    A todos nos toca recomenzar desde Cristo, reconociendo que "no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una persona, que da nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva" (DA, 2007, n. 12)27.

Esta experiencia de fe, así entendida, es la que permite al ser humano entrar en la experiencia de la auténtica vida, pues Cristo nos ha revelado el amor infinito del Padre, y este amor es la prueba de la verdad: "Sólo la verdad unifica y su prueba es el amor" (DA, 2007, Disc. Inaugural n.1-2). Entonces, si una de las causas de la deshumanización es la visión reducida del hombre por causa de la negación de Dios como fundamento de la realidad, sólo Cristo puede humanizarnos y revelarnos el rostro de Dios, en quien la realidad se fundamenta: "Anunciamos a nuestros pueblos que Dios nos ama, que su existencia no es una amenaza para el hombre, que está cerca con el poder salvador y liberador de su reino" (DA, 2007, n. 30). Él revela al hombre que sólo viviendo según su vocación original y fundamental es posible vivir el presente y construir el futuro de manera auténticamente humana, Él "nos ha revelado en su misterio la plenitud del cumplimiento de la vocación humana y su sentido" (DA, 2007, n. 41)28.

La vida que viene de Cristo toca la realidad del ser humano en su integralidad, la vida que Él ofrece no está limitada a algunos ámbitos. Él es vida en abundancia (Jn 10,10), que abraza al ser humano total, pues "con esta vida divina se desarrolla también en plenitud la existencia humana, en su dimensión personal, familiar, social y cultural" (DA, 2007, Disc. Inaugural 4; cfr. n.103 et 356). En Cristo se desvela la verdad de lo que ontológicamente es el ser humano, y desde ahí lo que existencialmente debe vivir: "La fe cristiana nos muestra a Jesucristo como la verdad última del ser humano"29. Esta verdad debe orientar todas las acciones concernientes al ser humano.

De esta "fascinación" nace el seguimiento de Cristo, también, la misión de comunicarlo. Dicha "fascinación" es contraria a la de la cultura del consumismo y del mercado, que atraen pero engañan, que llenan pero no sacian, y que finalmente esclavizan, pues responde trivial, momentánea y externamente a las inquietudes fundamentales, permanentes y profundas del ser humano. Cristo "fascina" porque "responde al deseo de realización humana, al deseo de vida plena" (DA, 2007, n. 277). La misión, debe responder a esta vida plena, asumiendo la reciprocidad entre anuncio de la Buena Nueva y promoción de la dignidad humana. No hay evangelización sin promoción humana, y no hay auténtica promoción humana sin el anuncio de Jesucristo el Hombre Nuevo (Cf. DA, 2007, n. 333 et 545).

Para que tengan vida

Sin pretender hacer una relación exhaustiva, describamos lo que significa la redención y restauración de la imagen de Dios en el ser humano.

Cristo, "Nuevo Adán", pone al ser humano en el designio original de Dios en la obra de la Creación (cf. 1 Co 15,45, Rm 8,21) "recreándolo", haciéndole partícipe de la filiación (cf. DA 27)30. Si el pecado mancilló la bondad original de la creatura, en Cristo la recupera, porque lo capacita con su gracia para vivir su existencia como proyecto en el amor a Dios y en el servicio a los hermanos: "Él revela y promueve el sentido nuevo de la existencia y transforma, al hombre y a la mujer para que vivan de manera divina. Eleva y ennoblece a la persona humana, da valor a su existencia y constituye el perfecto ejemplo de su vida" (DA, 2007, n. 335).

Cristo, por su misterio pascual rompe las ataduras de la muerte y el pecado, pone al ser humano en una nueva situación: "Su pasión, muerte y resurrección posibilita la superación del pecado y la vida nueva para toda la humanidad" (DA, 2007, n. 102)31 y restablece en el ser humano las relaciones rotas por el pecado. Lo ha reconciliado con Dios (cf. DA 103), con el prójimo y la creación (cf. DA 103). En Cristo, el ser humano descubre a Dios como el amor por el cual existe y en el que está su fundamento y plenitud; en Cristo se abre al otro para comunicarle la vida que viene de Dios.

El ser humano experimenta continuamente la frustración de no encontrar una respuesta satisfactoria y plena a sus interrogantes más profundos, dado que el fenómeno del mercado y del consumismo han llevado al individualismo y a la concepción del tiempo como sólo presente, impone el sentido en la posesión inmediata que responda a las necesidades creadas. Una cultura que fragmenta la realidad no responde a la unidad de sentido que encarna el ser humano. Sólo el amor por el que el ser humano fue creado desvela el sentido profundo de la existencia:

    Ante una vida sin sentido, Jesús nos revela la vida íntima de Dios en su misterio más elevado, la comunión trinitaria. Es tal el amor de Dios, que hace del hombre, peregrino en este mundo su morada: "vendremos a él viviremos en él". (DA, 2007, 109)

Pero, ¿qué revela Jesús?: ante la desesperación de la muerte, la resurrección (cf. 1 Co 15,28) que impregna la vida de esperanza, así el ser humano puede mirar hacia el futuro con confianza; ante la idolatría de los bienes terrenales, la vida en Dios (Mc 8,36); ante el subjetivismo hedonista, entregar la vida (Jn 12, 25); ante el individualismo, la comunión fraterna (Mt 23,8) que supera la cosificación en las relaciones; ante la despersonalización, una identidad integrada; ante la exclusión, una vida digna para todos32; ante estructuras de muerte, la vida plena (Jn 10,10); ante la naturaleza amenazada, el cuidado de la tierra (cf. Lc 12, 28), redescubrir la belleza de la naturaleza al servicio del hombre y el cuidado de éste a ella; en efecto, cuando el hombre cuida la naturaleza, ésta cuida de él (Cf. DA, 2007, n. 109-113).

Este dinamismo de la redención se explicita muy bien en la expresión: Cristo Camino, Verdad y Vida:

    El Espíritu Santo, que el Padre nos regala, nos identifica con Jesús-Camino, abriéndonos a su misterio de salvación para que seamos hijos suyos y hermanos unos de otros; nos identifica con Jesús-Verdad enseñándonos a renunciar a nuestras mentiras y propias ambiciones, y nos identifica con Jesús-Vida permitiéndonos abrazar su plan de amor y entregarnos para que otros tengan vida en Él. (DA, 2007, n. 137)

Expresa, pues, la relación con Dios como filiación y la fraternidad como su consecuencia; la verdad sobre el ser del hombre libre de falsas respuestas y, finalmente, la entrada en la dinámica del amor que lleva al ser humano a reconocer la dignidad del otro y hacer experiencia de solidaridad fraterna.

Una vida que debe ser comunicada33

La Iglesia está llamada a ser testimonio de Cristo, a comunicar la Buena Nueva de la vida. En efecto, toma conciencia de su tarea de ser discípula misionera y afirma que "como discípulos, abrimos caminos de vida y esperanza para nuestros pueblos sufrientes por el pecado y todo tipo de injusticias" (DA, 2007, Mens. final n. 2). Se siente doblemente interpelada por el Evangelio y por la situación del ser humano, lanzada a responder con la fuerza del Evangelio (cf. DA 331), entra en la espiritualidad del Buen Samaritano (Lc 10, 29-37) "que nos da el imperativo de hacernos prójimos especialmente con el que sufre y generar una sociedad sin excluidos" (DA, 2007, n. 135)34. Imperativo que implica una crítica de la cultura actual para denunciar lo que comporta deshumanización35 y promover una globalización marcada por nuevos valores (solidaridad, justicia y respeto de los derechos humanos)36, que brotan del Evangelio de la vida y que pone la dignidad del ser humano como criterio de acción en el mundo37.

Para esto es necesario salir al encuentro de Cristo, en la palabra que nos comunica su vida y da testimonio de su acción en favor de los pequeños, del reino de Dios manifestado en signos y palabras al servicio de la humanización38 y en la Eucaristía "que suscita el compromiso de la evangelización y el impulso a la solidaridad" (DA, 2007, Disc. Inaugural n. 4)39, haciendo la sociedad más justa y humana. Pues la vida sólo se desarrolla en la comunión fraterna y justa y así hacer presente a Cristo, porque actuar en favor de los más pobres inspirados en el amor de Dios, es actuar en nombre de Cristo (DA, 2007, n. 256).

La iglesia de América Latina y del Caribe hace una opción por los pobres, que no nace de una ideología, sino que brota de la misma opción por la persona de Jesús, por quien Dios ha revelado el sentido, la fecundidad y la dignidad de la persona humana:

    Nuestra fe proclama que "Jesucristo es el rostro humano de Dios y el rostro divino del hombre". Por eso "la opción preferencial por los pobres está implícita en la fe cristológica en aquel Dios que se ha hecho pobre por nosotros (DA, 2007, n. 392)40.

Este compromiso se expresa de manera contundente:

    Estamos llamados a contemplar en los rostros sufrientes de nuestros hermanos, el rostro de Cristo que nos llama a servirlo en ellos: "los rostros sufrientes de los pobres son rostros sufrientes de Cristo". Todo lo que tenga que ver con Cristo, tiene que ver con los pobres y todo lo relacionado con los pobres reclama a Jesucristo (DA, 2007, n. 393)41.

Es tarea de los discípulos misioneros una evangelización en favor del desarrollo integral del hombre, asumiendo lo que contribuya a la dignidad del ser humano y crear nuevas estructuras basadas en el amor, la fraternidad y la solidaridad42, superar la desigualdad, la concentración de las riquezas en manos de unos pocos, el monopolio económico y la inequidad (DA, 2007, n. 384-385). Generar, desde la solidaridad, una "cultura del compartir" (cf. DA 540) y una "cultura de la paz" (cf. DA 542), que permite superar la acumulación egoísta que causa tanto sufrimiento, pobreza y violencia en el pueblo latinoamericano.

Mirando con la radicalidad de las situaciones que atropellan la dignidad humana, la Iglesia, discípula misionera de la Buena Nueva de la Vida, proclama el poder del amor redentor que supera la violencia con la imaginación y el compromiso que brotan de la caridad (Cfr. DA 543).

Ante los desafíos que nos plantea esta nueva época en la que estamos inmersos, renovamos nuestra fe, proclamando con alegría a todos los hombres y mujeres de nuestro continente: Somos amados y redimidos en Jesús, Hijo de Dios, el resucitado vivo en medio de nosotros; por Él podemos ser libres del pecado, de toda esclavitud y vivir en justicia y fraternidad. ¡Jesús es el camino que nos permite descubrir la verdad y lograr la plena realización de nuestra vida! (DA, 2007, Mens. final n.1).

CONCLUSIÓN

Cuando el ser humano desconoce el fundamento último de su realidad que lo constituye en "imagen y semejanza", renunciando a ser hijo; cuando el ser humano renuncia a la tarea de vivir en el amor para construir la fraternidad; cuando el ser humano pierde el horizonte que jalona su existencia reduciéndola a lo aparente, entra en la experiencia de la deshumanización, por lo tanto en el rechazo al Amor de Dios que llamándolo a la existencia lo sostiene y lo plenifica. Sólo en el encuentro con Jesucristo, muerto y resucitado, el ser humano podrá volver la mirada al "paraíso original", para vivir el presente, el momento histórico actual, bajo la esperanza del triunfo del Amor, que supera toda muerte, pecado y sufrimiento. Si pecar es entrar en la esfera de la "deshumanización"43, "cristificarse", abrirse a la gracia, es la verdadera humanización.

A partir del numeral 104 de Aparecida entendemos que el hombre es Imagen y semejanza de Dios, y que Cristo ha redimido y restablecido esta imagen deteriorada y herida por el pecado. En Cristo somos hijos de Dios, dignidad innegociable e inviolable.


Pie de página

1Para los obispos "las condiciones de vida de muchos abandonados, excluidos e ignorados en su miseria y su dolor, contradicen este proyecto del padre e interpelan a los creyentes a un mayor compromiso a favor de la cultura de la vida" (Cf. DA, n. 358).
2En la explicación que sigue tomamos la interpretación de Guerra (2008, pp. 142-145).
3"No somos el producto casual y sin sentido de la evolución. Cada uno de nosotros es el fruto de un pensamiento de Dios. Cada uno de nosotros es querido, cada uno es amado, cada uno es necesario". Benedicto XVI en la homilía de la misa inaugural de su pontificado pronunciada el 24 de abril de 2005. Cf. DA 27.
4El tema del pecado lo desarrollaremos en el siguiente subcapítulo 1.2.
5Remitimos a Ruiz de la Peña (1997, p.196).
6Lo creado al servicio del ser humano es expresión de su dignidad. Cf. DA, 2007, n. 387.
7Se puede entender como lo expresa Ruiz de la Peña. "Eclipse de Dios, crisis del hombre" (1997, p. 71-84).
8Cfr. Evangelii Nuntiandi 2.
9Cf. DA n. 123.
10De este método fue pionero el cardenal belga, Joseph Cardijn, quien lo desarrolló como herramienta en el trabajo con los jóvenes en Bélgica entre los años 1912 y 1935. Por la participación en el Concilio Vaticano II del cardenal Cardijn, y dado su conocimiento de la acción del laico en el mundo moderno, su método fue adoptado en la Constitución Gaudium et Spes.
11"El Documento de Aparecida no es un tratado de sociología latinoamericana y caribeña, ni un tratado de ciencia política. Quien busque allí el rigor y la suficiencia de un documento académico en lo atinente al diagnóstico, las causalidades de los fenómenos económicos, político y cultural leerá mal el texto y se alejará por completo de él, lo falsificará y podrá tildar a la Iglesia expresada en el Celam de no mirar en detalle el acontecimiento que desafía permanentemente a buscar respuestas reales y viables. Pero también se equivocará el que suponga que la mirada es superficial, generalista y que sobre ella no se puede construir una respuesta que pueda ser considerada seria" (Escobar, 2008, p. 347).
12Hablando de la cultura actual generada por la globalización, los obispos latinoamericanos afirman: "Debemos considerarla con empatía para entenderla, pero también con una postura crítica para descubrir lo que en ella es fruto de la limitación humana y del pecado" (DA n. 479).
13Segunda Conferencia del Episcopado Latinoamericano, celebrada en Medellín, Colombia del 26 de agosto al 7 de septiembre de 1968.
14Para ampliar el concepto remitimos a Torres, "La Pastoral Social en Aparecida", Aparecida. Renacer de una esperanza, p. 267.
15Cuarta Conferencia del Episcopado Latinoamericano, celebrada en Santo Domingo, República Dominicana del 12 al 28 de octubre de 1992.
16Cf. Santo Domingo 243. Ver también Medellín, Justicia, 2 y Puebla 281. Si bien Aparecida no hace una reflexión sistemática de este tema, es evidente, por las descripciones que hace de la realidad y de sus causas, que atraviesa el documento.
17Cf. DA 8, donde se describen pecados concretos: "descuido de Dios, conductas viciosas, opresión, violencia, ingratitudes y miserias". Ver también DA 27. Cf. DA 123: "cuando la verdad, la bondad y la belleza se separan; cuando la persona humana y sus exigencias fundamentales no constituyen el criterio ético, la ciencia y la tecnología se vuelven contra el hombre que las ha creado". Cf. Brighenti, 2007, p. 7-13, en la que se habla de una realidad que contradice el reino de la vida.
18"Esta cultura se caracteriza por la autorreferencia del individuo, que conduce a la indiferencia por el otro, a quien no se necesita ni del que tampoco se siente responsable. Se prefiere vivir el día a día, sin programas a largo plazo ni apegos personales, familiares y comunitarios" (Cf. DA 46).
19Refiriéndose a las nuevas generaciones: "Afirman el presente porque el pasado perdió relevancia ante tantas exclusiones sociales, políticas y económicas. Para ellos el futuro es incierto" (Cf. DA 51).
20Aparecida introduce una novedad, con respecto a las otras Asambleas del Celam, pues no habla solamente de la "explotación y opresión", sino de la "exclusión social", "Los excluidos no son solamente "explotados" sino "sobrantes" y "desechables" (Cf. DA 65).
21En este sentido Aparecida (n. 65) habla de un nuevo tipo de pobreza, es decir de aquella en la que no se tiene acceso al conocimiento y uso de los nuevos medios tecnológicos. Por eso la celebración de tratados de libre comercio entre países económica y tecnológicamente asimétricos genera también pobreza y desempleo, ya que los pequeños productores no pueden competir con los grandes empresarios (Cf. DA 67).
22Al respecto remitimos a Sánchez Sarondo, quien piensa la globalización como una realidad físico-químico-biológica relacionada con la alteración del clima global en la llamada "era antropócena", donde el cambio climático es causado por la acción del hombre, sobre todo por los países industrializados que son los que producen mayor número de gases nocivos (2007, p. 387-405).
23Cf. DA 62 y 402. Ver también Bonavia, "Aparecida entre la memoria y el cambio de paradigma", en Fundación Amerindia, 2007, p. 67 y Torres, "La Pastoral Social en Aparecida", en Fundación Amerindia, 2007, p. 262.
24Para ampliar la descripción de la realidad latinoamericana ver: Consejo Episcopal Latinoamericano, Rio de Janeiro 79-92; Id., "Promoción humana", Medellín, 1-5; Id., Puebla 1-164; Id, Santo Domingo 157-227; Id., Constructores del amor en América Latina, 45-70; 210-242; 327-336; 457-486; 503-536; 591-629; 647-688; Secretaría General del Celam, Por la vida de nuestros pueblos; Id., Política, economía y trabajo. Compromiso del laico hoy; Id., Evangelización de la cultura hoy. Oportunidades y amenazas; Pontificio Consejo de Justicia y Paz, Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 77-106; 203-232; 277-296.
25Remitimos a Vitali, 2008, p. 21- 37. Donde se pone en esta frase joánea el leit motiv del Documento conclusivo. Ver también Galli, "Líneas cristológicas de Aparecida", en Celam, 2008, pp. 104-204, donde desarrolla ocho líneas cristológicas en el Documento de Aparecida.
26"Recomenzar desde Cristo indica la novedad histórica que propone Aparecida a todos los bautizados: un renovado encuentro con Cristo vivo que nos impulse al discipulado misionero". Galli, "Líneas cristológicas de Aparecida", en Celam, 2008, p.155.
27Citando Deus Caritas Est 1. Cf. DA 41 "Recomenzar desde la contemplación"; DA 131 "Encuentro y vinculación"; DA 287 "Contacto". A propósito de "Encuentro" como "relación personal a través de un encuentro íntimo" ver Galli, "Líneas cristológicas de Aparecida", en Celam, 2008, pp.158. 170.
28Cfr. Gaudium et Spes 22: "Tan sólo en el misterio del verbo encarnado se aclara verdaderamente el misterio del hombre. Cristo, en la revelación misma del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre su altísima vocación". También se constata cómo la ciencia y la técnica que pretendían responder a los interrogantes del hombre han fallado en este intento, pues esta respuesta "sólo puede venir de una razón y ética integrales iluminadas por la revelación de Dios" (Cf. DA 123).
29Cf. DA 480. Cristo "experimentado como plenitud de la humanidad" (DA 289) y "fuente de toda madurez humana y cristiana" (DA 292) es el Hombre perfecto "en quien todos los valores humanos encuentran su plena realización, y de ahí su unidad" (DA 335).
30Ver también DA 133 y 137, donde se cita Juan 1, 12-13 y Ga 4, 4-5 para afirmar la condición de Hijos en Cristo. "En Él, Dios nos ha elegido para que seamos hijos" DA 382.
31Cf. DA 6,29 y 134. Destacar la muerte de Cristo es de suma importancia para rescatar el amor del pueblo latinoamericano por Cristo crucificado, en el que reconoce su propio sufrimiento en el sufrimiento de Cristo, pero también en el que reconoce el amor de Dios que les recuerda su dignidad, y por el cual son capaces de permanecer con esperanza, "sin bajar los brazos". Cf. Discurso Inaugural n. 1 y DA n. 265.
32"Dios en Cristo no redime solamente la persona individual sino también las relaciones sociales entre los seres humanos" (DA n. 359).
33Cf. DA n. 103: "Con la alegría de la fe, somos misioneros para proclamar el Evangelio de Jesucristo y, en Él, la buena nueva de la dignidad humana". Ver también DA n. 386: "La Iglesia tiene, como misión propia y específica, comunicar la vida nueva de Jesucristo a todas las personas".
34Cf. DA 26 y 480 que habla de "la cultura cristiana de la solidaridad". Torres, "La Pastoral Social en Aparecida", en Fundación Amerindia, 2007, p. 261- 273.
35"Compete a la Iglesia denunciar claramente "estos modelos antropológicos incompatibles con la naturaleza y dignidad del hombre" (DA 480).
36Cf. DA 64 y 95. Cf. Torres "La Pastoral Social en Aparecida", Aparecida. Renacer de una esperanza, 266.
37El hombre es criterio hermenéutico, si Cristo es criterio hermenéutico del hombre.
38Reino de la vida, cuyo contenido es la vida plena para todos. Cf. DA 361.
39Cf. DA 251, 349 y 354. Cf. Sacramentum Caritatis 84-92.
40Citando la exhortación apostólica Ecclesia in America 67. Cf. DA 257 y 390. Cf. Gutiérrez, "Aparecida: opción preferencial por el pobre", en Fundación Amerindia, 2007, p.126129 et Bonavía, "Aparecida entre la memoria y el cambio de paradigma", Fundación Amerindia, 2007, p. 68.
41Citando el Documento de Santo Domingo 178. "En virtud de la encarnación y la unión hipostática hay una presencia singular del Hijo de Dios en la humanidad individual de Jesús. Sobre esa base se dice también que hay una presencia real –no hipostática- en otros hombres distintos de Jesús. Cristo-cabeza está presente en el cuerpo de su Iglesia (LG 7). Y Cristo está realmente presente de algún modo en todos y cada uno de los seres humanos. En el cruce de ambas presencias impregnadas de sacramentalidad se afirma la presencia de Cristo en los pobres y sufrientes". Galli, "Líneas cristológicas de Aparecida", en Celam, 2008, p.175.
42Tarea de formación ética de los laicos en DA 395, 537 y 507.
43"Por el pecado, rompe el hombre la debida subordinación a su fin último, y también toda su ordenación tanto por lo que toca a su propia persona como a las relaciones con los demás y con el resto de la creación. El pecado rebaja al hombre, impidiéndole lograr su propia plenitud". GS 13.

REFERENCIAS

Benedicto XVI. (2007). Sacramentum Caritatis. Vaticano: Vaticana.         [ Links ]

Brighenti, A. (2007). Criterios para la lectura del Documento de Aparecida. El pretexto, el contexto y el texto. Revista Latinoamericana de teología, (71) 161-180.         [ Links ]

Celam. (2007). V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe, Aparecida Documento Conclusivo. Bogotá: Celam.         [ Links ]

_____. (2008). Testigos de Aparecida, I. Bogotá: Celam.         [ Links ]

Fundación Amerindia. (2007). Aparecida. Renacer de una esperanza. Recuperado de http://pt.scribd.com/doc/104781373/Aparecida-renacer-de-una-esperanza-Amerindia.         [ Links ]

Ruiz, J. (1997). Una fe que crea cultura. Madrid: Caparrés.         [ Links ]

Vitali, D. (2008). Jesucristo Camino, Verdad y Vida: eje transversal de Aparecida. En Pontificia Comisión para América Latina. Aparecida 2007, Luces para América Latina. (21-37). Vaticano: Vaticana.         [ Links ]