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Cuestiones Teológicas

Print version ISSN 0120-131X

Cuest. teol. vol.42 no.97 Bogotá Jan./June 2015

 

LA VIDA LITÚRGICA EN EL PANORAMA ACTUAL: ACOGIDA, LÍMITES, LOGROS Y RETOS

The liturgical life in the current outlook: reception, limits, achievements and challenges

A vida litúrgica no panorama atual: acolhida, limites, êxitos e desafios

Elkin Fernando Álvarez Botero*

* Obispo Auxiliar de Medellín. Magister en Teología Bíblica por la Pontificia Universidad Gregoriana (1994). Medellín, Colombia. Correo electrónico: melkinfalvarez@arqmedellin.com

Artículo recibido el 9 de enero de 2015 y aprobado para su publicación el 30 de enero de 2015.


INTRODUCCIÓN: GRATITUD Y EMPEÑO

A principios de este año, la Congregación para el Culto Divino y la disciplina de los Sacramentos realizó un Simposio bajo el título: "Sacrosanctum Concilium, gratitud y empeño por un grande movimiento eclesial".

Las dos palabras que orientaron la reflexión del mencionado encuentro sintetizan sin duda la experiencia eclesial 50 años después de la promulgación de la Constitución Conciliar: de un lado constatamos el gran legado que nos deja al proponernos la liturgia como el centro y el culmen de la vida de la Iglesia, de otro reconocemos que todavía falta un buen trecho para recorrer en la comprensión y vivencia de la espiritualidad litúrgica en la que nos introdujo el Concilio.

Justamente, esta reflexión tiene como objetivo proponer en líneas generales el panorama actual de la vida litúrgica, las dificultades que ha representado la aplicación de la reforma querida por el Concilio, los logros que ya aparecen y algunos desafíos que debemos afrontar.

UN EXAMEN DE CONCIENCIA

En el año 1988 se celebraron los 25 años de la SC. El Papa Juan Pablo II, con su Carta Apostólica Vicesimus Quintus Annus, recordó a la Iglesia la importancia de la que llamó la "primicia del Concilio" y la invitó a proseguir con renovado empeño el camino trazado por la SC: "Después de un cuarto de siglo, durante el cual la Iglesia y la sociedad han conocido cambios profundos y rápidos, es oportuno poner de relieve la importancia de esta Constitución conciliar, su actualidad en relación con los problemas nuevos y la permanente validez de sus principios" (n. 2).

Ya en el año 1993, en la Carta Apostólica Spiritus et Sponsa, el mismo Santo Padre reitera la invitación a volver sobre la SC para hacer lo que el mismo llama una "especie de examen de conciencia a propósito de la recepción del concilio Vaticano II"; examen que no puede excluir la vida litúrgica – sacramental (cf, n. 6)

El Papa nos propuso unas preguntas, que en este momento pueden conducir nuestro propio examen en el contexto específico de la realidad colombiana.

  • ¿Se vive la liturgia como fuente y cumbre de la vida eclesial, según las enseñanzas de la Sacrosanctum Concilium?
  • El redescubrimiento del valor de la palabra de Dios, que la reforma litúrgica ha realizado, ¿ha encontrado un eco positivo en nuestras celebraciones?
  • ¿Hasta qué punto la liturgia ha entrado en la vida concreta de los fieles y marca el ritmo de cada comunidad?
  • ¿Se entiende la liturgia como camino de santidad, fuerza interior del dinamismo apostólico y del espíritu misionero eclesial?

ASPECTOS POSITIVOS Y LOGROS

La aplicación y vivencia del espíritu litúrgico de la SC ha encontrado a lo largo de los años no pocas dificultades y tergiversaciones. Con todo ello, "no se debe olvidar que los pastores y el pueblo cristiano, en su gran mayoría, han acogido la reforma litúrgica con espíritu de obediencia y, más aún, de gozoso fervor" (Vicesimus Quintus Annus, p.12).

Aun teniendo presente que "luces y sombras" pueden aparecer juntas en un mismo aspecto de la realidad, en líneas generales, podemos constatar en el panorama actual de la vida litúrgica en el contexto colombiano una cosecha abundante de logros:

  • En primera instancia, conviene subrayar que la Iglesia colombiana puso en marcha con celeridad las reformas instauradas por la SC. Ya a este punto debemos agradecer a Dios por el inmenso trabajo de los pastores colombianos para la elaboración de los libros litúrgicos en nuestra lengua y por el entusiasmo con que promovieron la reforma litúrgica.

  • La reforma ha permitido entre otras realidades que se haga visible la rica expresión litúrgica de nuestro pueblo, así como la profunda devoción y sentido de lo trascendente que caracteriza a nuestras gentes.

  • Se ha subrayado de muchas maneras la relación estrechísima entre Liturgia y Palabra de Dios. La invitación de la SC para que la mesa de la Palabra de Dios se sirva con abundancia para todos (cf. SC, 51; DV, 21) ha tenido una particular acogida en nuestro ambiente eclesial, propiciando un acercamiento de los fieles a la Palabra de Dios y desde ella a la comprensión de la celebración litúrgica.

  • El Magisterio de la Iglesia en relación con la liturgia ha sido acogido con alegría y disponibilidad. Ha sido una orientación permanente y una fuente inagotable de reflexión sobre la vivencia del misterio litúrgico.

  • En términos generales, se constata una más nutrida participación de todos y particularmente de los fieles laicos en las celebraciones. No se puede desconocer, además, que la reforma litúrgica ha suscitado en nuestra Iglesia colombiana una riqueza ministerial. Son muchas las comunidades que paulatinamente han ido entrando en la dinámica de los ministerios litúrgicos confiados a los laicos, en buena parte de los casos con una conveniente preparación previa.

  • También, como aspecto positivo, se debe resaltar la revitalización del sentido de comunidad, que han experimentado algunas comunidades a partir de la vivencia de la liturgia.

  • En el ámbito colombiano se ha vivido de manera particular un positivo encuentro y mutuo enriquecimiento entre liturgia y religiosidad popular.

LÍMITES Y DIFICULTADES

Ya 25 años atrás, el Papa Juan Pablo II recogía los límites y dificultades de la aplicación de la SC:

Junto a estos beneficios de la reforma litúrgica, hay que reconocer y deplorar algunas desviaciones, de mayor o menor gravedad, en la aplicación de la misma.

Se constatan, a veces, omisiones o añadiduras ilícitas, ritos inventados fuera de las normas establecidas, gestos o cantos que no favorecen la fe o el sentido de lo sagrado, abusos en la práctica de la absolución colectiva, confusionismos entre sacerdocio ministerial, ligado a la ordenación, y el sacerdocio común de los fieles, que tiene su propio fundamento en el bautismo.

No se puede tolerar que algunos sacerdotes se arroguen el derecho de componer plegarias eucarísticas o sustituir textos de la Sagrada Escritura con textos profanos. Iniciativas de este tipo, lejos de estar vinculadas a la reforma litúrgica en sí misma, o a los libros que se han publicado después, la contradicen directamente, la desfiguran y privan al pueblo cristiano de las riquezas auténticas de la Liturgia de la Iglesia (Vicesimus Quintus Annus, p.13).

En el contexto colombiano, 50 años después de la promulgación de la SC, podemos encontrar un buen número de problemáticas que impiden o empañan la verdadera renovación querida por el Concilio1:

  • Dicotomía entre la fe y la vida: creciente fragmentación en la vida de las personas.
  • Una fuerte y cada vez más marcada tendencia al sincretismo litúrgico.
  • Concepción equivocada del sentido de la participación: no hay una verdadera conciencia de ser partícipes.
  • Secularismo: se tiende a vivir sin ninguna relación con la trascendencia y, por lo tanto, sin ninguna expresión celebrativa.
  • Pragmatismo: hay crisis del sentido sacramental.
  • Han surgido experiencias litúrgicas asentadas en formas vagas de espiritualidad, en la mayoría de los casos de corte tradicionalista o fundamentalista.
  • Se recurre a la emotividad y a la sobrevaloración de la subjetividad, haciendo depender la experiencia litúrgica de lo sensible: sanaciones, signos, trances y sensaciones interiores; se diluye y se desplaza así el auténtico sentido del culto y del encuentro con Dios; dando cabida en algunos casos incluso a expresiones "mágicas".
  • La creciente pérdida del sentido comunitario de la liturgia, que acentúa la experiencia individualista y que anula el sentido de la celebración dominical parroquial.
  • El creciente ritualismo que va llevando a los ministros a la rutina y multiplicación de celebraciones, y a los fieles a vivir los sacramentos y demás ritos como eventos o compromisos sociales, desprovistos de su significado de fe.
  • Los serios vacíos y deficiencias en los procesos de formación litúrgica de los diferentes ministros y actores en la liturgia.
  • La falta de conocimiento de la Sagrada Escritura y en concreto de la historia de salvación.
  • La cada vez mayor utilización de los medios de comunicación social, que si bien aportan a la vivencia litúrgica, no deja en algunos casos de crear confusión en un significativo número de fieles, dada la difusión de modelos erróneos de celebración litúrgica.
  • La poca aceptación y cumplimiento de las normas litúrgicas en algunos ministros, así como la diversidad de criterios e interpretación de las mismas normas, que lleva a la falta de unidad en el ejercicio litúrgico.
  • Se quiere hacer ver una especie de confrontación entre liturgia y pastoral: La acomodación sin criterio a diversas situaciones y las innovaciones litúrgicas con el pretexto de dar una mejor respuesta pastoral a los desafíos del mundo contemporáneo. Se confunden así los procesos serios de inculturación litúrgica con simples adaptaciones, casi siempre mal logradas.
  • La personalización de las celebraciones, por la que algunos ministros toman el puesto central y hacen girar todo en torno a ellos.
  • La confrontación entre liturgia y piedad popular: en algunos casos se desplaza a la liturgia dejando prevalecer elementos de la devoción popular.
  • La mezcla entre lo económico y lo litúrgico (aranceles, estipendios, ofrendas, etc.) que desfigura la vivencia, el sentido y la acción litúrgicas.
  • La vivencia de "ciertos tipos de liturgia" por parte de algunos grupos, que suscita "liturgias especiales, propias y paralelas a la oficial", en las que se resalta la expresión "carismática" en contra de la Institucional.
  • La pérdida del sentido de trascendencia y de sacralidad, y por ende de las verdaderas devoción y piedad, incluso por parte de los mismos ministros ordenados.
  • La creciente utilización de los medios impresos para elaboración de subsidios litúrgicos y de otras ayudas en las mismas celebraciones litúrgicas (videos), que si bien generan una mayor preparación y participación de los fieles, en ocasiones obstaculizan la vivencia y expresión de la verdadera unidad.

DESAFÍOS: ¡DE LA RENOVACIÓN A LA PROFUNDIZACIÓN!

La expresión es de San Juan Pablo II (cf. Spiritus et Sponsa, p 6), y hoy nos indica el camino a seguir para que la liturgia sea verdaderamente "fuente y cumbre de la vida de la Iglesia".

A continuación los desafíos que considero más urgentes e importantes:

  • Tenemos que hablar en primer lugar del testimonio, no sólo de una persona que celebra sino también de la comunidad que celebra. Si comprendemos que la liturgia es el testimonio público de nuestra adhesión a Dios, nos damos cuenta de la importancia de hacer una pastoral litúrgica a partir de la vivencia de la misma.
  • Sigue siendo más necesario que nunca incrementar la vida litúrgica en nuestras comunidades, a través de una adecuada formación de los ministros y de todos los fieles, con vistas a la participación plena, consciente y activa en las celebraciones litúrgicas que recomendó el Concilio (Vicesimus Quintus Annus, p.15).
  • Hay que promover la formación litúrgica, ordenada y sistemática, en todos los niveles: sacerdotes, religiosos y fieles laicos.
  • Es necesario profundizar en las riquezas y potencialidades que encierran los textos litúrgicos (Spiritus et Sponsa, p.7).
  • Hay que seguir trabajando en la relación entre Palabra y Liturgia, especialmente en el contexto de la homilía.
  • La liturgia debe hacer explícito el compromiso de vida de los creyentes.
  • Hay que estar atentos para no ceder a las tentaciones que dificultan la vivencia del espíritu litúrgico de hoy.
  • Se deben resaltar la comunión y la participación como notas esenciales de la Iglesia y de la Iglesia que celebra.
  • Es necesario promover y difundir una verdadera pedagogía de la celebración, que, entre otras realidades, rescate la significación del año litúrgico y permita la comprensión de los signos.
  • Hay que continuar los esfuerzos para redescubrir la importancia del domingo, día del Señor (Spiritus et Sponsa, p.9).
  • Es necesario situar la liturgia en el conjunto de la vida cristiana, evitando cualquier reduccionismo.

Notas

1 Me sirvo en este punto de un trabajo realizado por el equipo del Secretariado Permanente de la Conferencia Episcopal de Colombia, sobre las características de la realidad eclesial colombiana. El aspecto litúrgico fue orientado por el P. Jaime Cristóbal Abril González, Director del Departamento de Liturgia. He añadido algunas anotaciones.

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