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Cuestiones Teológicas

Print version ISSN 0120-131X

Cuest. teol. vol.42 no.98 Bogotá July/Dec. 2015

 

ESPIRITUALIDAD EN EL DEPORTE1

Spirituality in Sport Espiritualidade no esporte

Sergio Antonio Adarme Rodríguez*

* Magíster en teología por la Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia (2002). Especialista en Administración Deportiva por la Universidad Santo Tomás, Bogotá, Colombia (2008). Profesor de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana (Colombia). Contacto: adarme@javeriana.edu.co.

Artículo recibido el 22 abril de 2015 y aprobado para su publicación el 12 mayo de 2016.


Resumen

El objetivo del presente artículo es reflexionar sobre la espiritualidad en el deporte a partir de una doble significación como falsa religión y como competición y juego. En ese sentido, se presentan las contradicciones de esta manifestación social así como sus alternativas de comprensión. El método que se utiliza es la hermenéutica teológica, desde la perspectiva del olimpismo y de la teología cristiana. Se aborda el sentido competitivo del deporte y su significado como juego teológico, toda vez que se reconoce su función en términos del cultivo del ser humano y de la promoción social, y no del culto.

Palabras clave: Deporte, Espiritualidad en el deporte, Estética teológica, Teología del deporte.


Abstract

The aim of the article is to consider the spirituality in sport based on a double meaning, viz., as a false religion and as a competition and a game. Therefore, the contradictions of this social phenomenon as well as the different alternatives of being understood are presented. The methodology used to achieve such an aim is that of theological hermeneutics, particularly the perspectives of Olympism and Christian theology. The competitive sense of sport and its meaning as theological game are discussed by recognizing its function not in terms of worship but of cultivating humanity and of social promotion.

Keywords: Sport, Spirituality in Sport, Theological Aesthetics, Theology of Sport.


Resumo

O objetivo do presente artigo é refletir sobre a espiritualidade no esporte, a partir de uma dupla significação como falsa religião e como competição e jogo. Nesse sentido são apresentadas as contradições desta manifestação social, assim como suas alternativas de compreensão. O método que se utiliza é a hermenêutica teológica, partindo da perspectiva do olimpismo e da teologia cristã. É abordado o sentido competitivo do esporte e seu significado como jogo teológico, toda vez que se reconhece sua função em termos do cultivo do ser humano e da promoção social, e não do culto.

Palavras-chave: Esporte, Espiritualidade no esporte, Estética teológica, Teologia do esporte.


INTRODUCCIÓN

La teologia no debe ser ajena al fenómeno del deporte, puesto que allí se reflejan situaciones sociales que demandan atención y también se presentan algunas posibilidades para la sociedad misma.

El propósito del artículo es plantear una interpretación del deporte como juego que promueve la vida, la alegría, la convivencia y la esperanza, y responder al problema teológico del deporte como falsa religión.

Desde la hermenéutica teológica como método y desde las perspectivas del olimpismo y la teología cristiana, se interpreta el sentido espiritual y religioso del deporte y se actualiza su significado a través de posibles alternativas que se retoman en la última parte del artículo. Algunas de ellas comprenden propuesta de cursos y seminarios de teología desde el deporte (Adarme, 2004, p. 110).

Como contextualización, se puede decir que ante la situación de conflicto armado que vive Colombia, la población más vulnerable para ser reclutada por los actores armados son los jóvenes y niños que viven en condiciones de pobreza. En este sentido, las políticas de inversión social con la participación del sector público y privado son prioritarias y deben estar dirigidas auna propuesta afin a la planteada por Mauricio Uribe (2005):

La asignación de un paquete básico de servicios sociales (en educación, ingresos, protección y recreación) hacia los grupos poblacionales en riesgo de reclutamiento -ubicados según edad y distribución geográfica- tendría un enorme potencial para disuadirlos de su incorporación a las armas ilegales. (p. 4)

A la violencia política se le suma la violencia en el deporte. En el amplio fenómeno de las barras bravas, un factor de violencia es el fanatismo, que se expresa con la preocupante continuidad de asesinatos entre hinchas de equipos de fútbol colombianos.

Según Jonathan Rúa (2012), la violencia en el deporte en Colombia no se restringe a los estadios, sino que se manifiesta en la estructura del deporte que es excluyente. En el mismo deporte de alto rendimiento se maltrata al deportista al reducirlo al rendimiento, a los resultados y a las medallas. El deporte de alto rendimiento en Colombia deshumaniza al deportista (Rúa, 2012, pp. 877-878).

Por otro lado, en el contexto universitario se reconocen diversas incoherencias asociadas, en términos generales, con la cultura posmoderna, como son: pocos espacios para el debate, la reflexión crítica, el poco contacto con la realidad y el abandono del cuerpo por una imagen externa mejor (Mclaren, 1994, pp. 82-84).

Entre las situaciones relacionadas con hábitos no saludables se encuentran la inadecuada alimentación, el consumo de alcohol, de cigarrillo y otras sustancias adictivas; la falta de descanso suficiente y el sedentarismo. Respecto a la última problemática aún no se tiene conciencia de su magnitud.

Por tomar un ejemplo, del porcentaje de la población que participa en actividad física y deporte en la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá es ilustrativo el cuadro 1, que se presenta en la siguiente página, el cual hace parte del proyecto de investigación en curso Prevalencia de la actividad física y patrones de vida sedentario en la comunidad educativa Javeriana (Sandoval, Francisco y otros, 2015).

La escasa participación en el programa de asignaturas electivas de deportes que se ofrecen en el Centro Javeriano de Formación Deportiva como parte de los servicios2, tiene de fondo una inadecuada comprensión, son consideradas actividades extracurriculares, de menor importancia para la formación integral en comparación con las asignaturas denominadas académicas.

Entonces la situación problema presentada es un desafío para la Universidad en materia de investigación, formación y extensión. En tal camino de búsqueda se plantea como objetivo de este artículo es contribuir desde la reflexión teológica, desde la pregunta por sentido espiritual en el deporte, a la interpretación y generación de alternativas frente a la problemática del deporte como falsa religión; de tal manera que se reconozca el deporte como medio importante en función del crecimiento, del cultivo del ser humano.

Sentido espiritual en el deporte

A partir de la situación problema, concretamente de la pregunta que subraya el aspecto teológico del deporte como falsa religión, surgen las preguntas: ¿qué es el deporte y qué es la espiritualidad del deporte?

Cuando se habla de espiritualidad en el deporte, es importante aclarar que se trata del sentido espiritual y religioso del mismo, de su sentido como juego. Se refiere al sentido humano, donde está integrado, aunque no exclusivamente, el valor religioso del reconocimiento del misterio infinito de Dios, esto de manera libre.

También es importante recordar con Robert Higgs (como es citado en Coleman, 1989) que los deportes son juegos competitivos organizados mediante ciertas reglas en el espacio y en el tiempo, por lo que se diferencian de otras formas de juego en este aspecto y requieren esfuerzo y comportamiento agonístico, tanto mentales como físicos, por parte de los competidores (p.177).

En tal sentido, el deporte moderno tiene que ver con el ideal educativo del dirigente de la clase dominante:

Se cometería un error, si se olvida que la definición moderna del deporte, asociada con frecuencia a Coubertin, es parte integrante de un "ideal moral", es decir un ethos, que es el de las fracciones dominantes de la clase dominante y que halla su realización en las grandes instituciones de enseñanza privada destinada prioritariamente a los hijos de la industria privada, como la escuela de Roches. (Bourdieu, 1978, p. 180)

Además, en la investigación sociológica, el deporte se concibe como un medio de expresión y emancipación de las contradicciones de la sociedad (Baum y Coleman, 1989, como es citado en Adarme, 2004, p. 35).

En este sentido, Moltmann (1989) retoma la idea olímpica para enfrentar la crisis moral del mundo que se refleja en los Juegos Olímpicos. De esta manera, invita a reflexionar sobre el significado que tienen las Olimpiadas como juego y como falsa religión (p. 271).

Respecto al sentido del deporte como religión, Moltmann retoma a Coubertin en su idea de la "religión del deporte" entendida como un camino que prepara la unión de los pueblos. Sin embargo, hace caer en la cuenta de que Coubertin sólo tomó de las religiones antiguas y nuevas los rituales y sentimientos y no los dioses. El deporte mismo, los deportistas, las personas, los pueblos y, en definitiva, la humanidad son los puntos de referencia que constituyen el contenido de la religión olímpica moderna (1989, p. 273).

En su crítica al olimpismo como religión, Moltmann plantea que a primera vista se trata de una idolatría. El deporte sería una falsa religión, una religión sin Dios, donde el ser humano se celebra a sí mismo.

Tal interpretación del deporte como religión, donde el deportista se considera como un ídolo o como un Dios, tiene como consecuencia la absolutización del ser humano y su rendimiento (1989, p. 275). Lo anterior hace que los jugadores se deshumanicen y que refuerce el fanatismo de algunos aficionados de los equipos de fútbol, que se sigue expresando en los asesinatos frecuentes que se observan en los medios masivos de comunicación.

Realizada la crítica a la religión del olimpismo, es necesario preguntarse si en la experiencia del olimpismo y en la idea olímpica es rescatable una auténtica dimensión espiritual y religiosa; si tal sentido espiritual tiene que ver con la libertad, con la alegría, con la vida, con el juego.

Respecto a la finalidad de los juegos, Jürgen Moltmann (1972) dice que el aporte teológico a las teorías críticas sobre el juego está en las preguntas sobre para qué los juegos deportivos y al servicio de quién están (p. 16). En tal sentido, las formas que se adoptan de juego deportivo en una sociedad pueden mantener la situación de opresión y negar la posibilidad que tiene el juego deportivo de contribuir a la afirmación de la vida del ser humano, a la promoción de la liberación del ser humano (Adarme, 2004, p. 23,32).

Moltmann (1989) describe la dimensión espiritual y religiosa del deporte y del juego a partir dos fenómenos: el placer humano, que se expresa en alegría al alcanzar una meta deportiva y la experiencia originaria o el deseo humano presente en el deporte y el juego, de alcanzar la liberación de todo tipo de opresiones.

El fenómeno del disfrute, como la expresión libre del ser humano son parte de la finalidad fundamental del deporte. Se trata de la contribución del deporte y el juego en la humanización del ser, en tal sentido, el autor complementa: En el deporte y el juego los hombres no pretenden elaborar algo, sino representarse a sí mismos. Los deportistas y los jugadores no son técnicos, sino artistas. No producen algo que se pueda usar, sino que representan algo con lo que se puede disfrutar. Si el hombre se concibe a sí mismo como libre y desea usar su libertad, entonces su actividad es juego (Fr. Schiller). Esta dimensión del juego sin un fin, pero con un sentido en sí es la verdadera dimensión religiosa del deporte. (p.276)

Estos fenómenos estan presentes cuando el autor dice:

Las olimpiadas son "símbolo de esperanza" si se resalta su carácter como protesta, como alternativa y como preludio de libertad frente a las opresiones cotidianas en la vida. Este es un deseo humano original. Tiene una dimensión religiosa porque los hombres experimentan en él lo que les "interesa sin restricciones" (P. Tillich) y que continuamente les alegra (Moltmann, 1989, p. 277).

En pocas palabras, Moltmann (1989) plantea que el olimpismo como reflejo de este mundo está en crisis y que la posibilidad de salida de tal crisis está en el mismo olimpismo como alternativa de convivencia, de comunidad internacional contra un mundo dividido, como alternativa de liberación contra un mundo oprimido y como alternativa de vida y de paz contra un mundo amenazado (p. 278).

Con lo anterior se puede reconocer fundamentalmente el deporte como reflejo de las contradicciones sociales y como alternativa concreta de vida, de alegría, de convivencia, de liberación en un mundo en crisis. En tal concepción del deporte, se presenta su verdadera dimensión espiritual. El deporte significa vida y juego en cuanto es expresión de alegría, de libertad, de liberación y de esperanza. Entonces, es un reto recuperar este sentido espiritual del deporte y proyectarlo en la sociedad.

Ahora bien, en relación con el sentido del juego que está en la idea del deporte, se tratará ahora el juego teológico de la complacencia divina, sentido espiritual y religioso de gozo, de liberación de la muerte que Dios ofrece al ser humano. ¿Qué aporta el sentido del deporte como juego teológico, como alternativa de vida ante un mundo amenazado de muerte?

Desde la perspectiva de la fe cristiana, se ahondará entonces en el significado, del juego teológico de la complacencia divina, su aporte al significado del deporte como juego y como alternativa de vida.

Entrar en el auténtico sentido espiritual del deporte implica en principio entender el juego teológico de la complacencia divina que según Moltmann se sitúa en una tradición, teológica rica en imágenes y categorías estéticas, que es importante recuperar actualmente.

El autor en mención considera algunas preguntas para hablar del juego teológico de la complacencia divina, entre ellas, las que formula el niño que ha dejado de serlo y que busca razones a todo: ¿por qué creó Dios al mundo?, ¿para qué creo Dios al mundo?, ¿cuál es el sentido de la existencia del ser humano?, ¿por qué se ha hecho Dios hombre? (1972, p. 30, como es citado en Adarme, 2004, pp. 73-76)

Al retomar la pregunta ¿por qué se ha hecho Dios hombre?, Moltmann aclara que ante la posición de la tradición teológica que plantea que la encarnación de Dios es necesaria por la culpa de los hombres, la investigación bíblica3 por el contrario dan a entender que no existe en Dios ningún motivo determinante que le obligue a hacerse hombre en Jesús de Nazaret o a cambiar el rumbo de la miseria de los hombres; simplemente le gustó hacerlo así a su amor insondable (1972, p. 44). Dios se hace hombre en Jesús libremente y por gusto.

Sin embargo, al referirse a la muerte de Jesús el autor comenta:

La vida de Jesús está, según los evangelios, bajo el signo del pesebre y de la cruz, de la soledad y del crimen. Con estas desgracias fracasan todas las categorías estéticas. Cuesta entender los sufrimientos y tormentos de Cristo como un juego serio de amor a los hombres, al modo como alguna vez lo han entendido los místicos. De acuerdo a lo cual, el autor, se pregunta y considera: ¿es, pues, la cruz de Jesús un velo de carne sufrida y atormentada a través del cual se puede contemplar un cielo alegre, con el sol radiante del amor de Dios? Opino que la cruz debería quedar fuera del juego, textualmente y en serio (1972, pp. 45-46).

Estoy de acuerdo con el autor cuando afirma que la muerte de Jesús en la cruz no es un juego, pues en ella Dios toma al hombre con la seriedad de la muerte. También con el autor considero que donde se expresa el juego de la complacencia divina es en la Resurrección, pues en ella Dios transforma la muerte en vida.

En tal sentido, "los cánticos pascuales celebran desde muy antiguo la victoria de la vida, riéndose con exorcismos de la muerte, burlándose del infierno y provocando a los señores de este mundo". Sentido que aparece también en la canción pascual (1Cor 15, 55-57).

Entonces el autor dice que la "resurrección y libertad pascual tienen a su espalda la cruz de Cristo y enfrentan el fin corporal de la ley, del dominio y de la muerte en el mundo. La libertad pascual no se puede convertir, por tanto, en huida y olvido del mundo, sino que conduce a la aceptación crítica de la situación mundana con sus momentos inaceptables, y a su paciente transformación hasta convertir al mundo en la ciudad libre de los hombres" (Moltmann, 1972, pp. 47. 50).

Es importante esta dialéctica teológica de la muerte y de la vida, infierno y cielo, destrucción y reconciliación para que las teorías antropológicas y religiosas del juego no se queden en el manierismo (expresividad de un nuevo estado a través de lo insólito, lo artificioso), ni en el esnobismo (imitación con afectación de las maneras, opiniones de aquellos a quienes se considera distinguidos). Por lo tanto, al tomar en serio la muerte, la vida entra oportunamente en el juego de la libertad.

Tomar en serio la muerte injusta de personas inocentes en Colombia impulsa no solo a la solidaridad libre con las víctimas transformando los sistemas de muerte presentes en nuestra sociedad sino que además permite esperar con fe en el juego de la libertad creadora de Dios, que triunfa con el gozo de la vida sobre la muerte.

Entonces el deporte que es también juego participa de la dialéctica teológica de la vida y de la muerte en cuanto se toma en serio las situaciones de injusticia y de muerte que se presentan en él, las transforma de manera solidaria y confía en el juego divino que transforma la muerte en vida(Adarme, 2004, p. 77).

Moltmann (1972) añade que en la reflexión cristiana sobre el fin de la historia en primer lugar esta no posee finalidad sino que su fin es la liberación de una vida sometida a la ley de las finalidades y logros para encontrarnos otra vez con lo que decidió su principio y lo que acompañó su curso, el juego de la complacencia, que es el "punto de conjunción de Dios libre y el hombre liberado". Es decir, que el juego entendido como complacencia evidencia la relación del hombre con Dios en toda la historia de manera libre. Asimismo, en la escatología cristiana, el fin de la historia entendido como el juego de la complacencia reconoce la realidad del dolor y la alegría en espera de la alegría infinita. Lo anterior tiene como base que la eternidad y el tiempo no son dos categorías que dividen dos mundos como en los griegos, sino que están unidas con la alegría y el dolor. De esta forma, tiene sentido esperar en la eternidad cuando se dice: "Tú me enseñarás el camino de la vida, la hartura de tus bienes junto a ti, las eternas delicias junto a tu diestra" (Sal 16,11). En este sentido, quien siente en el dolor la infinitud del tiempo puede amar la eternidad que presiente en la alegría infinita (pp. 52-57).

En el deporte con su significado de juego teológico se puede promover por ejemplo la protección de la integridad del deportista lesionado por encima de los compromisos comerciales adquiridos; la posibilidad real de los deportistas de participar en las olimpiadas como integrantes de equipos de países diferentes al propio por encima de los intereses políticos que evitan muchas veces tal participación. Los condicionamientos económicos y políticos han de transformarse, motivados por la experiencia y la fe en el juego de la complacencia divina que transforma todo y libera de la muerte, de la injusticia a través de la resurrección en Jesucristo ¡El Salvador! (Adarme, 2004, p. 78).

Se puede decir, con el autor, que la respuesta del hombre que participa del juego de la complacencia divina parte de la alegría de ser liberado en el amor gratuito de Dios y no de las exigencias de lo nuevo y del cambio. Para el cristiano, es desde la alegría de la liberación que es posible operar un cambio en la situación injusta y opresora de las circunstancias políticas y sociales. En otras palabras, el cristiano responde desde la alegría de ser liberado por Dios; esto unido al imperativo moral de manera que se establece una relación entre estética y ética (1972, pp. 63-66).

Moltmann (1972) resalta que la iglesia occidental ha reducido la vida cristiana a categorías jurídicas y moralistas dejando de lado la transfiguración de Cristo, centro de atención de la iglesia oriental. Dios manifiesta su belleza, su amor libre de manera grandiosa; a esta manifestación corresponde por parte del hombre la admiración, la alabanza y la libertad que se expresa en el placer, en el agradecimiento. Le corresponde entonces al ser humano el amor a Dios que no solo se manifiesta en el amor al prójimo sino también estéticamente en el juego festivo ante Dios mismo (pp. 58-59).

El deporte como juego competitivo, en relación con el juego teológico con su sentido de gozo y liberación, se presenta como alternativa de vida ante la muerte. Es alternativa de esperanza, de realización de condiciones que promuevan la vida, la alegría y la liberación confiando en el juego de Dios que transforma la muerte en vida. El deportista entonces desde la fe, recupera su dignidad de ser humano, de persona, promueve la hermandad, deja atrás la idea de ser una cosa, una máquina que produce resultados y también se siente llamado a abandonar el pensamiento de ser un ídolo o un dios (Adarme, 2004, p. 117). El deportista se siente invitado a practicar el deporte no solo por un fin externo sino fundamentalmente porque le gusta, lo hace bien y porque ensaya la liberación personal y social.

Para ahondar en el juego teológico se retoma la comparación entre el deporte y la vida cristiana. El deporte como entrega se ve reflejado, por ejemplo, en la Primera Carta a los Corintios:

¿No sabéis que en las carreras del estadio todos corren, mas uno solo recibe el premio? ¡Corred de manera que lo consigáis! Los atletas se privan de todo; y eso ¡por una corona corruptible!; nosotros, en cambio, por una incorruptible. Así pues, yo corro, no como a la ventura; y ejerzo el pugilato, no como dando golpes en el vacío, sino que golpeo mi cuerpo y lo esclavizo; no sea que, habiendo proclamado a los demás, resulte yo mismo descalificado. (1Cor 9,24-27)

Respecto al contexto, es necesario mencionar las características de la comunidad a la que escribe Pablo en el año 56/57 en un momento fuerte de su actividad misionera en Europa. Es una comunidad marcada por el espíritu griego, llena de vitalidad, agitada y turbulenta, que enfrentaba problemas concretos de la vida práctica. Eugen Walter añade que "ninguno de los pertenecientes a la joven comunidad llevaba más de cinco años en el cristianismo y la mayoría era aún más reciente. Este hecho y el ambiente sumamente agitado de la gran urbe, fácil de imaginar, permite comprender los numerosos extravíos que el Apóstol debía reprender y reprimir; pero también el celo, digno de admiración acorde con aquellos dones tan extraordinarios de la gracia (1971, p. 7, como es citado en Adarme, 2004, p. 55).

Walter menciona que Pablo encuentra en esta comunidad con sus circunstancias la oportunidad de expresar la fórmula de todas las posibles aperturas del cristianismo al mundo, indicando el fundamento sobre el que se apoya todo riesgo y osadía "todo es vuestro, y vosotros sois de Cristo" (3,22s).

En el comienzo del capítulo 9, Pablo responde a las críticas de quienes dudaban de él como apóstol. Frente al argumento de que al no hacer uso de sus derechos como apóstol daba la impresión de no estar convencido de serlo, Pablo refuta fundamentalmente diciendo que si ha renunciado a sus derechos ha sido por decisión libre, para dar ejemplo ante los "fuertes" de Corinto y no por inseguridad personal (Wikenhauser y Schmid, 1978, p. 649).

Para Pablo, hacer la voluntad de Dios es un don y una tarea por la cual no debe recibir contraprestación ni privilegio alguno. En este sentido, Pablo trabaja en otros oficios para su sostenimiento personal; se esfuerza para no ser una carga en la comunidad (Kuss, 1976, p. 243).

Propiamente en el texto 1Cor 9, 24-27 se presenta la comparación entre el deporte y el seguimiento cristiano en cuanto que ambos significan, según el verbo griego ípsxw, correr, esfuerzo personal, progresar con rapidez para alcanzar la meta deseada (Ortiz, 1997, p. 381). A los que se encontraban demasiado seguros de sí mismos, de un seguimiento sin ningún esfuerzo se dirige Pablo a sus interlocutores a partir del símil del deporte familiar, para hacer comprensible el mensaje que la vida cristiana implica esfuerzo y renuncia personal constante, hasta alcanzar la meta que es Cristo (Kuss, 1976, p. 244). Al respecto, Walter dice acertadamente que "en las carreras solo uno consigue el premio, pero todos se esfuerzan por lograrlo. Aquí en la arena del cristianismo, todos pueden obtener el premio, pero también deben esforzarse todos por conseguirlo. El premio es la vida eterna. Aquí cada cual corre por su propia vida." (p. 169, como es citado en Adarme, 2004, p. 57).

Es importante tener en cuenta que a Pablo le preocupaba la idea de quedarse solo en las vanas metas a las que el ser humano puede aspirar (Walter, p. 170), en este sentido, presenta como meta la vida eterna. Esto permite superar el ir por la vida sin un sentido trascendente y además se pueden integrar en la búsqueda de la vida eterna las metas de la vida cotidiana como la vida profesional, la vida de pareja, la vida del deporte, la vida apostólica con todas sus dificultades y gratificaciones.

En los versos 26-27, Pablo complementa el significado de entrega, de la participación personal en la vida cristiana, al mencionar el esfuerzo personal que él realiza para llegar a la meta y no ser descalificado. Acude a la figura del boxeo para expresar, a propósito de la frase "golpeo mi cuerpo y lo esclavizo" que no se trata de mortificaciones ascéticas sino de asumir las fatigas y dificultades de la vida apostólica que él se exige como servidor de Jesucristo.

En resumen, se dijo que en el deporte, desde la perspectiva de fe en el misterio de Dios revelado en Jesucristo, se participa del juego teológico, del gozo y la liberación de la muerte que Dios ofrece al ser humano. En este sentido liberador desde el olimpismo y la teología cristiana, se recupera el sentido espiritual, de juego, de alegría y de liberación en el deporte. Se puede promover el deporte como verdadera alternativa de vida, de convivencia, de esperanza frente a la tergiversación ideológica y consecuente deshumanización al considerar el deporte como falsa religión.

Posibles alternativas

En el contexto de las universidades colombianas, además de responder a la necesidad de incentivar la práctica del deporte y su relación con otras actividades formativas es de vital importancia promover investigaciones sobre el significado espiritual del deporte que promueve la vida, la humanización. A través de esto se podrá reconocer cada vez más el influjo significativo del deporte en la formación del ser humano y en la transformación de la sociedad actual. Se podrá dar entonces una valoración justa al deporte, como actividad formativa de igual importancia, entre otras, para el crecimiento del ser humano (2004, p. 98).

Cabe mencionar, por ejemplo, al profesor Tomás Bolaños (1999) quien realizó un estado de la investigación en ocio, tiempo libre y recreación a partir de las investigaciones del Politécnico Colombiano Jaime Isaza Cadavid desde el año 1980-1999 y reconoce que se ha dado una mínima atención a la relación deporte y recreación (p. 7).

Respecto al estado de la investigación sobre la teología desde el deporte, se destacan dos referencias recientes: la del teólogo Jonathan Rúa (2012), quien hace un aporte significativo, al recoger antecedentes en diversos documentos y algunas aproximaciones conceptuales (pp. 874-875). Y la publicación reciente del también teólogo Tomas Bolaños donde se plantean y abordan preguntas claves sobre por el qué y el por qué del tema (2013).

En el proceso de clarificación del objeto de estudio, como de la finalidad, de la teología del deporte el teólogo debe sentirse invitado a participar. Algunas afirmaciones sobre el objeto de estudio que llaman la atención en la obra de Bolaños son:

Es un horizonte de la relación entre deporte y revelación; es la interpretación teológica del juego y la competencia, del acto creador de Dios y de la acción del ser humano en el deporte como glorificación al creador; es la relación entre espiritualidad y deporte, en el sentido de lograr un equilibrio entre alma y cuerpo en el ser humano; es una disciplina de estudio que aplica o relaciona la reflexión, fundamentación y visión de la antropología cristiana a la cultura del entrenamiento, la práctica y la competencia deportiva. (2013. pp. 20-27)

Con el apoyo de las investigaciones mencionadas, se podrán enriquecer significados y transformar teorías y prácticas del deporte que generen más opciones de vida en nuestro contexto. En tal sentido, está El Plan de Agentes de Evangelización deportiva en Ipiales, Nariño, programa que es alternativa de realización personal, de liberación de la pobreza, de encuentro, de esperanza para los sectores marginados (Adarme, 2004, p. 98).

Lo anterior es eco del reto que plantea Vigil (1991, p. 8, como es citado en Adarme, 2004), crear condiciones para el encuentro interpersonal, implica para la evangelización cristiana, la erradicación de la pobreza (¡una buena noticia para los pobres!) de no ser así no sería "ev-angelización" ni tampoco sería cristiana (Lc 4,18). En este sentido, si la erradicación de la pobreza y miseria es posible, la iglesia católica ha de hacer de ella un programa de acción (p. 98).

Otra alternativa vigente desde el contexto universitario colombiano que enfrenta el problema y promueve el sentido espiritual del deporte presentado, estuvo en la propuesta curricular implementada en la Pontificia Universidad Javeriana, de la cual se mencionan a continuación algunos elementos pertinentes.

El objetivo de la propuesta curricular de teología desde el deporte fue promover la práctica del deporte y el sentido espiritual del mismo como alternativa de vida real y auténtica en la sociedad colombiana, a partir del diálogo interdisciplinario, y motivados por la fe en Jesucristo.

Con tal propósito, se orientaron actividades que ayudaron a mantener, cohesionar y solidificar la propuesta, a saber: El seminario de proyección social de Espiritualidad en el Deporte, los cursos de Teología desde el Deporte, la publicación del libro Significado cultural y teológico del deporte (Adarme, 2004).

En tal proceso, se logró avanzar en la reflexión y en la articulación del currículo teológico con el deporte y con otras actividades prácticas que son de igual importancia en la formación integral que busca la Universidad (Adarme Hoyos, 2003, p. 21).

Es de destacar que en el desarrollo de las actividades también se logró aclarar la situación problema: la deshumanización en el deporte; el deporte como falsa religión; el reducido sentido del deporte que desconoce el aporte de la teología; además, la desarticulación curricular de las actividades y asignaturas deportivas, lo cual genera falta de motivación de los estudiantes.

El problema, dada su complejidad, presentó dificultad para plantearse. En el desarrollo de la propuesta, en particular de los cursos de Teología desde el deporte y en la posterior etapa de reflexión, se plantearon como aspectos del problema lo educativo y lo teológico.

En el sentido espiritual del deporte, se reconoce fundamentalmente el deporte como un medio formativo para el ser humano. Además se integraron orientaciones formativas y teológicas desde el deporte que promueven la construcción de mejores posibilidades de vida en nuestra sociedad, a saber: la vida saludable; la alegría y disfrute; la paz, a través de la integración y respeto del otro; el esfuerzo constante por mejorar; la liberación, la esperanza y la fe.

Por ejemplo, respecto al sentido del deporte como salud, es útil reconocer los beneficios del ejercicio y del deporte. En lo que se refiere a la percepción de sí mismo, Miriam Stoppard (citada por Adarme, 2004) dice que el ejercicio le ayuda a la persona a percibir lo que es capaz de hacer, otorgándole un sentimiento de logro. El aprendizaje de una nueva habilidad o el logro de una meta, no importa cual pequeña sea, fomenta la autoestima y la motivación ((p. 22).

También se reflexionó sobre otros sentidos que orientan la práctica del deporte, sentidos reducidos y contrarios al deporte formativo tales como: la deportización de la sociedad, donde el deporte se reduce a la producción de resultados, de medallas, de fama; la comercialización del deporte donde se reduce el deporte y el deportista a una mercancía; el dopaje en el deporte donde se busca ganar sin importar cómo, incluso a costa de la salud y la vida; la violencia en el deporte, etc.

A partir del estudio de las anteriores comprensiones del deporte, se identificó una problemática concreta que subraya el aspecto teológico en el deporte, como es la de considerar el deporte como falsa religión.

En resumen, como se mencionó en este aparte de alternativas, en primer lugar con el apoyo de las investigaciones se podrán enriquecer significados y transformar teorías y prácticas del deporte que generen más posibilidades de vida en nuestro contexto. En segundo lugar en la alternativa denominada propuesta curricular de Teología desde el deporte, se logró identificar la problemática teológica del deporte como religión y plantear alternativas.

CONCLUSIONES

Ante el propósito del artículo de desarrollar la interpretación de la espiritualidad en el deporte para responder al problema teológico del deporte como religión y consecuente deshumanización del deportista, se puede concluir que:

  1. El deporte es competencia y es juego. Es un medio que muestra las contradicciones y alternativas de vida de la sociedad. En este segundo sentido, el ser humano siente alegría y libertad. En apertura a la acción amorosa de Dios que lo transforma desde dentro, el deportista se siente invitado a salir de sí, a participar libremente con su esfuerzo personal, a solidarizarse con los otros en diversas metas de vida.

  2. Se reconoce el deporte como reflejo de las contradicciones sociales y como alternativa concreta de vida, de alegría, de convivencia, de liberación en un mundo en crisis. En tal interpretación, se desenmascaran contradicciones como el deporte como falsa religión y se valora la verdadera dimensión espiritual del deporte: el deporte significa vida y juego en cuanto es expresión de alegría, de libertad, de liberación y de esperanza. Es un reto recuperar este sentido espiritual del deporte y proyectarlo en la sociedad.

  3. En el deporte como juego se participa del sentido de juego teológico, de gozo, de liberación de la muerte que Dios ofrece al ser humano. En este sentido liberador, desde el olimpismo y la teología, se recupera el sentido espiritual, de juego, de alegría, de liberación, de vida presente en el deporte. Se puede entonces promover el deporte como verdadera alternativa de vida, de convivencia, de esperanza frente a la tergiversación ideológica y consecuente deshumanización que tiene el considerar el deporte como religión.

  4. En la construcción de alternativas, entre ellas, la experiencia curricular de Teología desde el deporte, se puede afirmar que a través del sentido formativo, cultural y teológico del deporte, se reconoce el deporte como un medio importante en función de la formación integral, no de culto sino de cultivo del ser humano en la sociedad colombiana. Lo cual implica al sector educativo en sus diversos niveles entre ellos el universitario.

  5. Se puede decir brevemente que hacer teología desde el deporte implica a la teología un diálogo serio con las ciencias aplicadas al deporte. Diálogo que parte de interactuar con la práctica y promoción del deporte para enriquecerse significativamente. Implica aportar a la interpretación del deporte, un auténtico sentido espiritual cristiano, es decir como juego que enfatiza no solo en la participación con entrega, sino en el disfrute en libertad; y que además ensaya la liberación, como juego que promueve la vida, la alegría y la esperanza en la sociedad colombiana.

  6. Entre las proyecciones de la alternativa de reflexión teológica desde el deporte están: difundir más la interpretación crítico-teológica del deporte, su sentido espiritual, como medio de promoción de la vida, de la alegría y de la liberad del ser humano; como medio de la esperanza, de la solidaridad y de la paz en la sociedad colombiana.

  7. Otras proyecciones y tareas serían: continuar con la investigación sobre la espiritualidad del deporte como veta del diálogo interdisciplinario donde la teología cristiana tiene un aporte de gran valor. Complementar el aporte en el proceso de reflexión y conceptualización de la teología desde el deporte. Mantener contactos con personas que acompañan experiencias de promoción del sentido espiritual en el deporte, locales como internacionales. Se podrían promover, cursos, o un seminario investigativo inter-institucional, sobre el sentido espiritual en el deporte, desde la teología del deporte para enfrentar otras situaciones de deshumanización presentes en el deporte, por ejemplo, la violencia entre algunos fanáticos del fútbol.

Notas

1 El artículo es fruto de aportes de la investigación de la Maestría en Teología (2004) y de la posterior reflexión en la docencia universitaria.
2 A saber: Práctica libre; Selecciones Deportivas; Asignaturas electivas; Torneos; Clase en su facultad; Otros servicios.
3 Se refiere a los términos bíblicos, que se encuentran en el grupo de "complacencia", recogidos en los relatos del nacimiento, el bautismo y la transfiguración de Jesús. Y en el grupo lingüístico, "gloria", que sirve para expresar contenidos análogos, encontrados en las narraciones de la resurrección (Moltman, 1972, pp. 42-43).


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