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Cuestiones Teológicas

Print version ISSN 0120-131X

Cuest. teol. vol.45 no.103 Bogotá Jan./June 2018

https://doi.org/10.18566/cueteo.v45n103.a09 

Reseñas

Jean Claude Larchet. (2014). Terapéutica de las enfermedades espirituales. Salamanca: Ediciones Sígueme. (734 pp).

Carlos Alberto Rosas-Jiménez1 

1 Magíster en Bioética, 2017. Miembro del Grupo Kheiron Bioética Universidad de la Sabana, Chía, Cundinamarca, Colombia. ORCID: 0000-0003-1529-3785 Correo electrónico: carlosalbertorosasj@gmail.com


Terapéutica de las enfermedades espirituales es el título del libro escrito por Jean Claude Larchet, publicado en el 2014 por Ediciones Sígueme, traducido del original francés: Thérapeutique des maladies spirituelles, Les Editions du Cerf; del año 2000. En este texto el autor nos presenta la vida espiritual como una dimensión real del ser humano, que así como en su dimensión física trabaja por su salud, lo debe hacer también en el ámbito de su vida espiritual; no hacerlo, lo conduce a enfermarse, leve o gravemente. El libro plantea la descripción de esas enfermedades espirituales que aquejan al ser humano y cuál es su terapéutica.

Jean Claude Larchet nació en Francia en 1949, es doctor en filosofía y teología. Sus estudios, centrados en la Edad Antigua, le han convertido en un experto del pensamiento patrístico. Actualmente es profesor de Filosofía en Forbach, Lorena, Francia. Especialista en Teología Patrística, y en la relación entre la salud, la enfermedad y la curación según la tradición cristiana oriental, pues pertenece a la Iglesia Ortodoxa. Entre sus muchas obras podemos nombrar: Théologie de la maladie, Cerf, Paris, 1991; 1994, II ed.; La divinisation de l'homme selon saint Maxime le Confesseur, Cerf, Paris, 1996. Vie après la mort selon la tradition orthodoxe, Cerf, 2001; Saint Maxime le Confesseur, Cerf, 2003 y Malades des nouveaux médias, Cerf, 2016.

La presente obra está organizada en 6 capítulos, con una breve introducción y una, también breve, conclusión. El capítulo 1 trata la salud original y el origen de las enfermedades dando unas premisas antropológicas. El capítulo 2 se titula: "Las pasiones. Nosografía, semiología y patogénesis de las enfermedades espirituales". El capítulo 3 trata las condiciones generales de la terapéutica. El capítulo 4 nos da la aplicación de la terapéutica. El capítulo 5 se dedica a la terapéutica de las pasiones y a la adquisición de las virtudes. Finalmente, el capítulo 6 se titula: "La Salud Recobrada".

A continuación queremos resaltar algunos puntos que nos han parecido importantes que pueden motivar la lectura del libro. En primer lugar, podemos decir que el libro es una exhaustiva recopilación de textos de muchos Padres de la Iglesia, principalmente de los primeros siglos después de Cristo. El libro recoge una vasta tradición espiritual consignada en las obras de grandes autores espirituales como: Juan Casiano, San Juan Clímaco, Doroteo de Gaza, San Máximo el Confesor; además de otros grandes teólogos como lo son: San Basilio el Grande, San Gregorio de Nisa, San Gregorio Nacianceno y San Juan Crisóstomo. Estos autores le aportan a la obra una profundidad teológica y espiritual significativa. Las citas textuales son muy pertinentes y han sido tan bien armonizadas en el desarrollo del texto que son fáciles de leer y de entender. La lectura es muy fluida y la organización en pequeños acápites dentro de cada capítulo facilita la lectura, dado que el contenido espiritual y profundo de cada sección hace necesaria una reflexión y meditación para una adecuada comprensión.

Por otro lado, para poder hablar de la necesidad de una terapéutica de las enfermedades espirituales, el autor explica clara y brevemente el porqué de estas. En síntesis, el estado enfermizo del ser humano se debe a la separación de Dios, porque permanece apegado al mundo material. Para salir de ese estado es necesaria una terapéutica divino-humana en la que se requiere del esfuerzo del hombre pero que necesita, principalmente, la acción de Dios. Todo el esfuerzo del hombre para librarse de las enfermedades espirituales consiste en dejar obrar a Dios en su vida; la salud se podría entender como la facilidad para que la voluntad divina encuentre un camino en nosotros (cf. p. 265), una auténtica salud espiritual es un sinónimo de santidad.

En este esfuerzo por curarse y obtener la salud Dios le ha dado al hombre la ley, pero ésta no es suficiente para la cura (cf. p. 256). El ser humano tuvo necesidad de un remedio mucho mejor, pues como dice san Gregorio Nacianceno:

Reprendido primero de muchas maneras por sus numerosos pecados, que crecieron como retoños de una mala raíz, corregido por diversos motivos en distintas circunstancias por medio de la palabra, la ley, los profetas, los beneficios, las amenazas, los castigos, los signos [...] el hombre tuvo necesidad de un remedio más eficaz para curarse de unos males que no hacían más que empeorar (p. 257).

Y es en ese momento que se plantea la necesidad de: "un médico y un cirujano cuya habilidad fuera proporcional a la gravedad de sus enfermedades y sus llagas. Solamente Cristo, por ser Dios, podía, haciéndose hombre sin dejar de ser Dios, ser ese médico eficaz" (p. 257). Cristo es presentado como el médico carnal y espiritual (cfr. p. 259), como dice la Escritura: "El soportó el castigo que nos trae la paz, y con sus cardenales hemos sido curados" (Is 53, 5b). Podemos decir que la base teológica de la sanación de las enfermedades espirituales que menciona el libro es bastante amplia, pero aun así es posible resumirla de la siguiente manera:

En su naturaleza, restaurada por la unión con la naturaleza divina en la persona de Cristo muerto y resucitado, el hombre, del que se han eliminado todas las enfermedades, recobra la salud plena. En Cristo, vuelve a ser un hombre normal; recupera sus facultades en su estado primero, conforme a su naturaleza, que, recordémoslo, es estar orientadas hacia Dios (p. 270).

El profesor Larchet menciona, por un lado, las pasiones, su semiología y la patogénesis, y, por otro lado, describe la terapéutica de cada una de las enfermedades; las que describe con su terapéutica son: la filautía, la gastrimargía, la lujuria, la filargia, la pleonexia, la tristeza, la acedia, la ira, el temor, la cenodoxia y el orgullo. Si bien es cierto que es necesario que el cristiano se dedique a comprender las enfermedades que padece y a buscar su curación, el autor sostiene que:

Conviene ser consciente de que la salud, aunque sea espiritual, no es un fin en sí misma. Es sólo la condición para que el hombre pueda convertirse en "una nueva criatura" (Gal 6,15), llevar una vida nueva, realizar su destino, que es glorificar a Dios dignamente y con la plenitud de los medios que el Creador le ha dado, y vivir plenamente en Dios siendo él mismo deificado por la gracia (p. 712).

Otro punto que vale la pena destacar de la aproximación que tiene el profesor Larchet es que da luces para la construcción de un mundo mejor, pues en un mundo tan violento y acelerado como en el que vivimos actualmente, es interesante advertir cómo los autores espirituales plantean la mansedumbre y la paciencia, no sólo como un remedio para tratar la ira, sino para todas las enfermedades del alma (cf. p. 567, 568). Asimismo, nos recuerda que la tristeza es un mal escondido, puede estar muy presente en los ambientes en los que nos movemos, pero pasa siempre desapercibida; para tratarla se insiste en dedicar tiempo a la oración (cf. p. 535), no sólo para la tristeza, sino para las otras enfermedades espirituales. El profesor Larchet también da una renovada aproximación a la ascesis corporal, que puede haber quedado muy desprestigiada por prácticas antiguas muy exageradas, insistiendo que:

la finalidad de la ascesis corporal, que es favorecer la vida espiritual [...] no es proponerse agobiar el cuerpo, sino facilitar las funciones del alma [...] Se tratará hacer de modo que la abundancia no posea demasiado y que la indigencia no carezca de nada (p. 492).

En conjunto con esto da luces a la acción pastoral de la Iglesia actual, dando elementos muy concretos para quienes se dedican a la cura de almas, a quienes tienen que caracterizar: la paciencia (p. 434), la pureza (p. 424), la humildad; entre otras (424 ss.); pero, sobre todo, el respeto total a la libertad de quien se acompaña (p. 436).

Finalmente, tenemos únicamente una muy breve crítica al libro, pues en un momento el autor dice:

Esperamos haber mostrado suficientemente que las nociones de enfermedad, curación y salud son una clave importante ofrecida por la teología, la antropología y la ascética ortodoxas para entender el estado de la humanidad caída y las modalidades de su salvación en Dios (p. 711).

No estamos de acuerdo con que toda esta sabiduría recopilada en esta magistral obra se diga que es exclusiva de la Iglesia ortodoxa, pues lo es también de la Iglesia católica. Por lo tanto, es un patrimonio que compartimos ortodoxos y católicos, fruto de la reflexión de muchos autores espirituales que siguieron a los primeros seguidores de Cristo y de la enseñanza de los grandes padres de la Iglesia de los primeros siglos de la era cristiana.

En conclusión, recomendamos este libro a todos aquellos que quieran conocer más sobre sus propias enfermedades espirituales y cómo tratarlas, así como a aquellos que se dedican al acompañamiento espiritual y a los que quieran conocer más sobre los padres de la Iglesia de manera muy encarnada en el combate espiritual que vivimos todos los cristianos.

Recibido: 29 de Noviembre de 2017; Aprobado: 16 de Abril de 2018

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