SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.45 issue104RAÚL ZAMBRANO CAMADER: A POOR BISHOP FOR THE POOR. 50 YEARS AFTER MEDELLIN author indexsubject indexarticles search
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

Related links

  • On index processCited by Google
  • Have no similar articlesSimilars in SciELO
  • On index processSimilars in Google

Share


Cuestiones Teológicas

Print version ISSN 0120-131X

Cuest. teol. vol.45 no.104 Bogotá July/Dec. 2018

https://doi.org/10.18566/cuetea.v45n104.a01 

Artículos

DIÁLOGO ECUMÉNICO ENTRE CATÓLICOS Y PENTECOSTALES. DISCÍPULOS CONSTRUCTORES DE UNA CULTURA DEL ENCUENTRO EN UNA SOCIEDAD PLURAL

ECUMENICAL DIALOGUE BETWEEN CATHOLICS AND PENTECOSTALISTS. BUILDERS OF THE CULTURE OF ENCOUNTER IN A PLURAL SOCIETY

DIÁLOGO ECUMÉNICO ENTRE CATÓLICOS E PENTECOSTAIS. DISCÍPULOS CONSTRUTORES DE UMA CULTURA DO ENCONTRO EM UMA SOCIEDADE PLURAL

Patricio Merino-Beas1 

1 Doctor en Teología (2012). Académico Asociado al Instituto de Teología de la Universidad Católica de la Santísima Concepción-Chile. Grupo de investigación del Departamento de Teología UCSC Diálogo ecuménico e interreligioso. Correo electrónico: pmerino@ucsc.cl. ORCID 0000-0001-5141-1887.


Resumen

Este artículo aborda las categorías teológicas del actual desarrollo ecuménico entre católicos y pentecostales que posibilitan construir una cultura del encuentro en medio de una sociedad plural. La propuesta se estructura en tres partes. En primer lugar, se develan los procesos al interior del pentecostalismo que han decantado en las categorías de ecumenismo del Espíritu y Pentecostalidad de la Iglesia. Luego se presentan las categorías católicas del ecumenismo, tales como: eclesiología de comunión y espiritualidad del discipulado misionero. Para finalmente, centrarse en las orientaciones que el Papa Francisco está proponiendo en el ámbito ecuménico, tales como: ecumenismo del camino y cultura del encuentro. Todo lo cual decanta en una concepción más pneumatológica y dinámica del diálogo ecuménico.

Palabras clave: Diálogo católico-pentecostal; Ecumenismo del Espíritu; Pentecostalidad de la Iglesia; Cultura del encuentro

Abstract

The article addresses the theological categories of recent ecumenical development among Catholics and Pentecostalists, which makes possible the building of a culture of encounter in the middle of a plural society. The proposal is presented in three parts. First, the inner processes of Pentecostalism that led to the categories of ecumenism of spirit and pentecostality of church are introduced. Second, the relevant catholic categories of ecumenism are introduced, such as ecclesiology of communion and spirituality of missionary disciple. Lastly, it focuses on the recommendations that Pope Francis has put forward in the ecumenical field, such as ecumenism of walking together and culture of encounter. Those ideas lead to a more dynamic and pneumatological understanding of ecumenical dialogue.

Key Words: Catholic-Pentecostal Dialogue; Ecumenism of Spirit; Pentecostality of Church; Culture of Encounter

Resumo

Este artigo aborda as categorias teológicas do atual desenvolvimento ecuménico entre católicos e pentecostais que possibilitam construir uma cultura do encontro no meio de uma sociedade plural. A proposta estrutura-se em três partes. Primeiro, desvelam-se os processos no interior do pentecostalismo que decantaram nas categorias do ecumenismo do Espirito e Pentecostalidade da Igreja. Depois, apresentam-se as categorias católicas de ecumenismo, tais como: eclesiologia de comunhão e espiritualidade do discipulado missionário. Para finalmente, centrar-se nas orientações que o Papa Francisco está propondo no âmbito ecuménico, tais como: ecumenismo do caminho e cultura do encontro. O que decanta em uma concepção mais pneumatológica e dinâmica do diálogo ecuménico.

Palavras-chave: Diálogo católico-pentecostal; Ecumenismo do Espirito; Pentecostalidade da Igreja; Cultura do encontro

PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA: PERSPECTIVA TEOLÓGICA Y ECUMENISMO

Los importantes análisis que se hacen desde las ciencias sociales sobre el pluralismo religioso, lo religioso en tiempos de post-secularización (Gómez, 2014), así como la relación de lo religioso con la política (Panotto, 2017), pueden no hacer visibles las reflexiones que se realizan desde la propia autoconcepción religiosa y que afectan de igual manera, tanto a las transformaciones del creer, como a su inserción y vivencia en la realidad social. El fenómeno del pentecostalismo en América Latina ha fascinado a muchos estudiosos de las ciencias sociales y humanas, prueba de ello es la abundancia de estudios al respecto1. Con una cuantía menor, pero en aumento, lo hacen los que podríamos denominar estudios desde la propia identidad religiosa pentecostal, aspecto que compete a la ciencia teológica.

El hecho que el movimiento pentecostal y la Iglesia católica sean las denominaciones cristianas con mayor presencia en el continente hace que tengan una responsabilidad mayor en orden a aportar a la consecución del bien común y la paz social. En este sentido, este artículo busca explorar las posibilidades de que juntas -ambas tradiciones-, hagan un aporte a la paz social y al bien común. Es decir, se pregunta por la posibilidad del ecumenismo. Una primera mirada podría advertir que esto no se ve posible, debido a que la relación entre ambas tiene una serie de complejidades aún no superadas. Siendo esto cierto, también es verdad que se han dado pasos, posibilitados por dos procesos:

  1. El pentecostalismo ya cuenta con teólogos y con literatura que aporta teológicamente desde su propia autocomprensión, también con una gradual aceptación y comprensión del ecumenismo, tanto dentro de sus propias denominaciones, como interdenominacionalmente.

  2. La Iglesia católica, desde el Concilio Vaticano II, la Encíclica Ut Unum sint, pasando por el Documento de Aparecida (2007), los diálogos bilaterales entre católicos y pentecostales clásicos y los énfasis del Papa Francisco, han posibilitado una mirada al movimiento pentecostal que ofrece buenas posibilidades de un camino conjunto.

1. EL DIÁLOGO ECUMÉNICO: SU IRRENUNCIABILIDAD Y POSIBILIDADES

El diálogo ecuménico en América Latina ha tenido una particularidad respecto del que se realiza en el viejo mundo, lugar donde se han levantado las principales categorías que lo orientan. En esta patria grande los cristianos no católicos que predominan, no son los provenientes de las iglesias históricas, sino los de raíz evangelista y pentecostal. A esto hay que agregarle el hecho de que el número de cristianos no católicos ha tenido un aumento significativo en las últimas décadas2, transformando el modo de creer y su impronta social (y política) en los diversos países, incluido a Chile (Valenzuela, Bargsted y Somma, 2013).

Esta situación contextual ha constituido un desafío mayor al, de por sí, arduo camino ecuménico. Al menos dos son los principales problemas que se han tenido que superar. El primero ha sido reconocer la identidad cristiana del pentecostalismo, dejando de considerarlo reductivamente como una secta (Merino, 2017; Mansilla Agüero y Orella Urtubia, 2011, pp. 185-198), para acogerlo como un movimiento cristiano configurado en diversas denominaciones (Bonino, 1995a, pp. 57-79). Su origen es diverso, algunas han tenido su raíz en los propios países latinoamericanos y otras han provenido de olas misioneras, las cuales, a su vez, vía desmembramientos internos sucesivos, han generado nuevas comunidades (AA.VV., 1999; Orellana, 2011, pp. 141-156; Merino, 2008, pp. 7-27).

Su especial configuración como movimiento, que encierra en sí mismo diversas denominaciones y diversos orígenes, ha hecho que todo intento de diálogo sea muy complejo, ya que se dificulta, no solo la identificación de interlocutores válidos, sino también el discernimiento de los contenidos del propio proceso dialogal. No obstante, por una parte, crece el número de teólogos pentecostales y distintas redes de estudios que intentan su comprensión desde su propia identidad3; y por otra parte, ya desde el año 1972 existe un diálogo oficial entre la Iglesia católica y algunos pentecostales clásicos (Merino, 2012, pp. 575-602). El segundo problema ha sido la acogida del propio concepto de ecumenismo, que ha tenido una compleja recepción por parte de las denominaciones evangélicas y pentecostales. Por lo mismo, lo primero que debemos hacer en este escrito es dilucidar una posible definición de él, tal y como lo comprende el propio mundo pentecostal. Para luego, relacionarlo con la concepción católica y las posibilidades de un aporte conjunto al bien común y a la paz en una sociedad plural.

1.1. Ecumenismo del Espíritu

El hecho de que el pentecostalismo sea un movimiento multidenominacional, hace que el primer paso haya sido que el propio mundo pentecostal evangélico fuera capaz de acoger en su seno el ecumenismo. Por supuesto, esto no significa que todas sus denominaciones lo acepten, pero sí es verdad que se han venido dando en las últimas décadas procesos y encuentros que permiten a muchas de sus comunidades integrar el movimiento ecuménico.

En el continente americano la incorporación de pentecostales al movimiento ecuménico se ha hecho en dos niveles. El primero, al interior del protestantismo, es decir, interdenominacional entre pentecostales y otras denominaciones evangélicas e Iglesias históricas no católicas; en este sentido, se han realizado encuentros y cooperaciones entre la Iglesia Cristiana Discípulos de Cristo en Estados Unidos y Canadá, la Iglesia Unidad de Cristo en Estados Unidos y varias iglesias nacionales pentecostales en Chile, Cuba, Nicaragua, Argentina y Venezuela. Además, algunas iglesias pentecostales latinoamericanas fueron las primeras en hacerse miembros del Consejo Mundial de Iglesias (CMI) y, posteriormente, al Consejo Latinoamericano de Iglesias (CLAI), a principios de los ochenta (Álvarez, 1992, pp. 249-254; Álvarez, 2007, pp. 1-6). Actualmente muchas denominaciones se han incorporado al Foro Cristiano Mundial (FCM) (Mesquiati, 2015, pp. 13-26). Un segundo proceso, ha sido los diálogos entre pentecostales clásicos y católicos, con encuentros entre católicos carismáticos, especialistas católicos y líderes pentecostales, dando inicio al diálogo oficial entre la Iglesia católica y algunos pentecostales clásicos desde 1972. A estas iniciativas, se debe agregar hoy en nuestro medio, la Red Latinoamericana de Estudios Pentecostales y el Foro Pentecostal Latinoamericano, donde participan como invitados teólogos católicos.

Este rico proceso de encuentros e intercambio de experiencias hizo que se acuñara y se fuera aceptando en varias comunidades pentecostales el concepto de «ecumenismo del Espíritu». Esta concepción de ecumenismo, a diferencia del clásico entre las Iglesias históricas, acentúa el aspecto experiencial, dinámico, celebrativo y devocional, a la luz de lo que el Espíritu Santo va haciendo en sus comunidades.

El teólogo y pastor Carmelo Álvarez (Orellana y Campos, 2012, pp. 13-20; Chiquete y Orellana, 2011, pp. 339-355; Chiquete y Orellana, 2009, pp. 199-216) describe el ecumenismo del espíritu de la siguiente manera: "Un ecumenismo del Espíritu que, aunque no determina formas institucionales, ni compromisos estructurales, ni decisiones formales, se atreve a orar y cantar juntos, pero también a compartir experiencias y a explorar tareas" (Bonino, 1995, p. 19). Este ecumenismo del Espíritu se asemeja más al que se reconoce dentro de la Iglesia católica como ecumenismo espiritual (Kasper, 2007). Al respecto, es muy interesante destacar que las comunidades pentecostales, al igual que la Iglesia católica, reconocen que el Espíritu Santo es el principal vínculo de unidad, en medio de la diversidad de ministerios, carismas y formas eclesiológicas. Este mismo autor, ofrece cuatro fundamentos para el ecumenismo del Espíritu en los pentecostales: fundamento bíblico, teológico, misional y ético (Orellana y Campos, 2012, p. 14).

El fundamento bíblico se refiere a su origen en el concepto de oikumene, que hace referencia al mundo creado por Dios, habitado por sus criaturas y sostenido por su amor (cf. Juan 3, 16). El amor de Dios por toda su creación hace esperar y trabajar por un cielo nuevo y tierra nueva, como un nuevo orden regido por el amor de Dios. Desde este primer fundamento, la Iglesia cumple con la vocación y misión de buscar el principio de unidad que Dios quiere para toda la humanidad. El texto bíblico más recurrente en el pentecostalismo para asentar el diálogo ecuménico es la Carta a los Efesios 4, 4-7.15.

Al segundo lo llama fundamento teológico, este acentúa la necesidad de discernir el mejor camino para esa unidad, donde la fe tiene la primacía, seguido del discernimiento en el Espíritu Santo de los mejores caminos para su consecución.

El tercero es el fundamento misional. Aquí los pentecostales recurren al texto del Evangelio de Juan 17, 21, como su base sólida. La oración del propio Jesús nos manifiesta el principio de la unidad como credibilidad de la misión cristiana de evangelizar. Aquí es donde se introduce lo que, a mi juicio, es la clave para poder situar un camino conjunto para aportar al bien común de toda la sociedad, se trata de la credibilidad y el testimonio común del Evangelio y su aporte humanizador (Merino, 2017). La vida testimoniada por los cristianos manifiesta en medio de divisiones y conflictos, la presencia consoladora del Espíritu de Jesús, quien, así como Él fue enviado por el Padre, Él también envía a sus discípulos bajo la unción del Espíritu Santo. El Espíritu Santo es el criterio de unidad tal y como lo entienden los pentecostales.

El último fundamento o criterio es el ético, este hace referencia a la necesidad de que los pentecostales vivan bajo la ética del Espíritu, que está marcada, no solo por el gozo, sino también por un estilo de vida desde lo que los pentecostales denominan: "su poder y su propósito" (Gálatas 5, 25) (Merino, 2017, p. 18). Este criterio ético, otros autores lo denominan "misión integral" (López, 2007). Esta perspectiva, ha hecho que muchas denominaciones pentecostales estén en un proceso de asumir la responsabilidad pública de la fe y la categoría de ciudadanos. Carmelo Álvarez lo dice de la siguiente manera:

La responsabilidad ética reclama una respuesta al por qué de la acción social. No se trata de perder la identidad pentecostal en los complicados e intrincados vaivenes de la vida contemporánea, ni diluirse en el activismo social inmediatista. Es asumir el compromiso de servicio y entrega en nombre de Jesucristo, quien invita a las iglesias pentecostales a sufrir y llevar su vituperio fuera de la puerta (cf., Hebreos 13, 12-14) en la sociedad contemporánea tan carente de reconciliación, justicia y paz (Álvarez, 2012, pp. 16-17).

1.2. Ecumenismo como manifestación de la "pentecostalidad de la Iglesia"

Los cuatro criterios o fundamentos encuentran en la comunidad de los Hechos de los Apóstoles su máxima expresión, en efecto, esta comunidad originaria marcada por el signo de la unidad bajo la acción del Espíritu Santo refleja que en la diversidad de ministerios y carismas es posible vivir en unidad. Bernardo Campos, otro importantísimo teólogo y pastor pentecostal, reconoce en la unidad, junto con la santidad, la catolicidad, la apostolicidad, una de las notas constitutivas de la Iglesia (Mesquiati, 2015, pp. 27-31). A esta idea de ecumenismo del Espíritu y la unidad pneumatológica de la Iglesia, Campos asocia el concepto de «pentecostalidad» (Campos, 1997; Campos, 2016). Esta propuesta constituye una interesante categoría teológica para superar la tentación de una comprensión reductiva y exclusivista de los pentecostalismos particulares, ya que cada singularidad eclesial no agotaría la dimensión pneumatológica de toda la Iglesia. Por tanto, la idea de pentecostalidad de la Iglesia deviene en un concepto mediador del encuentro y del diálogo ecuménico con las otras denominaciones cristianas.

Para los pentecostales la experiencia de pentecostés y la pentecostalidad de la Iglesia consiste, entre otras cosas, en la posibilidad de comunicación entre diferentes, como superación de las barreras lingüísticas y culturales; también de inclusión de género y de clases sociales, por lo tanto, actúa como paradigma de solidaridad y unidad que acoge la diversidad en un constante dinamismo caracterizado por su tensión escatológica (Mesquiati, 2015, pp. 29-30). En este sentido, la pentecostalidad de la Iglesia manifestaría proféticamente el encuentro de todas las naciones y de todo el género humano. Además, tendría un carácter de promesa cósmica, como un movimiento del Espíritu que mueve la historia hacia el fin de los tiempos y al encuentro con su Señor: "La pentecostalidad, como fuerza del Espíritu que mueve desde el reverso de la historia humana, con sus sinsabores y falencias, debilidades y amenazas, fortalezas y oportunidades, enmarca un horizonte de esperanza y un destino glorioso para la Iglesia" (Mesquiati, 2015, p. 30).

Por otra parte, Bernardo Campos explica que esta experiencia de pentecostalidad tiene como notas características la universalidad y la dinámica de suscitar encuentro con el resucitado y su Reino (Campos, 2016, pp. 85ss). A su vez, la pentecostalidad actúa como criterio de conocimiento (Campos, 2016, pp. 106ss), el cual se despliega en:

  1. Una mirada de la historia que se puede denominar Kairós Pentecostal: como un estar atento a la acción de Dios por su Espíritu Santo que ofrece una revitalización de su Iglesia y actúa para su edificación.

  2. Una praxis pentecostal: como acogida en la historia de lo que Dios revela y que suscita liberación y salvación.

  3. Un pathos pentecostal: que pone el acento en que los pentecostales tienen una forma de vivencia de la fe con acentuaciones pasionales. Donde la Cruz de Cristo tiene un lugar central.

  4. Un ethos pentecostal: El ethos pentecostal acentúa la alegría del encuentro con el resucitado. Su ethos actúa como un imperativo pentecostal que se despliega en una moral movida por el Espíritu y que le configura con la vida de Cristo.

  5. Un imperativo pentecostal: El ethos señalado en el punto anterior, lleva al imperativo de buscar la santidad e involucra a toda la comunidad. Su culto quiere ser reproducción o prolongación del día de pentecostés, el pentecostal quiere vivir para dar culto a Dios.

  6. Una hermenéutica pentecostal: El pentecostal busca interpretar las escrituras, su vida, su historia, los acontecimientos desde la centralidad del Espíritu.

A modo de síntesis, Campos nos dice:

La pentecostalidad es aquella experiencia universal que expresa el acontecimiento de Pentecostés en su calidad de principio ordenador de la vida de aquellos que se identifican con el avivamiento pentecostal... (es) Criterio epistemológico para hablar de la vocación de universalidad de la Iglesia, y como categoría que permitiría superar las aporías de la novedosa, pero precaria historización e institucionalización de los pentecostalismos. (Campos, 2016, p. 117).

Estas categorías de ecumenismo del Espíritu y Pentecostalidad, como veremos en el punto tres de este escrito, alcanzan, en su fondo, una sintonía con los acentos con los que el Papa Francisco está orientando a la Iglesia católica, sobre todo, con la categoría de «ecumenismo del camino» y «cultura del encuentro».

2. ECUMENISMO DE PROPUESTA CATÓLICA: COMUNIÓN Y VIVENCIA DE LA ESPIRITUALIDAD DEL DISCIPULADO MISIONERO

Por motivos de espacio, no abordaremos aquí los diálogos bilaterales que se han realizado entre católicos y algunos pentecostales clásicos (Mesquiati, 2015, pp. 99-130; Maçaneiro, 2017; Merino, 2012, pp. 575-602). Sino que nos centraremos en algunas características teológicas que nos permitan fundamentar la propuesta actual desde la perspectiva católica, la cual complementaremos en el punto tres con los énfasis del Papa Francisco.

2.1. El bautismo trinitario nos hace hermanos en el Señor

Los cristianos creemos que accedemos a la vida de Dios que nos ha dado nuestro Señor Jesucristo, por medio de la fe y el bautismo (cf. Mc 16, 16; Jn 3, 5; Lumen Gentium, número 14). Ambos, decimos, son necesarios para la salvación. Se es cristiano, si por la fe, que viene de la escucha de la Palabra (cf. Rm 10, 17), aceptamos a Jesucristo como el Hijo de Dios, nuestro Señor y único salvador. Él nos ha hecho partícipes del misterio de que Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo (cf. Mt 28, 19). Porque hay: "un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo" (Ef. 4, 5). Al respecto el Decreto del Ecumenismo del Concilio Vaticano II, Unitatis Redintegratio, dice:

El bautismo por lo tanto constituye el vínculo sacramental de la unidad, vigente en todos los que han sido por él regenerados. Sin embargo, el bautismo de por sí es solamente el inicio y punto de partida, ya que tiende del todo a la adquisición de la plenitud de la vida en Cristo. Por lo tanto, el bautismo está ordenado a la profesión íntegra de la fe, a la íntegra incorporación en la institución de la salvación, tal como Cristo mismo ha querido y, por último, a la íntegra inserción en la comunión eucarística (Cf. Unitatis Redintegratio, n. 22).

El bautismo es el primer y principal punto de partida para un diálogo entre cristianos que se encuentran visiblemente separados. Además, desde él es posible valorar el grado de eclesialidad de las distintas comunidades cristianas que no se encuentran en plena comunión o no mantienen la totalidad de los bienes de la salvación.

En este sentido, la pregunta básica que se suscita es: ¿Son cristianos los pentecostales? La respuesta sería: si creen en lo anterior como mínimo y se bautizan en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, entonces sí. La mayoría de las comunidades pentecostales y sus miembros tienen esta fe en el Dios trinitario4 y tienen el bautismo trinitario. Como hemos señalado, este es el punto de partida para la participación en el movimiento ecuménico:

[...] Es verdad que, a causa de las diferentes discrepancias vigentes entre ellos (los cristianos no católicos) y la Iglesia católica, tanto en materia doctrinal y a veces también disciplinar, como en lo referente a la estructura de la Iglesia, se oponen no pocos obstáculos, a veces muy graves, a la plena comunión eclesiástica, los cuales intenta superar el movimiento ecuménico. No obstante, justificados por la fe en el bautismo, se han incorporado a Cristo; por tanto, con todo derecho se honran con el nombre de cristianos y son reconocidos con razón por los hijos de la Iglesia (católica) como hermanos en el Señor (Unitatis Redintegratio n. 3).

El bautismo trinitario5 y una adecuada comprensión de la eclesiología de comunión6, permiten sentar las bases teológicas para un diálogo fraternal y testimonial, que permita reconocernos, pentecostales trinitarios y católicos, como hermanos. Aunque esto no quiere decir que estemos en comunión plena, ni en unidad visible, ni que da lo mismo ser uno u otro. Nos podemos entender como hermanos, pero esto no significa confusión, ni detrimento de la búsqueda y acogida de la verdad plena. En este punto, sería muy importante, recoger la doctrina de la jerarquía de verdades (Izquierdo, 2012, pp. 433-461).

2.2. La eclesiología de comunión

Los católicos creemos que la Iglesia es necesaria para la salvación y que hay una sola Iglesia de Jesucristo que subsiste7 en la Iglesia católica (cf. Lumen Gentium n. 8). De aquí surge una segunda pregunta importante: ¿Los cristianos pentecostales están fuera de la única Iglesia de Jesucristo?

El Concilio Vaticano II con su rica eclesiología ha permitido comprender mejor la realidad de la Iglesia, entendiéndola como Iglesia de la Trinidad: Designio eterno del Padre, Instituida en los últimos tiempos por su Hijo Jesucristo y manifestada por el Espíritu Santo (cf. Lumen Gentium nn. 2-4; Catecismo de la Iglesia Católica nn. 758ss). Con ello, podemos entender la Iglesia como misterio de comunión y desarrollar una Eclesiología de Comunión8 bajo el término bíblico de Koinonía9.

Por el bautismo somos incorporados a la única Iglesia de Cristo, pero quienes no son cristianos católicos se encuentran incorporados a ella en grados diferentes y ordenados a la plenitud de los medios de la salvación que se dan en la Iglesia Católica (cf. Lumen Gentium nn. 14-16; Unitatis Redintegratio nn. 2-4). De esta manera, se ha podido discernir mejor el grado de eclesialidad10 de los cristianos no católicos. Desde este fundamento, podemos comprender que los cristianos pentecostales que tienen el bautismo trinitario, aunque no están en comunión con la Iglesia católica, tampoco podemos afirmar que estén fuera de la Iglesia, podemos reconocer en ellos elementos de eclesialidad. Hay que destacar que esta communio o koinonía recalca el hecho de que la «unidad y unicidad de la Iglesia» son una realidad teológica, no sociológica y que:

esa communio no es una realidad lejana y futura, a la que el diálogo ecuménico tenga que aspirar. La communio no es algo que haya que realizar con la ayuda del ecumenismo. Por el bautismo, que es uno, todos hemos sido bautizados en el único cuerpo de Cristo, que es la Iglesia (1Cor 12, 13; Gal 3, 27) (Kasper, 2008, p. 86).

2.3. El diálogo ecuménico puede ser mejor entendido como ejercicio de la fraternidad cristiana

El Señor Jesucristo ha constituido una sola Iglesia, convocándonos por el Espíritu Santo como pueblo creyente y asamblea santa, como Pueblo de Dios: "Uno solo es el cuerpo y uno solo el Espíritu, como también es una la esperanza que encierra la vocación a la que habéis sido llamados, un solo Señor, una fe, un bautismo, un Dios que es Padre de todos..." (Efesios 4, 4-6). Por otra parte, la situación de desunión cristiana contradice el deseo explícito de Jesús: nos pidió que quienes creemos en él, nos mantengamos unidos entre nosotros a imagen de la unidad divina que el Hijo tiene con el Padre (cf. Juan 17, 21). Esta unidad no es uniformidad de ninguna especie y tiene la capacidad de acoger la diversidad; tal y como la unidad divina no se rompe con la diversidad de personas divinas. Pensemos que hemos sido bautizados en el único «Nombre» de Dios, pero que es Padre, Hijo y Espíritu Santo (cf. Mateo 28, 19).

Debemos comprender bien el fondo del diálogo ecuménico. No se trata de que nosotros hagamos la unidad de la Iglesia, ésta es una de sus propiedades ya en sí misma. Pero la división de los cristianos ha hecho que a través de la historia se nuble la visibilidad de la Iglesia Una. Esto dificulta que los cristianos seamos vistos realmente como hijos de un mismo Padre y, por tanto, como hermanos entre nosotros. La unidad de los cristianos es ante todo un don, una gracia, el protagonista es el Espíritu Santo. Por eso, se nos llama constantemente al ejercicio del ecumenismo espiritual11, a pedir juntos el don de la conversión y la unidad. El ecumenismo implica entonces nuestra acogida de los dones de Dios Trino, se trata de un proceso de conversión personal y comunitario. Pero también, es una cuestión de credibilidad del mensaje evangélico y su propuesta para la humanización y la dignidad humana. La fraternidad cristiana12 se fundamenta en la filiación divina. Somos hermanos, porque somos hijos de un mismo Padre, en Jesucristo y por el Espíritu Santo. La Escritura es riquísima para fundamentar este gran don: Juan 3, 16ss; Gálatas 4, 4-6.; Romanos 8, 15-17; Efesios 1, 4-6; etc.

La filiación divina del bautizado, no solo funda la fraternidad, sino que nos urge a ejercerla. Si unimos todo cuanto hemos dicho hasta ahora, podremos valorar que cuantos han recibido un bautismo trinitario válido son hermanos entre sí; por consiguiente, el diálogo ecuménico puede y debe ser entendido como una forma privilegiada de ejercer la fraternidad cristiana. Es admirable como el Documento de Aparecida (2007) cuando habla del diálogo ecuménico en perspectiva de una eclesiología de la comunión, permite entender el ecumenismo en plena sintonía con este ejercicio de la fraternidad cristiana y con la misión de la Iglesia de anunciar el Evangelio. Para el Documento de Aparecida13 la misión de la Iglesia y el ecumenismo tienen el mismo fundamento teológico:

La relación con los hermanos y hermanas bautizados de otras iglesias y comunidades eclesiales es un camino irrenunciable para el discípulo y misionero, pues la falta de unidad representa un escándalo, un pecado y un atraso del cumplimiento del deseo de Cristo (Consejo Episcopal Latinoamericano, 2007, n. 227);

Y, agrega: "El ecumenismo no se justifica por una exigencia simplemente sociológica sino evangélica, trinitaria y bautismal" (Consejo Episcopal Latinoamericano, 2007, número 228).

3. LA PROPUESTA DEL PAPA FRANCISCO: ECUMENISMO DEL CAMINO Y CULTURA DEL ENCUENTRO. POSIBILIDADES Y APORTES DEL ECUMENISMO CATÓLICO-PENTECOSTAL EN UNA SOCIEDAD PLURAL

A partir de cuanto hemos mostrado hasta ahora y de la mano de los énfasis del Papa Francisco14, podemos proponer un diálogo ecuménico entre católicos y pentecostales que hagan un aporte al bien común en medio de una sociedad plural, como forjadores de una cultura del encuentro, a partir de las convergencias teológicas que hemos señalado.

Católicos y pentecostales somos, además, ciudadanos15 y estamos llamados a contribuir desde nuestra identidad creyente al bien común y la paz social. En este sentido, el camino del ecumenismo puede ser una contribución conjunta16. De hecho, en Evangelii Gaudium (2013) se propone el diálogo ecuménico como parte del "Diálogo social como contribución para la Paz" (nn. 238ss.). Francisco nos dice:

En el diálogo con el Estado y con la sociedad, la Iglesia no tiene soluciones para todas las cuestiones particulares. Pero junto con las diversas fuerzas sociales, acompaña las propuestas que mejor respondan a la dignidad de la persona humana y al bien común. Al hacerlo, siempre propone con claridad los valores fundamentales de la existencia humana, para transmitir convicciones que luego puedan traducirse en acciones políticas (n. 241).

Y, agrega:

El empeño ecuménico responde a la oración del Señor Jesús que pide «que todos sean uno» (Jn 17,21). La credibilidad del anuncio cristiano sería mucho mayor si los cristianos superaran sus divisiones y la Iglesia realizara «la plenitud de catolicidad que le es propia, en aquellos hijos que, incorporados a ella ciertamente por el Bautismo, están, sin embargo, separados de su plena comunión». Tenemos que recordar siempre que somos peregrinos, y peregrinamos juntos. Para eso, hay que confiar el corazón al compañero de camino sin recelos, sin desconfianzas, y mirar ante todo lo que buscamos: la paz en el rostro del único Dios. Confiarse al otro es algo artesanal, la paz es artesanal. Jesús nos dijo: «¡Felices los que trabajan por la paz!» (Mt 5,9). En este empeño, también entre nosotros, se cumple la antigua profecía: «De sus espadas forjarán arados» (Is 2,4) (n. 244).

Llegados a este punto nos podemos preguntar: ¿Cuáles serían algunas categorías teológico-pastorales que alientan un ecumenismo en orden a una contribución al bien común y la paz? En los puntos siguientes abordaremos esta cuestión.

3.1. Centralidad pneumatológica y espiritualidad del discipulado misionero

El reconocimiento de la centralidad del Espíritu Santo como vínculo de unidad de la Iglesia en medio de la diversidad de carismas y ministerios es algo que compartimos católicos y pentecostales. Reconocer el protagonismo del Espíritu Santo en la vida cristiana implica adentrarse en el camino que acentúa la experiencia vital, el discernimiento de caminos y acciones, evitando con esto una centralidad, casi absoluta, en los aspectos intelectuales y conceptuales que, si bien son necesarios, no son el primer nivel con el que, de hecho, los cristianos de ambas tradiciones se encuentran en la cotidianidad de su vida social (Merino, 2011, pp. 119-142). Francisco lo ha expresado de la siguiente manera:

Vemos así que la tarea evangelizadora se mueve entre los límites del lenguaje y de las circunstancias. Procura siempre comunicar mejor la verdad del Evangelio en un contexto determinado, sin renunciar a la verdad, al bien y a la luz que pueda aportar cuando la perfección no es posible. Un corazón misionero sabe de esos límites y se hace «débil con los débiles [.] todo para todos» (1 Co 9,22). Nunca se encierra, nunca se repliega en sus seguridades, nunca opta por la rigidez autodefensiva. Sabe que él mismo tiene que crecer en la comprensión del Evangelio y en el discernimiento de los senderos del Espíritu, y entonces no renuncia al bien posible, aunque corra el riesgo de mancharse con el barro del camino (Francisco, 2013, n. 45).

En la perspectiva del discernimiento y a la luz del Espíritu Santo se realiza la conversión de la pastoral y la renovación de la Iglesia, también la renovación del ecumenismo en clave fraternal y vivencial. Si los católicos debemos acentuar más la pneumatología, los pentecostales pueden aprender de sus hermanos mayores el discernimiento de la presencia del Espíritu y su vínculo con la cristología, dando pasos desde su acentuación extática hacia la mística, sin dejar, ni una, ni la otra; así como la dimensión social que toda evangelización conlleva en cuanto propuesta de promoción humana y transformación en perspectiva trascendente.

Lo anterior, promueve otra acentuación común entre ambas denominaciones, sobre todo en el momento actual de la madurez teológico pastoral de la Iglesia Latinoamericana, se trata de la acentuación que lleva a entender al cristiano desde una raíz espiritual, como un discípulo misionero (cf. Documento de Aparecida, 2007). En palabras del Papa Francisco, el discípulo es un evangelizador con Espíritu:

Evangelizadores con Espíritu quiere decir evangelizadores que se abren sin temor a la acción del Espíritu Santo. En Pentecostés, el Espíritu hace salir de sí mismos a los Apóstoles y los transforma en anunciadores de las grandezas de Dios, que cada uno comienza a entender en su propia lengua. El Espíritu Santo, además, infunde la fuerza para anunciar la novedad del Evangelio con audacia (parresia), en voz alta y en todo tiempo y lugar, incluso a contracorriente. Invoquémoslo hoy, bien apoyados en la oración, sin la cual toda acción corre el riesgo de quedarse vacía y el anuncio finalmente carece de alma. Jesús quiere evangelizadores que anuncien la Buena Noticia no sólo con palabras sino sobre todo con una vida que se ha transfigurado en la presencia de Dios (Francisco, 2013, n. 259).

Evangelizar no es hacer proselitismo, porque no competimos ni dejamos de respetar las libertades, sino que testimoniamos lo que hemos recibido. El evangelizador no es un funcionario o asalariado, sino que es un discípulo-hijo que está invitado a disfrutar de la vida del Padre bajo la unción del Espíritu Santo:

En esta nueva etapa evangelizadora, queremos que el diálogo y la cooperación ecuménica se encaminen a suscitar nuevas formas de discipulado y misión en comunión. Cabe observar que, donde se establece el diálogo, disminuye el proselitismo, crece el conocimiento recíproco, el respeto y se abren posibilidades de testimonio común (Consejo Episcopal Latinoamericano, 2007, n. 233).

Francisco, en su visita privada al pastor (pentecostal) Traettino, dijo:

¿Qué hace el Espíritu Santo? He dicho que hace otra cosa, que se puede pensar tal vez que sea la división, pero no lo es. El Espíritu Santo construye la «diversidad» en la Iglesia. La primera Carta a los Corintios, en el capítulo 12. Él construye la diversidad. Y verdaderamente esta diversidad es muy rica, muy hermosa. Pero luego el Espíritu Santo mismo construye la unidad, y así la Iglesia es una en la diversidad. Y, para usar una hermosa palabra de un evangélico que yo quiero mucho, una «diversidad reconciliada» por el Espíritu Santo. Él hace ambas cosas: produce la diversidad de los carismas y luego construye la armonía de los carismas. Por ello los primeros teólogos de la Iglesia, los primeros padres -hablo del siglo III o IV-, decían: «El Espíritu Santo, Él es la armonía», porque Él construye esta unidad armónica en la diversidad (Francisco, 2014).

3.2. Ecumenismo del camino

La acentuación pentecostal es ante todo una experiencia en el hoy de la acción del Espíritu Santo y tiene un carácter dinámico. La pentecostalidad de la Iglesia invita a salir al encuentro del diverso. Al respecto, las enseñanzas del Papa Francisco nos están haciendo más conscientes de la importancia de que los católicos, también discernamos el hoy del Espíritu Santo en su acción eclesial. De hecho, bajo esta perspectiva, Francisco acentúa lo que se puede llamar un "ecumenismo del camino" (Polanco, 2017, pp. 631674). Ambas denominaciones, en su complejidad y diferencias, pueden ejercer la fraternidad cristiana, a través, del reconocimiento mutuo como discípulos y hermanos en camino (Francisco, 2013, n. 244). Como discípulos misericordiados, portadores del Evangelio que nos colma de alegría.

De ahí que el Papa Francisco, nos ha propuesto al menos tres escenarios a los cuales podemos responder juntos:

  1. El Evangelio tiene una dimensión social y transformadora. Aquí católicos y pentecostales es mucho lo que podemos hacer por la solidaridad, la justicia, la inclusión de los marginados, la libertad religiosa, el diálogo social y el bien común17, constituyendo una verdadera comunidad terapéutica en medio de un mundo con tantas personas heridas de diverso tipo.

  2. Católicos y pentecostales aman y forman familias a la luz del Evangelio. El Evangelio ilumina el amor humano y la familia18 y esto lo queremos proponer como un bien para todos.

  3. Católicos y pentecostales viven en una casa común19, juntos somos responsables de ella. El campo de la ecoteología integral se presenta actualmente como una urgencia que juntos podemos abordar y testimoniar.

3.3. Ecumenismo entre católicos y pentecostales como aporte para una cultura del encuentro

Finalmente, otra categoría importantísima muy querida por Francisco y que podemos compartir pentecostales y católicos es la de trabajar juntos por una «cultura del encuentro» (Awi, 2017, pp. 721-750; Martínez, 2017). Esta categoría actúa como un verdadero método de evangelización: el encuentro con Jesucristo lleva al encuentro con los demás, generando una cultura de la cercanía y la inclusión, no de descartados y excluidos. Esta cultura del encuentro permite poner el énfasis en la búsqueda del bien común y de la paz. Su modelo es el poliedro (Francisco, 2013, n. 236) que permite incorporar la unidad en medio de la diversidad de formas de vida y perspectivas, donde también cabe asumir los conflictos (Francisco, 2013, nn. 226ss).

Francisco resume lo que intentamos sintetizar de la siguiente manera:

Vivimos una cultura del desencuentro, una cultura de la fragmentación, una cultura en la que lo que no me sirve lo tiro, la cultura del descarte. Pero sobre este punto os invito a pensar -y es parte de la crisis- en los ancianos, que son la sabiduría de un pueblo, en los niños... ¡la cultura del descarte! Pero nosotros debemos ir al encuentro y debemos crear con nuestra fe una «cultura del encuentro», una cultura de la amistad, una cultura donde hallamos hermanos, donde podemos hablar también con quienes no piensan como nosotros, también con quienes tienen otra fe, que no tienen la misma fe. Todos tienen algo en común con nosotros: son imágenes de Dios, son hijos de Dios. Ir al encuentro con todos, sin negociar nuestra pertenencia (Francisco, 18 mayo 2013).

El ecumenismo entre los cristianos, incluidos los pentecostales, es sin lugar a dudas, una posibilidad para aportar, conjuntamente, a la búsqueda de la paz en todas las situaciones:

Alentándonos mutuamente, hemos dialogado fraternalmente. Ha sido un signo de que el encuentro y la unidad hay que buscarlos siempre, sin temer las diferencias. Así también la paz: hay que cultivarla también en las áridas tierras de las contraposiciones, porque hoy, a pesar de todo, no hay alternativa posible a la paz. La paz no vendrá gracias a las treguas sostenidas por muros y pruebas de fuerza, sino por la voluntad real de escuchar y dialogar. Nosotros nos comprometemos a caminar, orar y trabajar, e imploramos que el arte del encuentro prevalezca sobre las estrategias de confrontación, que la ostentación de los amenazantes signos de poder deje paso al poder de los signos de esperanza: hombres de buena voluntad y de diferentes credos que no tienen miedo de hablarse, de aceptar las razones de los demás y de cuidarse unos a otros. Solo así, cuidando que a nadie le falte pan y trabajo, dignidad y esperanza, los gritos de guerra se transformarán en cantos de paz (Francisco, 7 de julio de 2018).

Desde el testimonio de una cultura del encuentro entre católicos y pentecostales, se puede significar la misma sacramentalidad de la Iglesia, que busca ser signo de unidad en las diversas culturas y personas. Unidad en la diversidad para construir el bien común en una sociedad plural, me parece que requiere una perspectiva teológica más pneumatológica y dinámica, tal y como, ya comienza a vislumbrarse en los actuales desarrollos de la teología pentecostal y católica.

Referencias

Álvarez, C., (Ed.). (1992). Pentecostalismo y Liberación. Una experiencia latinoamericana. San José: DEI. [ Links ]

Álvarez, C. (2007). Compartiendo la misión de Dios. Discípulos y pentecostales en Venezuela. Quito: CLAI. [ Links ]

Álvarez, C. (2012). "La búsqueda de la unidad entre pentecostales". En Orellana, L., Campos, B. (Editores). (2012). Ecumenismo del Espíritu. Pentecostalismo, Unidad y Misión. Lima:J&D Grafic S.R.L. [ Links ]

Awi, A. (2017). El Papa Francisco y la cultura del encuentro. Medellín (169), pp. 721-750. [ Links ]

Beltrán, W. (2013). Del monopolio católico a la explosión pentecostal. Pluralización religiosa, secularización y cambio social en Colombia. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia. [ Links ]

Bonino, J. M. (1995). Rostros del protestantismo latinoamericano. Buenos Aires: Nueva Creación. [ Links ]

Campos, B. (2016). El principio pentecostalidad. La unidad en el Espíritu, fundamento de la Paz. Lima: CEEP Ediciones & Bassel Publishers. [ Links ]

Campos, B. (1997). De la Reforma Protestante a la Pentecostalidad de la Iglesia. Quito: CLAI . [ Links ]

Consejo Episcopal Latinoamericano. (2007). Documento de Aparecida. Bogotá: Editorial CELAM. [ Links ]

Consejo Latinoamericano de Iglesias. (1999). Jubileo. La fiesta del Espíritu Santo. Identidad y misión del pentecostalismo latinoamericano. Quito: CLAI . [ Links ]

Concilio Vaticano II. (1993). Vaticano II. Documentos. Madrid: BAC. [ Links ]

Chiquete, D., Orellana, L., (Eds.). (2009). Voces del Pentecostalismo Latinoamericano II. Concepción: RELEP-CEEP. [ Links ]

Chiquete, D., Orellana, L., (Eds.). (2011). Voces del Pentecostalismo Latinoamericano IV. Concepción: RELEP-CEEP . [ Links ]

Gómez, C. M., (Ed.). (2014). La religión en la sociedad postsecular. Transformaciones y relocalización de lo religioso en la modernidad tardía. Bogotá: Editorial Universidad del Rosario. [ Links ]

Francisco, Papa. (2013). Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium. Roma: Editrice Vaticana. [ Links ]

Francisco, Papa. (18 de mayo de 2013). Vigilia de Pentecostés con los movimientos eclesiales. Recuperado de http://w2.vatican.va/content/francesco/es/speeches/2013/may/documents/papa-francesco_20130518_veglia-pentecoste.html. [ Links ]

Francisco, Papa. (28 de julio de 2014). Visita a la Iglesia pentecostal de la reconciliación y su pastor Giovanni Traettino. Recuperado de https://w2.vatican.va/content/francesco/es/speeches/2014/july/documents/papa-francesco_20140728_ caserta-pastore-traettino.html. [ Links ]

Francisco, Papa. (7 de julio de 2018). Palabras al finalizar el encuentro de oración en Bari, con las Iglesias Orientales. Recuperado de http://w2.vatican.va/content/francesco/es/events/event.dir.html/content/vaticanevents/es/2018/7/7/ visitabari-conclusione.html. [ Links ]

Izquierdo, C. (2012). La jerarquía de verdades: su recepción en el ecumenismo y en la teología. Scripta Theologica, 44 (2), pp. 435-461. [ Links ]

Kasper, W. (2007). Ecumenismo Espiritual. Una guía práctica. Estella: Verbo Divino. [ Links ]

KASPER, W. (2008). Caminos de Unidad. Perspectivas para el ecumenismo. Madrid: Ediciones Cristiandad. [ Links ]

López, D. (2007). Pentecostalismo y Misión Integral. Lima: Editorial Puma. [ Links ]

Maçaneiro, M. (2017). Há diversidade de dons, mas o Espírito é o mesmo (1 Cor 12, 4). Medellín (169), pp. 675-702. [ Links ]

Mansilla Agüero, Miguel Ángel y Luis Orellana Urtubia, (Coords.). (2011). La religión en el Chile del bicentenario. Católicos, Protestantes, Evangélicos, Pentecostales y Carismáticos. Santiago: RELEP Ediciones. [ Links ]

Martínez, J. (2017). La cultura del encuentro. Desafío e interpelación para Europa. Santander: Sal Terrae. [ Links ]

Merino, P. (2008). Centenario del avivamiento pentecostal en Chile. Diálogo Ecuménico, 43 (135), pp. 7-27. [ Links ]

Merino, P. (2011). El diálogo ecuménico como ejercicio de la fraternidad cristiana. Bases para una pastoral ecuménica. Anales de Teología, 13 (1), pp. 119-142. [ Links ]

Merino, P. (2012). Contenidos teológicos para un diálogo católico pentecostal. Hacia un testimonio común del Evangelio. Teología y Vida, 53 (4), pp. 575-602. [ Links ]

Merino, P. (2017). Católicos y Pentecostales. Caminos para la fraternidad cristiana y el testimonio común del Evangelio. Bogotá: San Pablo. [ Links ]

Mesquiati, D., (Org.). (2015). Pentecostalismos e Unidade. Sao Paulo: Fonte Editorial LTDA. [ Links ]

Nahuelanca, L. (2012). Una pentecostalidad para la Iglesia local chilena. Para un renovado diálogo con las Iglesias pentecostales a la luz de Aparecida. Roma: Universidad Pontificia Gregoriana. [ Links ]

Orellana, L., Campos, B. (Editores). (2012). Ecumenismo del Espíritu. Pentecostalismo, Unidad y Misión, Foro Pentecostal Latinoamericano. Lima: J&D Grafic S.R.L. [ Links ]

Panotto, N. (2017). Religiones, Política y Estado Laico. Nuevos acercamientos para el contexto latinoamericano. Santiago: REDLAD-GEMRIP. [ Links ]

Polanco, R. (2017). El Papa Francisco y el Ecumenismo del Camino. Medellín, 43 (169), pp. 631-674. [ Links ]

Sepúlveda, J. (1999). De peregrinos a ciudadanos. Breve historia del cristianismo evangélico en Chile. Santiago: Fundación Konrad Adenauer - Comunidad Teológica Evangélica. [ Links ]

Valenzuela, E; Bargsted, M., Somma, N. (2013). ¿En qué creen los chilenos? Naturaleza y alcance del cambio religioso en Chile. Centro de Estudios Públicos UC, 8 (59). [ Links ]

Wolf, E. (2017). O ecumenismo no pontificado do Papa Francisco. Medellín, 43 (168), pp. 515-530. [ Links ]

1 Un resumen de los principales estudios los encontramos en: Nahuelanca, L. (2012). Una nueva pentecostalidad para la Iglesia local Chilena. Para un renovado diálogo con las Iglesias Pentecostales a la luz de Aparecida (Tesis Doctoral en Misionología). Pontificia Universidad Gregoriana, Roma. Especialmente el capítulo IV: "Valoración del fenómeno pentecostal", pp. 153-194. También, en: Beltrán, W. (2013). Del monopolio católico a la explosión pentecostal. Pluralización religiosa, secularización y cambio social en Colombia. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia. Ambos con abundante bibliografía.

2Es interesante analizar los resultados de los estudios que se han hecho al respecto por el PEW RESEARCH CENTER en América Latina: por ejemplo: "Religión en América Latina. Cambio generalizado en una región históricamente católica (2014)". (Revisado en mayo de 2018). Recuperado de http://www.pewforum.org/files/2014/11/PEW-RESEARCH-CENTER-Religion-in-Latin-America-Overview-SPANISH-TRANSLATION-for-publication-11-13.pdf.

3Un ejemplo de esto son los trabajos de teólogos pentecostales y estudiosos del pentecostalismo que forman parte de La Red Latinoamericana de Estudios Pentecostales (RELEP) y el Foro Pentecostal Latinoamericano, con diversas publicaciones.

4Hay que mencionar que, dentro de las distintas denominaciones pentecostales, hay algunas que no son trinitarias. En este artículo, nos referimos a las que sí son trinitarias y que practican el bautismo trinitario. Por ejemplo, menciono dos de los manuales para el estudio de la teología que más usan los pentecostales clásicos en América Latina, en ellos se puede ver la enseñanza de su fe trinitaria: HORTON, E., (Ed.), Teología Sistemática. Una perspectiva pentecostal, Editorial Vida, Miami 1996; DUFFIELD, G., VAN CLEAVE, N., Fundamentos de Teología Pentecostal (2° Edición), Editorial Desafío, Bogotá 2002.

5Al respecto es importante recordar el acuerdo ampliado acerca de la validez del Bautismo trinitario en América Latina: cf. Muñoz, H. (1983). Validez del Bautismo, Servicio 71, pp. 28-29; San Pedro, F. (1988). Manual de Ecumenismo (pp. 228-237). Santiago: Paulinas; CELAM, (1993). Directorio para la aplicación de los principios y normas sobre el ecumenismo (Capítulo IV: "La comunión de vida y de actividad espiritual entre los bautizados"). Bogotá.

6No olvidemos que en América Latina y el Caribe ha sido el Documento de Aparecida el que ha puesto en el tapete ambos fundamentos: bautismo trinitario y la eclesiología de comunión. (nn. 227-234); C.f. Merino, P. (2009). Renovación misionera y diálogo ecuménico en Latinoamérica: convergencias teológicas. An.teol, 11 (2), pp. 313-332.

7Lumen Gentium n. 8; Unitatis Redintegratio n° 4; C.f. CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE. (29 de 06 de 2007). Respuesta a algunas preguntas acerca de ciertos aspectos de la doctrina sobre la Iglesia. Roma.

8C.f. Congregación para la Doctrina de la fe. (1992). Carta a los Obispos de la Iglesia Católica sobre algunos aspectos de la Iglesia considerada como comunión: Communionis Notio., Roma.

9Un resumen del uso y desarrollo del concepto koinonía para referirse a la Iglesia lo encontramos en: Pie-Ninot, S. (2007). Eclesiología. La sacramentalidad de la comunidad cristiana. Salamanca: Sígueme, pp.160-170 y pp. 259-288. Para ver el desarrollo e implicancias ecuménicas del concepto, ver: González Montes, A. (2008). Imagen de Iglesia. Eclesiología en perspectiva ecuménica. Madrid: BAC.

10C.f. Congregación para la Doctrina de la Fe. (29 de junio de 2007). Respuesta a algunas preguntas acerca de ciertos aspectos de la doctrina sobre la Iglesia. Roma.

11Una muy buena y sencilla guía para el ecumenismo espiritual la encontramos en: KASPER, 2007.

12Un hermoso texto para iniciarse en este tema es el de: Ratzinger, J. (2005). La fraternidad de los cristianos. Salamanca: Sígueme.

13Documento de Aparecida, de ahora en adelante DA.

14Entre otros, Wolf, E. (2017). O ecumenismo no pontificado do Papa Francisco. Medellín 43 (168), pp. 515-530.

15El proceso del reconocimiento a las comunidades evangélicas y pentecostales ha sido un proceso no fácil en América Latina; cf. Sepúlveda, J. (1999). De Peregrinos a Ciudadanos. Breve historia del cristianismo evangélico en Chile. Santiago: Fundación Konrad Adenauer — Comunidad Teológica Evangélica.

16PANOTTO N. (2017). Religiones, Política y Estado Laico. Nuevos acercamientos para el contexto latinoamericano. Santiago: REDLAD-GEMRIP; sobre todo el capítulo III: "Experiencias y testimonios de una religiosidad alternativa", pp. 50-72.

17C.f. Francisco, 2013, nn. 255-258; nn. 177-258. Es sabida la eficacia que las comunidades evangélicas pentecostales tienen a la hora de enfrentar el alcoholismo y la drogadicción, así como también su trabajo en la rehabilitación de los presos, y en el liderazgo de la mujer; C.f. Mansilla, M. (2011). No os embriagueis. Las imágenes y propuesta al alcoholismo en el pentecostalismo chileno en la primera mitad del siglo XX. En Voces del Pentecostalismo Latinoamericano IV (pp. 183-212). Concepción: RELEP-CEEP; Pérez, V. (2011). Educación y liderazgo de la mujer pentecostal, signo de esperanza para la Iglesia: Una reflexión. En Voces del Pentecostalismo Latinoamericano IV (pp. 475-492). Concepción: RELEP-CEEP.

18C.f. Francisco. (2016). Exhortación Apostólica Amoris Laetitia. Roma.

19C.f., Francisco. (2015). Carta Encíclica Laudato Si. Roma.

Cómo citar este artículo en APA: Merino Beas, P. (2018). Diálogo ecuménico entre católicos y pentecostales. Discípulos constructores de una cultura del encuentro en una sociedad plural. Cuestiones Teológicas, 45 (104), 299-322.

Recibido: 25 de Julio de 2018; Aprobado: 21 de Septiembre de 2018

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons