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vol.57 issue163Religious Life and Pastoral Ministry of a Spanish Cleric in the Beginning of 19th Century. The Case of Rafael Crisanto AlesónPresentación de los Cuadernos Negros de Heidegger. 12.03.2014. Deutsche National Bibliothek, Frankfurt Am Main: Volumen 94, Überlegungen II-VI. Schwarze Hefte. 1931-1938; volumen 95, Überlegungen VII-IX, Schwarze Hefte 1938/39; volumen 96, Überlegungen XII-XV, Schwarze Hefte 1939-1941. Editados por Peter Trawny author indexsubject indexarticles search
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Franciscanum. Revista de las Ciencias del Espíritu

Print version ISSN 0120-1468

Franciscanum vol.57 no.163 Bogotá Jan./June 2015

 

L'amore non è amato (El amor no es amado): en torno al origen y la leyenda de una frase atribuida a San Francisco de Asís

L'amore non è amato (Love is Not Loved): round the Origin and the Legend of a Quote Attributed to St. Francis of Assisi

Cristian Álvarez A.*

* Urbanista, Magíster en Literatura Latinoamericana Contemporánea y Doctor en Letras por la Universidad Simón Bolívar, Caracas, Venezuela. Profesor Titular del Departamento de Lengua y Literatura de la Universidad Simón Bolívar desde 1989. En la misma universidad fue decano de Estudios Generales (1996-1998) y jefe del Departamento de Lengua y Literatura (2009-2011). Desde septiembre 2014 es director de Equinoccio, Editorial de la Universidad Simón Bolívar. Caracas, Venezuela. Contacto: calvarez@usb.ve.

Para citar este artículo: Álvarez A., Cristian. «L'amore non è amato (El amor no es amado): en torno al origen y la leyenda de una frase atribuida a San Francisco de Asís». Franciscanum 163, Vol. LVII (2015): 441-477.

Enviado: 9 de junio de 2014
aceptado: 20 de junio de 2014


Resumen

«El amor no es amado», frase sobre el amor de Dios que no es reconocido, constituye una expresión atribuida a Francisco de Asís. Sin embargo, la frase no aparece en ninguna de las biografías fundamentales sobre el Santo escritas en el siglo XIII, lo que lleva a preguntarnos sobre el origen de la tradición que acoge esta frase asociada con la gesta del Poverello. Oktavian von Rieden observa que puede afirmarse que fue Jacopone da Todi quien compuso la expresión «l'amore non è amato». Esto se comprueba con la revisión de varios manuscritos del siglo XV. La documentación muestra que la identificación de Jacopone como el autor de la frase se registra claramente por dos líneas de tradición textual: una biográfica religiosa y otra relacionada con el estudio filológico de su obra poética. Ello lleva nuevamente a interrogarnos sobre una tradición diferente que asocia al Santo de Asís con la frase, y que hipotéticamente tuvo que iniciarse en la periferia de las órdenes franciscanas no antes del siglo XVIII. En este sentido, la influyente obra de Alfonso Maria de' Liguori quizás establecería los trazos definitivos del episodio legendario con la frase «el amor no es amado» pronunciada por Francisco.

Palabras clave : Tradición franciscana, Francisco de Asís, Jacopone da Todi, Alfonso Maria de' Liguori, amor no amado.


Abstract

«Love is not loved», phrase about how the Love of God is not recognized, and it's an expression attributed to Francis of Assisi. However, the phrase does not appear in any of the fundamental biographies written about the Saint in the thirteenth century, which raises the question about the origin of the tradition that collected this phrase associated with the exploit of the Poverello. Oktavian von Rieden observes that it can be affirmed that it was Jacopone da Todi who composed the expression «l'amore non è amato». This is verified by means of a revision of several manuscripts belonging to the fifteenth century. The documentation shows how the identification of Jacopone as the author of the phrase is clearly recorded by two lines of textual tradition: one religious biographical, and another related to the philological study of his poetic work. This leads again to wonder about a different tradition that associates the Saint of Assisi to the phrase, and that hypothetically had to be initiated at the periphery of the Franciscan orders not before the eighteenth century. In this sense, the influential work of Alphonsus Maria de' Liguori perhaps established the definitive traces of the legendary episode with the phrase «love is not loved» pronounced by Francisco.

Keywords : Franciscan tradition, Francis of Assisi, Jacopone da Todi, Alphonsus Maria de' Liguori, love is not loved.


Introducción

«O Amor, devino Amore
Amor, che non èi amato!»
1.

«L'amore non è amato», «El amor no es amado», frase sobre el amor de Dios que no es reconocido, constituye una expresión que una tradición ha atribuido a Francisco de Asís (1182-1226), y que se vincula precisamente con un episodio memorable de su llamativa vida. Así se recoge este hecho en la Leyenda de los tres compañeros:

Un día iba solo cerca de la iglesia de Santa María de la Porciúncula llorando y sollozando en alta voz. Un hombre espiritual que lo oyó pensó que sufriría alguna enfermedad o dolor. Y, movido de compasión, le preguntó por qué lloraba. Y él le contestó: «Lloro la pasión de mi Señor, por quien no debería avergonzarme de ir gimiendo en alta voz por todo el mundo». Y el buen hombre comenzó, asimismo, a llorar, juntamente con él, también en alta voz2.

El episodio también es recordado tradicionalmente como el llanto de Francisco, y se asocia con frecuencia con aquella expresión que encierra la reveladora paradoja sobre «el Amor» que «no es amado», pues sintetiza con fuerza e intensidad aquel convencimiento del Santo de Asís sobre la ingratitud y falta de correspondencia humana hacia el amor-donación de Dios. No obstante, la frase en cuestión no aparece de modo expreso en ninguna de las biografías fundamentales sobre el Santo escritas en el siglo XIII por Tommaso da Celano (c. 1200-c. 1265), por San Buenaventura (c. 1217/1221-1274), y tampoco en la ya aludida de sus «tres compañeros» —León, Rufino y Ángel— que relataron su Leyenda. ¿Dónde se encuentra entonces la fuente que recoge el hecho y coloca en labios de Francisco «L'amore non è amato», «El amor no es amado»?

Quizás podamos pensar que la expresión pudiera haber surgido de algún relato oral que una tradición legendaria reconoció como original sobre el Santo e incorporó al acervo de su memoria, y aunque tal vez no coincida o sea inexacto en relación con las fuentes documentales, revela justamente el deseo y el entusiasmo en la identificación de este singularísimo sentir amoroso, de gratitud y reconocimiento de San Francisco por la fuente del amor, «de todo bien, sumo bien», bien total que es el Señor3. En este sentido, el confiado recuerdo y la ingenua invención del vulgo no estarían desencaminados. Pero el asunto se torna aún más complejo cuando encontramos que estudios más dedicados para la formación espiritual franciscana para seglares y aun para religiosos apuntan a una confirmación de la frase que se vincula ciertamente con la personalidad y el espíritu del Poverello y su amor a lo divino. Ello mismo también puede hallarse en textos literarios que evocan la frase asociándola a la vida y los gestos del Santo de Asís4. Pero los caminos de la tradición o tradiciones que la expresión atribuida a Francisco ha recorrido hasta el momento aún no nos permiten establecer en forma documental cuándo y en qué contexto se formuló. ¿Cuál sería entonces el punto que da inicio a la leyenda de la frase «el amor no es amado»? Las líneas siguientes procurarán dilucidar, a través de distintos documentos, un posible itinerario histórico de la frase que contribuyó a configurar una tradición que vincula la célebre expresión con la espiritualidad de San Francisco de Asís.

1. Indagación bibliográfica y documental

Quizás se podría afirmar que la búsqueda de «amar al amor» del Señor constituye la senda vital que Francisco recorrió de una forma especial, y que, desde su pobreza escogida como condición indispensable, él halló la libertad plena para su entrega amorosa a Dios, a cada ser humano que encontraba a su paso, y a todas las creaturas que pueblan el universo, en una visión iluminada que hacía posible la vivencia, ya en la Tierra, de la esperanza de la construcción concreta del Reino fraterno; cumplía así el «Santo y veraz» mandamiento de Jesús5: Amar a Dios sobre todas las cosas y, en exacta correspondencia, al prójimo como a uno mismo. San Buenaventura nos describe en su Leyenda mayor cómo «el amor sí es amado» por il Poverello:

¿Quién será capaz de describir la ardiente caridad en que se abrasaba Francisco, el amigo del Esposo? Todo él parecía impregnado -como un carbón encendido- de la llama del amor divino. Con solo oír la expresión «amor de Dios», al momento se sentía estremecido, excitado, inflamado, cual si con el plectro del sonido exterior hubiera sido pulsada la cuerda interior de su corazón. Afirmaba ser una noble prodigalidad ofrecer tal censo de amor a cambio de las limosnas y que son muy necios cuantos lo cotizan menos que el dinero, puesto que el imponderable precio del amor de Dios basta para adquirir el reino de los cielos y porque mucho ha de ser amado el amor de Aquel que tanto nos amó. (…)

Si, por una parte, su intensa devoción y ferviente caridad lo elevaban hacia las realidades divinas, por otra, su afectuosa bondad lo lanzaba a estrechar en dulce abrazo a todos los seres, hermanos suyos por naturaleza y gracia. Pues si la ternura de su corazón lo había hecho sentirse hermano de todas las criaturas, no es nada extraño que la caridad de Cristo lo hermanase más aún con aquellos que están marcados con la imagen del Creador y redimidos con la sangre del Hacedor6.

La clave de la plenitud del amor está en la pobreza que es elegida no como mera disciplina ascética, sino como libre y dadivosa renuncia que dispone la intimidad del alma a la apertura, seguimiento esencial en Francisco de la amorosa kénosis de Jesucristo. En il Poverello resulta evidente el hecho de que cualquier inclinación que podríamos llamar egoísta, algún apego por mínimo que sea, constituye un estorbo para que la manifestación del amor de Dios en su ser pueda en verdad desbordarse de acuerdo a su propia naturaleza en generosa prodigalidad. De ahí la estrechísima relación del amor con la vivencia de la pobreza como desposesión de cualquier atadura material, intelectual o incluso de personales conceptos espirituales. En su estudio sobre algunos trabajos publicados en torno al tema de la pobreza franciscana, fray Oktavian von Rieden observa cómo esa enorme dificultad humana de poder desatarse de los afectos, apegos y lazos terrenales impide casi siempre que la caridad inunde nuestro espíritu, para así poder alcanzar esa preciadísima desposesión que el Santo de Asís logró llevar ejemplarmente, traduciéndola en genuino amor que se difundía en su entrega cotidiana. Comenta además que quizás esa misma singularidad de Francisco y su inapreciable pobreza podrían explicar el origen de que a él se le atribuyera erróneamente la expresión «el amor no es conocido, el amor no es amado»7. Fray Oktavian en su estudio remite también a una nota en la que cita a fray Marciano M. Ciccarelli, quien señala que la frase no está presente en las primeras fuentes documentales sobre Francisco, aunque no deja de observar la cercanía del sentido de la expresión con la sensibilidad del Poverello8. Así, continuando quizás con lo que podría llamarse una perspectiva objetiva que toma en cuenta otras posibilidades, fray Oktavian menciona a su vez a la tradición que ve a Francisco como autor de la frase y para ello alude a la prosa entusiasta de un libro de fray Vittorino Facchinetti9. Revisemos estas líneas que Facchinetti compone sobre lo que él llama «maravilloso ejemplo» que es invitación abierta a todos para practicar un apostolado:

A medida que el amor hacia el dulce Jesús de Belén, de Nazaret y del Calvario, tomaba posesión de su corazón de caballero y de poeta (…) la palabra que resonaba más frecuentemente de sus labios -quiere la tradición-, la estrofa preferida de este maravillosos reformador de las almas, el dulcísimo canto de este poeta del misticismo religioso, que con sus prédicas, con sus virtudes, con sus oraciones, con sus penitencias y con sus milagros convertía a Dios los pecadores, los ladrones y los asesinos, era siempre esta: «El Amor no es amado -Amor non amatur!-». Y pronunciaba su frase predilecta con tal acento de dolor y de lamento que bien revelaba toda la íntima tristeza de su alma seráfica al ver el espectáculo de la culpa de los hermanos, y todo su deseo de convertir al mundo entero, si hubiese sido posible, a Cristo, el único ideal de su vida10.

No obstante, fray Oktavian aclara en la misma nota que, después de revisar diversos volúmenes de la bibliografía en torno a Francisco, lo que ciertamente puede afirmarse es que fue el beato Iacopone o Jacopone (también Giacopone) da Todi (c. 1230-1306) quien compuso la frase11, y para ello cita la lauda LXXXI de este poeta franciscano: «O amor, devino amore / amor, che non si amato!»12. Aunque construidos con una variante umbra del verbo ser conjugado en la segunda persona del singular, indudablemente estos versos resultan más próximos a la célebre expresión que aquellas frases que se recogen en los episodios del lamento del Santo por la pasión de Nuestro Señor referidos en las primeras biografías. Aun podría agregarse que la «personificación» de Amor o el Amor para referirse a Dios, o la presentación del Amor divino como motivo y entidad en sus textos poéticos concuerdan más con la retórica del escritor tudertino.

Está claro que, siguiendo la primera carta de San Juan (capítulo 4, versículos 8 y 16), la expresión «Dios es Amor» resulta en una identificación esencial que es percibida en su significado sin mayores problemas por aquellos que están inmersos en la tradición cristiana, y hasta podemos añadir que en un sentido evangélico ambos términos se presentan inseparables con Cristo en el ser-donación-compartir; a partir del Nuevo Testamento, con Jesús se funden en el Amor-Caridad las distintas acepciones del amor: eros, philia y agapé13.

Volviendo a la leyenda sobre el lamento de Francisco, esta ofrece una fuerte impresión que permite asociarla a la frase «el amor no es amado», sin embargo, hasta el presente, no hemos hallado que el Santo de Asís se refiriera comúnmente a Dios como «el Amor», salvo en una ocasión en la Leyenda de Perusa: cuando alguien le pedía algo por «el amor de Dios», regalaba lo que tuviera con él «por respeto a aquel Señor que se llama Amor»14. Tampoco lo vemos en las biografías del Santo escritas por Tommaso da Celano y por san Buenaventura, pues en ellas se habla del «amor de Aquel que tanto nos amó». A su vez, en los textos originales del mismo Francisco solo encontramos las expresiones el «amor de Dios», el «amor de Nuestro Señor Jesucristo», el «amor divino», así como también «Tu amor», «tu Santo amor», y particularmente «Tú eres amor» -en «Alabanzas del Dios Altísimo» y en la «Paráfrasis del Padre Nuestro»-, siempre precisando junto a la palabra amor la presencia de Nuestro Señor, aludiéndolo o nombrándolo expresamente15.

Aunque acaso participemos en un consenso de ver al Poverello con un acendrado espíritu poético que nos atrae y despierta sonrisas de gusto, de fe y de pensamiento atento, igualmente pudiera afirmarse que si bien la cultura laica de Francisco le permitía llegar quizás a todos los estratos de la sociedad medieval -compartiendo en su conversación, en algunas exhortaciones entusiasmadas de sus prédicas y a veces en sus muy dedicadas alabanzas de oración palabras e imágenes que llevan a pensar en elementos de la poesía del amor trovadoresco y de leyendas de caballería-, al mismo tiempo su visión de las cosas era muy concreta, sensible y cercana a la realidad, procurando que su fidelidad al lenguaje se mostrara tanto en su expresión como en sus acciones. En cambio, al asomarnos a las laude de Jacopone da Todi sí podemos leer múltiples versos dedicados especialmente al Amor divino y también comprobar cómo Amor es uno de los nombres para referirse en forma manifiesta a Dios. Veamos algunos ejemplos:

Amor, dilecto Amor, ¿por qué me has dejado, Amor? (Lauda 18)16
Amor, divino Amor, ¿por qué me has asediado? (Lauda 41)17
¡Oh dulce amor,
que has muerto el amor,
te ruego me mates de Amor! (Lauda 69)18
¡Amor que amas tanto,
que yo no sé decir la medida
de la forma desmesurada! (Lauda 82)19

Pero la confirmación de Jacopone como autor de la frase exacta tal como la conocemos, «l'amore non è amato», no la hallamos en su obra poética sino en una referencia que pertenece propiamente a un pequeño recuento de un par de episodios de su vida, los cuales son más bien comentarios o dichos del mismo beato franciscano que exponen aspectos de su visión religiosa y trazan algunos esbozos de su retrato espiritual. Una breve información inicial se encuentra en el trabajo de Paolo Mariani «Liber e contesto: codici miscellanei a confronto», incluido en el libro Angèle de Foligno. Le Dossier20; en su investigación Mariani examina veinticinco códices misceláneos donde el Libro de la beata y mística franciscana está en una compilación junto con otros textos. Justamente, señalado con el número 15 de su Catálogo, Mariani describe el manuscrito I.2.11 del Fondo di Fontecolombo 9 (antica segnatura: G.II.54), perteneciente a la Biblioteca Paroniana del Convento di San Francesco, Fonte Colombo en Rieti21. En el ítem 23 de su descripción se realizan algunos comentarios sobre las Laude del poeta que concluyen con la cita del siguiente fragmento: «(...) con ardor del corazón y siendo preguntado por qué lloraba así continuamente, respondió, Yo lloro porque el amor no es amado»22. Este códice del siglo XV es descrito con detalle en el segundo volumen del Inventari dei Manoscritti delle Biblioteche d'Italia de G. Mazzatinti23, y se especifica que en los folios 137 al 142 están incluidas ocho piezas poéticas (realmente son siete) del escritor tudertino, así como información relativa a su vida, todo ello en lingua volgare, esto es, en un dialecto umbro de la época. De esta forma se sintetiza en el inventario los elementos presentes en los folios mencionados:

«Estos son laude del beato hermano Jacopone de Todi»:

  1. Amor falseado…
  2. Señor mío yo voy languideciendo…
  3. Llora doliente el alma presa…
  4. Amor, dilecto amor…
  5. Hombre que te lamentas…
  6. Sabiduría me parece y cortesía…
  7. Para fray Johanne de La Verna
  8. Oh Señor, por cortesía… con el comentario en vulgar; «Para que ninguno piense que el beato Jacopone compuso las antedichas laude vana o engañosamente…»24

Acudiendo a la visión directa de los folios de esta sección del manuscrito dedicada a Jacopone25, son precisamente los dos últimos, el 141 y el 142, los que interesan más a nuestra búsqueda. En ellos podemos apreciar la observación del comentarista que establece una vinculación entre las solicitudes extremas inspiradas por amor a Dios que aparecen en la lauda precedente («Señor por cortesía, / ¡mándame la enfermedad! / Dame la fiebre cuartana, / la continua y la terciana, / la doble cotidiana / con la gran hidropesía…»26) y la vida que aspira a seguir el poeta tudertino. Coloca así la respuesta del mismo beato a la pregunta de uno de los frailes de la Orden de Hermanos Menores en la que describe su especial deseo y disposición para seguir a Jesucristo a través de la vía de las «tribulaciones» que tuvieran a bien tocarle, recibiéndolas con serena alegría y como una gracia27. Con ello, su singular vocación se caracteriza como una forma de devoción y ascesis que ve en la aceptación voluntaria -y asimismo deseada- de dolores y sufrimientos una ofrenda de amor para participar en una pequeña medida en la oración y el sacrificio por la salvación de su alma y también las de los demás pecadores, una especie de «calvario» personal que escoge y con el que aspira a identificarse con la pasión de Jesús. Con el convencimiento de que «es necesario pasar por muchas tribulaciones para entrar en el Reino de Dios» (Hechos, 14, 22), la espiritualidad de Jacopone se enfoca con intensidad en esta vía dolorosa que se expresa con claridad en los llamativos gestos de su vida de penitencia, así como también en los versos de la lauda. Quizás la declaración de Jacopone, si se quiere sumamente imaginativa de una ruta de expiación a través de hiperbólicos dolores que ruega para sí, pareciera describirnos una suerte de «Romanticismo de la santidad», siguiendo la expresión de Johan Huizinga en su sutil dibujo de algunos tipos de religiosidad del Medioevo28. Acaso pueda pensarse que en parte hay una proximidad en la opción manifiesta del beato franciscano hacia la espiritualidad ejemplar del Santo de Asís.

La devoción de Francisco por la pasión de Jesús que antes hemos mencionado y su intensa sintonía con la oración Absorbeat -«Señor, que la fuerza inflamada y meliflua de tu amor arranque mi alma de tal manera de todo lo que hay bajo el cielo, que yo muera por amor de tu amor, ya que tú te has dignado morir por amor de mi amor»-29, nos llevaría en una primera mirada a afirmar este parangón. Pero il Poverello, con toda la emoción que podemos sentir con respecto a él en el intento de valorar algunas de nuestras personales inclinaciones, no era un «romántico» en este sentido, sino alguien que, en la realidad que le tocó vivir, buscaba seguir las huellas de Cristo en la pobreza y en el amor que se traduce concretamente en la fraternidad y el servicio, una intención que se percibe también en las palabras claves de la Absorbeat. Por su parte, Jacopone, aunque fraile perteneciente a la orden que inspiró Francisco, veía su camino de conversión en la penitencia, acaso vista más como una aspiración a vivir las tribulaciones y la propia mortificación como su ofrenda de sacrificio amoroso. Pero a esta diferencia esencial y de la expresión de la senda tras Cristo, igualmente se manifiesta en la sensibilidad y en el carácter de ambos personajes, lo que apunta de un modo claro Agostino Barolo:

Jacopone y Francisco tienen casualmente varios puntos de contacto, así como en la doctrina, la cual debía ser para el tudertino la propia del Pobrecito de Asís, aunque en la vida, sin embargo, Jacopone fuera muy diferente del maestro por aquello no sé qué de divertido y de festivo que aparece como la característica particular de la vida y obra del hijo de Pietro Bernardone.

En efecto, bajo este aspecto, los dos frailes son muy diferentes.
(...) Francisco es calmado y sereno; Jacopone está todo lleno de furia amorosa; Francisco habla al hermano lobo y al hermano sol, conversa con los ángeles y con los árboles, Orfeo nuevo, arrastra las multitudes detrás de él, casi lleno de divino poder; Jacopone, al contrario, delira y solloza de amor, o fustiga y reprende severamente a aquellos quienes se obstinan en mantenerse lejos del amor verdadero; Francisco se religa, renovándola y embelleciéndola, a la tradición apostólica; Jacopone no alcanza a realizar el verdadero trabajo del apostolado.

Francisco es todo benevolencia y paz, Jacopone todo dolor y violencia; Francisco es tranquilo y sereno, Jacopone está agitado de una pena que tiene la raíz íntima en la insistencia de querer negar lo que en él poderosamente se afirma30.

Aunque estas distinciones nos resulten claras, la intensidad de los actos y de los textos de Jacopone también tiene sus efectos en la crónica de su vida y así no deja de trazar matices que colorean algunas tradiciones franciscanas. Volviendo al manuscrito, los renglones finales del folio 142 recogen una conmovedora descripción del beato que nos habla de su amor a lo divino, así como un episodio especial que nos hace pensar en el mismo Francisco, pero esta vez con la formulación de la frase exacta que motiva esta investigación:

Se dice y se cree que este beato fray Jacopone murió de amor de Cristo y que por el demasiado grande amor se partió su corazón. De donde llorando continuamente por muchos años antes de su muerte con ardor de corazón, y siendo preguntado por qué llorara así continuamente, respondió: «Yo lloro porque el amor no es amado»31.

Sin duda resulta ostensible la similitud de estas líneas con el conocido suceso que relatan los primeros biógrafos acerca del lamento de Francisco por la pasión de Jesús en aquel contexto del diálogo con el hombre piadoso en las cercanías de la Porciúncula. ¿No parecen mostrar casi la misma imagen? ¿Cómo no relacionar ambos episodios y hasta identificarlos dentro de una línea de la tradición? Optando por un extremado fervor por Francisco, acaso pudiera pensarse que Jacopone en sus últimos años emulara al Santo de Asís en su veneración por el amor a Cristo, llegando incluso a pronunciar «su» célebre frase, o que quizás, desde otro punto de vista, el autor del fragmento de esta vita -o tal vez el copista del manuscrito- en alguna medida participara también de una devoción semejante y completara su escritura sobre el beato tudertino con el molde de imágenes de la tradición memorable acerca del Poverello, lo que no resultaría extraño de acuerdo a ciertas costumbres medievales en la composición de la leyenda de Santos32.

Partiendo de este deseo emocionado, ello constituiría una hipótesis de interés, pero que, hasta ahora, no tendría un documento que le diera soporte de validación, e igualmente no se contaría sino con escasísimas probabilidades para hallar algún indicio de ello siguiendo esa aspiración voluntariosa. La documentación, por el contrario, apunta a una dirección distinta, y así los cronistas más señalados de los orígenes históricos de las órdenes fundadas por San Francisco de Asís -fray Marcos de Lisboa (1511-1591) y fray Luca Wadingo (15881657) -coinciden en mostrar a Jacopone da Todi como el protagonista del episodio en el que la expresión «l'amore non è amato» sale a la luz. Marcos de Lisboa -o Marco da Lisbona de acuerdo a la grafía Italiana- en la segunda parte de sus Crónicas da Ordem dos Frades menores, traducida del original portugués al Italiano hacia 1566 por Horatio Diola como Croniche de' Frati Minori, escribe sobre la «Vita del Beato Frate GIacopone da Todi», junto a una nota que indica «Causa justa de largo llanto», casi las mismas palabras que pueden leerse en el códice de la Biblioteca Paroniana, mas con unas variantes: «Preguntado una vez de un fraile por qué lloraba tanto, respondiera, porque no es amado el amor»33. En cambio, al referirse a Francisco de Asís, cuando relata el episodio de su llanto en el primer volumen de las Croniche -publicado en Italia en 1541 y luego en 1556- sigue aproximadamente el relato de las más antiguas biografías, aunque recoge un pequeño detalle que en las narraciones iniciales no se hallaba en forma tan perceptible; este añadido será incorporado más tarde en la tradición: «…pensando que no era oído, y transportado por este dolor de la pasión de su dulce Jesús, gritaba en alta voz»34. Por su lado, fray Luca Wadingo Hiberno -o con su nombre que recuerda su origen irlandés, Luke Wadding- en el tomo V de sus Annales Minorum seu Trium Ordinum a S. Francisco Institorum Impreso en 1642, describe la ocurrencia del recordado hecho de Jacopone hacia 1298 y con la nota al margen «Digna respuesta del amante»: «Ciertamente, preguntado una vez por un fraile por qué lloraba tanto, respondió: lo hacía porque El amor no es amado»35. Asimismo, dos obras del siglo XVIII que recopilan leyendas e historias de vidas de los Santos y beatos de las órdenes franciscanas siguen esencialmente las crónicas anteriores para atribuir la frase a Jacopone da Todi: el Leggendario francescano de fray Benedetto Mazzara de 172236 y L'anno francescano de fray Fulgenzio Maria Riccardi de 178937.

Desde una perspectiva diferente, y quizás con aquel entusiasmo contagiante que suscita la poesía que expresa amor -pero consultando como fuentes históricas a Luca Waddingo, a Mathäus Rader y también a Bartolomeo da Pisa-,podemos encontrar cómo Antoine-Frédéric Ozanam (1813-1853), cuando desarrolla un capítulo especial sobre la obra de Jacopone da Todi en su libro Les poètes franciscains en Italie au treizième siècle, realiza una interesante conexión entre el beato escritor y San Francisco, mostrando curiosamente una visión que asemeja la manifestación de esa locura de amor de ambos cuando hace alusión a la famosa frase:

(…) los frailes menores no dudaron más en abrirle la puerta a Jacopone; reconocieron que su locura era la del mismo San Francisco, cuando en los primeros días de su penitencia era visto como un loco, hostigado a pedradas en los lugares públicos de Asís, o cuando se encontraba en la campiña, lleno de lágrimas, porque meditaba en la muerte de Cristo. Esa misma pasión la poseía ahora el penitente de Todi; aquella había hecho el milagro de tocar esa alma endurecida con las lecciones del legista, con las tensiones de los negocios; ella lo impulsó no solo al pie de los altares, sino también a los campos, en los bosques, en todos los lugares donde el Creador se revela por la belleza de las creaturas. Él iba cantando salmos, improvisando versos, ahogando sus cantos en sus lágrimas; estrechaba en un abrazo desesperado los troncos de los árboles; y cuando se le preguntó por qué lloraba de aquel modo: «¡Ah! Yo lloro, exclamó, porque el amor no es amado»38.

Por su parte, siguiendo la línea de los estudios filológicos, Henry Thode (1857-1920), en su estimulante investigación acerca de las interesantes relaciones entre la herencia de la renovación espiritual franciscana y los orígenes del arte renacentista, Franz von Assisi und die Anfänge der Kunst der Renaissance in Italien (1885), al hablar del poeta tudertino, realiza la cita de un párrafo que relata la etapa final de la vida de Jacopone39. En la correspondiente nota de referencia, Thode señala que esta cita la toma del Romanista Eduard Böhmer (1827-1906), al mismo tiempo que indica que pertenece a un manuscrito parisino, pero sin más datos de localización. En realidad Thode traduce al alemán el fragmento aludido, pues en el extenso artículo de Böhmer que presenta un cuidadoso estudio sobre la obra de Jacopone -particularmente de sus textos en prosa, así como información detallada sobre los manuscritos que recogen su labor poética-, el relato del episodio con la célebre frase se encuentra en lengua Italiana:

Se dice y se cree que este beato Jacopone murió de amor por Cristo y que por el excesivo amor su corazón se rompió. Puesto que ya sea que por muchos años antes de su muerte continuamente llorase, preguntado por qué continuamente llorase así, respondió: «Yo lloro porque el amor no es amado». Aún dijese: «La mayor beatitud, que un alma pueda tener en esta vida, es cuando constantemente es ocupada de Dios y en Dios». Y en este estado se cree que su alma fue recibida40.

Tal como lo indica Böhmer, el manuscrito Italiano que recoge el fragmento es el número 1037 de la colección de la Bibliothèque Nationale de France y cuya data es del siglo XV, coincidiendo cronológicamente con el códice de la Biblioteca Paroniana41. Una referencia similar al texto del manuscrito que cita Böhmer, con el mismo sentido y casi con idénticas palabras, se halla en una nota que hiciera Domenico Moreni (1763-1835) en la edición que reúne cuatro cartas del poeta Feo Belcari (1410-1484)42. En su comentario sobre la tercera carta, una misiva que Belcari le dirigiera a un amigo innominado desde San Martino en junio de 1445, Moreni observa al inicio del texto la alusión del autor a una «Riceta del Beato Iacopone» -que incluye también en el mismo volumen43-, una suerte de tratado para «alcanzar el conocimiento de la verdad y la paz perfecta en el alma», y que se encuentra a continuación de la carta recogida en el códice 2627 de la Biblioteca Riccardiana de Florencia. Inmediatamente agrega en su nota que en la página 38 del mismo códice: «Il nostro Belcari a tal proposito dice», y reproduce entonces el fragmento con el relato que recoge la frase célebre del poeta tudertino44. En la cita, el escritor florentino pareciera trasladar los textos originales de Jacopone al lenguaje de su tiempo, un «volgarizzamento molto letterale» que procura acercarnos más al pensar devoto del beato franciscano45. No obstante, el manuscrito que utilizara Belcari como fuente para lograr su tarea queda incógnito, sin especificar.

El paseo bibliográfico nos muestra dos líneas de tradición textual que claramente señalan a Jacopone da Todi como el autor de la expresión «l'amore non è amato» pronunciada en el momento de un sentido llanto con el que manifiesta su dolor íntimo por Cristo: una tradición biográfica religiosa que compila las vidas de los venerables, beatos y Santos franciscanos, y la otra vinculada con el estudio filológico y la valoración literaria que dirige su atención cuidadosa a la obra poética y textos de Jacopone. ¿Podría haber una tercera línea en paralelo? ¿A partir de qué momento surge entonces una tradición diversa que atribuye a Francisco de Asís la frase memorable que suscita un interés especial cuando se relaciona con su gesta? Dados los testimonios de las dos tradiciones mencionadas, y especialmente la línea biográfica religiosa, parece poco probable que en el contexto netamente franciscano la leyenda con il Poverello como autor de la frase se iniciara antes del siglo XVIII, pues ¿cómo ignorar las referencias específicas sobre la vita de Jacopone que presentan las obras de autores de las órdenes que nacieron del movimiento originario del propio fundador Francisco?46Por su parte, la línea de estudiosos y eruditos alcanza el último cuarto del siglo XIX y no pareciera haber textos en la bibliografía sobre la historia y temas franciscanos que pudieran señalar una coincidencia entre la frase del escritor tudertino y algún indicio de una leyenda del Santo de Asís como autor de la expresión. En este sentido, pareciera razonable pensar que el origen de una tradición que recoja esta última posibilidad debe ser distinto, menos presente entre estudiosos de la orden de los hermanos menores y sus ramas, e inspirada más bien en una intuición periférica a ella, acaso ingenua y de una sensibilidad más popular que identificara como uno solo el episodio del llanto de Francisco y el de Jacopone. ¿Cuándo y dónde pudo propiciarse esto? Aún no hallamos datos para corroborar una aventurada hipótesis. Sin embargo, fuera de la órbita franciscana, el más antiguo texto que hemos encontrado hasta ahora con la expresión asociada al Poverello pertenece a los inicios del siglo XVIII, aunque quizás ya en el siglo precedente la versión pudo haber sido conocida. Así, el padre Antonio de Torres (1636-1713), superior de la Congregazione dei Pii Operai, es quien por primera vez narra de modo expreso el episodio más o menos configurado con Francisco como el protagonista del llanto que lamenta que «el amor no es amado». En su obra de meditaciones Giesù Bambino, impresa póstumamente en 1731, escribe:

Andaba en estos días (del Adviento) llorando San Francisco, y corría y por la selva y por los bosques gritando, y con gemidos inconsolables parecía que hubiese querido hasta impregnar en las fieras y en las plantas el sentimiento de dolor. Preguntado por su compañero por qué tantos suspiros y tantas lágrimas, respondiese casi maravillado de la pregunta: ¿Y cómo quieres que no llore? Amor non Amatur: veo el amor no amado: Veo un Dios, nos decía así, loco por el amor del hombre, y entre los hombres no tiene a quien lo ama47.

Los trazos del relato tienen semejanzas con algunas de las fuentes ya citadas que cuentan la leyenda de Francisco, mas incorpora con variantes parte del diálogo perteneciente a la vida de Jacopone. ¿Constituye el pasaje una escritura original del propio padre Torres que funde ambas versiones en su recuerdo de lecturas, o lo habrá tomado de alguna fuente que sigue una tradición popular cuyo registro aún no es detectable? Sin poder asegurar una respuesta, tal vez sea interesante observar lo que se apunta el siguiente comentario de Giuseppe Cacciatore:

Torres es un fuerte erudito, como atestiguan las impresionantes bibliografías puestas a la cabeza de los volúmenes, y sobre todo las «notas críticas» al pie de página que apoyan las abundantes citas del texto. Erudito y crítico, naturalmente con cierta ingenuidad, ya que parte de su material, según lo que habíamos podido ver, no es en absoluto de primera mano, y la crítica solo es repetición48.

Pero si bien el texto del padre Torres determina un punto inicial, es propiamente san Alfonso Maria de' Liguori (1696-1787), obispo y fundador de la Congregación del Santísimo Redentor -comúnmente conocida como la orden de los redentoristas-, gran maestro de vida espiritual en la Iglesia católica y escritor prolífico, quien quizás establecerá con su obra de notable y amplia influencia los rasgos del episodio de la leyenda sobre «el amor no es amado»; con él parece comenzar con una mayor fuerza la tradición que mira al Santo de Asís exclamando la célebre frase, una imagen plena de intensidad que se presenta especialmente para guiar las reflexiones personales en la formación de la intimidad cristiana en distintas congregaciones y también en los laicos fieles devotos. De esta forma, al menos en dos ocasiones, podemos apreciar en sus meditaciones la alusión del suceso asociado a Francisco. La primera, en la Meditazione VII per la Novena di Natale (1758), inspirada precisamente en la citada prédica que para el mismo tiempo del año realizara el Padre Antonio de Torres, de ahí su estrecha semejanza49:

En estos días de la Santa Navidad estaba llorando y suspirando San Francisco de Asís por los caminos, y por la selva, con gemidos inconsolables. Preguntado ¿por qué? Respondió: ¿Y cómo quieres que yo no llore, cuando veo que el amor no es amado? Veo un Dios casi loco por amor al hombre, ¡y el hombre tan ingrato a este Dios! Oh, si esta ingratitud de los hombres tanto afligía el corazón de San Francisco, ¿consideramos cuánto más afligiera el corazón de Jesucristo? (…) Mientras ve que de muchos no es ni amado, ni conocido, como si Él no les hubiese hecho ningún bien, ni hubiese padecido nada por su amor…50

Como puede observarse, la cita se completa con la reflexión que establece la vinculación con Jesús «no amado-no conocido» de la que ya habíamos hecho una referencia51 y que San Alfonso escribirá de nuevo al mencionar a otras recordadas figuras Santas en la prédica para una fecha distinta del almanaque cristiano52. La segunda alusión se encuentra en otra meditación perteneciente a su obra Via della salute (1766): «San Francisco de Asís andaba llorando por el campo, al pensar en la ingratitud de los hombres: "¡El amor no es amado, el amor no es amado!"»53. La frase de San Francisco en su insistente fórmula repetida, tal como la conocemos en la actualidad, la vemos por primera vez en la obra de san Alfonso Maria de' Liguori, lo que sin duda muestra su particular preocupación en este sentido. Aun esta misma construcción la encontramos nuevamente en otra Novena que preparó en atención al Corazón de Jesús (1758), pero esta vez presentándola como la conclusión en la coincidencia de miradas y lamentos de todo un conjunto de Santas y devotas de la amabilísima persona de Cristo: «Esto es lo que hacía llorar a las Rosas de Lima, las Caterinas de Génova, las Teresas, las Marias Maddalenas de' Pazzi, las cuales, considerando esta ingratitud de los hombres, exclamaban llorando: El amor no es amado, el amor no es amado»54. Su conocimiento erudito de distintas fuentes y sus iluminadas reflexiones espirituales para la predicación evangélica llevan a Alfonso Maria de' Liguori a establecer las relaciones entre diferentes figuras Santas, singularmente en este punto sobre el amor a Dios que la célebre frase atribuida a San Francisco sintetiza de un modo especial. Precisamente también a Santa Maria Maddalena de' Pazzi (1566-1607) se la asocia con la impresionante imagen de ella corriendo de un lado a otro en el interior de su monasterio, lamentando con mucho dolor la indiferencia humana hacia Cristo a través del grito «L'amore non è amato, l'amore non è amato»; así como en la obra de san Alfonso Maria, la Santa florentina y su legendario y asombroso gesto «impazzito» tendrán una mención particularmente presente en las meditaciones espirituales de otros autores55. Con la leyenda de Maria Maddalena d' Pazzi se inicia otra línea de tradición de la frase con ella de protagonista, pero a la vez coincidiendo en una idéntica convicción con la del beato Jacopone y la de San Francisco. El sentimiento de Santa Maria Maddalena sin duda nació de su alma al mismo tiempo iluminada y adolorida, pero podríamos preguntarnos si la formulación de la frase que repetía era tan solo producto de su expresión personal, o más bien el recuerdo de alguna lectura de la vida de Jacopone que se hizo convencimiento propio, convirtiéndose en hallazgo verdadero que le era imperativo manifestar a altísima y viva voz.

De cualquier forma, con la obra de San Alfonso Maria de' Liguori se juntan tres elementos esenciales que trazan los rasgos definitivos de leyenda de San Francisco de Asís y la frase «L'amore non è amato» y que la tradición guardará fusionados en un único suceso: en primer lugar, el lamento con llanto y suspiros de Francisco en las inmediaciones de la Porciúncula que se extiende por el bosque, la campiña y sus caminos, junto con el diálogo con un testigo de su íntimo dolor, relato del hecho que proviene de las primeras biografías del Poverello; a ello se suma la respuesta de Jacopone da Todi a la pregunta precisa acerca de su llanto continuo, episodio que se recoge en varios manuscritos que reúnen sus Laude y en algunos relatos de su vida; y se completa finalmente con el anuncio mediante gritos dolientes -un particular énfasis que ya puede advertirse en la Croniche de Marcos de Lisboa al hablar de la vida del Santo de Asís- y la formulación de la expresión en su forma repetida, como en el caso legendario de Santa Maria Maddalena de' Pazzi. La imagen del Poverello gritando en su dolor íntimo la verdad de que «el amor no es amado» queda desde entonces consolidada y así llegará a nuestros días alimentada con el aporte de otras visiones y experiencias históricas que incluso encontraremos en ámbitos franciscanos. De esta forma Francisco continúa mostrando su lección luminosa a los fieles cristianos en la conciencia de la opción de la desposesión para abrir el alma a la libertad de recibir a Dios, la fuente del amor.

Epílogo

Al observar las citadas prédicas de Alfonso de' Liguori, conocido como el Santo del Siglo de las Luces56, resulta llamativo que escogiera la frase «el amor no es amado» como una forma directa de advertir la ingratitud humana hacia Dios, un deplorable comportamiento del ánimo indispuesto, fruto de la desatención, del descuido o de la ignorancia -expresa o no- que en sí constituye una falta de correspondencia que disloca el sentido natural de la existencia, y especialmente en la vivencia de la fe. La ingratitud puede ser vista como un hecho contrario a la razón asociada a la sindéresis, y además, consecuentemente, los actos que de aquella se derivarían nublan la conciencia, una grave condición que conculca el ejercicio de la libertad humana. Así, parece claro por qué el advertir lo irrazonable y el desatino de no reconocer el mayor amor en la generosísima entrega de Jesús por nuestra salvación, suscitara el llanto de San Francisco y del beato Jacopone, así como el aspaviento de Santa Maria Maddalena. ¿Cómo explicar con razones la conducta ingrata, si esta en el contexto de la fe se opone a la razón? Gestos intensos que responden a impulsos genuinos junto a la expresión «el amor no es amado» -constatación de un hecho en una tristísima paradoja- constituyen una forma de revelar esta sencilla verdad. Pensamos entonces en lo que señalaba C. S. Lewis acerca de la difícil predicación en el mundo moderno y cómo en ocasiones lo emocional y lo «pneumático» -al modo de decir de San Pablo- nos iluminan aún más que en la desplegada argumentación de tantos discursos57. Y esto se hace aún más evidente cuando una tradición ha buscado o querido vincular el grito doliente sobre «el amor no es amado» con el llanto del mismo Santo que a su vez nos habla de «la verdadera alegría» y también canta entusiasmado las alabanzas al Señor y a la fraternidad de los hombres y de la Creación entera58. ¿Cómo no aceptar entonces la sincera invitación de Francisco a amar? «Si no tengo amor no soy nada» insiste en recordarnos San Pablo (1ª Corintios 13, 1-3), y San Juan lo explica con mayor detalle en su primera carta, la misma que hemos aludido a lo largo de esta aventura de indagación en la historia y las leyendas franciscanas: «Nosotros amemos, porque él nos amó primero. Si alguno dice: "Amo a Dios", y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve. Y hemos recibido de él este mandamiento: quien ama a Dios, ame también a su hermano»59(1ª Juan 4, 19-21). Il Poverello de Asís respondió a ello con su vivo y vehemente amor a la Eucaristía y a la Palabra, en íntima coherencia con la atención amorosa a todos los seres humanos y con el especialísimo y dedicado servicio fraterno a los más desvalidos y excluidos: una lección de «amor al amor» que continuamente nos enseña el ejemplo de su vida tras las huellas de Jesús.


Notas

1 Iacopone da Todi. Lauda. A cura di Franco Mancini (Roma-Bari-Città di Castello: Gius Laterza, & Figli, 1974), Lauda 39.

2 Leyenda de los tres compañeros, 5, 14. La versión en español es de Enrique Gutiérrez, O.F.M., en Franciscan Biographic Sources, Pax et Bounum, consultada en diciembre 26, 2011, http://www.paxetbonum.net/biographies/3companions_esp.html. En adelante al hacer referencia a estas fuentes utilizaré las siglas FBS y señalaré la dirección electrónica. El hecho igualmente puede leerse en la Leyenda de Perusa, 78: «En cierta ocasión, a los pocos años de su conversión, mientras caminaba solo no lejos de la iglesia de Santa María de la Porciúncula, iba llorando y sollozando en alta voz. Yendo así Francisco, tropezó con él un hombre piadoso —le conocemos y de él escuchamos este relato— que le había ayudado mucho y consolado cuando todavía no tenía hermano alguno e incluso más tarde. Conmovido de piedad para con él, le preguntó: “¿Qué te pasa, hermano?” Pues pensaba que sufría dolores a causa de alguna enfermedad. Respondió Francisco: “De esta manera debería ir yo, sin vergüenza alguna, por todo el mundo llorando y sollozando la pasión de mi Señor”. Y aquel hombre comenzó a llorar y a derramar lágrimas abundantes a una con Francisco.» (Traducción de José Ángel L. de Guevara, O.F.M. FBS: http://www.paxetbonum.net/biographies/legend_perugia2_esp.html.) Asimismo otra variante, con alusión a la época del episodio, la encontramos en Espejo de perfección, parte sexta, 92: «Poco después de su conversión caminaba solo por las inmediaciones de la iglesia de Santa María de la Porciúncula, llorando y suspirando en alta voz. Un hombre muy espiritual se encontró con él, y, pensando que tuviera algún dolor proveniente de enfermedad, le preguntó: “¿Qué te pasa, hermano?” Y le respondió: “En esta forma debería ir por todo el mundo, sin avergonzarme, llorando la pasión de mi Señor”. Entonces aquel hombre empezó a llorar con él y a derramar copiosas lágrimas.» (La traducción también es de fray Enrique Gutiérrez, O.F.M. FBS: http://www.paxetbonum.net/biographies/mirror_of_perfection3_esp.html#92).

3 San Francisco de Asís, «Alabanzas para cada hora» en Escritos de San Francisco y Santa Clara de Asís, ed. Lázaro Iriarte, O.F.M. cap. (Valencia: Editorial Asís, 1992), 155. Cuando haga referencia a este libro en notas posteriores usaré las siglas ESFSCA y añadiré el número de la página.

4 Un ejemplo lo constituye El Hermano de Asís. Vida profunda de San Francisco, del padre capuchino Ignacio Larrañaga (Santiago de Chile: Ediciones Paulinas. Cefepal, 1979).

5 San Francisco de Asís, «Oración ante el crucifijo», ESFSCA, 149.

6 San Buenaventura, Leyenda mayor 9, 1 y 4. Traducción de Lázaro Iriarte, O.F.M. cap., FBS, http://www. paxetbonum.net/biographies/major_legend2_esp.html#9.

7 Octavianus a Rieden, O.F.M. cap. (Oktavian Schmucki), «De quibusdam commentariis circa paupertatem franciscanam nuper in lucem editis», Collectanea Franciscana 4, tomus 32 (Roma: Istituto Sto-rico dei Frati Minori Cappuccini, 1962), 445-460. Así escribe el fraile suizo refiriéndose con la letra H específicamente al libro de fray Paul Huguet, O.F.M., Richesses de la pauvreté (Présence de Saint François N.º 11. Paris: Éditions franciscaines, 1962): «Pluribus modis H ostendit quomonodo divinus infundatur non nisi in corda a vinculis rerum terrenarum soluta. Eiusmodi cogitato sequentibus capitulis illustratur: explicatur sensus effati perperam Assisiensi tributi: “Amor ignoratur, amor non amatur”». Coloco mi versión libre en castellano del fragmento e incluyo un paréntesis: «H de varias maneras muestra cómo se infunde lo divino solo en los corazones que se han desatado de las ligaduras terrenales. Ello puede ser ilustrado en los capítulos siguientes, lo que explica el sentido de la atribución errónea al Asisiense (Francisco) sobre “el amor no es conocido, el amor no es amado”». Esta misma frase en el original, «L'amour n'est pas connu, l'amour n'est pas aimé», constituye el título del primer capítulo de la obra de Huguet, que en la edición Italiana, La ricchezza della povertà [«Traduzione di una clarissa del Monastero di Milano». Presenza di San Francesco 3. (Milano: Biblioteca Francescana Provinciale, 1963), 9-27], leemos como «L'amore non è conosciuto, l'amore non è amato». Según hemos visto con el señalamiento de fray Oktavian, el padre Huguet atribuye al Santo de Asís el origen de la célebre expresión: «Quando il padre San Francesco pronuncia queste parole, con l'anima infiammata per lunga profonda orazione, certamente intende applicarle a se stesso…». Ibíd., 11. Curiosamente «L'amour n'est pas connu, l'amour n'est pas aimé» son las mismas frases con que se inicia una exhortación de la beata Madre Marie de Jésus Deluil-Martiny (1841-1884), fundadora de la congregación de la Hijas del Corazón de Jesús. Marie de Jésus Deluil-Martiny. Blog sur la Bienheureuse Marie Deluil-Martiny, Fondatrice de la Société des Filles du Cœur de Jésus, consultado en junio 14, 2012, http://Marie-de-jesus-deluil-martiny.blogspot.com/2012/04/lamour-nest-pas-connu-lamour-nest-pas.html. El texto pertenece a una carta dirigida a sus hermanas de la congregación fechada en La Servianne, Marsiglia, el 8 de diciembre de 1882, consultada en junio 14, 2012, http:// Maria-deluil-martiny.blogspot.com/2013/04/lamore-non-e-amato.html, y parece derivarse de la revelación que tuvo la Madre Marie de Jesús el primer sábado de septiembre de 1867, cuando orando en una iglesia Jesús le habla para decirle «Je ne suis pas connu, je ne suis pas aimé...». Dom Antoine Marie, Abbaye Saint-Joseph de Clairval en Flavigny-sur-Ozerain, Francia. «Lettre mensuelle», marzo 14, 2007, consultada en junio 14, 2012, http://www.clairval.com/lettres/fr/2007/03/14/6140307.htm. Asimismo, el Cardenal Jean Daniélou, sj (1905-1974), en el capítulo séptimo «La Gloria de Dios» de su libro Le mystère du salut des nations (Paris: Editions du Seuil, 1946), 146, apunta una frase muy similar que describe una realidad que exige atención: «L'autentico appello missionario parte dalla dolorosa impazienza di vedere che Cristo non è conosciuto e non è amato». Utilizo la versión traducida al Italiano por Domenico Tenderini, Il mistero della salvezza delle nazioni (Brescia: Morcelliana, 1954), consultada en junio 14, 2012, http://www.atma-o-jibon.org/Italiano7/danielou_salvezza7.htm. Como puede observarse, las referencias a la Madre Marie Jesús, al Cardenal Jean Daniélou y a fray Paul Huguet, los tres de lengua francesa y formulando la expresión con el binomio «n'est pas connu-n'est pas aimé» -vinculado estrechamente con 1ª Juan 4, 7-21-, nos muestran otra tradición importante de la frase, una visión-sendero que con variantes también puede encontrarse en otros beatos, Santos y personajes relevantes de la historia de la Iglesia caracterizados por una intensa espiritualidad y una devoción especialísima a Jesús. Mención especial requiere Santa María Maddalena de' Pazzi, pero tocaremos este aspecto un poco más adelante.

8 Marciano M. Ciccarelli, O.F.M., I misteri di Cristo nella spiritualità francescana (Benevento: Tip. R. Scotti, 1961), 427, nota 37. Citado por Octavianus A Rieden, op. cit., 455, nota 43. Reproduzco el fragmento del texto original: «Questa espressione, comunemente attribuita a San Francesco, non si trova nelle biografie antiche del Santo, ma ne esprime bene l'atteggiamento spirituale». Agrego mi traducción al español: «Esta expresión, comúnmente atribuida a San Francisco, no se encuentra en las antiguas biografías del Santo, pero explica muy bien la actitud espiritual».

9 Ídem.

10 Vittorino Facchinetti, O.F.M., Siate apostoli! Il «tutto serafico in ardore» e il problema dell'Apostolato (Firenze: Quarachi Tip. del Collegio di S. Bonaventura, 1919), 77. Reproduzco el fragmento del texto original: «A misura che l'amore verso il dolce Gesù di Betlemme, di Nazaret e del Calvario, si impossessa del suo cuore di cavaliere e di poeta (…) La parola che risuonava più di frequente sulle sue labbra -vuole la tradizione, -la strofa preferita di questo meraviglioso riformatore delle anime, il dolcissimo canto di questo poeta del misticismo religioso, che colle sue prediche, colle sue virtù, colle sue preghiera, colle sue penitenze e coi suoi miracoli, convertiva a Dio i peccatori, i briganti e gli assassini, era sempre questa: “l'amore non è amato- Amor non amatur!”. Ed egli pronunciava la sua frase prediletta con un tale accento di cordoglio e di rimpianto che ben rivelava tutta l'intima tristezza della sua anima serafica davanti allo spettacolo delle colpe dei fratelli, e tutto il suo desiderio di convertire il mondo intiero, se fosse stato possibile, a Cristo, l'unico ideale della sua vita». La traducción al español es mía.

11 Octavianus a Rieden, op. cit., 455, nota 43: «Effatum vero est, quantum post varia volumina perlustrata statui possit, Jacoponi Tudertini, O. Min. († 1306)».

12 Fray Oktavian cita la estrofa del libro Jacopone da Todi, Laudi, trattato e detti (A cura di Franca Ageno. Firenze: Felice le Monnier, 1953), 333. Puede observarse en la referencia de fray Oktavian realiza de los dos versos iniciales de la lauda LXXXI, que estos presentan unas variantes con respecto al epígrafe de mi trabajo que a la vez indico como pertenecientes a la lauda 39, aunque son el mismo poema. Estas variantes probablemente tengan origen en la selección de los manuscritos por parte de los curadores para el establecimiento del texto escrito en uno de los antiguos dialectos umbros, de ahí también las diferencias en cuanto a la numeración: la cifra arábiga sigue la didascalia en latín de la vulgata umbra, y la Romana la de la editio princeps de las laude realizada por Francesco Buonaccorsi en Florencia, 1490. La fuente que utilizo para el epígrafe es Laude de Iacopone da Todi (a cura di Franco Mancini. Roma-Bari-Città di Castello: Gius Laterza & Figli, 1974), 107. En adelante al citar esta edición escribiré Laude y añadiré el número de la página. También he consultado el volumen Iacopone da Todi, Le Laude secondo la stampa fiorentina del 1490 (a cura di Giovanni Ferri. Bari: Gius Laterza, & Figli, 1915). Cuando cite más adelante esta obra colocaré Le Laude y agregaré el número de la página.

13 Cf. Benedicto XVI, Deus Caritas est. Carta Encíclica del Sumo Pontífice a los obispos, a los presbíteros y diáconos, a las personas consagradas y a todos los fieles laicos sobre el amor cristiano (Roma: Libreria Editrice Vaticana, 2005).

14 Leyenda de Perusa, 90 en FBS, op. cit.

15 Pueden verse estos textos y oraciones en ESFSCA.

16 «Amor, diletto Amore, perché m'ài lassato, Amore?», Laude, 52. Corresponde al número LXVII en Le Laude, 155, con el título «Como l'anema se lamenta de l'amore divino partito». La traducción al español es mía.

17 «Amor, devino Amore, perché m'ài assidiato?», Laude, 119. Corresponde al número LXXXII en Le Laude, 190, con el título «Como l'anima trova Dio in tutte creature per mezo de sensi». La traducción al español es mía.

18 «Oi dolze amore, / c'ài morto l'amore, / pregote m'occide d'Amore!», Laude, 198. Corresponde al número LXXXIII en Le Laude, 191, con el título «De l'amore de Cristo in croce, e como l'anima desidera de morir con lui». La traducción al español es mía.

19 «Amore, che ami tanto / ch'eo non saccio dir lo quanto / de lo como esmesurato!», Laude, 245. Corresponde al número LXXXVII en Le Laude, 198, con el título «De l'amor divino la misura del quale è incognita». La traducción al español es mía.

20 Paolo Mariani, «Liber e contesto: codici miscellanei a confronto», en Angèle de Foligno. Le Dossier, ed. Giulia Barone y Jacques Dalaraun (Roma: École française de Rome, 1999), 71-144.

21 Ibíd., 121.

22 Ibíd., 123. Así en el texto original: «… con ardore de core et essendo domandato perché piangesse così continuamente, respuse, Io piango che l'amore non è amato». La traducción al español es mía.

23 G. Mazzatinti, Inventari dei Manoscritti delle Biblioteche d'Italia, Volume secondo (Forlì: Casa Editrice Luigi Bordandini, 1892), 169-170. El trabajo de descripción de los manuscritos de la Biblioteca del Convento de Fonte Colombo está firmado por el Dott. Alessandro Bellucci.

24 Ibíd., 169. La traducción al español es mía. Agrego a continuación el señalamiento de los poemas en su lengua original y su referencia en las ediciones que he consultado, así como su ubicación en los folios del códice de la Biblioteca Paroniana que tuve la oportunidad de examinar (ver nota siguiente). Conviene advertir que las laude recogidas en las distintas ediciones presentan variantes entre sí y con respecto al manuscrito:

  1. «Amore contrafacto…»: folio 137 del manuscrito, líneas 2 a 31 de la cara a y líneas 1 y 2 de la cara b. Corresponde al número 46 en Laude, 129-130, y al XXXIII en Le Laude, 66-67, con el título «De l'amore falso che offende le virtù».
  2. «Signor mio io vo languendo…»: se recoge en los folios 137/b, líneas 3 a 29, y 138/a, líneas 1 y se encuentra señalado con el número lvi, en el párrafo 67 del volumen preparado por Nicola Cavanna, O.F.M., «Del beato Frate Jacopone da Tode». Vita e Laude contenute nella «Franceschina» del P. Giacomo Oddi. Codice inedito del sec. XV, Santa Maria degli Angeli, (Assisi: Tipografia Porziuncola, 1926), 39-40.
  3. «Piangi dolente anima predata…»: folio 138/a, líneas 3 a 29. Corresponde al número 52 en Laude, 145-146, y al LXVIII en Le Laude, 158-159, con el título «Como l'anima piange la partita del suo amore».
  4. «Amore dilecto amore…»: folios 138/b, líneas 1 a 30; 139/a, líneas 1 a 29; y 139/b, líneas 1 a 14. Corresponde al número 18 en Laude, 52-55, y al LXVII en Le Laude, 155-157, con el título «Como l'anema se lamenta de l'amore divino partito».
  5. «Homo che te lamenti…»: folio 139/a, líneas 23 a 29, y 139/b, líneas 1 a 14. En realidad no es otra lauda, sino una continuación de los versos de la anterior; en Laude, 54-55, y en Le Laude, 156-157.
  6. «Senno me pare e cortesia…»: folio 139/b, líneas 15 a 29. Corresponde al número 87 en Laude, 277-278, y al LXXXIV en Le Laude, 193, con el título «Como è somma sapienzia essere reputato pazo per l'amor de Cristo».
  7. «Ad fra Johanne de La Verna»: folio 140/a, líneas1 a 19. Corresponde al número 68 en Laude, 197-198, y al LXIII en Le Laude, 142, con el título «Epistola consolatoria a frate Ioanni da Fermo ditto da la Verna per la stanzia dove anco se riposa: transferita en vulgare la parte litterale, quale è prosa».
  8. «O Signor per cortesia…»: folios 140/a, líneas 20 a 29; 140/b, líneas 1 a 30; y 141/a, líneas 1 a 3. Corresponde al número 81 en Laude, 242-245, y al XLVIII en Le Laude, 112-113, con el título «De l'infirmità e mali che frate Iacopone demandava per eccesso de carità». A continuación en el texto referencial del manuscrito se agrega: «col comm. in volg.; “Acciò che niuno pense che 'le beato Jacopone componesse la sopradicta laude quasi vanamente o truffatoriamente…”».

25 La especial bendición de encontrarme en Asís entre septiembre de 2011 y junio de 2012 me permitió revisar los folios del manuscrito a través del microfilm del códice I.2.11 del Fondo di Fontecolombo 9, disponible en la Microfilmoteca dei Manoscritti francescani medievali de la Società Internazionale Studi Francescani (SISF), en la sede de la Biblioteca e Centro di documentazione francescana del Sacro Convento di San Francesco. Doy las gracias por ello a la Dra. Francesca Silvestri, Bibliotecaria de la SISF, quien con amabilidad y exactitud profesional me dio acceso a este material, entre otros de interés, para llevar a cabo mi estudio. Asimismo deseo agradecer a Serena Brascugli, para entonces estudiante del doctorado en Paleografía Latina en l'Università degli Studi di Roma «La Sapienza», por su generosa, gentil y muy valiosa ayuda en la trascripción del texto de algunos folios del manuscrito que llevé a cabo junto con mi esposa Sandra López de Álvarez.

26 «Signor, per cortesia, / mandame la malsanía! / Danme la febre quartana, / la contina e la terzana, / la doppia cotidiana / colla grande ydropesia…»). La traducción al español es mía.

27 Reproduzco la transcripción que mejor se pudo lograr de esta parte que recoge el folio 141: (141/a, líneas 3 a 29) «Accio ché niuno pense che'l beato fra Jacopone componesse la supradicta laude quasi vanamente et truffatoriamente et che non desiderasse in veritate sustinere tucte le predicte infermitate e tribulatione et ancho maiori et piú incomparabilemente sia manifesto ad tucti quelli che'lle legeranno come predicto fra Jacopone respondendo ad una questione che'lli fu proposta da uno frate menore dixe cosí. //Et avendome el Signor dato ferventissimo desiderio de sequitare lui per la via delle tribulationi et da sustinere ogni tribulatione con letizia, comensai ad pregare Dio ferventemente, et senza intermissione per impetrare questa gratia. Et un tempo deuinai in pane e acqua, accio ché più leggeramente et piú perfectamente optenesse questa gratia. Ma ch'el fece questo Dio. Come io deventai paczo nella instantia nella importunità de domandare, così esso deventò molto piú pazzo nel modo de donare ad me essa gratia tanto tempo da me desiderata. Onde primamente mostrò ad me se stesso, et in verità congnobi lui essere ogni bene ancho essa bontà. Et da'llì innanti amai lui con tuto il core, non per alcun premio ma simplecemente per sola la sua bontà, senza consideratione de alcuna remuneratione. De poi mostrò ad me me medesímo et vidi in veritate me essere vilissimo, et fetentissimo, et abhominabile sopra tutte le stercora, et così per questo concepecti summo hodio contra de me medesimo. Et da gli in nanti mai non sono stato senza quello vero amore de Dio, et questo perfecto hodio de me. Oltra ad questo volendo questo Dio più pienamente satisfarme anchora se (141/b, líneas 1 a 27) più impazzato con meco - et ha me dato in veritate uno tale desiderio con piena pace et uera letitia de mente. Che non solamente io desidero de patere tucte le tribulationi del mundo che se possona nominare et pensare ma etiandio de poi el sopportamento de tucte le tribulationi del mundo, desidero in veritate che nellora della morte mia vengano li demonij et con gran pena et tormento piglieno l'anima mia, et silla porteno nel pegiore loco che sia nel inferno et gli satisfaccia per se medesima e per tucti li demonij et per tutte l'anime de quelli dampnati et de quelli che se debbono dampnare, se fosse possibile, et per tucte l'anime che sonno et debbono essere in purgatorio, sostenendo tucte le pene et li tormenti de tucti li demonij et de tutte l'anime predicte perfino al fine del mondo et piú oltra questo bisognasse et piacesse a Dio perfino ad tanto che fusse perfectamente satisfacto per tucti pur ché fosse possibile de satisfare in questo modo. Et quando tucti fussero andati ad víta eterna per la mia satisfactione, io vorria essere l'ultimo, et intrando a la porta del paradiso, vorria che tucti quelli che fussero stati salvati per me stessero gli congregati, et gridando dicessero: “Non ne habi alcuno merito de quelle pene che hai patute per noi et della gratia che havemo receuta per te”. Et vorria anchora che tucti me biastimassero et maldicessero se fosse possibile. Et così desidero in veritate patere tucte queste cose senza alcun merito come Christo per gratia ha patuto per noi, lassandoci exemplo che sequitamo le sue uestigie».

28 Johan Huizinga, El Otoño de la Edad Media (Madrid: Alianza Editorial, 1982), 256-258.

29 Aunque reconocida como una composición anterior a Francisco, «suele figurar entre las oraciones auténticas, en el sentido de que a él le agradaba recitarla, según testimonio de Ubertino de Casale, porque entonaba con sus sentimientos». ESFSCA, 150.

30 Agostino Barolo, Jacopone da Todi (Torino: Fratelli Boca, Editori, 1929), 24-25. Coloco el texto original: «Jacopone e Francesco hanno casualmente parecchi punti di contatto, oltre che nella dottrina, la quale doveva essere per il tudertino la genuina del Poverello d'Assisi, anche nella vita, benchè Jacopone sia assai diverso dal maestro per quel non so che di gaio e di festevole che appare la caratteristica precipua nella vita e nell'opera del figlio di Pietro Bernardone. / Anzi, sotto questo aspetto, i due frati sono molto diversi. / (…) Francesco è calmo e sereno; Jacopone è tutto pervaso da furore amoroso; Francesco parla a frate lupo ed a frate sole, conversa cogli angioli e cogli alberi, Orfeo novello, trascina le turbe dietro di sè, quasi pervaso da divino potere; Jacopone invece delira e singhiozza d'amore, o frusta e rampogna severamente chi si ostina a tenersi lontano dal vero amo-re; Francesco si riattacca, rinnovandola ed abbellendola, alla tradizione apostolica; Jacopone non riesce a compiere vera opera di apostolato. / Francesco è tutto mitezza e pace, Jacopone tutto pena e violenza; Francesco è tranquillo e sereno, Jacopone è agitato da una pena che ha l'intima radice nel persistere a voler negare ciò che in lui possentemente si afferma» La traducción al español es mía.

31 Este fragmento ocupa la línea 28 y última de la cara a del folio 142, y las cinco únicas líneas con que se concluye el folio en su cara b. Reproduzco el texto original: «Dicese et credese che questo beato fra Jacopone morisse de amore de Christo et che per lo troppo grande amore crepo el suo core. Onde piangendo per molti anni nanti la sua morte continuamente con ardore de core et essendo domandato perché piangesse così continuamente, respuse: “Io piango che l'amore non è amato”». La traducción al español es mía.

32 Sobre la escritura de vida de personas ilustres y Santos que optan por formas e imágenes de episodios paralelos de otros personajes históricos y textos más o menos consagrados por la tradición, sin atenerse necesariamente a los hechos, pueden verse algunos de los señalamientos generales del artículo de Franco Cardini, «Un modello agiografico cavalleresco: San Martino de Tours» en Nella presenza del soldan superba. Saggi francescani (Spoleto: Fondazione Centro Italiano di Studi sull'Alto Medioevo, 2009), 177-188.

33 Marco da Lisbona, Croniche de' Frati Minori. Parte seconda divisa in dieci libri nella qvale si contiene qvuello, che occorse nella Religione del P.S. Francesco, nel tempo di ventiquattro Ministri Generali per lo spatio d'anni centocinquanta (Venezia: Appresso I Gioliti, 1586), 557. Agrego el texto original: «Dimantogli una uolta da un frate perche tanto piangeua, rispose, per che non è amato l'amore». La traducción al español es mía.

34 Marco da Lisbona. Croniche degli ordini dal P. S. Francesco. Volume Primo, della Prima Parte. Che contiene la sua vita, la sua morte, & i suoi miracoli (Venezia: Appresso Pietro Miloco, 1617), 135. La traducción al español y las cursivas en la cita son mías. Así dice el fragmento: «Vna volta tra d'altre, pensandosi di non essere sentito, e trasportato da questo dolore della passione del suo dolce Gesù, gridaua ad alta voce, come s'allhorara il uedesse morire. Perilche sentito da una persona nobile, e timorata di Dio, che passaua, e ch'era stato assai suo famigliare al secolo, gli chiese, con istanza, e merauiglia, che disgratia gli fosse intravnenuta: et il Santo piangendo gli rispose: Mi doglio, e piango per i graui tormenti e dishonori, che dierono e fecero al mio Sig. Gesù Christo quei crudelissimi Giudei; e tanto più ne sento gran cordoglio, quando ch'io odo, e uedo, che tutto il Mondo (per cui ei gli ha patiti) ingratissimamente s'èscordato d'un si inestimabile beneficio».

35 Luca Wadingo Hiberno, Annales Minorum Seu Trium Ordinum a. S Francisco Institorum. Tomus V (1276-1300). (Ad Claras Aquas, Quaracchi: Prope Florentiam, 1931), 464. Coloco el texto original: «Dignum amante responsum»: «Equidem rogatus aliquando a Fratre quid adeo lacrymaretur? Respondit, ide se co facere quod Amor non amaretur». La traducción al español es mía. Fuera del contexto franciscano, y contemporáneo de Luca Waddingo, encontramos al jesuita de origen tirolés Mathäus Rader (1561-1634) que escribe también sobre el episodio del Beato Iacopone con las mismas palabras en latín en Viridarivm Sanctorvm Tripartitvm (Lugdunum: Sumpt. Michaëlis Cheualier, 1627), 452-45.

36 Benedetto Mazzara, Leggendario francescano, o vero istorie de Santi, Beati, Venerabili, ed altri Uomini illustri che fiorirono nelli tre Ordini istituiti dal Serafico Padre San Francesco. Raccolto, e disposto secondo i giorni de Masi in quattro Tomi, Tomo duodecimo (Venezia: Domenico Lovisa, 1722), 322. Copio el fragmento: «… l'attristava si bene, e lo cruciava veder del continuo offeso, e non onorato Iddio, onde ciò lo faceva proromper alle volte in dirottissimi pianti; ed interrogato una volta da un Frate, perche tanto lagrimasse? Rispose, perche l'Amore non è amato».

37 Fulgenzio Maria Riccardi, L'anno francescano, ossia vite de'fratelli, e sorelle del Terz'Ordine di S. Francesco d'Assisi (Torino: Dalla Satamperia Mairese, 1789), 318. Reproduzco el fragmento: «Egli piange dirottamente, chiestagli la cagione del suo pianto, risponde che si stempra in amare lagrime perchè l'amore no è amato».

38 Antoine-Frédéric Ozanam, Les poëtes franciscains en Italie au treizième siècle. Avec un choix des Petites Fleurs de Saint François traduites de l'Italien (Paris: Jacques Lecoffre, 1852) 179. Reproduzco el texto del original en francés: «…les Frères Mineurs ne craignirent plus d'ouvrir leur porte à Jacopone: ils reconnurent que sa folie était celle de Sain François lui-même, lorsqu'aux premiers jours de sa pénitence on le voyait comme un insensé pourchassé à coups de pierres sur les places publiques d'Assise, ou qu'on le rencontrait dans la campagne, tout en pleurs, parce qu'il songeait à la mort du Christ. La même passion possédait maintenant le pénitent de Todi; elle avait fait le prodige de toucher cette âme endurcie aux leçons des légistes, au froissement des affaires; elle le poussait non-seulement au pied des autels, mais aux champs, dans les bois, dans tous le lieux où le Créateur se révélait par la beauté des créatures. Il allait chantant des psaumes, improvisant des vers, noyant ses chants dans ses larmes; il embrassait d'une étreinte désespérée les troncs des arbres ; et quand on lui demandait pourquoi il pleurait de la sorte: «Ah! je pleure, s'écriait-il, de ce que l'amour n'est pas aimé.» La traducción al español es mía. Dado su carácter interesante, agrego la traducción en Italiano de Pietro Fanfani contemporánea a la francesa: «…i Frati Minori non dubitarono più di aprire la porta a Jacopone, e riconobbero la sua follia per quella medesima di S. Francesco, allorché ne' primi giorni di sua penitenza vedeasi, come matto, rincorso a sassate per le vie di Assisi, o era trovato per la campagna, tutto in lacrime perché pensava della morte di Cristo. Quella passione medesima occupava adesso il Penitente da Todi, ed avea fatto il prodigio di intenerire quell'anima indurita alle lezioni de' legisti, e ad agitar cause: quella passione spingealo non pure appiè dell'altare, ma per i campi, per i boschi, per tutti que' luoghi dove la beltà delle creature rendeva immagine del Creatore. Cantava salmi, dicea versi improvvisi, que' canti accompagnava di lacrime: come disperato, stringevasi fra le braccia i tronchi degli alberi, e a chi gli domandava perch' è piangesse a quel modo: “Ah! Piango, perché non si ama l'Amore”.» A.F. Ozanam. i poeti francescani in Italia nel secolo decimoterzo (Prato: Tipografia F. Alberghetti 1854), 102.

39 Henry Thode, Franz von Assisi und die Anfänge der Kunst der Renaissance in Italien (Wien: George Allen & Unwin Ltd. Phaidon Verlag, 1934), 432. Coloco el texto original en alemán: «Man sagt und glaubt, daß dieser selige Jacopone von Liebe zu Christus gestorben und daß aus allzu großer Liebe sein Herz zersprungen sei. Wie er denn auch, da er viele Jahre von seinem Tode beständig weinte, auf die Frage, warum er so beständig weine, geantwortet hat: “Ich weine, weil die Liebe nicht geliebt ist”. Das größte Glück, welches die Seele in diesem Leben haben kann, ist, wenn sie beständig mit Gott und in Gott beschäftigt ist, und zu diesem Zustande glaubt man sei seine Seele durchgedrungen». Utilizo también la traducción Italiana de Rosella Zeni Francesco d´Assisi e le origini dell'arte del Rinascimento in Italia (Roma: Donzelli Editore, 1993), 346. Reproduzco el fragmento de esta edición: «Si dice e si crede che il beato Jacopone sia morto d'amore per Cristo e che il suo cuore, sotto l'eccesso di questo amore, sia spezzato. Molti anni prima della sua morte gli era stato domandato perché piangesse in continuazione, ed egli aveva risposto che piangeva perché l'amore non era amato. La più grande felicità che un'anima possa provare sulla terra è quella di essere continuamente occupata di Dio e in Dio; e in questo stato perfetto si crede che l'anima di Jacopone sia trapassata». La última frase del fragmento citado coincide con aquella que continúa en el párrafo de Marco da Lisbona, Croniche de' Frati Minori. Parte seconda divisa in dieci libri nella qvale si contiene qvuello, che occorse nella Religione del P.S. Francesco, nel tempo di ventiquattro Ministri Generali per lo spatio d'anni centocinquanta, op. cit.: «… soleua dire, che la maggior beatitudine, e contentezza, che poßi hauer l'anima in questa uita, è di star sempre occupata in Dio, e per Dio, al cui stato si tiene, che questo Santo salisse stando in uita».

40 Eduard Böhmer, «Jacopone da Todi. Prosastücke von ihm, nebst Angaben über Manuscripte, Drucke und Uebersetzungen seine Schriften», Romanische Studien, Vol. 1 (1871): 132. Compilado en Eduard Böhmer, Romanische Studien, 1871-75 (Turin, Florenz, Roma: Hermann Loescher; Strassburg: Karl J. Trübner. Paris: Ernest Leroux; London: Trübner, & Comp., 1875). Reproduzco el texto original: «Dicesi e credesi che questo beato Jacopone morì d'amore di Cristo e che per troppo amore el suo cuore crepasse. Imperò che conciò sia che per molti anni inanzi alla sua morte continuamente piangesse, domandato perché così continuamente piangesse, rispuose: io piango perchè l'amore non è amato. Ancora disse: la maggiore beatitudine, che l'anima possa avere in questa vita, è quando continuamente è occupata di dio e in dio: e a questo stato si crede la sua anima essere pervenuta». La versión en español es mía.

41 Así es descrito el códice parisino: «Laudi di Jacopone da Todi (f. 1-131). “Tractato del b. Iacopone in che modo l'uomo puo tosto peruenire alla cognitione della uerita et perfectamente la pace nell'anima possedere» (f. 133-138). Considerazioni «de tre stati dell'anima» de medesimo (f. 139). Considerazioni «de cinque scudi della patientia” (ivi)». Bibliothèque Nationale de France. Département des manuscrits. Manuscrit en Italien cote 1037. Consultada en octubre 9, 2013, http://archivesetmanuscrits.bnf.fr/ead.html?id=FRBNFEAD000010131. El episodio de «l'amore non è amato» se encuentra en el folio 139/b.

42 Feo Belcari, Lettere, ed. Domenico Moreni (Firenzi: Per il Magheri, 1825). Así se presenta el texto en el cuerpo de la nota 1 que comienza en la página 16 y que se cita íntegro en la página 17: «Dicesi, e credesi, che questo B. Iacopone morì d'amore di Cristo, e che per troppo amore il suo cuore crepasse; imperocchè, conciossiachè per molti anni innanzi alla morte continuamente piangesse, dimandato perchè così continuamente piangesse, rispose: io piango, perchè l'Amore non è amato. Ancora disse: la maggiore beatitudine, che l'anima possa avere in questa vita, è quando continuamente è occupata di Dio». Moreni concluye su nota con esta indicación: «Io di essi Cantici ne ho un ben grosso volume del secolo XVIº in pergamena in foglio, ed eccettuatine due soli, tutti gli altri sono affatto sconosciuti».

43 «Incomincia il Trattato utilissimo del B. Iacopone da Todi in che modo l'uomo può tosto pervenire alla cognizione della verità, e perfettamente la pace nell'anima possedere». Ibíd., 47-59.

44 Ibíd., 17.

45 Una observación más precisa sobre este «volgarizzamento molto letterale» de los textos de Jacopone, singularmente por Belcari y en el códice riccardiano 2627, ya había sido expuesta por Giuseppe Manuzzi (1800-1876) en una carta a Tommaso Azzocchi (1791-1863) datada en Roma, mayo 1832, a propósito del libro Di alcuni Trattati del Beato F. Jacopo da Todi con altre pie scritture del buon tempo della lingua (Modena: Tipografia Camerale, 1832), recogida en Antologia. Giornale di Scienze, Lettere e Arti (Volume XLVI della Collezione. Volume sesto del secondo decennio. Aprile, Maggio e Giugno 1832. Firenze: Gabinetto Scientifico e Letterario di G. P. Vieusseux, Direttore e Editore. Tipografia di Luigi Pezzati, 1832, 38-44). Manuzzi aun refiere un texto especial «vulgarizado» por Feo Belcari -acaso con acento propio distinguible en «una certa foggia semplice e graziosa di legar le clausole»- que ha conseguido en los Detti (Dichos), pero que no halla entre los textos latinos. Su título es Come il predetto Beato Jacopone desiderava tutti i mali per amore di Cristo y curiosamente, aunque con variantes, coincide con el texto que hemos transcrito de los folios 141 y 142 del códice I.2.11 del Fondo di Fontecolombo 9 en las notas 27 y 31, y también, en las líneas finales, con el manuscrito que cita Bömer. Lo reproduzco a continuación: «Essendo una volta domandato il Beato Jacopone da Todi d'una quistione a lui proposta da un Frate Minore, rispose cosi: Con ciò sia che il Signore m'avesse dato ferventissimo desiderio di seguitarlo per la via della tribulazione, e di sostenere ogni tribulazione con letizia, cominci ferventemente, e senza intermissione orare e pregare il Signore per impetrare questa grazia. e alquanto tempo digiunai in pane ed acqua, acciò che essa grazia più felicemente e perfettamente ottenessi. Ma che fece questo graziosissimo Iddio? Si come impazzi nella instanza e importunità dello addimandare. Così egli ancora molto più impazzo nel modo di donarmi essa grazia tanto tempo desiderata. Imperó che prima mi dimostrò se medesimo. e in verità conobbi, lui essere ogni bontà; anzi essa bontà. E d'allora innanzi, lui sopra ogni cosa, con tutto il cuore amai, non per alcuno premio; ma semplicemente per la sola bontà sua senza considerazione, o espettazione d'alcuna remunerazione. Di poi mi dimostrò me medesimo, e vidimi in verità essere vilissimo, puzzolentissimo, e abbominevole sopra tutti gli sterchi. E così concepetti sommo odio contra me medesimo. e d'allora innanzi non fui mai senza quello vero amore di Dio, e questo perfetto odio di me. Ma oltr'a questo, volendo questo di Dio, più pienamente satisfarmi, ancora più impazzato meco, mi dette eziandio in verità uno tale desiderio con perfetta pace, e vera letizia di mente. Però che non solamente le tribulazioni del mondo, le quali si posso nominare; o vero pensare, io desiderio patire; ma ancora dopo la tolleranza, e sopportazione di tutte le tribulazioni del mondo, desidero in verità, che nell'ora della morte mia venghino i demoni, e con grande pena e tormento piglino l'anima mia, e portinla nel piggiore luogo che sia in inferno. e ivi satisfaccia per se medessima, e per tutti i demoni, e per tutte l'anime dannate, e che si dovessino dannare, se fusse possibile. e per tutte l'anime che sono, e che debbono essere in purgatorio, sostenendo tutte le pene, e' tormenti di tutti i demoni, e di tutte le predette anime in sino alla fine del mondo, e più oltre, quanto bisognasse e piacesse a Dio, insino a tanto che perfettamente fusse satisfatto per tutti; purchè fusse possibile così satisfare. E quando fussino andati tutti a vita eterna per la mia satisfazione, io vorrei essere l'ultimo. e quando io entrassi nella porta del paradiso, vorrei che tutti quelli che sono salvati per me, stessino quivi congregati e gridano dicessino: Nè gradi, nè grazie, nè ancora alcuno merito abbi di queste cose, che hai patito per noi, e della gloria che abbiamo per te. E vorrei eziandio che tutti mi maladicessino, se possibile fusse. e così desidero in verità tutte queste cose patire, senza alcuno merito; si come ancora Cristo, senza alcuna mercede, graziosamente pati per noi lasciando a noi l'esemplo, acciò che seguitiamole vestige sue. «Dicesi e credesi, che questo Beato Jacopone morì d'amore di Cristo, e che per troppo amore il suo cuore crespasse. imperò che, con ciò sia cosa che per molti anni innanzi alla morte continuamente piangesse; dimandato perché così piangesse, rispose: Io piango perché l'amore non è amato. Ancora disse: la maggiore beatitudine che l'anima possa avere in questa vita, è quando continuamente è occupata di Dio. E a questo stato si crede la sua anima essere pervenuta». Ibíd., 41-42.

46 En un contexto diferente encontramos una variante de la frase en la obra del obispo Cornelio, O.F.M. conv. (1511-1574), justamente en una predica en el que el sentir y el pensamiento de Francisco está presente. Si bien la formulación de la expresión por Musso es casi idéntica, su intención responde a otra línea de reflexión: «Questa è la materia del nostro amore diceua Frácesco, erudito in quella scuola secreta di Christo, il dolcissimo, l'amabilissimo, il carissimo nostro Dio. Et che altro è l'amor di Dio, se non un fuoco: fuoco da fuoco. Il fuoco come s'accende, se non con fuoco? Ò fuoco, ò amante, ò amato, ò amore. Idio ama, Idio è amato, Idio è amore: ma ama piu, che non è amato: è piu amore, che non ama. Come amato, è fuoco che scalda: come amante, è fuoco, che arde: come amore è fuoco, che consuma». Cornelio Musso, Il secondo Libro delle Prediche (Vinegia: Gabriel Giolito de' Ferrari, 1571), 215.

47 Antonio de Torres, Giesù Bambino, o sieno ragionamenti per modo di meditazioni sopra i dolori: ed allegrezze, ch'ebbe il Cuore di Giesù Cristo nell'utero della Madre; come altresi sopra le virtù da Lui esercitate mentre stava ivi racchiuso. Opera postuma (Napoli: Carlo Salzano e Francesco Castaldo, 1731), 100. Citado por Oreste Gregorio en Alfonso Maria de' Liguori, Opere ascetiche. Volume X. Via della salute e opuscoli affini (Roma: Edizioni di Storia e Letteratura, 1968), 46-47, nota 27. Coloco a continuación el texto original: «Andava in questi giorni (dell'Avvento) piangendo S. Francesco, e correva e per selve e per boschi urlando e con gemiti inconsolabili pareva che avesse voluto per insino nelle fiere e nelle piante inserire sentimento di dolore. Dimandato dal suo compagno perché tanti sospiri e tante lagrime, rispose quasi maravigliandosi della domanda: E come vuoi che io non pianga? Amor non amatur: vedo non amato l'amore: vedo un Dio, diciam così, impazzito per l'amore dell'uomo, e fra gli uomini non v'ha chi'ama». La traducción al español es mía.

48 Giuseppe Cacciatore, «Fonti e i modi di documentazione» en Alfonso Maria de' Liguori, Opere ascetiche. Volume I, ed. Oreste Gregorio, Giuseppe Cacciatore, Domenico Capone (Roma: Edizioni di Storia e Letteratura, 1960), 151. Reproduzco el texto original: «Il Torres è un erudito forte, come attestano le imponenti bibliografie messe in testa ai volumi, e soprattutto le “note critiche” che sorreggono dal pie-de le copiose citazioni del testo. Erudito e critico, naturalmente con qualche ingenuità, giacché parte del suo materiale, quanto abbiamo potuto vedere, non è affatto di primo scavo, e la critica è soltanto ripetizione». La traducción al español es mía.

49 Ibíd., 142.

50 Alfonso Maria de' Liguori, Novena del Santo Natale colle meditazioni per tutti i giorni dell'Avvento fino all'Ottava dell'Epifania (Bassano: Remondini, 1766), 184-185. Así dice el texto original: «In questi giorni del Santo Natale andava piangendo e sospirando S. Francesco d'Assisi per le vie, e per le selva con gemiti inconsolabili. Dimandato perché? rispose: E come volete ch'io non pianga, quando vedo che l'amore non è amato? Vedo un Dio quasi impazzito per amore dell'uomo, e l'uomo così ingrato a questo Dio! Or se questa ingratitudine degli uomini tanto affliggeva il cuore di S. Francesco, consideriamo quanto più afflisse il cuore di Gesù-Cristo? (…) Mentre vede che da molti non è né amato, né conosciuto, come se egli non avesse fatto loro alcun bene, né avesse patiti niente per loro amore…». La traducción al español es mía.

51 Véase la nota 7.

52 Así leemos en la Novena dedicada al Espíritu Santo incluida en Via della salute. Meditazioni e pratiche spirituali per acquistare la salute eterna divisa in tre parti: «S. Maria Maddalena de' Pazzi esclamava: “O Amore non conosciuto, o Amore non amato!” E perciò dicea S. Teresa che Iddio non è amato perché non è conosciuto». Alfonso Maria de' Liguori, Opere ascetiche. Volume X. Via della salute e opuscoli affini, op. cit., 228. Esta convicción que se inspira en la primera epístola de San Juan se señala con toda claridad en el pensamiento de Santa María Maddalena de' Pazzi: «Imperoche diceua: O amore quanto sei offeso? Ò amore non sei conosciuto, né amato?» y «… scendendo dal letto correua all'Altarino della stanza, doue essa giaceua inferma, e prendendo vn Crocifisso, lo sconficcaua di Croce, e caramente lo stringeua al petto, e lo baciaua, e con esso scorrendo or qua, & or la per la camera, con tenerezza d'amore, e lagrime, esclamaua: Amore Amore, non amato, né conosciuto». Vincenzo Puccini, La vita di Santa Maria Maddalena de' Pazzi vergine, nobile fiorentina. Monaca nel Venerando Munistero di Santa Maria degl'Angioli in Borgo San Fridiano (oggi in Pinti) di Firenze (Venetia: Banca, 1671), 23 y 29. En los textos que testimonian propiamente su vida podemos encontrar la expresión al menos dos veces. Una mención tiene como fecha el 3 mayo de 1592: «... essendo comunicata, stette circa un' hora inmobile al' solito suo. Di poi cominciò a parlare e dire alcune cose sopra l'eccellentia della croce di Jesu. E finalmente si fermò nell'amore che ci mostrò il' Verbo humanato sopra di essa, il' quale tanto penetrava e gustava che era sforzata a gridare molto forte: “Amore, Amore! O Amore, che non sei né amato né conosciuto! Amore, datti a tutte le creature, Amore! se non trovi do' ti riposare, vieni tutto in me che ti raccetterò ben io. O anime create d'amore e per amore, perché non amate l'Amore? E chi è l'Amore se non Dio, e Dio è l'amore? Deus charitas est (1 Jo. 4,16), e questo stesso è il' mio Sposo e il' mio amore. Questo mio Amore non è amato né conosciuto. O Amore, tu mi fai struggere e consumare. Tu mi fai morire e pur vivo. Amore, gran pena mi fai sentire, a tale che il ‘ corpo ne participa ancor lui, faccendomi conoscere quanto poco sei conosciuto”» (Tutte le opere di Santa Maria Maddalena de' Pazzi: dai manoscritti originali, editado por Fulvio Nardoni, vol. VI (Firenze: Centro Internazionale del Libro, 1960-1966), 188. La otra mención es anterior en el tiempo, con data del 29 de septiembre de 1583: «… Suor Maria Maddalena rimase quivi sola. Et cominciò a lacrimare et prorompere in voce di lamento interrotta e anche faceva qualche movimento, cioè, non pareva che potessi star ferma. Si allentava e sfibbiava essendo di suo ordinario pallida, il suo volto era divenuto acceso e rosso et noi pensavamo che avesse male, non avendo ancora visto in lei particolarmente nessuna di estasi o eccessi d'amore di Dio. Et di mano in mano crescevano in lei questi movimenti et stracciava i panni et diceva: O Amore, non sei conosciuto nè amato, ma offeso, et simili parole». Ibíd., vol. I, apéndice II, 90, nota 14.

53 Alfonso Maria de' Liguori, Opere ascetiche. Volume X. Via della salute e opuscoli affini, op. cit., 46-47. Reproduzco el texto original: «S. Francesco d'Assisi andava piangendo per la campagna, in pensare all'ingratitudine degli uomini: “L'amore non à amato, l'amore non è amato”!». La traducción al español es mía.

54 Alfonso Maria de' Liguori, Novena del Santo Natale colle meditazioni per tutti i giorni dell'Avvento fino all'Ottava dell'Epifania, op. cit., 252. Coloco el texto original: «Questo è quel che facea piangere le Rose di Lima, le Caterine da Genova, le Terese, le Marie Maddalene de' Pazzi, le quali considerando questa ingratitudine degli uomini, esclamavano piangendo: L'amore non è amato, l'amore non è amato». La traducción al español es mía.

Esta observación de Alfonso Maria de' Liguori, tal vez nos permita hablar de una tradición de la frase a la que van sumándose otras figuras Santas y místicas fieles seguidoras y devotas de la pasión de Jesús: Santa Margherita Maria Alacoque (1647-1690), Santa Veronica Giuliani (1660-1727), beata Madre Marie de Jésus Deluil-Martiny (1841-1884) y Santa Madre Frances Xavier Cabrini (1850-1917). Reproduzco a continuación algunos fragmentos sobre ellas:

-Santa Margherita Maria Alacoque: «All'influsso delle scuole spirituali più remote si aggiunge poi quello di Santa Margherita Maria Alacoque (†1690) sia quanto alla devozione, per altro sempre più diffusa, verso il S. Cuore, sia per qualche particolare atteggiamento spirituale come la dolorosa constatazione che “l'amore non è amato”». Gregorio Penco, Storia della Chiesa in Italia, Volume II (Milano: Jaca Book, 1978), 180.

-Santa Veronica Giuliani: «Ma più spesso la fiamma interna, che la consuma, diventa martirio, determinato sia dall'apparente abbandono di Dio che la Santa attribuisce ai suoi difetti, sia dalla stessa pienezza della divina presenza in un'anima tuttora unita a un corpo mortale, sia dalla constatazione, ineffabilmente dolorosa per lei, che “l'Amore non è amato”». Metodio da Nembro, ofm cap, Misticismo e missione di S. Veronica Giuliani, cappuccina (1660-1727) (Milano: Centro di Studi Cappuccini Lombardi, 1962), 38.

-Beata Madre Marie de Jésus Deluil-Martiny: op. cit.

-Santa Madre Frances Xavier Cabrini: «Love is not loved, my daughters! Love is not loved!». «December 22. Saint Frances Xavier Cabrini, foundress (1850-1917)» en Lives of the Saints Our Models.

And Protectors. Cita tomada de una carta con fecha 21 de agosto de 1890, en Augustine Kalberer, O.S.B, Lives of the Saints: Daily Readings (Franciscan Herald Press: Chicago, 1975). Acaso podríamos agregar a esta lista de devotos personajes femeninos otro que por su singularidad merece una mención. Me refiero a Luise Hensel (1798-1876), poeta y autora religiosa de lengua alemana, quien tiene un breve y sensible poema titulado «Die Liebe ist nicht geliebt» (Wiedenbrück, 1858), «El Amor no es amado». Lo cito a continuación: «Die Lieb' ist nicht geliebt -o Lieb', so lehr' mich lieben / Mit Seel' und Geist und Sinn und allen Herzenstrieben; / Nichts kann ich ohne dich als nur das Böse üben: / Was gut in mir ist dein. // Die Lieb' ist nicht geliebt! Wer faßt der Torheit Größe, / Des Undanks tiefe Schuld, unheil'ger Armut Blöße? / So träg und kalt das Herz -o milder Jesus, flöße / Mir Lieb' um Liebe ein». Die Deutsche Gedichtebibliothek, Gesamtverzeichnis deutschsprachiger Gedichte, consultada en junio 15, 2012, http://gedichte.xbib.de/Hensel_gedicht_Die+Liebe+ist+nicht+geliebt.htm.

55 Aunque no señalan las fuentes que recogen los testimonios precisos del célebre acontecimiento atribuido a Santa Maria Maddalena de'Pazzi, puede verse su alusión y su recuerdo en las respectivas obras de los padres jesuitas Giovanni Pietro Pinamonti (1632-1703), Paolo Segneri (1624-1694) y Francesco Saverio Vanalesti (1678-1741). Reproduzco a continuación algunos fragmentos de sus libros:

-Padre Pinamonti: «L'amore non è amato! Andava gridando tra le mura del suo monastero S. Maria Maddalena, attonita per lo stupore; l'amore non è amato!». Giovanni Pietro Pinamonti, sj, Il cuor contrito ossia motivi per eccitare alla contrizione (Monza: Tipografia Corbetta, 1836), 32. -Padre Segneri: «L'amore non è amato, l'amore non è amato, esclamava la medesima Santa Maria Maddalena, girando tutta stupida per le logge del suo Convento». Paolo Segneri, sj, Il Cristiano Istruito en Opere, Tomo secondo (Parma: Paolo Monti, 1720), 421.

-Padre Vanalesti: «Ah N.N. quel tuo anelar tanto a' piaceri (credi una volta a chi parla per mero desiderio di migliorarti) quello fa che tra le tue mura possa con più ragione, che nel suo chiostro andar gridando fanatica, e fuor di sé per l'orrore Madalena de' Pazzi, L'amore non è amato, l'amore non è amato». Francesco Saverio Vanalesti, sj, Discorsi per le Novene (Venezia: Giambatista Pasquali, 1744), 100.

56 Théodule Rey-Mermet, Le Saint du siècle des Lumières: Alfonso de Liguori (1696-1787) (Paris: Nouvelle Cité, 1982).

57 C. S. Lewis, «Modern Man and his Categories of Thought», en Present concerns, ed. Walter Hooper (San Diego-New York-London: Harcourt Brace Jovanovich, Publishers, 1986), 61-66.

58 Cf. ESFSCA, 105-107 y 178-180.

59 Sigo la versión de la Biblia de Jerusalén, editado por José Ángel Ubieta (Bilbao: Desclée de Brouwer, 1975).


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