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Franciscanum. Revista de las Ciencias del Espíritu

Print version ISSN 0120-1468

Franciscanum vol.59 no.168 Bogotá July/Dec. 2017

 

Teología

Interpelaciones del papa Francisco al teólogo. Una mirada retrospectiva y prospectiva*

Interpellations of Pope Francis to the Theologian. A Retrospective and Prospective Look

Orlando Solano Pinzón** 

Daniel de Jesús Garavito Villarreal*** 

**Licenciado en Filosofía de la Universidad Santo Tomás, sede Bogotá, Profesional, Licenciado, Magíster y Doctor en Teología de la Pontificia Universidad Javeriana, sede Bogotá. Docente de tiempo completo de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana. Miembro del grupo de investigación Academia, con registro de CvLAC y GrupLAC ante Colciencias. Contacto: o.solano@javeriana.edu.co.

***Doctor en Teología, Magíster en Teología, Teólogo, Magíster en Filosofía de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá. Licenciado en Educación, especialidad en Ciencias Sociales de la Universidad Libre de Bogotá. Profesor investigador de tiempo completo de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana. Miembro del grupo de Investigación Didaskalia, con registro DE CvLAC y GrupLAC ante Colciencias. Contacto: garavitod@javeriana.edu.co. Pontificia Universidad Javeriana Bogotá-Colombia


Resumen

El presente artículo hace explícitas las interpelaciones del papa Francisco a los teólogos desde un rastreo a algunos de sus escritos y comunicaciones oficiales, y aporta un doble ejercicio: retrospectivo identificando los antecedentes de dichas interpelaciones en la referencia a los Padres de la Iglesia; y prospectivo, señalando los aportes de las interpelaciones a la elaboración de una teología de la acción humana acorde a las necesidades y los desafíos de nuestro mundo presente. Este doble movimiento cohesiona el ejercicio de una teología que debe estar inspirada en la Palabra como base fundamental de la Tradición y las exigencias de los contextos actuales. En otras palabras, el diálogo continuo que debe tener toda teología entre lo dado de la Tradición que se expresa en el sentido de anuncio de la Escritura y el compromiso que exigen los nuevos contextos históricos. Con todo esto es posible identificar las coordenadas por las que transitan las interpelaciones y el quehacer teológico del papa Francisco.

Palabras clave: Papa Francisco; teólogo; teología; tradición; Padres de la Iglesia

Abstract

From an analysis to his writings and official documents, this article shows how Pope Francis questions theologians. It offers a double perspective: a retrospective one by analyzing how these questions were already present in the Fathers of the Church; and a prospective one by pointing out the contributions of these questions to the development of a theology of the human action that is related to the needs and challenges of the current contexts. This double movement contributes to unite a theology that must be inspired by the Word, as a basic base of the tradition, and the challenges of the present contexts. In other words, the continuous dialogue that should be present in any theology, a dialogue between the Tradition, expressed in the sense of the announcement of the Scripture, and the commitment demanded by the new historical contexts. With all this is possible to identify the coordinates used by the questions and the theological work of Pope Francis.

Keywords: Pope Francisco; theologian; theology; tradition; fathers of the Church

Introducción

Desde el inicio de su Pontificado, Francisco con su sensibilidad pastoral ha logrado conectar rápidamente, con las necesidades y desafíos de un mundo globalizado, dando paso a un ambiente de otoño eclesial que encarna con su testimonio y el lenguaje sencillo, cercano al pueblo. Durante los dos últimos años ha mantenido una dinámica de renovación en la Iglesia en continuidad con lo realizado en el Concilio Vaticano II y en sintonía con la Escritura y la Tradición viva de la Iglesia.

El presente escrito busca dar cuenta de las interpelaciones del papa Francisco a los teólogos a partir de los escritos oficiales que han salido a la luz pública desde el inicio de su pontificado. Además, a partir de dichas interpelaciones se ofrece un ejercicio retrospectivo que permite conectarlas con la tradición de los Padres de la Iglesia, y un ejercicio prospectivo que busca ahondar en las implicaciones que surgen de dichas interpelaciones para la elaboración de una teología de la acción humana. Para terminar, se cierra con una conclusión.

1. Interpelaciones del papa Francisco al teólogo

El contenido del presente apartado recoge las palabras del papa Francisco dirigidas a los teólogos, en tanto que, de sus convicciones, preparación, vivencia de la fe y la forma de situarse frente a la realidad, depende el tipo de discurso teológico que produzca y, la posibilidad de renovación de la Iglesia y de la Teología.

Para Francisco, quien suele afirmar en sus diferentes intervenciones, que se dirige desde su experiencia de hombre y de Pastor de la Iglesia, «la teología es ciencia y sabiduría»1. Esta afirmación remite a la relación intrínseca que en una elaboración teológica debe darse entre el conocimiento y la vida, la verdad y la existencia. Además, permite comprender el tono de las palabras con las cuales se dirige a los teólogos, las cuales se presentan a continuación recogidas en categorías centrales.

1.1 Identidad del teólogo

Sobre este aspecto, Francisco señala tres características centrales:

a. El teólogo es en primera instancia un hijo de su pueblo2. Por este motivo:

No puede y no quiere desentenderse de los suyos. Conoce su gente, su lengua, sus raíces, sus historias, su tradición. Es el hombre que aprende a valorar lo recibido, como signo de la presencia de Dios ya que sabe que la fe no le pertenece. La recibió gratuitamente de la Tradición de la Iglesia, gracias al testimonio, la catequesis y la generosidad de tantos. Esto lo lleva a reconocer que el Pueblo creyente en el que ha nacido, tiene un sentido teológico que no puede ignorar. Se sabe «injerto» en una conciencia eclesial y bucea en esas aguas3.

Por lo anterior, no en vano la vocación del teólogo es ante todo una vocación eclesial.

b. El teólogo es un creyente. Según Francisco:

El teólogo es alguien que ha hecho experiencia de Jesucristo, y descubrió que sin Él ya no puede vivir. Sabe que Dios se hace presente, como palabra, como silencio, como herida, como sanación, como muerte y como resurrección. El teólogo es aquel que sabe que su vida está marcada por esa huella, esa marca, que ha dejado abierta su sed, su ansiedad, su curiosidad, su vivir. El teólogo es aquel que sabe que no puede vivir sin el objeto/sujeto de su amor y consagra su vida para poder compartirlo con sus hermanos. No es teólogo quien no pueda decir: «no puedo vivir sin Cristo» y, por lo tanto, quien no quiera, intente desarrollar en sí mismo los mismos sentimientos del Hijo4.

Estas palabras confirman que no se puede ser teólogo sin una fe real que avale que nuestro hablar de Dios no es una falaz verborrea, sino la expresión del paso del Dios de la vida por nuestra existencia histórica. Para Francisco, la primera consecuencia de la centralidad de la fe para el teólogo «es que la teología no consiste solo en un esfuerzo de la razón por escrutar y conocer, como en las ciencias experimentales. Dios no se puede reducir a un objeto. Él es Sujeto que se deja conocer y se manifiesta en la relación de persona a persona»5.

c. El teólogo es un profeta. En este punto Francisco hace un acercamiento previo a los desafíos del mundo contemporáneo, señalando la facilidad con la cual se prescinde de Dios, el relativismo exacerbado y la incapacidad para transcender la materialidad, que redunda en alienación debido a la ausencia de pasado y de futuro. Frente a esta realidad, el teólogo:

Es el hombre capaz de denunciar toda forma alienante porque intuye, reflexiona en el rio de la Tradición que ha recibido de la Iglesia, la esperanza a la que estamos llamados. Y desde esa mirada invita a despertar la conciencia adormecida. No es el hombre que se conforma, que se acostumbra. Por el contrario, es el hombre atento a todo aquello que puede dañar y destruir a los suyos6.

A partir de este talante profético que debe tener el teólogo, Francisco concluye que solo hay una forma de hacer teología y esta es: de rodillas, en tanto implica santidad de pensamiento y lucidez orante. Según Él, esta disposición:

No es solamente un acto piadoso de oración para luego pensar la teología. Se trata de una realidad dinámica entre pensamiento y oración. Una teología de rodillas es animarse a pensar rezando y rezar pensando. Entraña un juego, entre el pasado y el presente, entre el presente y el futuro. Entre el ya y el todavía no. Es una reciprocidad entre la Pascua y tantas vidas no realizadas que se preguntan: ¿dónde está Dios?7

Esta condición profética del teólogo da que pensar frente a mu chos discursos que no generan un mínimo de incomodidad frente al statu quo. Dicho talante implica un compromiso con lo vivido del pasado, con las exigencias del presente y la construcción de un futuro siempre abierto a la esperanza. La tensión de esta dinámica promovida por una fe encarnada en la historia, repercute en la acción y compromiso social del teólogo actual.

1.2 Diálogo

Frente a la gran variedad de propuestas, iniciativas, inquietudes, propios de culturas y sociedades cambiantes, al teólogo le corresponde, según Francisco, la tarea intransferible de entrar en diálogo con la novedad que emerge, valorándola a la luz de la palabra divina, de manera que «la Verdad revelada pueda ser mejor percibida, mejor entendida y expresada en forma más adecuada»8. En este sentido, para el Papa los teólogos son «pioneros del diálogo de la Iglesia con las culturas (...) un diálogo crítico y al mismo tiempo benévolo, que debe favorecer la acogida de la Palabra de Dios por parte de los hombres "de todas las naciones, razas, pueblos y lenguas" (Ap 7, 9)»9. Este diálogo cultural e intercultural es un reto y una tarea inaplazable para los teólogos y el quehacer teológico de hoy10. El diálogo en otras palabras implica una apertura de la fe a la riqueza de los demás saberes en los cuales razonablemente se traduce la pluralidad cultural y social del mundo de la vida. En otras palabras, como afirma Parra: «La identidad de la teología entonces deriva de su interés o propia finalidad; de sus propios peculiares principios; del específico método; del específico parámetro con que se instaura su analítica de la historia; del sesgo particular con el que indaga la realidad humana»11.

1.3 Discernimiento

Este tema es muy recurrente en Francisco, más aún, es un pilar de su espiritualidad debido a su formación como jesuita12. No habla de discernimiento como de una teoría más, sino de aquella práctica que acompaña su labor al frente de la Iglesia. Para el Papa, es necesario que el teólogo se ponga de frente a la realidad mirándola a la cara, lo cual implica vivirla, sin miedos, sin fugas y sin catastrofismos y evitar las lecturas ideológicas o parciales porque la opacan en lugar de develarla13.

El discernimiento se realiza siempre en presencia del Señor, sin perder de vista los signos de los tiempos, escuchando lo que sucede, el sentir de la gente, sobre todo de los más débiles. Sobre esta actitud de escucha el Papa evoca a su antecesor en cuanto «destacó muchas veces que el teólogo debe permanecer a la escucha de la fe vivida por los humildes y los pequeños, a quienes el Padre quiso revelarles lo que había ocultado a sabios e inteligentes (cf. Mt 11, 25-26)»14. Ahora bien, para Francisco:

El discernimiento no es ciego, ni improvisado: se realiza sobre la base de criterios éticos y espirituales, implica interrogarse sobre lo que es bueno, la referencia a los valores propios de una visión del hombre y del mundo, una visión de la persona en todas sus dimensiones, sobre todo en la espiritual, trascendente (...). Hacer discernimiento significa no huir, sino leer seriamente, sin prejuicios, la realidad15.

En este mismo sentido, el teólogo brasilero Roque Junges, plantea que el discernimiento es fundamental para la praxis del cristiano, de lo contrario su acción sobre sí mismo y sobre el mundo en lugar de ser procesual e histórica, sería más de carácter aplicada e instrumental16.

1.4 Estudio y vida espiritual

Esta correlación entre estudio y vida espiritual es de vital importancia para Francisco, y se constituye en uno de los desafíos de nuestro tiempo. Al respecto señala la necesidad de:

Transmitir el saber y ofrecer al mismo una llave de comprensión vital del mismo, no un cúmulo de nociones no relacionadas entre sí. Hay necesidad de una auténtica hermenéutica evangélica para comprender mejor la vida, el mundo y los hombres, de una atmósfera espiritual de búsqueda y certeza basada en las verdades de razón y de fe17.

En este binomio entre estudio y vida espiritual, el Papa pone el acento en este último, tal vez porque es consciente de la tentación de una teología de escritorio que hace halago de erudición, pero que es totalmente ajena a la vida real de los creyentes. En este sentido, afirma:

La filosofía y la teología permiten adquirir las convicciones que estructuran y fortalecen la inteligencia e iluminan la voluntad (...) pero todo esto es fecundo solo si se hace con la mente abierta y de rodillas. El teólogo que se complace en su pensamiento completo y acabado es un mediocre. El buen teólogo y filósofo tiene un pensamiento abierto, es decir, incompleto, siempre abierto al maius de Dios y de la verdad, siempre en desarrollo según la ley que san Vicente de Lerins describe así: se consolide con los años, se dilate con el tiempo, se profundice con la edad. Este es el teólogo que tiene la mente abierta. Y el teólogo que no reza y no adora a Dios termina hundido en el más desagradable narcisismo18.

Para Francisco, entonces el teólogo es alguien más que un intelectual capacitado y hábil para elaborar conceptos y discursos académicos, debido a que su existencia está fundada en la gracia del Dios revelado en Jesucristo. Esto le proporciona un sentido de comprensión y acción que desborda el potencial y las fuerzas que dinamizan la vida de todo ser humano.

1.5 Avanzar en la inteligencia de la fe

Esta es, a nuestro modo de ver, una de las tareas más urgentes que debe concentrar la atención del teólogo, para garantizar que el contenido de la fe sea legible, comunicable, dinamizador de la vida de todos los creyentes y fácil de comprender por aquellos que están en búsqueda de una fuente de sentido pero que no conocen aún a Cristo19. Al respecto, Francisco afirma que: «el pensamiento de la Iglesia debe recuperar genialidad y entender cada vez mejor la manera como el hombre se comprende hoy, para desarrollar y profundizar sus propias enseñanzas»20.

El papa es consciente que:

La Iglesia, que es discípula misionera, necesita crecer en su interpretación de la Palabra revelada y en su comprensión de la verdad (.) Las distintas líneas de pensamiento filosófico, teológico y pastoral, si se dejan armonizar por el Espíritu en el respeto y el amor, también pueden hacer crecer a la Iglesia, ya que ayudan a explicitar mejor el riquísimo tesoro de la Palabra. A quienes sueñan con una doctrina monolítica defendida por todos sin matices, esto puede parecerles una imperfecta dispersión. Pero la realidad es que esa variedad ayuda a que se manifiesten y desarrollen mejor los diversos aspectos de la inagotable riqueza del Evangelio21.

En continuidad con el Vaticano II, Francisco avanza en la convicción de que la teología debe nutrirse de la Tradición de la Iglesia y fundarse en el Evangelio. En este sentido, debe ser tanto palabra que ilumina como acción que transforma la vida del creyente en sus relaciones. Por lo tanto, ¿no es a esto lo que se refiere la Gaudium et Spes, en los numerales 33-39 cuando ilustra la importancia de profundizar la acción humana en el mundo como lugar predilecto de revelación de Dios?

1.6 Al servicio de la Iglesia

Si bien, en un apartado anterior se había hecho referencia al carácter eclesial de la vocación del teólogo, conviene retomarlo nuevamente, en cuanto que el trabajo del teólogo debe estar direccionado en función del servicio a la Iglesia. En este sentido, Francisco afirma:

La Iglesia, empeñada en la evangelización, aprecia y alienta el carisma de los teólogos y su esfuerzo por la investigación teológica, que promueve el diálogo con el mundo de las culturas y de las ciencias. Convoco a los teólogos a cumplir este servicio como parte de la misión salvífica de la Iglesia. Pero es necesario que, para tal propósito, lleven en el corazón la finalidad evangelizadora de la Iglesia y también de la teología, y no se contenten con una teología de escritorio22.

Las expresiones propias del Papa, referidas a los ministros, en cuanto a la necesidad de «oler a oveja», señalando con ello la encarnación en la realidad, o a la Iglesia en general cuando afirma: «Prefiero mil veces una Iglesia 'lesionada' que una Iglesia enferma», son también expresiones que pueden aplicarse a los teólogos en su servicio a la Iglesia. Por un lado, para que las reflexiones hagan evidente el encuentro con la realidad de los creyentes y, por otro, para que, en el encuentro con la realidad de los creyentes, sus preocupaciones e inquietudes impacten la conciencia del teólogo, alimentando su conversión y la sensatez de su discurso, además de liberarlo de la posibilidad de enfermar por una bacteria, debido a la manipulación excesiva de los libros.

De esta manera, según Francisco, el teólogo de hoy está llamado a ser un hombre en camino y fiel al seguimiento de Cristo como encarnación y sentido práxico de la fe. Vemos en esta convicción un fuerte vínculo entre los términos seguimiento y praxis cristiana, puesto que el cristianismo se caracteriza fundamentalmente por ser una praxis y compromiso que se testimonia en el seguimiento.

1.7 Tradición/Realidad

Este binomio Tradición/Realidad en la forma como es abordado por el Papa, permite superar la visión de la Tradición como una catarata congelada que no permite movilidad o renovación. Para Francisco, las elaboraciones conceptuales deben estar conectadas con la realidad, más aún, la realidad es superior a las elaboraciones conceptuales. Al respecto afirma:

La idea -las elaboraciones conceptuales- está en función de la captación, la comprensión y la conducción de la realidad. La idea desconectada de la realidad origina idealismos y nominalismos ineficaces, que a lo sumo clasifican o definen, pero no convocan. Lo que convoca es la realidad iluminada por el razonamiento23.

Según el planteamiento anterior, para la teología que se inspira en el Concilio Vaticano II y bajo los nuevos horizontes de renovación del Papa Francisco, es un imperativo la asunción comprometida de la realidad. Esto no niega que el teólogo tenga que vérselas con la reflexión y los componentes especulativos que toda teología asume, puesto que son necesarios y pertinentes, pero en ello no está su anclaje definitivo. Además de ese carácter reflexivo que identifica a la teología desde sus inicios, Francisco llama la atención para que no perdamos de vista el hecho central a la luz del Concilio en cuestión, según el cual, el teólogo que no parta de la realidad vivida estará lejos del compromiso al que invita Cristo.

En este sentido, todas las elaboraciones teológicas pueden sonar a mensaje trasnochado y abstracto si no se resignifican a partir del diálogo con la realidad y las preguntas que orientan las búsquedas de la mujer y el hombre de hoy24. En consecuencia, «lo que se comunica en la Iglesia, lo que se transmite en su Tradición viva, es la luz nueva que nace del encuentro con el Dios vivo, una luz que toca la persona en su centro, en el corazón, implicando su mente, su voluntad y su afectividad, abriéndola a relaciones vivas en la comunión con Dios y con los otros»25.

El horizonte de esta primavera teológica se centra en la actualización de la acción de la fe cristiana como resultado de la puesta en tensión de lo nuevo del presente siempre enriquecido con la Tradición de la Iglesia. La relectura de lo dado en la tradición a la luz de lo nuevo del presente, trae una tensión creadora y de transformación para el teólogo de hoy, lo que se traduce en la esperanza de avanzar hacia una realización del ser humano.

1.8 Frontera

Unido a la insistencia por la disposición al diálogo y al discernimiento, se encuentra la insistencia de Francisco a permanecer en la frontera, es decir, inserto en el contexto en el cual se actúa y sobre el cual se reflexiona. Al respecto afirma:

Nos acecha siempre el peligro de vivir en un laboratorio. La nuestra no es una fe-laboratorio, sino una fe-camino, una fe histórica. Dios se ha revelado como historia, no como un compendio de verdades abstractas. Me dan miedo los laboratorios porque en el laboratorio se toman los problemas y se los lleva uno a su casa, fuera de su contexto, para domesticarlos, para darles un barniz. No hay que llevarse la frontera a casa, sino vivir en frontera y ser audaces26.

La frontera propia del teólogo está constituida por el mundo en la faceta que presenta en estos inicios de siglo y de milenio, marcada por los cambios acelerados y agitados por problemas de gran relevancia para la vida de la fe. En este contexto se impone para el teólogo el compromiso por educar en una fe convencida y madura, capaz de dar sentido a la vida y ofrecer respuestas convincentes a cuantos están en busca de sentido, que para el teólogo no es otro diferente a Dios. Permanecer en la frontera significa entonces estar dispuesto a enfrentar las tensiones y los avatares de los hechos de la historia, que no siempre tienen las mejores implicaciones sociales. Desde esas coyunturas no deseadas que dejan al teólogo a la intemperie de los peligros de la frontera es importante la acción de la fe y el compromiso por los más débiles y desamparados. Acaso, ¿no es esto lo que comprometidamente han hecho teologías de frontera como la teología de la liberación?27.

El peligro que trae el vivir en la frontera es terminar domesticándola, pues según Francisco: «Domesticar las fronteras significa limitarse a hablar desde una posición de lejanía, encerrarse en los laboratorios, que son cosas útiles. Pero la reflexión, para nosotros, debe partir de la experiencia»28. Creemos que esa teología endógena, autorreferencial o solo de élites, que ha estado presente en nuestro medio, permite comprender mejor aquello que describe el Papa al hablar de domesticar las fronteras, que en el caso del teólogo y de la teología, termina por erigirse en un discurso pertinente porque se hace con las herramientas de la academia, pero totalmente irrelevante para la realidad en la cual vivimos, por ser incapaz de dar respuesta a los interrogantes que desde ella emergen.

2. Retrospectiva de las interpelaciones en la Tradición de los Padres de la Iglesia

Después de abordar las interpelaciones del Papa a los teólogos y su misión, queda en evidencia la profunda conexión con la Tradición viva de la Iglesia, referida en este caso a la Tradición de los Padres de la Iglesia. Por la limitación del espacio no se hará un estudio exhaustivo de las relaciones que pueden establecerse entre el aporte de los Padres con las interpelaciones del Papa, pero se evocarán algunas semblanzas que permitirán dar cuenta de la conexión antes mencionada y de la continuidad de la Tradición viva de la Iglesia.

2.1 Identidad

Al hacer el ejercicio de volver sobre las ideas que señala Francisco sobre la identidad del teólogo, desde la Tradición de los Padres emergen personajes ilustres que con su aporte consolidaron y dieron identidad a la labor del teólogo. Tal es el caso de Orígenes de Alejandría, de quien Eusebio de Cesarea en su historia eclesiástica recoge el testimonio de la forma como era recordado el más ilustre pensador de la escuela de Alejandría. En el libro sexto del segundo volumen de la obra en cuestión, al hablar de la manera como desde muy joven Orígenes profesaba la palabra de Cristo buscando ser fiel a la misma, afirma: «quale è la parola, dicono, tale è la condotta, ed egli dimostrò che quale è la condotta, tale è la parola, e fu soprattutto per questo che, soccorso da divina potenza, indusse moltissimi ad imitarlo»29.

En efecto, el vínculo con la Escritura era tan estrecho, que era Ella la que imprimía la forma del tipo de creyente que encarnó y la identidad de su ser y quehacer como teólogo. Esa disposición a ser fiel a la Escritura, dinamizó su personalidad, haciéndola atractiva y arrolladora, induciendo a muchos a imitarlo, pero también a suscitar envidias, como la de su Obispo Demetrio30.

Otro gran personaje en el que puede hacerse eco de los elementos identitativos del teólogo referido por Francisco, es Gregorio de Nisa. En su obra De vita Moysis, en la segunda parte, al interpretar el sonido de las trompetas en el ascenso a la montaña, que hace que el pueblo encargue a Moisés para que conozca los misterios ocultos y posteriormente se los comunique, está la referencia directa a los ministros ordenados, quienes en cabeza de los Obispos son los encargados en esta época del ejercicio de hacer inteligible la fe.

El que la turba no pueda soportar la voz que viene de lo alto y encargue a Moisés que conozca por sí mismo los misterios ocultos y comunique al pueblo la doctrina que haya aprendido a través de la enseñanza divina, también esto está entre las cosas practicadas en la Iglesia: que no todos se lancen a la comprensión de los misterios, sino que elijan de entre ellos a quien pueda percibir las cosas divinas, le presten oído confiadamente y tomen como digno de fe todo cuanto oigan a quien ha sido iniciado en los misterios divinos31.

En relación con lo anterior, es evidente que existe una conciencia clara del origen del teólogo al interior del pueblo, quien a través del servicio posee la función de hacer inteligibles los misterios divinos o, en otros términos, hacer inteligible la fe a la comunidad de la cual hace parte, en la cual está inserto y en la cual se le ha confiado una misión. En este sentido se entiende la expresión según la cual la teología nace in medio ecclesiae.

2.2 Diálogo

La disposición y capacidad de diálogo permea todo el trabajo de los Padres, pues todos ellos tuvieron el reto de dar cuenta de la novedad de la fe cristiana en un escenario cultural diferente al semita. Si bien, todos se esforzaron por adelantar dicho diálogo, unos brillaron más que otros por sus capacidades personales y la formación recibida.

Más aún, la posibilidad del diálogo entre teología y cultura está dada por la referencia directa al misterio de la encarnación. Fue la comprensión de dicho misterio, aquello que permitió a los Padres establecer el diálogo con la cultura pagana y las diversas realidades sociales y eclesiales de su tiempo32. El maestro que fomentó con mayor fuerza dicha disposición al diálogo con la cultura fue Orígenes de Alejandría.

Concretamente, Orígenes, en la carta que envía a su discípulo Gregorio Taumaturgo le invita a hacer uso de los elementos positivos de la cultura, que no solo sirven de propedéutica para iniciar al cristianismo, sino también, para avanzar en la inteligencia de la fe.

Mais je voudrais, moi, que tu utilices toute la force de tes dispositions naturelles en ayant pour fin a la doctrine chrétienne. Quant au moyen á employer, j'aurais pour cette raison souhaité que tu prennes de la philosophie grecque tout ce qui peut servir comme d'enseignement encyclique ou de propédeutique pour introduire au christianisme et de même de la géométrie et de l'astronomie tout ce qui será utile à rinterprétation de FEcriture sainte (...) Peut-être une idée semblable est-elle suggérée par un passage de FExode. Dieu en personne fait dire aux fils d'Israél de demander à leurs voisins et à leurs compagnons d'habitation des vases d'argent et d'or, ainsi que des vêtements. Ils devront ainsi dépouiller les Égyptiens pour trouver dans ce qu "ils auront reçu le matériel qui servirá à Torganisation du culte divin33.

2.3 Discernimiento

La capacidad de discernimiento no está ajena a la anterior del diálogo, sino que guardan una correlación estrecha. La disposición al diálogo con la cultura era un requerimiento que se imponía dada la necesidad de hacer inteligible la fe en un ambiente cultural griego. El diálogo con la cultura exige discernimiento, la interpretación alegórica de la Escritura también lo exige. Frente a esta necesidad de discernir, será Basilio, el Grande, uno de los encargados de hacer explícito el criterio de discernimiento que será aplicado no solo al diálogo con la cultura, sino también, al trabajo de interpretación de la Escritura.

Conviene recordar que Basilio, además de conocer las indicaciones de Orígenes que fueron evocadas en el apartado anterior, había vivido una experiencia fuerte de relación con la cultura pagana durante sus estudios en Atenas y Constantinopla; por ello, no desconoce los peligros de la literatura clásica en el plano moral y sabe aprovechar los escritos de los autores paganos a los cuales confiere solo un valor propedéutico a la fe cristiana34.

Particularmente, Basilio elabora un escrito a manera de mensaje a los jóvenes en el cual les aconseja cómo leer a los clásicos, a continuación, referimos algunos apartes:

Si dice del testo che il grande Mosé, cosí famoso nel mondo per la sua saggezza, solo dopo aver esercitato la mente nelle scienze degli Egiziani, si dette alla contemplazione del'Essere. E como lui, ma in época piú recente, dicono che il saggio Daniele prima abbia imparato a Babilonia la sapienza dei Caldei e si sia poi dedicato allo studio delle cose divine (...) Ma piuttosto sceglieremo quegli scritti nei quali é lodata la virtú o condannato il vizio (.) Credo sia bene che i ragazzi della vostra etá imitino questi esempi, che sostanzialmente concordano con i nostri princípi. Il comportamento di Socrate, infatti, é molto simile al nostro comandamento, che ci prescribe di porgere l'altra guancia a chi ci percuote35.

Del texto antes señalado queda evidente la referencia directa a la virtud como fundamento y criterio de discernimiento, tanto para entrar en diálogo con la cultura pagana, como para el ejercicio de interpretación alegórica.

2.4 Estudio y vida espiritual

Frente al tema que aborda el presente apartado, en nuestra hu milde opinión, consideramos que el elogio del maestro que dirigió Gregorio Taumaturgo a Orígenes, después de compartir un proceso formativo de la mano de este gran teólogo alejandrino, permite identificar la manera como para los Padres estos dos elementos están íntimamente ligados, pues, para ellos, la vida espiritual es el polo a tierra de los estudios, y estos a su vez, solo cumplen su función en la medida que alimentan la vida espiritual. El creer para entender y el entender para creer sintetizan muy bien la relación entre estos dos elementos.

A continuación, evocamos apartes de la experiencia vivida por el Taumaturgo en su compartir con Orígenes:

Acogiéndonos así, y cercándonos con su técnica de labrador, no solo consideraba lo que aparece a la vista de todos y se ve por simple ojeada, sino que también ahondaba e investigaba hasta lo más íntimo, preguntando, proponiendo y escuchando las respuestas; tan pronto como descubría en nosotros algo útil, provechoso y eficaz, él excavaba y removía la tierra, regaba y no dejaba nada por mover; nos aplicaba todo su arte y cuidado, y así nos cultivaba. Los cardos y espinas y todo retoño de árboles y plantas agrestes que producía exuberante nuestra alma turbada, desordenada e impetuosa, él lo podaba todo y lo arrancaba con argumentos y prohibiciones. Nos enderezaba de forma socrática y nos incitaba con su manera de razonar; viéndonos desenfrenados, como potros salvajes, saltando fuera del camino y corriendo de un lado para otro, hasta que, con persuasión y doctrina nos enderezaba y domaba con su palabra, como con un freno metido en nuestra boca. (.) Cuando nos volvió aptos y nos preparó adecuadamente para recibir las palabras de la verdad, entonces, como tierra bien trabajada y mullida, dispuesta para hacer brotar las semillas recibidas, él las echaba a manos llenas, buscaba el momento oportuno para sembrar, de igual manera que ponía cuidado en todo, haciendo cada cosa a su debido tiempo y con las palabras apropiadas36.

Esta breve narración de Gregorio Taumaturgo nos permite sintonizar, tanto con el ambiente que se respiraba en la escuela de Cesarea y la integración que promovía Orígenes entre el estudio y la vida espiritual, como con el perfil de un teólogo que, en su rol de maestro, se esmera en comunicar su propia experiencia de búsqueda de la Verdad, que se identifica con el Logos de Dios, Cristo el Señor, en quien confluyen los resultados de los estudios y la vida espiritual. Quien se adentre a leer la obra completa en cuestión, podrá ampliar la correlación de la cual hemos solamente ilustrado con brevedad, en razón de los intereses del presente escrito.

2.5 Avanzar en la inteligencia de la fe

La búsqueda de una mayor inteligencia de la fe fue un ejercicio que estuvo presente permanentemente en los Padres, al menos hasta el siglo de oro, en el cual se logró consolidar la doctrina cristiana que fue ratificada en los concilios ecuménicos de Nicea (325), Constantinopla I (381), Éfeso (431) y Calcedonia (451) por mencionar los que se circunscriben en el período antes mencionado. Del diálogo con la cultura que se fue haciendo cada vez más urgente en la medida que el cristianismo fue creciendo y ampliando su cobertura en el imperio romano, urgió la necesidad de presentar la fe de manera que fuese inteligible para quienes llegaban provenientes del paganismo, para quienes atacaban el cristianismo por falta de conocimiento y para quienes, ya siendo cristianos, aspiraban a una comprensión de la fe que les permitiera dialogar con el entorno cultural griego.

Además, la conciencia de limitación para poder acercarse al misterio de la fe, dada la infinitud de Dios y la precariedad del lenguaje para dar cuenta de su presencia, hacían que se concibiera la teología como un ejercicio siempre en construcción, que para el teólogo implicaba una tarea continua de buscar avanzar cada vez más en la inteligencia de la fe. A continuación, evocamos dos testimonios que pueden ayudar a comprender mejor las ideas hasta aquí expuestas en el presente apartado.

El primero está referido a Orígenes en su «Tratado sobre los prin cipios», en cuyo prefacio se hace evidente la necesidad de buscar la inteligencia de la fe en los siguientes términos:

Sin embargo, hay que hacer notar que los santos apóstoles que predicaron la fe de Cristo, comunicaron algunas cosas que claramente creían necesarias para todos los creyentes, aun para aquellos que se mostraban perezosos en su interés por las cosas del conocimiento de Dios, dejando, en cambio, que las razones de sus afirmaciones las investigaran aquellos que se hubieren hecho merecedores de dones superiores, principalmente los que hubieren recibido del mismo Espíritu Santo el don de la palabra, de la sabiduría y de la ciencia. Respecto de ciertas cosas, afirmaron ser así, pero no dieron explicación del cómo ni del porqué de las mismas, sin duda para que los más diligentes de sus sucesores, mostrando amor a la sabiduría, tuvieran en qué ejercitarse y hacer fructificar su ingenio, esos sucesores, quiero decir, que tenían que prepararse para ser receptores aptos y dignos de sabiduría37.

La recepción del dato revelado que hemos recibido directamente de los Apóstoles exige por sí mismo la tarea de dar razón de lo recibido, buscando avanzar en la inteligencia de la fe. Un dato para resaltar es que en el ejercicio de dar razón de la fe el acento no está puesto en las capacidades personales del teólogo, sino en la acción del Espíritu, razón por la cual, para los Padres de la Iglesia, la teología es, ante todo, un ejercicio espiritual de inteligencia de la fe.

El segundo está referido a Aurelio Agustín, que en su tratado sobre la Trinidad hace evidente la complejidad del trabajo de inteligencia de la fe por las limitaciones propias de la condición humana y la necesidad de ofrecer cualquier aporte como una posibilidad de avance y abierto al buen criterio de quienes comparten la misma búsqueda.

En consecuencia, quien esto lea, si tiene certeza, avance en mi compañía; indague conmigo, si duda; pase a mi campo cuando reconozca su error, y enderece mis pasos cuando me extravíe. Así marcharemos, con paso igual, por las sendas de la caridad en busca de aquel de quien está escrito: Buscad siempre su rostro. Esta es la piadosa y segura regla que brindo, en presencia del Señor, nuestro Dios, a quienes lean mis escritos, especialmente este tratado, donde se defiende la unidad de la Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, pues no existe materia donde con mayor peligro se desbarre, ni se investigue con más fatiga, o se encuentre con mayor fruto. Aquel que, al correr de la lectura, exclama: «Esto no está bien dicho, porque no lo comprendo», critica mi palabra, no mi fe. La frase quizá pudiera ser más diáfana: sin embargo, ningún hombre ha podido expresarse de manera que todos le entiendan en todo. El que no esté conforme con mi expresión o no la entienda, vea si es capaz de comprender a otros autores más versados en estas lides, y si es así, cierre mi libro, y, si le parece, arrincónelo y dedique sus afanes y su tiempo a los que entiende38.

El texto anterior permite comprender que en el trabajo de inteligencia de la fe cada avance es provisional no solo por la limitación propia del ser humano como ser creado, finito, sino porque Dios siempre será misterio insondable, si lo pudiésemos conocer ya no sería Dios.

2.6 Al servicio de la Iglesia

Como se había mencionado en un apartado anterior, la teología nace in medio ecclesiae y al servicio de la Iglesia en su necesidad de hacer avanzar la inteligencia de la fe, de interpretar las Escrituras, por ello todos los Padres se caracterizan por ser comentadores de la Escritura. Además, de acuerdo a las circunstancias históricas los teólogos vieron la necesidad de buscar respuesta, tanto a los diferentes problemas que fueron presentándose al interior de las comunidades, como a los ataques de los cuales fue víctima el cristianismo, provenientes de algunos intelectuales, de los emperadores y de los comentarios desajustados del populacho.

En este sentido, puede comprenderse mejor por qué todos los escritos de los Padres se orientan a responder a problemas puntuales o necesidades emergentes en las comunidades. Tal es el caso de la Carta de Clemente de Roma a la comunidad de Corinto, que presentaba problemas de división y la comunidad de Roma al enterarse, encarga a Clemente para que elabore una carta que ayude a resolver el problema. En su labor, el teólogo buscó persuadir, a través de un esfuerzo argumentativo para restablecer la unidad. Otro ejemplo es el Adversus haereses de Ireneo de Lyon, que fue escrito para desenmascarar el carácter herético en el cual estaban cayendo los movimientos gnósticos.

En muchas obras puede identificarse al inicio, tanto el motivo del escrito como la referencia al destinatario o destinatarios, lo cual permite corroborar que el esfuerzo del trabajo del teólogo se orienta en función de prestar un servicio a la Iglesia. Tal es el caso de la Carta a Diogneto, cuyo autor, si bien es desconocido, en las primeras líneas señala lo siguiente:

Como veo, muy excelente Diogneto, que tienes gran interés en comprender la religión de los cristianos, y que tus preguntas respecto a los mismos son hechas de modo preciso y cuidadoso, sobre el Dios en quien confían y cómo le adoran, y que no tienen en consideración el mundo y desprecian la muerte, y no hacen el menor caso de los que son tenidos por dioses por los griegos, ni observan la superstición de los judíos, y en cuanto a la naturaleza del afecto que se tienen los unos por los otros, y de este nuevo desarrollo o interés, que ha entrado en las vidas de los hombres ahora, y no antes; te alabo por este celo, y pido a Dios, que nos proporciona tanto el hablar como el oír, que a mí me sea concedido el hablar de tal forma que tú puedas ser hecho mejor por el oír, y a ti que puedas escuchar de modo que el que habla no se vea decepcionado39.

2.7 Tradición-Realidad

En los Padres de la Iglesia existe una conciencia clara de la importancia, no solo de la Escritura, sino también de Tradición recibida directamente de los Apóstoles, como referente fundamental para el trabajo de inteligencia de la fe y para sostener la unidad entre las diferentes comunidades. Ireneo de Lyon en su disputa con los gnósticos apela a la Tradición para salvaguardar la identidad del cristianismo de las interpretaciones de carácter sincrético en las que habían redundado los diferentes movimientos de gnósticos de su época. Frente a ellos afirma que la Tradición está viva en la Iglesia, «ya que los Apóstoles depositaron en ella, como en un rico almacén, todo lo referente a la verdad, a fin de que «cuantos lo quieran saquen de ella el agua de la vida» (Ap 22,17). Esta es la entrada a la vida»40.

La alusión a la Tradición, entendida como una Tradición viva, permite comprender el carácter dinámico que tenía para los Padres. Particularmente, para Gregorio de Nisa la Tradición no es algo estático que nunca se modifica, debido a que todo lo que hace parte del mundo tiene como característica el cambio permanente. Por esta razón, las nuevas comprensiones deben garantizar la solidez en los argumentos que implica un esfuerzo de creación audaz, la claridad de los planteamientos que surge de una actitud de reflexión íntima y, contribuir a ampliar la comprensión del sentido que se vehicula en la Tradición como garantía de unidad y fidelidad espiritual. Al respecto afirma en el Ad Ablabium:

Si quidem aliquid tale possimus invenire, per quod mentis nostrae ambiguitas firmaretur, et non amplius ad absurdum dilema dubia vacillaret atque penderet, praeclare ageretur: sin autem nostra oratio propositiva quaestione infirmior arguatur, traditionem quidem, quam a patribus per successionem accepimus41.

2.8 Frontera

A partir de la comprensión que ofrece Francisco sobre la categoría frontera es posible afirmar que todos los Padres de la Iglesia se mantienen en la frontera, porque están insertos en sus comunidades, no son indiferentes a los problemas que van emergiendo y están atentos a buscar soluciones a los mismos, movidos por su profunda experiencia de fe que dinamiza en ellos su celo pastoral. Aquí los ejemplos se multiplican, pero para hacer explícito alguno de ellos, la referencia es a Basilio el Grande. En el ejercicio de su ministerio, no solo estuvo al tanto de los problemas que tenían que ver con la ortodoxia debido al avance del arrianismo, sino que estuvo atento a las problemáticas sociales propias de su contexto histórico y buscó encarnar el Evangelio en dichas situaciones. A continuación, se ofrece una breve descripción que hace de él, Claudio Moreschini en la introducción que hace a Basilio:

Ma l'ortodossia non era l'unico interesse di Basilio. Da discepolo di Eustazio, egli era naturalmente interessato anche alla attuazione pratica della fede cristiana e a sviluppare un piú profondo senso di responsabilità sociale tra i Cristiani. Questo fu manifestato appieno durante la terribile carestia che colpi la Cappadocia nel 369 (...) Gregorio [Nazianzeno] si riferisce anche a «una nuova città» (Orazione 43, 35 e 63), cioè ad un ampio complesso di edifici, destinati alla cura dei malati, dei derelitti e degli affamati. Forse il complesso già esisteva nel 369, e in occasione di quella carestia Basilio lo amplió ulteriormente (...) La crisi economica del 369 spinse Basilio ad applicare i suoi principi di organizzazione di una vita etica, che furono meglio dispiegati nelle sue attività e nelle sue istituzioni ascetiche successive42.

3. Prospectiva de las interpelaciones para una teología de la acción

3.1 Un doble cauce que se fusiona en la acción

Según lo visto en los apartados anteriores, los dos movimientos centrales de este trabajo tienen la siguiente dinámica: un paso atrás que conecta con la tradición y toma impulso para resignificar los hechos de la historia actual. El sentido de esta iniciativa aparentemente paradójica consiste en ir y apropiar los antecedentes en los que se basa el Papa Francisco para fundamentar sus interpelaciones al teólogo y a la teología de hoy en relación con los Padres de la Iglesia. Pero, el paso atrás en tanto retrospectiva para auscultar lo dado de la tradición y la sedimentación de la fe cristiana se constituye al fin de cuentas en un paso adelante en la perspectiva del encuentro con las problemáticas a las que se ve abocada la sociedad actual, y con las cuales el teólogo y la teología tiene que contar.

En otras palabras, no hay teología de inspiración cristiana que no tenga en cuenta la Tradición de la fe, de la cual es pilar fundamental la Escritura, como bien lo expresa el Concilio Vaticano II:

Así, pues, la Sagrada Tradición y la Sagrada Escritura están íntimamente unidas y compenetradas. Porque surgiendo ambas de la misma divina fuente, se funden en cierto modo y tienden a un mismo fin. Ya que la Sagrada Escritura es la palabra de Dios en cuanto se consigna por escrito bajo la inspiración del Espíritu Santo, y la Sagrada Tradición transmite íntegramente a los sucesores de los Apóstoles la palabra de Dios, a ellos confiada por Cristo Señor y por el Espíritu Santo para que, con la luz del Espíritu de la verdad la guarden fielmente, la expongan y la difundan con su predicación; de donde se sigue que la Iglesia no deriva solamente de la Sagrada Escritura su certeza acerca de todas las verdades reveladas. Por eso se han de recibir y venerar ambas con un mismo espíritu de piedad43.

En definitiva, encontramos un doble cauce que se fusiona como un solo cuerpo de inspiración e interpretación para la teología del presente, que es a la que interpela Francisco para que asuma el compromiso evangélico. Esto es definitivo para la identidad y especificidad de la reflexión teológica, en tanto cuerpo disciplinar llamado a dialogar con los demás saberes científicos.

La preocupación del Papa Francisco por situar la teología de cara al compromiso cristiano, evoca de nuevo la teología de la liberación cuando se preguntó acerca del acto primero que precede a toda teología práctica, política, pastoral. Sobre este asunto son enfáticas las posiciones de teólogos latinoamericanos como Gustavo Gutiérrez44 y Juan Luis Segundo45. Ambos ponen como acto primero de toda teología práctico-liberadora el compromiso de caridad. En otras palabras, el compromiso de caridad es la acción de la fe cristiana que opera en el amor.

3.2 Compatibilidad entre la revelación y la acción humana

Mientras las ciencias naturales y algunas ciencias sociales tienden a ponderar su avance de acuerdo a los resultados expresados en el orden concreto y de la demostración, la teología en cambio fundada en la fe y la revelación, más que constatación de hechos o de adecuación del pensamiento con la cosa, es un ejercicio continuo de resignificación donde adquiere especial importancia la relación de la Tradición con el presente. Por lo tanto, el avance del conocimiento teológico no corresponde necesariamente a los mismos moldes de las llamadas ciencias empico-analíticas.

El carácter crítico-práctico que orienta el horizonte de las inves tigaciones teológicas no tiene necesariamente que competir con el interés de otras ciencias, pues:

Estamos lejos de afirmar que el avance investigativo de la teología venga señalado como desde fuera por el simple avance propositivo de las nuevas racionalidades, como si la función de la teología pudiera ser dar alcance al movimiento del conocimiento para expresar los componentes permanentes de la fe en nuevas categorías y con arreglos a nuevos derroteros del pensamiento humano. La entidad de la teología, ya lo dijimos, se resuelve de modo primario por su índole de discurso de la revelación o palabra original y gratuita del propósito divino de nuestra creación, salvación, justificación y glorificación46.

Las interpelaciones de Francisco, tanto a los teólogos como a las teologías de hoy tienen una implicación práctica de compromiso con las realidades histórico sociales actuales. El término práctico no significa aquí un saber aplicado exclusivamente, es decir, derivado de una doctrina o un marco teórico previo. Aunque este tipo de saber ha sido útil en algunos trabajos tanto de las llamadas teologías pastorales como de las teologías prácticas de corte empírico, no obstante, las interpelaciones de Francisco son fundamentalmente en el sentido de una praxis más integral y abarcante. Esto quiere decir que lo práxico, en esta perspectiva, desborda aquellas comprensiones que pueden reducir la actividad humana a un hacer sobre las cosas -poiésis-.

El actuar en esta perspectiva tiene un enfoque más histórico-exis-tencial, en el sentido que sintetiza las intenciones de quien actúa. Es mayor que la percepción de los impulsos de un hacer que se expresa hacia afuera y se concreta en la manipulación o instrumentalización de las cosas. Este actuar consciente e intencional es sobre sí mismo, en la medida que transforma a quien ejecuta la acción.

El saber práctico de la teología del cual es portadora la teología de acción está en las coordenadas de la comprensión de la revelación en Vaticano II, cuando en la Dei Verbum 2 afirma sin vacilación que Dios se revela en hechos y palabras:

El plan de la revelación se realiza por obras y palabras intrínsecamente ligadas; las obras que Dios realiza en la historia de la salvación manifiestan y confirman la doctrina y las realidades que las palabras significan; a su vez, las palabras proclaman las obras y explican su misterio47.

El carácter histórico de la revelación está presente en el plano prospectivo de Francisco, en la medida que llama la atención para que el teólogo y la teología, desde la luz de la fe y la revelación, con fronten las problemáticas y los desafíos que el mundo de hoy genera48.

En otras palabras, el paso atrás del cual ya se hizo referencia, tiene un sentido prospectivo en la importancia que Francisco le da a la Tradición, y en la medida que conecta el quehacer teológico con las dinámicas históricas que vinculan lo dado con lo nuevo. En este orden de ideas, este movimiento permanente de relectura de la Tradición a la luz de los acontecimientos actuales, se constituye en generador de nuevos problemas para la teología de hoy. O ¿De qué otra manera avanza el conocimiento teológico que no sea en esa relación de la Tradición con el presente, a la manera de una tensión creativa entre ruptura y continuidad?

Por lo tanto, es claro que esta vuelta a la tradición de la fe con el objeto de iluminar los avatares del presente de nuestra sociedad tiene unas claras implicaciones prácticas y de compromiso para la teología de hoy. Esta preocupación es evidente en el Papa Francisco, cuando hace ver que:

La humanidad vive en este momento un giro histórico, que podemos ver en los adelantos que se producen en diversos campos. Son de alabar los avances que contribuyen al bienestar de la gente, como, por ejemplo, en el ámbito de la salud, de la educación y de la comunicación. Sin embargo, no podemos olvidar que la mayoría de los hombres y mujeres de nuestro tiempo vive precariamente el día a día, con consecuencias funestas. Algunas patologías van en aumento49.

En relación con lo anterior, es claro el llamado de atención de Francisco a los teólogos para que vayan a las fronteras y, asuman desde la fe cristiana, esas nuevas problemáticas de las que debe dar cuenta una teología comprometida con el carácter histórico y transformador de la revelación. Dicho talante histórico de la revelación que proyecta Vaticano II es retomado por Francisco50, cuando hace ver los desafíos a los que tiene que enfrentar una reflexión teológica comprometida con el seguimiento de Cristo.

El sentido de estos textos y la comprensión de la revelación en tanto acción de Dios transformadora, encaja con la mirada de Alonso Schõkel, uno de los mayores estudiosos del carácter histórico de la revelación en la perspectiva de la Dei Verbum:

Dios se revela al hombre en su propia vida: entrando en ella, configurándola, dándole sentido. Y hay cosas de la revelación, bien formulada y explicada, que no acabamos de comprender hasta que se hacen un pedazo de nuestra vida. Entonces vemos que no son pura doctrina, meras palabras, sino palabras poderosas y salvadoras51.

La posición decidida y coherente de Francisco frente al hecho de hacer avanzar la propuesta de Vaticano II, redescubre el sentido de la praxis evangélica que debe estar presente en cualquier proyecto de teología pastoral, teología práctica o de teología de la acción, como ha sido asumido en la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana52. El proyecto de una teología de la acción ha implicado un proceso de reflexión dispendioso con miras a reinterpretar el sentido práctico de la revelación en Vaticano II. Por otra parte, no ha sido menor el hecho de enfrentar desde la teología y desde el diálogo interdisciplinar con los otros saberes, las preguntas acerca de ¿qué tipo de teología es la que se está haciendo en nuestra facultad de cara al compromiso cristiano y las exigencias del mundo de hoy? ¿Cómo se lleva a cabo la relación entre teoría y praxis?

Para la teología práctica y pastoral es útil mostrar que la acción humana está presente en contextos disímiles del quehacer humano, sin embargo, lo que nos cuestiona es que a pesar de que esta ha sido terreno fértil para la reflexión en distintos escenarios para las ciencias empírico-analíticas, las ciencias sociales, las ciencias de la comunicación o hermenéuticas, y en los diferentes espacios de conocimiento humano, ¿por qué la teología -a excepción de algunos casos- se ha detenido tan poco en profundizarla como expresión de la complejidad de la existencia humana? ¿Por qué la teología, a pesar de los intentos de la lingüística y la filosofía del lenguaje para profundizar el carácter semántico y performativo del lenguaje, la facticidad del actuar humano como expresión de facticidad histórico-existencial y transformadora de la vida, no obstante, esta se ha empecinado en lo instrumental, localizado y atomizado?53

Es fundamental que esta teología pueda caer en la cuenta de que, en la acción el ser humano sirve al poder creador de Dios. En el actuar humano se sintetizan los ámbitos trascendentes e inmanentes de la vida como una sola historia de salvación en la que54 «Dios es accesible, inagotablemente, en la totalidad de nuestra acción. (...). La conjunción de Dios y el Mundo acaba de realizarse ante nuestros ojos en el campo de la acción»55.

La riqueza de la interpelación de Francisco a la teología de hoy, tiene grato recibo en las zonas de sentido y de la praxis que inspiran a la teología de la acción, porque ¿qué otra cosa debe hacer esta teo logía que no sea la de profundizar en las zonas de sentido del actuar humano para encontrar en ellas la compatibilidad entre la revelación y la acción humana? El actuar humano como lugar de revelación se constituye en foco de atención para la teología de la acción porque en su profundización desde las prácticas concretas de la gente se juega su carácter práxico-transformador.

Por lo tanto, en respuesta a la apropiación histórica y pastoral de Vaticano II, el Papa Francisco hace un llamado de atención para que el teólogo y la teología actual reconozcan el paso liberador y transformador de Dios por la historia. Este horizonte es muy significativo para las teologías pastorales, las teologías prácticas y lo que en la Pontificia Universidad Javeriana se denomina teología de la acción. Desde cualesquiera de estos tres ámbitos de la praxis que se quiera profundizar en las zonas del actuar humano para hacer ver la acción liberadora, transformadora y salvadora de Dios en la historia, es importante caer en la cuenta que la significación histórica del Evangelio y de la fe cristiana parte fundamentalmente de la praxis social.

Conclusión

A partir de todo lo expuesto, las interpelaciones del Papa a los teólogos son un llamado sincero, consistente y cálido por parte de un pastor, quien, en su misión de confirmar a sus hermanos en la fe, quiere que centren la atención sobre lo fundamental, sobre aquello que hace posible que la fe sea fuente de vida, creadora de cultura y humanizadora de la realidad, para que sea signo de la presencia del Reino entre nosotros.

Desde el alcance de las interpelaciones se abre una oportunidad a todos los teólogos para reconocer con humildad las propias limitaciones y repensar las inconsistencias para cualificar mejor el servicio que prestamos en la Iglesia y, a través de Ella, al mundo. De esta manera podremos contribuir a que la Iglesia, en medio de este mundo herido, sea, como lo expresa Francisco, «un hospital de tras una batalla»56 y por ello, «un espacio de la misericordia y de la esperanza de Dios, donde cada uno se sienta acogido, amado, perdonado y alentado a vivir según la vida buena del Evangelio»57.

Las interpelaciones mantienen una conexión con la Tradición viva de la Iglesia, al punto de que es posible validar, tanto la continuidad de dicha Tradición, como la forma en la cual es resignificada con el correr de los tiempos y los cambios culturales. Francisco da cuenta de que toda renovación de la Iglesia pasa necesariamente por la vuelta a las fuentes, es decir, por la mirada sincera y fiel a la Escritura y a la Tradición viva de la Iglesia, de la cual, los Padres son pilares indiscutibles.

En consecuencia, el ejercicio teológico de asumir las interpe laciones del Papa Francisco a la luz de la fe y la revelación como signos históricos de salvación cristiana para los hombres y las mujeres de hoy, tiene un fuerte impacto tanto en las teologías prác ticas, las teologías pastorales y, por supuesto, en lo que desde la identidad del quehacer teológico javeriano hemos llamado teología de la acción. La actitud crítica de este enfoque práxico de la fe, en su apropiación acerca del carácter histórico de la revelación (Dei Verbum) y el lugar del actuar humano en la sociedad contempo ránea (Gaudium et Spes), conlleva a preguntarse: ¿dónde quedan esos múltiples y diversos escenarios de la sociedad en general y constituidos por la acción humana, en los que también podemos caer en la cuenta de la presencia de Dios autocomunicándose? Si Dios se revela en la medición de la acción humana, quiere de cir en otras palabras que toda historia humana es susceptible de constituirse en historia de salvación y realización, como también, lugar teológico de reflexión.

Para terminar, es oportuno evocar nuevamente a Francisco, quien al referirse a la misión del teólogo señala que es al mismo tiempo fascinante y arriesgada, y afirma:

Ambas cosas hacen bien: la fascinación de la vida, porque la vida es hermosa; y también el riesgo, porque así podemos ir adelante. Es fascinante, porque la investigación y la enseñanza de la teología pueden convertirse en un verdadero camino de santidad, como testimonian numerosos padres y doctores de la Iglesia. Pero también es arriesgada, porque comporta tentaciones: la aridez del corazón -esto es feo, cuando el corazón se endurece y cree que puede reflexionar sobre Dios con esa aridez, ¡cuántos errores!-, el orgullo, incluso la ambición58.

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*Artículo de reflexión, fruto de un ejercicio investigativo realizado en función de ahondar en la temática del Congreso Internacional de Teología: «Interpelaciones del papa Francisco a la teología hoy», llevado a cabo en la Pontificia Universidad Javeriana durante los días 18 al 21 de septiembre de 2016. Parte del primer apartado del artículo corresponde a una ponencia socializada en dicho Congreso.

60Para citar este artículo: Solano Pinzón, Orlando y Garavito Villarreal, Daniel de Jesús. «Interpelaciones del papa Francisco al teólogo. Una mirada retrospectiva y prospectiva». Fraciscanum 168, Vol. LIX (2016): 229-265.

1 Francisco, Discurso del Santo Padre Francisco a los miembros de la Comisión Teológica Internacio nal, 6 de diciembre de 2013, consultada en junio 21, 2016, https://w2.vatican.va/contentfrancescoes/speeches/2013/december/documents/papa-francesco_20131206_commissione-teologica.htrnl.

2 Esta perspectiva del Papa Francisco en su referencia a la categoría pueblo está en relación con el planteamiento de Tracy, quien asume dicha categoría en los tres grandes públicos a los que está referida toda teología: la Iglesia, la academia y la sociedad en general. Para mayor información ver: David Tracy, The analogical imagination. Christian theology and the culture of pluralism (New York: CroosRoad, 1981), 47-82.

3 Francisco, Mensaje del Santo Padre al Congreso internacional de Teología - uca, 1-3 de setiembre de 2015, consultada en junio 22, 2016, http://es.radiovaticana.va/news/2015/09/03/tareas_del_te%C3%B3logo_son_discernir_y_reflexionar,_el_papa/1169342.

4 Francisco, Mensaje del Santo Padre al Congreso internacional de Teología. En esta misma perspectiva afirma Francisco: «El teólogo es, ante todo, un creyente que escucha la palabra del Dios vivo y la acoge en el corazón y en la mente. Pero el teólogo también debe ponerse humildemente a la escucha de «lo que el Espíritu dice a las Iglesias» (Ap 2, 7) a través de las diversas manifestaciones de la fe vivida por el pueblo de Dios». Francisco, Discurso del Santo Padre Francisco a los miembros de la Comisión Teológica Internacional, 5 de diciembre de 2014, consultada en junio 23, 2016, https://w2.vatican.va/content/francesco/es/speeches/2014/december/documents/papa-francesco_20141205_commissione-teologica-internazionale.html

5 Francisco, Carta Encíclica Lumen Fidei (Roma: Vaticano, 2013), n. 36, consultada en junio 20, 2016, https://w2.vatican.va/content/francesco/es/encyclicals/documents/papa-francesco_20130629_enciclica-lumen-fidei.html.

6 Francisco, Mensaje del Santo Padre al Congreso Internacional de Teología.

7 Francisco, Mensaje del Santo Padre al Congreso Internacional de Teología.

8 «Constitución Pastoral Gaudium et Spes», en Concilio Vaticano II Documentos Completos (Roma: Vaticano, 1965), n. 44, consultada en junio 16, 2016, http://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat-ii_const_19651207_gaudium-et-spes_sp.html.

9 Francisco, Discurso del Santo Padre Francisco a los miembros de la Comisión Teológica Internacio nal, 6 de diciembre de 2013, consultada en junio 21, 2016, https://w2.vatican.va/content/francesco/es/speeches/2013/december/documents/papa-francesco_20131206_commissione-teologica.html.

10 Francisco, Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium (Roma: Vaticano, 2013), n. 61-67, consultada en junio 14, 2016, https://w2.vatican.va/content/francesco/es/apost_exhortations/documents/papa-francesco_esortazione-ap_20131124_evangelii-gaudium.html.

11 Alberto Parra, «Qué es investigar en teología», en Investigar en teología, Colección apuntes de teología (Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana, 2006), 14.

12 Ver más información en: Antonio Spadaro, s.j, Entrevista al Papa Francisco (Santa Marta: Vaticano, 2013), consultada en junio 20, 2016, https://w2.vatican.va/content/francesco/es/speeches/2013/september/documents/papa-francesco_20130921_intervista-spadaro.html.

13 Para Francisco, «los aparatos conceptuales están para favorecer el contacto con la realidad que pretenden explicar, y no para alejarnos de ella», Francisco, Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium n.194.

14 Francisco, Discurso del Santo Padre Francisco a los miembros de la Comisión Teológica Internacional, 6 de diciembre de 2013, consultada en junio 21, 2016, https://w2.vatican.va/contentfrancesco/es/speeches/2013/december/documents/papa-francesco_20131206_commissione-teologica.html.

15 Francisco, Discurso del Santo Padre Francisco en el encuentro con el mundo de la cultura, (Cagliari: Vaticano, 2013), consultada en junio 23, 2016, https://w2.vatican.va/content/francesco/es/speeches/2013/september/documents/papa-francesco_20130922_cultura-cagliari.html.

16 José Roque Junges, Evento Cristo y la acción humana (San Leopoldo: Unisinos, 2001), 45-84.

17 Francisco, Discurso del Santo Padre Francisco a la comunidad de la Pontificia Universidad Gregoriana y a los miembros de los asociados Pontificio Instituto Bíblico y Pontificio Instituto Oriental, jueves 10 de abril de 2014, consultada en junio 24, 2016, https://w2.vatican.va/content/francesco/es/speeches/2014/april/documents/papa-francesco_20140410_universita-consortium-gregorianum.html.

18 Francisco, Discurso del Santo Padre Francisco a la comunidad de la Pontificia Universidad Gregoriana y a los miembros de los asociados Pontificio Instituto Bíblico y Pontificio Instituto Oriental.

19 La Instrucción sobre la vocación del teólogo lo expresa de la siguiente manera: «Para ejercer su función profética en el mundo, el pueblo de Dios debe constantemente despertar o «reavivar» su vida de fe (cf. 2 Tm 1, 6), en especial por medio de una reflexión cada vez más profunda, guiada por el Espíritu Santo, sobre el contenido de la fe misma y a través de un empeño en demostrar su racionalidad a aquellos que le piden cuenta de ella (cf. 1 P 3, 1 5). Para esta misión el Espíritu de la verdad concede, a fieles de todos los órdenes, gracias especiales otorgadas «para común utilidad» (1 Co 12, 7-11). Congregación para la Doctrina de la Fe, Instrucción sobre la vocación eclesial del teólogo (Roma: Vaticano, 1990), n. 5, consultada en junio 24, 2016, http://www.vatican.va/roman_curia/congregations/cfaith/documents/rc_con_cfaith_doc_19900524_theologian-vocation_sp.html.

20 Antonio Spadaro, s. j., Entrevista al Papa Francisco. Sobre la necesidad por parte de la teología de una mayor inteligencia de la fe, afirma Francisco: «La teología, por tanto, no es solamente palabra sobre Dios, sino ante todo acogida y búsqueda de una inteligencia más profunda de esa palabra que Dios nos dirige, palabra que Dios pronuncia sobre sí mismo, porque es un diálogo eterno de comunión, y admite al hombre dentro de este diálogo. (...) Así pues, la humildad que se deja "tocar " por Dios forma parte de la teología, reconoce sus límites ante el misterio y se lanza a explorar, con la disciplina propia de la razón, las insondables riquezas de este misterio». Francisco, Lumen Fidei, n. 36.

21 Francisco, Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, n. 40.

22 Francisco, Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, n. 133. Para mayor información ver: Francisco, Lumen Fidei, n. 36.

23 Francisco, Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, n. 232.

24 Para mayor información ver: Francisco, Carta Encíclica Laudato si (Roma: Vaticano, 2015), n. 17.

25 Francisco, Carta Encíclica Lumen Fidei, n. 40. Para Francisco, «La tradición y la memoria del pasado tienen que ayudarnos a reunir el valor necesario para abrir espacios nuevos a Dios. Aquel que hoy buscase siempre soluciones disciplinares, el que tienda a la "seguridad" doctrinal de modo exagerado, el que busca obstinadamente recuperar el pasado perdido, posee una visión estática e involutiva. Y así la fe se convierte en una ideología entre tantas otras. Por mi parte, tengo una certeza dogmática: Dios está en la vida de toda persona. Dios está en la vida de cada uno. Y aun cuando la vida de una persona haya sido un desastre, aunque los vicios, la droga o cualquier otra cosa la tengan destruida, Dios está en su vida. Se puede y se debe buscar a Dios en toda vida humana. Aunque la vida de una persona sea terreno lleno de espinas y hierbajos, alberga siempre un espacio en que puede crecer la buena semilla. Es necesario fiarse de Dios». Antonio Spadaro, s. j., Entrevista al Papa Francisco.

26 Antonio Spadaro, s. j., Entrevista al Papa Francisco.

27 Gustavo Gutiérrez, La densidad del presente (Salamanca: Sígueme, 2003), 169-182.

28 Antonio Spadaro, s. j., Entrevista al Papa Francisco.

29 «Tal como es la palabra, dicen, tal es la conducta, y él demostró que como es la conducta, tal es la palabra, y fue sobre todo por esto que, socorrido por la divina potencia, indujo a muchos a imitarlo», Eusebio di Cesarea, Storia ecclesiastica ii vi, 3 (Roma: Città Nuova, 2005), 14.

30 Para mayor información ver: Eusebio di Cesarea, Storia ecclesiastica ii, vi, 8, 20-21.

31 Lucas Francisco Mateo-Seco, Gregorio de Nisa. Sobre la vida de Moisés (Madrid: Ciudad Nueva, 1993), ii, 160, 169.

32 Según Codina, «una vez que ha renacido por la gracia del bautismo, la razón puede servirse de toda filosofía, de toda ciencia, que queda iluminada, transfigurada, trascendida por la fe. En este sentido, para los orientales es falso decir que su filosofía es platónica, porque Platón es más cristiano que Aristóteles. Una vez aceptada la fe, cualquier filosofía es útil, no en el terreno de la fe sino en el del método teológico. Esto confiere a los teólogos antiguos y modernos una gran libertad de movimiento, al tiempo que una gran precisión». Víctor Codina, Los caminos del oriente cristiano: iniciación a la teología oriental (Santander: Sal Terrae, 1998), 33.

33 «Como ya sabes, las disposiciones naturales de la inteligencia, cuando han recibido un ejercicio suficiente puede conducir, en la medida de lo posible, a cumplir, si se puede hablar así, la meta que presidió este ejercicio (... ) me gustaría que utilizaras toda la fuerza de tus disposiciones naturales en función de la doctrina cristiana. En cuanto a los medios a emplear, desearía que tomaras de la filosofía griega todo aquello que pueda servir como enseñanza o propedéutica para introducir el cristianismo. De igual manera, de la geometría y la astronomía todo aquello que es útil en la explicación de la Escritura Santa». Henrri Crouzel, Grégoire le Thaumaturge. Remerciement a Origène suivi de la lettre d'Origóne a Grégoire (París: Sources chrétiennes, 1976), 187-189. La traducción es nuestra.

34 Gonzalo Balderas Vega, Jesús, cristianismo y cultura en la Antigüedad y en la Edad Media (México: Universidad Iberoamericana, 2007), 186.

35 «Se dice en el texto que el gran Moisés, famoso en el mundo por su sabiduría, que solo después de haber ejercitado la mente en las ciencias de los egipcios, se dio a la contemplación del ser. Y como él, pero en una época más reciente, dicen que el sabio Daniel había aprendido en Babilonia la sabiduría de los Caldeos y se había dedicado después al estudio de las cosas divinas (...) Más bien escogeremos aquellos escritos en los cuales es alabada la virtud y condenado el vicio (...). Creo que es bueno que los jóvenes de su edad imiten este ejemplo, que sustancialmente concuerda con nuestros principios. El comportamiento de Sócrates, de hecho, es muy similar a nuestro mandamiento que prescribe colocar la otra mejilla a quien nos golpea». Basilio di Cesarea, Come Leggere i classici. Consigli ai giovani, consultada en agosto 27, 2016, http://www.martinosanna.de/materiali/Basilio_di_Cesarea.pdf. La traducción es nuestra.

36 Gregorio Taumaturgo, Elogio del maestro cristiano (Madrid: Ciudad Nueva, 1990), 95-99, 129-130.

37 Alfonso Ropero, Lo mejor de Orígenes. Tratado de los Principios (Barcelona: Clíe, 2002), 54-55.

38 Agustín de Hipona, Obras completas de San Agustín (v): De Trinitate (Madrid: BAO, 1968), 135.

39 Alfonso Ropero, Lo mejor de los Padres Apostólicos (Barcelona: Clíe, 2004), 287.

40 Ireneo de Lyon, Contra los herejes: exposición y refutación de la falsa gnosis (México: Conferencia del Episcopado Mexicano, 2000), 151.

41 Si es que nuestro razonamiento no está a la altura del problema, hemos de mantener siempre firme e inmóvil la tradición que hemos recibido de los Padres por sucesión. Jacques Paul Migne, Patrologiae Cursus Completus. Series Graeca, Vol. 45 (Paris: Migne, 1863), 117. La traducción es nuestra.

42Pero la ortodoxia no era el único interés de Basilio. Como discípulo de Eustaquio, él estaba natural mente interesado en la acción práctica de la fe cristiana y en desarrollar un más profundo sentido de responsabilidad social entre los cristianos. Esto fue manifestado durante la terrible carestía que golpeó la Capadocia en el 369 (...) Gregorio [Nacianceno] se refiere también a «una nueva ciudad» (Oración 43, 35 y 63), es decir, a un amplio complejo de edificios, destinados a la salud de los en fermos, de los desamparados y de los hambrientos. Tal vez el complejo ya existía en el 369, y con ocasión de aquella carestía Basilio lo amplió posteriormente (.) La crisis económica del 369 empujó a Basilio a aplicar sus principios de organización de una vida ética, que fueron mejor desplegados en sus actividades y en sus instituciones ascéticas siguientes. Claudio Moreschini, Introduzione a Basilio il Grande (Brescia: Morcelliana, 2005), 22-23. La traducción es nuestra.

43 Constitución Dogmática Dei Verbum, en Concilio Vaticano II, Documentos Completos, n. 9.

44 Gustavo Gutierrez, «Evangelio y compromiso», en La densidad del presente, 155-181.

45 Juan Luis Segundo, «La opción política», en Liberación de la teología (Buenos Aires: Ediciones Calos Lohlé, 1975), 81-110.

46 Alberto Parra, «Qué es investigar en teología», 21.

47 Constitución Dogmática Dei Verbum, en Concilio Vaticano II, Documentos Completos (Roma: Vati cano, 1965.) n. 2, consultada en julio 10, 2016, http://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vati-can_council/documents/vat-ii_const_19651118_dei-verbum_sp.html.

48 Cf. Francisco, Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, n. 52-74.

49 Francisco, Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, n. 52.

50 Cf. Francisco, Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, n. 85-97 y Francisco, Laudato Si, n. 96-100.

51 Alonso Schõkel, Carácter histórico de la revelación (Bilbao: Universidad de Deusto, 1991), 205.

52 Para tener una aproximación sobre este enfoque de la teología de la acción, su apropiación de Vaticano II y las relaciones con la teología práctica y la teología pastoral, se recomienda el siguiente trabajo: Alberto Parra, «De camino a la teología de la acción», Theologica Xaveriana 175 Vol. 63 (2013): 143-171. Esta investigación ha sido un referente importante para dejar ver la teología que se hace en la Universidad Javeriana en la que las zonas de sentido de la acción humana en relación con la revelación, constituyen un lugar de comunicación y proyección del dinamismo humano en la búsqueda de transformación, liberación, realización y salvación cristiana.

53 Este aspecto es factible de profundizar en Daniel Garavito Villarreal, La revelación y la actividad humana (Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana, 2016), 253-276.

54Daniel Garavito Villarreal, La revelación y la actividad humana, 160-177.

55 Teilhard De Chardin, El medio divino (Madrid: Alianza Editorial, 1984), 38-39.

56 Francisco, Audiencia general Plaza de San Pedro, 12 de junio de 2013, consultada en junio 25, 2016, http://w2.vatican.va/content/francesco/es/audiences/2013/documents/papa-francesco_20130612udienza-generale.html.

57 Francisco, Audiencia general Plaza de San Pedro.

58 Francisco, Discurso del Santo Padre Francisco a los miembros de la Comisión Teológica Internacional.

Recibido: 09 de Diciembre de 2016; Aprobado: 07 de Marzo de 2017

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