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Franciscanum. Revista de las Ciencias del Espíritu

versión impresa ISSN 0120-1468

Franciscanum vol.63 no.175 Bogotá ene./jun. 2021  Epub 28-Abr-2021

https://doi.org/10.21500/01201468.5223 

Teología

El libro de los signos (Jn 1,19-12,50). Aproximación a algunas de sus líneas de investigación*

The book of signs (John 1:19-12:50). An approach to some of his currents of research

Juan Sebastián Hernández Valencia1  2  **
http://orcid.org/0000-0002-9567-4205

1Universidad Católica Luis Amigó; Medellín; Colombia.

2Universidad Pontificia Bolivariana; Medellín; Colombia.


Resumen

Es reconocido desde hace tiempo por la crítica que en su estructura y contenido el libro de los signos (Jn 1,19-12,50) comparte cierta semejanza con las secciones iniciales de los tres primeros evangelios. También sus matices teológicos propios han sido resaltados, así como sus fuentes. Este encuentro y diferencia entre el cuarto evangelio y los sinópticos ha divido a los estudiosos respecto al análisis de sus fuentes y sus rasgos teológicos, como lo son el uso de sus fuentes, los relatos de milagros, su escatología y cristología. Este artículo pretende dar una mirada de conjunto a las líneas de investigación más relevantes en estos puntos.

Palabras clave: Evangelio de Juan; teología joánica; Libro de los signos; cristología joánica; relatos de milagros

Abstract

It has long been recognized by critics that in its structure and content the Book of Signs (John 1:19-12:50) shares a certain similarity with the initial sections of the first three gospels. It has been also highlighted its own theological nuances, as well as its sources. This encounter and difference between the Fourth Gospel and the Synoptics have divided the scholars regarding the analysis of its sources and its theological features, such as the use of its sources, the miracles’ narratives, its eschatology and christology. This article intends to give an overview of the most relevant lines of research at these points.

Key words: Gospel of John; theology of John; Book of Signs; Johannine christology; miracles narratives

El así denominado Libro de los Signos (Jn 1,19-12,50) es la primera sección narrativa del evangelio de Juan1. En su estructura y contenido comparte cierta semejanza con las secciones iniciales de los evangelios sinópticos, ya que todos presentan una combinación de narraciones de milagros, escenas de disputa con grupos religiosos judíos sobre la Ley y discursos de Jesús. Aunque con diferencias notables. Mientras los sinópticos comparten rasgos literarios y teológicos similares debido a la utilización de las mismas fuentes (Mc y Q), el EvJn tiene sus propios rasgos literarios y teológicos, y fuentes propias (FS y una fuente propia de discursos), que usa al narrar los milagros y los discursos de Jesús. El análisis de la fuente y la teología del LS ha sido objeto de una gran cantidad de estudios2. Este artículo pretende dar una mirada de conjunto a las líneas de investigación más relevantes en estos puntos.

1. El LS y los Sinópticos

Aunque es una opción subjetiva, puede resultar de provecho iniciar el análisis de la relación entre el EvJn y los sinópticos con la comparación de los esquemas geográficos y de desplazamiento. En sus primeros doce capítulos, el EvJn desarrolla el relato que en los sinópticos corresponde al ministerio de Jesús. Al tomarse a Marcos como guía del esquema narrativo sinóptico, se nota una gran disparidad en relación con el esquema narrativo joánico3. La narración marcana del ministerio se desarrolla a la luz de los viajes que Jesús hace entre los poblados de la baja y alta Galilea, cruzando sucesivamente el lago de Genesareth del Nororiente al Suroccidente, mientras que la narración joánica del ministerio se desarrolla en medio de los viajes que Jesús hace entre Galilea y Judea.

Para observar con un algo detalle, por ejemplo, se puede notar que en Mc 1,9.14 Jesús pasa de Judea a Galilea. En Mc 2-4 los desplazamientos geográficos se circunscriben al territorio Galileo. En Mc 5,1 («al otro lado del Mar») comienzan las indicaciones de desplazamiento (ya en 4,1 se ubica Jesús enseñando «junto al Mar»). Nuevamente en Mc 5,20 se ubica a Jesús en la Decápolis; finalmente en Mc 5,21 se indica un nuevo desplazamiento hacia «el otro lado del Mar». En Mc 6-9 nuevamente se ofrece una ubicación y desplazamiento circunscrito al territorio Galileo, excepto en Mc 7,24, donde se menciona la ciudad de Tiro, en la frontera Noroccidental de Galilea. Solo desde Mc 10 comienza a indicarse el desplazamiento hacia Jerusalén (cf. Mc 10,1.17.32.46; 11,1.15 etc.). Estas indicaciones de Mc 10-11 preparan la referencia geográfica para el relato de la Pasión, que se ubica en Jerusalén.

Contrástese este breve esbozo del mapa del periplo marcano con las siguientes indicaciones de desplazamiento en la narración joánica: en Judea (Jn 1,28; 2,13; 3,22; 5,1; 7,10; 10,40), en Galilea (Jn 2,1; 4,2; 4,45; 6,1; 7,1), y en Samaría (Jn 4,1-42). Al igual que en los sinópticos, en un punto de la narración, el desplazamiento geográfico tiende a Jerusalén cuando el relato va llegando a la Pasión. En el EvJn, esta inclinación geográfica hacia Judea, preparatoria de la Pasión, comienza desde el Jn 11. Aquí la ubicación geográfica del relato se queda en Jerusalén, excepto en Jn 11,54, donde se indica un viaje a la ciudad (o «región»)4, de Efraín, localizada al Norte de la frontera entre Judea y Samaria.

Una nota característica del ministerio de Jesús en los sinópticos la constituye el hecho de que se relata un único viaje a Jerusalén (Mc 11,32), mientras que Juan narra varios viajes5. También resulta notable el contraste entre las semejanzas y las diferencias en los contenidos del ministerio en los sinópticos y Juan. Los cuatro evangelios coinciden en presentar una narración constituida en milagros y discursos. La tradición sinóptica se bifurca en cuanto al contenido de los discursos6, pero coincide en sostener la centralidad y protagonismo de los milagros. Aproximadamente la mitad del total de versículos marcanos tratan directa o indirectamente sobre hechos milagrosos (200 de 425 versículos de Mc 1-10); esto equivale a la mitad del relato del ministerio7. Es evidente que Mateo y Lucas siguen en esto a Marcos. Esto contrasta con los siete milagros relatados por Juan y cuidadosamente seleccionados de un material mayor, como lo sugiere el mismo Juan en 20,30-31.

En cuanto a la disposición del contenido, se debe reconocer que la narración joánica está más cercana a la mateana en su estructuración doble de milagro/discurso, ya que en Mateo la centralidad la tiene el discurso, que es explicitado por los milagros. En Juan la centralidad la tienen las σημεια («signos»), que son aclaradas y expresadas en los discursos8.

Esta semejanza en la estructuración de los materiales tradicionales entre Juan y los sinópticos ha sugerido a exégetas como Barrett y Boismard, entre otros, una relación tan estrecha entre la tradición sinóptica y la joánica que se llega al punto de sugerir una dependencia directa, sea de uno o varios de ellos, o de sus fuentes9. Incluso Boismard ha llegado a sugerir que Lucas fue el redactor final del cuarto evangelio10. Otros autores, como Gardner-Smith, han postulado la total independencia de Juan respecto a las tradiciones sinópticas11. Este tema ha sido de los más polémicos en la investigación joánica con autores como Carson, entre otros que piensan que, en una postura en la cual se tengan en cuenta tanto las similitudes como las diferencias presentes en las cuatro narraciones evangélicas, se podría llegar a pensar que el EvJn parte de una tradición similar a las tradiciones sinópticas, pero independiente de ésta12. En la investigación joánica este problema de la relación del EvJn con los sinópticos y las fuentes tras ellos ha estado vinculado con la valoración de la FS, así como de la comprensión de la estructura y teología del LS.

2. Estructura del LS

Dos elementos literarios permiten segmentar una primera gran unidad en Jn 1,19- 12,50. En primer lugar, en 2,11; 4,54 y 11,47 se habla de las σημεια, indicándose y, en 2,11 y 4,54, numerándose los relatos que componen esos capítulos13. Asimismo, en 13,1 se señala el llegar de la ωρα. El significado de este vocablo griego es expresado en 13,23, donde se identifica la ωρα con el momento de la glorificación del Hijo. El tema de la δοχα es explicado por adelantado en 12,23, donde se le identifica con la Pasión de Cristo y, más exactamente, con su muerte. De esta forma, la temática de la Pasión, que se inicia claramente en 13,1, confirma los márgenes de la segmentación de esta primera unidad narrativa denominada el LS. En los capítulos que componen el LS, la investigación joánica ha podido observar al menos 5 secciones:

  • Primeros días de la revelación de Jesús y creación de la comunidad joánica (1,19-51)14.

  • Una sección de «viaje», indicada por la inclusión con el nombre «Caná» (2,1-4,54).

  • Una sección donde se describe la sustitución de las fiestas judías y su plenitud en Jesús (5,1- 10,42).

  • Una sección donde se adelanta el tema del Libro de la Gloria (11,1-12,36).

  • Conclusión del ministerio de Jesús (12,37-50).

El LS no solo coincide con Marcos en su esquema narrativo, i.e. con el relato del ministerio de Jesús, sino también con una de sus líneas principales: el tema del rechazo15. Por un lado, en esta primera sección narrativa del EvJn se presenta a Jesús atrayendo a diferentes personas. Por otro, en 12,39-40, se cita a Is 6,10 para indicar el tema del rechazo del pueblo, que tiene sus ojos y corazones cerrados16. Este desarrollo ya viene adelantado en 1,11.

Si bien los datos cronológicos y geográficos de la narración son claros y consecutivos en las primeras dos secciones narrativas, i.e. 1,19-51; 2,1-4,54, no lo son tanto para el resto. A pesar de que en 2,23 se enuncia que Jesús ha hecho varios signos en Jerusalén, en 4,54 se dice explícitamente que la curación del hijo del funcionario real es solo su segundo signo después de la boda de Caná (cf. 2,11). Durante todo el capítulo 3 Jesús es ubicado en Jerusalén, no obstante, en 3,22 se indica que él se desplaza hacia Judea. Asimismo, en el capítulo 5 Jesús es ubicado en Jerusalén, pero de pronto, en medio del discurso (vv. 31-47), se dice que «después de esto» (μετα_ ταυ=τα), desde Tiberíades parte al otro lado del mar de Galilea (cf. 6,1). Esta confusión en la secuencia narrativa ha dado lugar a diferentes teorías que buscan clarificarla.17

3. La hipótesis de la transposición de secciones

Una de las explicaciones más célebres sobre las incoherencias en la secuencia cronológica y geográfica de la secuencia narrativa fue expuesta por John H. Bernard en su comentario18. Por su interés y por su influencia en la investigación joánica puede ser provechoso aquí revisarla con cierto detenimiento. Bernard no solo indicaba que la causa de la dislocación del material bien podía ser causada por error, bien intencionalmente, sino que dio un minucioso informe. Tomó como ejemplos de dislocación a los capítulos 5-6, señalando a 7,15-24 en su actual posición y sugiriendo que su orden original sería al final del capítulo 519.

Bernard explicaba que el orden actual de los capítulos 13-17 era producto de dicha dislocación y sugería el siguiente orden original: 13 (vv. 1-30) + 15 + 16 + 13 (vv. 31-38) + 14 + 1720. Finalmente, argumentaba que el orden actual de los versículos del capítulo 10 era otro ejemplo de dislocación, sugiriendo el siguiente orden: vv. 19-29 + 1-18 + 30ss21. Bernard discutía la reordenación del texto actual de la narración del capítulo 18 realizada por Friedrich Spitta (vv. 13 + 19-24 + 14-18 + 25b-28)22, calificándola de incorrecta23.

Bernard seguía la teoría de James Moffatt sobre el proceso de reconstrucción del orden de una secuencia narrativa original, siendo, además, cauteloso y consciente del bajo grado de probabilidad de esta hipótesis24. De hecho, Bernard afirmaba que solo sugería la hipótesis de la transposición de secciones: «cuando la evidencia manuscrita es completamente inexistente, y la evidencia interna es lo único disponible». Para Bernard, hipótesis como esta «son precarias por necesidad, y deben ser aceptadas solo cuando la evidencia interna es muy fuerte»25.

Bernard corroboraba su hipótesis sobre los folios desprendidos como causa de las trasposiciones, elaborando una compleja serie de cálculos que parten de la adjudicación de 750 letras por folio. Siguiendo esta línea, Bernard notaba que 3,22-30 y 7,15-24 podrían ser contenidos en un folio y, por tanto, sufrir de una transposición en caso de desprendimiento de la hoja. Asimismo, calculaba que el capítulo 5 podría ocupar 5 folios; 13,31-14,31 ocuparía 4 folios aproximadamente (con 122 letras de exceso); 10,1-13 con dos folios; y 12,38b-43 ocuparía un folio, suponiendo que el espacio faltante es utilizado para las marcas de señalización del final de esa sección. El cálculo partía de suponer que cada folio completo, i.e. recto y verso, puede contener 750 letras. Una página de 34 líneas, cada una con 11 letras, puede contener 374 letras. Bernard partía del análisis estadístico sobre los papiros Oxyrhynchus 208 y 1781 (el P5, del s. III),26 en los cuales se estima una cifra aproximada 700 a 780 letras por folio27.

A pesar de su cuidadoso estudio y según su propia advertencia, la explicación de las evidentes incoherencias en la secuencia cronológica y geográfica de la narración, por medio del desprendimiento de hojas que contendrían secciones individuales, necesita la congruencia de varios factores especiales que hacen que la hipótesis pierda fuerza. Esta hipótesis, aunque brillante, necesita de la concurrencia de varios presupuestos inverosímiles: (a) que en el original los folios realmente tengan esa capacidad de 750 letras; (b) que realmente se hayan desprendido solo las secciones discutidas y, naturalmente, (c) la enorme torpeza y falta de sentido literario de un escriba antiguo responsable de unir con tan poco juicio las secciones tal y como nos llegan hoy. Precisamente, la falta de solidez de este tipo de propuesta dio pie a que se plantease la solución del problema por medio de otro tipo de teorías.

4. La FS y su desarrollo

Conectada con esta empresa está la búsqueda de fuentes que utilizaría el redactor del evangelio para darle cuerpo al mismo. Ya Bultmann hablaba en su comentario de dos: la Semeia-Quelle (fuente de los signos) y la Offenbarungsreden (fuente de los discursos de revelación)28. La posición de Bultmann sobre la FS ha sido la más influyente en la investigación joánica. Varios aspectos literarios del evangelio contribuyen al esfuerzo de la reconstrucción de la fuente, como lo son: la presencia de una serie de historias de milagros, el uso exclusivo del vocablo griego σημεια para designar tales milagros, la numeración de las señales en 2,11 y 4,54, y la referencia de las señales en la conclusión del EvJn (20,30; 21,25).

En el NT, el vocablo σημειον («signo, señal») aparece 77 veces29. De estas, el plural, empleado por Juan, aparece un total de 32 veces en el NT; siendo Juan y Lucas quienes más lo usa30. En ninguno de los pasajes sinópticos el vocablo σημεια está relacionado con los milagros. De hecho, el vocabulario sinóptico de los milagros emplea vocablos como τεραϕ. En el resto del NT, σημεια hace parte del vocabulario escatológico. Esto es especialmente significativo en el caso de los sinópticos (cf. Mt 16,3; 24,24; Mc 13,22; 16,17; Lc 21,11.25). Algunos autores han notado la cercanía que Lucas presenta con el vocabulario joánico, viendo el uso sistemático de su fórmula τερατα και σημεια («portentos y señales»)31.

Los especialistas creen que existió una colección de milagros de Jesús que circulaba en la comunidad joánica antes de la redacción del EvJn. Dicha colección en parte fue absorbida en el evangelio. Los esfuerzos por reconstruir tal fuente de signos o señales han arrojado resultados dispares32. Por un lado, algunos piensan que la fuente no solo contenía los relatos de milagros presentes en el evangelio, sino también el relato de vocación de los discípulos (1,19-51)33 y la historia de la Pasión (capítulos 18-20)34. Por otro lado, está la sugerencia que explica que la fuente solo contendría la narración consecutiva de siete milagros o incluso solo los milagros numerados entre los capítulos 2-4 y 2135.

Desde la primera edición de su comentario, Bultmann dio la forma clásica a la hipótesis de la FS. También reconoció varios precursores, notablemente a Faure36. Él no desarrolló los criterios para la separación de la fuente pre-joánica de la redacción final, ni precisó el contenido concreto de la fuente. Estas falencias han sido suplidas en el trabajo de van Belle37. Algunos aspectos de la propuesta de Bultmann han sido menos convincentes que otros. Sin embargo, nadie que ha trabajado en la hipótesis de la FS ha ignorado el trabajo de Bultmann. De hecho, desde un principio ganó amplia aceptación, especialmente en Alemania y los Estados Unidos. El primer gran trabajo que aceptó la hipótesis de Bultmann fue el de Wilkens38. Luego de él, los comentarios de Brown y Barrett la han adoptado con reserva39. Uno de los mayores defensores de la hipótesis de la FS de Bultmann ha sido Becker40. Asimismo, después del estudio de Smith sobre la hipótesis de Bultmann, siguieron trabajando sobre la FS investigadores como Teeple, Nicol y Fortna, que avanzaron en la elaboración de criterios para señalar qué materiales provienen de la fuente41.

Junto con la indagación sobre el material y la extensión de la fuente usada en el EvJn, también se investigó la teología que se desarrollaba en ella. En este aspecto, la investigación joánica ha tenido no solo un gran desarrollo, también ha llegado cierto consenso en torno a la unidad teológica del LS.

5. Temas importantes

En el LS se desarrollan varios temas de gran importancia. Los investigadores han visto que el desarrollo teológico de éstos parece estar relacionado con la ubicación actual de las diferentes narraciones. De hecho, existe una relación muy estrecha entre el desplazamiento geográfico y las fiestas judías que sirven para situar los desplazamientos de las escenas de la narración; así como una relación aún más estrecha entre éstas y las σημεια que el mismo relato se encarga de numerar. El sentido que puedan tener tales relaciones parece que se comprenden mejor si se tiene en cuenta el sentido teológico de las σημεια en el EvJn.

5.1 Las σημεια

La presentación de los milagros en el EvJn ofrece configuraciones interesantes al ser comparados con la presentación teológica que los sinópticos ofrecen. Como ilustración, se puede notar que éstos últimos, vistos desde la teología que desarrollan, son vehículos para comunicar la fe de las comunidades que están detrás de la tradición sinóptica. También tienen una función importante en las narraciones de disputa, en especial las sabáticas,42 y en la presentación de la identidad mayestática de Jesús43. En este último sentido se deben entender los así llamados milagros sobre la naturaleza (cf. Mc 4,35-41parr.)44. Si se tiene en cuenta esta última formulación teológica de los milagros de Jesús en los sinópticos, se puede observar su conexión con la presentación joánica de las σημεια.

En el EvJn los milagros están ubicados entre los capítulos 2-12 de forma directa45. Entre los capítulos 2-4 se cuentan dos milagros ocurridos en Caná de Galilea (cf. 2,11; 4,54); en los capítulos 5 y 9 se narran historias de curaciones: la de un paralítico en la piscina de Bethesda (5,1-15)46, y del ciego de nacimiento en las inmediaciones del templo de Jerusalén (9,1-8). En el capítulo 6 se relata la multiplicación de los panes; y en el capítulo 11 se narra la resurrección de Lázaro. Estos relatos de milagros están enmarcados en fiestas judías: shabbath (5,1; 12,1)47, pesaḥ (6,4) y sukkoth (7,2). La ubicación de los milagros en medio de la narración de las disputas en fiestas judía hace preguntarse sobre la posibilidad de una relación teológica entre las σημεια y las fiestas judías en el EvJn48.

En los capítulos 2-4 los milagros de Jesús resaltan su mesianismo. La resurrección del hijo del funcionario real (4,46-54) y el diálogo con la samaritana (4,1-42) tienen su clímax teológico con la manifestación de identidad de Jesús, que él mismo revela una y otra vez (cf. 4,10.26), pero que sus interlocutores no alcanzan a comprender en la profundidad de la cristología joánica (cf. 4,25; 4,48)49. Así lo podría sugerir la afirmación de 4,48 si se interpreta como reacción ante la corta respuesta del funcionario real. Él ya tenía fe en los poderes curativos de Jesús; este parece ser el presupuesto en la narración y de la frase del v. 48: «le dijo, pues, Jesús: si no vieras señales y prodigios (σημεια και τερατα), no creerías (ου0μη πιστευ σητε)».

La narración de las bodas en Caná de Galilea (2,1-11) resalta la dignidad mesiánica de Jesús, presentándolo como «mejor vino» (2,10), en contraste con las leyes rituales de purificación50. Este aspecto del relato de las bodas en Caná tiene su paralelo sinóptico en la alegría mesiánica expresada en relatos con banquetes, vinos y bodas, y su relación con la muerte y resurrección de Jesús es evidente (cf. Mt 8,15-17; 9,15)51. La figura de las bodas no es desconocida en el judaísmo para expresar la expectativa mesiánica (cf. Ap 19,7.9), ni en la literatura apocalíptica (véase el Apócrifo de Ezequiel 1,2; cercano a Mt 22,2)52.

Asimismo, la purificación ritual y su contraste con la identidad mesiánica de Jesús se presentan en el pasaje de la purificación del templo (2,13-25)53. Este relato tiene su clímax con la afirmación de la resurrección de Jesús (2,19). De hecho, si se sigue esta línea de interpretación, parece que Jn 2 tiene su clímax en tal afirmación: aquel que utilizó las tinajas de la purificación para mostrar el vino mesiánico, y que purifica el templo, resucitará. El carácter mesiánico de las σημεια observado en Jn 2 y Jn 4 es presentado de forma enfática en 3,14. La afirmación de que el Hijo del hombre debe ser puesto en lo alto, no solo hace referencia directa a Nm 21,8, y con ello al concepto de σημεια54, sino también, y en primer lugar, al relato de la Pasión. La imagen del Hijo del hombre «levantado», aparece nuevamente en 8,28 y 12,32.34. Solo en 3,14 y 12,32 esta imagen aparece en un claro contexto soteriológico55. En 8,28 y 12,34 la conexión se realiza con la idea de la identidad plena y oculta de Jesús y su relación profunda con el Padre. Pero en todos estos pasajes la imagen del Hijo del hombre, que es levantado sobre la tierra, es claramente una referencia a la crucifixión.

Como la mayoría de las soteriologías neotestamentarias, la concepción joánica del mesianismo tiene su punto de partida en la muerte y resurrección de Jesús. Según Popkes, la soteriología joánica no parece partir de una interpretación mesiánica de la muerte y resurrección de Jesús, sino desde una concepción de la pasión de Jesús como el punto culminante de su teología. En este sentido, para Popkes la cristología joánica en vez de ser concebida como una cristología del logos, debería ser denominada mejor como una cristología de la cruz (christologia crucis), por cuanto es en la cruz donde tiene su culmen la «gloria» de Jesús (cf. 13,1; 17,5)56. Ciertamente, en la cruz se dan cita el concepto de la ωρα y la δοχα, a los cuales apuntan las σημεια57. Si se acepta este razonamiento, se puede suponer que el concepto del mesianismo en la teología del EvJn no solo involucra la soteriología, donde se debería ubicar los conceptos de δοχα, ωρα y σημεια, sino también su escatología, por cuanto se dirigen ambas hacia el relato de la Pasión.

5.2 La escatología realizada

Los investigadores coinciden en afirmar que uno de los rasgos más distintivos de los discursos del EvJn es la presencia de la escatología realizada. A diferencia de la escatología final, típica de los estratos cristológicos primitivos del NT y compartida con el judaísmo del segundo templo58, la escatología realizada presenta la muerte y resurrección de Jesús no como el final, sino como el inicio de la soteriología.

Así como se observó que ocurría con el tema de los milagros, la comparación de la escatología realizada, joánica, con la escatología final podría ofrecer resultados interesantes. La escatología final es expuesta en los evangelios sinópticos y en las cartas de Pablo, especialmente en 1Tes y en 1Cor59. En los evangelios sinópticos se encuentra en la predicación de Juan el Bautista y de Jesús la consciencia de la irrupción inminente de Dios en la historia del hombre y del mundo (cf. Mt 3, 1-12par.; Mc 1,14-15), con especial énfasis en el pueblo de Israel (cf. Mc 13 parr.)60. Esta consciencia se hace presente con especial fortaleza en las parábolas de Jesús (Mc 4 parr.)61. Además, se puede percibir la consciencia sobre la importancia de su propio ministerio dentro del drama apocalíptico: en sus palabras y milagros irrumpe el poder de Dios (cf. Lc 11,20)62. También en Pablo se percibe un desplazamiento en el cual, sin dejar el acento apocalíptico, se enfatiza el tono antropológico. Sin abandonar la visión apocalíptica del futuro, de la parusía de Cristo, de la resurrección de la muerte y del juicio final, para Pablo la felicidad completa es la justificación. Ya Bultmann señalaba que en Rom 14,17, al expresarse que el Reino de Dios es δικαιοσυνη («justificación»), ειρηνη («paz») y ξαρα («gozo»), se opera una antropologización del tenor propiamente apocalíptico del reino de Dios63. Por otro lado, en el EvJn este tinte antropológico que va tomando la escatología parece alcanzar un punto culmen. No solo se desplaza el tiempo de la consumación del futuro (escatología final) al presente (escatología realizada), sino también el escenario: el mundo ya no es el lugar donde ocurre el acontecimiento decisivo; éste acontece en la existencia del ser humano individual. En el «sí» o el «no» ante la palabra de Jesús tiene lugar el juicio escatológico (cf. Jn. 5,24-25). En el EvJn no solo la presencia de Jesús es suficiente para relativizar la escatología final clásica del judaísmo, sino que ella misma es la manifestación escatológica: «yo soy la resurrección (εγω ειμι η αναστασισ) y la vida» (και η ζωη; cf. 11,23-26)64.

Algunos especialistas se han preguntado: ¿de dónde procede esta escatología?, ¿es propia de la escuela y tradición joánica o tiene su génesis en la tradición sinóptica, y si esto último es cierto, cómo la recibe el EvJn?, ¿la adopta de los sinópticos o tiene una tradición independiente y paralela?65 La respuesta dada por Conzelmann y popularizada por Bultmann explica suficientemente la escatología cristiana en el marco de la eclesiología lucana. De acuerdo con Conzelmann y Bultmann, en el NT se presentan dos concepciones escatológicas: la escatología final y la escatología realizada66. Históricamente, la escatología final precedió a la escatología realizada. Teológicamente, ambas corresponden a las diferentes presentaciones neotestamentarias de la predicación de Jesús sobre el reino de Dios. En este orden de ideas, puede resultar provechoso notar que la escatología joánica tiene una fuerte conexión con los dichos sinópticos sobre el Hijo del hombre67. En 5,27, en la conclusión de la sección escatológica del discurso, el evangelista presenta al Hijo del hombre en una sentencia de la escatología final, que es consistente con la afirmación de la escatología de 5,24. Vale la pena observar esto con un poco de detenimiento.

La frase griega ο υιοσ του ανθρω?αμπ;που («el Hijo del hombre») aparece 12 veces en el EvJn68. En la mayoría de estos pasajes, excepto en 9,35, la frase está relacionada con la escatología y la soteriología joánica. Así, por ejemplo, la afirmación sobre el ascenso de Cristo al final del discurso del pan de vida, en 6,62, no solo es una clara referencia al tema de la glorificación de Jesús en la cruz (cf. 12,23; 13,31), sino que se conecta con 3,13-14, donde también aparece una afirmación soteriológica, y con 1,51, texto vinculado al tema de las σημεια. Finalmente, también las afirmaciones soteriológicas sobre el Hijo del hombre que aparecen en 8,28; 12,23.34; y 13,31, están vinculadas estrechamente con 3,13-14. En todos estos textos, la referencia a la escatología es indirecta, en la medida en que estas sentencias soteriológicas sobre el Hijo del hombre apuntan a la crucifixión y muerte de Jesús como evento escatológico (cf. 12,34). Solo en 5,27 se habla explícitamente de la función escatológica del Hijo del hombre: ser el juez69. Esta cita, sin duda, pertenece a estratos más antiguos de la cristología joánica, no solo por su evidente relación con las sentencias escatológicas del Hijo del hombre, sino porque en el mismo discurso (cf. 5,24), aparece una sentencia del estrato escatológico más reciente: la escatología realizada.70 Si se acepta esta argumentación, el fundamento de la escatología realizada joánica podría estar en la escatología final de las sentencias sinópticas del Hijo del hombre, en la cuales se presenta su función básica de juez (cf. Mt 13,41-42; 16,27; 25,31-32).

El debate sobre el Hijo del hombre en los sinópticos ha sido inmenso71. Algunos investigadores tienen como logro haber superado el tabú etimológico72, así como al escepticismo, juzgado como exagerado, en el cual se desechaba como redaccional todo esbozo cristológico y escatológico que tal dicho tuviese en la tradición sinóptica, por ejemplo, los vaticinia ex eventu de los así llamados «anuncios de la Pasión» sinópticos (cf. Mc 8,31-34; 9,31; y 10,33-34, parr.)73. Actualmente los investigadores tienden a opinar que lo mejor es dividir en varios grupos temáticos las sentencias del Hijo del hombre y, entre tales grupos, el escatológico. Este grupo escatológico es muy primitivo, proveniente del Jesús histórico74. Aunque no está muy claro si Jesús habló de sí mismo como el Hijo del hombre que vendría a traer el juicio, o estaba hablando de otra figura ¿tal vez la figura apocalíptica de «el más fuerte» (ο ισξυροτεροσ) proclamado por Juan el Bautista (cf. Mc 1,7 parr.)?

También en 5,24 se conecta el tema de la escatología realizada con otro tema: el envío que el Padre hace del Hijo, y con el tema de la relación entre el Padre y el Hijo: éste hace y dice lo que ve hacer y decir al Padre. Es el Hijo quien tiene la función de revelar al Padre (cf. 1,18), así como de ser juez, porque el Padre se lo ha dado (cf. 5,22)75. Pero este tema parece tener su propio desarrollo y ha sido tratado individualmente en la investigación joánica. Sería preciso abrir otro apartado para revisarlo.

6. La relación Padre-Hijo, y la función de Jesús como revelador y juez

Las afirmaciones del Jesús joánico sobre su relación con el Padre, en las que se muestra una estrecha relación entre las obras y palabras del Hijo con el Padre (cf. 5,19-20; 8,28-29), tienen su paralelo con la expresión sinóptica de la filiación de Jesús: ךּּבךּ (cf. Mc 14,36). En sus únicas tres apariciones en el NT (Mc 14,36; Rom 8,15 y Gál 4,6), el vocablo arameo ךּּבךּ aparece transliterado en griego como αββα, siendo seguidamente traducido como o 76. En los paralelos sin ópticos (Mt 26,39 || Lc 22,42) solo aparece la traducción griega del vocablo arameo. Los textos paulinos confirman el significado de la expresión, como una de intensa filiación espiritual con Dios. La expresión aramea ךּּבךּ no solo es tan inusual en el judaísmo del segundo templo y característica de Jesús (ipsissima vox Iesu) como pensaron Gustav Dalman y su discípulo Joachim Jeremias77, también expresa la manifestación de la íntima consciencia que Jesús tenía de su propia identidad78.

Esta misma consciencia de la íntima relación con el Padre es presentada en el EvJn por medio de las constantes afirmaciones del Jesús joánico: «el Padre y yo somos uno» (10,30); y: «en verdad en verdad os digo que el Hijo no puede hacer nada por su cuenta, sino lo que ve hacer al Padre: lo que hace él, eso hace igualmente el Hijo» (5,19; cf. 3,35). Estas afirmaciones cuestionaban el dogma básico del judaísmo del segundo templo: el monoteísmo radical (cf. Dt 6,4)79. Y en el desarrollo de la creciente relación tirante entre Jesús y los «judíos», tales afirmaciones sobre su íntima filiación con el Padre son entendidas como blasfemia (cf. 5,18; 10,33).

Según Wilckens, solo en la cristología joánica se encuentra una crisis tan profunda frente al dogma monoteísta radical del judaísmo de la época80. Asimismo, como en la tradición sinóptica, el título cristológico «Hijo de Dios» en la tradición joánica parece provenir de la reflexión teológica sobre el isaiano (hebreo ) 81. En el EvJn este título pierde un poco la referencia explícita a la soteriología de los relatos sinópticos de la Pasión y su figura del siervo sufriente, ya solo rastreable en la conexión en el prólogo entre el logos y su rechazo (cf. Jn 1,10-11). En los sinópticos este título es aplicado a Jesús, no solo como siervo sufriente, sino también entendiendo al como Hijo, aplicando tal comprensión a los relatos de la vocación de Jesús (cf. Mc 1,9-11)82.

Asimismo, las narraciones evangélicas sobre el sistemático rechazo a la cristología alta parecen contar la historia del fracaso del reconocimiento mesiánico que el Jesús histórico vivió. En los sinópticos, esta historia se presenta in crescendo: primero los grupos religiosos y las autoridades, representadas en las nominaciones colectivas: los fariseos (Mt 9,11); los escribas y los fariseos (Lc 5,17.21.30); los fariseos y los herodianos (Mc 3,6; 8,15; 12,13); los fariseos y los saduceos (Mt 16,11-12); los fariseos y los sacerdotes (Mt 21,45); y los fariseos y todos los judíos (Mc 7,3). En el EvJn pocas veces se utilizan estas denominaciones colectivas, como en 1,19. Esto se debe en parte a la predilección de Juan por el uso del colectivo universal («los judíos») y sus sinónimos: τα ιδια («los suyos»), («el mundo»),83 («las tinieblas»)84. En el uso de la expresión , El EvJn parece estar cerca de Mc 7,3. Se suele explicar semejante utilización de generalizaciones, que hoy son percibidas con mucha sensibilidad por la corrección política como excesivamente antisemitas, por la situación histórica del rechazo generalizado, la expulsión y la persecución que los cristianos judíos vivieron en las sinagogas; persecución y expulsión de la cual todavía quedan rastros en 9,22; 12,42-43; 16,2 (cf. Ap 2,9 y Mt 10,17)85.

La narración joánica no solo presenta una íntima relación entre el Hijo y el Padre, sino también una jerárquica. Pero antes de pasar a observar con algo más de detenimiento esta relación entre el Jesús joánico y el judaísmo del segundo templo, por su interés en el desarrollo de la cristología joánica y la investigación que la estudia, vale la pena realizar una serie de breves comentarios respecto al tema de la relación entre el Hijo y el Padre.

En el cuarto evangelio, el Hijo se somete al Padre. Desde época muy temprana un gran malentendido surgió a causa de la conceptualización de este sometimiento del Hijo al Padre. En los tiempos de los padres de la Iglesia, el sometimiento se entendió en términos ontológicos. La figura del sometimiento del Hijo fue muy usada y desarrollada en la enseñanza gnóstica y arriana del subordinacionismo86. Pero la investigación entiende que el EvJn no parece afirmar que el Hijo sea en la constitución de su naturaleza inferior al Padre, sino que está sometido a su voluntad; entendiendo por este término que le es obediente dentro del plan de salvación. Por tanto, el sometimiento no es ontológico, sino soteriológico87. En 1Cor 15, también parecen encontrarse afirmaciones subordinacionistas. Pero se debe notar que el contexto teológico en el cual Pablo se mueve es escatológico, no ontológico. Las afirmaciones subordinacionistas paulinas y joánicas no se dan en el plano metafísico, como en la reflexión de la cristología patrística en los siglos III y IV, sino en el soteriológico (Juan) y escatológico (Pablo). Uno de los puntos más controversiales en el debate subordinacionista ha sido la presentación de Jesús bajo el concepto del logos. Puesto que se ha sobrentendido que el trasfondo de tal expresión joánica está en la mística del judaísmo alejandrino, desarrollada a partir de la teología de los intermediarios elaborada en la literatura sapiencial, los arrianos alegaron que el logos es una creatura, acudiendo a Prov 8,22, donde se lee:

(TM)88

(LXX)89

En este texto se debe notar que el verbo hebreo significa generalmente «adquirir»90. Se trata de una adquisición por medio del nacimiento: «engendrar» (cf. Gen 4,1; Dt 32,6; Sal 139,13). La traducción («el Señor me creó»), ocasionó una seria dificultad con los arrianos, que empleaban este texto para defender la naturaleza creada del logos. La traducción de san Jerónimo: Dominus possedit me («el Señor me poseyó»), refleja las de Aquila, Símaco y Teodoción91; y recuerda el agudo comentario de Basilio:

No obstante, no he querido guardar silencio sobre esto, ya que otros intérpretes han captado mejor el sentido de la expresión hebrea «me poseyó» (

) en vez de «me creó» (ε1κτισεν). Esto ha sido para ellos (los arrianos) el mayor impedimento contra la blasfemia de su interpretación creatural. Porque el que dijo: «He engendrado un hombre por medio de Dios», empleaba obviamente la expresión no como creador de Caín, sino como su engendrador (Contra Eunomium, 2, 20 [PG 29, 616-617])92.

Según Brown, tales argumentaciones parecerían inadecuadas, puesto que en la cristología joánica, una de las características fundamentales del logos es la preexistencia. Esta preexistencia es importante no solo para defender la posición superior que Jesús tiene ante Juan el Bautista, sino también para resaltar su función de creador93. Desde la perspectiva de la teología desarrollada por el EvJn, resulta evidente el papel subordinado de Juan el Bautista. Esta subordinación ha tenido su espacio en la apologética cristiana primitiva y apostólica, por ejemplo, las acusaciones de Celso y las réplicas de Orígenes (Contra Celsum, I, 40-47)94. Desde un plano estrictamente teológico, la defensa de la preexistencia del logos implica la defensa de su carácter esencialmente divino: si es creador, no es creatura. Su preexistencia hace parte de su definición ontológica: «ser eterno» y, por tanto, «ser divino- y-creador», esencialmente «ser-diferente» a toda creatura. Así queda concluido definitivamente cualquier debate arriano: Jesús en cuanto Hijo y de cara al Padre, está subordinado. Pero de cara a la creación es logos, creador, revelador del Padre, y juez. Su subordinación está expresada en su «ser-obediente», al someter la potencialidad de su ser manifestado en su discursividad y actuación.

7. La relación de Jesús joánico con el judaísmo

El tema con el que se finaliza este artículo es el desarrollo de la identidad joánica a partir de su cristología95. Una de las características más interesantes de la cristología del EvJn es su presentación de la superioridad de Jesús frente a Moisés, el templo y las fiestas judías. En 1,17; y 4,25 se establece la superioridad de Jesús respecto a Moisés: si éste es dador de la Ley ( ), Jesús es quien trae la gracia y la verdad ( ). Si Moisés es el profeta del AT por antonomasia, Jesús es quien, tomando la figura de las expectativas samaritanas, vendría a explicar la ley. Aunque 1,17 parece estar cercano al binomio antitético paulino ley-gracia, en realidad su cristología mosáica está más cercana a la mateana. Una gran discusión se ha abierto en torno a la cristología mosáica del EvJn y del NT en general96.

Conceptos como «dador de la Ley», «profeta» y «profeta-rey», rondan en torno a esta cristología97. Si bien el primero de estos conceptos está relacionado con el título de logos, y el segundo está relacionado no solo con el título dado por la samaritana (4,25.29; cf. Dt 18,18- 22), sino también con la entrega del nuevo/mejor maná por el nuevo/mejor Moisés (cf. 6,14- 15). El tercer título tiene que ver la función de Jesús como pastor de Israel: una función que cumplió Moisés durante 40 años98. La superioridad de Jesús también se manifiesta frente a las fiestas judías, a las cuales no solo supera, sino que las sustituye. Según Daise, la cuidadosa ubicación de discursos de revelación durante las fiestas judías (cf. 5,19-47; 7,16-24; 8,14- 59), tiene la intención teológica de presentar la tesis de dicha sustitución99. Además, la estrecha unión entre las fiestas y el templo en el judaísmo no es tomada como un simple dato histórico; el EvJn saca las consecuencias teológicas: Jesús también sustituye al templo (cf. 4,23). Esta superioridad se debe entender como una invitación del Jesús joánico, no solo a aceptarla, sino abrazarla y darle adepción. Vocablos como hacen referencia a la respuesta negativa a la invitación, mientras que el vocablo (el testimonio) estimula a creer en la superioridad del Jesús joánico (cf. 1,7; 3,33; 5,39-40).

Conclusiones

Muchos de los análisis que comparan las narraciones iniciales de los sinópticos con el EvJn han buscado esclarecer el problema de las posibles fuentes utilizadas. Frente a las similitudes se ha postulado no solo el uso de las fuentes de la tradición sinóptica (como Q), incluso se ha afirmado que Lucas sería el responsable de la redacción final del EvJn. Por otro lado, frente a las diferencias que separan las narraciones joánicas de las sinópticas, se ha postulado la autonomía de fuentes, presentando la FS como base del esquema narrativo, y la fuente de discursos de revelación como fuente de los discursos joánicos. No obstante, los análisis y teorías postuladas, no se ha realizado un estudio que permita entender el desarrollo teológico del LS a partir de esta diversidad de fuentes.

Aún solo con ver con un poco de detenimiento la presentación de la cristología joánica que se desarrolla en los milagros, por medio del material presente en la FS, se puede observar su papel dentro de la soteriología joánica. La unión de la imagen mayestática del Jesús de las σημεια prefigura y anuncia el desarrollo del concepto de la ωρα, y anuncia la soteriología del Libro de la Gloria, presentado en el relato de la Pasión. La conexión teológica entre los conceptos σημεια, ωρα y δοχα, podrían permitir entender la relación de la cristología joánica con su marco soteriológico. La hora de la exaltación del logos, con la manifestación de su gloria, no deja espacio para las fiestas judías y el templo.

Para algunos investigadores, a la luz de la comparación entre el esquema soteriológico joánico, con su marco narrativo construido por relatos de milagros y discursos, y el sinóptico, parece darse coincidencias. La soteriología sinóptica nace en la cruz y resurrección de Jesús, y también en los sinópticos los relatos de disputa prefiguran el relato de la Pasión. Por ejemplo, en Marcos, el complot de los fariseos y los herodianos para matar a Jesús, que se presenta de forma temprana en Mc 3,6 (cf. Mc 2,7) anuncia el motivo teológico de la acusación contra Jesús en su proceso frente al Sanedrín (Mc 14,53-65): hacer milagros en shabbath, y blasfemar. Asimismo, en Mateo el esquema cristológico se presenta en un marco narrativo de milagros y discursos (Mt 5-9), y también su cristología desplaza otros personajes y eventos con pretensiones soteriológicas: Moisés y la Ley. La cristología joánica del LS no solo se desarrolla en un marco narrativo similar, también desplaza las fiestas religiosas judías y al templo.

Finalmente, según los análisis de algunos investigadores, la estructura y la teología del LS permite ver la influencia de una tradición en cierta medida similar a la sinóptica como fuente de sus narraciones de milagros y discursos, y permite observar el desarrollo de una cristología presentada en un marco soteriológico, semejante como ocurre en los otros evangelios, pero con un rasgo diferenciador: una narración cristológica con una acentuada escatología realizada que interpela y exige una reorientación de su interlocutor ante el logos: si Jesús es Señor, ningún otro personaje como Moisés o Abrahán, tampoco una institución como el templo, o un evento como las fiestas religiosas (pesaḥ, sukkoth), pueden reclamar dicho papel soteriológico.

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1Por el uso contaste de los siguientes términos, en lo sucesivo se emplea la sigla LS para indicar al Libro de los Signos, FS para referir la Fuente de los Signos, y EvJn para denominar al evangelio de Juan.

2Sobre la extensa bibliografía, véase los informes y análisis sobre los estudios aparecidos desde 1994 al 2018, en Michael Labahn, «Literary Sources of the Gospel and Letters of John», en The Oxford Handbook of Johannine Studies, Judith M. Lieu and Martinus C. de Boer, eds. (Oxford: Oxford University Press, 2018), 27- 31; Udo Schnelle, «Aus der Literatur zum Johannesevangelium 1994-2010 Dritter Teil», ThR 82 (2017): 97- 162; Udo Schnelle, «Aus der Literatur zum Johannesevangelium 1994-2010 Zweiter Teil», ThR 78 (2013): 462-504; Udo Schnelle, «Aus der Literatur zum Johannesevangelium 1994-2010 Erster Teil», ThR 75 (2010): 265-303; y Stanley E Porter, Andrew K. Gabriel. Johannine, Writings and Apocalyptic: an Annotated Bibliography (Leiden: Brill, 2013), 57-66. Para los informes y análisis sobre los estudios aparecidos desde 1985 a 1994 véase a Konrad Haldimann y Hans Weder, «Aus der Literatur zum Johannesevangelium 1985-1994. Dritter Teil», ThR 71 (2006): 91-113, 192-218, 310-324; Konrad Haldimann y Hans Weder, «Aus der Literatur zum Johannesevangelium 1985-1994. Zweiter Teil», ThR 69 (2004): 75-115; Konrad Haldimann y Hans Weder, «Aus der Literatur zum Johannesevangelium 1985-1994. Erster Teil», ThR 67 (2002): 328-348, 425- 456; Robert Kysar, «The Fourth Gospel: A Report on Recent Research», en ANRW II. 25/3, Wolfgang Haase, Hildegard Temporini, eds. (Berlin/New York: Walter de Gruyter, 1985), 2389-2480; y Gilbert van Belle, The Signs Source in the Fourth Gospel (Leuven: Leuven University Press, 1994). En comparación, ha sido menor el análisis de la posible relación y los desarrollos teológicos de la tradición sinóptica con el LS, sobre esto, véase a Santiago Guijarro Oporto, «El Impulso Creativo de la Memoria de Jesús en la Tradición Joánica». Revista Bíblica 75 (2013): 19-24; James D. Dvorak, «The Relationship between John and the Synoptic Gospels», JETS 41 (1998): 201-213; D.A. Carson, «Current Source Criticism of the Fourth Gospel», JBL 97 (1978): 411-429; Raymond E. Brown, «Incidents that are Units in the Synoptic Gospels but Dispersed in St. John», CBQ 23 (1961): 143-160; Ernst Haenchen, «Johanneische Probleme», ZThK 56 (1959): 19-54; E.K. Lee, «St. Mark and the Fourth Gospel», NTS 3 (1959): 50-58; Siegfried Mendner, «Zum Problem „Johannes und die Synoptiker“», NTS 4 (1957-1958): 282-307; Émile Osty, «Les points de contact entre le récit de la passion dans saint Luc et dans saint Jean», RSR 39 (1951): 146-154; y P. Gardner-Smith, Saint John and the Synoptic Gospels (Cambridge: CUP, 1938). En los últimos años se ha desarrollado una investigación histórica sobre Jesús que parte del cuarto evangelio como fuente, el John, Jesus and History Proyect, liderado por bien conocidos especialistas joánicos como Alan Culpepper, Moody Smith, Paul N. Anderson y Tom Thatcher, entre otros. Si bien este grupo analiza mucho del material del LS, su interés está en la comparación con la tradición sinóptica para rehabilitar las tradiciones joánicas en el contexto de un estudio histórico de Jesús. Siendo una de las líneas de investigación de mayor interés y desarrollo durante estos veinte años del siglo XXI, su campo de estudio solo podría ofrecernos cierto interés en el análisis de la FS. Sobre el John, Jesus and History Proyect, véase a Charlesworth, James H., Jolyon G.R. Pruszinski, eds., Jesus Research: The Gospel of John in Historical Inquiry (London/New York: T. & T. Clark, 2019); Paul N. Anderson, «The John, Jesus and History Project and a Fourth Quest for Jesus», en Jesus, Skepticism & The Problem of History, D.L. Block, and J.E. Komoszewski, eds. (Grand Rapids, MI: Zondervan Academic, 2019), 222-268; Paul N. Anderson, Felix Just, Tom Thatcher, eds., John, Jesus, and History, Volume 3: Glimpses of Jesus through the Johannine Lens (SBLECIL 18. Atlanta, GE: SBL Press, 2016); Ídem, John, Jesus, and History. Volume 2: Aspects of Historicity in the Fourth Gospel (SBLECL 2. Atlanta, GE: SBL, 2009); Ídem, John, Jesus, and History, Volume 1: Critical Appraisals for Critical Views (SBLSymS 44. Atlanta, GE: SBL, 2007); Francisco Lozada, Jr, Tom Thatcher, eds., New Currents through John: A Global Perspective (SBLRBS 54. Atlanta, GE: SBL, 2006).

3Sobre las ventajas y dificultades que se presentan al optar por el modelo del esquema narrativo marcano como guía de lectura de los evangelios, véase a Mark Goodacre, «Fatigue in the Synoptics», NTS 44 (1998): 45-58; y Christopher M. Tuckett, Revival Griesbach Hypothesis (SNTSMS 44. Cambridge: CUP, 1982).

4Sobre la incertidumbre de tomar como autógrafa la lectura del P, omitiendo leer polin, y quedando así «Efraím» como nombre de la región, véase a Raymond E. Brown, El Evangelio Según Juan. Tomo 1: caps. I- XII (Madrid: Cristiandad, 1999), 766; y Rudolf Bultmann, Das Evangelium des Johannes (KEK 2. 10 ed. Göttingen: Vandenhoeck & Ruprecht, 1968), 315 (nota 4).

5En la narración joánica se cuentan tres pascuas a las cuales «sube» Jesús (2,13; 5,1; 12,1) y una vez «sube en secreto» a la fiesta de los tabernáculos (7,10).

6En Marcos el discurso de Jesús está circunscrito a las parábolas en su mayoría (excepción es el discurso escatológico en el cap. 13), en Q el discurso de Jesús es más amplio, abarcando materiales didácticos (v.g. Q 7,31-35), catequéticos (v.g. Q 11,9-13), de discipulado (v.g. Q 9,57-60) y escatológicos (v.g. Q 12,39-40). Una buena introducción a Q la ofrecen los ensayos presentados en: Paul Hoffmann, Christoph Heil, eds., Die Spruchquelle Q (Leuven: Peeters Publishers, 2002).

7Sobre estas cifras, véase a Raymond E. Brown, El Evangelio Según Juan. Tomo 2: caps. XIII-XXI (2 ed. Madrid: Cristiandad, 2000), 1645.

8 Véase a Philipp F. Bartholomä, The Johannine Discourses and the Teaching of Jesus in the Synoptics (Tübingen: Francke, 2012), 1-8; Robert T. Fortna, «The Gospel of John and the Signs Gospel», en What We Have Heard from the Beginning (Tom Thatcher, ed. Waco, TX: Baylor University Press, 2007), 149-158; L. Morris, «The Relation of the Signs and the Discourses in John», en The New Testament Age (William C. Weinrich, ed. Macon, GA: Mercer University Press, 1984), 363-372.

9Los investigadores que consideran que Juan solo depende de Marcos son: Charles K. Barrett, Das Evangelium nach Johannes (KEK. Göttingen: Vandenhoeck & Ruprecht, 1990), 59-71; y E.K. Lee, «St. Mark and the Fourth Gospel», NTS 3 (1959): 50-58. Aquellos que consideran que Juan depende solo de Lucas son: John A. Bailey, The Traditions Common to the Gospels of Luke and John (Leiden: Brill, 1963); Marie -É. Boismard, «Saint Luc et la rédaction du quatrième évangile». RB 69 (1962): 185-211; y Émile Osty, «Les points de contact entre le récit de la passion dans saint Luc et dans saint Jean», RSR 39 (1951): 146-154. Finalmente, los investigadores que opinan que Juan depende de las fuentes sinópticas, como Q, son: Brown, «Incidents», 143-160; y Mendner, «Johannes und die Synoptiker», 282-307. Sobre esto, véase también a Pierson Parker, «Two Editions of John», JBL 75 (1956): 303-314. Thomas L. Brodie, The Quest for the Origin of John’s Gospel: A Source Oriented Approach (New York/Oxford: Oxford University Press, 1993) elabora un exhaustivo estudio y concluye que Juan realiza una reelaboración de la tradición sinóptica en diferentes etapas redaccionales.

10Boismard, «Saint Luc et la rédaction du quatrième évangile», 185-211.

11Gardner-Smith, Saint John and the Synoptic Gospels.

12Carson, «Current Source Criticism», 411-429. Véase también a José Manuel Hernández Carracedo, «El Papel de las Notas Cristológicas del Narrador en el Evangelio de Juan», Revista Bíblica 80 (2018): 33-61, quien sugiere que el EvJn adoptó el género literario de vida antigua, así como los sinópticos.

13En adelante, todas las citas realizadas solo con indicación de capítulo y versículo, son referidas del EvJn, salvo se indique de forma expresa otra fuente.

14Unido al tema de la revelación de Jesús como palabra/luz/vida del himno joánico (1,1-18), construido a partir de una serie de motivos intertextuales con la Biblia hebrea (i.e. del pentateuco y la literatura sapiencial), algunos autores ven la aparición del tema de una semana de revelación paulatina enmarcada cronológicamente en Jn 1,19-2,12, que tendría como eje narrativo el testimonio del Bautista y, con el llamado a los primeros discípulos, la creación de la comunidad joánica. Sobre este marco cronológico, véase el uso del adverbio e0paurion en 1,29.35.43 en unión con la frase inicial de 2,1: kai th = tri th hmera (siguiendo la lectura de B Q f13). Aunque recientemente Méndez ha objetado la existencia de esta comunidad, entendiéndola como un constructo teórico más que una realidad sociológica. Véase a Hugo Méndez, «Did the Johannine Community Exist?», JSNT 42 (2020): 350-374. Por otro lado, la perícopa de 2,1-12 sirve como engarce entre el tema del capítulo 1 sobre la doca de Jesús con el de los signos de los capítulos 2—4. En Jn 1, doca de Jesús es el tema de los testimonios del Bautista y el objetivo del paulatino reconocimiento de sus discípulos, cuyo clímax se da en 2,12; en Jn 2-4 la doca de Jesús también es el tema de los signos, los diálogos, los discursos y todo el esquema de viajes de la subsección. El tema y objetivo de estos capítulos es el mismo, pero su instrumento narrativo varia. Esta es la razón por la cual no se puede enfatizar en una diferencia de fondo, sino de subtemas. De hecho, en 3,22-30, se continúa con el tercer testimonio del Bautista, el instrumento narrativo para la revelación de la doca de Jesús durante todo el capítulo primero. Parece mejor entender la perícopa de 2,1-12 como un puente entre una y otra subsección. Pero también es importante diferenciar los instrumentos narrativos de cada subsección. Por ello se insiste en segmentar entre 1,19-51 y 2,1-4,54. Sobre el tema de la revelación de la doca de Jesús en los testimonios del Bautista, véase a Ulrich B. Müller, Johannes der Täufer (Leipzig: Evangelische Verlagsanstalt, 2002), 163-167. Sobre el esquema cronológico de Jn 1,19-2,1 y su teología, véase a Jeannine K. Brown, «Creation’s Renewal in the Gospel of John», CBQ 72 (2010): 275-290; Harold Saxby, «The Time-Scheme in the Gospel of John», ExpTim 104 (1992): 9-13; L. Paul Trudinger, « The Seven Days of the New Creation in St. John’s Gospel. Some Further Reflections», EQ 3 (1972): 154-158; y Thomas Barrosse, «The Seven Days of the New Creation in St John’s Gospel», CBQ 21 (1959): 507-516. Francis J. Moloney (El Evangelio de Juan [Estella: EVD, 2005], 75-76) encuentra relación léxica y teológica entre la primera semana joánica con el tema de la doca de YHWH de los relatos del Éxodo. Brown (Juan I-XII, 328-330) duda sobre la interpretación de la primera semana joánica.

15Sobre el rechazo en el evangelio de Marcos, véase a W.R. Telford, The Theology of the Gospel of Mark (Cambridge: CUP, 1999), 116-137. Smith hace un valioso análisis del tema del rechazo marcano desde el patrón lírico y literario del drama griego. Véase S.H. Smith, «A Divine Tragedy», en The Composition of Mark’s Gospel (David E. Orton, comp. Leiden/Boston/Köln: Brill, 1999), 230-252.

16Véase a Craig A. Evans, To See and Not Perceive: Isaiah 6.9-10 in Early Jewish and Christian Interpretation (Sheffield: JSOT Press, 1989), 91-106.

17Sobre esto, véase a D.J. Hawkin, «The Johannine Transposition and Johannine Theology», LTP 36 (1980): 89-98.

18 J.H. Bernard, A Critical and Exegetical Commentary on the Gospel According to St. John. Tomo 1 (New York: Scribner’s, 1929), xxvi-xxx. Seguimos la numeración original del texto, manteniendo la diferenciación en su paginación: nomenclatura romana para la sección introducción, y números arábigos para el contenido del comentario propiamente dicho.

19J.H. Bernard, A Critical and Exegetical Commentary on the Gospel According to St. John. Tomo 1, xix-xx.

20J.H. Bernard, A Critical and Exegetical Commentary on the Gospel According to St. John. Tomo 1, xx-xxiv.

21J.H. Bernard, A Critical and Exegetical Commentary on the Gospel According to St. John. Tomo 1, xxiv- xxvi.

22 Friedrich Spitta, Zur Geschichte und Literatur des Urchristentums. Erster Band (Göttingen: Vandenhoeck & Ruprecht, 1893), 158.

23J.H. Bernard, A Critical and Exegetical Commentary on the Gospel According to St. John. Tomo 1, xxvi- xxviii.

24 James Moffatt, Introduction to the Literature of the New Testament (Edinburgh: T. & T. Clark, 1918), 39.

25J.H. Bernard, A Critical and Exegetical Commentary on the Gospel According to St. John. Tomo 1, xxviii. La traducción es propia. La cita completa reza: «when Manuscript evidence is wholly lacking, and internal evidence alone is available, hypotheses as to transposition of sections are necessarily precarious, and ought to be accepted only when the internal evidence is very strong».

26Sobre el P5, véase a Bruce M. Metzger y Georg Maldfeld, «Detailed List of the Greek Papyri of the New Testament», JBL 68 (1949): 364.

27Bernard calculaba la extensión de los pasajes en discusión así: Jn 5 (3630), Jn 7,15-24 (763), Jn 13, 31-14,31 (312), Jn 3,22-30 (730), Jn 10,1-18 (1495), Jn 12,34b-43 (598).

28Rudolf Bultmann, Das Evangelium des Johannes, 78ss.

29En Mt, 13 veces; Mc, 7 veces; Lc-Hch, 24 veces; Jn, 17 veces; Rom, 2 veces; 1-2Cor, 4 veces; 2Tes, 2 veces; Heb, 1 veces; y en Ap, 7 veces. Sobre estas estadísticas, véase a Kurt Aland (ed.), Vollständige Konkordanz zum Griechischen zum Neuen Testament. Tomo 2: Spezialübersichen (ANTT 4/1-2. New York/Berlin: Walter De Gruyter), 1978), 248-249.

30En Mt, 2 veces; Mc, 2 veces; Lc-Hch, 12 veces; Jn, 10 veces; 1-2Cor, 2 veces; y en Ap, 4 veces.

31En algunos pasajes aparece la formula invertida shmeia kai terata; véase Hch 2,19.43; 4,30; 5,12; 6,8; 7,36; 14,3; 15,12; obsérvese también la aparición de la frase lucana shmeia kai terata en Jn 4,48. Sobre los autores que hacen estas observaciones, véanse las notas al pie de página 10 y 11.

32 W. Nicol, The Sēmeia in the Fourth Gospel: Tradition and Redaction (Leiden: Brill, 1972).

33 Jürgen Becker, «Wunder und Christologie», NTS 16 (1970): 130-148.

34 Robert T. Fortna, The Gospel of Signs (Cambridge: CUP, 1970).

35 Hans -P. Heekerens, Die Zeichen-Quelle der johanneischen Redaktion (Heidelberg: Verlag Katholisches Bibelwerk, 1984).

36 Alexander Faure, «Die alttestamentlichen Zitate im vierten Evangelium und die Quellenscheidungshypothese», ZNW 21 (1922): 99-121. Bultmann también reconoce cierto mérito a Eduard Meyer, Ursprung und Anfänge des Christentums. Erster Band: Die Evangelien (Stuttgart/Berlin: J.G. Cotta, 1921), 337.

37 Gilbert van Belle, The Signs Source in the Fourth Gospel (Leuven: Leuven University Press, 1994).

38 Wilhelm Wilkens, Die Entstehungsgeschichte des vierten Evangeliums (Zollikon: Evangelischer Verlag, 1958).

39Brown, Juan I-XII, 40-47; Charles K. Barrett, Das Evangelium nach Johannes, 36-37.

40Jürgen Becker, «Wunder und Christologie», 130-148.

41 Howard M. Teeple, The Literary Origin of the Gospel of John (Evanston, IL: Religion and Ethic Institute, 1974); Nicol, Sēmeia; y Fortna, Gospel of Signs.

42Sobre esto, en referencia a Marcos, véase a Joanna Dewey, Markan Public Debate: Literary Technique, Concentric Structure, and Theology in Mark 2:1—3:6 (SBLDS 48. Chico, CA: Scholars Press, 1980).

43 Gerd Theissen, The Miracle Stories of the Early Christian Tradition (Philadelphia: Fortress Press, 1983), 56- 57.

44Véase a Rene Latourelle, Milagros de Jesús y Teología de los Milagros (Salamanca: Sígueme, 1990); Theissen, Miracle Stories, 94-99; y Xavier Léon-Dufour, ed., Los Milagros de Jesús según el Nuevo Testamento (Madrid: Cristiandad, 1979).

45Se incluye marginalmente en esta nota a Jn 21,1-14 por la discusión sobre su origen bien como relato prepascual (probablemente el de Lc 5,1-11) o del Señor resucitado, y naturaleza, como duplicado o una composición posterior de la comunidad joánica Sobre esto, véase el tratamiento clásico de Rudolph Pesch, Der reiche Fischfang, Lk 5,1-11/Jo 21,1-14 (Düsseldorf: Patmos, 1969); van Belle, Johannine Bibliography, 314-316. Véase también a Francis J. Moloney, «Closure», en How John Works: Storytelling in the Fourth Gospel, Douglas Estes and Ruth Sheridan, eds. (Atlanta, GE: SBL Press, 2016), 225-240; y Mark Kiley, «Three More Fish Stories (John 21:11)», JBL 127 (2008): 529-531.

46Esta narración ilustra muy bien el cambio en la percepción de las dimensiones teológicas e históricas en los estudios joánicos durante el siglo XX. Hasta finales del siglo XIX, casi todos los especialistas consideraban la mención de la piscina de cinco columnas (Jn 5,2) como una de contenido simbólico o teológico. Ya Bultmann, (Rudolf Bultmann, Das Evangelium des Johannes, 180, nota 8) advertía de lo inconveniente de tales interpretaciones. No obstante, este tipo de lecturas se siguieron realizando hasta que el descubrimiento arqueológico del lugar, presentado por Joachim Jeremias, abrió el debate sobre la validez del EvJn como documento para el acceso al Jesús histórico. Véase a Joachim Jeremias, Die Wiederentdeckung von Bethesda. Johannes 5,2 (FRLANT 59. Göttingen: Vandenhoeck & Ruprecht, 1949). Sobre los autores que sostienen el John, Jesus and History Proyect véase al final de la nota 3.

47Aunque en Jn 5,1 no se refiere directamente a una fiesta en particular, sino que, según los mejores mss (P66 y P75), se debe leer: «después de esto estaba [en una] fiesta (hneorth) de los judíos...», para los propósitos teológicos del evangelista es más importante la fiesta del shabbath, que el mismo evangelista luego resalta como argumento del debate contra la curación de Jesús (Cf. Jn 5,9-10.16-18).

48 Michael A. Daise argumenta que, en un estadio anterior al de la redacción final, la narración de las fiestas judías sirve como marco para la presentación joánica de la soteriología. Véase a Michael A. Daise, Feasts in John: Jewish Festivals and Jesus’ «Hour» in the Gospel of John (WUNT II/229. Tübingen: Mohr Siebeck, 2007), 153-170. Véase también a John Painter, «Johannine Literature: The Letter and the Gospel of John», en the Blackwell Companion to the New Testament, David E. Aune, ed. (Oxford: Willey/Blackwell, 2010), 356- 358.

49Véase a Benny Thettayil, In Spirit and Truth (Leuven: Peeters, 2007).

50Sobre esto existe una extensa bibliografía. Sobre ella, véase a van Belle, Johannine Bibliography, 196-203. Véase también más recientemente a Siegfried Bergler, Von Kana in Galiläa nach Jerusalem (Berlin: Lit Verlag, 2009).

51Así lo nota Peter Wick, «Jesus gegen Dionysos? Ein Beitrag zur Kontextualisierung des Johannesevangeliums», Bib 85 (2004): 179-198, quien sostiene un Sitz im Leben tanto cultual como de disputa contra los banquetes dionisíacos en Asia Menor como trasfondo del pasaje joánico.

52Sobre el texto del apócrifo de Ezequiel, véase a G. Aranda Pérez, «Apócrifo de Ezequiel», en Apócrifos del Antiguo Testamento, Alejandro Díez Macho, ed. (Madrid: Cristiandad, 2009), VI, 157.

53Sobre esta interpretación, véase a Steven M. Bryan, «Consumed by Zeal: John’s Use of Psalm 69:9 and the Action in the Temple», BBR 21 (2011): 479-494.

54En Nm 21,8 (LXX) se dice explícitamente que Moisés debe presentar como signo de salvación una serpiente levantada en un estandarte (shmeia).

55Sobre esto, véase a Carlos William Rubia, «“Como Moisés Levantó la Serpiente en el Desierto...” (Jn 3,14): Una Aproximación a la Hermenéutica de los Símbolos Religiosos de Israel en el Cuarto Evangelio». Revista Bíblica 80 (2018): 63-77.

56Sobre esto, véase a Wiard Popkes, Christus traditus (Zurich: Zwingli, 1967), 283. Wilckens ha aceptado la idea de Popkes. Véase a Ulrich Wilckens, Der Sohn Gottes und seine Gemeinde (FRLANT 200. Göttingen: Vandenhoeck & Ruprecht, 2003), 29-55.

57En Jn 2,1-11 (esp. vv. 4.11) se presentan estos tres elementos. En Jn 17 (esp. vv. 5.22.24) se desarrolla el concepto de «la gloria» (h doca).

58Véase a James A. Waddell, The Messiah (London: T. & T. Clark, 2011); y Leslie W. Walck, The Son of Man in the Parables of Enoch and in Matthew (New York: T. & T. Clark, 2011).

59Véase a Willi Marxsen, «Auslegung von 1Thess 4,13-18», ZThK 66 (1969): 22-37.

60Sobre estos pasajes, véase a Jean Dupont, Les Trois Apocalypses Synoptiques. Marc 13; Matthieu 24-25; Luc 21 (LD 121. Paris: Éditions Du Cerf, 1985); y Egon Brandenburger, Markus 13 und die Apokalyptik (FRLANT 134. Göttingen: Vandenhoeck & Ruprecht, 1984).

61 Véase a George R. Beasley-Murray, «The Kingdom of God in the Teaching of Jesus», JETS 35 (1992): 19- 30.

62Véase a E. Earle Ellis, «Die Funktion der Eschatologie in Lukasevangelium», ZThK 66 (1969): 387-402.

63 Rudolf Bultmann, Teología del Nuevo Testamento (Salamanca: Sígueme, 1981), 400. Para otras interpretaciones, véase a Klaus Haacker, The Theology of Paul’s Letter to the Romans (Cambridge: CUP, 2003), 52, 124.

64Véase a Rudolf Bultmann, «Die Eschatologie des Johannes-Evangelium», en Glauben und Verstehen. Gesammelte Aufsätze. Tomo1 (6 ed. Tübingen: Mohr Siebeck, 1966), 134-152. Para ver una interpretación diferente, aunque con cierta continuación de la línea existencial bultmaniana, véase a Brendan Byrne, Lazarus: A Contemporary Reading of John 11:1-46 (Collegeville, MN: Liturgical, 1990).

65Sobre estas preguntas, véase a Antonio García-Moreno, «La Escatología Joánica», en Escatología y Vida Cristiana. XXII Simposio Internacional de Teología (C. Izquierdo, ed. Pamplona: EUNSA, 2002), 313-326; y Joachim Gnilka, Teología del Nuevo Testamento (Madrid: Trotta, 1998), 276-285.

66 Hans Conzelmann, The Theology of St. Luke (Philadelphia: Fortress Press, 1982); y Rudolf Bultmann, History and Eschatology (New York: Harper and Row, 1957), 38-55.

67Sobre la relación del concepto joánico del Hijo del hombre y su relación con la tradición sinóptica, véase a J. Harold Ellens, The Son of Man in the Gospel of John (Sheffield: Sheffield Phoenix Press, 2010); John W. Pryor, «The Johannine Son of Man and the Descent-Ascent Motif», JETS 34 (1991): 341-351; Delbert Burkett, The Son of Man in the Gospel of John (Sheffield: JSOT Press, 1991); Seyoon Kim, «The “Son of Man”» As the Son of God (WUNT 30. Tübingen: Mohr Siebeck, 1983); Francis J. Moloney, The Johannine Son of Man (2 ed. Roma: Salesianum, 1978); y R.G. Hamerton-Kelly, Pre-existence, Wisdom, and the Son of Man (SNTSMS 21. Cambridge: University Press, 1973), 200-242.

68En 1,51; 3,13.14; 5,27; 6,27.53.62; 8,28; 9,35; 12,23.34; 13,31.

69Rudolf Bultmann, Teología del Nuevo Testamento, 453; Helmut Köster, Introducción al Nuevo Testamento (Salamanca: Sígueme, 1988), 702.

70 Marie -É. Boismard, «L’évolution du thème eschatologique dans les traditions johanniques». RB 68 (1961): 514-518.

71Sobre esto son instructivos los estudios de Larry W. Hurtado, Paul L. Owe, eds., «Who is This Son of Man?»: The Latest Scholarship on a Puzzling Expression of the Historical Jesus (London: T. & T. Clark, 2011); Maurice Casey, The Solution to the «Son of Man» Problem (New York: T. & T. Clark, 2009); Delbert Burkett, The Son of Man Debate (Cambridge: CUP, 2004); Wolfgang Schenk, Das biographische Ich-Idiom Menschensohn in den frühen Jesus-Biographien (FRLANT 177. Göttingen: Vandenhoeck & Ruprecht, 1997); Jarl E. Fossum, «The Son of Man’s Alter Ego: John 1,51, Targumic Tradition and Jewish Mysticism», en The Image of the Invisible God, Jarl E. Fossum, ed. (Göttingen: Vandenhoeck & Ruprecht, 1995), 135-151; James D.G. Dunn, Christology in the Making (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1989), 65-97; A.J.B. Higgins, The Son of Man in the Teaching of Jesus (SNTSMS 39; CUP, 1980), Joachim Jeremias, Neutestamentliche Theologie (Gütersloh: Gütersloher Verlagshaus, 1971), 245-263; Heinz E. Tödt, Der Menschensohn in der synoptischen Überlieferung (Gütersloh: Gütersloher Verlagshaus, 1963); y Matthew Black, «The Son of Man Problem in Recent Research and Debate», BJRL 45 (1962-1963): 305-318.

72Así pensaba Rudolf Bultmann, Die Geschichte der synoptischen Tradition (FRLANT 29. 10 ed. Göttingen: Vandenhoeck & Ruprecht, 1995), 13, y en esto fue seguido por Schenk, biographische; Köster, Introducción, 594-595; y Philipp Vielhauer, Geschichte der urchristlichen Literatur (Berlin/New York: Walter De Gruyter, 1975), 322-323.

73Así opina W. Wrede, Das Messiasgeheimnis in den Evangelien (4 ed. Göttingen: Vandenhoeck & Ruprecht), 82-92. Lo sigue Rudolf Bultmann, Die Geschichte der synoptischen Tradition, 163 (nota 2). Pero la mayor influencia en la visión que Bultmann tiene de la cristología de la comunidad primitiva, la ejerce la obra de Wilhelm Bousset, Kyrios Christos (FRLANT 21. 6 ed. Göttingen: Vandenhoeck & Ruprecht, 1967).

74 Raymond E. Brown, Introducción a la Cristología del Nuevo Testamento (Salamanca: Sígueme, 2001), 58. Para una interpretación escatológica del trasfondo de la figura del Hijo del hombre en el EvJn, véase a Benjamin E. Reynolds, The Apocalyptic Son of Man in the Gospel of John (WUNT II/249. Tübingen: Mohr Siebeck, 2008).

75Véase a Patricia E. Kinlaw, The Christ in Jesus: Metamorphosis, Possession and Johannine Christology (SBLAB 18. Atlanta: SBL, 2005), 154-155.

76En los tres casos mencionados, el texto griego completo dice: abba o path/r.

77 Gustaf Dalman, The Words of Jesus (Edinburgh: T. & T. Clark, 1902), 192; Ídem, Voz, «’abba’», en Aramäisch-neuhebräisches Handwörterbuch zu Targum, Talmud und Midrasch (Frankfurt am Main: J. Kauffmann, 1922), 1; Joachim Jeremias, Neutestamentliche Theologie, 68-73; Joachim Jeremias, Abba: El Mensaje Central del Nuevo Testamento (4 ed. Salamanca: Sígueme, 1993), 17-89.

78 J. Ashton, «Abba», en Anchor Bible Dictionary, David N. Freedman, ed. (Garden City, NY: Doubleday, 1992), I, 7-8.

79Sobre esto, véase particularmente el tratamiento de Larry W. Hurtado, «The Origins of Jesus-Devotion». TynBul 61 (2010): 1-20; y Gerd Theissen, La Religión de los Primeros Cristianos (Salamanca: Sígueme, 2002), 223-245.

80Ulrich Wilckens, Der Sohn Gottes und seine Gemeinde, 126-135.

81Sobre esto, véase a Craig A. Evans, «Obduracy and the Lord’s Servant», en Early Jewish and Christian Exegesis (Craig A. Evans, W.F. Stinespring, eds. Atlanta, GE: Scholars Press, 1987), 221-236.

82Véase a Joachim Jeremias, Abba: El Mensaje Central del Nuevo Testamento, 113-151.

83Sobre el concepto ko/smoj en el EvJn, véase a Cornelis Bennema, «The Identity and Composition of OI IOUDAIOI in the Gospel of John», TynBul 60 (2009): 239-263; Lars Kierspel, The Jews and the World in the Fourth Gospel (WUNT II/220. Tübingen: Mohr Siebeck, 2006); y Ulrich Wilckens, Der Sohn Gottes und seine Gemeinde, 126-135.

84Véase los paralelos entre Jn 1,5.10.11.

85Véase a Larry W. Hurtado, Destructor de los dioses: el cristianismo en el mundo antiguo (Salamanca: Sígueme, 2017), 31-114; James D.G. Dunn, «The Question of Anti-Semitism in the New Testament Writings of the Period», en Jews and Christians (James D.G. Dunn, ed. Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1999), 177-211; J. Louis Martyn, The Gospel of John in Christian History (New York: Paulist Press, 1978); y Douglas R.A. Hare, The Theme of Jewish Persecution of Christians in the Gospel according St. Matthew (SNTSMS 6. Cambridge: CUP, 1967).

86Sobre esto, véase a T.E. Pollard, Johannine Christology and the Early Church (SNTSMS 13. Cambridge: CUP, 1970), 141-319.

87Respecto a estas precisiones y matizaciones teológicas, véase a Beth M. Sheppard, «Another Look: Johannine “Subordinationist Christology” and the Roman Family», en New Currents through John, Francisco Lozada Jr. and Tom Thatcher, eds. (Atlanta: SBL, 2006), 101-119; y Christopher Cowan, «The Father and Son in the Fourth Gospel», JETS 49 (2006): 115-135.

88Se sigue el texto masorético de K. Elliger, W. Rudolph, et al., eds., Biblia Hebraica Stuttgartensia (5 ed. Stuttgart: Deutsche Bibelgesellschaft, 1997), ad loc.

89Se sigue el texto de Alfred Rahlfs, Robert Hanhart. Septuaginta. Editio altera (Stuttgart: Deutsche Bibelgesellschaft, 2006).

90Sobre las posibles traducciones de yninFqf (el verbo hnq + el sufijo 1p. m. sg.): en qal (que es la que suponemos aquí), en niph’al («ser comprado») y el hiph’îl («intercambiar»), véase a Otto Plöger, Sprüche Salomos (Proverbia) (BKAT 17. Neukirchen-Vluyn: Neukirchener, 1984), 87; y Jean -Nöel Aletti, «Proverbes 8,22-31: Étude de structure», Bib 57 (1967): 25-37 y pp. 31-32. En Gen 4,1b se presenta un problema de interpretación similar al que aquí se observa: hwFhy:-t)e #$y)i yt@yniqf rme)Ot@wa: «he (creado, adquirido, engendrado) un hombre (con la ayuda de, con, para) YHWH». Véase lo que se ha estudiado con algo más de detalle en: Juan Sebastián Hernández Valencia, «¿Un Juicio Justo contra Caín? (Gen 4,1-16)», Caritas Veritatis 2 (2017): 150-151, y la bibliografía que allí se cita.

91Véase los textos de estas versiones griegas en Frederick Field, Origenis Hexaplorum. Tomus II: Jobus - Malachias (Oxford: Clarendon Press, 1875), 875 y 326.

92La traducción castellana ofrecida arriba es propia. Por su importancia, se reproduce el texto griego citado arriba: Te/wj ge mh_n mhde e0kei=no aparash/manton katali/pwmen oti alloi tw~n ermhne/wn, oi kairiw&teron th=j shmasi/aj tw~n Ebrai"kw~n kaqiko/menoi, e0kth/sato/ me anti tou=, ektisen e0kdedw&kasin: Oper me/giston autoi=j empo/dion estai pro_j th_n blasfhmi/an tou= kti/smatoj. O ga_r ei0pw_n, ekthsamhn anqrwpon dia_ tou= qeou=, ou0xi kti/saj to_n Kai"n, alla_ gennh/saj, tau/th| fai/netai xrhsa&menoj th|= fwnh|=. Sobre el texto, véase la edición y traducción francesa de Bernard Sesboüé, George -M. De Durand, Louis Doutreleau, Basile de Césarée. Contre Eunome. Introduction, traduction et notes (SC 299. Paris: Éditions du Cerf, 1983), II, 84-85.

93 Raymond E. Brown, La Comunidad del Discípulo Amado (2 ed. Salamanca: Sígueme, 1987), 30-31.

94No obstante, en el caso de Orígenes, el tema central de su exposición no es la relación entre el Bautista y Jesús, sino el Bautismo de Jesús. Orígenes enfrenta la acusación de Celso de zoomorfización de la divinidad (el Espíritu Santo en forma de paloma). Sobre esta polémica, véase a Wayne C. Kannaday, Apologetic Discourse and the Scribal Tradition (SBLTCS 5. Atlanta, GE: SBL, 2004), 78. Véase el texto en Marcel Borret, Origène. Contre Celse (SC 132. Paris: Les Éditions du Cerf, 2005) I, 183-201.

95 James F. McGrath, John’s Apologetic Christology: Legitimation and Development in Johannine Christology (SNTSMS 111; Cambridge: CUP, 2003); y Paul N. Anderson, The Christology of the Fourth Gospel (WUNT II/78; Tübingen: Mohr Siebeck, 1996).

96Sobre esto, véase a John Lierman, The New Testament Moses (WUNT II/173. Tübingen: Mohr Siebeck, 2004), 258-270.

97John Lierman, The New Testament Moses, 271-272 y 275-277.

98Sobre este tema, véase a Joachim Kügler, Der andere König (Stuttgart: Verlag Katholisches Bibelwerk, 1999), 86-108 y 109-127; y Wayne A. Meeks, Prophet-King: Moses Traditions and the Johannine Christology (Leiden: Brill, 1967).

99Michael A. Daise, Feasts in John: Jewish Festivals and Jesus’ «Hour» in the Gospel of John.

?El texto sigue la tipología de artículo de reflexión. El texto es producto de investigación del proyecto «Exégesis de la Literatura Cristiana Primitiva» del grupo de investigación Filosofía y Teología Crítica, de la Universidad católica Luis Amigó, con radicado 60577.

100El sistema de siglas bibliográficas que se emplea sigue las normas ofrecidas en S.M. Schwertner, Internationales Abkürzungsverzeichnis für Theologie und Grenzgebiete (2 ed. Berlin / New York: Walter de Gruyter, 1992); y P.H. Alexander, et al., eds., JBL Handbook of Style: For Ancient Near Eastern, Biblical and Early Christian Studies (Peabody, MA: Hendrickson, 1999).

**Candidato al doctorado en teología de la Universidad Pontificia Bolivariana, magister en teología y teólogo de la misma universidad. Miembro del grupo de investigación Filosofía y Teología Crítica, de la Universidad católica Luis Amigó; miembro del grupo de investigación Teología, Religión y Cultura (TRyC), de la Universidad Pontificia Bolivariana; miembro de la red de teólogos del CEBITEPAL-CELAM y miembro de la Sociedad Iberoamericana de Antropología Filosófica (SIAF). Contacto: juan.hernandezva@amigo.edu.co y juansebastian.hernandezv@upb.edu.co. ORCID: https://orcid.org/0000-0002-9567-4205.

Para citar este artículo: Hernández Valencia, Juan Sebastián. «El libro de los signos (Jn 1,19-12,50). Aproximación a algunas de sus líneas de investigación». Franciscanum 175, Vol. 63 (2021): 1-28.

Recibido: 08 de Junio de 2020; Aprobado: 28 de Junio de 2020

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