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Franciscanum. Revista de las Ciencias del Espíritu

Print version ISSN 0120-1468

Franciscanum vol.63 no.176 Bogotá July/Dec. 2021  Epub Nov 10, 2021

https://doi.org/10.21500/01201468.5484 

Filosofía

La lógica de don Quijote. El acontecer del pensamiento y del lenguaje en la lengua heredada*

The Quixote's logic. The occurrence of the thinking and the language into an inherited mother tongue

1Universidad Católica de la Santísima Concepción; Chile.


Resumen

El presente trabajo es un ensayo que se propone volver a pensar la lógica que engendra y mueve la obra de Miguel de Cervantes El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. Partiendo del planteamiento de que Cervantes y don Quijote son un mismo pensador, se trabajará sobre lo que se considera el principio de generación de esta novela, a saber, la noción del acontecer de la lengua heredada por medio de la elaboración de actos lingüísticos y de pensamiento compuestos. En este sentido, se presenta en este estudio la obra cervantina como una propuesta filosófica que podría replantear algunas tesis reiteradas y presupuestas de lo que, en variadas ocasiones, se entiende por la naturaleza del lenguaje y del pensamiento.

Palabras clave: Quijote; Cervantes; lenguaje; acontecimiento; pensamiento

Abstract

The present essay proposes to rethink the logic that moves the work of Miguel de Cervantes El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. The initial proposition that Cervantes and Don Quixote are the same thinker, will bring to what is considered the beginning of the generation of this novel, that is the notion of the occurrence of the inherited mother tongue through the elaboration of linguistic acts and composite thinking. Cervantes' work is presented in this essay as a philosophical proposal to rethink what is commonly understood regarding the nature of the language and the thought.

Keywords: Quixote; Cervantes; language; event; thought

Desocupado lector: sin juramento me podrás creer que quisiera que este libro, como hijo del entendimiento1

Yendo, pues, con este pensamiento…2

Introducción

¿Qué es el Quijote sino un ensayo en que Cervantes ensaya su mismo pensamiento? En un sentido muy parecido, Charles Péguy decía que el Quijote había «salido de su autor más que haber sido hecho por él»3. Si Unamuno quiere «libertar al Quijote del mismo Cervantes»4 y si Ortega y Gasset quiere prolongar el pensamiento de Cervantes5, ambos sosteniendo que el de don Quijote y el de Cervantes son dos pensamientos distintos, pretendemos, por nuestra parte, continuar y dar cumplimiento a la lógica de Cervantes- Quijote, pues consideramos que son dos pensamientos inseparables. Lo refrenda el mismo Cervantes al final de su obra: «Para mí sola nació don Quijote, y yo para él, él supo obrar y yo escribir, solos los dos somos para en uno»6.

Es un pensamiento ensayado, el de Cervantes-Quijote, que cabalga por el mundo «desnudo de aquel precioso ornamento de elegancia y erudición de que suelen andar vestidas las obras que se componen en las casas de los hombres que saben»7. No creemos que sea esto una excusa, desde el inicio de la obra, para justificar un pensamiento que anda por el mundo sin lógica ni sentido. El novelista reconoce aquí que su ensayar andante está lleno «de pensamientos varios», faltos «de toda erudición y doctrina», pero que tiene la competencia necesaria como para no andar «mendigando sentencias de filósofos, consejos de la Divina Escritura, fábulas de poetas, oraciones de retóricos, milagros de santos»8. Cervantes-Quijote siempre recalca su pensar competente y su juicio sano. Para cabalgar por el mundo se necesita caballo, armadura, siervo gordo y fiel, pero, sobre todo, se necesita componer actos lingüísticos de modo que «con palabras significantes, honestas y bien colocadas, salga vuestra oración y período sonoro y festivo»9, generando pensamientos que son «hijos del entendimiento» y que propicien, en alianza con otros, frases llenas de una lógica que pueda ser accesible a todos, es decir, universal: «dando a entender vuestros conceptos sin intricarlos y escurecerlos»10.

Tal como Cervantes, recordado por Ortega y Gasset, «buscamos en nosotros, y solo en nosotros el origen de nuestros actos»11. En este sentido, no queremos ampararnos detrás de ninguna moderna «profesión» académica-erudita, tal como se amparaba el señor cura: «Y a vuestra merced, ¿quién le fía, señor cura? dijo don Quijote. Mi profesión -respondió el cura-, que es de guardar secreto»12. Cuando el cura y el barbero-médico, sentados en lo alto de su episteme (su saber superior), consideran una locura e impertinencia que el hidalgo aconseje al rey sobre cómo batallar contra el «Turco», «El Caballero de la Triste Figura» no demora en defender su juicio competente:

El mío, señor rapador -dijo don Quijote-, no será impertinente, sino perteneciente (…) El mío ni es imposible ni disparatado, sino el más fácil, el más justo y el más mañero y breve que puede caber en pensamiento de arbitrante alguno13.

Reivindicamos, lo mismo que don Quijote, la posibilidad de una lectura que no necesita de erudición externa, sino del juicio competente sobre la experiencia de lectura de una obra como principal fuente de pensamiento. El nuestro será, al mismo tiempo, un ensayo de pensamiento com-puesto con el de Quijote-Cervantes que se oferta al público para ser juzgado, con beneficio de inventario, en su verdadero mérito.

El personaje Quijote es el mismo Cervantes en su acto de producir un acontecimiento lingüístico trabajando su lengua nativa. Refrenda el hidalgo la importancia de trabajar la lengua heredada cuando describe el intento de verter una poesía en lengua extranjera: «Con todo esto me parece que el traducir de una lengua en otra (…) es como quien mira los tapices flamencos por el revés, que aunque se ven las figuras, son llenas de hilos que las escurecen, y no se ven con la lisura y tez de la haz»14. Quijote es la intención de Cervantes de proponer como cuestión decisiva el acontecer del pensamiento, de sugerir una lógica re-novada remontando desde adentro la lengua que hereda y trabaja, sobre todo com-poniendo con otros la lengua de Castilla. Gracias a su trabajo y cultivo de la lengua, quiere proponer el acontecer del pensamiento y del lenguaje.

Metodológicamente, nuestro pensador Cervantes-Quijote no quiere ser tomado «como Jericó en amplios giros» al fin de «estrecharlo lentamente»15. Se necesita, para coronar su lógica, el método bergsoniano que remonta desde adentro una realidad (en este caso, el Quijote mismo), sin perspectivas, aproximaciones ni puntos de vista, sino desde la experiencia viva de la lengua. En este sentido, seguimos a Bergson cuando se refiere a la labor del lector de una novela y lo atribuiríamos a nosotros mismos para poder entender la relación del personaje don Quijote y el novelista Cervantes:

Sea ahora un personaje de novela cuyas aventuras me cuenta. El novelista podrá multiplicar los rasgos de carácter y hacer hablar y obrar a su personaje cuanto quiera; todo esto no equivaldría al sentimiento simple e indivisible que yo experimentaría si coincidiese un instante con el personaje mismo. Entonces, como de la fuente me parecería fluir naturalmente las acciones, los gestos y las palabras. Ya no serían simples accidentes añadiéndose a la idea que yo me hacía del personaje, enriqueciendo constantemente esta idea sin llegar a completarla jamás. El personaje me sería dado de una sola vez en su integridad16.

Con base en lo anterior, el propósito y método de este trabajo es igualmente remontar desde adentro al «pensador Cervantes-Quijote», experimentar y «coincidir» en su «integridad» su ordenar y, al mismo tiempo, desordenar el pensamiento acostumbrado a una cierta ontología, para finalmente com-poner con él y coronar su lógica. Por lo mismo, la nuestra quiere ser una lectura y una prolongación de la lección heredada del pensador Quijote-Cervantes. Nos guiamos por lo que ha dicho Péguy sobre la necesidad de lectores puros:

¿Y qué es leer? Es entrar dentro; entrar en la lectura de una obra, entrar en una vida, en la contemplación de una vida, con amistad, con fidelidad, incluso con una especie de complacencia indispensable, no solamente con simpatía, sino con amor; es lo que hace falta para entrar como en la fuente de la obra; y literalmente colaborar con el autor; no hay que recibir la obra pasivamente; la lectura es el acto común, la operación común del que lee y de lo leído, de la obra y del lector, del libro y del lector, del autor y del lector17.

Metodológicamente, puesto que el nuestro es un ensayo sobre el mismo ensayarse de Cervantes en el Quijote, al igual que el mismo «Manco de Lepanto», hemos acudido muy poco a argumentos de autoridad, a confirmaciones o desmentidas exteriores por parte de otros estudiosos. En fin, no hemos usado lo que Péguy llamaba el «método del gran cinturón»18, es decir, la pretensión de reseñar todo lo que se ha escrito sobre el Quijote. Esto no se debe a la pereza, sino más bien al método bergsoniano que hemos usado, o sea, al deseo de intentar entrar en el pensamiento y lógica con que Cervantes ha escrito su Quijote19.

1. El acto lingüístico de don Quijote

Queremos ahora sintéticamente mostrar las dimensiones de la lógica lingüística de Quijote- Cervantes.

1.1. El lenguaje se faisant del Quijote

En Cervantes-Quijote podemos ver una verdadera propuesta filosófica en el cultivo de los giros, usos, imágenes y posibilidades de una lengua. Es necesario prestar oídos al lenguaje que trabaja, para rastrear la lógica que oferta, tal como él mismo sostiene: «Y escuchémosle, que por el hilo sacaremos el ovillo [la lógica] de sus pensamientos, si es que canta; que de la abundancia del corazón habla la lengua»20.

Estamos lejos de considerar esta lógica una locura o una «secadera del cerebro» y, por ello mismo, creemos que no hace justicia a su pensamiento el encasillarlo en la figura de un loco o de un idealista utópico. Lo mismo pensó don Diego, el de verde gabán, cuando el hombre extravagante con el cual se encontró fue capaz de darle un buen consejo para educar a su hijo, como antes no lo había escuchado de nadie: «Admirado quedó el del verde gabán del razonamiento de don Quijote, y tanto, que fue perdiendo de la opinión que con él tenía, de ser mentecato»21.

De lo que se trata, para Cervantes-Quijote, es que en la composición de un acto lingüístico va constituyéndose una lógica imputable. Por eso, podrá decir el ingenioso hidalgo: «Cada uno es hijo de sus obras»22, cada uno es engendrado y se engendra por actos lingüísticos de los cuales se vuelve hijo-heredero imputable. Cada uno es hijo de sus actos, de los actos lingüísticos de su pensamiento. Por esto, no se debe juzgar al caballero andante por prejuicios e ideas ya hechas sobre la «normalidad» psico-lógica. Se podría parafrasear el conocido refrán, diciendo: dime qué clase de actos de pensamiento y lingüísticos muestras y te diré qué clase de hijo-heredero eres. El mismo Sancho adquirirá este poder-capacidad- facultad, cuando repetirá al médico-barbero la frase escuchada de don Quijote: «Cada uno es hijo de sus obras y debajo de ser hombre puedo venir a ser papa, cuanto más gobernador de una ínsula, y más pudiendo ganar tantas mi señor, que le falte a quien dallas»23. Sancho puede venir a ser papa y gobernador de ínsulas, pues Sancho no está definido ni «esencializado», sino que es hijo de sus obras y nadie puede predeterminar hasta dónde llegarán sus obras si pone en ellas el trabajo de su pensamiento.

Si bien el mismo Cervantes no ocultó su propósito inicial de satirizar las novelas de caballerías y no dejó de tildar de loco a su ingenioso hidalgo en varias oportunidades, no es menos verdad que, juzgando a don Quijote por sus frutos-obras, casi siempre muestra una lógica desacostumbrada y, por ello mismo, llena de una sabiduría digna de ser ofrecida universalmente. Creemos que esto debe haber sorprendido al mismo Cervantes, el hecho de observar cómo su personaje crecía hasta superar las ideas que había preconcebido para él. Escribiendo las aventuras de un Quijote loco, Cervantes fue dándose cuenta que su personaje poseía más cordura que muchos de los pensamientos que movían la «normalidad» del mundo. La normalidad burladora termina siendo más merecedora de burla que el burlado. Lo dice el mismo Cervantes-Quijote refiriéndose a los duques, los más ácidos burladores de toda la obra:

Mis intenciones siempre las enderezo a buenos fines, que son de hacer bien a todos y mal a ninguno: si el que esto entiende, si el que esto obra, si el que de esto trata merece ser llamado bobo, díganlo vuestras grandezas, duque y duquesa excelentes24.

Y en el mismo sentido, el narrador cervantino:

(…) tiene para sí ser tan locos los burladores como los burlados y que no estaban los duques dos dedos de parecer tontos, pues tanto ahínco ponían en burlarse de dos tontos25.

Auxiliándonos de Bergson, diríamos que el lenguaje, y con él el pensamiento, de Cervantes-Quijote es se faisant, se hace, no es mandatado en nosotros por Dios, ni por una naturaleza presupuesta, ni por una teoría explicativa. La lengua es, si se nos permite la imagen, un terreno para cultivar, un patrimonio para trabajar, por lo tanto, sus frutos no son previsibles y dependerán de la labor de pensamiento que se haga con él. El lenguaje- pensamiento no es una realidad-res ya acabada, sino un acto haciéndose, es decir, un acontecer co-instituido con otros y no una sustancia ya definida por una esencia. El lenguaje es com-puesto por estos obreros del pensamiento, no pre-supuesto. Así entenderíamos una afirmación del Quijote: «Puesto el pensamiento [el lenguaje] en su señora Dulcinea…»26. El lenguaje es, en este sentido, puesto [positivo, positum], es fruto del trabajo de pensamiento del sujeto, no es una naturaleza con características permanentes e inmóviles. No es sumiso ni al sustancialismo ni a una sistematización del pensamiento, sólo es flexible a la inversión del trabajo que pone y com-pone el pensamiento de cada uno de sus obreros. El lenguaje, tal como las aventuras del caballero andante, es una empresa cooperativa y un acto en composición que entrega sus beneficios y fracasos a todos sus obreros. Así se lo confirma el hidalgo a Sancho, su compañero de aventuras: «Cuando la cabeza duele, todos los miembros duelen (…) y por esta razón el mal que a mí me toca, o tocare, a ti te ha de doler, y a mí el tuyo»27.

1.2. El lenguaje excitado, puesto y com-puesto según una ley de alianza

Como ya hemos señalado en el punto anterior, Cervantes-Quijote va haciendo el lenguaje no desde una elaboración solitaria, sino componiendo con otro. Su trabajo de lenguaje puesto es, más bien, siempre un trabajo com-puesto. No es una contraposición dialéctica, ni un consenso forzado, sino una alianza de trabajo co-instituido, la composición de una obra en co-laboración. Los estudiosos han comprobado que las palabras más frecuentes en esta novela son dijo y respondió28. Harold Bloom dice, en este mismo sentido, de los personajes de la novela cervantina: «Don Quijote y Sancho se escuchan de verdad el uno al otro, y cambian a través de su receptividad (…) saben exactamente quiénes son, no tanto gracias a sus aventuras, sino a sus maravillosas conversaciones, ya sean riñas o intercambios de intuiciones»29.

Ahora bien, el acto lingüístico de Quijote-Cervantes trabaja el patrimonio de la lengua a partir de la ex-citación de otro, de la oferta de un pensamiento que se acepta como beneficiosa. En el caso del Quijote, vemos su trabajo de lenguaje-pensamiento ex-citado a partir de la lengua de Amadís y el placer que han puesto en él los libros de caballería: «Se daba a leer libros de caballerías con tanta afición y gusto, que olvidó casi de todo punto el ejercicio de la caza»30. El mismo Cervantes confiesa el placer de trabajar en su obra como fruto de su entendimiento, siendo esta satisfacción la verificación de su autenticidad (a diferencia del «Quijote apócrifo» o «Quijote de Avellaneda» que ya veía circular): «Y yo quedaré satisfecho y ufano de haber sido el primero que gozó el fruto de sus escritos enteramente»31.

Las aventuras de caballerías han excitado y puesto en don Quijote un gozo que le han hecho renacer como hombre y producir unos frutos que llegarán a beneficiar a muchos:

No quiero alargarme más en esto, pues de ello se puede colegir que cualquiera parte que se lea de cualquiera historia de caballero andante ha de causar gusto y maravilla a cualquiera que la leyere. Y vuestra merced créame y como otra vez le he dicho, lea estos libros y verá cómo le destierran la melancolía que tuviere, y le mejoran la condición, si acaso la tiene mala. De mí sé decir que después que soy caballero andante soy valiente, comedido, liberal, bien criado, generoso, cortés, atrevido, blando, paciente, sufridor de trabajos, de prisiones, de encantos32.

La herencia de la lengua sólo es verdadera herencia en cuanto es trabajada y ese trabajo no se produciría si otro no ex-citara con su oferta el placer de producir actos lingüísticos y de pensamiento, frutos de una lengua trabajada con otros. El mismo narrador nos dice en la primera línea de la novela que todo comienza en un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiere acordarse, implicando que él mismo cuenta desde adentro esta historia, que él ha sido excitado y movilizado, también, por las aventuras del celebérrimo caballero y su fiel escudero. El triste Sancho Panza en el lecho de muerte de su señor le recuerda esto mismo: es perentorio continuar las aventuras, habiendo ya hecho surgir abundancia de historias nuevas por aquí y por allá, en este sujeto y el otro. Por ello mismo, «El ingenioso hidalgo» es un generador de historias, no es alguien que la «Historia» deba explicar. Él genera historia, no deja que la «Historia» lo explique como un simple efecto.

Esta oferta-excitación genera en el sujeto el placer de trabajar y de este trabajo compuesto surge el acontecer del lenguaje, como un fruto de una alianza: «Como tenía puesta la celada y alzada la visera, no podía poner nada en la boca con sus manos si otro no se lo daba y ponía»33. No se trata aquí de una tragicomedia. No habría realmente patrimonio de la lengua y acto de lenguaje compuesto que sale de la boca sin que otro no lo hubiese puesto allí ofertándolo como beneficioso.

En razón de esta misma colaboración y civilidad, se avergüenza «El Caballero de la Triste Figura» cuando se percata que ha emprendido el camino de su pensamiento sin la justa ley de la caballería. De hecho, no existe pensamiento com-puesto con otro sin una ley que sea, de ahí en adelante, el libre principio de sus movimientos:

Mas apenas se vio en el campo, cuando le asaltó un pensamiento terrible, y tal, que por poco le hiciera dejar la comenzada empresa; y fue que le vino a la memoria que no era armado caballero, y que, conforme a la ley de caballería, ni podía ni debía tomar armas con ningún caballero34.

La misma historia que leemos en «El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha», según cuenta Cervantes, es fruto de la alianza del narrador y un «morisco aljamiado» que traduce la historia original del caballero, escrita en lengua árabe por Cide Hamete Benengeli. La alianza se concretó cuando el moro «contentóse con dos arrobas de pasas y dos fanegas de trigo, y prometió de traducirlos bien y fielmente y con mucha brevedad»35. Co-instituida la alianza, re-inicia la historia, el acto lingüístico «quijotesco». Com-puesta la alianza, el sujeto es competente y libre generador de historia: «Usar entonces la libertad que me concede el ser caballero»36. No se trata de la palabra suelta, sino más bien de una ley de alianza- partnership que trabaja la lengua para promover actos lingüísticos propiciadores de una amistad de pensamiento. Es interesante en este punto recordar el lema de la primera universidad, la universidad de Boloña, fundada en el 1088. Este lema decía: Erubescimus sine lege loquentes, es decir, avergoncémonos si hablamos sin ley, sin que nuestro lenguaje co-instituya amistad de pensamiento con otros y para beneficio de todos, como nos promete el mismo Cervantes en su «Prólogo»:

Procurad también que, leyendo vuestra historia, el melancólico se mueva a risa, el risueño la acreciente, el simple no se enfade, el discreto se admire de la invención, el grave no la desprecie, ni el prudente deje de alabarla37.

Si el lenguaje del Quijote-Cervantes es un acto compuesto en alianza «jurídica» con otros para obtener beneficios universales, esto significa que no es un vehículo para mostrarnos una cosa, sino que es medio de propiciación de una alianza que produce la novedad de una amistad del pensamiento. El lenguaje no nombra cosas, sino que propicia actos de pensamiento. Por ello, Bloom llega a decir que Sancho y «El Caballero de la Triste Figura» existen más originalmente cuando componen juntos su pensamiento que cuando trabajan aisladamente38. En este sentido, Cervantes quiere ayudar a solventar las dificultades del lenguaje y del pensamiento que son causadas por una relación anómica, es decir, sin ley, sin una norma compuesta entre un sujeto y otro (s). De hecho, Cervantes desde el «Prólogo» deja libre al lector para que juzgue en su mérito a su obra, hija de su entendimiento. Nos entrega su propuesta, pero nos deja libres para prolongarla y componer con ella:

Todo lo cual te exenta y hace libre de todo respecto y obligación, y así, puedes decir de la historia todo aquello que te pareciere, sin temor que te calumnien por el mal ni te premien por el bien que dijeres de ella39.

1.3. El acto lingüístico: elaboración de una lengua heredada

«Y lo primero que hizo fue limpiar unas armas que habían sido de sus bisabuelos, que, tomadas de orín y llenas de moho, luengos siglos había que estaban puestas y olvidadas en un rincón. Limpiólas y aderezólas lo mejor que pudo»40. Las armas heredadas del Quijote- Cervantes deben ser puestas a punto y reiniciadas, tal como la herencia de su lengua. A este propósito, Cervantes enseña que somos realmente herederos de una lengua en la medida en que la trabajamos para generar actos lingüísticos. Vale aquí la frase del Quijote: «Ea, pues, manos a la obra: venid a mi memoria, cosas de Amadís…»41. El Quijote hace venir su patrimonio castellano, la lengua de Amadís, para poner sobre él manos a la obra. Vale también aquí la frase del Fausto de Goethe: «Conquístate, tu herencia, cada día, para que tú la goces, que sin eso cuanto el hombre posea, le será grave peso»42. Una lengua no ex-citada por otro para ser trabajada cada día, se va endureciendo e inmovilizando en su esterilidad, sin eso se irá convirtiendo «en grave peso». En este sentido, podemos decir que el lenguaje, que elabora y produce una renovación-regeneración de la lengua, es genitus non factus, engendrado y no causado por una lengua anterior. Así al menos se lo aconseja el caballero a Sancho: «Enfrena la lengua, considera y rumia las palabras antes que te salgan de la boca»43. El acto lingüístico engendra una historia «jamás vista» como en innumerables lugares describe Cervantes lo que está por contar. El lenguaje es engendrado en cuanto fruto del trabajo co-instituido y colaborativo del pensamiento. No se puede explicar por unas causas naturales, sino por un trabajo que es, propiamente, sobre-natural: los pensamientos com- puestos de los hombres. El acto lingüístico es siempre «poético» si entendemos con este término la producción y generación de un fruto del pensamiento no causado mecánicamente: «La razón es porque el arte no se aventaja a la naturaleza, sino perfecciónala; así que, mezcladas la naturaleza y el arte, y el arte con la naturaleza, sacarán un perfectísimo poeta»44. El lenguaje, en este sentido, no es naturaleza, no es natural, es arte-facto, es meta-físico, sobre-naturaleza: derechamente, poético. Cuando la lengua no es trabajada en composición y relación con otros cae en el mecanismo repetitivo del instinto: «Cuando la cólera sale de madre, no tiene la lengua padre, ayo ni freno que la corrija»45, en cambio, «la virtud [ate- facto meta-físico del pensamiento] vale por sí sola lo que la sangre no vale»46.

En este sentido, y basándonos en lo anterior, se puede decir que Cervantes-Quijote sugiere que la lengua se enferma cuando es pensada como un mero nombrar y ajustarse a cosas y esencias ya hechas. Para que la lengua no termine siendo un patrimonio estéril, estático y lleno de hábitos lingüísticos, atiborrado de palabras-cosas, es necesario trabajarla como un acto lingüístico compuesto y en constante reinicio. Sólo una lengua elaborada es una real herencia y patrimonio.

1.4. La afabilidad andante del acto lingüístico

El lenguaje, en cuanto es «acto lingüístico», desmiente el proverbio aquel que dice que «entre el dicho al hecho hay mucho trecho», porque el decir es ya un hecho, un acto, no una cosa, sino el acontecer del pensamiento, un lenguaje haciéndose, un acto lingüístico47.

El lenguaje es capacidad, poder y facultad («haciéndose» a través de la elaboración de una lengua heredada) de generar relaciones. En este sentido, como ya hemos señalado, el lenguaje es «propiciatorio» de una amistad del pensamiento48 que se genera por la afabilidad, por las palabras ex-citatorias que ofertan al otro com-poner una relación mutuamente beneficiosa. «El Caballero de la Triste Figura» posee una incansable disposición a establecer alianzas jurídicas: «El temor de enfadaros más de cuatro circunstancias me ha quitado de la lengua»49;«Hablad, hijo mío, todo aquello que os viniere al pensamiento y a la boca»50. Don Quijote es afable, no está atiborrado de prejuicios ontológicos, está disponible a propiciar una amistad del pensamiento por medio del acontecer de nuevos actos lingüísticos. «Hablar bien» para el Quijote no es una cuestión de estudios bien hechos, ni de un lenguaje rebuscado e intachable, menos aún es una cuestión ética, es decir, la sumisión a un deber codificado en una lengua pre-formada. «Hablar bien» es una cuestión moral, si entendemos el término «moral» como disposición a trabajar en alianza la composición de un acto lingüístico y de pensamiento, y en el sentido de buscar pensar dentro de una amistad. A este propósito, cuando don Quijote dice: «Yendo, pues, con este pensamiento [lenguaje]…»51, podemos inferir de aquí lo siguiente: Don Quijote está siempre en camino para establecer actos lingüísticos que son pensamientos sin trabas ni prejuicios, siempre reiniciándose, porque el pensamiento y el lenguaje no están ya hechos, deben iniciarse una y otra vez. El caballero andante no lo es ontológicamente, debe componer una y otra vez su promesa de caballería, su acontecer de caballero no es presupuesto, su acto lingüístico necesita ser puesto a punto cada vez:

No quiso aguardar más tiempo a poner en efecto su pensamiento, apretándole a ello la falta que él pensaba que hacía en el mundo su tardanza, según eran los agravios que pensaba deshacer, tuertos que enderezar, sinrazones que enmendar, y abusos que mejorar, y deudas que satisfacer52.

En este sentido, concordamos con Cervantes-Quijote con respecto a que al mundo le hace falta que se ponga en acto este pensamiento para enmendar, rehacer y satisfacer tantas alianzas truncas que impiden el acontecimiento del lenguaje dentro de una amistad.

Ahora bien, no se debe pensar que la afabilidad de Quijote-Cervantes sea descuidada o confusa. Al contrario, es «exacta», verídica, ya que tiene la «lisura» adecuada, tal como lo aprueba el licenciado Márquez Torres: «la lisura del lenguaje castellano, no adulterado con enfadosa y estudiada afectación, vicio con razón aborrecido de hombres cuerdos»53. Los nombres «Quijote de la Mancha», «Caballero de la Triste Figura», «Rocinante», «Dulcinea del Toboso», son, así, la insurrección del caballero andante ante cualquier teoría inhibidora del acontecimiento del lenguaje compuesto. Sus nombres tienen la impronta de los actos jurídicos, como un bautismo o la fundación de una ciudad54. Con estos actos lingüísticos los caballeros «eran conocidos por toda la redondez de la tierra»55. Si Sancho se comporta, al menos al principio de la aventura, como un filósofo ontológico, un metafísico de las cosas- en-sí, de las esencias ya hechas, Quijote-Cervantes es la insurrección del acto lingüístico que desordena con su oferta los lugares comunes de una lengua sin cultivar y estéril, muerta en cuanto ya-hecha. Por eso, acusa a Sancho de ser un «bellaco villano, malmirado, descompuesto, ignorante, infacundo, deslenguado, atrevido, murmurador y maldiciente»56, de ser un «bellaco descomulgado, que sin duda lo estás, pues has puesto lengua en la sin par Dulcinea»57. «Deslenguado» porque es una lengua «idiota», sin alianza, sin «composición» y fuera de la communio, y «maldiciente» porque reduce a la «jurídica» Dulcinea del Toboso a una ontológica Aldonza Lorenzo.

1.5. El acto lingüístico-cívico, generador de universo

En este punto, hay que señalar que la alianza engendrada por el acto lingüístico no es la de una pequeña secta aislada e insociable, no es un lenguaje privado. El lenguaje cuando es trabajado en una alianza siempre tiene frutos universales-cívicos que no excluyen que la «ciudad del mundo» se beneficie de ellos. Por ello, el «ingenioso hidalgo» no se inhibe de afirmar que la caballería andante y com-ponente es una ciencia, y una ciencia de las más altas, una ciencia cívica fundamentada en la justicia según el antiguo axioma: Iustitia est constans et perpetua voluntas ius suum cuique tribuendi:

Es una ciencia -replicó don Quijote- que encierra en sí todas o las más ciencias del mundo, a causa que el que la profesa ha de ser jurisperito, y saber las leyes de la justicia distributiva y conmutativa, para dar a cada uno lo que es suyo y lo que le conviene58.

El acto lingüístico o es cívico (justo) o no es acto lingüístico. Por ello, don Quijote no cambiaría a Sancho por una ciudad, porque la amistad entre ambos ya era la fundación de una ciudad: «Finalmente, yo no le trocaría con otro escudero, aunque me diesen de añadidura una ciudad»59.

Nos atreveríamos a decir que un lenguaje es confiable cuando puede ser capaz de ser público y universal. Esto es lo que comprueba don Quijote cuando ve el fruto de su andante composición:

Grande es la prerrogativa que encierra en sí la andante caballería, pues hace conocido y famoso al que la profesa por todos los términos de la tierra; si no, mire vuestra merced, señor don Antonio, que hasta los muchachos de esta ciudad, sin nunca haberme visto, me conocen60.

Proponiendo su solución frente al «Turco», por ejemplo, el Quijote no se ampara detrás de una episteme (es decir, de un saber superior), una profesión, una teoría o una identidad pre-supuesta, solo sabe que un caballero es el hombre cívico, que ama la res publica sin esperar que el Estado le otorgue el poder61. El Quijote-Cervantes es hombre cívico que se autoriza por sí solo sin esperar que «El-Poder» constituido lo autorice en la defensa de los «derechos humanos». La responsabilidad de la societas, la defensa de los reinos, es suya, propia de su competencia:

Los andantes caballeros tomaron a su cargo y echaron sobre sus espaldas la defensa de los reinos, el amparo de las doncellas, el socorro de los huérfanos y pupilos, el castigo de los soberbios y el premio de los humildes62.

En este sentido, los actos lingüísticos de Quijote-Cervantes son universales, pues propician relaciones con el universo de cada uno de los otros y no pone objeciones para que otros puedan enriquecerlo por medio de sus actos lingüísticos convenientes. Por lo mismo, Cervantes-Quijote advierte que el lenguaje puede caer en dos riesgos: volverse, por un lado, elitista, privado, esotérico, el de un hortus conclusus del que son excluidos los no-iniciados; y, por otro lado, volverse un lenguaje acostumbrado, o sea, de una masa informe que sólo reitera tópicos. El lenguaje sectario, es decir, el habla de masa-grupo, surge ante el fracaso del encuentro con un socio conveniente y satisfactorio. La lengua-masa surge ante la ausencia de ex-citación y su derrotero «natural» es caer mecánicamente en la repetición e inflación de lo idéntico. A este propósito, la novedad del Quijote es la propuesta de un sujeto que se autoriza por sí solo para proponer cívicamente un acontecer del pensamiento y del lenguaje compuesto, sin necesidad de esperar bendiciones o de recibir mandatos eclesiásticos- estatales, epistemológicos, teológico-filosóficos. Por ello, cuando don Quijote «recupera la razón» (es decir, cuando pierde su lógica llena de la novedad del acontecimiento de un pensamiento-lenguaje compuesto) no le queda más que morir, pues se encuentra con el opresivo e imperativo mundo de las cosas que no acontecen, el mundo de las cosas que serán siempre lo que ya eran.

1.6. Don Quijote, libre generador de historia

Es erróneo suponer que el semblante de don Quijote y su lenguaje no es adecuado a una «verdad histórica» por el hecho de asumir en su vestimenta la armadura «anacrónica» de los caballeros andantes. El mismo don Diego, ejemplo de la mejor nobleza e hidalguía de su tiempo, el mismo que preguntó: «¿Cómo y es posible que hay hoy caballeros andantes en el mundo, y que hay historias impresas de verdaderas caballerías?»63, tuvo que aprender de su extravagante acompañante sobre cómo reiniciar la historia de desencuentro con su hijo. No existe una «Historia» ya hecha a la cual cada uno deba adecuarse; tampoco existe una historia natural, sino una historia sobre-natural y siempre haciéndose. La historia es la generación de actos imputables, de actos compuestos con otros y, por ello mismo, no explicables por causas, no determinables ni previsibles por elementos anteriores. La historia no tiene causas, está hecha por obreros del pensamiento colaborativo. En este sentido, el acontecimiento del pensamiento compuesto que se hace en el lenguaje sucede todo lo que llamamos «historia». Por eso, sólo con algunos don Quijote pudo vivir una historia, sólo con algunos pudo establecer alianzas, porque en la mayoría de los casos se encontró sólo con sujetos- substancias que no podían ser sino lo que ya eran. Es lo que plantea también María Zambrano en sus estudios sobre Cervantes: «Si los filósofos hubiesen conseguido hacer aceptar a los hombres todos la por ellos llamada naturaleza humana, el hombre se hubiera convertido en un ser sin historia, y no le pasaría ya nada»64. Por lo tanto, afirmar que el Quijote no se adecúa a la historia es no entender propiamente qué es la historia. Tal vez, en este sentido, don Quijote sea más histórico que los que se burlaban de él por su apariencia.

Por todo lo anterior, se podría decir que Quijote-Cervantes es el pensador-filósofo que ha vuelto a ser niño generador de historia para conquistar un reino, para reconquistar lo real entero: Nisi conversi fueritis, et efficiamini sicut parvuli, non intrabitis in regnum caelorum (Mt 18, 3). Así se refiere Sancho a su señor y compañero de aventuras:

Tiene un alma como un cántaro. No sabe hacer mal a nadie, sino bien a todos, ni tiene malicia alguna; un niño le hará entender que es de noche en la mitad del día, y por esta sencillez le quiero como a las telas de mi corazón65.

No se trata de ningún modo de infantilismo, sino de cumplir los actos lingüísticos del niño que no tiene pre-juicios para componer un evento nuevo, capaz de elaborar con su pensamiento una escoba para producirla como un noble corcel o una humilde ramita como una espada que combatirá el mal del mundo. Dice don Quijote a su preocupada sobrina: «Yo te prometo, sobrina -respondió don Quijote- que, si estos pensamientos caballerescos no me llevasen tras sí todos los sentidos, que no habría cosa que yo no hiciese, ni curiosidad que no saliese de mis manos»66. Cada día el niño genera una historia nueva67. Sólo laborando desde esta disponibilidad han surgido los pensamientos que mueven la historia ¿No es una oferta «quijotesca», en tanto jurídica, económica y cívica, aquella oferta del pensamiento y lenguaje de Cristo de mover una montaña con la fe? ¿No es «quijotesco» que una niña de 14 años, como lo fue Juana de Arco, se ofrezca para expulsar a los ingleses del reino de Francia? Como bien lo entiende Sancho, su señor no está loco, es simplemente atrevido68. Por ello, el escudero, ya disponible para iniciar historias con su señor, podrá decir con la mayor tranquilidad que es posible pasearse por todos los cielos «sin haberse movido del jardín»69. En este sentido, se puede entender por qué don Quijote presenta su consejo, como hombre cívico que es, al mismo Rey para proteger a la España del «Turco»:

¿Hay más sino mandar Su Majestad por público pregón que se junten en la corte para un día señalado todos los caballeros andantes que vagan por España, que aunque no viniesen sino media docena, tal podría venir entre ellos, que solo bastase a destruir toda la potestad del Turco? Estenme vuestras mercedes atentos y vayan conmigo. ¿Por ventura es cosa nueva deshacer un solo caballero andante un ejército de doscientos mil hombres?70.

Si no se presentaran todos los caballeros andantes, bastarían doce de ellos, es más, bastaría un solo caballero andante para vencer a doscientos mil turcos. Y para refrendar su juicio y su capacidad, pone a Dios como testigo, diciendo: «Dios me entiende», afirmando con ello su competencia, la ortodoxia de su pensamiento frente al mismo Dios.

El oficio de Quijote-Cervantes es, por tanto, el de «desfacer fuerzas»71, soltar aquellas obligaciones de la lengua que solo pueden causarle una esterilidad de pensamiento. Ante los hombres engrillados, exclamará: «¿Cómo gente forzada? -preguntó don Quijote-. ¿Es posible que el rey haga fuerza a ninguna gente?»72. La afabilidad andante del caballero no puede aceptar las jaulas y las cadenas que impiden al sujeto la libre y com-puesta generación de historia.

1.7. Un lenguaje jurídico-económico, es decir, meta-físico

El acto lingüístico no es la palabra aislada, se co-instituye cuando imputa y se hace imputable, no son palabras con nacimiento y destinación procendendum ad infinitum, sino que tienen un generador que se hace imputable, como punto final, de tales actos: «Si el poeta fuere casto en sus costumbres, lo será también en sus versos; la pluma es lengua del alma: cuales fueren los conceptos que en ella se engendraren, tales serán sus escritos»73. El acto lingüístico se produce justamente en un juicio y tiene padres putativos claros que pueden hacerse imputables por él. Es lo que don Quijote llama «el pensamiento arbitrante» que «no es impertinente sino perteneciente»74. Por tanto, el lenguaje no es un nombrar de cosas aisladas (aprehensión de esencias-conceptos), sino un reconocer de actos co-instituidos, de actos de los que podemos hacer imputables a alguien o por las cuales nosotros podemos ser imputados. De modo que el pensador con ley de caballería «ha de ser casto en los pensamientos, honesto en las palabras»75.

Desde esta lectura, el Quijote-Cervantes no juzga sobre las cosas del mundo, sino sobre sus frutos-beneficios «económicos». Don Quijote no habita un mundo de cosas, sino un universo de frutos y acontecimientos beneficiosos o no beneficiosos, y sobre este beneficio versan sus juicios. Sus juicios y frases no van tras una sustancialidad oculta detrás de las apariencias, sino tras el beneficio producido o no del acto. En este sentido, el suyo es un lenguaje económico, ya que juzga su posibilidad de usufructo y es, también, lenguaje jurídico porque verifica su fidelidad dentro de una alianza y su posibilidad de ser publicado universalmente en su imputabilidad sin exclusiones. No tiene reparos en aceptar la solicitud de una princesa en desgracia, siempre y cuando su acción se pueda usufructuar universalmente: «Yo vos le otorgo y concedo -respondió don Quijote-, como no se haya de cumplir en daño o mengua de mi rey, de mi patria y de aquella que de mi corazón y libertad tiene la llave»76.

En este punto, podemos decir que la lengua española, la que nos ha heredado el Quijote-Cervantes, es una lengua de esta misma índole, un acto lingüístico que imputa actos, no cosas inmovilizadas en su esencia y naturaleza:

Al fin le vino a llamar «Rocinante», nombre, a su parecer, alto, sonoro y significativo de lo que había sido cuando fue rocín, antes de lo que ahora era, que era antes y primero de todos los rocines del mundo (…) Llamábase Aldonza Lorenzo, y a esta le pareció ser bien darle título de señora de sus pensamientos; y, buscándole nombre que no desdijese mucho del suyo y que tirase y se encaminase al de princesa y gran señora, vino a llamarla «Dulcinea del Toboso»77.

Sería demasiado banal decir que para el Quijote-Cervantes es suficiente con inventar un nombre para que una cosa exista o que basta cambiar un nombre por otro para trans-formar la naturaleza ontológica de algo. Lo que se intenta señalar aquí es que vemos en el Quijote un pensamiento que piensa en actos imputables, no en cosas. Para el pensamiento del Quijote no hay cosas, hay actos beneficiosos o no beneficiosos. Cuando expresa sus frases no está afirmando algo sobre una esencia determinada. Es más, cuando don Quijote habla, lanza una oferta de com-poner un acto lingüístico en una alianza de trabajo para beneficio de la ciudad y el mundo. Es lo que ratifican las palabras del bachiller Sansón Carrasco cuando describe al famoso caballero andante la calidad y civilidad de la narración de sus aventuras ya impresas en los libros: «La tal historia es del más gustoso y menos perjudicial entretenimiento que hasta ahora se haya visto, porque en toda ella no se descubre, ni por semejas, una palabra deshonesta ni un pensamiento menos que católico»78.

1.8. Sintetizando

Sintetizando lo que nos parece la lección de Cervantes-Quijote, se puede decir que para él el lenguaje es un producto meta-físico, pues trans-forma la materia prima de la lengua en producción sobre-natural, como el campesino trans-forma el trigo y la uva en pan y vino, en productos meta-físicos, pues no existen en la naturaleza. El lenguaje (aquello común y público), es siempre un trabajo filosófico, sin necesidad de ir a la academia de filosofía. Don Quijote lo reafirma cuando se pronuncia respecto a la dimensión económica-enriquecedora de la lengua por parte del acto del lenguaje:

Erutar, Sancho, quiere decir «regoldar», y este es uno de los más torpes vocablos que tiene la lengua castellana, aunque es muy significativo; y, así, la gente curiosa se ha acogido al latín, y al regoldar dice erutar, y a los regüeldos, erutaciones, y cuando algunos no entienden estos términos, importa poco, que el uso los irá introduciendo con el tiempo, que con facilidad se entiendan; y esto es enriquecer la lengua, sobre quien tiene poder el vulgo y el uso79.

En este sentido, todos los hombres pueden ser parte de esta alianza, todos pueden remontar la lengua heredada y componer con otros un acontecimiento del pensamiento y del lenguaje. El acto lingüístico no puede quedar encerrado en un relativismo ni en un pequeño mundo interior, sino que tiene vocación de ofertarse a todos sin exclusiones, no por un afán de filantropía, sino porque surgió de la alianza y el trabajo com-puesto con otros y necesita ser nutrido una y otra vez por otros actos lingüísticos que puedan invertir su trabajo en una alianza recíproca y universalmente beneficiosa. La universalidad que surge del acto cívico no puede abandonar nunca sus intereses económicos. Todos los sujetos ganan en la medida que se trabaja con otros y no contra otros. Esto es lo que don Quijote llamaría enriquecer la lengua y el pensamiento, un tesoro cívico:

Una de las cosas -dijo a esta sazón don Quijote- que más debe de dar contento a un hombre virtuoso y eminente es verse, viviendo, andar con buen nombre por las lenguas de las gentes, impreso y en estampa. Dije con buen nombre, porque siendo al contrario, ninguna muerte se le igualara80.

2. Sugerencias cervantinas-quijotescas para una renovación del lenguaje

El drama y fracaso del «Caballero de la Triste Figura», como ya habíamos señalado, es que muy pocas veces es aceptada su afabilidad, porque la mayoría de los sujetos con los que se encuentra siguen pensando en un mundo de cosas ya hechas, donde los molinos tienen una esencia de molinos y son siempre lo que ya eran. Desde este punto de vista sustancialista, los molinos no pueden ser sino molinos de viento. Para el Quijote los molinos pueden acontecer de otra manera, los molinos pueden ser imputados, en una batalla leal, de acuerdo con sus actos y de acuerdo a si sus actos-frutos son beneficiosos o no. De esa manera, un bolígrafo puede acontecer como un arma homicida en manos de un asesino o una ballesta puede acontecer como un objeto de decoración en manos de un coleccionista. «El Caballero de la Triste Figura» lo recalca: «Así, eso que a ti te parece bacía de barbero me parece a mí el yelmo de Mambrino y a otro le parecerá otra cosa»81. Sancho y el hidalgo caballero componen actos lingüísticos que los dejan satisfechos mutuamente y en los que ya vislumbran beneficios universales: «baciyelmo»82 es el nuevo acto-fruto metafísico que han heredado al mundo generado a partir de su trabajo de pensamiento.

En este sentido, se puede afirmar que la lógica del Quijote es la misma que la de Cristo, la lógica que sostiene que el árbol se conoce por los frutos y que una higuera sin higos es sombra o leña para el fuego. Si no da frutos de higuera no es una higuera, no se la puede imputar como una higuera. Nélida Piñon sostiene: «El carácter insurgente del verbo de Cervantes niega la noción de que vivimos en un universo estable»83. Por otro lado, Cervantes- Quijote no es un nominalista que piense que a los universales les falta toda existencia, existencia hecha solo de objetos individuales, donde los universales serían meramente nombres. Ni tampoco se puede decir que Quijote-Cervantes «cree» de modo fideísta, con un acto de fe irracional, en la realidad de los nombres tomándolos por «cosas». El fideísmo es siempre sustancialista, es el de Sancho, antes de comprender del todo a su señor don Quijote, cuando escuchándolo hablar de ejércitos «cree» que esta sea su ontología-sustancia-esencia: «Con tanto ahínco afirmaba don Quijote que eran ejércitos, que Sancho lo vino a creer»84. Mientras el Quijote imputa a las ovejas y carneros como ejércitos, Sancho los cree - fideístamente- hechos como sustancia-esencia de ejércitos. Aquí está el nuevo inicio de la lógica del Quijote-Cervantes y que contiene muchas más riquezas que el corriente discurso explicativo del Quijote como un hidalgo que ha perdido la razón.

En este punto, podemos decir que el orden del lenguaje de Quijote-Cervantes no es de profundidades, sino de «superficies» como ha hecho notar, justamente, Ortega y Gasset85. Sin embargo, es claro que es una superficie «jurídica», es decir, imputable por sus actos. Diríamos, por nuestra parte, más bien no es hombre de esencias, sino de actos generados en una alianza. El mismo Ortega dirá más adelante: «Para un mediterráneo no es lo más importante la esencia de una cosa, sino su presencia, su actualidad»86. En este sentido, nuestro manchego sería también «mediterráneo». El Quijote-Cervantes que logramos verificar es un sujeto que imputa actos en su beneficio o maleficio y que busca, incansablemente, componer con otro este juicio para hacerlo no sólo jurídico, sino económico y cívico.

En el pensamiento de don Quijote no es posible separar dos vertientes de las cosas, tal como señala también Ortega y Gasset, a nuestro entender, equivocadamente: «El sentido, su significación, lo que son las cosas cuando se interpretan» y la otra, «la materialidad, la sustancia de las cosas, su positiva sustancia, lo que las constituye antes y por encima de toda interpretación»87. El sentido y la materialidad del acto lingüístico «quijotesco» son uno en el acontecimiento compuesto del lenguaje, trabajado con beneficio de inventario. En esta misma línea, Oscar Wilde escribía que «tan solo los superficiales no juzgan por las apariencias»88. Su frase es una perfecta síntesis del pensamiento y acto lingüístico cervantino: la superficie no dice relación a cosas subyacentes, sino al mismo acto de pensamiento lingüístico que puede ser juzgado por su superficialidad, entendiendo esta como acontecimiento y fruto presente del trabajo compuesto. El pensamiento del «Ingenioso hidalgo» es meta-físico porque es un pensamiento alejado de entender lo real como un ser neutro y ya hecho, como un objeto de mera contemplación; es meta-físico porque entiende la lengua como materia prima susceptible de ser producida sobrenaturalmente por un acto lingüístico compuesto.

Por otro lado, las gentes que se cruzan con don Quijote no comprenden su lógica no porque en él falte una «pragmática lingüística». Si «praxis» significa en su sentido originario el arte de hacer negocios89, es decir, un arte-facto y una alianza sobre-natural, la lengua se vuelve lenguaje confiable cuando es propiciatoria de beneficios-negocios en alianza con otros. «El Caballero de la Triste Figura» no ha hecho otra cosa durante todas sus aventuras. Nadie es más pragmático que él. Él ha ofertado una propuesta de pensamiento con beneficios universales: un admirabile commercium. Lo ratifican las noticias que el Licenciado Márquez da a Cervantes sobre lo que se dice de él y de su obra: «Si necesidad le ha de obligar a escribir, plega a Dios que nunca tenga abundancia, para que con sus obras, siendo él pobre, haga rico a todo el mundo»90. A este propósito, la «triste figura» de Cervantes-Quijote se debe a que sus ofertas de trabajo compuesto no siempre generan demandas. No se encuentra en su andante caballería con emprendedores de acontecimientos lingüísticos y del pensamiento, sino con rentistas y ahorristas de sustancias ya hechas, propietarios de talentos enterrados. Si los demás esperan solo que él les comunique algo, les entregue algo ya producido, el Quijote más bien quiere componer un acto de pensamiento, quiere producir con otros en cooperativa.

Confusas estaban la ventera y su hija y la buena de Maritornes oyendo las razones del andante caballero, que así las entendían como si hablara en griego, aunque bien alcanzaron que todas se encaminaban a ofrecimiento y requiebros; y, como no usadas a semejante lenguaje, mirábanle y admirábanse y parecíales otro hombre de los que se usaban91.

Más bien, agregaríamos, ellas no le entendían porque, efectivamente, pensaban en griego, en conceptos, ideas y sustancias. No estaban disponibles a ese lenguaje que no era vehículo de una cosa ya hecha, sino que se proponía como una oferta que exigía de ellas el trabajo para componer un acontecimiento de pensamiento inédito. Se podría decir lo mismo en sentido inverso, que el hidalgo no comprendía un lenguaje que venía ya pre-formado y pre-dispuesto: «El lenguaje, no entendido de las señoras [las mujeres del partido, las prostitutas], y el mal talle de nuestro caballero acrecentaba en ellas la risa y en él el enojo»92. Don Quijote no quiere comunicar ni que le comuniquen nada, ya que sólo se puede comunicar lo que ya está hecho. Al contrario, el gusto de don Quijote es componer un lenguaje, con socios y no con esclavos sumisos a ideas ya hechas. Por eso, insistimos diciendo que el acto lingüístico del Quijote-Cervantes es propiciatorio de relaciones productivas (negocios), es el único lenguaje «práctico», propiamente «pragmático». En este sentido, la composición del acto lingüístico y de pensamiento es el único que nos puede sacar de un permanente relativismo y perspectivismo, porque es un acto compuesto con vocación cívica y universal. Como es un acto público, se hereda para que otros lo trabajen y puedan verificar si realmente puede dar frutos universales y beneficiosos, urbi et orbi.

El pensamiento del caballero andante, nos atreveríamos a decir, es la antítesis de la filosofía de Parménides y la de todos sus seguidores. Don Quijote de la Mancha es el anti- Parménides. En efecto, es Parménides quien nos ha hablado de una sabiduría venida desde lo alto (una vez más la «episteme»), revelada a algunos iniciados, quienes ya no siguen el camino trillado de la opinión de los hombres comunes y corrientes93. Es un saber que está atado con las fuertes cadenas de una justicia, una necesidad y un hado ya hechos, ontológicos94. El Quijote es más bien obrero de una ley jurídica y cívica, y no esclavo de leyes y hados naturales y esencializados. Conocemos, además, su repulsa a todo tipo de cadenas y a todo tipo de jaulas. Este saber, al cual el sabio-iniciado parmenídeo debe someterse, nos dice que «lo que es» está ya hecho, como una esfera bien redonda porque, en efecto, ¿cómo podría nacer, componer y acontecer si el ser es ingenito, inmóvil, sin comienzo ni fin e ilimitado?95. Muy por el contrario, el hidalgo va de camino a co-instituir historias nuevas, a componer actos lingüísticos y a generar con otros una riqueza de pensamiento. No podría su promesa de caballero detenerse a un punto en un ser ya hecho. El Quijote no podría ser sumiso ante este ser revelado que impone forzosamente su método.

Es más, si el poema de Parménides enseña que lo mismo es el pensar y el ser, si las mismas «poderosas cadenas» que sujetan al ser sujetan también al pensar96, tal como dice Breton, la «revelación del ser» parmenídea es «el momento de la más grande restricción ejercitada sobre el “es”. La limitación es esencial a la forma sujeto. El sujeto debe definirse por una especie de infinita sujeción»97. Al contrario, don Quijote escribirá una clase muy distinta de poemas y compondrá una clase muy distinta de pensamientos, por ser él otro tipo de sujeto, alguien que se autoriza por sí solo.

En este punto, podemos afirmar que solo a través de un trabajo semper condendum, hecho de actos lingüísticos compuestos, se puede escapar de «ser hablado» por la lengua, de ser pensado por un pensamiento patológico (una lógica deprimida) en la que el individuo es inhibido en su autoridad de competencia, en su capacidad legislativa de lenguaje. Un discurso autoritario impide que el individuo sea la fuente del derecho (primum ius), fuente de civitas com-puesta con otros individuos en el pensamiento y en el lenguaje. «El Quijote de la Mancha» luchará contra esto y dejará su vida en ello, pues «por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida»98.

Este es el sentido de los llamados «encantadores» que encierran al caballero en una jaula, en un sistema de pensamiento prefijado y no compuesto99. Hemos ya señalado como la gran mayoría de los personajes del Quijote no sólo no comprendió, sino que no quiso comprender sus ofertas beneficiosas de alianzas que sus actos lingüísticos querían propiciar. Por ejemplo, lo vemos en la incapacidad sustancialista de Dorotea de acontecer como otra, de re-nacer, cuando el caballero lanza su oferta de alianza: «Quienquiera que os dijo, valeroso Caballero de la Triste Figura, que yo me había mudado y trocado de mi ser, no os dijo lo cierto, porque la misma que ayer fui me soy hoy»100. De igual forma, no podía acontecer su amada Dulcinea como tal, porque todos se había acostumbrado a pensarla como Aldonza Lorenzo. Es esta la principal incapacidad en el pensar, la principal enfermedad del lenguaje o «encantamiento»: que lo que ha sido ya deba seguir siendo hoy. Esta persistencia de una realidad ya hecha es lo que inunda de tristeza al hidalgo: «Pensativo a demás iba don Quijote por su camino adelante, considerando la mala burla que le habían hecho los encantadores volviendo a su señora Dulcinea en la mala figura de la aldeana»101. Pese a todo, el pensamiento andante del caballero no se detiene porque «tenía en poco a los encantos y a los encantadores»102, ya que no pueden quitarle su pensamiento andante y su ley dispuesta a componer con otros un acontecer lingüístico: «Bien podrán los encantadores quitarme la ventura; pero el esfuerzo y el ánimo, será imposible»103.

El pensamiento-lenguaje de Cervantes-Quijote, para usar la expresión de Ortega y Gasset, nos permite con sus aventuras «quebrar como un cristal la opresora, insistente realidad»104, la opresión de las cosas-en-sí a las cuales adecuarse con sometimiento, quebrar la opresora realidad para que acontezca lo «imprevisto, lo impensado»105, es decir, lo no pensado en la lengua en cuanto todavía está a la espera del cultivo de sus herederos para que la hagan acontecer. Creemos que el pensamiento que mueve al Quijote es un pensamiento- acto lingüístico en movimiento y capaz de mover la inmovilidad del ser-ya-hecho: «Yo, señores -respondió don Quijote -, os lo agradezco, pero no puedo detenerme un punto, porque pensamientos y sucesos tristes me hacen parecer descortés y caminar más que de paso»106. Es lo que escribió María Zambrano del pensamiento y de la poesía en la vida española:

Toda filosofía es polémica en su esencia y lo que triunfó con Parménides triunfó frente a algo. Triunfó conquistándose la realidad indefinida definiéndola como ser; ser que es unidad, identidad consigo mismo, inmutabilidad residente más allá de las apariencias contradictorias del mundo sensible del movimiento; ser captable únicamente por una mirada intelectual llamada noein y que es «idea». Ser ideal, verdadero, en contraposición a la fluyente, movediza, confusa y dispersa heterogeneidad que es el encuentro primero de toda vida. (…) el pensamiento de Parménides alcanzó el poder en su sometimiento de la realidad al ser, mejor dicho, de lo que simplemente encontramos, al ser ideal captado en la idea y cuyo rasgo fundamental es la identidad de la cual se deriva la permanencia, la inmutabilidad. Lo demás, el movimiento, el cambio, los colores y la luz, las pasiones que desgarran el corazón del hombre, son «lo otro», lo que ha quedado fuera del ser107.

Por eso, María Zambrano aboga por la necesidad de un pensamiento poético bien distinto de la inimputable filosofía ontológica griego-parmenídea:

Y mientras tanto, de otro lado el poeta seguía su vía de desgarramiento, crucificado en las apariencias, en las adoradas apariencias, de las que no sabe ni quiere desprenderse, apegado a su mundo sensible: al tiempo, al cambio y a las cosas que más cambian, cual son los sentimientos y pasiones humanas, a lo irracional sin medida, íbamos a decir sin remedio, porque esto es sin remedio ni curación posible. La Filosofía fue además - alguien se hizo plenamente cargo de ello- curación, consuelo y remedio de la melancolía inmensa del vivir entre fantasmas, sombras y espejismos. Pero la poesía no quiso curarse… 108.

El ingenioso hidalgo tampoco quiso curarse. Don Quijote no quiso curarse de ser fiel al acontecer del pensamiento, de la disponibilidad a una posible novedad de lo imprevisto e impensado. Prefirió lo apaleos y magulladuras antes que traicionar su competencia de componer alianzas de pensamiento con nuevos socios. Cuando se «curó» de su pensamiento andante, no le quedó más que morir.

Conclusiones

Quijote-Cervantes es el laico, el verdadero hombre modernus, es decir, el hombre que es competente en su pensamiento y en sus actos lingüísticos. Sin necesidad de ayudas exteriores, filosofías o teologías, pelea con medios terrenales, es decir, combate con los recursos de su pensamiento laico en que ningún triunfo está asegurado porque el pensamiento es una aventura que debe ser permanentemente reiniciada: «Yo soy pecador y peleo a lo humano»109. Cervantes-Quijote es el hombre «cuya vida es perpetua resistencia a lo habitual y consueto», cuyo pensamiento y acto lingüístico «ha necesitado primero vencer a la costumbre e inventar una nueva manera de gesto»110. En esto consiste su modernidad, esta «nueva manera de gesto», este acontecer del pensamiento y lenguaje, en síntesis, esta auténtica filosofía en lengua castellana.

Moderno no es, por supuesto, el que vive de las rentas de una tradición ni el que se considera excluido de esta, sino sólo el sujeto que, por medio de su trabajo de pensamiento, puede elaborar y fructificar una tradición. Así habla de los grandes poetas a quienes admira: «En resolución, todos los poetas antiguos escribieron en la lengua que mamaron en la leche, y no fueron a buscar las extranjeras para declarar la alteza de sus conceptos»111. En este sentido, en el Quijote encontramos un ensayo de verdadera modernidad, que no siempre fue seguida en los siglos siguientes llamados «modernos». Modernus es el acontecer del pensamiento de un sujeto que se hace imputable y se oferta en el presente habiendo remontado desde adentro una tradición. En este caso, Cervantes-Quijote es el moderno que ensaya con la caballería andante actos lingüísticos imputables por sus beneficios universales. No estamos lejos de afirmar que en el Quijote-Cervantes encontramos un pensamiento filosófico en castellano verdaderamente original. Cervantes, el moderno, es el primum ius, la primera fuente de actos de pensamiento y lingüísticos precisamente porque sabe la herencia que está actualizando: «Yo sé quién soy»112 dirá el Quijote; «Si puedo sentirme o no - respondió don Quijote-, yo me lo sé»113. Él se pone como sujeto sui iuris, como primum ius, no por rechazar una tradición y querer empezar ex novo, sino por ascenderla y discernirla desde adentro y ofertarla con la novedad de un acontecer del pensamiento.

En este sentido, Cervantes quiso en su Quijote forjar un lenguaje fecundo en frutos de pensamiento, aquel «del decoro del que habla, con mucha propiedad y entendimiento»114. El afán de encontrar actualidad en los clásicos de la literatura (y del pensamiento) se entiende, a menudo, como análisis y comparaciones sociológicas en relación con los tiempos que corren. El Cervantes-Quijote es más que actual, es moderno. Si es pertinente decir que «el individuo no puede orientarse en el universo sino a través de su raza»115, por la raza de su «lengua», el Quijote es moderno porque quiere ser juzgado-imputado por su pensamiento que acontece como acto lingüístico (jurídico, económico y cívico) heredando con beneficio de inventario, abonando (haciendo bueno) con trabajo de re-capacitación, re-habilitación la materia prima de su lengua. El Quijote-Cervantes es moderno porque ha ofrecido un acontecimiento lingüístico y del pensamiento en su obra ofertado a todos como hijo de su entendimiento. Es moderno porque es productor de una lengua que él ha trabajado, elaborando todo el ingenio, la experiencia, la raza, la sabiduría que en ella había para que aconteciera todo esto renovado en un presente. Y, en este sentido, es moderno también, amigo del presente, pues promulga la figura del laico como el sujeto jurídico que no está sometido a una «epi-steme» superior, la episteme de una lengua ya hecha con pretensiones de inmovilizar, sin posibilidad de reinicio, una manera de pensar.

En todos los tiempos la lengua es como una ciudad permanentemente bombardeada por teorías que obstaculizan que esta pueda ser trabajada en un acto lingüístico, por ejemplo, las teorías sustancialistas que consideran que la lengua es un nombrar de cosas y las que consideran que la lengua es sólo un medio de expresión y comunicación de un sujeto a otro. En la primera visión, la lengua se somete a una teoría estática sobre la esencia de las cosas y, en la segunda, la lengua es sólo un vehículo para transmitir esa teoría estática. Tales bombardeos teóricos constantes son vicios lógicos propiamente «pathos- lógicos», en cuanto soportan el grave peso de una lengua rígida y estéril.

Con ayuda del Cervantes-Quijote creemos que es posible juzgar la cizaña que hace estéril una lengua, en cuanto no es una lengua de la cual brotan actos lingüísticos, sino que es una simple lengua de cosa ya hechas y de definiciones ya mandatadas. El pensamiento en lengua española presentado en el Quijote por Cervantes ofrece la posibilidad de escapar de la jaula de un discurso del «amo» o «universitario» (como dice Lacan)116, la misma jaula en la que intentó encerrar a don Quijote la episteme de los profesionales del saber -el médico y el cura- y el resto de los encantadores. La jaula de un discurso que es pensamiento y lenguaje dictatorialmente ontológico parmenídeo, por el cual «el ser es», por el cual al lenguaje y a la lengua no les queda más que ser lo que ya eran.

«Yendo, pues, con este pensamiento [lenguaje]…»117, podríamos concluir que la lección de nuestro caballero es mostrarnos la posibilidad de una filosofía andante entendida como un acontecer del pensamiento compuesto que, remontando la lengua heredada, obtiene frutos beneficiosos y cívicos para la ciudad y el mundo. La filosofía andante es este acontecimiento lingüístico, no parmenídeo, que juzga por los frutos, por las apariencias de los actos beneficiosos y no por las esencias (ocultas y tiránicas en cuanto pre-supuestas), y que es fiel y está disponible para la novedad del acontecer del pensamiento dentro de una alianza de trabajo y amistad. Definitivamente, no se puede decir de don Quijote: Amicus Quijote sed magis amica veritas.

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1 Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha (Madrid: Alfaguara, 2005), Prólogo.

2Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha I, XXIII.

3 Charles Péguy, Œuvres en prose complètes I (Paris: Gallimard, 1987) 1042. Traducción propia.

4 Miguel de Unamuno, Vida de don Quijote y Sancho (Madrid: Alianza, 2015), 48-49.

5 José Ortega y Gasset, Meditaciones de Quijote y otros ensayos (Madrid: Alianza, 2014), 41.

6Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 1105. «Ningún escritor ha establecido una relación más íntima con su protagonista que Cervantes». Harol Bloom, El canon occidental (Barcelona: Anagrama, 1995), 142.

7Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 6.

8Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 13.

9Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 13. Cursivas nuestras.

10Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 14.

11José Ortega y Gasset, Meditaciones de Quijote y otros ensayos, 131.

12Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 552.

13Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 551.

14Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 1032.

15José Ortega y Gasset, Meditaciones de Quijote y otros ensayos, 42.

16 Henri Bergson, Introducción a la metafísica. La intuición filosófica (Buenos Aires: Ediciones Siglo XX, 1956), 13.

17 Charles Péguy, Œuvres en prose complètes III (Paris: Gallimard, 1992), 1007. Traducción propia.

18Charles Péguy, Œuvres en prose complètes I, 1411-1412. Traducción propia.

19 María Zambrano también propone retomar la «intuición bergsoniana» para comprender el tiempo, pensamiento y experiencia del Quijote. España, sueño y verdad (Barcelona: Edhasa, 2002), 33. Coincidimos con Ortega y Gasset cuando plantea que la obra cervantina «lleva consigo una filosofía y una moral, una ciencia y una política». Meditaciones de Quijote y otros ensayos, 94.

20Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 635.

21Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 668.

22Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 50.

23Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 489. Cursivas nuestras.

24Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 793-794.

25Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 1077.

26Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 44.

27Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 563.

28Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, XXI. «Prólogo» de Darío Villanueva.

29Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, XV. Citado en el «Prólogo» de Darío Villanueva. Cursivas nuestras.

30Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 28.

31Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 1106.

32Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 511. Darío Villanueva reafirma: «La narración como diálogo placentero es la expresión más característica del dialogismo cervantino» Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, XXIII, «Prólogo».

33Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 40. Cursivas nuestras.

34Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 34.

35Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 86.

36Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 290.

37Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 14.

38Harol Bloom, El canon occidental, 144-146 «Shakespeare nos enseña a hablarnos a nosotros mismos, mientras que Cervantes instruye cómo hablar los unos con los otros». Harold Bloom, «Don Quijote después de cuatro siglos», en Don Quijote por el mundo, ed. Instituto Cervantes (Barcelona: Galaxia Gutenberg, 2005), 13.

39Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 7.

40Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 31.

41Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 250. Cursivas nuestras.

42 Johann Wolfang Goethe, Fausto I (Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú,2003), 72.

43Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 787. Cursivas nuestras.

44Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 667-668.

45Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 763.

46Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 869.

47 John Austin ha llamado a las expresiones que al emitirse no sólo dicen algo, sino que hacen algo, «oraciones realizativas». Sin embargo, las ha limitado sólo a un grupo de expresiones. Se sostiene en el presente trabajo, en cambio, que, para el Quijote-Cervantes, todos los actos lingüísticos son «realizativos». Para Austin muchos de estos actos realizativos mueren en su propuesta porque otros no la aceptan como tal, por lo tanto, no logran realizarse. «La situación general es explotada en la triste historia de Don Quijote». En este punto sí estaríamos de acuerdo con Austin. Cómo hacer cosas con palabras (México: Paidós, 2018), 49-73.

48Cf. Tomás de Aquino, Suma de Teología II-II, q. 114 (Madrid: BAC, 1994), 265.

49Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 439.

50Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 768-769. Cursivas nuestras.

51Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 216. Cursivas nuestras.

52Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 34.

53Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 539. Cursivas nuestras.

54«Tú eres Pedro y sobre esta Piedra edificaré mi Iglesia» (Mt 16, 18)

55Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 172.

56Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 478. Cursivas nuestras.

57Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 307. Cursivas nuestras.

58Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 682. Cursivas nuestras.

59Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 803.

60Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 1024.

61Mario Vargas Llosa sostiene algo similar: «El Quijote no cree que la justicia, el orden social, el progreso, sean funciones de la autoridad, sino obra del quehacer de individuos que, como sus modelos, los caballeros andantes, y él mismo, se hayan echado sobre los hombros la tarea de hacer menos injusto y más libre y próspero el mundo en el que viven (…) La autoridad, cuando aparece, en vez de facilitarle la tarea, se la dificulta». Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, XL. En «Una novela para el Siglo XXI».

62Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 556.

63Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 663.

64María Zambrano, España, sueño y verdad, 31. Compartimos con Francisco Ayala la convicción de que existe un paralelismo entre el fracaso de don Quijote para componer estas alianzas y el mismo fracaso de Cervantes al volver a España después de su cautiverio en Argel: «El Miguel de Cervantes que participó, siquiera como soldado, en el hecho de Lepanto, y que, cautivo, sueña no en escaparse, sino en sublevar la plaza para el rey de España, vuelve trayendo proyectos de gloria militar para caer en un ambiente sórdido, donde el burocratismo predomina ya sobre la iniciativa heroica, y en el que la vida espiritual debe también cubrirse de cautelas». En la «historia del cautivo» es el mismo Cervantes quien habla con don Quijote en la venta, ahí se ubica frente a frente a su misma imagen descolocada, que va de descalabro en descalabro, por la incapacidad de alianza del turbio y acomodaticio medio con el que se ha encontrado a su retorno, que ya no entiende de heroísmo ni de honor. Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, LXI. Francisco Ayala, «La invención del Quijote».

65Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 641-642

66Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 593.

67Este mismo razonamiento creemos encontrarlo en Walter Benjamin cuando se refiere a la sublevación de los niños ante el «sentido común»: «Cuando los niños inventan cuentos, son escenógrafos que no admiten la censura del “sentido” (...) las palabras se disfrazan de un solo golpe, y en un abrir y cerrar de ojos quedan envueltas en combates, escenas amorosas o trifulcas»: La Literatura infantil, los niños y los jóvenes (Buenos Aires: Nueva Visión, 1989), 73-74.

68Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 673.

69Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 864.

70Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 552.

71Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 200.

72Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 199.

73Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 668. «Si alguno no ofende en palabra, este es varón perfecto, que también puede con freno gobernar todo el cuerpo», (Stgo, 3,2)

74Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 551.

75Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 683.

76Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 294.

77Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 33.

78Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 572.

79Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 872. Cursivas nuestras.

80Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 568. Cursivas nuestras.

81Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 237.

82Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 465. Leo Spitzer recalca que Cervantes «con la creación de baciyelmo se libera de las limitaciones del lenguaje». Leo Spitzer, «El perspectivismo lingüístico del Quijote», Centro virtual Cervantes, Instituto Cervantes, consultada en octubre 11, 2020, https://cvc.cervantes.es/literatura/quijote_antologia/spitzer.htm

83Nélida Piñon, «Dulcinea», en Don Quijote por el mundo, ed. Instituto Cervantes (Barcelona: Galaxia Gutenberg, 2005), 113.

84Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 157. Cursivas nuestras.

85José Ortega y Gasset, Meditaciones de Quijote y otros ensayos, 72.

86José Ortega y Gasset, Meditaciones de Quijote y otros ensayos, 72

87José Ortega y Gasset, Meditaciones de Quijote y otros ensayos, 124.

88 Oscar Wilde, El retrato de Dorian Grey (Miami: El Cid Editor, 2009), 49.

89 Dizionario etimologico online. Voz: Prassi, consultada en octubre 16, 2020, http://www.etimo.it/?term=prassi&find=Cerca.

90Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 540.

91Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 140. Cursivas nuestras.

92Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 38.

93 Geoffrey Kirk y John Raven, Los filósofos presocráticos (Madrid: Gredos, 1981), 374-375.

94Geoffrey Kirk y John Raven, Los filósofos presocráticos, 383 y 386.

95Geoffrey Kirk y John Raven, Los filósofos presocráticos, 382-383.

96Geoffrey Kirk y John Raven, Los filósofos presocráticos, 377-388.

97 Stanislas Breton, «Est-Je suis. Parménide ou Moïse», Revue Philosophique de Louvain 2, Vol. 98 (2000): 243. Traducción propia.

98Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 984-985.

99Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 482.

100Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 387.

101Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 623.

102Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 659.

103Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 677.

104José Ortega y Gasset, Meditaciones de Quijote y otros ensayos, 116.

105José Ortega y Gasset, Meditaciones de Quijote y otros ensayos, 116. «En la novela de Cervantes las cosas se representan no por lo que ellas son en sí, sino sólo en cuanto objeto de nuestro lenguaje o de nuestro pensamiento». Leo Spitzer, «El perspectivismo lingüístico del Quijote».

106Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 1057. Cursivas nuestras.

107 María Zambrano, Pensamiento y poesía en la vida española (México: La casa de España,1939), 8-9.

108María Zambrano, Pensamiento y poesía en la vida española, 11.

109Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 987.

110José Ortega y Gasset, Meditaciones de Quijote y otros ensayos, 131. «Es un milagro histórico el que, en la España de la Contrarreforma, cuando la tendencia era hacia el restablecimiento de una disciplina autoritaria, surgiera un artista que, treinta y dos años antes del Discours de la méthode de Descartes (la autobiografía de un pensamiento filosófico independiente, en opinión de Lanson), fuera capaz de darnos una narración que es simplemente la exaltación de la independencia de la mente humana y de un tipo de hombre particularmente poderoso: el artista». Leo Spitzer, «El perspectivismo lingüístico del Quijote». Referido al Quijote, se puede muy bien sustituir el término «artista» por el de «laico».

111Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 667.

112Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 58.

113Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 58.

114Miguel de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, 64-65.

115José Ortega y Gasset, Meditaciones de Quijote y otros ensayos, 91.

116 Jaques Lacan, «Seminario 17», consultada en octubre 16, 2020, https://www.bibliopsi.org/docs/lacan/20%20Seminario%2017.pdf; Jaques Lacan, Psicoanálisis Radiofonía & Televisión (Barcelona: Anagrama, 1993).

117Permítasenos afirmar que Bergson es «español» en su pensamiento cuando escribe: «Nos instalamos ordinariamente en la inmovilidad (…) y pretendemos con ella recomponer la movilidad. No obtenemos, así, sino una tosca imitación, una falsificación del movimiento real». Henri Bergson, Introducción a la metafísica. La intuición filosófica, 58. Por eso Péguy, que tuvo en Bergson a su maestro, hablaba de un «falso acontecimiento», del «falseamiento del mismo acontecimiento», en Œuvres en prose complètes, III, 1434. Es el falseamiento del acontecimiento del lenguaje y el falseamiento de las relaciones entre los hombres. El lenguaje y la lengua, cuando son acontecimiento, generan un ser puesto y no pre-supuesto (parmenídeo).

* El presente artículo es producto de un proyecto interno regular de investigación de la Universidad Católica de la Santísima Concepción, titulado «El acontecimiento del pensamiento: dimensiones jurídicas-económicas- cívicas. Una propuesta filosófica y teológica». Código DINREG 01/2019.

** Doctor en Teología. Académico del Instituto de Teología de la Universidad Católica de la Santísima Concepción. ORCID: https://orcid.org/0000-0001-5392-0183. Contacto: amolteni@ucsc.cl.

*** Doctor en Filosofía. Académico del Instituto de Teología de la Universidad Católica de la Santísima Concepción. ORCID: https://orcid.org/0000-0003-2462-8436. Contacto: dsolis@ucsc.cl.

Para citar este artículo: Molteni, Agostino y Solís Nova, David. «La lógica de don Quijote. El acontecer del pensamiento y del lenguaje en la lengua heredada». Franciscanum 176, Vol. 63 (2021): 1-26.

Recibido: 26 de Octubre de 2020; Aprobado: 27 de Noviembre de 2020

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