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Franciscanum. Revista de las Ciencias del Espíritu

 ISSN 0120-1468

        16--2023

https://doi.org/10.21500/01201468.5933 

FILOSOFÍA

Raíces filosóficas de una presencia provocativa en el mundo actual: El Papa Francisco y la reflexión filosófica

Philosophical roots of a provocative presence in today's world: The philosophical reflection on Pope Francis

David Antonio Pignalittia  *
http://orcid.org/0000-0002-5987-6678

aUniversidad Católica de Santa Fe, Santa Fe, Argentina


Resumen

El presente análisis pone de manifiesto las principales influencias filosóficas constatables en el pensamiento y la praxis del Papa Francisco, así como también ofrece un esbozo sistemático de las categorías estrictamente filosóficas presentes en la estructura de su reflexión en general. En un primer momento se fundamenta y demuestra la premisa, cuestionada, de la posibilidad de identificar formalmente un pensamiento filosófico en el pontífice. Luego se propone una reconstrucción de las nociones que implica la categoría filosófica de tensión polar, que, en cierto sentido, estructura toda la reflexión del Papa Bergoglio. La noción de tensión polar, o contraste, se ofrece como sentido adecuado a la existencia concreta, capaz de acoger y afirmar las oposiciones de la existencia tal como se dan de hecho, en una dialéctica de contrarios no contradictorios. Francisco propone la categoría de desborde como explicación de la síntesis superadora, imprevisible y novedosa que se da entre los contrarios de la existencia cuando se los aborda dialógicamente.

Palabras clave: Papa Francisco/Bergoglio; Binomio Praxis-teoría; Existente Concreto; Opuestos; Tensión Polar

Abstract

This analysis reveals the main philosophical influences observable in the thought and praxis of Pope Francis, as well as offering a systematic outline of the strictly philosophical categories present in the structure of his reflection in general. At first, the questioned premise of the possibility of formally identifying a philosophical thought in the pontiff is founded and demonstrated. Then a reconstruction of the notions implied by the philosophical category of polar tension is proposed, which, in a certain sense, structures all of Pope Bergoglio's reflection. The notion of polar tension, or contrast, is offered as an adequate meaning for concrete existence, capable of accepting and affirming the oppositions of existence as they actually occur, in a dialectic of non-contradictory opposites. Francis proposes the category of overflow as an explanation of the overcoming, unpredictable and novel synthesis that occurs between the opposites of existence when they are approached dialogically.

Keywords: Pope Francis/Bergoglio; Praxis-Theory Binomial; Concrete Existent; Opposites; Polar Tension

Introducción: ¿Es posible identificar formalmente un pensamiento filosófico en el Papa Francisco?

La presente investigación tiene como punto de partida una premisa que es necesario problematizar a fin de hacer emerger su solidez, necesaria para el desarrollo del análisis posterior: ¿hay un pensamiento formal y sistematizable en el discurso y en la praxis del Papa Francisco? ¿Puede descubrirse, aunque no sea explicitado por él mismo sistemáticamente, una concepción filosófica en sus escritos, sus palabras y sus decisiones? En efecto, en el discurso, tanto escrito como oral, y en la praxis de Bergoglio es posible identificar una reflexión filosófico-teológica definida y profunda, que subyace en sus palabras, juicios y gestos.

Sin embargo, esta es una afirmación compleja y, desde una consideración superficial de su persona, parece paradojal. En primer lugar, Francisco no es un Papa filósofo, como puede decirse de Juan Pablo II, ni un Papa teólogo, como es el caso de Benedicto XVI, sino que es un Papa eminentemente pastor, se muestra a sí mismo como el pastor del pueblo. Por tanto, es un pastor de lenguaje sencillo, que prefiere comunicar un modo de estar en el mundo a través de imágenes y comparaciones antes que reforzar ideas o juicios con argumentos racionales. Por otro lado, y en vínculo con lo anterior, algunos de sus intérpretes y sus críticos, en general, lo interpretan como un Papa ajeno e incluso alejado de la actividad intelectual, como una personalidad práctica y en contradicción con el pensamiento sistemático.

Ahora bien, algunos intérpretes del Papa Francisco, como Austen Ivereigh1, Massimo Borghesi2 y Juan Carlos Scannone3, entre otros, han puesto de manifiesto y demostrado que Bergoglio ostenta un pensamiento filosófico-teológico original, identificable, con influencias y relaciones rastreables. Sin embargo, la cuestión sobre la reflexión intelectual, en especial de índole filosófica, en Francisco no ha sido, en general, suficientemente atendida. La intención de la presente investigación es ofrecer una afirmación razonada de la originalidad y la fecundidad del pensamiento filosófico del actual Papa. En efecto, como escribía el Papa emérito Benedicto XVI en una carta con ocasión de la presentación de la colección La teología del Papa Francisco:

Celebro esta iniciativa que quiere oponerse y reaccionar al tonto prejuicio, según el cual el Papa Francisco sería sólo un hombre práctico, que carece de particular formación teológica o filosófica, al tiempo, que yo habría sido únicamente un teórico de la teología, que hubiera comprendido poco sobre la vida concreta de un cristiano de hoy4.

1. Una alternativa a la contradicción lógica entre praxis y teoría: la «acción contemplativa» de Francisco

Es patente en el discurso de Francisco una sostenida crítica al intelectualismo y al racionalismo, tanto fuera como dentro de la Iglesia. Este tipo de intelectualismo presente en los ámbitos cristianos, y que el pontífice reconoce como un gnosticismo contemporáneo, es definido en Evangelii Gaudium como una fascinación cerrada, interesada solamente en «una determinada experiencia o una serie de razonamientos y conocimientos que supuestamente reconfortan e iluminan, pero en definitiva el sujeto queda clausurado en la inmanencia de su propia razón o de sus sentimientos»5. Precisamente, el intelectualismo del que habla Francisco es una de las formas de «ocultar la realidad», al igual que los totalitarismos, fundamentalismos y eticismos en otros ámbitos de la vida humana6.

Este dualismo entre abstracción-concepto y realidad-vida, que el Papa describe como un alejamiento o un ocultamiento de la realidad, puede entenderse como un fenómeno heredado del divorcio planteado en la modernidad entre actividad intelectual y praxis vital, así lo interpreta Romano Guardini en El contraste (Der Gegensatz), una de las principales influencias en el pensamiento de Francisco.

En la Antigüedad y en la Edad Media el pensamiento científico estaba integrado en la trama vital del hombre cognoscente de modo manifiesto y decidido. Con lo cual el concepto, sin perder el carácter de medio de captación de lo abstracto-universal, poseía a las claras una profunda vecindad con lo vital7.

La filosofía contemporánea se ha planteado el desafío de la búsqueda de un sentido superador del reducido ejercicio del pensamiento en retirada de la vida, heredado de los sistemas de la Modernidad. Un ejemplo concreto de dicha búsqueda es la fenomenología, como forma de ejercicio filosófico originalmente contemporáneo, en sus distintas vertientes. Dentro de la búsqueda contemporánea de sentido, orientada a constituir una alternativa a la pretensión intelectualista, de estar y acoger al ser en su propio darse, se enmarca la reflexión bergogliana, que se constituye en un intento consciente de restituir el pensamiento al ámbito de la sabiduría8. Es decir, restablecer el impulso y el nivel original de la actividad filosófica y reflexiva en general: el ámbito de lo vital-concreto.

Es necesario aclarar en qué sentido el pensamiento de Francisco se constituye en una alternativa al intelectualismo, en orden a superar la apariencia, legitimada por la prensa en general, de un Papa meramente anti-intelectualista o pragmático en sentido activista, sin una actividad reflexiva sistemática que sustente sus discursos, sus juicios, su práctica o su gobierno.

Un seguimiento de la praxis de Bergoglio desde que asumió el pontificado ofrece una aproximación a la cuestión planteada. Tanto en su discurso (sencillo en general) como en sus gestos puede verse la realización efectiva de una opción eminentemente filosófica. Francisco afronta el binomio praxis-teoría, cuestión fundamental de la reflexión filosófica, no como alternativa, sino como tensión que puede ser asumida en su oposición. Baste como ejemplo paradigmático su insistencia en un nuevo modo de concebir la participación y el liderazgo político, fundamentado no en una teorización abstracta ni en un activismo irracionalista, sino en lo que podríamos caracterizar como una acción reflexiva o un pensamiento en acción:

[El cambio político-social] solo puede suceder mediante acciones concretas, donde todos sean protagonistas, acciones que nacen del ver, juzgar y actuar: percibiendo la necesidad, discerniendo qué camino seguir y construyendo consenso para la acción. Habrá tentaciones que nos distraerán: [...] atascarnos en conflictos y quejas, enfocarnos en lemas e ideas abstractas en lugar de acciones específicas y locales9.

Es decir, el discurso del Papa revela una actitud filosófica originaria, en la cual reflexión y vida no son factores separados, sino aspectos de una única existencia consciente en acción. De este modo, incluso antes de analizar las raíces filosóficas de su pensamiento, se percibe en la actitud paradojal de Francisco la expresión de una noción que, como se expondrá más abajo, es fundamental en su pensamiento: la noción de tensión polar.

Esta actitud filosófica de Bergoglio ante el binomio praxis-teoría se encuentra explicitada formalmente en uno de los principios que son estructurales de su pensamiento: la realidad es más importante que la idea. Esta premisa no implica una negación de la idea o de la reflexión, ni siquiera un menosprecio de la teoría. Señala una tensión que es necesario mantener como tal y pone el acento en la realidad, es decir, en la existencia y el acontecimiento concreto.

La realidad es. La idea se elabora, se induce. Es instrumental en función de la comprensión, captación y conducción de la realidad. Ha de haber un diálogo entre ambas: entre la realidad y la explicitación que hago de esa realidad. Eso [...] se contrapone a la autonomía de la idea y de la palabra sobre la realidad, donde la idea es lo que manda, ahí se dan los idealismos y los nominalismos. Los nominalismos no convocan nunca. [...] Lo que convoca es la realidad iluminada por el razonamiento, por la idea, por la captación intuitiva por parte de ellos10.

Hay una continuidad dialéctica entre praxis-realidad y teoría-idea, que Bergoglio entiende de forma dialógica. Esto implica que ninguno de los dos factores puede ser reducido; para que exista un diálogo es necesario que los dos estén presentes constantemente cada uno ante el otro, no separados ni confundidos, en un intercambio fecundo que ofrece una unidad diferenciada de sentido. En Evangelii Gaudium, puede leerse: «Entre las dos se debe instaurar un diálogo constante, evitando que la idea termine separándose de la realidad»11. Esta perspectiva abierta demuestra la inconsistencia de la caracterización de la actitud del Papa Francisco como irracionalista o activista. Se manifiesta claramente en su pensamiento una confianza en la positividad de la razón. Bergoglio, de este modo, no se opone al conocimiento teórico-conceptual, sino que su crítica se dirige a cierto uso exclusivo de la razón que ostenta la pretensión sofocante de hacer de su propia actividad la medida efectiva de todo lo real.

Por lo tanto, puede decirse que Francisco asume de un modo original aquella actitud filosófica originaria, expresada en el clásico llamamiento primum vivere, deinde philosphari. La actividad reflexiva se entiende en este contexto vital como la toma de conciencia y sentido de la vida ante sí misma. Scannone propone la clásica expresión de Jerónimo Nadal, discípulo de Ignacio de Loyola, in actione contemplativus para interpretar esta actitud del pontífice frente al problema de la tensión praxis-teoría12.

El propio Bergoglio afirma que la fórmula «contemplativo en la acción» está en el núcleo del carisma jesuita13. Esta clave interpretativa ofrecida por Scannone, por un lado, sintetiza esa actitud filosófica, y también teológica, que Francisco demuestra en la práctica: en este sentido, la praxis del Papa es praxis contemplativa. Por otro lado, al hablar de acción contemplativa, queda de manifiesto una concepción e influencia filosófica que está en la raíz de la formación del Papa Francisco. Su vínculo intelectual con el jesuita argentino Miguel Ángel Fiorito y con el propio Juan Carlos Scannone, ambos influenciados con respecto de esta cuestión sobre la tensión praxis-teoría por la filosofía de la acción del filósofo francés Maurice Blondel. Este vínculo indirecto constatable entre el Papa argentino y Blondel viene también mediado por la influencia de otro francés, el jesuita Gaston Fessard. Estas relaciones intelectuales, que remiten a la filosofía blondeliana, hacen emerger una raíz filosófica reconocible en la actual concepción del Papa, respecto del tema de la tensión praxis-teoría. En efecto, refiriéndose al maestro jesuita argentino, al hablar del sentido de la palabra «espiritual», Francisco afirma:

Fiorito la tomaba de Orígenes para quien: «Hombre espiritual es aquel en que se juntan “teoría” y “práctica”; cuidado del prójimo y carisma espiritual en bien del prójimo. Y entre estos carismas -hacía ver Fiorito- Orígenes recalca sobre todo el carisma que llama diakrisis, o sea, el don de discernir la variedad de espíritus»14.

Respecto del nexo mediado por Fiorito-Fessard y Scannone entre el pontífice y Blondel, el propio Scannone lo ha explicitado:

Consta la coincidencia entre la interpretación de los ejercicios de Gaston Fessard y la del jesuita argentino Miguel Ángel Fiorito, reconocida, al menos oralmente, por ambos. Y, por otro lado, la veneración de Bergoglio por el último, a quien, en la Provincia jesuita Argentina todos llamaban “el maestro”, por su comprensión de la espiritualidad ignaciana. De hecho, durante dos visitas que el autor de este artículo hace a Fessard (…), él mismo expresó que (…) el contenido de su interpretación de los ejercicios es blondeliano15.

Para Blondel, precisamente, en la praxis encuentran su sentido y su vínculo los conceptos y las ideas. La actividad teórica es asumida en un dinamismo subjetivo entendido como un todo abierto a la totalidad del ser. De este modo, plantea una perspectiva filosófica estructurada sobre la acción, que implica ir más allá de cualquier forma de abstracción, manifestando cómo cualquier tipo de actividad teorética está en un contexto vital. Esta perspectiva blondeliana se instaura, del mismo modo que la de Francisco, en una alternativa al postulado moderno de la razón pura como vínculo y vía exclusivos de acceso al ser, o de la pretensión unilateral de una razón subjetiva como medida de lo real. En efecto, no se capta la realidad viviente, escribe Blondel, «más que colocándose, no en el punto de vista estático del entendimiento, sino en el punto dinámico de la voluntad»16. Esta constatación, de que en la acción existe un vínculo con la totalidad de los fenómenos libre de la limitación propia de la abstracción, implica una atención a lo que no puede ser conceptualizado. «Para Blondel, esta diferencia entre abstracción y realidad es constitutiva del actuar: algo siempre escapa a nuestros conceptos cuando tratamos la realidad de una manera actuante»17.

Es manifiesto el vínculo entre el trato blondeliano de la realidad de manera actuante y la acción contemplativa del Papa Francisco. Subyace la constatación de que la razón separada del dinamismo humano total, la mera abstracción teórica, se presenta como un límite estructural respecto del vínculo con el ser tal cómo se da en lo concreto. Dicha constatación se completa con el descubrimiento de que en la praxis se ofrece un vínculo más amplio y sintético con la realidad total que el que puede sostener la sola razón. De este modo, la teoría, la idea, ya no se circunscribe en un mundo general-abstracto separado de lo vital-concreto, sino que se asienta en la carne de un yo que actúa. Es pensamiento en la acción al tiempo que acción reflexiva. Este es el sustento filosófico de la recurrente expresión, sensus fidei, que el pontífice argentino toma de la tradición y describe como un sentido del pueblo fiel que capta las realidades «intuitivamente, aunque no tengan el instrumental adecuado para expresarlas con precisión»18, o como un «olfato para encontrar nuevos caminos»19.

Ha quedado, pues, de manifiesto el vínculo tensional que en el pensamiento de Francisco tienen idea y realidad, praxis y teoría, de modo que el ser humano como un yo-encarnado-consciente se relaciona adecuadamente con la realidad a través de la praxis reflexiva, contemplativamente en la acción. Y, al mismo tiempo, se ha podido constatar que la acción en la concepción del pontífice no carece de sentido, no deviene en mero activismo ni tampoco en una suerte de intuicionismo, sino que es entendida como una acción en consciencia, una acción contemplativa.

2. Francisco y la filosofía latinoamericana

A fin de poner en mayor evidencia la premisa que se viene argumentando resulta útil detenerse, aunque de modo general, en la posición que Bergoglio adopta ante la filosofía como tal. Como se ha visto, el pensamiento tiene, para Francisco, un vínculo con lo concreto, es siempre encarnado, y, por lo tanto, situado. De este modo, su relación con la filosofía no puede entenderse si no se la considera como un vínculo también encarnado y concreto. La visión bergogliana de la filosofía tiene, pues, un enfoque latinoamericano.

En el año 2007, fue publicada de manera póstuma una obra de la filósofa argentina Amelia Podetti, Comentario a la Introducción a la Fenomenología del Espíritu, con prólogo de Bergoglio, por aquellos años arzobispo de Buenos Aires. En efecto, Podetti es una de las referentes de la filosofía argentina cuya influencia en la reflexión de Bergoglio, es reconocida y expresada por él mismo. En dicho prólogo, el actual Papa hace algunas consideraciones respecto de su concepción de la filosofía en general y la filosofía latinoamericana en particular. Escribe el entonces arzobispo de Buenos Aires:

En un momento en el que América Latina requiere justamente de una autoconciencia renovada, que sea capaz de asumir íntegramente su propia condición, sus particulares necesidades, para sólo desde allí producir sus nuevas y propias respuestas históricas, creo sumamente oportuno recuperar el esfuerzo de nuestros pensadores, nuestros filósofos, del mismo modo en que lo hemos venido haciendo, desde hace algunas décadas, con nuestros escritores y poetas. Quiero decir, así como dimos un gran salto en la valoración de nuestras letras, en parte impulsados desde el exterior (el famoso boom de la literatura latinoamericana), tenemos pendiente un salto similar en relación con nuestra producción filosófica20.

En primer lugar, se puede apreciar la implicancia vital que la filosofía tiene en la concepción bergogliana. La reflexión filosófica juega un papel en el aquí y ahora. Un papel concreto y necesario, no abstracto y opcional. Es decir, del hecho de que se afirme que el pensamiento filosófico es oportuno para generar una autoconciencia renovada, con todas las características que le asigna Bergoglio, se desprende que para él el pensar filosófico no se entiende como una actividad reservada al ámbito académico ni mucho menos inmanente al mismo, sino que es un factor necesario en orden a la conciencia que el pueblo tiene de sí mismo. El despliegue de la vida del pueblo no es mera práctica productiva, sino que también es retorno reflexivo, es darse cuenta de sus necesidades, de su condición y de los caminos que tiene ante sí. Afirma Bergoglio que los filósofos como Amelia Podetti, hacen

un apostolado del empeño en pensar desde nuestra propia y singular realidad, no en función de escuelas o categorías adoptadas, sino a partir de nuestras propias necesidades, como Juan Bautista Alberdi ya nos planteara cuando se cerraba el momento augural de la Independencia, en la década de 183021.

De este modo, para el actual Papa, la tarea del filósofo se constituye en un apostolado, es decir, un servicio concreto a los demás. Teoría y praxis no son separables. Pero, este servicio es auténtico cuando el pensar es un pensar encarnado, una reflexión en la coyuntura espacio-temporal presente, que no escape de sus singularidades y necesidades. Esto para Bergoglio no se traduce en una desatención a la tradición filosófica, que podría tratarse como un conjunto de sistemas abstractos por su lejanía con respecto a nuestro contexto, tanto espacial como temporal. Al contrario, una reflexión desde la propia coyuntura significa un diálogo con esa corriente de reflexión que constituye la historia de la filosofía y que desde su origen se ha configurado en diversas escuelas, sistemas y movimientos. Dice Bergoglio sobre este vínculo dialógico:

Entiendo que un diálogo es genuino cuando las preguntas son auténticas, es decir, propias, no adoptadas; cuando nacen de una reflexión surgida de los problemas, los desafíos; las inquietudes y las esperanzas de una comunidad determinada. Los grandes problemas humanos son, sin duda, universales, y en cierto modo intemporales; pero en la conciencia del filósofo corren el riesgo de desvanecerse en formulaciones vacías, abstractas, si no pasan por el tamiz de la pura y dura realidad. Y la realidad es siempre encarnada, particular, concreta. No puede haber acceso a la universalidad sin asumir, plena e íntegramente, la encarnación22.

La fecundidad de la filosofía para Francisco radica en la originalidad, y esta es posible cuando el aquí y ahora son asumidos tal como se presentan. La filosofía, en cuanto que búsqueda razonada de un sentido razonable, es algo común a todo humano en todo tiempo. Sin embargo, solo es efectiva si pasa a través de la búsqueda concreta de sentido de un yo que piensa desde las coordenadas particulares de un pueblo, de una tierra y de un tiempo determinados. El devenir de la actividad filosófica en meros comentarios abstractos a las grandes ideas o en sistemas lógicos académicos alejados del ámbito vital que los sustenta, significa para el Papa un alejamiento de su propia tarea. La pretensión filosófica de la universalidad es ilusoria cuando degenera en la generalidad, sólo es realizable, paradójicamente, desde lo concreto. Idea-realidad, universal-particular, global-local son tensiones que para Bergoglio es necesario mantener como tales para que la reflexión filosófica no pierda su fecundidad, vitalidad y originalidad.

A partir de lo dicho, se puede destacar la relación intelectual entre Francisco y algunos pensadores latinoamericanos que intervinieron o mediaron ese diálogo entre las propias preguntas, necesidades y exigencias del pontífice, y la filosofía como corpus heredado, abierto y en desarrollo. Uno de estos vínculos, como quedó de manifiesto, es el que se estableció con la reflexión de Amelia Podetti, de quien Bergoglio escribe:

He tenido y tengo muy presentes sus enseñanzas, que hicieron una contribución importante a la reflexión y la autoconciencia del país en un momento singular de su historia, en las décadas de 1960 y 1970 [...] Su pensamiento, su trabajo en la cátedra universitaria, sus artículos, su participación en los ricos debates de la Argentina de esos años alcanzaron para dejar sentadas ideas y rumbos de investigación que siguen teniendo una tremenda actualidad23.

Por otro lado, como una de sus principales influencias, y no sólo para su pensamiento filosófico-teológico, sino en cuanto maestro de vida, se destaca la ya referida relación con el jesuita Miguel Ángel Fiorito. De este argentino, a quien los jesuitas argentinos y uruguayos llamaban «el maestro», el Papa se considera un discípulo todavía en la actualidad. Con ocasión del 50 aniversario de su ordenación sacerdotal, en 2019, Francisco presentó los 5 volúmenes de Escritos del padre Fiorito, publicados por primera vez por Civiltà Cattolica. En esa ocasión el pontífice lo propuso como maestro universal y habló de su figura, profundizando sobre el título con el que se lo denomina en la introducción a la obra: maestro del diálogo. Poniendo el foco sobre la influencia efectiva de Fiorito en la reflexión filosófico-teológica del Papa, puede citarse la observación que éste hace respecto de un artículo del maestro jesuita publicado a principios de los años sesenta:

El Cristocentrismo del Principio y Fundamento de San Ignacio [...] para mí fue inspirador. Allí comencé a familiarizarme con algunos autores que me acompañan desde entonces: Guardini, Hugo Rahner, con su libro sobre la génesis histórica de la espiritualidad de san Ignacio, Fessard y su “Dialéctica de los Ejercicios”24.

Puede notarse aquí aquello ya mencionado de que Fiorito, respecto del pensamiento filosófico de Francisco, fue no sólo un inspirador, sino también un mediador. A través de él se constata el vínculo con pensadores como Hugo Rahner, Fessard y Guardini, y de modo indirecto, ya se ha considerado, con Blondel.

En la línea de estas consideraciones sobre los pensadores que están en la constelación del pensamiento bergogliano, cabe destacar su vínculo con el Padre Scannone, reconocido pensador argentino y referente de la filosofía latinoamericana de la liberación. Al respecto, comenta Spadaro con ocasión del fallecimiento del filósofo jesuita:

Se conocían muy bien y desde hacía mucho tiempo. Fue una persona con la que hubo una frecuentación de encuentros, es decir un debate también a nivel intelectual, basado en un conocimiento más espontáneo, yo diría que a una edad muy temprana para el Papa. Me parece que son dos figuras que se acercaron mutuamente entendiendo el genio del otro; luego el Papa siguió su camino, que es muy original, pero siempre con este diálogo abierto también con el Padre Scannone, quien posteriormente, después de todo, al final de su vida; vio cómo algunos elementos de su pensamiento se transmitían también en la reflexión del Pontificado, como se puede apreciar en Evangelii Gaudium25.

Como se ha dicho, en efecto, esta constelación de pensadores no constituye más que un esbozo y no pretende abarcar el cuadro completo, sino hacer foco en algunas de las raíces del pensamiento original de Francisco y documentar satisfactoriamente su relación con el pensamiento filosófico. Quedan fuera de consideración varios otros autores latinoamericanos que de alguna manera están presentes en la reflexión filosófica de Francisco y aquí sólo podemos nombrar, como es el caso del filósofo argentino Rodolfo Kusch, del hispano-argentino Ismael Quiles o del uruguayo Alberto Methol Ferré. Todo lo considerado, pone en evidencia desde diferentes ángulos la solidez de la premisa que ocupa y sostiene la problemática planteada: el vínculo del Papa Francisco con la filosofía y la existencia de una reflexión eminentemente filosófica en su pensamiento.

3. La atención a las oposiciones de la existencia como vía filosófica en Francisco

La oposición abre camino, una calle para recorrer. Hablando en general debo decir que amo las oposiciones. Romano Guardini me ha ayudado con un libro suyo importante para mí sobre la oposición polar. Él habla de una oposición polar en la que los dos opuestos no se anulan. Tampoco sucede que un polo destruya al otro. No hay ni contradicción ni identidad. Para él la oposición se resuelve en un plano superior. Sin embargo, en la solución se mantiene la tensión polar. La tensión permanece, no se anula. Los límites han de ser superados sin negarlos. Las oposiciones ayudan. La vida humana está estructurada de forma oposicionista. Y eso es lo que sucede ahora también en la Iglesia. Las tensiones no han de ser necesariamente resueltas y homologadas, no son como las contradicciones26.

Esta sintética descripción testimonial, de entre otras muchas similares ofrecidas en distintas ocasiones a diversos interlocutores, que el Papa desarrolla en entrevista con Spadaro sobre la clave de su comprensión polar de la existencia, ofrece un itinerario general y condensa un desarrollo lógico-vital que es estructural en el pensamiento filosófico de Francisco. Siguiendo el orden de este desarrollo, se propondrá a continuación un análisis del paradigma filosófico tensional-polar del pontífice. Primeramente, se pondrá de relieve la preferencia de Bergoglio por un paradigma reflexivo e interpretativo que mantiene y valora los opuestos como tales y en qué sentido Guardini ofrece un horizonte a esta preferencia. En segundo lugar, se analizarán las oposiciones polares que, de alguna manera, estructuran el pensamiento del Papa en un paradigma en que los opuestos no son entendidos como contradictorios. Y, finalmente, se enfatizará en la adecuación de la noción de oposición polar bergogliana como vía de acceso a lo concreto y de superación de los reduccionismos, en particular desde la categoría bergogliana de desborde, sentido novedoso de las tensiones en un plano superior al de la contrariedad.

El teólogo ítalo-germano, Romano Guardini, es uno de los autores más citados por Francisco y, tal como él mismo reconoce, de los que más han alimentado sus reflexiones. El encuentro de Bergoglio con la primera obra filosófica de Guardini, El contraste (Der Gegensatz), le ofreció, por así decirlo, un marco teórico a la noción que, en sentido estrictamente filosófico, se encuentra entre las que fundamentan todo su pensamiento: la noción de oposición no contradictoria, es decir, de tensión polar. Afirma Francisco: «Guardini me dio una nueva percepción para enfrentar los conflictos analizando su complejidad y evitando todo reduccionismo simplificador. Existen diferencias en tensión, donde cada una tira para su lado, pero conviven dentro de una unidad mayor»27. En efecto, la categoría filosófica de tensión polar está presente no sólo en el modo en que Bergoglio afronta la cuestión del intelectualismo y el pragmatismo, sino en su forma general de concebir la realidad, como puede verse especialmente en sus intervenciones sobre cuestiones sociales, políticas, eclesiológicas, y antropológicas.

Sin embargo, la filosofía de la tensión polar de Guardini, no es un sistema que Bergoglio adopta como acríticamente suyo, sino que viene a ofrecer un marco conceptual y una fuente directa y consciente a una perspectiva ya arraigada en el pensamiento del actual Papa28. Se da, pues, ese proceso dialógico entre las propias preguntas y las ideas ya establecidas con las que se confrontan, que, como ya se ha considerado, es para Francisco condición para la fecundidad y la vitalidad de la filosofía.

El vínculo de Francisco con la oposición polar de Guardini es también mediado por esa corriente original latinoamericana y jesuita, que hemos mencionado y que es afín a una comprensión polar de la existencia. Precisamente, Blondel desarrolla su filosofía en una dialéctica de contrarios no contradictorios, donde «cada término, sin dejar de ser heterogéneo a todos los demás, se vincula a ellos mediante una solidaridad tan importante que no se puede conocer y afirmar uno de éstos sin implicarlos a todos»29. La filosofía blondeliana incluso ha tenido un gran influjo en pensadores de la Iglesia del siglo xx, entre los que puede destacarse Henri de Lubac, además de ser una importante influencia en la teología argentina del pueblo, así como de la filosofía latinoamericana de la liberación. De este modo, el paradigma tensional-polar estaba presente de modo original en la atmósfera intelectual que respiraba Bergoglio.

En efecto, 1986 es el año en el que el Papa argentino conoce y comienza a profundizar El contraste de Guardini, ayudado por el estudio de Guido Sommavilla, como puede leerse expresado por el mismo Francisco en la bibliografía intelectual escrita por Massimo Borghesi30. Sin embargo, la preferencia por una comprensión de la realidad que supere las visiones unilaterales y considere las tensiones entre opuestos se encuentra presente en el discurso bergogliano varios años antes de este acontecimiento.

En este sentido, Borghesi señala que el discurso en general de Bergoglio durante la segunda mitad de los setenta, como provincial de los jesuitas, se enfoca en el esfuerzo de ayudar a la Compañía de Jesús a trascender la contraposición vigente en Argentina por aquella época entre la junta militar y la guerrilla hacia una unidad nacional más compleja que no elimine los polos opuestos31. Para el provincial, esto no era una utopía, sino que encontraba su realización concreta en un pueblo, la Iglesia, configurado históricamente como complexio oppositorum, en donde los opuestos (por ejemplo, tradicionalismo-progresismo) pueden permanecer en una sana tensión y se mantienen vinculados por una profunda unidad.

Entre otros ejemplos que documentan esta perspectiva tensional de Bergoglio previa a su encuentro con la teoría de los contrastes, destaca su reflexión respecto de la cuestión del encuentro entre los españoles y los pueblos originarios en América Latina32, que por aquellos años suscitaba interpretaciones diversas y contradictorias. Afirmándose nuevamente sobre la tensión misma, en lugar de sobre la alternativa por uno de los contrarios, el entonces provincial jesuita revalorizaba la síntesis del pueblo latinoamericano emergente del encuentro entre las dos culturas. Subrayando la opción jesuita por el indio como tal, así también como por el español y el criollo como tales, es decir, por los opuestos en cuanto que opuestos, para abogar por una unidad mayor, pluriforme. Esta opción bergogliana por una interpretación de la historia y del presente que no excluye ningún factor de los que se dan de hecho está ligada también a su conciencia temprana de la concepción ignaciana como perspectiva polar. Para Bergoglio el carisma jesuita es esencialmente dialógico, es posibilidad de encuentro entre opuestos. En 1978 le decía a la Orden: «un indicio de que estamos bien cimentados en el Señor es cuando podemos sobrellevar aquellas antinomias que hacen a nuestro ser jesuitas y que tienen su fórmula compendiosa en el clásico “contemplativo en la acción”»33.

Esta conciencia de la polaridad ignaciana, que se destaca en el pensamiento de Gaston Fessard, se reconoce en la continuidad entre su concepción de juventud de una existencia polar y la asunción del paradigma de Guardini después de 1986. En este sentido, Borghesi encuentra un vínculo entre el elogio sepulcral ignaciano, non coerceri a maximo, contineri tamen a minimo, divinum est, y la conformación del pensamiento tensional-polar de Bergoglio34. En un comentario del actual Papa a dicho epitafio, en efecto, puede apreciarse su actitud de mantener la tensión entre opuestos y su conciencia de la presencia de esa postura en el núcleo del carisma jesuita:

Sin retroceder ante lo que es más elevado, plegarse para recoger lo [...] pequeño al servicio de Dios; o bien, tendiendo a lo que está más alejado preocuparse de lo que está más cerca. Se aplica a la disciplina religiosa […] y es útil para caracterizar dialécticamente (en el sentido adoptado por Fessard) la espiritualidad ignaciana35.

Puede apreciarse en las dos primeras afirmaciones un vínculo, por así llamarlo, genético con las tensiones plenitud-límite y globalización-localización respectivamente, que, como veremos, aparecieron en el desarrollo posterior del pensamiento del Papa. Sabemos que desde 1986 la referencia a El contraste de Guardini en el discurso de Bergoglio es constante. En ese mismo año se instala en Frankfurt y comienza a trabajar en su tesis sobre la oposición polar como estructura del pensamiento cotidiano y del anuncio cristiano. De 1990 a 1992 continuó ese trabajo en Córdoba, Argentina, siempre inconcluso y, finalmente, en 2012, se propone la posibilidad de terminar su tesis al presentar su renuncia como Arzobispo de Buenos Aires. Francisco escribe al respecto: «Nunca terminé de escribirla. Sin embargo, la tesis me ayudó mucho, sobre todo a manejar las tensiones y los conflictos […] Pero en marzo de 2013 me cambiaron de diócesis. Al final terminé regalando el trabajo a un cura que estudiaba a Guardini»36.

Sin embargo, la filosofía de las oposiciones polares de Guardini ofreció a Bergoglio un cauce a su percepción polar de la existencia, influida y mediada por su experiencia jesuita-latinoamericana. En efecto, como ha quedado de manifiesto, los contrarios en conflicto, en su discurso previo a 1986, no son contradictorios, sino que son analizados en su complejidad, superando las reducciones simplificadoras, las síntesis abstractas apresuradas, y demostrando la necesidad de una coexistencia solidaria en la diferencia. Son los polos necesarios de una existencia en tensión.

4. El paradigma tensional-polar original de Bergoglio en diálogo con Guardini

El paradigma filosófico de las oposiciones polares de Bergoglio puede ser reconstruido sistemáticamente a partir de aquellas tensiones que aparecen en su discurso como nucleares y originarias, siendo para el actual Papa clave interpretativa de todos los contrastes de la existencia. La sistematización de una concepción de la existencia contrastada asentada sobre un grupo de opuestos generales, principios de todas las oposiciones, es descubierta por Francisco en la filosofía del contraste de Guardini.

Previo al análisis de estas oposiciones principales, se hace necesario hacer una primera aclaración sobre la noción de oposición polar o contraste. Guardini afirma:

Esta relación especial en la que dos elementos se excluyen el uno al otro y permanecen, sin embargo, vinculados e, incluso […], se presuponen mutuamente; esta relación que se da entre los diferentes tipos de determinaciones -cuantitativas, cualitativas y formales (gestaltmässigen)- la llamo contraste (Gegensatz)37.

De este modo, cuando se hace referencia a oposición, polaridad, tensión se habla de este tipo de vínculo concreto, que Bergoglio define del mismo modo en que lo hace el pensador ítalo-germano y que, en paralelo con la visión de Blondel-Fessard, en Fiorito y Scannone, también encuentra una correspondencia casi simétrica. Para Guardini, en efecto, al igual que para esta constelación de pensadores que están en las raíces del pensamiento de Bergoglio, todo el ámbito de lo humano se desarrolla en tensión. Desplegando su argumentación a partir de un trabajo de reflexión sobre sí mismo, como viviente-concreto38, desarrolla los distintos binomios de oposiciones que, de acuerdo a su análisis, componen la existencia.

Guardini ordena sistemáticamente dicho dinamismo de opuestos ofreciendo un esquema de los mismos. Primeramente, señala algunos grupos de oposiciones polares más universales, que, precisamente por esta razón, llama categoriales. Entre estos coloca, por un lado, a los contrastes que pueden ser directamente experimentados; las tensiones plenitud-forma, acto-estructura, individualidad-totalidad. Son los que Guardini denomina intraempíricos. En otra serie de tensiones, que aparecen en el nivel del vínculo de lo experimentable con la interioridad humana, llamado por Bergoglio «nivel reflexivo»39, se encuentran las oposiciones que Guardini llama transempíricas: producción-disposición, originalidad-regla, interioridad-trascendencia. Finalmente, además de las tensiones categoriales refiere aquellas que se encuentran en todas las otras y configuran lo que es propio del carácter tensional, por eso llamadas trascendentales. Estas son unidad-multiplicidad y semejanza-diferencia.

Cada uno de los contrarios, cada polo en tensión con otro, para Guardini, y así los entiende también Bergoglio, no son aspectos o partes de una cosa, ni estados sucesivos de la dialéctica del desarrollo de la existencia. La existencia concreta viene dada como unidad, pero una unidad que sólo se da en tensión, en oposición. Los opuestos son formas que se dan junto con su contrario, «vertientes significativas que no pueden ser reducidas las unas a las otras»40. Por esta razón, por ejemplo, para Guardini, la vida es forma, y también es su contrario, estructura. La obra El contraste, en efecto, ostenta un desarrollo rítmico pasando de una descripción de la vida en un sentido a la afirmación del sentido contrario, sin negar el anterior, sino rematando su necesidad. «La vida es esencialmente paradójica»41.

Ahora bien, como cabe esperar, el paradigma polar que emerge del pensamiento de Francisco demuestra un carácter original respecto del de Guardini. Los pares de contrarios considerados por aquel como los más universales y nucleares de la existencia en tensión no encuentran una correspondencia en simetría con los propuestos por el pensador ítalo-germano. La reflexión de Francisco ofrece una elaboración original en diálogo con un pensamiento en el cual encuentra correspondencia y afinidad.

Ahora bien, ¿cuáles son las polaridades que estructuran la concepción tensional original de Bergoglio? Los ya famosos cuatro principios propuestos constantemente por él y desarrollados ampliamente en la exhortación apostólica Evangelii Gaudium42, aplicados primero a la Doctrina Social de la Iglesia, pero presentes en todo su discurso como clave de interpretación de la existencia y de la historia, son, podría decirse, un compendio de las polaridades que estructuran todo su pensamiento tensional. De este modo, se pueden extraer y reconstruir los grupos de opuestos más universales de cada uno de estos principios. El principio que sostiene que el tiempo es superior al espacio, se estructura sobre la tensión tiempo-espacio (momento). Detrás de la afirmación de que la unidad prevalece sobre el conflicto subyace la polaridad unidad-distinción. Que la realidad es más importante que la idea implica el par de opuestos originalmente bergogliano realidad-idea. Por último, el todo es superior a la parte, supone dos tensiones del pensamiento de Francisco: localización-globalización y parte-todo.

Se pueden, entonces, vincular los opuestos bergoglianos tiempo-espacio y parte-todo a los pares intraempíricos de Guardini plenitud-forma y singularidad-totalidad respectivamente. El par globalización-localización, por su parte, encuentra su correlato guardiniano en la polaridad transempírica inmanencia-trascendencia. Unidad-conflicto corresponde a los dos grupos de contrastes trascendentales en Guardini, semejanza-distinción y unidad-disposición. El contraste realidad-idea, por su parte, no tiene paralelo en el sistema de oposiciones polares de Guardini, es producto original de la reflexión de Bergoglio.

Por lo tanto, parece que el actual Papa hizo una simplificación en cinco tensiones con respecto de las ofrecidas por Guardini (que son tres en cada grupo además de las dos trascendentales) y agregó una pareja más. Una confrontación entre el esquema de la existencia tensional elaborado por Bergoglio y el de Guardini pone de manifiesto, desde un ángulo constatable, la originalidad de la reflexión filosófico-existencial de Francisco.

4.1. Tiempo-espacio con respecto de plenitud-forma

Según Guardini la existencia concreta es forma (Gestalt), posee una fuerza configuradora. Es decir, la vida se experimenta como «capacidad de captar y acuñar, de esclarecer, iluminar y aclarar, de ordenar, estructurar y nombrar; de poseer un significado preciso, de expresar cuanto existe y sucede a través de contornos, líneas, peso y medida, propiedades, relaciones, actitudes»43. Por tanto, la vida se experimenta dentro de unos contornos, se vive con límites.

Sin embargo, tal como demuestra Guardini, la vida no es pura forma. En lo concreto los aspectos de su existencia nunca se dan de modo puro. La pretensión de pureza en el ser y en la gnoseología, para el autor ítalo-germano, es el rostro de la crítica moderna, que deviene en la fragmentación de la existencia y de las ciencias, en partes, en secciones y en campos autónomos, olvidando el carácter tensional del ser en su acontecer 44.

En este caso, junto con la forma, con el límite, se da la dinámica siempre expansiva de la vida, que en el ser humano, como dice Francisco en Evangelii Gaudium, «provoca la voluntad de poseerlo todo»45. Es decir, la vida se caracteriza por la plenitud (Fülle). De este modo, la vida es siempre búsqueda de más, y, al mismo tiempo, está siempre limitada. Se puede observar incluso, en el modo en que el Papa expresa esta tensión, cierta correspondencia con la volonté voulante y la volonté voulue de Maurice Blondel.

Ahora bien, la existencia es plenitud y es límite. Ambos opuestos se dan sin negarse mutuamente, como repeliéndose, pero encontrándose uno con el otro constantemente, en una dialéctica donde no cabe la antítesis. La anulación de cualquiera de estos opuestos lleva a la deformación de su contrario. Por tanto, la descripción atenta de uno de ellos exige la afirmación de su opuesto.

En un vínculo directo con el par plenitud-forma, se encuentra la polaridad bergogliana entre tiempo y espacio. Escribe el Papa en Evangelii Gaudium:

El «tiempo», ampliamente considerado, hace referencia a la plenitud como expresión del horizonte que se nos abre, y el momento es expresión del límite que se vive en un espacio acotado. Los ciudadanos viven en tensión entre la coyuntura del momento y la luz del tiempo, del horizonte mayor, de la utopía que nos abre al futuro como causa final que atrae46.

Bergoglio interpreta, pues, la polaridad guardiniana plenitud-límite desde la temporalidad como condición de la existencia concreta. El tiempo en cuanto horizonte que se abre, refiere a la categoría de posibilidad. El carácter siempre inacabado del tiempo es el ofrecimiento de un campo para la expansión. Expresión vivida y experimentada de la posibilidad de un proceso, de una tensión hacia una plenitud que se ve como posible.

Sin embargo, la existencia se afirma sólo en el presente, en el instante. Este es el momento de que habla Francisco. Es el aquí y ahora que reclama concreción a mi deseo de plenitud, que lo encarna y, por tanto, lo limita. Precisamente, por ser el límite espacio-temporal que concretiza el tiempo de la existencia en el ahora que acontece es expresado por el Papa como espacio, en oposición al tiempo.

En este sentido, es interesante observar el nexo entre estas reflexiones y la oposición grande-pequeño, que para Borghesi es, incluso, en el tiempo la primera tensión polar consciente que estableció Bergoglio47 a partir del epitafio que exhibe la tumba de San Ignacio, antes mencionado. Esta dialéctica entre lo grande y lo pequeño queda incluida en la oposición plenitud (tiempo) - límite (espacio), y puede, en última instancia, resolverse en ella. Es decir, grande-pequeño, aunque fundamental en el pensamiento de Bergoglio, no constituiría una tensión polar que se ubique dentro del grupo de las oposiciones nucleares, sino que es derivada de la oposición que estamos considerando.

4.2. Inmanencia-trascendencia y globalización-localización

Con el contraste inmanencia-trascendencia, Guardini se refiere a la dinámica centrípeta y centrífuga, típicamente humana. El reconocimiento constante de una interioridad, es decir, la experiencia de poseernos a nosotros mismos desde dentro, de una «vida [que] se experimenta a sí misma como habitando dentro de sí misma»48, se da junto al movimiento espontáneo hacia afuera, hacia el otro. En otras palabras, la inmanencia propia de la vida habitada desde dentro de sí misma existe junto con la trascendencia de uno mismo, entendida como posibilidad de salir fuera de sí. Ambos opuestos se dan simultáneamente, la exageración de cualquiera de ellos en el comportamiento humano es síntoma de desequilibrio y huida, o bien del propio interior, o bien del mundo que nos rodea.

Por un lado, Francisco lleva esta polaridad al ámbito interhumano, que aparece, al igual que toda forma de vida concreta, estructurado con una interioridad, que denomina localización, y una exterioridad, a la que se refiere como globalización. Por otro lado, la aplicación de esta interpretación al fenómeno social y al vínculo de un pueblo o comunidad con el resto, tiene un aspecto empírico directo, estructural, podría decirse. Este aspecto es el que Bergoglio expresa con el vínculo que se da entre la parte y el todo. En Guardini, exactamente la misma forma tiene el contraste intraempírico singularidad-totalidad. Es decir, precisamente por ser un vínculo interhumano el que se establece entre globalización y localización tiene un aspecto formal, tal como en cada humano hay una vertiente de interioridad y un movimiento hacia la alteridad, y un aspecto estructural, en la diferencia entre lo local y lo global.

Según Francisco, la localización, entendida como una atención a la proximidad del propio pueblo, de la propia comunidad, en tanto sujeto histórico con un horizonte simbólico-cultural, es una actitud necesaria. Es la condición de una existencia concreta, y en este sentido vivida con intensidad, caminando «con los pies sobre la tierra»49. Sin embargo, de acuerdo con la reflexión del Papa, igual de necesaria es la globalización. Esta noción expresa una apertura a la humanidad como tal, en lo concreto de su pluralidad que la hace otra con respecto al ámbito local. La mirada global es la trascendencia de la inmanencia del propio pueblo, la superación de los sectarismos y de los nacionalismos.

Como opuestos, globalización y localización, se afirman necesariamente el uno al otro y la aniquilación de cualquiera de ellos conlleva la deformación de su contrario. Comenta Francisco:

Las dos cosas unidas impiden caer en alguno de estos dos extremos: uno, que los ciudadanos vivan en un universalismo abstracto y globalizante, miméticos pasajeros del furgón de cola, admirando los fuegos artificiales del mundo, que es de otros, con la boca abierta y aplausos programados; otro, que se conviertan en un museo folklórico de "ermitaños" localistas, condenados a repetir siempre lo mismo, incapaces de dejarse interpelar por el diferente50.

Esta tensión entre la vivencia plena de la identidad histórico-cultural del propio pueblo y una amplitud de horizontes hacia todo lo humano en su pluralidad fue experimentada y explicitada por Bergoglio varios años antes de su encuentro con Guardini. En efecto, el actual Papa la encontró expresada en la historia de la Compañía de Jesús y su modo de comprender la inculturación del Evangelio en América Latina. En 1980, refiriéndose a esto, decía a los jesuitas argentinos: «ambas realidades garantizan ese estar sólidamente en la frontera, típico nuestro. […] lo universal [vivido] sin ninguna exigencia de inculturación, confunde el universalismo jesuita con un espiritualismo abstracto»51.

4.3. Los opuestos trascendentales y la tensión unidad-conflicto

El grupo de oposiciones, que Guardini llama trascendentales, está compuesto por las tensiones que se dan no ya en «ámbitos determinados de la realidad y en las distintas vertientes operativas de la vida, sino en el hecho mismo de la contrasteidad»52. Es decir, son opuestos establecidos no en el desarrollo, en el acontecer o en el darse de la existencia concreta, sino en las oposiciones mismas. En otras palabras, son los contrarios que expresan el nexo entre los polos de las oposiciones, los que hacen posible su caracterización y definen la forma particular de vínculo que se mantiene entre opuestos no contradictorios

Para Guardini, como se ha mencionado, este grupo está compuesto por semejanza-distinción y unidad-disposición. Los contrarios tienen una afinidad que los asemeja y se atraen hacia una unidad compleja irreductible a la uniformidad. La identidad de los contrarios aniquilaría o reduciría su consistencia, la confusión de ambos en una homogeneidad ideal pervertiría la existencia tal como se da. Si no hay tensión en el viviente-concreto, de acuerdo a este planteo, hay muerte. La uniformidad es muerte. De este modo, las oposiciones polares manifiestan un carácter cualitativo que se expresa en la afinidad y la distinción entre los contrarios y un carácter estructural que se establece en su unidad y diversidad.

Esta cualidad y esta estructura de la existencia en tensión es lo que Bergoglio entiende a partir de la única tensión unidad-conflicto. En Evangelii Gaudium, afirma al respecto:

La solidaridad, entendida en su sentido más hondo y desafiante, se convierte así en un modo de hacer la historia, en un ámbito viviente donde los conflictos, las tensiones y los opuestos pueden alcanzar una unidad pluriforme que engendra nueva vida. No es apostar por un sincretismo ni por la absorción de uno en el otro, sino por la resolución en un plano superior que conserva en sí las virtualidades valiosas de las polaridades en pugna53.

Para Francisco, en efecto, ningún ámbito de la existencia, de la historia, del pensamiento, queda fuera de esta solidaridad diferenciada entre unidad y conflicto. Es el contraste que rige en todas las oposiciones del acontecer humano. En la carta encíclica Fratelli Tutti sostiene que lo más alto a lo que apunta la comprensión humana es precisamente a «un ámbito donde los conflictos, las tensiones e incluso los que se podrían haber considerado opuestos en el pasado, pueden alcanzar una unidad multiforme que engendra nueva vida»54.

Como se puede apreciar, la polaridad unidad-conflicto de Bergoglio define la modalidad con la que entiende la peculiar relación que hay entre todos los opuestos que se dan en la existencia concreta. Es, para él y así se refleja en su discurso, como la clave última de interpretación de todas las polaridades sociales, políticas, eclesiológicas, teológicas, filosóficas, existenciales. De este modo, constituye la posibilidad de afirmar una contrariedad en tensión donde el pensamiento unilateral ve contradicción. Afirma Francisco:

Uno de los efectos del conflicto es ver como contradicciones lo que en realidad son contraposiciones, como me gusta llamarlas. En una contraposición hay dos polos en tensión, que tiran cada uno para su lado: horizonte y límite, local y global, el todo y la parte, etc. Son contraposiciones porque, aun siendo contrarias, interactúan en una tensión fecunda y creativa [...] Considerar las contraposiciones como contradicciones es fruto de un pensamiento mediocre que nos aleja de la realidad55.

4.4. La realidad es más importante que la idea

La última oposición polar, según el orden propuesto, es originalmente bergogliana y no encuentra paralelo en el sistema de Guardini. Es la oposición entre idea y realidad que se establece en el ámbito gnoseológico. Para el Papa argentino el reconocimiento de esta tensión es, podría decirse, condición de posibilidad para una comprensión polar de la realidad. Ella ofrece el ámbito adecuado a la conciencia para una aproximación auténtica a la existencia concreta como dinamismo tensional. En efecto, la apertura atenta y respetuosa a la unidad pluriforme que se ofrece en lo concreto, o la cerrazón que constituye un pensamiento unilateral o una lógica abstracta que unifique en una pretendida totalidad homogénea, se juega en la disposición de la razón desafiada por la tensión idea-realidad.

Se ha analizado esta polaridad en el pensamiento del Pontífice al considerar, al comienzo del presente artículo, su vínculo con la filosofía junto con lo que se ha llamado, con Scannone, la acción contemplativa de Francisco. Concretamente, como escribe Francisco, la afirmación de esta tensión se estructura sobre la premisa de que «la realidad simplemente es, la idea se elabora»56. Para Francisco, en efecto, el racionalismo y el intelectualismo, entendidos como actitudes que entre idea y realidad priorizan la idea, son siempre reducciones. La consecuencia de esto es el devenir de la idea en «los purismos angélicos, los totalitarismos de lo relativo, los nominalismos declaracionistas, los proyectos más formales que reales, los fundamentalismos ahistóricos, los eticismos sin bondad, los intelectualismos sin sabiduría»57.

Sin embargo, tal como se desprende de sus palabras, la razón mantiene su papel reflexivo, de juicio, de discernimiento, en palabras ignacianas. La primacía de la realidad, de la existencia y el acontecer tal como se dan, ofrece la clave de la razonabilidad bergogliana. El reconocimiento de la oposición idea-realidad como tensión y no como alternativa gnoseológica se traduce en esa concepción vital de una «realidad iluminada por el razonamiento»58.

5. Las nociones de polaridad y desborde como sentido adecuado a la existencia concreta

El reconocimiento de lo concreto, de la realidad tal como aparece, conlleva a la exclusión de un paradigma absolutizante o unilateral por inadecuado. En este sentido, el Papa Francisco, refiriéndose a la tendencia a interpretar la realidad de modo contradictorio, afirma: «Así actúan las ideologías y los políticos sin escrúpulos. Es así como, al toparnos con una contradicción que no nos permite avanzar hacia la solución real, sabemos que estamos ante un esquema mental reduccionista y parcial que hay que superar»59.

Cabe destacar y hacer explícito en este punto del análisis que el ritmo dialéctico de la reflexión de Bergoglio, que superficialmente considerado podría dar la impresión de cierto paralelismo con la dialéctica hegeliana, sin embargo, constituye un método diverso con un planteamiento y unas condiciones de posibilidad diferentes. En este sentido, estos paralelos metodológicos, que pueden ser útiles para reafirmar la perspectiva filosófica que alimenta la reflexión de Francisco, conllevan el riesgo de ocultar la diferencia fundamental entre sus respectivas concepciones respecto de la trascendencia. Precisamente, la tradición filosófica en la que se inscribe la visión polar de la existencia no propone la síntesis en un tercer término superador excluyente de los opuestos, sino que los contiene a ambos en un vínculo de mutua necesidad. De este modo, en lugar de la contradicción tesis-antítesis, se descubre entre los opuestos el vínculo de la tensión de polos que se reclaman en su misma contrariedad. Desde esta perspectiva, la síntesis superadora no puede constituirse en una negación o en una infravaloración de los términos opuestos, así como tampoco puede suplantarlos a modo de un momento dialéctico ya superado, sino que proporciona un sentido más amplio. Coloca, más bien, a los opuestos en un nuevo horizonte, redefiniendo su sentido.

Sin embargo, el pontífice distingue entre contrarios (Gegensätze, siguiendo a Guardini), que deben entenderse como tensiones polares, y contradicciones (Widersprüche), que son aquellos factores que se dan como alternativos, es decir, que se constituyen de tal modo que la afirmación de uno de ellos implica necesariamente la negación de su contradictorio. Explica Francisco:

La creación está llena de estas polaridades vivas o Gegensätze; nos dan vida y dinamismo. Las contradicciones (Widersprüche), por el contrario, exigen una elección entre lo correcto y lo incorrecto. (El bien y el mal nunca pueden ser contraposición porque lo malo no es la contraparte de lo bueno, sino su negación)60.

En este sentido, la reducción que supone una consideración unilateral de la realidad, absolutista, o fundada de modo simplista sobre el principio de identidad, radicaría en la confusión gnoseológica entre contrarios y contradicciones. Semejante confusión, supone para Francisco una pérdida del sentido dialógico de la existencia y, en el plano humano, un atentado a la fraternidad, en la búsqueda de «transformar siempre la contraposición en contradicción exigiendo una elección y de este modo reduce la realidad a simples binarios»61.

La negación de uno de los contrarios por la consideración unilateral de su opuesto no es el único modo en que, según el Papa, se soslayan en el pensamiento las tensiones propias de la existencia. Otra vía reduccionista, en este sentido, es la que constituye la pretensión de relativización de las oposiciones. Los opuestos serían considerados en este caso meramente como factores heterogéneos sin vínculos necesarios entre sí, por lo tanto, sin mutua solidaridad. Es decir, la tensión no se percibe porque se niega el vínculo de oposición en tensión. Afirma Francisco:

[Se] puede negar la tensión de los dos polos en contraposición, optando por una especie de convivencia estática. Este es el peligro del relativismo o del falso irenismo, la actitud de «paz a cualquier costo», donde el objetivo es evitar por completo el conflicto. En este caso, no hay una solución, porque la tensión ha sido negada y abandonada. Esto también es negarse a aceptar la realidad62.

Puede apreciarse que ambos modos de negar el dinamismo tensional tienen, en el pensamiento de Francisco, una implicación no sólo intelectual, sino también práctica y, por lo tanto, ética. Se traduce en el plano de la praxis, sea político, eclesial, social, o interpersonal, en la dialéctica violenta de identidad-contradicción (aliados-enemigos) o en un pacifismo cuya realización radica en la falta de diálogo con lo otro, con la diferencia (en una in-diferencia). «Por tanto, hay dos tentaciones: por un lado, embanderarnos con un lado u otro, exacerbando el conflicto; por el otro, evitar de plano el conflicto, negando la tensión y lavándonos las manos»63.

En este sentido, el paradigma de las tensiones polares, tal como se ha considerado, se establece en el pensamiento de Francisco como vía de reflexión adecuada a la existencia concreta, en tanto superación de los reduccionismos por su apertura a la alteridad que ofrece nuevos horizontes.

Ahora bien, y como se puede constatar en algunas de las citas analizadas en el presente artículo, Francisco muchas veces afirma con respecto a las tensiones que «todo se resuelve en un plano superior que conserva en sí las virtualidades valiosas de las polaridades en pugna»64. Cabe preguntarse ¿qué sentido tiene este plano superior que hace efectiva la resolución de las tensiones en el pensamiento del Papa? Esta superación, ese tipo de síntesis dialéctica concreta que emerge de las oposiciones polares, es explicitado por Francisco con el término «desborde». El desborde hace posible la integración de todas las aristas del problema planteado en un horizonte de sentido, con la simpleza de la remisión reflexiva a lo que se da en el desarrollo fenoménico. Explica Francisco:

Surge en forma imprevista e inesperada, como resultado de una nueva y mayor creatividad, como de afuera. A esto lo llamo “desborde”, porque sobrepasa los límites que confinaban nuestro pensamiento y hace surgir, como de una fuente desbordante, las respuestas que la anterior contraposición no nos dejaba ver65.

De este modo, el desborde de Bergoglio no emerge como resultado de una síntesis reflexiva que comenzaría en la constatación de las polaridades de la existencia concreta para cerrar su círculo en una dialéctica abstracta, producto del mero trabajo especulativo. Francisco sostiene que ese resultado, imprevisto e imprevisible, viene como desde fuera, es dado. Se ofrece en el fenómeno mismo del desarrollo de la tensión, sobrepasando el límite del propio pensamiento, es decir, no pudiendo ser producido por él. La dialéctica entre contrarios, que desemboca en este plano superior, donde la contrariedad no se pierde, sino que se resignifica, acontece en el encuentro atento entre la conciencia y los fenómenos tal como se dan. Es decir, en la apertura al despliegue de las oposiciones se descubre el sentido, la riqueza y la fecundidad que proyecta la pluralidad de factores en tensión cuando por la solidaridad entre ellos emerge la necesidad de su afirmación plena.

La categoría de desborde, que como se puede apreciar tiene una gran densidad para el análisis de las tensiones a nivel filosófico, es tomado por el Papa del lenguaje bíblico:

“Desborde” es una posible traducción del vocablo griego perisseuo, el término usado por el salmista cuya copa rebosa con la gracia de Dios en el Salmo 23. Es lo que Jesús promete (Lucas 6, 38) que se derramará sobre nosotros cuando perdonamos. Es el sustantivo que se usa en el Evangelio de Juan (Juan 10, 10) para describir la vida que Jesús vino a traernos, y el adjetivo de San Pablo (2 Corintios 1, 5) cuando habla de la generosidad de Dios. Es el mismísimo corazón de Dios que se desborda en esos famosos pasajes del padre que corre a abrazar al hijo pródigo, el anfitrión de la boda que sale a buscar invitados de los caminos y los campos para su banquete, la pesca sobreabundante al amanecer que rompe las redes después de una noche de pesca infructuosa o Jesús lavando los pies de sus discípulos la noche antes de morir66.

El origen de su selección del término pone de manifiesto el carácter de superación por sobreabundancia que propone con el mismo. La dialéctica tensional no se resuelve, para Francisco, en la inmanencia de la oposición misma, sino en un novedoso desborde de sentido que hace de cada opuesto una realidad abierta y fecunda, sin perder nada de lo que lo hace otro con respecto a su opuesto, y que hace de la tensión una solidaridad estructural que se ofrece como una unidad plural, superadora de la solitaria unidad uniforme.

Por lo tanto, esta noción de desborde es estructuralmente dialógica. En efecto, como se ha podido comprobar, para el actual Papa la razón es esencialmente dialógica. Precisamente, la razonabilidad ofrece la apertura necesaria para el avance hacia la superación de las contradicciones. «Este avance es un don del diálogo»67.

La posibilidad de desborde soporta la peculiar interpretación de Francisco respecto de los ámbitos interpersonales, marcada por la necesidad dialógica de reconocer la alteridad como tal sin anular, aniquilar ni soslayar nada de lo que la hace otra. Por esta razón, en el ámbito práctico el Papa propone y subraya la necesidad del papel del mediador o, como él lo llama a propósito, el reconciliador. Al respecto, escribe:

La tarea del reconciliador, en cambio, es “sufrir” el conflicto. Mediante el discernimiento, debe mirar más allá de las razones aparentes del desacuerdo, abriendo a los implicados a la posibilidad de una nueva síntesis que no anule a ninguno de los polos, sino que conserve lo que es bueno y válido en los dos, asumiéndolos en una nueva perspectiva68.

De este modo, la dimensión ética del paradigma polar puede ser simplificada en la figura del reconciliador. Es decir, del que, al igual que en el plano existencial y gnoseológico, en el ámbito interpersonal no se establece sobre las alternativas absolutistas, ni tampoco es seducido por la simplificación irenista en cuanto pacifismo superficial, sino que, por su capacidad de reconocer y mantener las diferencias (sociales, políticas, eclesiales, personales) puede establecer un diá-logo.

En efecto, el diálogo es posible, precisamente, cuando hay diferencias, hay otros. En la identidad o uniformidad, por tanto, no hay lugar para el diálogo, sólo es posible el discurso monológico. En el plano de la praxis, el diálogo acontece a partir del reconocimiento y la atención al otro. Es posible como reconciliación, según Francisco, entre lo que aparentemente está en contradicción, pero en realidad se establece en una contrariedad fecunda y novedosa. Esta contrariedad entre el yo y el otro no implica la aniquilación ni la acentuación arbitraria de uno de los términos, sino la posibilidad de algo nuevo.

En la praxis de Francisco este paradigma tensional-dialógico puede interceptarse desde los más concretos gestos, en cuanto últimos capilares de su concepción. En efecto, un ejemplo manifiesto de esto en su administración eclesial es su opción por la sinodalidad. En la exhortación apostólica, que es producto escrito final del importante y polémico sínodo de amazonia, el Papa observa:

Suele ocurrir que en un determinado lugar los agentes pastorales vislumbran soluciones muy diversas para los problemas que enfrentan […] Cuando esto ocurre es probable que la verdadera respuesta a los desafíos de la evangelización esté en la superación de las dos propuestas, encontrando otros caminos mejores, quizás no imaginados. El conflicto se supera en un nivel superior donde cada una de las partes, sin dejar de ser fiel a sí misma, se integra con la otra en una nueva realidad69.

Es manifiesto cómo en la sinodalidad entra en juego el paradigma tensional-polar del Papa Francisco y su noción de desborde como resolución novedosa e imprevisible de las aparentes contradicciones. Con respecto a esto, afirma Francisco:

Mi preocupación como Papa ha sido promover este tipo de desbordes dentro de la Iglesia, reavivando la antigua práctica de la sinodalidad. Mi deseo fue dar vida a este antiquísimo proceso, no solo por el bien de la Iglesia, sino como un servicio a la humanidad, a menudo trabada en desacuerdos paralizantes. La palabra proviene del griego syn-odos, “caminar juntos”, y ese es su objetivo: no se trata tanto de forjar un acuerdo, sino de reconocer, valorar y reconciliar las diferencias en un plano superior donde cada una pueda mantener lo mejor de sí misma. En la dinámica de un sínodo, las diferencias se expresan y se pulen hasta alcanzar una armonía que no necesita cancelar los bemoles de las diferencias [...] Ahí reside su belleza: la armonía que resulta puede ser compleja, rica e inesperada70.

Este es el sentido práctico-ético concreto del desborde, que nunca emerge como algo estático. De este modo, la paz, superadora del irenismo, en el pensamiento de Francisco es agonal, dialógica. No es reposo, es tensión71, porque el diálogo sólo acontece en la tensión y en la pluralidad. El siempre-más-allá que significa el desborde, la auténtica unidad en un plano superior, de mayores horizontes, sólo es posible en el desarrollo dialógico de las diferencias. En esto consiste la vital fecundidad en el ámbito interhumano del paradigma de las oposiciones polares de Bergoglio.

Consideraciones finales

En el desarrollo del presente trabajo se ha intentado poner de relieve algunos aspectos del pensamiento del Papa Francisco. Concretamente, algunos sus vínculos más generales con la filosofía y de las raíces filosóficas que pueden reconocerse a partir de su discurso y de su acción. Sin embargo, aunque este análisis aborda cuestiones centrales respecto de la reflexión filosófica presente en Francisco, inevitable y conscientemente ha dejado de lado otras vertientes muy relevantes de su discurso, como el aspecto filosófico de la noción de pueblo o su vínculo intelectual con otros referentes de la filosofía latinoamericana, mencionados en el punto 2.

Probablemente, incluso, con las distancias que ofrecerán los años saldrán a la luz otras facetas de la dimensión filosófica del pensamiento de Bergoglio que ahora no se nos hacen evidentes, porque estamos, en efecto, ante un pensamiento vivo y vital, que se forja y profundiza desde lo concreto de la experiencia razonada y se pone en juego en la praxis y las decisiones del sucesor de Pedro. Un pensamiento marcado por la apertura, nunca cerrado, nunca acabado. Precisamente, esto es la realización de lo que el propio Francisco llama un «pensamiento incompleto, que te lleva hasta cierto punto y luego te invita a dar espacio a la contemplación. Crea un espacio para que te encuentres con la verdad. Un pensamiento fecundo debería ser siempre incompleto para dar lugar a un desarrollo ulterior»72.

Si bien, como se ha apuntado al inicio del presente análisis, no estamos ante el Papa filósofo o el Papa teólogo, títulos que bien les caben a sus dos últimos predecesores, podríamos agregar junto al título de Papa pastor, el de Papa del diálogo. En efecto, Francisco se ocupa de tender puentes, tanto dentro como fuera de la Iglesia y desde la Iglesia hacia lo distinto de ella. No sólo su pensamiento es esencialmente dialógico, como se ha visto, sino también su acción. Como cabeza visible de la Iglesia es un promotor y provocador de diálogo. En este sentido, en muchas ocasiones, abandona la argumentación teológica, para adoptar un modo filosófico, más universal, que alterna también con una razonabilidad experiencial-existencial, más cercana al sentido común. Precisamente en esto, en la fecundidad del estilo filosófico de Francisco, el Papa emérito Benedicto XVI ve uno de los rasgos que ponen más en evidencia la continuidad entre ambos pontificados. En efecto, afirma Benedicto: «el Papa Francisco es un hombre de profunda formación filosófica [lo cual ayuda] a ver la continuidad interior entre los dos pontificados, si bien con todas las diferencias de estilo y temperamento»73.

Bibliografía

Benedicto XVI. Carta a Mons. D. Viganò en ocasión de la presentación de la colección «La teología del Papa Francisco», 7 de febrero de 2018. https://www.vaticannews.va/es/papa/news/2018-03/carta-benedicto-xvi-mons--vigano.html (consultada el 20 de octubre de 2021). [ Links ]

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1Cf. Austen Ivereigh. El gran reformador. Francisco, retrato de un papa radical, trad. J. Estrella (Barcelona: Ediciones B., 2015).

2Cf. Massimo Borghesi, Jorge Mario Bergoglio. Una biografía intelectual, trad. M. Leonetti (Madrid: Encuentro, 2018).

3Cf. Juan Carlos Scannone, «La Filosofia dell’azione di Blondele e l’agire di Papa Francesco», La Civiltà Cattolica IV (2015): 216-33.

4 Benedicto XVI. Carta a Mons. D. Viganò en ocasión de la presentación de la colección «La teología del Papa Francisco», 7 de febrero de 2018.

5 Francisco, Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, n.° 94 (Roma, 2013),

6Francisco, Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, n.° 231.

7 Romano Guardini, El contraste. Ensayo de una filosofía de lo viviente-concreto, trad. A. López Quintas (Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos, 1996), 73.

8Cf. Francisco, Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, n.° 231.

9 Francisco, «Soñemos juntos». El camino a un mundo futuro mejor (Barcelona: Penguin Random House, 2020), 130.

10 Jorge Mario Bergoglio, Nosotros como ciudadanos, nosotros como pueblo: Hacia un bicentenario en justicia y solidaridad 2010-2016 (Buenos Aires: Claretiniana, 2011), 14-15.

11Francisco, Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, n.° 231.

12Cf. Juan Carlos Scannone, «La Filosofia dell’azione di Blondele e l’agire di Papa Francesco»: 219.

13Cf. Jorge Mario Bergoglio, «Una institución que vive su carisma» (Discurso de apertura de la Congregación provincial XV, 8 de febrero de 1978, San Miguel, Buenos Aires).

14 Francisco, Discurso a la curia general de la Compañía de Jesús con ocasión de la presentación de los cinco volúmenes de los escritos del P. Miguel Ángel Fiorito S.I. (1916-2005). Roma, 13 de diciembre de 2019.

15Juan Carlos Scannone, «La Filosofia dell’azione di Blondele e l’agire di Papa Francesco»: 216 (La traducción es del autor del presente artículo).

16 Maurice Blondel, La Acción (1893). Ensayo de una crítica de la vida y de una ciencia de la práctica, ed. J. M. Isasi y C. Izquierdo (Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos, 1996), 133.

17 Bocken, «Mystik als Tat? Philosophie und Spiritualität bei Maurice Blondel», Interdisciplinary Journal for Religion and Transformation in Contemporany Society, vol. 5 (2019): 81.

18Francisco, Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, n.° 119.

19Francisco, Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, n.° 31.

20 Jorge Mario Bergoglio, Prólogo a Podetti, A., Comentario a la Introducción a la Fenomenología del Espíritu (Buenos Aires: Biblos, 2007), 11.

21Jorge Mario Bergoglio, Prólogo a Podetti, A., Comentario a la Introducción a la Fenomenología del Espíritu, 11.

22Jorge Mario Bergoglio, Prólogo a Podetti, A., Comentario a la Introducción a la Fenomenología del Espíritu, 12.

23Jorge Mario Bergoglio, , Prólogo a Podetti, A., Comentario a la Introducción a la Fenomenología del Espíritu, 11.

24Francisco, Discurso a la curia general de la Compañía de Jesús con ocasión de la presentación de los cinco volúmenes de los escritos del P. Miguel Ángel Fiorito S.I. (1916-2005). Roma, 13 de diciembre de 2019.

25 Débora Donnini, Entrevista a Antonio Spadaro S.I., Roma, 28 de noviembre de 2019. consultada el 9 de octubre de 2021. https://www.vaticannews.va/es/iglesia/news/2019-11/entrevista-spadaro-sobre-fallecimiento-padre-scannone.html

26 Antonio Spadaro, «Le orme di un pastore. Una conversazione con Papa Francesco», en Bergoglio, Jorge Mario - Papa Francisco. Nei tuoi occhi è la mia parola. Omelie e discorsi di Buenos Aires 1993-2013, ed. A. Spadaro (Milán: Rizzoli, 2016), XIX.

27Romano Guardini, El contraste. Ensayo de una filosofía de lo viviente-concreto, 80-83.

28Cf. Juan Carlos Scannone, «La Filosofia Dell’azione Di Blondele e l’agire di Papa Francesco», 216.

29Cf. Maurice Blondel, La Acción (1893). Ensayo de una crítica de la vida y de una ciencia de la práctica, 488.

30Cf. Massimo Borghesi, Jorge Mario Bergoglio. Una biografía intelectual, 143.

31Massimo Borghesi, Jorge Mario Bergoglio. Una biografía intelectual, 15-16.

32Cf. Jorge Mario Bergoglio, «Fede e giustizia nell’apostolato dei gesuiti» en Pastorale sociale, ed. Marco Gallo, trad. A. Taroni (Milano: Jaca Book, 2015), 246-247.

33 Jorge Mario Bergoglio, «Una institución que vive su carisma», Discurso de apertura de la Congregación provincial XV, San Miguel, Buenos Aires, 8 de febrero de 1978.

34Cf. Massimo Borghesi, «El Modelo de La Polaridad. La Influencia de Gaston Fessard y Romano Guardini en Jorge Mario Bergoglio», Open Insight XI, n.° 22 (2020): 19.

35 Jorge Mario Bergoglio, Nel cuore di ogni padre. Alle radice della mia spiritualità, trad. de F. Angeletti y G. Romano (Milano: Rizzoli, 2016): 282.

36Francisco, «Soñemos juntos». El camino a un mundo futuro mejor, 81.

37Romano Guardini, El contraste. Ensayo de una filosofía de lo viviente-concreto, 79.

38Romano Guardini, El contraste. Ensayo de una filosofía de lo viviente-concreto, 80.

39 Bergoglio, J. M., «Necesidad de una antropología política: un problema pastoral», Stromata, vol. 45, nn. 1-2 (1989), 177.

40Romano Guardini, El contraste. Ensayo de una filosofía de lo viviente-concreto, 128.

41Romano Guardini, El contraste. Ensayo de una filosofía de lo viviente-concreto, 89.

42Francisco, Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, nn. 221 ss.

43Romano Guardini, El contraste. Ensayo de una filosofía de lo viviente-concreto, 91.

44Cf. Romano Guardini, El contraste. Ensayo de una filosofía de lo viviente-concreto, 85, nota 4.

45Francisco, Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, n.° 222.

46Francisco, Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, n.° 222.

47Cf. Massimo Borghesi, «El Modelo de La Polaridad. La Influencia de Gaston Fessard y Romano Guardini en Jorge Mario Bergoglio».

48Romano Guardini, El contraste. Ensayo de una filosofía de lo viviente-concreto, 114.

49Francisco, Exhortación Apostólica, Evangelii Gaudium, n.° 234.

50Francisco, Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, n.° 234.

51 Jorge Mario Bergoglio, «Criterios de acción apostólica», Boletín de espiritualidad. Compañía de Jesús de Argentina, n.° 64 (1980): 25, nota 15.

52Romano Guardini, El contraste. Ensayo de una filosofía de lo viviente-concreto, 119.

53Francisco, Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, n.° 228.

54 Francisco, Carta Encíclica Fratelli Tutti sobre la fraternidad y la amistad social (Roma, 2020), n.° 245

55Francisco, «Soñemos juntos». El camino a un mundo futuro mejor, 81.

56Francisco, Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, n.° 231.

57Francisco, Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, n.° 231.

58Jorge Mario Bergoglio, Nosotros como ciudadanos, nosotros como pueblo: Hacia un bicentenario en justicia y solidaridad 2010-2016 (Buenos Aires: Claretiana, 2011), 15.

59Francisco, «Soñemos juntos». El camino a un mundo futuro mejor, 81.

60Francisco, «Soñemos juntos». El camino a un mundo futuro mejor, 81.

61Francisco, «Soñemos juntos». El camino a un mundo futuro mejor, 81.

62Francisco, «Soñemos juntos». El camino a un mundo futuro mejor, 82.

63Francisco, «Soñemos juntos». El camino a un mundo futuro mejor, 81.

64 Francisco, Exhortación Apostólica Postsinodal Querida Amazonia (Roma, 2020), n.° 104.

65Francisco, «Soñemos juntos». El camino a un mundo futuro mejor, 82.

66Francisco, «Soñemos juntos». El camino a un mundo futuro mejor, 82-83.

67Francisco, «Soñemos juntos». El camino a un mundo futuro mejor, 82.

68Francisco, «Soñemos juntos». El camino a un mundo futuro mejor, 82.

69Francisco, Exhortación Apostólica Postsinodal Querida Amazonia, n.° 104.

70Francisco, «Soñemos juntos». El camino a un mundo futuro mejor, 83-84.

71Cf. Francisco, Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, n.° 238 ss. También en «Soñemos juntos». El camino a un mundo futuro mejor, 84-85.

72Francisco, «Soñemos juntos». El camino a un mundo futuro mejor, 58.

73Benedicto XVI. Carta a Mons. D. Viganò en ocasión de la presentación de la colección «La teología del Papa Francisco», 7 de febrero de 2018.

Para citar esta artículo: Pignalitti, David Antonio. «Raíces filosófica de una presencia provocativa en el mundo actual: El Papa Francisco y la reflexión filosófica». Franciscanum 179, Vol. 65 (2023): 1-25.

*Licenciado en Filosofía por la Universidad Católica de Santa Fe, profesor de Filosofía y Ciencia Sagrada por el Instituto Superior Particular n.° 3247 «San Carlos Borromeo», bachiller en Teología por la Pontificia Universidad Católica Argentina. Actualmente ejerce como investigador en el proyecto «Implicaciones ético-políticas del Blockchain. Una investigación filosófica de ética aplicada», en la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Católica de Santa Fe, Argentina. Es profesor de la cátedra de Filosofía del Lenguaje de la carrera de Licenciatura en Filosofía de la misma Universidad. ORCID: https://orcid.org/0000-0002-5987-6678. Contacto: dpignalitti@ucsf.edu.ar.

Recibido: 18 de Mayo de 2022; Aprobado: 25 de Junio de 2022

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