SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.65 issue180Metaphysics, anthrtopology and moral cirtue in Saint Gregory of NisaAround «Il più santo tra gli Italiani, il più Italian tra i santi». A look from outside Italy and some additional data on the chronicle of a historical phrase about Francis of Assisi author indexsubject indexarticles search
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

Related links

  • On index processCited by Google
  • Have no similar articlesSimilars in SciELO
  • On index processSimilars in Google

Share


Franciscanum. Revista de las Ciencias del Espíritu

Print version ISSN 0120-1468

Franciscanum vol.65 no.180 Bogotá July/Dec. 2023  Epub Feb 12, 2024

https://doi.org/10.21500/01201468.6211 

TEOLOGÍA

La familia hoy: una lectura a través de la imagen digital*

Family Today: A Review through Digital Image

Diego Agudelo Grajales1  **
http://orcid.org/0000-0001-9089-595X

Natalia María Ramírez López1  ***
http://orcid.org/0000-0002-7067-9915

1Pontificia Universidad Javeriana; Cali; Colombia.


Resumen

El propósito es explicar cómo la crisis de la institución familiar lleva implícita una crisis en el sujeto humano, que desde la autonomía y la libertad se proponía como proyecto de vida conformar una familia. El modelo de análisis está centrado en esa configuración de las nuevas formas de familia, mediadas por el influjo de las tecnologías, especialmente, las fotografías digitales o las selfies como formas de expresión cotidiana donde ya no está presente la narración ni la historia, aunque sí está la imagen. La metodología de investigación utilizada en este análisis es la hermenéutica fenomenológica a partir de manifestaciones relacionales mediadas por un generador de significado como es la selfie que se pone presente en este espacio conjunto de realidad y virtualidad. La tarea desde la educación es ser propositivos construyendo con los jóvenes nuevos sentidos de esperanza para que esas nuevas formas de familia sean espacios de amor.

Palabras claves: familia; joven; cambio social; fotografía; medios sociales; humanidades

Abstract

The purpose of this article is to explain how the crisis of the family institution implies a crisis in the human subject, which from its own autonomy and freedom proposes as life project to form a family. The analysis model is centered on this configuration of the new forms of family, mediated by the influence of technologies, especially digital photographs, or selfies, as forms of daily expression where the story or narrative is no longer present; it is replaced by image. The research methodology is phenomenological hermeneutics, mediated by a technological device that is as well a generator of meaning: the selfie as an entire fabric of humanity that is present in both spaces of reality and virtuality. The task from education is to be proactive with a sense of hope, building new meanings with young people so that these new forms of family become spaces of love for them.

Keywords: Family; Youth; Social change; Photography; Social media; Humanities

Introducción

Podríamos considerar distintas posibilidades de abordar este título, comenzando por la representación de la crisis familiar como tema de fondo, cuya interpretación puede ser diferente según el contexto, el tiempo, la intencionalidad, la disciplina, la creencia o el enfoque. Precisamente, en un contexto de cambios instantáneos nos corresponde revisar cómo se ha transformado la familia, cuáles son sus representaciones, cómo está experimentando la realidad y cómo se está transformando; pues bien, es posible afirmar que esta indagación requiere la exploración de las representaciones simbólicas de la familia mediante la observación de sus prácticas fotográficas, especialmente las selfies actuales, que constituyen un punto de partida para el análisis de los cambios ocurridos en el ámbito de la familia, como paradigma relacional en las últimas décadas. Pensemos, por ejemplo, que, en lugar del relato, de la narración, surge la fotografía análoga como acto presente en la ritualidad de las visitas a la casa.

La propuesta de análisis que se plantea en este documento está centrada, entonces, en esa configuración de las nuevas formas de familia, mediadas por el influjo de las tecnologías, especialmente, las fotografías digitales o las selfies como formas de expresión cotidiana, donde ya no está presente el relato ni la historia acompañando la imagen o es transformada por un proceso de postproducción y convertida en una obra de arte inmediata1. Partimos de dos realidades: una, que la familia tradicional está en crisis; otra, que la familia se está reconfigurando de manera diferente y que, por tanto, se han diversificado las problemáticas. Creemos que la fotografía digital y con ella la selfie actúan como mediación y representación de este cambio.

Será muy importante ver la forma cómo esas nuevas realidades de familias se están expresando en estos formatos, y preguntarnos qué pueden estar significando no sólo en lo representacional de sí mismos, sino en lo que estamos valorando. De igual manera, es válida la pregunta en la dirección contraria, es decir, cómo el hiperconsumo de los objetos tecnológicos influye en el funcionamiento, comunicación, psiquismo, subjetividad e identidad tanto individual como familiar2.

En este sentido, el propósito de fondo de este trabajo es explicar cómo la crisis de la institución familiar lleva implícita una crisis en el sujeto humano, reflejada en la crisis de la narración, comprendido el sujeto desde la modernidad como sujeto relacional, que desde la autonomía y la libertad proponía como proyecto de vida conformar una familia dentro de los parámetros del modelo tradicional. Se esperaba seguir reproduciendo este patrón desde la crianza y la enseñanza de unos valores específicos que reforzarían ese ideal; pero lo que viene ocurriendo en la actualidad es un desplazamiento del sujeto hacia su misma interioridad, sin referencia a los demás. Como está sucediendo en estos tiempos de posmodernidad, donde la imagen digital ya no requiere al ser humano, sino a un cálculo que se convierte en imagen de «un cuerpo en movimiento», pues:

Porque "la foto es la grabación trabajada de un impacto físico", mientras que "la imagen digital no resulta del movimiento de un cuerpo sino de un cálculo"… La imagen contemporánea se caracteriza justamente por su poder generador: ya no es una huella (retroactiva), sino un programa (activo). Es justamente esta propiedad de la imagen digital la que informa el arte contemporáneo con mayor fuerza3.

Es la crisis de un sujeto que se ve a sí mismo en red, pero en una red cambiante, instantánea, que refleja los cambios de lo que esa sociedad exige como modo de estar con los likes o me gusta de las redes sociales. Un sujeto que, al igual que todos, busca y desea reconocimiento, que vive con otros, pero que está inmerso en un proceso de extimidad al punto de ser vinculado con un narcicismo sindrómico que no le permite ver qué está pasando con los más cercanos relacionalmente, lo cual incluye, o mejor, excluye a la comunidad, a la familia como una opción de vida en el futuro, así valore lo que esta le ha representado.

No se trata del interés de indagar estos cambios en las opciones o proyectos de vida de los jóvenes y los supuestos desde donde se podrían explicar; lo que sí interesa es la relación que existe entre los formatos de la imagen desde la fotografía y los proyectos de familia, de sus integrantes, las selfies y la instantaneidad de los jóvenes como un signo del desinterés frente a un proyecto de familia, más aún bajo el modelo tradicional, independientemente de si su experiencia de familia ha tenido o no traumatismos, como, por ejemplo, violencia intrafamiliar, machismo, entre otros hechos. Interesa, también, tomar esas grandes líneas que las selfies manifiestan en este desplazamiento de interés y, tal vez, de lo más llamativo, no siendo lo único, es la gran difusión de un ideal de hombre o mujer, centrados en el logro y el éxito individual que curiosa o paradójicamente pasa por el reconocimiento de los otros de ese logro o éxito, como si los demás existieran para aplaudir lo que supone la necesidad de ser ampliamente difundido y reconocido4. Y es en esta perspectiva que tienen sentido esas nuevas formas de interacción humana mediante las redes sociales, la virtualidad de la imagen, los memes, la fotografía instantánea y otros productos culturales en un mundo voluble; de manera complementaria, se puede ver el contraste de una época en la que todo quedaba inmóvil y, por eso, el relato daba nuevamente vida a la imagen.

Por su puesto, la inspiración o la referencia es la preocupación por la familia que está en la opción personal de los investigadores, pero, ciertamente, la reflexión y preocupación actual de la Iglesia católica hace que ese interés tenga una motivación constructiva o propositiva, toda vez que el mismo papa Francisco no busca dar fórmulas definitivas ni cerrar un debate:

El camino sinodal permitió poner sobre la mesa la situación de las familias en el mundo actual, ampliar nuestra mirada y reavivar nuestra conciencia sobre la importancia del matrimonio y la familia. Al mismo tiempo, la complejidad de los temas planteados nos mostró la necesidad de seguir profundizando con libertad algunas cuestiones doctrinales, morales, espirituales y pastorales. La reflexión de los pastores y teólogos, si es fiel a la Iglesia, honesta, realista y creativa, nos ayudará a encontrar mayor claridad5.

La metodología de investigación que nos permite hacer este análisis es la hermenéutica fenomenológica, puesto que la hermenéutica conlleva un proceso de interpretación y conocimiento que la fenomenología alimenta con el análisis y la atención a los sentidos. Se comprende la hermenéutica fenomenológica en términos de Heidegger, influenciado por su tutor Edmund Husserl (fundador de la filosofía fenomenológica) y, sobre todo, inquieto por las consecuencias y crisis espirituales posteriores a la Primera Guerra Mundial que lo llevaron a cuestionarse en Ser y Tiempo sobre el sentido del ser, lo que significa ser persona viendo las cosas por sí mismas a través de la actividad práctica, donde asumió la filosofía y la comprensión con distinción ontológica, dialogando con el neokantismo y el vitalismo de Nietzsche6. Además, queremos resaltar que Heidegger recupera en la hermenéutica el sentido relacionado con el relato al remitirse al término hermeneuein, conectándolo con el dios Hermes, portador de mensajes y relatos:

Según Heidegger la hermenéutica no significa el arte de la interpretación, ni la interpretación misma, sino la tentativa de determinar lo que es la interpretación a partir de lo que es hermenéutico. No obstante, él dará un nuevo sentido a la hermenéutica, el sentido de lo hermenéutico remite al término griegohermeneuein,conectándolo con el dios Hermes, mensajero divino… De esta manera Heidegger subraya la originaria relación de la hermenéutica con el lenguaje en tanto que portador de un mensaje7.

Así, este análisis en hermenéutica fenomenológica, en cuanto acto de interpretación y entrecruzamiento de sentidos, se realiza a partir de las nuevas manifestaciones relacionales de la familia, mediadas no sólo por un dispositivo tecnológico como medio -como lo podía ser antes la cámara-, sino como un nuevo generador de significado -como es la selfie- con todo el entramado de humanidad, que se pone presente en este espacio de realidad y virtualidad al mismo tiempo. De allí que en el siguiente subcapítulo pueda dialogarse con Kant y Nietzsche sobre el ser del hombre, y con Benjamin, sobre la crisis del relato: metodología y temática se fusionarán en la reflexión concerniente a la crisis del sujeto humano.

1. Crisis en el sujeto humano: la pregunta fundamental de la filosofía sigue siendo la misma en la era de tecnología

Desde finales de la modernidad, Kant nos plantea que no existe pregunta más fundamental que la pregunta por el ser del hombre: ¿Qué es el hombre? Precisamente, por fundamental parece que no es necesario seguirla planteando en estos tiempos, dejándola en la trastienda de la reflexión filosófica, hasta que se llega a la censura de la misma, cuando Foucault proclama, al decir de F. Nietzsche, la muerte del hombre; por tanto, si este ha muerto, ya es irrelevante la pregunta:

Nietzsche encontró de nuevo el punto en el que Dios y el hombre se pertenecen uno a otro, en el que la muerte del segundo es sinónimo de la desaparición del primero y en el que la promesa del superhombre significa primero y antes que nada la inminencia de la muerte del hombre […] Si el descubrimiento del Retorno es muy bien el fin de la filosofía, el fin del hombre es el retorno al comienzo de la filosofía. Actualmente sólo se puede pensar en el vacío del hombre desaparecido. Pues este vacío no profundiza una carencia; no prescribe una laguna que haya que llenar8.

Contrario a esta máxima, el hombre ha sido planteado como pregunta desde siempre con formulaciones diferentes, pero todas volviendo a la pregunta de la Pitia oracular de Delfos a Sócrates: conócete a ti mismo. Lo que significa que toda pregunta y respuesta se dirige a esta realidad respecto a qué significa ser tú mismo, por lo que será incesante en el espíritu humano no sólo preguntar, sino estar en referencia a nosotros mismos, y es en esta dialéctica donde comienza la filosofía. Desde el inicio de la modernidad, Descartes vuelve sobre la pregunta y responde:

Ya sé con certeza que soy, y que es posible a la vez que todas esas imágenes, y en general todo lo que se refiere a la naturaleza del cuerpo, no sean más que mis sueños. Teniendo en cuenta todo esto, no aparezco más tonto diciendo: voy a imaginar para conocer con más distinción lo que soy, que si dijera: en realidad ahora estoy despierto y veo algo verdadero, pero como todavía no lo veo con bastante evidencia. Y de esa manera sé que ninguna de aquellas cosas que puedo comprender mediante la imaginación pertenece al conocimiento que tengo de mí, y que la mente desde ser apartada de todo ellos con la mayor diligencia para que ella misma perciba en la forma más distinta su naturaleza9.

La pregunta filosófica, entonces, es ¿qué soy yo?, ¿qué es el hombre? Preguntas que implican que la respuesta es el tú, pero ese tú no es tú en sentido singular, sino la designación de un sí mismo que está presente en cada uno; es decir, es a la vez todos y cada uno. Significa que escapa a cualquier estabilidad geométrica, matemática o positiva en la que se ha querido encerrar al hombre y esa es la muerte del hombre de Foucault, la muerte de esa representación o concepción del ser humano provisto de evidencia y encerrado en un concepto, algunas veces desde la negación paradójica que suponen los conceptos como inhumano, como deshumanización, unas veces empleado para revelar la ausencia de comportamientos esperados por esta especie humana entre las demás, otras, como esa supresión de la interioridad. Condiciones, o mejor, conceptos que toman más fuerza en la medida en que se analiza el impacto de las tecnologías sobre la constitución de lo humano.

Sabemos que no es una realidad nueva, la de un ser humano producto de grandes dispositivos sociales que lo conforman; lo ha hecho la Iglesia, el Estado con sus instituciones y ahora, la tecnología. Por lo que tendría que pensarse si la pregunta es ¿qué es el hombre?, o ¿este hombre?, haciendo referencia a que ya no hay lugar para preguntas metafísicas, sino mecánicas: Dime qué haces, y te diré qué eres; dime qué ves y te diré en qué te estás convirtiendo. Y aunque supone la respuesta de un alguien que lo sabe y puede pontificar el cambio, lo que está en consideración es la definición unidimensional del hombre, de Marcuse, lo que no necesariamente significa que es un ser para la muerte o para el entretenimiento, sino y especialmente, que es un ser sin historia, sin conexión emocional o significativa con los siglos de historia del hombre y, por tanto un ser afectado por el vacío10. No un vacío temporal, sino constante, que no deja lugar al pasado ni al futuro. No un vacío de soledad o de estar sólo físicamente sino de sentirse sólo11.

Pero, también, si nos devolvemos en la mirada y pensamos desde un supuesto menos pesimista, ¿qué encontramos? Es válido decir que no se trata de que estas preguntas nos pongan en el juego de la vida. Las nuevas generaciones, en un contexto como el de hoy, actúan, como dice Durkheim, en un tiempo de edades niveladas, sin formalismos ni cortesías piadosas (disfrazadas de buena educación) hacia el viejo, donde el trato es entre iguales: “A consecuencia de esta nivelación las costumbres de los antepasados pierden su ascendiente pues no tienen cerca del adulto representantes autorizados”12. Lo que significa que se genera otra manera de valorar, pero que no necesita justificarse, y eso es lo que vive el joven de hoy. No es que experimente un vacío existencial desde la perspectiva del adulto ilustrado poseedor de la verdad y con la autoridad de la referencia académica, sino que no necesita ni le interesa argumentar ni defender sus decisiones, sus modos y sus valoraciones, simplemente se realizan las cosas. Entonces, su mundo sin historia, sin narración, sin relato, solo en presente fugaz, no es una tragedia ni es una condición circunstancial del tiempo, sino una nueva metafísica sin metafísica; se trata de un nuevo modo de ser desprovisto de esa carga ontológica de lo que significa el ser y desprovisto de la configuración narrativa de la experiencia.

Al igual que Heidegger, Benjamin evidenció la Primera Guerra Mundial y la consecuente crisis existencial de los seres humanos, revelando cómo la narración tradicional suponía la comunicación de una experiencia fundada en la experiencia, en la sabiduría o en una herencia cultural de vínculos comunitarios que se venían perdiendo desde la modernidad. Es decir, que la crisis humana de la modernidad se ha reflejado en la crisis de la narración (cómo en la dificultad de narrar lo ocurrido en la guerra), llevando al hombre a redefinir su relación con el relato, la historia, la comunidad, la memoria, la vida misma: su ser13. Conjuntamente, ocurre algo importante; para Benjamin la narración estaba principalmente basada en la oralidad; pero explica que, con la modernidad, con el auge de la novela y la escritura, el ser humano comenzó a ver el contenido de las historias desde lo explicable y comprobable, es decir, perdiéndose lo épico y ganando lo cartesiano. Es de resaltar que la oralidad, la narración, constituía una práctica grupal, mientras la lectura y la escritura conllevan una práctica individual, solitaria, relacionada con la muerte del relato, la muerte de la memoria, la muerte de la imaginación, la muerte de la práctica comunitaria que comienza a permear toda vivencia. Si bien Benjamin se refería a la novela, a la información, podemos hacer la analogía con las nuevas tecnologías que cada vez más nos alejan de las experiencias comunitarias tradicionales.

En este momento nos referimos a las vivencias y no a experiencias, porque Benjamin, en el breve ensayo «Experiencia y pobreza», refiriéndose de nuevo a la guerra, habla de las vivencias dolorosas que paralizan, explica que las experiencias han venido convirtiéndose en vivencias pobres e incomunicables. Así, el autor describe nuevos seres humanos carentes de experiencias comunicables, carentes de narraciones14. Como educadores, debemos buscar generar nuevas experiencias narrables para nuestros jóvenes, debemos buscar modificar la realidad, no la descripción, una realidad que esté cargada de experiencias llenas de sentido y de esperanza, que valgan la pena ser narradas y representadas en cualquier formato discursivo, incluido el gráfico, cómo la fotografía.

1.1. ¿Será que estamos ante una nueva concepción de familia?

Y ¿la familia? Una doble representación cabe para la familia: de una parte, el modelo tradicional de familia, como lugar de encuentro de las generaciones que soporta el desarrollo afectivo de las personas; de otra parte, el formalismo jurídico del que procede un hecho biológico que no deja de ser un espacio temporal. Obviamente, ese lugar de la institucionalización de la familia es preponderante en el análisis fragmentado o sistémico, pues está ordenado como horizonte de comprensión.

Efectivamente, una de esas instituciones que se consideraba natural por ser el primer espacio de socialización, es la familia; pero esta se ha venido redefiniendo, o mejor, su concepción ha quedado relegada en la sociología histórica como una realidad de significación en comunidades tradicionales. El gran grueso de la sociedad sólo lo refiere como un concepto que quedó amarrado al pasado, ya que su campo de significación no tiene relación con lo que los miembros de la sociedad están viviendo. Si bien parece una realidad apocalíptica, lo que realmente se quiere decir es que el mundo simbólico que encerraba este concepto ha ido cambiando, y, por tanto, ese mundo relacional de afectos se ha estado redefiniendo. Así lo describe Iglesias de Ussel:

Más que la aparición de un nuevo tipo de familias, de nuevas organizaciones familiares, la familia marcha, sobre todo, hacia una mayor flexibilidad. Ese es el aspecto sustantivo del inmediato futuro y, junto a esa mayor flexibilidad en las relaciones lo que hay es un acortamiento en el plazo de materialización y universalización de las innovaciones (…) Esa diversidad está ya hoy presente (…) Pero la diversidad crecerá cuantitativamente y, también, su presencia en los medios de comunicación (...).

Realmente el futuro como el presente se puede tomar con toda la frivolidad que se quiera cuando afecte a los adultos, pero si involucra a menores debe filtrarse por el interés de los menores. En ese sentido, pensar en el futuro exige, sobre todo, reflexionar profundamente sobre quienes van a habitar ese futuro (…) Muchas veces los adultos se preguntan qué futuro dejaremos a los niños de hoy; es una reflexión muy acertada. Pero lo grave es la indiferencia sobre lo inverso y, seguramente, más decisivo: qué niños estamos dejando a ese futuro y qué padres y madres serán estos niños de hoy15.

Precisamente, uno de esos factores que inciden en las nuevas definiciones de familia es la tecnología16 ya que esta posibilita nuevas o distintas formas de interacción, con lo cual no se está diciendo que es mejor o peor que las anteriores, es decir no es un juicio de valor desde la nostalgia de lo que fue, sino una valoración de que cada época tiene su propia crisis con su mundo de significación.

La familia, o lo que solemos llamar así, dejó de ser un refugio para sus integrantes y menos para los jóvenes, pues no logra ser el espacio de consuelo de las situaciones cotidianas por la creciente conflictividad y la implacabilidad, por ejemplo, del mundo del trabajo. «Es compresible que esta disgregación de la vida familiar esté acompañada de la desarticulación de los vínculos de afectos y reglas y cada vez se esté pareciendo al resto de la sociedad, pues resulta permeada por ella y sus cambios de representación»17.

Sin embargo, si consideramos la familia como otros modos de estar relacionados, es posible que esta nueva concepción esté dominada, más que por lo lazos de sangre, por los lazos de valores o intereses comunes, que pueden ser construidos o sostenidos mediante las redes sociales. Puede ser que muchos aspectos atribuidos a la familia tradicional no estén articulados, pero en cuanto al compartir emociones y sentimientos, sí lo sea. Puede ser que genere también valores compartidos. Es decir, nos pone en cuestión la perspectiva esencialista que ha dominado nuestras epistemologías culturales y nos sitúa en el aprendizaje de nuevas realidades, nuevas dinámicas que refieren en su intencionalidad a lo que reconocemos como familia.

Algo interesante es que estas generaciones de niños y jóvenes no necesitan adaptarse a la generación adulta, como lo puede suponer una generación anterior; ni les interesa conocer ni imitar porque desde que nacen están en un medio como el tecnológico, que les propone nuevas referencias. Además, tengamos en cuenta que las condiciones favorables o desfavorables de muchos jóvenes les han permitido construir nuevas expresiones culturales, unas que se explican como consecuencia del aumento de los ingresos familiares, bien por la profesionalización de los padres o por las oportunidades de mantener un empleo remunerado. Y otras se explican por la necesidad y ven en esas nuevas expresiones una posibilidad de ingresos para sus familias. Contribuye a estas realidades la exposición a las nuevas referencias la educación de tiempo completo de los niños y jóvenes, y la consecuencia es precisamente la flexibilización de las relaciones familiares y una autonomía en las generaciones jóvenes18. Sin contar el carácter activo de las nuevas generaciones en las pantallas como una forma de buscar reconocimiento, inaugurando maneras de ser audiencias y «Contar algo de las ciudadanías celebrities o el espíritu mediático que atraviesa todas las posibilidades de dejar de ser audiencias y convertirse en productores o en parte de las visibilidades»19.

Esto es posible verlo -si nos acercamos a las culturas juveniles con ojos curiosos y sin prejuicios de adultos con nostalgias- en estas nuevas prácticas, nuevas formas de existencia en el acceso a toda una red de amigos, a quienes se lleva siempre consigo y con quienes se comparte todo el tiempo mediante el mensaje interactivo de texto, los emoticones y emojis, como formas de ritualidad, de crear confianza y reciprocidad, quienes ya no están en el plano del cara a cara, como principio básico de la relación de la familia. Así que el reto es interpretar cómo se puede mantener este lazo biológico acompasado de esos lazos múltiples de la vida contemporánea de la tecnología, explorar cómo seguir apostando por una dinámica de familia desde el encuentro y desde la virtualidad, sin sacrificar o despreciar a una por encima de la otra. Tal vez mantener esta distinción distanciada y sin tensión creativa es la que hace que los jóvenes privilegien ese formato de la familia virtualizada sobre la familia desde el encuentro y tal vez sea esa la razón de una mayor distancia y silencio estéril que lleva pérdidas de sentido. Tal vez sea necesario explicitar formas de acompañamiento desde dimensiones que faciliten esa resignificación desde la espiritualidad20.

1.2. La selfie: ¿otro modo de ser y representarse?

Ahora bien, toda esta antesala de exposiciones permite entender el contexto y el propósito, donde lo que está presente es el análisis sobre el papel que juegan la libertad, la soledad, la exposición, la individualidad o la escisión de los autores de las selfies, y la representación en y desde la familia como institución tradicionalmente reconocida.

La tesis inicial radica en que la mediación o representación que toman los autores o los aficionados de las selfies es otro modo de ser. No nos vamos a preguntar cómo es que fue posible (ni qué motivó) ese desarrollo tecnológico, sino cuál es ese fenómeno por el que los jóvenes y, por qué no, también nosotros están/estamos todo el tiempo tomando fotos, mostrando, subiendo imágenes a las redes sociales. Es decir, no nos enfocamos únicamente en el medio en sí, sino en la mediación, que incluye a los autores, a su audiencia y su entorno sociocultural. Seguimos influenciados por Martín-Barbero en su importante texto De los medios a las mediaciones, que desplaza el interés por los medios hacia la atención que requieren también los cambiantes entornos y mediaciones socioculturales, donde se presentan los mismos, donde, desde la modernidad, los productos culturales representan tanto la cultura hegemónica como la popular:

Cambiar el lugar de las preguntas, para hacer investigables los procesos de construcción de lo masivo por fuera del chantaje culturalista que los convierte inevitablemente en procesos de degradación cultural. Y para ello investigarlos desde las mediaciones y los sujetos, esto es, desde la articulación entre las prácticas de comunicación y movimientos sociales21.

Entonces, al fijarnos en las mediaciones no sólo nos fijamos en el medio, que es la selfie, sino en su entorno sociocultural, teniendo en cuanta al autor, su receptor y la imagen. En este caso los jóvenes, sus familias y su representación. Evidentemente, las selfies no fueron una moda pasajera; ya van a ser 10 años desde que en 2013 fue la palabra del año por el diccionario Oxford. Más allá de seguir a la moda, es un estar vigente, un estar presente. Y para ello, el joven no necesita del otro, sino que lo experimenta él mismo, permitiendo una realidad directa con el dispositivo a partir de una individualidad y libertad de verse como quiere, y hacer imágenes como quiere y desea. No solo desde ese lugar de mostrarse, sino de ser crítico y testigo de esas imágenes con el fin de ser jurado de sus capacidades o potencias. En este primer sentido, la posibilidad de ser autor (acto individual en comparación con la acción colectiva del narrador) de diferentes fotografías aparece en el horizonte del desplazamiento formativo, en el arte de la fotografía y en la consideración que incluso la fotografía, está destinada para los que se han formado en ella. La autoría da la sensación de seguridad, control y autoestima; sin embargo, esto puede cambiar radicalmente con las manifestaciones de gusto o disgusto que provocan22.

Insistimos. Es curioso que justamente la inquietud de ser fotógrafo nazca de una experiencia individual con la cámara más que de un gusto distanciado por ella. Este fenómeno, que sin duda ha venido gestándose a lo largo de la historia de la fotografía análoga, toma aún más fuerza con las versiones digitales que no sólo aseguran el dominio de herramientas de edición, sino, particularmente, la elección de qué queremos ver y qué no queremos ver, cosa que necesariamente no ocurría con la fotografía análoga.

En este sentido, no se está afirmando que quien toma fotos es fotógrafo y, en consecuencia, hace fotografía; más bien, se está indagando por aquel deseo innato del ser humano o mejor, de este ser humano actual, para seguir el hilo conductor de lo planteado antes en este escrito, por representar, por conservar -por supuesto-, por ser autor de sí mismo. Sin embargo, no hay que olvidar que, adicionalmente, se pone en juego un espíritu de observador, quizá de voyeur que no da espera cuando se trata de sugerir un instante, como clave para probar que en efecto aquello existió, para probar que equis cosa fue definitivamente de esa manera y no de otra. Cabe recordar, por ejemplo, el importante papel que ejerció o que tuvo la aparición del retrato y su consecuente fenómeno: el autorretrato. Curiosamente, este hecho, además de instalar un nuevo modo de ver, en donde el protagonista era el artista en todo sentido, es decir, autor y protagonista, también propuso el posicionamiento de una ventana en la que él se asomaba y ponía con el fin de exponerse como objeto de sí mismo, cuestión típica de autores como Durero, Rembrandt y Velázquez.

Seguir rastreando aquella pregunta inicial nos pondría también a discutir sobre el papel que tiene el registro fotográfico. Concebimos el registro como una actividad de inscripción, en donde se apunta o se siente algo; igualmente, como memoria individual, familiar y social. En este último sentido, se encuentra el documento de Leticia Fuentes Franco, que estudia el álbum familiar como memoria (comprendida desde la psicología, filosofía, la historia y sociología), analizando los cambios y evolución del mismo en diversos formatos, incluido el digital. Se refiere a una memoria no neutral que da identidad, lazos de afectividad o egoísmo, privacidad o reconocimiento. La fotografía como memoria convertida en presente con la simple observación, interpretación e identificación23.

Retomemos que se comprende el registro como una actividad de inscripción en donde se apunta o se siente algo. Esta afirmación nos deja la tarea de emprender una reflexión sobre por qué los seres humanos tenemos la necesidad de registrar las acciones y los sucesos; no hablemos aún de acontecimientos, porque bien podríamos dedicarnos, posteriormente, a evidenciar la dimensión de acontecimiento que rodea el mundo fotográfico de las selfies, por supuesto; en este sentido, y hablando del fenómeno de la selfie, podríamos recordar y pensar que el registro viene como prueba y evidencia. Aparte de sostener lo que algunos han pensado sobre las selfies y la necesidad que tienen sus autores de hacerse visibles para el mundo, habría que decir, además, que existe una especie de necesidad de verdad, de verificación, quizá de constancia de que lo que vivimos o experimentamos es así y no de otro modo. Aquí, la verdad, o veracidad, no tiene que ver con la adecuación o coherencia entre hecho y realidad, como lo define la escolástica tomista, sino con una emocionalidad que decide que en efecto lo visible es de ese modo y no de otro.

Lo interesante es que justamente con la fotografía digital vienen los procesos de posproducción, en donde las imágenes bien pueden ser perfeccionadas, simplificadas, atenuadas o simplemente intervenidas desde nuestras consideraciones y preferencias. De esta manera, podemos decir que aparte de registrarnos y de llevar nuestra prueba de nosotros mismos, también estamos abocadaos a la alteración de las pruebas.

Acudimos a las imágenes, solemos creer en ellas, lo curioso es que incluso en los procesos de edición ya estamos inmersos en una mecánica de alteración. Cabe anotar que no estamos diciendo, con esto, que las herramientas de edición o los programas que existen para ello formen parte de estrategias ruines con respecto a la verdad, pues con frecuencia escuchamos que las fotografías justamente requieren de un proceso de edición posterior; más bien, lo que queremos decir es que la producción de imágenes constituye la articulación de una libertad de verdad sobre cuerpos, acontecimientos, hechos y sucesos, en la que somos dueños, protagonistas y autores.

Si la pregunta en este instante fuera cuál es el destino de las imágenes -para usar la expresión de Jacques Ranciere-, diríamos que asistimos a un evento en el que las imágenes son una prueba, aun cuando exista la posibilidad de fiarnos -o no- de y en esa prueba. Por ello, la prueba puede ser intervenida: la prueba, el registro, es mi prueba y mi registro, y ello hace que sea autor de modo abierto y prolongado. Pero también hace del espectador un maestro de la sospecha que debe dudar como principio fundamental de lo que está en el registro y unir la intención no manifiesta con el autor o protagonista de la imagen. Podríamos decir que una selfie no es de modo preciso y contundente un retrato de sí mismo; va más allá de eso, a un proceso de posproducción, es decir, asistimos a una instancia de copia de sí mismo24.

1.3. ¿Qué representa todo esto en nuestro ser?

¿Nostalgia de pasado?, ¿nostalgia de unidad dirían algunos?, ¿unidad entre qué? -dirían otros-. Quizá ya no hay tiempo para la nostalgia porque el presente no se agota y ello se pone en evidencia con el fenómeno que hemos venido describiendo. Justamente, cuando el presente no se agota, aparecen otros tipos de nostalgias, aquellas en las que el pasado invita a suponer qué difícil es editar sobre lienzo o papel, cuando el color ha hecho la forma, y cuando la luz ha hecho ya un volumen decidido y resuelto. Desde el lugar en el que no se es artista, como es nuestro caso, tal vez estas nostalgias están inscritas.

Indaguemos los efectos de la selfie, la dimensión de acontecimiento que surge desde allí y el posicionamiento de dichos autores en una instancia organizativa, como es la familia, pues en ella, sea la concepción que se tenga, se experimenta esa misma realidad descrita para los jóvenes, pero en espíritu colectivo.

Antes la fotografía mostraba en forma rígida la realidad de la familia, y, a su vez, la familia era una estructura fija. Cuando decimos fija nos referimos a que era sobria e instalaba en la imagen lo que se quería mostrar, y como no había lugar para la edición, los detalles se cuidaban, y esos detalles reflejaban el lugar de la representación de la autoridad de los abuelos, luego, de los padres y en forma ascendente, de mayores a menores; repetimos, no solo quietos, sino rígidos. Efectivamente, en ese contexto de representación, lo que dijeran los mayores, primero, no se cuestionaba y, segundo, se tenía que cumplir. Y existían mecanismos de verificación y de sanción si se pretendía pasar la norma establecida.

Hoy, esa realidad es dinámica y la autoridad es tan diluida que precisamente la fotografía o selfie está en movimiento, no se cuida la postura, sino que se muestra el desparpajo, contrastado muchas veces con el espíritu señorial de los abuelos o padres. La fotografía no requería aprobación, pero sí la contemplación por parte de los mismos fotografiados como los descendientes futuros. Ahora, con el smartphone, tomado como un objeto de total devoción, funciona como dispositivo de subjetivación, al igual que lo que representó el santo Rosario para el católico; primero, porque ambos son móviles y segundo, porque sirven para el examen y el control de sí mismos. «El me gusta funciona como el así sea de la misa»25, de modo que este dispositivo no sólo tiene una utilidad de comunicación, sino que puede cambiar el instante y hacerse público.

La comunicación digital, según un nuevo lenguaje o mejor otra semántica que nos propone el filósofo esteta Byung-Chul Han, es un medio que facilita la repentina salida de los afectos como algo subjetivo que no permite la narración ni la construcción de una justificación en una sociedad que se llama positiva con todo lo asociado, como la transparencia, la libertad, la exposición, lo bello, lo pulido, entre otros, que, a su vez, significa la restricción de la negatividad o todo lo asociado a ese paradigma de la incertidumbre, feo, oscuro, oculto, tosco, entre otros26.

Las cosas se exponen, se vuelven mercancía y desaparece el valor de lo privado en función del valor de la exposición. Esa narración era una necesidad humana que ahora queda relegada, simplemente porque ya no importa ese ámbito de lo privado. Eso es lo que Walter Benjamin reconoce en la fotografía, en tanto reprime por completo el valor cultural, aunque esta no retrocede sin resistencia. Por eso surge el retrato para sí, como memoria del pasado para el presente; tiene un contenido temporal de testimonio de que ha sido así, aunque luego, también, se vuelve mercancía y se expone. Hoy, con la fotografía digital se borra cualquier antesala, cualquier antes del revelado en papel y corre exactamente el mismo fin del papel (desaparece). Despojada de toda negatividad, se hace transparente, sin una fecha de nacimiento ni de muerte, sin finalidad y sin causa; es sólo el momento, sin memoria27.

Esa absolutización de la exposición por encima del culto es lo que hace que todos estemos expuestos como objetos de publicidad, sin una reflexión jurídica y estética que nos sitúe en lugares diferentes, en sentires diferentes. Respecto a la reflexión jurídica, se recomienda el análisis de Ordoñez y Calva sobre las experiencias de los menores en la sociedad de la información: las potenciales amenazas a las que se exponen; la necesidad del cuidado de su intimidad y privacidad; la libertad en el desarrollo de su personalidad, y, sobre todo, la importancia del papel de la familia en su protección y cuidado28.

Respecto a la reflexión estética, con los me gusta es suficiente, pues no se requiere análisis, no se implica la contemplación. Barthes, traído por Han, dice que la fotografía debe ser silenciosa y sólo en ese esfuerzo es posible encontrar su intensidad. Distingue dos elementos en la fotografía, el studium y el punctum. El primero pertenece al género del gusto, que deriva en me gusta; el punctum, por su parte, genera perplejidad, vulneración, complejidad, intensidad29.

La fotografía digital está en la estética del primer plano y, reflejada en la selfie, expresa la calocracia (o imperio de la belleza) a la que estamos asistiendo en nuestras sociedades; por eso las arrugas, la vejez se esconden como la enfermedad. Para qué salir en la foto con el abuelo, y si se toma la foto, si no es que se edita con algún programa o ambiente, pero lo importante no es la memoria, sino una inusitada compasión o, por qué no, la comparación de la frugalidad del tiempo, que para uno es de futuro y para otro es de pasado.

Conclusiones

Se pueden escribir todavía muchas cosas más, pues no creo que ningún argumento por estructurado y sustentado que sea podrá explicar la realidad del fenómeno de la familia en el mundo actual transido o expresado mediante la fotografía digital o las selfies. Lo que sí es cierto es que no podemos seguir manteniendo una posición de poder desde la palabra para invalidar las formas de familia de los jóvenes o la pluralidad de la concepción y representación de familia.

Tampoco es válido ponernos desde una orilla a defender una forma naturalizada, por muy sacralizada que sea, o, dicho desde el lenguaje religioso, por muy revelada que pretenda ser. Si queremos realmente promover a la familia, nos corresponde salirnos de esos lugares de trinchera y promover una pedagogía del encuentro desde lo que nos une, desde lo que nos distancia generacionalmente, y valorar lo que se tiene como realidad.

Efectivamente, la familia ha cambiado, se está transformando, se han pluralizado sus formas, pero todavía sigue teniendo un lugar común en el espíritu de encuentro. La virtualización, el cara a cara, son un formato; la fotografía análoga fija, aunque se guarda en papel, solo revela el paso del tiempo y cómo se refería la autoridad; pero no podemos olvidar que el tiempo es pasado, que la selfie y la fotografía digital se transforman, siendo un espacio que, virtualizado o con diferentes estados, se moviliza y tiene un presente que se edita desde un ideal. Ambas no nos refieren al futuro de lo que somos, sino de lo que éramos; y en lo que somos podemos encontrar las diferencias de los valores, de los sentidos que les demos a las cosas, sin contraponerse, todos necesitamos encontrar sentido y podemos hallarlo si volvemos a lo fundamental: el encuentro, el amor, eso moviliza todo y rompe los ismos que construimos.

En esta transformación de la familia y su representación, actualmente, ha aparecido otro concepto que es importante abordar en futuras investigaciones y profundizaciones. Nos referimos al Sharenting, palabra derivada de las palabras en inglés parenting, que significa paternidad, y Share, que significa compartir. El Sharenting es la práctica realizada por los padres que comparten fotos de o con sus hijos en redes sociales, sin consentimiento de los mismos, lo que puede generar posteriores conflictos en la identidad e intimidad de los hijos30. El Diccionario Británico Collins lo incluyó desde 2016. Será necesario profundizar en la protección y privacidad de los menores, y en la necesidad de una educación digital y jurídica al respecto31.

Se pregunta ¿por qué hoy en día los jóvenes eligen la convivencia antes que el matrimonio? ¿No deberíamos preguntarnos si el Evangelio de la familia, tal como lo presentamos, es poco atractivo? ¿No deberíamos replantear el lenguaje y el contenido de este anuncio para hacer que el Evangelio de la familia resulte más atractivo? ¿Cuál es el papel de los medios digitales en este proceso?

Para finalizar, podemos mirar los jóvenes, podemos analizar sus comportamientos e incluso entender sus opciones, podemos ver la transformación de las familias, la representación de las mismas, lo que se está configurando como tal y quedarnos en el mundo de la contemplación, o podemos ser propositivos y construir con ellos sentidos, experiencias y narraciones para que sean un espacio de amor, de fuerzas creadoras proyectadas como testimonio a los demás. Esta última intencionalidad es la que interiormente fortalece para caminar con otros y dejarnos acompañar en este proceso de la vida.

Bibliografía

Agudelo, Diego. «El impacto de las nuevas tecnologías en la organización actual. Una mirada desde la ética». En Humanismo, tecnologías e innovación, Ed. Diego Agudelo Grajales, 151-170. Cali: Pontificia Universidad Javeriana, Sello Editorial Javeriano, 2018. [ Links ]

Andrade Gerardo, Rojas Leonardo y Agudelo Diego. Espiritualidad para la familia. Una propuesta desde la Iglesia Católica a las familias en crisis. Cali: Pontificia Universidad Javeriana, Sello editorial Javeriano, 2018. [ Links ]

Barthes, Roland. La cámara lúcida, nota sobre la fotografía. Barcelona: Paidós, 2020. [ Links ]

Benjamín, Walter. Experiencia y pobreza. Chile: Archivo Chile, 1933. https://semioticaenlamla.files.wordpress.com/2011/09/experienciabenj.pdfLinks ]

Benjamín, Walter. «El narrador». Revista de Occidente, n.° 129 (1973): 301-333. http://www.catedras.fsoc.uba.ar/reale/benjamin_narrador.PDFLinks ]

Bodei, Remo. Generaciones: edad de la vida, edad de las cosas. Barcelona: Herder Editorial, 2016. [ Links ]

Bourriaud, Nicolas. Postproducción. La cultura como escenario: modo en que el arte reprograma el mundo contemporáneo. Argentina: Adriana Hidalgo Editora, 2007. [ Links ]

Bourriaud, Nicolas. Estética relacional. Argentina: Adriana Hidalgo Editora, 2008. [ Links ]

Descartes, René. Meditaciones acerca de la filosofía primera. seguidas de las objeciones y respuestas (Trad. Jorge Aurelio). Bogotá: Universidad Nacional de Colombia. Centro Editorial Facultad de Ciencias Humanas, 2009. [ Links ]

Durkheim, Émile. La división del trabajo social. Madrid: Akal, 1987. [ Links ]

Feixa, Carles. De jóvenes, bandas y tribus: antropología de la juventud. Barcelona: Editorial Ariel S.A., 1999. [ Links ]

Foucault, Michel. Las palabras y las cosas: una arqueología de las ciencias humanas (Trad. E. C. Frost,). Argentina: Siglo XXI Editores, 1968. [ Links ]

Francisco, Papa. Amoris laetitia: Exhortación apostólica postsinodal sobre el amor en la familia. Ciudad del Vaticano: Palabra, 2016. https://www.vatican.va/content/francesco/es/apost_exhortations/documents/papa-francesco_esortazione-ap_20160319_amoris-laetitia.htmlLinks ]

Fuentes Franco, Leticia. «Memoria y fotografía doméstica, narrativa de la vida familiar en la era digital».Arte Imagen y Sonido1, n.° 2 (2021): 1-17.https://revistas.uaa.mx/index.php/ais/article/view/3126/2593Links ]

Byung-Chul. Han. La sociedad de la transparencia. Barcelona: Herder Editorial, 2013. [ Links ]

Byung-Chul. Han Psicopolítica. Barcelona: Herder Editorial, 2014. [ Links ]

Heidegger, Martin. Ser y Tiempo. México: El Estado de Jalisco, 1926. [ Links ]

Hinojo-Lucena, Francisco-Javier; Aznar-Díaz, Inmaculada; Cáceres-Reche, María-Pilar; Trujillo-Torres, Juan-Manuel y Romero-Rodríguez, José-María. «Sharenting: Adicción a internet, autocontrol y fotografías online de menores». Comunicar 28, n.° 64 (2020): 97-108. https://doi.org/10.3916/C64-2020-09Links ]

Iglesias de Ussel, Julio. «Sobre el futuro de la familia». En Anales de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, editado por Julio Iglesias de Ussel, 209-234. Madrid: Ministerio de Justicia, 2010. https://www.boe.es/biblioteca_juridica/anuarios_derecho/abrir_pdf.php?id=ANU-M-2011-10020900234Links ]

León Alberto, Eduardo. «El giro hermenéutico de la fenomenología en Martin Heidegger». Polis, Revista de la Universidad Bolivariana 8, n.° 22 (2009): 267-283. http://dx.doi.org/10.4067/S0718-65682009000100016Links ]

Lipovetsky, Gilles. La era del vacío. Ensayo sobre el individualismo contemporáneo. Barcelona: Anagrama, 2000. [ Links ]

Marcuse, Herbert. El hombre unidimensional. Ensayo sobre la ideología de la sociedad industrial avanzada. Barcelona: Planeta-Agostini, 1993. [ Links ]

Makarov, Alesya. «Cuando llegué a la adolescencia tomé conciencia de que mis padres habían compartido toda mi infancia en internet». Xataka. 1 mayo 2020.https://cutt.ly/lmmY64JLinks ]

Martín-Barbero, Jesús. De los medios a las mediaciones. Comunicación, cultura y hegemonía. México: Editorial Gustavo Gili S.A., 1987. [ Links ]

Ordoñez Pineda Luis y Calva Jiménez Stefany. «Amenazas a la privacidad de los menores de edad a partir del Sharenting». Revista Chilena de derecho y tecnología 9, n.° 2 (2020): 105-130. https://www.scielo.cl/pdf/rchdt/v9n2/0719-2584-rchdt-9-2-00105.pdfLinks ]

Potes, Micaela y Filet Larrea, Gillermo. «Tecnofamilias: crecer en cavernas digitales», Eureka 15, n.° 2 (2018) 295-307. https://repositorio.uca.edu.ar/bitstream/123456789/6204/2/tecnofamilias-crecer-cavernas-digitales.pdfLinks ]

Ranciére, Jacques. El destino de las imágenes. Buenos Aires: Prometeo Libros, 2011. [ Links ]

Rincón, Omar. «La vida más allá de las audiencias. Rompiendo las pantallas, buscando la celebridad». En De las audiencias contemplativas a los productores conectados: Mapa de los estudios y de las tendencias de los ciudadanos mediáticos, editado por Jorge Iván Bonilla, Mónica Marión Cataño, Ómar Gerardo Rincón, Jimena Zuluaga, Jesús Martín Barbero, 260-271. Cali: Sello Editorial Javeriano, 2012. [ Links ]

Serés Seuma, Teresa, Visa Barbosa, Mariona, «Del retrato de la familia a la fotografía de perfil. Usos de la fotografía en la red social Facebook», Revista Latina de comunicación social 7, n.º 73 (2018): 718-729. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=6389492Links ]

*Este trabajo es derivado del proyecto de investigación «Espiritualidad para la familia en crisis», registrado en Investigar PUJ 4462 de la Pontificia Universidad Javeriana, Colombia en 2017.

1Nicolas Bourriaud, Postproducción, La cultura como escenario: modo en que el arte reprograma el mundo contemporáneo (Argentina: Adriana Hidalgo Editora, 2007), 24.

2Cf. Micaela Potes y Gillermo Filet Larrea, «Tecnofamilias: crecer en cavernas digitales», en Eureka, Consultado en febrero 2023 https://repositorio.uca.edu.ar/bitstream/123456789/6204/2/tecnofamilias-crecer-cavernas-digitales.pdf

3Nicolas Bourriaud, Estética relacional (Argentina: Adriana Hidalgo Editora, 2008), 85.

4Cf. Diego Agudelo «El impacto de las nuevas tecnologías en la organización actual. Una mirada desde la ética» en Humanismo, tecnologías e innovación, ed. Diego Agudelo Grajales (Cali: Pontificia Universidad Javeriana, Sello Editorial Javeriano, 2018), 151-170.

5Papa Francisco, Amoris laetitia: Exhortación apostólica postsinodal sobre el amor en la familia (Ciudad del Vaticano: Palabra, 2016), n.° 2.

6Cf. Martin Heidegger, Ser y Tiempo (México: El Estado de Jalisco, 1926). Consultada en noviembre, 2022. https://periodicooficial.jalisco.gob.mx/sites/periodicooficial.jalisco.gob.mx/files/ser_y_tiempo-martin_heidegger.pdf

7Eduardo León Alberto, «El giro hermenéutico de la fenomenología en Martin Heidegger», Polis, Revista de la Universidad Bolivariana 8, n.° 22 (2009): 267-283. Consultado en octubre, 2022. http://dx.doi.org/10.4067/S0718-65682009000100016

8Michel Foucault, Las palabras y las cosas: una arqueología de las ciencias humanas (Trad. E. C. Frost,). (Argentina: Siglo XXI Editores, 1968), 332-333. Consultada en noviembre, 2022. https://monoskop.org/images/1/18/Foucault_Michel_Las_palabras_y_las_cosas.pdf

9René Descartes, Meditaciones acerca de la filosofía primera. Seguidas de las objeciones y respuestas (Trad. Jorge Aurelio). (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia. Centro Editorial Facultad de Ciencias Humanas, 2009), 88-89. Consultada en noviembre, 2022. https://revistas.unal.edu.co/index.php/saga/article/view/15111/15905

10Cf. Herbert Marcuse, El hombre unidimensional. Ensayo sobre la ideología de la sociedad industrial avanzada (Barcelona: Planeta-Agostini, 1993). Consultada en noviembre, 2022. https://monoskop.org/images/9/92/Marcuse_Herbert_El_hombre_unidimensional.pdf

11Cf. Gilles Lipovetsky, La era del vacío. Ensayo sobre el individualismo contemporáneo (Barcelona: Anagrama, 2000). Consultada en noviembre, 2022. https://catedradatos.com.ar/media/lipovetsky-La-era-del-vacio.pdf

12Émile Durkheim, La división del trabajo social. (Madrid: Akal, 1987), 347.

13Walter Benjamín, «El narrador», Revista de Occidentek, n.° 129 (1973): 301-333,. Consultada en noviembre, 2022. http://www.catedras.fsoc.uba.ar/reale/benjamin_narrador.PDF

14Cf. Walter Benjamín, Experiencia y pobreza (Chile: Archivo Chile, 1933). Consultada en noviembre, 2022. https://semioticaenlamla.files.wordpress.com/2011/09/experienciabenj.pdf

15Cf. Julio Iglesias de Ussel, «Sobre el futuro de la familia», en Anales de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, ed. Julio Iglesias de Ussel (Madrid: Ministerio de Justicia, 2010), 231-233. Consultado en octubre 2022. https://www.boe.es/biblioteca_juridica/anuarios_derecho/abrir_pdf.php?id=ANU-M-2011-10020900234

16Teresa Serés Seuma, Mariona Visa Barbosa, «Del retrato de la familia a la fotografía de perfil. Usos de la fotografía en la red social Facebook», Revista Latina de comunicación social 7, n.º 73 (2018): 718-729. Consultado en febrero 2023: https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=6389492

17Remo Bodei, Generaciones: edad de la vida, edad de las cosas (Barcelona: Herder Editorial, 2016), 68.

18Feixa, Carles, De jóvenes, bandas y tribus: antropología de la juventud (Barcelona: Editorial Ariel S.A., 1999), 84. Consultado en octubre 2022. http://www.lazoblanco.org/wp-content/uploads/2013/08manual/adolescentes/0012.pdf

19Omar Rincón, «La vida más allá de las audiencias. Rompiendo las pantallas, buscando la celebridad», en De las audiencias contemplativas a los productores conectados: Mapa de los estudios y de las tendencias de los ciudadanos mediáticos, eds. Jorge Iván Bonilla, Mónica Marión Cataño, Ómar Gerardo Rincón, Jimena Zuluaga y Jesús Martín Barbero (Cali: Sello Editorial Javeriano, 2012), 181.

20Cf. Gerardo Andrade, Leonardo Rojas y Diego Agudelo, Espiritualidad para la familia. Una propuesta desde la Iglesia Católica a las familias en crisis (Cali: Sello editorial Javeriano, 2018).

21Cf. Jesús Martín-Barbero, De los medios a las mediaciones. Comunicación, cultura y hegemonía (México: Editorial Gustavo Gili S. A., 1987), 11. Consultado en octubre 2022. https://perio.unlp.edu.ar/catedras/comunicacionyrecepcion/wp-content/uploads/sites/135/2020/05/de_los_medios_a_las_mediaciones.pdf

22Omar Rincón, La vida más allá de las audiencias, 230.

23Cf. Leticia Fuentes Franco, «Memoria y fotografía doméstica, narrativa de la vida familiar en la era digital», Arte Imagen y Sonido 1, n.° 2 (2021): 1-17. Consultado en febrero, 2023.https://revistas.uaa.mx/index.php/ais/article/view/3126/2593

24Cf. Jacques Ranciére, El destino de las imágenes (Buenos Aires: Prometeo Libros, 2011). Consultado en octubre 2022. https://letraspalabrastextos.weebly.com/uploads/1/4/2/7/14270166/ranciere,_j._el_destino_de_las_imagenes.pdf

25Han Byung-Chul. Psicopolítica. (Barcelona: Herder Editorial, 2014), 26.

26Cf. Han Byung-Chul. La sociedad de la transparencia. (Barcelona: Herder Editorial, 2013).

27Cf. Han Byung-Chul, La sociedad de la transparencia (Barcelona: Herder Editorial, 2013).

28Cf. Luis Ordoñez Pineda y Stefany Calva Jiménez, «Amenazas a la privacidad de los menores de edad a partir del Sharenting», en Revista Chilena de derecho y tecnología 9, n.° 2, (2020): 105-130. Consultado en febrero 2023. https://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0719-25842020000200105&script=sci_arttext&tlng=pt

29Cf. Roland Barthes, La cámara lúcida, nota sobre la fotografía (Barcelona: Paidós, 2020).

30Cf. Alesya Makarov, «Cuando llegué a la adolescencia tomé conciencia de que mis padres habían compartido toda mi infancia en internet », Xataka (1 mayo 2020), Consultado en febrero, 2023.https://cutt.ly/lmmY64J

31Francisco-Javier Hinojo-Lucena, Inmaculada Aznar-Díaz, María-Pilar Cáceres-Reche, Juan-Manuel Trujillo-Torres y José-María Romero-Rodríguez, « Sharenting: Adicción a internet, autocontrol y fotografías online de menores », Comunicar 28, n.° 64 (2020): 97-108. Consultado en febrero, 2023 https://doi.org/10.3916/C64-2020-09

Para citar este artículo: Agudelo, Grajales, Diego y Ramírez López, Natalia María. «La familia hoy: una lectura a través de la imagen digital». Franciscanum 180, Vol. 65 (2023): 1-30.

**Licenciado en Filosofía y Ciencias Religiosas; Licenciado en Filosofía e Historia, de la Universidad de Santo Tomas (USTA) Bogotá. Economista, Administrador de Empresas de la Universidad Asturias. Doctor en Teología por la Universidad Javeriana (PUJ). Profesor Asociado del Departamento de Humanidades de la PUJ, Cali-Colombia. Investigador del grupo de investigación De Humanitate. orcid: 0000-0001-9089-595X. Contacto: dagudelo@javerianacali.edu.co

***Literata de la Universidad de los Andes; Maestra en Artes (M. A.), Departamento de Lenguas Hispánicas y Literatura de University of Pittsburgh; Doctora en Filosofía (Ph. D.), Departamento de Lenguas Hispánicas y Literatura de University of Pittsburgh. Profesora Asociada del Departamento de Humanidades de la PUJ, Cali-Colombia. Investigadora del grupo de investigación De Humanitate. ORCID: 0000-0002-7067-9915. Contacto: nataliamaria@javerianacali.edu.co

Recibido: 23 de Noviembre de 2022; Aprobado: 18 de Febrero de 2023

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons