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Revista Colombiana de Sociología

Print version ISSN 0120-159X

Rev. colomb. soc. vol.42 no.2 Bogotá July/Dec. 2019

https://doi.org/10.15446/rcs.v42n2.50749 

Sección General

Clase media y movilidad social en Colombia*

Middle class and social mobility in Colombia

Classe média e mobilidade social na Colômbia

Consuelo Uribe Mallarino** 

Jaime Ramírez Moreno*** 

**Doctora en Antropología Social, Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales, París. Integrante del Grupo Política Social y Desarrollo, Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, Colombia Correo electrónico: curibe@javeriana.edu.co, uribe@prosearcheurope.com-ORClD: http://orcid.org/0000-0002-1427-493X

***Doctor en Economía y Gestión de la Salud, Universidad Politécnica de Valencia. Profesor asociado y director de posgrados del Instituto de Salud Pública, Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia. Adscrito a los grupos de investigación Gerencia y Políticas en Salud y Economía, y Políticas de la Salud de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, Colombia Correo electrónico: ramirez.jaime@javeriana.edu.co-ORClD: http://orcid.org/0000-0002-9180-4658


Resumen

A partir del análisis de clases sociales como expresión de la desigualdad social, en este artículo repasamos los fundamentos teóricos y metodológicos utilizados para explicar la expansión de la clase media en Colombia. A través de la perspectiva de la movilidad social, consideramos la dinámica de las oportunidades de vida de una clase de origen a una clase de destino como producto de cambios intra o intergeneracionales. A pesar de la diversidad de métodos y de puntos de corte para definir y medir las clases sociales, resaltamos el crecimiento de la clase media en Colombia y en América Latina en el último decenio. En Colombia, sin embargo, este crecimiento se enmarca en una paradójica situación de persistente concentración del ingreso; los cambios al interior de la clase que ha experimentado dicha movilidad social ayudan a explicar dicha paradoja.

Así mismo, identificamos las teorías y aproximaciones que se han empleado para el análisis de clase social y de movilidad social en la sociología y la economía, donde el cruce interdisciplinar parece particularmente propicio, al integrar el análisis de la estratificación social con los procesos de producción y distribución de la riqueza. Reseñamos los métodos empleados para realizar estudios de movilidad social y las fuentes de las que se derivan los datos. Señalamos, igualmente, cómo la movilidad social ha ingresado a la agenda de las políticas públicas económicas y sociales. Finalmente, presentamos los estudios sobre el componente valorativo del análisis de la clase media, en los que se indica que no es claro que esta posea un conjunto homogéneo de valores o que tenga una posición mayoritaria a favor de la democracia. Como parte de las conclusiones, indicamos que, así como el análisis de la movilidad social con base en clases sociales es bienvenido desde el punto de vista conceptual, en la práctica la expansión de la clase media en Colombia ha implicado mejores oportunidades de vida para este grupo de población. Sin embargo, permanece para ella una amenaza por su vulnerabilidad y se echan de menos mejoras sustanciales en políticas que alivien la concentración del ingreso.

Descriptores: clase social, Colombia, desigualdad social, movilidad social.

Palabras clave: clase media; clase social; Colombia; inequidad; movilidad social

Abstract

On the basis of the analysis of social classes as an expression of social inequality, the article examines the theoretical and methodological principles used to explain the expansion of the middle class in Colombia. From the perspective of social mobility, we consider the dynamics of life opportunities in a class of origin and a class of destination as the product of intra- or inter-generational changes. Despite the diversity of methods and cut-off points to define and measure social classes, we highlight the growth of the middle class in Colombia and Latin America during the last decade. In Colombia, however, this growth is framed in the paradoxical situation of a persisting concentration of income. The changes within the class experiencing that social mobility help explain the paradox.

Likewise, we identify the theories and approaches used to analyze social class and social mobility in sociology and economics, where interdisciplinary crossings are particularly favorable as they integrate the analysis of social stratification with the processes of production and distribution of wealth. We review the methods employed to carry out studies of social mobility and the sources for the data, and also show how social mobility has become part of the economic and social public policy agenda. Finally, we present those studies on the evaluation component of the analysis of the middle class, which state that it is not clear whether this class has a homogeneous set of values or a majority position in favor of democracy. As part of the conclusions, we affirm that although the analysis of social mobility on the basis of social classes is adequate at the conceptual level, in practice, the expansion of the middle class in Colombia has brought about more opportunities for this population group. However, that class is threatened due to its vulnerability and substantial improvements in policies are required in order to alleviate the concentration of income.

Descriptors: Colombia, social class, social inequality, social mobility.

Keywords: Colombia; inequality; middle class; social class; social mobility

Resumo

A partir da análise de classes sociais como expressão da desigualdade social, neste artigo, revisamos os fundamentos teóricos e metodológicos utilizados para explicar a expansão da classe média na Colômbia. Através da perspectiva da mobilidade social, consideramos a dinâmica das oportunidades de vida de uma classe de origem a uma classe de destino como produto de mudanças intra ou intergeracionais. Apesar da diversidade de métodos e de pontos de corte para definir e medir as classes sociais, ressaltamos o crescimento da classe média na Colômbia e na América Latina no último decênio. Na Colômbia, contudo, esse crescimento está delimitado por uma situação paradoxal de uma persistente concentração de renda. As mudanças no interior da classe que tem experimentado tal mobilidade social ajudam a explicar esse paradoxo. Além disso, identificamos as teorias e as aproximações que foram utilizadas para analisar a classe social e a mobilidade social na Sociologia e na Economia, das quais o cruzamento interdisciplinar parece particularmente propício, ao integrar a análise da estratificação social com os processos de produção e distribuição da riqueza. Revisamos os métodos empregados para realizar os estudos de mobilidade social e as fontes das quais os dados foram derivados. Indicamos, ainda, como a mobilidade social entrou na agenda das políticas públicas econômicas e sociais. Finalmente, apresentamos os estudos sobre o componente valorativo da análise da classe média, os quais indicam que não é claro que esta possua um conjunto homogêneo de valores ou que tenha uma posição predominante a favor da democracia. Como parte das conclusões, indicamos que, assim como a análise da mobilidade social com base nas classes sociais é bem-vinda do ponto de vista conceitual, na prática, a expansão da classe média na Colômbia implica melhores oportunidades de vida para essa população. Contudo, incide, sobre ela, uma ameaça, devido sua vulnerabilidade e por sua carência de melhorias substanciais em políticas que diminuam a concentração da renda.

Descritores: classe social, Colômbia, desigualdade social, mobilidade social.

Palavras-chave: classe média; classe social; Colômbia; inequidade; mobilidade social

Introducción

En las últimas décadas el estudio de clases sociales en Colombia ha perdido el favor de los científicos sociales. En efecto, la mayor parte de estos o bien se centraron en otras dimensiones de la desigualdad -como la etnia, la raza, el género, la orientación sexual, entre otras- o bien combinaron la interseccionalidad entre estas dimensiones y la clase social. La excepción reciente la aportan los autores que trabajan los determinantes sociales de la salud (Fresneda, 2009; Acero, Caro, Henao, Ruiz y Sánchez, 2013; Álvarez-Castaño, 2014).

Además, como lo han indicado Uribe Mallarino (2008) y Uribe Mallarino y Pardo (2006), en el caso colombiano hay una confusión entre las nociones de clase y estrato social, derivada de la amplia aceptación generalizada entre la población del término estrato a partir de la política de servicios públicos domiciliarios que asigna obligatoriamente una categoría a la residencia de cada colombiano, de acuerdo a características de la infraestructura que rodea a su vivienda, y que da lugar a tarifas diferenciales de servicios públicos según el lugar de residencia. Es así como en el país el sentido del concepto de estrato se acerca y se confunde con el de clase social. Si bien la noción de estrato no ha remplazado totalmente a la de clase social, ambas son de uso corriente y en algunos casos se emplean de manera alternativa.

Sin embargo, en el presente hay un resurgimiento del concepto de clase social, en especial alrededor de la clase media. Ello ocurre en un contexto en el que la clase media conoce una explosión, numérica y conceptual, por la cual muchos analistas se proponen extender la constatación de su crecimiento numérico a manifestaciones crecientes de pluralismo ideológico y fortalecimiento de la democracia. En ese contexto, la noción de clase media es distinta de la idea más convencional de las clases en oposición y lucha, tomando la forma de agregados estadísticos en el concierto de la distribución de ingresos.

En este artículo proponemos una mirada interdisciplinar de la movilidad social basada en un enfoque de clase social que hace uso de recursos analíticos y metodológicos de la sociología y la economía, necesario para explicar la desigualdad social. Presentamos primero el alcance de la expansión de la clase media en Colombia y en América Latina y la evolución paralela de la concentración del ingreso. Realizamos una revisión de las nociones de clase social y de movilidad social, aplicadas a los estudios de la expansión de la clase media y las ponemos en relación. Enseguida, examinamos los métodos que se emplean para captar y medir la movilidad social y la dimensión de política pública que se le ha dado a esta. De igual manera, reseñamos la evidencia sobre los valores asociados a la clase media. Finalmente, planteamos unas reflexiones concluyentes sobre el enfoque analítico propuesto para este estudio y el diseño de políticas públicas sobre movilidad social.

El crecimiento de la clase media colombiana

En los últimos años se observa una ampliación del grupo social que se halla en el medio de la distribución de ingresos, denominado genéricamente clase media. Así, Angulo, Gaviria y Morales señalan que esta pasó de representar el 16 % en el 2002 al 26,5 % de la población en el 2011, como se ve en la figura 1.

Fuente: Angulo, Gaviria y Morales (2014, p. 177), con base en las Encuestas Continuas de Hogares y la Gran Encuesta Integrada de Hogares. La definición de las clases sociales según estos autores es la siguiente: a) Pobres: hogares con un ingreso per cápita por debajo de la línea de pobreza (LP) (US$4,06 PPP); b) Vulnerables: hogares con un ingreso per cápita entre la LP y us$10 PPP; c) Clase media: hogares con un ingreso per cápita entre US$10 y US$50 PPP; d) Clase alta: hogares con un ingreso mayor a US$50 PPP.

Figura 1 Evolución de las clases sociales en Colombia (2002-2011) 

La proporción de la clase media, calculada con la misma metodología, es aún más acentuada en Bogotá, donde el porcentaje de pobladores que se ubicaba en la clase media en el 2017 era de 51,6 %, y solamente era superada por Bucaramanga con un 53,3 % (Invest in Bogota, 2017).

Otros autores muestran una evolución de la clase media en la cual los hogares que se ubican en ella superaban el 50 % del total en el 2012, como se muestra en la figura 2 (Castellani, Parent y Zenteno, 2014). Las diferencias en estas proporciones con los datos de la figura 1 se deben, por un lado, a que se miden familias y no individuos, y por otro, debido al uso de diversos puntos de corte para efectuar la medición.

Fuente: Castellani, Parent y Zenteno (2014). Cálculos con base al ingreso neto de US$10 a US$50 PPP por día de las familias, ajustado por composición de la familia y adulto equivalente-escala.

Figura 2 Proporción de las familias de clase media (Colombia, 2003-2010) 

El crecimiento de la clase media en Colombia ha llevado a denominar la primera década del siglo XXI como la década ganada, en contraposición a la de 1980, llamada década perdida (Angulo, Gaviria y Morales, 2014). Una reflexión sobre el impacto que tiene la conceptualización y cuantificación de la pobreza realizada por Casas y Muñoz (2017) señala que los nuevos métodos usados en Colombia desde la década del 2000 y las cifras oficiales concomitantes desconocieron cerca de siete millones de pobres para el 2015 (2017, pp. 179-190). Lo anterior indica que los enfoques y las metodologías adoptadas tienen hondas implicaciones en los balances políticos y en la definición de las políticas sociales.

Ahora bien, la ampliación de la clase media no sería exclusiva de Colombia. Trabajos recientes señalan como un éxito el hecho de que millones de latinoamericanos hayan dejado la pobreza para engrosar la clase media (López-Calva y Ortiz-Juárez, 2013; Penfold y Rodríguez, 2014). El tránsito de la pobreza a la clase media habría tenido lugar en un contexto de movilidad social ascendente, como lo han señalado varios autores (Franco, Hopenhayn y León, 2011; Núñez, 2012; Azevedo y Bouillon, 2009; Torche, 2014). Ello habría ocurrido en un proceso por el cual un 40 % de los hogares ha ascendido de clase entre 1995 y el 2010 (Ferreira et ál., 2013, p. XI). Sin embargo, además de la variación debido a los métodos de medición de las diversas clases, se registran grandes diferencias entre los países de la región en términos del tamaño de la clases media, ya que en un grupo de países como Argentina, Uruguay, Chile, Brasil y Costa Rica esta representa un porcentaje superior al 30 % de la población; en un grupo intermedio donde están Colombia, México, Perú, República Dominicana, Brasil, Ecuador, Venezuela, Paraguay y Panamá esta tiene una proporción entre el 20 % y el 29 % y en el resto de países esta se halla por debajo del 20 % (Banco Mundial, 2018). En el 2015, la proporción de clase media para la región latinoamericana se ubicaba en el 34,5 %, un progreso bienvenido, pero no exento de problemas asociados a su expansión, como una demanda insatisfecha de servicios sociales que se espera tengan mayor calidad (OECD/CAF/ECLAC, 2018).

Colombia, por su parte, se destaca en el contexto internacional y latinoamericano por ser un país de alta desigualdad social en donde el crecimiento económico no se traduce en mejoras proporcionales en su índice de concentración del ingreso. Sin embargo, las mejoras son evidentes cuando en vez de cambios anuales, se observa su evolución sobre un periodo más largo como los años 2002 y 2014. En la figura 3 se muestra dicha evolución para Colombia, comparada con un país par como México y con el promedio de la región.

Fuente: Cepal STATS1, sobre la base de tabulaciones especiales de las encuestas de hogares de los países de América Latina.

Figura 3 Evolución del coeficiente de Gini de concentración del ingreso (Colombia, México y promedio América Latina) (2002-2014) 

En las interpretaciones sobre los mecanismos que explican el descenso del índice Gini de concentración del ingreso en América Latina se resalta la disminución de las desigualdades en los ingresos laborales, el auge de los precios de los productos básicos que habría causado una desaceleración en la demanda de trabajo calificado y la disminución en la brecha salarial de trabajadores según el nivel de calificación, causada porque el aumento de la demanda de trabajos no calificados fue mayor que la oferta. También se ha explicado por el descenso de las altas tasas de retorno de la educación y por el deterioro de la calidad en la educación universitaria, asociado al incremento de su cobertura. La caída en el índice Gini de concentración del ingreso fue -con excepción de Costa Rica y República Dominicana-, general en América Latina desde el 2002, gracias a un crecimiento económico ligado al boom de precios de los productos primarios y a una consecuente caída de la pobreza (Jiménez, 2015, pp. 16-17).

Dentro de las razones por las cuales el coeficiente de Gini es tan alto en Colombia se han mencionado los altos costos laborales (53,4 % del valor del salario), la alta tasa de desempleo, un alto nivel de informalidad y un sistema tributario regresivo. El descenso del índice de Gini desde finales de la década del 2000 estaría relacionado con las mejoras en la tasa de empleo, dado que los ingresos por trabajo son la principal fuente de ingreso de la mayoría de los colombianos (Moller, 2012). De igual manera, se ha mencionado el leve descenso de la informalidad laboral de 58 % en el 2009 a 55 % en el 2013 (OIT, 2014), factor que en Colombia genera importantes disparidades de ingreso dado que se trata de empleos sin protección social. Finalmente, se menciona el papel de los subsidios focalizados a los pobres a través de transferencias condicionadas que han contribuido a sacar de la pobreza a un porcentaje importante de colombianos (Tassara, 2015).

La concentración del ingreso en Colombia sería aún más alta si en vez de encuestas de hogares para estimar el coeficiente de Gini se emplearan los registros de las declaraciones de impuestos de la DIAN, porque esta fuente permite no solo valorar el ingreso corriente, sino también el patrimonio de los hogares. Siguiendo la metodología empleada por Piketty y asociados (Piketty, 2014), este método amplía el espectro de las observaciones centrándose en el 1 % más alto de la distribución de ingresos según los datos de la DIAN para mirar el impacto de sus ingresos sobre la desigualdad. Es así como, para el 2010, la concentración del ingreso en Colombia es más alta cuando los datos se corrigen con el 1 % de las declaraciones de renta, dando por resultado un coeficiente Gini de 5,87 contra 5,54 que se obtiene de las encuestas de hogares. Esto, por el simple hecho de que el procedimiento de muestreo minimiza la elección de hogares ubicados en la parte más alta de la distribución, debido a que son muy pocos. Sin embargo, tienen un efecto desmesurado sobre dicha distribución por el monto de sus ingresos. Este fenómeno, que es común en las encuestas, no ocurre cuando se tiene en cuenta a la totalidad de contribuyentes que pagan impuestos (Gómez y Rossignolo, 2015, p. 98).

Parece una paradoja que Colombia ostente simultáneamente una alta concentración del ingreso y una expansión de la clase media, pero ello puede entenderse en términos de movilidad social, en tanto que se observa un tránsito entre la pobreza y la clase media, pero poco movimiento en la parte más alta de la distribución, gracias a un mayor efecto redistributivo por parte del Estado y a un incremento en las tasas de escolaridad (Torche 2014; López-Calva y Ortiz-Juárez, 2013).

La perspectiva de movilidad social ayuda a explicar la paradoja de una expansión de la clase media en medio de una continua concentración del ingreso, gracias a la observación de los cambios en el tiempo de agregados o clases sociales que cambian su posición en la jerarquía social entre el momento en el que nacen (su clase social de origen) y aquel que logran en la edad adulta (su clase social de destino). Los estudios empíricos sobre el crecimiento de la clase media muestran que esta proviene del sector vulnerable, que a su vez viene del sector de los pobres, como se muestra en la figura 4.

Fuente: Ferreira et ál. (2013), basados en datos de SEDLAC (Socio-Economic Database for Latin America and the Caribbean). Nota: "pobres" = individuos con un ingreso per cápita porcentaje de la población diario inferior a US$4. "vulnerables" = individuos con un ingreso per cápita diario de US$4-US$10. "Clase media" = individuos con un ingreso per cápita diario superior a US$10. Los umbrales de pobreza y los ingresos se expresan en US$ PPP del 2005 al día. PPP = Paridad del Poder Adquisitivo. El cuadro muestra las estimaciones de la movilidad en el límite inferior. Los resultados son promedios ponderados para 18 países de América Latina y el Caribe, utilizando estimaciones de población específicas por país del último periodo disponible.

Figura 4 Cambios porcentuales entre clase de origen y de destino como medida de movilidad social (América Latina, 1995-2010). 

En otro trabajo, los autores han explicado, a partir de un estudio empírico y con la perspectiva de movilidad social, la manera como las familias de clase media colombiana han llegado a donde están, gracias a una combinación acertada de esfuerzo, aprovechamiento de oportunidades y cambios en el contexto nacional, que incluyen la expansión de la escolaridad y medidas redistributivas por parte del Estado (Uribe Mallarino, Ariza y Ramírez, 2017).

El análisis de clase social

Clase social es una noción clásica de la sociología marxista, definida en términos de la propiedad de los medios de producción. Dos elementos acompañan la noción de clase social en el canon marxista: el carácter antitético de ellas a partir del cual están siempre en oposición, si no en lucha directa, y la conciencia que acompaña la pertenencia a esta (Rodríguez, 2017). Aunque abandonada hace varias décadas, la noción de clase social marxista también tiene representantes contemporáneos como Olin Wrigth. Este autor construye sobre la base de las tres grandes clases sociales -burguesía, pequeña burguesía y trabajadores asalariados- una categorización más amplia que agrega tres posiciones contradictorias: directivos y supervisores, empleados semiautónomos y pequeños empleadores. Estas posiciones se sitúan dentro del "mapa de clases" de acuerdo con el grado en el que poseen o carecen de propiedad, control y autonomía en el proceso de producción y distribución y de las formas de apropiación del capital organizacional que construyen categorías como jefe y subalterno. En este contexto, la clase media serviría de "buffer" entre la clase trabajadora y la burguesía, con lo que lograría la incorporación en sus rangos de esta última, y provocaría así movilidad social intergeneracional (Wright, 1997, pp. 197-208).

La definición marxista de clase social fue debatida por autores clásicos como Weber y Durkheim, para quienes la clase social se define alrededor de otros elementos distintos a los medios de producción, en función del poder detentado (Weber, 1996) y la solidaridad o interdependencia entre grupos (Durkheim, 1998, p. 28). A mediados del siglo XX, Mills propone clases sociales definidas en función del prestigio y de los ingresos a los que da acceso el empleo moderno. De estos autores, Mills es el único que habla explícitamente de la clase media y lo hace, como lo harán luego los autores que trabajan la estratificación social en Inglaterra, alrededor de categorías ocupacionales (Mills, 1951). Pero Mills se enfoca sobre todo en la élite. Así, para este autor la estratificación social está definida en gran parte desde la élite del poder formada por un grupo reducido y compacto de individuos que controla las posiciones más altas del mundo político, empresarial y militar y que comparten valores y creencias comunes. Esta élite constituye una clase social en la medida en que proviene del mismo grupo social, comparte una conciencia de clase y está efectivamente organizada. Por su parte, según este autor, el ascenso de la clase media habría producido en Inglaterra una corrupción del espíritu comercial y una excesiva conformidad social (Mills, 1956).

Otros autores encuentran irrelevante u obsoleta la teoría de clases sociales. Los economistas, después de Marx, casi no la usaron, con algunas excepciones que mencionaremos más adelante. En sociología, ya a finales de la década de 1950, Nisbet (1959) preconizaba el declive y la caída de la noción de clase social y Giddens (1979) cuestionaba a finales de la década de 1970 la relevancia del análisis de clases en el estudio de las sociedades industrialmente avanzadas (1979). Por su parte, Clark y Lipset declararon "muertas" las clases sociales ya que lasjerarquías tradicionales han disminuido por el surgimiento de nuevas diferencias sociales (Clark y Lipset, 1991). Más recientemente, Pakulski encuentra que los elementos nucleares en la definición de clase, a saber, la relación entre clase y jerarquía social, no se mantienen en una sociedad que se denomina de posclases y que el análisis de clases no es acertado para explicar lasjerarquías, la división y el conflicto social (Pakulski, 2004). De igual manera, Beck señala su irrelevancia y en cambio propone una teoría de la individualización de la desigualdad y una economía política de la clase de riesgo (Beck, 2002). Para otros autores como Wallerstein y Balibar (1988) y Restrepo (2004) las divisiones por etnia y género explican mejor las diferencias sociales en la sociedad contemporánea que aquellas de las clases; así mismo, la teoría poscolonial privilegia la dimensión racial y colonial sobre las divisiones de clase (Quijano, 1998; Mignolo, 2013).

Sin embargo, el uso de la noción de clase es clave en el trabajo inter-disciplinar entre la sociología y la economía, ya que a ella se le atribuyen ventajas de las que carecerían los grupos de ingreso, no solamente porque su definición conlleva una dimensión laboral en términos de grupos agregados de ocupaciones, sino por ofrecer una mirada multidimensional de la desigualdad (PNUD, 2010, p. 53).

Los sociólogos que iniciaron la escuela de movilidad social en Inglaterra propusieron una teoría de clases sociales centrada en elementos operativamente medibles en encuestas y registros públicos, como ocurre con las ocupaciones y los ingresos asociados a ellas. Cuatro elementos caracterizarían la teoría no marxista de las clases sociales: primero, el conflicto social no sería el motor de la historia; segundo, no implica una explotación de clases; tercero, no hay una conciencia colectiva de clase derivada de su pertenencia en la estructura social; cuarto, la acción política no se entiende simplemente como la expresión de las relaciones de clase (Goldthorpe y Marshall, 1992).

En la misma línea, Grusky y Weeden, en su texto "Descomposición sin muerte de las clases sociales" (2001), proponen cuatro temas por los cuales la teoría de clases mantiene su relevancia en la época posmoderna: 1) la estructura subyacente de las clases sociales; 2) la reproducción de la desigualdad a través de las generaciones y a lo largo del curso de la vida; 3) los procesos sociales por los cuales los ingresos están ligados a las ocupaciones; y, 4) los efectos de la pertenencia a una clase para los estilos de vida, actitudes y prácticas de consumo.

Por su parte, Bourdieu (2000) concibe la diferenciación social en términos del acceso de las clases a distintos tipos de capital en el espacio social. Para él, lo que define la pertenencia a una clase es la posesión de diversos tipos de capital, desde lo simbólico y cultural hasta lo social, que se adiciona a lo económico. La estructura de relaciones de los diversos campos es la que determina las relaciones de clase. Para Bourdieu y Passeron la clase media o clase de transición se adhiere fuertemente a las promesas que la escuela ofrece para su carrera y para su estatus social (Bourdieu y Passeron, 1996).

Desde una perspectiva neomarxista, Portes y Hoffman (2003) aplican un análisis de clases a la estructura de la desigualdad y la estratificación social en América Latina, estableciendo cinco clases sociales, de acuerdo con el criterio mixto de ocupación, propiedad de medios de producción y modo de remuneración, lo que resulta en cinco agregados: capitalistas, ejecutivos, trabajadores de élite, pequeña burguesía y proletarios (2003, p. 358). Los autores encuentran que las clases subordinadas comprenden más o menos el 80 % de la población latinoamericana (2003, p. 363). En ellas, los trabajadores informales constituirían el segmento más grande en todos los países.

Franco, Hopenhayn y León señalan que la dicotomía entre trabajo manual y no manual ya no es un elemento diferenciador entre la clase media y los sectores pobres en América Latina. Los ingresos seguirían siendo el elemento discriminante entre las clases, así como el acceso al crédito y a mayores ofertas en educación, el uso de tecnologías de información y conectividad, la perspectiva de individuación, una reflexividad de los individuos sobre su propia vida, el consumo de ropa de marca, colegios bilingües, computadores, celulares y vacaciones en lugares de moda (Franco, Hopenhayn y León, 2011, pp. 20-32). Sembler, en un estudio para la Cepal, hace un recuento sobre la importancia del estudio de sectores medios en América Latina y propone retomar el análisis del conjunto de la estructura social en vez de concentrarse solamente en los pobres (Sembler, 2006).

En Colombia, autores como Fresneda utilizan el análisis de clase para examinar los cambios ocurridos en la sociedad. En su estudio sobre la evolución de las clases sociales en Colombia entre 1938 y el 2010, el sociólogo las define sobre la base de su posición ocupada por relaciones laborales mediadas por los regímenes de acumulación, lo que incluye las relaciones con los medios de producción, la distribución de la producción y la composición de la demanda social. Siguiendo esta definición, el autor sostiene que las clases medias en Colombia no han sufrido cambios sustanciales desde la década de 1990, en contraposición a lo ocurrido durante los decenios de prevalencia del modelo de sustitución de importaciones (Fresneda, 2017).

El análisis de clase social ha sido poco adoptado por economistas, a pesar de que en las tradiciones clásica, marxista y keynesiana se considera que el objeto de la economía es el estudio de las formas en que las clases sociales construyen y se distribuyen la riqueza. La excepción reciente la constituye la obra de Thomas Piketty al analizar la historia de los últimos cien años de la desigualdad social. En su influyente trabajo, Piketty (2014)

redefine y examina los tipos de ingreso en las sociedades contemporáneas y propone una mirada histórica a la desigualdad basada en la acumulación de capital, el crecimiento de los rendimientos de las herencias y el crecimiento económico. Con un análisis que abarca tanto el ingreso que proviene del trabajo y el que procede del capital, se muestra que, en el tope de la distribución de ingresos, el grupo de los más altos ingresos (el 10 % más alto) logra efectos de arrastre de esta concentración patrimonial sobre las oportunidades de vida de toda la sociedad cuando los retornos del capital pasado (herencia) son más grandes que el crecimiento del capital vivo, llevando la desigualdad a límites insospechados. Piketty hace énfasis en los efectos de largo plazo sobre la desigualdad de la herencia del capital patrimonial.

Recientemente se observa que economistas neoclásicos que se especializan en la inequidad emplean la noción de clase media y hacen uso de la perspectiva de movilidad social para explicar cómo se llega y se sale de ella, usando principalmente los conceptos de ingresos, consumos y pobreza como criterios clasificatorios de clases estadísticamente determinadas a priori con criterios normativos de desigualdad asociados principalmente con la pobreza.

El análisis de la movilidad social

El examen de la movilidad social es un tema clásico de la sociología en los estudios de Lipset y Zetterberg (1959), Sorokin (1964), Blau y Duncan (1969) y posteriormente Goldthorpe con la escuela Nuttfield en Oxford que dio origen a los estudios casmin (sigla en inglés de Comparative Analysis of Social Mobility in Industrial Nations) desde la década de 19702. Esta tradición es recogida por el Comité de Investigación n.° 28 de la Asociación Internacional de Sociología llamado Estratificación y Movilidad Social, que agrupa a más de 350 investigadores en distintas partes del mundo y publica la revista Research in Social Stratification and Mobility. Los más connotados autores de esta escuela son Hout (1983), Goldthorpe (1987), Erikson (1996), Erikson y Goldthorpe (1992) y Savage (2015). Los autores ingleses que realizan estudios sobre la movilidad social lo hacen partiendo de un agrupamiento ocupacional de las clases sociales, introduciendo una dimensión temporal a la observación de los cambios en la afiliación a dichas clases en dos generaciones (movilidad intergeneracional) y de aquellos ocurridos en el curso de la vida (movilidad intrageneracional). En la medida en que las oportunidades de vida de un individuo o de los hijos están atadas a las condiciones del hogar en el cual nacieron, la movilidad social es menor. El efecto de la determinación social respecto al hogar de origen se extiende a la generación de los abuelos (Chan y Boliver, 2012).

Conviene tener presente que en Gran Bretaña la medición periódica de la movilidad social no es solamente un asunto de interés académico, sino que comporta una importante dimensión política. Así, la Comisión sobre Movilidad Social establecida por el Gobierno inglés, le hace seguimiento a este fenómeno y produce un informe anual en el que mira qué tanto mejora la movilidad social, en términos de cómo la pertenencia al hogar de nacimiento determina las oportunidades de vida futura de su población y la manera como el lugar geográfico de nacimiento y residencia inciden en dichas oportunidades3.

En América Latina, la tradición sobre movilidad social se inició con Gino Germani (1942, 1955, 1963) y fue continuada por Franco, León y Atria (2007) y Filgueira (2001). Estos autores tienen en común que abordan la movilidad social desde su potencial para la política pública, más que como un elemento analítico para explicar las diferencias sociales.

Torche ha sido quizá la autora latinoamericana que mejor ha combinado la tradición de la escuela inglesa sobre movilidad social con el análisis de la asociación entre las condiciones de vida de los padres y sus hijos en América Latina (Torche, 2013). De igual manera, hace un examen de la "fluidez social" en Brasil, al estilo de como lo hacen Erikson y Goldthorpe (Torche y Ribeiro, 2010), y relaciona la movilidad social con la transformación de medios como la educación y la productividad del trabajo para toda la región latinoamericana (Torche, 2014).

El economista neoclásico Becker se interesó en la movilidad social. En su influyente estudio sobre ascenso y descenso de las familias realizado en la década de 1980, busca explicar el comportamiento de la inversión de familias por la transmisión de capital humano de padres a hijos y por los patrones de consumo, definiendo el grado de movilidad intergeneracional como "una interacción entre la maximización de utilidad con las oportunidades de inversión y consumo en diferentes generaciones y con diferentes grados de suerte" (Becker y Tomes, 1986, p. 1). Roemer y Stiglitz han propuesto sistemas económicos alternativos a través de la evaluación de regímenes de oportunidad de movilidad social (Roemer, 1998; Stiglitz, 2000). El ingreso y el mercado laboral, al ser elementos esenciales en el análisis económico, sirven de marco en una reflexión en la que la inequidad en el mercado laboral es parte esencial del marco referencial en la medida en que sus grandes rigideces e imperfecciones impiden que los salarios sean remunerados por su productividad (Fields, Dardanoni, Roemer y Sánchez, 2000; Ferreira et ál., 2013).

En Colombia, la educación ha sido la dimensión que más atención ha recibido por parte de los economistas para examinar la movilidad social, al tiempo que se ha proclamado como la pasarela más adecuada para lograrla (Urrutia, 1975; Gaviria, 2002). Sin embargo, una revisión de los determinantes de la movilidad social en Latinoamérica señala que, aunque ha habido avances en la movilidad educativa, la región todavía tiene amplias brechas ligadas a la exclusión social, bajo acceso a la educación superior y discriminación en el mercado laboral (Azevedo y Bouillon, 2009, p. 3).

La explosión del uso de la clase media como categoría analítica se debe sobre todo a los economistas y a los organismos multilaterales que dominan la producción conceptual y de políticas sobre la desigualdad y la pobreza. Así, fue debido a su aceptación por parte de organismos como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) (Castellani, Parent y Zenteno, 2014; Stampini, Robles, Sáenz, Ibarrán y Medellín, 2015; De la Cruz, Andrian y Loterszpil, 2016; Behrman, Gaviria y Székely, 2001); el Banco Mundial (Ferreira et ál., 2013; López-Calva, Rigolini y Torche, 2012); la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OECD, por sus siglas en inglés) (Castellani y Parent, 2011; OECD, 2018); la Corporación Andina de Fomento (CAF) (Penfold y Rodriguez, 2014; CAF, 2016) y entes similares (López-Calva y Ortiz-Juárez, 2013; Birdsall, 2012), que se dio el ingreso del término clase media a la heterodoxia económica, en el mundo académico y en las políticas públicas en la década del 2010.

Métodos para el estudio de la movilidad social

Los estudios sobre movilidad social representan uno de los temas más antiguos de la investigación empírica en las ciencias sociales. Su articulación con el contexto de la sociedad en la que se inscriben se logra principalmente al integrar los métodos mediante los cuales se mide la movilidad y su respuesta a las intervenciones de política, lo cual implica la elección de unidades apropiadas de medidas de análisis que complementen las clasificaciones intergeneracionales de clases sociales o las elasticidades intergeneracionales de los ingresos familiares, dándole un papel preponderante a las condiciones macroeconómicas que dan forma a los mercados de trabajo (Morgan, 2006). En este tipo de estudios se han dado dos perspectivas, ambas basadas en un análisis intergeneracional: la sociológica -que tiende a privilegiar la noción de clase social- y la económica -que tiende a privilegiar los grupos de distribución del ingreso-. Si se incluye la literatura sobre la desigualdad, el campo de trabajo académico y empírico de los estudios de movilidad se multiplica y las posibilidades de integración disciplinaria se muestran convergentes (Morgan, 2006).

En los estudios sobre movilidad social lo importante es la pregunta de qué es lo que se mueve. Si son agregados estadísticos, lo que se observa son cambios en la composición de grupos que tendrían tamaños similares. Si son clases o estratos sociales, estos agregados tienen tamaños desiguales, que pueden variar. Lo importante es que el conjunto de agregados tenga una distribución similar a la normal, y que se pueda observar el comportamiento de los extremos. La clase media, en ese contexto, debe estar en medio de esta distribución.

Los trabajos inscritos en la tradición de CASMIN han privilegiado el análisis log-lineal de ingresos, tanto para el análisis comparativo de movilidad social entre países, como entre clases sociales en el interior de estos; así, la estructura de la desigualdad se explicaría por medio del examen de las oportunidades de vida, articulando las desigualdades a patrones de propiedad y la jerarquía de ocupaciones en las formas de apropiación de los recursos en el mercado laboral (Erikson y Goldthorpe, 1992). También se han estimado tasas de movilidad social a partir de la proporción de grupos de ingreso entre clases de origen y de destino de padres e hijos, descomponiéndola en ascendente, descendente y horizontal (Li y Devine, 2011).

Los economistas que trabajan en el campo de la movilidad social han buscado su medición a través de una expresión numérica de niveles de movilidad, por lo general como resultado de correlaciones del ingreso entre generaciones -a menudo estimadas como elasticidad de los ingresos familiares-, medidas como regresiones logarítmicas entre generaciones de diferentes categorías como ingresos permanentes del trabajo y del capital, consumos de bienes y activos, haciendo casi siempre énfasis en educación (Solon, 1999; Behrman, 2000).

Las diferencias relacionadas con la magnitud en el crecimiento de la clase media y de la movilidad intergeneracional entre las clases sociales radican fundamentalmente en la forma como definen las clases en términos relativos o en términos absolutos y de los puntos de corte en los niveles de ingresos a la hora de delimitar los umbrales y la cantidad de clases sociales. Las clasificaciones basadas en ingresos relativos se fundamentan en la forma como se distribuye un rango inferior y uno superior alrededor de la media de los ingresos, en los que la clase baja por lo general es asociada con la pobreza y la clase media con el rango medio de la distribución. Se les critica fundamentalmente porque hacen difícil y cuestionable la comparación entre países. Los estudios que utilizan las medidas absolutas se hacen en términos de un monto estandarizado de dólares y de paridad de compra, y sus límites se expresan en términos del costo del conjunto de funcionamientos necesarios para estar más allá de la pobreza; para el caso colombiano, a través de la medición de la pobreza multidimensional, por lo general se consideran cuatro clases sociales: los pobres, los vulnerables, la clase media y la clase alta. Al introducir el concepto de clase media, se indica que esta se compone por la población que no tiene probabilidad de caer en la pobreza, definiendo la clase vulnerable como aquella en la que se encuentra el segmento de población que, superando el nivel de pobreza, tiene probabilidades de regresar a ella respecto al ingreso absoluto de referencia, principalmente en épocas de bajo crecimiento económico, choque y crisis económicas (Ferreira et ál., 2013).

Para medir la movilidad social a menudo se emplean matrices de transición que ordenan las categorías que se quieren comparar de padres e hijos, sea ingresos, nivel educativo u ocupación, con las mismas variables para ambos. Ello permite identificar los porcentajes de los grupos que se mantienen igual, los que han ascendido y los que han descendido y expresan, por lo tanto, probabilidades de movilidad. A partir de esta matriz se pueden construir índices de movilidad y entonces se puede realizar un análisis de incidencia (Díaz, 2011, pp. 38-41). Esta perspectiva la han tomado en Colombia autores como Nina y Grillo (2000), Gaviria (2002) y Behrman, Gaviria y Székely (2001).

Las fuentes para los estudios de movilidad social son, de manera preferencial, las encuestas de panel aplicadas cada cierto tiempo a un grupo de personas y sobre las cuales se puede determinar con precisión los cambios ocurridos en el periodo. Como forma particular de estudios longitudinales, las encuestas de panel implican un cuidadoso seguimiento y deben enfrentar el problema de la atrición de individuos a lo largo de las mediciones. Para el análisis de movilidad social de clase social, se requieren encuestas con información sobre ocupación, ingresos individuales y familiares y las variables asociadas a estos, lo cual permite establecer la correlación entre las oportunidades de vida de padres e hijos, aplicadas a diversas cohortes de edad (Torche, 2013). En su defecto, encuestas trasversales de calidad de vida pueden servir para la construcción de seudopaneles.

En Colombia, las encuestas del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (dane) que miden la calidad de vida (ECV), ocupación, ingresos y empleo, son de tipo transversal. La inexistencia de encuestas longitudinales llevó al Centro de Estudios sobre Desarrollo Económico (CEDE) de la Universidad de los Andes en el 2007 a instaurar la Encuesta Longitudinal Colombiana (ELCA) con una muestra de 10 000 hogares, representativa de áreas rurales y urbanas, que sigue a los jefes de hogar, sus cónyuges, los hijos, nietos y bisnietos. Por su parte, la Encuesta de Demografía y Salud que realiza el Ministerio de Salud y Protección Social y Profamilia desde el 2000 es de tipo longitudinal, pero sus propósitos son distintos a los de un estudio de movilidad social. Viendo el vacío existente, desde el 2012 el dane implementa la Encuesta Longitudinal de Protección Social, que puede servir de base para estudios de movilidad social con representatividad nacional.

Movilidad social y políticas públicas

En los albores del siglo XXI, debido a cambios en el contexto mundial y a un crecimiento económico sostenido, la clase media fue ganando preponderancia económica, social y politica, lo que ha llevado a algunos analistas a calificar a America Latina como una sociedad de clase media. Desde la década del 2010, la expansión de la clase media ha sido aclamada por el conjunto de organizaciones internacionales que dominan el canon económico, determinando, por lo tanto, cambios en la agenda de política pública sobre la desigualdad. De esa manera, se modificó el foco que primó en la década de 1990, concentrado en los pobres y la pobreza, para proclamar la movilidad social de la clase media como parte central de la política económica y social.

Esto se ve en la propuesta de economistas como Birdsall, para quien una sociedad con una clase media fuerte no solamente es propensa a propiciar un sistema de gobierno más responsable, con instituciones políticas más robustas que intervienen en una política económica más acertada, sino que también conduciría a un mayor crecimiento económico (Birdsall, 2012, pp. 4-6). Así mismo, Ferreira et ál. (2013) del Banco Mundial, plantean que la clase media es un impulsor de la cohesión social y del crecimiento económico. Por su parte, Castellani, Parent y Zenteno proponen que las clases medias estimulan el crecimiento, promueven la estabilidad económica y política y favorecen la adopción de programas políticos progresivos; sus miembros tienen una propensión al ahorro, a la inversión y al emprendimiento y sus hábitos de consumo pueden ser un motor de crecimiento (2014, p. 5).

Por su parte, la OECD, preocupada por las consecuencias políticas, económicas y sociales que implica la falta de movilidad social, propone políticas para impulsarla, que incluyen atacar la falta de movilidad en la parte inferior y superior de la escala social, para despegarse de los "suelos pegajosos" que impiden la movilidad ascendente para muchos y de los "techos pegajosos" que caracterizan la acumulación de oportunidades en la parte superior (OECD, 2018).

En Colombia, la agenda ingresó por medio del establecimiento en el 2011, por parte del Departamento Nacional de Planeación (DNP), de una Misión de Equidad y Movilidad Social, con medidas en capital humano, tributación y gasto social. La Misión también trató inequidades derivadas de la diferencia en género, etnia y orientación sexual, así como problemáticas derivadas de la tenencia de la tierra y las disparidades entre regiones (Montenegro, 2012, p. 3). En el 2010 el DANE, con asesoría del DNP, llevó a cabo una encuesta de calidad de vida que midió por primera vez a nivel nacional el grado de movilidad social intergeneracional4. Igualmente, en el Plan de Desarrollo del segundo gobierno de Santos (2014-2018), la movilidad social fue parte de la política social, como una versión de la política de ataque a la pobreza de gobiernos anteriores.

Sin embargo, las políticas gubernamentales aun no conectan las medidas para disminuir la inequidad. En particular, la clase media se ve afectada por una política fiscal en la que es la mayor afectada entre lo que aporta y lo que recibe a cambio del Estado (Avanzini, 2012). La progresividad del sistema fiscal todavía es una tarea por cumplir para hacer bajar la concentración del ingreso, debido a una baja y volátil carga tributaria, a la regresividad de los impuestos al consumo y a la estrecha base de la población que paga impuestos (Jiménez, 2015).

Valores y clase media

Siguiendo a Bourdieu, existen otros elementos que se deben tener en cuenta en el estudio de la clase media, por ejemplo, los valores como tipos de capital que le son propios, su dinámica y las formas de reproducción social que ellos implican (Bourdieu, 1988).

A la existencia de la clase media se le atribuyen una serie de valores positivos que van desde el fortalecimiento de la democracia y los derechos humanos a la cimentación de la pluralidad y progresividad política. Birdsall, por ejemplo, le atribuye a la clase media una capacidad de salvaguardia de la vulnerabilidad en un contexto en que debe prevalecer el imperio de la ley y un gobierno efectivo (Birdsall, 2012, p. 1). Gaviria, usando datos provenientes del Latinbarómetro para sondear las percepciones de los ciudadanos sobre las preferencias por una mayor redistribución y movilidad en Latinoamérica, encuentra que estas son mayores entre los pobres, entre aquellos que consideran que el orden social no es justo y entre los que han experimentado movilidad social intergeneracional (Gaviria, 2006, p. 4).

Sin embargo, los estudios empíricos en América Latina sobre sus valores y actitudes no señalan una proclividad a la progresividad política, intolerancia a la desigualdad, rechazo a la violencia política, o aceptación de la diferencia.

Por su parte, López-Calva, Rigolini y Torche, usando datos de la encuesta Ecosocial realizada por Cieplan en Chile en el 2007 en siete países latinoamericanos (Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Guatemala, México y Perú) encuentran una tendencia atenuada de la clase media a la defensa de los derechos humanos. Los autores construyen once variables para medir el componente de valores de la clase media, incluyendo confianza en las instituciones, alienación política, percepción de movilidad y oportunidades, apoyo por los derechos individuales, legitimidad de la violencia política, tolerancia social, nacionalismo, ideología política, confianza interpersonal y alienación interpersonal. Los autores encuentran una alta correlación entre confianza en las instituciones, posición de clase y nivel educativo. La clase media percibe una igual posibilidad de oportunidades que la clase alta, pero no así la clase baja. Así mismo, la clase media es menos propensa que los pobres y los ricos a apoyar los derechos individuales en circunstancias extremas. Lo común entre las clases medias de los siete países estudiados es su actitud moderada en términos de tolerancia, pero las variaciones entre países son más altas que las variaciones entre clases en el interior de estos (López-Calva, Rigolini y Torche, 2012).

LAPOP, el Proyecto sobre la Opinión Publica en América Latina de la Universidad de Vanderbilt, realizó en el 2012 una encuesta que incluyó más de 41 000 entrevistas en 26 países, la cual encontró que la autoadscripción en la clase media se ha convertido en la mayor agrupación de clases en las Américas hoy en día (41 % de la población). El proyecto encontró que la visión política y las actitudes y prácticas democráticas de la clase media no son diferentes de las de clases bajas, y, en algunos casos, son aún menos democráticas5.

Este resultado es corroborado por Fierro (2015), quien usando datos del Latinbarómetro indica que la clase media tiene posturas contradictorias entre democracia y dictadura, tal vez más cercanas a la idea de seguridad que a la de libertad, llegando a la conclusión de que la clase media latinoamericana no tiene actitudes significativamente más favorables a la democracia que las demás clases.

Penfold y Rodríguez, usando los datos del World Values Survey, indican que las clases medias latinoamericanas tienen una confianza baja en las instituciones, su participación en acciones políticas es extremadamente baja y no consideran que la competencia sea favorable (Penfold y Rodríguez, 2014, pp. 32-40).

En Colombia, los valores de la clase media se pueden mirar a través del filtro de los estratos sociales. Así, Uribe Mallarino (2008) explica los mecanismos por los cuales la afiliación de un hogar a un estrato por condiciones urbanísticas se extrapola a sus pobladores, haciendo que ellos sean los estratificados y no sus residencias. De igual manera, este autor indica que la adscripción de los otros a estratos extremos se usa para maximizar las diferencias en gustos, consumo y prácticas sociales.

Reflexiones concluyentes

La expansión de la clase media en Colombia es un hecho, al tiempo que el país, al igual que otros en la región, ingresa al grupo de naciones con ingresos medios. Esto se vio corroborado por la decisión en mayo del 2018 de la OECD de aceptar a Colombia como miembro de este organismo. El crecimiento de la clase media en Colombia indica un descenso en la desigualdad social, y viene acompañado de una mayor vigencia de derechos sociales y políticos y de un mayor peso político de un amplio grupo de la población.

En cuanto a la movilidad social, no solamente se ha convertido en un medio preferido de examinar la vigencia de las oportunidades y el marco de la desigualdad social, sino que, también ha pasado a ser el centro de una política social que antes se concentraba en la focalización de subsidios y el ataque a la pobreza. Esta dimensión de política pública de la movilidad social debe ser examinada y sopesada con un examen crítico de la metodología utilizada para definir y medir las clases y de las medidas concomitantes para promoverla. Además, debe ir unida a mayores esfuerzos para bajar la concentración del ingreso en el país. Todavía está por realizarse una política fiscal con mayor impacto redistributivo que ataque al tiempo la persistente concentración del ingreso y la vulnerabilidad de la clase media.

Desde el punto de vista conceptual, en este artículo hemos querido proponer un aporte analítico al análisis de clase social aplicado a la movilidad social. Ello implica una mirada interdisciplinar desde la economía y la sociología como perspectiva adecuada para examinar los cambios en las oportunidades de vida de las nuevas generaciones frente a las anteriores. La expansión del conglomerado que se halla en el medio de la distribución de ingresos puede y debe ser explicada no solamente con categorías estadísticas por grupos de ingresos, sino mediante el uso del análisis de clases como agregados sociales que comparten características ocupacionales, ingresos, prácticas culturales y valores.

La revisión de la problemática que se ha realizado sugiere las siguientes preguntas para futuras investigaciones:

  1. ¿Cómo se mide y se caracteriza la clase media colombiana más allá de una definición estadística de esta con base en sus ingresos?

  2. ¿Cuáles son los mecanismos que operan para explicar la expansión de la clase media colombiana como producto de movilidad social intergeneracional?

  3. ¿Es la existencia de la clase media una salvaguardia al riesgo de caer en la pobreza?

  4. ¿Son los valores de la clase media homogéneos en términos de su adhesión a la pluralidad política y a la defensa de los derechos humanos y de la democracia?

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*El presente artículo es resultado del proyecto de investigación "La expansión de la clase media colombiana como expresión de movilidad social", propuesta 6312, ganadora de la Convocatoria Interna n.° 06 del 2014, Apoyo a Proyectos Interdisciplinarios de Investigación para el Fortalecimiento de Grupos de Investigación de la Vicerrectoría de Investigación de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá.

2Para una revisión de autores sobre movilidad social, véase Uribe Mallarino (2005).

4"Los resultados muestran un pequeño grado de movilidad social. Aproximada mente 5 % de los colombianos pasó, en una generación, de la parte inferior de la distribución (el 40 % más pobre) a la parte superior (el 20 % más rico) y un poco más del 15 % pasó de la parte intermedia a la superior" (Gaviria, 2012, 19 de febrero).

Cómo citar: Uribe Mallarino, C. y Ramírez Moreno, J. (2019). Clase media y movilidad social en Colombia. Revista Colombiana de Sociología, 42(2), 229-255. DOI: https://doi.org/10.15446/rcs.v42n2.50749

Recibido: 21 de Mayo de 2018; Aprobado: 20 de Septiembre de 2018

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