Introducción
En los últimos años se vienen consolidando en las ciencias sociales dos actitudes generales en relación con la teoría social. Por un lado, una actitud crítica y de escepticismo epistemológico que tiende a desacreditar la elaboración teórica al considerarla como una práctica especulativa e inevitablemente asociada a cierta voluntad de poder, control o dominación. Esto se expresaría en la pretensión de los teóricos por observar a la sociedad desde una posición privilegiada y distanciada que tiende a ocultar los vínculos que estos guardan con el mundo social (Latour, 2007; 2008). Por otro lado, se viene consolidando una actitud que podríamos caracterizar como teoricista, para la cual la teoría no solo constituiría un medio clave para la investigación en ciencias sociales, sino que también merecería constituirse en un objeto de indagación en sí mismo. Al contrario del primer planteamiento, la teoría se concibe como un objeto autonomizable de sus mediaciones sociales y por esto, susceptible de ser analizado en sus propios términos; es decir, atendiendo a sus lógicas específicas (Ritzer, 2001; Ritzer y Smart, 2001; Mouzelis, 2005; Zhao, 2003). Así, lo que para el primer planteamiento resulta cuestionable, constituye una premisa para el segundo.
Más allá de las diferencias entre estas posiciones, es posible observar que comparten un presupuesto común. En ambos casos, la legitimidad de los productos teóricos pareciera requerir de la separación entre teoría y mundo social; entre sujeto y objeto. Para los primeros, esta separación resulta ilusoria, lo que advierte acerca de los límites de la teoría (al menos en sus formas tradicionales); para los segundos, en cambio, el reconocimiento de la autonomía de los programas teóricos y sus arquitecturas es una de sus características fundamentales. En este marco, no resulta casual que ante los "inconvenientes" que genera el vínculo entre teoría y mundo social, ambas actitudes hayan revalorizado la discusión metodológica1. En un caso para remediar las consecuencias "perjudiciales" de la teoría social en la investigación empírica, y en el otro, para garantizar el estudio sistemático de la teoría social. En este trabajo sostenemos que estas perspectivas terminan asumiendo una imagen deificada de teoría social al contemplar su inevitable inscripción social en términos negativos, es decir, como condicionante o limitante de la voluntad teórica. A partir del análisis textual de una obra teórica significativa de la sociología contemporánea intentaremos mostrar lo inadecuada que puede resultar esta imagen de teoría como producto autonomizado de sus contextos sociales2. Específicamente, abordaremos un fragmento de la teoría de los sistemas sociales de Niklas Luhmann buscando identificar las estrategias, los procedimientos y las operaciones a través de las cuales el autor articula, construye y da forma a su perspectiva teórica. Este análisis nos permitirá mostrar que la mediación social resulta ser un factor clave tanto para la construcción de la propuesta teórica como para su reconocimiento e institucionalización como tal en el campo de las ciencias sociales.
La práctica de construcción teórica a la que hacemos referencia ha permanecido mayormente desatendida por la sociología (Berthelot, 2003; Lemert, 2010; Nisbet, 1977). Dos razones podrían explicar este hecho. Por un lado, la idea según la cual serían exclusivamente los datos aquellos que comandarían la construcción teórica (Glaser y Strauss, 2006). Aquí la práctica teórica no merecería mayor atención al encontrarse suficientemente explicada en el marco de esta mediación (teoría y datos). Por otro lado, la pretensión por evitar reducir los productos y contenidos teóricos a la práctica teórica. Desde este lugar, emprender ciertas tareas reconstructivas acarrearía la consecuencia no deseada de deslegitimar la elaboración teórica al reducir sus contenidos a dimensiones "intersubjetivas", "políticas", "ideológicas", "institucionales" o "pragmáticas"3. Ahora bien, esto último representa un riesgo si se desea mantener incuestionado el supuesto de que la teoría se valida, exclusivamente, por su grado de objetividad o sistematicidad lógica de sus argumentos (Geertz, 1989. p. 13; Heller, 1989. p. 296)4. Consideramos que esta desatención con respecto a las dinámicas de construcción teórica ha limitado nuestra comprensión de la teoría social y ha dado lugar a las actitudes que hemos descrito más arriba.
El caso de estudio
Nuestro caso de estudio es la teoría general de los sistemas sociales (TGSS) elaborada por Niklas Luhmann y presentada en el libro Sistemas sociales (1998). Justificamos la selección del caso en un conjunto de razones que lo vuelven especialmente relevante para nuestros propósitos. En primer lugar, la teoría general de los sistemas sociales aspira al nivel máximo de abstracción en el campo de la teoría social y sociológica. Su objeto de estudio no es la sociedad o algún fragmento específico de ella, sino que es la totalidad de lo social (Knodt, 1995)5. Es una teoría con pretensiones de universalidad que reclama aplicabilidad a todo fenómeno social. En este sentido, nuestra inquietud se vuelve más acuciante en tanto el vínculo entre teoría y realidad social no resulta tan directo como en teorizaciones parciales. La teoría no habla de un objeto particular o concreto, sino que describe un objeto general. La pregunta que nos hacemos es: ¿cómo es posible la construcción de una teoría con este nivel de generalidad y abstracción en el campo de la sociología? En segundo lugar, nos hallamos ante una teoría sociológica que en los inicios del siglo XXI parece encaminarse a constituirse en un discurso teórico destacado en las ciencias sociales, especialmente, en lo que se refiere a la teoría de la sociedad moderna (Rodríguez y Torres, 2009). Esto significa que lidiamos con una teoría ya institucionalizada en las ciencias sociales. Es así como no tiene relevancia para nuestra indagación poner en duda la cualidad teórica de la propuesta. Partimos del supuesto de que el objeto con el que tratamos es, efectivamente, una teoría. Por último, analizamos una teoría con la cual nos encontramos familiarizados a partir de indagaciones anteriores de tal modo que resulta factible concentrar nuestra atención directamente en la lógica de construcción teórica, pudiendo tomar cierta distancia de los contenidos particulares.
La teoría que deseamos analizar se encuentra desarrollada extensamente en el libro Sistemas sociales: lineamientos para una teoría general, publicado por primera vez en alemán en 1984. Dentro de la extensa bibliografía de Luhmann6 se coincide en afirmar que esta publicación resume los nodos centrales de la propuesta teórica del autor (Rodríguez y Arnold, 2007 7. El libro consta de alrededor de 450 páginas y doce capítulos a través de los cuales Luhmann intenta recodificar y formalizar los conceptos claves de la tradición sociológica a la luz de los aportes de la teoría general de los sistemas autorreferenciales, la cual trajo aparejado un cambio de paradigma en la investigación sistémica. La apropiación sociológica de este avance en el campo de la teoría de los sistemas se justifica a partir del diagnóstico de una crisis teórica en la que se encontraría la sociología de ese entonces (Luhmann, 1998, p. 7). En esta dirección, el sociólogo alemán cree conveniente redescribir lo social y su funcionamiento en el marco de este nuevo paradigma y sus principales aportes. Con este fin, Luhmann trabaja uno a uno los problemas centrales de la teoría sociológica: el sentido, el conflicto, el orden, el cambio, las funciones, las contradicciones, la estructura, la acción, la comunicación, la interacción, la sociedad, el individuo y la racionalidad. No resulta llamativo que se represente a esta obra como propulsora de un "cambio de paradigma" en la misma sociología (Farías y Ossandón, 2011; Fuchs, 2000).
Dada la extensión de la obra y la pluralidad de temáticas que trata, hemos optado por seleccionar un fragmento de ella, más específicamente, un capítulo. Hablamos del capítulo tres, titulado "Doble contingencia". Consideramos que este es uno de los capítulos centrales del libro al lidiar con el problema de las condiciones de posibilidad del orden social o, en términos análogos, de los sistemas sociales8 (Luhmann, 1998, p. 113; p. 123), y de este modo, con uno de los tópicos centrales de su obra (Izuzquiza, 2008, p. 42) y también de la sociología (Nisbet, 1977, p. 38). Además, varios estudiosos de la obra no dudan en señalar la centralidad del problema tratado en este capítulo y las implicancias que acarrea para el resto de la teoría (Gonnet, 2018; Pignuoli Ocampo, 2013; Vandearstraten, 2002). Nuestro objetivo es analizar el modo en que Luhmann despliega su práctica teórica en el mencionado capítulo. Para esto nos focalizamos en la reconstrucción de las operaciones conforme a las cuales el autor construye, elabora y articula su perspectiva teórica9. Es válido aclarar que dicha reconstrucción omite una exposición detallada de los contenidos específicos de la teoría. Estos últimos son retomados parcialmente en tanto que evidencian las operaciones analizadas.
Las operaciones de construcción teórica en Sistemas sociales
En el apartado de la doble contingencia, Luhmann propone sentar las bases para una teoría del orden social que sea superadora de las disponibles en la sociología. Dicha superación se plantea en dos niveles. Por un lado, Luhmann pretende mostrar que la pregunta por el cómo es posible el orden social no ha sido frecuentemente tratada en la tradición sociológica. En general, las teorías suelen operar con respuestas prereflexivas que dan por supuesta la existencia del fenómeno. La excepción en este punto es Talcott Parsons, quien con su formulación del teorema de la doble contingencia hizo visible el problema como una cuestión ontológica a ser respondida por la teoría sociológica (Parsons y Shils, 1968; Parsons, 1999). Resumidamente, la doble contingencia describe una situación de indeterminación que se presenta cuando en una interacción las acciones de los interlocutores son contingentes con relación a la selección del otro. La teoría del orden social debe dar solución a este problema. Sin entrar en las especificidades de la propuesta luhmanniana, nos interesa dilucidar las estrategias conforme a las cuales el autor construye su alternativa teórica. A continuación, reconstruimos nueve operaciones que surgen del análisis del texto en esta clave.
Operación escriturai
A nivel formal, el capítulo se encuentra separado en acápites numerados en los cuales se va desmenuzando la temática de la doble contingencia en sus diversas dimensiones. En algunos casos los apartados guardan una relación estrecha entre sí y en otros menos. A primera vista, esta organización del escrito otorga mayor libertad, en tanto los acápites no delimitan fuertemente los contenidos a integrar en cada uno de ellos. En ciertos casos, las temáticas se superponen y profundizan; mientras que en otros se presentan consideraciones adicionales. Esto muestra un ordenamiento no lineal del texto, el cual no responde a lógicas inductivas o deductivas, sino que es circular. En palabras del propio autor se asemeja a un "laberinto" (Luhmann, 1998, p. 11). La teoría se presenta en fragmentos que se van adicionando y que, potencialmente, podrían ser ordenados de un modo distinto al propuesto por el texto. Con relación a este punto, Izuzquiza (2008, p. 49) plantea que la estructura narrativa utilizada por Luhmann viola las reglas de la argumentación clásica y que sus escritos no se ajustan a las secuencias expositivas habituales de un ensayo.
Operación disciplinar
La teoría que se formula se inscribe en el campo de la sociología10. De alguna manera, dicha inscripción tiene la función de delimitar el campo al que se le ofrece una alternativa teórica, a la vez que facilita la totalización y focalización de un ámbito de discusión. Por ejemplo, la teoría se presenta como respondiendo a una carencia propia de la disciplina sociológica. "[...] es indispensable más claridad y más diferenciación terminológica de la que los sociólogos suelen exigirse" (Luhmann, 1998, p. 118). Si bien estamos ante un autor que se sirve de otras disciplinas para la elaboración de su teoría (biología, física, matemática, cibernética, ciencias de la organización, antropología, psicología, entre otras), reclama una identidad disciplinar como estrategia constructiva. Desde la sociología y a partir de su estado actual de desarrollo se interpelan e integran saberes de otros campos. Además, el capítulo que estamos revisando es el primero del libro (los dos anteriores son capítulo 1. "Sistema y función" y capítulo 2. "Sentido") en el que las referencias conceptuales provienen estrictamente de la tradición sociológica. Mientras que los primeros muestran apropiaciones de la teoría general de sistemas y de las teorías de la complejidad, este último da cuenta de discusiones propias de la sociología (teoría de la acción de Parsons, fenomenología social, etnometodología, interaccionismo simbólico, entre otras). Este capítulo es importante porque permite conectar desarrollos no sociológicos con las problemáticas de la sociología. Es un nuevo tratamiento al problema del orden social el que hará comprensible la integración de los desarrollos teóricos de otros campos de estudio. En otros términos, se hace dialogar a los conocimientos producidos en otros campos disciplinares con las discusiones y planteos clásicos en el ámbito de la sociología.
Operación creativa
La creación se presenta en el juego entre tradición y novedad. Se plantea un tratamiento novedoso para una temática que no lo es. Como mencionamos, Luhmann parte del planteamiento de la doble contingencia que ya se encuentra elaborado por Parsons. En este sentido, la teoría se inscribe en la referencia, no solo a una temática central para la sociología, sino también en la remisión a un autor destacado con respecto a ella "[...] es importante que el paso del problema de la doble contingencia hacia las ideas acerca de la solución de este problema se lleve a cabo cuidadosamente, y es aquí donde se separa nuestro camino del de Parsons" (Luhmann, 1998, p. 114).
Es significativo recordar que Parsons es un autor clave para las reformulaciones teóricas propuestas en la década de 1980. Autores como Giddens y Habermas también van a elaborar sus teorías en un diálogo con el sociólogo norteamericano. La propuesta es retomar el tema, pero ofreciendo una alternativa teórica. Luhmann (1998) menciona: "Hasta la fecha, sin embargo, este término [doble contingencia] y la constelación en que se basa no han encontrado la atención que merecen" (p. 113). No obstante, a Luhmann no le interesa dedicar el capítulo a refutar a Parsons. Por el contrario, el acento se encuentra puesto en el desarrollo de lo nuevo a partir del autor tratado. No se encuentra ni una discusión extensa del planteamiento parsoniano, ni una presentación acabada de las convergencias y divergencias entre las propuestas. En este sentido, el proyecto creador se referencia en los proyectos de otros autores sobre temáticas ya dispuestas. Son los consensos acerca de las materias de disenso los que dinamizan la práctica teórica11.
Operación societal
Luhmann muestra que la reformulación teórica es legítima en tanto que la solución parsoniana ha comenzado a perder validez a la luz de las características propias de la sociedad moderna.
Ya hemos mencionado que Parsons había visto la solución en un consenso de valores implícitos (aunque de cobertura suficientemente real), dentro de la orientación normativa de un sistema simbólico de carácter normativo, como un código. Con base en la historia de las teorías, se formuló esta propuesta en una época de transición. Presupone, con la sociología de la primera mitad de este siglo, que todas las sociedades transmiten cultura y que, por tanto, en toda situación está presente la cultura. Las estructuras de larga duración que hacen posible la renovación constante del orden social se encuentran en esta herencia cultural, es decir, en el pasado. De esta manera, el problema del orden social no atañe tanto al poder político, sino a la socialización [...]. (Luhmann, 1998, p. 114)
La sociedad global exhibe, para Luhmann, un proceso de diferenciación funcional de esferas interactivas como la ciencia, la economía y la política entre otras, que se organizan con independencia de patrones culturales. En este caso, es la organización societal la que mostraría los límites de ciertas aproximaciones.
Operación conceptual
Luhmann incorpora un concepto que ocupa un lugar central en la estructuración del capítulo: este es el de contingenci12. La integración de esta categoría no parece requerir demasiada justificación, lo que denota una cierta especulación acerca de su valoración y aceptabilidad en el contexto teórico de la primera mitad de la década de 1980. Se manifiesta que el concepto de contingencia tiene alcances profundos para la teoría del orden social.
El concepto [de contingencia] se obtiene de excluir la necesidad y la imposibilidad. Contingente es aquello que no es necesario ni imposible; es decir, aquello que puede ser como es (fue, será), pero que también puede ser de otro modo. El concepto designa, por lo tanto, lo dado (experimentado, esperado, pensado, imaginado) a la luz de un posible estado diferente; designa los objetos en un horizonte de cambios posibles. Presupone el mundo dado, es decir, no designa lo posible en sí, sino aquello que, visto desde la realidad, puede ser de otra manera. (Luhmann, 1998, pp. 115-116)
Desde este lugar, la teoría no podrá obturar la contingencia. En este sentido, Luhmann sostendrá que la contingencia de las acciones de los interlocutores participantes en una interacción ya no denotará un problema para la aparición del orden. Por el contrario, la doble contingencia o contingencia social resulta productiva para la emergencia del orden.
Primero, alter determina su comportamiento en una situación aún poco clara y a manera de prueba: empieza con una mirada amable, un gesto, un obsequio, y espera ver cómo ego acepta la definición propuesta de la situación. Todo paso siguiente constituye luego, bajo la luz de este inicio, una acción cuyo efecto reduce la contingencia y que es determinante, positiva o negativamente. (Luhmann, 1998, p. 114)
Es así como se presenta la idea de que el orden social no se da a pesar de la contingencia sino gracias a ella. En conexión con esto, también es posible entender que las coordinaciones de la doble contingencia se presenten como contingentes.
La transparencia relativa obtenida de este modo, sin embargo, tiene su precio: se paga con experiencia de contingencia. El que la ganancia de estructura no tenga fondo se compensa con la concesión general de que también podría ser de otro modo. (Luhmann, 1998, p. 120)
El desafío del orden social es lidiar contingentemente con la contingencia (doble contingencia). Es cierto que la doble contingencia no deja de considerarse en los términos de "problema" (Luhmann, 1998, p. 129). Sin embargo, la contingencia también aparecerá como un horizonte normativo para la teoría. En este caso, siempre es posible mostrar que lo dado podría ser de otro modo y que con respecto a lo real siempre se perfilan otras posibilidades13. En esta dirección, es posible reconocer que el concepto de contingencia resulta clave para dinamizar la propuesta presentada en el capítulo.
Operación rupturista
En este caso nos remitimos a la transgresión o dislocación de acuerdos de sentido común en torno al fenómeno teorizado. Es así como Luhmann pretende distanciarse de ciertos supuestos que atraviesan el pensamiento sociológico en torno al orden social. Por ejemplo, la idea de que los individuos forman parte del orden social. Frente a esto Luhmann propone distinguir entre sistemas sociales y sistemas psíquicos. Ambos tipos de sistemas son autónomos e irreductibles más allá de sus inevitables relaciones. La sociología habría operado con la tesis de que el orden social y la sociedad dependen de la integración del individuo en ella (socialización o dominación). Luhmann propone que el orden social no precisa de esto para ser posible.
Bajo la influencia catalítica del problema de la doble contingencia y de la selección encaminada por ella, surgen límites completamente distintos, los cuales no separan y unen a los individuos, sino que constituyen una zona propia del sistema social en relación con lo que para este sistema se convierte luego en el entorno. Todo aquello que contribuya a la solución del problema de la doble contingencia debe estar dentro del sistema. Las confirmaciones o las selecciones de enlace que se den, se adjudican al sistema mismo. Todo lo demás -sobre todo las inmensas cantidades de sentido acerca de las cuales jamás se ha hablado- se adjudica en bloque al entorno. (Luhmann, 1998, p. 132)
El orden social es posible porque los sistemas psíquicos permanecen separados e intransparentes el uno para el otro. El orden no requiere del aniquilamiento de la contingencia de las acciones de los sistemas psíquicos; esto es factible porque dicha contingencia no condiciona la emergencia del orden social, sino que la viabiliza (order from noise). Los sistemas sociales emergen debido a que los sistemas psíquicos se observan mutuamente como sistemas y pueden aprender de este proceso. Los sistemas se producen en la red de sus propias operaciones que los diferencian de otros sistemas y del entorno. Así, la construcción teórica se viabiliza mostrando que aquello dado por supuesto en la comunidad científica puede ser problematizado. Podríamos hablar de la importancia de la polémica como momento catalizador de una alternativa teórica.
Operación epistemológico-política
En séptimo lugar, una maniobra que parece ser central en la justificación de la teoría presentada remite a la articulación de esta con una concepción de ciencia con la que compatibilizaría.
La teoría, cuya elaboración estamos iniciando, no se orienta a la perfección o la falta de perfección, sino por un interés específicamente científico por la disolución y la recomposición de contenidos de experiencia. No parte de que el mundo "esté en orden", aunque tenga fallas que se podrían remediar por medio de la ciencia. No persigue ningún principio de "problemas sociales" o de desviaciones, evoluciones exponenciales o criminalidad. El que existan temáticas de este tipo dignas de ser investigadas, por supuesto, no determina el principio rector de la teoría ni la presentación del problema. No se trata de un interés por el reconocimiento o la salvación por mantener el statu quo, sino en primera instancia y principalmente, de un interés analítico [...]. (Luhmann, 1998, p. 122)14
La contingencia de las soluciones al problema del orden social y el hecho de que la doble contingencia sea una realidad que no se "gaste" (Luhmann, 1998, p. 126) hacen que la función del teórico sea observar y comparar distintas formaciones de orden, sin poder encontrar razones para justificar la perdurabilidad de las estructuraciones alcanzadas. A su vez, la teoría se abre a reconocer que en todas las casualidades se erigen posibilidades de construcción de estructuras (Luhmann, 1998, p. 127).
La relación entre la doble contingencia y la formación de un sistema no garantiza ninguna seguridad acerca de la estabilidad. No dice nada aún acerca de si hay que continuar o interrumpir la construcción del sistema. Por lo pronto, únicamente fundamenta la oportunidad para la selección de aquello que, mientras resulta, satisface y parece digno de continuarse. (Luhmann, 1998, p. 127)
Por esta razón, la teoría solo puede registrar lo existente y contemplarlo en el marco de otras posibilidades. Desde esta teoría no existe ningún principio necesario para la supervivencia del sistema social, desde la cual el científico podría pretender legitimar una decisión política. De hecho, la teoría pone en evidencia la indeterminabilidad del mundo social.
En la metaperspectiva de la doble contingencia se da, entonces, una indeterminabilidad producida por el pronóstico, independientemente de qué tan acostumbrada y esperada se haya dispuesto la conducta [...], o también, [...] en la medida en que el pronóstico se especifica, al otro se le presenta, precisamente por eso, la oportunidad de sustraerse al pronóstico. Solo cuando, pero también siempre y cuando, haya pronóstico se puede actuar "de otra manera", o condicionar el cumplimiento de la expectativa. El pronóstico hace posible, incluso estimula, su propia refutación. (Luhmann, 1998, pp. 127-128)
La estrategia que estamos comentando muestra que la teoría de la doble contingencia encuentra plausibilidad en cierta concepción de ciencia en la que se fundamenta y a la que, también, contribuye a fundamental15.
Operación historicista
Otra operación constructiva tiene que ver con la inscripción sociohistórica de la teoría. A primera vista esto puede resultar paradójico en tanto Luhmann pretende desarrollar una teoría general, con altos niveles de abstracción y con pretensiones de universalidad. En la obra que estamos analizando, Luhmann no se propone elaborar una teoría anclada históricamente como lo sería, por ejemplo, una teoría de la sociedad moderna o de la modernidad tardía. No obstante, el autor no dudará en echar mano de alguna de las características de nuestra sociedad para justificar y mostrar la aceptabilidad y la adecuación de una decisión teórica. Debemos destacar que el uso que hace Luhmann de la historia es diferente al usual en la tradición sociológica. Mientras que lo habitual suele ser disponer de la historia para mostrar concretizaciones específicas de lo teórico-sistemático (por ejemplo, cuando Durkheim distingue formas históricas de integración social: la solidaridad mecánica y la solidaridad orgánica); a Luhmann le interesa servirse de las variaciones históricas para interpelar a la teoría sistemática. Las variaciones históricas no solo deben ser reconocidas como tales, sino que también deben ser asimiladas por la teoría general. Luhmann desea mostrar que sus planteamientos sistemáticos guardan correspondencia con el devenir de la sociedad moderna. Por ejemplo, el reconocimiento de formas de coordinación que no presuponen una identidad compartida entre interlocutores (como aquellas mediadas por el dinero, por ejemplo) lleva a Luhmann a plantear al orden social como un fenómeno asociado a la alteridad y a la diferencia. De este modo, el orden social ya no queda subsumido a la integración, la unidad o la identidad. En todo caso, estos hechos resultan de una construcción del sistema. Aquí se puede observar que lo histórico es integrado a la teoría del sistema social como un factor que la interpela. El recurso a la historia no es solo a modo de operacionalización de la teoría. En el planteamiento de Luhmann la teoría misma se reconoce como un hecho histórico. Por esta razón, sostenemos que lo histórico aparece como un recurso constructivo central en la práctica teórica de nuestro autor, pese a que nos encontramos frente a un tratado con pretensiones sistemáticas y generales.
Operación sistemática
Por último, nos encontramos con una temática recurrente en la discusión sociológica general y que remite al vínculo acción/estructura. Aquí hablamos de una cuestión casi obligatoria de ser tratada por la teoría sociológica de la década de 1980. Luhmann no plantea la temática en estos términos, pero su teoría, claramente, pone en evidencia una posición en torno a esta. Podríamos caracterizar esta estrategia como ligada al tratamiento de dilemas sistemáticos constitutivos del aparato discursivo de la sociología. Estos dilemas resultan claves porque acarrean consecuencias para el tratamiento de problemáticas clásicas de la sociología como la cuestión del orden, el cambio y el conflicto. Sobre la tensión acción/estructura, Luhmann elabora una respuesta en conexión con la doble contingencia. Para empezar, el sociólogo alemán concibe la acción y la estructura como elementos propios de los sistemas sociales, de este modo, no los subordina al vínculo individuo/sociedad (o a la dualidad interacción/sociedad o micro/macro). Para Luhmann, tanto la acción como la estructura son dimensiones constitutivas de la reproducción de los sistemas sociales. Por un lado, las acciones adquieren su cualidad distintiva como operaciones sociales cuando ocurren como selecciones que se producen en el contexto de la doble contingencia. En el contexto de la no determinación de la doble contingencia, cualquier ocurrencia o casualidad da lugar a la autorreferencia de un sistema social. Ahora bien, esto es una condición necesaria, pero no suficiente, para la formación de los sistemas sociales en tanto que la única determinación existente para la acción social sería la orientación hacia el otro, es decir, hacia el problema de la doble contingencia. Esto dejaría en un estado de alta indeterminación al sistema. Por esta razón, es importante que los sistemas también resuelvan el problema de la doble contingencia de la acción social. En este punto ingresan las estructuras. Estas se generan colateralmente a las acciones, en tanto traen aparejado un "efecto formativo de estructura" (Luhmann, 1998, p. 138). Esto es, la contingencia del sistema se hace determinable como el ser-posible-de-otro-modo de la acción realizada.
El estado abierto de la situación inicial se ha transformado en la proyección de una estructura y en el riesgo de la decepción, respecto tanto del entorno como del propio sistema, aunque ambas cosas de modo diferente, de manera que en el sistema mismo haya que diferenciar sistema y entorno. Esta situación se puede explicar mediante el término condicionamiento, perteneciente a la teoría de sistemas. Sin condicionamiento de las relaciones no es posible la construcción del sistema, ya que únicamente por medio del condicionamiento se puede delimitar el dominio de posibilidades respecto de otras cosas. (Luhmann, 1998, pp. 136-137)
Luego, las estructuras se pueden ir condensando e institucionalizando en la forma de expectativas que sin eliminar la doble contingencia de la acción social favorecen la reproducción de los sistemas sociales. Para Luhmann, las estructuras condicionan a las acciones, pero siempre acarrean el riesgo de decepción. La reproducción del sistema no requiere de la estabilidad de la estructura, basta con que el sistema pueda reproducir los elementos de los que consta, es decir, acciones. Las estructuras de los sistemas son contingentes en tanto que no hay ninguna que pueda considerarse como fundamental para su reproducción, lo importante es que se mantenga la identidad y diferencia del sistema. Para Luhmann, el orden social no precisa que las acciones se subordinen a la estructura y tampoco que las estructuras se subordinen a la acción. En este sentido, la estrategia sistemática a la que estamos haciendo referencia remite al diálogo que se establece entre la perspectiva teórica presentada y la distinción entre acción y estructura, la cual parece definir un problema continuo, persuasivo e inmanente de la teoría sociológica (Mascareño, 2008).
Algunas consideraciones finales
Ante la pregunta que nos planteamos al inicio del trabajo acerca de la práctica de construcción teórica, consideramos que el análisis de las operaciones registradas en el capítulo 3 de Sistemas sociales nos otorgó algunas respuestas. Como mencionamos, no nos interesamos en hacer una evaluación de los alcances y limitaciones de la propuesta teórica. Más bien, buscamos rastrear aquellas operaciones mediante las cuales el sociólogo alemán articula su alternativa conceptual. En lo que sigue, intentaremos justificar la hipótesis que definimos al inicio del trabajo acerca del carácter social de la construcción teórica.
Para comenzar, entendemos que las operaciones teóricas analizadas constituyen, efectivamente, hechos sociales. En nuestro caso, los contenidos a los que hace referencia cada una de las operaciones reconstruidas son tratados, retomados y discutidos ampliamente por la recepción y recuperación que en la sociología y en otros ámbitos disciplinares se ha hecho del planteamiento luhmanniano. Esto muestra que dichas operaciones no solo configuran estrategias constructivas elaboradas por Luhmann, sino que constituyen procedimientos intersubjetivos conforme a los cuales en una comunidad académica reconocemos e identificamos a una práctica como teórica16. En este sentido, pensamos que las operaciones a las que aludimos no se reducen exclusivamente al autor, sino que denotan criterios constructivos sociales de la teoría.
Además, observamos que en el desarrollo de las operaciones analizadas (en sus contenidos) se ponen en evidencia ciertas reglas con las que debe cumplir la teorización. Estas se podrían agrupar en dos tipos de estructuras o expectativas generales con las que debe cumplir la práctica teórica. Por un lado, nos encontramos con lo que podríamos denominar estructuras de coordinación. Aquí nos referimos a estructuras que condicionan la aceptación de un planteamiento como teórico en una comunidad académica17. Consideramos que dichas estructuras se operacionalizan en temáticas y valores18 que son constitutivas de una tradición científico-disciplinar. Las temáticas refieren a cuestiones que se han ido estableciendo como ineludibles en la historia de la disciplina. Aquí podríamos mencionar a las temáticas del orden, del cambio y del conflicto y, ligado a ellas, los problemas de los vínculos entre individuo y sociedad, acción y estructura, ciencia y política, teoría e historia, entre otras. Los valores, por su parte, hacen referencia a cambios y actualizaciones en el modo de abordar las temáticas. Aquí se hacen observables exigencias propias de un periodo histórico más acotado para la teorización. En relación a este punto nos encontramos con la emergencia de nuevos estilos narrativos y de presentación de las teorías (opuestos al realismo analítico), con el reconocimiento de autores gravitantes con los cuales dialogar (Parsons), con desplazamientos en torno a las expectativas y los roles del científico en la sociedad (distanciamiento con respecto a la praxis política) y, por último, con la aparición de nuevas categorías y conceptos cuyo tratamiento requiere del redimensionamiento de los modos en que las temáticas han sido abordadas hasta el momento (la contingencia, la complejidad y sus efectos para la teoría del orden social).
Por otra parte, también es posible identificar estructuras de acuerdo. Estas configuran la aceptabilidad de la misma propuesta teórica, de sus resoluciones, de sus decisiones y de sus articulaciones entre temáticas y valores. En este caso nos encontramos con el hecho de que las teorías movilizan consensos más o menos extendidos en un contexto social determinado. Por ejemplo, en el texto de Luhmann analizado, estas estructuras se hacen observables cuando el autor supone la deseabilidad de cierta forma de escritura, cuando se asume la pertinencia de la matriz disciplinaria para elaborar la teoría, cuando se decide en torno a la legitimidad y validez de una teoría general, cuando se desestima a la cultura como mecanismo de coordinación social, cuando se evalúa a la contingencia como problema y, al mismo tiempo, como horizonte normativo para la sociedad moderna, o cuando se decide en torno a la relevancia política de la diferenciación del sistema político y del científico. Estas estructuras de acuerdo refieren a dimensiones normativas del planteamiento teórico a partir de las cuales es posible justificar ciertas preferencias en detrimento de otras.
De este modo, las operaciones analizadas en la teoría luhmanniana del orden social ponen en evidencia la presencia simultánea de estructuras (reglas) de coordinación y estructuras (reglas) de acuerdo. Entendemos que ambas operan simultáneamente debido a que si no se tuvieran en cuenta las estructuras de coordinación tendríamos un producto meramente ideológico y, sin la atención a las estructuras de acuerdo, solo dispondríamos de precauciones histórico-metodológicas para la elaboración teórica. Sin embargo, resulta adecuado distinguirlas en tanto que es posible aceptar una propuesta como teórica sin que esto implique necesariamente acordar o aceptar sus planteos. Más allá de esta posibilidad, ambas estructuras parecen resultar necesarias para el desarrollo de la práctica teórica.
En conexión con lo anterior, consideramos adecuado problematizar aquella concepción de teoría que identificamos en las actitudes presentadas al inicio del trabajo. Lejos de considerar el carácter social de la teoría como un obstáculo epistemológico para la construcción e investigación teórica, entendemos que este se constituye en un recurso estratégico fundamental para su elaboración. Las operaciones y estructuras sociales parecen ser un componente medular de la teoría sociológica analizada. Estas no solo condicionan, sino que habilitan la práctica teórica. De hecho, son ellas las que nos permiten reconocer al planteamiento como teórico. Así, resulta inadecuado intentar aislar el contenido de una teoría de las estructuras, procedimientos y operaciones de construcción teórica. El valor, la aceptabilidad y el carácter persuasivo de una teoría dependen de ellas. Frente a una concepción reificada de teoría, el análisis de la práctica teórica permite mostrar que la teoría social se dinamiza por la inscripción de una propuesta en las alternativas ofrecidas por un contexto sociohistórico. Este hecho, lejos de representar un límite para la teorización, constituye su condición de posibilidad. Quizás, las dificultades a las que nos enfrentamos en la actualidad para construir teoría se deban, en parte, a una imagen inadecuada de ella, es decir, a una teoría acerca de la teoría que no tiene en cuenta los procesos involucrados en su creación y elaboración.