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Revista Colombiana de Sociología

Print version ISSN 0120-159X

Rev. colomb. soc. vol.42 no.2 Bogotá July/Dec. 2019

https://doi.org/10.15446/rcs.v42n2.82100 

Reseñas

El eterno retorno de lo mismo: círculos viciosos en busca de una ciencia nacional independiente*

Yuri Jack Gómez-Morales** 

**Doctor en Sociología de la Ciencia y la Tecnología, Universidad de York, Reino Unido. Profesor asociado del Departamento de Sociología, Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, Colombia Correo electrónico: yjgomezm@unal.edu.co - ORCID: https://orcid.org/0000-0001-6454-0522


Temo haberme puesto en serios aprietos con el título que propuse originalmente para esta contribución porque, la verdad, ese fue mi primer pensamiento, mi primera reacción cuando consideré nuevamente la posibilidad atender otra vez a un compromiso académico, con ustedes, los mismos de siempre, para hablar de las mismas cosas de las que he hablado por los últimos 20 años tal vez, y sin nada nuevo que decir porque en verdad nada nuevo ha pasado. Así fue como me despaché con ese término grandilocuente del "Eterno retorno de lo mismo" que introdujera el bigotudo Nietzsche hace 130 años para hablar sobre su concepción ética de la existencia.

Pero en realidad creo que el estado de la discusión para nada le hace honor al término pues, si bien es cierto que en estos escenarios en que nos hemos encontrado repetidamente ustedes y nosotros una y otra vez ya hemos hablado de todo, de lo mismo, ya hemos dado varias veces la vuelta completa al problema, y hoy no estamos retornando, sin embargo, al origen de todo, o a algo más fundamental, o más original en la discusión. Nuestro eterno retorno al debate sobre la medición y evaluación de revistas no es algo superior en ningún sentido, no es algo terapéutico, curativo, vivificador o superador como nos lo recomendaría Zaratustra. Lejos de ello, nuestro eterno retorno es más bien un recorrer los mismos círculos viciosos para concluir siempre lo mismo y terminar siempre en las mismas.

Miren por ejemplo, en 1996 el debate se dio en torno del Decreto 1444 del 1992, su definición de publicación internacional y la manera de valorarla. Vinieron entonces los cargos de corrupción académica que lanzaron los consultores del Fondo Financiero de Proyectos de Desarrollo (Fonade) sobre todas las universidades públicas como consecuencia de la universalización del Régimen Especial de la Universidad Nacional de Colombia, que era en realidad lo que introducía el Decreto 1444/92. Luego intentaron recortarnos los sueldos con una propuesta que pretendía cosechar sobre aquella infame acusación1: el Decreto 2912 de 2001; y tuvimos que salir a las calles. Recuerdo que "el movimiento" me mandó a traer desde Inglaterra donde hacía mi doctorado para que explicara los temas de la indexación, la bibliometría y la internacionalización de la ciencia nacional, y pensamos que habíamos ganado, logramos desactivar esa forma de hacer recorte salarial, derogaron el Decreto 2912/01, pero propusieron rápidamente otro, el Decreto 1279 de 2002 que venía amarrado al modelo de evaluación que todos conocemos como Publindex2. Luego se vino un nuevo intento de recorte pero se cuidaron de no hacerlo evidente vistiéndolo de argumento técnico en lugar de Decreto Presidencial -aunque es vox populi que ya existe un borrador de Decreto que modifica el 1279-. Pese a no contar con potencia legislativa el nuevo recorte fue creativo y perverso: se cambiaron las métricas del modelo y se impusieron de la mano de una nueva economía moral entronizada en Colciencias desde la década de l990 del siglo pasado y que reza el credo de la excelencia, la productividad y la internacionalización; el credo del new public management. Fue así como más pronto que tarde pasamos de medir la producción por bultos, a medir la citación por bultos: esto es lo que pretenden hacerle decir al factor de impacto en el modelo actual de medición. Y entonces volvimos a protestar en 2015, y anticipando la efeméride patriótica que celebramos este año 2019, tuvimos entonces nuestra patria boba: el levantamiento de los grupos de las universidades élite de ciencias sociales, humanas y humanidades. Convocamos a Colciencias a debatir sobre la nueva métrica y atendió su Directora de Fomento e Investigación, Lucy Gabriela Delgado; invitamos a la Vicerrectora de Investigación de entonces, la profesora Dolly Montoya, quien no atendió la convocatoria que hicimos, quizás porque para las altas esferas de la administración universitaria en poder de los científicos básicos e ingenieros por los últimos 15 años, nuestras ciencias sociales han sido excelentes topoi para ridiculizar y hacer chistes degradantes que buscan promover una guerra de las ciencias a la criolla. Para la élite científica nacional, las nuestras no son ciencias tan duras, o de tanta calidad, pero en últimas, no son ciencias económicamente rentables que representen ingresos sustanciales para suplir la ausencia del compromiso estatal con la educación superior pública. El plan de inversión y obras públicas de la universidad, claramente, muestra con hechos concretos el resultado del desbalance económico y la lógica privada: al norte del campus edificios nuevos o renovados, inteligentes, innovadores (por lo menos cuatro), calles asfaltadas, bien demarcadas, amplias calzadas con ciclo rutas, notas permanentes en los medios universitarios que celebran los logros en esas facultades. Por el sur, en cambio, huecos, edificios deteriorados, techos caídos, salones sin repotenciar y hasta una fantasmagórica Facultad de Arquitectura sin edificio.

No obstante, con gran empeño y cada vez más y mejor ilustrados en los temas esotéricos de la bibliometría y sus consecuencias, en el 2015 nuestros criollos argumentaban coherentemente ante Colciencias de viva voz, en mesas técnicas, en cartas públicas, en prensa nacional y regional, que el modelo no era adecuado, que lo revisáramos, que no era sensible ni a otros productos de conocimiento diferente de la publicación erudita, ni a otras lógicas de producción de conocimiento, que queríamos un nuevo pacto social. Nos arriesgamos, no nos presentamos a la reclasificación de grupos, intentamos lo mismo con las revistas, pero no fuimos escuchados y fuimos reprimidos sutilmente, los presupuestos de formación de alto nivel en el exterior para humanas y sociales se acabaron, no pudimos aplicar para jóvenes investigadores ni proyectos por no haber colaborado con el proceso de medición. Buenos patriotas cayeron como dice un colega de historia en actos heroicos que no fructificaron y nos dejaron temerosos y amedrentados. Hubo que salir a las calles otra vez en el 2018, y firmamos un compromiso que revisaría las métricas -de eso trata el punto 15 del acuerdo que firmó la profesora Lucy Gabriela Delgado, ya no como la Directora de Fomento que impulsó las nuevas métricas, sino como representante de la Mesa Amplia ante el Ministerio de Educación Nacional (MEN), ahora exigiendo su modificación. La ilustración al norte del campus ha sido flor de un solo día-. Y ahora estamos aquí en conversatorios y mesas técnicas otra vez, yo participé en esas mesas en el pasado hasta que finalmente caí en cuenta de la forma de hacer política pública: invitan, lo primero que piden es la firma en la planilla de asistencia3, te dan un refrigerio y te hacen sentir muy importante y, al final, nada, se toma la decisión que ya estaba tomada previamente en otro escenario, pero se presenta como resultado genuino de ejercicios de política pública participativa, y mientras tanto, el modelo permanece incólume y en plena actividad como quiera que la convocatoria de actualización sigue su curso inexorable a la caza de, por lo menos, otras 100 revistas, que no pararon la actualización, pese a que el movimiento lo exigió en la mesa de negociación. Y ahora, otra vez, arman mesas técnicas, digo mesas porque hay más o menos cuatro: la de los "editores de Scielo" de la Universidad Nacional, la mesa amplia del movimiento con sede en Medellín, la mesa técnica de Colciencias con la mesa amplia que se reunirá mañana por la tarde por segunda vez, y la mesa de la Asociación de Decanos de Ciencias Sociales y Humanas. Es importante aclarar que no están dialogando entre ellas, cada mesa con su agenda de intereses explícitos, y las múltiples estrategias individuales de sus miembros, quienes actúan como representantes no electos de la comunidad; y todo ello en un contexto enrarecido por la ambición gerontocrática de un Ministerio de Ciencia y Tecnología y la configuración de una misión de sabios extranjeros que le van a ayudar a los sabios nacionales a definir la agenda científica del país justo ahora que conmemoramos los 200 años de la fundación de una "república independiente", ¡qué ironía! Eso también lo he dicho en múltiples escenarios, quizás el más conocido sea mi Publindex Alternativo, un pasquín exactivista y posverdadero que buscaba contrapesar la visualización de los logros de la economía moral de la excelencia, la productividad y la internacionalización, con una representación alternativa de los costos que esa economía moral implica para la república. De ese pasquín salen los numeritos que mencionaron en las presentaciones precedentes: 383 revistas invisibilizadas a lanzazos como a los 38 patriotas que Barreiro ejecutó en Tasco cerca de Soacha, poco antes de la Batalla del Pantano de Vargas: desnudos, inermes, espalda contra espalda, así quedaron los cuerpos editoriales destituidos por la nueva métrica. De hecho la semana entrante vamos a conversar sobre los costos epistemológicos e institucionales de estas nuevas métricas de evaluación de revistas. Están cordialmente invitados al [ evento que organiza la Revista Colombiana de Sociología con los colegas Eduardo Restrepo del Departamento de Antropología de la Universidad Javeriana, Mauricio Gómez del Departamento de Administración y Contaduría y Carlos Sandoval del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales (IEPRI)4.

Entonces, esto se parece más a un círculo vicioso que a un retorno a algo superior o más fundamental: como el proyecto de una ciencia nacional independiente, por ejemplo.

La pregunta por una ciencia nacional independiente no es, como la dirigencia científica se figura, una idea trasnochada, de vieja guardia, adoctrinante, o para resumirlo en una voz coloquial de uso corriente entre nuestras élites científicas blanqueadas, una idea mamerta, es decir, una idea falsa. Pero se equivocan con su ilustración de un día, el problema de una ciencia nacional independiente es el punto nodal de la denominada nueva historia de la ciencia que se desprende del modelo lineal de expansión de la ciencia occidental y, particularmente, de la tercera fase del mismo donde se propone que conforme ocurren los movimientos independentistas, cesa el periodo colonial y la patria se erige sobre los fundamentos de una ciencia nacional independiente (Basalla, 1964). Mucho han escrito los historiadores sobre la manera de concebir tal fase, incluso un importante cuerpo de literatura sostiene que es posible que aún hoy subsistan relaciones de dependencia colonial en nuestras ya bicentenarias repúblicas (Chambers, 1993; Elena, 1993; MacLeod, 1987; Palladino y Worboys, 1993). Fals Borda (1987), muy en sintonía con los historiadores de la ciencia colonial en su momento señalaba desde la sociología la tensión entre una ciencia propia y un colonialismo intelectual.

Más recientemente, en América Latina se han documentado juiciosamente las nuevas relaciones Norte-Sur en materia científica, esto es, la internacionalización de la ciencia latinoamericana (Kraimer, 2015; Hess, 2011). Con detallados estudios de caso muestran la agenda globalizadora de la ciencia "modo 2", orientada hacia la producción de una nueva división social del trabajo a escala global en la que, además, no hay lugar para las ciencias sociales ni las humanidades desde América Latina, como lo demuestran las decisiones del Ministerio de Educación japonés o las presidenciales de Bolsonaro que se fundan en la idea de la no rentabilidad y el carácter adoctrinante de las ciencias sociales, las humanas y las humanidades. Yo mismo participé de esta campaña, de esta repetición de la repetidera, invertí parte de mi sabático llevando una perspectiva bibliométrica crítica a Cali, Manizales, Santa Marta, aquí en Bogotá varias veces e incluso hasta me dieron la posibilidad de participar en una cátedra Mutis, e incluso a las mesas donde los editores se planteaban nuevamente la posibilidad de no participar en la convocatoria de revistas. Me preguntaba esta madrugada, preparando esta charla, si alguna de las discusiones técnicas de las nuevas mesas técnicas está pensando una bibliometría histórica crítica que nos permita como país dar cuenta del estado de ese proyecto inacabado de independencia intelectual.

Y ya que mencionamos, de nuevo, las discusiones técnicas de las mesas técnicas (que como dice una colega del Departamento cuanto más técnicas se vuelven, más políticas son) ¿De qué nos sirve seguirle explicando a las mismas audiencias de siempre que el factor de impacto (FI) no es una medida de la calidad de un artículo científico (Gómez-Morales, 2018), qué tampoco es una buena medida de la calidad de una revista, pues como lo muestran detallados trabajos estadísticos basados en coeficientes de correlación, las buenas prácticas editoriales y académicas nada tienen que ver el valor del fi y el posicionamiento de la revista (Chavarro, 2017). Se nos olvida una y otra vez la fraudulenta clonación humana reportada Science en 1994, y otra vez en 1995 por ese tigre asiático llamado Hwang Woo-suk; y se nos vuelve a olvidar que The Lancet publicó como ciencia pura y dura el fraudulento resultado que afirmaba que la vacuna triple viral causaba autismo en niños, según Andrew Wakefield, científico británico miembro de cuanta royal society de gastroenterología había en el Reino Unido y formado en cuanto colegio real de cirugía londinense hay. Pero claro, solo tenemos memoria para repetir y repetir el lugar común, el affair Sokal y sus remakings contemporáneos, que son la propaganda con la que se pretende desprestigiar nuestras revistas y a nuestras ciencias sociales y humanas.

Entonces, ante esta esta repetición de círculos viciosos, ¿qué puedo yo pensar? Que me estoy comunicando mal, que no me entienden, pero lo dudo. No estaría aquí otra vez hablando de lo mismo si algunos sectores no consideraran plausibles, al menos, algunos de mis argumentos.

Más grave aún, si el problema no soy yo, entonces son mis audiencias, que creen entender y, sin embargo, todos se sometieron docilmente a la nueva métrica a pesar de las veces que les insistí, les sugerí y les repetí que el resultado sería una descalificación del esfuerzo de mejoramiento realizado durante los últimos 20 años ¿Ustedes creen que a los editores del Chocó, del Meta, del Caquetá les quedaron ganas de volver a intentar montar una revista por los próximos 200 años?5

Será que debería hablarle no a los científicos sociales que ya están atemorizados y avasallados y doblegados, sino a los poderosos científicos básicos, de esos que publican diez articulos A1 al año de los que nadie cita y por los que pagamos cientos y cientos de dolares en costos directos y miles más en indirectos. ¿Deberíamos quizás intentar que nos escuchen la ingeniería nacional, la de Hidro-Ituango, la del edificio Space, la del puente Chirajara o la que hace las acutalizaciones del Sistema de Información Académica en la Universidad Nacional?

En este eterno retorno, ciertamente, no somos como el pastorcillo valiente de Nietzsche (1984, pp. 223-228) que muerde la serpiente y se recupera a sí mismo como un superhombre. Si algo, seguimos siendo como aquel simple pastor, el último hombre parpadeante que convulsiona pálido en el suelo con una enorme serpiente negra aferrada a su garganta.

Referencias

Basalla, G. (1967). The spread ofwestern science. Science, (156), 611-622. [ Links ]

Chambers, D. W. (1993). Locality and science: myths of center and periphery. En A. Elena, M. L. Ortega y A. La fuente, Mundialización de la ciencia y cultura nacional (pp. 605-618). Madrid: Doce Calles/Universidad Autónoma de Madrid. [ Links ]

Chavarro, D. (2017). Universalism and particularism: explaining the emergence of regional journal indexing systems (tesis doctoral). Doctorado en Estudios de Política Científica y Tecnológica, Universidad de Sussex. [ Links ]

Elena, A. (1993). La configuración de las periferias científicas: Latinoamérica y el mundo islámico. En A. La fuente, A. Elena y A. Ortega (eds.), Mundialización de la ciencia y cultura nacional (pp. 139-146). Madrid: Doce-Calles. [ Links ]

Fals Borda, O. (1987). Ciencia propia y colonialismo intelectual: los nuevos rumbos. Bogotá: Caríos Valencia. [ Links ]

Gómez-Morales, Y.J., Anduckia, J.C. y Rincón N . (1996). Registro y escalafonamiento de publicaciones seriadas científicas colombianas. Índice Electrónico. Informe de investigación. [ Links ]

Gómez-Morales, Y. J. (2018). Abuso de las medidas y medidas abusivas. Crítica al pensamiento bibliométrico hegemónico. Anuario Colombiano de Historia Socialy de la Cultura, 45(1), 269-290. DOI: https://doi.org/10.15446/achsc.v45n1.67559. [ Links ]

Hess, D. (2011). Science in an Era of Globalization: alternative pathways. En S. Harding (ed.), The postcolonial science and technology studies reader (pp. 419-438). Durham/Londres: Duke University Press. [ Links ]

Kraimer, P. (2015). Internacionalización y tensiones para un uso social de la ciencia latinoamericana. En. O. Restrepo (ed.), Proyecto ensamblado en Colombia Tomo I (pp.437-452). Bogotá: Centro de Estudios Sociales-Universidad Nacional de Colombia. [ Links ]

MacLeod, R. (1987). De visita a la 'Moving' Metrópolis. Reflexiones sobre la arquitectura de la ciencia imperial. En A. Lafuente y J. Saldaña (eds.), Historia de las ciencias (pp.217-240). Madrid: Consejo Superior de Investigaciones Científicas. [ Links ]

Nietzsche, F. (1984). De la visión y del enigma. En Así habló Zaratustra (pp. 223-228). Madrid: Alianza. [ Links ]

Palladino, P. y Worboys, M. (1993). Science and imperialism. Isis, (84), 91-102. [ Links ]

Fuentes primarias

Presidencia de la República de Colombia. Decreto 1444 del 3 de septiembre de 1992. Diario oficial CXXVIII. [ Links ]

Presidencia de la República de Colombia. Decreto 2912 del 31 de diciembre de 2001. Bogotá. [ Links ]

Presidencia de la República de Colombia. Decreto 1279 del 20 de junio de 2002. Diario Oficial 44.840. [ Links ]

*Intervención pública en el Foro sobre la política de clasificación de revistas científicas - Publindex, realizado el 4 de abril del 2019 en la Hemeroteca Nacional Universitaria. Este evento fue organizado por la Vicerrectoría de investigación de la Universidad Nacional de Colombia

1 Porque en Colombia en vez de sancionar ejemplarmente al infractor se prefiere extender un manto de duda sobre toda una comunidad para luego intentar vigilarla y controlarla con innumerables leyes y reglamentos. La base de la hipermodernidad leguleya en Colombia es nuestro vínculo fundamental basado en la desconfianza mutua.

2De hecho aunque la línea base para las subsiguientes mediciones se estableció con el modelo de 1996 (Gómez, Anduckia y Rincón, 1996) solo hasta el decreto 1279 de 2002 se estableció un vínculo formal y explícito entre incentivos económicos a la productividad, estratificación de revistas (vinculada a un modelo de evaluación) y obligatoriedad.

3La planilla de asistencia ese "novedoso" instrumento de política pública participativa.

4Las dos primeras, de tres partes de este interesante conversatorio que tuve el honor de moderar, se encuentran en el canal de YouTube de la RCShttps://www.youtube.com/watch?v=QzrYGF5VPV0 y https://www.youtube.com/ watch?v=zzQHO3son2w

5Véase Publindex Alternativo.

Cómo citar esta reseña: Gómez-Morales, Y. J. (2019). El eterno retorno de lo mismo: círculos viciosos en busca de una ciencia nacional independiente. Revista Colombiana de Sociología, 42(2), 357-364. DOI: https://doi.org/10.15446/rcs.v42n2.82100

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