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Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura

versão impressa ISSN 0120-2456

Anu. colomb. hist. soc. cult. v.37 n.2 Bogotá jul./dez. 2010

 

RESEÑA

Dolcey Romero Jaramillo.
Los afroatlanticenses. Esclavización, resistencia y abolición.
Barranquilla: Universidad Simón Bolívar, 2009. 184 páginas.


Los afroatlanticenses es el título del libro publicado recientemente por el profesor e investigador Dolcey Romero Jaramillo, en el sello editorial de la Universidad Simón Bolívar. Tal documento fue impreso por Artes Gráficas Industriales de Barranquilla desde el mes de diciembre de 2009, pero empezó a circular en el año 2010. El sugestivo título del ensayo se complementa con el subtítulo Esclavización, resistencia y abolición.

Parece que el uso del título Los afroatlanticenses sonara pesadamente anacrónico, por cuanto en el periodo de estudio que aborda el colega Dolcey no existía aún el departamento del Atlántico, sino el Partido de Tierradentro, en esta parte del territorio bajo control de Cartagena. Pero esta sensación desaparece de inmediato cuando uno percibe que el uso del nombre del departamento solo busca situar al lector contemporáneo en un espacio que facilite la comprensión de la lectura. A decir verdad, la temática tratada trasciende el nivel de la división político-departamental que se mencionó, porque, sobre todo en el segundo capítulo, se analizan los palenques y el poblamiento de los "afro-esclavizados" en lugares que están por fuera de esta demarcación, aunque contenidos en la gobernación o provincia de Cartagena.

Este es un anacronismo permitido y muy utilizado a nivel nacional e internacional. Por ejemplo, muchas historias de Estados Unidos o de República Dominicana utilizan el nombre contemporáneo de esos países a pesar de que tratan temas del período colonial que no cabrían bajo esas denominaciones.

Lo mismo ha sucedido aquí con trabajos de carácter regional o "nacional". En muchos libros emplean el nombre contemporáneo de este territorio como un recur-so para facilitar el acercamiento de los lectores. Para no alargar demasiado el asunto, se menciona solo el ensayo del ya desaparecido historiador Germán Colmenares, quien se concentró en Popayán y otras zonas del suroccidente y centro del país, en un recorrido temporal que desde el siglo XVI hasta el siglo XVIII, es decir, estudiaba pura historia colonial. Sin embargo, Colmenares tituló su obra Historia Económica y Social de Colombia (en dos tomos), por las razones anteriormente expuestas.

El escrito de Dolcey Romero Jaramillo es importante dentro de la historiografía regional y local que se escribe en la actualidad por los investigadores históricos de la región Caribe. Su base de fuentes primarias es sólida, pues se concentra en material del Archivo General de Indias, en otros fondos del Archivo General de la Nación y en lo que pudo encontrar, especialmente para el siglo XIX, en el Archivo del Departamento del Atlántico. Este hecho le confiere a sus asertos mucha verosimilitud.

Pero la investigación no descarta lo que se ha producido en el resto del país y en Latinoamérica alrededor de la problemática analizada, lo que facilita la comprensión comparada del objeto de estudio y la posibilidad de destacar con más lucidez los vacíos y aportes de otros autores de fuera del patio. Lo mismo podría decirse con respecto a la producción etnográfica, antropológica o historiográfica efectuada hasta el momento en Barranquilla por investigadores relevantes como Aquiles Escalante, Carlos Angulo o José Agustín Blanco, entre otros.

El militante Dolcey Romero Jaramillo se inclinó hacia la línea revisionista que recorre actualmente a la América Latina en cuanto a los estudios de los esclavos africanos en la época colonial y a los afro-descendientes bajo el periodo republicano. Resulta que esta corriente se opone verticalmente a la concepción tradicional que muestra a los afro-esclavizados como simples objetos de opresión ominosa. Es decir, entre amos y subordinados (de acuerdo con esta visión) existiría una especie de equilibrio que fundamentaba todo el sistema.

Este supuesto equilibrio, según los teóricos funcional-estructuralistas, solo era roto por las escapadas que originaron los cimarrones en los lugares en que su esfuerzo podía ser exitoso. Tal fenómeno era visto como una anomalía o disfuncionalidad dentro del sistema esclavista. Para quienes nos ubicamos en otra orilla teórica, tales expresiones de resistencia o de abierta rebeldía o escapatoria no pueden ser asimiladas a anomalías o disfuncionalidades de un sistema aparentemente armónico, sino que deben entenderse como expresión del conflicto inevitable que surgía entre los grupos o clases dominantes y explotadoras y los sectores subordinados o explotados.

No se trataba de romper una función preestablecida y necesaria dentro de un sistema estructuralmente en equilibrio, sino de enfrentar la opresión, la discriminación y el maltrato dentro de una sociedad racista, inhumada y esclavista. Desde este ángulo, enfrentar la inequidad no era una disfuncionalidad o anormalidad social, sino un fenómeno pertinente, útil e inevitable para los esclavos y esclavas. El conflicto fue, en consecuencia, inherente al andamiaje organizacional del esclavismo y no una desviación desafortunada de este.

La crítica weberiana y marxista al funcionalismo y la crítica postestructuralista al estructuralismo han puesto de relieve la dinámica social centrada en las transiciones, en los desequilibrios y en los conflictos sociales, sin desconocer el valor de las estructuras y los efectos estabilizadores que se derivan de estas en cualquier sociedad. Además, se está poniendo otra vez el énfasis en aquellos procesos, fenómenos, grupos o individuos que habían sido invisibilizados por los metarrelatos concentrados en los grandes contextos que tenían por soporte las estructuras o los sistemas más o menos impermeables.

Sin negar la importancia siempre omnipresente del contexto social, hoy se trata de rescatar aquellos momentos del desarrollo en que la participación de los hombres y mujeres de "carne y hueso" es particularmente notable. Esto lo hizo, por ejemplo, Jaime Jaramillo Uribe en sus ensayos de historia social, siguiendo una línea también revisionista, al escudriñar la existencia de los esclavos y esclavas que vivieron en la Nueva Granada bajo el sistema esclavista.

Lo mismo hace ahora Romero Jaramillo al centralizar su trabajo en la zona de Tierradentro, que hoy conocemos como departamento del Atlántico. Su aporte sobre los contornos de la esclavización, el cimarronaje, los palenques y el poblamiento afro en esta parte del país es refrescante y novedoso. El análisis del papel de Nicolás Fester (un cimarrón "barranquillero", cuyo borrador conocimos antes de ser publicado) entrega ese ingrediente individual y concreto que se ha resaltado y que ayuda a entender (aunque así no lo parezca a primera vista) las estructuras profundas de una organización social, incluidas las que se asocian con los imaginarios colectivos. El estudio de la esclavización, la manumisión y la abolición nos regala otra cara de los hombres y mujeres sometidos al escarnio de la esclavitud, convertidos en sujetos y objetos de dominio por parte de sus dominadores, pero también en sujetos de su libertad al intentar, por lo menos, comprender y utilizar las normas existentes para mejorar su condición u obtener su libertad.

Como lo han hecho otros tratadistas de Latinoamérica, el profesor Romero nos entrega en su libro una visión diferente a la tradicional, que está marcada por esa cuasi-falsa dicotomía entre esclavistas todopoderosos y esclavos y esclavas sumisas (de hecho, hubo mujeres afro que se pusieron a la cabeza de las rebeliones) que no supieron romper la supuesta "armonía social" como sus hermanos, que se lanzaron a la aventura de los palenques. Los que se quedaron también hacían una resistencia profunda a los esquemas de explotación y dominación y, hasta donde eso era posible, también lucharon por lo que creían eran sus derechos. Esta es, indudablemente, una perspectiva menos plana y reduccionista que la que se ha vendido hasta el momento en muchos lugares.

El investigador Romero Jaramillo es un destacado docente de la Universidad del Atlántico y de otras instituciones de la ciudad, que ha dedicado su vida intelectual a la defensa de los intereses de los afro-descendientes y a la visibilización documental de sus antepasados africanos sometidos a la esclavitud en Colombia y América, utilizando la cátedra y sus escritos como principales herramientas de combate. Por esto no se exagera al decir que este historiador caribeño es un cimarrón de los estudios históricos, pues ha mantenido por varias décadas su principal perfil de especialista, su obsesión temática justificada por la defensa de los derechos de los suyos y por el deseo de procurarles a ellos un lugar dentro de la historiografía regional y colombiana.

El libro comentado no es solo la consecuencia de unas inquietudes científicas necesarias, sino también el grito sereno de un afro-descendiente que ha vivido en carne propia las secuelas del racismo dentro de la sociedad que le tocó en suerte. Por esta razón, su obra hay que verla como una expresión del combate que aún libran las negritudes por encontrar y construir unos escenarios justos y realmente humanos en todo el país. Si se llega al punto de destruir mitos establecidos (como los que aquí se reseñaron), se comprenderá que el primer empuje provino de las inquietudes científicas y de la pasión que estimula la militancia del autor. Ya los probables mitos que resultaron de su pasión militante en defensa de los suyos serán colocados en órbita por la crítica intersubjetiva. Porque ese es el riesgo inevitable que rodea cualquier esfuerzo investigativo asociado a la historia comprometida.


MILTON ZAMBRANO PÉREZ
Universidad del Atlántico, Barranquilla
mzp1951@hotmail.com

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