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Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura

Print version ISSN 0120-2456

Anu. colomb. hist. soc. cult. vol.38 no.2 Bogotá July/Dec. 2011

 

La emigración española en Latinoamérica ante la Guerra Civil y el fascismo español:
el caso argentino
*

Spanish Emigration to Latin America due to the Spanish Civil War and Spanish Fascism:
The Case of Argentina

LUIS VELASCO MARTÍNEZ
Universidad de Santiago de Compostela
Santiago de Compostela, España
luis.velasco@usc.es

Artículo de investigación.
Recepción: 13 de agosto de 2011. Aprobación: 11 de octubre de 2011.


RESUMEN

El campo de batalla entre los contendientes de la Guerra Civil Española superó las propias fronteras geográficas peninsulares. Allá donde hubiera españoles la división ideológica que había traído el conflicto se hizo patente y se crearon grupos de presión en apoyo de uno u otro bando. Este escenario fue común entre las colectividades españolas emigradas a América Latina. Este artículo analiza el caso argentino, recorriendo algunas de las muchas sociedades, publicaciones, grupos e instituciones creadas por la colectividad y planteando una visión de sus posicionamientos para con los bandos en liza. Específicamente, centra su objetivo en estudiar la cantidad y la calidad del apoyo al fascismo español entre los españoles residentes en Argentina, luego de lo cual concluye que estas han sido frecuentemente infravaloradas.

Palabras clave: Argentina, asociaciones políticas, fascismo, Guerra Civil Española, publicaciones políticas.


ABSTRACT

The battlefield of the Spanish Civil War extended well beyond the geographical borders of the peninsula. The ideological division brought about by the conflict was evident wherever there were Spaniards, and pressure groups arose in favor of one side or the other. This scenario was common among the communities of Spanish immigrants to Latin America. This article analyzes the case of Argentina by reviewing several of the many associations, publications, groups, and institutions created by the Spanish community in Argentina, and providing an overview of its positions with respect to the parties in conflict. The article 's main objective is to examine the support provided to Spanish fascism by Spaniards residing in Argentina, in order to show how the quantity and the quality of that support have often been underestimated.

Key words: Argentina, fascism, political associations, political publications, Spanish Civil War.


Estado de la cuestión

ARGENTINA FUE UNO de los destinos preferidos de los contingentes de emigración española hacia América en los primeros decenios del siglo XX. Entre las décadas de 1860 y de 1930 más del 80% de los inmigrantes recibidos en Argentina eran de origen italiano o español.1

Pese a que desde 1919 los inmigrantes en Argentina comenzaran a nacionalizarse de forma apresurada, empujados por el deseo de los partidos políticos argentinos de introducirlos en el censo electoral y controlar sus votos,2 los inmigrantes españoles continuaron teniendo relaciones políticas con su país de origen, particularmente a través de las diferentes asociaciones y sociedades étnicas de carácter panhispánico, o regional, que se fueron creando a lo largo del país, siendo especialmente reconocidas, por motivos evidentes, las grandes asociaciones creadas en Buenos Aires que aún perduran hasta el día de hoy.3

En ese sentido destacaron algunas de estas sociedades étnicas, principalmente las de carácter republicano, que en la década de 1910 desarrollaron una importante labor política con el fin de que toda la comunidad española inmigrante en el Río de la Plata que mantuviera su nacionalidad de origen pudiera participar de alguna forma en los procesos electorales y en la vida política de su metrópoli,4 con lo cual comenzó toda una tradición de participación y movilización política de la masa española inmigrante en Argentina que durará hasta el advenimiento republicano.

Dentro del grupo de sociedades étnicas, las asociaciones mayoritariamente republicanas, laicas y progresistas se convirtieron en propagandistas de los éxitos y proyectos de la II República desde su proclamación, y aún antes, a su vez, las asociaciones que agrupaban a los inmigrantes entorno a identidades colectivas de carácter subestatal también pasaron a convertirse en focos activos de propaganda autonomista, y por ende republicana. Entre estos se destacaron los casos vasco y gallego, colectivos para los que las posibilidades de autogobierno que se abrían con la nueva Constitución de 1931 y el posterior estatuto de autonomía de Cataluña suponían un aliciente más a la hora de movilizar a sus respectivas comunidades en apoyo al régimen republicano. Así, cuando llegaron las primeras noticias sobre el Alzamiento Nacional a la ciudad de Buenos Aires, el grueso de la colectividad gallega aún se encontraba festejando la victoria del sí en el referéndum para la aprobación de un estatuto de autonomía para la región gallega en el marco del Estado Integral de la II República española que se había desarrollado durante el 28 de junio de 1936.5

En el campo opuesto, algunos colectivos que congregaban a los grupos de inmigrantes españoles con más éxito económico y social se mostraban como una élite más reticente al advenimiento republicano -destaca entre estos el Club Español de la capital-. Así, los marcos asociativos de las diferentes colectividades se vieron sometidos a fuertes tensiones que derivaron en una ruptura, en muchos aspectos aún presente en el seno de la colectividad.

Ofreciendo una visión sincrética, los grupos más grandes que recogían a los inmigrantes que habían obtenido un mayor éxito social y económico en su periplo americano, y que además guardaban un carácter panhispánico, se posicionaron del lado de las fuerzas militares sublevadas, mientras que las asociaciones más pequeñas, que recogían menos casos de éxito migratorio y que representaban a las colectividades procedentes de regiones con movimientos nacionalistas propios, tendieron a posicionarse del lado de las fuerzas leales a la República y al concepto del Estado Integral que les permitía asegurar el desarrollo legal de algunas de sus aspiraciones nacionales como la autonomía política, dentro de los marcos que permitía el Estado Integral.6 Pese a todo, hubo excepciones, como el centro vasquista Gure-Etxea citado por Dora Schwarzstein en su obra sobre el exilio republicano en Argentina.7

Esto no quiere decir que la división fuera inmediata, o que no hubiera conflictos por dirimir la dirección de las asociaciones preexistentes entre defensores de uno u otro bando. Por ejemplo, el Centro Gallego de Buenos Aires fue escenario de una dura pugna por su control durante 1938, en el transcurso de unas elecciones internas para renovar su comité de dirección que acabaron, finalmente, con la victoria de la candidatura republicana.8

Ruy Farías ha estudiado estos conflictos entre la colectividad inmigrante de origen gallego en el sur del gran Buenos Aires en su reciente tesis doctoral,9 en la que se remarca la escasez de fuentes para el estudio de estas disputas internas. Esto se debe, en parte, a la falta de archivos propios de algunas de estas asociaciones, o, como también señala, a que no se conservan ejemplares de muchos de los órganos de algunas asociaciones étnicas muy representativas de la colectividad inmigrante española en Argentina, si bien resuelve con las fuentes disponibles que los alineamientos no fueron automáticos ni inherentes para ninguno de los grupos.10

Desde la obra de Ernesto Goldar sobre los argentinos y la Guerra Civil, no ha habido grandes estudios centrados en estos aspectos.11 Así, pese a la falta de una investigación centrada en esta temática, ello no implica que la Guerra Civil Española y su recuerdo y memoria por parte de la inmigración española en Argentina no haya estado continuamente presente en el colectivo, muy al contrario ha sido constantemente evocada, aunque escasamente estudiada con rigor historiográfico, no faltando las propuestas recientes para comenzar a trabajar en esa dirección.12 No obstante, el asunto ha sido tratado por el ya citado Farías, así como por Silvina Montenegro en su tesis doctoral, aunque en ella se centra en las relaciones entre la política argentina y su visión y posicionamiento ante el conflicto español.13 También Valeria Galván ha tratado algunos de estos temas, particularmente en lo relativo a la exportación de parte de la ideología falangista a algunos grupos políticos argentinos durante la posguerra,14 un campo particularmente interesante, ya que la importancia repentina del falangismo fue una de las repercusiones más significativas del alzamiento, y casi no tuvo trascendencias políticas internacionales en el desarrollo de otros movimientos.

La colectividad española ante la guerra: republicanos e insurrectos

La historiografía española viene consignándole un carácter marginal a los apoyos al golpe de Estado de julio de 1936 entre las comunidades de españoles emigrados a Argentina.15 Esta impresión historiográfica se ha afianzado sobre una realidad evidente: el bando nacional tampoco manifestó un gran interés por mostrarles a las comunidades españolas en el exterior su interés por ellos, sus posibles bondades, etc. Pero esto no significó que no existieran apoyos, sino, simplemente, que los franquistas se limitaron a recoger los respaldos políticos y materiales de aquellos que desde Argentina u otros países de Latinoamérica, y por una gran variedad de motivos, se sentían inclinados a favorecer un golpe de Estado de carácter reaccionario, pero, probablemente, los alzados en España ni siquiera vieran la utilidad de constituir una masa crítica solidaria a partir de la cual poder organizar e incluso movilizar militantes y simpatizantes capaces de crear un clima social que les fuera favorable en las calles bonaerenses, o en cualquier otra ciudad de América Latina.16

Pese a esta falta de interés por organizar a sus huestes en Latinoamérica, algunos de los simpatizantes del golpe en ese hemisferio corrieron a ponerse a disposición de las autoridades militares levantadas en armas, especialmente en el inicio de la sublevación, cuando esta era solo un golpe de Estado y no estaba claro que pudiera desembocar en una guerra larga; así, ofrecieron donativos y organizaron la recogida de suministros e, incluso, formaron banderas de enganche para que los inmigrantes españoles más jóvenes, o sus hijos, corrieran a cruzar el Atlántico para defender a la patria, un tipo de actuación que también desarrollaron, desde un primer momento, los proselitistas republicanos en Buenos Aires.

Después, con la estabilización del conflicto, señaladamente entre finales de 1936 y los comienzos de 1937, estos grupos de apoyo se fueron institucionalizando de diferentes maneras: o bien pasando a formar parte de asociaciones étnicas controladas completamente por simpatizantes republicanos, o bien creando nuevas asociaciones ligadas al esfuerzo militar, una práctica, esta última, realizada especialmente por los apoyos al fascismo español en Argentina: la Acción Gallega de Cruzados de Santiago, Falange Española en Argentina, los Legionarios Civiles de Franco, los Cruzados de Santiago Apóstol, etc. Estos son algunos de los grupos institucionalizados a raíz de la estabilización de la contienda y que habían nacido de manera espontánea como agrupaciones de apoyo a los sublevados organizadas con motivo del golpe de julio de 1936 para facilitar el éxito de la operación.

La necesidad de institucionalización por parte de los grupos de apoyo a los sublevados vendría dada por varias razones. De acuerdo con el relato historiográfico imperante, la mayoría de la colectividad española y de sus agrupaciones étnicas estuvieron del lado de la legalidad republicana, por lo que, ante la falta de apoyos organizados, los grupos de respaldo al bando sublevado organizaron de forma eficiente su capacidad de movilización de recursos y personas, así como sus actuaciones y la búsqueda de solidaridad para con su causa, también, de la ciudadanía argentina. Unos objetivos prácticamente inviables sin contar con sedes, una jerarquización y distribución interna del trabajo, la organización de redes de captación de recursos y la edición de órganos periodísticos propios que fueran capaces de contrarrestar la influencia de los órganos tradicionales de la colectividad -que o bien mantenían una aparente neutralidad o bien estaban del lado republicano-.

En este contexto, la necesidad de crear estructuras y organizar grupos de personas que pudieran influir en favor del bando nacional frente a la sociedad argentina y a los inmigrantes españoles que ella recogía fueron los motivos que obligaron a sus proselitistas franquistas en Argentina a organizar grupos propios, cuya única finalidad era la movilización de recursos para la victoria final, aunque casi sin apoyo por parte de la dirección de los alzados en España. Pese a ello, los apoyos franquistas en Argentina también intentaron hacerse con el control de varias asociaciones e instituciones preexistentes de la colectividad, casi siempre sin éxito.

Así pues, la Guerra Civil se convirtió en una lucha interna entre grupos de españoles, a ellos se limitaba el interés directo, pese a que la cobertura del conflicto por parte de los diarios generalistas argentinos fue especialmente detallada.17 A fin de cuentas, dado que la guerra era vista por la mayoría de la población como una lucha entre el fascismo y la democracia, los republicanos contaron con un extraordinario apoyo moral por parte del grueso de la sociedad argentina.18 Un apoyo que por ser abrumadoramente mayoritario ha ido haciendo caer en el olvido a todas aquellas personas e instituciones que respaldaron el bando sublevado, que en todo caso existieron y que han sido frecuentemente obviados por la historiografía.

Entonces, una parte digna de mención, aunque menor, de los inmigrantes españoles en Buenos Aires a los que podríamos identificar por su condición de emigrantes exitosos en su aventura americana mantuvieron desde un primer momento una actitud esquiva hacia posicionamientos favorables a la causa republicana, una actitud que pretendía ocultar sus simpatías hacia los golpistas, repitiéndose las mismas actitudes que ante la proclamación de la II República el 14 de abril de 1931.

De este modo, si en el año 1931 el Club Español de Buenos Aires, centro neurálgico de los inmigrantes españoles exitosos, prestigiosos y más acaudalados de la ciudad, se había negado de forma continua a retirar la bandera bicolor de la monarquía a favor de la nueva bandera tricolor hasta que las entrantes autoridades consulares republicanas lo exigieron. Ahora, de nuevo, ante un periodo de convulsión, el Club Español decidió apostar por una posición institucional de distanciamiento hacia las dos partes contendientes.19

Sin embargo, esta posición oficial no era reconocida por la mayoría de la colonia española en la ciudad, especialmente por aquellos con claras simpatías republicanas, ya que estos vertían acusaciones contra el Club Español y su cúpula directiva, denunciando a través de sus órganos de prensa y propaganda la connivencia entre estos y los representantes de los sublevados. Incluso en los propios órganos periodísticos creados por grupos de apoyo a los sublevados se solían citar los agradecimientos mostrados públicamente hacia destacados y conocidos miembros del Club por sus contribuciones económicas o materiales a favor de la Cruzada Nacional.20

Así pues, el Centro Republicano Español se convirtió en la principal institución movilizadora de los apoyos a la República, mientras que del Club Español salieron las principales contribuciones al bando nacional, aunque estas últimas fueran siempre solapadas, a través de sus miembros y nunca comprometiendo de una forma directa el nombre de la organización, para lo cual utilizaron como parapeto algunas de las instituciones creadas ex profeso por los simpatizantes de los alzados y a las que ya se ha hecho referencia.

Como se ha dicho, las formas de actuación de pro nacionales y pro republicanos fueron muy distintas. Tanto el Centro Republicano como algunas instituciones de carácter galleguista, catalanista o vasquista mostraron públicamente su adhesión y utilizaron sus habituales cauces de expresión y relación con la colectividad para intentar movilizar a estos contingentes de población a favor del esfuerzo de guerra republicano. Era habitual en la prensa y en los actos organizados por estos grupos y asociaciones realizar llamamientos a la colaboración en las labores de recogida de materiales, donaciones de ropajes, comida, etc. Si bien en el caso de los colectivos pro republicanos, el llamamiento a enviar a los jóvenes en edad militar a luchar con el ejército popular de la República será más extraño que en el lado franquista, lo cierto es que el gran interés de ambos grupos no estará en aportar hombres a la guerra, sino en aportar recursos económicos, y en menor medida otros bienes materiales.

Este tipo de movilización, destinada a recabar recursos financieros para las partes contendientes tuvo una excepción en los apoyos bonaerenses al bando nacional: Falange Española.

Desde principios del año 1936 se habían ido articulando algunos grupos de falangistas entre la comunidad española en Buenos Aires, en los cuales no solo había hijos de emigrantes exitosos y miembros del Club Español, también jóvenes obreros dispuestos a ganarse el favor de algunos de los personajes más poderosos de la colectividad. Estos colectivos tenían un cierto barniz ideológico fascista que los hacía más propensos a participar en sucesos violentos y/o choques con jóvenes izquierdistas, a la vez estaban relacionados con algunas de las facciones juveniles y radicales del nacionalismo argentino. Así pues, una vez que llega el golpe de Estado de julio de 1936, estos grupos falangistas organizados con anterioridad correrán a enviar pequeños contingentes de sus afiliados y simpatizantes hacia los frentes de guerra en España, una vez se había resuelto una duda que durante varias semanas se cernió sobre la colectividad española: ¿qué pasaba realmente en España?

Mientras tanto, algunos de los más influyentes prohombres españoles en Buenos Aires corrieron a constituir una nueva organización que nada tenía que ver con la Falange Española de Buenos Aires, ni mucho menos con su ideología netamente fascista. Surgieron así los Legionarios Civiles de Franco, un grupo creado en torno a la fortuna personal de una adinerada viuda española, antigua cantante, que la había heredado de su marido fallecido: doña Soledad Alonso de Drysdale.21

Rápidamente entre ambas organizaciones se crearon una serie de fricciones paralelas a la complicada identificación ideológica del papel del falangismo en el alzamiento militar. El grupo de presión creado por Soledad Alonso, que contaba entre sus integrantes con figuras destacadas del conservadurismo español y de su clase financiera, destacando el Conde de Guadalhorce, así como con importantes contactos con la curia española, intentó hablar de forma hegemónica en nombre de todas las corrientes de apoyo a los sublevados, incluyendo el falangismo, y convertirse en representante de estos intereses en la Argentina. Una práctica esta que evidentemente chocó frontalmente con un débil falangismo porteño que, aunque escaso y pequeño, existía con anterioridad a la fundación del grupo de Soledad Alonso y al propio 18 de julio.

El once de octubre de 1936 la agrupación falangista de Buenos Aires comenzó a repartir por las calles su propio altavoz, titulado escuetamente Falange Española.22 Desde este primer número, la ruptura entre el falangismo anterior al 18 de julio y los nuevos representantes de la zona nacional serán evidentes, a semejanza de lo acontecido dentro de las fronteras españolas con el grupo de legitimistas de Hedilla en 1937.23

En este caso las tiranteces y desconfianzas comenzaron mucho antes, cuando se comenzaron a realizar campañas de colecta de donativos y enseres a favor del bando nacional usando el nombre de "falange" sin contar con el previo consentimiento del colectivo falangista porteño. Esta usurpación del nombre del partido logrará que en la publicación periódica del falangismo oficial bonaerense, desde su primer número, se advierta de la existencia de grupos organizados que pretenden usurpar el nombre de Falange Española en la Argentina. Una advertencia que no se realizará exclusivamente a aquellos simpatizantes del falangismo que quisieran contribuir de alguna forma al sostenimiento de la organización en Argentina, sino también a los impulsores de las organizaciones y grupos que se pretendían apoderar de la capacidad de movilización del falangismo en aquellas tierras.24

Esta ruptura llevó a la organización falangista de Buenos Aires a desarrollar campañas para evitar que muchos de sus afiliados se dieran de baja, una actitud que respondía a que siendo la mayoría social de los inmigrantes españoles favorables a la causa republicana y estando la mayoría de los apoyos al alzamiento dando la espalda a los falangistas, pronto algunos de estos se vieron despedidos de sus puestos de trabajo. Fue en esos momentos cuando el altavoz de la falange porteña se utilizó para amedrentar a aquellos empresarios -españoles o argentinos- que despidieran a falangistas, y a suplicar que una de las mejores muestras de afecto hacia el golpe del 18 de julio que se podrían tener sería ofrecerles trabajo a los militantes de su organización en Argentina.25 Una muestra de más que los apoyos al falangismo organizado en Argentina eran muy débiles incluso entre los propagandistas del nuevo Estado.

Todo lo contrario de lo que le pasaba a estos últimos comenzó a ocurrir con otros grupos organizados de apoyo a los sublevados. En agosto de 1937, los Legionarios Civiles de Franco lograron comenzar a publicar un órgano propio llamado Por Ellos, una revista de larga tirada y de excelentes calidades materiales sufragada gracias en parte a las aportaciones realizadas en metal por un sector de la acomodada sociedad bonaerense que mostraba de este modo sus simpatías, así como por inmigrantes españoles, italianos y alemanes simpatizantes del fascismo y los entre 8.000 y 10.000 socios que llegaron a pagar las cuotas de la asociación.26

Frente a estos dos grupos, y también enfrentado al segundo,27 se encontraba la Agrupación Monárquica Española, presidida por la infanta doña Pía de Borbón,28 que trataba con cierto desdén a la agrupación liderada por la señora Alonso de Drysdale dado su controvertido pasado como cantante de cabarets y que además se distanciaba del Conde de Guadalhorce, auténtico ad latere de la segunda, pese al carácter monárquico de su colectivo. Esta agrupación centraba su interés en el restablecimiento de una monarquía, pero muy diferente a la caída el 14 de abril de 1931 y que en gran medida veía con simpatía parte importante del cuerpo doctrinal de los postulados de la Comunión Tradicionalista.

Sin duda alguna, el papel fundamental que lograrán los Legionarios Civiles de Franco en la consecución de una red de apoyos financieros y materiales para el bando nacional desde las lejanas tierras argentinas será, en gran medida, gracias al respaldo explícito de parte de la Iglesia católica argentina a este grupo. No en vano las donaciones de su principal impulsora -Alonso de Drysdale- a algunas colectividades religiosas de Buenos Aires, como por ejemplo la Iglesia de la Merced, y la capacidad de los legionarios de vender entre algunas capas del catolicismo argentino la idea de la Guerra Civil como cruzada contra el ateísmo sirvieron como nexo entre los Legionarios Civiles de Franco y la Iglesia argentina, a la vez que como factor de legitimación del golpe ante amplios sectores católicos argentinos e inmigrantes. No parece asunto baladí, pues, que entre los principales actos organizados por los legionarios para lograr donaciones a la causa nacional no faltaran misas y otras celebraciones religiosas, a la vez que en las fiestas y platos únicos de carácter aparentemente laicos tampoco faltaran las advocaciones religiosas o la presencia de miembros destacados de la Iglesia católica argentina y española, rodeados casi siempre de destacados miembros de las delegaciones consulares italiana y alemana.

A modo de conclusión: rojos y nacionales en Argentina

Pese al aparente vacío historiográfico al respecto, existen un mínimo de estudios e investigaciones que se adentran en el estudio de los apoyos al fascismo español en el Río de la Plata durante la Guerra Civil Española, particularmente en lo referido a la República Argentina, así como en los apoyos a los dos bandos contendientes en esas latitudes.

En lo que respecta al bando nacional, aunque tradicionalmente este tipo de movimientos de respaldo se han venido entendiendo como extravagantes, poco numerosos y carentes de apoyo entre las colectividades inmigrantes españolas en América, lo cierto es que tuvieron un grado relativo de éxito -como muestran las cifras planteadas a lo largo de este artículo, tanto de simpatizantes como de donaciones- y no solo entre la comunidad española, sino que en ellos también participaron argentinos y elementos fascistizados de las comunidades alemana e italiana, de la misma forma que otros grupos de estas mismas comunidades mostraron claras simpatías por el bando republicano, hasta llegar incluso a incidir en la posterior aparición de grupos políticos argentinos, como Tacuara.29

Por tanto, la tradicional visión de que el bando franquista apenas encontró apoyos entre los argentinos y la colectividad española residente en el país no parece cierta, o, como mínimo, parece una aseveración muy matizable, especialmente cuando se ven las cifras de donaciones y altas a algunos de los grupos y organizaciones encargados de movilizar estos apoyos, de los que se destaca a los Legionarios Civiles de Franco entre otros muchos colectivos de importancia menor.

Por último, y como punto más llamativo, vemos que desde la lejanía con el conflicto, y alejados de las penurias de la economía de guerra y del esfuerzo bélico, las diferencias ideológicas entre las que serán las futuras familias del régimen franquista aparecerán mucho antes, y mucho más delimitadas y justificadas ideológicamente, que en el territorio peninsular, mostrándose, además, de forma más virulenta a través de amenazas mutuas en sus respectivos órganos propagandísticos. Esta situación llegó en bastantes ocasiones a romper los lazos entre ellas, pese a participar, en teoría, del mismo esfuerzo bélico.

En definitiva, los apoyos a la legalidad y legitimidad republicana por parte de los argentinos y del colectivo español no parecen exagerados por la historiografía, más bien parece que el papel de las organizaciones propagandistas de los sublevados ha sido obviado en gran medida. Esto puede deberse a la propia ruptura y división ideológica que supuso el conflicto en el interior de la comunidad étnica española. También a la propia transitoriedad de muchas de las agrupaciones que se crearon para apoyar los esfuerzos bélicos de los sublevados, que en los mejores casos apenas continuaron algunas de sus actividades después del fin de la guerra y que en general se disolvieron hacia mediados de la Segunda Guerra Mundial.

La falta de una dirección política oficial de estas instituciones desde Madrid, junto al clima poco favorable a este tipo de iniciativas surgido con el estallido del conflicto mundial, así como las suspicacias del gobierno argentino y de las legaciones diplomáticas aliadas de que este tipo de agrupaciones pudieran esconder y provocar acciones pro Eje o antialiadas, acabaron por obligar a sus dirigentes a congelar esta clase de organizaciones,30 que además se encontraban en medio de un proceso de división interna, con cambios constantes de órdenes desde Madrid, y sitiados mediática y socialmente por las acusaciones de connivencia con el Eje por parte de la prensa, que llegó a hablar del eje Berlín-Madrid-Buenos Aires.31

Quizá por esa producción mediática, o quizá por un auténtico miedo aliado a que fueran la quinta columna del Eje en América, hasta su desaparición tanto ellas como sus integrantes fueron seguidos con especial atención por las autoridades argentinas y aliadas. Puede ser esta última una interesante línea de investigación; aunque la falta de los archivos de estos grupos, y de hemerotecas que recojan sus publicaciones periódicas, dificulta en exceso el trabajo del historiador, la búsqueda de información relativa a estas organizaciones en los archivos del Ministerio de Asuntos Exteriores de España y de la Secretaría de Estado de EE.UU. quizá pueda aclararnos más el papel de estas organizaciones, sobre las que en el Archivo de la Nación en Buenos Aires no se ha encontrado ninguna referencia.


* Este trabajo fue posible gracias a la concesión de una subvención de la Asociación Interuniversitaria Iberoamericana de Posgrado que me permitió desarrollar una estancia en el Instituto de Historia Argentina "Emilio Ravignani" de la Universidad de Buenos Aires, bajo la dirección de Fernando Devoto, y a la financiación de "Investigadores de Enseñanza de la Historia en Red" -IDEHER- del Departamento de Historia Contemporánea de la Universidad de Santiago de Compostela. Asimismo también agradezco a Carlos Zubillaga, que me mostró su más cordial colaboración durante mi paso por la Universidad de la República en Uruguay. Tampoco puedo olvidar las gentilezas de Ruy Farías y del resto del personal del Museo de la Emigración Gallega en Buenos Aires.

1 Alejandro Fernández, "La inmigración española en la Argentina y el comercio bilateral", Amérique Latine Histoire et Mémoire. Les Cahiers 1 (2000).

2 Baldomero Cores Trasmonte, O libro negro da Galicia electoral (Santiago de Compostela: Federación de Libreiros de Galicia, 1978) 97.

3 De las más de 500 que existen actualmente, la inmensa mayoría fueron fundadas antes de 1929. Ver José C. Moya, Primos y extranjeros: la inmigración española en Buenos Aires, 1850-1930 (Buenos Aires: Emecé, 2004).

4 Ángel Duarte, La república del emigrante. La cultura política de los españoles en Argentina (1875-1910) (Lleida: Milenio, 1998) 27.

5 Ruy Farías, "La inmigración gallega en el sur del Gran Buenos Aires: 1869-1960", Tesis doctoral, Santiago de Compostela: Universidad de Santiago de Compostela, 2010, 534.

6 Marcelino X. Fernández Santiago, "Asociacionismo gallego en Buenos Aires (1936-1960)", La Galicia austral: la inmigración gallega en la Argentina, ed. Xosé Manoel Núñez Seixas (Buenos Aires: Biblós, 2001).

7 Dora Schwarzstein, Entre Franco y Perón: memoria e identidad del exilio republicano español en Argentina (Barcelona: Crítica, 2001) 70.

8 Fernández Santiago 184.

9 Farías 534-542.

10 Farías 536.

11 Ernesto Goldar, Los argentinos y la Guerra Civil Española (Buenos Aires: Contrapunto, 1986).

12 Hernán M. Díaz, Historia de la Federación de Sociedades Gallegas: identidades políticas y prácticas militantes (Buenos Aires: Biblós, 2007) 86.

13 Silvina Montenegro, "La Guerra Civil Española y la política argentina", Tesis doctoral, Madrid: Universidad Complutense de Madrid, 2002, 11-13.

14 Valeria Galván, "El Movimiento Nacionalista Tacuara y sus agrupaciones derivadas: una aproximación desde la historia cultural", Tesis de maestría, San Martín: Universidad Nacional de San Martín, 2008, 65-73.

15 Montenegro 13.

16 Montenegro 8.

17 Santiago Allende et ál., "La Guerra Civil Española en la Argentina: una mirada desde las publicaciones periódicas de la colectividad española en el país", 5.º Encuentro de bibliotecas de colectividades (Buenos Aires: Biblioteca Nacional, 2011).

18 Montenegro 10.

19 Museo de la Emigración Gallega (MEGA), Buenos Aires. España Republicana 3.557 (Buenos Aires, 937): 11.

20 Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia de Argentina (BANHA), Buenos Aires. Por Ellos 1.1 (Buenos Aires, 1937): 8-13.

21 BANHA. Buenos Aires. Por Ellos 1.1 (Buenos Aires, 1937): 3-5.

22 Hemeroteca de la Biblioteca Nacional de Argentina (HBNA), Buenos Aires. Falange Española 1.1 (Buenos Aires, 1936): 1-8.

23 Ver Joan Maria Thomàs, Lo que fue la Falange: la Falange y los falangistas de José Antonio, Hedilla y la Unificación: Franco y el fin de la Falange Española de las JONS (Barcelona: P&J, 1999).

24 HBNA, Buenos Aires. Falange Española 1.1 (Buenos Aires, 1936): 1-8.

25 HBNA, Buenos Aires. Falange Española 1.2 (Buenos Aires, 1936): 1 y 6.

26 Ver Milagrosa Romero Samper, La oposición durante el franquismo: el exilio republicano (Madrid: Encuentro, 2005) 150; Jorge Saborido, "Una avanzada franquista en la Argentina: la revista Por Ellos (1937)", Anuario Facultad de Ciencias Humanas Universidad Nacional de La Pampa 7 (2006): 71-82; Hemeroteca de la Biblioteca Xeral de la USC (HBXUSC), Santiago de Compostela. ABC [Sevilla] 1.º oct. 1938: 16.

27 MEGA, Buenos Aires. Cabo Gómez (pseudónimo), "Fuego graneado", España Republicana 3.557 (Buenos Aires, 1937): 2.

28 Romero Samper 150.

29 Galván 65-73.

30 Rosa Pardo Sanz, "España, Cuba y EE.UU. durante la Segunda Guerra Mundial: antifascismo en América Latina", Estudios Interdisciplinares de América Latina y el Caribe 6.1 (1995): 51-74.

31 Pardo 56.


OBRAS CITADAS

I. Fuentes primarias

Periódicos y revistas consultados en archivos y hemerotecas

Hemeroteca de la Biblioteca Xeral de la USC (HBXUSC), Santiago de Compostela. ABC [Sevilla] 1938.

Museo de la Emigración Gallega (MEGA), Buenos Aires. España Republicana [Buenos Aires] 1937.

Hemeroteca de la Biblioteca Nacional de Argentina (HBNA), Buenos Aires. Falange Española [Buenos Aires] 1936.

Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia de Argentina (BANHA), Buenos Aires. Por Ellos [Buenos Aires] 1937.

II. Fuentes secundarias

Allende, Santiago et ál. "La Guerra Civil Española en la Argentina: una mirada desde las publicaciones periódicas de la colectividad española en el país". 5.º Encuentro de bibliotecas de colectividades. Buenos Aires: Biblioteca Nacional, 2011.         [ Links ]

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