SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.39 issue1A Conflict of Interest in the Demolition of the Convent and Church of Santo Domingo. Bogotá 1939-1947Jesuit Views of the Amazon during the Colonial Period: from the Mission as Spiritual Domain to the Exploration of the River's Wealth as a Treasure author indexsubject indexarticles search
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

Related links

  • On index processCited by Google
  • Have no similar articlesSimilars in SciELO
  • On index processSimilars in Google

Share


Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura

Print version ISSN 0120-2456

Anu. colomb. hist. soc. cult. vol.39 no.1 Bogotá Jan./June 2012

 

Evolución del uribismo en Ciudad Bolívar: un análisis histórico, 2002-2007

The Evolution of "Uribism" in Ciudad Bolívar: A Historical Analysis, 2002-2007

 

JYMY ALEXANDER FORERO HIDALGO
Universidad Nacional de Colombia
Bogotá, Colombia
jaforeroh@unal.edu.co

Artículo de investigación.
Recepción: 10 de noviembre de 2011. Aprobación: 8 de febrero de 2012.


RESUMEN

En tanto la historiografía ha documentado ampliamente que los gobiernos autoritarios han descansado en el apoyo de las masas utilizando distintas estrategias de dominación según el tipo de régimen y el momento histórico, el propósito de este estudio es analizar las condiciones históricas que permiten explicar el surgimiento y evolución del uribismo como proyecto político, económico y social nacional con amplios niveles de respaldo y aceptación popular en particular en Ciudad Bolívar, localidad del sur de Bogotá. El estudio revela que resulta parcial e insuficiente concluir que el respaldo y la aceptación popular se debió a un solo factor, sino que, a diferencia de teorías que plantean la dominación e imposición de un proyecto político por la vía exclusiva del terror, asistimos a un fenómeno político singular: la implementación del proyecto autoritario uribista se dio mediante una mixtura, una combinación de métodos persuasivos y coercitivos, que establecieron el consenso en la población. Tal explicación implica una interrelación de factores históricos tanto de carácter estructural como de carácter coyuntural.

Palabras clave: uribismo, dominación, autoritarismo, fascismo, clientelismo, Ciudad Bolívar.


ABSTRACT

Historiography has documented that authoritarian governments have relied on the support of masses using different strategies of domination depending on the type of regime and the historical moment. On this basis, the objective of this study was to analyze the historical conditions that explain the emergence and evolution of "Uribism" as a political, economic, and social national project with broad levels of popular support and acceptance, particularly in the Ciudad Bolivar neighborhood in the south of Bogotá. The study reveals that it is partial and insufficient to conclude that said support and popular acceptance were due to a single factor. "Uribism" appears as a unique political phenomenon that cannot be explained through theories according to which domination and imposition of a project are achieved exclusively through political terror. The implementation of Uribe's authoritarian project was accomplished through a combination of persuasive and coercive methods that established consensus in the population. This explanation implies an interrelation of both structural and situational historical factors.

Key words: "Uribism", domination, authoritarianism, fascism, clientelism, Ciudad Bolívar.


Introducción

La historiografía ha documentado ampliamente que las experiencias de gobiernos autoritarios1 han logrado el apoyo de las masas utilizando distintas estrategias ideológicas y represivas según el tipo de régimen y el momento histórico. Estas estrategias han hecho uso de la coerción, como fue el caso de las dictaduras militares en América Latina;2 de la combinación de terror y propaganda, como fue el caso del nazismo alemán y del fascismo italiano;3 de la combinación de coerción y populismo, como fue el caso del Perú de Fujimori,4 además de otros factores históricos asociados a dichos regímenes. Como sea, resulta admisible que los dirigentes autoritarios han mantenido una indiscutible popularidad.

Tales estrategias que, desde el Estado y en particular los regímenes políticos, han usado para garantizar la aceptación y respaldo de las masas a determinado proyecto político y económico de sociedad se enmarcan en las teorías de la dominación política cuyo referente puede encontrarse en los planteamientos marxistas y weberianos respecto del Estado y la dominación. Sin embargo, las mismas teorías críticas de la dominación reconocen que la relación de dominación -entre dominadores y dominados- no es mecánica ni lineal, y mucho menos los sujetos sociales asumen una actitud pasiva respecto de los instrumentos ideológicos y represivos del Estado.

El análisis histórico que interpreta el desarrollo de procesos autoritarios de derecha, además de resultar novedoso para el caso colombiano, deviene particular en la región porque dicho proyecto político se desenvolvió con amplio respaldo social en el contexto de una América Latina y de un Caribe que, a finales de los años noventa y comienzos del nuevo milenio, rechazaban en gran medida el auge de los estados neoliberales y promovían procesos de sociedad alternativos.5

Fue un periodo de incremento de la resistencia y la lucha popular en América Latina, y de ascenso de procesos nacionales y democráticos mediante la elección de candidatos de izquierda en cargos ejecutivos y legislativos de gobiernos locales, estaduales o nacionales en la mayoría de países latinoamericanos.6

No obstante, la emergencia del proyecto político uribista en Colombia coincidió también con la irrupción del discurso promulgado por la Casa Blanca, transmitido a nivel mundial, sobre la "lucha contra el terrorismo" y de legitimación de la doctrina de la "guerra preventiva", a partir de los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001 en los Estados Unidos. El nuevo gobierno colombiano se constituyó en el mejor aliado de ese país en la región.

El contexto nacional en el cual se desarrollaron las elecciones para la presidencia en 2002 y que, en consecuencia, desencadenó el surgimiento del uribismo, fue un contexto signado por un aumento de la violencia por parte de los grupos armados en contienda, unos indicadores socioeconómicos en notable declive, el proceso de paz fallido del presidente Andrés Pastrana, y la pérdida de confianza en las instituciones democráticas y en la clase política entre los colombianos.7

¿Cómo establecer el respaldo popular al régimen de Uribe Vélez?

Una de las fuentes y expresiones de dicho respaldo y apoyo social al proyecto político de Álvaro Uribe Vélez en Colombia fue el comportamiento electoral en las elecciones presidenciales, tanto en el año 2002 como en 2006. Es de anotar que en 2002 la votación total del país fue de 11.244.288, de los cuales 5.829.958, es decir, el 53% de los votos, fueron por Uribe Vélez, mientras que en 2006 la votación total del país fue de 12.058.788, de los cuales 7.363.421, es decir, el 62,2% de los votos, fueron por Uribe Vélez. El potencial de votantes era de 24.208.150 y 26.731.700 respectivamente.8

En Bogotá, el comportamiento electoral para el año de 2002 fue una votación total de 2.141.676, de los cuales 1.214.379, es decir, el 56,7%, respaldaron a Uribe Vélez, mientras que en 2006 la votación total en la ciudad de Bogotá fue de 2.201.713, de los cuales 1.396.155, es decir, el 64,01%, fueron por dicho candidato. El potencial de votantes en la ciudad fue de 3.837.203 y 4.204.331 respectivamente. En cuanto a la abstención en la ciudad, esta fue de 45% y 47,7%.

A grandes rasgos, de lo anterior se desprende que, de un lado, desde el 2002 en adelante a nivel nacional creció el respaldo a Uribe Vélez, por lo que este fue mayoritario en el comportamiento electoral de las personas. De otro lado, Bogotá estuvo por encima de los porcentajes de voto respecto al comportamiento nacional, y en principio, fue en los sectores populares donde se expresó un significativo respaldo a dicho candidato, ya que, observando en detalle el comportamiento en la ciudad por localidades y su composición de votantes, se encuentra que sectores populares como Ciudad Bolívar, Usme, Bosa y San Cristóbal representaron en promedio más del 60% de la votación por Uribe Vélez registrada en dichas localidades.

¿Cómo explicar la emergencia y consolidación del uribismo9 en Ciudad Bolívar con los niveles de respaldo popular alcanzados? Los estudios sobre comportamiento electoral, las teorías críticas sobre la comunicación y la represión, los análisis sobre el sistema político colombiano, las aproximaciones sobre construcción de subjetividades articuladas a la perspectiva histórico-genética y los estudios sobre procesos socioculturales construidos históricamente en el territorio nos ofrecen algunas interpretaciones, sin embargo, vistas independientemente, su valor explicativo resulta limitado e insuficiente.

Los estudios sobre comportamiento electoral realizados en el país, entre los cuales sobresalen los de Lozada y colaboradores,10 Hoskin11 y colaboradores, López12 y Gutiérrez,13 sugieren que las variables socio-demográficas, las percepciones del contexto económico, la identificación partidista y la ideología de los votantes fueron variables menos decisivas para explicar su decisión electoral. En contraste, fue fundamental la percepción que se tenía de los candidatos y la importancia de los temas de debate electoral; fueron estos factores los que se reflejaron en la impronta de los medios de comunicación. Con evidencias empíricas se establece un claro patrón de decisión: se tiende a elegir más en términos de personas que de equipos y más en términos de virtudes personales que de programas o de partidos.

Sin embargo, los autores que se basan en este modelo explicativo adolecen de algunas limitaciones interpretativas para la comprensión del masivo respaldo al uribismo, ya que tienden a desconocer procesos históricos que convergieron en dicha coyuntura política y electoral. Esos autores desconocen igualmente algunas restricciones que ofrece el funcionamiento institucional e ignoran sustancialmente el papel de los medios masivos de comunicación. Adicionalmente, sus explicaciones dejan oscuro el asunto relativo a cómo los votantes construyen sus percepciones.

Por su parte, las teorías recientes de los medios de comunicación masivos también hacen una aproximación explicativa parcial al fenómeno de respaldo popular a Uribe Vélez, considerando que aquellos son "instrumentos en manos de -o al servicio de- una clase dominante, una elite o un grupo ostentador de poder",14 y en tanto instrumento, dirigen la "atención a los modos en que deben reproducirse y legitimarse las relaciones sociales de acuerdo con el consentimiento más o menos voluntario de toda la sociedad.15

No obstante, los efectos de los medios de comunicación y su alcance aún son tema de controversia, pues si bien se parte del supuesto de que los medios masivos cumplen esencialmente la función de reproducción de las relaciones de explotación y manipulación para legitimar la dominación del capitalismo y la subordinación de las clases subalternas, de todos modos no resulta fácil afirmar que en determinados casos aquellos son la causa única e indispensable de un determinado efecto social. De hecho, hay que tener en cuenta que lo que digan los medios tiene relativamente poca influencia sobre el comportamiento de los votantes de zonas marginales, amarrados a prácticas políticas clientelistas que, independientemente de lo que aparezca en la televisión o la radio, esperan su cupo escolar, un empleo, o alguna compensación, luego de la votación.16

Otra perspectiva explicativa del respaldo popular al proyecto la configuran las aproximaciones de González,17 Moreno,18 Rojas19 y Caballero,20 que consideran que el clientelismo, la corrupción y el fraude sustentan el triunfo electoral del uribismo, tanto en su elección como en su reelección, en la medida en que ocurrió un vuelco frente a la clase política tradicional, que se reflejó en el reparto milimétrico del botín burocrático y en el acceso a recursos provistos por el Estado entre los diversos sectores uribistas. Esta perspectiva, aunque establece matices entre los autores mencionados, no ha sido suficientemente desarrollada en la comprensión del fenómeno.

De otro lado, desde la teoría histórico-genética, encontramos una aproximación explicativa sugestiva. ¿Qué tiene que ver la teoría histórico-genética en general y las estructuras basales en particular con la simpatía y el respaldo popular a las ideas de Uribe? Precisamente, la teoría histórico-genética sugiere que, para comprender el pensamiento de determinadas sociedades, hay que recurrir a las estructuras con las que cada ser humano, en los comienzos de su vida, se hace accesible el mundo.21 Puede sugerirse que algunos esquemas de pensamiento, identificados a partir del discurso de Uribe y de las prácticas sociales populares, guardan una gran analogía o similitud con esquemas primitivos propios de las estructuras construidas en las primeras fases de la historia individual, y representan una continuación o prolongación de dichas estructuras.

Desde este enfoque interpretativo, hay indicios para aproximarse a explicar que parte de la popularidad de Uribe se basó en una sensación y una percepción primaria de los sectores que lo respaldaron. Este enfoque se sintoniza con el proceso de construcción de subjetividades en el marco de una estrategia de guerra psicológica, como lo han señalado Guerrero,22 Vélez23 y Barrero,24 proclives a salidas autoritarias para resolver la desesperanza y desesperación acumulada por años, lo que terminó siendo funcional para el modelo económico y político dominante.

Mención especial merece la estrategia de "seguridad democrática". En efecto, el tema de la seguridad y de la guerra ha sido la punta de lanza en la consolidación del uribismo para autores como Angarita,25 Zuluaga,26 Chernick,27 Gilhodes,28 Medellín y Rangel.29 Por su parte, el Proyecto Justicia y Vida30 y Rafael Ballén31 van más allá al conjugar en su análisis las acciones estatales con aquellas medidas de coerción que provienen del poder de los grupos paramilitares, en una estrategia que mantiene tolerancia, complicidad, connivencia y fines similares. Tal estrategia se habría desarrollado en barrios periféricos de las grandes ciudades del país, como parte de la implantación del control social y territorial sobre la población a través del miedo y del terror.

Por último, otra aproximación explicativa al fenómeno de respaldo popular a Uribe Vélez ubica la mirada en los procesos socioculturales y político-económicos construidos históricamente en el territorio como base social y política para que emergiera una simpatía por propuestas de corte autoritario. El supuesto es que los cambios en las condiciones de existencia conllevan cambios en las formas de pensar el mundo y de los sujetos que lo habitan. Aquellos procesos tienen que ver con factores relacionados con las condiciones de poblamiento, el tipo de pobladores y su procedencia, las formas de participación y de organización allí existentes que terminaron afirmando, construyendo o reconstruyendo practicas en la cultura política local permeadas por relaciones clientelistas y coercitivas.32

Lo que proponemos con este artículo es que, para rastrear una explicación que aborde la complejidad de dicho fenómeno, es urgente indagar qué pasa, junto con las variables políticas y económicas, con los procesos subjetivos que también ocurren en las prácticas de respaldo a dicho régimen político. ¿Cuáles han sido las condiciones históricas para que esto suceda? ¿Cómo es el proceso de construcción de subjetividades proclives a dichos regímenes políticos?

Estas son inquietudes que constituyen el desafió académico y objeto del presente estudio,33 y por tanto, nos proponemos analizar las condiciones históricas que permiten explicar el proceso evolutivo del uribismo, tanto su surgimiento como su consolidación como proyecto político con amplios niveles de respaldo y aceptación popular en particular en Ciudad Bolívar, localidad del sur de Bogotá.34 La tesis central que se intentará sostener es que hay indicios para considerar que la instalación del uribismo en Ciudad Bolívar, con el respaldo social presenciado, no es producto de una relación univoca, como han intentado explicar infructuosamente autores ya mencionados, sino que está asociado con múltiples factores interrelacionados.

Inicialmente se examinan las condiciones históricas que establecieron la posibilidad para la emergencia del uribismo en el espectro político local. Este proceso de surgimiento se rastrea en particular entre el 2002 y el 2004, y abarca tanto las primeras elecciones presidenciales como la campaña y configuración de las fuerzas políticas en la JAL de Ciudad Bolívar. Posteriormente, se explora el proceso de cómo el "uribismo" se consolidó en Ciudad Bolívar, cómo echó raíces mediante estrategias de tipo legal e ilegal, de corte coercitivo, identificando a partir de qué sectores sociales, qué figuras políticas y simbólicas se institucionalizó dicho proyecto. Este proceso comprende desde el año 2004 hasta el 2007 e incluye tanto la campaña a la reelección presidencial como el posicionamiento de las nacientes fuerzas uribistas en lo local, donde resultaron ser la coalición mayoritaria. En tercer lugar, se discute el proceso de construcción de subjetividades en el ámbito local, en el marco de una guerra psicológica, rastreando la aceptación a partir de la indagación por la percepción que se tuvo de Uribe Vélez. Se intenta, de un lado, aproximarse a la explicación de la estructura del pensamiento de Uribe y, de otro lado, aproximarse a la explicación de la estructura del pensamiento de los sectores populares desde una óptica procesual, descifrando una relación de utilidad explicativa de la teoría histórico-genética. Finalmente, se sugieren unas reflexiones a manera de conclusiones que presenta de forma sintética las discusiones y problematizaciones centrales del ensayo.

La emergencia del uribismo en Ciudad Bolívar

Durante los últimos sesenta años este asentamiento urbano ha sido receptor de cientos de miles de familias marginadas y migrantes, como consecuencia del fenómeno de pobreza en el campo y de la violencia sociopolítica que se vivió en varias regiones del país, así como de las familias expulsadas de la propia ciudad en busca del sueño de tener su vivienda propia. Este proceso llegó a concentrar, a finales de los años noventa, una población cercana a los 500.000 habitantes.35

Durante la década de los años noventa y comienzos de los años 2000, Ciudad Bolívar estaba conformada en su parte urbana por 341 barrios, de los cuales habían sido legalizados únicamente 139, es decir el 40,7%, en los que persistían carencias sociales y económicas en casi la totalidad del territorio. La precariedad en las condiciones de vida de sus pobladores se expresa en una localidad que registraba unas condiciones de pobreza de cerca del 40%, donde la cobertura del servicio de agua y alcantarillado era la más baja de Bogotá, cubriendo tan solo al 81,8%, y, en el caso de los barrios tuguriales, no había literalmente servicio de agua, que era provista por carro-tanques.36 Similar situación de precarización se presentaba en el ámbito educativo, de salud, de vivienda y de ingresos, entre otros.

Un elemento muy sensible que caracterizó la situación de Ciudad Bolívar en este periodo y que constituyó una de las grandes preocupaciones de sus pobladores fue el incremento de la violencia y la sensación de inseguridad que se correspondía, a su vez, con lo que estaba sucediendo a nivel nacional.37 Esto llevó a los pobladores a desarrollar prácticas e ideas para resolver sus necesidades. Sobre esta realidad se instala y cabalga el uribismo.

Evolución del uribismo en Ciudad Bolívar: 2002-2004

El proceso evolutivo en torno al cual se configura el uribismo en Ciudad Bolívar se corresponde con la época histórica y con las prácticas políticas de la localidad, pues no se configuró a partir de una estructura política de cuadros, militantes o activistas del nuevo partido del gobierno nacional que difundiera sus tesis y construyera un esquema local independiente de las trayectorias partidistas y control tradicional, sino que fue resultado de un transfuguismo político, es decir, un proceso de realineamientos pragmáticos en la política tradicional donde los políticos representantes de dicha política a nivel local heredaron caudales electorales. Este proceso estuvo permeado por una gestión de gobierno nacional, por sus estrategias sociopolíticas y militares, que fueron difundidas eficientemente a través de los medios masivos de comunicación. "Yo no empecé a saber del uribismo porque me metí a un grupo político ni nada de esa cuestión, sino que lo empezamos a percibir desde la misma seguridad de nuestras empresas, cuando empezamos a poder ya a salir a las carreteras (...) ahí empezamos a saber que había un gobierno y una seguridad democrática".38

Sin embargo, dos momentos se identifican durante este proceso: (a) la campaña a la presidencia, a finales 2001 y hasta 2003, donde la presencia del uribismo no era tan evidente, y (b) la campaña a las elecciones a Consejo, ediles y alcaldías en 2003, donde los partidos y movimientos de la coalición uribista organizan listas en Ciudad Bolívar.

En cuanto al primer momento, la campaña presidencial se instaló sobre unas condiciones estructurales caracterizadas por el cansancio y la desesperanza de amplios sectores de la sociedad ante la crisis generalizada nacional producidos por décadas de conflicto social y armado, y en particular por el frustrado proceso de paz con el gobierno Pastrana. Una condición adicional fue el fenómeno de desprestigio de los partidos tradicionales. Estos factores permitieron que la propuesta de "mano dura y corazón grande" ganara simpatía particularmente en sectores populares de las ciudades, como fue el caso de Ciudad Bolívar.

La violencia y el recrudecimiento de la guerra han hecho parte de la vida de Ciudad Bolívar en la medida en que las migraciones internas del país han marcado su poblamiento.39 Los asesinatos de civiles en masacres y muertes selectivas se incrementaron de manera significativa con la apertura y deterioro de las negociaciones de paz entre las FARC y el gobierno de Andrés Pastrana.40

En Ciudad Bolívar, para el año de 1999, se reportaron un total de 836 muertes, de las cuales 341 fueron homicidios, 13 correspondieron a suicidios, 43 fueron accidentales, 274 por causa natural y 165 se reportaron como indeterminadas.41 Estas cifras indicaban la dimensión y la urgencia que representaba este tema en los pobladores a comienzos de 2000. Para el año 2002, el principal problema estaba relacionado con la inseguridad y la violencia, lo cual generó una consecuencia en sus pobladores: el miedo. Un estudio de la Secretaria de Gobierno de Bogotá identificó que los principales factores asociados al homicidio a nivel local eran: el robo, la limpieza social y las venganzas42. El estudio concluía que los frentes de seguridad se convirtieron en una alternativa relativamente alta para las organizaciones comunitarias y para quienes consideraban que la solución estaba del lado de una mayor militarización de la sociedad.

De otro lado, las experiencias públicas de corrupción de los partidos tradicionales facilitaron el éxito de estrategias políticas disidentes o independientes, tanto de derecha como de izquierda.43 Alrededor de la figura de Uribe se generó todo un movimiento que se constituyó como una fuerza de derecha paralela a los partidos tradicionales y que incluyó a partidarios liberales y conservadores: muchos de los políticos y caciques tradicionales giraron hacia esta nueva coalición. En Ciudad Bolívar, este fenómeno se evidenció en la configuración política local en las elecciones de 2003 y en la percepción de las comunidades sobre la política tradicional. La configuración de la elección a la JAL para el año 2003 fue de 2 ediles del Movimiento Nacional, 2 ediles del Movimiento Equipo Colombia, 2 ediles del Polo Democrático Independiente, 4 ediles del Partido Liberal y 1 edil del Movimiento Político Comunal y Comunitario:44 es decir que de los 11 ediles elegidos, 6 eran de los partidos tradicionales, en una localidad que había sido históricamente bipartidista.45 Por su parte, sectores de la comunidad consideraban: "(...) los liberales y los conservadores, unos a otros se tiran rayo y al fin de cuentas todos son iguales, ninguno es bueno, todo son lo mismo y al final, todos son iguales (...) dicen que prometen, que hacen, y nada, son iguales. Ellos van es por su doble sentido, lo bueno para ellos y lo que sobre pal resto".46

En este proceso tuvieron también su cuota los medios de comunicación, los cuales cumplieron un papel importante en la medida en que encuadraron un clima de opinión para las elecciones presidenciales de 2002 alrededor de un debate basado en dicotomías como variables de peso: guerra o paz, autoridad o debilidad. Los medios fueron construyendo mediáticamente la necesidad más urgente del pueblo colombiano: la seguridad, a la vez que construían de manera maniquea a su enemigo político más destructor: la insurgencia.47

Respecto al segundo momento, un año después del triunfo de Uribe, la opinión pública y su popularidad, construida en buena medida por los medios masivos a partir del éxito en su gestión de gobierno y, en particular, a través del manejo del tema de la seguridad, crecía y llegaba hasta el último rincón de la ciudad.48 En las elecciones de 2003 para Alcaldía, Concejo y JAL en Bogotá, algunos movimientos y partidos que hicieron parte de la coalición de gobierno (entre ellos Equipo Colombia, Cambio Radical, Movimiento Sí Colombia, Alas, Colombia Democrática, Convergencia Ciudadana y Dejen jugar al Moreno, entre otros) organizaron listas en Ciudad Bolívar. El 60,3% de la votación que se presentó por Uribe en las elecciones un año antes, subía en esta contienda electoral al 63,2% de quienes preferían los partidos de afinidad uribista.49

Si bien esa campaña del año 2003 en Ciudad Bolívar hizo uso de un discurso de prosperidad económica y de seguridad ciudadana por parte de Equipo Colombia y del Partido Liberal, su éxito consistió ante todo en la representación de cacicazgos fuertes a nivel local,50 en tanto que los ediles electos a nombre de esos partidos eran o representaban sectores que tradicionalmente habían tenido el poder en los últimos años, específicamente desde 1993. Así, la presencia del uribismo se reflejaba no solo desde el punto de vista político y orgánico en la localidad, sino también en términos ideológicos, ya que amplios sectores del liberalismo no representaban las fuerzas socialdemócratas que a nivel nacional se planteaban ser, sino que, por su pragmatismo, respondían a intereses ligados a la ideología y políticas del gobierno nacional.

Dicha elección del año 2003 también significó la aparición de una nueva fuerza política a nivel distrital y local sin la cual no es posible explicar la evolución del uribismo: el Polo Democrático Independiente (PDI), que con Lucho Garzón ganó la Alcaldía Distrital y obtuvo dos ediles en Ciudad Bolívar. Políticamente, dentro del mapa político local, dichas elecciones simbolizaron, de un lado, la aparición embrionaria de la coalición uribista en la Junta Administradora Local -constituida por Equipo Colombia, sectores del Partido Liberal y el Movimiento Nacional de orientación conservadora- y, de otro lado, la conservación del poder político en la localidad, liderado por una facción de los jefes del Partido Liberal en Ciudad Bolívar, representado en la figura de Jorge Durán Silva. De hecho, el clientelismo político local se estructuró a partir de facciones de partido más que del partido propiamente dicho.51

Como consecuencia, la Alcaldía Local fue entregada nuevamente al Partido Liberal bajo la administración de Lucho Garzón. Álvaro Benavides -que hizo parte de un ciclo local de ingobernabilidad permanente por sus niveles de corrupción-52 asumió la administración de Ciudad Bolívar en el 2003, haciendo un acuerdo con todos los sectores políticos, lo que contribuyó, de un lado, a fortalecer la coalición uribista en la localidad y, de otro, a que la obra social del Polo tendiera a desvanecerse e invisibilizarse, haciéndola aparecer como resultado de la coalición y administración local.53

En consecuencia, la gran inversión en lo social, representada en la construcción de megacolegios, de los comedores del programa "Bogotá sin Hambre" y de obras de mitigación de riesgos, entre otros, que desarrollara la administración distrital, no va a ser canalizada política y electoralmente únicamente por el Polo. Se va a presenciar un fenómeno donde aquellos sectores que van representado o difundiendo las ideas uribistas en la localidad asumen como propios liderazgos en la ejecución de políticas públicas consignadas en el Plan de Desarrollo de ese entonces de la "Bogotá sin Indiferencia".54

Por último, en este proceso de emergencia del uribismo, resultó significativo rastrear algunas trayectorias de líderes políticos y comunales de la localidad que, provenientes de los partidos tradicionales Liberal y Conservador, mutaron y se han destacado local, distrital o nacionalmente en la vida de partidos de la coalición uribista. De resaltar es el caso de Juan Manuel Hernández, un habitante de la localidad del sector del Perdomo, que ocupó la Alcaldía Local en 1997 por el Partido Liberal, bajo el primer gobierno de Mockus, y que mantuvo relaciones políticas con Rafael Forero.55 Luego de su alcaldía, aspira a la Cámara por Bogotá en varias ocasiones con partidos independientes, como fue el caso de Convergencia Ciudadana. Posteriormente, en 2003 aspira nuevamente a dicho cuerpo colegiado con Cambio Radical y es elegido representante. A partir de allí, organiza en la localidad un gran bloque de trabajo que lo acompaña al Congreso de la República y logra impulsar a cuatro ediles que serán electos en la localidad; dos de ellos liberales, uno de Cambio Radical y uno del Partido de la U.

Mención especial merece Lalo Gil, que, representando al Partido Liberal, ocupó la curul de edil por varios periodos desde 1993 hasta 2003. Lalo Gil también fue uno de los herederos políticos del urbanizador pirata de Ciudad Bolívar, Rafael Forero Fetecua, y decidió no aspirar más a la JAL por cuestiones de salud, por lo que impulsó a Jhon Silver Zambrano, que fue elegido por el Partido Liberal en su primer periodo y por el Partido de la U en su segundo periodo. Es Jhon Silver Zambrano quien capitaliza el acumulado de los sectores políticos constituidos en torno a la fundación de barrios y venta de lotes ilegales sin ningún tipo de planificación urbana liderado por Lalo Gil y por el propio Forero Fetecua.

Por otro lado, van a aparecer Alfredo Guerrero Estrada y su esposa Teresita Baracaldo. Alfredo Guerrero Estrada es otro urbanizador pirata bastante cuestionado, como lo fue Rafael Forero, pero su influencia urbanística y política la tuvo más en Usme y Rafael Uribe Uribe. En Ciudad Bolívar tuvo influencia en Juan José Rondón, la Casona y Alto de la Cruz, lugares desde donde impulsó y respaldó, para su primera elección en 2003, al edil Ramiro Ojeda, que representaba al partido liberal y era residente del mismo sector, y a Teresita para el Concejo de Bogotá.

También son conocidos los casos de Ángel Custodio Cabrera, que, aunque no vivió en la localidad, desarrolló allí su trabajo político como funcionario público del ICBF desde 1991 hasta 1994, fundamentalmente con el sector de las madres comunitarias. Fue concejal por el Partido Liberal entre 1995 y 2005, luego representante a la Cámara por el Partido de la U y recientemente candidato al Senado por el mismo partido. En condiciones similares, fue conocido el caso de Julián Rivera, coordinador del Programa Familias en Acción en Ciudad Bolívar, durante el segundo periodo de Uribe, y candidato a la Cámara por Bogotá con Cambio Radical. Todas estas trayectorias evidencian que la alineación y la cultura política de las fuerzas tradicionales en Ciudad Bolívar han estado alimentadas en buena medida por procesos de pragmatismo, clientelismo y favoritismos políticos, lo que constituye un elemento central en la emergencia y consolidación del uribismo a nivel local.

La consolidación del uribismo en Ciudad Bolívar

La reelección del proyecto: 2004-2007

Para las elecciones presidenciales de 2006, Uribe obtuvo el 65,2% de la votación en la localidad y, para las elecciones de 2007, los partidos uribistas representaron el 69,6%,56 lo que evidencia un crecimiento en relación con el 60,3% y el 63,2% de los años 2002 y 2003 respectivamente.

Las elecciones locales de 2007 dejaron instaurada a la coalición uribista como mayoría en el panorama político de Ciudad Bolívar de la siguiente manera: el Partido de la U obtuvo 2 ediles; Cambio Radical, 2 ediles; Alas Equipo Colombia, 1 edil;57 El Partido Liberal, 3 ediles y el Polo, 3 ediles. Sin embargo, en el transcurso de esa administración, el edil Ramiro Ojeda, del Partido Liberal, y el edil Aurelio Silva, de Alas Equipo Colombia, son cooptados por el Partido de la U, que queda con 4 ediles en la JAL y por lo tanto con la mayor bancada. A través de los medios de comunicación y de la gestión del presidente, el Partido de la U logró ganarse un espacio como el partido que verdaderamente interpreta los sueños de prosperidad de la gente y que se esmera por la seguridad, el único partido que defendía el ideario en torno al presidente Uribe.

Muerte y miedo en la consolidación del uribismo: efectos de la Seguridad Democrática

Como ya se mencionó, el fracaso del proceso de paz y el creciente escepticismo frente a las negociaciones de ponerle fin al conflicto armado estimularon la apuesta militarista y autoritaria que representaba Uribe Vélez en 2002 para el país. Estos dos elementos tuvieron su expresión en Ciudad Bolívar de manera específica.

Estrategias legales en la búsqueda de respaldo popular al uribismo

La estrategia consistió en hacer mayor presencia del Estado y de sus instituciones, la cual tuvo aciaga acogida. Tal estrategia tenía dos elementos: de un lado, instaurar una idea de autoridad y cercanía con la comunidad, y, de otro lado, mantener o exacerbar la condición de seguridad en la localidad, con el propósito de conservar los niveles de indefensión y de miedo, pero también de afianzar en la gente la idea de que el tema de seguridad se resuelve con mayor presencia militar.58 De esta manera, se observó la implementación de programas como los "Frentes de seguridad ciudadana", la "policía comunitaria", el "programa de informantes y cooperantes", las "escuelas de seguridad ciudadana", y el "programa escuelitas"; también se incrementó el pie de fuerza y el servicio militar en los barrios, entre otros. Estos programas apuntaban a ganar mayor presencia y simpatía en Juntas de Acción Comunal, organizaciones de la tercera edad y organizaciones cívicas, entre otras.59 Sin embargo, no todas las Juntas de Acción Comunal ni todas las organizaciones acogieron el llamado, por el contrario, algunas mantuvieron una postura crítica con la actuación que simultáneamente desempeñaban los cuerpos de policía y del ejército en la localidad.60

Estrategias ilegales y la aceptación social del proyecto político

El paramilitarismo en Ciudad Bolívar ha desempeñado un rol crucial en la consolidación del proyecto político, económico, social y militar que representa el uribismo. Desde el 2001 se inició la incursión del paramilitarismo en Ciudad Bolívar y se consolidó hacia el año de 2003, con la estructura del Frente Capital, perteneciente al Bloque Centauros de las AUC.61 La mayor presencia paramilitar se ubicó, paradójicamente, en los sectores más alejados, donde la fuerza pública ejercía mayor presión y cometía mayores atropellos hacia la población civil:62 Alpes, Brisas del Volador, Paraíso, Lucero Alto, Compartir, Juan Pablo II, Potosí, Tres Esquinas, Caracolí, Santo Domingo, Tres Reyes y Perdomo Alto. Luego extendió su control social y territorial a nuevas zonas, así como amplió su incidencia política y económica en la localidad.63

Para su incursión y consolidación, el paramilitarismo recurrió al proselitismo armado así como a prácticas sistemáticas y violentas de uso del terror y la intimidación. Prácticas como la "limpieza social" cumplían un doble propósito: de un lado, legitimar su presencia armada y, de otro, ejercer control social en las comunidades.64 Desde el 2001 ocurrieron cerca de 800 asesinatos y solamente en el 1% de los casos se adelantó algún tipo de investigación.65 Mediante las intimidaciones contra jóvenes de Ciudad Bolívar, las AUC amenazaron y constriñeron a líderes sociales y comunitarios en aras de copar el espacio de trabajo social y cultural, para desarticular cualquier proceso de oposición al proyecto.66 Los paramilitares amenazaron y declararon incluso como objetivo militar a algunas Juntas de Acción Comunal que habían sido estigmatizadas por su defensa de las comunidades frente a atropellos de empresas de servicios públicos y señaladas de tener nexos con la insurgencia.67 La incidencia del paramilitarismo en los procesos políticos y electorales locales tampoco se hizo esperar. Entre el 2005 y 2006 en Ciudad Bolívar, los paramilitares aumentaron las intimidaciones, los asesinatos y las desapariciones; se registraron 170 personas desaparecidas y más de 190 asesinatos.68

El posicionamiento de los grupos paramilitares que se dio en la localidad, contaba adicionalmente con la connivencia y nexos directos con algunos miembros de las Fuerzas Militares y de Policía,69 pues, en sus vínculos con el Estado, como discute Vilma Franco, en muchas ocasiones las organizaciones paramilitares actuaron como una "descentralización" en el ejercicio de la violencia o prestando "contratos por servicios" que terminaron por garantizar el orden y las relaciones de dominación. En los sectores bajo su dominio, miembros de la fuerza pública respaldaron el accionar de tales grupos, estuvieron comprometidos con el impulso al reclutamiento de menores y jóvenes en las filas paramilitares y establecieron nexos con jíbaros y expendedores de droga en sectores como San Francisco, Compartir, Bella Flor, El Limonar y Paraíso, entre otros. Así lo testimoniaban sectores de la comunidad: "La policía misma se encargaba de conseguir los chinos para que se vincularan con los paras (...) y les ofrecían moto y un millón de pesos y hacer lo que se les diera la gana, teniendo la seguridad que la policía no les iba a decir nada por ir a 'sicariar'".70

Otros testimonios de habitantes de la localidad reafirman lo arriba señalado:

En el barrio Lucero Bajo de Ciudad Bolívar en abril de este año a las 11:20 p.m. entró una patrulla de la policía de esas 4X4 a una comunidad de recicladores, se bajaron cuatro personas con pasa montañas en la cancha de microfútbol donde jugaban seis muchachos, al llegar la camioneta se bajaron y le dispararon a dos de ellos y salieron por una esquina, por la otra esquina entró otra patrulla a hacer el levantamiento, esto pasó en cuestión de minutos (...) A los paramilitares se les ve tomando en algunas tiendas durante las noches muy fuertemente armados, vigilando e intimidando a la población, cuando llega la policía no hay ningún tipo de detención, al contrario se les ve muy amigables.71

La parapolítica a nivel local, por su parte, se expresó mediante el caso del expresidente del barrio Caracolí y luego exsecretario general de Asojuntas durante el periodo 2004-2007, Pedro Antonio Jiménez Castaño, que fue detenido por paramilitarismo y procesado por homicidio agravado, tentativa de homicidio, concierto para delinquir y porte ilegal de armas. También se han encontrado nexos entre al menos cuarenta presidentes y directivos de Juntas de Acción Comunal y grupos paramilitares para el tema de la "seguridad" y la "limpieza social".72

El "pan" como elemento de consolidación uribista y como factor explicativo del respaldo popular al uribismo en Ciudad Bolívar

Las necesidades en Ciudad Bolívar son muy variopintas, lo que significó que en estos sectores se encontró un terreno fértil para posicionar el proyecto político uribista. El hambre y la insuficiencia de recursos, en particular, fueron canalizadas como bandera de la campaña electoral para el proceso de reelección 2006, que, como parte de la política social del régimen, encontró suficientes adeptos. Programas como Familias en Acción, Comedores infantiles y para la tercera edad del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, y subsidios y bonos de Acción Social, entre otros, llenaron los establecimientos de inscripción y de uso del servicio, que fueron utilizados para hacer, abiertamente, proselitismo político.73

Mención detallada merece el tema de Familias en Acción en Ciudad Bolívar por cuanto este programa acogió cerca de 2500 familias en la localidad durante el primer periodo de Uribe. El responsable del programa en Ciudad Bolívar tuvo que renunciar por estar haciendo proselitismo para la reelección presidencial: "esto es un programa de la presidencia", "si no firman se quedan por fuera del programa", "si tumban al presidente, este programa, esta vaina se acaba".74 De manera similar, durante el segundo periodo de gobierno uribista, Julián Rivera, encargado del programa en la localidad, que además participó como parte de la coalición uribista por Cambio Radical aspirando a la Cámara de Representantes, también fue denunciado por proselitismo político.75

Situaciones inscritas en el desarrollo de la política social del uribismo reflejaban la manera clientelista de hacer política en la localidad. Un ambiente de atraso económico y social posibilita un mayor arraigo del clientelismo, y este, a su vez, en tanto se caracteriza por la apropiación privada de recursos oficiales con fines políticos cumple el papel de articulador y legitimador del sistema político.76 El clientelismo comandó el conjunto de relaciones sociales y definió la forma real como ha operado la política en la localidad, en tanto que tal apropiación de recursos se ejerció por medio de una vasta red de relaciones de tipo clientelar. Allí, el clientelismo operó no solamente de la mano del Estado, con cargos en la burocracia y obras de infraestructura grandes y pequeñas, sino, ante todo, con el auxilio de mediadores, representados por diversas organizaciones como las JAC, que deseaban ascender social y económicamente por esta vía.

La propaganda política y el papel de los medios de comunicación

Durante sus primeros años de gobierno, el uso del poder simbólico para aumentar el apoyo popular fue incuestionable: Uribe, con su discurso, con sus gestos, con sus tonos, con sus apasionamientos, llegaba a la gente, que le creía por ser el presidente de los colombianos, por su posición de líder, por su posición de poder.

La estrategia de propaganda política usada por el régimen de Uribe Vélez para promover la aceptación de la política de defensa y seguridad democrática impactó de una manera positiva en la opinión pública. Para lograrlo se utilizaron técnicas de propaganda como la explotación de sentimientos, la simplificación, la exageración y desvirtuación de la información, la construcción del enemigo político, el empleo de estereotipos y la mentira. Hay que recordar que estas técnicas también fueron utilizadas en regímenes autoritarios como el de la Italia nazi y la Alemania fascista.

Tal propaganda política utilizada por Uribe Vélez realzó una imagen de eficacia y eficiencia, de carácter fuerte, de sacrificio, de cercanía con la gente y de mucha capacidad de liderazgo que le significó niveles importantes de popularidad y, por consiguiente, de respaldo tanto electoral como social. Muestra de ello fueron las mismas visitas del presidente Uribe a Ciudad Bolívar durante su primer y segundo mandato, donde realizó un Consejo de Seguridad, dos encuentros de Familias en Acción y la inauguración del SENA en Altos de Cazucá, que sirvieron para popularizar su imagen y su programa bandera de asistencia social, "Familias en Acción".77 Así, los medios de comunicación estuvieron comprometidos con la imposición de todo un modelo social y político que, al mismo tiempo, era autoritario pero deseable, y contribuyeron a reafirmar y profundizar imaginarios e ideas favorables al régimen.

Composición y base social del uribismo en Ciudad Bolívar

La composición del uribismo, políticamente hablando, ha sido compleja, diversa, lo que significa que el uribismo no está representado por un solo partido, y mucho menos que dentro de él hay una sola tendencia, sino, por el contrario, habría en la localidad diversas facciones uribistas que responden tanto a los procesos particulares de configuración de liderazgos políticos como a los intereses económicos y políticos específicos que están en juego en cada sector. Esta discusión tiene también consistencia en el terreno ideológico; si bien hay una base de unidad en torno a la seguridad democrática, a la confianza inversionista y a la cohesión social, los énfasis y matices de cada sector también son diferenciados.

En cuanto a la base social, los sectores sociales donde tuvo acogida el proyecto uribista son tan amplios como el número de sectores con necesidades materiales irresueltas en la localidad. Sin embargo, de acuerdo al énfasis puesto en los programas nacionales así como al énfasis dado al trabajar con algunos sectores que representan la base electoral de políticos locales, es posible identificar la base social del uribismo en Ciudad Bolívar. Los sectores más representativos fueron el sector comunal; el sector de la tercera edad; las mujeres, bajo la modalidad de madres comunitarias y de madres cabeza de familia; los industriales, empresarios y comerciantes; las iglesias, tanto católicas como cristianas evangélicas, y el sector juvenil, en particular los desempleados y la delincuencia común, mediante pagos para la realización de distintas acciones delictivas al interior de la localidad. En suma, la base social del uribismo fue amplia y casi generalizada en diversos sectores sociales de Ciudad Bolívar.

Un nuevo aspecto de la explicación: Uribe y los sectores populares

Si bien las condiciones políticas, económicas y sociales examinadas anteriormente confluyeron para abrir espacio al surgimiento del uribismo, así como para su consolidación en Ciudad Bolívar, estas no son las únicas variables que explican la evolución del régimen uribista con los niveles de aceptación y el respaldo popular allí encontrados. ¿Qué factores subjetivos permitieron la emergencia y continuidad del uribismo? Si se trata de comprender la elección de Uribe, hay que entender cómo piensa él mismo, así como entender cómo piensan sus seguidores y simpatizantes.

La estructura mental de Uribe y la estructura mental popular: una relación dialógica

Se ha dado una amplia discusión al respecto, sobre todo desde la prensa escrita, con escritores como María Jimena Duzán y Antonio Caballero, sin embargo, uno de los más destacados autores que ha discutido sobre el esquema mental de Uribe ha sido Francisco Guerrero. Las reflexiones de unos y otros coinciden en aseverar que hay una serie de elementos que definen el pensamiento, la personalidad y la forma de hacer política del presidente Uribe, pero que son características que también están en sus simpatizantes.

Los dirigentes autoritarios como Uribe han mantenido una indiscutible popularidad y esto implica algo más que maligna astucia por parte de ellos o que estupidez infantil de las masas. En primer lugar, el autoritarismo de Uribe se correspondió con los rasgos de personalidad autoritaria de la cultura política de los sectores populares. El sujeto autoritario, diría Adorno,78 está dominado por el miedo de ser débil. De este modo, el sujeto autoritario parece debatirse entre lo moderno y lo premoderno, entre prácticas modernas y prácticas tradicionales; es, a un mismo tiempo, un ser ilustrado y supersticioso, orgulloso de su individualismo y constantemente temeroso79 de ser diferente, celoso de su independencia y proclive a someterse ciegamente al poder y a la autoridad.

En segundo lugar, hay que advertir que una de las características principales del pensamiento del sujeto popular no es la brutalidad y el atraso, sino el aislamiento y la falta de relaciones sociales autónomas, elemento relacionado con una de las condiciones primarias del autoritarismo: la uniformidad de las masas. A pesar de su heterogeneidad, la lealtad total como base psicológica de la dominación solo puede provenir de un ser humano totalmente aislado, que, sin otros lazos sociales, encuentra un lugar en el mundo solo a través de su pertenencia a un movimiento. De hecho, mientras los miembros fanáticos de los movimientos autoritarios se mantengan unidos por la creencia, por la certidumbre, no pueden ser influidos por ninguna experiencia ni por ningún argumento, tal y como resultaron siendo improductivas las campañas de oposición y de desprestigio a nivel local ante la eventual reelección de Uribe Vélez.

Un tercer elemento en esta relación dialógica fue la fe y la sacralización de la política entendida como la actitud de disponibilidad del creyente hacia el objeto de su creencia.80 De este modo, las personas que estaban con Uribe tenían una fe incondicional hacia él. Las masas le atribuyeron a Uribe Vélez un carácter no solo de guía o líder político, sino religioso. Al proporcionar unos ideales seguros, unas certidumbres a prueba de reflexiones, unos derroteros fáciles para determinar quiénes son amigos y quiénes son enemigos, Uribe Vélez facilitó el campo para la adhesión irracional de sus seguidores, lo que se mezcló con la inestabilidad emocional, lo cual es un último elemento en común y funcional para la dominación. Todo lo anterior resulta orientador ya que la explicación de la cohesión de las masas se da a través de las ligazones afectivas.81

En consecuencia, la popularidad de Uribe se basó, en parte, en la percepción que tuvieron de él ciertos sectores populares, en una imagen de su personalidad muy favorable. Tal percepción estaba soportada en una estructura de pensamiento caracterizada por comportar procesos psicológicos, donde la relación entre el sujeto y el mundo es más de tipo afectivo, lo que configura un pensamiento místico y una mentalidad ligada a la religiosidad y al mesianismo, que lleva a ver todo en términos de bueno o malo, por un lado, y de caudillos, por el otro. Esto estimula la necesidad del orden, de la disciplina y de la autoridad, elementos base de la cultura política uribista.82

El proceso de construcción de subjetividades

Sobre tales estructuras de pensamiento se desarrolló el proceso de construcción de subjetividades, en el marco de una estrategia de guerra psicológica,83 lo que significó otro elemento que impulsó al régimen uribista para su dominación. La guerra psicológica fue instalando en los sujetos un sentimiento de angustia que los puso en situación de vulnerabilidad, por la fragilidad ideo-afectiva en que se encontraban. Mediante la guerra psicológica, se buscó explotar todos los factores del quehacer humano, preferencialmente las debilidades, vulnerabilidades, sentimientos y diversas condiciones de grupos sociales.

En la producción de subjetividad del ciudadano en Ciudad Bolívar, los dispositivos estuvieron configurados tanto por las políticas de seguridad y convivencia ciudadana implementadas por las distintas administraciones desde fines de los años noventa como por las prácticas delincuenciales y de terror promovidas por grupos de "limpieza" vividas durante este periodo. Se trata de lógicas cuyo lugar común está en la implementación de una estrategia de guerra psicológica que acude al miedo y configura un ciudadano funcional al modelo.

La guerra psicológica hizo uso de diversas técnicas de afectación mental que iban desde la instalación de lógicas de guerra para naturalizar la muerte y la desaparición de los contradictores, pasando por la justificación moral de actos atroces como las masacres, hasta llegar a la desproblematización absoluta en la que se decide no tomar partido y mantenerse alejado de cualquier forma de crítica, pues se vive en estado permanente de zozobra84 y conformidad en el sentido sugerido por García y Scaglia.85 Los testimonios de las comunidades sobre amenazas e intimidaciones permanentes así lo soportan:

(...) pero la guerra sí me afecta, y me afecta aquí en la localidad porque, así digan que no, las Águilas Negras sí nos tienen azotados, al menos en el sector donde yo vivo, donde nos mandaron unos panfletos y donde los muchachos se tienen que acostar a las diez de la noche (...) No podemos hacer nada humanamente, pero alguien sí tiene que hacer algo, alguien, quien no sé, pero dios hará y usará a quien sea pero debe acabarse esa problemática.86

Conclusiones

El proyecto uribista ha sido una especie de cóctel entre sectores de la gran burguesía, representada por industriales, sector financiero y comerciantes; sectores de la Iglesia católica; militares activos y retirados; latifundistas; la mafia, incluidos los grupos paramilitares, y los medios de comunicación. Se trata de una mezcla amarga para la democracia en Colombia, pero al fin de cuentas, por su fermentación y consolidación, devela una alianza muy profunda y en un estado muy avanzado. ¿Cómo es posible que nuestro país llegara a este episodio tan aciago de su historia? Y peor aún, ¿cómo es posible que haya encontrado en los sectores populares tantos adeptos y simpatizantes? Siguiendo a Ballén, esa es una respuesta que los historiadores adeudan al país aún y que, en el caso de Ciudad Bolívar, nos propusimos responder con esta investigación.

Sería parcial e insuficiente concluir que la evolución del uribismo como proyecto político, con los amplios niveles de respaldo y aceptación popular, evidenciado en las urnas, se debió a un solo factor, o que estuvo comprometido con una sola variable. Mucho se ha escrito al respecto pero ninguna de estas variables analizadas de manera individual tiene un impacto absoluto y suficiente en la explicación del fenómeno.

De hecho, a partir de nuestro interés por ofrecer un examen histórico, encontramos que tal explicación implica una interrelación de factores históricos de distinto orden: unos de carácter estructural -los que permitieron la emergencia del uribismo- que se reflejaron particularmente entre 2002 y 2004, y otros de carácter coyuntural -los que posibilitaron su expansión, consolidación y arraigo popular- que tuvieron lugar en el periodo 2004-2007; los dos tipos de factores se contraponen permanentemente. De hecho, Uribe Vélez y el uribismo mismo -quizá como en el caso de Hitler- no es un accidente de la historia; hubo unas condiciones, hubo unos antecedentes históricos, político-económicos y del pensamiento de la gente que generaron a Uribe.

Hay que reconocer que el uribismo fue producto en parte de la incapacidad histórica, tanto de los revolucionarios de las diferentes tendencias como de los sectores demoburgueses en el Estado, de resolver cada uno, desde su perspectiva política, los problemas fundamentales que aquejan al pueblo colombiano. Esto ha devenido en una profunda crisis política, económica, social y espiritual que se vive desde hace décadas en el país, no solo al interior de las clases dominantes sino en la sociedad en su conjunto. En efecto, ni la derecha tradicional ni la izquierda revolucionaria han ofrecido salidas concretas al conflicto social y armado, lo que ha conducido a un desprestigio de los partidos tradicionales y del movimiento insurgente, situación que facilitó una progresiva inclinación hacia propuestas autoritarias que se presentan como "independientes" y eficaces, pero que responden a nuevas alianzas de facciones y sectores de las clases dominantes para construir, en palabras de Poulantzas, un nuevo bloque de poder.

A diferencia de teorías como la del enemigo interno, que plantean la dominación y la imposición de un proyecto político por la vía de la coerción, asistimos a un fenómeno político singular: la implementación del proyecto uribista en Ciudad Bolívar se dio mediante una mixtura, una combinación de métodos, persuasivos y coercitivos, que han establecido el consenso, la aceptación en la población respecto al modelo de sociedad a construir.

La sintonía de la concepción política del presidente con la opinión pública nacional puede explicarse entonces por su capacidad de moverse dentro de la política realmente existente, no la ideal ni la "pura". Esto explica el vuelco de Uribe frente a la clase política tradicional y a las relaciones clientelistas, la imposición mediante la coerción legal e ilegal y el manejo de la opinión pública y de los medios de comunicación. Pero también se constató que Uribe le apuntó a la naturaleza de una sociedad que le corresponde.

Esas diversas estrategias y estilos de actividad política cuestionan también las nociones tradicionales que supondrían que ciertas prácticas políticas consideradas premodernas no conducen a alcanzar altos grados de gobernabilidad, pero, a su vez, reflejan una expedita combinación de distintos lenguajes, estilos políticos y lógicas de actividad que varían según los interlocutores. Esto podría entenderse como una hábil inserción del proyecto uribista en los diferentes contextos de la vida colombiana, unos más tradicionales, otros más modernos, pero que coexisten en el contexto político colombiano. Así, y siguiendo a Fernán González, las prácticas modernas y tradicionales de hacer política no son entonces tan incompatibles, y el uribismo mostró, a partir de su combinación, una notable capacidad de organización y de permanencia en la vida política.

Quizá, lo novedoso y el logro del proyecto uribista fue instaurar el consenso entre la población, por varias vías, respecto al tipo de régimen. Lo distintivo de este proceso es la combinación de diversas estrategias, el escenario político e ideológico modificado y funcional para el nuevo periodo, sus consecuencias sobre la política colombiana y sobre la cultura política popular, el apoyo masivo de sectores sociales populares y la neutralización de sus opositores, y su papel en la creación de un modelo de sociedad de corte autoritario. Estos métodos se implementan de manera simultánea: la asistencia social, la coerción, la propaganda y el clientelismo, que generan a su vez formas simbólicas de legitimación de dicho proyecto político. Es decir, a diferencia de los regímenes fascistas clásicos o dictatoriales, que acudían al binomio de terror y propaganda o represión y asistencialismo para implementar su dominación, el régimen de Uribe va más allá, haciendo uso de estos, pero recurriendo a otras formas de dominación.

Quizá ha sido necesario, tanto para la academia como para las organizaciones sociales y políticas, el avance y desarrollo de los acontecimientos de la última década, para encadenarlos con procesos estructurales y así poder entender aún más el pasado reciente mediante el presente. En consecuencia, al ser el uribismo un producto histórico, fruto de circunstancias especificas, solo hasta estos momentos se está descifrando la dimensión de lo que estaba emergiendo y de la propuesta echada a andar a comienzos de la década de los ochenta en el Magdalena Medio colombiano.

Por último, las relaciones de dominación en un régimen determinado no son solo la forma en que se reprime o se castiga a un grupo de individuos que atentan contra el statu quo, sino que su existencia se explica por la imposición o hegemonía de cierto tipo de estructura, a partir de algunas prácticas políticas que condicionan el cumplimiento de un modelo, ya sea cultural, económico o político. Sin embargo, como ya lo anotamos, la dominación no fue total, no todos los pobladores de Ciudad Bolívar respaldaron al régimen uribista. Muchos sí, otros se opusieron, otros guardaron silencio, y así mostraron niveles de conformismo, y otros continuaron su vida sin percatarse de los cambios que se estaban configurando en las relaciones de dominación y de poder locales. Quizá esto ratifica también aquella tesis marxista según la cual siguen siendo el conjunto de condiciones sociales, el lugar que se ocupa en las relaciones sociales y de producción, las que configuran un modo de ser, de sentir y de hacer de los hombres y mujeres en sociedad.87 También se ratifica aquí una premisa de nuestra cultura política: cuando cabalga el caos, el pesimismo y la incertidumbre, como ocurría en el 2002, la gente pide cambio, y en momentos de "orden", "optimismo" y confianza, como sucedió en el 2006, los electores optan por el continuismo. Uribe Vélez representaba el cambio en 2002 y en 2006 era la continuidad.


1. Algunas características de los regímenes autoritarios pueden encontrarse en Nicos Poulantzas, Estado, poder y socialismo (Madrid: Siglo XXI Editores, 1979) o en Max Horkheimer, "El Estado autoritario", Argumentos 3 (1983): 11.

2. Eric Hersberg y Felipe Agüero, Memorias militares sobre la represión en el Cono Sur: visiones en disputa en dictadura y democracia (Madrid: Siglo XXI Editores, 2005). Guillermo O'Donnell, Modernización y golpes militares: teoría, comparaciones y el caso Argentino (Buenos Aires: Instituto Torcuato Di Tella / Centro de Investigaciones en Administración Pública, 1972). Arturo Valenzuela, El quiebre de la democracia en Chile (Santiago: Flacso, 1989). David Collier, ed., The New Authoritarianism in Latin America (Princenton University Press, 1979).

3. Nicos Poulantzas, Fascismo y dictadura (México: Siglo XXI Editores, 1971).

4. Henry Pease, La autocracia Fujimorista (Lima: Fondo de Cultura Económica, 2003). Julio Cotler y Romeo Grompone, El Fujimorismo. Ascenso y caída de un régimen autoritario (Perú: Instituto de Estudios Peruanos, 2000).

5. Roberto Regalado, América Latina entre siglos. Dominación, crisis, lucha social y alternativas políticas de la izquierda (Cuba: Ocean Sur, 2006). César Rodríguez, La nueva izquierda en América Latina (Bogotá: Norma, 2005).

6. Regalado 205. Ver también Contexto Latinoamericano. Revista de Análisis Político 2 (2007).

7. Ver Julio Silva, El gran capital en Colombia (Bogotá: Editorial Planeta, 2004). Jaime Zuluaga, "Incertidumbres de la guerra", Síntesis 2002-2003. Anuario Social, Político y Económico de Colombia (2004): 89-108.

8. Registraduría Nacional del Estado Civil, "Resultados elección presidencial" 2002-2006. Consultado en: http://www.registraduria.gov.co/.

9. Hablaré de proyecto uribista no porque sean únicamente los intereses de Uribe los que definan el proyecto, sino por ser él la cabeza visible de un proyecto político que concentra intereses económicos y políticos de una facción de la gran burguesía representada por industriales, sector financiero, comerciantes, grupos de la Iglesia católica, militares activos y retirados, latifundistas, narcos y grupos paramilitares. El proyecto estaba constituido por tres pilares: seguridad democrática, inversión extranjera y cohesión social, que junto con sus concepciones de Estado y de seguridad, inspiraron su programa y llenaron de contenido el carácter de su régimen de gobierno y de su proyecto político.

10. Rodrigo Lozada et ál., "Las elecciones presidenciales de 2002 en Colombia: un esfuerzo explicativo", Papel Político 15 (2003): 11-31.

11. Gary Hoskin et ál., "Modelos de decisión electoral y perfiles de votante en Colombia: elecciones presidenciales 2002", Revista Análisis Político 55 (2005): 60-74.

12. María Laura Roche Aguirre, "Cultura política y comportamiento electoral ¿relación directa? Una aproximación teórica". Consultado en: http://teodulolopezmelendez.wordpress.com/2009/02/01/cultura-politica-y-comportamiento-electoral-%C2%BFrelacion-directa-una-aproximacion-teorica-democracia-y-gobernabilidad/

13. Francisco Gutiérrez, "La radicalización del voto en Colombia", Elecciones, comportamiento electoral y democracia, Gary Hoskin et ál. (Bogotá: Ediciones Uniandes, 2003).

14. Denis Mc Quail, Introducción a la teoría de la comunicación de masas (Barcelona: Paidós, 1991): 87.

15. Postura explicativa asumida en el contexto colombiano por diferentes autores. Ver Ana Millares, "Colombia: La personalización del poder", Radio Nederland Wereldomroep, agosto 5 de 2010. Jorge Bonilla, "Medios de Comunicación, opinión pública y conflicto armado: el consenso por otras vías", Síntesis 2002-2003. Anuario Social, Político y Económico de Colombia (2002): 9-30. Esta postura también es asumida por periodistas críticos de la talla de Héctor Abad Faciolince para advertir la popularidad y la estabilidad del poder del uribismo. Ver Poder y medio (Bogotá: Editora Aguilar, 2004). William Jaramillo, Soy apátrida, guerrillero mediocre y terrorista sin camuflado (Medellín: Java, 2008).

16. En este sentido, la instrumentalización de los medios no es total, sino que hay otros planos que ayudan a explicar el fenómeno de respaldo popular, y que estas teorías de la comunicación también tienden a desconocer.

17. Fernán González, "El fenómeno político de Álvaro Uribe Vélez. ¿De dónde proviene la legitimidad de este líder elegido por segunda vez como presidente?", documento inédito, Institute for Research and Debate on Governance, 18 septiembre 2006.

18. María Moreno, "¿De dónde salió el uribismo?", Terra Colombia, Vote bien-Elecciones 2006. Consultado en: http://www.terra.com.co/elecciones_2006/

19. Alpher Rojas, La irrupción del paraestado mafioso (Bogotá: Instituto de Pensamiento Liberal, 2007).

20. Ver, entre otros, Antonio Caballero, "Neoturbayismo", Semana (16-23 agos., 2004): 148. Antonio Caballero, "Todo por la patria", Semana (8-15 agos., 2005): 166.

21. Laura Ibarra, La visión del mundo de los antiguos mexicanos: origen de sus conceptos de causalidad, tiempo y espacio (México: Universidad de Guadalajara, 1995).

22. Francisco Guerrero, Subjetividad, cultura política y corrupción (Lima: ILAE, 2007).

23. Humberto Vélez, "Balance de tres años del gobierno de Álvaro Uribe Vélez. Una antiterrorista mirada simbólica", Revista Atisbos 55 (2005). Consultado en: http://www.profesionalespcm.org/_php/MuestraArticulo2.php?id=3846

24. Edgar Barrero, De Macondo a Mancuso (Bogotá: Corporación Cátedra Libre Ignacio Martín-Baró, 2008).

25. Pablo Angarita, Seguridad democrática: lo invisible de un régimen político (Bogotá: Siglo del Hombre, 2011).

26. Zuluaga.

27. Marc Chernick, Acuerdo Posible. Solución negociada al conflicto armado colombiano (Bogotá: Aurora, 2008).

28. Cristina de La Torre, Álvaro Uribe o el neopopulismo en Colombia (Medellín: La Carreta Política, 2005) 11.

29. Alfredo Rangel y Pedro Medellín, Política de Seguridad Democrática (Bogotá: Editorial Norma, 2010).

30. Proyecto Justicia y Vida, Tribunal contra la impunidad: Ciudad Bolívar y Cazucá (Bogotá: Buena Semilla, 2006).

31. Rafael Ballén, La pequeña política de Uribe ¿Qué hacer con la seguridad democrática? (Bogotá: Ediciones Desde Abajo, 2006).

32. Autores como Pineda y Alape, entre otros, hacen parte de esta perspectiva donde Ciudad Bolívar resulta ser la memoria del país, la memoria de mitad de siglo, la memoria de los años ochenta, producto de una evolución generacional de procesos de emigración que aún no terminan. Ver María Pineda, Algo que contar (Bogotá: Departamento Administrativo de Acción Comunal, 1999). Arturo Alape, La hoguera de las ilusiones (Bogotá: Planeta, 1995).

33. Este estudio se enmarca en las indagaciones de la historia política como un campo historiográfico fuertemente renovado que indaga sobre las relaciones complejas y variables que establecen los seres humanos en relación con el poder. Se inscribe y coincide, adicionalmente, con la corriente historiográfica denominada la nueva historia y, más específicamente, nos apoyamos para el análisis e interpretación histórica en el enfoque historiográfico que emergió de esa corriente, denominado la historia del tiempo presente-HTP-. Ver Julio Aróstegui, La historia vivida: sobre la historia del presente (Madrid: Alianza, 2004). Hugo Fazio, "La historia del tiempo presente: una historia en construcción", Historia Crítica 17 (1998) 47-57.

34. Las estrategias metodológicas y la crítica de fuentes estuvieron soportados por los aportes de Bloch y Le Goff. Este estudio acudió a la revisión historiográfica; la revisión documental de archivos, actas, cartas, documentos, discursos e informes de entidades gubernamentales y no gubernamentales; el trabajo de campo y construcción de fuentes orales, y la sistematización, análisis e interpretación de la información mediante procedimientos propios de la investigación cualitativa. Ver Jacques Le Goff, Pensar la Historia (Barcelona: Paidós, 1991). Marc Bloch, Apología para la historia o el oficio del historiador (México: Fondo de Cultura Económica, 1996).

35. Bogotá (Colombia), Plan de Desarrollo Local. Construyendo nuestro futuro, 1999-2001 (Bogotá: Alcaldía de Ciudad Bolívar, 1999.)

36. Ver, por ejemplo, Natalia Pérez, Recorriendo Ciudad Bolívar (Bogotá: Alcaldía Mayor, 2004) y Alcaldía de Ciudad Bolívar, "Informe de gestión 2002-2004", Bogotá, 2005.

37. Fiscalía General de la Nación, Informe de la Coordinación de Criminalística de Campo (Bogotá: Cuerpo Técnico de Investigación, 2000). Ver también Alcaldía Mayor de Bogotá, Secretaría de Gobierno, Subsecretaría de Convivencia y Seguridad Ciudadana, "Diagnóstico sobre inseguridad y violencia en Lucero Medio". Bogotá, 2005.

38. Entrevista realizada a Luís Alfonso Acevedo, Edil del Partido de la U en la Junta Administradora Local Ciudad Bolívar 2008-2011, abril de 2010.

39. Hospital Vista Hermosa E.S.E., "Diagnóstico local de atención a población desplazada con énfasis en salud: año 2008", Transversalidad de Desplazados, Bogotá, 2008.

40. Mauricio Romero, Paramilitares y Autodefensas 1982-2003 (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2003).

41. Cifras que la posicionaban en el segundo lugar del Distrito, antecedida por Kennedy. Fiscalía General de la Nación, Informe de la Coordinación.

42. Alcaldía Mayor de Bogotá, Diagnóstico sobre inseguridad y violencia.

43. El ejemplo más claro de este fenómeno desde la derecha fue el triunfo electoral y la popularidad del presidente Álvaro Uribe, que, con base en un discurso antipartido, de lucha contrainsurgente y de lucha contra la politiquería y la corrupción, se instauró en el primer puesto de la nación.

44. Alcaldía Mayor de Bogotá y Universidad Nacional de Colombia, Caracterización
localidad de Ciudad Bolívar
(Bogotá: Secretaria Distrital de Planeación / Instituto de Estudios Urbanos, 2008) 27-28. Consultado en: http://portales.sdp.gov.co/resources/19_ciudad_bolivar.pdf

45. Varios de los candidatos de movimientos cívicos de la localidad fueron una reacción a formas clientelistas desprestigiadas, aunque, entre ellos, no pocos tenían el disfraz del viejo bipartidismo, como ocurrió con el Movimiento Nacional de filiación conservadora y el Movimiento Equipo Colombia, del conservador Alfredo Ramos.

46. Taller sobre participación y cultura política realizado con Victoria Pulido, Yaneli Flórez, Blanca Estela Vásquez, Dirmis Heredia y otras madres comunitarias de la localidad, diciembre de 2009.

47. Entrevista a Luz Dary León, presidente de Asojuntas Ciudad Bolívar, febrero de 2010. Ver también Bonilla 32.

48. La incursión de las ideas uribistas a nivel local se dio de la mano del respaldo que los industriales dieron a Uribe, así como de otros sectores sociales y comunales, producto de su percepción práctica y mediatizada frente a sus intereses como sector. Entrevistas a Alfonso Acevedo y Aurelio Silva, ediles del Partido de la U en Ciudad Bolívar, 2010.

49. Entre esos movimientos, el concejal Hipólito Moreno, de Equipo Colombia, y el también concejal Fernando López, de Cambio Radical, aspirando a ser reelectos, conformaron listas y organizaron su equipo en la localidad. En esa elección salen elegidos dos ediles de Equipo Colombia: Armando Sánchez Saavedra y Nancy Roa, con el apoyo de Juan Manuel Hernández. Por su parte, el liberalismo, de la mano de Jorge Duran Silva, también concejal de Bogotá por cerca de 20 años y que representaba un sector de derecha radical dentro del Partido Liberal, un sector bastante afín al uribismo, organizó igualmente su lista para esas elecciones en Ciudad Bolívar, donde fueron elegidos tres ediles liberales.

50. Ver entrevista a Omar Moreno, edil de la JAL periodo 2008-2011, abril de 2010.

51. Para que sobrevivieran tales facciones, la dinámica de los líderes políticos se dirigía a producir y conservar su capital electoral a través de la intermediación del acceso a los recursos públicos. Este es un elemento que los analistas del comportamiento electoral como Hoskin, Hoyos y Lozada, junto con los comunicólogos, no perciben y dejan por fuera de sus explicaciones frente a la fuerza del uribismo.

52. Entrevista a Omar Moreno, 2010.

53. Entrevista a Omar Moreno, 2010.

54. Entrevista a Omar Moreno, 2010.

55. Rafael Forero fue, desde 1984, concejal de Bogotá en varias ocasiones, luego Representante a la Cámara y también Senador de la República por el Partido Liberal. Igualmente, se le conoce como contratista del Estado y vendedor de lotes ilegales, a través de lo cual fortaleció su propio movimiento político, "Movimiento de Integración Popular".

56. Registraduría Nacional del Estado Civil, "Resultados elección presidencial 2002-2006".

57. En estas elecciones este Partido es resultado de la fusión entre Equipo Colombia con ALAS.

58. En el contexto nacional, ver esta idea en Angarita 90 y 91.

59. "Cooperantes sin capucha", El Tiempo [Bogotá] 23 sep. 2002. "Crece ejército de cooperantes", El Tiempo [Bogotá] abr. 2004. "La ciudad, un fortín policial", El Tiempo [Bogotá] 19 oct. 2002. "Más policía para los barrios", El Tiempo [Bogotá] 13 nov. 2002. "Nueva estrategia de seguridad ciudadana", El Tiempo [Bogotá] ago. 2002. "Estrategia segura a 10 años", El Tiempo [Bogotá] 24 ago. 2003. "Garzón blindará a Ciudad Bolívar", El Tiempo [Bogotá] 11 abr. 2005.

60. Se pueden consultar los siguientes documentos: "Acta Asamblea General JAC Pradera-La Esperanza ", abril 8 de 2005,         [ Links ] 13. "Acta Reunión Directiva JAC Pradera-La Esperanza", julio 30 de 2004, 96. "Acta Asamblea General JAC Pradera-La Esperanza", octubre 30 de 2005, 17. "Acta Asamblea General ordinaria JAC Tanque-Laguna", agosto 8 de 2004 156. "Acta Asamblea General ordinaria Tanque-Laguna", mayo 1 de 2005, 170.

61. Para las Autodefensas, esta localidad hace parte del proceso de expansión que se inicia en el Departamento de Casanare hacia los departamentos de Meta y Cundinamarca. "Ofensiva Capital", Semana (9 oct., 2003).

62. "¿Meras coincidencias?", Semana (jul., 2003).

63. Bernardo Pérez, "El paramilitarismo en Cundinamarca y Bogotá", Parapolítica. La ruta de la expansión paramilitar y los acuerdos políticos, León Valencia (Bogotá: Corporación Nuevo Arco Iris, 2007).

64. "Quién está extorsionando", El Tiempo [Bogotá] 5 sep. 2003; "El cobrador del Bloque Capital", El Tiempo [Bogotá] 25 feb. 2005; "Caen 9 señalados 'paras' en Bogotá", El Tiempo [Bogotá] 25 abr. 2005; "¿Ciudad Perdida?", Cambio (5 abr., 2004); "Asesinato de Jóvenes en altos de Cazucá", AFP, mayo 16 de 2005; "'Limpieza social' en Ciudad Bolívar. Hay sangre en la arena", El Espectador [Bogotá] 9 oct. 2002; "Yo no mate a 37 personas, maté a 137", El Tiempo [Bogotá] 7 nov. 2004.

65. Proyecto Justicia y Vida 164.

66. Entrevista a Luz Dary León, 2010.

67. "Acta Asamblea General JAC Pradera-La Esperanza", diciembre 15 de 2002,         [ Links ] 83; y, "Acta Asamblea General ordinaria JAC Tanque-Laguna", septiembre 23 de 2001, 77-78.

68. Proyecto Justicia y Vida 93.

69. Proyecto Justicia y Vida 138-139.

70. Testimonio anónimo. Ciudad Bolívar, 2009.

71. Proyecto Justicia y Vida 125.

72. Ver Equipo Nizkor, "A juicio 15 personas por homicidios selectivos en Soacha", Información, Equipo Nizkor, 14 de mayo de 2007. Consultado en: http://www.derechos.org/nizkor/colombia/doc/soacha.html

73. "Acta Asamblea General JAC Pradera-La Esperanza", abril 8 de 2005, 13. "Acta Asamblea General", noviembre 26 de 2006", 28. "Acta Asamblea General JAC Tanque-Laguna", enero 26 de 2003, 127. "Acta Reunión Directiva JAC Tanque-Laguna", julio de 2004, 126. "Acta Reunión Directiva JAC Tanque-Laguna", febrero 15 de 2006, 191. "Acta Asamblea General ordinaria JAC Tanque-Laguna", abril 2 de 2006, 180.

74. Entrevista a Luz Dary León, 2010.

75. El Espectador [Bogotá] 12 mar. 2010.

76. Esta discusión ampliada se encuentra en Francisco Leal Buitrago y Andrés Dávila, Clientelismo. Expresión del sistema político (Bogotá: Tercer mundo Editores, 1991).

77. Ver entrevista a Aurelio Silva, 2010 y El Tiempo [Bogotá] 14 oct. 2009.

78. Teodoro Adorno, La personalidad autoritaria (Buenos Aires: Proyección 1965).

79. De este modo, determinadas características de las estructuras de la personalidad y sus posibles cambios pueden considerarse como aspectos específicos de las estructuras sociales, y por tanto la manera de pensar de la gente y de controlar sus emociones tiene que da cuenta de la estructura social de la cual hace parte.

80. Guerrero 41 y 87.

81. Tesis a la que contribuye el trabajo de Sigmund Freud, Psicología de las masas y análisis del yo (Buenos Aires: Amorrortu, 1975).

82. Estas interpretaciones sobre las estructuras de pensamiento surgen del análisis de al menos cincuenta discursos de Uribe en consejos comunitarios, visitas a Ciudad Bolívar y de las reflexiones que sugieren autores ya citados.

83. Barrero 75.

84. Barrero 75.

85. Héctor Scaglia y Raúl García, Psicología. Fenómenos sociales (Buenos Aires: Eudeba, 2000).

86. Taller con Victoria Pulido, Yaneli Flórez, Blanca Vásquez, Dirmis Heredia y otras madres comunitarias.

87. Se hace referencia a aquella tesis que afirma: "no es la conciencia de los hombres la que determina su existencia, es por el contrario, la existencia social la que determina su conciencia". Carlos Marx, Contribución a la crítica de la economía política (Bogotá: La Oveja Negra, 1968) 3. Ver también Federico Engels, Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana (Madrid: Ricardo Aguilera, 1968).


OBRAS CITADAS

I. Fuentes primarias

Documentos oficiales

"Acta Asamblea General JAC Pradera-La Esperanza", abril 8 de 2005.

"Acta Asamblea General JAC Pradera-La Esperanza", diciembre 15 de 2002.

"Acta Asamblea General JAC Pradera-La Esperanza", octubre 30 de 2005.         [ Links ]

"Acta Asamblea General JAC Tanque-Laguna", enero 26 de 2003.         [ Links ]

"Acta Asamblea General ordinaria JAC Tanque-Laguna", agosto 8 de 2004        [ Links ]

"Acta Asamblea General ordinaria JAC Tanque-Laguna", abril 2 de 2006.         [ Links ]

"Acta Asamblea General ordinaria JAC Tanque-Laguna", septiembre 23 de 2001.         [ Links ]

"Acta Asamblea General ordinaria Tanque-Laguna", mayo 1 de 2005.         [ Links ]

"Acta Asamblea General", noviembre 26 de 2006"         [ Links ].

"Acta Reunión Directiva JAC Pradera-La Esperanza", julio 30 de 2004.         [ Links ]

"Acta Reunión Directiva JAC Tanque-Laguna", febrero 15 de 2006.         [ Links ]

"Acta Reunión Directiva JAC Tanque-Laguna", julio de 2004.         [ Links ]

Alcaldía de Ciudad Bolívar. "Informe de gestión 2002-2004". Bogotá, 2005.         [ Links ]

Alcaldía Mayor de Bogotá, Secretaria de Gobierno, Subsecretaria de Convivencia y Seguridad Ciudadana. "Diagnóstico sobre inseguridad y violencia en Lucero Medio". Bogotá, 2005.         [ Links ]

Bogotá (Colombia). Plan de Desarrollo Local. Construyendo nuestro futuro, 1999-2001. Bogotá: Alcaldía de Ciudad Bolívar, 1999.         [ Links ]

Fiscalía General de la Nación. Informe de la Coordinación de Criminalística de Campo. Bogotá: Cuerpo Técnico de Investigación, 2000.         [ Links ]

Hospital Vista Hermosa E.S.E., Transversalidad de Desplazados. "Diagnóstico local de atención a población desplazada con énfasis en salud: año 2008". Bogotá, 2008.         [ Links ]

Registraduría Nacional del Estado Civil. "Resultados elección presidencial 2002-2006". Consultado en: http://www.registraduria.gov.co/.         [ Links ]

Periódicos y revistas

Cambio (2004).         [ Links ]

Contexto Latinoamericano. Revista de Análisis Político (2007).         [ Links ]

El Espectador [Bogotá] 2002-2010.         [ Links ]

El Tiempo [Bogotá] 2002-2009.         [ Links ]

Semana (2003-2005).         [ Links ]

Semanario Voz [Bogotá] 2005.         [ Links ]

Entrevistas

Acevedo, Alfonso y Aurelio Silva, ediles del Partido de la U en Ciudad Bolívar. Entrevista personal. Abril de 2010.         [ Links ]

Acevedo, Luis Alfonso, edil del Partido de la U en la Junta Administradora Local Ciudad Bolívar 2008-2011. Entrevista personal. Abril de 2010.         [ Links ]

León, Luz Dary, presidente de Asojuntas Ciudad Bolívar. Entrevista personal. Febrero de 2010.         [ Links ]

Moreno, Omar, edil de la JAL periodo 2008-2011. Entrevista personal. Abril de 2010.         [ Links ]

II. Fuentes secundarias

Abad Faciolince, Héctor. Poder y medio. Bogotá: Editora Aguilar, 2004.         [ Links ]

Adorno, Teodoro. La personalidad autoritaria. Buenos Aires: Proyección, 1965.         [ Links ]

Alape, Arturo. La hoguera de las ilusiones. Bogotá: Planeta, 1995.         [ Links ]

Angarita, Pablo. Seguridad democrática: lo invisible de un régimen político. Bogotá: Siglo del Hombre, 2011.         [ Links ]

Aróstegui, Julio. La historia vivida: sobre la historia del presente. Madrid: Alianza, 2004.         [ Links ]

Ballén, Rafael. La pequeña política de Uribe ¿Qué hacer con la seguridad democrática? Bogotá: Ediciones Desde Abajo, 2006.         [ Links ]

Barrero, Edgar. De Macondo a Mancuso. Bogotá: Corporación Cátedra Libre Ignacio Martín-Baró, 2008.         [ Links ]

Bloch, Marc. Apología para la historia o el oficio del historiador. México: Fondo de Cultura Económica, 1996.         [ Links ]

Bonilla, Jorge. "Medios de Comunicación, opinión pública y conflicto armado: el consenso por otras vías". Síntesis 2002-2003. Anuario Social, Político y Económico de Colombia (2002): 9-30.         [ Links ]

Collier, David, ed. The New Authoritarianism in Latin America. Princenton University Press, 1979.         [ Links ]

Cotler, Julio y Romeo Grompone. El Fujimorismo. Ascenso y caída de un régimen autoritario. Perú: Instituto de Estudios Peruanos, 2000.         [ Links ]

Chernick, Marc. Acuerdo Posible. Solución negociada al conflicto armado colombiano. Bogotá: Aurora, 2008.         [ Links ]

Engels, Federico. Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana. Madrid: Ricardo Aguilera, 1968.         [ Links ]

Equipo Nizkor. "A juicio 15 personas por homicidios selectivos en Soacha". Información. Equipo Nizkor. 14 de mayo de 2007. Consultado en: http://www.derechos.org/nizkor/colombia/doc/soacha.html        [ Links ]

Fazio, Hugo. "La historia del tiempo presente: una historia en construcción". Historia Crítica 17 (1998): 47-57.         [ Links ]

Freud, Sigmund. Psicología de las masas y análisis del yo. Buenos Aires: Amorrortu, 1975.         [ Links ]

González, Fernán. "El fenómeno político de Álvaro Uribe Vélez. ¿De dónde proviene la legitimidad de este líder elegido por segunda vez como presidente?". Documento inédito. Institute for Research and Debate on Governance, 18 septiembre 2006.         [ Links ]

Guerrero, Francisco. Subjetividad, cultura política y corrupción. Lima: ILAE, 2007.         [ Links ]

Gutiérrez, Francisco. "La radicalización del voto en Colombia". Elecciones, comportamiento electoral y democracia. Gary Hoskin et ál. Bogotá: Ediciones Uniandes, 2003.         [ Links ]

Hersberg, Eric y Felipe Agüero. Memorias militares sobre la represión en el Cono Sur: visiones en disputa en dictadura y democracia. Madrid: Siglo XXI Editores, 2005.         [ Links ]

Horkheimer, Max. "El Estado autoritario". Argumentos 3 (1983): 10-15.         [ Links ]

Hoskin, Gary et ál. "Modelos de decisión electoral y perfiles de votante en Colombia: elecciones presidenciales 2002". Revista Análisis Político 55 (2005): 60-74.         [ Links ]

Ibarra, Laura. La visión del mundo de los antiguos mexicanos: origen de sus conceptos de causalidad, tiempo y espacio. México: Universidad de Guadalajara, 1995.         [ Links ]

Jaramillo, William. Soy apátrida, guerrillero mediocre y terrorista sin camuflado. Medellín: Java, 2008.         [ Links ]

La Torre, Cristina de. Álvaro Uribe o el neopopulismo en Colombia. Medellín: La Carreta Política, 2005.         [ Links ]

Le Goff, Jacques. Pensar la Historia. Barcelona: Paidós, 1991.         [ Links ]

Leal Buitrago, Francisco y Andrés Dávila. Clientelismo. Expresión del sistema político. Bogotá: Tercer Mundo Editores, 1991.         [ Links ]

Lozada, Rodrigo et ál. "Las elecciones presidenciales de 2002 en Colombia: un esfuerzo explicativo". Papel Político 15 (2003): 11-31.         [ Links ]

Marx, Carlos. Contribución a la crítica de la economía política. Bogotá: La Oveja Negra, 1968.         [ Links ]

Mc Quail, Denis. Introducción a la teoría de la comunicación de masas. Barcelona: Paidós, 1991.         [ Links ]

Millares, Ana. "Colombia: La personalización del poder". Radio Nederland Wereldomroep, agosto 5 de 2010. Radio.         [ Links ]

Moreno, María. "¿De dónde salió el uribismo?". Terra Colombia. Vote bien-Elecciones 2006. Consultado en: http://www.terra.com.co/elecciones_2006/        [ Links ]

O'Donnell, Guillermo. Modernización y golpes militares: teoría, comparaciones y el caso Argentino. Buenos Aires: Instituto Torcuato Di Tella / Centro de Investigaciones en Administración Pública, 1972.         [ Links ]

Pease, Henry. La autocracia Fujimorista. Lima: Fondo de Cultura Económica, 2003.         [ Links ]

Pérez, Bernardo. "El paramilitarismo en Cundinamarca y Bogotá". Parapolítica. La ruta de la expansión paramilitar y los acuerdos políticos. León Valencia. Bogotá: Corporación Nuevo Arco Iris, 2007.         [ Links ]

Pérez, Natalia. Recorriendo Ciudad Bolívar. Bogotá: Alcaldía Mayor, 2004.         [ Links ]

Pineda, María. Algo que contar. Bogotá: Departamento Administrativo de Acción Comunal, 1999.         [ Links ]

Poulantzas, Nicos. Estado, poder y socialismo. Madrid: Siglo XXI Editores, 1979.         [ Links ]

Poulantzas, Nicos. Fascismo y dictadura. México: Siglo XXI Editores, 1971.         [ Links ]

Proyecto Justicia y Vida. Tribunal contra la impunidad: Ciudad Bolívar y Cazucá. Bogotá: Buena Semilla, 2006.         [ Links ]

Rangel, Alfredo y Pedro Medellín. Política de Seguridad Democrática. Bogotá: Editorial Norma, 2010.         [ Links ]

Roche Aguirre, María Laura. "Cultura política y comportamiento electoral ¿relación directa? Una aproximación teórica". Consultado en: http://teodulolopezmelendez.wordpress.com/2009/02/01/cultura-politica-y-comportamiento-electoral-%C2%BFrelacion-directa-una-aproximacion-teorica-democracia-y-gobernabilidad/        [ Links ]

Regalado, Roberto. América Latina entre siglos. Dominación, crisis, lucha social y alternativas políticas de la izquierda. Cuba: Ocean Sur, 2006.         [ Links ]

Rodríguez, César. La nueva izquierda en América Latina. Bogotá: Norma, 2005.         [ Links ]

Rojas, Alpher. La irrupción del paraestado mafioso. Bogotá: Instituto de Pensamiento Liberal, 2007.         [ Links ]

Romero, Mauricio. Paramilitares y Autodefensas 1982-2003. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2003.         [ Links ]

Scaglia, Héctor y Raúl García. Psicología. Fenómenos sociales. Buenos Aires: Eudeba, 2000.         [ Links ]

Silva, Julio. El gran capital en Colombia. Bogotá: Editorial Planeta, 2004.         [ Links ]

Valenzuela, Arturo. El quiebre de la democracia en Chile. Santiago: Flacso, 1989.         [ Links ]

Vélez, Humberto. "Balance de tres años del gobierno de Álvaro Uribe Vélez. Una antiterrorista mirada simbólica". Revista Atisbos 55 (2005). Consultado en: http://www.profesionalespcm.org/_php/MuestraArticulo2.php?id=3846        [ Links ]

Zuluaga, Jaime. "Incertidumbres de la guerra". Síntesis 2002-2003. Anuario Social, Político y Económico de Colombia (2004): 89-108.         [ Links ]