SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.39 número1The Family in Puerto Rican HistoriographyThomas Bender. Historia de los Estados Unidos: una nación entre naciones índice de autoresíndice de assuntospesquisa de artigos
Home Pagelista alfabética de periódicos  

Serviços Personalizados

Journal

Artigo

Indicadores

Links relacionados

  • Em processo de indexaçãoCitado por Google
  • Não possue artigos similaresSimilares em SciELO
  • Em processo de indexaçãoSimilares em Google

Compartilhar


Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura

versão impressa ISSN 0120-2456

Anu. colomb. hist. soc. cult. vol.39 no.1 Bogotá jan./jun. 2012

 

RESEÑAS

Rafael Enrique Acevedo Puello.
Memorias, lecciones y representaciones históricas.
La celebración del primer centenario de la Independencia en las escuelas de la provincia de Cartagena (1900-1920).

Bogotá: Ediciones Uniandes, 2011. 257 páginas.


El historiador cartagenero Rafael Acevedo propone en esta obra, basada en la monografía con la que obtuvo el Magíster en Historia de la Universidad Nacional de Colombia, un acercamiento a los usos públicos de la historia y la recreación de la memoria desde un análisis de los actos conmemorativos del centenario de la Independencia absoluta de la provincia de Cartagena, cuya preparación y festejos acaecieron durante las dos primeras décadas del siglo XX. Acevedo indaga por el papel de estudiantes y docentes de las escuelas públicas y privadas de Cartagena en la reelaboración de la memoria local sobre los acontecimientos del 11 de noviembre de 1811, y su posterior represión por los ejércitos de Pablo Morillo iniciada con el sitio de Cartagena en 1815.

El autor logra demostrar que la conmemoración del centenario fue mucho más que el recuerdo mecánico de un pasado perfectamente reconocido por la historiografía de la época. En cambio, la evocación de la gesta independentista y la invocación de sus protagonistas (así como su olvido) permitieron el despliegue de recursos mnemónicos y simbólicos, y de manipulaciones historiográficas, que dispusieron una pedagogía de las ciudadanías local y nacional. En un momento en el cual Colombia buscaba recuperarse de las funestas consecuencias de la Guerra de los Mil Días y la separación de Panamá, la conmemoración del centenario de la Independencia de Cartagena fue aprovechada para socializar los valores y comportamientos del ciudadano católico, patriótico y virtuoso preconizado por la hegemonía conservadora, y, de manera notable, para buscar integrar a una provincia periférica en la unidad espiritual, identitaria e histórica que debía corresponder con la nacionalidad colombiana. Dicho proyecto, liderado por una élite local ávida de reconocimiento nacional y legitimación regional, no estuvo exento de tensiones, verificables en las prácticas de rememoración y enseñanza de la historia provincial y patria. Así, los estudiantes y docentes cartageneros hicieron esfuerzos denodados por tramar una narración alternativa de la Independencia de Cartagena. Esta narración pretendió exaltar la a "gloria nacional", por cuanto influyentes textos de historia patria, como los firmados por José María Quijano Otero, Francisco Javier Vergara y Velasco o Soledad Acosta de Samper, enseñaban dichos acontecimientos como un "error" autonomista que había golpeado prematuramente la unificación de la Nueva Granada frente al contraataque reaccionario de los españoles. A pesar de que estos ejercicios de pedagogía histórica y cívica lograron con éxito engarzar el 11 de noviembre de 1811 con las fechas primordiales del relato fundacional colombiano (el 20 de julio de 1810 y el 7 de agosto de 1819), también perpetuaron exclusiones en tanto el recuerdo de la participación de las masas populares cartageneras en las acciones independentistas fue opacado durante los festejos centenarios.

La investigación está sustentada en un notable acopio de fuentes primarias, entre las que se cuentan los esfuerzos conmemorativos realizados por los estudiantes, como desfiles, poemas, anagramas, dibujos y cartografías -que recibían una entusiasta recepción pública y eran fomentados en concursos de gran resonancia-. Además al investigación tiene en cuenta los debates y propuestas sobre la conmemoración publicitados en las revistas y periódicos cartageneros, junto a la producción institucional de los gobiernos local y nacional.

El historiador Rafael Acevedo propone su interpretación en estrecho diálogo con la reciente historiografía regional sobre el Caribe colombiano y demuestra una preocupación permanente por anclar sus análisis en referentes teóricos clave, entre los que sobresalen el estudio de las formaciones discursivas elaborada por Michel Foucault, la indagación sobre los procedimientos de "invención de la cotidianidad" formulada por Michel De Certau, y reflexiones nacionales acerca de la enseñanza y la escritura de la historia (Aguilera, Tovar Zambrano, Betancourt Mendieta, por mencionar algunos referentes).

El libro está organizado en tres partes. En la primera, Acevedo expone la situación de las escuelas y las políticas educativas en la provincia de Cartagena durante el periodo 1903-1919. Luego de la Guerra de los Mil Días, los gobiernos departamental y nacional se comprometieron con el fortalecimiento del sistema educativo, decisión que redundaría en la vigorización de un país que huía de la ruina y la fragmentación, y ansiaba transitar por el camino del progreso y la unidad nacional. En este sentido, fue trascendental la promulgación de la Ley Orgánica de Educación Pública de 1903, la cual no solo otorgó autonomía a los departamentos en materia educativa, sino que definió las líneas para la socialización de un modelo de ciudadano católico y virtuoso, pero también instruido en conocimientos productivos para la patria como la agricultura, el comercio y las industrias. La provincia de Cartagena se puso a la cabeza del departamento de Bolívar como núcleo de la educación básica superando a otras provincias importantes como Mompox, Sincelejo o Magangué. Esta primacía educativa conformó un contexto oportuno para preparar las celebraciones del 11 de noviembre de 1911, asegurar la preponderancia de las escuelas en los festejos, acentuar la enseñanza de la historia patria en los currículos e incentivar una imagen regional de prosperidad. No obstante, también se reproducirían inequidades: la Ley Orgánica de 1903 favoreció a los cascos urbanos con menoscabo de las zonas rurales; los estudiantes que lograban sostener sus estudios pertenecían especialmente a las clases pudientes; y el concepto de ciudadanía socializado en la provincia fue excluyente, en la medida en que también incentivó comportamientos indeseables (por ejemplo, calificar a sectores excluidos como "vagos", "holgazanes" y "gentes licenciosas").

La segunda parte trata sobre la enseñanza y la escritura de la historia en el marco de las conmemoraciones. Da cuenta de los referentes utilizados por docentes y estudiantes para elaborar un relato local alternativo de la Independencia absoluta de Cartagena, alejado de las concepciones peyorativas de los textos de historia patria, que al mismo tiempo infundiera orgullo local y pertenencia nacional. Acevedo señala las tensiones entre los discursos historiográficos nacionales y el fomento de la memoria local a través de la práctica pedagógica. Ante la inexistencia de relatos históricos locales, los estudiantes y docentes reinterpretaron las fuentes a su disposición, principalmente el Acta de Independencia de Cartagena y la figura de los "hombres ilustres" inmolados en 1816. La "nacionalización" del documento político, entendido como texto pionero de la independencia colombiana y continental, y la veneración de los líderes históricos pertenecientes a los grupos dirigentes, en detrimento de adalides populares como Pedro Romero, apuntalaron la socialización de un concepto de ciudadanía jerárquico y limitado, recreado por estudiantes y profesores de la elite, en muchos casos descendientes de los prohombres idealizados.

La tercera parte, a mi juicio la más sugestiva, versa acerca de los festejos conmemorativos en los que los escolares tuvieron intervención privilegiada. Acevedo, mediante una reconstrucción rica en detalles cotidianos acerca de las labores estudiantiles y los actos programados por las autoridades locales para honrar el 11 de noviembre de 1811, plantea que las celebraciones fueron vehículo de la memoria local. Esta obró como sustento para una ejercer una teatralización del poder y una dramatización de la historia. De esta manera, las prácticas pedagógicas, materializadas en procesos de memorización, escritura, representación y lectura con repercusión pública, socializaron tanto los contenidos de las reelaboraciones historiográficas como la idea de ciudadanía virtuosa, patriótica y útil acogida por las élites locales para pretender un reconocimiento nacional de la provincia de Cartagena.

Sobre estos hallazgos cabe plantearse algunas inquietudes. ¿Hubo siempre una coincidencia completa, según se colige de la interpretación de Acevedo, entre el proyecto educativo del gobierno central y los niveles departamental y provincial que buscaron adoptarlo a sus necesidades? ¿Existieron conflictos, tal vez quiebres, entre el centro y la región? Por otra parte, ¿pudiera profundizarse en las reacciones de las clases populares frente a los olvidos de su participación histórica? ¿Puede ampliarse el impacto de las tensiones raciales en los juegos de poder que involucraron la memoria y la historiografía?

En definitiva, nos encontramos frente a una obra estimulante, que vislumbra nuevas sendas de investigación y hace una contribución importante para la historia de Cartagena y el Caribe colombiano, y permite además la reflexión sobre cómo se han construido y asumido las pertenencias nacionales y locales desde los ámbitos regionales.


HERNANDO ANDRÉS PULIDO LONDOÑO
Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá
hernando.pulido@gmail.com