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Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura

Print version ISSN 0120-2456

Anu. colomb. hist. soc. cult. vol.39 no.1 Bogotá Jan./June 2012

 

RESEÑAS

Beatriz Patiño Millán.
Riqueza, pobreza y diferenciación social en la provincia de Antioquia durante el siglo XVIII.

Medellín: Editorial Universidad de Antioquia, 2011. 280 páginas.


Una de las primeras características que se aprecian de este trabajo es el exhaustivo y riguroso uso de fuentes primarias. Este rigor siempre ha estado presente en la obra de la profesora Beatriz Patiño Millán, tal y como se señala en el homenaje póstumo que le rinde el Archivo General de la Nación en su sitio web tras su fallecimiento el pasado 30 de marzo. En esta, su última publicación, se exponen las complejas relaciones sociales que se tejieron alrededor de la actividad agropecuaria, minera y, en menor medida, comercial de la provincia de Antioquia a finales del siglo XVIII. El libro fue escrito entre 1984 y 1985, y aunque algunos apartes se habían presentado en trabajos previos,1 su publicación en extenso contribuye al mejor entendimiento de los orígenes del desarrollo económico y social de Antioquia, tema que ha generado un profundo debate en nuestra historiografía y que no está del todo zanjado.

A lo largo de ocho capítulos, se estudian los mecanismos de acceso y apropiación de tierras y recursos mineros por parte de los distintos grupos étnicos de la provincia de Antioquia. Para esto, se organiza la obra en dos partes: los primeros cuatro capítulos tratan sobre los problemas asociados a la tenencia de la tierra, la agricultura y la ganadería; en los cuatro restantes se estudia la estructura de la producción minera. A su vez, estas dos partes se dividen siguiendo un criterio geográfico, en las cuales se analiza cada uno de los temas en las jurisdicciones de la ciudad de Antioquia, Rionegro y Marinilla, la villa de Medellín y la región de Cáceres y Zaragoza. Aunque esta particular estructura hace repetitiva la lectura en algunas partes, permite un análisis comparado al interior de la provincia, porque en cada una de estas regiones se pueden apreciar particularidades de la organización de los factores productivos en el occidente, centro y norte de la provincia. Por ejemplo, mientras que en Medellín y Rionegro la apropiación de tierras se acercaba más al modelo de la hacienda, en las otras regiones se pueden encontrar propiedades de tamaño más reducido y con diversidad de mecanismos de explotación y utilización de la mano de obra. Así, al resaltar las diferencias entre cada una de las subregiones, la autora toma distancia de una línea historiográfica que ha extendido los resultados encontrados para el Valle de Aburrá y Rionegro a toda la provincia, desmitificando la idea de homogeneidad económica de la provincia de Antioquia.

En el libro se busca cuestionar al menos tres aspectos que han dominado la historiografía sobre los orígenes coloniales del desarrollo antioqueño. En primer lugar, la creencia de una sociedad más democrática e igualitaria que el resto del virreinato; en segundo lugar, el exceso de énfasis en el estudio de las elites económicas y sociales, por lo general blancas, dejando por fuera a otros grupos étnicos; y, finalmente, la supuesta ausencia de "valor señorial subjetivo" que tuvo la tierra. Frente a esto, se presenta una sociedad antioqueña de grandes hacendados y también de pequeños propietarios mestizos y mulatos, con una creciente población sin tierra como consecuencia del rápido crecimiento demográfico, la monopolización y la manumisión de la mano de obra esclava. Así, la población excedentaria no tuvo más caminos que trabajar como agregados o arrendatarios en las grandes y medianas propiedades, o dedicarse a la vagancia.

Se puede decir que el presente estudio complementa en algunos aspectos el de Ann Twinam, puesto que, junto al grupo de emigrantes españoles blancos estudiados por esta autora, se presenta una sociedad antioqueña compuesta también por mestizos y mulatos con distintas posibilidades de acceso a los factores de producción, en una región caracterizada por la complementariedad de la producción minera y agrícola. Las inequidades se manifestaban en las contradicciones y conflictos entre los latifundistas y los colonos pobres de las tierras de frontera, entre la población indígena y los libres que invadían los resguardos, y entre los pequeños y medianos propietarios, por la débil delimitación de los linderos de sus propiedades. Era, pues, una sociedad que en vísperas de la independencia se caracterizaba por el contraste entre la riqueza e influencia social y política de la elite comerciante y minera, y la pobreza de gran parte de la población.

Las diferenciaciones étnicas son una variable central para entender la distribución de los factores productivos y de las rentas asociadas a los mismos. Este es un gran acierto, si se tiene en cuenta que algunos trabajos recientes que estudian los orígenes coloniales de la desigualdad en la América Hispánica2 analizan la inequidad en la distribución del ingreso y los factores sin tener en cuenta que indios, negros y blancos no eran iguales ante la ley indiana, algo que es todavía más complejo en el siglo XVIII cuando se profundiza el proceso de miscegenación.

La primera parte del libro es la más extensa y también la más interesante en términos de información cuantitativa y cualitativa. Luego de hacer un recuento de la titulación de tierras en el siglo XVII y los conflictos con algunas comunidades de indios, la autora pasa a hacer un detallado análisis de la expansión de la frontera agrícola y minera hacia el norte y el oriente a finales del siglo XVIII, como consecuencia del acelerado crecimiento poblacional experimentado por la población libre. Las opiniones expresadas por Juan Antonio Mon y Velaverde en su visita a la provincia entre 1785 y 1788 son de gran importancia para entender la manera como la administración virreinal reaccionó ante este crecimiento poblacional, que ejercía una fuerte presión sobre el ordenamiento territorial previamente establecido. Las uniones matrimoniales entre la creciente población blanca, mestiza y mulata e indígena deslegitimaba de alguna manera la institución del resguardo. Se llegó a considerar a considerar el traslado de indios a otros pueblos para que la Real Hacienda rematara las tierras de resguardo, como sucedió en la población de Sopetrán (p. 76).

La crisis minera del siglo XVII también afectó la distribución de la tierra y la recomposición patrimonial de los grandes mineros y hacendados. A medida que las minas antioqueñas se volvieron menos productivas, muchos propietarios se vieron obligados a dividir sus propiedades para pagar deudas, ya fuera con tierras o con esclavos. Se permitió, así, una especie de "reforma agraria" con que proliferaron pequeñas y medianas unidades de tierra, destinadas por lo general al autoconsumo.

Para la provisión de la mano de obra se acudieron a las más diversas formas que fueron desde la esclavitud, pasando por el arrendamiento y el trabajo libre. En el oriente, la esclavitud estuvo favorecida por el crecimiento demográfico de los esclavos como consecuencia de la estabilidad de los grupos familiares, jornadas de trabajo domesticas no tan extenuantes, y una alimentación apenas adecuada. A diferencia de algunos estudios previos,3 la autora ofrece evidencia según la cual la esclavitud no fue exclusiva de la minería, sino que también se acudió a esta práctica para explotar las tierras, complementada por trabajo libre, en especial en la Villa de Medellín.

Es importante tener en cuenta que en la medida que aumentaba la población y el mestizaje, algunos mestizos libres encontraron en el comercio una forma de acumulación de capital que les permitió invertir en tierras, al igual que algunos mulatos que pudieron convertirse en dueños de medianas y pequeñas propiedades. Sin embargo, la posibilidad de invertir en esclavos y ganado era casi exclusiva de los propietarios blancos. La acumulación de capital social, es decir, los vínculos de confianza que se generaban al interior de las redes familiares y la influencia política de las mismas, fue un factor importante para la apropiación de grandes extensiones de tierra por parte de las elites blancas.

La segunda parte del libro sigue la misma organización geográfica que la primera, y aborda algunos problemas relacionados con la organización del trabajo en las minas y los derechos de propiedad sobre las vetas y los ríos que se explotaban. Todo esto está enmarcado en el auge, caída y posterior recuperación de la actividad minera en Antioquia entre los siglo XVII y XVIII.

En términos generales se puede decir que las normas sobre adjudicaciones y titulaciones de minas, ríos y quebradas tendieron a favorecer la apropiación monopólica por parte de mineros que no estaban en la capacidad de explotar estos recursos de manera eficiente. A esto se sumaba que la legislación sobre la apropiación de minas provenía de las ordenanzas del gobernador Gaspar de Rodas de 1587, las cuales buscaron ser modificadas infructuosamente por Mon y Velarde. Así, dentro de los propietarios de grandes minas, se encuentran nombres relacionados con importantes familias de la región y funcionarios virreinales, así como religiosos que fueron acumulando minas y tierras a través de censos y capellanías, especialmente en el oriente antioqueño. Por cierto que estas formas de crédito no fueron exclusivas de los grandes terratenientes, lo que permitió el desarrollo de operaciones crediticias con cierta regularidad.

La recuperación de la minería a mediados del siglo XVIII fue impulsada por los mazamorreros, y no tanto por los mineros, puesto que el monto de impuestos pagados por la actividad de los primeros fue significativamente más alto que el de los segundos. Es importante aclarar que los mineros se diferenciaban de los mazamorreros por la utilización de más de 5 personas en sus labores, ya fueran esclavos o libres.

La importancia de los mazamorreros contrasta con sus condiciones de pobreza. En la jurisdicción de Antioquia la mayoría de ellos se mantenían en el límite de la subsistencia, y en la Villa de Medellín muchos de ellos eran antiguos esclavos o descendientes de los mismos, que, al no poder acceder a tierras o a la actividad comercial, encontraron en la minería la manera de subsistir. Esto deja entrever una sociedad con profundas inequidades sociales que impactaban los ingresos de los diferentes grupos poblacionales.

Vale la pena resaltar una vez más el riguroso y detallado uso de las fuentes primarias sobre las que se sustenta este estudio. Algunas de las fuentes usadas como censos, mortuorias, minas y protocolos notariales tomados principalmente de archivos locales y del Archivo General de la Nación, permiten una reconstrucción tanto cuantitativa como cualitativa de muchos de los aspectos abordados en el libro. Son pocas las afirmaciones que no están sustentadas en una cita o dato extraídos de las fuentes primarias.

Sin embargo, a veces los casos utilizados para ilustrar algunas afirmaciones dejan la sensación de no ser lo suficientemente representativos. Para citar un ejemplo, cuando se afirma que los propietarios de minas constituyeron hatos ganaderos como mecanismo de protección frente a la crisis minera del siglo XVII (p. 134), se presentan en extenso las propiedades del Gobernador Juan de Castrillón de la Villa de Medellín. De estas se muestra que, junto a sus posiciones mineras en el Vallé de Aburrá, también contaba con aproximadamente 4.000 cabezas de ganado vacuno y caballar. No obstante, no es claro si esto fue una estrategia del gobernador para sortear la crisis, o las inversiones del gobernador ya estaban diversificadas ex­-ante, lo cual parece haber sido más factible, teniendo en cuenta otros ejemplos que se encuentran en el mismo libro y que así lo indican.

Es por esto que, entre el gran detalle de los ejemplos y casos analizados en el libro, se extraña al final un capitulo a manera de conclusión en la que la autora sintetice sus resultados de manera más esquemática, tomando un poco de distancia de lo consignado en la fuente primaria y articulando todas sus variables en un modelo interpretativo, en el que se capture la esencia del problema de estudio. Es decir, las causas de las inequidades sociales y en la distribución de factores productivos en Antioquia.

No obstante, cualquier investigador interesado en hacer historia cuantitativa de Antioquia a finales del siglo XVIII, encontrará en este libro datos novedosos sobre población, patrimonios, esclavitud, minería, distribución de la tierra, entre otros. En particular, los historiadores económicos encontrarán en este libro una gran cantidad de valiosa información cuantitativa que les permitirá calcular índices de distribución de la tierra, construir modelos poblacionales que den cuenta de las condiciones de vida de la población o realizar cálculos de productividades agropecuarias. Estos nuevos datos sobre el desarrollo colonial antioqueño permitirán emprender una serie de investigaciones de corte cuantitativo. Estas investigaciones, tan importantes en los inicios de la denominada nueva historia, han retomado fuerza en años recientes con trabajos que, como este, acuden a una recopilación rigurosa de fuentes primarias para dar una nueva mirada a nuestro pasado colonial.

Esta obra representa la conclusión de una carrera académica dedicada a la formación de nuevos historiadores en la Universidad de Antioquia y a la ardua exploración de archivos históricos, fuente inagotable de nueva información que nos permite entender mejor los orígenes y la lenta evolución de nuestra estructura social, política y económica. Esto lo conocía muy bien la profesora Beatriz Patiño.


1 Como en el capítulo titulado "La provincia de Antioquia en el siglo XVIII", publicado en el libro Historia de Antioquia, proyecto dirigido por Jorge Orlando Melo (Bogotá: Editorial Presencia, 1988) 41-59.

2 Entre este tipo de trabajos se destacan, entre otros: Leandro Prados de la Escosura, "Inequality and Poverty in Latin America: A Long-Run Exploration", The New Comparative Economic History, eds. Timothy J. Hatton, Kevin H. O'Rourke y Alan M. Taylor (Cambridge, M.A.: M.I.T. Press, 2007) 291-315. Jeffrey G. Williamson, "Five centuries of Latin American income inequality", Revista de Historia Económica - Journal of Iberian and Latin American Economic History 28.2 (2010): 227-252.

3 Como por ejemplo, el notable trabajo de Roger Brew, El desarrollo económico de Antioquia desde la Independencia hasta 1920 (Bogotá: Banco de la República, 1977) 38.


EDWIN LÓPEZ RIVERA
Universidad de Bogotá Jorge Tadeo Lozano, Bogotá, Colombia
edwin.lopez@utadeo.edu.co