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Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura

versión impresa ISSN 0120-2456

Anu. colomb. hist. soc. cult. vol.40 no.1 Bogotá ene./jun. 2013

 

Patricia Aristizábal Montes.
Cartas de una cartagenera. Josefa Gordon de Jove. 1845-1849.
Bucaramanga: Universidad Industrial de Santander, 2012. 277 páginas.

Las escritoras del siglo XIX fueron tal vez las primeras mujeres con un rol aceptado que superaba el ámbito doméstico del país. La mayoría, si no todas, fueron esposas, hijas o madres de los grandes negociantes, políticos y juristas del siglo XIX, y son reconocidos sus trabajos que se conservan en las publicaciones periódicas donde se pueden leer sus poemas, cuentos y reflexiones morales. Tal vez la figura más importante de esa época fue Soledad Acosta de Samper, pero muchas fueron las mujeres que, a pesar de ver publicados sus pensamientos, quedaron bajo el anonimato del seudónimo. Una de ellas, la cartagenera Josefa Gordon de Jove, fue recientemente descubierta, dejando de ser una referencia al margen.

El libro que se reseña a continuación es producto de la investigación de la profesora Patricia Aristizábal Montes, quien se ha interesado desde hace varios años en las escritoras colombianas del siglo XIX, con ayuda del historiador David Bravo, quien realizó la transcripción, constituye la entrega final de la colección bicentenario de la Universidad Industrial de Santander. El grueso del libro corresponde a 76 cartas escritas por Doña Josefa Gordon entre los años de 1845 y 1849, desde su residencia en Venezuela, al entonces presidente Tomas Cipriano de Mosquera, con quien al parecer tenía cierta cercanía amistosa proveniente de su familia, así como una misiva (carta n.° 7) dirigida a Joaquín Acosta.

Esta mujer, hija del matrimonio entre el emigrado español Don Manuel Antonio Gordon Gutiérrez y Doña María Josefa López de Pasos, cuya biografía pudo ser reconstruida mediante fuentes notariales por el historiador Armando Martínez Garnica, evidencia la vida de una mujer que heredó una buena fortuna de sus padres y conformó parte de una familia pudiente, logrando acumular tierras y esclavos tanto en Turbaco como en Venezuela; pero sobre todo, fue una mujer que tuvo una educación excepcional, que le permitió estudiar, muy joven y antes de casarse, lecciones de botánica.

Aunque la educación de Josefa Gordon no parece evidenciar mayor divergencia con las hijas de las familias ilustradas de la época, por lo menos sí le permitió acceder a retos intelectuales que se hallaban alejados de las jóvenes de las familias iletradas. No solo pudo acceder a textos y clases de botánica, sino que además aprendió idiomas como el italiano y el inglés. Además, las visitas que hacían los exiliados de Santafé después de la batalla de Boyacá, como Antonio Nariño, quien "le enseñó a contar bien y ella le enseño algo de lengua italiana" (p. 14), enriquecieron el acervo cultural de la joven Josefa y además generaron en ella un fuerte fervor republicano.

Pero, ¿cuál es el objeto de conocer el epistolario de Josefa Gordon de Jove? Patricia Aristizábal señaló que "género epistolar [está] emparentado con el género autobiográfico (escritura del yo), pero se diferencia en que los acontecimientos que se narran en las cartas tienen lugar como una acción del presente" (p. 27). Para la historia del género, para la familia de un autor e incluso para la historia política, conocer un epistolario amplía los datos relacionados con aquellos aspectos privados en las que las mujeres fueron partícipes, que se constituyen en "una literatura íntima" en la que se hace evidente la vida privada de los autores, y con ellos, de las personas con quienes se relacionaban y de aquellos con quienes compartían características y experiencias similares.

La vida de Doña Josefa Gordon representa la situación de las mujeres de aquellas familias ilustradas de la Nueva Granada virreinal que experimentaron la transición hacia un régimen republicano. Además, a través de sus misivas, queda claro que desde tempranas épocas estas mujeres no solo se limitaron al terreno de la literatura o la religión, sino que, por lo menos en una esfera relativamente privada, opinaron, aconsejaron e incluso, puede decirse, influyeron en las acciones políticas y agendas de su tiempo.

De hecho, el afán de Doña Josefa para comunicarse con Tomás Cipriano de Mosquera se debía no solo a un interés personal, sino que además constituyó una forma para que esta mujer intentara transmitir su pensamiento político, haciendo recomendaciones que buscaban contribuir a la formación y mejora de la naciente nación neogranadina. Aunque manifestaba deseos personales en sus misivas, Doña Josefa expresaba estar impulsada por "un patriotismo puro" (p. 57), sin vacilar en dar opiniones acerca de temas como el federalismo, por ejemplo, del cual dijo era "un vértigo que agita las provincias de la costa y muchas del interior y ha puesto nuestro desgraciado país al borde del abismo"

(p. 45). De esta forma, a través de sus cartas es posible conocer su pensamiento y filiación política, afecta al presidente Mosquera, a quien confiaba "acometer esta empresa, protegiendo a los hombres pensadores e instruidos de nuestro país para que estos para que estos escriban e ilustren a los pueblos, haciéndoles conocer las ventajas de un gobierno central, único que por ahora puede convertirnos" (p. 45).

Este epistolario no se limita al campo de la historia de las mujeres, ya que es evidente la utilidad de estas misivas para comprender las nociones de 'patria' y de 'nación' de la naciente República de Nueva Granada. Por ejemplo, manifiesta ser "granadina antes de ser cartagenera", adoptando un pensamiento nacional antes que provincial, y siendo afecta a su patria, la Nueva Granada, aun cuando era en el Estado de Venezuela donde se encontraba radicada desde 1834.

Esta residencia en el Estado de Venezuela fue usada por Doña Josefa para mantener al presidente Mosquera informado de la situación de inestabilidad que se vivía en ese país, así como de eventos como el destierro del liberal Antonio Leocadio Guzmán a Curazao en 1847, acerca del cual diría: "el nuevo Presidente [Venezuela, 1847] manifestaba ideas liberales y conciliadoras; por esto lo hace odioso al partida oligarca, que quisiera llevarlo todo a sangre y fuego. Solo Dios puede saber cuál será el término de tantos disturbios, y si al fin la raza africana (tan numerosa en esta tierra) no será dentro de poco la dominadora del país" (p. 206).

Además de lo político, Doña Josefa trata en sus cartas de relaciones comerciales y económicas, tanto las implicadas con su economía familiar como en torno a las actividades comerciales de la Nueva Granada con Estados Unidos, la Habana, México, Jamaica e inclusive el Perú, de las cuales también hizo recomendaciones y comentarios al presidente Mosquera. En este sentido, el epistolario de esta dama permite visualizar las características de estas mujeres como agentes económicos, más allá de su papel como meras administradoras de herencias o receptoras de réditos familiares.

Otros temas de interés para Doña Josefa fueron la educación, la ilustración y la instrucción pública. En varias ocasiones, mencionaba la importancia de la educación, calificándola como "la primera base de las virtudes, de la riqueza y la civilización de un pueblo" (p. 49), y recomendando a Mosquera personas que consideraba ilustres para que se encargaran de la educación en la Nueva Granada. Tal es el caso del napolitano Giussepe Éboli, de quien le escribiera: "mucho va usted a alegrarse de conocer al señor Éboli, y mucho bien va a resultar a Popayán con los conocimientos de un sujeto recomendable por ellos como por su moderación y carácter" (p. 89). Efectivamente, este italiano fue uno de los maestros importados por Tomas Mosquera durante su primer periodo de gobierno, y no fue el único recomendado por la señora Gordon. También recomendó a Manuel Ancízar, de quien escribió: "tiene no solamente una instrucción sólida y vasta, sino también una conducta intachable, un juicio recto, una honradez a prueba, y el honrará cualquier destino más bien que el destino lo honrará a él" (p. 76).

Estas cartas permiten ampliar la visión de la mujer neogranadina como un agente político, económico, además de literario y culto. Claramente, Doña Josefa recurre a un intermediario, el presidente Mosquera, para actuar políticamente, sin que reniegue de su condición de mujer separada de los puestos de gobierno. De esta manera, la perspectiva de la mujer ilustrada decimonónica en nuestro país adquiere una nueva fuente y, con ella, una nueva visión, que junto a las letras de Pomiana Camacho de Figueredo, Soledad Acosta de Samper o Josefa Acevedo y Gómez, constituyen unas de las herramientas más importantes para comprender la historia de las mujeres y, a través suyo, la de nuestro país.

Diana Crucelly González Rey
Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, Yucatán, México
nanaplanta@historiaabierta.org


* Eduardo Galeano, "Ojalá", 2012.