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Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura

Print version ISSN 0120-2456

Anu. colomb. hist. soc. cult. vol.40 no.1 Bogotá Jan./June 2013

 

Charles Tilly y Lesley J. Wood.
Los movimientos sociales 1768-2008. Desde sus orígenes a Facebook.
Barcelona: Crítica, 2010. 368 páginas.

El libro del que nos ocuparemos se suma a la abundante literatura sobre movimientos sociales, concentrando su interés en la historia del movimiento social a partir de nueve tesis, entre las que se cuentan cuatro relevantes, a saber: a) Los movimientos sociales combinan tres tipos de reivindicación: programática, identitaria y de oposición; b) la democratización fomenta la formación de movimientos sociales; c) el contexto político, los procesos imitativos, la comunicación y la colaboración facilitan la adopción de movimientos sociales; y d) el movimiento social podría desaparecer o transformarse en una forma política muy diferente.

Aunque las tesis justifican y refuerzan los desarrollos de varios capítulos de manera explícita, sin embargo, los tres elementos que realmente anudan el texto están tejidos, primero, por la definición de lo que son los movimientos sociales; segundo, por la demostración de los tres componentes de los que fueron resultado y que aun los caracteriza; y tercero, por los hechos recogidos a partir del siglo XVIII que han sido intervenidos en Europa y Estados Unidos por movimientos sociales de diferente índole. Este entramado se alimenta de estudios e investigaciones ya adelantados sobre el tema por parte del autor u otros académicos, y por seguidos cuestionamientos sobre puntos relevantes.

Así, los movimientos sociales se entienden como la única forma de contienda política y como uno de los principales vínculos de participación ciudadana que ha existido desde el siglo XVIII, con orígenes europeos de dos matices: por un lado, personalidades públicas con intereses electorales iban de la mano con las quejas y las manifestaciones que la gente hacía, y por otro, la organización conjunta de sectores en una metrópoli como Gran Bretaña y su colonia en América contra fenómenos sociales de su tiempo como la esclavitud. Este último matiz es considerado por el autor como el primer movimiento social de la historia. Los tres elementos que desde entonces hasta hoy han constituido claramente como fenómeno político comparable a los movimientos sociales son la campaña, el repertorio y las demostraciones de WUNC (valor, unidad, número y compromiso), que serán aquí ejemplificados con hechos del siglo XIX, XX y XXI, para no errar con glosarios manifiestos.

Durante el siglo XIX, en Europa, las reivindicaciones públicas y colectivas giraron localmente en torno a la solicitud de la República en Francia y Bélgica y a la ampliación del derecho al voto, el voto femenino y la separación del Estado de la iglesia anglicana en el Reino Unido. Estos hechos vincularon tanto a un grupo organizado, un objeto claro de reivindicación y a un público, con lo que se configuraba la campaña de aquellos movimientos sociales y las condiciones de otras en los siglos siguientes.

El siglo XX fue un periodo dinámico para el repertorio de diferentes movimientos sociales. Finalizada la Primera Guerra Mundial, Gandhi encabezó huelgas y resistencias pasivas; los nazis en Marburgo, a través de desfiles, quemas de banderas, proselitismo y la intervención a organizaciones, lograron el triunfo del partido nacionalsocialista, con Hitler en su cabeza, en 1932.

En 1968, en Francia, los trabajadores y los estudiantes presionaron el régimen de Charles de Gaulle con huelgas y un referendo que le reafirmó en el poder. En 1989, se da inicio en varios países a la caída de regímenes autoritarios socialistas a través de protestas y deferentes manifestaciones, evento particular por el que el autor se pregunta si realmente fue movimiento social.

Es de gran valor la invitación del texto a considerar que las nuevas condiciones de los medios de comunicación que desde el siglo pasado se forjan, no deben permitir un determinismo tecnológico que evada la evidente y mera adaptación a nuevos medios de viejas actividades que suponen a su vez nuevas formas de exclusión.

Los pocos años transcurridos del siglo XXI y la proyección futura conceden una característica a las manifestaciones de WUNC, estimada en la internacionalización de las reivindicaciones, mediadas por organizaciones y autoridades internacionales que redundan en la exclusión ya mencionada y que corre el riesgo de burocratizar activistas de los movimientos sociales.

Finalizadas las 306 páginas, el lector confirmará que esta obra de Tilly cumple con su cometido de trazar la historia de los movimientos sociales del hemisferio norte del mundo y evita adentrarse en hechos ocurridos en Latinoamérica -en el siglo XIX por ejemplo, para desvirtuar o afirmar que varios de los movimientos que favorecieron las independencias contenían los tres elementos del movimiento social que él propone-, solo acercándose tímidamente a casos en Argentina y México, en diferentes siglos y en pocas líneas.

Johana Esperanza Buitrago Barreto
Secretaría Distrital de Educación, Bogotá, Colombia
johana.jfalter@gmail.com