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Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura

versão impressa ISSN 0120-2456

Anu. colomb. hist. soc. cult. vol.41 no.2 Bogotá jul./dez. 2014

https://doi.org/10.15446/achsc.v41n2.48790 

http://dx.doi.org/10.15446/achsc.v41n2.48790

Felipe Celecia y Pablo Waisberg.

La Tablada. A vencer o morir. La última batalla de la guerrilla argentina.
Buenos Aires: Aguilar, 2013. 331 páginas.

Ríos de tinta han corrido en el análisis de la violencia política, el terrorismo de Estado y las historias de los grupos guerrilleros en la Argentina durante las décadas de 1960 y 1970, que constituyen una etapa marcada por dictaduras cívico-militares. Pero muy pocos estudios han abordado el asalto al Regimiento de Infantería Mecanizada 3 General Belgrano de La Tablada, realizado por militantes del Movimiento Todos por la Patria (MTP) durante la primavera democrática de los años ochenta. Los periodistas Felipe Celecia y Pablo Waisberg, especialistas en temas referidos a la izquierda revolucionaria argentina, ofrecen una minuciosa descripción de este último ataque guerrillero, que en enero de 1989 intentó frenar un imaginario golpe de Estado. Este es un libro oportuno, al cumplirse en el 2014 veinticinco años de los hechos que narra.

La estructura de la obra presenta dos ejes. El primero gira en torno a la crónica del combate. El segundo ofrece una narración histórica que va de 1966, cuando se instaura el gobierno militar de Juan Carlos Onganía, hasta el 2013, año de la liberación de los atacantes del cuartel. Ambos ejes se van intercalando. La crónica de la batalla ocupa los capítulos impares, en donde se relata lo ocurrido en las casi treinta horas que duró el enfrentamiento entre militantes del MTP y las fuerzas policiales y militares. El dramático combate, el fusilamiento de los guerrilleros que se rindieron, los vejámenes y torturas tras la derrota, junto con la desaparición de los detenidos son descritos paso a paso. En estos apartados, como en el resto de la obra, los autores aciertan en recoger y dar espacio a las voces de atacantes y defensores. De esta manera, se sigue a los protagonistas desde todos los ángulos, como en una película del cineasta mexicano González Iñárritu.

Los capítulos pares narran el complejo proceso político argentino de mediados de los años 60. En ellos se explica el contexto en que se forma el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) y cómo, a partir del clima represivo de la época, sus miembros optaron por la guerra revolucionaria para combatir a la dictadura de la autodenominada Revolución argentina. Así surgió el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), un grupo guerrillero de corte guevarista que, junto con Montoneros (el más importante grupo partisano peronista), fue una de las organizaciones con mayor capacidad operativa. Sin embargo, el advenimiento de un nuevo y más cruel golpe militar, en 1976, provocó la desbandada de sus miembros. Los que no murieron o cayeron presas de los militares recalaron en Nicaragua. Liderados por Enrique Gorriarán Merlo, los excombatientes del ERP se sumaron a las fuerzas sandinistas y, tras la derrota de la dictadura nicaragüense, colaboraron en la reconstrucción del país, sobre todo en el área militar y de seguridad. Para apuntalar la revolución, salieron tras las huellas de Anastasio Somoza Debayle, el dictador depuesto, y le dieron caza en Paraguay. El atentado reportó beneficios. Primero, los guerrilleros argentinos obtuvieron reconocimiento entre los revolucionarios latinoamericanos; segundo, se ganaron la confianza del servicio de inteligencia cubano, a tal punto que la voz de Gorriarán Merlo comenzó a ser apreciada en cuestiones políticas referidas al Cono Sur; estatus que aumentó cuando vaticinó la derrota argentina en la guerra de Malvinas y el triunfo del radical Raúl Alfonsín en las elecciones de 1983. En tercer lugar, estas labores le permitieron a Gorriarán Merlo disponer de dinero cubano que se sumaría a los aportes del gobierno revolucionario nicaragüense y a las expropiaciones a bancos españoles que el grupo había realizado antes de aparecer en Centroamérica. Ante todo esto, el resto de los guerrilleros del ERP comenzaron a percibir a Gorriarán Merlo como a un mesías o un nuevo "Che" Guevara. Además, con este caudal de experiencias y dinero comenzaron a planear el retorno. En 1981 volvieron a ensayar el foquismo, esta vez en la selva lindante al ingenio azucarero Ledesma, en la provincia de Jujuy. Pero tras la retirada de la dictadura después de Malvinas, vislumbraron otros medios de acción política.

Con el retorno de la democracia, los miembros residuales del ERP abandonan sus ideas foquistas, y su concepción política de partido de cuadros fue relegada por un tiempo, para organizar un movimiento que aglutinara a toda persona con ideas progresistas. De esta forma surge el MTP. Por su parte, el gobierno de Raúl Alfonsín había llevado a juicio a los responsables del terrorismo de Estado y decretó la captura de los jefes de las organizaciones guerrilleras, razones por las cuales se invisibilizó a Gorriarán Merlo de los manejos del MTP. El juicio a los militares tuvo un freno en la Semana Santa de 1987, cuando un grupo de uniformados, a quienes se bautizó como "carapintadas", se amotinó en reclamo de su desprocesamiento. Estos militares, que pertenecían a los cuadros medios y bajos del ejército, se sublevaron dos veces más durante la presidencia de Alfonsín. Si bien consiguieron negociar con el gobierno el cese de las citaciones, recibieron el repudio de toda la sociedad, incluso en uno de sus levantamientos la ciudadanía apedreó sus tanques.

Estos hechos provocaron la siguiente lectura en los militantes del MTP: primero, temieron la posibilidad de un nuevo golpe de Estado; segundo, observaron la indignación de la sociedad hacia los militares, que a ojos de unos revolucionarios profesionales, podría ser catalizada políticamente por quienes evitasen el retorno de los uniformados al poder; tercero, desde la derrota de Malvinas, el cenáculo de Gorriarán Merlo percibía a priori un vacío de poder en la política argentina, que podría ser ocupado por una vanguardia. Con estos razonamientos, un grupo del MTP, formado por guerrilleros veteranos y por novatos sin experiencia en combate, se arriesgó a atacar uno de los regimientos más importantes del Gran Buenos Aires.

La historia continúa con el juicio que siguió a la derrota de los guerrilleros a manos de los militares (entre estos había recientes "carapintadas" y antiguos partícipes del terrorismo de Estado). En la corte, los juzgados se justificaron como ciudadanos que intentaron frenar un golpe de Estado y ocultaron el objetivo principal del Operativo Tapir (tal fue el nombre que le dieron los incursores): tomar el poder luego de hacer creer a la ciudadanía que se trataba de un putch "carapintada", fusilar a los oficiales del cuartel y marchar a Plaza de Mayo guiando a las muchedumbres enardecidas en contra de los militares y (suponían ellos) deseosas de cambios políticos rotundos. Los años de prisión fueron ocupados en los intentos de obtener la libertad y de denunciar los fusilamientos y la desaparición de militantes cometidos por quienes recuperaron el cuartel.

Ampliamente documentado con fuentes orales, testimonios judiciales, donde la necesidad de autojustificarse o de victimizarse, tanto de guerrilleros como de militares o políticos, es minimizada con el exhaustivo cruce entre ellos que hacen los autores. Lo mismo ocurre con las entrevistas a protagonistas, de uno y otro bando. Dar voz a los militares les granjeó a los autores críticas de los militantes de izquierda. Otra prueba interesante fue el hallazgo de un informe sobre el combate realizado por el teniente general Julio Eduardo Ruarte, un trabajo que insumió diez años y contó con entrevistas a militares. Un material que sus superiores consideraron inconveniente publicar. Entre las fuentes escritas de relevancia, los autores consultaron los legajos de la Dirección de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires (DIPBA), que demostraron el seguimiento que hacían las fuerzas policiales al MTP. Otras fuentes usadas fueron las publicaciones financiadas por el movimiento, como por ejemplo la revista Entre Todos y el diario Página 12. En ellas se intentó explotar el temor a un nuevo golpe de Estado, con el fin de justificar una acción armada por parte de Gorriarán Merlo y sus acólitos, pero con escaso éxito, sobre todo en Página 12, en donde los editores comprendieron, mejor que sus financistas, el clima de la época, que era contrario a las armas y en el que faltaba el consenso civil que siempre acompañó a los golpes militares en Argentina.

Esta investigación sobre La Tablada visibiliza aspectos poco conocidos, como los Comités de Defensa de la Democracia, organizados por la Juventud Radical, que contaban con unas cuantas pistolas y planeaban asaltar comisarías para proveerse de armas. El objetivo de estos jóvenes radicales mal armados era frenar a los "carapintadas", la mayoría de ellos comandos. La emergencia de estos grupos, aunque minúsculos, denota una preocupación real por un posible golpe, aunque los autores demuestran que no hubo condiciones objetivas para ello.

La Tablada tiene el mérito de rescatar un hecho poco estudiado y hacer pensar hasta dónde llevar los límites cronológicos de la violencia armada y su memoria en la historia reciente argentina. Este es un libro que invita a encarar análisis más profundos y críticos de lo ocurrido en los últimos años de una primavera democrática jaqueada por crisis económicas y problemas político-militares. También muestra cómo se puede hacer historia de un hecho de menos de dos días, mirando un par de décadas atrás en el accionar de los combatientes, tanto guerrilleros como militares, y siguiéndolos en los años posteriores al ataque, con los juicios a los atacantes, en 1990, como a los militares que sofocaron la toma guerrillera, realizados a partir del 2001. A través de sus páginas, la tortura, la desaparición de personas, los fusilamientos, la rapiña de las pertenencias de los caídos, la colaboración judicial, los secuestros ilegales en países extranjeros (a Gorriarán Merlo lo raptan en México) se reeditaron a fines de los años ochenta como una biopsia de una edad oscura.

JOSÉ RENÉ ÁLVAREZ
Instituto de Investigaciones Históricas "Dr. Ramón Leoni Pinto" Universidad Nacional de Tucumán, Argentina.
joserene09@hotmail.com

Cómo citar.

Álvarez, José René. "Felipe Celecia y Pablo Waisberg. La Tablada. A vencer o morir. La última batalla de la guerrilla Argentina" (reseña). Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura 41.2 (2014): 331 - 334.