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vol.42 número1A fuga imaginária de Germán ColmenaresStefan Rinke. Encuentros con el yanqui: Norteamericanización y cambio cultural en Chile, 1898 - 1990. Santiago: dibam / Centro de Investigaciones Diego Barros Arana / Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, 2014. 586 páginas índice de autoresíndice de assuntospesquisa de artigos
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Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura

versão impressa ISSN 0120-2456

Anu. colomb. hist. soc. cult. vol.42 no.1 Bogotá jan./jun. 2015

https://doi.org/10.15446/achsc.v42n151354 

http://dx.doi.org/10.15446/achsc.v42n151354

María Teresa Ronderos.

Guerras recicladas. Una historia periodística del paramilitarismo en Colombia. Bogotá: Aguilar, 2014. 402 páginas.

El 2 de octubre de 2014 se realizó en Bogotá el lanzamiento del libro Guerras Recicladas. Una historia periodística del paramilitarismo en Colombia, de la periodista María Teresa Ronderos. Este texto es descrito por sus colegas de la Silla Vacía -medio periodístico de denuncia del cual es fundadora- como "una historia periodística del paramilitarismo en el país, que busca responder cómo nació, qué influencia nacional e internacional tuvo y cómo se legitimó este fenómeno por más de tres décadas".1 La autora subraya que su intención es responder, desde una mirada política, a cómo y por qué pasaron las cosas y contribuir al debate sobre las guerras recicladas en Colombia.

El prólogo fue realizado por un estudioso de los temas colombianos de la Universidad de Harvard, James Robinson, autor del libro ¿Por qué fracasan las naciones?, obra en la que sostiene que el origen de las recesión de los países se debe a que hay unas elites que extraen los recursos de la población. Robinson subraya en el prólogo del libro en comento que "no es un tratado académico y no relaciona lo que cuenta con la literatura académica sobre la economía política de Colombia, o América Latina, pero la historia que narra pinta un cuadro único y potente de cómo el paramilitarismo surgió a la sombra de la periferia del país y de cómo encaja en esa sociedad dual que es Colombia".2

En seis capítulos Ronderos desarrolla los hechos más violentos de la historia colombiana relativos a la formación, expansión, consolidación, negociación y reinvención del paramilitarismo en Colombia, así como sus relaciones con la fuerza pública, políticos locales, hacendados y terratenientes en las diversas regiones. Al contrastar fuentes, versiones y cronología de la expansión del paramilitarismo y sus diversas caras en las regiones y en el país, en el libro se desmitifica la verdad instaurada por Carlos Castaño sobre los orígenes del paramilitarismo, visto como producto de la venganza contra la acción guerrillera y asesinato de su padre. La autora encuentra que el paramilitarismo buscó su legitimidad en un mito fundacional exagerado, al identificar que, mucho antes del secuestro y asesinato del padre del clan de los Castaño, los hermanos andaban por la senda del narcotráfico y la delincuencia.

Colombia ha vivido un sangriento conflicto político, que ha sido envenenado y pervertido por la fuente de financiación de la guerra: los narcotraficantes. El país ha visto un sinnúmero de masacres, desapariciones, desplazamientos forzados, despojos de tierras, alianzas y traiciones entre grupos paramilitares, fuerza pública, políticos y dirigentes nacionales y locales, partidos políticos tradicionales que no querían sacrificar su clientela electoral regional, todo esto sumado a los incentivos internacionales de la guerra contra el terrorismo y el comunismo, proclamada desde el gobierno de Estados Unidos con el presidente Ronald Reagan.

Colombia le apostó a la formación de seguridad privada desde el gobierno de Julio César Turbay, lo que generó la primera ola de paramilitarismo en Colombia, que fue preparado por antiterroristas extranjeros, expertos en tácticas barbáricas de guerra. Así, en un momento de crisis, las elites lanzaron el salvavidas con la conformación de las Convivir y allí empezó la segunda ola del paramilitarismo durante el gobierno de Andrés Pastrana. Finalmente, en el gobierno de Álvaro Uribe se dio la desmovilización del paramilitarismo, que terminó con la aparición de las BACRIM, que continúan operando y son la "nueva" presencia del paramilitarismo en las regiones donde despojan tierras y siembran terror en la población. Desafortunadamente, el hilo conductor del libro demuestra que siempre ha existido un apoyo de la fuerza pública, mediante la omisión en la labor de protección del Estado, que se ha centralizado en señalar y establecer escenarios propicios para la eliminación de la disidencia y de las formas alternativas (diversas formas de agrupación guerrillera) que surgen de los grupos subalternos para llegar al poder, como ocurrió con Jorge Eliécer Gaitán, Luis Carlos Galán, la Unión Patriótica y las formas organizativas propias de las comunidades.

Es una realidad que las guerrillas y paramilitares se hicieron al poder en regiones enteras, los últimos con la protección de la fuerza pública. Estos grupos suplantaron la tarea del Estado colombiano en estas regiones periféricas, en donde no llegaba la institucionalidad civil y la fuerza pública estaba como sombra de los grupos paramilitares, en una resistencia a posibles soluciones pacíficas al accionar de las guerrillas.

Las tareas básicas del paramilitarismo estaban centradas en proveer seguridad, cobrar impuestos e incluso controlar la propiedad y las tierras. Esta situación se presenta en un país con una democracia estable y en funcionamiento. Por ello, la autora retoma el dicho de Darío Echandía "Colombia es un orangután en sacoleva". Este "orangután" de la violencia ha estado siempre vestido en el "sacoleva" de un régimen democrático formal, con elecciones regulares, tribunales judiciales independientes, reglas de juego progresistas frente a las libertades individuales y con una mayoría de ciudadanos viviendo vidas comunes y corrientes en ciudades modernas, además, con un manejo económico responsable: el país paga su deuda externa y consigue buenas calificaciones en materia monetaria a nivel internacional.

Dice la autora que el fenómeno paramilitar nació bajo el rótulo de autodefensas campesinas en los años ochenta. Alcanzó a proyectarse a varias regiones del país, pero luego entró en crisis: a algunos jefes los mataron, otros dejaron las armas y los que quedaron en pie fueron la semilla de un nuevo paramilitarismo que brotó con fuerza hacia fines del siglo pasado. Con múltiples aliados construyó la flexible alianza nacional llamada Autodefensas Unidas de Colombia, que en su mayor expansión sometió a su dominio de terror a casi toda la Costa Caribe y a parte de la Pacífica, de Antioquia, del Eje Cafetero, los Santanderes, los Llanos Orientales, Tolima, Caquetá y Putumayo. Siguiendo la historia del paramilitarismo, profundizando en los detalles, desentrañando información que ha sido deliberadamente distorsionada, el libro observa cómo se expandieron estos grupos. También busca hacer evidentes sus contradicciones: masacres y obras sociales, odio al comunismo y a la oligarquía, desprecio por los políticos tradicionales con los que se casaron, solo por mencionar algunas.

Es sobresaliente una tesis que se basa en la idea de la conspiración: la colaboración abierta de militares colombianos en el esfuerzo estadounidense por erradicar el comunismo en América Latina, el apoyo en contra de Nicaragua, el entrenamiento militar extranjero a los grupos de autodefensa en Colombia, la financiación del narcotráfico y la impunidad en que se ha desarrollado la guerra en nuestro país.

La autora se enfoca en episodios centrales que permiten hilar la historia: cuenta cómo el paramilitarismo mantuvo el sello con que nació, cuáles fueron las influencias internas e internacionales que lo forjaron, cómo lo tejieron los hilos ideológicos de la fuerza pública y la Guerra Fría importada y también la ambición y los cálculos políticos del narcotráfico, y cómo justificó sus motivos con un mito fundacional deliberadamente exagerado para ganar legitimidad y conseguir que el liderazgo de un país medianamente civilizado aceptara niveles de barbarie intolerables en cualquier otra sociedad. El libro también explora cómo usaron a los paramilitares desde arriba y cómo los resistieron desde abajo, y cómo cuando estuvieron en trances críticos, los gobernantes les arrojaron salvavidas, no necesariamente porque fueran sus cómplices, sino por la miopía con la que construyeron su gobernabilidad.

Finalmente, a pesar de que la Constitución política de 1991 intentó formar un nuevo escenario de participación, no logró cambiar la política del país. Bogotá continuó relacionándose con los políticos tradicionales de la misma forma débil, con lo cual se relegó a la mayoría de población a los designios de políticos locales que no aceptaron a nuevos actores en los gobiernos locales, menos aún a actores liberales o de izquierda cercanos al comunismo -muy en consonancia con la lucha estadounidense contra esta corriente ideológica-. Entonces, en las regiones se fortalece la fuerza pública y las alianzas de terror para controlar las disidencias y el surgimiento de alternativas al poder establecido, se rompen vasos comunicantes entre las comunidades, líderes y opositores. Se establece una contrarreforma agraria con el monopolio y concentración de la tierra a favor de los poderes armados.

Es reciclada la guerra, porque como un círculo vicioso se reproducen sus actores en tres dimensiones; la primera, un Estado que no logra llegar a las regiones, pues solo funciona en Bogotá, lo que ha significado grandes ausencias de legitimidad; la segunda, guerrillas criminalizadas, crimen organizado y narcotráfico, estos últimos pretenden apoyar la labor contrainsurgente del Estado; y tercera, una fuerza pública permeada por los grupos ilegales, orientando y fortaleciendo su acción en las regiones para eliminar la disidencia y las formas alternativas al bipartidismo y a la repartición del poder político y económico. Por lo tanto, no ha habido posibilidad para los grupos subalternos, pues en Colombia mandan los gamonales y los políticos clientelistas. Más allá de la participación electoral "obligada" en las regiones, se ha eliminado cualquier posibilidad real de participación desde abajo en el poder.

Por último, es de aclarar que este libro se construye desde la perspectiva de una periodista inscrita en medios de comunicación consolidados, tales como Semana, El Espectador, y en medios alternativos críticos a la visión gubernamental. La obra carece de un análisis estructural de la guerra en Colombia, que podría haberse completado a través de una revisión bibliográfica sobre el tema. Así mismo, adolece de un análisis del tratamiento de los diferentes medios y posiciones políticas del fenómeno del paramilitarismo. Se podría decir, que es más bien una lectura unidimensional, a partir de las reflexiones de la autora y su construcción individual, sin contraste alguno con otras fuentes divergentes a su pensamiento.


Pie de página

1 http://www.verdadabierta.com/bloques-de-la-auc/5455-lanzamiento-del-libro-guerrasrecicladas.
2 Véase Prólogo "Guerras Recicladas" de María teresa Ronderos.


MADELEINE AHUMADA CASAS
Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, Colombia
mahumadac@unal.edu.co.