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Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura

Print version ISSN 0120-2456

Anu. colomb. hist. soc. cult. vol.42 no.2 Bogotá July/Dec. 2015

https://doi.org/10.15446/achsc.v42n2.53334 

http://dx.doi.org/10.15446/achsc.v42n2.53334

Reflexiones sobre el centenario de la participación rusa en la Primera Guerra Mundial: entre el olvido histórico y los mitos modernos

Reflections on the Centennial of the Russian Involvement in the First World War: Between Historical Forgetfulness and Modern Myths

Reflexões sobre o centenário da participação russa na Primeira Guerra Mundial: entre o esquecimento histórico e os mitos modernos

VÍCTOR JEIFETS*
Universidad Estatal de San Petersburgo San Petersburgo, Rusia
*jeifets@gmail.com

Artículo de investigación
Recepción: 22 de febrero del 2015. Aprobación: 16 de junio del 2015

Cómo citar este artículo
Víctor Jeifets, "Reflexiones sobre el centenario de la participación rusa en la Primera Guerra Mundial: entre el olvido histórico y los mitos modernos", Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura 42.2 (2015): 177-201.


Resumen

En el presente artículo se reflexiona en torno a los mitos contemporáneos dominantes acerca de la participación rusa en la Primera Guerra Mundial —PGM—. El texto abarca las discusiones historiográficas rusas del tema y las tendencias, a las que se realiza un breve comentario, pero no pretende abordar las demás corrientes mundiales, por lo cual, el análisis se concentra en los mitos surgidos en la sociedad y, en menor medida, entre los académicos. La intención es dar cuenta de la complejidad que rodea los mitos históricos sobre la participación rusa en la guerra y evitar la aparición de nuevos o la reaparición de antiguos mitos.

Palabras clave: Rusia, mitos, discusiones historiográficas, Primera Guerra Mundial, revoluciones.


Abstract

This article reflects on the dominant contemporary myths about the Russian involvement in the First World War. The text covers Russian historiographical discussions of the topic and trends, with brief comments but is not intended to address other global currents; the analysis focuses on myths emerging in society and, to a lesser extent, among scholars. The intention is to account for the complexity that surrounds the historical myths about Russian participation in the war and to avoid the emergence of new myths or the reappearance of old myths.

Keywords: Russia, myths, historiographical arguments, First World War, revolutions.


Resumo

No presente artigo, reflete-se sobre os mitos contemporâneos dominantes acerca da participação russa na Primeira Guerra Mundial. O texto aborda as discussões historiográficas russas do tema e as tendências, sobre as quais se realiza um breve comentário, mas não pretende abordar as demais correntes mundiais; portanto, a análise concentra-se nos mitos surgidos na sociedade e, em menor medida, entre os acadêmicos. A intenção é explicar a complexidade que rodeia os mitos históricos sobre a participação russa na guerra e evitar a aparição de novos ou a reaparição de antigos mitos.

Palavras-chave: Rússia, mitos, discussões historiográficas, Primeira Guerra Mundial, revoluções.


En Rusia, el centenario de la Primera Guerra Mundial —PgM— representa el aniversario de una cadena de acontecimientos trágicos. Casi cuatro años de actividad militar llevaron al otrora omnipoderoso imperio —a pesar de varios éxitos logrados en algunas batallas— a una crisis económica, social y política sin precedentes. Dos revoluciones en 1917 terminaron no solo con el poder de los Romanov, sino también con el país como tal. Durante la guerra civil que siguió a la revolución bolchevique en octubre de 1917, el imperio se desintegró dando luz a varias naciones independientes, ninguna de las cuales logró estar al lado de los países triunfantes en la guerra, a la hora de la victoria.

En el siglo XXI observamos que, en la conciencia histórica rusa, la memoria sobre la PGM ocupa un lugar muy modesto y marginal. Las dos revoluciones: la de 1917 y la Guerra Patria de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas —URSS— (1941-1945) han desplazado a la Primera Guerra Mundial a un segundo plano. Además, durante la época soviética la última contienda del zarismo fue interpretada de manera simplificada y distorsionada. No hay duda sobre el enorme impacto que tuvo ese conflicto: determinó el surgimiento de la revolución en febrero de 1917 y fue precursora de la Segunda Guerra Mundial —SGM—, rediseñó drásticamente todo el mapa político del planeta. No obstante, en cualquier manual de escuela o de universidad publicado en la URSS desde la década de 1920, la guerra de 1914-1917 fue calificada como "imperialista" e "innecesaria para el pueblo".

Dentro del paradigma histórico formulado bajo la influencia del historiador Mijail Pokrovsky (uno de los fundadores del Instituto de Profesores Rojos), se definió como "actitud clasista", casi todo lo que había ocurrido antes de la revolución de 1917, y se estableció que su origen fue producto de una guerra arcaica, en beneficio de intereses ajenos a los de la clase trabajadora. El objetivo de Pokrovsky y sus seguidores era justificar la consigna leninista de "la derrota del gobierno nacional" como catalizador de la revolución proletaria mundial.1 Para Pokrovsky, la guerra era la lucha por las vías mercantiles y los recursos naturales. Estaba seguro sobre el papel dirigente del Imperio ruso que era, según él, uno de los principales culpables del conflicto bélico mundial. Posteriormente, los extremos de este paradigma fueron modificados. Los historiadores ya no consideraban a su propio país como el único responsable por la PGM; a pesar de ello, los marcos generales de esta visión han cambiado poco.

Es lógico que el pueblo ruso no recuerde los héroes y que no realice homenajes a los héroes caídos en las batallas de 1914-1918. Tal vez, la excepción notable sea la del general Alexei Brusilov, y esto tiene mucho que ver con su filiación posterior al gobierno bolchevique. Tampoco son muchos los monumentos erigidos para perpetuar en la memoria nacional el heroísmo de los soldados y oficiales rusos que participaron en la Gran Guerra. Es más, hasta hace poco había solo dos excepciones, una estela construida en 2008 en Tsarskoye Selo (cerca de San Petersburgo) y un monumento en el cementerio (con su respectiva fosa común) en la región de Kaliningrado. Con lo dicho, obviamente, nos referimos principalmente al discurso oficial2 y, a las interpretaciones oficiales de los procesos sociales; igualmente, cabe notar que el espacio público, de alguna manera, fue llenado por las memorias de los participantes de la guerra.3

Al mismo tiempo, como indica Pajaliuk, la mayoría de obras de memorias publicadas en la época de la URSS sufría idéntico defecto: su objeto principal era demostrar los rasgos ineficientes del Ejército zarista y, en general, concentrarse en la crítica del gobierno ruso de entonces. En ese sentido, los autores acentuaban la caída del auge patriotero de los primeros meses de la guerra, las malas relaciones entre soldados y oficiales (como reflejo del paradigma clasista) y el crecimiento gradual de desconfianza hacia las autoridades imperiales.4 De hecho, las referencias al tema del heroísmo tenían como principal finalidad criticar al régimen corrupto e ineficiente, consecuentemente, el heroísmo se presentaba como excepción o como algo que contradecía al sistema. Incluso fue mostrado como algo innecesario, al tener en cuenta que la guerra, per se, era inútil. De tal modo, el heroísmo perdía cualquier sentido, convirtiéndose en un fenómeno trágico. Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, se revisaron varios enfoques, y con la reanimación de sentimientos patrióticos (en vez de los clasistas), el servicio militar en el Ejército zarista se convierte en algo normal, porque se considera como ayuda a la patria. Sin embargo, eso no significó la rehabilitación completa de los soldados y oficiales rusos que participaban en la PGM.

El discurso de agosto del 2014, del actual presidente ruso Vladimir Putin, no es sorprendente. El nuevo establecimiento busca nuevos enfoques de varios acontecimientos claves de su historia nacional. El Kremlin insiste en la necesidad de reanimar la verdad histórica de la PGM. En esa dirección, sostiene Rusia que antes del inicio de la guerra había hecho todo para convencer a Europa de resolver el conflicto entre Serbia y Austro-Hungría de manera pacífica. Agrega que Rusia no fue oída y tuvo que enfrentar el desafío defendiendo al pueblo hermano eslavo y a sus súbditos del peligro externo.5 De hecho, el jefe del Estado ruso llama a despertar el interés en el tema y a la urgencia de encontrar nuevas perspectivas. Sin embargo, su discurso refleja algunos mitos ideológicos. Como ejemplo, Vladimir Putin, refiriéndose al heroísmo demostrado por las tropas rusas en Prusia Oriental y Galicia, a enormes pérdidas humanas como consecuencia de la ayuda a los aliados europeos, dijo que la "victoria fue robada al país. Fue robada por quienes querían la derrota de su propia Patria y de su propio Ejército, sembrando discordias dentro de Rusia y deseando el poder, traicionando al paso a los intereses nacionales".6 Según María Viacheslavovna [Romanova] perteneciente a la dinastía derrocada:

[...] el golpe al Imperio ruso fue dado por la espalda, [surgió] un complot de élites en contra del gobernante [...]. Por fin, el Partido Bolchevique, el más radical entre las fuerzas extremistas y terroristas, que deseaba una derrota de su propio país, logró transformar la guerra contra el enemigo externo en guerra civil, horrorosa y destructora.7

Ambas afirmaciones reiteran viejas declaraciones sobre "el golpe por la espalda".

En cierta medida, las discusiones acerca del carácter y causas de la PGM son reflejo de los intentos por revisar su historia, emprendidos por historiadores en Europa y los Estados Unidos —EE. UU.—. La Rusia imperial fue declarada como uno de los principales culpables del inicio del baño de sangre de 1914-1918 y como un Estado esencialmente imperialista (de ahí se proyecta la conclusión contradictoria sobre el neoimperialismo ruso de hoy día). Rusia y (parcialmente) Serbia se presentan como los promotores de la guerra. Sean McMeekin sostiene que la culpa, compartida, en el caso alemán no excede el 50 %, mientras en el ruso representa la mitad restante.8 Aunque el autor prometía nuevas bases para replanteamientos de enfoques sobre la Gran Guerra, solo repitió una acusación antigua hacia Rusia, en la que se le culpaba de querer apoderarse de los estrechos de Constantinopla, la cual se basaba en el mito, antes rechazado por la historiografía.9 De hecho, este historiador, en algo replantea la afirmación del conde Ottokar von Czernin, canciller de Austro-Hungría quien insistía en que Rusia "había creado una situación sin salida causando de esa manera una guerra mundial".10 A lo que responde el experto ruso en historia alemana, Oleg Plenkov:

Alemania dio el primer paso para iniciar la guerra; tomando en cuenta su falta de recursos, Berlín entendía que solamente podría triunfar en caso de dar un golpe donde no lo esperaban. El plan militar elaborado por Shliffen se enfocaba en [la] necesidad de acabar con Francia antes de que Rusia fuera capaz de movilizar sus tropas.

Sin embargo, agrega, sería injusto responsabilizar solo a los alemanes, porque muchas naciones estaban fomentando los sentimientos militaristas y la euforia abarcó enormes sectores sociales en Alemania, Francia, Gran Bretaña y Rusia.11

Notemos que parte considerable de historiadores occidentales insisten en que la mayor responsabilidad recaía sobre Alemania y Austro-Hungría (p. ej., Max Hastings,12 Annika Mombauer, David Stevenson, Gary Sheffield y Heather Johnes) y que, aunque Rusia quisiera obtener varios territorios, no estaba dispuesta a iniciar una guerra en 1914. El caso diferente es el punto de vista de Richard Jay Evans (de Cambridge University) que responsabiliza a Serbia y a Austro-Hungría como los mayores promotores de la campaña militar.13 Según Robert M. Hayden, en una apreciación algo exagerada, "hoy nadie en Europa está dispuesto hablar sobre el ataque [austriaco] hacia Serbia en 1914. Nadie está dispuesto [a] afirmar que hubo agresión de Austro-Hungría y Alemania en contra de Francia y Bélgica, sin siquiera mencionar a Serbia".14 Las notas críticas de Hayden reflejan las preocupaciones en cuanto al auge del revisionismo histórico en estimaciones acerca de la Primera Guerra Mundial. La sociedad rusa también ve con temores y preocupaciones estas tendencias en el desarrollo de la ciencia. La reacción inmediata incentivó discusiones y algunos mitos,15 de los cuales hablaremos en seguida. Con lo establecido, no sobra advertir que el artículo propuesto se concentra en el estudio de los mitos surgidos en las discusiones en sociedad y, en menor grado, entre los académicos. Por tal motivo no se analizan todas las tendencias historiográficas. Todo esto, con el fin de dilucidar la complejidad que rodea los mitos históricos sobre la participación rusa en la PGM y de evitar la aparición de nuevos mitos o la reaparición de algunos antiguos.

Mito uno: Rusia no debería entrar en esa guerra

Varios autores plantean la tesis del sinsentido de la participación rusa en la PGM e insisten en la necesidad que había de evitar ese trágico error: "No teníamos que entrar a este matadero para salvar a Serbia".16 Efectivamente, el comportamiento de Serbia, en vísperas del conflicto mundial, era algo provocativo. Según el historiador soviético Yurii Pisarev, "los círculos militares serbios llamaban a realizar una expedición militar en contra de Austro-Hungría".17 Serbia era un peligro para la integridad territorial del imperio austriaco. Simultáneamente, las autoridades de Viena sobreestimaron el desafío serbio y se apostaron decididamente a resolver las contradicciones con recursos militares. El error estratégico del emperador austriaco Franz-Josef consistió en la certeza de que Rusia podría evitar entrar al conflicto.

Es importante tener claro que Rusia era un actor del sistema de relaciones internacionales y, obviamente, no podría marginarse de los acontecimientos claves cerca de sus fronteras nacionales y en la esfera de su seguridad, o sea en los Balcanes y en la zona de los estrechos del Bósforo y Dardanelos. No se trataba de un simple intento imperialista de ganar nuevos mercados y de apoderarse de la ciudad turca de Constantinopla, ya que el mercado interno ruso, en aquel momento, era bastante extenso y el país disponía de posibilidades de evitar la penetración a los mercados europeos. Además, Rusia todavía no estaba en capacidad de competir seriamente con las potencias europeas en los asuntos económicos; de hecho, no tenía planes concretos con Constantinopla y las conversaciones en torno al tema tenían el objetivo de evitar el cierre del acceso ruso a los estrechos. En medio de esa lógica, las élites rusas entendían perfectamente que no sería factible apoderarse de Constantinopla y que la mayoría de las naciones europeas estarían en su contra (especialmente, Gran Bretaña), a la vez que Rusia no disponía de suficientes fuerzas para resistir una presión del conjunto.

Es conocida una nota del diplomático ruso Alexandr Nelidov, enviada al emperador con reflexiones acerca de las posibilidades de ganar Constantinopla para la Corona rusa.18 Sin embargo, la reunión del Consejo de Ministros rechazó sus propuestas y el emperador Alejandro III anotó al margen del informe, que decía: "Sería un resultado ideal, pero estamos muy lejos de alcanzarlo". En dicha reunión los ministros hablaban del peligro de la crisis en el Imperio otomano provocado por la eventual entrada de flotas europeas al estrecho de Bósforo. Consecuentemente, Rusia llegó a la conclusión de que el reto era participar, junto con las demás potencias europeas, para no quedarse al margen.

El imperio turco no participó en la fase inicial de la Primera Guerra Mundial y no era obvio que fuera a entrar en la batalla, mucho menos quedaba claro si apoyaría a las potencias centrales o a los países de la Entente Cordiale. En tales circunstancias, sería absurdo provocar a los turcos con los planes sobre los estrechos Bósforo y Dardanelos; tampoco esta idea podría interesar a los aliados rusos que querían evitar la participación turca en la guerra. En 1914 el ministro Sazonov informó a los aliados rusos la necesidad de mantener a Constantinopla como ciudad turca, pero con la condición del tránsito libre para los rusos, por los estrechos.

En 1915, el asunto fue planteado de nuevo, cuando Gran Bretaña y Francia discutían la futura división de los dominios turcos en la península de Arabia y la protección de los creyentes ortodoxos en los antiguos territorios otomanos. Mientras Londres logró promover sus derechos de controlar la zona de Mosul y Kuwait, Rusia intentaba averiguar las posibilidades de obtener una presencia fuerte en Constantinopla. Pero de cualquier modo, se trataba de una problemática de control internacional. El Imperio ruso recibió ciertas promesas de parte de sus aliados. En marzo de 1915, la Foreign Office, oficialmente, aseguró a Rusia que tras la guerra, el Gobierno zarista podría recibir a Constantinopla con los territorios circundantes. Por cierto, hay historiadores que insisten que, tras dar este permiso, Gran Bretaña empezó a financiar la revolución en Rusia con el objetivo de incumplir lo prometido. Aunque mantenemos nuestras dudas por tales afirmaciones, tenemos que dejar claro que la percepción sobre el "imperialismo ruso" respecto a los estrechos era exagerada.

Las intenciones estratégicas rusas, a inicios del siglo XX, se concentraban en la frontera europea marítima. Los intereses de las potencias del triángulo Gran Bretaña-Rusia-Alemania se chocaron en la zona de los estrechos, en los Balcanes y en la región Báltica. La inevitabilidad de la participación rusa en la PGM fue causada por la necesidad de proteger los resultados de su historia secular. De lo contrario, correría riesgo de perder lo alcanzado durante 300 años, primordialmente, el acceso a los mares Negro y Báltico.

Las potencias centrales encabezadas por la Alemania káiser soñaban con Drang nach Osten y nach Süden (empuje hacia el este y el sur), querían ansiosamente acceder el mar Mediterráneo, vía Balcanes, desplazando a Rusia de la zona, así como de la región Báltica y de los estrechos. En caso de su éxito virtual, los alemanes dividirían a Europa con una línea estratégica de mar a mar, desplazando a Francia hacia el Atlántico y a Rusia al oriente y al norte. El káiser Guillermo estaba construyendo, de manera acelerada, la flota y el ferrocarril Berlín-Bagdad-Basra, lo que pondría en peligro las comunicaciones de Inglaterra hacia las zonas petroleras del Medio Oriente. Alemania, a su vez, se convertiría en un actor significativo en Asia Central.

Para Rusia, según indica Oleg Budnitzky, la decisión de no apoyar a Serbia y permanecer al margen, significaría no solo perder el estatus de gran potencia y, posiblemente, la independencia como tal, sino también pisotear su propio honor nacional. Le sigue otro historiador ruso (de índole liberal) Leonid Katzva, quien afirma que: "Si Rusia hubiera rechazado la idea de apoyar a los eslavos de los Balcanes, hubiera perdido su prestigio en la región. Ya en 1908 había sido obligada a no ayudar a Serbia".19 En el caso de Serbia, además del factor religioso, era importante el factor estratégico. Una eventual ocupación de Serbia por las tropas austriacas hacía inevitable la entrada rusa a la guerra. Alemania, a su vez, recibiría una zona estratégica para seguir la expansión. Es importante recordar que Alemania fue quien declaró la guerra a Rusia, y no al revés; el Imperio ruso actuó para defenderse.

Mito dos: Rusia debería haber estado del lado alemán en vez de cooperar con la Entente Cordiale

Según los partidarios de esa postura, compartida paradójicamente por el liberal Alexandr Yanov20 y varios conservadores rusos,21 el zar Nicolás II escogió de manera incorrecta a los aliados causando la catástrofe nacional de 1917. Dentro de los marcos ya expuestos, Rusia debería combatir, junto con Alemania, y no en contra de ella. Obviamente, no hubo nada bueno en la destrucción de relaciones ruso-alemanas, como resultado de dos guerras devastadoras (¡y eso a pesar de la cooperación fructífera durante siglos!). Sin embargo, la unión ruso-alemana, durante la PGM, era imposible, ya que como explicaría Plenkov, la sociedad rusa era dominada por sentimientos alemanofóbicos. Los rusos estaban muy indignados por la traición austriaca durante la guerra en Crimea en 1857,22 y cabe anotar que la mentalidad rusa de aquel entonces no difería mucho entre los austriacos y los alemanes.

Tampoco se puede ignorar el hecho de que las ambiciones geopolíticas de Alemania estaban en el Este. Es cierto que el prominente canciller de Prusia (y luego de Alemania), Otto von Bismarck, insistía en que Alemania no debería combatir a Rusia. Pero las élites militaristas, sus propios discípulos, solamente miraban hacia el Este. Veinte años antes del inicio de la PGM, el futuro canciller Bernhard von Bülov escribió en una nota confidencial:

Durante la futura Guerra tendremos que desplazar a Rusia de la proximidad a los mares Negro y Báltico o sea de los dos mares que le dan posibilidades de ser gran potencia. Tendremos que destruir, por lo menos, para 30 años, sus posiciones económicas y bombardear sus costas.23

Desde finales del siglo XIX, Berlín consideraba inevitable una guerra con Rusia. Los pensamientos del Káiser Guillermo II y la doctrina geopolítica de Fridriech Naumann son bien conocidos por la comunidad científica. Existe un mapa hecho por los partidarios del pangermanismo en 1911 en el cual la virtual Pan-Alemania incluye los dominios bálticos de Rusia, casi toda Europa del Este y el territorio entre los Balcanes y el Mar Negro. Por ello, el famoso tratado de Brest-Litovsk firmado por los bolcheviques en 1918, era una prueba de los propósitos alemanes en esa guerra.

El mito, en cuanto a la necesidad de una alianza militar Rusia-Alemania se alimenta con las afirmaciones sobre qué acercamientos entre estos países causaban un malestar y hasta eran una pesadilla para los anglosajones. Ciertamente, tal alianza no podría ser bien vista, pero tampoco significaba que Rusia debiera cooperar estrechamente con Alemania. No se puede mantener una alianza militar con alguien que piensa matarte.

Mito tres: Rusia no consiguió combatir con éxitos y victorias

La calificación clasista de los manuales soviéticos es bien conocida: "en 1914 Rusia era un régimen despótico atrasado y estancado en comparación con otras potencias grandes, de tal manera que su derrota estaba predeterminada". Sin embargo, la vasta crisis financiera y económica, durante la PGM, no era una característica exclusivamente rusa. La devaluación de la moneda, el aumento de la deuda estatal y la limitación de raciones eran bien conocidos en Alemania y Gran Bretaña. En lo que se refiere a las derrotas, a todos los Ejércitos les puede tocar un triunfo o una derrota. El fracaso de la ofensiva rusa en Prusia oriental, en 1914, podría entenderse, como una consecuencia de la entrada anticipada al combate, a causa de la solicitud francesa. Las palabras del Mariscal francés Ferdinande Foch son bien conocidas: "Francia no fue borrada del mapa gracias a la valentía de los soldados rusos".24

Rusia no estaba suficientemente preparada para iniciar la guerra en 1914; apenas salía de la crisis, muy debilitada por la revolución de 1905-1907 y por la guerra con Japón de 1904-1905. Sin embargo, el frente del Este aseguró el triunfo final. Varias operaciones bélicas de 1914-1917 figuran ahora en los manuales de táctica y estrategia; como ejemplo, la famosa ofensiva de A. Brusilov, en verano de 1916, que logró aniquilar la fuerza austro-húngara; el Ejército austriaco fue debilitado y desgastado y ya no volvió a ser actor significativo en los campos de batallas.25 Era el éxito más importante de todo el periodo de 1915-1917 alcanzado por las fuerzas de la Entente.26 En general, la eficiencia de las tropas rusas estaba al mismo nivel de la francesa o de la inglesa.

Rusia acabó con la fuerza militar de Austro-Hungría, mientras Francia y Gran Bretaña desgastaban los recursos alemanes (más de 1,6 millones de muertos y 750 mil prisioneros de guerra). Al mismo tiempo, el Ejército del káiser no fue derrotado en el Frente occidental alemán durante las ofensivas de la Entente. La única vez, cuando los soldados aliados penetraron territorio alemán fue en 1914, cuando los rusos entraron a Prusia oriental. La operación rusa fue la clave del suceso en el llamado Milagro Francés, en el Río Marne, y determinó la configuración estratégica en los años consecuentes. Los Ejércitos rusos demostraron su eficacia bélica durante la batalla en Galitzia, en los combates cerca de Lódz, en la defensa de Osovec en 1915 y en otros hechos.27 La victoria final de los países de la Entente estuvo, en gran parte, pagada por sangre rusa.

Mito cuatro: Rusia perdió en la guerra a un punto de salir triunfante

Esta afirmación nos parece una simplificación. Obviamente, la PGM aceleró la formación del nudo de contradicciones que causaron las dos revoluciones de 1917. Sin embargo, eso no significó la derrota militar. Es cierto que los rusos no pudieron aprovechar los frutos del triunfo en la Primera Guerra Mundial, a causa de los cambios políticos tras la revolución bolchevique. El Gobierno, encabezado por Vladimir Lenin, con su afán de una revolución mundial se autoaisló y dejó a la Entente Cordiale configurar el mapa político mundial, tras la desintegración de cuatro imperios.

En su discurso, en la Cámara Alta de Rusia, el presidente ruso Vladimir Putin acusó directamente al Gobierno bolchevique de cometer una traición nacional por firmar una paz con Alemania, por separado de los aliados.28

Este punto de vista fue repetido por mucha gente (no hace falta enumerar los nombres29); los bolcheviques fueron declarados culpables por rendirse ante el enemigo que "estaría derrotado después de algún tiempo". Estas afirmaciones carecen de metodología científica; la historia no tiene uso condicional. Sí, es cierto, que Rusia firmó la paz con Alemania y también, que Alemania perdería la guerra ante los países de la Entente Cordiale, pero la derrota de Alemania no se dio inmediatamente a la firma de paz en Brest-Litovsk, sino luego de más de medio año. Siguiendo esa lógica, deberíamos reconocer que, en 1939, Polonia perdió la guerra a Alemania que, de cualquier modo, fue derrotada en 1945, y lo mismo hizo Francia en 1940. Pero, obviamente, ambas naciones perdieron su lucha contra Alemania de 1939 y 1940, muy diferente a la Alemania de 1945.

Aunque el Gobierno bolchevique cometió muchos errores, el asunto del Tratado de Paz de 1918 no lo consideramos así. Rusia soviética (liderada por los bolcheviques) no tenía muchas opciones respecto a firmar o no el Tratado, en Brest-Litovsk, Porque el Ejército ruso estaba desintegrado y debilitado y no tenía capacidades para resistir de manera efectiva la ofensiva alemana en ese año. Además, notemos que sería, metodológicamente, incorrecto referirse al error de salir de la guerra a poco menos de un año que quedaba para su fin. Un año en esas condiciones difíciles, era un lapso cronológico demasiado prolongado. Cabe reflexionar si es cierta la afirmación sobre un "golpe dado por la espalda" al Ejército victorioso. El auge patriótico ruso de los primeros meses, tras el estallido de la guerra es un hecho histórico, pero, ¿por qué se sustituyó por escepticismo, cansancio y emociones derrotistas que fomentaron el ambiente favorable para los revolucionarios?

El carácter duradero de la campaña militar y las enormes pérdidas humanas fueron factores importantes. Los soldados y oficiales no estaban dispuestos a seguir muriendo por "el honor y la dignidad" del Imperio, mientras el Gobierno mostraba su ineficiencia en abastecer a los Ejércitos nacionales, con armas y municiones. En 1914, las consignas pacifistas y derrotistas de algunos políticos y partidos eran visiblemente marginales, pero empezaron a cobrar fuerza, a causa del caos en el sistema de administración, varias derrotas serias y la falta de deseo por parte del Gobierno, de mantener un diálogo con la sociedad. Solamente en el frente sur-occidental ruso, del 29 de septiembre al 15 de diciembre de 1914, fueron detenidos 3394 desertores (número que no incluye a las personas que se rindieron voluntariamente). En 1915, las estadísticas de deserción aumentaron hasta más de 20 mil,30 y las autoridades militares se vieron obligadas a constituir cortes marciales, pero estas no tenían posibilidades de imponer castigos inmediatamente, por lo cual se diferían hasta el final de la guerra. Sin dudas dicha actitud tampoco motivaba a los soldados, pues no tenían para qué aproximar el triunfo nacional. En 1916, cuando las autoridades anunciaron la formación de unidades especiales para detener a los desertores y regresaron al frente, la deserción mensual se calculaba en miles de personas, a pesar de los castigos de entre 4 y 20 años de trabajos forzados o pena capital.

Como demuestra Butakov, al inicio del siglo XX, una parte considerable de las élites rusas no entendían las realidades o necesidades de una guerra moderna y total. Una vez iniciada la PGM, estaban seguras de la derrota inminente, a causa de la existencia del régimen zarista. El autor indica que es un error referirse solamente a los sentimientos derrotistas de un sector de izquierda revolucionaria y, afirma, que este enfoque lo inventaron los representantes de las antiguas clases gobernantes, durante su exilio pos-revolucionario, con el propósito de evitar asumir su parte de culpa por los acontecimientos, en la Rusia imperial.31 Tiene razón cuando habla de las exageraciones inventadas por la oposición liberal, para indicar, una u otra vez, las fallas del Gobierno zarista, sin embargo, agrega que los mismos militares de alto rango y ministros del Imperio contribuían a la conformación de sentimientos de pánico. Así, en el verano de 1915, cuando los combates apenas estaban desplegándose en el sector ruso de Polonia, varios ministros se asustaban por la posibilidad virtual de una futura ofensiva alemana hacia Petrogrado o hacia Moscú. El comandante del frente noroccidental, el general Nikolái Ruzsky, a pesar de conocer muy bien la situación en el campo de batalla y ser capaz de calmar los ánimos, prefería hablar de la inminente marcha de los alemanes hacia Bologoye y la caída posterior de la capital.32 Era cierto que Rusia, durante la guerra tuvo que retroceder de varias regiones occidentales, dejando entre 11 y 12 millones de sus habitantes sin evacuarlos. Era un golpe duro, sin embargo, comparable con las pérdidas territoriales sufridas por Francia al inicio de la guerra. Los sufrimientos y el déficit de alimentos en Rusia fueron seriamente exagerados por los rumores. Obviamente, la caída del nivel de vida, en vísperas del año revolucionario de 1917, era visible, pero no tan grave, como en Alemania o Francia. Las élites rusas y la población percibían la situación de manera demasiado subjetiva. La explicación de estos sentimientos era bastante simple: los rusos habían olvidado, desde hace años, sus derrotas y retrocesos, en su propio territorio (a diferencia de los europeos) y consideraban todo lo acontecido como un inicio del fin, a pesar de la falta de razones para esos pesimismos.

Además, los partidarios de la "teoría del complot" no toman en cuenta los aspectos socioeconómicos. Como comprobó Grigorii Popov, Rusia tenía escasas posibilidades de triunfar en la guerra.33 El país, a pesar de su población de 167 millones, no lograba una movilización necesaria (comparando con las proporciones en los países de la Entente y de las Naciones Centrales) y estuvo en el último lugar, en Europa, en ese aspecto. Rusia no solamente excluía de llamar al servicio militar a muchas de las minorías étnicas, sino también muchos de sus miembros estaban exentos del servicio por cuestiones de salud (a causa de condiciones difíciles de vida y del desarrollo precario de la medicina). La orientación gubernamental hacia el apoyo de los terratenientes y las comunidades campesinas, con el detenimiento temporal del crecimiento industrial, resultaron en consecuencias demográficas negativas. Rusia carecía de recursos humanos requeridos para el tamaño de la guerra.

Otro error consistió en la decisión de fomentar un desarrollo acelerado de construcción de flotas militares (para asegurar las posibilidades comerciales y las ambiciones geopolíticas),34 aunque eso —tomando en cuenta la escasez de recursos— significaba la falta de atención a la formación de Ejércitos terrestres. Mientras tanto, Rusia, durante la Primera Guerra Mundial, concentró sus actividades militares terrestres, evitando los espacios marítimos. Además, sus costos de construcción de buques militares eran más elevados, comparados con varias naciones europeas. El Imperio ruso gastó más dinero que otros países para construir y modernizar sus flotas militares antes de la guerra, sin embargo, tenía menos buques nuevos al inicio del conflicto. Como resultado, el país no producía cantidad necesaria de proyectiles para su propia artillería; mientras el Ejército necesitaba cerca de 42 millones de proyectiles, las empresas estatales apenas podían proveerlo con 600 mil piezas.35 Rusia producía menos acero per cápita que Alemania, Gran Bretaña, Francia o los EE. UU. y carecía del cobre para las cápsulas de los proyectiles.

Cabe tomar en cuenta, que los bolcheviques rusos y, en general, la izquierda internacionalista nunca había ocultado sus planteamientos antimilitaristas y antiimperialistas. Consecuentemente, es imposible culparles de traición. Su actitud, para nada era popular y no encontraba apoyo en la población rusa entre 1914 y 1915. Es importante entender las causas profundas en los cambios de los sentimientos populares. La falta de capacidades administrativas del Gobierno motivó el crecimiento de las emociones antigubernamentales.

No estamos de acuerdo con las afirmaciones de Natalia Narochnitskaya sobre el papel decisivo del dinero del Estado Mayor alemán para financiar la labor sediciosa y destructora de los revolucionarios.36 No entraremos en una discusión profunda del tema. Sin embargo, recordemos que dichos planteamientos, desde hace mucho, fueron rechazados por historiadores que investigaban sus pormenores.37 Es un hecho conocido, que Lenin recibía ciertas sumas de dinero de Alemania; sin embargo, no existe la menor prueba de que el dirigente bolchevique implementaba un plan del Káiser. El futuro jefe del Estado soviético supo aprovechar el apoyo financiero alemán para sus propios objetivos políticos, o sea, realizar una revolución socialista.

Durante la guerra, las contradicciones sociales se mantuvieron y, tras la desaparición de las primeras emociones patrioteras, se hicieron más visibles. En este momento los revolucionarios de índole socialista no constituían el desafío principal para el Gobierno zarista. El peligro más importante eran los liberales que formaban parte del parlamento. Los demócratas constitucionalistas exigían formar un gobierno de "confianza popular" que se apoyara en la mayoría. La ofensiva política de los liberales no tendría algún éxito, si las autoridades demostraban su eficiencia en mantener la línea del frente, comprobaban su propia voluntad de triunfar en la guerra y toleraban varias medidas de política social. La terquedad del Gobierno de Nicolás II y su falta de deseo de dialogar posibilitaron la victoria de la oposición liberal. No obstante, los liberales nunca lograron consolidar su propio gobierno y muy pronto tuvieron que ceder la autoridad a los revolucionarios radicales. Cabe notar que los liberales y gran parte de los revolucionarios socialistas eran partidarios de la guerra hasta "el fin victorioso", así que sería prematuro e injusto tildarlos de "traidores". La mayor parte de culpa debe atribuirse al Gobierno zarista, que no supo aprovechar el auge de los sentimientos patrióticos, manteniendo la unidad nacional.

Obviamente, las actividades del Gobierno provisional y del Soviet de Petrogrado, efectivamente, algo contribuyeron a la desintegración del Ejército. Nos referimos a la famosa Disposición n.o 1, expedida por el Soviet el 1 (14) de marzo de 1917, de acuerdo con la cual, los soldados obtuvieron el derecho de elegir sus comités para controlar a los oficiales y subordinar las unidades militares a los Soviets. De hecho, se acabó el poder de los oficiales. El Ministro de Guerra del Gobierno Provisional, en marzo de 1917, confirmó la validez de la Disposición. Los bolcheviques no tenían, entonces, ninguna influencia y apenas contaban con 24 mil militantes. Los oficiales y la comandancia del frente occidental, en marzo y abril de 1917, ya reportaban la falta tremenda de la disciplina.

Recordemos que los Ejércitos de las potencias centrales lograron penetrar el territorio ruso durante la ofensiva de 1915, cuando los liberales todavía apoyaban al Gobierno y las fuerzas del socialismo radical se dispersaban y reducían. No era, claramente, una catástrofe. En el Cáucaso las tropas rusas avanzaban y debilitaron seriamente al Imperio otomano, pero al Gobierno de Nicolás II le faltó capacidad de demostrar a la sociedad una eficiencia en la defensa del país. Ninguna propaganda enemiga podría destruir al Gobierno y prevenir el triunfo final, si la sociedad rusa estuviera satisfecha con la política gubernamental. Se puede seguir autoengañando y responsabilizando a los "traidores" y "enemigos internos", pero, objetivamente, el principal "enemigo interno" resultaba ser el mismo Nicolás II y su Gobierno incapaz de ganar la campaña bélica, de organizar el tráfico de los refugiados y el abastecimiento de los Ejércitos. El Gobierno ya estaba podrido por dentro y los factores externos solo aumentaron la falta de cohesión interna.

En vez de conclusiones

Es obvio que la memoria histórica de la Gran Guerra de 1914-1918 es importante para la sociedad rusa, tanto desde el punto de vista de recuperación de algunos hechos desconocidos como desde la perspectiva de la política actual. El país que pretende ser uno de los actores decisivos en el sistema contemporáneo de relaciones internacionales debe encontrar las respuestas a las preguntas: ¿Cuáles fueron los objetivos de Rusia en la Primera Guerra Mundial?, ¿el país logró escoger correctamente a sus aliados?, ¿eran relevantes los objetivos concretos a la estrategia rusa en el mundo?, ¿cómo lograr y, lo más importante: cómo mantener la unidad nacional ante los desafíos nacionales e internacionales? La lista es incompleta, y se pueden agregar otras preguntas importantes.

Para Rusia y sus nacionales es significativo el hecho de que hoy el país nuevamente define su lugar en el mundo, pero varios de los dilemas para resolver parecen similares a los del inicio del siglo XX. Consecuentemente, la experiencia de los acontecimientos desde hace cien años, se convierte en un material histórico, y también en hitos para el análisis de la agenda nacional e internacional contemporánea. Como punto clave tenemos que, en el proceso de recuperación histórica no se requiere formar nuevos mitos o reanimar mitos antiguos. No dudamos de las intenciones malévolas de varios aliados rusos hacia Rusia y su falta de deseo de ver aquel país fortalecido, tras su victoria sobre las potencias centrales. Sin embargo, el planteamiento de la tesis de los "traidores que previnieron el triunfo inevitable de las armas rusas" libera a la sociedad de la necesidad de analizar, mientras las consecuencias del surgimiento de la mitología llevarían a las estimaciones erróneas y resultarían en un desastre para aquella y el país. Recordemos las palabras del historiador ruso Vasily Kliuchevsky: "La historia como tal no educa a nadie. Solamente castiga a los que no quieren aprender sus lecciones".


Pie de página

1 Mijail N. Pokrovski, La Guerra imperialista. Selección de artículos 1915-1930 (Moscú: Editorial Socio-Económica Estatal, 1934) 154-155, 407. [Original en ruso].
2 Karen Petrone, The Great War in Russian Memory (Bloomington: Indiana University Press, 2011).
3 Algunas memorias que se pueden consultar son: Alexei Brusilov, Moi vospominaniia (Moscú: Voenizdat, 1963); Lev N. Voitolovsky, Po sledam voiny (Leningrado: Pojodnye Zapiski, 1931); G. Chemodanov, Posledniie dni staroi armii (Moscú-Leningrado: Gosudarstvennoie Izdatelstvo, 1926); Ali Aga Shijlinsky, Moi vospominaniia (Baku: Azenesr, 1984); Mijail D. Bonch-Bruevich, Vsia vlast'-Sovetam! (Moscú: Voenizdat, 1958), entre otras.
4 Konstantin Pajaliuk, "Otrazheniie geroizma russkij soldat i ofitserov Pervoi mirovoi voiny v memuarnoi literature sovetskogo perioda", Velikaia voina: sto let, Mijail Myagkov, ed., Konstantin Pajaliuk (Moscú-San Petersburgo: Nestor-Istoriia: 2014) 206-236.
5 Vladimir Putin, "Vystupleniie na tseremonii otkrytiia pamiatnika geroiam Pervoi mirovoi voiny", Moscú, 1 de ago. del 2014. Disponible en: http://www.kremlin.ru/ news/46385.
6 Putin, "Vystupleniie...".
7 Maria Viacheslavovna (Romanova), "Gosudarynia Maria Viacheslavovna: Rossiia pobedila by v Velikoi voine, esli by ne udar v spinu", Monarjist [Sarapul] 26 de jun. del 2014.
8 Sean McMeekin, The Russian Origins of the First World War (Cambridge: Belknap Press, 2013). A manera de complemento se puede consultar la entrevista de la estación radioemisora Svoboda a McMeekin, disponible en: http://www.svoboda. org/content/article/24571253.html. De otra parte, en una entrevista realizada para la BBC, en 2014, McMeekin reconoce que seis países (Austro-Hungría, Alemania, Francia, Gran Bretaña, Rusia y Serbia) comparten la culpa de "organizar un Armageddon". "Kto razviazal Pervuyu mirovuyu voinu: 10 versii". Disponible en: http://www.bbc.co.uk/russian/international/2014/02/140213_wwi_start_10_versions.shtml.
9 Yurii A. Pisarev, "Novye dokumenty y starye vymysly o roli Balkan v vozniknovenii pervoi mirovoi voyny", Novaia i noveishaiia istoriia 7 (1984).
10 Ottokar von Czernin, Im Weltkriege (Berlin: Ullstein & Co, 1919). Disponible en: http://militera.lib.ru/memo/other/czernin/01.html.
11 Oleg Plenkov, "Sto let nazad liudi prosto zabyli, chto takoie bolshaia voina", Nevskoie vremia (San Petersburgo), 23 de ene. del 2015. Disponible en: http://www.nvspb.ru/tops/sto-let-nazad-lyudi-prosto-zabyli-chto-takoe-bolshaya-voyna56493/?version=print.
12 Hans von der Brelie, "Bonus interview: Sir Max Hastings", 4 de abr. del 2014. Disponible en: http://www.euronews.com/2014/04/04/bonus-interview-sir-maxhastings
13 Más detalle en: Hans von der Brelie, "Bonus interview: Sir Richard John Evans", 04 de abr. del 2014. Disponible en: http://www.euronews.com/2014/04/04/bonusinterview-sir-richard-john-evans, y en Von der Brelie, "Bonus interview: Sir Max Hastings...".
14 Jelena Chaliјa, "Prvi svetski rat EU predstavlya kao 'nesporazum', Politika [Beogrado] 28 de jul. de 1914. Disponible en: http://www.politika.rs/rubrike/Drustvo/Prvi-svetski-rat-EU-predstavlja-kao-nesporazum.sr.html.
15 Más pormenores del desarrollo de la historiografía rusa en: Boris D. Kozenko, "Otechestvennaia istoriografiia Pervoi mirovoi voyny", Novaia i noveishaiia istoriia 3 (2001): 3-27 y en "Kruglyi stol 'Pervaia mirovaia voina i ee vozdeistvie na istoriiu XX veka'", Novaia i noveishaia istoriia 4-5 (1994).
16 Es el motto de la discusión y no una cita del texto concreto. La tesis sobre la posibilidad de Rusia de no entrar a la guerra fue planteada, entre otros, por el historiador ruso Pavel Volobuev. También se puede consultar: "Kruglyi stol...." 109-110.
17 Yurii A. Pisarev, Velikie derzhavy i Balkany nakanune pervoi mirovoi voyny (Moscú: Voennaia Istoriia, 1985) 177.
18 "Zapiska A. I. Nelidova v 1882 g. o zaniatii prolivov", Красный архив 3.46 (1931). Disponible en: http://www.vostlit.info/Texts/Dokumenty/Turk/XIX/1880-1900/Nelidov_A_I/zapiska_zanjatii_proliv_06_12_1882.htm.
19 "Mogla li Rossiia ne vstupat'v Pervuyu mirovuyu voinu?", Diletant, 8 de ago. del 2014. Disponible en: http://diletant.ru/articles/21333746/.
20 Alexandr Yanov, Drama patriotizma v Rossii (Moscú: Novyi Jronograf, 2009) 464.
21 Estos afirman que en caso de tal alianza, Rusia podría enviar solamente un número "simbólico" de soldados al frente Occidental y a cambio de eso apoderarse de Persia, devolver la parte sureña de Sajalin y establecer control sobre Manchuria; además, recibiría grandes cantidades de pagos en trigo, petróleo u otros recursos estratégicos de parte de Alemania. "Za kogo nuzhno bylo voyevat' v pervuyu mirovoyu" Disponible en: http://www.opoccuu.com/wwi2.htm.
22 Plenkov...
23 Citado en: Natalya Narochnitskaya, "Pervaia mirovaiia voina-kliuch k istorii XX veka. Doklad na nauchno-prakticheskoii konferentssii. 'Voyna, smertel' no opasnaya dlia Rossii", 3 de nov. del 2010. Disponible en: http://www.km.ru/news/pervaya_mirovaya_vojna_klyuch_k_.
24 Citado en: Anton Denikin, Put' russkogo ofitzera (Moscú: Sovremennik, 1991) 250.
25 Mayor detalle en Konstantin Pajaliuk, "Ot pervoi pobedy k shturmy Erzeruma", Expert Online 31-33 (910) (2014). Disponible en: http://expert.ru/expert/2014/33/ot-pervoj-pobedyi-k-shturmu-erzeruma/.
26 Andrei M. Zayonchkovskii, Pervaiia mirovaiia voina (San Petersburgo: Poligon, 2002) 542-544.
27 Evgenii Sergeev, "Pervaia mirovaia voina". Disponible en: http://www.foma.ru/pervaya-mirovaya-vojna.html.
28 "Putin obvinil bolshevikov v predatelstve", Izvestia [Moscú] 27 de jun. del 2012.
29 Para demostrar las expresiones extremas de tal actitud citemos, como ejemplo, las obras "históricas" de Nikolái Starikov que casi siempre carecen de argumentos objetivos y son, más bien, el punto de vista propagandístico. A saber: Kak predavali Rossiiyu (San Petersburgo: Piter, 2010) y Razgadka russkoi revolutsii (San Petersburgo: Piter, 2012).
30 "Bolsheviki i pervaiia mirovaiia voina". Disponible en: http://www.mywebs.su/ blog/history/11497.html.
31 Yaroslav Butakov, "Proigrala li Rossiia Pervuyu mirovuyu voinu", parte 2, RedNOD, 14 de ago. del 2013. Disponible en: http://rusnod.ru/news/theme617.html.
32 A. N. Yajontov, "Tiazhelye dni. Sekretnye zhurnaly zasedanii Soveta Ministrov, 16 iyulia-2 sentiabria 1915 g.", Arjiv russkoi revolutsii 18, ed., G. V. Gessen (Berlin, 1926) 65.
33 Grigorii Popov, "Pochemu Rossiia ne mogla ne proigrat' Pervuyu mirovuyu voinu (sotsial'no-ekonomicheskiie aspekty)", Voprosy regulirovaniia ekonomiki 1/3 (2010): 94-100.
34 Korneliy F. Shatsillo, Ot Portsmutskogo mira k Pervoi mirovoi voine. Generaly i politika (Moscú: Rosspen, 2000) 96-101, 168; Korneliy F. Shatsillo, "Poslednie voennye programmy Rossiiskoi imperii", Voprosy istorii 7-8 (1991): 226-230.
35 Nikolái N. Golovin, Voennye usiliia Rossii v Mirovuyu voinu (Moscú: Kuchkovo Pole, 2001) 68-70.
36 Natalya Narochnitskaya, "Chtob ne povtoriat' oshibok proshlogo", 10 de ago. del 2014. Disponible en: http://narochnitskaia.ru/mnenie-totchka-zreniya/chtobyine-povtoryat-oshibok-proshlogo-mifyi-pervoy-mirovoy.html/4. Un punto de vista parecido se puede consultar en Igor Ya. Froyanov, Oktiabr' semnadtsatogo (San Petersburgo: Izdatelstvo de la Universidad Estatal de San Petersburgo, 1997) 86-101.
37 Alexander Rabinovich, Bolsheviki prijodiat k vlasti (Moscú: Progress, 1994) 8485; Gennadii Sobolev, Taynii soyuznik. Russkaia revolutsiia i Germaniia. 19141918 (San Petersburgo: Universidad Estatal de San Petersburgo, 2009); Gennadii Sobolev, "Nemetskii kliuch k russkoi revolutsii", Rossiia v kontekste mirovoi istorii, eds., Alexandr Fursenko y Lazar Jeifets (San Petersburgo: Nauka, 2002) 340-348; Yaroslav Butakov, Brestskiy mir. Lovushka Lenina dlia kaizerovskoi Germanii (Moscú: Algoritm, 2012); Semion Lyandres, The Bolshevik "German Gold" Revisited. An Inquiry into 1917 Accusations (Pittsburg: University of Pittsburg Press, 1995) 90-95; Vitaly I. Startsev, Nenapisannyi roman Ferdinanda Ossendovskogo (San Petersburgo: Kriga, 2006).
38 El editor invitado del dossier, César Augusto Ayala Diago, tradujo los títulos de las obras citadas.


OBRAS CITADAS38

I. Fuentes primarias

Entrevistas

McMeekin, Sean. Entrevista para la estación radioemisora "Svoboda". Disponible en: http://www.svoboda.org/content/article/24571253.html.         [ Links ]

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Documentos impresos y manuscritos

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II. Fuentes secundarias

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