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Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura

versão impressa ISSN 0120-2456

Anu. colomb. hist. soc. cult. vol.42 no.2 Bogotá jul./dez. 2015

https://doi.org/10.15446/achsc.v42n2.53337 

http://dx.doi.org/10.15446/achsc.v42n2.53337

El regreso de los cañones franceses a Perú (1930-1933). Intermediarios y contingencias

The Return of French Cannons to Perú (1930-1933): Intermediaries and Contingencies

O regresso dos canhões franceses ao Perú (1930-1933). Intermediários e contingências

CARLOS CAMACHO ARANGO*
Centro de Estudios en Historia —CeHiS— Universidad Externado de Colombia Bogotá, Colombia
* camachoarango@gmail.com

Artículo de investigación
Recepción: 26 de enero de 2015. Aprobación: 15 de marzo de 2015.

Cómo citar este artículo
Carlos Camacho Arango, "El regreso de los cañones franceses a Perú (1930-1933). Intermediarios y contingencias", Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura 42.2 (2015): 267-298.


Resumen

La exportación de armas francesas (cañones Schneider) a Perú fue interrumpida, entre 1913 y 1933, debido a una deuda. Este artículo muestra por qué se reanudó y cómo se hizo, y hace énfasis en el desempeño de los intermediarios militares de ambos países, así como en la importancia de contingencias históricas específicas. Su fuente principal es la correspondencia oficial del agregado militar de Francia en Lima, entre 1930 y 1933, pues algunas de sus cartas hacen pensar que la corrupción fue determinante en la solución del problema, pero no se han hallado pruebas definitivas al respecto.

Palabras clave: corrupción, diplomacia, fuerzas armadas, relaciones internacionales, venta de armamentos.


Abstract

The export of French arms (Schneider cannons) to Peru was interrupted between 1913 and 1933 due to debt. This article shows so why it was resumed and emphasizes the performance of military intermediaries of both countries, as well as the importance of specific historical contingencies. The article's main source is the official correspondence of the military attaché of France in Lima between 1930 and 1933; some of his letters suggest that corruption was crucial in solving the problem, but no conclusive evidence on the matter has been found.

Keywords: corruption, diplomacy, armed forces, international relations, arms sales.


Resumo

A exportação de armas francesas (canhões Schneider) ao Peru foi interrompida, entre 1913 e 1933, devido a uma dívida. Este artigo mostra por que se retomou e como isso aconteceu, e enfatiza o desempenho dos intermediários militares de ambos os países, assim como a importância de contingências históricas específicas. Sua fonte principal é a correspondência oficial do adido militar da França em Lima, entre 1930 e 1933, pois algumas de suas cartas sugerem que a corrupção foi determinante na solução do problema, mas não se encontraram provas definitivas a respeito.

Palavras-chave: corrupção, diplomacia, forças armadas, relações internacionais, venda de armamentos.


Much of the literature avoids delving into the qualitative aspects of the participant's perceptions, motives, and timing in favor of quantitative assessments of such things as the economics of defense burden in relation to gross national product (GNP). Examination of the qualitative dimensions is extremely difficult due to government and business secrecy that surrounds the process. Lack of access to the inner workings of state officials and defense firms inhibits the research for the contemporary world. Consequently, the decision-makers' actual motivations and processes behind the specific armaments acquisitions have remained obscured in an impenetrable black box.1
JONATHAN GRANT

Los prusianos y los franceses de Suramérica

Hace cien años, al iniciar la Primera Guerra Mundial —PGM—, los Ejércitos europeos eran la fuente principal de ideas, prácticas y objetos de los Ejércitos suramericanos. Durante la época, que puede ser considerada la edad de oro de las transferencias militares en Suramérica (finales del siglo XIX a 1914),2 el Ejército de Chile era visto como el alumno aventajado de los maestros transoceánicos, en su caso, los alemanes. Desde entonces se dice que los chilenos son los prusianos de Suramérica. Esta imagen, aunque exagerada, tiene elementos ciertos. No hay duda de que las relaciones militares de este país con Alemania eran bastante fuertes: gran cantidad de oficiales germanos trabajaban en Chile como instructores, encabezados por el capitán Emil Körner; muchos más oficiales chilenos hacían viajes de estudio a Alemania; las armas alemanas eran preferidas sobre las de otras nacionalidades; y los manuales y reglamentos alemanes eran traducidos al español.3

Esta relación cambió después de 1919. El Tratado de Versalles prohibió al Ejército alemán y a la industria militar de este país continuar las transferencias anteriores a la Gran Guerra. La interdicción, sin embargo, no fue respetada rigurosamente. Algunos oficiales que trabajaron en Chile antes de 1914, regresaron encubiertos en la década de 1920, como es el caso del bávaro Hans Edler von Kiesling, quien permaneció hasta los años 40. Por su parte, el Ejército francés había empezado un trabajo de desprestigio de la labor alemana que no iba a abandonar. En palabras del propio Von Kiesling: "Cuando volví, en enero de 1924, a Santiago [...] oficiales chilenos servían en gran número en el Ejército francés y en el Ejército la concepción del mundo francesa había encontrado un gran eco".4 La relación militar Chile-Alemania está menos documentada después de la llegada al poder de los nazis, pero varios indicios muestran que se debilitó: los oficiales alemanes que deambulaban por Suramérica prestando sus servicios, encontraron de nuevo oportunidades de trabajo en su patria —de los 12 que vivían en Chile a finales de la década de 1920, solo quedaba Von Kiesling en 1935 y ya tenía 60 años—; los oficiales chilenos que más simpatizaban con el nacionalsocialismo no estaban en servicio activo; en 1939 empezaron las compras de material de guerra a Estados Unidos —EE. UU.— y, en 1943, Chile rompió relaciones diplomáticas con el Eje.5

El caso de Chile, hay que recordarlo, no era único. Se parece al de Argentina y Bolivia; estos tres países recibieron misiones militares alemanas antes de 1914 y sus relaciones con la potencia europea se debilitaron, sin desaparecer, después de 1919.6 En comparación, los Ejércitos de los demás países suramericanos eran más eclécticos en la selección de sus fuentes de transferencias. Brasil envió un buen número de sus oficiales a Alemania en viajes de estudio antes de la Gran Guerra, pero después de ella empezó a recibir misiones francesas. Colombia, por su parte, tuvo asesores militares de EE. UU., Francia y Chile hasta 1914; y de Suiza, Alemania y Chile, de nuevo, después de 1918.

En este marco internacional la relación entre los Ejércitos de Perú y Francia aparece como la más fuerte y duradera entre una potencia militar europea y un Ejército suramericano. Encontramos misiones militares con varios oficiales, en Lima, desde 1896; viajes de estudio transatlánticos de oficiales peruanos; y circulación de publicaciones, facilitada por el parentesco de los idiomas y la preponderancia cultural de la que todavía gozaba Francia. Todo lo anterior, sin tener que evadir las prohibiciones de Versalles y sin un cambio de política interna y exterior, en la década de 1930, como el que se dio en Alemania. Si ampliamos el marco cronológico de la edad de oro de las transferencias militares hasta el inicio de la Segunda Guerra Mundial —SGM— (1890-1940), es probable que veamos peruanos afrancesados en lugar de chilenos prusianizados. Sin embargo, el contrato de las misiones que regresaron a Lima en 1919, no fue renovado cinco años más tarde y, lo que es peor, el Gobierno peruano las reemplazó por un oficial alemán hasta 1930. Aunque tres años después llegaron nuevos instructores militares franceses, es evidente que aún la corriente más larga y caudalosa sufría altibajos y cortes.

Estos altibajos y cortes se veían con bastante nitidez en las transferencias de material de guerra. Entre 1906 y 1913 el Estado peruano compró cañones de campaña y de montaña a Schneider, sin embargo, las compras se suspendieron durante 20 años, debido a una deuda sin pagar.7

En este artículo nos concentraremos en el proceso mediante el cual los cañones franceses regresaron nuevamente a Perú, en 1933. Las preguntas que responderemos son básicas: ¿por qué se reanudaron estas transferencias? y ¿cómo lo hicieron? Fijaremos nuestra atención en los intermediarios militares que hicieron posible reanudar el lazo cortado. Mediante este estudio de caso, queremos poner en evidencia las contingencias históricas que ayudaron a reparar la relación rota y descartar así explicaciones basadas en la lealtad peruana hacia los viejos maestros franceses o en una supuesta sintonía espiritual de los pueblos latinos. Pero, antes de empezar, es necesario poner el caso peruano en el contexto mundial de la exportación de armas, en los decenios que precedieron las guerras mundiales.

Compradores, vendedores e intermediarios

A medida que el armamento se hacía más complejo y costoso, en la segunda mitad del siglo XIX y los primeros años del siglo XX, el Estado perdía terreno en su fabricación, ante un número reducido de empresas tan innovadoras como el sector público o más, y con mayor capacidad de producción. En los países productores surgió una dependencia mutua entre el sector privado y los Gobiernos, sin que el primero llegase a controlar las políticas nacionales de defensa. Puede decirse que la característica más sobresaliente del mercado mundial de armas, en ese momento, fue la formación de una red mundial de fabricantes privados, que contaban con el apoyo de sus respectivos Estados para competir por pedidos en varias partes del globo.8 Estos lugares, no sobra recordarlo, tenían un desarrollo tecnológico mucho menor.

Perú era solo una entre muchas naciones con poco desarrollo industrial, que buscaban, en el exterior, las armas que necesitaban para su defensa. Teniendo en cuenta que en esta época grandes porciones de Asia y África fueron repartidas entre las potencias europeas, la geografía del mercado era relativamente simple y se concentraba en tres áreas principales: China, Suramérica y el Mediterráneo. En la segunda, los mayores pedidos venían de los países ABC (Argentina, Brasil y Chile). El mundo mediterráneo, si incluimos en él a Portugal y todos los Balcanes, era el espacio con mayor concentración de compradores importantes: España, Rumania, Bulgaria, Turquía y Serbia, por nombrar algunos ejemplos.9 Perú palidecía en comparación. Como veremos adelante, el primer pedido a Francia, después de 20 años de interrupción, fue de 20 baterías (80 cañones en total). Solo en 1894, Brasil importó 210 cañones. Chile y Argentina, por su parte, compraron, respectivamente, 341 entre 1895 y 1901, y 653 entre 1895 y 1898.10 Pero aun estas cifras se encogen al contrastarlas con el apetito de armas y el presupuesto de guerra de otros Estados. Poco después de la llegada de la primera misión militar alemana a Turquía (1885), su Ejército compró 926 cañones de diferente tipo. Y, entre 1926 y 1931, Yugoslavia y Rumania compraron 1040 y 2000 piezas de artillería, respectivamente.11

En el campo de los fabricantes la rivalidad entre la empresa alemana Krupp y la francesa Schneider marcó el comienzo de una competencia que se disputaría en el mundo entero. Las guerras a las que se lanzó con éxito Prusia, en la década de 1860, mostraron la superioridad de las armas de Krupp, pero no debe olvidarse que la fama de esta empresa surgió en tiempos de paz, con los primeros premios obtenidos en las exposiciones industriales internacionales —Chicago, por ejemplo, en 1862—. Después de la derrota ante los prusianos, en 1871, el Ejército de Francia emprendió un arduo trabajo de investigación que alcanzó su punto más alto, en 1897, con el cañón de 75 mm. Entre las muchas innovaciones de la pieza, estaba un mecanismo de retroceso que hacía innecesario tener que apuntar de nuevo, después de cada disparo, lo que aceleraba bastante la cadencia de tiro. Para fabricar esta y otras armas, la industria siderúrgica francesa se desarrolló rápidamente, en particular la mencionada casa Schneider. En estos años empezaron a unirse nuevos miembros al exclusivo club de fabricantes, como los británicos Vickers y Armstrong.12

Antes de la PGM el mapa de los productores podía dividirse en tres partes: primero los grandes exportadores —Alemania, Francia y Gran Bretaña— que acabamos de mencionar; luego el imperio Austro-húngaro y EE. UU., que llenaban la demanda interna pero exportaban poco y, por último, Italia, Bélgica, Suecia, Rusia y Japón, cada uno con fabricantes privados que, sin embargo, no lo hacían autosuficiente.13

Los casos extraeuropeos, Rusia y Japón, merecen atención especial. Aunque empezaron como grandes compradores, en ambos países surgieron rápidamente empresas fabricantes de armamento (Mitsui y Putílov) alentadas por la búsqueda de ganancias, pero fuertemente reguladas por el Estado.14 Después de Versalles, los principales cambios fueron el auge del Skoda Checoslovaco,15 la fusión de Armstrong y Vickers en 1927 y las limitaciones, ya mencionadas, a la industria militar alemana, burladas en parte, mediante compañías ficticias, filiales en el extranjero y la participación en sociedades de otros países.16 Desde 1920, por ejemplo, Krupp tenía el 31,8 % de las acciones de la fábrica sueca Bofors a través de una empresa fachada.17 Este dato tiene un interés especial para nuestro estudio, pues será Bofors y no Krupp el principal competidor de Schneider en Perú.18

Reducir la lucha por el mercado mundial de armamento a la rivalidad Schneider-Krupp es tan equivocado como pensar todo el proceso de transferencias militares europeas hacia Suramérica y hacia el resto del mundo, en términos de la oposición franco-alemana. En primer lugar, como acabamos de ver, había fabricantes en otros países que, si bien no eran numerosos, sí eran suficientes para ampliar el espectro geográfico de los orígenes de las armas. En segundo lugar, los intereses de las empresas fabricantes no siempre coincidían con las estrategias de los Estados nacionales en los que trabajaban. En principio, las firmas solo vendían sus productos a los Ejércitos amigos de sus Gobiernos. Sin embargo, en un mundo de alianzas cambiantes, los amigos de hoy podían ser los enemigos del mañana y, en ese caso, los cañones podían terminar apuntando hacia su país de origen. Además, los intereses de empresas de diferentes países podían coincidir "mediante la polinización cruzada de inversiones, intercambios de patentes y monopolios combinados". Tal vez el mejor ejemplo de esto es el Skoda austro-húngaro, del cual Krupp y Schneider poseían una parte tan grande como la que tenían los austríacos antes de la PGM.19

Entre los Estados compradores y las empresas fabricantes se abría un amplio espectro de intermediarios. En sus extremos se hallaban las comisiones militares —a veces técnicas y a veces no— encargadas de comprar armamento y los agentes comerciales de las casas productoras, que podían también ser militares. Entre un extremo y otro, aparecían al mismo tiempo o en diferentes etapas del negocio: banqueros de igual nacionalidad que la fábrica, para conceder crédito; abogados locales, para solucionar problemas legales —a veces, de manera ilegal—; políticos locales —en especial congresistas— para apoyar o rechazar las compras; periodistas locales, para dar buena o mala prensa; y, por último, diplomáticos y Agregados militares de los dos países interesados, para buscar las armas o ayudar a venderlas. Si a este elenco lo nutrimos con las grandes cantidades de dinero sobre la mesa —y, sin duda, debajo de ella— y le ponemos como escenario la feroz reacción internacional a la primacía de Krupp después de 1919 y la crisis económica después de 1929, entenderemos mejor los altibajos y cortes que sufrieron las corrientes mundiales de armas europeas en el periodo de entreguerras.

En el caso preciso de los cañones Schneider en Perú, los intermediarios que hicieron posible su regreso al comienzo de los años 1930 fueron: el agente de esta empresa en Lima —aunque su entrada en escena fue tardía—; el Ministro de Francia en la misma ciudad; su Agregado Militar; y, del lado peruano, el Ministro de Guerra en persona. Los dos últimos, militares en servicio activo de cada país, fueron, sin duda, los protagonistas de esta historia. Las dos secciones siguientes se ocupan sucesivamente de ellos. En vista de que la principal fuente de esta investigación es la correspondencia oficial del Agregado Militar de Francia en Lima, nos parece adecuado empezar con algunas palabras sobre el cargo y la persona que lo ejerció, así como sobre el momento y el lugar en que lo hizo.

El capitán Ronin y la decadencia de Francia

De acuerdo con unas instrucciones del Estado Mayor del Ejército de Francia sobre el servicio de los Agregados militares en el extranjero, la misión de estos funcionarios era doble: recoger información para enviar al Ministerio de Guerra de su país y representar a la autoridad militar francesa ante sus compatriotas. El primer aspecto era prioritario y estaba resumido en la siguiente frase: "En cualquier caso, el mejor medio de estar bien informado es hablar poco y observar mucho".20 La observación no se limitaba al terreno militar; incluía a la sociedad, la política y la economía. Sus fuentes, por lo tanto, no eran solo los oficiales del Ejército anfitrión, sino también miembros de la sociedad civil y del mundo de los negocios. En el último ámbito, de acuerdo con las instrucciones, el Agregado conocería inventores e industriales nacionales y extranjeros, que harían propuestas de servicios o pedirían ayuda al Gobierno francés o al anfitrión, para obtener pedidos de material de guerra.21

En vista de que el Agregado debía trabajar de la mano del servicio diplomático de su país, la tensión era permanente entre funcionarios militares y civiles franceses expatriados. Después de la PGM, y ante las reservas que muchos diplomáticos mostraban a los Agregados, estos se vieron sometidos a una presión mayor por el Ministerio de Guerra, como lo muestra una nota de la sección de Ejércitos extranjeros de 1928:

Los Agregados militares deben trabajar mucho; son elegidos debido a sus facultades en este sentido; no deberán jamás perder de vista que su función esencial es la de estar activos, vigilantes y preparados como informadores. Mantener sus puestos representa una carga pesada para el presupuesto de guerra. Los resultados obtenidos deben corresponder a los sacrificios hechos.22

Como puede verse, el puesto no era ninguna canonjía.
Al no haber podido consultar su hoja de servicios, los pocos datos disponibles sobre la vida del Agregado Militar francés en Lima, a principios de los años 1930, fueron recogidos en distintas partes de su extensa correspondencia oficial. El hombre en cuestión se llamaba Georges Ronin, era aviador y, al llegar a Perú, tenía el grado de capitán en el Ejército francés. Wikipedia trae un corto artículo consagrado a un oficial llamado Georges-Marie-Abel-Louis Ronin, nacido en Cherbourg en 1894 y muerto en el quinto distrito de París en 1954. Proveniente de una familia de oficiales de Marina y egresado de la Escuela Militar de Saint-Cyr en la promoción 98 (1913-1914), fue nombrado subteniente en agosto y capturado por los alemanes, un mes después, en la primera batalla de la Marne. Pese a varios intentos de evasión, fue prisionero de guerra hasta 1918. En 1921 pasó a la Aviación del Ejército, primero como observador y luego como piloto. Este Ronin alcanzó el grado de Brigadier General de la Fuerza Aérea de su país, que, en 1933, se convirtió en un Ejército independiente de los de tierra y mar.23 Sin embargo, el artículo no dice nada de su labor como Agregado Militar en Perú.24

Esto es, en esencia, lo que sabemos de él, a partir de lo cual podemos hacer deducciones. El hecho de ser francés en un país suramericano le abría muchas puertas. Sus credenciales diplomáticas, su uniforme de oficial y su profesión de aviador —mezcla de capacidades técnicas y espíritu de aventura, muy preciada por esos días— abrían otras más. Pero la llave maestra, la que le valía el respeto de toda la sociedad peruana y le daba acceso a todos sus recovecos, era su ascendencia: Ronin era nieto del contraalmirante Abel Bergasse du Petit Thouars, comandante del escuadrón naval francés del Pacífico durante la guerra con Chile (1879-1883). Para que esta llave funcionara se debía mostrar a todo el mundo y el oficial lo supo desde el principio. En la ceremonia de conmemoración de los 50 años de la intervención de su abuelo a favor de Perú (1881-1931), pronunció, lleno de orgullo, un discurso delante de las principales autoridades civiles y militares de la nación. A Ronin le llamó la atención la gratitud de sus anfitriones, pese a lo que llamó "el carácter un poco ligero de los peruanos".25 Es muy probable, entonces, que su parentesco haya sido determinante en su nombramiento, con el fin de levantar la decadente influencia militar francesa en Perú.

Desde finales del siglo XVIII y, sobre todo, en la segunda mitad del siglo XIX —y pese al auge británico— la Francia de las Luces, de la Revolución y de la República fue una referencia ineludible para América Latina, no solo en cuestiones militares, sino en varios aspectos de la vida pública y privada.

Sin embargo, la Gran Guerra marcó un punto de no retorno. En las trincheras empezó a opacarse una imagen brillante de Francia, en particular, y, de Europa, en general, que terminó por hacerse irreconocible después de 1939. Simultáneamente, París fijaba otras prioridades y se ocupaba cada vez menos del Nuevo Mundo latino.26

Después del Tratado de Versalles, la posición de EE. UU. ante los países suramericanos se consolidó. El Canal de Panamá, los transportes aéreos y marítimos, el automóvil, el telégrafo, el teléfono, la radio, el cine, las agencias de prensa, la publicidad, las petroleras, las inversiones directas, los préstamos, las misiones (pedagógicas, económicas, navales y aérea, por citar algunos ejemplos) y la mediación en conflictos fronterizos eran, entre otros, los medios pacíficos con los cuales Washington iba desplazando lentamente a París —y a Londres— del pedestal en el que llevaba más de un siglo.27

En Perú, los años 20 estuvieron marcados, de principio a fin, por la figura de Augusto Leguía, quien llegó a la presidencia de la república por un golpe de Estado en 1919 —pese a ser el probable ganador de las elecciones— y cayó once años después en otro golpe. Durante sus Gobiernos consecutivos (1919-1924, 1924-1929 y 1929-1930), llamados en conjunto el Oncenio, se hicieron muchas obras públicas en el campo y en la ciudad, la clase media urbana se desarrolló y los problemas de límites se resolvieron —excepto con Ecuador—, pero se pagó por ello un alto precio. Leguía acumuló poder progresivamente, se hizo reelegir en 1924 y en 1929, en condiciones poco transparentes, y se mantuvo en la presidencia amordazando a la prensa, desterrando y encarcelando opositores, sometiendo al congreso y a sus Ministros, a su voluntad, utilizando a la Policía como contrapeso del Ejército y depositando su confianza en la Armada.28 En esta última y en la naciente Fuerza Aérea adjunta se sintió primero la gravitación militar de EE. UU. con la contratación de misiones navales y aéreas, al empezar el Oncenio, y la compra de aviones y submarinos.29 No debemos olvidar que el Agregado Ronin era aviador y estaba muy atento al desarrollo de la Aviación, tanto en su vertiente militar como en la civil —mientras veía cómo se estancaba la Aéropostale francesa, no dejaba de elogiar sinceramente a la Panagra, su competidora norteamericana—. En cuanto al Ejército, durante el Oncenio se contempló la posibilidad de contratar una misión militar norteamericana, pero hubo que esperar hasta la SGM para que estos planes se hicieran realidad.30 La competencia venía de otras latitudes.

Como se ha dicho, las misiones francesas fueron reemplazadas en los años 20 por algunos oficiales alemanes, bajo el mando del general Wilhelm Faupel, quien ocupó los más altos cargos del Ejército peruano. Al caer Le-guía en 1930, Faupel fue "invitado" por el nuevo Gobierno a dejar el país, sin ser reemplazado por otro extranjero.31 Ante la interrupción de compras a Schneider, por la vieja deuda impagada desde 1913, el Ejército peruano prefería los cañones suecos Bofors, las ametralladoras daneses Madsen y las máquinas alemanas Krupp para fabricar munición.32

En el momento en que el capitán Ronin desembarcó en Perú, las transferencias militares de su país estaban en crisis. Pocos meses después, el nuevo Agregado había hecho ya un diagnóstico del problema. Para él, las misiones comerciales francesas eran escasas y los militares peruanos solo conocían su material de guerra por catálogo, mientras los agentes de las empresas competidoras hacían demostraciones públicas de sus productos en Lima. Además, los funcionarios peruanos no querían acordarse de la deuda con Schneider. La indiferencia peruana podía deberse a uno de estos dos factores o a una combinación de ambos. En cualquier caso, el Agregado concluía:

[...] por último y sobre todo ningún negocio se cierra aquí sin haber impresionado fuertemente al comprador por medios que no tienen nada que ver con su patriotismo [...]. Y esto solo pueden hacerlo las empresas o sus representantes si no tienen inconvenientes de tipo moral.33

Así pues, Ronin era la punta de lanza, afilada, de una nueva penetración francesa en el ámbito militar peruano.

El Agregado debió desembarcar en El Callao en diciembre de 1930, pocos meses después del golpe de Estado con el que el coronel Luis Sánchez Cerro puso fin al Oncenio. A la crisis económica de entonces se sumaba la inestabilidad política —el golpe de gracia a Leguía solo era el principio—. El régimen de Sánchez Cerro duró poco, desde agosto de 1930 hasta febrero del año siguiente, y si bien creó grandes expectativas de cambio en sus inicios, sus métodos de Gobierno empezaron pronto a parecerse a los de su predecesor, en lo que tenían de más represivo y de menos democrático. Los complots entre civiles y militares no tardaron en aparecer y uno de ellos llevó a Sánchez Cerro a dejar el poder y el Perú, en una supuesta misión de compra de armas a Europa, que no era otra cosa que un exilio.34 El exdictador no fue el único oficial que salió del país "a comprar armas". Su Ministro de Obras Públicas, el coronel Manuel Rodríguez, siguió sus pasos poco después. El viaje de Rodríguez a Francia en abril de 193135 le dio al capitán Ronin la oportunidad de proponer un remedio al mal diagnosticado.

El coronel Rodríguez y la decadencia de Perú

Rodríguez era un francófilo decidido, gracias a sus estudios en los institutos militares de Francia y a su matrimonio con una francesa.36 La decepción de Ronin fue grande cuando supo que este oficial había regresado a Perú con propuestas de la empresa sueca Bofors. En vista de que el Agregado no podía obligar a los vendedores franceses a visitar Lima, esta muestra de "ingratitud" lo hizo reflexionar sobre la segunda parte de su diagnóstico: el asunto Schneider. Propuso entonces al Ministro de Guerra de Francia dos soluciones. La primera estaba inspirada en el caso de la Peruvian Corporation: consistía en olvidar el pago en efectivo y cobrar en especie como los británicos, quienes se habían quedado con ferrocarriles; los franceses podrían aspirar a una mina, un puerto o el monopolio de algún producto.

De este punto en adelante es necesario citar textualmente, con más frecuencia, a nuestro Agregado: "Debo decir que siento algo de vergüenza al hablar de otro procedimiento, que si bien puede ser exitoso no se distingue por su moralidad".37 Tan pronto el nuevo Gobierno peruano se instalara —las elecciones presidenciales tendrían lugar el mes siguiente— Schneider podría enviar un emisario provisto de plenos poderes: "quiero decir con esto que tendría también el poder de dejar caer con juicio y estratégicamente un millón o dos para alcanzar sus objetivos".38 Apenas en ese momento, no antes, Schneider podría reducir la tasa de interés de su deuda:

[...] este procedimiento, más que un hijo mío, es un bastardo [...].Yo sé todo lo que tiene de criticable y no ignoro que en Francia es castigado por las leyes y creo que se llama jurídicamente 'corrupción de funcionario'. Pero creo que el asunto visto de este lado del Pacífico sería juzgado con mucha más indulgencia.39

La deuda era un obstáculo que había que salvar de una manera o de otra.40Durante los meses que el coronel Rodríguez pasó fuera de Perú, su antiguo jefe fue reemplazado por una junta de Gobierno temporal, formada con el propósito de convocar a elecciones para Presidente de la república. La junta cumplió su promesa e hizo todo lo posible por dejar a Sánchez Cerro fuera de la contienda, impidiéndole regresar. Sin embargo, gracias a la presión de sus seguidores, el exdictador pudo volver a su país y vencer al candidato del Partido Aprista Peruano, Víctor Raúl Haya de la Torre, al parecer sin fraude.41 Al empezar la presidencia de Sánchez Cerro, Ronin informaba a París:

Sería bastante divertido pero muy poco juicioso permitirse hacer pronósticos [...]. Pero si el conspirador de ayer oculta un dictador, si el 'cholito' violento y primario, intoxicado y encandilado por su aventura maravillosa hace enojar, por su independencia, a las haditas que lo guían [miembros del partido civilista] corre el riesgo de bajar rápidamente una pendiente que no habría debido jamás escalar.42

Una vez en el poder, el "cholito" se acordó de su antiguo Ministro de Obras Públicas, nombrándolo esta vez en la cartera de Guerra. Pese a los coqueteos con Bofors, el coronel no había olvidado su francofilia:

[...] declaró sin rodeos al señor Ministro de Francia (antes de ser nombrado Ministro de Estado) que deseaba una solución rápida de este asunto [Schneider] tanto por el beneficio general como por el suyo propio... No se puede ser más franco... Me parece que habría que poner a Schneider al tanto de esta buena disposición así como de la mentalidad de su deudor.43

Pocos días después, el Ministro de Francia en Lima, M. Cosme, visitó a los nuevos Ministros de Estado. Los de Guerra y el de Marina le manifestaron su intención de llamar de nuevo a instructores franceses, no solo para el Ejército, sino también para la Marina y la Aviación. M. Cosme aprovechó la ocasión para mencionar el affaire Schneider al coronel Rodríguez. Ronin se encontraba presente:

El ministro de guerra me dejó la clara impresión de querer tratar este asunto él mismo, sin intermediarios,44 lo cual es excelente desde cualquier punto de vista. Pero es probable que espere que 'se acuerden de él' personalmente y a mí me parece en efecto que deben 'acordarse de él' no solo por el pago de la deuda sino también por posibles compras futuras.45

Ronin recomendó entonces a Schneider pasar por encima de su representante en Lima, M. Fort,46 patriota y buen hombre según el Ministro de Francia, "pero también leal funcionario del Gobierno peruano y, lo que es peor, sin contactos y sin ideas generales [...]".47 La firma francesa hizo exactamente lo contrario: renovó muy pronto a su agente la confianza depositada. Al ver ignoradas sus sugerencias, Ronin consideró "lamentable" que Schneider desechara sus contactos en el Ejército peruano y las relaciones de M. Cosme en los medios políticos —en particular en el legislativo, pues allí terminaría el asunto tarde o temprano—, pero no pudo hacer nada más que lamentarse.48

A pesar de la decisión de Schneider, el coronel Rodríguez hizo inscribir en el presupuesto de su ministerio el pago de una parte de la deuda. Por su parte, después de una negativa inicial, el Estado Mayor del Ejército francés aceptó enviar un oficial instructor a Perú para reabrir la Escuela de Guerra.49 Estos buenos augurios pronto se vieron opacados por los problemas que tuvo que enfrentar el nuevo Gobierno peruano en sus primeros meses: hostilidad de la Armada y de una parte de la Policía; tensión entre partidarios del Presidente, Ejército y apristas; un atentado fallido contra Sánchez Cerro; el destierro de opositores; el cierre de periódicos y de la Universidad de San Marcos; rebeliones y crisis ministeriales recurrentes.50 Al respecto, decía el Agregado: "Nadie en el mundo puede prever en manos de quién estará el poder en Perú dentro de 6 meses".51

Durante la quinta crisis de gabinete (mayo 1932), Rodríguez presentó su renuncia al Ministerio de Guerra antes de la votación del presupuesto y fue reemplazado por otro coronel del Ejército, Antonio Beingolea, también favorable a Francia.52 Sin embargo, según el Agregado, el nuevo Ministro estaba lejos de tener "[...] el carácter de su predecesor"53 y lo que era peor, Ronin sabía, de buena fuente, que el Presidente de la república, en persona, había firmado un acuerdo provisional para traer a Perú una misión militar alemana de 8 oficiales —el Agregado tenía los nombres y grados de cada uno— y tras ella vendría una cantidad importante de material de guerra de ese país, incluidas 4 baterías de 77 marca Krupp.54 Con Schneider reacia, al menos en apariencia, a tentar funcionarios y sin estos dispuestos a dejarse tentar —todo sobre un fondo de inestabilidad política y competencia internacional— las transferencias de material de guerra francés a Perú tenían muy pocas posibilidades de reiniciarse a mediados de 1932.

Contingencias

Sin embargo, dos acontecimientos transformaron rápidamente este panorama: la insurrección de Trujillo, en julio, y la toma del puerto colombiano de Leticia, en septiembre. En el primer caso estalló la tensión creciente entre los partidarios del Gobierno y los miembros del Ejército, de un lado, y los militantes del Partido Aprista Peruano, del otro, bañando en sangre el departamento de La Libertad. En el segundo, una "junta patriótica" formada en Iquitos, puso a Lima ante un fait accompli, germen de una guerra internacional.55 El Gobierno consideró que necesitaría nuevo armamento para hacer frente a ambos desafíos, así que después de Trujillo lanzó una suscripción para financiar la compra de aviones de bombardeo56 —que no tuvo la acogida esperada— y después de Leticia hizo un pedido de ametralladoras.57 Los aviones se pidieron a United Aircraft Exports Inc. de EE. UU. y las ametralladoras a Hotchkiss de Francia. ¿Cómo pagaría este material el Estado peruano en plena época de crisis?

En principio se anunció un empréstito interior por 20 millones de soles, que nunca fue lanzado.58 Se habló también de la posibilidad de cambiar petróleo por armamento, pero no se concretó.59 El guano fue la solución; con él se pagarían los aviones norteamericanos y también los cañones y las armas automáticas que eligiese una misión compuesta por tres oficiales peruanos, que acababa de zarpar hacia Japón. Las perspectivas de conflictos y de pagos en especie hicieron pulular las ofertas en Lima. Además de Schneider, Vickers ofrecía también cañones y crédito y, según el coronel Rodríguez, Bofors vendía sus baterías más baratas —lo que hacía pensar a Ronin que esta empresa tenía una subvención del Gobierno alemán—.60 La crisis económica ya no era un obstáculo insalvable, pero la demanda de guano en Francia era nula,61 lo que hacía imposible saldar la deuda Schneider por este medio.

Después de comprar aviones en EE. UU., el Gobierno de Sánchez Cerro lo hizo en Francia. El 20 de febrero de 1933 la Société Générale Aéronautique —SGA— abrió un crédito de 25 millones de francos al Estado peruano, que se pagaría en cuotas mensuales de 750 000 hasta la extinción de la deuda. Ronin recomendaba prudencia a su Ministro de Guerra, pues los préstamos de EE. UU. al final del Oncenio dejaron de ser pagados, después de la caída de Leguía:

[...] pase lo que pase si yo fuera la SGA procedería de la siguiente manera: a la primera falla avisaría al Gobierno que retraso considerablemente mis fechas de entrega. Y en caso de pagos regulares (de los cuales, una vez más, dudo mucho) me las arreglaría para entregar únicamente lo que ha sido pagado y me esforzaría por retrasar mis entregas.62

Es pertinente recordar que, en ese momento, el conflicto de Leticia no había encontrado una solución pacífica. Una semana antes, las tropas peruanas que ocupaban la base colombiana de Tarapacá, a orillas del río Putumayo, habían sido expulsadas por Fuerzas navales colombianas. En este hecho de armas se enfrentaron aviones de ambos países.63 El día siguiente a la apertura del crédito de la SGA, Ronin daba cuenta de un pedido de fusiles ametralladores a Brno, Checoslovaquia64 y de la compra de 6000 tiros de cañón a Bofors —según un informe de la comisión de armamento del Ejército, el material sueco era superior al francés—. Ante la pasividad de Schneider, el Agregado sugería una nueva solución al affaire:

[...] prescrita por un hombre de negocios, gran conocedor de las costumbres peculiares de este país: entregar el caso y los intereses de Schneider a un importante abogado peruano especialista en este tipo de recaudos, que abundan. Ofrecerle un porcentaje elevado (por ejemplo un 10 %) de todos los montos recibidos. La perspectiva de un beneficio grande animaría al abogado, permitiéndole al mismo tiempo comprar algunas conciencias que, además, solo esperan venderse o que, en cualquier caso, ya están a la venta [...]. Me parece que este es el último recurso.65

La documentación disponible indica que los directivos de Schneider en Francia cambiaron su estrategia —y bajaron su umbral moral— ante los cambios súbitos en la política interna y exterior de Perú, que comenzaron a mediados de 1932. Poco antes de terminar ese año, un tal M. Palle llegó al Callao para sustituir al patriota y buen hombre M. Fort, como representante de la empresa en Perú. Dos eran sus objetivos: hacer inscribir la deuda en el presupuesto de guerra y vencer a Bofors en la competencia por los nuevos pedidos. Al respecto, decía Ronin: "No podría estar más contento con la llegada de este representante" y soñaba ya con petróleo o guano, con el puerto del Callao o el monopolio de los fósforos.66

No hay ningún indicio de que la deuda haya sido pagada a Schneider durante la estadía del Agregado Ronin en Lima. Es un hecho, sin embargo, que el presidente Sánchez Cerro le pidió al coronel Rodríguez, quien lo asesoraba personalmente en la importación de armas,67 hacer la lista de lo que necesitaba Perú para vencer a Colombia, pocos días después de la segunda derrota peruana en el río Putumayo (Güepí, 26 de marzo 1933) —la cual se conoció en Lima más rápido que la primera—. El coronel llamó entonces al nuevo agente de Schneider y le pidió 20 baterías,68 con la condición de entregarlas rápidamente —Bofors y también Vickers estaban ofreciendo su material—. En este punto parece que el pago de la deuda a Schneider dejó de ser la condición para adelantar nuevas transacciones. Según Ronin, la simpatía de Rodríguez hacia los productos franceses parecía firme. Su reto sería ganarse la del general Oscar Benavides, recién llegado a Lima desde Londres —donde había servido como Ministro plenipotenciario de su país— y recién nombrado responsable de las compras en el exterior, en reemplazo de Rodríguez.69

Benavides era, de lejos, el oficial con más prestigio en el Ejército peruano: héroe del combate de la Pedrera, en 1911, —en el que tropas peruanas expulsaron a Fuerzas colombianas de una base en la Amazonia en disputa— y Presidente de la República después del derrocamiento de Guillermo Billinghurst, en 1914. Al empezar el Oncenio fue desterrado por Leguía. Tan pronto Sánchez Cerro subió al poder, ocupó cargos diplomáticos en Europa.70 Al regresar a su país, no solo aprobó las preferencias de su antecesor, sino que se mostró más impaciente que él. Cuando el representante de Schneider le dijo que la entrega de las baterías pedidas tomaría diez meses, Benavides, de acuerdo con Ronin, "alzó los brazos al cielo y le dijo que en diez meses la guerra habría terminado".71 Para salir del apuro el Agregado propuso entonces al Ministro de Guerra de Francia que su Ejército devolviese de inmediato a Schneider una o dos baterías de montaña ya que no podía transferir armas directamente a una de las partes involucradas en un conflicto internacional, menos aún al agresor —toma de Leticia—. Schneider consiguió las dos baterías —sin duda siguiendo el consejo de Ronin—, pero Benavides pidió dos más, la víspera de su ascenso a la presidencia,72 a la que llegó gracias a un último suceso no del todo inesperado.

El 30 de abril de 1933, al salir del hipódromo de Santa Beatriz, después de pasar revista a las tropas que se preparaban para ir al frente contra Colombia, el presidente Sánchez Cerro fue asesinado por un joven fanático aprista.73 Una semana después empezaron a firmarse contratos con Schneider. Entre el 6 y el 18 de mayo el Estado peruano compró 13 baterías, además de munición, por 35 millones de francos; las primeras 4 serían pagadas así: la primera mitad en el momento del pedido, en lugar del 30 % acostumbrado, y la otra mitad sobre entrega, condiciones perfectas, según Ronin, pues se eliminaba todo crédito —lo que hace pensar que Benavides hizo aparecer el dinero que le hacía falta a Sánchez Cerro—.74

La llegada del general Benavides a la presidencia de la república fue crucial para las nuevas compras a Schneider. En sus primeros ocho días de Gobierno reanudó un lazo que estuvo cortado veinte años. Sin embargo, no debe subestimarse el poder del coronel Rodríguez, inspector general del Ejército peruano en esos momentos. Es muy probable que las nuevas ocupaciones de Benavides —la primera de las cuales fue poner fin al conflicto con Colombia— dejaran de nuevo, en manos de Rodríguez, las decisiones sobre compra de material de guerra extranjero, esta vez sin tener que consultar a Sánchez Cerro. A finales de junio de 1933, los coroneles Rodríguez y Beingolea intercambiaron puestos: el primero regresó al Ministerio de Guerra y el segundo pasó a la Inspección General del Ejército. De acuerdo con Ronin: "como nada se hará sin el consentimiento del coronel Rodríguez, este cruce no modifica en nada nuestra excelente posición actual".75

En efecto, Rodríguez siguió haciendo pedidos de cañones y pagando en dinero liquide.76 En una de sus últimas cartas, el capitán Ronin dejó constancia de una larga entrevista con él, en compañía del chargé d'affaires de su país. El Ministro de Guerra agradeció a los franceses la respuesta favorable a su pedido de un oficial de ingenieros especialista en radio para asesorar en este campo al Ejército peruano. Según Ronin: "Nos dio a entender que compraría en Francia todo el material de radio o de otro tipo que pudiera necesitar Perú".77 Al preguntarle por los créditos que su ministerio debía pedir al Congreso, Rodríguez, entre risas, respondió: "Tenga plena confianza en este asunto, yo me comprometo de una manera o de otra a responder por las obligaciones contraídas".78 A lo que agregaba Ronin: "En efecto, creo que podemos confiar plenamente en el coronel Rodríguez".79

Al final del año los pedidos a Schneider y a otros fabricantes franceses (morteros Brandt, armas automáticas Hotchkiss, aviones SGA) alcanzaron un total de 73 624 000 francos.80

Certezas y posibilidades

La narración anterior permite retomar y afinar las preguntas básicas hechas en la introducción: ¿por qué el Ejército peruano compró de nuevo cañones a Schneider? y ¿cómo logró esta empresa vencer a la competencia, en especial a Bofors?

Lo primero por decir, sobre las razones del reencuentro de los militares peruanos con los cañones franceses, es que las afinidades culturales entre pueblos latinos o la lealtad a los viejos maestros militares no tuvieron mucho que ver. No hay duda de que era más fácil para un oficial hispanohablante, con alguna educación, leer las instrucciones de uso del cañón o un manual de artillería, si estaba escrito en francés que leer su contraparte alemana; también era más fácil hacerse entender de un suboficial de artillería francés que de un alemán. Pero la sintonía espiritual no iba más lejos. Los manuales y demás publicaciones militares eran traducidos tanto del francés como del alemán y las tácticas de un Ejército europeo podían ponerse en práctica con material de guerra de otro. Antes de la traducción de manuales alemanes en el Ejército de Chile, por ejemplo, la literatura militar de mayor circulación en Suramérica era francesa, pero Krupp vendía muchas más armas que cualquier otra empresa europea. En cuanto al idioma hablado, los oficiales suramericanos podían aprender francés, así como alemán, y lo hacían; y los instructores europeos podían aprender español, y también lo hacían. Si pensamos en el día a día del trabajo conjunto de europeos y suramericanos, los buenos resultados que alcanzaron los instructores alemanes en Bolivia, antes de 1914, prueban que el espíritu teutón podía encarnarse, hasta cierto punto, en la organización militar de un pueblo muy parecido al peruano.81 Y los problemas que encontraron las misiones militares francesas no solo durante el Oncenio, sino también durante la edad de oro de las transferencias militares europeas en Suramérica (fin del siglo XIX al inicio de la PGM), muestran que entre latinos no solo había afinidades y recuerdos de viejas amistades. La relación militar Francia-Perú fue privilegiada, no hay duda, pero estuvo a punto de terminar abruptamente, varias veces y por diferentes motivos, antes de que la SGM metiera en tiempo récord al Ejército peruano, y a todos los demás de Suramérica, en la órbita militar de EE. UU.

Las armas francesas regresaron a Perú en 1933, como vimos, por razones más prosaicas que las invocadas en el párrafo anterior. Los acontecimientos que tuvieron lugar en la "costa" (Trujillo) y en la "montaña" (Leticia) desde mediados de 1932, cambiaron rápida y radicalmente, tanto la política interna como la política exterior de este país. En cuestión de semanas el Gobierno se vio ante una amenaza interna y un conflicto exterior y decidió armarse, o mejor, rearmarse. Contingencias como estas se dieron en otros países y ayudaron no solo a reiniciar transferencias militares interrumpidas, sino a empezar algunas y a terminar otras. Si el capitán del Ejército alemán y oficial instructor del Ejército chileno, Emil Körner, no hubiera estado en el bando ganador de la guerra civil austral, en la que participó, a finales del siglo XIX, tal vez nunca se habría hablado, con razón o sin ella, de los prusianos de Suramérica. Y si el capitán francés que llegó, por la misma época a Bogotá, como instructor del Ejército de Colombia, hubiera tenido un poco más de paciencia para entender las costumbres locales, es posible que el Ejército peruano no fuese el más afrancesado de este lado del mundo. Esto no es historia contra-fáctica. Es simple cronología.

Podemos, entonces, pasar a la segunda pregunta: ¿cómo logró Schneider vencer a Bofors y quedarse con el aprovisionamiento de cañones para el Ejército peruano? La respuesta la tiene el capitán Ronin: el éxito final del representante de la casa francesa en Lima, M. Palle, provenía primero de no tener competencia de compatriotas —los fabricantes franceses de aviones, por el contrario, luchaban entre ellos—, y segundo "de una íntima relación con la legación, que ha podido a veces prolongar su acción y ha estado muy contenta de poder darle un apoyo no despreciable".82 El Agregado estaba pensando sin duda en su "excelente" relación con el coronel Rodríguez, documentada meses antes de Trujillo y Leticia,83 y en los contactos del Ministro de Francia en los círculos políticos de Lima. Pero la clave del éxito estuvo en la decisión tardía de Schneider, de sustituir a su representante atendiendo a las sugerencias enviadas desde Lima. Fue entonces, mediante el trabajo en equipo del sector público y del sector privado de Francia —con la iniciativa del primero—, que pudo reanudarse el lazo cortado.

En este punto viene a la cabeza una palabra que recorre todo el artículo, de manera explícita e implícita: corrupción. ¿Fue esta la verdadera clave para solucionar el problema? Antes de responder, lo más lógico y también lo más prudente es separar las certezas de las posibilidades. Empecemos por las primeras.

La documentación consultada no deja duda de que Ronin era un hombre poco escrupuloso. En una de sus primeras cartas al Ministro de Guerra en París, sugería vender al Estado peruano barcos viejos que se ofrecían "como chatarra"84 pues, en vista de la condición de sus unidades navales, todos saldrían ganando.85 También es evidente que sus anfitriones no merecían los mejores conceptos: en Perú "el sentido común es siempre derrotado"; "desde su fundación Perú solo ha tenido Gobiernos anormales"; "la tenacidad no es una virtud peruana"; "este pueblo lleva todavía consigo la pasividad impuesta por la mano de hierro de los españoles y de los dictadores del siglo pasado".86

¿Qué hacemos entonces con él? No se trata de exculparlo o condenarlo, sino, más bien, de poner sus acciones en el contexto histórico que le tocó en suerte. El Perú, que el Agregado vio desde su llegada, era un maremágnum político, militar y económico, que confirmaba cualquier prejuicio que trajera en sus maletas —y no eran pocos—. Estos prejuicios no eran exclusivos de europeos: muchos peruanos y latinoamericanos pensaban, y siguen pensando, sus países en esos términos. Por último, el Agregado veía cómo las transferencias militares francesas cedían su lugar a las de otras potencias y la influencia de su país disminuía poco a poco. Sin embargo, y pese al triunfo final de Schneider, no tenemos ninguna prueba de que el Agregado haya puesto efectivamente en práctica los torcidos métodos que recomendaba. Aquí salimos del dominio de las certezas y entramos de lleno en el de las posibilidades.

Es posible que el coronel Rodríguez sí haya recibido dinero de manos de M. Palle o de un abogado limeño, a cambio de su preferencia por el material de guerra Schneider. También es posible que el dinero de Schneider haya llegado hasta los bolsillos del nuevo presidente Benavides. Por último, es posible que el coronel Rodríguez no haya dado la iniciativa de la triquiñuela, sino que haya seguido instrucciones del Agregado y que, entre ambos, hayan repartido el botín.87 En este punto viene a la mente la sospechosa risa del coronel Rodríguez, reportada en una de las últimas cartas del capitán Ronin, al preguntársele por los créditos que su ministerio debía pedir al Congreso. Es un indicio, sin duda, pero ¿de qué? Es imposible saberlo con certeza. Además, un indicio o un conjunto de ellos no equivale a una prueba. Y no debemos olvidar que la única fuente que tenemos sobre este affaire, por el momento, es la correspondencia del Agregado Militar de Francia en Lima.

¿La solución al enigma se encuentra en los archivos de la empresa Schneider? Puede ser, pero no hay que hacerse grandes ilusiones al respecto. La corrupción es tan escurridiza como su lenguaje y, en la medida de lo posible, deja que a las palabras y a los números se los lleve el viento. El historiador, que no cuenta con las ventajas de un juez en estos asuntos, tendría que estar excepcionalmente dotado o tener una suerte fuera de lo común para situarse más allá de toda duda razonable en terrenos tan movedizos.

La corrupción es un tema de actualidad en nuestros países, no hay duda. Gracias a la traducción póstuma del libro de Alfonso Quiroz su historia también es de actualidad, al menos en Perú.88 Pero la importancia de un tema en el presente no debe hacer olvidar a los historiadores la cautela necesaria para no tomar posibles, o aun probables, casos de corrupción en el pasado por casos confirmados. Tal vez la mejor manera de cerrar estas reflexiones es pedir prestadas las palabras a un maestro, escritas al comparar la labor del juez con la del historiador:

[...] así pues, el contexto, entendido como lugar de posibilidades históricamente determinadas, sirve para colmar lo que los documentos no nos dicen sobre la vida de un individuo. Pero estas ocupaciones de lagunas son posibilidades, no consecuencias necesarias; son conjeturas, no hechos comprobados. Quien llegase a conclusiones distintas negaría la dimensión aleatoria e imprevisible que constituye una parte importante (aunque no exclusiva) de la vida de cada uno.89


Pie de página

1 Jonathan Grant, Rulers, Guns, and Money: The Global Arms Trade in the Age of Imperialism (Cambridge: Harvard University Press, 2007) 2.
2 Un planteamiento general de esta problemática histórica se encuentra en: Carlos Camacho Arango, "Síntesis y perspectiva de los estudios de transferencias militares europeas en Suramérica (1890-1940)", HIb Revista de historia iberoamericana 4.2 (2011). Para no aumentar el número de notas de pie de página remitimos al lector a este artículo: DOI:10.3232/RHI.2011.V4.N2.2.
3 El estudio de referencia sobre el tema es Holger Herwig y William Sater, The Grand Illusion. The Prussianization of the Chilean Army (Lincoln: University of Nebraska Press, 1999). Desde el título de su libro los autores cuestionan, con Fuerza, el grado de penetración de las transferencias, pero no ponen en duda la primacía de Alemania en Chile, sobre otras potencias militares europeas.
4 Víctor Farías, Los nazis en Chile (Barcelona: Seix Barral, 1999) 380.
5 Farías 364-365, 369, 373-383, 393.
6 Bolivia tuvo instructores franceses antes de la misión militar alemana (1911-1914). Ver: James Dunkerley, Orígenes del poder militar en Bolivia. Historia del Ejército 1879-1935 (La Paz: Quipus, 1987) 92-94.
7 Al parecer, por malos manejos del Gobierno militar, encabezado por el general Benavides. Guillermo Billinghurst, el presidente derrocado en 1914, dijo al respecto: "Nadie ignora, por otra parte, que si todo el armamento que yo contraté con la casa Schneider no se halla ya en nuestro parque, ello se debe, principalmente, a que el dinero destinado a pagarlo lo han distraído los actuales dueños del poder público en satisfacer restituciones de carácter personal y bochornoso". Efraín Cobas, Fuerza Armada, misiones militares y dependencia en el Perú (Lima: Horizonte, 1982) 125.
8 La velocidad de innovación y la presencia del sector privado fueron menores en el armamento de tierra que en el armamento naval. David Stevenson, Armaments and the Coming of War: Europe, 1904-1914 (Oxford: Oxford University Press, 1996) 18, 39.
9 Stevenson 19. Después de 1919 puede incluirse a Yugoslavia y Polonia.
10 Jean-Pierre Blancpain, "L'armée chilienne et les instructeurs allemands en Amérique latine (1885-1914)", Revue Historique 578 (1991): 386.
11 Jonathan Grant, "The Sword of the Sultan: Ottoman Arms Imports, 1854-1914", The Journal of Military History 66.1 (2002): 23; Helmuth Carol Engelbrecht y Frank Cleary Hanighen, Merchants of Death. A Study of the International Armament Industry (New York: Dodd, Mead and Company, 1934) 238-239.
12 William Manchester, Las armas de los Krupp (Barcelona: Bruguera, 1969) 97; Jean Doise y Maurice Vaïsse, Politique étrangère de la France. Diplomatie et outil militaire 1871-1991 (Paris: Seuil, 1992) 56. Varios autores omiten el protagonismo del Ejército francés en el desarrollo del cañón de campaña de tiro rápido: Blancpain 386; Manchester 211; Warren Schiff, "The Influence of the German Armed Forces and War Industry on Argentina, 1880-1914", The Hispanic American Historical Review 52.3 (1972): 448. La historia es compleja: un ingeniero alemán de Krupp, Konrad Haussner, tuvo la idea original. Ante la indiferencia de su empleador, Haussner renunció y se unió a Rheinmetall de Erhardt en Düsseldorf, que desarrolló la idea. El revolucionario cañón fue rechazado en 1897 por el Ejército alemán, que prefirió un modelo ortodoxo de Krupp. Entretanto, Haussner dejó de pagar las anualidades de sus patentes en Francia y estas caducaron. En 1892 el Ejército francés retomó la idea en el más grande secreto y empezó a trabajar en ella en los talleres de Puteaux. A finales de 1897 el Presidente del Comité de Artillería anunció al Ministro de Guerra que el nuevo cañón podría ponerse pronto en servicio. En marzo del año siguiente el Ministro lo adoptó con el nombre de 75 modelo 1897. En abril ya había 220 piezas listas. Esta historia es el telón de fondo del famoso Affaire Dreyfus. Doise y Vaïsse 117-121, 123-125; Herwig y Sater 160.
13 Stevenson 19.
14 El caso japonés contrasta con el italiano. Mientras que el Estado japonés hacía alianzas estratégicas con empresas extranjeras, primero con Schneider y luego con Krupp, para adquirir tecnología militar que luego se difundía por la industria nacional, el Estado italiano asistía impotente a la competencia entre las empresas Terni, aliada a Vickers, y Ansaldo, socia de Armstrong. En Rusia, el principal colaborador extranjero de Putílov era Schneider. Richard J. Samuels, Machiavelli's Children: Leaders and Their Legacies in Italy and Japan (Ithaca: Cornell University Press, 2005) 93; Manchester 162, 195; Grant, "The Sword [...] " 35; Agnès D'Angio, "Schneider et Cie face aux risques géopolitiques en Europe centrale et orientale (1918-1939)", Les cahiers Irice 6 (2010): 35.
15 Schneider había colaborado técnicamente con esta empresa desde los tiempos del imperio austro-húngaro. Después de la Gran Guerra y ante la nueva política económica de Moscú, la firma francesa compró el 73 % de las acciones de Skoda, convirtiéndola en su más grande subsidiaria en el extranjero, en sustitución de Putílov. D'Angio 36-37; Engelbrecht y Hanighen 238.
16 Manchester 97; Leon Bieber, "La política militar alemana en Bolivia, 1900-1935", Latin American Research Review 29.1 (1994): 100.
17 En 1935 Suecia limitó por ley la participación extranjera en su industria militar. Poco antes de que la ley entrara en vigor, Krupp vendió su parte en la bolsa. La Foreign Economic Administration de Estados Unidos sospechaba que Krupp mantenía acciones a través de financistas suecos. Martin Lorenz-Meyer, Safehaven: The Allied Pursuit of Nazi Assets Abroad (Columbia: University of Missouri Press, 2007) 10.
18 Suecia y Checoslovaquia eran los dos países que más dependían de la exportación para mantener sus industrias bélicas, debido al reducido tamaño de sus mercados internos. Engelbrecht y Hanighen 239.
19 Manchester 96-97, 249, 255.
20 "En toutes circonstances, le meilleur moyen d'être bien renseigné est de parler peu et d'observer beaucoup". Esta recomendación aparece también en la nota histórica anexa a unas instrucciones generales de 1903. Lothar Hilbert, "Les attachés militaires français: leur statut pendant l'entre-deux-guerres", Guerres mondiales et conflits contemporains 215 (2004): 27.
21 Général de Lacroix (S/Chef d'État-Major Général de l'Armée), "Instruction sur le service des attachés militaires à l'étranger", Paris, nov. 1899. Service Historique de la Défense (SHD), Paris,         [ Links ] serie N (Troisième République, 1872-1940), subserie 7N, t. 667 (sin foliación consecutiva). A pesar de que estas instrucciones se refieren a "puissances", se hallaron entre documentos correspondientes al Ejército peruano.
22 "Les attachés militaires doivent travailler beaucoup, ils sont choisis en raison de leurs facultés à cet égard. [...] [Ils] ne devront jamais perdre de vue que leur rôle essentiel est d'être des informateurs actifs, vigilants et avertis. L'entretien de leurs postes représente une lourde charge pour le budget de la Guerre. Les résultats obtenus doivent répondre aux sacrifices consentis", Hilbert 28.
23 André Corvisier, Dictionnaire d'art et d'histoire militaires (Paris: Presses Universitaires de France, 1998) 99.
24 Disponible en: http://fr.wikipedia.org/wiki/Georges_Ronin.
25 "Le caractère un peu léger des Péruviens", Georges Ronin (Agregado Militar cerca de la legación de Francia en Lima) al ministro de guerra, Lima, 19 de ene. de 1931, n.° 17 (anexo 1). SHD, Paris, serie N (Troisième République, 1872-1940), subserie 7N, t. 3411. Teniendo en cuenta que: 1) la correspondencia del Agregado Militar de Francia en Lima tiene siempre al Ministro de Guerra en París como destinatario; 2) esta correspondencia se encuentra en un solo tomo (en realidad caja) del SHD; y 3) la foliación de este tomo (caja) no es regular; en adelante, las citas del Agregado se identifican por su apellido, el número consecutivo de la carta, su fecha de envío y, por último, los folios o anexos citados dentro de ella, así: Ronin, 17, 19 de ene. de 1931, anexo 1.
26 Denis Rolland, "'L'Amérique a cessé de regarder vers l'Europe'? La France, un modèle qui s'efface en Amérique latine", L'Amérique latine et les modèles européens, ed., Annick Lempérièr (Paris: L'Harmattan, 1998) 393-430.
27 Como puede verse a lo largo de la extensa correspondencia del capitán Ronin y también en: James Carey, Peru and the United States, 1900-1962 (Indiana: University of Notre Dame Press, 1964) caps. 3-6; Ronald Bruce St. John, La política exterior del Perú (Lima: Asociación de Funcionarios del Servicio Diplomático del Perú, 1999) 153. En Centroamérica y el Caribe se empleaban, además, medios menos sutiles. Peter Smith, Talons of the Eagle. Dynamics of U.S.-Latin American Relations (New York: Oxford University Press, 2000) 38-62.
28 Carlos Alzamora, Leguía. La historia oculta (Lima: Titanium, 2013) 122-129; Carlos Contreras y Marcos Cueto, Historia del Perú contemporáneo (Lima: Instituto de Estudios Peruanos / Universidad Católica / Universidad del Pacífico, 1999) 241-261; Margarita Giesecke, La insurrección de Trujillo. Jueves 7 de julio de 1932 (Lima: Fondo Editorial del Congreso del Perú, 2010) 18-21, 48-49; Enriqueta Leguía Olivera, Un simple acto de justicia. La verdad desnuda sobre los gobiernos y obras de Augusto B. Leguía (Lima: Horizonte, 2012) 79-87; Juan Luis Orrego, El Perú del siglo XX (Lima: Universidad Católica, 2014) 33-41; Franklin Pease, Breve historia contemporánea del Perú (México D. F.: Fondo de Cultura Económica, 1995) 162-170.
29 Carey 58-59, 83-86; Cobas 53-57, 146-147.
30 Daniel Masterson, Fuerza armada y sociedad en el Perú moderno: un estudio sobre relaciones civiles-militares, 1930-2000 (Lima: Instituto de Estudios Políticos y Estratégicos, 2001) 50-51, 100-101.
31 Cobas 49-53; Masterson 51-52.
32 Ronin, 48, 23 de mar. de 1931; Ronin, 70, 22 de abr. de 1931.
33 "Enfin et surtout aucune affaire ne se conclue ici sans avoir fortement impressionné l'acheteur par des moyens qui n'ont rien à faire avec son patriotisme [...]. Et ceci, seules les maisons ou leurs représentants peuvent le faire s'ils n'y voient aucun inconvénient d'un ordre moral". Destacado en el original. Ronin, 48, 23 de mar. de 1931, ff. 1-3; Ronin, 70, 22 de abr. de 1931, f. 4.
34 Contreras y Cueto 261-262; Orrego 98-101; Pease 170-172; Steve Stein, Populism in Peru. The Emergence of the Masses and the Politics of Social Control (Madison: The University of Wisconsin Press, 1980) 83-100.
35 Ronin, 54, 8 de abr. de 1931, ff. 1-2.
36 Quien visitó al Agregado en su casa, al menos en una ocasión, para llevarle un mensaje de su marido, Ronin, 264, 28 de sep. de 1932, f. 1.
37 "Je dois dire que j'éprouve quelque honte à parler d'un second procédé que s'il peut réussir ne brille pas par son acte moral [...]".
38 "Je veux dire par là qu'il aurait aussi le pouvoir de laisser tomber un ou deux millions à bon escient pour arriver à ses fins [...]".
39 "Je ne présente pas ce procédé comme étant mon propre enfant, tout au plus comme un bâtard [...]. Je sais tout ce qu'il y a de critiquable, je n'ignore pas qu'en France il est justiciable des lois et qu'il s'appelle juridiquement je crois "corruption de fonctionnaire". Mais je crois que la question vue de ce coté du Pacifique serait jugée avec beaucoup plus d'indulgence".
40 Ronin, 125, 21 de sep. de 1931, ff. 1-5.
41 Ronin, 88, 16 de jun. de 1931, ff. 1-3; Contreras y Cueto 264-267; Giesecke 103-108; Orrego 106-111; Pease 172-175, 178-179; Stein 101-128, 188-202.
42 "Il serait fort amusant mais tres peu sage de se permettre d'émettre des pronostics [...]. Mais si le conspirateur d'antan masque un dictateur, si le petit 'cholo' violent et primaire intoxiqué et ébloui par son aventure merveilleuse mecontente les bonnes fées qui le guident [miembros del partido civilista]par son indépendance il risque fort de redescendre rapidement une pente qu'il n'aurait au fond jamais dû monter". Ronin, 155, 9 de dic. de 1931, f. 5.
43 "[...] déclaré sans ambages à Mr le Ministre de France (avant d'être nommé ministre d'Etat) qu'il désirait une solution rapide de cette affaire [Schneider] tant dans l'intérêt général que dans son intérêt particulier [...] On ne peut être plus franc [...] Il faudrait je crois que l'on prévient Schneider de ces bonnes dispositions ainsi que de la mentalité de son débiteur", Ronin, 155, 9 de dic. 1931, f. 3.
44 Tal vez quiso decir que no quería más intermediarios que él mismo.
45 "Le ministre de la guerre m'a donné l'impression très nette de vouloir traiter cette affaire lui-même et sans intermédiaire ce qui est excellent à tout point de vue. Mais il est probable qu'il espère ne pas être 'oublié' personnellement et je suis en effet nettement d'avis de ne pas 'l'oublier' non seulement en raison du règlement de la dette qu'en vue des achats futurs possibles".
46 Ronin, 156, 12 de dic. de 1931, f. 3.
47 "[...] honnête homme et bon Français [...] mais aussi fidèle fonctionnaire du Gouvernement péruvien et au surplus sans relations et sans idées générales [...]".
48 Ronin, 159, 19 de dic. de 1931, f. 1 y anexos.
49 Ronin, 200, 28 de marzo de 1932, ff. 1-2.
50 Contreras y Cueto 267; Orrego 111-112; Pease 179-180.
51 "Personne au monde ne peut prévoir qui sera au pouvoir au Pérou dans 6 mois", Ronin, 218, 17 de may. de 1932, f. 1.
52 Donde había vivido con su familia después de ser desterrado por Leguía, Ronin, 132, 15 de oct. de 1931, f. 1.
53 "[...] le caractère de son prédécesseur" parece sinónimo de "la mentalidad de su deudor", expresión citada anteriormente, Ronin, 177, 31 de ene. de 1932, ff. 1-2; Ronin, 225, 31 de may. de 1932, f. 1.
54 Esta información no estaba confirmada, Ronin, 246, 22 de julio de 1932, ff. 1r.-v. y dos anexos.
55 Ronin, 239, 8 de jul. de 1932, ff. 1-2; Contreras y Cueto 251, 268; Giesecke cap. 5; Orrego 112-114; Pease 180-182, 184-185.
56 Ronin, 245, 19 de jul. de 1932, f. 1.
57 Ronin, 257, 3 de sep. de 1932, f. 1. No parece lógico comprar aviones para debelar una rebelión interna pero no debe olvidarse que los apristas habían sido bombardeados desde el aire y que los aviones también podían ser utilizados contra Colombia. Las ametralladoras, por su parte, podían erradicar compatriotas o extranjeros.
58 Ronin, 316, 16 de feb. de 1933, f. 3.
59 Ronin, 292, 23 de nov. de 1932, f. 1.
60 Ronin, 263, 27 de sep. de 1932, f. 1.
61 Ronin, 76, 16 de may. de 1931, f. 1.
62 "Quoiqu'il puisse en être si j'étais la S.G.A. je procéderais de la manière suivante: à la première défaillance je préviendrais le gouvernement que je retarde considérablement mes délais de livraison. Et au cas de paiements réguliers (ce dont encore une fois je doute fort) je m'arrangerais pour ne livrer que ce qui a été payé et je m'efforcerais d'échelonner mes livraisons", Ronin, 318, 20 de feb. de 1933, f. 1.
63 Según el informe oficial, que circuló en Lima, la flota colombiana había sido rechazada, Ronin, 316, 16 de feb. de 1933, f. 4 (P. S.).
64 Se trataba de la empresa Zbrojovka Brno n.p., que había vencido en las pruebas a Madsen, de Dinamarca y a Hotchkiss, de Francia. Ronin, 308, 10 de ene. de 1933, f. 1.
65 "préconisée par un homme d'affaires très au courant des mœurs spéciales de ce pays: Confier le dossier et les intérêts de Schneider à un grand avocat péruvien spécialiste dans ce sortes de recouvrements qui hélas abondent. Lui offrir un pourcentage élevé (10 % par exemple) sur toutes les sommes encaissées. Le gros bénéfice en perspective allécherait l'avocat en lui permettant d'acheter certaines consciences qui d'ailleurs ne demandent qu'à se vendre [...] C'est en effet à mon avis l'ultime ressource", Ronin, 319, 21 de feb. de 1933, ff. 1r.-v.
66 "Je suis on ne peut plus heureux de l'arrivée de ce représentant [...] ", Ronin, 302, 23 de dic. de 1932, ff. 1-2.
67 Ronin, 331, 3 de abr. de 1933, f. 1. En septiembre del año anterior había sido nombrado ministro de obras públicas, Ronin, 259, 15 de sep. de 1932, f. 1.
68 Con esta compra el Ejército peruano doblaría la cantidad de sus baterías. A finales de 1931 solo tenía 2 de campaña, 28 cañones de montaña —que equipaban 7 baterías— y 11 baterías Krupp del siglo XIX (en los depósitos), Georges Ronin, "Plan de rensegneiments 1931", SHD, Paris, serie N (Troisième République, 18721940), subserie 7N, t. 3411, f. 139.
69 Se decía que Benavides, cuñado del Ministro de Marina y Aviación, había desembarcado en el Callao con los contratos de compra de 6 aviones tipo Fairy-Armstrong, listos para ser firmados, Ronin, 337, 17 de abr. de 1933, f. 1r.-v.
70 Orrego 115-116; Pease 185.
71 "A levé les bras au ciel et lui a répondu que dans dix mois la guerre serait finie". Al nombrar Benavides su primer gabinete, dijo Ronin: "étant blanc et réactionnaire a tout naturellement choisi ses collaborateurs dans sa race et dans son milieu social", Ronin, 372, 6 de jul. de 1933, f. 1r.-v.
72 Ronin previno a su superior: "Il faut à mon avis qu'en aucun cas on ne sache d'où proviennent ces cannons". Las condiciones eran excelentes: tres pagos, el último sobre entrega, Ronin, 341, 27 de abr. de 1933, f. 1r.-v y P. S. (2 de may. de 1933, f. 2r.v.).
73 Ronin, 343, 2 de may. de 1933, f. 1.
74 Ronin, 345, 11 de may. de 1933, ff. 1r.-v.-2; Ronin, 354, 28 de may. de 1933, ff. 1r.-2v.
75 "Comme rien ne se fera sans l'assentiment du colonel Rodríguez, ce "chassé-croisé" ne modifie en rien notre excellente position actuelle", Ronin, 373, 9 de jul. de 1933, f. 1.
76 Ronin, 367, 27 de junio de1933, f. 1r.-v.; Ronin, 370, 4 de jul. de 1933, f. 1.
77 "Il nous a fait comprendre qu'il achèterait en France tout le matériel radio ou autre dont le Pérou pourrait avoir besoin".
78 "Ayez toute confiance à ce sujet, je m'engage d'une manière ou de l'autre à faire face aux obligations contractées".
79 "Je crois en effet que l'on peut faire toute confiance au colonel Rodríguez", Ronin, 389, 1 de septiembre de 1933, f. 1.
80 "Fournitures de matériel de guerre faites par l'industrie française au gouvernement péruvien", Paris, 15 de diciembre de 1933. SHD, serie N (Troisième République, 1872-1940), subserie 7N, t. 3413. De acuerdo con el Anuario de comercio de armas y munición de la Sociedad de Naciones, Perú compró armas y material de guerra a Francia por más de un millón de soles oro en 1933, pero las compras a Japón ese año casi alcanzan los dos millones de la misma moneda, Société des Nations, Annuaire statistique du commerce des armes et des munitions (Ginebra: 1935) 293.         [ Links ]
81 Aunque los problemas no faltaron entre alemanes y bolivianos, Dunkerley 94-96.
82 "D'une [relation] intime avec la Légation qui a été parfois en mesure de [pro] longer son action et assez heureuse pour lui donner [un ap] pui non négligeable", Ronin, 354, 28 de mayo.de 1933, ff. 1r.-2v. M. Palle vendió a Bolivia, en plena guerra del Chaco, 8000 obuses. El Ministro de Guerra de este país era favorable al material francés, pues todas las cosas militares alemanas habían caído en desgracia, Ronin, 367, 27 de jun. de 1933, f. 1r.-v.
83 Ronin, 197, 18 de mar. de 1932, f. 1.
84 "[...] que l'on vend à la ferraille".
85 Ronin, 22 bis, 27 de ene. de 1931, f. 2.
86 "Le bon sens est perpétuellement en déroute"; "depuis sa fondation le Pérou n'a eu que des gouvernements anormaux"; "la ténacité n'est pas une qualité péruvienne"; "ce peuple porte encore en lui-même la passivité imposée par la main de fer des Espagnols et des dictateurs du siècle dernier", Ronin, 44, 10 de mar. de 1931, f. 1; Ronin, 78, 27 de may. de 1931, f. 1; Ronin, 164, 26 de dic. de 1931, f. 3; Ronin, 219, 25 de may. de 1932, f. 1.
87 Otra posibilidad, que no puede descartarse, es que la vieja deuda haya sido pagada a Schneider y que este arreglo le haya abierto de nuevo las puertas del mercado peruano. Pero Ronin no dice una palabra al respecto, en su correspondencia.
88 Alfonso Quiroz, Historia de la corrupción en el Perú (Lima: IEP, 2013). La edición original en inglés fue publicada en el 2008.
89 Carlo Ginzburg, El juez y el historiador (Madrid: Anaya-Mario Muchnik, 1993).


OBRAS CITADAS

I. Fuentes primarias

Archivos

Service Historique de la Défense (SHD), Paris.

Documentos impresos y manuscritos

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