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Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura

versão impressa ISSN 0120-2456

Anu. colomb. hist. soc. cult. vol.43 no.1 Bogotá jan./jun. 2016

https://doi.org/10.15446/achsc.v43n1.55063 

DOI: 10.15446/achsc.v43n1.55063

Editorial

Los protagonistas esta vez: los cerdos. Y con seguridad también un "negro" llamado Pasos, su verdugo. Con esta trama de Mauricio A. Gómez Gómez abre el presente número, resultado de la convocatoria Tema Libre. Indudablemente existen varios clásicos sobre la historia de los animales. Por ejemplo, son muy conocidos el análisis simbólico sobre las peleas de gallos en Bali de Clifford Geertz y la matanza de gatos en París de Robert Darnton. Pero, esta vez, el presente número nos remite a otro lugar, a otro tiempo y a otros animales: los porcinos en la provincia de Antioquia, en el siglo XVIII.

Sus cabildos ordenaban el sacrificio de cerdos callejeros para contravenir la falta de limpieza; sin embargo, dicho mandato encriptaba varios elementos sociales y políticos. El sacrificio de cerdos callejeros era solo una estrategia de las elites para impedir que los sectores pobres de la población adquirieran beneficios económicos, y así garantizar que las personas sin privilegios ocuparan su tiempo en trabajos enmarcados en el servilismo: minería, agricultura

o ganadería. A la luz de la investigación, el cerdo se revela como portador de significado, a saber: pobreza, castas, en tanto no-español. Dicha codificación permitía proyectar toda clase de prejuicios no solo en contra del animal: también en contra de aquellos individuos que, a menor escala, obtenían provecho de las bestias. Mientras que en el contexto ibérico el cerdo era bien visto, en razón de que su consumo permitía distanciarse del judaísmo y el criptojudaísmo, en la Colonia adquirió connotaciones peyorativas relacionadas con la pobreza que evidencia históricamente una de las tantas formas de dominación colonial.

Pasamos de los cerdos a los mapas. Y aunque el animal y la cultura material poco tienen en común, encontramos un importante conector sobre diferentes formas de dominación colonial. El artículo elaborado por Santiago Pérez Zapata reconstruye la historia del mapa Descripción geográfica del virreinato de la Nueva Granada (1781). Adicionalmente discute el perfil cultural de sus autores, reconoce las tensiones sociopolíticas del momento y, por último, problematiza los mapas como un instrumento de poder y control. Este último elemento sobresale a todas luces y nos sensibiliza ante el siguiente hecho: la representación del espacio permite conocer, y gracias al conocimiento es posible la localización de aquellos indígenas sujetos al tributo. El mapa ofrece así un complemento a las visitas coloniales, realizadas para controlar el dominio español.

Así las cosas, es claro que los dos trabajos en este número sobre la Colonia discuten las políticas de control y dominación desde una visión bastante creativa: el primero a través del sacrificio del cerdo, el segundo a partir del levantamiento de un mapa. A pesar de las fuertes diferencias, las dos prácticas estaban dirigidas a conservar el orden colonial, tanto desde su estratificación social y laboral, como desde sus obligaciones tributarias.

Permítanme trastocar el orden de la presentación y anticipar dos artículos de la sección de América Latina y más adelante volver nuevamente a Colombia, me tomo esta licencia para rescatar una interesante tensión entre encierro disciplinar (panóptico) y descontrol disciplinar (guerra). A los anteriores trabajos se le suma el estudio de Clóvis Gruner, en esta oportunidad, sobre Brasil decimonónico, específicamente sobre la provincia de Paraná. Se trata de la necesidad de instaurar el castigo controlado a través de algo que todavía no existía en dicha región: la cárcel. La autora analiza cómo, durante el proceso de modernización y de ordenación jurídica, se lanzó el proyecto de construcción de una penitenciaría. Contener al criminal, y en esta medida, proteger la vida y la propiedad privada, va de la mano con una triada decisiva: el sustento jurídico, manifiesto en el código criminal, da paso al método del aislamiento a través del panóptico, y todo ello en medio de la modernidad, siempre diversa. Sin embrago, la construcción de la penitenciaría, fracasó. ¿Por qué? La lectura del artículo, nos lleva a reflexionar sobre lo distante que estuvo la modernidad a la hora de materializar proyectos lineales en tanto fisuras de control y castigo.

A primera vista pareciera que la portada de este número está relacionada unicamente con el artículo de los cerdos antioqueños. La apariencia, sin embargo engaña. La litografía El Lavatorio de Cerdo de la segunda mitad del siglo XIX hace alusión al sujeto incorregible, imposible de "limpiar", tal como lo comprueba la Fábula en verso Castellano del poeta Miguel Agustín Príncipe que ilustraba la obra:

[...] Es luchar contra el síno Con que vienen al mundo ciertas gentes Querer hacerlas pulcras y decentes: El que nace Lechon, muere Cochino.1

Desde esta perspectiva cualquier intento de "lavado" estaba sujeto a fracasar, aunque se hicieran los mejores esfuerzos (lavanderas distinguidas, colonias, jabones, bañeras y limpiones) el cerdo siempre "sucio" será. Se trata indudablemente de una alusión alegórica en la cual el incorregible se representa como un cerdo, su regeneración es imposible. Por lo anterior, la portada hace más bien referencia a la inmutabilidad de carácter, planteamiento esencial que justificaba el encierro, las colonias penales e incluso, en algunos casos, la pena de muerte.

Después de conocer los tres estudios que versan de forma directa o indirecta sobre elemento disciplinarios, pasamos al descontrol de la guerra y las prácticas de pillaje. Patricio Rivera Olguín discute la Guerra del Pacífico (1879-1884) entre Chile, Perú y Bolivia. Desde la perspectiva de la cotidianidad, nos invita a entender de cerca las conductas de los soldados, quienes en principio personifican el ser disciplinado. Antes bien, a la luz de la documentación a la cual poco acceso tenemos, se adentra en sus acciones en medio de la guerra. Desde este prisma, el autor logra ahondar en medio de la guerra el saqueo, la falta de alimentación, el reclutamiento forzoso, la tecnología bélica y la búsqueda de alcohol. La anomia de la guerra y su deshumanización del adversario, oscilante entre la inexistencia del control y, a su vez, el control de la muerte y el saqueo.

Regresemos a Colombia. Del control de los cerdos, la localización mediante mapas, la cárcel y el descontrol del pillaje, pasamos a la libertad de lectura. Para ser precisos, Rafael Acevedo presenta un estudio sobre la producción y comercialización de libros en Colombia, específicamente en Cartagena del siglo XIX. Su investigación plantea que la sociedad republicana estuvo sujeta a la dinámica de impresión y comercialización de libros, en alguna medida, como resultado de una insistencia por la alfabetización y el uso de la libertad de imprenta. Aunque en la Colonia la impresión de libros había estado sujeta a la censura, incluso al posible castigo, el autor insiste en las demandas de la alfabetización y las negociaciones de los autores con los gobiernos locales y nacionales en aras de la producción de letras. El autor contribuye así a un tema sobre el cual existen evidentes lagunas, sobre todo, en los aspectos regionales.

De la producción de libro en Cartagena pasamos a la pornografía literaria y con ello a las sexualidades marginadas y su relación con la cultura popular. Con base en lo anterior, Diana Carolina Gutiérrez y Joseph Rodrigo Mejía Ama analizan la zona de tolerancia en Cali entre 1960 y 1970, también a través de la prensa de la época. En ella encuentran un imaginario sobre la anormalidad, la inmoralidad y la transgresión de la norma sexual; los autores logran articular en un juego riesgoso de escalas la literatura sexual de Hernán Hoyos con aquella zona de tolerancia en la cual circulaban los pasquines y revistas pornográficas. A partir de algunas herramientas de Mijaíl Bajtín (quien discute temas para la Edad Moderna), los autores, en un malabar metodológico, se lanzan a plantear las sexualidades marginadas desde la cultura popular. Queda abierta la pregunta sobre elementos sociales, raciales y sobre explotación sexual; aun así, se trata de un artículo sugerente y con seguridad también provocador.

Llama la atención que mientras el trabajo de Acevedo nos permite acercarnos a la modernidad como un elemento emancipatorio a través de la lectura y la circulación de saberes, los ejemplos sobre guerra y sexo se detienen en la inversión del proyecto civilizatorio de la modernidad. Por un lado, el representante de la bandera patria, el soldado (quien personifica masculinidad y disciplina), incurre en pillaje, saqueo y muerte; por otro, la "desviación" de la normatividad sexual cuestiona la moralidad de las costumbres ancladas en su época.

Pues bien, los tres capítulos nos hacen reflexionar, por una parte y para ese entonces, sobre la tal vez sorpresiva insistencia en las letras, pero también nos hace pensar sobre la cotidianidad de la violencia en medio de la guerra; por otro lado, también nos hace reflexionar sobre las fronteras grises entre libertad y diversidad sexual. La lectura en conjunto representa una fuerte tensión que nos hace volver a una vieja hipótesis sobre la ambivalencia de la modernidad, pero esta vez desde entradas diferentes: pillaje, lectura y sexo. O dicho de otra forma: violencia, acceso al saber y sexualidad se muestran como diferentes formas de cuestionar el orden, y a la vez se escenifican como medios para fundar nuevos ordenamientos.

Sobre el siglo XX, este número incorpora dos artículos adicionales que discurren sobre el tema de la tierra. Por un lado, tenemos el trabajo de Juan Carlos Quejada Camacho sobre el manejo estatal de baldíos en el Valle del Cauca (1910-1920) y el trabajo colectivo de Maite Yie Garzón y María José Acevedo sobre cómo se construyó desde la prensa la voz del campesino (1958-1962). Así las cosas, Quejada discute la transferencia de baldíos en medio del mercado interno y externo, proceso durante el cual el Estado tuvo una incidencia decisiva en la configuración del espacio. El Estado, sin embargo, no entendido como algo uniforme o central, sino a través de sus ramificaciones manifiestas en gobernaciones y órganos locales. Si para el autor queda claro que la trasferencia de baldíos fue beneficiosa para particulares, el departamento y su economía, queda abierta la pregunta: ¿a quién perjudicó? Yie y Acevedo plantean que la construcción impositiva de la voz del campesino desde la prensa implicó interpelarlo desde lo moral, lo laboral, lo religioso y como ciudadano. Desde dos perspectivas diferentes se muestra, por un lado, las formas con las cuales se determina el espacio y la tierra y, por otro, la imposición de la voz a quienes viven y trabajan la tierra. Con relación a la historia del presente, anclada en el siglo XXI, se presenta un último estudio de caso sobre Bolivia, en una transición entre crisis económica y ciclo rebelde, en los años 2000-2005. Vale la pena rescatar el triunfo contra la privatización trasnacional del agua, la defensa de las plantaciones de coca y la reapropiación del servicio de gas. Los recursos naturales (agua, coca y gas) se convierten así en elementos politizados que conllevaron al triunfo de Evo Morales, tal como lo explica Darío Restrepo, el autor del artículo.

El número cierra con unas consideraciones tanto historiográficas como teóricas sobre la disciplina de la historia. Lo interesante de ello es que, en su conjunto, son diversas. En primer lugar, tenemos un aporte sobre las reflexiones teóricas de Michel Foucault para la historia y la trasformación ética de los sujetos; en segundo lugar, una apuesta a la hora de presentar reflexiones sobre el tiempo histórico y la representación en la histórica de Reinhart Koselleck. Cierra este apartado un trabajo de Frank Molano, quien discute el surgimiento del campo de la historia ambiental urbana en medio de una multiplicidad de aportes de América Latina, Estados Unidos y Europa.

Los tres trabajos, brindan elementos de reflexión sobre las formas de recepción en la historiografía colombiana de dichas propuestas. Con relación a aquellas investigaciones foucaultinas valdría la pena considerar qué tanto se conoce al Foucault tardío, quien insiste en los sujetos a diferencia de un Foucault más joven. Sobre todo, ante el hecho de que la historiografía colombiana ha implementado al pensador francés desde los conceptos de la guerra de raza, el poder pastoral y la biopolítica, pero poco desde los sujetos. Con Koselleck tal vez haya sucedido lo contrario, mientras que en la obra monumental Geschichtliche Grundbegriffe la historia conceptual, respaldada adicionalmente por Otto Bruner y Werner Conze, se entendiera como un complemento de la historia social alemana, en la cual los sujetos poca incidencia tenían; la recepción de la historia conceptual en Colombia le da cada vez más importancia a las prácticas de los individuos. Discutamos la importancia de lo ambiental, también en medio de lo urbano, para sensibilizarnos ante la naturaleza atravesada por la construcción social, cultural y económica. En otras palabras, aprovechemos estos tres artículos para pensar: ¿cómo estamos apropiando y redimensionado dichas corrientes a luz del material empírico que brinda el pasado colombiano, tan rico y problemático en su diversidad?


Notas

1 Miguel Agustín Príncipe, "El lavatorio del Cerdo", Fábulas en verso castellano y en variedad de metros (Madrid: Imprenta de D. M. Ibo Alfaro, 1862) 4.


MAX S. HERING TORRES
Director y editor
Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, Colombia