SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.44 número1Bruno Théret, ed. La moneda develada por sus crisis. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2014. 688 páginas índice de autoresíndice de assuntospesquisa de artigos
Home Pagelista alfabética de periódicos  

Serviços Personalizados

Journal

Artigo

Indicadores

Links relacionados

  • Em processo de indexaçãoCitado por Google
  • Não possue artigos similaresSimilares em SciELO
  • Em processo de indexaçãoSimilares em Google

Compartilhar


Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura

versão impressa ISSN 0120-2456

Anu. colomb. hist. soc. cult. vol.44 no.1 Bogotá jan./jun. 2017

https://doi.org/10.15446/achsc.v44n1.61242 

DOI: http://dx.doi.org/10.15446/achsc.v44n1.61242

Renán Silva. Lugar de dudas. Sobre la práctica del análisis histórico. Breviario de inseguridades. Bogotá: Universidad de los Andes, 2015. 228 páginas.

Más que dudas e inseguridades, el profesor Renán Silva nos comparte en este breviario sus convicciones y certezas en torno al oficio del historiador, a su ejercicio docente y al lugar institucional de su práctica: los departamentos de historia. El profesor Silva presenta sus reflexiones en seis capítulos: "Historia y ficción", "El pasado es un país extraño", "El presente oculta el pasado", "Etnocentrismo y anacronismo", "El problema del lenguaje" y, por último, "La causa suma, consuela, otorga prestigio, da patente de superioridad moral y nos permite tener buena consciencia frente al prójimo". Estos capítulos están antecedidos por una presentación general sobre el posmodernismo y la desestructuración de un oficio. El libro cierra con una reflexión sobre el oficio del historiador y sobre cómo este no puede ser una práctica espontánea.

El profesor Silva emprende un ejercicio crítico sobre unas maneras particulares y muy contemporáneas de pensar la historia, las cuales, como lo hacen los fantasmas, recorren los departamentos de historia, las editoriales y los salones de clase y, según él, amenazan con acabar las tradiciones intelectuales que han forjado el trabajo de los historiadores; esto es, la autonomía del conocimiento científico, según la definieron autores clásicos de la teoría social como Norbert Elias. Silva también evoca a Elias para advertirnos sobre el riesgo de escribir historia a partir de intereses particulares e identidades políticas de grupo en contextos de grandes urgencias políticas, como es el caso particular de Colombia hoy en día. El riesgo puede ser aún mayor si a esto le sumamos, como indica Silva, etnocentrismos y anacronismos que al final terminan promoviendo una experiencia propia como si fuera universal. Esta "pareja solidaria de errores", como los llama el autor, estaría indicando cómo se han olvidado las técnicas de objetivación que fueron enseñadas por autores clásicos de las ciencias sociales.

Proyectar hacia el pasado nuestras propias formas de pensar, sentir y valorar es negar la historia misma. Es reeditar la vieja idea de una naturaleza humana inmutable en el tiempo. A propósito de esto, el autor enfatiza que el pasado es un país extraño. Es decir, hay historias que niegan todo tipo de esencialismos aplicados a las sociedades humanas. Reconocer la diversidad y el cambio en las sociedades humanas fue lo que potenció las ciencias humanas y sociales. Esto, aunque pueda sonar elemental para un estudiante de ciencias sociales, a veces no es tan claro cuando se hacen exóticas las diferencias, o cuando se fundan identidades étnicas apelando a historias atadas a inmediatismos políticos. El vínculo entre pasado y presente del que tanto se han ocupado los historiadores no es una relación simple y evidente. Tanto que pareciera que el presente oculta al pasado. Con esta expresión el autor plantea que la relación pasado-presente es siempre compleja y se resiste a ser simplificada; va más allá "de nuestras filias y de nuestras fobias". La alternativa al camino fácil de lo políticamente correcto que han tomado no pocos profesores de historia y de ciencias sociales es "adoptar un espíritu de aventura y un clima de libertad, un radical atreverse a pensar". Estas son las palabras del profesor Silva, quien hace parte de una generación de investigadores que contó con espacios de docencia e investigación en universidades públicas. Desde allí formaban nuevas generaciones de investigadores a la par que publicaban la Historia de Colombia según los parámetros propios de las ciencias sociales y con fuerte influencia de los historiadores que participaban de la revista francesa Annales. Era la época de una gran convergencia en torno a la problemática sobre la sociedad y la economía colonial o la estructura económica y social del periodo republicano. Esta convergencia se traducía en amplios debates en torno a lo que Colmenares llamaba el orden de las magnitudes.

Así, los historiadores nacionales invitaban a sus pares extranjeros dedicados al estudio de Colombia, para debatir evidencias empíricas y horizontes explicativos. Las memorias de estos encuentros muchas veces fueron publicadas por el Fondo de Promoción de la Cultura del Banco Popular y el Fondo Cultural Cafetero, entidades que le ofrecían un gran apoyo a los investigadores en ciencias sociales en general y a los historiadores en particular. Estos textos se convertían en guías metodológicas ampliamente usadas por los jóvenes universitarios que cursaban sus carreras en el ámbito de las ciencias sociales. Revistas como el Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura (achsc) y el Boletín Bibliográfico y Cultural del Banco de la República nos permiten trazar un perfil de las investigaciones que adelantaban los profesores de un departamento específico. Así mismo, las reseñas escritas por ellos nos muestran la manera como se incorporaban críticamente los nuevos textos a sus propios horizontes investigativos. Es la época en que no había preocupación alguna por indexar revistas y los profesores publicaban en las revistas de sus propios departamentos académicos o en revistas no universitarias pero de gran influencia intelectual, como lo era la desaparecida revista Eco. En estas revistas el editor y el consejo editorial decidían qué artículos se publicaban, proceso mediante el cual marcaban el alcance de la revista.

Esa generación supo tomar distancia de las urgencias políticas que reclamaban diversos grupos del espectro político nacional y deshicieron las imágenes fáciles y ligeras del pasado construidas por algunos intelectuales ampliamente comprometidos en las más diversas contiendas políticas. Silva enfatiza insistentemente en la necesidad de estudiar el pasado de una manera compleja y crítica, que evite proyectar nuestros propios anhelos políticos a una sociedad del pasado. Él ve con preocupación el poco sentido crítico con que se han adoptado enfoques teóricos e historiográficos que ubican a las ciencias sociales en general y en particular a la historia en el ámbito de la ficción. Enfoques audaces y cautivantes que para muchos son verdaderas vanguardias. La tensión entre historia y ficción o el problema del lenguaje tienen una amplia historia y han ocupado un lugar central en la filosofía y en las ciencias sociales por largo tiempo. Examinar estas tradiciones debe ser el primer paso para abordar con toda profundidad estas tensiones y problemas.

Silva, como integrante de una decisiva generación de intelectuales colombianos, no mira con desdén a las nuevas generaciones de intelectuales y académicos colombianos, sino que, por el contrario, hace el llamado a una tradición intelectual que potencie críticamente a nuevas generaciones de académicos que tienen sus propios retos intelectuales y unos propósitos que son invariantes: avanzar en la comprensión de nuestro propio tiempo y en el conocimiento de la historia. La conclusión del autor es que la historia no es un oficio que se pueda ejercer de manera espontánea y sin mayor preparación. En mi opinión, la verdadera urgencia es comenzar a pensar en un currículo y en unas prácticas docentes que permitan formar historiadores en su más profundo sentido.

Este libro es en verdad un abreboca para abordar grandes problemas de la historia como disciplina y su enseñanza. Disfruté mucho la lectura de este texto por su estilo caustico, sin concesiones de ningún tipo. Podrán algunos plantear que este texto ejerce una crítica indeterminada. Es decir, que no tiene como foco a unos autores o a una producción académica en concreto. Pero creo que el interés del autor es criticar un ambiente intelectual que muchos lo percibimos. Este libro es en gran medida la autobiografía intelectual de un gran investigador que nos comparte su concepción en torno a unas prácticas académicas y los textos más significativos de lo que ha sido su vida intelectual.

Aristides Ramos Peñuela
Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia
aristides.ramos@javeriana.edu.co

Creative Commons License Todo o conteúdo deste periódico, exceto onde está identificado, está licenciado sob uma Licença Creative Commons