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Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura

Print version ISSN 0120-2456

Anu. colomb. hist. soc. cult. vol.44 no.2 Bogotá July/Dec. 2017

https://doi.org/10.15446/achsc.v44n2.64019 

DOI: 10.15446/achsc.v44n2.64019

Lucha por el poder y representación política del campesinado: los exguerrilleros liberales del sur del Tolima, 1957-1960*

The Struggle for Power and Political Representation of Peasants: Former Guerrillas from Southern Tolima, 1957-1960

Luta pelo poder e pela representação política do campesinato: os ex-guerrilheiros liberais do sul de Tolima, 1957-1960

DAVID FELIPE PEÑA VALENZUELA**
Universidad de los Andes
Bogotá, Colombia

* Este artículo es producto de la investigación realizada para optar por el título de magíster en Historia en la Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de los Andes, dirigida por Ricardo Arias Trujillo.
** ffpp8709@gmail.com

Artículo de investigación
Recepción: 2 de junio del 2016. Aprobación: 23 de noviembre del 2016.

Cómo citar este artículo
David Felipe Peña Valenzuela, "Lucha por el poder y representación política del campesinado: los exguerrilleros liberales del sur del Tolima, 1957-1960", Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura 44.2 (2017): 171-197.


RESUMEN

El sur del Tolima (Colombia) fue un escenario protagónico a comienzos del Frente Nacional, porque en ese lugar convergieron las políticas de paz y guerra del nuevo régimen que permitieron que las guerrillas liberales y comunistas participaran en la vida legal. El objetivo del presente artículo es mostrar el proceso de inserción de los exguerrilleros liberales en la política civil, con el fin de cuestionar el papel que la historiografía colombiana les ha asignado hasta el momento, esto es, el de agentes al servicio de la clase dirigente. Por el contrario, ellos representaron los intereses de una región donde predominaba un campesinado de reciente colonización.

Palabras clave: (Autor) exguerrilleros, Frente Nacional, política local; (Thesaurus) guerrilla, liberalismo, comunismo.


ABSTRACT

As the point of convergence of the new regime's peace and war policies that allowed liberal and communist guerrillas to participate in legal political life, the south of Tolima (Colombia) was a critical scenario during the first years of the National Front (Frente Nacional). The objective of this article is to trace the process of reinsertion of former liberal guerrillas into civilian politics, in order to question the role assigned to them thus far by Colombian historiography: that of agents at the service of the ruling class. On the contrary, they represented the interests of a region populated predominantly by peasants who had recently settled there.

Keywords: (Author) former guerrillas, local politics, National Front (Frente Nacional); (Thesaurus) communism, guerrillas, liberalism.


RESUMO

O sul de Tolima (Colômbia) foi um cenário protagonista no começo da Frente Nacional, porque nesse lugar convergiram as políticas de paz e guerra do novo regime que permitiram que as guerrilhas liberais e comunistas participassem da vida legal. O objetivo deste artigo é mostrar o processo de inserção dos ex-guerrilheiros liberais na política civil a fim de questionar o papel que a historiografia colombiana lhes tem dado até o momento, isto é, o de agentes a serviço da classe dirigente. Pelo contrário, eles representaram os interesses de uma região onde predominava um campesinato de recente colonização.

Palavras-chave: (Autor) Frente Nacional, ex-guerrilheiros, política local; (Thesaurus) comunismo, guerrilha, liberalismo.


Introducción

El sur del Tolima fue un escenario clave durante la guerra civil conocida como La Violencia1 (c. 1947-1957), porque allí convergieron guerrillas influenciadas por diferentes corrientes políticas que, con el tiempo, se fueron encuadrando en la polarización mundial de la Guerra Fría. En este lugar se organizaron guerrillas de orientación comunista y liberal, las cuales convergieron en la región de Herrera, hacia 1951 aproximadamente, como consecuencia de la retirada de las guerrillas comunistas de la provincia de Chaparral ante la presión del Ejército Nacional.2 El encuentro de las guerrillas dio paso a la creación de un comando conjunto que empezó a operar en un lugar conocido como "El Davis".3 Sin embargo, este proceso de unidad no duró mucho, porque en el territorio se desató un conflicto entre las dos facciones que duró hasta 1957 para reanudarse en 1960 durante el Frente Nacional. Las guerrillas liberales se opusieron a los controles que ejercían los comunistas, quienes buscaron imponer formas de colectivización de la vida cotidiana y la prohibición de los ritos religiosos. Para los comunistas, la causa del conflicto era la indisciplina de los guerrilleros liberales y la influencia anticomunista de los dirigentes del liberalismo.4

Este artículo no aborda el conflicto que se desarrolló entre las guerrillas liberales y comunistas en los años cincuenta, porque existe una importante bibliografía que da cuenta de este proceso (algunos de estos textos serán considerados más abajo). Nuestro interés abarca el periodo de 1957-1960, a comienzos del pacto electoral conocido como el Frente Nacional, donde se hizo un reparto equitativo del poder entre los partidos Liberal y Conservador para posibilitar el retorno a la democracia, cuando varias guerrillas se incorporaron a la vida civil. La razón es muy simple: la historiografía que ha estudiado este proceso ha privilegiado los testimonios elaborados por los combatientes comunistas, quienes definieron a los guerrilleros liberales como gamonales al servicio de los intereses de la clase dirigente. La mayoría de investigaciones se han basado en los testimonios de Pedro Antonio Marín ("Manuel Marulanda" o "Tirofijo"), quien fue durante muchos años el máximo jefe de las FARC, los cuales aparecen tanto en su texto Cuadernos de Campaña como en las entrevistas realizadas por Arturo Alape,5 en las que describió a los guerrilleros liberales como instrumentos de las políticas de la Dirección Nacional Liberal y como figuras despóticas y violentas que se impusieron en la región.

Por ejemplo, en el texto de Medófilo Medina que citamos antes, las guerrillas liberales aparecen claramente alineadas con la estrategia de las Fuerzas Armadas y del Partido Liberal. Medina no aborda el periodo del Frente Nacional, algo que sí ocurre en el texto de Sánchez y Meertens sobre el bandolerismo,6 donde las guerrillas liberales fueron consideradas para mostrar cómo algunas agrupaciones que combatieron durante el periodo de La Violencia fueron cooptadas por el discurso anticomunista del Frente Nacional. Sánchez y Meertens no estudiaron el discurso político que desarrollaron los exguerrilleros liberales, solo consideraron su papel como elementos de la política represiva del régimen.

A comienzos de los años noventa apareció la investigación de Eduardo Pizarro7 sobre las FARC, donde abordó el conflicto que se desarrolló entre estos dos conjuntos. Pizarro fue uno de los primeros autores que estudió la transición de las guerrillas comunistas a la vida civil a comienzos del Frente Nacional. Sin embargo, el autor se apoyó en las entrevistas que realizó Arturo Alape para explicar el periodo, cuyo resultado fue señalar de nuevo que las guerrillas liberales eran tan solo grupos de gamonales al servicio de los intereses de la clase dirigente. Los textos de José Jairo González Arias tienen la virtud de abordar una mayor cantidad de fuentes primarias que no fueron consideradas por otros autores, lo que le permitió identificar los conflictos en el interior de las guerrillas comunistas, aunque no se preocupó por estudiar las características de las guerrillas liberales.8 También se encuentra la investigación de Rocío Londoño sobre Juan de la Cruz Varela. A pesar de que no abordó el conflicto del sur del Tolima, la autora menciona al exguerrillero liberal Silvestre Bermúdez cuando estudia el conflicto que estalló a comienzos de los años sesenta en el Sumapaz. Para ella, Bermúdez simplemente era un gamonal, de modo que ignora la función que él cumplió como líder popular. Finalmente encontramos el artículo de Lukas Rehm,9 donde se utilizan conceptos de la antropología política para comprender las relaciones que establecieron los exguerrilleros liberales con el Frente Nacional para controlar el territorio y reprimir violentamente a la oposición. Sin embargo, el autor no se interesa en conocer el discurso político de estos actores y erra al homogeneizar a todos los exguerrilleros que se aliaron con el Estado, lo que no permite observar otros elementos del panorama político del momento.

Este artículo va en contravía de lo que ha sostenido gran parte de la historiografía hasta el momento,10 insistiendo en la premisa de que no es tan fácil decir que los exguerrilleros liberales del sur del Tolima eran instrumentos de la clase política. Por el contrario, fueron intermediarios de los intereses del campesinado (especialmente de aquel que poseía pequeñas y medianas propiedades) y propugnaron por el desarrollo de la región. Si bien estos excombatientes se articularon a las políticas del régimen, la relación que establecieron con este fue compleja. Entre 1957 y 1960 lucharon para que fuese reconocida la legitimidad de su lucha armada y se convirtieron en políticos locales que demandaron una mayor presencia del Estado en la región. Fueron un movimiento político local, algo que hasta el momento no ha sido reconocido por la historiografía.

Los guerrilleros liberales y su inserción en la política local

El Frente Nacional, pacto que forjaron las elites liberales y conservadoras para repartirse el poder del Estado de manera equitativa con el fin de terminar la confrontación violenta en la que habían sumido al país por casi dos décadas, ha sido recordado más por las restricciones democráticas que impuso y no tanto por la esperanza de paz que representó para las regiones marcadas por la guerra. En el sur del Tolima, región integrada en ese momento por las poblaciones de Rioblanco, Ataco, Chaparral, Natagaima, Coyaima, Prado, Dolores y Alpujarra,11 se anhelaba que el Frente Nacional pusiera fin a tantos años de violencia. Para que eso fuese posible, era fundamental la incorporación a la vida civil de las diferentes guerrillas que allí operaban.

Antes de que surgiera el Frente Nacional, en el sur del Tolima las guerrillas liberales estaban acordando el fin de la confrontación con la Junta de Militar de Gobierno que reemplazó en el poder a Rojas Pinilla, la cual, a su vez, estaba pactando la paz con varias agrupaciones guerrilleras que en ese momento operaban en el país. En agosto de 1957, con la intermediación de los políticos liberales Rafael Parga Cortés, Juan Lozano y Lozano, Rubén Gamboa Echandía y Raúl Ospina Salazar, las guerrillas liberales del sur del Tolima acordaron su incorporación a la vida civil, al tiempo que se presentaron como un movimiento unificado, liberal y democrático, con una clara división de mando, en el Movimiento Liberal Nacional Revolucionario del Sur del Tolima. La siguiente fue la declaración de principios con la que se constituyeron:

Artículo primero: este movimiento y todo su personal, hoy y mañana, y siempre, marchará y profesará una política puramente liberal democrática, o sea aquella misma que nos legaron los próceres del inmarcesible pasado, José Hilario López, Rafael Uribe Uribe, Francisco de Paula Santander, Jorge Eliecer Gaitán y otros, para no hablar sino de los mártires.12

El movimiento siempre dejó en claro su adhesión política al liberalismo, al tiempo que hablaba de un pasado de mártires como forma de justificar su lucha armada, producto de la represión política ante la cual se tuvieron que defender. A su vez, se presentaron como un movimiento cohesionado, con una clara división jerárquica: el líder era Leopoldo García, alias "Peligro"; el Estado Mayor General estaba integrado por Hermógenes Vargas, "Vencedor"; Efraín Valencia, "Arboleda"; Jesús María Oviedo, "Mariachi"; Gerardo Loaiza y Silvestre Bermúdez, "Media Vida". Otros personajes notorios fueron Aristóbulo Gómez, "Santander"; Ignacio Parra, "Revolución", y Germán Dussán, también conocido como "Santander". El movimiento no tenía una fuerte estructura orgánica, pero aparecía como una organización unida, que el Frente Nacional debía tener en cuenta si quería establecer la paz en el sur del Tolima, porque ellos controlaban gran parte del territorio. En ese momento dejaron de pertenecer a un movimiento armado para convertirse en uno político, donde los altos mandos militares pasaron a convertirse en líderes políticos locales. Si el movimiento tuvo éxito en presentarse como una organización política, fue gracias al papel que desempeñaron Silvestre Bermúdez, "Media Vida", y el periódico regional Tribuna en estructurar los principios que guiaron al movimiento, justificar su papel durante la resistencia armada y en visibilizar las necesidades de la región.

El intelectual local y la prensa regional

Cuando fue asesinado el 10 de enero de 1960, Silvestre Bermúdez fue recordado por el diario Tribuna no solo como un exguerrillero, sino también como un maestro que luchó por el desarrollo del sur tolimense, pues demandó constantemente la construcción de escuelas en una región que contaba con una escasa presencia del Estado.13 Bermúdez era uno de los pocos exguerrilleros liberales que tenía estudios de educación básica, porque casi todos eran analfabetas. Había nacido en Prado, Tolima, el 14 de diciembre de 1918, y realizó sus estudios de primaria en Purificación. Una vez terminó la primaria, se dirigió a Bogotá, donde cursó segundo de bachillerato. Posterior a ello, prestó el servicio militar y ascendió a cabo segundo. Luego ingresó a la Policía Nacional por un año y allí trabajó como detective nacional, donde "recibió instrucción de doctores en derecho", según la biografía de Luis Eduardo Cárdenas.14 En Cajamarca fue inspector de Policía y Tránsito y profesor de escuela. Fue en ese lugar donde lo sorprendió la espiral de violencia del 9 de abril de 1949, a causa de la cual perdió una mano y un ojo, razón por la que se ganó el alias de "Media Vida"15 cuando se unió a las guerrillas del sur del Tolima. Una vez retornó a la vida civil en 1957, fue asignado como profesor en Prado,16 lugar donde desarrolló su actividad política antes de ser asesinado.

Su nivel educativo y su papel como maestro le permitieron construir un discurso que sostuvieron los guerrilleros liberales y mediante el cual defendió la lucha armada. Luego se dedicó a promover los intereses de la región, asumiendo el papel de "intelectual local", concepto desarrollado por la historiadora Florencia Mallon:

En los pueblos, los intelectuales locales eran aquellos que intentaban reproducir y rearticular la historia y las memorias locales, y conectar los discursos locales de identidad comunal con los cambiantes proyectos de poder, solidaridad y consenso. Políticos, maestros, ancianos y curanderos. Sabían mediar con el exterior y supervisar los procesos hegemónicos comunales, organizando y moldeando los diferentes niveles de diálogo y conflicto comunal, hasta llegar a un consenso legítimo. Como en cualquier proceso hegemónico, por supuesto, el conflicto y el diálogo no ocurrían bajo condiciones de acceso equitativo al poder y al conocimiento; de hecho, los intelectuales locales tenían un mayor acceso a ambos que el resto de los habitantes del pueblo.17

Desde que se incorporaron a la vida civil, los exguerrilleros liberales tuvieron que defender la legitimidad de su lucha para ser reconocidos como actores políticos y no como delincuentes que no tenían ningún interés en la paz que proponía el régimen. Bermúdez fue el responsable de construir dicho discurso, hilvanando ideas que venían tanto del derecho positivo como de la religión; nociones que no desarrolló a profundidad, pero que eran suficientes para dar fuerza a sus argumentos. En la entrevista que concedió al diario Tribuna, Bermúdez expuso las razones por las cuales estaba justificado el levantamiento armado de los liberales ante la necesidad de salvaguardar sus vidas:

A partir del 9 de abril vimos con tristeza que todos o casi la totalidad de los hogares liberales lo mismo en la ciudad que en los campos eran violentados en todos sus órdenes. Asesinatos aislados en masa, incendios y robos por parte de las autoridades civiles y militares del Gobierno en cooperación con civiles pertenecientes al Partido Conservador. El liberalismo se dirigió a las autoridades centrales, seccionales y municipales equivocadamente. No acataron esas súplicas y en cambio se les continuaba persiguiendo con más aversión. Frente a esta endemia o negación de justicia y relajación de los derechos humanos por parte de las autoridades de casi toda la totalidad [sic.] del país, los hombres de los campos y los pueblos, obrando en armonía con el instinto natural de la conservación de la vida, se refugiaron en determinados lugares desde donde por derecho propio y sin esperar órdenes de nuestros jefes jerárquicos políticos, entramos a hacer uso del derecho de la defensa que la constitución consagra aunque en su letra no lo cumpla.18

La defensa que Bermúdez construyó era fundamental en un momento en el que varias voces de la política nacional y regional se oponían a la amnistía para los combatientes, describiéndolos como simples criminales y no como políticos en armas.19 Se trataba de un discurso que pensaba en el Estado de derecho y en la legitimidad de la defensa que tienen los ciudadanos cuando el Gobierno encargado de protegerlos los agrede. Su planteamiento iba más allá de justificar simplemente una vendetta contra los conservadores.20 De hecho, en otra ocasión mencionó los derechos humanos y la función de las Naciones Unidas en su protección, lo que nos permite ver que él tenía una concepción de la política que iba más allá de los márgenes de la violencia bipartidista.

La lucha de Bermúdez y de los exguerrilleros para que el Gobierno y la sociedad reconocieran su compromiso con la paz y su actividad política era insuficiente si no contaba con el respaldo de otros sectores de la sociedad. En este escenario, el periódico tolimense Tribuna desempeñó un papel crucial al visibilizar y defender a los exguerrilleros liberales durante su proceso de inserción a la vida política legal. Fundado en 1943 por Héctor Echeverry Cárdenas en Ibagué, Tribuna fue un periódico identificado con el movimiento gaitanista; de hecho, por un tiempo se llamó Tribuna Gaitanista. El periódico siempre estuvo alineado con la izquierda del Partido Liberal. En los años sesenta apoyó a López Michelsen y al Movimiento Revolucionario Liberal que este lideró. En 1962 dejó de funcionar debido a problemas económicos.21 El diario fue víctima constante de acciones violentas, especialmente contra su fundador, pues este defendía la resistencia de las guerrillas liberales contra los Gobiernos conservadores. Por esta razón, Echevery fue detenido en 1955 en Cunday por las autoridades militares, quienes lo acusaron de colaborar con las guerrillas del departamento.22 Finalmente, fue asesinado el 14 de junio de 1957, posiblemente por agentes de la policía chulavita. Su muerte causó gran indignación en la prensa nacional. En Ibagué su féretro fue acompañado por una multitud de personas.

El periódico Tribuna se encargó de informar cada una de las acciones que los exguerrilleros liberales emprendieron para solicitar a las autoridades departamentales el desarrollo de la región y los respaldó en el proceso de convertirse en políticos locales. De hecho, Tribuna fue el primer medio en entrevistarlos en 1957 cuando hasta ahora estaban pactando la paz (figura 1).

23

La paz prometida por el Frente Nacional les permitió a los exguerrilleros liberales ganar un espacio en la política regional, porque se convirtieron en abanderados de un discurso que en ese momento muchos agitaban en el plano nacional: este discurso indicaba que no era posible superar la violencia si no se llevaban a cabo cambios sociales en el país, especialmente en las zonas más afectadas por la confrontación bipartidista. Esa articulación entre Tribuna y los exguerrilleros liberales, entre campesinos e intelectuales urbanos, les permitió unir las demandas locales a los discursos que surgían en el centro del poder del Estado. Se valieron de los discursos en torno a la paz y al anticomunismo que el régimen pregonaba en ese momento para atraer recursos a la región, pero también estaban expuestos a los conflictos que podían surgir, lo que terminó sellando su suerte en 1960.

Los discursos del Frente Nacional en la política local

Si bien los principales puntos del programa con el que nació el Frente Nacional giraron en torno a aspectos relacionados con el retorno de los civiles al control gubernamental y la distribución equitativa del poder entre los dos partidos, no se puede olvidar que varios de sus líderes plantearon la necesidad de impulsar reformas sociales, lo que se consolidó una vez que Estados Unidos impulsó la Alianza para el Progreso, programa de ayuda externa para América Latina con el que se buscó crear condiciones para el desarrollo y la estabilidad del continente en los años sesenta,24 al cual se adhirió el Frente Nacional.25 Este aspecto, el de las reformas sociales, fue el más importante en el plano local, o así lo fue en el sur del Tolima, ya que para los exguerrilleros liberales el nuevo régimen representaba una esperanza de paz y cambio social, razón por la cual se movilizaron el día de las elecciones del plebiscito que dio nacimiento al pacto, para que la gente en el sur del Tolima votara a favor de su institución, como se puede observar en la figura 2. Tribuna informó sobre el papel que los exguerrilleros cumplieron a favor del plebiscito, al tiempo que reprodujeron una carta que Bermúdez envió al periódico, donde se pueden apreciar las expectativas que el pacto bipartidista despertó entre ellos y los habitantes del sur del Tolima:

En estas regiones todos sus habitantes, exguerrilleros, agricultores, comerciantes y en general todos, el plebiscito fue llevado con tanto alborozo al igual que el grito de la independencia el 20 de julio de 1810. Aquí como en otras tantas comarcas, liberales y conservadores acudieron a la cita que la patria les hizo con la fe inquebrantable de que en Colombia no volverán a existir Gobiernos dictatoriales absolutistas, que no habrá más viudas, huérfanos, desolación, miseria y conculcación de los derechos a consecuencia de las violencias políticas, y que en su lugar se extirpará de una vez por todas el morboso estado de sitio y en su lugar se establecerá el Estado de derecho; y que en vez de construcción de edificios para prisioneros políticos, se construirán para escuelas de primera enseñanza [sic], secundaria y profesional en todo el territorio de la república en donde los hijos de los menos afortunados, tales como los agricultores y obreros, puedan recibir allí las enseñanzas para servir mejor a la sociedad y a su patria.26

No se trataba solamente de recuperar la estabilidad, también era importante que la paz trajera una mayor presencia del Estado a las regiones más abandonadas, sobre todo por medio de la construcción de escuelas, vías y demás infraestructura, cuya carencia era notable en el sur del Tolima. Chaparral era una de las pocas provincias en el sur del Tolima que a finales de los años cincuenta contaba con varios desarrollos en infraestructura, mientras que Ataco y Rioblanco estaban rezagadas frente a esta, porque tenían mayores carencias de infraestructura y una menor presencia del Estado. Ataco tenía 19.849 habitantes en 1956, no contaba con acueducto ni servicio telefónico y disponía de una sola planta eléctrica, tenía 2 escuelas urbanas y 5 rurales, pero estas últimas tenían una menor cantidad de profesores por estudiante. En Rioblanco no existían vías de comunicación, no había bancos ni puestos de salud. Por tal razón, las demandas para una mayor presencia estatal no eran exageradas.27 Cuando los guerrilleros liberales estaban pactando su desarme, establecieron unas demandas que se convirtieron en parámetros de su accionar político, donde no solamente pedían la estabilidad de la región y el fin de la persecución política, sino que también esperaban obras para el desarrollo social, las cuales mejorarían las condiciones del campesinado de la región:

El Estado Mayor General del Movimiento Revolucionario Liberal Exige del Gobierno nacional el cumplimiento de los siguientes puntos […] 2. Nombramiento de gobernadores civiles, enteramente ajenos a la política partidista, de reconocida solvencia moral, y cuya trayectoria en su vida pública y privada sea prenda de garantía para el pueblo colombiano sin distingos de partido […] 4. Establecimiento de sucursales de la Caja Agraria en Rioblanco, Herrera, El Limón, Aco, Villarrica, Planadas, Bilbao y Rionegro (Dolores) en el departamento del Tolima. Estas secciones deberán contar con partidas suficientes para atender a cultivos, la adquisición de tierras, ganadería y vivienda. 5. Establecimiento de puestos de salud pública en las zonas afectadas que suministren por cuenta del Estado drogas y servicio médico gratuito. 6. Establecimiento de escuelas primarias y secundarias de enseñanza gratuita, para hombres y mujeres, en todas las zonas afectadas. 7. Otorgamiento de herramientas para reiniciar trabajos agrícolas y construcción de viviendas, por cuenta del Estado, en las fincas donde las casas hayan sido destruidas. 8. Modificación del Estado de la Caja Agraria a fin de que esta pueda disponer y poner al servicio de los campesinos que las soliciten, partidas de dinero a crédito a largos plazos y que no requieran mayor papeleo. 9. Apertura de vías de comunicación en las regiones afectadas […] 10. Respeto absoluto por parte de las autoridades y de los ciudadanos pertenecientes a cualquier partido político, a la vida y propiedades de los ciudadanos liberales en todos los lugares del país. 11. Exención de impuestos por un término mínimo de cinco años a fin de ofrecer estímulo a las entidades o personas que deseen vincular sus servicios a esas zonas.28

Los exguerrilleros tenían un discurso social y político de clara orientación progresista que buscaba el desarrollo de la región. En el sur del Tolima era predominante un campesinado que había llevado a cabo una reciente colonización, dueño de medianas y pequeñas propiedades. De hecho, varios exguerrilleros eran propietarios de parcelas, razón por la cual sus propuestas estaban orientadas a defender a estos sectores, como lo dejaron ver en la entrevista que concedieron a Cárdenas:

Los excombatientes del sur y oriente del Tolima y otras regiones del país exigimos al Gobierno nacional y a todos los colombianos buscar los medios posibles de que cada hombre tenga su parcela en donde formar su hogar, lo mismo que se nos otorguen los medios de subsistencia. En tales condiciones que no sean molestados por ninguna entidad pública o privada, y que todo o cada uno de los colombianos tengamos al alcance los medios de derivar [sic] nuestra subsistencia, y para ello se necesitan, pan, trabajo y distribución equitativa de las rentas de la nación.29

Sobre este último párrafo se puede decir que los exguerrilleros compartían la visión liberal de la propiedad de la tierra, donde la realización de la libertad solo es posible en la medida que los ciudadanos pueden ser propietarios o acceder a una parcela de tierra, donde la intervención del Estado debe ser mínima, dado que los individuos pueden solventar la mayoría de sus necesidades por sí mismos.30 A su vez, los excombatientes liberales predicaban un discurso donde demandaban la construcción de una sociedad más equitativa, un discurso social emparentado con el liberalismo de izquierda que era pregonado desde el diario Tribuna.

Las demandas que realizaron no cayeron en el vacío. En 1958, el presidente Alberto Lleras Camargo creó la Comisión Especial de Rehabilitación (CER), con la cual esperaba dirigir recursos públicos a las regiones afectadas por la violencia, con el fin de ofrecer una respuesta a la crisis social que estaban experimentando esos lugares y así evitar el surgimiento de amenazas contra el orden público que pudieran desestabilizar al nuevo régimen. La CER estaba integrada por académicos y ministros del gabinete de Gobierno, y sus objetivos estaban en pugna entre las necesidades pragmáticas de los políticos y los planes a largo plazo que propusieron varios de sus integrantes:31

[Los] vaivenes en la determinación de prioridades demostraban, en realidad, la ausencia de un diagnóstico claro y por lo tanto de una verdadera política de rehabilitación. Daba la sensación de que la Comisión descubría su objeto sobre la marcha misma de los acontecimientos. Quedaba, igualmente, la impresión de que en el ejercicio de sus funciones el organismo asesor del Gobierno tocaba o removía todos los problemas pertinentes en relación con La Violencia. Pero, en últimas, dejaba también el sabor amargo de que nunca los resolvía cabalmente.32

A pesar de las limitaciones que tuvo la CER, esta fue aprovechada por varios exguerrilleros, no solo liberales, a la que dirigieron propuestas para resolver las necesidades de las zonas afectadas por la guerra. Más de un exguerrillero viajó a Ibagué entre septiembre y agosto de 1958,33 cuando los integrantes de la Comisión Investigadora de Causas de la Violencia (CICV), que hacía parte de la CER, visitaron el Tolima con el fin de evaluar la situación de las regiones afectadas por el conflicto armado. Los exguerrilleros integraron las comisiones que representaron las provincias del sur del Tolima, con el fin de exponer las demandas que tenían sus pobladores. La CICV se dirigió al sur del Tolima y se entrevistó en Herrera con Leopoldo García y Silvestre Bermúdez; en Rioblanco, con Gerardo Loaiza, Hermógenez Vargas y Germán Dusán, y en Planadas, con Jesús María Oviedo. La comisión también se reunió en Gaitania con el exguerrillero comunista Fermín Charry, "Charro Negro". La CICV estaba conformada por funcionarios de alto nivel en ese momento, entre quienes cabe destacar a Otto Morales Benítez y el presbítero Germán Guzmán Campos. Tribuna presentó el siguiente balance del encuentro:

existe en ellas [las zonas que visitó la CICV] un auténtico y ferviente deseo de paz; se observa una adhesión plena al Frente Nacional y particularmente al gobernador Echandía […] se hacen peticiones tan elementales y significativas como las de designación de sacerdotes, autoridades civiles y policía, y el establecimiento de escuelas y oficinas de telégrafos.

Un miembro de la Comisión reveló que en todos los sectores de excombatientes se hizo especial hincapié en la necesidad de sacerdotes y educación. Existe verdadero afán por educar a los muchachos que han nacido y crecido en circunstancias tan adversas, y se considera con obvias y sinceras razones que la religión tiene allí el mejor campo para ejercer su benéfica influencia.34

Durante el periodo de 1957 a 1960, los exguerrilleros liberales realizaron constantes gestiones con el fin de llamar la atención de las elites departamentales hacia los principales problemas que afectaban al sur del Tolima. Es necesario recalcar, sin embargo, que ellos contaron con un contexto político favorable, pues Alberto Lleras Camargo designó a varias figuras del Gobierno reformista de Alfonso López Pumarejo en puestos clave del Estado, entre ellos, cabe notar a Darío Echandía en la gobernación del Tolima, entre 1957 y 1958. Echandía había ocupado el cargo de ministro de Gobierno en la primera administración de López Pumarejo (1934-1938), siendo el segundo hombre más importante de la Revolución en Marcha.35

Echandía era un hombre de ideas reformistas, lo que nos permite entender por qué siempre estuvo dispuesto a escuchar las peticiones de los exguerrilleros liberales cuando estos se dirigieron a Ibagué. El 9 de abril de 1958, recibió al exguerrillero liberal Jesús María Oviedo y al exguerrillero conservador Marco Olivera. Los dos se comprometieron a mantener la paz y a su vez exigieron la construcción de escuelas y la resolución de los problemas en torno a los predios que habían sido invadidos durante la confrontación.36 El 28 de agosto, los exguerrilleros enviaron cartas al gobernador, invitándolo a visitar el sur del departamento para demostrar su compromiso con la paz y para que pudiese conocer las necesidades existentes en la región. Echandía accedió y acudió a Herrera el 2 de diciembre de 1958, lo que permite constatar la importancia que para ese momento tenían los exguerrilleros liberales para el Gobierno departamental y los esfuerzos que estos habían desplegado para visibilizar la región.

Las constantes gestiones que los exguerrilleros realizaron entre 1957 y 1960,37 periodo durante el cual varias comisiones se reunieron con funcionarios del Tolima, les permitió obtener respuesta para algunos de sus reclamos. El 14 de mayo de 1959 fueron creadas y restablecidas 60 escuelas en el departamento, la mayoría en el sur, 14 en Ataco y 10 en Rioblanco,38 una gran proporción si se tienen en cuenta las condiciones anteriormente descritas. Ese mismo año, la Caja Agraria pidió al gobernador la lista de beneficiarios en Ataco para el programa de vivienda rural, con el fin de reparar las casas afectadas por la confrontación armada. En septiembre fueron eximidos del pago de los impuestos predial, adicional y de caminos 14 propietarios de fincas en el sur del Tolima.39 A comienzos de 1959, 83 exguerrilleros fueron amnistiados por medio de una resolución proferida por el gobernador Echandía.40 A su vez, el departamento del Tolima fue el que recibió la mayor parte de los recursos que dispuso la Comisión de Rehabilitación para las zonas afectadas por la violencia,41 el sur se benefició con gran parte de estos dineros destinados a la construcción de puestos de salud y vías de transporte que habían solicitado los exguerrilleros durante su encuentro con la CICV.42 Eran las demandas que los exguerrilleros del sur del Tolima habían formulado para reincorporarse a la vida civil y que fueron recogidas por funcionarios departamentales y nacionales, demandas de corte político y social cuyo principal objetivo era obtener una mayor presencia del Estado en la región. Sin embargo, no siempre obtuvieron respuesta a los problemas que plantearon o el tipo de soluciones que esperaban, lo que generó malestar en más de una ocasión.

La labor que desempeñaron les permitió ir ascendiendo políticamente, empezaron a ocupar varios cargos en la política local y en el interior del Partido Liberal, cumplieron la función de mediadores entre los intereses locales y el proyecto político del Frente Nacional. En 1959, Gerardo Loaiza y Hermógenes Vargas ganaron puestos de mando en la Dirección Liberal de Rioblanco,43 Germán Dussán fue elegido concejal en Rioblanco y Silvestre Bermúdez fue nombrado presidente del Directorio Liberal de Prado. En los procesos de construcción de los Estados nacionales, el poder central no logra imponerse de manera exitosa sobre todo el territorio, como ha sido el caso colombiano, donde se ha producido una "centralización incompleta", que lleva al Estado central a entregar poderes a individuos que se convierten en intermediarios entre las exigencias del poder central y los intereses locales.44 Los exguerrilleros liberales desempeñaron el papel de intermediarios, de manera que visibilizaron las necesidades de su región y las articularon al discurso de paz que pregonaba el Frente Nacional.

Un aspecto problemático de la función que desempeñaron como intermediarios fue su participación como garantes del orden en la región. Los autores que mencionamos al comienzo de este artículo, que han abordado el conflicto entre las facciones comunistas y liberales, han sostenido que los exguerrilleros fueron paramilitares, cuya función consistió en eliminar físicamente a los opositores del régimen.45 Es difícil negar por completo tales afirmaciones. Se sabe, a partir de varias fuentes, que en 1957 los exguerrilleros impusieron un régimen de normas en la región, donde prohibieron entre otras cosas el consumo, venta y distribución de alcohol, con el fin de evitar hechos violentos.46 No es posible saber si ellos mantuvieron sus armas o si abandonaron por completo su estatus militar. En la entrevista que concedieron a Cárdenas manifestaron su interés de combatir las guerrillas comunistas que estaban en la región, lo que pone en duda su total inserción en la vida civil. Pero también adelantaron acciones para demostrar su compromiso con la paz y que habían abandonado por completo la guerra.47 Verbigracia, está el pacto que Oviedo y Olivera establecieron, donde se comprometieron a entregar a la justicia a cualquier persona que cometiera actos de violencia.48 A comienzos de 1958, Oviedo solicitó que no lo llamaran más por su alias, "Mariachi", al tiempo que sostuvo que el uso de uniformes y rangos militares había quedado abolido en la región.49 Sobre Oviedo recayó la mayoría de las acusaciones de ser un agente de violencia, y el asesinato de "Charro Negro" en 1960 por hombres leales a él revelan que sí ejercía acciones violentas. Lo más seguro es que la mayoría de excombatientes, no solo los liberales, portaron armas en tiempos de amnistía.

La amnistía dependía del mantenimiento de la paz en la región, lo que puede ayudar a entender los controles que los excombatientes establecieron y los constantes compromisos que hicieron ante diferentes autoridades para mantener la paz. Entre 1957 y 1959, el sur del Tolima fue una de las regiones más pacíficas del departamento, específicamente la provincia de Ataco, tal como aparece en la figura 3. Esto demuestra el compromiso de los exguerrilleros (no solamente los liberales) con la paz, aunque la tranquilidad durara poco más de un año. Los excombatientes eran conscientes del papel que desempeñaban y de que el régimen los necesitaba tanto como ellos lo necesitaban a él. La dificultad para establecer su condición se debe a las características del periodo, donde un Estado débil requería la intermediación de actores locales para que cumplieran funciones de seguridad. En 1959, con el aumento de la violencia, las acusaciones entre los exguerrilleros crecieron, lo que dificulta saber quiénes respaldaban la paz y quiénes no.

50

Quizá la razón por la cual los exguerrilleros liberales han sido juzgados como instrumentos del Frente Nacional se deba a su postura anticomunista, que al final causó el retorno de la violencia en 1960. Este anticomunismo que esgrimieron los exguerrilleros liberales permite visualizar las estrategias que desarrollaron frente al régimen con el fin de satisfacer intereses regionales y de poder. La pelea que estalló en el Sumapaz entre el líder agrario Juan de la Cruz Varela y el exguerrillero liberal Marcos Jiménez, en 1959, desató una nueva ola de violencia en la región, de la que no fueron ajenos los exguerrilleros liberales del sur del Tolima.51 Para ese momento Silvestre Bermúdez se había instalado en Prado, lugar donde fue escogido como presidente del Directorio Liberal y, debido a la proximidad con el Sumapaz, terminó involucrándose en el conflicto y tomando partido a favor de Marco Jiménez, quien estaba alineado con el liberalismo, mientras que Varela pertenecía al PCC.

El discurso anticomunista de los exguerrilleros liberales, específicamente el de Bermúdez, no solamente se ubicaba en la pugna territorial. En varios pronunciamientos que hicieron entre 1957 y 1959 entrelazaron el anticomunismo con los problemas sociales que vivían en la región. Tras varios homicidios en Prado y en Sumapaz, por ejemplo, Bermúdez denunció ante la prensa las malas condiciones económicas que sufrían en ese momento los excombatientes liberales. Según él, esto se podía convertir en un problema de orden público, pues los exguerrilleros quedaban a merced de los comunistas, debido a que muchos no tenían trabajo, razón por la cual este líder liberal solicitó a los propietarios de fincas que ofrecieran empleo a estos hombres. Bermúdez también señaló las dificultades que tenían los campesinos para trabajar la tierra por los estragos que había ocasionado la guerra, sumadas a la falta de crédito y obras públicas, situaciones que, para él, permitían el crecimiento del comunismo en la región.52 Este discurso anticomunista también era una estrategia para que el Estado dirigiera recursos hacia Prado, región a la cual no llegaron dineros de la Comisión de Rehabilitación.

Los exguerrilleros liberales afirmaron que la crisis social por la que estaba atravesando el país, especialmente las zonas afectadas por la violencia, deba lugar a la expansión del movimiento comunista, como ocurría en Gaitania (Planadas), donde "Charro Negro" ofrecía a los campesinos posibilidades de sustento. Así se lo hicieron saber a Cárdenas:

Los comunistas buscan aprovechar la confusión reinante en el país […] para introducir su sistema a Colombia. Por ejemplo, la vasta zona dominada por "Charro Negro" mantiene cultivos de frijol, arroz, papa y otros cereales los que al igual que el ganado ponen ellos a disposición de las familias exiliadas que llegan a esta región en busca de protección y auxilio. Asimismo le asignan a cada familia su parcela […] Que hay miles de hombres, mujeres y niños quienes carecen de los más elementales recursos económicos, se hallan en inminente peligro de caer en manos de la organización comunista.53

Entonces, esta posición de los exguerrilleros liberales no fue una reproducción ingenua del discurso anticomunista que pregonaba el Frente Nacional. Por el contrario, los exguerrilleros conectaron este discurso con las necesidades locales, con el fin de ganar una mayor presencia del Estado. Así, la "amenaza comunista" puso al sur del Tolima en el centro de las preocupaciones del régimen. Los exguerrilleros liberales aprovecharon esa coyuntura, pero el discurso anticomunista suscitó la ruptura de su organización en enero de 1960 con el asesinato de Bermudez, después de que Oviedo denunciara ante la prensa nacional un supuesto plan subversivo que este venía adelantando. Otros exguerrilleros siguieron haciendo política en la región, pero ya sin el impacto que el liderazgo de Bermúdez les había permitido conseguir. A partir de ese momento, la guerra con los comunistas se reanudó, razón por la cual consideramos el cierre del periodo estudiado.

Conclusiones

La historiografía que ha estudiado el conflicto en el sur del Tolima ha caracterizado a los exguerrilleros liberales solamente como gamonales al servicio de la clase dirigente o como elementos de la estrategia paraestatal que el régimen del Frente Nacional lanzó en contra de las poblaciones que estaban bajo el dominio del PCC. Esta interpretación obvia otras dimensiones que los caracterizaron y que fueron presentadas en este artículo. Para empezar, es necesario señalar la existencia de un discurso con el que los excombatientes liberales demandaron mayor equidad social, al tiempo que solicitaron una mayor presencia del Estado en una región que no estaba integrada a la nación. A su vez, articularon un discurso con el que justificaron su lucha armada a partir de ideas que iban más allá de los límites del odio bipartidista, planteando, por el contrario, el derecho que tienen los ciudadanos a defenderse una vez que el Estado deja de cumplir su función de protección y los agrede.

Bermúdez y el diario Tribuna desempeñaron un papel crucial en este proceso. Esta unión fue la que les permitió a los exguerrilleros desempeñar un papel que iba más allá de controlar el territorio, convirtiéndose en los intermediaros de los intereses de la región frente al nuevo régimen, utilizando el discurso de paz que este pregonaba. Una función semejante cumplieron las guerrillas comunistas del sur del Tolima cuando se incorporaron a la vida civil, aspecto ilustrado por Eduardo Pizarro en la investigación que citamos al comienzo de este artículo. Pese a ello, los exguerrilleros liberales no han sido considerados como líderes regionales, sino más bien como actores violentos. Si bien ellos se plegaron a la violencia y más adelante a las políticas del naciente régimen, eso no quiere decir que no tenían la capacidad para desarrollar estrategias destinadas a obtener beneficios para su región, al tiempo que sus ideas sobre las políticas de paz y el anticomunismo sobrepasaron lo que el Frente Nacional proponía.


Notas

1 Conflicto violento entre los partidos Liberal y Conservador que se agudizó con el asesinato del líder liberal Jorge Eliecer Gaitán el 9 de abril de 1948. La confrontación dejó un aproximado de 300.000 muertos. Esta guerra se desarrolló durante los Gobiernos conservadores que llegaron al poder en 1946, entre grupos paraestatales alineados con el Gobierno y guerrillas liberales. Tanto el conflicto por la tierra como la debilidad del Estado colombiano han sido considerados como las principales causas de esta confrontación.
2 Medófilo Medina, "La resistencia campesina al sur del Tolima", Pasado y presente de la violencia en Colombia, eds. Gonzalo Sánchez y Ricardo Peñaranda (Bogotá: CEREO, 1986). En este texto se puede ver el conflicto en el sur del Tolima, aunque privilegiando la versión de los comunistas.
3 No se sabe con precisión el día o el año que se estableció el comando de "El Davis". Algunos autores, como Medófilo Medina en el texto citado anteriormente, sostienen que esto pudo haber ocurrido hacia 1952.
4 Los textos en los que se puede conocer la versión que los comunistas escribieron sobre el conflicto son Comité del Partido Comunista, Treinta años de lucha del Partido Comunista de Colombia (Medellín: La Pulga, 1973) y Manuel Marulanda, Cuadernos de campaña (Bogotá: Abejón Mono, 1973). La versión liberal está en: David Gómez Rojas, La paz debe ser el supremo bien de los colombianos. Jesús María Oviedo, General Mariachi (Ibagué: Litografía atlas, 1978).
5 Arturo Alape, La paz, la violencia: testigos de excepción (Bogotá: Planeta, 1985) 223-230.
6 Gonzalo Sánchez y Donny Meertens, Bandoleros, gamonales y campesinos [1983] (Bogotá: El Áncora Editores, 2006).
7 Eduardo Pizarro Leongómez, Las FARC: de la autodefensa campesina a la combinación de todas las formas de lucha (Bogotá: Tercer Mundo Editores, 1991) 149-166.
8 José Jairo González, "La Violencia en el Huila, 1946-1966",Historia General del Huila, vol. II, ed. Bernardo Tovar Zambrano (Neiva: Academia Huilense de Historia, 1996); y El estigma de las repúblicas independientes, 1955. Espacios de exclusión (Bogotá: CINEP, 1992).
9 Lukas Rehm, "Procesos violentos de formación del Estado en los inicios del Frente Nacional en el Tolima, Colombia", Revista Colombiana de Sociología 38.1 (2015): 9-62.
10 Es importante indicar que hay investigaciones sobre La Violencia y el posterior tránsito hacia el Frente Nacional que han considerado la función de intermediación que cumplieron los guerrilleros con los políticos locales y las elites regionales y nacionales. Estamos haciendo referencia a las investigaciones de Carlos Miguel Ortiz y Mary Roldán, respectivamente, sobre La Violencia en Quindío y Antioquia, en especial la investigación de Ortiz, donde se consideraron aspectos tales como la relación entre los guerrilleros y los políticos locales, el ascenso de políticos a través del apoyo que recibieron de los combatientes y los contactos entre guerrilleros y elites nacionales. Ver: Carlos Miguel Ortiz, Estado y subversión en Colombia. La violencia en el Quindío, años cincuenta (Bogotá: CIDER / Uniandes / FESCQL, 1985); Mary Roldán, A sangre y fuego. La violencia en Antioquia, Colombia. 1946-1953 (Bogotá: ICANH / FPIT, 2002).
11 Posteriormente fue creada Planadas en parte del territorio que en los años cincuenta pertenecía a Rioblanco y Ataco.
12 Germán Guzmán Campos, Orlando Fals Borda y Eduardo Umaña Luna, La violencia en Colombia, t. II (Bogotá: Círculo de lectores, 1988) 188.
13 "El guerrillero maestro ha muerto", Tribuna [Ibagué] ene. 15, 1960: 4.
14 La información sobre Bermúdez aparece en un informe elaborado por Luis Eduardo Cárdenas, político liberal de Chaparral en los años sesenta. En la portada del informe se señala que Cárdenas había sido asesor jurídico para las Naciones Unidas. El documento iba dirigido a la Presidencia de la República, con el fin de informar sobre la estructura y características de las guerrillas del sur del Tolima. Bermúdez fue el personaje que Cárdenas escogió para realizar sus entrevistas por el hecho de haber sido presentado por los exguerrilleros como su vocero intelectual. Luis Eduardo Cárdenas, "Estudio sobre la violencia en Colombia", Bogotá, 1958. Archivo General de la Nación (AGN), Bogotá, Sección República, Fondo Presidencia, Despacho del Señor Presidente, Caja 301, Carpeta 88, folios 60-80.
15 James Henderson, Cuando Colombia se desangró. Un estudio de La Violencia en metrópoli y provincia (Bogotá: El Áncora Editores, 1985) 251.
16 "Los guerrilleros del Tolima cesan lucha y regresan al trabajo debido a las garantías otorgadas por Guzmán A.", Tribuna [Ibagué] abr. 11, 1957.
17 Florencia Mallon, Campesino y nación. La construcción de México y Perú poscoloniales (México: CIESAS, 2003) 95.
18 Cárdenas ff. 63-64.
19 Un ejemplo de los debates que surgieron en ese momento se pueden ver en una carta que un grupo de mujeres envío al presidente Lleras, donde se oponían a que los guerrilleros fueran amnistiados porque eran, según ellas, simples criminales. La respuesta de Lleras permite ver lo ambigua que era la política del régimen, que se hallaba entre la amnistía y la represión: "El Gobierno busca soluciones responsables para la Violencia", El Tiempo [Bogotá] jun. 23, 1959.
20 En una carta que Bermúdez envió en compañía de otros exguerrilleros a la Junta Militar de Gobierno, se puede observar cómo usaba razones tanto religiosas como legales para justificar el levantamiento armado. Bermúdez se valió de un discurso que iba más allá del odio bipartidista: "Los guerrilleros de Herrera piden libertad para presos políticos", Tribuna [Ibagué] ago. 16, 1957: 1, 4.
21 Antonio Cacua Prada, Historia del periodismo colombiano (Bogotá: Fondo Rotatorio Policía Nacional, 1968) 216.
22 "Asesinado en Ibagué director de Tribuna", El Tiempo [Bogotá] jun. 15, 1957.
23 En la foto se puede distinguir a Silvestre Bermúdez, el único con gafas, y a Leopoldo García, "Peligro", a la izquierda de Echeverry.
24 Diana Marcela Rojas, "La Alianza Para El Progreso De Colombia", Análisis Político 70 (2010): 92.
25 Una propuesta que muestra diferentes aspectos de la constitución y posterior desarrollo del Frente Nacional y que supera las visiones tradicionales que han estudiado el pacto, se puede ver en Francisco Gutiérrez Sanín, ¿Lo que el viento se llevó? Los partidos políticos y la democracia en Colombia (1958-2002) (Bogotá: Grupo Editorial Norma, 2007) 75-122.
26 "Tenemos fe en que no habrán más dictaduras", Tribuna [Ibagué] dic. 13, 1957.
27 Anuario Estadístico-Histórico-Geográfico de los municipios del Tolima, 1956 (Ibagué: Contraloría Seccional del Tolima / Dirección Departamental de Estadística / República de Colombia, 1957).
28 Cárdenas ff. 81-82.
29 Cárdenas f. 76.
30 Al respecto, ver: Robert Ellickson, "Property in Land", Yale Law School Legal Scholarship Repository 1.1 (1991): 1315-1400.
31 Gonzalo Sánchez, "Rehabilitación y violencia bajo el Frente Nacional", Análisis Político 4 (1988): 3.
32 Sánchez 4.
33 "La comisión investigadora de la Violencia regresó a Ibagué: existe auténtico anhelo de paz y orden", Tribuna [Ibagué] sep. 3, 1958.
34 "La comisión investigadora de la Violencia regresó a Ibagué: existe auténtico anhelo de paz y orden", Tribuna [Ibagué] sep. 3, 1958.
35 Nombre con el que fue conocido el primer gobierno de López Pumarejo, debido al impulso de varias reformas (entre ellas, una para la distribución de la tierra), las cuales tuvieron un limitado alcance en su deseo de transformar a la sociedad colombiana. Ver: Marco Palacios, Entre la legitimidad y la violencia, Colombia 1875-1994 (Bogotá: Editorial Norma, 2003) 150-155.
36 "Comisión conjunta de ex-guerrilleros Liberales y Conservadores, en Ibagué", Tribuna [Ibagué] abr. 9, 1958.
37 Cabe señalar algunas de las gestiones que realizaron estos excombatientes: Germán Dussán se reunió en 1959 con el gobernador Parga Cortés para pedir la construcción de carreteras en la región. "Incomunicados por tierra Rioblanco y Herrera ahora", Tribuna [Ibagué] may. 10, 1959. En una Asamblea desarrollada en Prado, Bermúdez y Marcos Jiménez pedían, junto con otros exguerrilleros, la construcción de una hidroeléctrica en Prado y créditos para los campesinos. "Asamblea de Exiliados Liberales del Oriente para el 14 de octubre", Tribuna [Ibagué] ago. 23, 1959. Aristóbulo Gómez también se reunió con Echandía. "Comisión enviada por los habitantes de Herrera visitó al gobernador Darío Echandía", Tribuna [Ibagué] sep. 5, 1958. Leopoldo García y su hermano se reunieron con el coordinador administrativo del departamento para pedir recursos para la región, Tribuna [Ibagué] jul. 1958.
38 "Creadas 22 escuelas y restablecidas 38 en el departamento", Tribuna [Ibagué] may. 14, 1959.
39 "39 propietarios más, eximidos de impuestos", Tribuna [Ibagué] sep. 12, 1959.
40 "83 ex-guerrilleros del Tolima favorecidos con amnistía", El Tiempo [Bogotá] feb. 7, 1959.
41 Sánchez 12.
42 José Gómez Pinzón, "Plan tentativo de rehabilitación del departamento del Tolima", Bogotá, sep. 16, 1958. AGN, Bogotá, Sección República, Fondo Presidencia, Despacho del Señor Presidente, Caja 111, Carpeta 55, f. 17.
43 "Designados nuevos directorios en el Tolima en sábado", Tribuna [Ibagué] mar. 17, 59.
44 Fernán E. González González, Poder y violencia en Colombia (Bogotá: ODECOFI / CINEP, 2015) 102-107.
45 Ver especialmente el texto de Lukas Rehm, quien documentó a partir de archivos judiciales los diferentes casos de violencia y homicidios atribuidos a los exguerrilleros liberales en tiempos del Frente Nacional.
46 La fuente de esta información corresponde a los estatutos que el movimiento delineó en 1957, cuando hasta ahora estaba en tránsito hacia la vida civil. El texto aparece en: Guzmán, Fals y Umaña 190.
47 En 1958 enviaron una carta a la Comisión Investigadora de Causas de la Violencia para desmentir las acusaciones que decían que ellos estaban atentando contra la paz: "Declaración de los jefes ex-guerrilleros: condenan todo acto de violencia, y respaldan a la autoridad", Tribuna [Ibagué] sep. 3, 1958.
48 De hecho, el informe de Cárdenas fue contestado por Tribuna, porque en una parte el autor sostuvo que en el sur del Tolima estaban armados aproximadamente 60.000 hombres. El periódico cuestionó esas afirmaciones diciendo que eran falsas y que, por el contrario, terminaban ocultando los esfuerzos de los exguerrilleros para mantener la paz.
49 "Los uniformes de guerra y los uniformes, abolidos en la zona de Planadas", Tribuna [Ibagué] ene. 30, 1958.
50 Después de haber sido uno de los epicentros de violencia a lo largo de la década de los cincuenta, Ataco reportó solamente 3 agresiones en 1959 (la suma de heridos y muertos violentamente). Lamentablemente, no disponemos de cifras de Rionegro.
51 Para ver una descripción detallada del conflicto entre Varela y Jiménez, aunque un poco sesgada hacia el lado de Varela, se puede leer el capítulo 19 del libro de Rocío Londoño, Juan de la Cruz Varela: sociedad y política en la región de Sumapaz, 1902-1984 (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2011) 615-664.
52 "Se denuncia grave tensión en el oriente del Tolima", Tribuna [Ibagué] nov. 20, 1959.
53 Camargo f. 79.


OBRAS CITADAS

I. Fuentes primarias Archivos

Archivo General de la Nación (AGN), Bogotá, Colombia Sección República, Fondo Presidencia.         [ Links ]

Publicaciones periódicas

Tribuna [Ibagué] 1952-1962.         [ Links ]

El Tiempo [Bogotá] 1959.         [ Links ]

Documentos impresos y manuscritos

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II. Fuentes secundarias

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