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vol.44 número2Wulf D. Hund, Charles W. Mills y Silvia Sebastiani, eds. Simianization. Apes, Gender, Class, and Race. Viena: Lit Verlag, 2015. 241 páginas. DOI: 10.15446/AOHsc.v44N1.64029Mauricio Archila, coord., Zohanny Arboleda, Sergio Coronado, Tatiana Cuenca, Martha Cecilia García y Luis Emiro Guariyú. "Hasta cuando soñemos": Extractivísimo e interculturalidad en el sur de la Guajira. Bogotá: CINEP / Programa por la Paz, 2015. 452 páginas. DOI: 10.15446/achsc.v44n1.64031 índice de autoresíndice de assuntospesquisa de artigos
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Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura

versão impressa ISSN 0120-2456

Anu. colomb. hist. soc. cult. vol.44 no.2 Bogotá jul./dez. 2017

 

RESEÑAS

Sven Schuster, ed. La nación expuesta. Cultura visual y proceso de formación de la nación en América Latina. Bogotá: Universidad del Rosario, 2014. 244 páginas.
DOI: 10.15446/achsc.v44n1.64030

¿Qué es una nación? Esta es la pregunta que ha guiado el análisis de varios historiadores en diferentes contextos geográficos, interesados en explicar el surgimiento de cierta clase de Estado territorial moderno iniciado, para algunos países, con las independencias en el siglo XIX y, para otros, con la descolonización en el siglo XX. Un conjunto de investigaciones, fundamentado en proposiciones retomadas de las obras ya clásicas de Benedict Anderson y Ernest Gellner, proporciona algunas pistas para entender la complejidad de esta noción, su uso, su definición y su recepción, sin olvidar las particularidades que la construyen y la transforman en cada sociedad y momento histórico. Anderson propone la idea de una "nación imaginada", sea grande o pequeña, en la que la mayoría de los compatriotas no se verán, oirán o hablarán jamás, pero que en su mente vive la imagen de una comunidad, de la pertenencia a un espacio horizontal y claramente delimitado por una frontera. Gellner, retomando la idea del primero, considera la existencia de una nación incluso cuando dos hombres se reconocen como parte de una misma cultura, es decir, de un sistema similar de ideas y signos, de asociaciones y pautas de conducta y comunicación.1

Si bien estas dos definiciones resultan ilustrativas para precisar la idea de lo que es considerado en la historiografía latinoamericana como una nación, es claro que se trata de una noción caracterizada por su ambigüedad, su difícil definición y concretización de su significado; una imprecisión que se acentúa en la medida en que cada sociedad atribuye a este concepto nuevos y renovados significados en el tiempo. Esto lleva, entonces, a la formulación de una pregunta aún más compleja: ¿cómo se construye la nación? El libro editado por Sven Schuster, La nación expuesta. Cultura visual y procesos deformación de la nación en América Latina, compuesto por once artículos, establece la materialidad, lo concreto que subyace en esta noción, al dialogar directa o indirectamente sobre la función de las imágenes visuales (aunque en ocasiones también escritas): objetos, banderas, monedas, símbolos, fotografías, pinturas, esculturas, mapas, estampillas y filmes en la constitución y construcción de la nación en Colombia, Chile, Venezuela, Brasil, México y Ecuador.

Como señala Hans Belting (y como lo hizo en su momento David Freedberg), al hablar del vocablo "imagen" se corre el riesgo de caer en la indefinición de esta noción, que posee unas connotaciones menos limitadas que el término "arte", que se sitúa frente a múltiples formas de representación visual y que incluye los significados otorgados por cada sociedad.2 Como una forma de sortear esta dificultad, en este libro los autores en conjunto trabajan en sus investigaciones sobre un objeto particular: las "imágenes públicas" que fueron integradas en los discursos nacionalistas. Ahora bien, ¿cómo entender esas imágenes públicas? Se trata entonces de un reto aún mayor si se plantea que la idea de lo público varía entre un grupo social, una comunidad política o un territorio nacional. Aquí se optó por establecer las convenciones y los códigos que se hallan bajo este tipo particular de imagen, así como identificar su creación, su circulación y su recepción en contextos definidos. Para cumplir con este objetivo, los autores se apoyaron en estudios clásicos de la iconología e iconografía, pero también en los aportes de la historia, la cultura visual, los estudios culturales, la ciencia política, la antropología, la psicología y la sociología.

En la compilación se estudia este tipo de imagen integrada en las instituciones políticas, sociales, culturales y familiares que permitieron su existencia y determinaron su circulación y exhibición en lugares representativos del ámbito público, como, por ejemplo, los museos. Esto resulta claro en el artículo de Jens Andermann, al definir las particularidades de los museos latinoamericanos como espacios en los que los nacientes Estados plasmaban los relatos de su origen y reclamaban la soberanía política ante sus coetáneos en el siglo XIX. Un relato que debe ser entendido también como formas de escritura de la historia, es decir, como un tipo de relato en el que cada Estado establece la manera de contar hechos gloriosos, de narrar los épicos acontecimientos fundacionales y de mostrar el papel de los grandes héroes, que puede establecerse a través de imágenes, metáforas, símbolos y analogías; elementos que no pueden ser vistos como constantes o invariables, sino como cambiantes y versátiles, pues se modifican en la medida en que las condiciones históricas cambian.

En el artículo de Hans-Joachim König estos puntos son fundamentales para comprender la construcción de la nación en Latinoamérica y de manera particular en el caso neogranadino, cuando se emplean analogías para desligarse discursivamente de la Corona española, como aludir de manera contraria a la idea de Madre Patria (España), circular monedas con los símbolos republicanos, emplear árboles y elaborar pinturas históricas y alegóricas. Esto también es importante en el texto de Henio Hoyo sobre las representaciones etnoculturales de México en las estampillas postales (algunas de carácter permanente y otros eventuales), las cuales hablan de acontecimientos que merecen ser recordados por todos los ciudadanos, promulgados desde el imaginario nacional oficial con el objetivo de que circulen en el interior y el exterior del Estado-nación mexicano.

Este tipo de trabajos, a diferencia de otros esfuerzos individuales y colectivos, además de aludir a que una parte significativa de las imágenes presentadas se creó para construir simbólicamente los nuevos Estados (desarrollando un sentimiento de identidad tras los acontecimientos independentistas), muestra que se trata de un proceso inacabado (mejor dicho, de larga duración) que puede verse continuamente en el siglo XX e incluso en siglo XXI, en el que los Estados siguen conformándose y empleando representaciones visuales de todo tipo con este mismo propósito: construir la nación. Es claro este asunto en el artículo de Sven Schuster, cuando muestra la reducción del periodo de La Violencia en Colombia a un solo acontecimiento que ha marcado la idea de nación y que se sustenta con la creación de pinturas por artistas como Débora Arango, Alejandro Obregón y Alipio Jaramillo, como lo fue el 9 de abril de 1948 con la muerte de Jorge Eliécer Gaitán. Esta misma posición se encuentra en el texto de Christian Wehr que estudia el largometraje del 2001, del director Alfonso Cuarón, titulado Y tú mamá también, en el que estudia el sentimiento de la nación mexicana con la pérdida del poder del Partido Revolucionario Institucional (PRI).

Al mismo tiempo en que se avanza en el análisis de esas imágenes internas que proyectan a la nación, determinadas directamente por un conjunto de personas e instituciones locales (en las que resulta clave el papel del historiador al definir qué entienden estos actores históricos por una "nación"), se establece el papel que cumple otro conjunto de representaciones visuales proyectado ahora hacia el exterior para que sean visto por otros, para encontrar un consenso internacional y generar la identificación de un territorio nacional. Lo anterior se conecta con un punto transversal a los once artículos y que resulta fundamental al trabajar este tipo de problemática: cada nación establece lo que debe ser visto y censura aquello que se sale de los cánones deseados o aceptados por un grupo dominante, al tratarse de manera clara de un proceso que incluye varias relaciones de identificación, de selección y de diferenciación.

Este análisis posiblemente resulta clave, a pesar de las complejidades del propio objeto de análisis, en el escrito de Ernesto Capello, quien estudia la cartografía, la geodesia y el estudio geográfico en la construcción del imaginario nacional en Ecuador. Capello destaca la creación de mapas que generaban la "ilusión de objetividad" y que se publicaron en pequeño formato para ser consumidos por púbicos amplios (los pobladores del territorio y turistas), que observaban en esta representación bidimensional la incorporación de símbolos nacionalistas de fácil identificación. Una aproximación similar puede observarse en el texto de Beatriz González Stephan, quien analiza las tarjetas de visita en Venezuela, consideradas un elemento claro de configuración autorreferencial que se restringía a grupos particulares como los sectores medios (dejando de lado otros conjuntos de la sociedad) y que se enmarca dentro de la "estructura del yo".

Por tanto, es claro en esta compilación que no todo es válido para ser presentado, para ser relatado o para ser simbolizado en una imagen como componente de una nación, ya sea con el fin de ser identificado por las personas que hacen parte de un mismo Estado o de aquellos que se convierten en sus espectadores fuera de sus fronteras. Los artículos de Margarida de Souza Neves y Ori Preuss, cuyo espacio de estudio es el territorio de Brasil en el siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX, resultan ser un buen ejemplo de lo expuesto, al considerar la creación de imágenes que se proyectaban hacia lo externo y que en ocasiones se contraponían a las realidades internas. De Souza Neves realiza una descripción de la participación de Brasil en las exposiciones internacionales y de los objetos (algunos de los cuales confirmaban la idea de un país exótico, como un jarrón con plumas de aves de la provincia de Bahía) que fueron expuestos con el propósito de mostrar la ideología del Estado hacia el progreso. Por su parte, Preuss analiza la pintura histórica oficialista y las caricaturas que circularon en distintos periódicos, elaboradas por agentes estales y no estatales, que proyectaban ideas ambivalentes de Baron de Rio Branco (José Maria da Silva Paranhos Junior) hacia el campo internacional y que se contradecían con las de sus opositores en el interior del país.

En esta compilación se insiste también en que no existe en las sociedades una única forma de construir una nación, pues en ocasiones se trata de un proceso de negociación, de un consenso, de un debate inacabado o incluso de una ausencia. ¿Será posible encontrar la ausencia de estos símbolos en algunos Estados? Esto bien puede darse en contextos donde los grupos consideran elementos dispares que los representan, es decir, cuando una parte de la sociedad no está de acuerdo con la idea oficial que deviene del Gobierno de turno o no se sienten completamente identificados con los símbolos que se promulgan como nacionales. Es claro entonces que en un territorio pueden convivir y coexistir diversas formas de entender una nación, sin que ninguna sea más valida que la otra, aunque siempre exista una que se imponga sobre las demás.

Finalmente, los artículos de Sylvia Dümmer Scheel y Georg Wink ilustran este punto con sus estudios sobre Chile y Brasil, respectivamente. Dümmer Scheel analiza la participación de Chile en la Exposición Iberoamérica de Sevilla (1929), debatida ampliamente entre los organizadores por el tipo de nación que se deseaba presentar: por un lado, la cultura indígena remembrando los araucanos y, por el otro, una nación progresista que dejaba a este grupo en un segundo plano en pro de un discurso de blanqueamiento. Mientras que Wink reflexiona en los monumentos que buscaban enaltecer el pasado glorioso de las gestas nacionales y hacerlas perdurables en el futuro, un objetivo difícil de cumplir por la competencia entre los distintos símbolos nacionales de las élites, por los discursos de grupos subalternos y la propia realidad del Estado.

Si bien los puntos descritos en esta reseña resaltan varios de los aspectos destacables de esta compilación, también es necesario hacer mención a dos ausencias que son propias del ejercicio académico con imágenes. Por un lado, en los trabajos que tratan representaciones visuales como fuentes de investigación (en este caso, las imágenes públicas), en ocasiones se emplean las pinturas, fotografías, esculturas, caricaturas o los filmes como elementos que solo ilustran lo planteado y ratifican las conclusiones a las que se puede llegar por otros documentos. Por el otro, son pocos los casos en los que los artículos presentados tratan los procesos de uso y apropiación de estas imágenes, es decir, de la manera en que son recibidos por los distintos grupos que conforman la nación (esos habitantes que jamás se conocerán o hablaran entre ellos), los diversos usos a los que pueden dar lugar y las resignificaciones que pueden tener a lo largo del tiempo.

Por último, es necesario resaltar que lo que tendrá el lector en sus manos, con el texto La nación expuesta. Cultura visual y procesos de formación de la nación en América Latina, es una interesante compilación que muestra cómo una temática ampliamente estudiada (la construcción de nación) puede ser vista desde diferentes espacios y problemáticas disímiles (algunos de ellos, espacios de los que poco o nada sabemos, como lo son Ecuador y Venezuela). Se trata, pues, de una serie de artículos apoyados, por demás, en una significativa documentación escrita y visual, que, más que llegar a conclusiones acabadas, invita a pensar la historia como una disciplina en construcción y a considerar que existen temas sobre los que aún se necesita seguir indagando y complementando con fuentes, preguntas y enfoques renovados.

MARÍA CRISTINA PÉREZ
Universidad de los Andes, Bogotá-Colombia
mc.perez158@uniandes.edu.co


Notas

1 Benedict Anderson, Comunidades imaginadas: reflexiones sobre el origen y la difusión del nacionalismo (México: FCE, 1993); Ernest Gellner, Naciones y nacionalismo (Madrid: Alianza Editorial, 2008).
2 Hans Belting, Antropología de la imagen (Buenos Aires: Katz Editores, 2007); David Freedberg, El poder de las imágenes: estudios sobre la historia y la teoría de la respuesta (Madrid: Ediciones Cátedra, 1989).

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