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vol.45 issue2"There Is a Time for Everything". Temporality and History during the Monarchical Restoration in Tierra Firme (1814-1819)Marta Herrera Ángel. El conquistador conquistado. Awás, Cuayquer y Sindaguas en el Pacífico colombiano, siglos XVI-XVIII. Bogotá: Universidad de los Andes, 2016. 350 páginas. DOI: 10.15446/achsc.v45n2.71034 author indexsubject indexarticles search
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Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura

Print version ISSN 0120-2456

Anu. colomb. hist. soc. cult. vol.45 no.2 Bogotá July/Dec. 2018

https://doi.org/10.15446/achsc.v45n2.71033 

Artículos dossier

Ilusiones defraudadas: auge y caída del comercio legal de coca y cocaína en los países andinos

Betrayed Illusions: Rise and Fall of Legal Coca and Cocaine Trade in the Andean Countries

Ilusões defraudadas: auge e queda do comércio legal de coca e cocaína nos países andinos

ANDRÉS LÓPEZ RESTREPO* 

* Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, Colombia. alopezre@unal.edu.co


RESUMEN

Este artículo examina el ciclo de expansión y caída de la producción y el comercio de hoja de coca y cocaína que ocurrió en las últimas décadas del siglo XIX y primeras del XX. La globalización, los avances tecnológicos, la industrialización y la publicidad fueron los factores que impulsaron el auge de esas dos drogas, pero su caída se debió a razones no económicas, de tipo sanitario, religioso y de política internacional. Quienes resultaron ganadores de esa expansión fueron algunos países desarrollados y un país andino, Perú. Colombia cultivaba coca, pero se mantuvo al margen de la bonanza, mientras que Bolivia participó de manera marginal. La coca y la cocaína han pasado por un nuevo auge a partir de la década de 1970, pero en condiciones de ilegalidad.

Palabras clave: (Autor) hoja de coca, región andina; (Thesaurus) cocaína, globalización, política sobre drogas

ABSTRACT

The article examines the cycle of expansion and decline of the production and legal trade of coca leaf and cocaine during the final decades of the 19th century and the early decades of the 20th century. Globalization, technological advances, industrialization, and advertising contributed to the expansion, while non-economic reasons related to health, religion, and international politics led to the decline. Those benefiting from the expansion were some developed countries and an Andean country, Peru. Colombia cultivated coca, but did not participate in the boom, while Bolivia did so only marginally. A new coca and cocaine boom started in the 1970s, but in conditions of illegality.

Keywords: (Author) coca leaf, Andean region; (Thesaurus) cocaine, globalization, drug-related policy

RESUMO

Este artigo examina o ciclo de expansão e queda da produção e comércio legal de folha de coca e de cocaína que ocorreu nas últimas décadas do século XIX e das primeiras do XX. A globalização, os avanços tecnológicos, a industrialização e a publicidade foram os fatores que promoveram o auge, mas a queda deveu-se a razões não econômicas, de tipo sanitário, religioso e de política internacional. Os que terminaram ganhadores dessa expansão foram alguns países desenvolvidos e um país andino, o Peru. A Colômbia cultivava coca, mas manteve-se à margem da bonança, enquanto a Bolívia participou de maneira marginal. A partir da década de 1970, a coca e a cocaína beneficiaram-se de um novo auge, mas em condições de ilegalidade.

Palavras-chave: (Autor) folha de coca, região andina; (Thesaurus) cocaína, globalização, política sobre drogas

Introducción

A partir de la década de 1880, la coca y la cocaína vivieron un periodo de bonanza que despertó las esperanzas de una prosperidad duradera entre sus productores. Algunos países y empresas se vieron favorecidos, pero después de 1920 comenzó un declive imparable de la producción y el comercio de esas dos drogas, que se debió a una combinación de distintos factores. Aunque de naturaleza diferente, pues la coca es una planta y la cocaína es un alcaloide obtenido mediante un proceso industrial, ambos bienes siguieron trayectorias similares debido a que la principal materia prima de la cocaína es la hoja. Este artículo examina ese auge y declive y las razones que explican el fenómeno. Ambas volverían a ser productos muy rentables a partir de la década de 1970, pero para entonces eran ilegales, lo que estableció unas dinámicas muy diferentes de las ocurridas a fines del siglo XIX y principios del XX y hace que esa nueva bonanza quede por fuera de este estudio. En todo caso, es importante examinar los antecedentes de un fenómeno que ha tenido efectos tan determinantes sobre la sociedad, la economía y la política de las naciones andinas.

El ascenso de la coca y la cocaína coincidió con el inicio de la era del libre comercio y la moderna globalización. Fueron cuatro los factores que impulsaron el desarrollo económico internacional y que tuvieron un impacto decisivo sobre esas drogas: la globalización misma, los avances tecnológicos, la industrialización y la publicidad. La globalización es un fenómeno que tiene sus orígenes en la era de los descubrimientos y que se aceleró y adquirió su carácter moderno durante el siglo XIX. De particular importancia fue la disminución de los costos de transporte provocada por nuevas tecnologías, en particular por los ferrocarriles y la navegación a vapor, sobre todo después de 1860. Los barcos a vapor permitieron que se conocieran en otros lugares las propiedades de la coca, hasta entonces experimentadas únicamente por quienes habían visitado la región andina. Al disponer de coca fresca, fue posible experimentar con la hoja y aislar la cocaína, que empezó a ser fabricada por la naciente industria farmacéutica. La coca se convirtió en el ingrediente principal de productos que, impulsados por la mercadotecnia masiva, fueron muy exitosos. Fue el caso del Vin Mariani y la Coca-Cola. En cambio, la cocaína era producida por empresas farmacéuticas que limitaban la publicidad de sus productos a los miembros de la profesión médica. Los fabricantes de productos con coca hicieron fortunas, mientras que los fabricantes de cocaína tuvieron menos suerte. Claro está que los principales ganadores estuvieron en los países centrales. Perú también participó en el auge, y aunque el impacto sobre su economía fue significativo, la rentabilidad que obtuvo fue mucho menor que la de los países centrales.

Mientras que el auge de la coca y la cocaína fue impulsado por la aceleración económica que se vivió a fines del siglo XIX, su descenso respondió a factores muy diferentes. La cocaína fue adoptada con entusiasmo por la comunidad médica, pero pronto se descubrió su potencial adictivo y empezó a ser empleada por consumidores recreativos. En respuesta, los médicos empezaron a limitar su uso y aparecieron las primeras regulaciones de su uso. Eran tiempos de movilización por razones religiosas y morales en contra del consumo de alcohol y otras drogas, en particular los opiáceos. Si la preocupación por las drogas se hubiese limitado a consideraciones médicas y morales, es probable que hubiesen sido reguladas mediante normas nacionales, como ocurrió a principios del siglo XX en Estados Unidos y los países escandinavos con el alcohol. El factor determinante en la creación de una política internacional en contra de las drogas fue la preocupación por el problema del opio en China, que dio lugar a una serie de reuniones y acuerdos que establecieron un sistema para controlar la producción, comercio y consumo de los opiáceos. Tras una serie de eventos, la coca y la cocaína fueron incluidas en esos acuerdos.1 Si las fuerzas de la globalización que impulsaron el auge de la coca y la cocaína habían sido principalmente económicas, su decadencia se debió a razones políticas, morales y sanitarias.

Para establecer lo ocurrido con la coca y la cocaína se han examinado críticamente los estudios más relevantes sobre su comercio, producción y consumo, a nivel global y en los principales países productores y consumidores. Sin embargo, las cifras presentadas deben ser acogidas con dosis grandes de escepticismo. Quienes están familiarizados con las estadísticas relacionadas con esas drogas en el presente conocen los problemas de medir las actividades ilegales. La coca y la cocaína no tenían restricciones legales en el periodo que cubre este texto, pero los números con que contamos también tienen grandes limitaciones, sobre todo para antes de 1920, cuando la Sociedad de Naciones empezó a recoger información relativa a las drogas reguladas.

El esfuerzo pionero por presentar cifras durante esta etapa fue realizado por Musto, quien utilizó fuentes primarias y los resultados de Hirschmüller y de la tesis doctoral de Spillane, luego convertida en libro, más algunos supuestos, para construir tablas de la coca exportada por Perú, Bolivia, Java y Taiwán y de la cocaína producida a partir de esa hoja entre 1877 y 1939.2 En su artículo, Hirschmüller presentó las cantidades de hoja de coca y cocaína bruta empleadas y la cocaína producida por la firma alemana Merck, entre 1879 y 1918. Aunque son cifras de una sola empresa, era la que más fabricaba cocaína en el país que más producía cocaína, Alemania. Por su parte, Spillane calculó la coca y cocaína importada y la cocaína fabricada por Estados Unidos entre 1882 y 1931. Después, Friman ofreció estimaciones de la producción y exportación de cocaína para toda Alemania en 1913, 1921 y 1925-1931.3 También expuso cifras de producción y exportación de cocaína por parte de Merck diferentes de las de Hirschmüller para el periodo 19061910, pero en un artículo posterior aceptó los datos de este autor.4

Dos estudios recientes han hecho avances muy importantes en el conocimiento de los mercados de la coca y la cocaína. Gootenberg5 recogió los datos anteriores y los complementó con fuentes primarias para el caso peruano para ofrecer series más completas que las presentadas por Musto de la producción de coca y las exportaciones de coca y cocaína bruta de Perú desde 1877 y de la producción y exportación de coca de Bolivia a partir de 1920. El trabajo más reciente que presenta cifras originales sobre la coca y la cocaína es la tesis doctoral de Bosman.6 Pese a que se trata de un estudio de una sola empresa, la Nederlandsche Cocaïnefabriek (NCF) o Fábrica de Cocaína Neerlandesa, Bosman fue mucho más allá y estimó las cantidades de cocaína producida a partir de 1890, tanto en al ámbito global como en los distintos países fabricantes, incluyendo, por primera vez, países diferentes a Alemania, Estados Unidos y los Países Bajos (principalmente, Reino Unido y Francia). El autor hizo una crítica detallada de los cálculos de sus predecesores acerca del total de cocaína producida, por lo que se optó por acoger sus resultados y se los complementó con los provenientes de las otras fuentes.

No es este el lugar para evaluar y contrastar esos números, en particular los supuestos utilizados, pues eso requeriría un trabajo muy largo de escrutinio de las fuentes primarias para la producción, exportación y consumo de coca y cocaína en cada uno de los países que intervinieron en esos mercados. En este artículo se prefirieron por lo general las cifras de Bosman, debido a que son las más completas y cubren periodos más amplios. Sin embargo, los datos presentados deben ser considerados con escepticismo y son aproximaciones que no pretenden más que señalar tendencias generales. De acuerdo con Gootenberg,7 no existen cifras sobre algunos aspectos del mercado de la coca y la cocaína y las que existen son poco confiables, pero considera que el esfuerzo por mejorarlas es fútil y requeriría una vida entera de trabajo.

Este artículo hace dos aportes principales. En primer lugar, reúne las cifras de producción de la coca y la cocaína de diversas fuentes para presentar de manera integral el ciclo de auge y caída de esos dos bienes durante las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del siglo XX. La coca y la cocaína fueron productos globales, que se produjeron y consumieron en continentes diferentes; por tanto, para entender su ciclo, es necesario adoptar un enfoque global que dé cuenta de lo ocurrido en los principales centros de producción y consumo. Dentro de ese contexto global, el artículo presta atención particular a lo ocurrido en los países andinos. Las investigaciones realizadas han estudiado a Perú y Bolivia en su papel de productores y exportadores, pero nada han dicho sobre Colombia.

El segundo aporte del artículo es establecer qué ocurrió en Colombia durante la existencia del mercado global de la coca y la cocaína legales. Infortunadamente, las fuentes son pocas y dispersas. Ninguna de ellas se refiere a la producción de coca en Colombia y no existe ninguna cifra, ni siquiera una estimación gruesa, sobre el tamaño del mercado nacional de la hoja. En las páginas siguientes se presentan las fuentes principales halladas y, en particular, se describen los esfuerzos de algunos entusiastas que trataron de promover la producción de coca y cocaína para la exportación. Es claro que no tuvieron éxito y que Colombia se mantuvo al margen del auge y la caída de la coca y la cocaína. También se refuta la supuesta participación del científico colombiano José Jerónimo Triana en el descubrimiento de la cocaína.

El texto se desarrolla en tres partes. La primera examina el periodo que inicia en 1860, cuando se descubrió la cocaína, que no despertó mucho interés al principio, a diferencia de lo que ocurrió con la hoja de coca, que era el ingrediente principal del vino de coca, muy popular por esos tiempos. La segunda parte examina el auge de la cocaína, desde 1884 hasta el inicio de la Primera Guerra Mundial. Durante este periodo la coca y la cocaína legales alcanzaron una prosperidad que no tuvo igual, ni antes ni después. Finalmente, en la tercera parte se examina el fin de la bonanza en la década de 1920, cuando empezó a operar el nuevo régimen internacional de control de drogas.

La invención de la cocaína

A diferencia de otros productos, como el tabaco o el cacao, la hoja de coca no hizo parte de las redes comerciales globales que se desarrollaron tras la conquista española de América. Los europeos ni siquiera experimentaron los principios activos de la coca, pues estos no sobrevivían el largo viaje trasatlántico. Al igual que en tiempos precolombinos, la producción y el comercio de la hoja estaban limitados a la región andina. A principios del siglo XIX, los avances de la química, centrados sobre todo en Alemania y Francia, permitieron aislar los alcaloides de las plantas, es decir, sus principios activos. La morfina fue el primer alcaloide descubierto, en 1806. Gracias a los avances del transporte, los europeos contaron con coca en mejores condiciones; en 1855 la cocaína, uno de los catorce alcaloides conocidos de la coca, fue aislada por Friedrich Gaedecke y en 1860 Albert Niemann describió el procedimiento. Algunos investigadores se interesaron en la nueva droga y, en 1862, un médico vienés, Frederick Schroff, advirtió por primera vez que el uso de la cocaína le produjo un corto sentimiento de euforia, después del cual se sintió deprimido. Otros señalaron sus cualidades anestésicas al descubrir que insensibilizaba las mucosas, si entraba en contacto directo con ellas. Sin embargo, los profesionales de la medicina no manifestaron mucho interés, la demanda fue limitada y la cocaína fue en esos años poco más que una curiosidad. La empresa alemana Merck, primer fabricante comercial de morfina, empezó a producir cocaína en 1862 y fue la única que lo hizo por más de dos décadas, pero apenas producía unos pocos gramos al año y la vendía por miligramos, y a precios muy elevados, a investigadores en busca de aplicaciones para la droga.

No pasó mucho tiempo para que se hablase de la cocaína en Colombia. Un médico que había sido miembro de la Sociedad de Naturalistas escribió en 1865 un artículo que llamaba la atención sobre las propiedades medicinales de la hoja de coca. Decía que se producía en climas templados, que las hojas consumidas en Bogotá procedían de La Plata y Almaguer, y que su uso estaba muy extendido entre los indígenas "del Andaquí, de Tierradentro y del cantón de Almaguer". El autor acababa el artículo narrando cómo se había aislado recientemente la cocaína y describía la insensibilidad pasajera que se produce en la lengua al contacto con el alcaloide, pero resulta evidente que no había tenido una experiencia directa de la nueva droga.8

El mercado mundial de la hoja de coca se amplió en 1863, cuando un químico corso establecido en París, Angelo Mariani, inventó una preparación de extracto de coca y vino de Burdeos, que comercializó como un tónico medicinal bajo el nombre Vin Tonique Mariani, el cual fue inmensamente popular en las décadas siguientes gracias a las hábiles tácticas publicitarias de Mariani, que incluyeron el aval de papas, reyes, presidentes y miles de médicos. El Vin Mariani tenía dos ventajas que permitieron su popularización. En primer lugar, como el alcohol aumenta el impacto de la cocaína, la mezcla compensaba la baja en el efecto estimulante que ocasionaba el largo viaje transoceánico de la hoja. Además, su ingestión usando el vino como vehículo obviaba el rechazo que los europeos sentían por el mascado de coca y el sabor amargo de la hoja. Entre 1863 y 1885, Mariani fue el principal comprador mundial de la hoja y la mayor parte la adquirió en Bolivia.9

La coca era un producto fundamental para la economía de Bolivia, pues era el artículo principal del comercio interno y fue determinante en la formación del mercado nacional. El cultivo de la hoja se concentraba desde hacía siglos en los Yungas, cerca de la ciudad de La Paz. A fines del siglo XIX, más del 80 % de la hoja boliviana provenía de esa región, donde prácticamente constituía un monocultivo, producido tanto por las comunidades indígenas como por grandes hacendados. En contraste con lo que ocurría con Perú, donde la hoja era un producto propio de regiones y élites periféricas, en Bolivia la élite nacional, establecida en La Paz, tenía un interés directo en su producción por medio de las haciendas que poseía en los Yungas, y la prosperidad de la hoja estimuló la expansión de la ciudad. La venta de coca estaba en manos de comerciantes españoles o criollos, exceptuando un pequeño comercio que se hacía con los países fronterizos, Perú, Chile y Argentina, que era controlado por indígenas. Pese al éxito del Vin Mariani, la demanda de coca para su mezcla con vino pudo ser atendida con una fracción marginal de la producción, menos del 1 % del total, por lo que el aumento de las exportaciones no tuvo un impacto significativo sobre la economía boliviana.10

En todo caso, el éxito de Mariani atrajo a muchos emprendedores, sobre todo en Francia, Inglaterra y Estados Unidos, que también usaron la hoja para producir otros productos como píldoras, tónicos y cigarrillos. Uno de los competidores estadounidenses de Mariani fue el farmacéutico John Pemberton, quien en 1884 creó el French Wine Coca, que además de vino y coca llevaba nuez de cola, la cual contiene cafeína. En 1885, el condado de Fulton, donde está situada la ciudad de Atlanta, en la que Pemberton tenía su centro de operaciones, prohibió el alcohol, por lo que al año siguiente el empresario desarrolló la Coca-Cola, en la cual el agua carbonatada reemplazaba al vino, obteniendo así una versión no alcohólica de su vino de coca. Un extracto de hoja de coca sigue siendo parte de esta popular bebida, pero en 1903, ante el aumento del rechazo social a la droga, la cocaína fue eliminada de su composición y destinada para fines médicos. En adelante, la Coca-Cola abandonaría sus pretensiones terapéuticas y haría énfasis en su carácter refrescante. Gracias a una publicidad muy exitosa, sus ventas siguieron aumentando, al tiempo que desaparecían del mercado las demás bebidas con coca.

El botánico y médico colombiano José Jerónimo Triana, quien había hecho parte de la Comisión Corográfica y emigró luego a París, afirmó en 1889 haber jugado un papel decisivo en la historia de la coca y la cocaína. El mundo habría reconocido las propiedades de la hoja, olvidadas durante muchos años, gracias a que él la presentó en la Exposición Universal de París de 1867 como parte de una colección de seis mil plantas colombianas, y, además, habría convencido al farmacéutico parisino Gervais Chevrier para producir el primer vino de coca, el cual era un "tónico y reconstituyente" que podía ser consumido por quienes no toleraban el vino de quinina. Triana manifestó incluso haber contribuido, "indirectamente si se quiere, al grandioso descubrimiento de la cocaína", debido, al parecer, a su supuesta promoción de las virtudes de la hoja.11 Chevrier sí fabricó vino de coca, pero Triana estaba atribuyéndose méritos que es poco probable que le correspondieran, pues, por una parte, ya Mariani estaba vendiendo su vino antes de que Chevrier entrara a competirle12 y, por otra parte, el interés por la coca era anterior, como lo demuestran el aislamiento de la cocaína entre 1855 y 1860 y la presencia de la hoja en la Farmacopea oficial francesa desde su edición de 1866, un año antes de la Exposición Universal.13 De hecho, ninguna de las principales historias académicas o populares de la coca o de la cocaína atribuyen papel alguno a Triana o a Chevrier en el redescubrimiento de las propiedades de la hoja, en la invención del vino de coca o en el aislamiento inicial del alcaloide.14

Otros reclamos nacionalistas sobre la participación de latinoamericanos en el descubrimiento de la cocaína tienen más fundamento: el peruano Tomás Moreno y Maíz verificó, a través de experimentos realizados entre 1862 y 1868 mientras estudiaba en París, las cualidades anestésicas de la cocaína, y el farmacéutico franco-peruano Alfredo Bignon descubrió en 1884 un método económico para producir la cocaína bruta o semiprocesada, con una pureza de alrededor del 85 %, similar al que usan en el presente los productores ilegales. El farmacéutico italiano residente en Bolivia Enrique Pizzi reclamó en 1858 haber aislado la cocaína, antes de que Niemann diese a conocer su método, pero esto es dudoso, dado que la muestra que envió a Europa contenía solo yeso.15

El momento de la cocaína

El auge de la cocaína empezó en 1884. En marzo, el aún desconocido médico Sigmund Freud publicó su primer y más famoso trabajo sobre la coca, en el cual recomendó usar la cocaína para diferentes condiciones, incluida la adicción a la morfina y el alcohol, y como anestésico local. El artículo de Freud fue bien recibido y generó mucho interés, pese a que confundía la coca con la cocaína y se limitaba a evaluar resultados anteriores de investigación. Una de sus consecuencias fue que muchos médicos empezaron a prescribir cocaína a los adictos a la morfina. Pocos meses después recibían pacientes que eran adictos a la cocaína o a ambas drogas. En octubre del mismo año, Karl Koller, amigo y colega de Freud, anunció que la aplicación de algunas gotas de cocaína producía insensibilidad en los ojos, haciendo posibles las cirugías de esos órganos. Ya se había sugerido, incluso por parte del mismo Freud, la posibilidad de emplear la cocaína como anestésico local, pero Koller fue el primero que lo hizo con criterio científico. Otros médicos comprobaron que era cierto y la inyectaron directamente en los nervios para bloquear el dolor de ciertas áreas del cuerpo, lo cual permitió realizar pequeñas operaciones imposibles hasta entonces. Gracias a Koller, se contó con el primer anestésico local efectivo, lo cual revolucionó la cirugía, pues hasta entonces solo se disponía de anestésicos generales como el éter o el cloroformo.16

A partir de ese momento la demanda de cocaína fue insaciable, aunque, debido a la falta de hoja, Merck no pudo aumentar la fabricación al mismo ritmo, y los precios, que ya eran elevados, se cuadruplicaron en menos de un año. La situación se resolvió en 1886, cuando la empresa alemana empezó a adquirir la cocaína bruta producida por Bignon y otros farmacéuticos limeños, la mayoría de origen alemán, para luego completar su transformación en su planta de Darmstadt. Esa cocaína bruta, a diferencia de la hoja, no perdía su potencia y era más compacta y, por tanto, más barata de transportar. Perú aumentó las exportaciones de cocaína bruta y Merck aumentó la producción de cocaína refinada de poco más de media libra de la droga en 1883 a más de quinientos kilos a finales de la década. Otras empresas de distintos países empezaron a producir cocaína refinada, pero en cantidades muy inferiores a Merck. Las ganancias generadas por la producción de cocaína y, sobre todo, de morfina ayudaron a convertirla en una gigantesca empresa farmacéutica global. El crecimiento de la producción hizo que el precio de la cocaína disminuyera rápidamente y aumentara su disponibilidad y popularidad.17

El entusiasmo de los médicos por la cocaína les llevó a usarla no solo en cirugías menores sino también como tónico, cura para la adicción y, debido a sus propiedades vasoconstrictoras, tratamiento para la irritación de los senos nasales. Pronto hubo informes de reacciones tóxicas e incluso muertes, por lo general en las intervenciones quirúrgicas, pues en estas se usaban cantidades mucho mayores que en las otras aplicaciones terapéuticas. Además, la cocaína empezó a ser consumida por individuos que se la autoprescribían por sus efectos estimulantes, como ejemplificó Sherlock Holmes en varias novelas publicadas a partir de 1887, o para contrarrestar los efectos de la morfina y el alcohol, y aparecieron los primeros casos de abuso y dependencia, con síntomas como sicosis paranoica y alucinaciones, que confirieron a la cocaína la reputación de ser una droga muy nociva. En todo caso, hacia 1890 los médicos habían aprendido más sobre las consecuencias negativas del uso de la cocaína y empezaron a usarla con más mesura y en dosis menores, a ocultar al paciente la identidad de la droga prescrita y a sustituirla con nuevos anestésicos locales que no producían euforia ni adicción y además eran más baratos, como la eucaína y la procaína, mejor conocida por su nombre comercial de Novocaína.

La producción mundial de cocaína, que había crecido rápidamente en la segunda mitad de la década de 1880, se estabilizó en 1892 y se mantuvo en un nivel promedio de 6,2 toneladas durante los años restantes del siglo. En el periodo 1892-1899, el 58 % de la cocaína producida a nivel mundial provenía de la cocaína bruta peruana, un 31 % usaba como insumo hoja peruana y el otro 11 % coca de Java. La cocaína procedía en un 67 % de Alemania, un 18 % de Estados Unidos y el restante 15 % de otros países europeos, en particular el Reino Unido y Francia. El consumo de la droga se extendió más en Estados Unidos, debido a la industria de medicinas patentadas y a la mayor tendencia a autorrecetarse. En ese mismo periodo 1892-1899, el consumo de cocaína en el país norteamericano fue de 2,1 toneladas anuales en promedio, que correspondieron a 34 % de la cocaína producida en el mundo.18 En Europa, en cambio, las medicinas patentadas no eran tan populares y los fabricantes de cocaína estaban menos involucrados en el mercadeo de sus productos, limitándose a vender la droga a mayoristas y farmacias.

El consumo volvió a aumentar con la llegada del nuevo siglo debido a la expansión de la demanda en Asia y el Medio Oriente y a la popularización del consumo recreativo de cocaína, que más que compensó la caída de la demanda por razones médicas. Los ambientes bohemios acogieron con los brazos abiertos las propiedades estimulantes de la cocaína, que se hizo muy popular en las capitales del mundo occidental y pronto se asoció con la vida nocturna y el bajo mundo. De esta manera, la producción de cocaína, que se había mantenido relativamente estable durante la década de 1890, con 6,2 toneladas anuales en promedio, experimentó una aceleración con la llegada del nuevo siglo. En 1900 alcanzó las 9,3 toneladas y a partir de 1901 se mantuvo por encima de las 10 toneladas, mientras que los precios seguían declinando. La producción dio un nuevo salto a partir de 1911, cuando superó las 15 toneladas y alcanzó un máximo de 18,5 toneladas en 1913, en vísperas de la Primera Guerra Mundial. La cocaína bruta y la hoja provenientes de Perú fueron la principal materia prima para la producción de cocaína hasta 1910; desde 1911 la hoja de Java fue más importante y para 1913 constituía el 78 % de la materia prima usada en la fabricación de cocaína. Alemania empleaba cocaína bruta, mientras que Estados Unidos, debido a una política de promoción industrial, importaba la hoja, que ya no se deterioraba gracias a las mejoras en el empaque. El país europeo mantuvo su posición de liderazgo en la producción mundial de cocaína: si en 1892-1899 daba cuenta del 68 % del total, en 1911-1913 fue responsable del 70 %. La que sí disminuyó fue la participación de los otros países europeos, pues pasó del 15 % en 1892-1899 al 4 % en 1911-1913, pese a la entrada al mercado de nuevos fabricantes, como Hoffmann La Roche de Suiza y la NCF de los Países Bajos.19 La pérdida de participación de los otros países europeos fue cubierta casi completamente por Estados Unidos, cuya producción dentro del total mundial aumentó del 15 % en 1892-1899 al 34 % en 1904-1910, debido al mayor dinamismo de su consumo con fines recreativos. Sin embargo, ese aumento del consumo estadounidense produjo una reacción social y normativa, de tal manera que en 1911-1913 su participación en la producción mundial disminuyó a 23 %.20

Debido a sus menores costos y mejor acceso a los mercados, Perú sustituyó a Bolivia como el único exportador de coca importante en el mundo. Durante siglos la producción de coca del Perú se había centrado en Cuzco, donde se cultivaba la hoja para el consumo de la población local, sobre todo indígena. La expansión que ocurrió desde la segunda mitad de la década de 1880, impulsada por el crecimiento de la industria de la cocaína, se concentró en las tierras bajas cercanas a Huánuco, que era más accesible desde Lima y desde entonces ha sido el centro de la industria peruana de la cocaína, legal hasta 1949 e ilegal después. En la década de 1890 se consolidaría una tercera zona de producción, en Otuzco, que estaba más al norte y que se especializó en la exportación de hoja de coca para el mercado estadounidense, sobre todo para la fabricación de Coca-Cola. Las exportaciones de la hoja peruana pasaron de unas 400 toneladas a principios de la década de 1890 a un promedio superior a las mil en el periodo 1903-1906, lo que generó la expectativa de una creciente prosperidad. Las ventas al exterior de la coca peruana equivalían entonces aproximadamente a una cuarta parte de la cosecha total de la hoja, y el resto, que correspondía sobre todo a la producción cuzqueña, atendía el consumo local indígena. Es importante subrayar este punto: aunque las exportaciones de coca generaban divisas muy necesarias, la mayor parte de la demanda de coca en Perú y Bolivia correspondía al consumo interno tradicional. De acuerdo con Gootenberg, la mayor parte de las exportaciones peruanas de hoja se dirigían originalmente a Alemania, que en 1892 compró dos tercios del total, pero para 1910 casi toda, un 85 %, tenía como destino a Estados Unidos. Sin embargo, Bosman afirma que Estados Unidos fue el principal comprador de la hoja exportada peruana ya desde 1892, el primer año del cual se tienen estadísticas, aunque Alemania sí fue el principal comprador de la cocaína bruta peruana durante este periodo. Al principio, el grueso de la hoja importada por Estados Unidos era usado para fabricar cocaína, pero con los años la producción de refrescos adquirió más importancia.21

Perú obtuvo grandes beneficios del crecimiento del mercado de la cocaína, no solo por la expansión de cultivos de coca, sino también gracias a la manufactura de cocaína bruta. A partir de su primer envío, en 1886, este país se convirtió en el único exportador mundial de este producto, que era comprado casi todo por Alemania. Los envíos de cocaína bruta peruana pasaron de 1,7 toneladas en 1890 a 10,7 toneladas en 1901, el punto máximo de las exportaciones, y bajaron a 5-6 toneladas anuales en el periodo 1906-1910. Según Gootenberg, Alemania fue el destino del 64 %> de las exportaciones de cocaína bruta en 1891 y del 82 %> en 1899, para luego disminuir al 60 % en 1910. Bosman afirma que la participación de Alemania fue mayor y que habría alcanzado entre 80 % y 90 % de las importaciones de cocaína bruta peruana entre 1892 y 1913. El peso de Alemania se debió a que su industria dependió en estos años de la importación de cocaína bruta, mientras que otros países, como Estados Unidos y los Países Bajos, prefirieron siempre importar hoja para la producción de cocaína. A principios del siglo XX había al menos 20 fábricas de cocaína bruta en Perú, más de la mitad de ellas en el departamento de Huánuco, que procesaban aproximadamente un tercio de la cosecha de coca. La cocaína bruta generaba márgenes de ganancia mucho más elevados que la hoja y desde 1892 el valor de las exportaciones de cocaína sobrepasó a las de coca. Aunque la cocaína nunca excedió el 4 % del total de los ingresos de las exportaciones peruanas, fue determinante en el desarrollo de las regiones cultivadoras, pues su principal insumo, la hoja, era muy intensiva en mano de obra. Hubo quienes soñaron con que la prosperidad de la cocaína sería perdurable gracias a que Perú parecía tener un monopolio natural sobre el producto: el único otro país que producía coca en cantidades importantes era Bolivia, pero no fabricaba cocaína bruta.22

En Colombia, el consumo y el cultivo de coca estaban difundidos por todo el territorio nacional al momento de la llegada de los españoles, pero su uso fue disminuyendo en la Colonia a medida que avanzó el mestizaje de la población indígena, aunque no desapareció del todo, como en el caso de Ecuador. A principios del siglo XX, la coca estaba reducida a ciertas regiones del Amazonas, algunos puntos de Santander y Boyacá, la Sierra Nevada de Santa Marta y los valles de su vertiente oriental, y, sobre todo, a la parte meridional de los departamentos del Cauca y Huila y zonas de Nariño.23 La hoja se comerciaba en mercados locales y no se cultivaba con fines de exportación. Pero esto no impidió que algunos se esperanzaran con las nuevas oportunidades para el cultivo de la hoja y sugirieron que se siguiera el camino de Perú.

En 1873, el botánico Triana envió un memorial al secretario del Interior y de Relaciones Exteriores de los Estados Unidos de Colombia, señalando la necesidad de fomentar el cultivo de la coca para exportar las hojas, pero su consejo no fue atendido.24 Unos años después, en 1880, una publicación de Tunja, El Empresario, animó a que se promoviera el cultivo de coca.25 La bonanza de la cocaína aumento el interés por la hoja. Había pasado menos de un año desde que Freud y Koller publicaron sus trabajos sobre la cocaína, cuando en junio de 1885, un periódico bogotano, El Comercio, explicaba las "maravillas del nuevo producto" y señalaba que, si las esperanzas en la cocaína "se realizasen, no hay duda que sería para América una nueva y abundante fuente de riqueza, como un consuelo para la humanidad entera". Agregaba que "por lo mucho que promete la cocaína, la demanda de la coca es hoy muy activa, y los que tengan oportunidad de embarcarla obtendrán, a no dudar, un magnífico provecho. Pagábase antes tres a cinco marcos el kilo; hoy valdría tres y cuatro veces más".26 Esa riqueza no provendría, sin embargo, de la producción de cocaína sino del cultivo de la hoja. Unos pocos años después, en 1896, un farmaceuta de Medellín sugería el fomento de la producción local de diversos medicamentos que no requerían mucho capital, como los "extractos blandos y fluidos" de la coca.27 Por vez primera se planteaba la posibilidad de producir cocaína, lo cual solo ocurriría muchas décadas después y en un contexto de ilegalidad.

Ya a principios del siglo XX, un empresario santandereano interesado en la producción de la hoja descubrió que los especímenes de su departamento eran muy pobres en cocaína, lo que impedía que el negocio fuese rentable. Y tampoco pudo traer por correo semillas de la coca de mejor calidad de Perú y Bolivia, porque a los pocos días perdían la facultad de germinar.28 El gobierno nacional, por intermedio del Ministerio de Obras Públicas, quiso apoyar por una vez esta actividad y por ello solicitó en 1912 al ministro colombiano en Bolivia que enviase semillas de la variedad de coca cultivada en ese país. Sin embargo, los tres sacos de semillas recibidos llegaron germinados y fueron, por tanto, inútiles.29 Por esa misma época anotaba un ciudadano tolimense que "en toda la región sur de Colombia se produce silvestre la coca, y colinas enteras cubiertas de esa preciosa planta se denominan el cocal de tal parte, sin beneficio para nadie entre nosotros -salvo la que consuman nuestros indios de esas regiones-". Consideraba que los colombianos debían participar en ese "remunerativo negocio, que no requiere capital de importancia, ni maquinarias para su explotación comercial", al punto que "las plantaciones de coca resultarían casi de balde".30 Todavía en 1922, un sacerdote salesiano escribía en el órgano de difusión de los agricultores colombianos sobre la necesidad de estudiar los diferentes tipos de coca que se encontraban en el país para conocer en qué clima prosperaban mejor y cuál producía mayor cantidad de cocaína, y proceder a su explotación económica.31 Sin un interés activo de los empresarios y con escaso apoyo estatal, todos estos proyectos quedaron en nada. Bien por el contrario, la hoja aún era importada, si se atiende a su inclusión en la tarifa de aduanas de 1913, en el apartado sobre sustancias para infusiones y bebidas.32

El éxito comercial de la coca y la cocaína hizo que las potencias coloniales europeas se interesaran por el cultivo de la hoja. Los Países Bajos, el Reino Unido y, con menos fortuna, Alemania, Francia y Portugal, trataron de introducirla en sus colonias tropicales con el fin de reducir costos y tiempo de transporte. A partir de 1870, los británicos impulsaron la investigación y la experimentación con la hoja en Asia (India y Ceilán, actual Sri Lanka), África (Nigeria y Sierra Leona) y América (Jamaica, Guyana y Santa Lucía), pero el único lugar en que tuvo cierto éxito fue en el subcontinente indio. Durante algunas décadas Ceilán exportó coca y un elíxir producido con las hojas, pero los cultivos habían casi desaparecido para la década de 1910. También se cultivó en Madrás, India, aunque las exportaciones nunca sobrepasaron las cuatro toneladas anuales y finalmente la planta fue erradicada y reemplazada por plantaciones de té y café. Mejores resultados obtuvieron los Países Bajos, que desde 1883 cultivaron la hoja en la isla de Java, parte de la colonia de las Indias Orientales Neerlandesas (la Indonesia contemporánea), e iniciaron las exportaciones en 1890. Sus inversiones en el mejoramiento de la calidad y la productividad de la hoja garantizaron un producto menos susceptible a las enfermedades y que proporcionaba hasta el doble de cocaína que la hoja peruana. Además, la eficiencia en la producción y los menores costos de transporte hacia los puertos permitieron ofrecer un producto competitivo con la cocaína bruta que ya exportaba Perú. Toda la hoja era exportada, pues no había consumo en la isla. Las cantidades despachadas fueron pequeñas en un principio, con un promedio de 60 a 70 toneladas anuales hasta 1905, pero en 1906 pasaron a 122 toneladas y siguieron aumentando rápidamente, hasta sobrepasar las 1300 toneladas anuales en 1913-1914. Casi toda la producción era destinada a los Países Bajos, donde se usaba una pequeña parte para la producción de cocaína y el grueso era reexportado a Alemania, y cantidades menores a Suiza, Francia, Estados Unidos y Japón. Hacia 1910 la hoja de Java se convirtió en la principal materia prima para la producción de cocaína y Ámsterdam reemplazó a Hamburgo como el centro del comercio mundial de coca.33

El ocaso del mercado legal

El auge de la coca y la cocaína fue poco duradero. Hacia 1890 la cocaína perdió su aura de droga milagrosa y fue objeto de crecientes restricciones, que también afectaron a la hoja. Como resultado, en los años siguientes disminuyeron las ventas de Vin Mariani y, en general, del vino de coca y todos los demás productos fabricados con la hoja. La producción del Vin Mariani se mantuvo hasta 1954, pero ya entonces no contenía coca. Tras la reducción de las exportaciones al mercado francés, Bolivia fue afectada por la casi desaparición, a principios del siglo XX, de las ventas en la zona limítrofe peruana, debido al aumento de la producción de su vecino. En adelante, la producción boliviana se destinó sobre todo a atender el mercado interno, exceptuando unas exportaciones pequeñas a Francia, para su uso en la producción de elíxires, algunas ocasionales a Perú y otras más importantes, aproximadamente un 10 % de la cosecha, al norte de Argentina y Chile, de las cuales el primer país compraba casi un 90 % y Chile algo más del 10 %. La coca era el producto boliviano más vendido en el norte argentino y la consumían los trabajadores migrantes bolivianos en las plantaciones de azúcar de las provincias fronterizas de Jujuy y Salta, mientras que la parte que iba a Chile era para los mineros del nitrato. Pero, aunque Bolivia no pudo participar en el auge de la cocaína, la producción de la hoja seguía siendo fundamental para la economía nacional: a principios del siglo XX generó hasta el 42 % de los ingresos fiscales del departamento de La Paz.34

Durante un cuarto de siglo, Perú fue el único exportador importante de coca y su mercado principal era Estados Unidos, y el único exportador de cocaína bruta, que tenía como destino sobre todo Alemania. Pero las exportaciones peruanas de ambos productos entraron en crisis. Los envíos de la hoja descendieron de un pico de casi 1500 toneladas en 1905 a menos de 800 en 1911-1912, y las de cocaína bruta cayeron de 10,7 toneladas en 1902 a menos de tres en 1912. El procedimiento usado en Perú para producir cocaína bruta era poco eficiente en la extracción de la cocaína de la hoja y por ello su producto fue desplazado por la coca de Java. Incluso Merck, que había sido fundamental en el desarrollo de la industria de la cocaína bruta peruana, consideró que ese producto ya no satisfacía sus exigencias de calidad y empezó a usar la hoja javanesa como materia prima en 1906. Así, la bonanza de la coca y la cocaína legales procedentes del Perú llegó a su fin hacia 1910, y el inicio de la Primera Guerra Mundial, que impidió el acceso a los mercados europeos, supuso su ocaso definitivo. La pérdida de los mercados internacionales fue compensada en parte por el aumento de la demanda interna de coca provocada por la expansión de la población rural, mayoritariamente indígena, pero se había cerrado de manera definitiva la ventana de oportunidad para impulsar el desarrollo nacional mediante la explotación legal de la coca y la cocaína. En adelante, la coca y la cocaína tendrían importancia solo en el ámbito regional, sobre todo en Huánuco.35

La Primera Guerra Mundial tuvo efectos profundos. Los bloqueos y embargos dificultaron el comercio de todos los productos, incluidas la coca y la cocaína. En el caso de Perú, las exportaciones de coca hacia Europa se paralizaron, aunque la guerra no afectó el comercio con Estados Unidos, donde estaba su cliente más importante, Coca-Cola. Una parte importante de la coca que antes se dirigía a Europa se reorientó hacia el mercado estadounidense, pero no fue suficiente para compensar la caída: las exportaciones de la hoja peruana siguieron cayendo y fueron inferiores a las 400 toneladas anuales entre 1916 y 1919. Las exportaciones de cocaína bruta también fueron perjudicadas: después de haber superado las 10 toneladas en 1901, descendieron de manera continua, hasta llegar a 1,6 toneladas en 1920. La guerra también impidió los envíos de hoja de Java entre 1916 y 1918. Sin embargo, eso no afectó su preeminencia como materia prima: la coca de Java fue responsable del 80 % de la cocaína producida entre 1914 y 1920, gracias a que existían importantes reservas de hoja acumuladas en Ámsterdam que, junto con el procesamiento de residuos de anteriores ciclos productivos, permitieron que la fabricación de cocaína continuase, aunque en cantidades decrecientes. La producción mundial de cocaína, que había sido de 18,5 toneladas en 1913, disminuyó a 5,3 en 1917. Alemania impuso un embargo a las exportaciones que redujo de manera significativa sus envíos al exterior y favoreció a las firmas de los países Aliados y neutrales. En todo caso, parece que los países beligerantes también habían acumulado reservas significativas de cocaína y, aunque los precios aumentaron, no hay indicios de que la droga escasease durante el conflicto, para fines médicos o recreativos.36

Tras el fin de la guerra, las exportaciones de cocaína se reanudaron en 1919 y Ámsterdam recuperó su papel como eje del comercio de coca y cocaína. Los precios de la cocaína aumentaron y la fabricación mundial se recuperó, llegó a 10,1 toneladas en 1918 y creció hasta su máximo histórico de 20,7 toneladas en 1920 -esto es, de producción legal, porque el apogeo de la cocaína ilegal, a partir de la década de 1970, resultó en cantidades muy superiores de la droga-, para luego estabilizarse en 12 toneladas promedio entre 1921 y 1926. Las exportaciones de hoja de Java superaron las mil toneladas anuales promedio entre 1919 y 1926, pero las exportaciones de hoja peruana siguieron disminuyendo, hasta situarse en apenas 242 toneladas anuales en el periodo 1919-1923, mientras que los envíos de cocaína bruta desde Perú no superaron la tonelada promedio anual durante la década de 1920.

Sin embargo, la vuelta a la normalidad fue efímera, pues en realidad la coca y la cocaína legales eran negocios que iban camino de la extinción. En 1922 Estados Unidos prohibió las importaciones de cocaína, tanto bruta como refinada, aunque esto no afectó a la industria, porque ya entonces el consumo había disminuido gracias a los controles, y la droga que se obtenía como subproducto del extracto de hoja descocainizada empleado por CocaCola bastaba para atender la demanda.37 El elemento decisivo fue el inicio de la movilización de la diplomacia internacional en contra de las drogas, que dio el golpe de gracia a la producción legal de coca y cocaína. La Convención Internacional del Opio de 1925 estableció un sistema de certificados de importación y exportación, que restringió el comercio de drogas a los usos médico y científico. La Convención entró en vigencia en 1928 y su impacto fue inmediato: la producción de cocaína disminuyó a menos de seis toneladas en 1930, poco menos que el promedio de la década de 1890. La producción cayó en todos los países, con la única excepción de Japón, que incrementó la fabricación de cocaína desde mediados de la década de 1920, a partir de hoja cultivada en su colonia de Taiwán, para su venta en los mercados asiáticos. Las exportaciones de hoja peruana fueron inferiores a 100 toneladas durante la década de 1930, mientras que los neerlandeses abandonaron de manera progresiva el negocio y Java pasó de exportar alrededor de 500 toneladas en los últimos años de la década de 1920 a menos de 200 a partir de 1933.38

La cocaína no era determinante para la existencia de ninguna de las grandes empresas que la elaboraban, por lo que los productores legales no presentaron mucha resistencia ante las crecientes restricciones para su producción y comercio. Su fabricación se convirtió en una actividad marginal, de escaso interés para las empresas farmacéuticas, para nunca más recuperarse. La caída en la producción legal de cocaína no fue compensada por productores ilegales, como ocurrió en el mercado del opio, porque el consumo ilegal cayó a la par que el legal a lo largo de la década de 1920. Los requerimientos de los usuarios más tenaces fueron satisfechos al principio con las pequeñas cantidades que aún podían desviarse del mercado legal mediante la falsificación de recetas o la colaboración de médicos venales, y desde la posguerra por una incipiente producción ilegal peruana. Estas actividades generaban escasa violencia y poca alarma social. Entre las décadas de 1920 y 1960, cuando se hablaba de tráfico de drogas se pensaba en heroína; apenas en la década de 1970 el negocio de la cocaína se convirtió en objeto de deseo para los contrabandistas.

Palabras finales

Entre las décadas finales del siglo XIX y primeras del siglo XX la coca y la cocaína disfrutaron de un auge que favoreció a los cultivadores de la hoja de Perú y Java y a los fabricantes de la droga en los países desarrollados. Ese auge se dio en el contexto de la globalización moderna, que fue impulsada por el desarrollo del vapor como medio de propulsión del transporte. Además de los factores que tradicionalmente se han señalado como propios del crecimiento en este periodo (globalización, avance tecnológico, industrialización), hubo un factor adicional, la publicidad, que fue determinante en el éxito económico de los productos derivados de la coca, el Vin Mariani y la Coca-Cola. En Perú, la bonanza despertó el sueño de una prosperidad duradera, que incluía además la posibilidad de industrializarse, al menos en la producción de cocaína, pero estas esperanzas se revelaron como infundadas luego de que el país fue desplazado del mercado mundial de la coca por Java. La coca y la cocaína tuvieron una importancia económica menor para los países desarrollados. Fuera de algunos individuos y empresas, su aporte al producto fue escaso. Por eso, excepción hecha de Alemania, no hubo oposición de parte de los fabricantes de cocaína a las crecientes restricciones a su comercio y consumo.

La saga del auge legal de la coca y la cocaína culminó en los últimos años de la década de 1920. Pero no se trataba de un movimiento cíclico propio de cualquier producto económico, sino del fin definitivo de la economía legal de la coca y la cocaína. Como ya había ocurrido con la esclavitud en un proceso que tuvo sus orígenes en el Reino Unido a principios del siglo xix, diversos factores extraeconómicos confluyeron para acabar con el negocio. En el caso de la coca y la cocaína, razones sanitarias, humanitarias, religiosas y políticas estuvieron en el origen de un movimiento internacional que, a partir de 1909, con la Convención de Shanghái, estableció un régimen crecientemente restrictivo para la producción, el comercio y el consumo de ciertas drogas. La coca y la cocaína vivirían un nuevo auge a partir de la década de 1970, pero en un contexto muy diferente. El consumo recreativo de la cocaína había sido prohibido, por lo que los emprendedores que impulsaron su comercio fueron contrabandistas que han pasado a la historia por los altísimos niveles de violencia que manejaron.

En Colombia hubo quienes se ilusionaron con la posibilidad de participar en el negocio, pero al final el país quedó al margen de la bonanza. La producción y el consumo de la hoja de coca habían disminuido durante el periodo colonial y continuaron haciéndolo durante la república. Lo único que puede decirse con alguna certeza es que durante el tiempo objeto del presente estudio la producción colombiana de la hoja fue reducida, casi insignificante en comparación con los demás países andinos y Java, y se destinó toda al reducido mercado doméstico. Nuestro país tampoco produjo cocaína durante estos años. No existen evidencias de que las sugerencias de algunos publicistas para que el país exportase coca y acometiese la producción de cocaína hayan sido atendidas. Por el contrario, la élite a la cual se dirigían esos consejos tenía una visión muy negativa de la coca. Prueba de ello son las medidas en su contra que empezaron a adoptarse a fines de la década de 1930.39 Tiempo después la situación cambió por completo y Colombia se convirtió en el centro mundial de producción y tráfico de cocaína en la década de 1970 y en un importante cultivador de coca en la siguiente. Para entonces, la coca y la cocaína habían sido ilegalizadas. ¿Qué cambió entre un momento y otro? ¿Por qué Colombia no aprovechó la bonanza legal y sí se convirtió en un actor determinante cuando el negocio se volvió criminal? Responder a estas preguntas es fundamental para entender cómo ha cambiado el país y en qué tipo de sociedad vivimos, pero este no es el lugar ni el momento para hacerlo.

OBRAS CITADAS

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1 El movimiento internacional que concluyó en la regulación de las drogas es analizado en Andrés López Restrepo, Remedios nocivos: los orígenes de la política colombiana contra las drogas (Bogotá: IEPRI / Debate, 2016).

2 David F. Musto, "International Traffic in Coca through the Early 20th Century", Drug and Alcohol Dependence 49.2 (1998): 145-156; Albrecht Hirschmüller, "E. Merck und das Kokain: Zu Sigmund Freuds Kokainstudien und ihren Beziehungen zu der Darmstádter Firma", Gesnerus 52.1-2 (1995): 116-132; y Joseph F. Spillane, Cocaine: From Medical Marvel to Modern Menace in the United States, 1884-1920 (Baltimore-Londres: John Hopkins University Press, 2000).

3 H. Richard Friman, NarcoDiplomacy: Exporting the U.S. War on Drugs (Ithaca-Londres: Cornell University Press, 1996) 15-34.

4 H. Richard Friman, "Germany and the Transformations of Cocaine, 1860-1920", Cocaine: Global Histories, ed. Paul Gootenberg (Londres-Nueva York: Routledge, 1999) 83-104.

5 Paul Gootenberg, Cocaine: The Making of a Global Drug (Chapell Hill: University of North Carolina Press, 2008).

6 Hans Harold Bosman, The History of the Nederlandsche Cocaïne Fabriek and its Successors as Manufacturers of Narcotic Drugs, Analyzed from an International Perspective (Launceston: Foot & Playsted Pty, 2012).

7 Gootenberg 325-328.

8 Liborio Zerda, "La coca", Gaceta Médica (1865): 14.

9 Steven B. Karch, A Brief History of Cocaine: From Inca Monarchs to Cali Cartels: 500 Years of Cocaine Dealing (Boca Raton: CRC Press, 2006) 31-42.

10 María Luisa Soux, La coca liberal. Producción y circulación a principios del siglo XX (La Paz: Cocayapu/Centro de Información para el Desarrollo, 1992) 87-125.

11 José Jerónimo Triana, Nouvelle-Grenade ou États-Unis de Colombie. Catalogue de l'Exposition (Exposition Universelle de 1867) (París: Imprimerie de Mme. Veuve Bouchard-Huzard, 1867) 14; y La Colombie a l'Exposition Universelle de 1889 (Exposition Universelle de Paris 1889) (París: Imprimerie A. Lahure, 1889) 11-12.

12 En 1868, Chevrier publicó Notice sur les propriétés et l'usage du Coca du Pérou, que según Siegel fue la primera obra en publicitar la coca y sus productos. Esto le otorgaría al socio de Triana un papel pionero en la historia del aprovechamiento industrial de la hoja. Sin embargo, el interés por la coca en Francia se remonta a 1860, cuando se describió el proceso de aislamiento de la cocaína, y así lo evidencia el incremento de publicaciones sobre el tema a partir de entonces. Ronald K. Siegel, "New Patterns of Cocaine Use: Changing Doses and Routes", Cocaine Use in America: Epidemiologic and Clinical Perspectives, eds. Nicholas J. Kozel y Edgar H. Adams (Rockville: National Institute on Drug Abuse, 1985) 217; y Gootenberg 25. En la única publicación científica en que mencionó a la coca, Triana se limitó a decir que los sabios de Europa la estudiaban para establecer si eran ciertas las propiedades que algunos exploradores le habían atribuido. José Jerónimo Triana y Jules Émile Planchon, Prodromusflorœ novo-granatensis (París: Victor Masson et Fils, 1862) 338-339.

13 Raúl Rodríguez Nozal, M. C. Francés Causapé, A. González Bueno y P. Sánchez Sánchez, "La influencia de las expediciones botánicas ilustradas en las farmacopeas españolas", La ciencia española en ultramar. Actas de las I Jornadas sobre "España y las expediciones científicas en América y Filipinas", coords. Alejandro R. Díez Torre et al. (Madrid: Ateneo de Madrid, 1991) 235-247.

14 Ver, por ejemplo, W. Golden Mortimer, Peru History of Coca. "The Divine Plant" of the Incas, with an Introductory Account of the Incas, and of the Andean Indians of To-day (Nueva York: J. H. Vail, 1901); Richard Ashley, Cocaine. Its History, Uses and Effects (Nueva York: Warner Books, 1975); Karch; y Gootenberg. Las historias de Triana sobre su papel en la coca fueron aceptadas y exageradas por el padre jesuita Pérez Arbeláez, quien afirmó que Triana fue "quien primero indujo a M. Chevrier, farmacéutico de París, a dar a la coca un uso terapéutico, iniciativa que le valió, junto con otras basadas en su interés y conocimiento de la flora colombiana, grandes honores del gobierno francés". Enrique Pérez Arbeláez, Plantas útiles de Colombia. Ensayo de botánica colombiana aplicada (Bogotá: Contraloría General de la República, 1947) 324. Estas serán acogidas luego, sin someterlas a crítica, por el principal biógrafo de Triana, Santiago Díaz Piedrahíta, como puede verse en sus libros José Jerónimo Triana: naturalista polifacético (Bogotá: FEN, 1996) y José Jerónimo Triana: el caballero de las flores (Bogotá: Panamericana / Colciencias, 1999). Este mismo autor dice que Triana logró cristalizar la cocaína en compañía de un doctor Arnaud, pero no brinda ninguna bibliografía al respecto.

15 Gootenberg 33-44; y Javier Mendoza Pizarro, "La verdadera historia del descubrimiento de la cocaína", La coca. Pasado y presente. Mitos y realidades, ed. Sandro Calvani (Bogotá: Aurora, 2007) 29-58.

16 Karch 51-67.

17 Gootenberg 56-58 y 110.

18 Bosman, t. 1, 51-52 y 83-85.

19 La NCF fue establecida en 1900 y, según Marcel de Kort, su éxito fue tal que en 1910 llegó a ser la firma que más producía cocaína en el mundo. Varios autores han repetido esta afirmación. Marcel de Kort, "Doctors, Diplomats, and Businessmen: Conflicting Interests in the Netherlands and Dutch East Indies, 1860-1950", Cocaine: Global Histories, ed. Paul Gootenberg (Londres-Nueva York: Routledge, 1999) 132. Sin embargo, Bosman muestra que en ese año la NCF produjo alrededor de 500 kilos, cantidad muy inferior a las 5,2 toneladas de Merck. Bosman, t. 1, 125; y Hirschmüller 120-121. En los años anteriores y posteriores la producción de Merck fue también mucho mayor. Si bien las firmas alemanas fueron las productoras más grandes de cocaína, y dentro de ellas la más destacada fue Merck, debe subrayarse que la cocaína no era el producto principal de ninguna farmacéutica alemana; para casi todas, incluida Merck, la morfina generaba ingresos mucho mayores. Friman, "Germany" 90-91.

20 Bosman, t. 1, 73-79.

21 Gootenberg 54-65 y 113-118; y Bosman, t. 2, 343-370.

22 Gootenberg 63-64, 80 y 105-128; y Bosman, t. 2, 371-375.

23 López Restrepo 20-31.

24 Santiago Díaz Piedrahíta, "El medio ambiente colombiano y los cultivos ilícitos", Revista de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales 22.83 (1998): 179-180.

25 Gootenberg 73.

26 Mario Arango Jaramillo y Jorge Child Vélez, Narcotráfico: imperio de la cocaína (México: Edivisión, 1987) 102.

27 Jorge Márquez Valderrama, "Medicamentos, médicos y boticarios en el siglo XIX en Colombia", Poder y saber en la historia de la salud en Colombia, eds. Jorge Márquez Valderrama y Víctor García García (Medellín: Lealon, 2006) 138.

28 Adolfo Harquer M., "Cultivo de la coca", Revista Nacional de Agricultura (feb. 28, 1911): 239-240.

29 Enrique Gómez Mejía, Cabos sueltos (Bucaramanga: Álvaro Navas Cadena, 1997) 179-183.

30 Fidel Coello, "Industria de la coca", Revista Nacional de Agricultura (oct. 10, 1910): 107.

31 Luis María Rottmayr, "La coca (Erythroxilon coca)", Revista Nacional de Agricultura 17.213-214 (1922): 267-269; y 17.215-216 (1922): 364-368.

32 República de Colombia, Ley 117 de 1913 (6 de diciembre) sobre tarifa de aduanas. Tarifa alfabética arreglada por el Ministerio de Hacienda y aprobada por el Jurado de Aduanas (Bogotá: Imprenta Nacional, 1914) 7.

33 Emma Reens, "Java Coca", A History of Cocaine: The Mystery of Coca Java and the Kew Plant, ed. Steven B. Karch (Londres: The Royal Society of Medicine Press, 2003) 69-75; Theodor Walger, "Coca: Its History, Geographic Distribution and Economic Significance", A History of Cocaine: The Mystery of Coca Java and the Kew Plant, ed. Steven B. Karch (Londres: The Royal Society of Medicine Press, 2003) 145-157; Kort 123-145; Gootenberg 105-128; y Bosman, t. 1, 89 y 139. La isla de Java también se convirtió en la principal productora de quino, árbol nativo de los Andes de cuya corteza se extrae un alcaloide, la quinina, que fue hasta la década de 1940 el único tratamiento efectivo contra la malaria. Gracias a su mayor escala, a la aplicación de la ciencia y la tecnología, a una mejor organización de la producción y de las redes de transporte y al apoyo del Estado, los neerlandeses fueron más eficaces que los sudamericanos en la explotación de la coca y el quino. El modo de producción que dio la ventaja a los Países Bajos y a otras potencias coloniales en la obtención de productos tropicales ha sido denominado por Arjo Roersch van der Hoogte y Toine Pieters como agroindustrialismo colonial, en "From Javanese Coca to Java Coca: An Exemplary Product of Dutch Colonial Agro-industrialism, 1880-1920", Technology and Culture 54.1 (2013): 90-93.

34 Gootenberg 113-118; Soux 127-190; William Carter y Mauricio Mamani, Coca en Bolivia (La Paz: Juventud, 1986) 88-90 y 119-120; y Erick D. Langer y Viviana E. Conti, "Circuitos comerciales tradicionales y cambio económico en los Andes centromeridionales (1830-1920)", Desarrollo Económico 31.121 (1991): 91-111.

35 Gootenberg 64-65, 125-128 y 133, y Bosman, t. 1, 78-79 y 508.

36 Gootenberg 64-65 y 82-83; y Bosman, t. 2, 499.

37 Bosman, t. 1, 129-158.

38 López Restrepo 99-107; Bosman, t. 1, 144, 199-208 y 215-216; y Gootenberg 124-128 y 133.

39 López Restrepo 172-173 y178-180.

Cómo citar este artículo: Andrés López Restrepo, "Ilusiones defraudadas: auge y caída del comercio legal de coca y cocaína en los países andinos", Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura 45.2 (2018): 233-260.

Recibido: 06 de Junio de 2017; Aprobado: 09 de Noviembre de 2017

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