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vol.45 número2Carlos Camacho Arango. El conflicto de Leticia (1932-1933) y los ejércitos de Perú y Colombia. Bogotá: Universidad Externado de Colombia, 2016. 516 páginas. DOI: 10.15446/achsc.v45n2.71040Raul Zelik. Paramilitarismo. Violencia y transformación social, política y económica en Colombia. Bogotá: Siglo del Hombre, 2015. 416 páginas. DOI: 10.15446/achsc.v45n2.71042 índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
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Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura

versión impresa ISSN 0120-2456

Anu. colomb. hist. soc. cult. vol.45 no.2 Bogotá jul./dic. 2018

https://doi.org/10.15446/achsc.v45n2.71041 

Reseñas

Manuela Boatcă. Global Inequalities beyond Occidentalism. Farnham: Ashgate, 2015. 288 páginas. DOI: 10.15446/achsc.v45n2.71041

JAIRO BAQUERO-MELO* 

* Universidad del Rosario, Colombia. jairo.baquero@urosario.edu.co


Las desigualdades sociales se han estructurado en procesos económicos y políticos de larga duración vinculados a la formación del sistema-mundo. No solo se han configurado desigualdades de clase, como lo plantearon algunos sociólogos clásicos, sino además desigualdades basadas en las categorías de raza, etnicidad y género. La perspectiva estándar y tradicional en el estudio de la desigualdad ha considerado que las desigualdades se generan por factores endógenos al capitalismo o elementos ligados a la Revolución Industrial europea, y esa perspectiva tomó como exógenas otras desigualdades relacionadas con procesos coloniales e imperiales. Este es el principal argumento del libro de Manuela Boatcă, quien es actualmente profesora de sociología de la Universidad de Friburgo en Alemania y una de las principales impulsadoras europeas de lo que podría llamarse una "sociología poscolonial".

La autora también busca demeritar la hipótesis del incremento de las desigualdades sociales como un fenómeno reciente, teniendo en cuenta que el abordaje de las desigualdades ha ganado publicidad gracias a trabajos como el de Thomas Piketty. En lugar de ello, este libro se suma a trabajos que defienden, desde perspectivas críticas, la idea de la globalización como un fenómeno de largo plazo, dentro del cual el capitalismo se ha desarrollado gracias a las desigualdades que han sido producidas y reproducidas en la economía mundial. El enfoque adoptado por Boatcă es una combinación de perspectivas como la del sistema-mundo de Immanuel Wallerstein, los estudios poscoloniales y decoloniales que critican el eurocentrismo de las ciencias sociales, la teoría de la dependencia y los estudios europeos sobre el papel de Europa del Este y los Balcanes en los procesos colonialistas e imperialistas europeos. El trabajo es un esfuerzo importante por articular la teoría sociológica con los estudios poscoloniales. Un tema central es la crítica que hace a la teoría sociológica de las desigualdades sociales, incluyendo la sociología clásica y la teoría macrosociológica, con su enfoque en las clases sociales y en el nacionalismo metodológico. La sociología clásica se concentró en factores de clase debido al contexto del surgimiento de la disciplina en paralelo a procesos ligados a la Revolución Industrial, en medio de la cual se articularon la división de clases, las migraciones laborales y la pobreza masiva, dentro del Estado-nación. Esta centralidad de las clases sociales ha permanecido en los enfoques mainstream sobre desigualdades, enraizados en los Estados Unidos y el Reino Unido o lo que la autora llama "Occidentalismo". Contra esto, Boatcă plantea que el análisis del papel de las categorías de raza, etnicidad y género aún sigue rezagado en el estudio de las desigualdades globales, haciendo un llamado a una mayor ponderación de posturas teóricas y analíticas de académicos que no estén situados dentro del Occidentalismo.

El libro se estructura en dos grandes bloques: el primero incluye cuatro capítulos dedicados al análisis y crítica de conceptos derivados de la teoría marxista y teorías posmarxistas; el segundo está dedicado al estudio y crítica de la perspectiva weberiana de las desigualdades sociales. El primer capítulo estudia el análisis de la sociología de las desigualdades y, en particular, la forma en que los trabajos de Karl Marx y Friedrich Engels han influenciado esos análisis desde finales del siglo XIX. La autora analiza artículos y cartas escritos por Marx y Engels sobre regiones como Asia, el Medio Oriente, Rusia, Irlanda y Las Américas, para inferir la forma en que establecieron las relaciones entre Europa y sus "Otros". En la perspectiva de Marx, las regiones colonizadas, como las Américas, representaban posibilidades para la industrialización europea y la modernidad, de modo que la autora critica esta visión de la colonización o colonialidad como un paso intermedio hacia la modernidad, mediante la disolución de formas precapitalistas de producción.

El capítulo II se enfoca en las teorías que, sobre todo a partir de los años setenta, han criticado conceptos marxistas como el de "acumulación primitiva". Dichas críticas se concentran en los "puntos ciegos" de la teoría marxista, como las relaciones de género y la explotación colonial en relación con la expansión del capitalismo en territorios fuera de Europa. Este capítulo hace referencia a la teoría del sistema-mundo de Wallerstein, que propone la existencia de una división global del trabajo en la que las formas de trabajo no asalariado han sido instrumentales para el capitalismo. Igualmente analiza la perspectiva feminista de la Escuela de Bielefeld sobre sociología del desarrollo, que remarca la coexistencia del trabajo asalariado y el trabajo de subsistencia, como pilares de las formas de acumulación global en el capitalismo. Boatcă busca resaltar la existencia de formas de explotación, más allá de la que viene del trabajo asalariado analizada por Marx, incluyendo la economía de plantación y el trabajo de las amas de casa. La colonialidad se plantea como algo incrustado en la modernidad capitalista, en lugar de verse como una anomalía del capitalismo. Desde la perspectiva del sistema-mundo, se plantea la complementariedad entre la proletarización en el centro, el aburguesamiento de todo el sistema-mundo, la racialización/etnización del trabajo en la periferia y las desigualdades de género, como lógicas que producen desigualdades globales.

El capítulo III está dirigido a estudiar las formas de racialización y etnización y las desigualdades de género en el sistema-mundo moderno, desde las perspectivas decolonial, del sistema-mundo y los enfoques poscoloniales. En esta mirada de largo plazo, el Occidentalismo se identifica como un conjunto de discursos de y sobre Occidente, que surgen de la experiencia colonial europea, mientras el "Orientalismo" surge como un discurso sobre los Otros de ese Occidente, que emergió durante la Ilustración. Muchos de los que la autora denomina "diseños occidentales globales" (p. 115) surgieron de visiones evolucionistas y dualistas para entender el mundo. Boatcă resalta cuatro periodos en los que se han encuadrado las formas de racialización y etnización, al igual que la clasificación por género: la misión Cristiana (entre los siglos XVI-XVII), la misión civilizatoria (entre los siglos XVII-XIX), el "desarrollo" (siglo XX) y el libre mercado (finales del siglo XX y siglo XXI). Cada periodo se ha caracterizado por la preeminencia de varias oposiciones binarias, respectivamente: cristianos versus bárbaros, civilizados versus primitivos, desarrollados versus no desarrollados, y democráticos versus no democráticos. Desde un enfoque decolonial, se critica el énfasis de Marx y Wallerstein en las desigualdades de clase y se resaltan la raza, la etnicidad y el género como categorías estructuradoras de las desigualdades globales.

El capítulo IV se enfoca en la propuesta de Roberto Patricio Korzeniewicz y Timothy Patrick Moran de observar los impactos del pasado reciente sobre la estructuración global de desigualdades de ingreso. Esta perspectiva aboga por cambiar la mirada desde el Estado-nación hacia la del sistema-mundo, para analizar las desigualdades y la estratificación. A partir del siglo XIX, el principal criterio para establecer las desigualdades y los estratos globales ha sido la ciudadanía o la pertenencia a un Estado-nación. Este enfoque es fundamental para entender las desigualdades globales, en diálogo con otras perspectivas, como la teoría de la dependencia, la historia del trabajo y las investigaciones sobre desigualdades globales.

El capítulo V enfatiza en la teoría de la desigualdad y la estratificación en la obra de Max Weber, en relación con sus análisis sobre el surgimiento del mundo moderno. La autora critica la mirada weberiana que asigna una supuesta racionalidad de la civilización europea, en contraposición con la ausencia de esa racionalidad en el mundo no occidental, dado que Weber ignora la relación entre el capitalismo occidental moderno y el colonialismo. El capítulo también analiza la mirada de Weber a la raza y la etnicidad a través del análisis weberiano de la "cuestión polaca" en Alemania y la "cuestión negra" en los Estados Unidos. La autora hace énfasis en los matices que separan los planteamientos de los trabajos iniciales de los trabajos posteriores de Weber, para entender los alcances, limitaciones y contradicciones de esta posición sobre la raza y la etnicidad (pp. 164-166).

El capítulo VI se sustenta en la crítica de Engin Isin al concepto weberiano de ciudadanía. Se plantea que muchos enfoques contemporáneos toman la noción occidental de ciudadanía ofrecida por Weber, enmarcada en el Estado-nación para señalar sus supuestos efectos reductores de las desigualdades. Sin embargo, en una mirada global al asunto de la ciudadanía, se encuentra que está más bien se ha convertido en una forma de estructurar desigualdades globales. Se plantea la necesidad de tomar en cuenta enfoques como el del sistema-mundo y las visiones críticas de la modernidad, para superar las miradas nacionalistas a la ciudadanía.

El capítulo VII se sustenta en la revisión de conceptos asociados a las dinámicas globales de las civilizaciones trabajados por Samuel Huntington y Shmuel N. Eisenstadt. El énfasis que suele ponerse en las tensiones y los choques de civilizaciones sirve para reproducir la imagen de la civilización occidental como única y ontológicamente autónoma. Se critica que el énfasis en las tensiones y conflictos entre una civilización moderna y sus secuelas ayuda a sostener un sesgo occidentalista. Esto también comporta una transición del análisis de economía política marxista del conflicto de clases hacia una economía política weberiana de las diferencias culturales. La autora propone descentrar el papel de occidente, no a través de la noción de múltiples modernidades de Eisenstadt, que enfatiza en la modernidad originada en Europa, sino del análisis de múltiples alteridades dentro de Europa, lo cual permitió la expansión colonial e imperial de la Europa occidental y el monopolio que se creó sobre el concepto de modernidad. Así, Boatcă expone el concepto de múltiples Europas.

Finalmente, el capítulo VIII ofrece un compendio de los principales argumentos del libro, mostrando los aportes teóricos y metodológicos desarrollados por la autora. Este libro es una importante contribución a la literatura sobre desigualdades globales. Contribución significativa, pues ofrece elementos para repensar la teoría sociológica, cuestionando sus fundamentos y categorías, ampliando sus espectros de análisis y proponiendo diálogos con disciplinas como la historia y la antropología. Adicionalmente, el trabajo visibiliza las perspectivas críticas que analizan la globalización capitalista y específicamente la producción de desigualdades sociales globales en dicho proceso. Boatcă propone deconstruir los análisis sociológicos tradicionales, no para admitir una antisociología, sino para buscar una teoría que dé cuenta de múltiples realidades sociales, más allá de aquellas propuestas desde los "centros" globales donde surgió lo que entendemos actualmente como "Sociología".

Esta obra asimismo es muy pertinente para el análisis de la realidad colombiana. Por un lado, el libro se suma a otros trabajos críticos que han buscado problematizar las ciencias sociales tradicionales, agregando elementos locales e incluso proponiendo repensar la forma en que la sociología clásica europea ha sido adaptada y utilizada para analizar la realidad nacional. Este trabajo hace una contribución a la necesidad de visibilizar formas históricas de desigualdad, enfatizando en el papel de la colonialidad del poder y la colonialidad del saber, que ha predominado en la producción académica de las ciencias sociales tradicionales. Por otro lado, la contribución aporta elementos para analizar la situación histórica de comunidades indígenas y afrodescendientes en Colombia y América Latina, superando el nacionalismo metodológico, al insertar el estudio en los procesos de formación del sistema-mundo. Las ideas del libro ayudan a cuestionar la manera como el capitalismo global impacta más a algunas comunidades que a otras dentro de nuestros países, lo cual tiene relevancia en medio de la expansión de nuevas crisis financieras capitalistas y nuevas dinámicas extractivistas y de acaparamiento de tierras.

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