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Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura

Print version ISSN 0120-2456

Anu. colomb. hist. soc. cult. vol.46 no.1 Bogotá Jan./June 2019

https://doi.org/10.15446/achsc.v46n1.75560 

Debates historiográficos

Versión en punto menor del mapa Provincias Unidas de la Nueva Granada de Francisco José de Caldas

Small Scale Version of the Map Provincias Unidas de la Nueva Granada by Francisco José de Caldas

Versão em ponto menor do mapa Províncias Unidas da Nova Granada de Francisco José de Caldas

SERGIO ANDRÉS MEJIA MACIA* 

* Investigador independiente Bogotá, Colombia. hyref99@yahoo.com


RESUMEN

El artículo presenta y atribuye un mapa de Francisco José de Caldas hasta hoy desconocido, incorrectamente catalogado en el Archivo General de la Nación (AGN), en Bogotá. En la primera sección, la atribución se sustenta en dos argumentos: el motivo y croquis del mapa, coincidentes con el incompleto Provincias Unidas de la Nueva Granada, y las artes para sugerir las montañas, propias de la cartografía tardía de Caldas. La segunda parte consiste en un estudio de naturaleza cronológica y progresiva sobre las razones de la inacabada producción cartográfica del payanés. Con recurso a sus memorias científicas, a otros mapas y a su correspondencia en el periodo 1795-1816, se explica, coyuntura tras coyuntura, su reticencia a componer el mapa general del Nuevo Reino de Granada, cuyo dibujo apenas emprendió en 1811 y nunca completó, a pesar de haberlo anunciado desde 1796 y habérsele comisionado desde finales de 1805.

Palabras clave: (Autor) Francisco José de Caldas, Nuevo Reino de Granada, Provincias Unidas de Nueva Granada; (Thesaurus) cartografía, geografía, historia

ABSTRACT

The article presents and attributes to Francisco José de Caldas a heretofore unknown map that had been incorrectly catalogued in the General National Archive (AGN, according to its acronym in Spanish), in Bogotá. The first section justifies the attribution by means of two arguments: the theme and outline of the map, which coincide with those of the incomplete Provincias Unidas de la Nueva Granada, and the fashion of depicting mountains, which are typical of Caldas' late cartography. The second part includes a chronological and progressive study that explains the reasons of Caldas' unfinished cartographic production. Using his scientific memoirs, other maps, and Caldas' correspondence during the period 1795-1816, the article explains the circumstances leading to his reluctance to draw up the general map of the New Kingdom of Granada, which he began as late as 1811 and never finished, despite having announced it since 1796 and having been commissioned to draw it by the end of 1805.

Keywords: (Author) Francisco José de Caldas, New Kingdom of Granada, United Provinces of New Granada; (Thesaurus) cartography, geography, history

RESUMO

O artigo apresenta e atribui um mapa de Francisco José de Caldas até hoje desconhecido, incorretamente catalogado no Arquivo Geral da Nação (AGN), em Bogotá. Na primeira seção, a atribuição sustenta-se em dois argumentos: o desenho e croqui do mapa, coincidentes com o incompleto Províncias Unidas da Nova Granada, e as artes para sugerir as montanhas, próprias da cartografia tardia de Caldas. Na segunda parte apresenta-se um estudo de natureza cronológica e progressiva sobre as razões da inacabada produção cartográfica do payanés. Recorrendo a suas memórias científicas, a outros mapas e a sua correspondência do período 1795-1816, explica-se, conjuntura após conjuntura, sua reticência a compor o mapa geral do Novo Reino de Granada, cujo desenho apenas começou em 1811 e nunca completou, apesar de ter anunciado desde 1796 e ter sido comissionado para su desenho desde o final de 1805.

Palavras-chave: (Autor) Francisco José de Caldas, Novo Reino de Granada, Províncias Unidas de Nova Granada; (Thesaurus) cartografia, geografia, história

Presentación

En la sexta mapoteca del Archivo General de la Nación (AGN) en Bogotá se conserva una pieza sin título, autor ni fecha expresos, catalogada con el título de Provincias de Cartagena, Santa Marta y Golfo de Maracaibo, mapa que, como se demostrará, es del pincel y la escuadra de Francisco José de Caldas (Popayán, 1768 - Santafé, 1816) y constituye el último trabajo cartográfico de su vida.1 Versión reducida del incompleto Provincias Unidas de la Nueva Granada, más que una copia, fue la compilación en cuerpo único de lo que Caldas poco antes había hecho dibujar y lavar en 21 hojas separadas correspondientes a la costa Caribe de la actual Colombia.2 La pieza se halla hoy en jirones, pues, al no haber sido reconocida como obra suya, fue deficientemente conservada. En este artículo persigo dos objetivos: atribuir este mapa a Caldas y discutir las razones históricas y biográficas que explican lo fragmentaria e incompleta que fue su obra cartográfica.

Solo Eduardo Posada, en sus breves Apostillas, John Wilton Appel y Samuel Jaramillo se han preguntado por las razones de lo incipiente e inconclusa que fue la obra cartográfica de Caldas.3 El primero se empeñó en reunir el inventario de sus escritos;4 el segundo propuso como explicación "las disyuntivas confusas que se presentaban a un científico amateur y solitario en la selección de un programa de investigación digno de un profesional";5 y el tercero, a cubierto de la ficción -en su libro imagina un diario íntimo de Caldas- aventuró ideas seminales: "fui aplazando la tarea", "el remolino de la guerra clausuró toda posibilidad", "Mutis me increpa por mi tardanza injustificable", "mi misión es el saber", "no sé por qué perdí ese norte", para terminar imaginándolo en sus últimos días angustiado al no encontrar un depositario y heredero de sus trabajos: sus padres muertos, su mujer iletrada, sus hermanos mercachifles y nadie en absoluto en quien confiar sus papeles y obras inconclusas.6

No es frecuente el descubrimiento de mapas de Caldas en archivos, bibliotecas y colecciones privadas, por la sencilla razón de que, como se demostrará, no fueron fértiles su pincel ni su escuadra. Lo cierto es que nos hallamos ante un geógrafo aplicado y un cartógrafo reticente. Por lo demás, no se trata aquí de ponderar un contrafactual (reflexionar sobre lo que no sucedió), sino de discutir una serie de disyuntivas en la vida y obra de Caldas entre 1795 y 1816. Recurro para ello a materiales impresos y conocidos sobre su vida y obra, además de una novedad bibliográfica que a estas alturas no debería serlo: el opúsculo Estudios históricos. Don Francisco José de Caldas, naturalista neogranadino, obra del puertorriqueño José Joaquín Acosta y Calbo, publicado en 1852 y extrañamente silenciado en la historiografía colombiana.7 Es necesario insistir en que urge documentar mejor cada aspecto y periodo de la vida y obra de Caldas, tanto en archivos colombianos como extranjeros, puesto que el "caso Caldas" está aún lejos de ser un tema consolidado en nuestra cultura e historiografía. Baste decir que carecemos de un inventario moderno de sus obras, así como de compilaciones, aunque sea preliminares, de su correspondencia pasiva.

Tratándose de un tema tan cercano al corazón de la tradición colombiana, fuerza aclarar qué es y qué no es este artículo. En primer lugar, nada más ajeno a mi propósito que ofrecer una contribución a la historia general o social del periodo, como tampoco una mirada panorámica de la práctica de la geografía y la cartografía entre 1795-1816 en el Nuevo Reino de Granada.8 No se trata tampoco de una contribución a los temas especializados comunes en la historiografía de la ciencia (redes internacionales de conocimiento, vínculos entre Estado y ciencia, conocimientos y habilidades en circulación, rol de cartógrafos activos en el periodo, etc.), sobre todo lo cual se echan de menos estudios básicos en el país. Se trata aquí, únicamente, de encarar la pregunta arriba planteada y de solventar un inusitado vacío persistente en la tradición caldasiana.

Fuente: Carta de las Provincias Unidas de la Nueva Granada en punto menor, por el coronel del Cuerpo Nacional de Ingenieros Francisco José de Caldas, Santafé [terminus post quem, dic. 1815 - terminus a quem, abr. 1816, 39 x 132 cm]. agn, Bogotá, Mapoteca, SMP6, Ref. 133, donde figura erróneamente titulado Provincias de Cartagena, Santa Marta y Golfo de Maracaibo.

Figura 1 Carta de las Provincias Unidas de la Nueva Granada en punto menor

Atribución de autoría y de título

La pieza presenta dos características que permiten reconocerla como copia reducida del mapa Provincias Unidas de la Nueva Granada: su croquis, que debe ser reconstruido, pues su estado de deterioro lo desdibuja; y la particular convención artística empleada para representar las montañas. El 3 de diciembre de 1815 el gobierno de las Provincias Unidas publicó en el Argos de la Nueva Granada la siguiente "Invitación":

El magnífico Atlas de Nueva Granada en que el benemérito Caldas consagraba a su patria el precioso fruto de sus trabajos geográficos [...] fue interrumpido desgraciadamente, bien a pesar de su autor, pero el Gobierno General, habiendo visto con satisfacción los primeros pliegos y persuadídose de la importancia y el mérito de la obra, tuvo a bien disponer su continuación, a que desde luego se prestaron muy gustosos el Coronel de Ingenieros Caldas y el ciudadano Sinforoso Mutis, bajo de cuya inspección lo han de trabajar los artistas de la Expedición Botánica. Instruido el Presidente de las Provincias Unidas del estado de este proyecto y de que el coronel Caldas trabaja al mismo tiempo en punto menor una carta de la Nueva Granada que pueda servir a la mayor brevedad para las operaciones militares, [invita] a los inteligentes y curiosos a que comuniquen a este Ingeniero las noticias geográficas y las cartas impresas o manuscritas que poseyeren.9

El primer mapa aludido no es otro que el conservado en el Archivo Histórico Restrepo (AHR), referenciado en la nota 2. El segundo, "en punto menor", es la versión de que aquí se trata. Ambas son obras de Caldas, aunque, como se ha demostrado en otro lugar, sean copias parciales del Mapa corográfico del Nuevo Reyno de Granada de Vicente Talledo y Rivera (Valencia, 1758 - Madrid, 1820), cuya primera versión, terminada en 1808, colgaba en la oficina del virrey Amar.10 La primera fue lavada por pintores de la Expedición Botánica; la segunda fue, con toda probabilidad, ejecutada por el mismo Caldas.

Croquis y motivo

En vista del estado del mapa, hace falta reconstruir su croquis general con recurso a la toponimia. Las rotulaciones mayores ("Provincia de Cartagena", "Río de la Magdalena", "Provincia de Santa Marta", "Ciénaga de Santa Marta" y "Laguna de Maracaibo") muestran a las claras que su motivo es la franja costera entre el golfo de Morrosquillo y la costa de Coro. Si se consideran sus prolongaciones hacia occidente y oriente, hoy mutiladas, se aprecia que la pieza coincide con parte del mapa Provincias Unidas de la Nueva Granada, en lo comprendido por las láminas 12, 13, 14, 15 y la mitad de la 16 (marcadas en el recuadro rojo).

Fuente: Provincias Unidas de la Nueva Granada, 1811-1815, mapa manuscrito. AHR, Bogotá, Fondo XII, Vol. 2, ff. 1-3, 5-10, 12-13, 15-16, 20-25, 34-35 y 39, más uno sin numeración, para un total de 22; dos juegos, uno empastado, otro suelto.

Figura 2 Provincias Unidas de la Nueva Granada. 

Representación de las montañas

La convención adoptada para representar las montañas, que cabe denotar como en orla, es poco frecuente en la cartografía de los siglos XVIII y XIX. Se la encuentra de preferencia en la tradición francesa y por extensión en la catalana. Consiste en el dibujo, a manera de orlas, de los bordes exteriores de las formaciones montañosas entre las hoyas hidrográficas. Es una forma de representación negativa, pues lo dibujado son los pies de las montañas, mientras que sus cotas altas se dejan sin lavar. En el fondo este proceder no es tan diferente de otras formas comunes de representación, como las hachures (tramas sombreadas), los panes de azúcar o las cotas, en los que se sugieren las cimas con un punto blanco, o vacío de color, hacia el cual confluyen las líneas o manchas que sugieren las faldas de las montañas. Esta convención no indica las alturas ni sugiere las formas, sino únicamente la extensión y los presuntos contornos de las masas montañosas que por lo general flanquean los curos de los ríos. Resulta llamativo que Caldas, siempre interesado en la altura sobre el nivel del mar y en las desigualdades verticales del terreno, optara por un método de representación neutro a ese respecto. La explicación radica, como se verá, en que tanto esta pieza en punto menor como el Provincias Unidas de la Nueva Granada fueron soluciones de compromiso, producidas de prisa y sin el aval de una cartera completa de mediciones. Para la atribución resulta útil el color verde utilizado en las orlas, que es el mismo en ambas piezas.

Fuente: Carta de las Provincias Unidas de la Nueva Granada en punto menor, por el coronel del Cuerpo Nacional de Ingenieros Francisco José de Caldas, Santafé [terminus post quem, dic. de 1815 - terminus a quem, abr. 1816; 39 x 132 cm]. AGN, Bogotá, Mapoteca, SMP6, Ref. 133

Figura 3 Montañas en orla. 

Fuente: Jean-Louis Giraud-Soulavie y Dupain Triel, hijo, Carte géographique de la nature ou disposition naturelle des minéraux, végétaux, etc. observés dans le Vivarais, 1780. Mapa impreso. Biblioteca Nacional de Francia (BNF), París, Departamento de Mapas y Planos, GE D-15628

Figura 4 Mapa de Jean-Louis Giraud-Soulavie 

Las montañas en orla se observan con alguna frecuencia en mapas de los llamados filósofos de la Tierra franceses, siendo más comunes entre los seguidores delplutoniano Philippe Buache (1700-1773) que del neptuniano (en su primera época) conde de Buffon (1707-1788).11 Técnica similar se observa en una pieza más cercana al tiempo de Caldas, obra de Jean-Louis Giraud-Soulavie (1751-1813). Nótese, sin embargo, que aquí los cursos de los ríos se inscriben dentro de las orlas, solución opuesta a la del payanés.

Comparando los croquis de la versión en punto menor y el de las 21 hojas conservadas en el AHR, así como su idéntica representación de las montañas, se concluye que se trata del mismo motivo cartográfico, ejecutado con el mismo estilo e idénticos materiales. En conclusión, el mapa SMP6, Ref.133, conservado en el AGN es obra de Caldas, y puesto que no lleva título, cabe llamarlo Carta de las Provincias Unidas de Nueva Granada en punto menor, por el coronel del Cuerpo Nacional de Ingenieros Francisco José de Caldas. Fue dibujado, como veremos, en Santafé entre diciembre de 1815 y abril de 1816.

Geógrafo aplicado, cartógrafo reticente

¿Por qué en cerca de 20 años de trabajo Caldas no terminó su carta general del Reino? ¿Por qué, cuando finalmente decidió dibujarla, empezó por la costa norte, que nunca recorrió, limitándose a copiar un mapa ajeno? Había reunido observaciones de primera mano desde 1795, y a mediados de 1798 ya formulaba el ambicioso proyecto de levantar "la carta correcta del Reino", pero a su muerte en 1816 solo había producido una versión incompleta y carente de originalidad. Con el objetivo de ordenar un argumento serial que recoja veinte años de disyuntivas y reticencias, he dividido el problema en cuatro subperiodos: a) iniciación en la ciencia: 1795-1799; b) en Quito: 1800-1805; c) en Santafé: 1806-1810; d) época revolucionaria: 18111816. Omito aquí la discusión detallada del periodo quiteño, durante el cual Caldas efectivamente acumuló una rica cartera de datos y observaciones, que, sin embargo, no elaboró en lo sucesivo. En la primera sección me concentro en la definición de su proyecto científico; en la segunda y tercera en reunir y discutir las disyuntivas que explican por qué nunca completó su anunciado trabajo.

Proyecto de levantar la carta general del Reino (1795-1799)

En enero de 1801 Caldas se mostraba decepcionado ante la reticencia de la Audiencia de Santafé para servirse de su mapa de Timaná y La Plata, levantado en 1797 con el objetivo de esclarecer sus respectivas jurisdicciones:

Me muelen los timanejos y plateños por nuevas cartas de estos países con motivo de un auto último de esta Audiencia sobre la formación de un nuevo mapa. Sé que no se ha hecho uso del que en años pasados formé a expensas de muchos trabajos. Confieso a usted que me ha sorprendido esta noticia, y no puedo adivinar las causas de este procedimiento.12

Además de la decepción, sucedió que Caldas se sumió justo entonces en lo que él mismo denominó un furor botánico. En febrero de 1801 solicitaba de su amigo en Santafé los libros sobre jardinería y artes plásticas de Jean de la Quintinie y Anton Raphael Mengs, mutabilidad de furores que encierra la primera clave para comprender su reticencia cartográfica.13 No está de más recordar en este punto que tampoco completó su anunciado trabajo sobre la distribución altitudinal de las plantas en latitudes cercanas a la línea del ecuador, limitándose a traducir un avance sobre ese tema que Alexander von Humboldt había dejado en poder de Jorge Tadeo Lozano a su paso por Santafé en 1801.14 Sobre la decepción del núbil cartógrafo provocada por el mal uso que hizo la burocracia de su primer trabajo, él mismo comentó:

Me admira que se deje la verdad por la mentira y se sustituya a un buen retrato una copia de mano de aprendiz. Jamás había comprendido hasta qué punto llegan las consecuencias de nuestra mala educación. Si a ese oidor [Joaquín] Inclán se le hubiese [impartido] un curso sensato y lleno de conocimientos útiles, ¿prostituiría tan vilmente la geometría y la geografía?15

Sin embargo, no cabe centrar nuestro argumento en la incompetencia estatal, pues a partir de 1801, y particularmente entrado 1806, Caldas será beneficiado con sucesivos cargos creados expresamente para él, entre ellos el de encargado de la Sección de Astronomía y Geografía de la Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada. Más aún, su roce con la burocracia sobrevino veinte meses después del furor botánico que a mediados de 1799 lo distanció por primera vez de su trabajo cartográfico.

En el Observatorio Astronómico de Santafé (1806-1810)

Una vez radicado en Santafé y obtenida su plaza en el Observatorio Astronómico, Caldas entró en una suerte de ataraxia contemplativa. Podría decirse que en eso consistía su empleo, pero no hay que olvidar que la astronomía era concebida entonces, aparte de su aspecto descriptivo, como ciencia aplicada a la geografía. Es comprensible que se sintiera halagado y no cabe duda de que necesitaba un descanso, pero lo cierto es que su éxtasis celeste se prolongó en demasía. Entre 1806 y 1812 viajó poquísimo, el grueso de su trabajo consistió en la organización de sus materiales recogidos en el sur y, desde principios de 1808, se enfrascó en la redacción del Semanario. En abril de 1806 comunicó a Pérez Arroyo que trabajaba en marcar la meridiana del edificio, lo que le tomó más de tres meses.16 De este periodo solo se conoce su gira por Zipacón, Anolaima, La Mesa, Fusagasugá y Pandi en busca de quinas.17 Sorprende constatar que tan pronto asumió su cargo en el Observatorio, Caldas recayera en renovado furor botánico, sin olvidar que él concebía esta ciencia ligada a la geografía y entendía que su cargo debía servirle tanto al levantamiento de la carta general del Reino como de su carta botánica. Su sedentarismo en Santafé, funesto para un cartógrafo, se selló a finales de 1806, cuando el virrey Amar -en oficio desconocido-se opuso a su comisión por el Consulado de Cartagena para la proyección de siete nuevos caminos en el Reino.18

En noviembre de 1807 continuaba su contemplación de los cielos sin implicación cartográfica alguna, cuando dedicó un mes a observar el cometa 120 en el catálogo de Arago: "Su curso es bien caprichoso [...] ¡Quién sabe en dónde desaparecerá!".19 Por esa época emprendió, junto con el español Diego Martín Tanco, la edición del Semanario del Nuevo Reyno de Granada, lo que propició su primera fricción conocida con el virrey Amar cuando este censuró el prospecto del periódico, fin de su idilio santafereño.20 En la misma carta a Pérez Arroyo dice estar escribiendo su "Estado de la geografía" y amenaza con que, ante otra intervención editorial de Amar, se "retira a [su] agujero", pues "que el mundo corra o se pare, poco [le] importa". De paso comunica haber concluido los cálculos de sus observaciones en el sur, particularmente "los resultados que tocan a Popayán". Vemos pues que cuando por fin dispuso de las coordenadas de Quito y Popayán, primeros pivotes de su mapa en ciernes, se entregó a su empresa editorial.21

Por aquella época Amar requirió de los inteligentes del Reino la remisión de materiales cartográficos con la intención, que no divulgó, de proveer a Vicente Talledo con materiales para su Mapa corográfico del Nuevo Reyno de Granada.22 La noticia, inferida por Caldas, debió resultarle devastadora, pues indicaba que el director del Observatorio no era el elegido del virrey para levantar la carta geográfica del Reino. En lo sucesivo se mostrará suspicaz y distante de las labores de su cargo: "España quiere arrancar las ciencias de las cabezas miserables de corregidores y jefes [...]. Mis trabajos geográficos, fruto de tantas fatigas y gastos, hacen mi patrimonio y mis riquezas, y no sería justo que los entregase para que se confundan con la escoria y con los absurdos que han de venir de todos los puntos del Virreinato".23

Dos meses más tarde, su amigo Pérez Arroyo le comunicó la solicitud del obispo de Popayán de un mapa sencillo de esa jurisdicción, a lo que contestó airado que, de aceptar el encargo, levantaría uno exacto, pero en ningún caso por menos de mil pesos.24 Por esa época dio señales de un perfeccionismo patológico, rayano en la manía. Cuando cabía pensar que, azuzado por la competencia de Talledo, aceleraría su mapa del Reino, detuvo sus cálculos y se dedicó a redactar el Estado de la geografía del Virreinato de Santafé de Bogotá, obra importante, sin duda, pero que no pasa de ser una recapitulación de ideas generales.25 Presa de un purismo estéril, jugó por esa época un triste papel en la comunidad de los cartógrafos granadinos, que por entonces actuaban con ímpetu renovado. A Talledo lo acusó de zurcir retazos; a Francisco Javier Caro, de ignorante, al igual que a Francisco Gregorio Angulo Lemus, explorador del Patía; sobre los mapas de la costa Pacífica y provincias de Popayán y Chocó del francés Gabriel Ambrosio Roche, opinó que contenían "errores enormes y capitales" (lo que no podía saber, pues desconocía esa región).26 Solo el Mapa de la provincia de Antioquia de José Manuel Restrepo le mereció elogios, lo que no obstó para que lo instara a dibujar otro según nuevos parámetros que procedió a dictarle.27 Caldas contrajo entonces una deuda con sus colegas y contemporáneos, pues muchos le confiaron materiales geográficos sin obtener de él más que críticas y evasivas.

Por lo demás, no cabe duda de que, en la carrera lanzada entre Talledo y Caldas por el levantamiento del mapa del Reino, el estamento criollo se puso de parte del payanés: sus parientes y amigos de Popayán lo apoyaban con colectas de dinero desde 1795; José Celestino Mutis, decano de la nueva filosofía, y José Ignacio de Pombo, alma y nervio del Consulado de Cartagena, lo financiaban y empleaban desde 1799; así como los colaboradores del Semanario, que desde finales de 1807 acataron su liderazgo científico. Desde 1803 Pombo le comunicó los más recientes mapas de las costas del Reino, enviándole por intermedio de Mutis un "papel de Juan Tíscar, marino en la expedición de [Joaquín] Fidalgo",28 y en enero de 1806

algunas observaciones de latitud y longitud de muchos puntos interesantes de esta costa, la carta de ella y la del río Magdalena desde Barranca -en que comienza la del barón [de Humboldt]- hasta el mar de estos marinos [de la Expedición Fidalgo], para que uniéndolas a los materiales que tiene, y vuesamerced le haya dado allí, forme cuanto antes la carta geográfica del Reino.29

No era fácil extraer información de Fidalgo, cuyas cartas náuticas de Tierra Firme permanecieron ocultas al estamento criollo a tal punto que en 1825 José Manuel Restrepo no pudo obtenerlas, a pesar de conocer su existencia, cuando dibujaba, asistido por José María Lanz y el pintor Mariano Hinojosa, la Carta corográfica de la República de Colombia?30 A mediados de 1807 Pombo hizo llegar a Caldas "los viajes de Magallanes, los de Córdoba y el de las goletas Sutil y Mexicana al estrecho de Fuca, con sus atlas y cartas excelentes".31 En cuanto a la costa Pacífica, eran bien conocidos los mapas impresos de la Expedición Malaspina, sobre los que no consta alusión alguna por parte de Caldas, así como los trabajos de Gabriel Ambrosio de la Roche, empleado por el cabildo de Cali en la apertura del camino de Anchicayá, en las que se detallaba el tramo de costa entre Tumaco y Darién de Sur.32 Caldas dispuso de todos estos mapas en las colecciones del Observatorio y de la Casa Botánica, suficientes para dotar su mapa general del Reino con un croquis moderno y novedoso, ventaja definitiva y marco de referencia idóneo sobre el cual habría podido disponer, sin más dubitaciones, su propia cartera de mediciones.

Entre 1807 y 1810 se dedicó al Semanario, en el que reunió lo mejor de sus trabajos en prosa (no cartográficos)y erigió un foro científico para la práctica y difusión de las ciencias geográfica y económica entre sus compatriotas. Al margen de su incuestionable importancia, no cabe duda de que este empeño editorial y prosístico lo distrajo de su trabajo cartográfico. Lo cierto es que en 1807 completaba doce años de trabajos astronómicos y geográficos, disponía de una rica cartera geodésica entre Loja y Santafé y desde 1806 recibía materiales cartográficos de numerosos corresponsales en el Reino. Gracias al inventario del Observatorio levantado en agosto de 1816, sabemos que constaban en su acervo "224 mapas de diferentes tamaños, más otro en su tabla".33 Esto era así incluso tras las sustracciones ordenadas por Antonio Nariño en 1813 para dotar su Campaña del Sur y el saqueo del Observatorio por tropas de Simón Bolívar en diciembre de 1814.

¿Por qué, en estas condiciones de afluencia, expectativa y paz, pospuso Caldas la composición de la carta del Reino? Entre principios de 1806 y mediados de 1810 no tuvo ocupaciones imperiosas ni distracciones mayores, como será el caso en el periodo subsiguiente. Como director del Observatorio, su trabajo consistía precisamente en la composición de dicho mapa o, por lo menos, de una sección de él. Baste decir que fue justamente este uno de los empeños más caros al virrey Amar, a cuyo fin comprometió al ingeniero Talledo, quien recorrió y midió la mitad norte del virreinato. A pesar de no haber visitado el sur, el ingeniero del rey debió obedecer a Amar, que lo compelió a dibujar la totalidad de la jurisdicción hasta el confín peruano. Por esta razón el Mapa corográfico del Nuevo Reino de Granada es pieza de gran valor por lo que respecta al norte y apenas de gabinete y compromiso en lo concerniente al sur.34 Una cosa es cierta: a Caldas le gustaba escribir y lo hacía con soltura, elocuencia y belleza, en contraste con Talledo, que, en lugar de servirse del lenguaje, lo aporreaba. Era el peninsular un ingeniero a rajatabla, lo que significa que, además de sus tres años de estudios formales en la Real Academia de Matemáticas de Barcelona, dedicó uno entero al dibujo, continuado con prácticas permanentes. En cambio Caldas, aunque buen matemático, se nos presenta inmerso en la cultura del texto, el litigio y la burocracia que cundía entre sus paisanos. Él mismo fue consciente de ello, como se deduce de un oficio de 1813 dirigido al dictador de Antioquia, Juan del Corral:

Hasta que no concluya la carta militar de nuestras fronteras del Sur no puede Vuestra Excelencia ver sino miembros sueltos y nada del sistema y relaciones de un fuerte con otro. Este trabajo exige más quietud, otra habitación y otros muebles que los que tiene Bufú, en donde apenas he podido delinear los borrones que dirijo, tan toscos y tan rústicos como las montañas de Bufú mismo. Vea Vuestra Excelencia las líneas fundamentales, vea Vuestra Excelencia al ingeniero y no al pintor.35

Es necesario, pues, considerar las dificultades de Caldas ante el dibujo cartográfico, con su recurrente queja de que nunca se le asignó un pintor de la Casa Botánica. Recuérdese de paso su adaptación del método de las heptipas, impresiones de plantas sobre el papel, al que recurrió para obviar el dibujo de su herbario.36 En septiembre de 1808, la muerte de Mutis dio ocasión al virrey para poner en cintura al director del Observatorio, de lo que encargó a su secretario, el coronel José Ramón de Leyva.37 Si hasta entonces el astrónomo había gozado de la autonomía que le permitía el carácter reservado de Mutis -quien por lo demás nunca mostró mayor interés en la cartografía-,38 a finales de 1808 no le quedó más remedio que obedecer. Entonces se aplicó a la medición de las coordenadas de Santafé. Desde principios del año trabajaba en una "Descripción del Observatorio Astronómico", sobre cuyas coordenadas escribió:

Este sería el lugar más apropiado para publicar la posición geográfica de este Observatorio, pero las nubes que ocultaron el Sol en el solsticio de diciembre de 1805, en los de 1806 y uno de 1807 no han permitido concluir de un modo invariable e independiente de toda suposición la latitud de este edificio. No obstante, por numerosas alturas meridianas del Sol y estrellas tomadas al norte, al sur y al cenit, se ha hallado que está a 4 grados 36 minutos 6 segundos norte [...]. Por lo que mira a su longitud, aunque se han observado muchas inmersiones y emersiones del primero y el segundo satélites de Júpiter, en el discurso [sic] de 1806 y 1807, no hemos recibido [observación] correspondiente de los observatorios de Europa. Nuestros primeros ensayos sitúan el meridiano del nuestro a 4 horas, 32 minutos y 14 segundos al occidente del Observatorio Real de la Isla de León. Su altura sobre el nivel del Océano [...] es de 1.352,7 toesas (3.156,3 varas de Burgos).39

No puede decirse que Caldas fuera negligente con su trabajo, sino, antes bien, en extremo meticuloso. Tampoco fue el tipo de científico que publica en tropel, como Humboldt, ni el caso intermedio de Talledo, sujeto a continuas desazones de ánimo y sumido en auténticas tribulaciones y peligros, a pesar de lo cual concluyó todo lo que emprendió. Caldas fue un perfeccionista, crítico de sí mismo hasta la inseguridad. Lo determinante, en fin de cuentas, es el hecho de que trabajó en un medio en el que pudo salirse con la suya. Es decir, en el que pudo posponer indefinidamente su trabajo sin perder su cargo ni menoscabar su posición. Surge esta pregunta: si el virrey, el prior Pombo, Mutis, sus amigos en Popayán, el obispo de esa provincia, los demás cartógrafos del Reino y acaso también los lectores más asiduos del Semanario, en cuyas páginas él mismo martilló sin cansancio sobre la necesidad de la "carta correcta" del Reino, si todos, en fin, esperaban de él el mapa general del Reino, ¿a qué aspiraba él mismo? ¿Cuál era su objetivo como científico? Esta es la clave de sus "inquietudes, proyectos y tragedias", en palabras de Arias de Greiff.40 Lo cierto es que tantas veces invocó la "carta correcta del Reino" como sus dudas al respecto: Yo siempre he visto con fastidio una carta en que no se leen sino nombres de pueblos miserables. Más vale en ella el lugar, la patria de una planta, de un mineral, de una especie animal, de una fuente termal, etc. que ese montón de nombres bárbaros que apenas podemos pronunciar. En este momento, ¡qué bello, qué interesante sería poner al frente de la Flora de Bogotá una carta botánica del Reino, [con] las plantas útiles a las artes, al comercio, a la salud. ¡Qué placer ver de una ojeada la patria del cacao, del té, de la nuez moscada, de la quina, etc.! ¡Qué bella fachada para el templo de Flora!41

No cabe duda, por lo demás, de que Caldas concibió la cartografía de una manera más sofisticada y adelantada de lo que fue común entre sus contemporáneos. Cabal contemporáneo de Humboldt, también fue consciente de la crisis que atravesaba por entonces la geografía.42 Pasados los grandes viajes náuticos de los siglos XV y XVI, cumplidas las expediciones geodésicas francesas de la primera mitad del XVIII, resuelto el problema de la medición precisa de la longitud y todavía en carencia de teorías de la Tierra satisfactorias, la geografía se había esclerotizado en un catálogo de lugares, triste letanía de topónimos. Al igual que Humboldt y sus autores más queridos -Ramond, Saussure, Arago, Bouguer, La Condamine, Juan y Santacilia-, Caldas participó en un reto que habría de empeñar a generaciones de científicos durante todo el siglo XIX. La coyuntura en que vivió y trabajó era tan excitante como incierta, y él padeció las consecuencias. Insatisfecho con la perspectiva de un mapa general, es decir, toponímico, Caldas soñó con lo que vendría a conocerse como mapas temáticos.

Entre ellos el que imaginó con mayor ardor fue de naturaleza fitogeográfica, el que llamaba su carta botánica. Fue la disyuntiva más difícil que enfrentó como científico y la que terminó venciéndolo. ¿Debía concentrarse en esta o en la carta geográfica? Es bien conocido su informe al virrey Amar del 1° de julio de 1809, en el que, con un orgullo sólo comparable a su desazón, intentó explicar los trabajos de su vida, que, bien vistos, se reducen a dos.43 Por una parte, su Colección de observaciones astronómicas desde 1797; por la otra, su Phytografía o geografía de las plantas del Ecuador, de la que la Cinchografía o geografía de los árboles de la Quina habría sido un capítulo. Caldas insistió en ser filósofo de la Tierra, no conforme con ser cartógrafo tradicional. En esta apabullante disyuntiva, emplazado por el virrey Amar a mediados de 1809 y ante la imposibilidad de enviarle un avance del mapa del Virreinato, se vio obligado a dar explicaciones:

En los últimos cuatro meses he verificado largos trabajos sobre las refracciones astronómicas al nivel y latitud de este observatorio […]. Vuestra Excelencia hallará en mi Colección de observaciones astronómicas una "Memoria sobre las refracciones de Santafé". Todas las alturas meridianas del Sol, tan interesantes para las refracciones y tan necesarias para todo cuanto se ejecute en esta ciencia inmensa y sublime; las alturas de las estrellas, el último eclipse de Luna, las inmersiones y emersiones de los satélites de Júpiter, las ocultaciones de las estrellas por la Luna, el último solsticio felizmente observado, las variaciones del barómetro, termómetro e higrómetro tres veces cada día, cálculos dilatados, organización de observaciones y de manuscritos, son las ocupaciones que he tenido desde que merecí el encargo de este establecimiento.44

Entonces, justo cuando se hallaba perplejo y compelido a decidir entre sus dos cartas, a cuál más difícil, no se le ocurrió otra cosa que ponerse a buscar novia, la que en efecto consiguió gracias a los lejanos oficios de sus amigos en Popayán. Pero eran tragedias, no comedias, lo que pergeñaban los tiempos.

Un mapa urgente y a regañadientes para la revolución (1811-1816)

Y es que entrado 1810 soplaban vientos de guerra y revolución. Dos misivas de Caldas, hasta ahora poco atendidas por la historiografía, sugieren la naturaleza de su nueva distracción. La primera, del 9 de marzo de 1810, la dirigió a Antonio Narváez y de la Torre, diputado electo por el Reino ante la Junta Central de España e Indias.45 Su pretexto, el envío de dos ejemplares de su memoria sobre el cultivo de la cochinilla, publicada en la Continuación del Semanario. Presentándose como director del Observatorio, Caldas pedía al diputado promover esa institución, al igual que la Casa Botánica, ante el gobierno de España, lo que nunca se verificó porque Narváez no emprendió el viaje de su comisión. La segunda, sumamente intrigante, la dirigió el 12 de mayo al Consulado de Cartagena, junto con su "Memoria sobre la importancia de connaturalizar en el Reino la vicuña del Perú y Chile". Insistía Caldas en "el valor de esta lana, los ramos de industria que provoca, la ocupación que puede dar a tantos infelices, el comercio que se puede establecer y los inmensos productos de su extracción".46 ¿Negocios de auquénidos a mediados de 1810 con los notables de Cartagena, a la sazón empeñados en la revolucionaria remoción del gobernador Francisco Montes? ¿Acaso no urgía justo entonces establecer comunicación y pactar compromisos entre los revolucionarios de Santafé y Cartagena? ¿Cómo no leer en clave política aquello de industria, comercio, productos y felicidad? ¿Viajarían acaso, ocultos entre las páginas de su memoria, mensajes perentorios? El 6 de agosto, cumplido el movimiento de julio en Santafé, Caldas advirtió a su mujer sobre la probabilidad de que la nueva Junta lo enviara "en comisión a muchas partes".47 En lugar de ello se le encargó, junto con Joaquín Camacho y José María Gutiérrez, de la redacción del Diario político, periódico revolucionario de Santafé.48

La revolución no significó para Caldas una promoción inmediata. Por el contrario, la reducción de la presión fiscal por disposiciones del flamante gobierno conllevó la reducción de gastos, de manera que los empleados de la Botánica vieron disminuidos sus sueldos y aumentadas sus funciones. El director de la Sección Astronómica y Geográfica pasó de devengar 1.000 a 700 pesos, al tiempo que se le exigía, por primera vez, levantar mapas a requerimiento expreso del gobierno.49 Llama la atención, además, que el astrónomo empezara sus juegos de guerra antes de lo que normalmente se cree. Si bien tardará hasta marzo de 1812 en partir de Santafé en comisión militar, ya en agosto de 1811 anunciaba a su amigo Pérez Arroyo que "en la semana entrante vamos a verificar nuestros primeros ensayos con bombas".50 El 2 de mayo el Supremo Poder Legislativo de Cundinamarca lo nombró Capitán de Ingenieros, reclutándolo para la milicia sin desvincularlo del Observatorio Astronómico de Santafé.51

Su cargo militar no pareció halagarlo, pues el 5 de agosto escribió a Pérez Arroyo sobre su intención de emplearse en Caracas y, en su defecto, en el Congreso de las Provincias Unidas, del que esperaba la orden para "formar la carta geográfica del Reino", en la que aspiraba a trabajar por el doble del salario que a la sazón devengaba. Su "pretensión en Caracas" no tiene otra explicación que la expectativa que debió causarle la anunciada comisión de la Junta de gobierno de esa capital ante la de Santafé, en persona del presbítero José Cortés de Madariaga, quien entró a la ciudad el 13 de marzo y permaneció en ella hasta el 14 de junio de 1812.52 Todo sugiere que a su propósito diplomático de propiciar una Confederación de Tierra Firme entre las provincias de Caracas y Cundinamarca, Cortés unió el plan de sonsacar al científico granadino. Llama la atención la intención de Caldas de marcharse de la Nueva Granada, lo que, en el mejor de los casos, le habría dado la oportunidad de enriquecer su cartera cartográfica con un viaje por el norte y el oriente.53 En lugar de ello, terminó marchando con el Ejército de Cundinamarca en un viaje de menor aliento que lo llevó por Tunja hasta San Gil y Sogamoso y, posteriormente, a Antioquia por el Quindío. Constan testimonios de que en esta última provincia alcanzó Urrao por el occidente, y son bien conocidos sus trabajos en la estrechura del Cauca. En carta dirigida a Benedicto Domínguez y Francisco Urquinaona en abril de 1812, Caldas sugiere que en Antioquia, en efecto, amplió su colección de observaciones:

En medio de esta crisis observo, calculo, pinto, y sólo el flujo político me hace decir cosas que no son de geografía y de astronomía. Que este presidente haga lo que quiera, mi felicidad no está en sus prescripciones sino en el testimonio de mi conciencia y en cumplir con mis deberes de cristiano, de ciudadano de Cundinamarca, de esposo, padre y de cosmógrafo, la última de mis obligaciones.54

La de cosmógrafo, ¿última entre las obligaciones del Capitán de Ingenieros Cosmógrafos y director titular del Observatorio Astronómico? Una vez más, en la tónica de su existencia, Caldas se embarcó en una empresa diferente, anunciando a Domínguez la redacción de un libro sobre sus viajes por Tunja.55 Surge aquí otra pregunta, cuya desatención hasta la fecha, y en vista de la pérdida de la mayor parte de sus trabajos inéditos, ha originado ambigüedad en el estudio de Caldas. ¿Qué quería decir él cuando decía de una región o lugar por el que había viajado que había "levantado su carta"? Todo indica que confundía la expresión "levantar la carta" con "compilar una cartera cartográfica". Es decir, equiparaba la acumulación de una lista de coordenadas geodésicas con el dibujo de un mapa. En este sentido sus "cartas" serían listados a tres columnas (topónimo, latitud y longitud) o a cuatro (con la altura sobre el nivel del mar). En sus trabajos de mayor aliento -los que adelantó en la provincia de Popayán entre 1795 y 1799 y en el Reino de Quito entre 1800 y 1805- sus "cartas" serían hipertextos (en el sentido en que no estarían reunidos en un único cuerpo), con vínculos botánicos y climatológicos, a la manera que definió con maestría en su "Viaje de Quito a las costas del Océano Pacífico por Malbucho":

Una carta atrevida y soberbia [...], erigida sobre observaciones exactas, una carta que descendiese a los objetos más pequeños y se elevase a los más grandes, una carta política, una carta económica que, presentando en una ojeada nuestras producciones, nuestros campos, nuestros bosques, las montañas, la población, la riqueza y la miseria de todas las partes que la componen, pusiera al político, al magistrado, al ministro en estado de juzgar de las cosas, su valor y relaciones.56

Entendidos así, sus mapas serían libros; la carta botánica y la geográfica, una misma; el mapa del Reino, nada diferente que sus obras completas, incluidas sus geografías en prosa. Llama la atención que Caldas produjera la citada descripción de su propio trabajo en la memoria con que acompañó su mejor mapa, la Carta del camino del Malbucho desde Ibarra hasta la desembocadura del río de Santiago en el Océano Pacífico y bahía de San Lorenzo, completado en 1803.57 Queda en este punto recapitular lo dicho en otro lugar sobre la versión mayor del mapa Provincias Unidas de la Nueva Granada. Es conocido el periplo final de Caldas: su cooptación para el Estado de Cundinamarca; su defección federalista; sus trabajos en Antioquia; su regreso a Santafé; su fuga, captura y muerte. También lo es la petición de clemencia del astrónomo desgraciado dirigida a Pascual Enrile, en que Caldas aseguraba tener "ideas nuevas y originales sobre las cartas geográficas".58 El Provincias Unidas de la Nueva Granada tuvo dos cartelas. En la primera se lee:

Atlas de una parte de la América Meridional que comprende desde el Istmo de Panamá hasta las Bocas del Amazonas y desde las costas de Maracaybo y Venezuela hasta la orilla austral del Marañón. Formado de orden del Exmo. S. Presidente del Estado D. Jorge Tadeo Lozano por Don Francisco Josef de Caldas, Capitán de Ingenieros Cosmógrafos de Estado y Director del Observatorio astronómico de Santafé de Bogotá. Año de 1811.

Ornada con querubines, un peñasco florido y la figura cimera de un águila coronada con rama de laurel en el pico, palma, granada abierta y el pendón de Cundinamarca, será reemplazada por una más simple: "Provincias Unidas de la Nueva Granada. De orden del Gobierno General. Por el Cno [ciudadano] Francisco José de Caldas Coronel del Cuerpo Nacional de Ingenieros. 1815." Su diseño es tan sencillo como la leyenda: una placa de piedra ornada de rosas. Caldas ordenó lavar la primera en algún momento entre el 2 de mayo de 1811 (su nombramiento como capitán de ingenieros) y el 29 de septiembre (caída de Jorge Tadeo Lozano de la presidencia de Cundinamarca). El 20 de abril Cundinamarca redujo su sueldo, lo que terminó de inclinarlo hacia el "Congreso que va a formarse", del que pretendió "una colocación".59 Fue Lozano quien primero dispuso la compilación del mapa del Estado, pero no se crea que de Cundinamarca ni del Nuevo Reino, sino del antiguo Virreinato en la acepción maximalista que había persistido en la imaginación cartográfica hasta la formación de la Intendencia de Caracas.60

El título de la primera cartela así lo anuncia.61 Sin embargo, Caldas tardó hasta 1815 para emprender el mapa mismo.

Pasados más de cuatro años, el 25 de noviembre de 1815, el gobierno general de las Provincias Unidas de la Nueva Granada -último avatar del Congreso y rival victorioso del Estado de Cundinamarca- invitó a los ciudadanos a entregar información geográfica, aclarando que cuando "el benemérito Caldas consagraba a su patria el precioso fruto de sus trabajos geográficos y daba ocasión a los pintores de la Expedición Botánica de acreditar la perfección a que han llegado en su arte, fue interrumpido desgraciadamente". Aun así, el gobierno "tuvo a bien disponer su continuación, a que se prestaron muy gustosos el coronel Caldas y el ciudadano Sinforoso Mutis, bajo cuya inspección han de trabajar los artistas de la Botánica".62 Solo entonces Caldas se avino a dirigir la composición de un mapa muy diferente de aquel con el que había soñado y que había anunciado durante veinte años. Mientras los pintores formados por Mutis lavaban la versión mayor, él se dedicó a componer, y con toda probabilidad también a lavar, la que aquí se ha titulado Carta de las Provincias Unidas de Nueva Granada en punto menor.

Desde agosto el Ejército Expedicionario de Costa Firme sitiaba a Cartagena. La ciudad cayó entrado diciembre y Santafé siguió la misma suerte a principios de mayo de 1816. En los cinco meses corridos desde la invitación del gobierno, los pintores de la Botánica lavaron las 21 hojas del incompleto mapa mayor; Caldas, el fragmento que aquí se ha discutido. Compuesto de prisa, tras décadas de posposición, al cartógrafo reticente no le quedó más remedio que copiar al dedillo la línea y franja de costa del Mapa corográfico de Vicente Talledo. Ahora se comprende mejor por qué comenzó su mapa postrero por el norte, región que nunca recorrió, prescindiendo de su propia cartera de mediciones, reunida a pulso durante más de veinte años de trabajos intermitentes. La república caía y este mapa improvisado debía servir a su defensa, pero ya era demasiado tarde.

Comentario final

No cabe concluir que Caldas fuera incompetente para dibujar una versión novedosa y útil del mapa general del Nuevo Reino de Granada. Lo cierto es que se había preparado con suficiencia para reunir en una representación gráfica (puntos, líneas y colores sobre papel) su cartera de mediciones tomada en el terreno y el necesario complemento erudito de gabinete. Las técnicas requeridas no eran, ciertamente, patrimonio común, pero no puede dudarse de que Caldas las había aprendido durante sus estudios autodidactas, entre otras cosas porque no eran ni abstrusas ni arcanas. Ya había recorrido la parte difícil del camino, que era establecer las coordenadas (latitud y longitud, por lo pronto) de un número suficiente de pivotes cartográficos (Quito, Popayán y Santafé, entre otros), a los que quedaba sumar mediciones fidedignas tomadas por otros cartógrafos (Santa Marta, Cartagena y San Andrés según Fidalgo; Tunja y Girón según Carlos Francisco Cabrer; Panamá, Mompox y Valledupar según Vicente Talledo; Riohacha y la desembocadura del Atrato según Antonio de Arévalo; el curso del río Atrato según José Donoso; etc.).

¿Por qué no completó Caldas la parte más fácil de su trabajo? No encuentro satisfactoria una explicación psicológica que, aun en caso de ser bien lograda, tendría escaso alcance histórico. Es en la esfera sociológica donde su aporía cartográfica delata una contradicción inocultable: el cartógrafo que no produjo el mapa anunciado y requerido, cada vez más urgente por lo demás (un contemporáneo suyo, el español Talledo, pudo completarlo con contundencia y novedad); el mismo que anunció una fitogeografia que también dejó en veremos; el científico criollo por antonomasia, en suma, nunca perdió su cargo ni su prestigio. Se reticencia y dubitaciones científicas no le costaron su lugar social, ni siquiera tras la tempestad revolucionaria, cuyos dirigentes lo mantuvieron en su lugar y aun lo promovieron. Igual ha sucedido con la posteridad, que lo ha ensalzado sin crítica como el científico republicano por antonomasia. La mayor lección que nos deja el caso Caldas es poner en evidencia una condición estructural de nuestra sociedad y de otras comparables, apreciable en el hecho de que al director del Observatorio Astronómico de Bogotá -el primero construido en el hemisferio occidental- y director de la Sección de Astronomía y Geografía de la Expedición Botánica no se le exigía perentoriamente levantar y dibujar mapas. ¿Por qué?

La respuesta no radica en la psicología ni en las tribulaciones existenciales del personaje, pues lo que realmente encaramos es una condición estructural que se manifiesta en todos los órdenes de la vida colombiana. A falta de traducción satisfactoria en español, no me queda más remedio que señalarla como la configuración histórica de una sociedad signada por el peligroso principio del n'importe quoi.

Quisiera terminar con una breve reflexión incitativa sobre el porvenir de los estudios caldasianos en Colombia, que acaso resulte pertinente en otros campos e incluso en disciplinas diferentes a la historia. Si un tema ilustra la tendencia a la stasis en la cultura colombiana -esto es, a la inmovilidad, la repetición y el encallamiento- es justamente el de Caldas y su obra. No se trata únicamente del atavismo patriótico que con tanta frecuencia ha detenido la reflexión crítica entre nosotros, sino del enfoque mismo del problema. Hemos adosado la mirada de tal manera al personaje, que cada investigador que se acerca a él, generación tras generación, se siente impelido a escribir una nueva biografía, a comprenderlo bajo nueva luz. Sin embargo, sucede que desde los años setenta es bajísima la tasa de descubrimiento de nuevos materiales. Para la muestra, un botón: la edición de 2016 de las Cartas de Caldas ofrece 14 piezas nuevas con respecto a la de 1978, lo que significa una tasa de descubrimiento de menos de tres por año. Entre tanto, y este es el meollo de mi reflexión, los archivos públicos bullen con material inexplotado sobre cartógrafos anteriores, contemporáneos e inmediatamente posteriores a Caldas que trabajaron sobre el territorio del país (por no hablar de otros aspectos de la ciencia, las letras, etc.). No pocos entre ellos produjeron más y mejores mapas que el payanés. Baste mencionar a Antonio Arévalo, Francisco Requena, Joaquín Fidalgo, Carlos Francisco Cabrer, Vicente Talledo y Rivera y Gabriel Ambrosio Roche. La cura de la stasis, y en particular del síndrome de caldismo, comienza pues por dirigir la mirada hacia otra parte.

OBRAS CITADAS

I. Fuentes primarias Archivos

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Archivo General de la Nación (AGN), Bogotá, Colombia Mapoteca [ Links ]

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Publicaciones periódicas

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Díaz Díaz, Osvaldo. Copiador de órdenes del Regimiento de Milicias de Infantería de Santafé. 1810-1814. Bogotá: Imprenta del Ministerio de Guerra, 1963. [ Links ]

González Suárez, Federico. Un opúsculo inédito de don Francisco José de Caldas. Quito: Tipografía y Encuademación Salesiana, 1907. [ Links ]

Historia documental de la Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada después de la muerte de su director, Don José Celestino Mutis, 1808-1952. Ed. Guillermo Hernández de Alba. Bogotá: Fundación Segunda Expedición Botánica / Instituto Colombiano de Cultura Hispánica / Editora Guadalupe, 1986. [ Links ]

Mendoza Pérez, Diego. Expedición Botánica de José Celestino Mutis al Nuevo Reino de Granada y Memorias inéditas de Francisco José Caldas. Madrid: Librería General de Victoriano Suárez, 1909. [ Links ]

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Otros medios

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Carta esphérica que comprehende la costa occidental de América desde 7 grados de latitud sur hasta 9 grados de latitud norte, levantada de orden del Rey por varios oficiales de la Real Armada. 1791. Mapa impreso. AMN, Madrid. [ Links ]

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Posada, Eduardo. Apostillas a la historia colombiana. Madrid: Editorial América, 1907. [ Links ]

1"Provincias de Cartagena, Santa Marta y Golfo de Maracaibo". AGN, Bogotá, Mapoteca, SMP6, Ref. 133.

2Archivo Histórico Restrepo (AHR), Bogotá, Fondo XII, Vol. 2, ff. 1-3, 5-10, 12-13, 15-16, 20-25, 34-35 y 39, más uno sin numeración; dos juegos, uno empastado, otro suelto. Mauricio Nieto las publicó en La obra cartográfica de Francisco José de Caldas (Bogotá: Universidad de los Andes / Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales / ICANH, 2007). He comentado la pieza en "Francisco José de Caldas' Unaccomplished Life Project. His Map Provincias de la Nueva Granada, 1811 / 1815", The Cartographic Journal 54.2 (2017): 163-172. Es importante aclarar que la pieza en cuestión es diferente de la publicada por Nieto, como se discute adelante.

3Basta conocer la bibliografía sobre Caldas para constatar su persistente talante hagiográfico y vocación aditiva. Muchos investigadores se han interrogado sobre la obra geográfica y orográfica de Caldas, pero ninguno lo ha hecho sobre su reticencia a completar el mapa del Reino. Baste recordar que apenas de 2007 data la primera publicación de su mapa Provincias Unidas de la Nueva Granada, copia literal, por lo demás, de la parte norte de la primera versión del Mapa corográfica del Nuevo Reino de Granada de Vicente Talledo, terminada en 1808, como lo demostré en el artículo citado en la nota anterior.

4Eduardo Posada, Apostillas a la historia colombiana (Madrid: Editorial América, 1907) 73-75; su inventario en Obras de Caldas (Bogotá: Imprenta Nacional, 1914). Posada continuaba los listados de Joaquín Acosta en el Semanario de la Nueva Granada. Miscelánea de ciencias, literatura, artes e industria (París: Librería Castellana, 1849); Federico González Suárez, Un opúsculo inédito de don Francisco José de Caldas (Quito: Tipografía y Encuademación Salesiana, 1907); y Diego Mendoza Pérez, Expedición Botánica de José Celestino Mutis y Memorias inéditas de Francisco José Caldas (Madrid: Victoriano Suárez, 1909).

5John W. Appel, Francisco José de Caldas. A Scientist at Work in Nueva Granada (Filadelfia: The American Philosophical Society, 1994) 37.

6Samuel Jaramillo, Diario de la luz y las tinieblas. Francisco José de Caldas (Bogotá: Norma, 2000).

7El opúsculo fue referido sin comentario en el artículo de Alberto Urdaneta, "F. J. de Caldas", Papel Periódico Ilustrado 1.24 [Bogotá] ago. 2, 1882: 383-391. Urdaneta llamó la atención sobre la coincidencia de la publicación en 1852 del opúsculo de Acosta y Calbo y de la Memoria histórica sobra la vida, carácter, trabajos científicos i literarios i servicios patrióticos de Francisco José de Caldas de Lino de Pombo, publicada por entregas en el periódico La Siesta.

8El único estudio general disponible sobre la geografía y la cartografía en Colombia, a todas luces preliminar, si bien decididamente útil, es el libro de Eduardo Acevedo Latorre "Geografía y Cartografía", inserto en tomo colectivo de la Historia extensa de Colombia, vol. 24 (Bogotá: Lerner, 1974).

9Crisanto Valenzuela, "Invitación del Gobierno General", Argos de la Nueva Granada 102.4 [Santafé] dic. 3, 1815: 615. Destacado agregado.

10Vicente Talledo y Rivera, Mapa corográfico del Nuevo Reyno de Granada, 18081810. AGN, Bogotá, Mapoteca, SMP6, Ref. 134 y SMP3, Ref. 138.

11Sobre los filósofos de la tierra franceses, ver Numa Broc, La géographie des philosophes. Géographes et voyageurs français au xvinè siècle (París: Ophrys, 1974); y Anne Marie Claire Godlewska, Geography Unbound. French Geographic Science from Cassini to Humboldt (Chicago: Chicago University Press, 1999).

12"Caldas a Santiago Pérez Arroyo", Popayán, ene. 20, 1801. Cartas de Caldas, eds. Alfredo Bateman y Jorge Arias de Greiff (Bogotá: Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, 1978) 54-55, pieza 29.

13Jean-Baptiste de la Quintinie (1626-1688), primer Jardinero del Rey de Francia, escribió una Instruction pour les jardins fruitiers et potagers, publicada póstumamente en 1697. Anton Raphael Mengs (1728-1779), de origen checo, fue primer Pintor de la Corte de Carlos III de España entre 1761 y 1769 y autor de unas Reflexiones sobre la belleza y el gusto en la pintura.

14A Caldas nunca le fueron exigidas explicaciones sobre estos cambios de tema, con excepción del emplazamiento ordenado por el virrey Amar tras la muerte de Mutis, al que respondió con un listado de sus trabajos (sin remisión de los mismos). Ver "Caldas a Amar", Santafé, jul. 1, 1809. Cartas de Caldas 287-296, pieza 132.

15"Caldas a Santiago Pérez Arroyo", Popayán, mar. 5, 1801. Cartas de Caldas 58-59, pieza 31.

16"Caldas a Santiago Pérez Arroyo", Santafé, abr. 6, 1806. Cartas de Caldas 257-258, pieza 107.

17"Caldas a Santiago Pérez Arroyo", Santafé, ago. 6, 1806. Cartas de Caldas 261, pieza 110.

18"Caldas al Real Consulado de Cartagena", dic. 9, 1806. Cartas de Caldas 261, pieza 111. En A Scientist at Work in Nueva Granada, Appel acepta que fue el virrey quien negó la comisión, aunque no ofrece prueba de ello.

19"Caldas a Santiago Pérez Arroyo", Santafé, nov. 6, 1807. Cartas de Caldas 264-265, pieza 115. Se refiere al astrónomo francés François Arago (1786-1853), bibliotecario del Observatorio de París y su director desde 1843, profesor en la Escuela Politécnica y autor de efemérides astronómicas, memorias científicas y textos de difusión científica.

20Cartas de Caldas 264-265, pieza 115.

21El Semanario fue la más completa de las obras de Caldas, quien en rigor debe ser considerado más como editor que como autor científico. No hay que olvidar que también su Carta botánica y su Cinchografía quedaron en veremos.

22En circular impresa, hoy desconocida, según consta en carta de "Caldas a Pérez Arroyo", Santafé, dic. 6, 1807. Cartas de Caldas 266-267, pieza 116.

23"Caldas a Santiago Pérez Arroyo", Santafé, dic. 6, 1807. Cartas de Caldas 267, pieza 118.

24"Caldas a Santiago Pérez Arroyo", Santafé, feb. 6, 1808. Cartas de Caldas 268-269, pieza 118.

25Así la consideró José Joaquín Acosta y Calbo en Estudios Históricos. Don Francisco José de Caldas, naturalista neogranadino (París: Imprenta de Thunot y Compañía, 1852) 25-26.

26"Caldas a Santiago Pérez Arroyo", Santafé, feb. 6, 1808. Cartas de Caldas 268-269, pieza 118. En 1796 el cabildo de Cali aprobó la propuesta de Manuel Joaquín Caicedo y Cuero para la apertura del camino de Anchicayá, cuyos trabajos se iniciaron en 1802. Caicedo hizo venir al francés Gabriel Ambrosio de la Roche, quien levantó los mapas correspondientes.

27"Caldas a José Manuel Restrepo", Santafé, feb. 19, 1808. Cartas de Caldas 269, pieza 119.

28"Pombo a Mutis", Cartagena, oct. 10, 1803. Archivo epistolar del sabio naturalista Don José Celestino Mutis, vol. 4, comp. Guillermo Hernández de Alba (Bogotá: Editorial Kelly, 1968) 117-118, pieza 332.

29"Pombo a Mutis", Cartagena, ene. 20, 1806. Archivo epistolar, vol. 4, 150-152, pieza 362.

30Sergio Andrés Mejía Macía, "La Carta corográfica de la República de Colombia de 1825", Herramientas metodológicas para el joven investigador, José Antonio Amaya (en prensa).

31"Pombo a Mutis", Cartagena, jun. 20, 1807. Archivo epistolar, vol. 4, 171-173, pieza 381.

32Carta esphérica que comprehende la costa occidental de América desde 7 grados de latitud sur hasta 9 grados de latitud norte, levantada de orden del Rey por varios oficiales de la Real Armada, 1791. Archivo del Museo Naval (AMN), Madrid, Signatura 26-A-10. De los manuscritos de Roche se conservan en el AGN un Plano topográphico de las provincias de Chocó, Antioquia y Popayán, CA. 1804. AGN, Bogotá, Mapoteca, SMP2, Ref. 1.252; un Mapa de la provincia del Chocó y sus correspondencias con la Mar del Sur, la Mar del Norte, las provincias de Carthagena, Antioquia, Panamá y Popayán... [sic], las Islas del Darién, etc., etc., de 1804, con la costa entre la bahía de la San Buenaventura y los golfos de San Miguel y Darién (Urabá). AGN, Bogotá, Mapoteca, SMP6, Ref. 92 (existe copia en la Biblioteca Luis Ángel Arango, signatura H-453); además de varios mapas en gran formato de la suela plana del Valle del Cauca.

33"Nuevo inventario del Observatorio Astronómico mandado hacer por el general Morillo", Santafé, ago. 6-12, 1816. Historia documental de la Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada después de la muerte de su director, Don José Celestino Mutis, 1808-1952, ed. Guillermo Hernández de Alba (Bogotá: Fundación Segunda Expedición Botánica / Instituto Colombiano de Cultura Hispánica / Editora Guadalupe, 1986) 316-327, pieza 62. El entablado debía ser el citado Mapa corográfico de Talledo, cuya primera versión completa estaba en posesión del virrey Amar desde principios de 1810.

34Ver próximamente Sergio Andrés Mejía Macía, Cartografía e Ingeniería en la Era de las Revoluciones. Mapas y obras de Vicente Talledo y Rivera en España y el Nuevo Reino de Granada, 1758-1820 (en prensa).

35"Oficio remisorio de sus planos de los fuertes de Bufú, Cana, Telégrafo y Retirada a Juan del Corral, presidente del Estado de Antioquia", Bufú, sep. 28, 1813. Cartas de Caldas 345-346, pieza 185.

36Toda afirmación sobre la idoneidad de Caldas en el dibujo carece aún de fundamento. A sus conocidos perfiles de los Andes alude en "Carta a Pérez Arroyo", Santafé, nov. 6, 1807; en el "Informe a José Ramón de Leyva", Santafé, sep. 30, 1808; y en el "Oficio a Amar", Santafé, jul. 1, 1809. En el último afirma tener listos 9 de los 18 con los que planeaba ilustrar su Phytografia equatorialis. Todo indica que los hizo lavar en Santafé por pintores de la Casa Botánica, acaso por Mariano Hinojosa, quien años más tarde lavaría la Carta corográfica de la República de Colombia (1825) de José Manuel Restrepo y José María Lanz. AHR, Bogotá, Fondo XII, mapa 11.

37Caldas, "Informe a José Ramón Leyva", Santafé, sep. 30, 1808. Cartas de Caldas 274-283, pieza 125.

38No sucedía lo propio con José Ignacio de Pombo, su mecenas por decisión personal, toda vez que el Consulado de Cartagena no tenía jurisdicción sobre Caldas. Fueron repetidas las ocasiones en que Pombo se sintió defraudado, a tal punto que desarrolló una actitud irónica hacia su protegido, a quien llamaba "nuestro astrónomo".

39"Descripción del Observatorio Astronómico de Santafé de Bogotá, situado en el jardín de la Real Expedición Botánica", Semanario del Nuevo Reyno de Granada 7 [Santafé] feb. 14, 1808: 56-58; pasaje citado en 57-58.

40Jorge Arias de Greiff, "Caldas, inquietudes, proyectos y tragedias", Caldas, 17681816: Francisco Joseph Caldas y Thenorio, eds. Luis Carlos Arboleda, Santiago Díaz Piedrahíta y Rosario Molinos (Bogotá: Molinos Vásquez / Colciencias / FODUN, 1987): 37-52.

41"Memoria sobre el plan de un viaje proyectado de Quito a la América septentrional", Obras completas de Francisco José de Caldas. Publicadas por la Universidad Nacional de Colombia como homenaje con motivo del sesquicentenario de su muerte, eds. Jorge Arias de Greiff et al. (Bogotá: Imprenta Nacional / Universidad Nacional de Colombia, 1966) 303-321.

42El tema ha sido discutido por Anne Marie Claire Godlewska en Geography Unbound y ocupa lugar central en los estudios recientes sobre Humboldt.

43"Informe al virrey Amar", Santafé, jul. 1, 1809. Cartas de Caldas 287-296, pieza 132.

44Cartas de Caldas 293-294, pieza 132. No se crea que Caldas no envió al virrey su Colección de observaciones astronómicas, pues la conservó en su poder hasta abril de 1816, cuando la confió al español Pedro Casis. Historia documental 306-308, pieza 57.

45"Oficio a Antonio Narváez", Santafé, mar. 9, 1810. Cartas de Caldas 304-305, pieza 141.

46"Oficio al Consulado de Cartagena", Santafé, may. 12, 1810. Cartas de Caldas 310311, pieza 147.

47"Caldas a Manuela Barahona", Santafé, ago. 6, 1810. Cartas de Caldas 314-315, pieza 153.

48No cabe duda de que sus redactores lo tuvieron por tal, si se considera la serie de artículos titulada "Historia de nuestra revolución", publicada a partir del segundo número (ago. 29, 1810).

49"El Poder Ejecutivo reorganiza la sección botánica y modifica las asignaciones correspondientes", Santafé, abr. 20, 1811. Historia documental 217-218, pieza 33.

50"Caldas a Santiago Pérez Arroyo", Santafé, ago. 5, 1811. Cartas de Caldas 317-318, pieza 57.

51Osvaldo Díaz Díaz, Copiador de órdenes del Regimiento de Milicias de Infantería de Santafé [1810-1814] (Bogotá: Imprenta del Ministerio de Guerra, 1963) 150.

52José María Caballero, Particularidades de Santafé (Bogotá: Biblioteca Popular de Cultura Colombiana, 1946) 83. Sobre la diputación política de Cortés: Daniel Gutiérrez Ardila, Un nuevo Reino. Geografía política, pactismo y diplomacia durante el Interregno en Nueva Granada (1808-1816) (Bogotá: Universidad Externado de Colombia, 2010), 486-497.

53"Diario y observaciones del presbítero José Cortés de Madariaga en su regreso de Santafé a Caracas por la vía de los ríos Negro, Meta y Orinoco después de haber concluido la comisión que obtuvo de su gobierno para acordar los tratados de alianza entre ambos Estados [entre el 14 de junio y el 29 de agosto de 1812]", Boletín de Historia y Antigüedades 3.31-32 (1905): 437-448, 475-489. No debe confundirse este río Negro con el afluente del Amazonas, llamado Vaupés en su parte alta, pues se trata aquí del actual Guatiquía, afluente del Meta.

54"A Benedicto Domínguez y Francisco Urquinaona", Tunja, abr. 28, 1812. Cartas de Caldas 326-327, pieza 163.

55Parcialmente publicados como "Viaje al norte de Santafé de Bogotá". Posada, Obras de Caldas 549-554; reimpresos en Obras completas de Francisco José de Caldas 499-502.

56Posada, Obras de Caldas 123-124.

57Archivo Cartográfico del Centro Geográfico del Ejército (cge), Madrid, signatura X-SG-C/III-N.1.

58"Caldas a Pascual Enrile", La Mesa, oct. 22, 1816. Cartas de Caldas 355-356, pieza 195.

59"Caldas a Santiago Pérez Arroyo", Santafé, ago. 5, 1811. Cartas de Caldas 317-318, pieza 57.

60Noción ya caduca en 1742 en virtud de la cédula del 12 de febrero de ese año que ordenó la autonomía administrativa de las tres provincias venezolanas con respecto al recién creado Virreinato de Santafé.

61Esta es justamente la cobertura del Plan geográphico del Virreinato de Santafé de Bogotá, mapa compuesto por Francisco Antonio Moreno y Escandón (Mariquita, 1736 - Santiago de Chile, 1792) y dibujado por José Aparicio Morata en 1772. Ver Sergio Andrés Mejía Macía, "Francisco Antonio Moreno y Escandón's Plan Geográphico del Virreinato de Santafé de Bogotá, 1772. Primer of a renewed cartographic tradition in Colombia", Imago Mundi 68.1 (2016): 35-45. Francisco Antonio Moreno y Escandón, compilador, y José Aparicio Morata, dibujo y lavado, Plan geográphico del Virreinato de Santafé de Bogotá, 1772, mapa manuscrito. AMN, Madrid, MP. P-1043.

62"Invitación", Argos de la Nueva Granada 102 [Santafé] dic. 3, 1815: 615.

Cómo citar este artículo Sergio Andrés Mejía Macía, "Versión en punto menor del mapa Provincias Unidas de la Nueva Granada de Francisco José de Caldas", Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura 46.1 (2019): 257-296

Anexos

Tabla 1 Hitos en la concepción de Caldas del proyecto de cartografiar el Nuevo Reino, 1795-1799. 

Tabla 2 En el Observatorio. Astronomía, fitogeografía, edición científica y cartografía pospuesta, 1806-1810. 

Tabla 3 En la tormenta. Política, ingeniería, milicia y cartografía de última hora, 1811-1816. 

Recibido: 15 de Enero de 2018; Aprobado: 23 de Mayo de 2018

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