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vol.46 issue2Robert A. Karl. La paz olvidada. Políticos, letrados, campesinos y el surgimiento de las FARC en la formación de la Colombia contemporánea. Bogotá: Lerner, 2018. 444 páginas.Renán Silva. Cuestiones disputadas. Ensayos sobre Marx, Freud, Foucault, Bourdieu y Bloch. Bogotá: Universidad de los Andes, 2016. 225 páginas. author indexsubject indexarticles search
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Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura

Print version ISSN 0120-2456

Anu. colomb. hist. soc. cult. vol.46 no.2 Bogotá July/Dec. 2019

https://doi.org/10.15446/achsc.v46n2.78229 

Reseñas

Mario Aguilera, coord. Tomas y ataques guerrilleros (1965-2013). Bogotá: Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) / Universidad Nacional de Colombia, 2017. 495 páginas.

ROBERT A KARL* 

* Institute for Advanced Study rkarlresearch@gmail.com


Esta es la publicación 85 del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), una de las primeras finalizadas después de la firma del acuerdo entre las FARC y el gobierno a finales de 2016. El informe está categorizado en la línea de "modalidades de violencia" del CNMH.1 Las tres partes del informe abordan la historia y las memorias de los ataques insurgentes a diferentes centros poblados y el posible futuro de dichos ataques en el ámbito jurídico. Así mismo, el informe señala indirectamente algunas limitaciones conceptuales y preguntas metodológicas aplicables a la historiografía sobre la violencia y la paz en Colombia. Desde ambos ángulos es un libro estimulante.

La primera parte de Tomas y ataques guerrilleros (capítulos 1-3) delimita los resultados cumulativos del proyecto. A diferencia de estudios anteriores (pp. 45-47), los autores discriminan entre los ataques a puestos de policía y las tomas de poblados, lo que colectivamente se llaman incursiones. Basado sobre todo en fuentes de prensa, el informe documenta 1.755 incursiones en un poco más de la mitad de los 1096 municipios del país (pp. 42 y 59). Estas incursiones se llevaron a cabo con fines propagandísticos, para reforzar la influencia en las zonas de retaguardia o para demostrar o ganar poder en otros territorios (pp. 24, 62-63). Las incursiones fueron cometidas por todos los grupos insurgentes, sobre todo las FARC, quienes fueron responsables de un 63 % de ellas. Los ataques superan las tomas, salvo en el caso del M-19, en un promedio de 2:1 (p. 61).

El informe divide en cuatro períodos los 48 años estudiados (p. 80): 1965-1978, 1979-1991, 1992-2002 y 2003-2013. Sostiene que después de la época inicial de las guerrillas, entre 1979 y 1991, "los ascensos y descensos en el número de incursiones [...] se encuentran en consonancia con los flujos y reflujos de las negociaciones de paz que se adelantaron" (p. 96). Las dinámicas de los últimos dos períodos están interrelacionadas. Primero, el aumento de incursiones en los años noventa también estuvo vinculado con el uso de armas no convencionales, como los cilindros bomba. Segundo, el consecuente "repudio social" coincidió con la disminución de la capacidad militar de las guerrillas provocada por el Estado y los paramilitares, a partir de lo cual hubo más hostigamientos a puestos policiales y menos acciones a gran escala contra las cabeceras (pp. 14 y 274). Para los que no vivimos esos años en Colombia, esta parte del informe representa un recorrido vívido por la guerra con las FARC.

La primera parte plantea importantes cuestiones conceptuales y metodológicas. Primero, incluye una comparación entre las incursiones guerrillas y las paramilitares. Se explica que los paramilitares no tenían un "blanco en sí" (p. 50). No atacaban a las instituciones que representaban al Estado, sino a la población. Por lo tanto, ocasionaron "comparativamente más víctimas entre la población civil que las incursiones guerrilleras" (p. 44). Pero ni Tomas y ataques guerrilleros ni ningún otro informe del CNMH presenta una estadística global de las incursiones paramilitares. El informe se habría beneficiado además con una presentación más sistematizada de los datos sobre incursiones guerrilleras. Concretamente, no hay un desglose estadístico por departamentos, por año ni por número de municipios para cada período.2

De ahí surge una pregunta sobre el concepto de "conflicto armado". Una de las mayores contribuciones historiográficas de los años ochenta fue el argumento de que no existía una sola violencia, sino una pluralidad de violencias. Tal orientación influyó en los trabajos del CNMH, aunque fuera de forma modificada: se destacan varias "modalidades de violencia", aunque un solo conflicto. La evidencia consignada en Tomas y ataques guerrilleros hace posible una lectura alternativa de la historia reciente de Colombia. En varios momentos los autores reconocen la evolución gradual de un conflicto nacional, el cual crecía a partir de una gama de insurgencias regionales. Bajo nuevos lemas estratégicos y con los recursos provenientes del narcotráfico, las guerrillas buscaban ampliar sus áreas de influencia, lo que en muchos casos significaba la penetración del territorio ajeno y la consiguiente agudización de unas violencias que antes habían sido más delimitadas.

Según el informe, "entre 1965 y 1978, las incursiones [...] se caracterizaron por ser acciones circunscritas a pequeños marcos locales" (p. 170), "en zonas aledañas a los lugares de origen" de las guerrillas (p. 81). A su vez, el aumento de incursiones entre 1987 y 1991 "se estaba registrando en gran parte del país y en departamentos en los que no existían antecedentes de dicha forma de violencia" (p. 270). "La percepción de estar viviendo una guerra -concluyen los autores- fue cotidiana en los poblados que padecieron incursiones [...] al parecer mucho antes de que la sociedad colombiana la comenzara a experimentar a mediados de los años noventa, a partir de la adopción por las guerrillas de los secuestros generalizados" (p. 260). Además de la dinámica regional, acá el informe propone de una manera sutil que las incursiones, y no el narcotráfico o el secuestro, como lo sostienen otros informes,3 formaban un mecanismo clave en la degradación de la violencia.

La cuestión del nudo cronológico y territorial del conflicto se nota a lo largo de los informes del CNMH. La cifra más citada del CNMH, la de 220.000 muertos, abarca el período entre 1958 y 2012.4 Es interesante que, mientras Tomas y ataques guerrilleros hace referencia a las incursiones como una táctica de guerra durante la época de la Violencia, su punto de partida es 1965 y no 1958. Además de estas disyuntivas, probablemente inevitables, dado el rango de la investigación del CNMH, es imperativo anotar que la Ley de Víctimas de 2011, la cual dio origen al CNMH, define 1985 como el comienzo del conflicto armado. Efectivamente, esa es la lectura alternativa que presenta la obra. Si aplicamos una metodología distinta a la de los autores, está vez por pautas cuantitativas dentro de los datos y no por las decisiones político-militares de los propios grupos guerrilleros (p. 80), es evidente otra periodización distinta a la que propone el informe. El número de incursiones alcanzó nuevos picos en tres de los cuatro años entre 1981 y 1984 (p. 81) y los ataques llegaron a su nuevo máximo histórico en 1985 (p. 84).

A la ampliación de la acción insurgente podemos sumar el surgimiento del narcoparamilitarismo como una segunda pieza definitoria del conflicto. A pesar de su falta de precisión cuantitativa sobre los paramilitares, el informe subraya la importancia de este proceso. Finalmente, podemos incluir los derechos humanos, los cuales también comenzaban a popularizarse en las regiones a mediados de los ochenta (p. 343). Vale la pena preguntarse cómo cambia nuestro concepto del conflicto armado si enfatizamos estos tres elementos como necesarios para su conformación.

La memoria, otro concepto central del trabajo del CNMH, ocupa la segunda parte de la obra (capítulos 4-5). Se nota aquí una brecha notoria entre la "memoria histórica", construida a través de la investigación empírica, y el funcionamiento de las memorias de los colombianos de provincia. La base de datos que fundamenta Tomas y ataques guerrilleros registra 30 incursiones contra Caldono (Cauca), mientras que los vecinos del municipio recuerdan 67 (pp. 303-304). Los autores plantean una "tendencia a asimilar los hostigamientos, es decir, los disparos sueltos de francotiradores generalmente contra puestos del ejército o la policía, con otras modalidades de verdaderos ataques, los cuales tendrían más intensidad y duración" (p. 302; énfasis agregado). Aunque no lo indica directamente, este comentario también sugiere cómo los colombianos llegaron a concebir un solo conflicto de más de 50 años.

El caso más destacado de la segunda parte es el de Mogotes (Santander). La toma del pueblo por el ELN en 1997 impulsó cinco años de movilización sociopolítica, durante los cuales se mezclaron la lucha por la soberanía popular y contra la politiquería, la influencia de la Constituyente de 1991, las tendencias sociales dentro de la iglesia católica y "el imaginario histórico de la insurrección de los comuneros de 1781" (pp. 321-339). Es un panorama multifacético de un episodio poco conocido, pero de una complejidad sugerente.

La tercera parte (capítulo 6) sirve como un excelente manual para comprender las responsabilidades del Estado en las incursiones, así como la aplicabilidad del derecho penal nacional y el derecho humanitario internacional en los posibles procesos a los que estas pueden dar pie. El capítulo es entonces muy relevante, no solo para la comprensión del conflicto, sino también para la época del posacuerdo. En mayo de 2018, el CNMH entregó 80 de sus informes a la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP),5 entre ellos, este informe. Además de constituir parte de esa colección, Tomas y ataques guerrilleros es una fuente accesible para comprender cuáles son los "hechos de violencia que pueden ser considerados [...] delitos de lesa humanidad [o] graves crímenes de guerra" y, por lo tanto, competen a la jurisdicción de la JEP,6 así como cuáles son las alternativas judiciales para los responsables por las incursiones.

Aún queda por hacer una reseña sistemática de las publicaciones del CNMH. Hasta entonces, Tomas y ataques guerrilleros nos regala una mirada iluminadora a una faceta importante del conflicto armado y una muestra representativa del estado actual del estudio de la memoria en el país.

1CNMH, "Líneas de investigación CNMH". Web. Ago. 30, 2018. Disponible en: http://www.centrodememoriahistorica.gov.co/descargas/lineas-investigacion-cnmh_jep.pdf.

2En contraposición, ver CNMH, Una verdad secuestrada: cuarenta años de estadísticas de secuestro 1970-2010 (Bogotá: Imprenta Nacional, 2013).

3Ver, por ejemplo, CNMH, Una sociedad secuestrada 14-15.

4CNMH, ¡Basta ya! Colombia: Memorias de guerra y dignidad (Bogotá: Imprenta Nacional, 2013) 33.

5CNMH, "El CNMH entrega sus informes a la JEP". Web. Ago. 30, 2018. Disponible en: http://www.centrodememoriahistorica.gov.co/en/noticias/noticias-cmh/el-cnmh-entrega-sus-informes-a-la-jep.

6Justicia Especial para la Paz, "Preguntas frecuentes sobre la jep". Web. Ago. 30, 2018. Disponible en: https://www.jep.gov.co/Paginas/Preguntas-Frecuentes.aspx.

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