Introducción
Los disturbios de Stonewall son considerados un evento icónico para los movimientos LGBTI, no solo en Estados Unidos sino en todo el mundo. Aquellas jornadas del 28 y 29 de junio de 1969, en donde la policía de Nueva York se enfrentó a una multitud de homosexuales, lesbianas y transexuales, generó un cambio drástico en la forma como los movimientos sociales basados en identidades sexuales pensaban sus posibilidades de acción. La radicalización del sector, organizado en lo que se vino a conocer como la liberación gay u homosexual, se abrió paso entre las organizaciones homofílicas, que rápidamente empezaron a desaparecer después de 1969.1 La relevancia de estos disturbios ha sido tan grande que el 28 de junio se ha establecido como el Día Internacional del Orgullo LGBTI.2 La rápida expansión de la conmemoración de Stonewall es un fenómeno que la disciplina histórica ha empezado a estudiar hasta hace poco.3 La apropiación que grupos tan heterogéneos hicieron de esta fecha a lo largo del hemisferio occidental es un proceso sin precedentes. Para los estudios de los movimientos sociales representa una oportunidad para comprender la manera en que se construyen agendas locales de movilización a partir de eventos internacionales.
Teniendo en cuenta lo anterior, este artículo indaga por las primeras acciones de conmemoración de los disturbios de Stonewall en Colombia.4 Específicamente se busca entender el papel que tienen estas acciones en la configuración del emergente movimiento LGBTI, de la mano del Movimiento de Liberación Homosexual de Colombia -MLHC-, que consideramos fue una de las primeras experiencias organizativas LGBTI en el país. Para llevar a cabo tal propósito, el texto se dividirá en tres partes. Primero se realizará una caracterización de los disturbios y sus primeras conmemoraciones. Luego, se pasará a reconstruir y analizar las primeras acciones conmemorativas en Colombia, entre 1978 y 1982, señalando cómo estas hicieron parte del desarrollo del movimiento LGBTI colombiano. Finalmente, se plantearán algunas conclusiones respecto a las primeras conmemoraciones y unas propuestas investigativas a futuro.
Antes de iniciar vale la pena hacer dos anotaciones. En primer lugar, el análisis de las conmemoraciones de Stonewall en Colombia se está planteando en este artículo como un estudio de acciones colectivas de protesta concretas, enmarcadas en el repertorio de un movimiento social específico, el movimiento LGBTI colombiano. En este sentido, se considera al MLHC como una de las primeras experiencias políticas de este sector, reconociéndolo, a su vez, como un grupo que marcó una etapa histórica del mismo.5 Todo esto permite reconocer las diversas formas de protesta que este sector ha usado históricamente, con lo que esperamos superar tanto el desconocimiento de dichas acciones como la negación política de las mismas. En segundo lugar, es importante tener en cuenta que este trabajo hace parte de la naciente historiografía sobre el movimiento LGBTI en Colombia. Al respecto, es importante aclarar que los estudios sobre la historia del movimiento han sido pocos, pues la mayoría de las investigaciones históricas han priorizado trabajos que anteceden a la organización política moderna. La mayoría de trabajos al respecto carecen de una perspectiva histórica que dé cuenta de las transformaciones del movimiento, asumiéndolo algunas veces como estático u homogéneo.6 De igual manera, han sido pocos los trabajos que han estudiado la historia del MLHC y la mayoría se han centrado en aspectos específicos del grupo.7 Retomando algunos valiosos elementos de estas investigaciones esperamos que el presente estudio motive a reconocer la complejidad del movimiento y a tratarle con la rigurosidad que todo trabajo histórico amerita. El uso de fuentes poco conocidas del MLHC también busca ser un aporte al campo historiográfico, que, sin embargo, no desconoce que es de carácter provisional.
Los disturbios de Stonewall y las primeras conmemoraciones
En Estados Unidos los disturbios de Stonewall son reconocidos como un hito en la lucha por la construcción de una sociedad más democrática.8 Esta reputación ha llevado a la consolidación de una visión que asocia a los disturbios de Stonewall con la emergencia del movimiento LGBTI, una mitificación que desde hace tiempo los historiadores han cuestionado.9
La redada al bar el 28 de junio de 1969 a la madrugada no fue una sorpresa. Stonewall no solo era un bar financiado por la mafia, lo que lo hacía vulnerable, sino que justo para la fecha entraba en vigencia una nueva jefatura de la policía e iniciaba una campaña electoral para la alcaldía.10 La respuesta violenta, aunque inesperada, no distaba de lo que había ocurrido unos años antes en Compton's Cafeteria en agosto de 1966.11 Lo que hizo especial a Stonewall fue que los disturbios fueron rápidamente capitalizados por jóvenes radicales, quienes vieron en lo ocurrido una oportunidad para integrar su orientación sexual (o identidad sexual) con otras reivindicaciones contemporáneas propias de la nueva izquierda, como la liberación, el antiimperialismo y el feminismo.12 Esta propuesta se materializó en diferentes organizaciones que consolidaron lo que hoy se conoce como la liberación homosexual a lo largo de la década de 1970. Allí radica la mitificación de los disturbios como hito fundacional del movimiento: en su abanderamiento de posturas mucho más radicales que reformularon las agendas de la movilización social ya existente.13
En 1970 se organizaron diferentes marchas en Estados Unidos en conmemoración de los disturbios. Estas acciones no fueron coordinadas por una única organización, sino que fueron producto de la planificación local de múltiples colectividades. Se estima que para este primer aniversario entre 5.000 y 10.000 personas salieron a marchar en todo el país.14 Un par de años después se organizaron conmemoraciones públicas de Stonewall afuera de Estados Unidos. En 1972, el Gay Liberation Front en Londres organizó la primera conmemoración pública de Stonewall.15 Similarmente, en España, Alemania y Australia se organizaron distintas conmemoraciones de los disturbios en la misma década. Al igual que en Londres, los distintos grupos de estos países organizaron las conmemoraciones como parte de una agenda mayor de movilización que buscaba visibilizar la condición homosexual en sus respectivos contextos. En estos casos se usó a Stonewall como un símbolo que se mezcló con las luchas particulares de las distintas ciudades, dándole un marco internacional a reivindicaciones locales.
Muchos más países europeos se unieron a la tradición de las conmemoraciones de Stonewall en la siguiente década, siendo Francia el lugar con mayor visibilidad, después de un frustrado intento en 1971. También se consolidaron las ya existentes conmemoraciones en Estados Unidos, que empezaron a conocerse como Pride.16 Para la década de 1990 la noción del Pride u Orgullo se consolidó en el resto del mundo, desplazando la perspectiva radical, en concordancia también con las necesidades que surgieron en la lucha contra la epidemia de sida que azotó al sector desde mediados de la década anterior.17
En América Latina las primeras conmemoraciones de Stonewall tuvieron un rol distinto pues, a diferencia de lo ocurrido en Estados Unidos y Europa, en su mayoría no estuvieron asociadas a la liberación homosexual. Fue en la década de 1990 cuando empezaron a darse las movilizaciones conmemorativas, de la mano con las transiciones democráticas de muchos países de la región.18 Para entonces ya existía una amplia tradición de marchas en Estados Unidos y Europa que servían de referentes para los países latinoamericanos. Con el fin de la Guerra Fría, el aparente triunfo de Estados Unidos funcionó como bagaje político y moral para presionar a las autoridades locales a emular tal expresión de tolerancia.19 De esta manera, una vez iniciada la tradición de conmemorar Stonewall en la década de 1990 con apoyo de gobiernos locales, esta se perpetuó en los años siguientes. Las excepciones fueron los casos de México y Colombia, que en medio de ambientes muy hostiles buscaron consolidar esta tradición de manera autónoma.20
Los conmemoradores en Colombia. El Movimiento de Liberación Homosexual de Colombia
Las primeras conmemoraciones de los disturbios de Stonewall en Colombia fueron organizadas por el Movimiento de Liberación Homosexual de Colombia -MLHC-. El MLHC, fundado en 1977, era una organización homosexual radical que funcionaba en varias ciudades del país, pero tenía mayor fuerza en Medellín y Bogotá .21 La organización surgió en un momento en el que la homosexualidad estaba penalizada en el país. Aunque algunos historiadores han sugerido que desde finales del siglo xix existía una tipificación del delito,22 en 1977 seguía vigente el Código Penal de 1936, cuyo capítulo cuarto "De los abusos deshonestos" consignaba:
Artículo 323.- El que ejecute sobre el cuerpo de una persona mayor de diez y seis años un acto erótico-sexual, diverso del acceso carnal, empleando cualquiera de los medios previstos en los artículos 317 y 320, estará sujeto a la pena de seis meses a dos años de prisión.
En la misma sanción incurrirán los que consumen el acceso carnal homosexual, cualquiera que sea su edad.23
El historiador Walter Bustamante ha expuesto que la tendencia médica del momento en América Latina entendía a la homosexualidad como una enfermedad y por lo tanto exoneraba de culpa al individuo, lo que hacía de la penalización en Colombia algo particularmente inusual.24 La razón de ello la encontramos en las actas del comité de redacción del mismo código:
En consideración el Capítulo IV, el doctor Cárdenas propone que un nuevo inciso para el artículo 1ro de este capítulo, imponiendo la sanción de seis meses a dos años de prisión para los que consumen el acceso carnal homosexual, cualquiera que sea su edad.
El doctor Lozano manifiesta que el homosexualismo practicado por personas mayores de edad es sin duda profundamente inmoral pero quizás no puede erigirse en un delito porque con tales actos no existe verdadera violación de ningún derecho.
A esto replica el doctor Cárdenas que el Código Penal implica una defensa para la sociedad y el homosexualismo ataca en sus bases fundamentales la moral pública y social. El doctor Rey manifiesta que es partidario del inciso presentado por el doctor Cárdenas porque es necesario que la sociedad reprima severamente el homosexualismo, que por lo menos peca contra la estética personal y desdice y ofende la virilidad verdadera que la legislación debe exigir de los asociados.25
Esta idea de la protección moral de la sociedad fue la base que justificó la lucha contra la homosexualidad durante gran parte del siglo xx. Las autoridades usaron la censura, los arrestos y la violencia física como formas de hacer cumplir la ley, empujando a la homosexualidad a la clandestinidad y el secretismo.26 En este ambiente represivo el MLHC se definió en principio como un espacio para organizar a los homosexuales en función de la revolución sexual y social, pero fue dando paso a un amplio margen político que tenía simplemente como eje la flexible idea de liberación homosexual.
En su primer órgano de difusión, una revista llamada El Otro, publicada desde Medellín, definieron su praxis como la "acción homosexual", concebida de la siguiente manera:
La ACCIÓN HOMOSEXUAL interpela directamente el poder, la ley, el orden y la norma del macho. Lucha por superar toda sociedad que fundamente su poder en la exclusión y la opresión. De ahí que esta Acción [sic.] no vaya solo hasta la simple liberación sexual sino hasta la conmoción de toda sociedad clasista y falocrática.27
El surgimiento del MLHC también debe entenderse en medio del contexto de transformación política que significó la nueva izquierda durante la década de 1970.28 En Colombia esta década representó una intensificación de las luchas sociales, especialmente del sector estudiantil y urbano que demostró su capacidad política tanto en protestas -por ejemplo, el paro cívico de 1977-, como en la lucha armada, con la emergencia de la guerrilla urbana M-19. A nivel internacional, la década representó la expansión de organizaciones de liberación homosexual en todo el hemisferio occidental. Estos proyectos retroalimentaron constantemente al MLHC a través de intelectuales propios del movimiento, como Guy Hocquenghem de Francia o Manuel Puig de Argentina.29
Sin embargo, a diferencia de otros movimientos de liberación homosexual del continente, el MLHC logró mantenerse por más de diez años, teniendo actividad hasta 1989 en diferentes ciudades.30 En su trayectoria podemos identificar tres momentos importantes que definieron las dinámicas de la organización: uno entre 1977 y 1979, más radical y hacia la izquierda, vinculado a León Zuleta y a las ideas de la revolución social consignadas en la revista El Otro; uno entre 1980 y 1984, menos confrontacional, que abanderó la idea de la liberación como sinónimo de dignidad y giró en torno a la revista Ventana Gay, de circulación nacional; y un tercer momento entre 1985 y 1989, que se enfrentó a la epidemia de sida y a la creciente amenaza de la limpieza social, centrado en la revista De Ambiente, editada por el Colectivo de Orgullo Gay de Bogotá. Cada generación contó con sus propias dinámicas colectivas que, aunque heterogéneas, se mantuvieron unidas bajo la idea de la liberación, un llamado público a "salir del closet" y construir una vida digna para quienes históricamente habían sido relegados a la clandestinidad.31
El llamado a la dignidad fue una de las banderas transversales del MLHC debido a que la organización se enfrentó a numerosos prejuicios hacia la homosexualidad en el país, enmarcados no solo en el aparato legal antes expuesto. La comunidad civil también abanderó la lucha en defensa de la moral a través de la prensa, que se convirtió en un mecanismo de denuncia que defendía una visión hegemónica heterosexual de la sociedad. Allí se realizaron asociaciones a enfermedades y degeneración moral, creando imágenes de "falsas mujeres" o "depravados sexuales" que se convirtieron en los modelos de identificación de la homosexualidad.32 Por ello, la construcción de una visión desculpabilizada de la misma resultó ser un pilar fundamental del movimiento.
Al igual que para muchas organizaciones de liberación homosexual, el MLHC consideraba el 28 de julio una fecha significativa.33 Sin embargo, aunque los disturbios eran un referente importante para la organización, era necesario establecer un vínculo directo entre lo que sucedió años atrás en Nueva York y lo que ocurría en ese momento en Colombia si se quería consolidar una tradición local. De esta necesidad surgió la primera conmemoración de los disturbios, que consistió en la distribución del Manifiesto Gay el 28 de junio de 1978 en Bogotá por parte del Grupo de Estudio de la Liberación Güei (GELG), suscrito al MLHC y activo en Bogotá desde 1977 hasta 1983. El manifiesto consignaba:
Compañero:
Aunque muy dentro nos sintamos igual que cualquiera; aun cuando tengamos la capacidad de gozar y manifestar libremente nuestro afecto a otra persona de nuestro mismo sexo; aun cuando vivamos la ilusión de la seguridad dentro del bar, apartamento, cine, sabemos muy bien que la práctica de nuestra sexualidad está condenada socialmente para desarrollarse solo en aquellos lugares destinados para tal efecto: el ghetto gay.
Tan solo nos hace "diferentes" el hecho de ser gay.
Frente a esta realidad que nos reprime los gay no podemos quedarnos atrás, desde hace muchos años (1892, en Alemania) y de muchas maneras diferentes como la primera marcha gay de América (organizada el 28 de junio de 1969 luego de una redada en el Stone Wall Inn de New York), venimos luchando por nuestras reivindicaciones; en un principio lo hicimos individualmente, luego nos ampliamos a nuestro círculos de amigos, posteriormente nos fue uniendo esta lucha a otros grupos, esto nos demostró que no estábamos solos, esto nos dio el orgullo y la consciencia de pertenecer al movimiento gay.
Además, nos dimos cuenta que no era suficiente con que se nos "tolerara", había que hacer algo, un trabajo más profundo. Nació la idea de formar un grupo que respondiera a estas inquietudes, que logre un mayor y mejor conocimiento de nuestra realidad por parte de la corroída sociedad que nos excluye.
Un grupo al que usted está invitado y del que usted debe hacer parte.
Grupo de Encuentro por la Liberación de los Güeis (GELG), miembro del MLHC Movimiento de Liberación Homosexual de Colombia
Bogotá, 28 de junio de 197834
La difusión de este texto tenía varios propósitos. Por un lado, intentó llevar la idea de la conmemoración de los disturbios de Stonewall a los espacios de ambiente predilectos, los bares, que eran lugares relativamente seguros donde era posible escapar a la vigilancia estatal.35 Para ese entonces poco se conocía respecto a estos sucesos. Incluso los miembros del GELG los denominan "la primera marcha gay", asociándolos más a las movilizaciones posteriores que a los disturbios mismos. Esto da cuenta de las prioridades políticas que tenía el MLHC. La fecha, aunque importante para los activistas, era una excusa para politizar al sector. Con el Manifiesto Gay se buscaba consolidar al 28 de junio como un momento de reflexión política en el cual, y este era otro propósito, el MLHC resultaba fundamental. Era una acción de agitación y de propaganda.
Al ser el MLHC el grupo que abanderaba la conmemoración, eran ellos quienes se reconocían como herederos de la lucha de Stonewall y, por lo tanto, se constituían en referentes políticos para la organización homosexual en el país. El manifiesto presentaba al movimiento como un continuador de la histórica lucha de los homosexuales por su dignidad.36 El texto, además, era una invitación a los homosexuales que temían "salir del closet", o que sentían que no era necesaria la organización política, para que hicieran parte del MLHC y así pudieran ser capaces de superar sus incomodidades personales de la mano del trabajo por la transformación social. Presentándose como algo necesario, este llamado buscaba difundir de manera rápida y sencilla los marcos explicativos que el MLHC había construido sobre la homosexualidad.
Si se detalla el texto, es posible además identificar elementos que permiten reconocer diferencias entre los grupos que hacían parte del MLHC. Por un lado, el Manifiesto firmado por el GELG identificaba a los homosexuales como "gays", usando la escritura anglófona de la palabra, a diferencia de la castellanización "güei", propuesta por León Zuleta durante los primeros años del MLHC. Esto rompía una de las primeras propuestas políticas de hacerle frente a la identidad gay, pues el GELG no la reconocía como un vehículo del imperialismo norteamericano, algo que Zuleta y su propuesta política defendían firmemente desde Medellín.37
Por otro lado, el hecho de que "ser gay" fuese el único elemento diferenciador que el GELG identificaba como problemático para participar de la sociedad confrontaba la propuesta que se había construido desde Medellín alrededor de la imagen del homosexual como sujeto revolucionario por excelencia, dispuesto a ser la vanguardia de la lucha por la liberación sexual y social.38 La ambigüedad de la crítica a la tolerancia dejaba un espacio para estas interpretaciones, pero el silencio dejaba claro que existían ciertas dudas al respecto en el GELG. Ambas disyuntivas evidencian la heterogeneidad que existía dentro del MLHC.
La difusión del manifiesto buscaba inspirar a simpatizantes a acercarse al movimiento de la mano de una fecha que iba creciendo en importancia. La búsqueda por consolidar la tradición de los disturbios de Stonewall dependía entonces de la constancia del MLHC para hacer del 28 de junio una fecha significativa. Al año siguiente se volvió a repetir la fórmula del panfleto conmemorativo. Esta vez, el nuevo texto interpeló a través de una pregunta que capitalizaba el desconcierto del proyecto político homosexual:
¿Un movimiento de liberación homosexual?
¿Para qué? ¡Sí yo ya estoy liberado! Esta y muchas otras respuestas afines salen a flote en buses, calles, cines, tiendas, bares, cuando se pretende hablar de la emancipación gay.
Liberarse no es la posibilidad de poder: en un bar, cine, o cualquier lugar a puerta cerrada: hacer, decir, una u otra cosa...
Nuestra liberación consiste en conquistar gran cantidad de reivindicaciones, en ser aceptados socialmente en nuestra real identidad: seres normales, aun cuando no respondamos a la normalidad estipulada por los celosos celadores del orden dado, en una sociedad, que pretende encarrilar castrando cualquier posibilidad que atente contra sus "principios morales", puestos para salvaguardar el "orden natural" que nos aliena sexual y políticamente.
Debemos explorar nuestra sexualidad, disfrutarla y expresar públicamente nuestro deseo, en el mismo lenguaje usado para expresar el deseo de comer, dormir, etc., además el redescubrimiento y la desgenitalización del placer, posibles, mediante la desinstitucionalización de nuestras zonas erógenas y del cambio de los procesos educativos que nos limitan mentalmente y nos sitúan al margen, al dar a conocer únicamente la función procreadora del sexo desechando por "nocivas" todas las demás posibilidades.
Igualmente debemos cuestionar a la familia que en su desarrollo ideológico nos programa para desempeñar roles preestablecidos y a la religión que identifica el placer con pecado, potenciando complejos de culpa que transforman en inadmisible el goce total.
La posibilidad de mostrar con orgullo nuestro Ser Homosexual conlleva: negarse a ser el complemento de la mujer o del hombre para ser nosotros mismos; conquistar nuestra integridad pasando de ser objetos sexuales frente a los "otros" y frente a nosotros mismos; crear las condiciones para ser considerados algo más que un elemento productivo; lograr mecanismos de proyección social y un total despliegue en las demás esferas de la realidad.
Teniendo en cuenta que nuestra lucha no es contra el otro sexo, o marcando las diferencias con las demás minorías sexuales, sino hombro a hombro, mujeres y hombres, juntó con las demás minorías oprimidas y/o reprimidas de una u otra forma.
Aunque muy dentro nos sintamos igual que cualquiera; aun cuando tengamos la capacidad de gozar y manifestar libremente nuestro afecto a otra persona con nuestro mismo sexo; aun cuando vivamos la ilusión de la seguridad estando dentro del bar, apartamento, cine, sabemos muy bien que la práctica de nuestra sexualidad está condenada socialmente a desarrollarse solo en aquellos lugares destinados para tal efecto: el gueto Güei.
Si usted desea salir del gueto puede comunicarse con nosotros, somos un grupo al que usted está invitado y del que usted debe hacer parte.
Grupo de Encuentro por la Liberación de los Güeis, miembro del MLHC Movimiento de Liberación Homosexual de Colombia
Bogotá, 28 de junio de 197939
El nuevo panfleto no aludió directamente a la conmemoración de los disturbios. En lugar de esto se centró en argumentar la necesidad de un movimiento de liberación homosexual en Colombia. Las justificaciones de la liberación se yuxtapusieron a la constante represión y autocensura del "gueto güei". El documento atacaba la aparente seguridad de la vida clandestina y privada, denunciando que independientemente de las posibilidades que se podían encontrar en las sombras de los bares, la injusticia seguía presente en la esfera pública. Esta vez, la liberación que proponía el panfleto, si bien resultaba ambigua frente a la integración a la sociedad, criticaba duramente la opresión de instituciones como la familia y se apoyaba en la solidaridad con los oprimidos. Esto lo acercaba mucho más a las ideas de Zuleta. Además, el texto hacía alusión tanto a homosexuales como a güeis, en un intento ambiguo de darle sentido a la diferencia de términos que convivían en permanente disputa.
Nuevamente, la repartición de estos panfletos se dio en los bares de ambiente, al margen del espacio público.40 Para entonces, en Colombia ya se empezaba a conocer la fecha como el día Gay Internacional, el cual, si bien no incorporaba la noción de liberación, se percibió como un logro del MLHC, que no dejó pasar desapercibida la fecha en Bogotá ni en Medellín.41
Aunque el MLHC veía la acción directa como una posibilidad, no organizó conmemoraciones públicas de los disturbios de Stonewall en la década de 1970. Esto no solo se debe a que este periodo representa el momento de consolidación de la organización a nivel nacional, sino también a la dura persecución tanto estatal como paraestatal a la cual estaba sometida cualquier actitud abiertamente homosexual en el espacio público, como ya se mencionó.42 No fue sino hasta 1980 que, bajo una revisión del Código Penal, se eliminó el artículo que castigaba al acto homosexual. Cabe mencionar que esta despenalización no se dio gracias a una presión por parte de una movilización LGBTI, sino que fue el resultado de una modernización judicial que el MLHC siguió de manera juiciosa.43
Solo después de la despenalización de los actos homosexuales el MLHC se propuso realizar una manifestación pública conmemorando los disturbios de Stonewall, en medio de un ciclo de acciones de protesta que incluyeron la participación en marchas el primero de mayo como contingentes de trabajadores homosexuales y performances.44 Esta apertura al público, sin embargo, no debe entenderse como la desaparición del abuso por parte de las autoridades, cuyas arbitrariedades ya no se ampararon en el Código Penal sino en el Estatuto de Seguridad de la administración del presidente Turbay y más adelante fueron realizadas al margen de la legalidad.45
El 28 de julio de 1982. La Marcha por el Día Internacional de la Homosexualidad
Como parte del plan para crear una red latinoamericana de movimientos homosexuales, en 1982 el MLHC organizó un encuentro internacional en Bogotá, llamado Primer Encuentro Latinoamericano de Organizaciones Homosexuales, en donde, además de la presencia internacional, convergieron por primera vez los núcleos del MLHC de Bogotá, Medellín, Cali, Bucaramanga y Barranquilla.46 El encuentro se realizó en la sede de la Asociación Distrital de Trabajadores y Trabajadoras de la Educación (ADE), espacio que se consiguió gracias al contacto creado con esta organización a partir de las discusiones que el GELG realizó sobre el estatuto docente al intentar cambiar la relación de la homosexualidad con la perversión.47
Los delegados más activos del encuentro fueron los miembros del grupo de liberación homosexual venezolano El Entendido, quienes editaban una revista homónima en Caracas. Este grupo se había conformado en 1980 gracias a los crecientes contactos de homosexuales venezolanos de clase media con grupos de liberación homosexual internacionales, posibilitados en medio de la bonanza petrolera de mediados de la década de 1970.48 Al igual que el GELG, El Entendido criticaba el "gueto gay", que consideraban un producto de la enajenación capitalista.49 En vez de generar una articulación internacional, el encuentro fue un espacio en donde se compartieron experiencias respecto a la homofobia institucional de los gobiernos de los diferentes países.50 Su logro máximo fue la consolidación de redes de comunicación formales e informales, algo que no estaba exento de mérito.51 Gracias a esto, el MLHC mantuvo un intercambio de revistas con El Entendido hasta la desaparición de esta organización en 1983.52
El evento de culminación del encuentro fue una movilización durante el XIII aniversario de los disturbios de Stonewall. Esta continuó la tradición de conmemoración iniciada con el Manifiesto Gay, pero dio un paso adelante al ser una acción pública. La movilización se denominó Marcha por el Día Internacional de la Homosexualidad, un nombre para nada aleatorio. El MLHC se abstuvo de llamar a la marcha Día de la Liberación Homosexual (como se había hecho en otras latitudes). En su lugar se decidió usar un nombre menos confrontacional, que apelaba a una noción universal de la orientación sexual y a la autoridad internacional de la tradición de conmemoración, ya establecida en otros países. Este llamado a la internacionalidad de la fecha también buscaba apelar a la naturalización de la homosexualidad, entendida como un fenómeno presente durante toda la historia de la especie y en todo el mundo.53 La marcha se convocó en la Plaza de Toros Santamaría, en la hoy calle 26 con carrera 6a.54 Se calcula que fueron aproximadamente treinta personas las que marcharon en un bloque compacto liderado por el MLHC, con miembros de los distintos grupos de trabajo del país.55 Entre las personas que asistieron a la marcha se encontraban varias mujeres lesbianas y algunas mujeres trans.56
La movilización del 28 de junio fue una oportunidad para representar las distintas intenciones políticas del MLHC, por lo que incorporó elementos tradicionales de este tipo de acciones, como pancartas y arengas. Respecto a las primeras, se prepararon varios carteles (ver figura 1). La creatividad de estas pancartas era fundamental para el desarrollo efectivo de la marcha, pues sus breves, pero contundentes mensajes eran el medio por el cual muchos observadores que no sabían nada del MLHC podrían enterarse sobre las condiciones del movimiento y de la homosexualidad. Algunos textos buscaban resaltar la labor del MLHC como vanguardia de la transformación social y animar a otros movimientos a unirse a su lucha, apelando a la tan anhelada solidaridad; es el caso de "Trabajamos por la Liberación Social y Liberación Sexual. Minorías Sexuales 'Únete'". Otros textos buscaban llamar la atención sobre un sector o problema específico, por ejemplo, "Nosotras estamos aprendiendo a amarnos. Viva el amor sin pene", que hacía alusión a las experiencias lésbicas que estaban presentes en la marcha y que aprovecharon para visibilizarse.57 La contundencia de ver palabras como homosexual o pene en la calle a medio día eran mecanismos de irrupción por medio de los cuales los manifestantes se aseguraban de que su mensaje no pasara desapercibido.
La marcha bajó desde la Plaza de Toros a la carrera séptima, por la cual se movió hacia el sur, hasta llegar a la Plaza de las Nieves, en donde se concentraron los asistentes. A lo largo de la movilización dos enormes pasacalles sobresalieron entre los distintos carteles. Uno decía "Madre si tú amas a tu hombre ¿Por qué no me dejas amar al mío", un mensaje que apelaba a la humanización de los homosexuales, a partir de nociones importantes para la mayoría de personas, como las de familia o amor.58 En el otro pasacalles se leía "Ni enfermos, ni criminales, simplemente homosexuales". Esta última consigna fue muy popular y se entonó como arenga por los manifestantes a lo largo de la jornada. Su éxito estaba tanto en su musicalidad como en el hecho de que interpelaba directamente a las visiones populares que se tenía de la homosexualidad en Colombia.
Además de arengas y carteles, algunos manifestantes marcharon con la cara completamente pintada o con un triángulo rosa en la mejilla. Cubrir la cara fue una medida de seguridad por medio de la cual algunos participantes se aseguraron de no ser reconocidos, y, por lo tanto, de no sufrir estigmas (o violencia) en su vida cotidiana. El triángulo rosa hacía alusión a la forma en que se identificó a los homosexuales durante el Tercer Reich. Similar a la estrella de David, esta figura fue una manera de identificar y aislar a los homosexuales, considerados enfermos e indeseables por el gobierno nazi.59 A partir de un meticuloso uso político de la memoria colectiva sobre la homosexualidad se vinculó la persecución de los homosexuales en la Alemania nazi con la discriminación que sufrían los homosexuales en Colombia.
Notablemente ausente de la marcha estaba la bandera arcoíris, hoy conocida internacionalmente como la bandera del orgullo gay. Esta había sido comisionada por Harvey Milk al artista Gilbert Baker en 1973 para ser usada por primera vez en la marcha conmemorativa de Stonewall de San Francisco en 1978. Con el asesinato de Milk unos meses más tarde, la bandera se popularizó en todo Estados Unidos. No obstante, solo empezó a usarse fuera del país hasta finales de la década de 1980, haciendo su debut público en Colombia en la marcha de 1996, en una tela de dieciséis metros de largo.60
Manuel Velandia y León Zuleta fueron quienes hablaron en la concentración de la Plaza de las Nieves. En sus intervenciones se refirieron a la importancia de los disturbios de Stonewall y el significado de las pinturas y arengas de la marcha. El material logístico para esta actividad fue facilitado por el Sindicato de Trabajadores de ETB.61 Esta colaboración, al igual que la de ADE, fue el resultado de la sistemática insistencia en la creación de lazos con otros sectores sociales y representó un hito de solidaridad que no debe pasar desapercibido.
La novedad de una marcha de homosexuales cogió completamente desprevenida a la administración liberal del alcalde Hernando Dussan, que no sabía cómo enfrentar la situación. De la misma manera, el MLHC, que había avisado a las autoridades sobre la movilización del 28 de junio, no sabía qué esperar de la fuerza pública. Seguramente la confrontación fue una posibilidad que ambas partes contemplaron. Por eso resultó sorprendente que a la concentración en la Plaza de Toros llegara un grupo de aproximadamente cien policías, quienes se dispusieron a escoltar a los manifestantes durante toda la jornada a lo largo de la carrera séptima (ver figura 1). El desproporcionado número de agentes que se había despachado -una relación de tres a uno-, tenía el propósito de controlar la manifestación y evitar confrontaciones violentas. La medida funcionó en tanto que no ocurrieron altercados y concluyó con un agradecimiento público a los uniformados -materializado en una entrega de flores- en la Plaza de las Nieves. Al MLHC, sin embargo, no se le escapó la historia de violencia o la intención de control de la institución y acompañó la entrega de las flores con un pequeño discurso en honor a los policías homosexuales que no pudieron estar en la marcha, sino escoltándola desde afuera.62
La movilización del 28 de junio de 1982 en Bogotá fue una oportunidad para visibilizar las distintas reivindicaciones del MLHC. La organización de la movilización se basó en la noción de que esa era la primera manifestación pública de la homosexualidad, una condición fuertemente estigmatizada y, hasta hace dos años antes, ilegal. La intención principal de la manifestación fue "salir del closet". Esto no significaba necesariamente reconocerse públicamente como homosexual, sino que apuntaba a un reconocimiento social de los homosexuales, un sector que solo se conocía como enfermo o criminal, despojado de agencia propia. Exponerse públicamente marchando era una forma de desafiar los prejuicios de pasividad y enfermedad que empapaban a los homosexuales, remplazándolos por una voz propia, que denunciaba, proponía y se movilizaba en busca de reconocimiento y dignidad. El acto mismo de marchar también demostraba la unión y el valor por parte de los manifestantes, quienes estaban expuestos a cualquier tipo de ataque, pero que consideraban necesario mostrarse como homosexuales o lesbianas, orgullosas y dispuestas a la acción. Además, esta fue la primera y única acción del MLHC en la que participaron delegados de todos los grupos nacionales, lo que también hizo de la marcha un ejercicio de reafirmación del movimiento y cohesión interna.
Aunque la marcha probó ser un relativo éxito, no se volvió a organizar al año siguiente. Algunos militantes consideraron que la exclusividad temática de la homosexualidad en la marcha era una forma de reafirmar el "gueto gay", que tanto se había criticado, distanciando al MLHC de otros sectores sociales. Velandia recuerda que
la marcha de 1982 fue la primera marcha y la única de la década como movimiento homosexual. Nosotros [el MLHC] decidimos que no tenía que haber marchas gays en la evaluación. Porque era auto discriminatorio, es decir, nosotros lo que pensábamos es que nosotros deberíamos como homosexuales estar con otros movimientos políticos.63
En lugar de organizar más marchas específicas del sector homosexual se priorizaron otro tipo de acciones, como los acompañamientos durante el primero de mayo. La participación en acciones organizadas por otros sectores sociales era entendida como una oportunidad de sensibilizar a diferentes movimientos respecto a la lucha por la liberación homosexual a través de la solidaridad, algo que ya había dado sus frutos a través del contacto con la ADE y con el Sindicato de Trabajadores de ETB. Esta estrategia no fue exclusiva del MLHC. En muchas otras partes del mundo diversas organizaciones LGBTI buscaron la solidaridad de otros sectores sociales, a través del apoyo material en diferentes conflictos. Uno de los casos más conocidos fue el del Partido Laborista Británico, que incorporó la lucha homosexual a sus reivindicaciones programáticas en 1985. Esto se dio gracias al voto del gremio minero, que además participó en la marcha conmemorativa de los disturbios de Stonewall el 28 de junio del mismo año en Londres. Tal muestra de solidaridad se inspiró en el apoyo al gremio que manifestó el grupo londinense Lesbians and Gays Support the Miners, quienes durante el paro de 1984-1985 recogieron fondos para ayudar a los mineros del pequeño pueblo de Dulais, al sur de Gales.64
Conclusiones
Aunque el primer panfleto impreso por el MLHC hacía alusión a los disturbios de Stonewall, las posteriores conmemoraciones hicieron pocas menciones al respecto. Sin embargo, los aniversarios fueron aprovechados como una fecha especial para difundir ideas respecto a la homosexualidad y el proyecto político de liberación. El MLHC intentó consolidar al 28 de junio como un día en el cual todas las sexualidades no hegemónicas -especialmente la homosexualidad-, tuvieran un lugar en el escenario público y político del país.
Fue el reconocimiento transnacional de los disturbios lo que impulsó al MLHC a buscar enraizar la fecha en el contexto colombiano de alguna manera.65 Sin embargo, a pesar de los distintos intentos que se realizaron, la tradición de conmemorar públicamente los disturbios de Stonewall con una marcha no se afianzo en Colombia sino hasta la segunda mitad de la década de 1990, siguiendo la tendencia latinoamericana.66 Esto, sin embargo, no debe minimizar el hecho de que durante el periodo de actividad del MLHC (1978-1989) la conmemoración a través de panfletos o reuniones de discusión se mantuvo en el país, aunque de manera mucho menos visible en sus últimos años.
Solo hasta 1996 se volvieron a conmemorar públicamente los disturbios de Stonewall en Bogotá con una marcha, amparados en las garantías individuales otorgadas por la nueva Constitución. El lema de la movilización de entonces fue "Por los derechos humanos y los derechos sexuales de homosexuales y lesbianas en Colombia", apelando a una noción de demanda de derechos, que empezó a ser parte del discurso manejado por el movimiento LGBTI en el país.67 El cambio de propósito de la conmemoración también se puede registrar en el hecho de que la marcha no se realizó el 28 de junio, sino el 30, que era el domingo siguiente a la fecha. Estas modificaciones de la manera como se organizó la marcha evidencian el distanciamiento de esta conmemoración con el radicalismo del MLHC. Incluso, a pesar de que algunas personas que participaron en la marcha de 1982 también participaron en la de 1996, la segunda fue nominalmente reconocida como la primera marcha por la diversidad sexual de la ciudad durante muchos años.68 La invisibilización de la experiencia de 1982 puede leerse como un intento por despojar del radicalismo de los setenta las conmemoraciones de Stonewall y, por extensión, al movimiento LGBTI del país, resignificando una reconocida tradición internacional en un discurso menos combativo. El distanciamiento de estas dos visiones políticas sobre el propósito de marchar remite a un proceso de transformación que el movimiento LGBTI colombiano sufrió al final del siglo XX, similar a transformaciones en otros países. Esta discusión sigue pendiente para otra investigación.
Podríamos entonces entender las conmemoraciones como una propuesta construida "desde abajo", en tanto surgió gracias al trabajo organizativo de un grupo minoritario que intentó con estas acciones apelar a la politización de un sector recientemente despenalizado, pero aún estigmatizado. Su reiteración durante el periodo estudiado dependió exclusivamente de voluntades políticas que buscaron crear un vínculo directo entre las propuestas del MLHC y los disturbios. Sin su esfuerzo, sin embargo, la fecha no desapareció del imaginario colectivo. Gracias a su fama internacional, fue retomada años después, aunque no se vinculó al mismo proyecto radical del MLHC.
Las transformaciones de las conmemoraciones de los disturbios de Stonewall durante las décadas de 1990 y del 2000, aún están por estudiarse. Su juicioso análisis sin duda aportará importantes elementos que permitirán entender la trayectoria e impacto del movimiento en el país. En este caso, a partir del estudio de las primeras conmemoraciones podemos registrar que desde la década de 1970 el movimiento LGBTI colombiano, al margen de las instituciones estatales, ha propuesto agendas políticas de agitación y movilización autónoma e incluso heterogénea.