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Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura

versión impresa ISSN 0120-2456

Anu. colomb. hist. soc. cult. vol.47 no.1 Bogotá ene./jun. 2020  Epub 05-Mar-2020

https://doi.org/10.15446/achsc.v47n1.83162 

Reseñas

Kari Soriano Salkjelsvik y Felipe Martinez Pinzón, eds. Revisitar el costumbrismo. Cosmopolitismo, pedagogías y modernización en Iberoamérica. Berna: Peter Lang, 2016. 275 páginas.

GABRIEL HOROWITZa 

a Arkansas State University. ghorowitz@astate.edu


Este libro es un buen punto de partida para el estudio del costumbrismo español y latinoamericano y ofrece nuevas líneas de investigación en un campo de estudio todavía no explorado plenamente. Más significativo que su reconocimiento a un género a veces subestimado, la compilación contribuye al importante trabajo de trazar e iluminar la historia discursiva e ideológica de la segunda mitad del siglo XIX. Los temas tratados en los ensayos son diversos, pero en conjunto rastrean el proceso a través del cual el romanticismo político de la independencia nacional evolucionó con el advenimiento de discursos positivistas y desarrollistas. Asimismo, los diferentes autores se interesan por las paradojas y problemáticas que resultaron de esto.

A través del análisis de la obra Los trabajadores de tierra caliente (1899) del colombiano Medardo Rivas Mejía, Margarita Serje define el costumbrismo como parte de un proyecto nacional cuyo propósito fue observar e imponer un orden jerárquico sobre la diversidad regional del país para instrumentalizarla. Según Serje, el costumbrismo es un discurso de la modernización. Lo entiende como el lado ideológico del proceso de expropiación de la tierra por parte del Estado, en la búsqueda de "establecer su soberanía territorial e impulsar una economía nacional" (p. 211). Gran parte del trabajo de Serje es historiográfico. Ella ilustra la importancia de la reforma agraria de 1850, la cual plasmó la visión de una Colombia productiva e integrada al mercado internacional de productos agrícolas. También registra la estética de la empresa agroindustrial como "idilio del paisaje productivo" (p. 218), caracterizada por espacios geométricos que evocan los jardines de Europa y posibilitada por una mirada técnica o, como dice Serje, interesada. Es la fantasía de convertir espacios baldíos en lugares de comercio y transformar la jornada laboral en fuente de placer, "una fiesta en la que se ocultan las diferencias sociales, de clase, de color de la piel" (p. 221). Serje enfatiza que estos lugares "baldíos" en realidad habían sido habitados, principalmente por pueblos indígenas. El proyecto de transformar la selva en jardín es efectivamente un proyecto de privatización, que criminaliza la tierra pública y coapta nuevos sujetos por medio de "nuevas formas de trabajo esclavo y semiesclavo" (p. 227). La definición del costumbrismo que propone Serje no es la más rigurosamente informada por el corpus académico sobre el género (para una historia de los debates acerca del género y su definición, ver el trabajo de Ana Peñas Ruiz compilado en el mismo volumen), pero su lúcida presentación de la función ideológica del costumbrismo en la historia de la acumulación primitiva es tal vez la más impactante y necesaria.

El ensayo de Germán Labrador Méndez es un buen contrapunto al trabajo de Serje. Desde la perspectiva gallega, considera el costumbrismo -y más específicamente el paisajismo de Rosalía de Castro en Cantares gallegos (1863)- en su relación con el proceso de expropiación ("desamortización") de tierras comunes. Labrador Méndez busca matizar la función ideológica de la literatura en este proceso y teorizar el paisajismo en toda su complejidad. Citando a Fernández Leiceaga, escribe que, por un lado, "el paisajismo del territorio lo vacía" de su contenido cultural e histórico, reconociendo así la función ideológica de la naturaleza. Por otro lado, muestra que la poesía paisajista de Rosalía de Castro registra y recuerda la historia de la acumulación primitiva y la desposesión de la tierra, en lugar de borrarla. Labrador Méndez lee los paisajes de Castro con cuidado, encontrando en ellos significados ocultos, trazos de prácticas culturales y registros de repercusiones históricas de la ley Madoz de 1855. A la luz del proyecto de producir la identidad nacional "meridional" de España -y con su intento por mantener a la vez la identidad regional-nacional gallega- su trabajo ilumina la continuidad entre un discurso romántico ya extractivista y el discurso desarrollista moderno.

La contribución de Mercedes López Rodríguez es otro ejemplo notable de un ensayo que piensa la integración nacional en toda su complejidad, especialmente en sus intersecciones con discursos literarios y científicos. Compara los textos de Manuel Ancizar (1853) y Eugenio Díaz (1879), dos pensadores colombianos interesados en el problema de la raza antes de su cristalización con el darwinismo. Estos textos hacen evidente lo borroso de la definición durante este momento histórico y las maneras en las cuales el proyecto desarrollista del Estado-nación impulsó la búsqueda de una definición más estricta. La lectura de Ancizar y Díaz hecha por López Rodríguez también amplía la visión típica del proyecto civilizador nacional. Encuentra que Ancizar, tanto en su capacidad oficial para la comisión corográfica de Colombia, como en su escritura, expresa su esperanza por una homogenización racial del país. Por su parte, Díaz no busca semejante reconciliación en el campo de la clase social, la cual en esta época no se distingue tan claramente de la raza: "no busca zanjar alegóricamente los conflictos que separan a la élite del pueblo, a través de un romance que resuelva las tensiones sociales que fragmentan la categoría de lo blanco en la región andina" (p. 162). Mostrar las fisuras en el concepto de blancura -y de raza en general como categoría epistemológica- le permite a López Rodríguez ver la consolidación del Estado-nación y la idea misma de la identidad homogénea bajo una nueva luz.

El ensayo de Felipe Martínez-Pinzón contribuye a la historia de la extracción haciendo lecturas ingeniosas de una variedad de textos literarios para reconstruir, a modo de rompecabezas, los viajes del tabaco en su proceso de transformación en producto de mercado y consumo. De esta forma, presenta una extensa investigación de archivo de una manera comprensible y agradable. Además de poner en práctica el materialismo de "la ontología orientada a objetos", muestra cómo el costumbrismo está determinado por fuerzas más allá del Estado-nación, en este caso, la deuda. Utiliza y propone un marco más grande que el Estado-nación, una mirada transnacional, para tratar la relación entre el costumbrismo y un proceso de desposesión moderno -lo cual es un propósito clave de la compilación aquí reseñada.

Patricia D'Allemand, por su parte, revisa el costumbrismo enfocándose en sus intersecciones con el debate filosófico sobre la cultura nacional. Su presentación de José María Samper hace pensar en él como un eslabón perdido entre Domingo Faustino Sarmiento y José Martí en la discusión sobre la originalidad y la autonomía cultural en América Latina. La pregunta en este caso es si el bambuco, baile popular, podría servir como himno nacional de Colombia. La originalidad de Samper, según D'Allemand, es su reconocimiento de que la desunión es necesaria en la democracia, y que el bambuco debería ser el himno nacional precisamente porque representa esa falta de unidad. Para D'Allemand, la visión heterodoxa de Samper abre la posibilidad de ver al costumbrismo en general como herramienta teórica que no solo busca la unidad nacional. Para el lector, sin embargo, no queda claro que esto sea cierto. Cabría preguntarse si no es Samper quien se abre a una concepción más compleja de la nueva república, y no el costumbrismo como categoría. En cualquier caso, la presentación que hace D'Allemand del trabajo de Samper con relación a los debates políticos sobre la independencia cultural ensancha el entendimiento de la discusión sobre la unidad cultural.

Los editores, Kari Soriano Salkjelsvik y Felipe Martínez-Pinzón, sostienen en la introducción que el enfoque en la nación en previos estudios, o la influencia de la nación como marco epistemológico, ha sido dañino para un entendimiento claro y comprensivo del costumbrismo. Enfatizan que esta compilación rompe con la tradición de ver el costumbrismo a través de la nación y proponen la alternativa de analizarlo a través de la modernidad transnacional. Sin embargo, muchos de los trabajos recopilados en el volumen se contextualizan refiriéndose al proceso histórico de la consolidación del Estado-nación y, en ese sentido, no buscan el quiebre que proponen los editores.

Es entendible que los editores quieran resistir el hecho de que "el costumbrismo sigue siendo visto como un recipiente a través del cual consumir la nación" (pp. 7-8). Sin embargo, su protesta respecto a que "hasta el momento ha sido una práctica constante abordar el costumbrismo a través de estudios monográficos que lo encuadran, en relación de necesidad, con la nación" (p. 8) es difícil de aceptar. La relación de necesidad presentada en muchos estudios académicos entre el costumbrismo y la nación simplemente refleja una verdad histórica importante. La mayoría de los ensayos del volumen cumplen otro de los propósitos de los editores: "rescatar la visión moderna que habilitó esta escritura [costumbrista]" (p. 8). Lo hacen pasando por la idea de nación, y con razón. La nación es el proyecto moderno por excelencia y el que define este periodo. Parte de la fuerza de la colección y el valor de su contribución consiste, no en la superación de la nación en el estudio del costumbrismo, sino en la manera en que sus trabajos muestran la relación dinámica entre el discurso nacional y los demás discursos de la modernidad durante la segunda parte del siglo XIX.

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