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Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura

Print version ISSN 0120-2456

Anu. colomb. hist. soc. cult. vol.47 no.1 Bogotá Jan./June 2020  Epub Mar 05, 2020

https://doi.org/10.15446/achsc.v47n1.83213 

Reseñas

Nancy Appelbaum. Dibujar la nación. La Comisión Corográfica en la Colombia del siglo XIX. Bogotá: Universidad de los Andes / Fondo de Cultura Económica, 2017. 320 páginas.

EFRAÍN SÁNCHEZa 

a Asesor Banco de la República. effsanchez@gmail.com


La Comisión Corográfica, dirigida por el geógrafo militar italiano Agustín Codazzi, fue una empresa patrocinada por el gobierno a mediados del siglo XIX para hacer, por primera vez, el levantamiento sistemático y oficial de los mapas de Colombia y sus provincias, así como sus correspondientes descripciones geográficas. Láminas de vistas, paisajes y costumbres, una extensa producción botánica, informes especiales sobre mejoras materiales y relatos de las expediciones, complementan el vasto legado cartográfico y geográfico de aquella empresa. Valga agregar que quien escribe estas líneas llevó a cabo el primer estudio pormenorizado de los antecedentes, los fundamentos y motivos, los trabajos de campo y el conjunto de la obra de la Comisión Corográfica (Efraín Sánchez, Gobierno y geografía: Agustín Codazzi y la Comisión Corográfica de la Nueva Granada. Bogotá: Banco de la República / El Áncora Editores, 1999). Desde entonces se han realizado otros esfuerzos, sin duda importantes, pero el libro de Nancy Appelbaum es el primer intento sistemático por profundizar en aspectos significativos de la obra de Codazzi, sus colaboradores y seguidores.

El libro ofrece un recorrido amplio por distintos aspectos de la empresa corográfica. Los dos primeros capítulos están dedicados a examinar sus orígenes, dentro del contexto de las disciplinas geográficas en la Nueva Granada, la trayectoria de sus principales miembros, el concepto de corografía según lo aplicó Codazzi en Venezuela y la Nueva Granada, y la presencia de Humboldt en el pensamiento de Codazzi y en la obra de la Comisión. De las regiones visitadas por Codazzi y sus colaboradores durante casi diez años de trabajo de campo, la autora se concentra en las provincias andinas del nororiente del país y Antioquia, las tierras bajas del Pacífico, los Llanos Orientales y el piedemonte amazónico. También da una mirada general a aquello que en la época se describía como los "intereses materiales" de la nación. En los dos últimos capítulos, Appelbaum hace una indagación sobre las concepciones geológicas dominantes en la época, algunas de las cuales fueron compartidas por los miembros de la Comisión Corográfica, buscando relacionarlas con ciertas ideas sobre la historia del país y sobre las controversias surgidas en torno a los trabajos que finalmente se publicaron.

De modo comprensible, la autora no pretende cubrir el conjunto total de la obra o de las ramificaciones e implicaciones de la Comisión Corográfica en la ciencia, la economía, la política y la sociedad en la Nueva Granada. Antes bien, su propósito es ofrecer un vistazo "integrado y crítico" de la empresa. Como anuncia en la introducción, su libro

intenta describir cómo las élites -tanto sus miembros neo-granadinos como sus colaboradores extranjeros- concibieron una nación y sus partes componentes. De manera más específica, este texto trata sobre las metodologías visuales y textuales que emplearon sus artífices para hacer realidad esos atisbos de nación. (pp. xxi-xxii)

Siguiendo este criterio, la obra gira en torno a tres categorías de producciones de la Comisión Corográfica: los mapas, las láminas en acuarela que acompañaban los relatos de las expediciones, y los relatos mismos, estos últimos escritos por Manuel Ancízar y Santiago Pérez. Las descripciones geográficas y los informes sobre vías de comunicación se mencionan ocasionalmente, y solo se presentan alusiones adventicias a la considerable obra de José Jerónimo Triana, botánico de la empresa.

En una época de florecimiento de los estudios poscoloniales y posmodernos, el propósito de identificar "los argumentos y las aspiraciones" de una empresa de tan vastos alcances como la Comisión Corográfica corre el riesgo de caer en el suspuesto de que un proyecto tal respondería a un plan preconcebido y concertado del Imperio o de las élites nacionales, con el fin de apropiarse del conocimiento y controlar a una población en beneficio de sus propios intereses. Este supuesto es más que evidente en muchos de los materiales secundarios utilizados por Appelbaum. Por ejemplo, en el primer capítulo, relativo a la "Fundación y conformación de la Comisión", cita una fuente según la cual "los líderes de la Nueva Granada le encargaron la Comisión a Codazzi para darle legitimidad a su propia perspectiva elitista y así refractar sus puntos de vista en la 'mirada imperial' del forastero, como Codazzi" (p. 21). Con cierta frecuencia este supuesto modelo explicativo alcanza a enturbiar la visión de la autora, aunque debe admitirse que ella suele adoptar puntos de vista mucho más reflexivos. Dicho sea de paso, difícilmente puede hablarse de una única "perspectiva elitista" en la Nueva Granada, sino más bien de múltiples perspectivas, a menudo contradictorias. En cuanto a la "mirada imperial", esta era más bien vista con desconfianza por las élites, al menos en cuanto a lo referente a las descripciones de la geografía y la sociedad de la nación.

Es solo parcialmente cierta la aseveración según la cual "desde su creación, la Comisión Corográfica fue definida y justificada principalmente como un proyecto económico inscrito dentro del marco clásico liberal de orientación a las exportaciones, que la mayoría de liberales y conservadores de la élite compartían por igual" (p. 130). En realidad el modelo exportador del liberalismo clásico era más una aspiración que un argumento o un proyecto firme de las élites en el momento en que tomó forma la Comisión Corográfica, y difícilmente habría podido servir para definir y justificar la empresa. A las élites promotoras de la comisión las impulsaba más bien la convicción de que, sin mapas y descripciones geográficas, sería imposible para la Nueva Granada salir de su postración, pues no se podrían abrir caminos, mejorar la "monstruosa división territorial" entonces existente, atraer inmigrantes industriosos, o descubrir en qué consistían los incalculables recursos naturales que se suponía poseía la nación.

De fuentes secundarias proviene también la idea de que "las ideas federalistas contribuyeron a la creación de la Comisión y a su vez fueron reforzadas por esta" (p. 22). Si bien es cierto que el federalismo, como modelo de nación, estuvo presente en las discusiones y los conflictos de las élites desde la Independencia hasta la Regeneración, el modelo federalista no comenzó a adoptarse sino hasta 1855. Iniciada la Comisión Corográfica en 1850, la tendencia a fragmentar al país en provincias (lo contrario a la federación), no solo se mantuvo sino que se aceleró.

Pero más importante aún, es discutible la supuesta incongruencia en que habría incurrido la Comisión Corográfica al "proclamar" la homogeneidad de las provincias, en particular en el aspecto racial, mientras que por otro lado siempre documentaba la diversidad. En verdad, el reconocimiento de la diversidad es característica común de las láminas, las descripciones geográficas, los informes de Codazzi y los relatos de las expediciones. Con frecuencia incluso se percibe una sensibilidad hacia la diversidad étnica del país aún mayor de la que podríamos tener hoy en día. Cuando la idea de homogeneidad se usa en estas obras, no pasa de ser una fórmula generalizadora para referirse quizás al predominio estadístico de un "tipo" racial en un lugar determinado.

No puede dejar de mencionarse, por otro lado, el punto de las concepciones sobre raza en la Comisión Corográfica y su presunta relación con cierta categorización de las regiones. Hoy evidentemente juzgaríamos algunos de los presupuestos y descripciones de la empresa corográfica como racistas y centralistas, y Appelbaum aporta diversidad de ejemplos a este respecto. No obstante, también es cierto que tanto Manuel Ancízar como Codazzi, según escribe la autora, enfatizaron el origen cultural de las debilidades de la población, lo cual pone de manifiesto una crítica al desprecio con el que las élites miraban a los negros y a los indígenas. Algo semejante puede afirmarse en cuanto a la supuesta concepción de las regiones de la Nueva Granada como divididas entre las "civilizadas" y pobladas, y las "salvajes" y despobladas, noción que llama particularmente la atención a la autora. Más que una muestra de irredento centralismo -y racismo- de los miembros de la Comisión, esta percepción tiene fundamento en la forma como se pobló el país desde la Conquista y en la distribución de la población a mediados del siglo XIX. Para el momento del censo de 1851, la región de la cordillera nororiental, con un área equivalente a solo el 7 % del país, tenía una población equivalente al 48 % del total nacional. Mientras tanto, los llanos orientales y las selvas amazónicas, con el 58 % del área del país, solo contaba con el 3 % de la población. Es un hecho que la mayor parte de la población blanca y mestiza, así como la actividades productivas del país, se concentraban en la primera de estas regiones.

Los anteriores argumentos no son óbice para reconocer el vasto esfuerzo investigativo y de síntesis invertido por Nancy Appelbaum en Dibujar la nación, ni sus aportes al estudio de la Comisión Corográfica. Diríase más bien que el libro abre la posibilidad de argumentar y contraargumentar sobre la actividad científica y, en términos más generales, sobre la cultura de la Nueva Granada en el siglo XIX. La exposición de Appelbaum permite, sin duda, reconocer las realidades de un país tan diverso como paradójico y contradictorio.

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