SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.47 issue2The Case of Collective 82. A Story between Memory and Oblivion, Rebellion and RepressionDomestic Violence and Indicted Women in the Province of Buenos Aires, Argentina (End of the 19th Century-Beginning of the 20th Century) author indexsubject indexarticles search
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

Related links

  • On index processCited by Google
  • Have no similar articlesSimilars in SciELO
  • On index processSimilars in Google

Share


Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura

Print version ISSN 0120-2456

Anu. colomb. hist. soc. cult. vol.47 no.2 Bogotá July/Dec. 2020  Epub Mar 20, 2021

https://doi.org/10.15446/achsc.v47n2.86143 

Artículos dossier

Pacificación territorial e insubordinación social en una "Plaza Roja". El caso de Quinchía, Colombia

Territorial Pacification and Social Insubordination in a "Liberal Stronghold". The Case of Quinchía, Colombia

Pacificação territorial e insubordinação social em uma "Praça Vermelha". O caso de Quinchía, Colômbia

JEFFERSON JARAMILLO MARÍN* 

ALBERTO ANTONIO BERÓN OSPINA** 

CARLOS ALFONSO VICTORIA MENA*** 

* Pontificia Universidad Javeriana Bogotá, Colombia. jefferson.jaramillo@javeriana.edu.co

** Universidad Tecnológica de Pereira Pereira, Colombia. alveos@utp.edu.co

*** Universidad Tecnológica de Pereira Pereira, Colombia. cvictoria@utp.edu.co


RESUMEN

Entre el 2002 y el 2006, el municipio de Quinchía (Risaralda, Colombia) estuvo en el radar del interés regional y nacional debido a la magnitud de los hechos de sangre ocurridos allí y al impacto generado en las comunidades, tanto por la violencia paramilitar e insurgente como por la estrategia pacificadora del Estado. Este artículo busca comprender, en clave histórica, cómo esto fue posible. En esa dirección la investigación se encuentra con la "representación" de Quinchía como "Plaza Roja", movilizada desde finales del siglo xix por élites sociales y políticas. Uno de los principales hallazgos es que gran parte del marco social de la memoria de lo ocurrido en Quinchía gravita y se condensa bajo esa representación. Ella ha servido para justiicar la violencia política perpetrada por diversos actores y la estigmatización estatal de las formas de organización social en la zona. También ha nutrido y potenciado una resistencia local, de diversos matices, a ciertas lógicas, instituciones y agentes que se considera han vulnerado el territorio y las comunidades.

Palabras clave: memoria histórica; pacificación territorial; Quinchía; resistencia social; violencia política

ABSTRACT

Between 2002 and 2006, the municipality of Quinchía (Risaralda, Colombia) was the focus of regional and national interest due to the magnitude of the bloodshed that occurred there and to the impact on communities of both paramilitary and insurgent violence and the State's pacification strategy. The article seeks to understand, from a historical perspective, how this was possible. Along these lines, our research led us to the "representation" of Quinchía as a "Plaza Roja" (liberal stronghold), mobilized since the end of the 19th century by the social and political elites. One of our main findings was that this representation guides and concentrates a good part of the social framework for the memory of what occurred in Quinchía. That representation has served to justify the political violence perpetrated by diverse actors and the stigmatization by the State of the forms of social organization in the region. It has also nurtured and fueled a varied local resistance to certain logics, institutions, and agents thought to have assaulted the territory and its communities.

Keywords: historical memory; political violence; Quinchía; social resistance; territorial pacification

RESUMO

Entre 2002 e 2006, o município de Quinchía (Risaralda, Colômbia) esteve na mira do interesse regional e nacional devido à magnitude dos eventos sangrentos que ocorreram lá e ao impacto gerado nas comunidades, tanto pela violência paramilitar e insurgente quanto pela estratégia pacificadora do Estado. Este artigo procura compreender, em termos históricos, como isso foi possível. Nesse sentido, esta pesquisa se deparou com a "representação" de Quinchía como "Praça Vermelha", mobilizada desde o final do século xix por elites sociais e políticas. Uma das principais conclusões é que grande parte do marco social da memória do que aconteceu em Quinchía gravita e está condensada sob essa representação. Ela serviu para justificar a violência política perpetrada por vários atores e a estigmatização estatal das formas de organização social na área. Também alimentou e aprimorou uma resistência local, de várias nuances, a certas lógicas, instituições e agentes que, acredita-se, vulnerabilizaram o território e as comunidades.

Palavras-chave: Quinchía; memória histórica; pacificação territorial; resistência social; violência política

Introducción1

Entre el 2002 y el 2006, en el municipio de Quinchía (Risaralda), que contaba para ese momento con cerca de 33 mil habitantes, hubo 158 víctimas de asesinato selectivo.2 En proporción de habitantes, este municipio resultó uno de los más violentados en el departamento de Risaralda en ese periodo, siendo sus víctimas principalmente comerciantes, mineros, líderes comunales, campesinos, conductores y educadores. La población indígena fue golpeada por el desplazamiento forzado y entre los corregimientos afectados estuvieron Santa Helena, Naranjal, Batero e Irra (ver anexos). Todos estos hechos involucraron en mayor o menor medida, al frente Óscar William Calvo -disidencia del EPL-, al frente Cacique Pipintá y al Estado mismo.

En la memoria de los pobladores, se recuerda el impacto que tuvo y aún tiene la Operación Libertad, mediante la cual se realizó una captura masiva e ilegal de 117 personas acusadas por la Fiscalía de rebelión y terrorismo, por nexos con el frente Óscar William Calvo del EPL. Esta captura ocurrió el 23 de septiembre del 2003 y luego de veintidós meses de arresto, 62 personas, paralelamente en las cárceles La 40 de Pereira, La Dorada en Caldas, Cómbita en Boyacá y La Picota en Bogotá, obtuvieron su libertad el 2 de agosto del 2005.

La magnitud de lo sucedido, algo no excepcional en el país durante ese mismo periodo, se explica, en parte, por la disputa sangrienta por el control político-territorial y el despojo de recursos y poblaciones entre actores armados (EPL, Bloque Central Bolívar y Estado) dentro de una política de seguridad democrática que privilegió las medidas de excepción. A su vez, la denuncia social de lo acontecido -que se tradujo en movilizaciones exigiendo la presencia estatal, la libertad para los acusados y la reparación por el daño histórico y personal causado por el Estado-, fue una reacción esperada de la población ante las violaciones y los estigmas.

Aunque este artículo enmarca lo sucedido en la confluencia de un modelo pacificador y de violencia política letal, que produjo impactos diferenciales y marcas sensibles en las dinámicas locales y los pobladores de Quinchía en varios periodos de su historia -cuyos efectos habrían resultado más devastadores e indelebles de no ser por el tejido organizativo y la resistencia social de largo aliento en el municipio-, sigue una pista derivada de la revisión de las fuentes, pero sobre todo presente en la memoria de los pobladores entrevistados. Esta pista consiste en la representación de Quinchía como "plaza roja" o "región insubordinada", imaginarios que combinan un halo de relato mítico nutrido de personajes y prácticas luego descritas a lo largo del texto, pero que tiene asidero histórico en la forma como fue controlado este territorio desde finales del siglo XIX hasta nuestros días, primero por las élites antioqueñas y luego por las caldenses.

Lo paradójico es que estas representaciones provienen de una región, la del noroccidente de Risaralda, imaginada como pacífica. Esta lectura, a nuestro entender, tiene dos anclajes: primero, un déficit explicativo sobre la región que, desde los análisis investigativos, no ha puesto del todo su lente, salvo algunas excepciones, sobre las lógicas de acumulación por desposesión y concentración de poder local y regional, así como sobre la insubordinación social; y segundo, la idealización de la colonización antioqueña como generadora de desarrollo y paz para la región. Nuestra tesis es que bajo esta representación se condensan o gravitan las distintas formas de justificación de violencia política, pacificación y estigmatización que el Estado y otros actores han desplegado en la zona, pero también las variadas y persistentes expresiones de movilización y resistencia.

Metodológicamente, el artículo se vale de información secundaria especializada sobre la zona y la región y de información primaria proveniente de talleres, entrevistas, consulta de informes oficiales y de prensa. Conceptualmente utilizamos tres categorías para articular la comprensión de los periodos y sus expresiones: pacificación territorial, insubordinación social y memoria histórica. Por pacificación territorial entendemos una estrategia de poder, amplia o focalizada, orientada al control militar, estatal, comercial o político del ordenamiento socioespacial, con expresiones distintas entre mediados del siglo XIX y la segunda década del siglo XXI en Quinchía: la imposición de una lógica colonizadora- extractiva en el territorio, el borramiento de lo indígena, las alianzas entre empresarios y actores armados, las disputas sangrientas entre paramilitares e insurgentes, la persecución y eliminación de la disidencia política, la criminalización de la protesta social.3 La idea de insubordinación social o de resistencia, hace alusión a "un conjunto de procesos incubados, constantes y en curso, a través de los cuales las relaciones de poder son debatidas, legitimadas y redefinidas en todos los niveles de la sociedad".4 Estas formas de desobediencia y resistencia entran en pugna con la hegemonía establecida, a través de distintas expresiones como procesos de levantamiento popular, asociacionismo, cooperativismo campesino, paros cívicos, entre otros. Finalmente, la categoría de memoria histórica nos sirve como recurso metodológico, que en nuestro caso implicó la realización de talleres, entrevistas personales y revisión de archivos, para "activar" relatos históricos sobre la violencia y las resistencias en la zona. Con ella pretendimos conjugar la experiencia singular del dolor, los mecanismos de afrontamiento y la contextualización histórica de lo sucedido.5 El artículo inicia con una discusión sobre el déficit explicativo y la idealización de narrativas sobre la región. Luego, analiza las distintas expresiones de pacificación territorial e insubordinación social en el municipio entre mediados del siglo XIX y la segunda década del siglo XXI, teniendo como referente el poder mítico de esa imagen de Quinchía como plaza roja. Cierra con un apartado sobre puntos clave a tomar en consideración sobre Quinchía como un "caso significativo" para la memoria histórica de la región.6

Entre el déficit explicativo y las narrativas idealizadas

La investigación histórica y social acerca de Quinchía oscila entre un déficit explicativo sobre el desarrollo de la violencia política y los procesos de insubordinación social a lo largo de los siglos XX y XXI, y las narrativas idealizadas tanto de la colonización antioqueña como de lo ocurrido durante la década de 1950. ¿La academia regional o nacional no ha logrado entrever el asunto? ¿Se trata de un silenciamiento de los poderes regionales interesado en mostrar solamente los atributos turísticos y culturales de la región cafetera? Las respuestas a dichas preguntas pueden ser de varios tipos. El lente historiográfico y sociológico en la región cafetera, incluyendo el noroccidente de Risaralda donde se ubica Quinchía, ha privilegiado ciertos temas como la colonización y el conflicto por derechos de propiedad sobre la tierra, la violencia de la década de 1950, las fundaciones de poblados, el surgimiento de la oligarquía regional, la construcción simbólica del territorio, el papel de la guaquería, los caminos de los colonos, el lugar histórico del café, el valor simbólico y material de ciudades como Manizales y Pereira, y la formación del empresariado caldense. Estos énfasis o puntos de vista, aunque sustantivos, dejan de lado otros componentes, procesos y multicausalidades implícitas en las temporalidades de la violencia con incidencia local desde, al menos, la Guerra de los Mil Días, llegando a la violencia paramilitar de comienzos del 2000 y al impacto que tuvo y aún tiene la política de seguridad democrática en la región.

El mito de una sociedad democrática tras la colonización antioqueña puede haber contribuido a ello, pero quizá no sea lo único. Dicho mito desplegó el imaginario de igualdad que no concuerda con los hechos en esta región. Desde el célebre trabajo de James Parsons sobre el tema, pareciera reproducirse la idea de que lo ocurrido en el periodo 1905-1935 fue básicamente una colonización "blanca, optimista y con empuje" y que lo acaecido entre 1936 y 1960, será la consolidación de una "sociedad democrática" tras la colonización.7 Las narrativas de ambos periodos son profundamente incompletas para el territorio.8 Ha faltado más análisis sobre las violencias y la rebelión en la configuración histórica de la región, así como sobre las causas y factores de prolongación del conflicto.

La hipótesis que tejemos respecto a esto es que el canon interpretativo que ha primado es el de la narrativa regional sobre el "progreso local" y el "remanso de paz". Las conexiones, desconexiones, o tensiones entre las viejas y nuevas violencias, entre las guerrillas liberales y las marxistas-leninistas, entre los pájaros y aplanchadores y los paramilitares de finales del siglo XX, siguen estando en deuda. Lo mismo que una historia social de la rebelión en la región.9

La historia económica del viejo Caldas ha sido uno de los principales ejes sobre el cual orbitan otras historias locales.10 Estas, más que historias sociales locales que desentrañen lo sucedido con el campesinado minifundista en términos de violencias y resistencias, sobrerrepresentan al cafetero exportador y su epopeya modernizadora. No obstante, son varios los trabajos que han avanzado, por momentos, en generar puntos de fuga. Por ejemplo, exponiendo el lugar de indios y negros en la zona de Risaralda, las expropiaciones de tierra por parte de los colonizadores del suroeste antioqueño y las formas de resistencia popular;11 intentado realizar una historia de las rebeliones de los pequeños y medianos cafeteros;12 buscando comprender la acumulación y concentración de la tierra como uno de los motores de la violencia en el Viejo Caldas; o analizando las contiendas del siglo XIX y las violencias del siglo XX y su impacto en la zona cafetera.13

El poder de la imagen mítica de Quinchía como "plaza roja": entre la pacificación territorial y la insubordinación social en Quinchía

A través de la revisión de fuentes primarias y secundarias, se identificaron entre mediados del siglo XIX y la segunda década del XXI, cinco expresiones de la pacificación territorial y la insubordinación social en Quinchía. Más que una sinopsis histórica de etapas, lo que buscamos es mostrar cómo en todas ellas se condensa la imagen mítica de Quinchía como plaza roja o república independiente. Incluso, la idea de una Quinchía indígena y mestiza, que atrapa el relato sobre el territorio y sus pobladores, que traspasa tiempos, ciclos de violencia, gobiernos y generaciones tampoco ha sido puesta en debate. Nos interesa mostrar las conexiones, diferenciaciones o tensiones entre estas expresiones y dicha imagen, porque ello puede permitir comprender tanto de la configuración de prácticas de acumulación, desigualdad y concentración de poder, como del despliegue y efectos de la rebelión social.

Quinchía como frontera y botín del Estado Soberano del Cauca

Desde el siglo XIX, Quinchía fue un territorio fronterizo y un botín de diversos agentes. De hecho, allí se volcaron los intereses y las pretensiones de empresarios y comerciantes provenientes del suroeste antioqueño, pero también la "colonización oficial" impulsada desde la provincia de Popayán entre 1878 y 1885. Las pretensiones, desde luego, estaban en la tierra y en la explotación de los yacimientos de oro y carbón. El Estado Soberano del Cauca, del cual Quinchía hacía parte, incentivó la penetración de inversionistas antioqueños y extranjeros como la Western Andes Mining Company, que se hizo a las explotaciones de oro en las veredas de Buenavista, Tarria y Mapura, localizadas dentro del resguardo indígena. Mientras que otros agentes del capital, respaldados por el gobierno federal, se quedaron con los derechos de propiedad de tierras y salinas.14

Siendo parte del Estado Soberano del Cauca, Quinchía surgió como distrito, a partir de un hecho de sangre ocurrido en marzo de 1877: el combate librado entre tropas liberales y conservadoras en las estribaciones del cerro Batero, ícono turístico del municipio y lugar de memoria hasta hoy. En este combate, los campesinos liberales se impusieron sobre los antioqueños conservadores. Esta batalla, librada como consecuencia de la disputa en torno a la enseñanza religiosa en la educación pública, dejó un saldo de más de 111 muertos, 70 heridos y 53 prisioneros.15 Para finales del siglo XIX, Quinchía era ya el "reducto liberal" más importante en el extremo norte del Cauca y "un dolor de cabeza en la región", por su condición de región insubordinada.16 La carga simbólica de esta imagen tendría ecos hasta hoy.

A diferencia de otros territorios del occidente colombiano, donde la colonización antioqueña incorporó territorios baldíos al proceso de expansión de la frontera agrícola, en Quinchía fueron las decisiones administrativas las que liberaron las tierras que pertenecían a los indígenas. Con ello se autorizó al cabildo, a mediados del siglo XIX, a arrendar tierras del resguardo, facilitando su expropiación por los arrendatarios. Este modelo de pacificación territorial, mediante el despojo administrativo y la privatización de la tierra -posiblemente común a otras zonas del país pero que no ha sido lo suficientemente relievado para la región-, se enmarca en un contexto de expansión del capitalismo que conlleva la pérdida de la autonomía y el espacio simbólico del territorio para sus habitantes,17 en este caso los indígenas. La disminución de la población indígena emberá, proceso paralelo a la liquidación de los Resguardos por el Estado Soberano del Cauca hacia 1874, sería el resultado de ese modelo.18 El borramiento y fragmentación de lo indígena en la región, fue legitimado luego con la promulgación de la Ley 89 de 1890,19 una ley que 130 años después, decían los mayores del resguardo de Escopetera y Pirza, era expresión de "una letra sinsentido [...] de los usos del poder [...] con la que se amparó el supuesto retraso con el que nos estudiaron, nos miraron, nos señalaron".20

La Guerra de los Mil Días y las batallas ideológicas en Quinchía

La Guerra de los Mil Días tuvo en Quinchía un ingrediente de pacificación territorial particular debido a varios hechos de sangre. Por ejemplo, la batalla de La Pradera en la zona rural de Anserma, el 7 de enero de 1900, donde cayeron abatidos liberales que fueron arrojados en una fosa común.21 También, los liberales arrestados y fusilados por el Batallón 14 al servicio del gobierno conservador, justificando dichas muertes, por las incursiones armadas de los liberales a Neira (15 de diciembre de 1901), el Oro (11 de febrero de 1902) y Naranjal, el 24 de mayo de ese mismo año.22

Durante las primeras dos décadas del siglo XX, Quinchía era reconocida como un municipio rico por sus minas de carbón y sal, pero también era representada como una ciudad "detenida" en su progreso por las "parcialidades indígenas regidas por las leyes especiales", en referencia a la Ley 89 de 1890. Las palabras de un alcalde, en 1923, son dicientes al respecto: "la división y exterminio de la parcialidad son de imperiosa necesidad de ese municipio para el progreso material, porque en las circunstancias que hoy se encuentra no puede entrar elemento progresivo y las tierras continuarán incultas".23 A lo largo de la década de 1920, llegaron al municipio empresarios, comerciantes, burócratas y educadores a la región. Uno de los grupos que arribó, constituyó un núcleo significativo de intelectuales liberales provenientes de la vecina Riosucio, que buscaban espacio en la tribuna periodística.24 En esa escena social, surgirán periódicos como Flecha Roja, de orientación liberal, bajo la pluma de Emilio Osorio de la Cuesta, quien en compañía de otros liberales lideró una de las batallas ideológicas contra las ideas conservadoras representadas en el periódico Justicia y a través del sacerdote Juan de Jesús Herrera.

Si bien por ese entonces hubo actos de insubordinación frente a la hegemonía conservadora local, como el protagonizado por el gobernador del cabildo indígena de Quinchía, Juan de Dios Trejos, junto a María Mercedes Taborda, quienes optaron por el matrimonio civil durante este periodo,25 la paz política entre liberales y conservadores estuvo ideologizada, los indígenas serían orillados territorialmente y se avecinarían nuevos combates con los liberales en el poder en 1930.

La Violencia y la desaparición del resguardo en Quinchía

Aunque la República liberal significó para Quinchía una oportunidad de resolver viejos déficits en materia de desarrollo municipal, también sirvió de aliciente local para el retorno de los conflictos violentos y para la desaparición del resguardo indígena. Los enfrentamientos entre liberales y conservadores sucedieron entre Manizales y Cartago, y luego en 1935 en Apía, Belén de Umbría y Mistrató. Este momento de la historia de Quinchía se caracterizó por muy diversos hechos de sangre en los que estuvieron involucrados sacerdotes instigadores, policías, cuadrillas de sicarios y ciudadanos de ambos bandos.26 La violencia del ala más derechista de los conservadores fue pregonada e incitada en los pueblos del occidente de Caldas con consignas como "emplear las armas nobles y las más innobles para triunfar".27 Además, estuvo acompasada por la llegada de los primeros "pájaros" al municipio de Quinchía, hecho que se le atribuye a Antonio Sánchez, líder conservador y empresario de las minas de carbón, con la intención de diezmar la plaza roja de Quinchía. De esta violencia, un acontecimiento que quedaría consignado en la memoria local y en la prensa liberal de la época como un día de "masacre", fue el 28 de marzo de 1948. Ese día, perdieron la vida Juan Betancur, Manuel Bermúdez, Manuel González, Leonardo Quintero y Rafael Jiménez. Los hechos fueron atribuidos a conservadores provenientes de San Clemente, Guática y Anserma, y a un piquete policial llegado de Riosucio.28

Fuente: "Desfile hacia el cementerio con las víctimas liberales". Archivo Casa de la Cultura de Quinchía.

Figura 1 Desfile hacia el cementerio de Quinchía con las víctimas liberales. 

La primera reacción liberal contra la violencia conservadora fue a través de los "escopeteros", quienes tuvieron como objetivo a la policía local y a los "pájaros", siendo uno de sus promotores Mario Restrepo o Flecha Roja.29 Esta imagen de los "vengadores del pueblo" se amplificaría luego con las guerrillas liberales de Roberto González Prieto, alias Pedro Brincos, quien iniciaría operaciones militares y de paz en los municipios de Quinchía, Supía, Riosucio, Marmato e Irra hacia 1957.30 Con la captura de Pedro Brincos en Pereira, se precipitó la división entre los jefes de las demás agrupaciones armadas y en el panorama aparecería Medardo Trejos Ladino, El Capitán Venganza, cuyo centro de operaciones abarcó las veredas de Naranjal, Batero, Moreta, Juantapao, Opiramá e Irra.

Tanto el campesinado como el directorio regional liberal e incluso nacional construyeron el mito de El Capitán Venganza, como un vengador social,31 un redentor capaz de sintetizar un entramado de solidaridades veredales, ante la ausencia del Estado y la complicidad de las autoridades con los "pájaros". Trejos y otros personajes como La Aviadora y Pedro Brincos, serán primero legitimados como símbolo de la "república bandolera" y luego convertidos en amenazas públicas para las pretensiones hegemónicas del Frente Nacional.32 El Capitán Venganza fue muerto a manos del batallón Ayacucho en la vereda Miracampos el 5 de junio de 1961. Este acontecimiento, considerado por algunos como efecto del incumplimiento por parte de Venganza a lo acordado con la política de paz del Frente Nacional, también es interpretado por otros como una traición soterrada de las élites regionales a un personaje cada vez más "incomodo".33 Más allá de la verdadera razón de su muerte, lo cierto es que a partir de este momento Quinchía experimentará varias expresiones de pacificación territorial atendiendo a nuestra hipótesis. Por una parte, la acción católica desplegará su pastoral social por las veredas con el fin de desactivar el germen del comunismo; así mismo, el INCORA emprenderá la compra y titulación de algunas tierras y, finalmente llegaran los discursos pacificadores del Frente Nacional con la denominada Comisión Investigadora del 58.

La Comisión Investigadora hizo presencia el 8 de julio de 1958 en la plaza del municipio, lo que según la prensa de la época fue un evento de gran despliegue popular, ya que asistieron cerca de 10 mil personas.34 La interpretación de ese momento por parte de la Comisión y de las autoridades, tanto locales como nacionales, era que estas tierras cafeteras se encontraban azotadas por la violencia bandolera y urgían de acciones y procedimientos de emergencia de los políticos y personalidades de la capital.

Fuente: Archivo Casa de la Cultura de Quinchía.

Figuras 2 y 3 A la izquierda, La Aviadora y Pedro Brincos. A la derecha, El Capitán Venganza. 

Sin embargo, entre los hechos de mayor significación e impacto entre 1948 y 1958 estará el fin de la Gobernación indígena y la expropiación de las minas de hulla. La supresión del resguardo fue justificada por el gobierno nacional, con los argumentos de "proliferación de mestizos" y "por ausencia de indígenas".35 Su extinción aceleró el mercado de tierras y el micro minifundio. Paradójicamente, como nos lo manifestaron varios de los entrevistados, esto potenció también la defensa del territorio, porque muchas de las expresiones de rebeldía popular posteriores encontrarán acicate en los propietarios de parcelas.

Fuente: Archivo Casa de la Cultura de Quinchía.

Figura 4 Cuadrilla de El Capitán Venganza. 

Fuente: El Espectador [Bogotá] jul. 8, 1958.

Figura 5 Concentración popular con motivo de la visita de los miembros de la Comisión Investigadora en Quinchía. 

Fuente: Archivo personal de un promotor de cooperativas agrarias en el municipio de Quinchía. Entrevista personal. Quinchía: mar. 23, 2019.

Figura 6 Publicidad que circulaba en Quinchía sobre las marchas campesinas y el apoyo al II Congreso de Sincelejo (20 de julio de 1972). 

La fuerza de la rebeldía popular y el quiebre insurgente

Entre 1970 y 1999 Quinchía experimenta un gran auge del asociacionismo y el cooperativismo. En los relatos de los pobladores y en una reacción permanente al imaginario de "Plaza Roja", se habla de un municipio que fue "cuna" de la Asociación Nacional de Usuarios campesinos desde 1970 y donde se gestó y ha perdurado hasta hoy, un importante sindicato de educadores. Se enuncia con insistencia la presencia del Comité de Cafeteros, las bonanzas cafeteras del municipio y el protagonismo del MOIR. Además, se les otorga un papel significativo a las cooperativas campesinas, a las juntas veredales, a la unidad cafetera y a los paros cívicos de los setenta y noventa (ver anexos). Sin embargo, también se reconoce que ese es el periodo de entrada de la insurgencia y de reposicionamiento de sus disidencias, a la vez que de los comienzos del exterminio sistemático de líderes y opositores políticos por parte de grupos como Los Magníficos.

Uno de los hitos emblemáticos que da cuenta de la fuerza del asociacionismo y movilización en esta zona del país, ocurrirá en julio de 1972, bajo la coordinación de la anuo y en vísperas de la celebración del Congreso nacional de esa organización (20 de julio de 1972), cuando cerca de 8.000 campesinos realizaron un paro en Quinchía. Este tuvo la duración de una semana y demandaba, entre otras peticiones, servicios de salud, electrificación y menores tarifas en el seguro social.36

La clave de la lucha por la tierra, librada por los campesinos de Quinchía durante esta etapa, la constituyó su organización veredal, con la creación de 39 cooperativas agrarias en el municipio. De estas, solo una persiste: la tienda de abarrotes de la cooperativa de la vereda Buenavista. Las demás sucumbieron, como nos lo comentó uno de sus promotores en su momento, "por la estigmatización, la persecución y el asesinato de los dirigentes campesinos".37

Con el ascenso de las luchas agrarias a través de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos, anuo, los cuadros del Partido Comunista Colombiano-Marxista Leninista (PCC-ML) buscaron incrustarse dentro de dicha organización. Lo hicieron, inicialmente, en las veredas Piedras, Llanadas y San Juan por medio de conferencias y a través de publicaciones procedentes de la República Popular China, como Pekín Informa, China Reconstruye y las Cinco Tesis Filosóficas de Mao Tse-Tung.38 Luego, desanimados por la falta de acciones armadas, algunos de los militantes del PCC-ML resolvieron pasarse a las filas del M-19 en 1976.

El trabajo político de esta organización en el seno de la ANUC se extendió a municipios como Guática, Anserma y Riosucio. Esa decisión estratégica fue considerada un error garrafal al interior del partido, porque según un exintegrante del EPL,

se irrespetó el nivel de conciencia y reivindicación de los campesinos organizados, quienes fueron influenciados por directrices que buscaban replicar el modelo de otras zonas [...] lo que conllevó incomprensión, la gente no entendía a qué la estábamos llevando.39

Según las fuentes consultadas, el EPL40 en Quinchía puede ser considerada una guerrilla "endémica", con raíces entre el campesinado, no siendo propiamente una guerrilla expedicionaria que va de una región a otra. Esta guerrilla, experimentaría dos periodos, ambos atravesados por las treguas y la desmovilización. El primero, a través del Frente Carlos Alberto Morales, antecedido por la acción política del PCC-ML durante la década de 1970. Con el asesinato de Óscar William Calvo en Bogotá en 1985, este frente retoma su nombre hasta 1991, año en que se desmoviliza en el occidente de Risaralda. A partir de ahí y como resultado de los desacuerdos con el gobierno nacional y la dirigencia, encabezados por Francisco Caraballo, la disidencia Óscar William Calvo emprendió una nueva etapa de la guerra local, que duraría más de quince años, hasta el 2006, año en que el Ejército terminó con la vida de alias Leyton.

Fuente: Diario del Otún [Pereira] jun. 28, 1991.

Figura 7 Dos miembros del EPL. 

En el marco del Estatuto de Seguridad, Quinchía fue noticia en los principales diarios del país, porque en marzo de 1979 se produjo la captura de varios líderes campesinos acusados de pertenecer a ese movimiento guerrillero.41 Las redadas masivas, en distintos ciclos de violencia política en Quinchía (en las décadas de 1970, y del 2000), van a convertirse en uno de los mecanismos de pacificación territorial más temibles, que reforzarán una vez más el viejo estigma de la zona como la Plaza Roja de Risaralda.

Durante los gobiernos de Belisario Betancur Cuartas (1982-1986) y Virgilio Barco Vargas (1986-1990), al tiempo que fracasaban los intentos de acuerdos de paz con las organizaciones guerrilleras, el narcotráfico experimentó una vertiginosa expansión por todo el país, incluyendo el Eje Cafetero. Una de sus características más recordadas fue la implementación de la denominada "guerra sucia" como refuerzo de la estrategia antisubversiva de las élites regionales.42 En ese contexto, en Riosucio (Caldas) y Quinchía (Risaralda), se estrenará la banda sicarial de Los Magníficos,43 cuya misión era liquidar las redes de apoyo del EPL, a sus simpatizantes y líderes de organizaciones políticas de oposición. En febrero de 1988, Los Magníficos irrumpieron en la zona urbana y rural de Quinchía, asesinando a cuatro miembros de la familia Tangarife, evento considerado el inicio de una serie de asesinatos selectivos contra dirigentes, líderes sociales y educadores del municipio. La retaliación no se hizo esperar. El periódico El Tiempo informó en su edición del 8 de noviembre de 1989 que un ataque dinamitero había sido perpetrado contra una "familia cafetera en Quinchía" y el "reconocido caficultor de la zona" Cirso Antonio Zuluaga Restrepo.44 Dos años después de haber sobrevivido al atentado, Cirso Zuluaga Restrepo sería capturado en Bogotá y El Tiempo lo presentaría como un sicario.45

La banda de Los Magníficos, integrada por cerca de 30 pistoleros,46 actuó gracias a la complicidad de algunas autoridades y en medio de la ofensiva de otras bandas sicariales al servicio del narcotráfico, dedicadas a extinguir la izquierda y, particularmente, a la Unión Patriótica.47 En principio sus asesinatos fueron asociados con las limpiezas sociales, sin embargo, en una entrevista se referencia que "Los Magníficos no hacían mucha limpieza en la zona rural porque esa la hacía la guerrilla [...] que regulaba a los cuatreros y expendedores de estupefacientes [...] e indagaban en la comunidad quienes eran los sospechosos".48 El paramilitarismo en Quinchía, y específicamente el caso de Los Magníficos puede inscribirse dentro de la tesis de los "núcleos mafiosos".49 Aunque generaron un tipo de violencia asociada a crímenes selectivos y venganzas, a diferencia de otros grupos paramilitares no usaron la masacre como estrategia de pacificación y de terror. No obstante, hicieron parte del nuevo repertorio criminal adoptado por la mafia antioqueña a través del sicariato moderno, el cual apeló al uso de armamento ligero y la retirada de los lugares donde cometían los homicidios.

Degradación, disputas y defensa de la vida y el territorio

Entre el 2001 y el 2013, Quinchía asistió a un proceso de degradación de la lucha insurgente y a las disputas entre la disidencia del EPL, el Bloque Central Bolívar y el Estado, así como la continuidad de la protesta popular. El punto nodal de esta lucha fue el paro nacional cafetero del 2013. Uno de los factores que, en principio, permitió cierta adhesión social entre el campesinado a las guerrillas en Quinchía fue la administración de justicia y la oferta de seguridad y convivencia permanente entre la comunidad que dicha guerrilla ofertaba. Sin embargo, esas mismas guerrillas, que alcanzaron cierto reconocimiento, fueron debilitadas "por valerse del secuestro de personas acaudaladas e influyentes en el occidente de Caldas".50 Entre los secuestros más recordados cometidos por esta agrupación están los de la educadora Cristina Echeverri Pérez, plagiada en cercanías al corregimiento de Irra, quien murió en manos de sus captores; y el del hijo del exrepresentante caldense a la Cámara, Oscar Tulio Lizcano, quien fue secuestrado a principios de mayo del 2006 y permaneció en poder de las FARC en el Chocó. De los 65 secuestros registrados en Risaralda entre el 2003 y el 2008 por el Observatorio de Memoria y Conflicto del CNMH, el 26 % se concentraron en Quinchía, seguido por Guática con 17 %. De estos, el EPL cometió 13 plagios, el ELN 13 y las FARC 11 secuestros. La muerte de alias Iván o El Flaco a finales del 2001, la captura en Pereira de Simón o El Viejo51 y la muerte de Jesús Chiquito Becerra, alias Leyton o El Verdugo del Pueblo,52 por el Ejército el 8 de julio del 2006, significarían un triste final para la organización del EPL.

En este proceso, el trabajo de "ablandamiento" militar contra el frente Óscar William Calvo y sus bases de apoyo, ejecutado por el Frente Cacique Pipintá de las AUC, Bloque Central Bolívar, sería definitivo. La estrategia contrainsurgente de este grupo se sintió en veredas, carreteras, puentes, pasos y corredores claves, creando una atmósfera de terror. Esta estrategia contrainsurgente en la Plaza Roja de Quinchía operaría un metabolismo por vía de las Águilas Negras tras la desmovilización del Frente Cacique Pipintá.

Tabla 1 Secuestros por municipio en el departamento de Risaralda (2003-2008). 

Municipio 2003 2004 2005 2006 2007 2008 Total
Apía 1 1 2
Balboa 1 1 2
Belén de Umbría 4 1 5
D/quebradas 1 1
Guática 8 2 1 11
La Celia 1 2 3
Mistrató 1 2 3
Pereira 3 2 2 7
Pueblo Rico 1 3 2 1 7
Quinchía 4 5 3 4 1 17
Santa Rosa de Cabal 2 1 1 2 6
Santuario 1
Total 17 16 13 10 7 2 65

Fuente: Elaboración propia a partir del Centro Nacional de Memoria Histórica. Observatorio de Memoria y Conflicto. Base de Datos, casos de secuestro, sep. 15 2018.

Fuente: "Tras la muerte de Alias 'Leyton', comandante del EPL, Quinchía respira tranquilidad", La Patria [Manizales] jul. 10, 2006.

Figura 8 Tras la muerte de alias Leyton. 

Lo cuestionable de ello fue que los medios de comunicación regionales y nacionales enunciaron con timidez lo que estaba pasando y no se preocuparon por auscultar de modo independiente los sucesos ocurridos entre el 2002 y el 2006, que cobraron 158 víctimas. Mucho menos establecieron nexos entre las muertes selectivas contra campesinos anónimos y la captura masiva y arbitraria en septiembre del 2003.53 Los dirigentes de los partidos políticos del departamento no se pronunciaron en contra de la actuación deliberada de los paramilitares, quienes actuaron a sus anchas en este territorio.

Fuente: Archivo personal de un promotor de cooperativas agrarias en el municipio de Quinchía. Entrevista personal. Quinchía: mar. 23, 2019.

Figura 9 Panfleto amenazante del autodenominado Grupo Emergente Las Águilas Negras en Quinchía (2008). 

El paramilitarismo en la región de Caldas y Risaralda, como ocurrió en otras zonas del país, no fue exclusivamente un fenómeno de carácter militar en zonas pobres,54 sino de pacificación territorial que creció y se posicionó por efecto de la cooptación del Estado y de sectores influyentes regionales. Es por esto que puede comprenderse cómo Quinchía, a dos horas y media de recorrido por carretera pavimentada desde Pereira, la capital del departamento, con sus veredas interconectadas por electricidad, con telefonía y una red de carreteras veredales aceptable, fue blanco de esta pacificación. Antes de que el Bloque Central Bolívar tuviera impacto en Risaralda y Caldas, hacia finales de 1998 las autoridades habían reportado y confirmado la existencia de un grupo armado en el Municipio de Belén de Umbría, el cual se autodenominó Muerte a Guerrilla Organizada (MAGO). Su objetivo se centró en el asesinato de labriegos acusados de ser guerrilleros y contó con el apoyo de comerciantes, narcotraficantes, cafeteros, ganaderos, transportadores y cañicultores, quienes se habían declarado víctimas del asedio extorsivo de la guerrilla. Desde 1998 hasta el 2006, la estructura político-militar del Bloque Central Bolívar, liderada por Carlos Mario Jiménez, tuvo en su satélite el Frente Cacique Pipintá, su mejor aliado. Este grupo contrainsurgente emprendió como estrategia la intimidación a la población mediante la distribución de panfletos donde amenazaban y lanzaban ultimátum, con un fuerte tinte moralista, a "políticos corruptos y clientelistas".

Aguadas y Anserma, pertenecientes a Caldas, pero en zona de influencia de Quinchía, fueron dos de los municipios más afectados por el Frente Cacique Pipintá. Algunas investigaciones resaltan que esto fue posible, además, porque Ernesto Báez o Iván Roberto Duque, uno de los comandantes del Cacique Pipintá, fue alcalde de La Merced.55 La libertad de movilidad con la que actuaron los paramilitares en Quinchía a comienzos del 2003 en las veredas Opiramá, El Retiro, El Cedral, Cartagueño, Sausaguá, Juan Tapao, Buena Vista, Mapura y el Corregimiento de Irra, estuvo en conexión con el imaginario regional de las élites de "asegurar un territorio clave para la inversión, por donde circula el 75 % de las exportaciones e importaciones del centro, norte y sur hacia el Puerto de Buenaventura".56

Fuente: Fotografía de Carlos Alfonso Victoria.

Figura 10 Casas abandonadas en vereda Juan Tapao. 

En la memoria de algunos de los pobladores entrevistados emerge el relato de que "la política de seguridad democrática y la confianza inversionista sirvieron de gancho para la llegada al territorio de compañías extranjeras como Anglo Gold Ashanti y B2Gold". De hecho, desde el 2004 estas empresas iniciaron actividades de socialización entre el campesinado asentado en la zona minera, y a partir del 2006, la exploración de yacimientos auríferos.57 Esto se acompañó de la creación de la Brigada Móvil N.° 14 en la vereda La Cumbre en el 2005, de una red de cooperantes a partir del pago de recompensas y del programa de soldados campesinos.

En Quinchía, como en otros tantos municipios, las actividades mineras han estado en el centro de los procesos de construcción y ordenamiento territorial, y el análisis de la larga duración del conflicto armado permite entrever que para ello algunos empresarios han agitado odios, empleado instrumentalmente la imagen de Plaza Roja y empleado la violencia para justificar la pacificación, mientras han tomado posesión de los recursos. Si las multinacionales exigieron seguridad, Quinchía es uno de los tantos ejemplos de lo que fue una política de pacificación para favorecer sus intereses. Los más impactados han sido, como lo manifiesta un líder minero de la zona, "las poblaciones campesinas de corregimientos como Batero, Naranjal, Irra, Santa Helena".58 La instalación de la Brigada Móvil N.° 14, constituida en cumplimiento de las políticas de seguridad democrática del primer mandato de Álvaro Uribe Vélez, fue calificada por el gobernador de entonces, Carlos Alberto Botero, como resultado una "alianza poderosa con el gobierno nacional".59 En el 2011, Botero en calidad de exgobernador y nuevo candidato a ese cargo, expresó su inconformidad por el retiro de la Brigada con la cual logró "recuperar la gobernabilidad y la tranquilidad ciudadana en los municipios del occidente de Risaralda".60

Un hecho que da cuenta del impacto alcanzado por la violencia económica en Quinchía es la reducción de asociaciones de pequeños mineros. Antes de su intensificación había 22 asociaciones; cuando muchos quisieron legalizarse conforme a las disposiciones del gobierno nacional solo quedaron 15 en pie.61 Las víctimas de los grupos paramilitares en la zona minera de Quinchía fueron señaladas de pertenecer a la guerrilla, como José Edgar Aricapa, un joven líder asesinado en el 2004 en la vereda Miraflores.

Las acciones del Frente Cacique Pipintá en la región no pueden verse aisladas de otras acciones concertadas y planificadas por parte de otros actores económicos, políticos y armados para apropiarse de los títulos mineros. De hecho, esa percepción quedó luego del forcejeo legal entre las asociaciones que resistieron a la coacción y criminalización, logrando recientemente formalizar y legalizar sus actividades de explotación ante el Estado colombiano. Desde el lado de los campesinos, y frente a todos los daños e impactos vividos, el futuro y la esperanza parecen estar del lado de una minería artesanal, tecnificada y a pequeña escala, así mismo en la protección del agua y la defensa de la pequeña caficultura, y, por supuesto en la movilización. De hecho, el paro del 2013, el cual derivó en fuertes enfrentamientos con la Fuerza Pública en Irra es una muestra de que la insubordinación social sigue latente.62 Este paro, que inició el 25 de febrero y concluyó el 8 de marzo del 2013, fue aprovechado por los mineros y cafeteros de Quinchía, en medio de los múltiples daños históricos, para exigir una vez más subsidios para compensar los bajos precios del café, los altos costos de producción y condiciones de vida y trabajo dignas para los pequeños mineros.

Fuente: Fotografía de Víctor Galeano.

Figura 11 Chucho Guevara en el paro agrario del 2013. 

A manera de cierre y aperturas

Desde finales del 2018, se avanza en el proceso de esclarecimiento y reconocimiento de las causas de la violencia y de la guerra vivida en los últimos sesenta años, a través de un mecanismo de justicia transicional, resultado del último proceso de paz, que es la Comisión de Esclarecimiento, Convivencia y No Repetición. Enfocar una parte de la mirada de esta Comisión sobre Quinchía como "caso significativo" en el noroccidente de Risaralda, puede resultar relevante para reconocer qué ha pasado históricamente en una zona donde el impacto del conflicto ha sido interpretado habitualmente como menor.63 A pesar de lo relativamente pequeño de su extensión territorial y de su población, Quinchía evidencia las marcas de la guerra colombiana de la última mitad del siglo XX, así como enormes daños históricos. Una de esas huellas la representa el exterminio sistemático de la oposición política, y uno de dichos daños, sin lugar a duda, es la usurpación del territorio indígena.

Son innegables la negación histórica y el silencio cómplice de medios de comunicación, de élites políticas y de empresarios, con respeto a lo ocurrido en esta zona del noroccidente de Risaralda. Esto resulta paradójico, dado que Quinchía fue de los primeros municipios que visitara en el año de 1958 la Comisión Investigadora, cuya misión fue recuperar lo ocurrido para tramitar un mejor porvenir durante el Frente Nacional. Las políticas de pacificación territorial, desde el Frente Nacional hasta las de la Seguridad Democrática, conservando las distancias temporales y las rupturas investigativas necesarias, han estigmatizado a muchos pobladores de Quinchía, amparadas en una imagen que condensa y atrapa la memoria de lo sucedido ahí: la de Plaza Roja. Los calificativos de "terroristas" y "auxiliadores de la guerrilla" nutren esa imagen y alimentan el prejuicio, la exclusión y la arbitrariedad.

En el contexto del departamento de Risaralda y del Eje Cafetero, la particularidad de Quinchía consistió en ser el único municipio donde se produjo una captura masiva como la ocurrida el 2003. El impacto de esto no fue menor en la memoria de sus habitantes. La captura masiva y la entrada del paramilitarismo en la región amplificaron aún más la práctica de los asesinatos selectivos, en paralelo con el desarrollo de las potencialidades mineras. La motivación de ello fue asegurar el territorio, limpiarlo de trazas rojas y quebrar la resistencia popular. Ciertas narrativas oficiales han leído lo ocurrido en el territorio durante varios periodos históricos como "hechos de alteración del orden público", despojando la interpretación de lo sucedido de sus raíces históricas y matices profundamente políticos. Esta ausencia de densidad explicativa de lo sucedido se ha traducido en otro imaginario de la zona, deshidratado políticamente, como un "remanso de paz" y "destino turístico".

El "micro-minifundio", como mínima unidad del régimen sobre la propiedad de la tierra, predomina en Quinchía hasta la actualidad. Esto tiene diversos efectos sobre el conjunto de la población. Ha estimulado una mayor democratización en la propiedad para los campesinos, ha robustecido sus organizaciones y fortalecido el trabajo comunitario. Lamentablemente con la agudización de la violencia entre el 2002 y el 2006, esos pequeños propietarios se vieron directamente afectados por el desplazamiento, los asesinatos selectivos, la estigmatización de las organizaciones, la guerra larvada de diversos actores, las presiones sobre los indígenas, la instalación arbitraria de capital transnacional y el despojo de los recursos naturales. El micro-minifundio es una marca de la memoria social de resistencia de la población ante el estigma histórico de "zona roja" promovido por las élites.

OBRAS CITADAS

I. Fuentes primarias

Publicaciones periódicas

Periódicos

Diario del Otún [Pereira] 1991, 2003 [ Links ]

El Diario [Pereira] 2017 [ Links ]

El Espectador [Bogotá] 1958 [ Links ]

El Expreso [Pereira] 2016 [ Links ]

El Tiempo [Bogotá] 1989, 1991, 2013 [ Links ]

Flecha Roja [Quinchía] 1921 [ Links ]

La Patria [Manizales] 2006 [ Links ]

La Tarde [Pereira] 1979, 2003 [ Links ]

Revistas

Dinero (2004) [ Links ]

Semana (1989, 2006) [ Links ]

Documentos impresos y manuscritos

Informe de Riesgo del 2009. Pereira: Defensoría del Pueblo de Risaralda, 2009. [ Links ]

Plan de Salvaguarda Pueblo Embera de Caldas. Supía: Consejo Regional Indígena de Caldas / Ministerio del Interior, 2011. Disponible en: http://observato-rioetnicocecoin.org.co/cecoin/files/PS%20Ember%C3%A1%20(Caldas).pdf. [ Links ]

Segundo Informe sobre la Situación de los Derechos Humanos en Colombia. OEA/Ser.L/v/11.84, oct. 14, 1993. Disponible en: http://www.cidh.org/countryrep/Colombia93sp/indice.htm. [ Links ]

Entrevistas

Alfredo Cardona Tobón. Entrevista personal. Pereira: mar. 22, 2019. [ Links ]

"Exalcalde del municipio de Quinchía". Entrevista personal. Quinchía: mar. 24, 2019. [ Links ]

"Exintegrante del EPL". Entrevista personal. Bogotá: oct. 6, 2015. [ Links ]

"Líder minero de Quinchía". Entrevista personal. Quinchía: mar. 24, 2019. [ Links ]

"Líder minero de Quinchía". Entrevista personal. Quinchía: oct. 31, 2019. [ Links ]

Mayores del Resguardo Escopetera y Pirza. Entrevista personal. Bonafont: nov. 1, 2019. [ Links ]

"Promotor de cooperativas agrarias". Entrevista personal. Quinchía: mar. 23, 2019. [ Links ]

"Testigo anónimo". Entrevista personal. Quinchía: nov. 4, 2014. [ Links ]

Otros medios

Botero, Carlos Alberto. Primer Simposio de Gestión de la Seguridad y la Convivencia, Pereira, Auditorio Fundación Universitaria del Área Andina, feb. 11 2013. Discurso. Disponible en: https://www.risaralda.gov.co/EmisoraRisaralda FM/descargar.php?idFile=20109. [ Links ]

Morris, Holman. "Contravía-Seguridad Democrática III (QUINCHÍA)", YouTube, subido por ContravíaTV, may. 25, 2012. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=AuwRKkgR3i M. [ Links ]

Verdad Abierta. Disponible en: https://verdadabierta.com/. [ Links ]

Centro Nacional de Memoria Histórica. Observatorio de Memoria y Conflicto. Base de datos, sep. 15 208. Disponible en: http://centrodememoriahistorica.gov.co/observatorio/bases-de-datos/Links ]

II. Fuentes secundarias

Acevedo Tarazona, Álvaro. "El símbolo de un Robín Hood vengador en el Occidente de Colombia". Revista de Ciencias Humanas 3 (2004): 45-66. [ Links ]

Appelbaum, Nancy. Dos plazas y una nación: raza y colonización en Riosucio, Caldas 1846-1948. Bogotá: Universidad de los Andes / Universidad del Rosario / Instituto Colombiano de Antropología e Historia, 2007. [ Links ]

Bedoya, Jineth et al. Blanco neutralizado. Bogotá: Intermedio, 2013. [ Links ]

Betancur, Darío y Martha L. García. Contrabandistas, marimberos y mafiosos: historia social de la mafia colombiana (1965-1992). Bogotá: Tercer Mundo Editores, 1994. [ Links ]

Calvo, Fabiola. EPL: diez hombres, un ejército, una historia. Bogotá: ECOE, 1985. [ Links ]

Cardona Tobón, Alfredo. Quinchía mestizo. Pereira: Fondo Editorial Gobernación de Risaralda, 1989. [ Links ]

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). La memoria nos abre camino. Balance metodológico del CNMH para el esclarecimiento histórico. Bogotá: Centro Nacional de Memoria Histórica, 2018. [ Links ]

Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). Tomas y ataques guerrilleros (1965-2013). Bogotá: Centro Nacional de Memoria Histórica , 2016. [ Links ]

Christie, Keith. Oligarcas, campesinos y política en Colombia. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1986. [ Links ]

Cortés, José David. La batalla de los siglos. Estado, Iglesia y religión en la Colombia del siglo XIX, de la Independencia a la Regeneración. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2016. [ Links ]

Díaz, José Abelardo. "Los brincos que da la vida: la trayectoria armada de Roberto González Prieto 1948-1963". Revista de Sociología y Antropología Virajes 19.1 (2017): 81-105. [ Links ]

Escuela Nacional de Formación Campesina. ANUC 29 años: la organización campesina por productos, intereses y necesidades. Bogotá: Enfoca, 1999. [ Links ]

Giraldo, Santiago. "Capitán Venganza: sociohistoire d'une guérilla rurale de l'Occident de Caldas, Colombie (1957-1961)". Tesis de maestría en Historia. París : Institut des Hautes Etudes de l'Amerique latine / Université Sorbonne Nouvelle París 3, 2017. [ Links ]

González, Fernán. Poder y violencia en Colombia. Bogotá: QDECOFI / CINEP, 2016. [ Links ]

González, Jorge Iván. "Economía y equidad en el Plan Nacional de Desarrollo 2010-2014: prosperidad para todos. Más empleo, menos pobreza y más seguridad". Revista de Economía Institucional 13.24 (2010): 303-326. [ Links ]

Hobsbawn, Eric. Rebeldes primitivos. Barcelona: Ariel, 1983. [ Links ]

Jaramillo, Jefferson. Pasados y presentes de la violencia en Colombia. Estudio sobre las comisiones de investigación 1958-2011. Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana, 2014. [ Links ]

Larson, Brooke. Indígenas, élites y Estado en la formación de las repúblicas andinas. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú / Instituto de Estudios Peruanos, 2002. [ Links ]

Londoño, Jaime. "El modelo de colonización antioqueña de James Parsons. Un balance historiográfico". Fronteras de la Historia 7 (2002): 187-226. [ Links ]

Londoño, Jaime. "Frontera y colonización en el norte del suroccidente colombiano: hacia una nueva agenda de investigación". Policromías de una región. Procesos históricos y construcción del pasado local en el Eje Cafetero. Pereira: Red de Universidades Públicas del Eje Cafetero, 2008. 181-206. [ Links ]

Mallon, Florencia. "Reflexiones sobre las ruinas: formas cotidianas de formación del Estado en el México decimonónico". Aspectos cotidianos de la formación del Estado. Eds. Gilbert M. Joseph y Daniel Nugent. México: Editorial Era, 2002. 105-142. [ Links ]

Muñoz, Federico Guillermo. "Los impactos del narco paramilitarismo sobre la convivencia. comunitaria en Aguadas, Caldas (1999-2006)". Revista de Paz y Conflictos 7 (2014): 279-309. [ Links ]

Ojeda, Diana. "War and Tourism: The Banal Geographies of Security in Colombia's 'Retaking'". Geopolitics 18.4 (2013): 759-778. [ Links ]

Olarte, Carolina. "From Territorial Peace to Territorial Pacification: Anti-Riot Police Powers and Socio-Environmental Dissent in the Implementation of Colombia's Peace Agreement". Revista de Estudios Sociales 67 (2019): 26-39. [ Links ]

Orrego Osorio, Estefanía y Natalia Uribe Tapasco. "La ineficacia de la justicia. Una captura masiva en el municipio de Quinchía, Risaralda". Tesis de grado en Derecho. Pereira: Universidad Libre de Colombia, 2015. [ Links ]

Ortiz, Carlos Miguel. Estado y subversión en Colombia: la violencia en el Quindío en los años 50. Bogotá: CEREC, 1985. [ Links ]

Palacios, Marcos. El café en Colombia, 1850-1970. Bogotá-México: El Colegio de México / Centro de Estudios Históricos, 2009. [ Links ]

Parra, Orlando. "El caldero del diablo. Aproximación al pasado y presente de la violencia y la paz en la historia de Quinchía, Colombia". Tesis de maestría en Historia. Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana , 2007. [ Links ]

Parsons, James. La colonización antioqueña en el occidente de Colombia. Bogotá: Banco de la República, 1961. [ Links ]

Pérez, Jesús María. Luchas campesinas y reforma agraria. Memorias de un dirigente de la ANUC en la costa caribe. Bogotá: Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo / Organización Internacional para las Migraciones / Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación / Grupo de Memoria Histórica, 2010. [ Links ]

Riaño, Pilar y María Victoria Uribe. "Construyendo memoria en medio del conflicto: el Grupo de Memoria Histórica". Revista de Estudios Colombianos 50 (2017): 9-23. [ Links ]

Sánchez, Gonzalo y Donny Meertens. Bandoleros, gamonales y campesinos. El caso de la Violencia en Colombia. Bogotá: El Áncora Editores, 1985. [ Links ]

Schuster, Sven. "Memoria sin historia: una reflexión crítica acerca de la reciente 'ola memorial' en Colombia". Metapolítica 21 (2017): 44-52. [ Links ]

Solano Peña, Aldemar. Boleta de captura. El fiasco de la Fiscalía. Pereira: S.E., 2011. [ Links ]

Uribe Flórez, Jorge Alberto. Quinchía. El renacer de un pueblo. Quinchía: J. A. Uribe Flórez, 2018. [ Links ]

Villanueva Martínez, Orlando. Pedro Brincos: el guerrillero implacable. El Líbano: Biblioteca Libanense de Cultura, 2015. [ Links ]

Victoria, Carlos Alfonso. "El olvido de los silencios negros 1880-1973". Tesis de maestría en Historia. Pereira: Universidad Tecnológica de Pereira, 2014. [ Links ]

Villarraga, Álvaro y Nelson Plazas. Para reconstruir los sueños: una historia del EPL. Bogotá: Fundación Cultura Democrática / Fundación Progresar / Col-cultura, 1994. [ Links ]

Zuluaga, Víctor. Vida, pasión y muerte de los indígenas de Caldas y Risaralda. Pereira: Colección Literaria Risaralda Cultural, 1995. [ Links ]

1 Este artículo es resultado de dos proyectos de investigación. El primero, Quinchía, una memoria de resistencia oculta entre montañas, realizado entre el 2014 y el 2015 con financiación de Colciencias y el apoyo de la estrategia pedagógica de los Grupos Regionales de Memoria Histórica del Centro Nacional de Memoria Histórica. El segundo, Persistencia de vínculos comunitarios y construcción de procesos de memoria y paz. El caso de Quinchía, en el Departamento de Risaralda, realizado entre el 2018 y el 2019 con financiación del Instituto Colombo Alemán para la Paz. Este proyecto se vinculó a dos grupos de investigación, Filosofía y Memoria (UTP) y Política Social y Desarrollo (PUJ). Como jóvenes investigadores estuvieron Isabel Cristina Castillo (UTP) y Juan Pablo Arciniegas (PUJ).

2Centro Nacional de Memoria Histórica. Observatorio de Memoria y Conflicto. Base de datos, sep. 15, 2008. Disponible en: http://centrodememoriahistorica.gov.co/observatorio/bases-de-datos/.

3Ecos de la categoría están en Carolina Olarte, "From Territorial Peace to Territorial Pacification: Anti-Riot Police Powers and Socio-Environmental Dissent in the Implementation of Colombia's Peace Agreement", Revista de Estudios Sociales 67 (2019): 26-39; Diana Ojeda, "War and Tourism: The Banal Geographies of Security in Colombia's 'Retaking'", Geopolitics 18.4 (2013): 759-778.

4Florencia Mallon, "Reflexiones sobre las ruinas: formas cotidianas de formación del Estado en el México decimonónico", Aspectos cotidianos de la formación del Estado, eds. Gilbert M. Joseph y Daniel Nugent (México: Editorial Era, 2002) 106.

5Esta noción de memoria histórica es tan fructífera como problemática, y no es interés del artículo discutirla a profundidad. Para ello, recomendamos, entre otros, ver Sven Schuster, "Memoria sin historia: una reflexión crítica acerca de la reciente 'ola memorial' en Colombia", Metapolítica 21 (2017): 44-52; Pilar Riaño y María Victoria Uribe, "Construyendo memoria en medio del conflicto: el Grupo de Memoria Histórica", Revista de Estudios Colombianos 50 (2017): 9-23.

6La alusión a un "caso significativo" no tiene la pretensión de situarse al mismo nivel de la figura analítica de "caso emblemático" utilizada por el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) en su etapa "fundacional formativa (2007-2011)". Recordemos que esta figura, no exenta de discusión, tuvo la intención de "condensar la complejidad" del conflicto entre 1964 y el 2005, acudiendo a mecanismos explicativos muy difíciles de lograr en un artículo como estos. Entre los mecanismos presentes en la noción de lo emblemático estaba: la ilustración de procesos, tendencias, hechos de crueldad, patrones de sistematización, causalidades, discursos y representaciones de parte de las víctimas y de los perpetradores, ejercicios de la violencia que sobrepasaban límites, marcos temporales y geografías disímiles, variaciones regionales y situadas en la perpetración de la violencia. CNMH, La memoria nos abre camino. Balance metodológico del CNMH para el esclarecimiento histórico (Bogotá: Centro Nacional de Memoria Histórica, 2018).

7James Parsons, La colonización antioqueña en el occidente de Colombia (Bogotá: Banco de la República, 1961). Un balance crítico está en Jaime Londoño, "El modelo de colonización antioqueña de James Parsons. Un balance historiográfico", Fronteras de la Historia 7 (2002): 187-226.

8Jaime Londoño, "Frontera y colonización en el norte del suroccidente colombiano: hacia una nueva agenda de investigación", Policromías de una región. Procesos históricos y construcción del pasado local en el Eje Cafetero (Pereira: Red de Universidades Públicas del Eje Cafetero, 2008) 181-206.

9Álvaro Acevedo Tarazona, "El símbolo de un Robin Hood vengador en el Occidente de Colombia", Revista de Ciencias Humanas 3 (2004): 45-66.

10Marco Palacios, El café en Colombia 1850-1970 (Bogotá-México: El Colegio de México / Centro de Estudios Históricos, 2009).

11Alfredo Cardona Tobón, Quinchía mestizo (Pereira: Fondo Editorial Gobernación de Risaralda, 1989); Víctor Zuluaga, Vida, pasión y muerte de los indígenas de Caldas y Risaralda (Pereira: Colección Literaria Risaralda Cultural, 1995); Carlos Alfonso Victoria, "El olvido de los silencios negros 1880-1973", tesis de maestría en Historia (Pereira: Universidad Tecnológica de Pereira, 2014).

12Nancy Appelbaum, Dos plazas y una nación: raza y colonizacion en Riosucio, Caldas 1846-1948 (Bogotá: Universidad de los Andes / Universidad del Rosario / Instituto Colombiano de Antropología e Historia, 2007); Keith Christie, Oligarcas, campesinos y política en Colombia (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 1986).

13 Carlos Miguel Ortiz, Estado y subversión en Colombia: la violencia en el Quindío en los años 50 (Bogotá: CEREC, 1985).

14Cardona 88-90.

15El saldo sangriento, según el informe oficial de los liberales, fue el siguiente: 90 muertos y 30 heridos del enemigo (conservadores) y 53 prisioneros. En las tropas caucanas hubo 21 muertos y 39 heridos. El comunicado fue suscrito por David Peña en calidad de Jefe de Estado de la Primera División de Reserva, Cardona 5153. La guerra de 1876-1877, aunque calificada de religiosa en sus orígenes, fue solo un detonante de otros conflictos. José David Cortés Guerrero, La batalla de los siglos. Estado, Iglesia y religión en la Colombia del siglo xix, de la Independencia a la Regeneración (Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, 2016) 400.

16Cardona.

17Brooke Larson, Indígenas, élites y Estado en la formación de las repúblicas andinas (Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú / Instituto de Estudios Peruanos, 2002) 31.

18Nos referimos a la desaparición de los resguardos de Tabuyo (Anserma), Tachiguí (hoy Belén de Umbría, Risaralda) y las dos terceras partes del resguardo de Supía y Cañamomo.

19Fue promulgada el 25 de noviembre de ese año y tenía como objeto "determinar la manera como deben ser gobernados los salvajes que vayan reduciéndose a la vida civilizada". Plan de Salvaguarda Pueblo Embera de Caldas (Supía: Consejo Regional Indígena de Caldas / Ministerio del Interior, 2011) 21. Disponible en: http://observatorioetnicocecoin.org.co/cecoin/files/PS%20Ember%C3%A1%20 (Caldas).pdf.

20Mayores del Resguardo Escopetera y Pirza, entrevista personal (Bonafont: nov. 1, 2019).

21Cardona.

22Cardona 72-74.

23Nos referimos a Emiliano Quintero, referenciado en Cardona 106.

24Un dato es diciente en este sentido: mientras en Quinchía solo había un antioqueño (guaquero de profesión) hacia 1884, de 14 mil habitantes en 1944, 6 mil eran antioqueños. Plan de Salvaguarda.

25Flecha Roja [Quinchía] oct. 29, 1921: 1.

26Cardona 120.

27Cardona 135.

28Cardona 141.

29Cardona 146.

30Orlando Villanueva Martínez, Pedro Brincos: el guerrillero implacable (El Líbano: Biblioteca Libanense de Cultura, 2015) 31; José Abelardo Díaz, "Los brincos que da la vida: la trayectoria armada de Roberto González Prieto 1948-1963", Revista de Sociología y Antropología Virajes 19.1 (2017): 81-105.

31Acevedo; Santiago Giraldo, "Capitán Venganza: sociohistoire d'une guérilla rurale de l'Occident de Caldas, Colombie (1957-1961)", tesis de maestría en Historia (París: Institut des Hautes Etudes de l'Amerique latine / Université Sorbonne Nouvelle París 3, 2017); Orlando Parra, "El caldero del diablo. Aproximación al pasado y presente de la violencia y la paz en la historia de Quinchía, Colombia", tesis de maestría en Historia (Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana, 2007).

32Se podrían insertar estos "mitos campesinos" dentro de la rebeldía social campesina de la década de 1960. Eric Hobsbawm, Rebeldes Primitivos (Barcelona: Ariel, 1983); Gonzalo Sánchez y Donny Meertens, Bandoleros, gamonales y campesinos. El caso de la Violencia en Colombia (Bogotá: El Áncora Editores, 1985).

33Alfredo Cardona Tobón, entrevista personal (Pereira: mar. 22, 2019).

34Jefferson Jaramillo, Pasados y presentes de la violencia en Colombia. Estudio sobre las comisiones de investigación 1958-2011 (Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana, 2014).

35El gobierno de Eduardo Santos, con su ministro de economía Jorge Gartner de la Cuesta, y con apoyo de notables liberales regionales como Otto Morales Benítez, concibieron como fórmula para resolver "el problema indígena" en Caldas, la disolución de los resguardos provenientes de la Colonia. Así, en 1943 se disolvieron los resguardos indígenas San Lorenzo y Escopetera Pirza en Riosucio, en 1948 el de Quinchía y en 1956 el de Guática; al tiempo que en los otros resguardos coloniales de Riosucio (La Montaña y Cañamomo Lomaprieta) se les dijo a los indígenas que debían sacar escritura pública de sus parcelas". Plan de Salvaguarda 22. En el largo plazo, las comunidades emberá y su territorio seguirán siendo víctimas. Un dato aterrador lo revela un informe del CRIDC, que señala que entre el 2001 y el 2008, esta comunidad fue víctima de 6 masacres, en las que resultaron asesinados 25 indígenas. Plan de Salvaguarda 89. El subregistro sobre las afectaciones a estas poblaciones es alarmante.

36Escuela Nacional de Formación Campesina, ANUO 29 años: la organización campesina por producto, intereses y necesidades (Bogotá: Enfoca, 1999); Jesús María Pérez, Luchas campesinas y reforma agraria. Memorias de un dirigente de la anuo en la costa caribe (Bogotá: Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo / Organización Internacional para las Migraciones / Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación / Grupo de Memoria Histórica, 2010).

37"Promotor de cooperativas agrarias", entrevista personal (Quinchía: mar. 23, 2019).

38También estaban las publicaciones albanesas y el periódico Granma que venía de Cuba.

39"Exintegrante del EPL", entrevista personal (Bogotá: oct. 6, 2015).

40Para ampliar la historia del EPL se recomiendan Fabiola Calvo, EPL: diez hombres, un ejército, una historia (Bogotá: ECOE, 1985); y Álvaro Villarraga y Nelson Plazas, Para reconstruir los sueños: una historia del EPL (Bogotá: Fundación Cultura Democrática / Fundación Progresar / Colcultura, 1994).

41El periódico La Tarde argumentó que "los privados de la libertad [...] en su mayoría son dirigentes campesinos oriundos de Quinchía y que se han destacado por su rebeldía desde la época de La Violencia y últimamente orientaron dos paros cívicos en procura del logro de reivindicaciones sociales". Aunque 15 de los 18 "sindicados" fueron puestos en libertad, tres de los líderes agrarios continuaron en poder de la Justicia Penal Militar en Bogotá: Jorge Uribe, Hernando Alarcón Carbonell y Evelio González. La Tarde [Pereira] mar. 8, 1979.

42Fernán González, Poder y violencia en Colombia (Bogotá: ODECOFI / CINEP, 2016) 398.

43Existen varias versiones sobre este nombre. Una que dice que deriva de una serie televisiva norteamericana que causó furor por esos años y la cual narraba la historia de cuatro excombatientes norteamericanos de la guerra de Vietnam al servicio de quien los necesitara. Otra achaca el nombre a uno de los equipos de fútbol patrocinados por su jefe. Bandas similares fueron Los Guantes Blancos y los Priscos. Para más información sobre el tema, ver Jineth Bedoya et al., Blanco neutralizado (Bogotá: Intermedio, 2013).

44El Tiempo [Bogotá] nov. 8, 1989

45El Tiempo [Bogotá] abr. 25, 1991.

46Segundo Informe sobre la Situación de los Derechos Humanos en Colombia del 14 de octubre de 1.993. OEA/Ser.L/V/II.84, oct. 14, 1993. Disponible en: http://www.cidh.org/countryrep/Colombia93sp/indice.htm. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos divulgaría una lista de 159 grupos de justicia privada durante los 10 años anteriores. Un juez sin rostro de Antioquia condenaría a diez integrantes de esta banda a 367 años.

47El Tiempo informaba lo siguiente: "En la larga lista de muertos figuran también setenta liberales que fueron acusados de ser simpatizantes del Frente Popular, vertiente política de izquierda acusada por organizaciones paramilitares de tener vínculos con el EPL". El Tiempo [Bogotá] nov. 8, 1989: 8a.

48"Testigo anónimo", entrevista personal (Quinchía: nov. 4, 2014).

49Darío Betancur y Martha L. García, Contrabandistas, marimberos y mafiosos: historia social de la mafia colombiana (1965-1992) (Bogotá: Tercer Mundo Editores, 1994).

50"Exalcalde del municipio de Quinchía", entrevista personal (Quinchía: mar. 24, 2019).

51El Expreso [Pereira] jun. 20, 2016.

52"El verdugo del pueblo", Semana 1264 (2006). Disponible en: https://www.semana.com/nacion/articulo/el-verdugo-del-pueblo/80063-3.

53Para un examen de lo que fue la Operación Libertad, su desarrollo y desenlace, existen diversas aproximaciones. Unas más anecdóticas, literarias y personales pueden verse en Aldemar Solano Peña, Boleta de captura. El fiasco de la Fiscalía (Pereira: s.e., 2011); y Jorge Alberto Uribe Flórez, Quinchía. El renacer de un pueblo (Quinchía: J. A. Uribe Flórez, 2018). Otras, más de denuncia, en "Mujeres víctimas de la Operación Libertad en Quinchía", Verdad Abierta, nov. 16, 2013. Disponible en: https://verdadabierta.com/muieres-victimas-de-la-operacion-libertad-en-quinchia; Hollman Morris, "Contravía-Seguridad Democrática ni (QUINCHÍA)", YouTube, subido por ContravíaTV, may. 25, 2012. Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=AuwRKkgR3iM. También como resultado de investigaciones con fines académicos, ver Estefanía Orrego Osorio y Natalia Uribe Tapasco, "La ineficacia de la justicia. Una captura masiva en el municipio de Quinchía, Risaralda", tesis de grado en Derecho (Pereira: Universidad Libre de Colombia, 2015).

54"Los Tapasco y parapolítica en Caldas", Verdad Abierta, mar. 8, 2010. Disponible en: https://verdadabierta.com/los-tapasco-y-la-parapolitica-en-caldas/.

55Federico Guillermo Muñoz, "Los impactos del narco paramilitarismo sobre la convivencia comunitaria en Aguadas, Caldas (1999-2006)", Revista de Paz y Conflictos 7 (2014): 279-309.

56Informe de Riesgo N.° 023 del 2009 (Pereira: Defensoría del Pueblo de Risaralda, 2009). Disponible en: https://slidex.tips/download/informe-de-riesgo-n-ai.

57A propósito, la publicación "El tiempo del oro", Dinero (2004). Disponible en: https://www.dinero.com/edicion-impresa/negocios/articulo/tiempo-oro/22s6Q, También ver Jorge Iván González, "Economía y equidad en el Plan Nacional de Desarrollo 2010-2014: prosperidad para todos. Más empleo, menos pobreza y más seguridad", Revista de Economía Institucional 13.24 (2010): 303-326.

58"Líder minero de Quinchía", entrevista personal (Quinchía: oct. 31, 2019).

59Carlos Alberto Botero, Primer Simposio de Gestión de la Seguridad y la Convivencia, Pereira, Auditorio Fundación Universitaria del Área Andina, feb. 11 2013. Discurso. Disponible en: https://www.risaralda.gov.co/EmisoraRisaralda FM/descargar.php?idFile=20109.

60"A recuperar la tranquilidad y gobernabilidad", El Diario [Pereira] nov. 7, 2019.

61"Líder minero de Quinchía", entrevista personal (Quinchía: mar. 24, 2019).

62"Enfrentamientos entre mineros y Policía en Risaralda", El Tiempo [Bogotá] jul. 17, 2013.

63Por ejemplo, esto resulta cierto si se revisan las cifras entre 1965 y el 2013 de tomas y ataques guerrilleros. CNMH, Tomas y ataques guerrilleros (1965-2013) (Bogotá: Centro Nacional de Memoria Histórica, 2016). Disponible en: http://www.centrodememoriahistorica.gov.co/informes-2016/tomas-y-ataques-guerrilleros-1965-2013. Sin embargo, si se revisan los datos del Observatorio de Memoria y Conflicto de esta misma institución, como lo hemos mostrado arriba, cambia la percepción.

Cómo citar este artículo Jefferson Jaramillo Marín, Alberto Antonio Berón Ospina y Carlos Alfonso Victoria Mena, "Pacificación territorial e insubordinación social en una 'Plaza Roja'. El caso de Quinchía, Colombia", Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura 47.2 (2020): 113-150.

Anexos

Anexo 1 Línea de tiempo sobre hitos de resistencia y violencia en el municipio de Quinchía (1851-2018). 

Fuente: Talleres con la comunidad realizados en septiembre de 2018.

Esta línea de tiempo, construida en septiembre de 2018 de forma colaborativa con la comunidad y triangulada con fuentes secundarlas, descaca los hitos de resistencia y violencia más representativos del municipio a lo largo de su historia

Anexo 2 Veredas de Quinchía más afectadas por el conflicto, 2002-2004. 

Fuente Sistema de Información Georreferenciada, Universidad Tecnológica de Pereira. 

Recibido: 15 de Julio de 2019; Aprobado: 28 de Noviembre de 2019

Creative Commons License Reconocimiento-SinObraDerivada 4.0 Internacional (CC BY-ND 4.0)