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Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura

versión impresa ISSN 0120-2456

Anu. colomb. hist. soc. cult. vol.47 no.2 Bogotá jul./dic. 2020  Epub 20-Mar-2021

https://doi.org/10.15446/achsc.v47n2.86177 

RESEÑAS

Augusto Javier Gómez López et al. Battista Venturello. Las huellas de un largo peregrinaje por territorios indígenas. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia / Universidad de los Andes, 2019. 258 páginas.

MARISOL GRISALES HERNÁNDEZ* 

* Universidad de los Andes. m.grisales271@uniandes.edu.co. Estudiante de doctorado en Historia


Este libro revela una cautivadora colección fotográfica que se encontraba hasta hace poco resguardada en un pesado y viejo baúl de la familia Venturello. El libro, coeditado por la Universidad Nacional de Colombia y la Universidad de los Andes, hace parte de la colección especial Sublimis, la cual, tal y como su nombre lo indica, tiene como objetivo la publicación de obras eminentemente extraordinarias. Al abrir y pasar sus páginas, el lector atraviesa una galería etnográfica y al internarse en la lectura de los textos, poco a poco encuentra y comprende el trasfondo histórico en el que Battista Venturello obtuvo estos registros. Venturello nació en el cantón de Piamonte italiano en 1900 y a sus 22 años salió de Turín en búsqueda de las selvas africanas, pero un cambio de rumbo lo llevó a América. Allí, recorrió varias regiones colombianas durante la primera mitad del siglo XX y, finalmente, se radicó en la ciudad de Cali. En la década de 1960 fue el fundador, de la mano de sus hijos, de la primera industria de antenas de televisión en el país.

Esta obra se inserta entre la ya vasta historiografía sobre literatura de viajes que se viene produciendo en el país. En esta podemos encontrar un interés especial por los análisis de expediciones científicas como la Expedición Botánica, la Comisión Coreográfica, pero también sobre los relatos y descripciones etnológicas de Joseph de Brettes, Gustav Bolinder, Theodor Koch-Grünberg, Richard Evans Schultes, entre otros. Sin embargo, este libro no habla de un científico, sino, tal como sus autores lo presentan, de un cazador, un explorador italiano, comerciante más que antropólogo, que con su cámara capturó la arquitectura, los usos y costumbres o, en otras palabras, la vida cotidiana y formas de sociabilidad de grupos indígenas tan diversos como los guahibos, los ikus, los tukanos, los motilones y los wayuu durante las primeras décadas del siglo XX.

Las seis huellas o apartados que componen el libro son una articulación de autoría de Battista Venturello que, en conjunto con varios escritos de Gómez, Moncada, Suarez y Molina recorren la ruta que atravesó el viajero desde el Vaupés, Meta-Vichada, pasando por la Serranía del Perijá (lo que los autores nombran como Motilonia), la Sierra Nevada de Santa Marta y La Guajira. De esta manera, el trabajo recoge diferentes fuentes primarias, especialmente publicaciones periódicas, fotografías elaboradas por el viajero europeo y otros documentos que se encontraban en el Archivo General de la Nación y en la prensa de la época. Hay que destacar que muchas de estas publicaciones de Venturello fueron realizadas en revistas y diarios en Venezuela, Argentina o Perú y que hasta el momento eran poco conocidas en Colombia. Esta apuesta metodológica les permitió a los coautores entrecruzar diferentes temporalidades y fuentes para dar cuenta del contexto histórico de diferentes comunidades indígenas que se encontraban en procesos de evangelización y colonización, pero también de la explotación de sus territorios y mano de obra nativa para la extracción de caucho, petróleo y carbón.

En la primera huella, Gómez reconstruye en primera persona el recorrido o peregrinaje de Venturello desde su salida de Turín (Italia) en 1922 con destino a África, hasta el cambio de rumbo que lo trajo a América en compañía de dos amigos. Allí atravesó Suramérica, pasando por Argentina, Chile, Bolivia, Perú, Ecuador, Brasil, Venezuela hasta Colombia, dejando atrás compañeros y esperanzas, por lo cual el lector entenderá por qué este viaje se convirtió en un peregrinaje. A su vez, Moncada complementa este apartado con un análisis sobre la mirada de Venturello como fotógrafo y explorador a través de la descripción de las fotografías, cámaras y materiales que este usó para el registro. Es una lástima que, ante un error editorial, esta sección haya quedado mal ensamblada y se presenten las páginas en forma desorganizada (pp. 15-35). En el segundo apartado, "Huellas por el Vaupés", Gómez hace uso de diversas fuentes históricas, relatos e informes de misioneros, comerciantes y agentes del Estado para abordar la problemática entre indígenas, traficantes de esclavos nativos y religiosos durante la formación de aldeas y la explotación de caucho en la Amazonía colombiana, específicamente, en el Vaupés desde mediados del siglo xix hasta la primera mitad del siglo XX.

En los apartados III y IV se reeditan dos artículos de Battista Venturello. El primero, sobre su viaje entre los indígenas del Meta, Vichada y Guaviare; y el segundo, entre los motilones. En estos textos, en forma de relato de viaje, Venturello describe las costumbres y formas de vida de las tribus indígenas que encontró a su paso, entre ellas los piapocos, los guahibos, puinave, tigreros y motilones. A diferencia de sus fotografías, distanciadas de la pose antropológica como sugieren los autores, los escritos de Venturello fueron publicados en revistas académicas y están estructurados al mejor estilo de los etnólogos de su tiempo. Por ello, no extrañan sus descripciones detalladas sobre el ritual mortuorio de los indígenas motilones de la Serranía del Perijá. A Venturello, al igual que a etnólogos como Bolinder, los sedujo el hecho de que estos indígenas tuvieran tres entierros y el tratamiento específico que se les daba a los cuerpos putrefactos a través de la momificación.

Estos dos apartados son complementados por un capítulo de Suárez y otro de Gómez. El primero aborda las relaciones entre indígenas, misioneros y colonos en la Comisaria del Vichada, entre 1960 y 1970. En este, la autora hace una descripción de las comunidades indígenas que habitan el Vichada, los procesos de fundación y colonización de los principales centros poblados y cómo estos procesos afectaron las territorialidades indígenas. Gómez, por su parte, analiza los conflictos por los territorios de los motilones originados por la extracción de petróleo y la colonización producto de esta industria en la Motilonia. La falta de pie de fotos en los originales dificultó la tarea de los investigadores. De ahí que se mantenga la confusión entre los indígenas de la Serranía del Perijá (yukpas) y los del Cerro Bobalí o Motilonia (barís), que fueron los directamente afectados por las compañías petroleras extranjeras, pues, durante la primera mitad del siglo XX ambos grupos eran denominados como motilones. Sin embargo, según las descripciones de Venturello y por las fotografías, es posible identificar que el explorador tuvo contacto con los indígenas yukpa de la Serranía del Perijá en el Magdalena, especialmente, con la tribu maraca, pero a pesar de sus deseos no logró penetrar la selva hasta el Catatumbo en el Norte de Santander, donde se encontraban los barí.

El apartado V, "Las Huellas por la Sierra Nevada de Santa Marta", contiene un artículo de Nathaly Molina sobre los cambios y formas de resistencia de los indígenas ikus ante el proceso de evangelización emprendido por los misioneros capuchinos desde la Colonia hasta 1982. En esa fecha, finalmente obtuvieron la titulación del primer resguardo indígena. Según la autora, este método de asimilación no solo modificó el espacio indígena con el establecimiento del centro poblado de San Sebastián de Rábago, sino que llevó al abuso de los religiosos y la desestructuración espiritual y sociocultural del grupo indígena. En el capítulo VI, Gómez y Molina abordan el contexto indígena de los wayuu en la Guajira, su geografía, las condiciones climáticas y, sobre todo, la explotación a la que se vio enfrentada la comunidad por la pesca de perlas, la introducción de misioneros, la extracción de carbón y el tráfico humano, desde el periodo colonial hasta el siglo XX. Frente a ello, los indígenas -mujeres y hombres- han mantenido una lucha incansable, constante e intensa por su independencia, lo cual les ha permitido crear alianzas y circuitos comerciales a través de los cuales se obtenía el contrabando de armas de fuego, municiones, textiles y otras herramientas para resistir la penetración colonizadora.

Este libro abre las puertas para futuras investigaciones, pues la fuente histórica aquí publicada está aún lejos de ser agotada y puede ser objeto de múltiples análisis. En la Biblioteca Luis Ángel Arango, en la sala de Libros Raros y Manuscritos, se encuentra la colección histórica de Battista Venturello. Esta colección está compuesta por 8 manuscritos que contienen rutas y relatos de viaje sobre sus travesías por el río Madre de Dios en el Perú y por el Río Negro en el Vaupés, los costos de viaje, un libro de cuentas con el registro de las ventas y compras, entre otros documentos de los consulados por los que atravesó en su paso por Brasil, Venezuela, Bolivia, Colombia y otros países de Latinoamérica. Además, un aspecto a destacar de dicha colección son las fotografías y los 950 negativos en blanco y negro, pues, como lo menciona Gómez, "el universo fotográfico construido por el explorador europeo, que consta de varios cientos de fotografías, constituye una valiosa, original e irrepetible memoria histórica y etnográfica que debe hacer parte del patrimonio fotográfico y cultural colombiano" (p. 19). En ellas sobresalen, por la cantidad y calidad, las fotografías de los indígenas de la Serranía del Perijá, hoy también conocidos como yukpas. Las fotografías publicadas en el libro abarcan el estilo del viajero que captó paisajes geográficos y culturales, retratos individuales y grupales de indígenas, misioneros, religiosas y campesinos interactuando en esos mismos espacios.

Los diferentes apartados de los autores, de manera sucinta, dan cuenta de los procesos de formación geográfica y cultural de las regiones por donde atravesó el explorador, como también de los conflictos y resistencias indígenas por mantener sus territorios y prácticas culturales. Sin embargo, al ser un primer acercamiento a la obra de Venturello, aún queda por reconstruir y analizar los viajes y experiencias propios del explorador. De ahí la necesidad de más investigaciones que ahonden en los discursos que se imprimen en las fotografías, al igual que en los textos escritos por el viajero. De su obra sería posible desentrañar las relaciones sociales entre indígenas y no indígenas, como misioneros y colonos, pero también las pugnas por el poder regional entre estos diversos grupos. Aún queda por analizar los intereses de Venturello al visitar estos territorios indígenas, sus conflictos con los misioneros, sus relaciones y alianzas con agentes estatales.

Además, la fotografía de Venturello permitiría problematizar la relación entre antropología e historia visual. Las imágenes reproducidas en el libro y los negativos del explorador fueron capturadas en la primera mitad del siglo XX, una fecha que coincide con el surgimiento y consolidación de la antropología en Colombia. De ahí que no sea raro encontrarse con imágenes exotizadas de lo indígena, que se debaten entre las visiones sobre civilización y salvajismo propias de los etnógrafos y viajeros de esa época. A pesar de ello, Venturello también cuestiona las ideas de lo bárbaro, a través de las cuales estos grupos eran representados. Por ejemplo, con la imagen en la que aparece un grupo de indígenas motilones quienes en medio de las risas juegan a flechar al explorador (p. 198). Hoy más que nunca nos hemos distanciado de la idea de la fotografía como un reflejo de la realidad, tal y como se entendió a finales del siglo XIX y principios del XX, optando por entender la fotografía como representación, en tanto traducción de la realidad. Según Nicholas Mirzoeff "ver no es creer, sino interpretar",1 de ahí que la fotografía sea un objeto de proyección donde también participa el observador y su cultura. Por lo tanto, este libro y la colección de Venturello son una invitación a revelar las representaciones que se produjeron de lo indígena y las formas en que la fotografía ayudó en la reproducción de narrativas de "verdad", estereotipadas al interior de la sociedad colombiana que consumía las postales e imágenes elaboradas por el explorador y otros etnógrafos de la época.

1 Nicholas Mirzoeff, Una introducción a la cultura visual (Barcelona: Paidós, 2003) 34.

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