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Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura

versão impressa ISSN 0120-2456

Anu. colomb. hist. soc. cult. vol.48 no.1 Bogotá jan./jun. 2021  Epub 28-Jan-2021

https://doi.org/10.15446/achsc.v48n1.91550 

Artículos

La profesionalización de la historia en Colombia. Jaime Jaramillo Uribe: contextos, trayectoria y corrientes historiográficas

The Professionalization of History in Colombia. Jaime Jaramillo Uribe: Contexts, Trajectory and Historiographic Currents

A profissionalização da histórica na Colômbia. Jaime Jaramillo Uribe: contextos, trajetória e correntes historiográficas

ALEXANDER BETANCOURT MENDIETA* 

*Universidad Autónoma de San Luis Potosí San Luis Potosí, México alekosbe@uaslp.mx


RESUMEN

El trabajo analiza la obra de Jaime Jaramillo Uribe en el contexto de la transformación de la disciplina histórica con la implementación de diferentes paradigmas de trabajo y de interpretación en la disciplina histórica a mediados del siglo XX. El texto también presta atención a su formación y a su labor como profesor y funcionario universitario para comprender su obra y, con ello, establecer algunas referencias que tuvo a mano al gestionar las condiciones para facilitar la institucionalización de la historia como una disciplina científica en el ámbito colombiano, con la creación del Departamento de Historia, la fundación del Anuario, la elaboración y publicación del Manual de Historia de Colombia. De esta forma, el artículo ofrece una perspectiva de análisis de la obra intelectual y gestión institucional de Jaime Jaramillo Uribe, y de cómo estas labores no solo fueron el resultado de la iniciativa personal, sino que también estaban vinculadas a las transformaciones que sufría la disciplina histórica a mediados del siglo XX, a las posibilidades que le brindó su trayectoria profesional y al conjunto de profesionales que se formaron a su lado y le ayudaron en la realización de estas iniciativas.

Palabras clave: historia cultural; historiador colombiano; historiografía; institucionalización; método histórico

ABSTRACT

This paper analyzes Jaime Jaramillo Uribe's work in the context of the transformation of history as a scientific discipline with the addition of different mid-twentieth-century work paradigms and interpretations of history. This paper also analyzes his path as professor and university official to comprehend his work and, thus, establish some references that he had in hand to facilitate the institutionalization of History as a scientific discipline, the foundation of the History Department and Anuario, and the publication of Manual de Historia de Colombia. Hence, this paper offers an analytical perspective of Jaime Jaramillo Uribe's intellectual work and institutional management, and how they weren't the result of only his initiative but they were also connected to History's transformation in mid-twentieth century, to the possibilities his professional journey gave him and all the professionals that were formed by his side and who helped him to carry out these initiatives.

Keywords: Colombian historian; historical culture; historical method; historiography; institutionalization

RESUMO

O trabalho analisa a obra de Jaime Jaramillo Uribe no contexto de transformação da disciplina histórica com a implementação de diferentes paradigmas de trabalho e interpretação na disciplina histórica em meados do século XX. O texto também presta atenção à sua formação e ao seu trabalho como professor e funcionário da universidade para entender seu trabalho e, com isso, estabelecer algumas referências que ele tinha à mão para facilitar a institucionalização da história como uma disciplina científica na esfera colombiana com a criação do Departamento de História, a fundação do Anuário, a preparação e publicação do Manual de Historia de Colombia. Dessa forma, o artigo oferece uma perspectiva de análise do trabalho intelectual e da gestão institucional de Jaime Jaramillo Uribe, e como estas não foram apenas o resultado da iniciativa pessoal, mas também estavam ligadas às transformações sofridas pela disciplina histórica em meados do século XX, às possibilidades oferecidas por sua carreira profissional e ao grupo de profissionais treinados, ao lado dele e o ajudou a realizar essas iniciativas.

Palavras-chave: história cultural; historiador colombiano; historiografia; institucionalização; método histórico

Introducción1

El principal problema al aproximarse a la obra de Jaime Jaramillo Uribe es enfrentar el peso emocional que tiene su figura entre los historiadores colombianos: "padre de la Nueva Historia"; "el historiador más importante de Colombia"; "Perhaps as important as his distinguished scholarship is the unique role that Jaime Jaramillo Uribe has played as a mentor and organizer".2 Un lugar central que, además, está plasmado en la recopilación y reedición de sus trabajos y en la creación de reconocimientos para otros historiadores que llevan su nombre. Este lugar central en el horizonte de las probables interpretaciones sobre la obra de Jaime Jaramillo Uribe obliga a reconsiderar la empresa de tratar de decir algo nuevo sobre su obra y su figura y, mucho más, intentar aportar datos o situaciones que no se hayan planteado ya con motivo de alguna otra actividad de rememoración sobre el ilustre historiador.

El más reciente homenaje a la obra de Jaime Jaramillo Uribe integró las páginas del Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura.3 En esta ocasión, Max S. Hering Torres, director y editor del Anuario, elaboró un editorial en el que retomó dos ejes que considera esenciales en la obra de Jaramillo Uribe: la creación del Departamento de Historia para la formación de historiadores y la fundación del Anuario para la divulgación de sus investigaciones. Hering hace énfasis en la gestión administrativa de Jaramillo Uribe para impulsar la profesionalización de la historia en Colombia en los años i960, como la apertura de la Sección de Historia de Colombia y de América en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Colombia en 1962 y el Departamento de Historia (1965). Para Hering este es uno de los aportes más significativos de Jaramillo Uribe porque la existencia de este espacio institucional sería el nicho de formación de los primeros historiadores profesionales en Colombia, y pasado el tiempo serviría de base para la apertura de la maestría en Historia (1984) y el doctorado en Historia (1995), labores que, además, tendrían como soporte la existencia del Anuario, fundado por el propio Jaramillo en 1963.4

Es interesante observar en estas consideraciones que Hering insiste en que el proceso de profesionalización de la historia no se debió solo a un esfuerzo individual. En esta empresa también estuvieron involucrados colegas y alumnos devenidos en colegas como Jorge Orlando Melo, Germán Colmenares, Hermes Tovar, Margarita González, Jorge Palacios, Víctor Álvarez, entre otros más, que impulsaron la apertura de cátedras para la formación de alumnos a través de las cuales circularon libros e ideas que dieron lugar a la fundación de más Departamentos para la enseñanza de las Ciencias Sociales y las Humanidades a nivel universitario, como el Instituto de Humanidades y Educación al que estaba adscrito el Departamento de Historia de la Universidad del Valle (1964); el Departamento de Historia de la Pontificia Universidad Javeriana (1969); el programa de Historia de la Universidad de Antioquia (1975), que sirvió como referencia para crear el Departamento de Historia en la Facultad de Ciencias Humanas (1980). Estos espacios institucionales crearon las condiciones para organizar actividades académicas como los congresos de Historia que comenzaron con el Primer Seminario de Historia en la Universidad Nacional en 1977, el cual sería tomado como antecedente para el evento que se organizó dos años después con el nombre de II Congreso Colombiano de Historia realizado en la Universidad del Valle. Además, el conjunto de estas actividades daría pie a la publicación de libros y revistas especializadas que permitieron el surgimiento del historiador profesional en el medio institucional colombiano de los años 1970 en adelante.5

Los avatares de la fama

El segundo eje en el que se enfoca Hering sobre el legado de Jaramillo Uribe es que el acto más importante para recordarlo es discutir su obra. Coincido en este punto, aunque no tanto con el título del editorial: "sin prisiones historiográficas" porque los escritos de Jaramillo Uribe, en particular los estudios sobre la demografía prehispánica y el mestizaje, suscitaron, desde el momento mismo de su publicación, la discusión entre sus alumnos que llevó a Jaramillo a corregir y ajustar sus datos y argumentos.6 Una actitud así está lejos de las pretensiones que tuvo, por ejemplo, la obra de José Manuel Restrepo y la forma como fue recibida por sus lectores decimonónicos y cómo fue entronizada como el relato por excelencia acerca del origen de la nación por la Academia Colombiana de Historia en el siglo xx. En este sentido, el trabajo de Adolfo León Atehortúa Cruz, Germán Colmenares: una nueva historia (2013), da señales sobre la necesidad de establecer un diálogo crítico con las tradiciones de escritura en el ámbito de la formación de los historiadores profesionales y de los avances de la investigación histórica como ocurre con la ausencia de la obra de Germán Colmenares en los contenidos de los programas de pregrado en historia.

El libro de Atehortúa abre con un prólogo de Jorge Orlando Melo que describe una práctica en las formas de escribir historia actualmente y comienza por la descalificación ritual y despersonalizada de las interpretaciones pasadas acompañada de la tendencia a citar poco a los predecesores. Estas "formas de hacer historia" hacen énfasis en la especialización a través de temas "inesperados o curiosos", el uso de un lenguaje excluyente y la integración a unas políticas de publicación en las que importa poco ser leído y se valora más ser reconocido en un sistema formal de evaluación. Una forma de trabajar que descarta el interés por relacionar campos concretos con perspectivas globales; un panorama al que, concluye Melo, le vendría bien establecer un diálogo crítico con autores como Jaramillo Uribe y Colmenares.7

Atehortúa constata que los estudiantes de Historia no conocen la obra de Germán Colmenares. Es decir, los estudios que realizó Colmenares no hacen parte de los cursos regulares que toman en sus programas y, por lo tanto, no son una referencia para la realización de los trabajos que hacen los alumnos dentro de su formación e inclusive para obtener el título profesional o el grado de especialización. Por supuesto, sería absurdo pretender que todas las investigaciones y las conclusiones de Jaramillo Uribe y de Colmenares, o de otros tantos autores en la escritura de la historia en Colombia, tengan que ser aceptadas hoy. Esto es improbable en una disciplina que, como todas las disciplinas científicas, tienen como base interrogar las interpretaciones que existen sobre el pasado. Pero también vale aclarar que este cuestionamiento debería partir del conocimiento de los trabajos previos, y no de la descalificación fundada en posiciones anacrónicas y alejadas de procedimientos científicos. Ampliar el conocimiento del pasado debería comenzar por un diálogo crítico con la tradición disciplinar. Tales consideraciones justifican el llamado que hace Atehortúa a los responsables de los departamentos de Historia para reflexionar sobre los conocimientos básicos en la formación de los historiadores profesionales y cómo se relacionan sus propios trabajos con los esfuerzos previos, para establecer qué visión hay en estos departamentos sobre la propia disciplina y sus desarrollos.

En esta dirección, y en complemento de los aspectos señalados por Hering, considero que es necesario abordar la obra de Jaramillo Uribe en un momento de la transformación de la disciplina histórica. Me refiero específicamente a la necesidad de prestar atención a su formación y al contexto en el que desarrolló su trabajo profesional, para con ello identificar algunas referencias que tuvo a mano para realizar las gestiones relacionadas con la institucionalización de la historia como una disciplina científica en el ámbito colombiano.

La formación profesional y los espacios institucionales

Jaime Jaramillo Uribe no fue un historiador de profesión. Esto no puede ser tomado como una descalificación de su trabajo o de su persona. Más bien pone en perspectiva su situación como un ciudadano colombiano de la década de 1930 que no tenía la posibilidad de formarse como historiador profesional porque esa alternativa no existía en la oferta educativa de la época; tampoco estaba en los intereses del joven, que saciaba su curiosidad intelectual por iniciativa personal y no tanto por las posibilidades de formación que podía ofrecerle la ciudad de Pereira a principios de los años de 1930. Jaime Jaramillo terminó sus estudios secundarios en 1937 en la Escuela Normal Central de Institutores en Bogotá, donde obtuvo un diploma como "institutor", que lo habilitaba oficialmente para ser profesor en el nivel de educación primaria. Dos años después obtuvo el diploma como "bachiller superior" de la Escuela Normal Superior, que lo facultaba para ser profesor en la educación secundaria, y en 1941 le fue expedido el diploma como "licenciado" en Ciencias de la Educación de la Escuela Normal Superior, que lo habilitó para enseñar en el ámbito universitario.8

El proyecto de la Escuela Normal Superior tenía el propósito de transformar la educación a partir de la formación de profesores con metodologías modernas y una sólida capacitación en una de las cuatro áreas disciplinares que hacían parte de su oferta académica: Ciencias Naturales (biología, botánica y zoología); Matemáticas y Física; Filología y Lenguas; y Ciencias Sociales (sociología, historia, economía y etnología). La planta de profesores contó con especialistas nacionales y extranjeros que se radicaron en Colombia a raíz de las oportunidades que ofrecieron los gobiernos liberales colombianos a reconocidos expertos en diferentes ramas del saber en la coyuntura de la Guerra Civil en España y el ascenso del fascismo en Europa. Entre ellos estaban Paul Rivet (1876-1958), que llegó a Colombia en 1940; Luis de Zulueta (1878-1976), que llegó en 1936; Justus W. Shottelius (1892-1941), que arribó a Colombia en 1938; José María Ots Capdequí (1893-1975), que llegó en 1939; Pedro Urbano González de la Calle (1879-1966), que se instaló en 1939; entre otros más.9 El recién graduado Jaramillo Uribe se integró a la planta docente de la Escuela Normal desde 1941 como profesor de sociología y director de prácticas pedagógicas en el Instituto Nicolás Esguerra, entidad anexa a la Escuela Normal. En el marco de estas labores, su interés por formarse en Derecho se mantuvo como una opción. Fue así como inició estudios en esta disciplina en las instalaciones de la Universidad Externado de Colombia, pero los horarios de sus cursos no eran compatibles con sus obligaciones en la Escuela Normal. Por ello, optó por inscribirse en la Universidad Libre, donde adelantó cursos de Derecho y realizó un trabajo de tesis titulado "Aspectos sociales del Primer Censo Industrial de Colombia", con el cual obtuvo el título como doctor en Derecho y Ciencias Sociales en junio de 1951.10

Una de las prácticas de la Escuela Normal para completar la formación de sus egresados y profesores fue la promoción de actividades de especialización mediante convenios diversos o con el apoyo de los profesores extranjeros que estaban vinculados a la institución. Fue así como en 1946 seis profesores de la Escuela Normal Superior fueron designados para ser beneficiarios de unas becas concedidas por el gobierno de Francia para adelantar estudios de especialización en aquel país. De este grupo hizo parte Jaramillo Uribe, quien viajó hacia el París de la posguerra en noviembre de 1946 para iniciar cursos como estudiante de Lettres et Etudes Politiques en la Faculté des Lettres de la Université de París a principios de 1947 (figura 1) bajo la tutoría del sociólogo George David, discípulo de Durkheim, y el asistente del profesor David, François Borricaud. Jaramillo se inscribió en los cursos que ofrecía la Faculté con Albert Bayet (sociología), Jean Wahl y Gastón Bachelard (filosofía), y en los cursos que ofrecía el Institut d'Etudes Poli-tiques con Pierre Renouvin (historia moderna), André Siegfred (geografía económica), Edmond Vermeil (filosofía alemana) y Charles Morazé (historia económica). Además, asistió por iniciativa propia a los cursos de Georges Gurvitch (sociología) y Max Sorre (geografía) en el Centre National de Recherche Scientifique.11

Fuente: Archivo Familiar de Jaime Jaramillo Uribe (AJJU), Bogotá, Fondo J. J. Uribe, Identificación y Notariales.

Figura 1 Carte d'Etudiant 1946-1947, Université de Paris, Faculté des Lettres. 

Es interesante notar en estas referencias que la Historia como disciplina específica no era la parte central de los intereses formativos de Jaramillo Uribe. Es evidente que su atención estaba en la sociología y la filosofía, inclusive en la geografía, temas a los que dio un importante lugar desde su formación en la Escuela Normal como lo resalta la presencia destacada que dio en sus Memorias a las figuras de Pablo Vila (1881-1980) y Ernesto Guhl (1914-2000). En este sentido, Jaramillo Uribe no fue un epígono de la escuela de los Annales como lo podría sugerir su experiencia formativa francesa y como indicarían historiadores como Jorge Orlando Melo:

Jaramillo estuvo fuera de Colombia durante buena parte de los años inmediatos a la postguerra. Seria extraordinario poder contar algún día con una memoria intelectual de su proceso de formación, en el que podamos advertir la forma como la experiencia europea contribuyó a la formación de su visión. La Francia de 1946 a 1948, en la que maduraban y se imponían filósofos como Sartre pero, un poco más calladamente, construía su hegemonía como guía del trabajo histórico la revista que había dirigido Marc Bloch y estaba ahora bajo la dirección de Lucien Febvre y Fernand Braudel, Los Anales.12

Sin duda, Jaramillo fue un conocedor de aquella forma de hacer historia, pero no se formó bajo la dirección de alguno de sus profesores más reconocidos. Al respecto, el modo de comprender los procesos históricos en la práctica profesional de Jaramillo Uribe recae en este tipo de experiencias personales, en la formación que tuvo y en sus incursiones bibliográficas a partir de una curiosidad intelectual que sustentó la actitud de estar al tanto de las novedades en ciencias sociales y humanidades como, por ejemplo, asistir al seminario que impartió José Medina Echavarría en la Universidad Nacional de Colombia sobre Economía y Sociedad de Max Weber, o a sus ejercicios de lectura sobre la obra de Karl Marx.13

La valoración de los logros de la Escuela Normal Superior enfrentó la miopía de la ideología. Las coyunturas políticas de fines de los años 1940 llevaron a que los esfuerzos para modernizar la educación colombiana que se concretaron con la Escuela Normal Superior encontraran la férrea descalificación desde los proyectos políticos en oposición a los gobiernos que las implementaron. Por lo tanto, en la primera oportunidad que tuvieron, los líderes políticos conservadores como Laureano Gómez y quienes simpatizaban con ellos, como los rectores de la Escuela Normal Superior: Rafael Tovar Ariza y Antonio Andrade Crispino, así como el ministro de Educación del gobierno de Laureano Gómez, Rafael Azula Barrera, desmontaron estas propuestas y cerraron las instalaciones, no solo las de una edificación sino también a las posibilidades de acceso al mundo laboral de sus egresados.14 Cuando Jaime Jaramillo regresó a Colombia en marzo de 1948, el rector de la Escuela Normal, Rafael Maya, le informó que no sería reincorporado a su cargo como profesor de la institución. Por eso, tuvo que vincularse como empleado de la Revisoría Fiscal de Instituciones Oficiales de Crédito y Fomento por espacio de dos años. También trabajó un año como subdirector del periódico El Liberal, que cerró a fines de 1951, y concluyó sus estudios de Derecho para ejercer por seis meses como abogado.15

En 1950, Jaramillo Uribe recibió la oportunidad de vincularse al Instituto de Filosofía de la Universidad Nacional de Colombia, por iniciativa de su director Cayetano Betancur, para que fuera profesor de tiempo completo e impartir los cursos de historia moderna y de historia de Colombia en el año preparatorio que estableció la Universidad Nacional para los estudiantes de nuevo ingreso.16

La vinculación con la universidad: el profesor universitario

A partir de 1950 comenzó la trayectoria más conocida de Jaramillo Uribe sobre la cual es poco lo que se puede añadir. Sin embargo, considero que hay dos aspectos para tener en cuenta en esa trayectoria como profesor universitario previa o contemporánea a las gestiones institucionales para los primeros pasos en la profesionalización de la disciplina histórica en Colombia. El primero de estos aspectos tiene que ver con las posibilidades que tuvo Jaramillo Uribe de asistir a diferentes actividades académicas en representación de la Universidad Nacional, como invitado a varios proyectos editoriales y como representante de Colombia ante organismos internacionales. Estas actividades facilitaron las posibilidades de intercambiar ideas y conocer las coyunturas de la disciplina histórica mediante el diálogo con los historiadores que le fueron contemporáneos en otras partes del continente y que, en esos momentos, impulsaban en sus respectivos países la renovación de la escritura de la historia nacional como Jorge Basadre (1903-1980), José Luis Romero (1909-1977), Silvio Zavala (1909-2014), Arturo Ardao (1912-2003), entre otros más. Quiero ejemplificar esta situación con la participación de Jaramillo Uribe en la Comisión de Historia del Instituto Panamericano de Geografía e Historia (IPGH), en donde tuvo la posibilidad de coincidir con otros colegas del continente (figura 2).17

Fuente: AJJU, Bogotá, Fondo J. J. Uribe, Personales y Familiares.

Figura 2 Jaime Jaramillo Uribe con Arturo Ardao (izquierda) y José Luis Romero (derecha). Teotihuacán, México, 1962. 

La Comisión de Historia del IPGH en las décadas de 1950 y 1960 organizó múltiples actividades en las que Jaramillo Uribe participó como profesor de la Universidad Nacional y como representante de Colombia. Por ejemplo, en 1953 estuvo en el I Congreso Latinoamericano de Filosofía y Filosofía de la Educación realizado en Quito.18 También participó en la mesa redonda sobre el Movimiento Emancipador de Hispanoamérica en Caracas en 1960;19 en el Cuarto Congreso Internacional de Historia de América que se celebró en Buenos Aires en 1966;20 y como representante de Colombia en la Sexta Reunión de Consulta de la Comisión de Historia del Instituto Panamericano de Geografía e Historia que se realizó en 1965 en Guatemala; entre otras participaciones.21

En la estructura de la Comisión de Historia del IPGH estaba el Comité de Historia de las Ideas de América que se creó en la Primera Reunión de Consulta de la Comisión de Historia del IPGH (1947) bajo la dirección de Leopoldo Zea (1912-2004). El Comité tenía como uno de sus propósitos financiar la realización de trabajos de investigación sobre historia de las ideas en los diferentes países de América.22 A través del IPGH, el presidente del Comité gestionó ante The Rockefeller Foundation los recursos para asignar becas a individuos que estuvieran trabajando sobre historia de las ideas en sus respectivos países. La beca serviría como estímulo para la realización y conclusión de la investigación y se asignaría una vez que la persona contactada hubiera aceptado participar en dicha actividad.23 The Rockefeller Foundation respondió positivamente a estas gestiones en septiembre de 1951 y permitió al Comité establecer diferentes compromisos con investigadores de todo el continente que dieron lugar a la serie de libros sobre historia de las ideas que publicó el Fondo de Cultura Económica en la colección Tierra Firme.24 En este contexto, Leopoldo Zea envió una carta a Jaime Jaramillo Uribe en la que le propuso:

hacer una historia de las ideas contemporáneas de su país [...] será un libro cuya finalidad tendrá que ser una intercompenetración de nuestros países. Para ello, se procurará situar las ideas de su país en relación con aquéllos otros en que alguna forma tiene una especial influencia sobre Colombia y situarlo además dentro de este movimiento, del cual usted forma parte, que se está extendiendo en toda la América Hispana. Sería un libro de unas 200 a 250 páginas.25

En esta propuesta estaba el ofrecimiento de un contrato-beca con la "única obligación" de enviar un informe mensual sobre la marcha del trabajo, que sería remitido a la Fundación, y la entrega de la obra en un plazo de un año con posibilidades de una extensión de tres meses más. El contrato entre el IPGH y Jaramillo Uribe se firmó en enero de 1952. Jaramillo envió, al menos, un informe del avance del trabajo y recibió los pagos establecidos en el contrato. Sin embargo, de acuerdo con la correspondencia consultada, el anuncio del envío de los originales del libro de Jaramillo Uribe está registrado en agosto de 1956. También es importante reseñar que el informe que presentó el Comité de Historia de las Ideas en la Sexta Reunión de Consulta de la Comisión de Historia indicaba que "por falta de fondos no ha sido posible editar las obras referentes a la Historia de las Ideas en Cuba y Colombia, elaboradas por los doctores Jaime Jaramillo Uribe y Humberto Piñera Llera".26 Esta desafortunada situación impide determinar si se llegó a ella por retrasos en la entrega de los manuscritos o por el incumplimiento del IPGH, o a una combinación de ambos factores, que privó de mayor circulación a una de las principales obras de Jaramillo Uribe: El pensamiento colombiano en el siglo XIX (1964).

El segundo aspecto para considerar en esta dimensión de Jaramillo Uribe como profesor universitario, tiene que ver con las posibilidades que tuvo para fungir como especialista, responsable de cursos, de conferencias y de asesorías a alumnos en universidades fuera del país. Por ejemplo, Jaramillo fue profesor visitante en la Sección Hispánica del Institut für Romanistik de la Universitát Hamburg (1954-1957), donde ofreció dos cursos -uno sobre la sociedad latinoamericana en la literatura (1954) y otro sobre historia económica latinoamericana con énfasis en Colombia (1955-1956)-; además, impartió una serie de conferencias en diferentes ciudades alemanas donde existían estudios románicos con interés en literatura española e hispanoamericana: Frankfurt, Marburg, Berlín y Bonn. Jaramillo Uribe también tuvo la oportunidad de ser profesor visitante en el Center for Latin American Studies de la Vanderbilt University, en Nashville, Tennessee (1967-1968), de cuya actividad quedó el testimonio visual de la fotografía adjunta (figura 3), y, posteriormente, cuando ejercía las funciones docentes y administrativas en la Universidad de Los Andes, sería profesor visitante en el St. Antony's College de la University of Oxford y realizaría una estancia de investigación en el Archivo de Indias en Sevilla (1975).27

Fuente: AJJU, Bogotá, Fondo J. J. Uribe, Personales y Familiares.

Figura 3 Jaime Jaramillo Uribe en Vanderbilt University. Nashville, Tennessee, 1969. 

El trabajo como profesor universitario también estuvo relacionado con las experiencias de índole administrativa, ya que Jaramillo Uribe tuvo responsabilidades como funcionario universitario al ejercer la Secretaría Académica de la Universidad Nacional de Colombia entre 1958 y 1960, y la decanatura de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional entre 1962 y 1966. En este último periodo se dio la reforma universitaria que reorganizó la estructura interna de la Universidad, dentro de la cual surgió la Facultad de Ciencias Humanas, de la que Jaramillo Uribe fue su primer director, y el Departamento de Historia en dicha Facultad.

Las experiencias de vinculación con el ámbito académico internacional, tanto de América Latina, los Estados Unidos y algunos países de Europa, y las posibilidades que daba el conocimiento como funcionario universitario, permitieron a Jaime Jaramillo Uribe estar en contacto con los desarrollos internacionales de la disciplina tanto a nivel temático como a nivel institucional. Por eso, considero que la iniciativa de crear un departamento universitario para la formación de historiadores, el modo de estructurarlo y la creación de una revista especializada en temas históricos deben estar ligados a estas referencias.

La escritura de la historia en Colombia

La vida universitaria en el extranjero y los modos de escribir y enseñar la historia podían contrastarse con el desarrollo de la escritura de la historia en Colombia, donde predominaban las "formas de hacer historia" de Germán Arciniegas (1990-1999), Indalecio Liévano Aguirre (1917-1982) y la Academia Colombiana de Historia. Según Germán Colmenares:

Todo el mundo sabe que la investigación histórica en Latinoamérica es una actividad que se desarrolla marginalmente en academias, cuya función principal es la de definir la oportunidad de conmemoraciones patrióticas y cuyos miembros son llamados para premiar actividades intelectuales más o menos indefinidas en el periodismo o en la política. Los Estados no han creado centros de investigaciones históricas en los que se discuta el carácter científico de esta práctica. Por ende, la Universidad parece atenida a los someros resultados de las academias, sin que tampoco cuestione verdaderamente los resultados que son un producto ideológico. Para superar esta situación se hace necesario afirmar una y otra vez el carácter de la historia como ciencia y como ciencia social.28

Las instituciones existentes que ofrecían opciones para la formación y enseñanza de las ciencias sociales y las humanidades durante la primera mitad del siglo XX en América Latina no tenían la especificidad de los saberes. La escritura de la historia era parte de las convenciones narrativas y las prácticas sociales que articulaban al mundo letrado en América Latina desde el siglo XIX. El uso principal del conocimiento del pasado era construir un relato para justificar el sujeto unificador, la nación, a la que se debía ofrecer lealtad, compromiso y fe; el relato de la historia servía para crear vínculos afectivos entre el presente y el pasado a través de un panteón común de hechos y personajes que permitían fraternizar a los habitantes del territorio nacional mediante un pasado común de luchas compartidas y el reconocimiento a ciertas instituciones. La utilidad del pasado bajo esta concepción se impuso mediante la narración centrada en la nación: su origen, sus crisis, sus redenciones, sus grandezas; elementos reiterados en las ceremonias establecidas en el calendario cívico, la exposición de imágenes de los héroes de la patria, la consagración de lugares como referentes de la historia nacional y, a medida que se construía un sistema educativo nacional, la escuela difundía esa narrativa canónica de la nación. El proceso de elaboración del relato en sí mismo quedó en un segundo plano como una actividad individual, propia del trabajo intelectual del hombre de letras interesado en estos temas, y era ese autor, en su individualidad, el que enfrentaba y resolvía los problemas que surgían al utilizar un método de investigación para aproximarse al pasado y explorar las posibilidades que brindaban los diversos modelos de escritura de la historia disponibles.29

Antes de que surgieran los espacios para el cultivo profesional de los saberes, los trabajos del intelecto estuvieron determinados por las prácticas de los hombres de letras. La Corona estableció en América una distancia entre la palabra ritualizada y la palabra hablada, lo que en términos prácticos significó instaurar una diferenciación de los hombres de letras en el ámbito social a partir del ejercicio de la escritura.30 Esta situación se mantuvo en el marco de los Estados nacionales, donde los hombres de letras encontraron formas nuevas de asociación como las corporaciones letradas: academias, ateneos, tertulias, que tenían objetivos específicos gracias a la iniciativa o con el apoyo del Estado. Estas asociaciones eran entidades cerradas vinculadas a la política por la naturaleza de sus integrantes, lo que les daba la capacidad para propagar las ideas sobre el pasado de esa nación en la construcción del Estado nacional.31

El prestigio de este tipo de asociaciones letradas inhibió las posibilidades de crear o reformar instituciones existentes y dar cabida a la formación de profesionales en las humanidades y las ciencias sociales, lo que se tradujo en el hecho de que las asociaciones letradas y las formas de difundir el conocimiento por estas corporaciones reunieron en sí mismas la producción de trabajos escritos sobre todo tipo de temas relacionados con la sociedad, el pasado, el presente y el futuro de la nación, subsumidos bajo el nombre genérico de "literatura". Con esto, "el escritor" era el individuo que tenía la capacidad de analizar, definir y trazar los contornos de la realidad social y de la nación desde el pasado hasta el futuro. Pese a las limitaciones de estas corporaciones letradas se convirtieron en el modelo para realizar y articular actividades intelectuales sobre el pasado y el presente de la sociedad, entremezcladas con la política y la administración pública, modelo que, en el caso colombiano, pervivió durante casi todo el siglo XX.32

El trabajo intelectual y administrativo de Jaime Jaramillo Uribe hizo parte de un contexto signado por la cultura letrada como la que se ha descrito y cuya muestra es la imagen donde Jaramillo Uribe comparte un espacio académico en la Universidad de los Andes con Germán Arciniegas y Mauricio Obregón (figura 4). De ahí que las reflexiones que hizo Jaramillo Uribe sobre qué debía ser un historiador, cómo y dónde debería trabajar deben entenderse desde un plano de ruptura. En 1977 con motivo de la creación de la Fundación Antioqueña para los Estudios Sociales (FAES), los asistentes discutieron sobre la situación de los estudios históricos en Colombia.33 Jaramillo Uribe resumía el fundamento de esta discusión en un hecho central: "hasta hoy hemos carecido de la noción del historiador profesional tal como ésta se entiende desde la primera mitad del siglo XIX cuando ingleses, alemanes y franceses crearon la moderna historiografía".34 Este llamado de atención es fundamental para establecer el nuevo marco de referencia de la escritura de la historia en Colombia. Para Jaramillo no solo era necesario renovar el estudio del pasado al abordar temas conocidos con base en las metodologías e interpretaciones recientes, y como resultado de ello, proponer temas y problemas nuevos -lo que justificaría la realización de una obra como el Manual de Historia de Colombia (1978)-. También era fundamental atender la formación de los historiadores profesionales.

Fuente: AJJU, Bogotá, Fondo J. J. Uribe, Personales y Familiares.

Figura 4 Jaime Jaramillo Uribe con Mauricio Obregón (izquierda) y Germán Arciniegas (centro) en el curso de Historia de las Ideas Americanas en la Universidad de Los Andes. Bogotá, 1993. 

Jaramillo constataba dos antecedentes en sus planteamientos: al comparar el estado de los estudios históricos en Colombia con la situación de otros países de América Latina, "es notoria la precariedad de la producción colombiana".35 Los estudios históricos producidos por los múltiples trabajos monográficos de épocas, acontecimientos y hombres, elaborados por los integrantes de la Academia Colombiana de Historia y las academias regionales, así como la síntesis establecida en el compendio de Henao y Arrubla, debían ser repensados desde otras perspectivas y estudiados desde otras metodologías porque:

[...] a nuestra bibliografía histórica le hacía falta una nueva síntesis del pasado nacional que no sólo presentara aspectos de él tratados pasajera o marginalmente por la historiografía tradicional, sino también que abordara dichos temas utilizando los métodos y conceptos que en los últimos años han renovado la investigación histórica.36

El segundo aspecto que constató Jaramillo Uribe es que entre las múltiples causas que propiciaron esta situación había un vacío institucional: "carecemos de un instituto especializado" comparable al Instituto Caro y Cuervo o al Centro de Estudios Históricos de El Colegio de México, que elaboran obras de notable valor. A esto se sumaba que la preparación

[...] no digamos de historiadores, sino de profesores de historia, sólo hasta época muy reciente nuestras universidades, siguiendo los pasos dados hace quince años por la Universidad Nacional, cuentan con departamentos de historia y otorgan una licenciatura en estas materias. Otras instituciones como nuestra meritoria Academia de Historia […] sólo han podido cubrir de forma limitada la misión que corresponde a un centro de investigación.37

La problematización de Jaramillo Uribe tiene que ver con una valoración de la escritura de la historia que le era contemporánea, pero también con la definición de la formación, destrezas y virtudes que debería tener un historiador como "lo entiende la ciencia moderna". Jaramillo describe esos aspectos en el conocimiento de técnicas y el uso de diversos métodos, el cultivo de la sensibilidad artística, el manejo adecuado del lenguaje, la simpatía por el tema y por la totalidad del objeto histórico, el compromiso ético como hombre y como ciudadano; la comprensión imaginativa de los hechos que le permitan plantear problemas, formular hipótesis, perseguir fuentes y pruebas, y el sentido crítico.38 Todos estos aspectos debían desarrollarse en un marco institucional universitario que podría diferenciar entre los alcances de la formación de profesores y la formación de investigadores.

La figura de un historiador profesional se basa en el conocimiento científico y técnico y el espíritu crítico. El primer aspecto parte de la aproximación al uso de unas técnicas, labor que se da en el marco de instituciones universitarias modernas donde se enseñan y evalúan las aplicaciones de esas técnicas específicas complementadas con el conocimiento de la historia general y de sus grandes clásicos porque: "Sin cierto grado de familiaridad con las obras de los grandes maestros [...] faltaría al novel historiador el conocimiento de la historia universal en que está inserta la nuestra y el modelo formal de la obra histórica y del historiador como científico y como artesano".39 Un aspecto central del que hemos partido en este artículo.

Jaramillo Uribe llegó a proponer la creación de un "Instituto de Investigación Histórica Restrepo y Groot" que podía funcionar como dependencia académica de la Universidad o en la Academia de Historia, con la obligación presupuestal del Gobierno a través del Ministerio de Educación Nacional, para vincular como investigadores a personas con formación científica en el campo histórico que "hayan publicado trabajos que los acrediten como tales". Además, el Instituto debía dedicarse a la investigación en el campo de la historia económica y social, la historia de la cultura, la historia de las ideas y la historia política, militar y diplomática; así como a los trabajos de difusión a través de la publicación de documentos, estudios monográficos y reedición de "obras clásicas de la historiografía".40 De este modo, la formación del historiador debía considerarse como un trabajo colegiado, no como un esfuerzo individual, y en diálogo crítico con la tradición:

El conocimiento histórico es el conocimiento abierto por excelencia. Siempre habrá en la historia posibilidad de encontrar nuevos documentos, nuevos hechos que nos lleven a rectificar o confirmar con mejores razones los juicios que se han dado sobre una época, un acontecimiento o el carácter de una estructura social, económica o intelectual. Por eso es la historia el producto y el origen del pensamiento crítico, el producto y el origen del pensamiento antidogmático, de la tolerancia y casi diríamos de la civilización política, en una palabra, de aquellas características de realismo, buen sentido, convivencia y tolerancia de cuya ausencia en los pueblos hispanoamericanos se ha lamentado recientemente el escritor mexicano Octavio Paz. Que donde faltan surgen las inquisiciones, los dogmas, las dictaduras y el Estado policivo.41

Toda una lección para los tiempos que corren.

Obras citadas

I. FUENTES PRIMARIAS

Archivos

Archivo Familiar de Jaime Jaramillo Uribe (AJJU), Bogotá, Colombia [ Links ]

Documentos impresos y manuscritos

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II. FUENTES SECUNDARIAS

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1Una versión preliminar de este texto se presentó como conferencia inaugural del XVIII Congreso Colombiano de Historia (Medellín: oct. 10, 2017). Agradezco esta oportunidad a la Asociación Colombiana de Historiadores a través del Comité Académico del XVIII Congreso Colombiano de Historia, y en particular, al doctor Renzo Ramírez Bacca; al equipo de CONTACTICA Comunicaciones, al igual que a la Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí. Para la realización del trabajo conté con el apoyo del personal del Laboratorio de Fuentes Históricas de la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas de la Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín: el profesor Orián Jiménez, Diego Andrés Ramírez Giraldo y Xiomara Orrego Zuluaga. Para consultar el archivo familiar de Jaime Jaramillo Uribe tuve la autorización del doctor Yobenj Aucardo Chicangana Bayona. También quiero agradecer el apoyo bibliográfico que tuve de Tatiana Madrid Díaz, analista cultural del Banco de la República en Pereira. El artículo corresponde a un adelanto del proyecto de investigación que realizo sobre historia intelectual en Colombia del siglo XX.

2Las expresiones citadas se encuentran en Mauricio Archila Neira, "Jaime Jaramillo Uribe: padre de la nueva historia", Credencial Historia 115 (1999): 13; Hermes Tovar Pinzón, "Historiando a un historiador", Jaime Jaramillo Uribe: Premio Vida y Obra (Bogotá: Archivo General de la Nación, 1996) 17; Frank Safford, "An Interview with Jaime Jaramillo Uribe", The Hispanic American Historical Review 64.1 (1984): 2.

3"Foro in memoriam Jaime Jaramillo Uribe", Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura 44.1 (2017): 35-143. También lo fue el XVIII Congreso Colombiano de Historia. Memorias XVIII Congreso Colombiano de Historia. Historia y memoria en el mundo actual. Pensar la obra de Jaime Jaramillo Uribe (Bogotá: Asociación Colombiana de Historiadores, 2019).

4 Max S. Hering Torres, "Editorial: sin prisiones historiográficas", Anuario Colombiano de Historia Socialy de la Cultura 44.1 (2017): 23-32.

5Juan Guillermo Gómez García y Selnich Vivas Hurtado, Historia, desaciertos e investigación en Colombia (Medellín: Ediciones ÜNAÜLA, 2015); Juan David Montoya Guzmán et al., Historia de la Facultad de Ciencias Humanas y Económicas, 1975-2015 (Medellín: Universidad Nacional de Colombia, 2016); Jhon Jaime Correa Ramírez, Natalia Agudelo Castañeda y Christian Javier Niño Posada, Facultad de Ciencias de la Educación de la UTP (1967-2017). 50 años en la construcción de un proyecto educativo para una nueva región (Pereira: Universidad Tecnológica de Pereira, 2018); Mario Aguilera Peña, "Margarita González: la profesora de historia colonial", Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura 36.1 (2009): 349-354.

6Jaime Jaramillo Uribe, Memorias intelectuales (Bogotá: Taurus, 2007) 189; "Foro in memoriam Jaime Jaramillo Uribe" 35-143.

7Jorge Orlando Melo, "Germán Colmenares: un historiador ejemplar", Germán Colmenares: una nueva historia, Adolfo León Atehortúa Cruz (Cali: Universidad del Valle, 2013) 16-17.

8"Certificados del Ministerio de Educación Nacional, número 23743, 30 de agosto de 1946, número 3770 del 10 de septiembre de 1946". Archivo Familiar de Jaime Jaramillo Uribe (AJJÜ), Bogotá, Fondo J. J. Uribe, Identificación y Notariales.

9Martha Cecilia Herrera Cortés y Carlos Low P., Los intelectuales y el despertar cultural del siglo. El caso de la Escuela Normal Superior: una historia reciente y olvidada (Bogotá: Universidad Pedagógica Nacional, 1994); Carlos Low P. y Martha Cecilia Herrera Cortés, "Jaime Jaramillo Uribe: la historia, la pedagogía y las ciencias sociales. Entrevista", Revista Colombiana de Educación 28 (1994): 117-129.

10"Certificado de la Secretaría General del Ministerio de Educación Nacional, 28 de junio de 1951" y "Certificado del Tribunal Superior de Bogotá, 13 de agosto de 1951". AJJU, Medellín, Fondo J. J. Uribe, Identificación y Notariales.

11"Carte D'Étudiant Étranger. Boursier du Gouvernement Français, N° 7053, Année Scolaire 1946-1947". AJJU, Medellín, Fondo J. J. Uribe, Identificación y Notariales; Jaramillo, Memorias 101-122.

12Jorge Orlando Melo, "Laberinto de influencias en la Nueva Historia de Colombia", Jaime Jaramillo Uribe: Premio Vida y Obra (Bogotá: Archivo General de la Nación, 1996) 51.

13José Medina Echavarría (1903-1977) estuvo en la Universidad Nacional en 1945 después de haber fundado y dirigido el Centro de Estudios Sociales de El Colegio de México (1943-1946) y de trabajar en el Fondo de Cultura Económica como traductor, editor y coordinador de la Colección de Sociología. En julio de 1946 se estableció en la Universidad de Puerto Rico (1946-1952) antes de integrarse a la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) en Santiago de Chile. La Revista de la Universidad Nacional publicó "La vida de la inteligencia y de la sociedad", Revista de la Universidad Nacional 4 (1945): 47-61.

14El relato de estas medidas se puede consultar en Herrera y Low, Los intelectuales 107-125, y en las trayectorias de los profesores extranjeros de la Escuela Normal Superior que emigraron de Colombia hacia México, Venezuela, Puerto Rico y Chile, entre otros lugares.

15Jaramillo, Memorias 120-122.

16Jaramillo, Memorias 128-133.

17Para detalles sobre la Comisión de Historia del IPGH ver Alexander Betancourt Mendieta, "El Instituto Panamericano de Geografía e Historia y el proyecto de la Historia de América, 1928-1960", ¿Tienen las Américas una historia común?Herbert E. Bolton, lasfronterasy la "Gran América", coords. Horacio Crespo, Andrés Kozel y Alexander Betancourt (Ciudad de México: Universidad Autónoma del Estado de Morelos, 2018) 215- 246.

18Jaime Jaramillo Uribe, "Informe sobre el Congreso de Filosofía de Quito", Bolívar. Revista Colombiana de Cultura 20 (1953): 973-976.

19Actividad organizada por el Comité del Movimiento Emancipador de la Comisión de Historia del IPGH en el marco del sesquicentenario de la Independencia, El movimiento emancipador de Hispanoamérica: Actas y ponencias (Caracas: Academia Nacional de la Historia de Venezuela / IPGH, 1961).

20"Noticias sobre el Cuarto Congreso Internacional de Historia de América", Revista de Historia de América 61-62 (1966): 225-240.

21Ernesto de la Torre Villar, Sexta Reunión de Consulta de la Comisión de Historia (Ciudad de México: IPGH, 1965).

22"Resolución XVII y Resolución XVIII", Primera Reunión de Consulta de la Comisión de Historia del Instituto Panamericano de Geografía e Historia, celebrada bajo los auspicios del gobierno de los Estados Unidos Mexicanos. 18 al 27 de octubre, 1947 (Ciudad de México: IPGH, 1947) 29-30.

23"Comité de Historia de las Ideas en América. Proyecto de trabajo inmediato", jun. 30, 1948. Archivo Dr. Silvio Zavala (ASZ), Ciudad de México, serie IPGH, caja 3, exp. 34, ff. 18-19. En esta propuesta, para el caso de Colombia estaba considerado Danilo Cruz Vélez.

24"The Rockefeller Foundation", sep. 28, 1951. ASZ, Ciudad de México, serie IPGH, caja 3, exp. 34, f. 14. La serie la integraron ocho libros publicados entre 1956 y 1965: Arturo Ardao, La filosofía en el Uruguay en el siglo XX (1956); Guillermo Francovich, El pensamiento boliviano en el siglo XX (1956); João Cruz Costa, Esbozo de una historia de las ideas en el Brasil (1957); Angélica Mendoza, Panorama de las ideas contemporáneas en los Estados Unidos (1958); Antonio Gómez Robledo, Idea y experiencia de América (1958); Rafael Heliodoro Valle, Las ideas contemporáneas en Centro América (1960); Víctor Alba, Las ideas sociales contemporáneas en México (1960) y José Luis Romero, El desarrollo de las ideas en la sociedad argentina del siglo XX (1965).

25"Carta del Dr. Leopoldo Zea", nov. 6, 1951 y "Contrato de Honorarios", ene. 22, 1952. AJJU, Medellín, Fondo J. J. Uribe, Contratos Derechos de Autor.

26"Carta del Lic. Ernesto de la Torre Villar", ago. 7, 1956. AJJU, Medellín, Fondo J. J. Uribe, Contratos Derechos de Autor; De la Torre, Sexta Reunión 29.

27Jaramillo dedica muchas páginas a estas experiencias en sus Memorias, así como en las notas de viaje y en la correspondencia con su esposa Yolanda Mora.

28Germán Colmenares, "Sobre la historia y la formación de historiadores", La nueva historia de Colombia, comp. Darío Jaramillo Agudelo (Bogotá: Instituto Colombiano de Cultura, 1976) 63-64. El texto de Colmenares fue publicado en 1975 y habría que matizar que en lugar de "Latinoamérica" y "Los Estados", se refiere a Colombia en concreto. Una perspectiva más detallada de este contexto se encuentra en Sandra Patricia Rodríguez Ávila, Memoria y olvido: usos públicos del pasado en Colombia, 1930-1960 (Bogotá: Universidad del Rosario / Universidad Nacional de Colombia, 2017).

29Germán Colmenares, Las convenciones contra la cultura: ensayos sobre la historiografía hispanoamericana del siglo XIX (Bogotá: Tercer Mundo, 1987); Patricia Cardona Zuluaga, Trincheras de tinta: la escritura de la Historia patria en Colombia, 1850-1908 (Medellín: Universidad EAFIT, 2016).

30Oscar Mazín, "Gente de saber en los virreinatos de Hispanoamérica (siglos XVI a XVIII)", Historia de los intelectuales en América Latina, vol. I, dir. Carlos Altamirano (Buenos Aires: Katz Editores, 2008) 53-78.

31Gilberto Loaiza Cano, Sociabilidad, religión y política en la definición de la nación (Colombia, 1820-1886) (Bogotá: Universidad Externado de Colombia, 2011); Hilda Sábato, "Nuevos espacios de formación y actuación intelectual: prensa, asociaciones, esfera pública (1850-1900)", Historia de los intelectuales en América Latina, vol. I, dir. Carlos Altamirano (Buenos Aires: Katz Editores, 2008) 387-411.

32Alexander Betancourt Mendieta, América Latina: cultura letrada y escritura de la historia (Barcelona: Anthropos Editorial / Universidad Autónoma de San Luis Potosí, 2018).

33Jaime Jaramillo Uribe, "Introducción", Manual de Historia de Colombia, vol. 1, dir. Jaime Jaramillo Uribe (Bogotá: Instituto Colombiano de Cultura, 1978) 17; Fundación Antioqueña para los Estudios Sociales (FAES) (Medellín: Copiyepes, 1977).

34Jaramillo, "Introducción" 18.

35Jaramillo, "Introducción" 18.

36Jaramillo, "Introducción" 17.

37Jaramillo, "Introducción" 18.

38Jaramillo, "Introducción" 19-27.

39Jaramillo, "Introducción" 19.

40"Memorándum sobre un Instituto de Investigación Histórica". AJJU, Medellín, Fondo J. J. Uribe, Correspondencia enviada.

41Jaramillo, "Introducción" 26.

Cómo citar este artículo Alexander Betancourt Mendieta, "La profesionalización de la historia en Colombia. Jaime Jaramillo Uribe: contextos, trayectoria y corrientes historiográficas", Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura 48.1 (2021): 231-255.

Recibido: 14 de Enero de 2020; Aprobado: 13 de Abril de 2020

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